Charles Studd CHARLES - Teach Kids · 2018-09-11 · y a las almas perdidas. Esta historia...

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Charles Studd 1 CHARLES STUDD Misionero pionero Escrito: Roy Harrison Artista: Tim Shirey Traducido: Pablo Reid Publicado por: LA ALIANZA PRO-EDUCACIÓN ESPIRITUAL DEL NIÑO ALIANZA PRO-EDUCACIÓN ESPIRITUAL DEL NIÑO c/ Lluís Sagnier 57, local D 08032 BARCELONA, España. Tel: 934 366 837 [email protected] www.apeen.com www.picayjuega.com ¡POR FAVOR NOTAR! Las ayudas visuales para esta se pueden comprar en la mayoría de las oficinas de APEEN y tiendas en línea. Para tener una lista de las oficinas de APEEN y tiendas online en Europa, visita www.teachkids.eu/es y pica en "Direcciones”. Copyright © 1991 Child Evangelism Fellowship® of Europe. Todos los derechos reservados. Utilizado por el permiso. Se puede reproducir solo para uso personal y no lucrativo. Visita www.teachkids.eu/es para ver detalles del permiso.

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Charles Studd

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CHARLESSTUDD

Misionero pioneroEscrito: Roy Harrison

Artista: Tim Shirey

Traducido: Pablo Reid

Publicado por:

LA ALIANZA PRO-EDUCACIÓN ESPIRITUAL DEL NIÑO

ALIANZA PRO-EDUCACIÓN ESPIRITUAL DEL NIÑOc/ Lluís Sagnier 57, local D

08032 BARCELONA, España.Tel: 934 366 837

[email protected]

www.picayjuega.com

¡POR FAVOR NOTAR!

Las ayudas visuales para esta se pueden comprar en la mayoría de las oficinas de APEEN

y tiendas en línea. Para tener una lista de las oficinas de APEEN y tiendas online en Europa,

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CONTENIDOLección Página

Introducción 3

Resumen de unos pasos básicos para aconsejar al niño que tiene inquietudes de conocer a Cristo como su Salvador personal 4

Primera parte: Una vida entregada a Cristo 5

Segunda parte: Carlos obedece el llamado de Dios 9

Tercera parte: Misioneros a la China 13

Cuarta parte: Nuevos pasos de fe 17

Quinta parte: Llevando el evangelio a África y al mundo 21

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INTRODUCCIÓN

Charles Studd fue un hombre totalmente entregado al Señor. Dejó su casa, sus riquezas, sus comodidades y su familia por amor a Cristo. La meta de su vida era glorificar a Dios a través de la evangelización de aquellos que todavía no eran salvos. Era humano y tenía sus debilidades, pero fue un ejemplo en su ardiente amor al Señor y a las almas perdidas.

Esta historia misionera fue escrita para animar a los niños creyentes a que sean un testimonio para Cristo allí donde se encuentren y para que busquen si la voluntad de Dios para sus vidas es que salgan a la obra misionera. Las necesidades espirituales de hoy son muy grandes. Hay más personas no alcanzadas por el evangelio vivien-do en nuestro mundo durante los últimos veinticinco años que en toda la historia de la humanidad. “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Jn 4:35).

BIBLIOGRAFÍA

C. T. STUDD, CRICKETER AND PIONEER por Norman Grubb, publicado por Lutterworth Press.

C. T. STUDD AND PRISCILA por Eileen Vincent, publicado por Kingsway Publications y WEC Publications.

C. T. STUDD, CRICKETER AND MISSIONARY por Edmund Julian and Christopher Scott, publicado por WEC Publications.

WELL PLAYED, SIR, por Phil and Miriam Booth y Bill Caldwell-casetes producidos por Worlwide Evangeli-zation for Christ.

FECHAS IMPORTANTES EN LA VIDA DE CHARLES

1860 Nació en Wiltshire, Inglaterra.

1876 Convertido por el ministerio del Sr. Whetherby.

1885 Fue a la China.

1888 Se casó con Priscila Stewart.

1894 Volvió a Inglaterra con su familia.

1900-1906 Pastor en Ootacamund, India.

1910 Exploró las necesidades que había en el sur de la India.

1913 Empezó la obra de WEC en África.

1917 Volvió a África por última vez.

1931 Murió en el Congo.

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RESUMEN DE UNOS PASOS BÁSICOS PARA ACONSEJAR AL NIÑO QUE TIENE INQUIETUDES DE CONOCER A CRISTO COMO SU SALVADOR PERSONAL.

Asegúrate que el niño comprenda las siguientes verdades:

Dios: ¿Quién es Dios?

Dios nos hizo. Nos habla por medio de la Biblia.

Dios es Santo y Puro. Nos ama.

El pecado: ¿Qué es el pecado?

El pecado es desobedecer los mandamientos de Dios. Es estar contra Dios.

Da ejemplos de pecados concretos.

El niño es pecador por naturaleza y práctica.

El pecado merece castigo.

El Salvador: ¿Quién es el único que puede quitarte el pecado?

¿Por qué puede sólo Él quitar tu pecado?

Dios el Hijo murió en la cruz por los pecadores.

El Señor Jesucristo resucitó de los muertos. Es el Señor.

Explica cómo ser salvo.

Explica lo que Señor quiere que haga el niño, y lo que hará Cristo.

1. Usa un versículo bíblico (Juan 1:12, 3:16, Hechos 16:31, Romanos 6:23, 10:13).

2. ¿Qué quiere el Señor que tú hagas?

3. ¿Qué hará el Señor?

Avisa en cuanto a dificultades en la vida como creyente.

Pregunta: ¿Quieres confiar en Cristo ahora, o prefieres pensar más en esto?

Anima al niño a orar en voz alta (si está preparado) pidiendo al Señor que le salve.

Háblale de la seguridad de la salvación.

1. Vuelve al versículo bíblico que utilizaste antes.

2. Explica al niño que su vida ha de cambiar.

3. Explícale algunas de las grandes verdades que se aplican a la vida de un creyente: es hijo de Dios, ha sido perdonado, Dios es su Padre, va al cielo.

Más tarde, da unos consejos en cuanto a la vida espiritual.

Lee y obedece la Biblia. Habla con Dios, tu Padre celestial. Cuenta a otros lo que el Señor ha hecho por ti. Pide al Señor que te perdone cuando peques. Reúnete con otros creyentes. Recuerda lo que Cristo promete: “No te dejaré”.

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PRIMERA PARTEUna vida entregada a Cristo

Lámina 1-1

¿Puedes imaginar cómo sería estudiar en uno de los colegios más famosos de Inglaterra? Eton era el mejor colegio. Allí sólo podían asistir los hijos de perso-nas muy ricas. El más grande honor en Eton era ser escogido para representar al colegio en el equipo de cricket.

El cricket es un juego que se practica al aire libre. Es un deporte de bate y pelo-ta, en el que se enfrentan dos equipos de once jugadores cada uno. Por turno,

cada miembro de un equipo procura dar con el bate a la pelota, lanzándola lo más lejos posible del otro equipo; dando tiempo al jugador que ha bateado a que haga tantas carreras como pueda entre dos bases, si consigue 50 “carreras” o “runs” es un acierto. Hay varias maneras de ser eliminado, una de ellas es cuando el bateador no le da a la pelota y ésta da en la base. Es un poco parecido al béisbol.

En toda la historia de Eton, una sola vez (en 1877), hubieron tres hermanos a la vez en el equipo del colegio. Sus nombres eran Kynaston, George y Charles Studd. Los tres eran excelentes jugadores. Ese año Eton ganó contra su gran rival, el colegio de Harrow. Durante el primer tiempo de otro partido, contra Winchester, Kynaston marcó 52 carreras, George marcó 54, y Charles 53. Fue un gran partido.

Lámina 1-2

El mismo año en que los tres hermanos estaban jugando en el equipo de Eton, a su padre le invitaron a escuchar a un predicador que venía de América. Se llamaba Moody. Explicó de una manera muy sencilla el evangelio: “Cada uno de vosotros ha puesto otras cosas en el lugar que le corresponde a Dios y dirije su propia vida como quiere. Pero Dios es santo y debe castigar el pecado. Un día el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, murió en la cruz tomando el castigo por tu pecado, resucitando al tercer día. Es necesario que pidas a Cristo que

perdone tus pecados. ¿Quieres aceptarle como tu Salvador hoy?

