Che-guevara Vigencia y Mito Horacio Lagar

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CHE 30 AÑOS DESPUÉS GUEVARA Vigencia y mito por HORACIO LAGAR Presentación de RICARDO NAPUR˝

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Transcript of Che-guevara Vigencia y Mito Horacio Lagar

  • CHE3 0 A O S D E S P U S

    GUEVARA

    Vigenciay mito

    p o r H O R A C I O L A G A R

    Presentacin de RICARDO NAPUR

  • 2 P A G I N A

    CHEV I G E N C I A Y M I T O

    3 0 A O S D E S P U E S

  • P A G I N A 3

    Me parece que la tarea, tal la con-cibe, est largamente cumplida. Essu versin sobre el personaje y suscircunstancias polticas, pero querespeta con fidelidad los hechos delitinerario histrico de la vida delChe. Pero es asimismo la versinde un aplicado militante de la re-volucin socialista en su condicinde marxista revolucionario.

    El texto va a ser ledo y muyprobablemente explicado por al-gn ponente de ocasin. A sus lec-tores ste tendra que plantearinterrogantes que, en mi concepto,estn contenidos en la trama delfolleto.

    El primero de ellos sobre el Chey si su ejemplo ser fcil de repe-tirse. Es que Ernesto Guevara esun joven singular, hasta cierto pun-to, en los aos de su formacinadolescente. Singular por lo quedespus llegar a ser.Sorprendentemente, cumplidos los25 aos era muy escasa su forma-cin poltica y sus influencias fa-miliares y de medio no eran paranada de izquierda y menos socia-listas o marxistas. Ms an: no leinteresaba la poltica y por tantono toma posicin definida anteacontecimientos decisivos en Ar-gentina como el peronismo y lairrupcin poltica de las masas,principalmente de los trabajadores.Y tampoco comprende a cabalidadel significado de la revolucin obre-ra y popular de Bolivia, en 1952.

    Por un proceso que es explica-do en el folleto, este joven apolti-co y no militante termina siendo

    un revolucionario socialista y mar-xista, que contribuye decisivamentea la conquista del poder en Cuba,acompaando en la gesta a FidelCastro y sus barbudos. Y toda-va ms: es el lder del ala izquier-da del Movimiento, el terico de laconstruccin del socialismo en laisla; y sobre todo su idelogo mslcido y representativo.

    No es fascinante explicar con-vincentemente esta trama, la na-turaleza de esta mutacin, la dia-lctica de su vida, tanto que in-gresa con comodidad a la historialatinoamericana? He aqu un de-safo.

    Tambin hay que ayudar a loslectores recin iniciados a compren-der los artilugios de la lucha declases: cmo un conjunto de ras-gos especficos de Cuba, combina-dos entre s, llevan a una revolu-cin que hasta ahora aparece comoexcepcional, por el hecho de nohaberse repetido en Amrica Lati-na, a pesar de los casi 40 aostranscurridos. Esto es fundamen-tal porque los jvenes deben saberque el rol del individuo en la histo-ria slo es posible si l expresa larealidad de su tiempo, para cam-biarla con sus acciones revolucio-narias; y como parte, en este caso,de la tropa de gentes explotadasy oprimidas, por el imperialismo ysus secuaces nacionales.

    Aunque sea al correr de la m-quina, habra un montn de otrascosas que decir. Concluyo con algoparticular, porque s que Horaciono conoca el hecho cuando redac-

    Presentacin deRicardo Napur

    Sobre la hora, elamigo Horacio Lagarme ha alcanzado sufolleto sobre el Chepara que le d unarpida lectura ydespus escribaunas lneas sobre elmismo. Me advirtique su contenidoestaba dirigido a losrecin iniciadossobre el tema; y enalguna forma a lavanguardia quesurge, un poco mspolitizada.