El Señor Studd sabía que el señor Moody predicaba la verdad, así que, volvió para escucharle otras veces. Una noche, durante la reunión, pidió a Cristo que perdonara su pecado y le aceptó como su Salvador. Pronto empe-zó a hablar a otros acerca del Señor Jesucristo y les invitaba a su casa para que escucharan el evangelio. Invitó a sus tres hijos a que le acompañaran para escuchar predicar al Señor Moody, pero ellos no tenían ninguna necesidad de Cristo en sus vidas.

¿Te acuerdas de cómo fue cuando pediste al Señor Jesús que te salvara? Los que habéis confiado en Cristo, como hizo el señor Studd y queréis explicar a otros el evangelio, habréis descubierto que algunos desean escu-char y otros no. Eso no debe impedir que sigáis hablando a otros acerca de vuestro Salvador. Tampoco fue fácil para el señor Studd.

Lámina 1-3

Pasó un año y los chicos volvieron a casa para las vacaciones del verano. Cada fin de semana, el padre invitaba a alguien a casa y le pedía que hablara en las reuniones que se celebraban cada domingo. Un domingo por la mañana, los jóvenes prepararon una broma al hombre que iba a predicar. Pidieron al señor Whetherby que saliera a pasear a caballo con ellos, porque habían descubierto que no montaba muy bien. Los tres hermanos montaron sus caballos detrás

de su padre y el predicador. De repente los adelantaron lo más rápido que pudieron, lo que provocó que el pa-dre y el predicador, tuvieran dificultades en dominar a sus caballos; pero de alguna manera, el predicador pudo agarrarse a su caballo y no cayó. Los jóvenes hicieron lo mismo varias veces, ni siquiera el padre fue capaz de reñirles, porque a él mismo le hacía mucha gracia.

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No estuvo bien que los chicos se burlaran de ese hombre, que había venido para hablarles de la Palabra de Dios. ¿Alguna vez has hecho algo parecido? Quizás has estado hablando con tu amigo durante la clase bíblica o des-pués os habéis reído de lo que os han enseñado. No está bien burlarse de aquellos que nos explican el evangelio. Desean ayudarnos y ese es el mensaje más importante que podemos escuchar, el mensaje de cómo ser salvos.

Lámina 1-4

Al predicador no le molestó la broma de los chicos. Esa misma tarde habló con cada uno de ellos acerca del Señor Jesucristo. Cuando Charles estaba a punto de salir para ir a jugar al cricket, el hombre le preguntó: “¿Eres creyen-te?” Charles contestó: “No soy exactamente lo que usted entiende por creyen-te. Pero siempre he creído de alguna manera en Cristo desde que era niño. También creo en la iglesia”.

El predicador contestó: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

“¿Crees que Cristo murió por tus pecados?”.

“Si”.

“¿Crees la otra parte del versículo que dice que los que creen en Cristo tienen vida eterna?”.

“No, no creo eso”, contestó Charles.

El predicador contestó: “O Dios no dice la verdad, o eres tú quien no dice la verdad. ¿Crees que Dios es men-tiroso?”.

“No”, contestó Charles.

“Siempre estarás equivocado si crees sólo una parte del versículo y dejas de creer en la otra parte”.

“Supongo que sí”, contestó Charles, dándose cuenta de que tenía que tomar una decisión.

El predicador continuó: “La vida eterna es un regalo. Si alguien te da un regalo en Navidad, ¿qué haces?, lo coges y dices gracias. ¿Quieres coger el regalo de Dios y darle gracias? Allí mismo, Charles Studd se arrodilló, pidió al Señor que le perdonara su pecado y le dio gracias por el regalo de la vida eterna. Enseguida entró en su vida una nueva alegría y mucha paz. Sabía que ahora había recibido de Dios una nueva vida, la vida eterna.

Pasados algunos días, los tres hermanos se dieron cuenta de algo: el señor Whetherby había hablado con cada uno de ellos aquella tarde y cada uno había orado pidiendo al Señor que le salvara. Fue el día más importante de sus vidas.

Lámina 1-5

A Charles (desde ahora le llamaremos Carlos), le gustaba mucho el cricket. Sabía lanzar la pelota y le pegaba bien con el bate. Se pasaba muchas horas per-feccionando su estilo delante de un espejo muy alto que tenía en su habitación. No fumaba para que el humo no le perjudicara la vista.

Después de que sus hermanos se graduaran y se marcharan del colegio, llegó a ser el capitán del equipo de cricket de Eton. Cuando se fue a estudiar a la

Universidad de Cambridge, también fue escogido para formar parte del equipo de cricket de la Universidad y llegó a ser su mejor jugador y capitán. De hecho, en el año 1882, fue nombrado el mejor jugador de cricket de toda Inglaterra. Al año siguiente, fue escogido para ir con la selección inglesa de cricket; viajó a Australia y ganó unos cuantos partidos.

Por medio del cricket, Carlos aprendió bastante acerca de la paciencia, la valentía y el trabajo en equipo. Y, aunque era un verdadero creyente, permitía que el cricket ocupara demasiado tiempo en su vida. Pasaba tantas horas con el cricket que no le quedaba tiempo para Dios. ¿Hay cosas para ti que son más importantes que vivir

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para el Señor? Si eres creyente, el Señor Jesús debe tener el primer lugar en tu vida; agradarle y hacer lo que la Biblia dice, es más importante que cualquier otra cosa.

Lámina 1-6

Durante seis años, mientras era universitario, Carlos no habló a otros acerca del Señor Jesús como tenía que haberlo hecho. Conocía el evangelio, pero no tenía valentía para compartirlo. Había personas que oraban por él, para que tuviera más amor por el Señor. Cuando estaba acabando la universidad, Dios utilizó una enfermedad muy grave de su hermano George, para mostrarle que lo más importante en la vida es hacer la voluntad de Dios. George casi se mue-re, pero su confianza en Dios seguía firme. Entonces, Carlos se dio cuenta de

que lo único que tiene valor cuando te enfrentas a la muerte, es tener a Jesucristo como Rey y Señor de tu vida. Y dijo: “No importa cuan famoso y popular sea yo como jugador de cricket o cuan rico; conocer al Señor Jesu-cristo como Señor y Salvador es mucho más importante”.

Lámina 1-2 (Usa de nuevo este dibujo de Moody)

Al fin, su hermano se recuperó. Carlos volvió a escuchar al Señor Moody pre-dicar en algunas reuniones en Londres y pensó: “No he estado viviendo para el Señor como debía. He puesto al cricket antes que mi servicio a Dios”. Car-los pidió al Señor Jesús que le perdonara y que controlara por completo su vida. Dejó que Cristo tomara el primer lugar en su vida; y pronto empezó a testificar a sus amigos acerca de Cristo. Al cabo de poco tiempo, uno de ellos entregó su vida al Señor y Carlos dijo: “La alegría que he sentido al ver como

mi amigo se convertía, ha sido más grande que cualquier alegría que el cricket me haya podido dar”. Todavía seguía jugando, pero ahora quería sobre todo, contar a otros las buenas noticias de Jesucristo su Salvador.

Lámina 1-6

Carlos Studd tenía que aprender otra lección muy importante: que no podía servir al Señor con sus propias fuerzas. Tenía que aprender a confiar comple-tamente en Dios, para que obrara por medio de él. No podía apoyarse en sus propias capacidades, ni siquiera en el consejo y la ayuda de otras personas. Ha-bía cosas que pensaba que podía hacer con sus propias fuerzas, sin pedir al Se-ñor que le ayudara y le guiara. Por ejemplo, tenía asignaturas en la Universidad que tenía que estudiar, ¿necesitaba la sabiduría y la ayuda del Señor en eso?

Luego se dio cuenta de la gran verdad que se encuentra en 1ª Corintios 6:19,20: “No sois vuestros porque habéis sido comprados por precio”. Una noche, en su habitación, se arrodilló y dedicó cada parte de su vida a Dios. Utilizó las palabras de un himno como oración:

“Que mi vida entera esté consagrada a Ti, Señor.

Que mis pies tan sólo en pos de lo santo puedan ir”.

Esa noche entendió que tenía que confiar en el Señor, igual que un niño confía en su padre cuando le lleva a algún lugar desconocido. Decidió que iba a vivir toda su vida confiando completamente en el Señor, para que hiciera Su voluntad en él. Ahora sabía que el Señor era poderoso para guardarle, si él se ponía totalmente en sus manos poderosas. Dios le dio una paz maravillosa y mucha alegría. Si eres creyente, ¿estás dispuesto a decir lo siguiente?: “Señor, todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que espero ser, lo ofrezco a ti ahora y para siempre. Úsame para tu gloria y ayúdame a seguir siempre así. Amén”

Recuerda, que si vas a servir al Señor, ha de ser por medio de Su poder. El quiere te entregues totalmente a Él, y que confíes sólo en Él.

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PREGUNTAS DE REPASO DE LA PRIMERA PARTE

1. ¿En qué país nació Carlos Studd?

Repuesta: En Inglaterra.

2. ¿Qué deporte le gustaba mucho?

Respuesta: El cricket.

3.¿Qué quería hacer su padre, el señor Studd, después de haber aceptado a Cristo como su Salvador?

Respuesta: Hablar a otros de Cristo.

4. ¿Cómo llegaron los tres hermanos a creer en Cristo?

Respuesta: Por medio de un predicador, el señor Whetherby, que les habló a cada uno del Señor Jesucristo.

5.¿Cómo demostraba Carlos que no vivía como un verdadero creyente?

Respuesta: Dejaba que el cricket ocupara demasiado lugar en su vida.

6.¿Qué utilizó Dios para mostrar a Carlos lo que era realmente importante para su vida?

Respuesta: La grave enfermedad de su hermano George, por la que casi se muere.

7.¿Qué fue lo que a Carlos le dio una alegría mucho más grande de lo que jamás había experimentado jugando al cricket?

Respuesta: La alegría de ver como su amigo llegó a conocer a Cristo como su Salvador.

8. ¿Qué importante lección aprendió Carlos para su vida?

Respuesta: Aprendió a confiar completamente en el Señor.

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SEGUNDA PARTECarlos obedece el llamado de DiosINTRODUCCIÓNCarlos Studd conoció a Cristo cuando era estudiante en el colegio de Eton; pero permitió que el cricket ocupara demasiado lugar en su vida. Llegó a ser su ídolo de tal manera, que era lo más importante en su vida, más que vivir para su Salvador. Por medio de la enfermedad de su hermano, volvió al Señor mientras estudiaba en la Universidad de Cambridge. Pidió al Señor que le perdonara y comenzó a testificar. Más tarde, Carlos se dio cuenta de que tenía que entregar al Señor cada parte de su vida. Reconoció que no podía servir a Dios con sus propias fuerzas, que tenía que ser el Señor el que obrase en él y por medio de él.

Lámina 2-1

Cuando Carlos volvió al Señor, deseaba servirle de todo corazón. Al leer la Biblia y orar, sentía que en lugar de buscar un trabajo al terminar los estudios en la Universidad, el Señor quería que utilizara su tiempo llevando el evangelio a otros. Escogió como su versículo favorito: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). Pertenecer al Señor tenía más valor que todas las riquezas del mundo. Así que decidió buscar la voluntad de Dios para su vida; y poco tiempo después sintió que Dios le estaba

llamando para ir como misionero a la China.

Si eres creyente, quizás el Señor te está mostrando que tiene un plan muy especial para ti y quiere que utilices todo tu tiempo para llevar el evangelio a otros. Si Dios te está llamando a ser misionero en tu propio país o en otro, debes darle gracias. Puedes confiar en que Él arreglará todas las cosas si obedeces su voluntad.

Lámina 2-2

Carlos asistió a una reunión en la cual un misionero que volvía de la China, hablaba de la gran necesidad de que salieran nuevos obreros. Carlos oró a Dios pidiéndole que le mostrara si él debía ir a la China o no; sabía que podría ha-ber un impedimento: el amor que sentía por su madre. Su padre había muerto dos años después de entregarse a Cristo, sólo quedaba su madre. Fue entonces cuando leyó en la Biblia un versículo que dice: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí”. (Mateo 10:37). Ahora Carlos sabía que la vo-

luntad de Dios era que fuera a la China. Quería obedecer a Dios sobre todas las cosas. Sabía que también podía confiar en que Dios cuidaría a su madre en Inglaterra. No fue fácil. Él estaba seguro de que Dios le quería llevar a la China, pero su familia no estaba de acuerdo en que se fuera como misionero.

Lámina 2-3

Varias personas intentaron convencer a Carlos de que no debía ir. Su propia madre le pidió que se quedara en Inglaterra. Algunos creyentes le dijeron que podía hacer mucho bien a los jóvenes en Gran Bretaña en lugar de ir a la Chi-na. Su hermano mayor le dijo: “Te estás equivocando, vas a romper el corazón a tu madre”. Carlos dijo: “No quiero ser tozudo e ir porque lo he decidido yo, sólo quiero hacer la voluntad de Dios. Pidamos a Dios que nos muestre lo que quiere”. Los dos hermanos se pusieron de rodillas y oraron a Dios para se hi-

ciese Su voluntad.

Esa noche Carlos no pudo dormir. Pensó mucho en un versículo que dice: “Pídeme y te daré... las naciones”. (Sal 2:8). Sabía que Dios le estaba prometiendo que en ese país tan lejano, habría personas que escucharían el evangelio y aceptarían al Señor Jesús como su Salvador. Carlos estaba seguro de que Dios le estaba hablando por medio de ese versículo; sabía que debía hacer lo que el Señor le pedía, a pesar de lo que opinaba su familia y sus amigos.

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No es siempre fácil seguir la voluntad de Dios. Es posible que otros, incluso miembros de nuestra propia fa-milia, intenten detenernos. ¿Estarías dispuesto a dejar a tu familia, aunque ellos no comprendieran lo que el Señor te pide?

Lámina 2-4

Cuando Carlos Studd estuvo seguro de que Dios le estaba llamando para ir a la China, fue a hablar con Hudson Taylor, el director de The China Inland Mission (Misión para el interior de la China). Fue aceptado como uno de sus misioneros. Stanely Smith, uno de sus amigos en la Universidad, ya había res-pondido al llamamiento de Dios para ir a la China. Al cabo de pocas semanas, cinco jóvenes más, que habían estudiado en la misma Universidad, se juntaron a ellos. Los periódicos publicaron la noticia de estos siete jóvenes brillantes,

que lo dejaban todo para ir a la China como misioneros. Les llamaron “los siete de Cambridge”. Estudiantes de otras Universidades, como la de Oxford y jóvenes en muchas partes del país, se maravillaban al ver a estos jóvenes tan capaces, dar sus vidas por llevar el Evangelio a la China. Algunos jóvenes creyentes en Inglaterra, se dieron cuenta de que debían responder a la pregunta: “¿Estoy dispuesto a dedicar mi vida para hablar de Jesús a la gente que nunca ha oído hablar de Él?” ¿Estarías dispuesto a contestar “sí” al Señor, si te pidiera que fueras como misionero a un país lejano o a un grupo difícil de personas?

Las noticias acerca de los siete estudiantes se extendió rápidamente; incluso la Reina Victoria recibió con agrado una copia del librito que explicaba cómo “los siete de Cambridge” fueron salvos y cómo Dios les había llamado para ir a la China.

Lámina 2-5

Carlos Studd fue un hombre fuera de lo común y muchas cosas especiales pa-saron en su vida. No hace falta que te pasen tantas cosas extraordinarias en tu vida. Dios puede utilizarte aunque no llegues a estudiar en una universidad. Dios tiene un trabajo para ti también y seguro que será distinto al de Carlos.

Algunos profesores evangélicos en la Universidad de Edinburgh, escribieron a Carlos Studd y Stanley Smith, pidiéndoles que hablaran en una reunión para

universitarios. Los dos hombres llegaron temprano a la reunión y pasaron parte de la tarde orando. Sabían que era muy importante pasar tiempo en oración si deseaban que el Señor les usara en Su servicio. El local se llenó de estudiantes. Habían venido a escuchar a estos dos famosos deportistas, que lo habían dejado todo para servir a Dios en la China. Los estudiantes se quedaron muy impresionados al ver su amor por Cristo. Tenían la impresión de que un misionero era una persona muy seria que siempre cantaba himnos; pero ahora veían a dos jóvenes llenos de salud que abandonaban la fama, su familia y sus amigos para ir a predicar el Evangelio.