    P R E S E N T A C I O N

  • 4 P A G I N A

    Destacada figura del trotskismointernacional, el peruano RicardoNapur acumula una larga expe-riencia revolucionaria. En 1948 re-gistra la primer deportacin de supas, cuando se neg a bombar-dear como aviador militar, a losmarinos y militantes del APRA al-zados contra el gobierno. Llegadoa Buenos Aires adhiere al GrupoPraxis, de Silvio Frondizi, hastaque la Revolucin Cubana le da laoportunidad de viajar a la isla acolaborar en forma estrecha conel Che Guevara en la tarea revolu-cionaria dentro y fuera de Cuba.Fundador del MIR, Vanguardia Re-volucionaria y el FOCEPT (FrenteObrero, Campesino, Estudiantil yPopular): ste ltimo lo llevarcomo diputado al seno de la Asam-blea Constituyente, y luego a unabanca en el Senado de la nacin.Al cabo de varias deportaciones,encarcelamientos y exilios, conti-na en Argentina su trayectoriapoltica de ms de 50 aos, inte-grando la direccin del MAS.

    ta su texto: Que a pesar de su con-dicin de trotskista -Hugo Blanco-, la direccin cubana -Che y Fidelincludos- pidieron a la direccindel MIR peruano y a Hctor Bjar,jefe del ELN, que tomaran contac-to con l, que en el Cuzco encabe-zaba un profundo movimiento deorganizacin sindical de los cam-pesinos de la regin, de ocupacinde tierras, en la perspectiva inme-diata de una insurreccin armada.

    Termino entonces. Es mi deseoque, como lo ha pretendido el au-tor, la figura inmensa del Che sucitemltiples y complejas reflexiones,entre ellas si su aporte terico es ono valioso para la construccin deuna teora y prctica de la revolu-cin latinoamericana.

    Ricardo NapurBuenos Aires, 20 de Agosto de 1997.

    NOTAS Ricardo Napur

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    Hace 30 aos...

    -Chico... eres uncomemierda! Tal erael latigazo que en losaos 60 cortaba elrostro de cualquierjoven socialista,reformista orevolucionario, queexpresara algn tipode duda o diferenciarespecto del accionarguerrillero.

    C A P I T U L O 1

    El estigma empez a lanzarse enla Sierra Maestra(1) y delEscambray, pero se hizo frecuentey cobr vigor a partir de que losrebeldes de Fidel Castro y el CheGuevara expulsaron al imperialis-mo de Cuba. Entonces le dieron ala expresin un nuevo sustento conla autoridad del xito, que suelepesar ms que cien discusiones.As, al menos, lo entendi y lo vi-vi la juventud del continente, des-esperada por los golpes militares,las libertades cercenadas, lapauperizacin creciente y la frus-tracin generacional.

    Entre los barbudos de la Sierracirculaba la expresincomemierda para referirse a losque no le haban ganado a nadie,se mostraban impotentes ante losregmenes que asolaban a Amri-ca Latina, o se resignaban a la ru-tina de la actividad poltica legal.

    El sacrificado, pero al fin decuentas rpido triunfo de losguerilleros castristas en tan slocuatro aos de lucha, afianz en-tre los jvenes y no tan jvenes laidea de que una nueva estrategiacontra la injusticia social, alumbra-ba el camino de los pueblos opri-midos. Era una idea salvadora y

    se defina, sin mayores complica-ciones tericas, por la lucha arma-da en su forma de guerrillas, seiniciaba en las montaas y selvas,y bajaba triunfalmente a las ciuda-des, consideradas bastiones delenemigo corrupto.

    Esta nueva estrategia tomabacuerpo en la teora del foco, dela cual unos mticos barbudos seconstituan en maestros yportaestandartes.

    El Che Guevara se consagrarcomo torico en l96l al analizar laexcepcionalidad de la revolucincubana, que tanto intrigaba y alar-maba a los polticos y analistas:

    La posibilidad de triunfo de lasmasas populares de Amrica Lati-na est claramente expresada porel camino de la lucha guerrillera,basada en el ejrcito campesino,en la alianza de los obreros con loscampesinos, en la derrota del ejr-cito en lucha frontal, en la toma dela ciudad desde el campo.

    Despus ratificar en l963 to-das estas premisas en su libro LaGuerra de Guerrillas: un mtodo,pero agregando una nueva dimen-sin: la exportacin de la revolu-cin a otros pases, fundamentn-dola as:

    Zona costera del oriente cubano. Fue el refugio montaoso a donde llega-ron los 82 expedicionarios de Fidel Castro, desembarcados del Granma.En la Sierra del Escambray operaba el Segundo Frente de Gutirrez Menoyo,que el Che unificar con las dems fuerzas rebeldes haciendo posible latoma de La Habana, luego de tomar Santa Clara e instalarse con su co-lumna en la Zona de las Villas.