Organizaron otra reunión en Edimburgh, a la que asistieron 300 estudiantes. Carlos les contó que el Señor Jesucristo había cambiado su vida y le había mostrado Su voluntad; les contó como sentía un amor muy pro-fundo por su Salvador y por las personas que no le conocían. Stanley Smith les contó las buenas noticias de que Cristo había muerto por ellos en la cruz y había resucitado, que es un Salvador que vive y que puede cambiar vidas hoy en día. Al terminar la reunión, muchos estudiantes empezaron a llorar, porque se daban cuenta de que no eran salvos. Carlos, Stanley y otros creyentes tuvieron el gozo de ir hablando con un estudiante tras otro, explicándoles como confesar sus pecados y confiar en el Señor Jesucristo como su Salvador.

Lámina 2-6

Se prepararon reuniones en otras universidades de Inglaterra. Fueron opor-tunidades maravillosas para que Carlos y Stanley explicaran el evangelio. Asistían muchos jóvenes que venían para ver y escuchar a estos deportistas. Muchos llegaron a entregarse a Cristo; en Liverpool, por ejemplo, sesenta es-tudiantes pidieron al Señor que les salvara de sus pecados; querían que Dios cambiara sus vidas.

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Dios utilizó a Carlos y Stanley para hablar también a creyentes. Uno de ellos fue un pastor llamado F. B. Meyer. Vio algo en la vida de Carlos que era diferente. Al terminar la reunión, le preguntó cuál era el secreto de su vida. Carlos contestó: “El secreto es que Dios tiene todo lo que hay de Carlos Studd”. Fue un gran desafío para Meyer. Pasó esa noche orando, pidiendo a Dios que tomara posesión de cada parte de su vida; aunque había una parte que quería guardar para sí, al final cedió esa parte también. Fue una noche muy importante para él. Desde entonces, Dios comenzó a utilizarle de una manera especial para que otros llegaran a confiar en Cristo y le obedecieran.

¿Estás dispuesto a ir como misionero si el Señor te llama? ¿Dirías “sí” al Señor, aunque tuvieras que dejar tu familia, tu casa y tu amigos para poder contar a otros las buenas noticias de Cristo? ¿Conoces el secreto de Carlos? ¿Puedes decir “Dios tiene todo lo que hay en mí”? Deja que el señor controle cada parte de tu vida y Él te usará para que ayudes a otros, igual que usó a Carlos y a Meyer.

Lámina 2-4 (Los “Siete de Cambridge” otra vez)

Las últimas reuniones con “los siete de Cambridge” antes de que se fueran a la China, se celebraron en Cambridge, Oxford y Londres. ¿Qué iba a pasar con Carlos y los demás misioneros cuando llegaran a la China? Si lo quieres saber, vuelve la próxima clase y seguiremos con esta maravillosa historia de cómo Dios obró en la vida de Carlos.

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PREGUNTAS DE REPASO PARA LA SEGUNDA PARTE

1. Dios llamó a Carlos para hacer un trabajo especial. ¿Cuál fue?

Repuesta: Ir a la China como misionero.

2. ¿Cómo mostró Dios a Carlos que debía ir a la China?

Respuesta: Por medio de un reunión, en la que un misionero habló acerca de la gran necesidad que había de que más obreros fueran a la China.

3. ¿Quiénes no estaban de acuerdo en que fuera a la China?

Respuesta: Su familia y sus amigos.

4. ¿De qué manera tuvo Carlos la seguridad de que debía ir?

Respuesta: Por la Palabra de Dios. Mateo 10:37 y Salmo 2:8.

5. ¿Quiénes eran “los siete de Cambridge”?

Respuesta: Siete estudiantes de la Universidad de Cambridge que escucharon el llamado de Dios para ir a la China.

6. Di las palabras que faltan en el versículo favorito de Carlos: “¿Qué aprovechará al hombre si_________ todo el mundo y ___________su alma?”.

Respuesta: “Ganare todo el mundo y perdiere su alma”.

7. Carlos dijo al señor Meyer el secreto de su vida. ¿Cuál era?

Respuesta: “Dios tiene todo lo que hay en Carlos”.

8. Nombra algunas cosas que pasaron después de que Carlos hubiera dicho “sí” a Dios cuando le llamó para ir como misionero.

Respuesta: Estudiantes fueron salvos, creyentes fueron desafiados a entregar todo a Cristo. Incluso a la Reina Victoria le gustó.

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TERCERA PARTEMisioneros a la China

Lámina 3-1

Los “siete de Cambridge”, zarparon hacia la China en febrero de 1885, hace ya más de 100 años. Dios les utilizó para guiar a Cristo a algunos pasajeros del barco. Había un hombre que viajaba a la India, donde era capitán de un barco, que acostumbraba a mentir, a decir palabrotas y a emborracharse. Al principio, cuando Carlos le habló, se burló de la Biblia; pero Carlos siguió testificando y le contó cómo Dios le había dado paz y gozo. Esa noche, en su camarote, el capitán dijo a Dios que sentía tristeza por todos los pecados que había hecho;

le pidió que controlara su vida y fue cambiado de una forma maravillosa. Cuando confías en el Señor Jesucristo pidiéndole que te perdone de todos tus pecados, te da una nueva vida. Desde entonces, el capitán comenzó a hablar a otros acerca de Cristo su Salvador; pasó mucho tiempo en el viaje leyendo y estudiando la Biblia.

Carlos aprendió que un misionero ha de hablar a otros acerca de Cristo allí donde está. Si eres creyente, ¿estás hablando de Cristo a tus amigos en la calle y en el colegio?

Algunas personas piensan que los misioneros son perfectos y que nunca se equivocan. ¡No es verdad! Carlos Studd cometía errores como todos los creyentes. A veces era impaciente; otras veces decidía no hacer lo que le pedían los dirigentes de la misión; no siempre fue fácil trabajar con él, porque tenía una manera muy personal de ver las cosas y no le gustaba pedir consejo a nadie.

Carlos hablaba a menudo del “Dios de lo imposible”. La razón por la que pasaron grandes cosas, no era la im-portancia de Carlos Studd, sino que tenía un Gran Dios y Salvador a quien servía.

Lámina 3-2

Cuando los misioneros llegaron a la China, Hudson Taylor les estaba esperan-do para darles la bienvenida. Pronto empezaron a prender el idioma y todo lo que podían acerca del pueblo chino. Les dijeron que la mejor manera de alcanzarles era pareciéndose lo más posible a ellos. Así que empezaron a llevar el mismo estilo de ropa que los chinos; cambiaron sus camisas americanas por camisas chinas y túnicas largas con mangas. También se dejaron crecer el pelo para hacerse trenzas como los chinos. ¡Qué diferencia con los días en la Uni-

versidad de Cambridge! Para aprender el idioma, cada uno de ellos fue enviado a una parte del territorio del país para vivir con los chinos. Como no estaban acostumbrados a ver personas de piel blanca, observaban con mucha curiosidad todo lo que hacía Carlos.

Costó mucho esfuerzo y tiempo aprender el idioma. Al principio fue difícil para Carlos no poder hablar a la gente a la que Dios quería que hablara. Durante ese tiempo en que Carlos estuvo sólo, pasó muchas horas estudiando la Biblia. Se levantaba muy temprano para leer y orar y así comenzar el día con Dios. Aprendió a vivir día tras día obedeciendo la Palabra de Dios. Es una lección que todos aquellos que conocemos a Cristo debemos aprender. Necesitamos cada día tiempo para orar y leer la Biblia; debemos procurar, con la ayuda de Dios, poner en práctica lo que la Biblia nos enseña.

La vida no fue nada fácil en la China. Hacía mucho calor. Carlos, al igual que los demás, tenía que dormir en el suelo sin colchón. Prácticamente, lo único que comía era arroz. Cuando viajaba, lo tenía que hacer a pie casi siempre; y las sandalias chinas que llevaba no le protegían mucho, así que sus pies se llenaban de heridas al andar por los caminos llenos de piedras. Y encima, había disturbios y atacaban especialmente a los extranjeros. La gente los llamaba “diablos extranjeros”. Ser misionero puede ser muy difícil.

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Lámina 3-3

Una de las bendiciones más grandes que Dios dio a Carlos fue la de una esposa maravillosa. Se llamaba Priscila Stewart. Había venido de Irlanda del Norte (de Lisburn). Ella también era misionera y estaba en la ciudad de Shangai. Se conocieron cuando Carlos fue allí para ver a su hermano George. Priscila ha-bía entregado toda su vida al Señor, igual que Carlos; Dios la utilizó para hacer una gran obra en aquella ciudad. La boda fue muy sencilla; no tenían ropa es-pecial; pero Priscila llevaba una larga bufanda blanca que decía: “Unidos para

conquistar por Cristo”. Al terminar el culto de la boda, los dos se arrodillaron y prometieron a Dios que nunca se impedirían el uno al otro servirle.

Si eres creyente, ora a Dios para te guíe y te muestre la persona con la que debes casarte. Es una bendición y una gran ayuda casarse con la persona escogida por Dios. Es mejor no casarse, que hacerlo con la persona que Dios no quiere.

Lámina 3-4

Poco a poco, Carlos aprendió a hablar el idioma chino. ¡Qué gozo sentía al po-der compartir las Buenas Noticias del Salvador! Cuando un chino se convertía, pasaba por muchas dificultades, incluso por la persecución de su propia fami-lia. Una de las personas que llegaron a confiar en Cristo fue un señor llamado Fan. Antes de ser salvo, era una de las personas más malas de la provincia; había llegado a matar a otro hombre. Cuando se convirtió a Cristo, dijo: “Debo ir a ese pueblo, donde me porté tan mal, para contarles lo que Dios ha hecho

conmigo”. Mucha gente vino a escucharle. El mandarín (el jefe del pueblo), mandó que le pegaran con una vara de bambú; le dieron 2.000 golpes y le dejaron casi muerto. El señor Fan no sufrió ese castigo por su mal com-portamiento, sino que le pegaron por hablar a su pueblo acerca del Señor Jesucristo. Le llevaron al lugar donde estaban los misioneros y después de recibir muchos cuidados, se curó. Entonces dijo: “Tengo que volver a mi ciudad y predicarles el Evangelio”. Esta vez le metieron en la cárcel, pero aun ahí siguió predicando. Se juntaba tanta gente para escucharle, que el mandarín se dio por vencido y lo sacó de la cárcel.

Mientras Carlos estaba en la China, supo que había heredado de su padre una gran cantidad de dinero. Dios le guió de una manera especial a hacer lo que el joven rico (de quien leemos en la Biblia) no quiso hacer. ¿Re-cordáis lo que el joven rico no hizo? (Maestro, deja que contesten los niños). Carlos dio el dinero para ayudar a algunas misiones evangélicas y obras benéficas. Quería depender de Dios y no de una cuenta bancaria en Inglaterra. El Señor le bendijo y siguió supliendo sus necesidades. El dinero que dio fue de gran bendición para la obra de Dios; ayudó a empezar el Instituto Bíblico Moody en los Estados Unidos. Esta Escuela Bíblica iba a enseñar y entrenar a muchos obreros y misioneros evangélicos. Se fundó en memoria de D.L. Moody, el predi-cador que Dios había usado tanto en la vida de Carlos y aún más en la vida de su padre.

Lámina 3-5

Poco después de la boda, Carlos y Priscila se fueron a un pueblo del interior de la China, para empezar allí una nueva obra para Dios. Nunca habían vivido allí misioneros. Su casa era de estilo chino, muy sencilla; tenía paredes blancas y un suelo de ladrillos con una estufa en el centro y una cama hecha también de ladrillos. Construyeron una iglesia de estilo chino.

Costó mucho ganar la confianza de la gente. Al principio les insultaban cada vez que les veían por la calle. Les acusaron de haber traído la sequía el año que no llovió; intentaron entrar en su casa y también destruir la iglesia. Sin embargo, Dios les bendijo cuando hablaron a la gente acerca del Salvador. Bastantes personas fueron salvas y empezaron a vivir para Cristo y a testificar a otros.

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Si eres creyente, ¿te acuerdas de orar por los misioneros? Algunos viven momentos de peligro o dificultad, como Carlos y Priscila vivieron hace muchos años en la China. La Biblia nos enseña por qué cosas debemos orar:

• Que haya oportunidades de hablar a la gente acerca del Salvador (Col 4:2-3).

• Que personas sean salvas (Romanos 10:1).

• Que más obreros vayan a buscar a los perdidos para traerlos a Cristo (Mateo 9:38).

• Que haya suficiente dinero para que los misioneros vivan y trabajen para el Señor (Filipenses 4:14-19).

Lámina 3-6

Carlos y Priscila abrieron un lugar, donde personas que eran adictas a la droga de opio, podían ir para recibir ayuda y poder curarse. Durante siete años, más de 800 hombres y mujeres pasaron por este “Refugio del Opio”. Muchos fueron salvos, además de ser curados. Fumar o masticar opio era un grave problema entre los chinos de entonces; al empezar a tomarlo, parecía que no les hacía ningún daño, pero luego ya no podían dejar de tomarlo y cada vez necesitaban más cantidad. La droga les volvía débiles y perezosos. Mucha gente se ganaba

la vida vendiendo esta droga. Cuando alguien procuraba dejar de consumir opio, sufría pesadillas terribles y se volvía violento, se ponía muy enfermo. Ayudar a estas personas a dejar el opio fue un trabajo muy difícil, largo y cansado para Carlos y Priscila.

Durante ese tiempo, el Señor les bendijo con cuatro hijas y un niño que murió al nacer. Dios no nos ha pro-metido una vida sin penas, enfermedades ni problemas. Hubo momentos en que Carlos y Priscila estuvieron muy enfermos, casi a punto de morir; pero el Señor les protegió. También utilizó a personas que les mandaron el dinero y la comida que necesitaban para vivir. Experimentaron la promesa de Dios: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

Ser un misionero, puede parecer una aventura maravillosa para algunos; pero en realidad representa sacrificio, trabajo duro y muchas veces soledad y dificultades. Sin embargo, el mejor lugar y el más seguro en el mundo, es estar en el centro de la voluntad de Dios para nosotros. Si eres creyente, ¿has preguntado a Dios si quiere que seas misionero o que trabajes a tiempo completo para Él algún día? “Haced todo lo que os dijere” (Juan 2:5).

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PREGUNTAS DE REPASO PARA LA TERCERA PARTE

1. ¿Cómo demostró Carlos que era un misionero de verdad cuando estaba en el barco viajando hacia China?

Respuesta: Hablando a otros, incluso al capitán, acerca de Jesucristo.

2. Si esperas ser misionero algún día en un país extranjero, ¿Dónde debes empezar tu trabajo de misionero?

Respuesta: Donde estás ahora.

¿Cuándo debes empezar tu trabajo de misionero?

Respuesta: ahora.

¿Cómo debes empezar tu trabajo?

Respuesta: Hablando a tu familia y amigos de lo que el Señor ha hecho en tu vida.

3.¿Qué hacía Carlos cada mañana?

Respuesta: Oraba y leía la Biblia.

4. ¿Por qué es tan importante que los que queremos servir al Señor, leamos Su Palabra y oremos?

Respuesta: Para saber lo que Dios quiere que hagamos y para tener Su poder y Su bendición al hacerlo.

5. ¿Qué sufrió el señor Fan por el Señor Jesús?

Respuesta: 2.000 golpes con una caña de bambú, además fue encarcelado.

6. ¿Es posible que nosotros tengamos que sufrir algo por seguir y obedecer al Señor Jesucristo? Da algunos ejemplos.

Respuesta: Otros pueden burlarse de nosotros; tal vez nos desprecien e incluso pueden llegar a hacernos daño.

7. ¿Por qué regaló Carlos el dinero que heredó de su padre?

Respuesta: Para depender totalmente del Señor.

8. ¿Piensas que Priscila fue la persona idónea para ser la esposa de Carlos? Si dices “sí”, ¿por qué?

Respuesta: Sí; porque había entregado su vida al Señor y fue la voluntad de Dios que se casaran.

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CUARTA PARTENuevos pasos de fe

Lámina 4-1

Después de diez años de trabajo como misioneros en la China, era el mo-mento de regresar a su propio país, para ver a su familia y amigos. Desde que vivían en el interior de la China, nunca habían ido a la costa, ni siquiera para ir al hospital cuando Priscila tuvo a sus hijos, porque hubieran tenido que de-jar el trabajo demasiado tiempo. Ahora, después de diez años, Dios les estaba mostrando que debían regresar a su país. El día que se marcharon, fue muy triste; muchas de las personas que se convirtieron por la predicación de ellos,

les acompañaron hasta el primer pueblo que había en el camino hacia la costa. Fue muy difícil decir “adiós” a esas personas que tanto habían llegado a amar.

El viaje a Shangai con cuatro niñas pequeñas no fue fácil. Hicieron parte del viaje en sillas llevadas por mu-las; otra parte por el río, en un barco de mercancías, intentando dormir encima de incómodas cajas. En aquel entonces había guerra entre Japón y China, los chinos pensaban que los misioneros eran japoneses o amigos de los japoneses; así que, en cada lugar en que el barco paraba, mucha gente se reunía para ver a lo que ellos llamaban “diablos extranjeros”. A pesar de todo, Dios les protegió en este peligroso viaje.

Luego empezaron el largo viaje en barco hacia Inglaterra. La tripulación había formado una pequeña banda musical, que tocaba para los pasajeros; y a las hijas de la familia Studd, les encantaba escuchar la música. El tercer día del viaje, dijeron a sus padres: “No entendemos a estos misioneros, porque sólo tocan música y nunca cantan himnos ni oran”. Ellas nunca habían visto a ninguna persona blanca que no fuera misionero.

Lámina 4-2

Cuando llegaron a su país, se quedaron en la casa de la abuela Studd. Tanto Carlos como Priscila estaban agotados por las enfermedades, las largas ho-ras de trabajo y la falta de buena comida que había en la China. A las chicas les gustó quedarse con su abuela; disfrutaron de la buena comida. Fueron al colegio e hicieron nuevas amistades; se pasearon por los hermosos campos de Inglaterra. ¡Todo era tan diferente a la China! Especialmente la comida, porque allí casi siempre comían arroz.

Si te encuentras con una familia misionera que ha vuelto a tu país para descansar, ¿eres amable con sus hijos? ¿Intentas hacerte amigo de ellos y hablarles? A la hijas de Carlos, les hizo mucho bien la cariñosa bienvenida que tuvieron al llegar a Inglaterra.

Carlos pronto se recuperó, comenzó a hablar en reuniones y a visitar iglesias y amigos que habían orado por ellos. Pero Priscila se quedó muy débil. Parecía que iba a ser muy difícil volver a la China. El Señor tenía otra cosa preparada para ellos en ese tiempo. Es maravilloso saber que Dios promete estar con nosotros cuando hacemos Su voluntad y dependemos de Él.

Las noticias acerca de “Los siete de Cambridge” habían cruzado el Atlántico. Kynaston, el hermano mayor de Carlos, había ido a Estados Unidos para hablar en reuniones y había compartido estas noticias. Dios estaba bendiciendo las Universidades y dos estudiantes decidieron empezar una nueva obra cristiana, a la que llama-ron “Movimiento voluntario estudiantil” (Student volunteer movement), para animar a más universitarios a salir como misioneros. Invitaron a Carlos a que fuera. Eso representaba dejar a su familia y hacer el largo viaje por barco a Estados Unidos. Tendría que viajar de ciudad en ciudad, predicando en reuniones, pasando mu-cho tiempo aconsejando y hablando a los estudiantes. Sabiendo todo esto, Carlos aceptó la invitación, porque estaba convencido de que era lo que Dios quería que hiciese. El Señor estuvo a su lado y le ayudó durante los 18 meses que pasó en Estados Unidos. Centenares de estudiantes fueron salvos y muchos se entregaron a Dios para ir al campo de misión, si era la voluntad de Dios para sus vidas.

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Que Dios guiara a Carlos a hacer eso, no significa que tengamos que hacer lo mismo. Seguramente es muy raro que Dios pida a un misionero que pase tanto tiempo lejos de su familia. Pero hay que recordar, que en aquel entonces, era muy difícil hacer el viaje de vuelta, porque no había aviones. No fue fácil para Priscila; a menudo estaba enferma y se sentía muy sola. Tuvo que educar a sus hijas sin la ayuda de Carlos. Además, a ella también le hubiera gustado hablar en reuniones, como lo hacía Carlos; pero tuvo que aprender a ser paciente.

Lámina 4-3

Dios dio un nuevo trabajo a Carlos. Durante los años 1900-1906, la familia se fue a vivir al sur de la India, donde Carlos fue Pastor de una iglesia. Había dos razones para ir hacia allí. En primer lugar, porque fue el último deseo de su padre antes de morir; y en segundo lugar, porque también fue el gran anhelo de su hermano George. Tanto su padre como su hermano habían sido dueños de haciendas en la India. Pero durante su tiempo allí, no dieron testimonio a

los indios acerca del Señor Jesucristo. Querían que un miembro de la familia Studd fuera allí como misionero, para empezar la obra. Carlos fue el que decidió ir y con él su esposa y sus hijas. La iglesia era para personas que hablaban inglés en esa área. Había muchos soldados y oficiales del ejército Británico allí.

Fueron 6 años muy buenos, en que la familia pudo estar junta. Podían tener visitas en casa. Papá tenía tiempo para jugar con la niñas. Habían muchas cosas interesantes que hacer y lugares bonitos donde ir. Pero su gran deseo era que almas llegaran a confiar en Cristo y Dios contestó a sus oraciones.

Lámina 4-4

Una de las personas que se convirtió, era secretario en las oficinas militares de la ciudad. No había abierto la Biblia durante 23 años. Su hijo pequeño le con-venció para que fuera a la iglesia. Le dijo: “Tienes que ir y escuchar al señor Stu-dd. Habla acerca de pan y mantequilla en el púlpito”. Carlos había utilizado una historia para mostrar como el Señor suple las necesidades básicas de cada día. El padre asistió varias veces. Escribió a Carlos Stuud, diciendo: “Cada domingo en la iglesia, recibo un golpe más fuerte. Esta semana pasada sentí que debía

tomar la decisión de seguir a Cristo. Hubo una guerra en mí, entre Dios y el diablo. Gracias a Dios, Él ganó”. Hubo un cambio tan grande en su vida, que el joven indio que trabajaba para él le dijo: “¿Qué le ha pasado, jefe? Siempre decía muchas palabrotas y ahora trabaja mucho en la iglesia”. Este joven indio había notado el cambio; y vino con otros a casa de ese hombre a tener un tiempo de lectura de la Biblia y de oración. En cuanto a ti, los que tienes cerca, ¿ven que eres creyente y que tu vida ha cambiado?

Durante esos años, Carlos luchó contra el asma (enfermedad que dificulta la respiración). Muy pocas noches dormía entre las 2 y las 4 de la madrugada, porque tosía mucho. Pero también había alegrías, porque mientras vivían en la India, las cuatro hijas aceptaron a Cristo como su Salvador. Más tarde, cuando la familia Studd vol-vió a Inglaterra, Dios proveyó por medio de un amigo, buenos colegios donde pudieron estar como internas en Inglaterra y Suiza. Carlos escribió a un amigo diciendo: “Es maravilloso ver a todas mis hijas en el lado de Dios. Por esa sola bendición, siento que debo al Bendito Salvador cada gota de sangre y amor que tengo en mi cuerpo y alma”. Dios promete estar con nosotros y ayudarnos cuando hacemos Su voluntad y dependemos de Él.

Lámina 4-5

Dios estaba preparando a Carlos Studd para un trabajo más grande. La familia había vuelto de la India a Inglaterra. Carlos predicaba en reuniones en diferen-tes partes del país. Un día, después de hablar en Liverpool, un anuncio llamó su atención, porque tenía su gracia; el anuncio decía: “Los caníbales buscan misioneros”. No era que los caníbales pidiesen misioneros para comérselos, sino que la idea del anuncio era que hacían falta misioneros para predicarles el evangelio. Carlos decidió buscar más información. El anuncio daba detalles de

una reunión misionera; así que, Carlos asistió y escuchó a un misionero hablar de las necesidades que había en

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centro de África. Dijo que allí habían ido exploradores, cazadores de animales, comerciantes y oficiales, pero ningún creyente para hablarles de Cristo. Carlos pensó: “¿Por qué no han ido?” Y parecía que Dios le contesta-ba: “¿Por qué no vas tú?”. Carlos contestó: “Porque los médicos no me dejarán ir”. Y Dios respondió: “Yo soy el Señor que te sana, ¿no confías en mí? Yo te acompañaré y te guardaré”. Ya no tenía más excusas, sabía que tenía que ir. Sólo le quedaba una duda: “¿Cómo?”. No tenía dinero. Tenía 50 años y los últimos 15 no había disfrutado de buena salud, ¿cómo podría soportar el calor y el clima, las enfermedades y las dificultades que se encontraría en le corazón de África?

Lámina 4-6

Carlos sabía que Dios quería que fuera. Habló con un grupo de hombres, los cuales decidieron formar un comité para ayudarle. Pero había una condición: que un médico le examinara para ver si estaba bien de salud para poder ir. La respuesta del médico fue “no”. Entonces el comité dijo “no” a Carlos. Su respuesta al comité fue: “Señores, Dios me ha llamado para ir, e iré. Abriré un camino, aunque mi tumba sólo llegue a ser una piedra sobre la cual se apoyen

otros hombres más jóvenes que yo”. Estaba dispuesto a predicar el evangelio en el centro de África, aunque tuviera que morir allí. Otros misioneros irían para continuar el trabajo.

Tal vez tu estás dando excusas a Dios, pensando que no eres capaz de servirle. Tal vez estás diciendo: “No tengo las fuerzas necesarias” o “no soy suficientemente inteligente para ser misionero” o “estoy demasiado ocupado para hacer todas esas cosas para Dios” o “no soy muy bueno para trabajar para el Señor”. Dios puede darte las fuerzas que necesites y ayudarte a hacer lo que Él tiene para ti. Él promete que está con nosotros todos los días (Mateo 28:20). La Biblia dice que cualquiera que esté dispuesto a perder su vida por el Señor y por el evangelio, la salvará (Marcos 8:35).

La próxima vez, vamos a ver como Dios ayudó a Carlos en todo. ¿Estás confiando en el Dios maravilloso que puede hacer las cosas que son imposibles para los hombres? El mismo Dios de Carlos Studd, es el que todavía puede hacer lo imposible hoy si estamos dispuestos a obedecer su voluntad.

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PREGUNTAS DE REPASO PARA LA CUARTA PARTE

1. ¿Durante cuántos años trabajó Carlos como misionero en la China?

Respuesta: Diez años.

2. ¿Qué podemos hacer nosotros como creyentes para ayudar a los misioneros?

Respuesta: Orar por ellos, escribirles, darles dinero, ser amables con ellos cuando vuelven a casa.

3. ¿Qué hizo Carlos cuando volvió a su país?

Respuesta: Recuperó su salud y habló en reuniones en Inglaterra y USA.

4. ¿En qué país Dios dio a Carlos y a Priscila un nuevo trabajo?

Respuesta: En el sur de la India.

5. ¿Qué pasó cuando un niño pequeño convenció a su padre para ir a la iglesia a escuchar a Carlos Studd?

Respuesta: El padre confió en Cristo, su vida fue cambiada y comenzó en su casa reuniones de oración y lectura bíblica.

6. ¿Qué había escrito en el anunció que animó a Carlos a asistir a la reunión en la que hablaban de África?

Respuesta: Los caníbales buscan misioneros.

7. ¿Por qué el comité dijo “no” a Carlos cuando él quería ir a África?

Respuesta: El médico dijo que no tenía buena salud para ir.

8. ¿Cuáles son algunas de las excusas que los creyentes ponen hoy para no servir al Señor?

Respuesta: No tengo fuerzas, ni inteligencia, no soy suficientemente bueno.

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QUINTA PARTELlevando el evangelio a África y al mundoINTRODUCCIÓN

Carlos Studd sabía que Dios quería que fuera como misionero al centro de África. El comité dijo: “El médico piensa que estás demasiado enfermo para ir”. ¿Qué iba a hacer Carlos? No disponía de dinero, tenía 50 años y los años que había trabajado como misionero en la China le habían dejado una mala salud. La única cosa que podía hacer era confiar en Dios.

Lámina 5-1

Había un barco que salía para África en tres semanas. Carlos no tenía el dinero para comprar el billete, pero después de reunirse con el comité, alguien le dio diez libras. Usó ese dinero para reservar el billete; el Señor guió a otros creyen-tes para que dieran donativos, hasta que reunió todo el dinero necesario.

Carlos salió en el barco el 15 de diciembre de 1910. Viajó sólo. Dios le iba mostrando, que este viaje era el principio de algo muy grande, un nuevo paso

de fe para llevar el evangelio a muchos pueblos de todo el mundo que no habían escuchado nunca el mensaje de Cristo. Escribió a su querida esposa Priscila, para compartir con ella la idea de esta nueva extensión de su trabajo; también la animó a confiar en Dios, para que mejorara su salud y, así también, poder formar parte de esa gran aventura en la obra de Dios.

Después de pasar poco tiempo en Khartoum, Carlos salió con otros dos creyentes; hicieron un viaje de 1.400 km. para poder ver con sus propios ojos las necesidades del pueblo. Vio a multitudes de personas que vivían al sudeste, en el Congo Belga (ahora se llama Zaire), que nunca habían oído hablar de Cristo. Dios le mostró que iba a trabajar allí para Él. Entonces Carlos volvió a Inglaterra para fundar una nueva misión.

Lámina 5-2

La noche antes de salir de nuevo hacia África, Dios guió a Carlos a decir algo que se convirtió en el lema de la misión: “Si Jesucristo es Dios, y murió por mí, entonces no hay ningún sacrificio que yo pueda hacer por Él que sea de-masiado grande”.

Un joven llamado Alfred Buxton, fue con Carlos. El viaje al Congo no fue fácil; tuvieron que enfrentarse con las terribles fiebres de la malaria; no cono-

cían los idiomas de los pueblos; muchas de las tribus eran caníbales que habían matado antes a otros hombres blancos. Una vez, los dos hombres se equivocaron de camino y se separaron de sus ayudantes africanos que les llevaban el equipaje. Dios les dio la idea de utilizar los botones adicionales que tenían en sus pantalones para “pagar” su comida y los caníbales les dejaron en paz; ¡tal vez pensaron que esos dos hombres blancos estaban demasiado delgados para comérselos!

Por fin, después de 9 meses de viaje, atravesando densas selvas y pantanos peligrosos, llegaron a su destino en el centro mismo de África. Dios les había guiado a un lugar muy cerca de la gran selva tropical donde vivía el mayor número de población de todo el Congo. Por medio de un oficial belga, pudieron conseguir un terreno sobre el cual edificar su punto de misión. Dios había preparado el camino delante de ellos y su mano de protec-ción estaba con ellos. Un día, mientras Carlos estaba desayunando, dos ayudantes africanos vinieron corriendo hacia él y le dijeron: “¡Hay una serpiente en su cama!” Carlos fue y encontró debajo de la manta una serpiente fina y verde. Una picadura de esa serpiente, le hubiera provocado la muerte y estuvo toda la noche junto al misionero. Carlos recordó las palabras del Salmo 91: “A sus ángeles mandará cerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”. Carlos dio gracias a Dios por haberle protegido.

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Lámina 5-3

Dios había preparado también los corazones del pueblo para recibir el evan-gelio. Allí donde iban, hombres y mujeres, incluso los caníbales, los ladrones y asesinos, recibían el evangelio con gozo y se convertían a Cristo. Otros misio-neros fueron para ayudar con el trabajo y pronto los primeros creyentes fueron bautizados. Algunos de ellos empezaron a marcharse durante períodos de tres meses, para llevar el evangelio a los que no lo habían escuchado todavía. Más tarde, algunos se fueron como misioneros a otras tribus. El Nuevo Testamento

y parte del Antiguo, fueron traducidos al bangala. Este idioma era conocido por unas cien tribus en toda esa área, aunque los misioneros no lo sabían en ese momento. Pronto se fundaron iglesias en toda esa inmensa re-gión (1.000 km de largo por 500 de ancho). Miles de personas que antes adoraban ídolos y hacían cosas malas, fueron cambiadas por el Señor Jesucristo.

Había dificultades. Dos de las hijas de Carlos y sus esposos salieron como misioneros para ayudarle en África. El primer hijo de uno de los matrimonios cogió una enfermedad muy grave y murió allí. Durante los últimos 13 años de su vida, Carlos sólo vio a su esposa durante dos semanas, antes de partir y estar con el Señor. Pris-cila no se encontraba bien; sin embargo, desde el sofá de su casa, donde se quedaba acostada, organizó grupos de oración, preparó cartas circulares y folletos acerca de la obra y escribió muchas cartas personales, a veces hasta 20 ó 30 por día. También se encargó de la publicación de la revista de la misión. Sus hijas le ayudaban en el trabajo. Más tarde, Dios le dio las fuerzas necesarias para viajar y hablar en muchas reuniones acerca de la obra misionera. Aunque no llegues nunca a salir como misionero, si eres creyente, puedes ayudar en la obra misionera con tus oraciones, con tus ofrendas e incluso escribiendo cartas a misioneros.

Lámina 5-4

Los años más difíciles fueron los de la Primera Guerra Mundial, porque había pocos misioneros. Alfred Buxton, que había trabajado durante seis años con Carlos, había vuelto a Inglaterra por algún tiempo.

Lo que causaba más pena y dolor era ver a algunos creyentes veteranos volver a hacer las cosas malas que hacían antes de conocer a Cristo. Dios ayudó al pequeño grupo de misioneros a ser fieles en su trabajo y sus oraciones fueron contestadas, porque en 1920 llegaron nuevos obreros y, al año siguiente, Alfred

Buxton volvió para ayudar con la dirección del trabajo.

El regreso de Alfred permitió que Carlos viajara hacia el sur, a Ibambi, para comenzar la obra en esa nueva área. Los africanos le llamaban “Bwana Mukubwa”, que significa “El gran jefe blanco”. Muchos escucharon el evangelio y confiaron en Cristo como su Salvador y luego fueron bautizados. Carlos comenzó a entrar en la selva africana y muchos llegaron a creer en el Señor. En cuanto a una de esas visitas dijo: “Encontré a unos 1.500 negros amontonados como sardinas en lata. Estaban sentados en el suelo bajo un sol muy fuerte. Algunos habían andado durante diez horas para oir la Palabra de Dios. Tenían muchas ganas de escuchar el evangelio, y no les preocupó si la reunión duraba dos horas. Bajo nuestra dirección, hicieron una enorme construcción con una cubierta de hierba, era la casa de Dios, en la cual cabían 1.200 personas. Allí podían adorar a Dios a pesar de las tormentas y el sol”.

Muchos intentaron convencer a Carlos de que regresara a Inglaterra para descansar; pero no quiso ir, porque sabía que había muchas personas esperando escuchar el evangelio. En el año 1923, ya había 40 misio-neros trabajando con Carlos en esa inmensa región del centro de África. Había valido la pena obedecer a Dios cuando le llamó diez años atrás a ir allí a predicar el evangelio. Pero eso fue sólo el principio, porque Dios había puesto en el corazón de Carlos carga por todos los países donde el evangelio no se conocía todavía.

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Lámina 5-5

Carlos pensaba constantemente en esos pueblos que nunca habían oído hablar de Cristo. Escribió libritos para desafiar a los creyentes a ir a esos pueblos y decía: “Las puertas del mundo han sido abiertas por Dios para nosotros... en el centro de Asia, en el centro de África y en casi todo el continente del sur de América, no ha penetrado el evangelio de Cristo...¿es posible que los oídos de los soldados de Cristo sean sordos al llamamiento de Dios y a los gritos de almas que mueren?” La obra de la misión comenzó en otras partes del mundo;

en las selvas del Amazonas en América del Sur, en el centro de Asia (Tíbet), en Arabia y en el oeste de África. En 1991, WEC (Evangelización Mundial para Cristo) tenía más de 1.400 obreros trabajando a tiempo completo en 50 países por todo el mundo.

En los últimos años de su vida, Carlos estuvo trabajando continuamente para el Señor. Su único deseo era llevar almas a Cristo y edificar a los creyentes para que vivieran vidas limpias y controladas por el Señor. Pocos hom-bres habrían sido capaces de aguantar la difícil vida que llevaba diariamente. Vivía en una sencilla choza hecha de bambú, igual a las de los africanos. Su día empezaba temprano, con dos horas, por lo menos, de estudio bíblico personal y oración. A menudo por la mañana predicaba a la gente, con reuniones que solían durar unas tres horas. También supervisaba el trabajo de construcción, para que se hiciese de la mejor manera.

Tenía que escribir y contestar muchas cartas que llegaban de la sede de la misión y de otros misioneros. Cada noche había una reunión de oración con los demás misioneros, que solía durar dos horas. A Carlos le gustaba sobretodo salir y predicar el evangelio. Los domingos acostumbraba a predicar tres veces y, a menudo, también tenía reuniones los lunes y los martes. Además de todo eso, se encargó de la traducción del Nuevo Testamento, los Salmos y parte del libro de los proverbios al kingwana. Durante esos años, Carlos sufría mucho dolor, a causa de sus enfermedades, y tomaba cada día una medicina muy fuerte para aliviarlo.

Carlos ya tenía 70 años. Su querida esposa Priscila ya había partido para estar con el Señor hacía dos años. Car-los había sufrido muchas enfermedades durante los últimos años, y estaba muy delgado y débil. El 12 de julio habló por última vez en Ibambi, en una reunión que duró 5 horas. Durante los cuatro días siguientes, su salud empeoró; tenía piedras en la vesícula y su corazón estaba muy débil. Un jueves por la tarde, se fue para estar con el Señor. La última palabra que dijo fue: “Aleluya” (Gloria a Dios). Fue enterrado en el centro de África; en el entierro, misioneros y amigos africanos se consagraron de nuevo al Señor y a Su servicio. Fueron conmovidos por el ejemplo de Carlos, que había dado su vida entera a Cristo, su tiempo, su dinero, su corazón , su mente y su cuerpo, para que Dios pudiera usarle y poder así alcanzar a otros con el evangelio.

Si eres creyente, ¿estás dispuesto a decir como Carlos: “Si Jesucristo es Dios y murió por mi, entonces no hay ningún sacrificio demasiado grande que yo pueda hacer por Él”? ¿Estás dispuesto a decir: “¿Señor, estoy dis-puesto a ir donde quieras enviarme, en el momento en que Tú desees, para hacer aquello que me mandes. Si Señor, cualquier lugar, cualquier momento, cualquier trabajo”.

Page 24: Charles Studd CHARLES - Teach Kids · 2018-09-11 · y a las almas perdidas. Esta historia misionera fue escrita para animar a los niños creyentes a que sean un testimonio para Cristo

Charles Studd

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PREGUNTAS DE REPASO PARA LA QUINTA PARTE

1. ¿Cuál fue la razón por la que Carlos fue la primera vez al Congo?

Respuesta: Para ver con sus propios ojos las necesidades del pueblo.

2. ¿Qué dijo Carlos antes de ir otra vez a África, que se convirtió en su lema? “Si Jesucristo es Dios y murió por mí, entonces...

Respuesta: “...no hay ningún sacrificio demasiado grande que yo pueda hacer por Él”.

3. ¿Quién fue con Carlos para empezar la obra?

Respuesta: Un joven de 21 años, llamado Alfred Buxton.

4. Cuenta algunas de las maneras en que Dios les ayudó.

Respuesta: Les protegió de los caníbales, de la serpiente; pudieron conseguir un terreno para comenzar el pun-to de misión; Dios preparó el corazón de la gente para recibir el evangelio; vinieron más misioneros.

5. ¿Qué dificultades pasaban?

Respuesta: La hija de Carlos y su marido tuvieron un hijo que se puso muy enfermo y murió. Carlos y Priscila no pudieron estar juntos durante muchos años. Había muy pocos misioneros durante varios años.

6. ¿Qué fue lo que más pena le dio?

Respuesta: Que algunos de los creyentes más veteranos, volvieron a hacer las mismas cosas malas que hacían antes de conocer a Cristo.

7. ¿Dónde trabajaba en 1991 la misión WEC y cuántos países hay en la misión?

Respuesta: Hay más de 1.400 misioneros en 50 países.

8. ¿Cuál fue la última palabra de Carlos?

Respuesta: Aleluya.