    NOTAS (1)

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    1.- Las fuerzas populares puedenganar una guerra revolucionariacontra el Ejrcito.2.- No siempre hay que esperar aque se den todas las condicionespara la revolucin: el foco puedecrearlas.3.- En la Amrica subdesarrolla-da el terreno de la lucha armadadebe ser fundamentalmente elcampo.

    Emocionados y conmovidos porel xito, y queriendo continuar elejemplo cubano, miles de jvenesen todo el mundo, hombres y mu-jeres, aceptaron la teora del fococomo la frmula ms indicada parala accin revolucionaria. Esta fr-mula omnipotente, casi infalible,penetr en las aulas universitariasa travs de los manuales de MaoTse Tung (2), el General Giap (3)de Vietnam; a ellos se sumaba unjoven y apuesto rosarino de volun-tad frrea y coraje excepcional. Conesos atributos individuales, y unasmontaas con vegetacin espesa,se presuma que estaban dadas lascondiciones revolucionarias paraconquistar el Poder y cambiar lasituacin.

    La geografa, es decir la natu-raleza con sus sierras y montesprotectores - mucho ms y mejorque la sociedadd real con sus cla-ses organizadas y sus conflictos -venan de este modo a aportar ge-nerosamente, a casi todos los pa-ses oprimidos, las herramientasnecesarias para liberarse. Se tra-taba de aprovechar estas circuns-tancias haciendo posible el asen-tamiento de un pequeo grupo ar-mado.

    Para esa generacin, promovi-da al protagonismo y al xito porel ejemplo excepcional de Cuba,quedaban irreme-diablementeobsoletos y fuera de circulacintodos los instrumentos que la hu-manidad, a travs de su historiasocial y poltica, haba considera-

    do tiles hasta entonces. Ahoravena a demostrarse que era sufi-ciente la existencia de un grupodecidido y una geografia adecuadapara conseguir lo que no habanconseguido en mucho tiempo lossindicatos, los comits de huelga,los partidos obreros y de izquier-da, las Internacionales socialistas,los soviets, las coordinadoras gre-miales, y sobre todo, los intelec-tuales discutidores, felizmente re-legados al museo de las palabras,para uso de reformistas impoten-tes. Se fundaba un nuevo culto,esta vez a los cojones.

    La teora marxista-leninista quemal o bien haba guiado hasta lavspera la actividad de los partidosde izquierda, quedaba reducida aun manual de guerrillas y vena aser desplazada por el rol determi-nante de los hroes. Conscienteo inconscientemente, el papel delindividuo en la historia no estabaya ms determinado por el con-junto de las relaciones socialesque imperaban a su alrededorhacindolo intrprete de las nece-sidades sociales a travs de unaclase o un sector. Ahora el indivi-duo reemplaza-ba a la clase y susorganizaciones. El individuo arma-do y encuadrado en un pelotn, unabrigada o una columna, resultabamucho ms eficiente que un tra-bajador sindicalizado. El gremio yel partido (si alguien reparaba enellos) podan servir, en el mejor de

    los casos, para dar apoyo logsticoal guerrillero encuadrado bajo unaestricta disciplina militar.

    La consigna no era, por consi-guiente, ganar sindicatos o cons-truir partidos, sino poner un pocoms de huevos . . .

    El viejo Marx quedaba supera-do por uno de sus contemporneos(Thomas Carlyle), que haba ex-plicado la historia humana comoel simple resultado de la accindestacada de los hombres provi-denciales: los hroes. Este era elclima ideolgico y moral que en losaos 60 pesaba sobre la genera-cin rebelde, y tambin sobre losrevolucionarios entregados de cuer-po y alma a la causa del socialis-mo. El castrismo fue la respuesta,y no por casualidad o capricho:haba una realidad que justificabasu arrolladora extensin por el con-tinente.

    El fin de la II Guerra Mundialdej a EE.UU. al frente de Occi-dente y liderando la necesidad deordenar econmica y militarmentela sobrevivencia del capitalismo,as como la propia retaguar-dia,conocida tradicionalmente como supatio trasero. Esta era la raznde su ofensiva sobre los pases deAmrica en un plan de modernacolonizacin, a veces en forma des-cubierta o bajo el garroteenguantado de la diplomacia delbuen vecino, y otras veces conla bandera de la democracia y la

    Fundador y jefe de la Repblica Popular China en 1949. Enfrentado aMosc sigui igual que ste la orientacin stalinista de socialismo en unsolo pas, constituyendo una burocracia monoltica y totalitaria, sin de-mocracia obrera, y transformando el internacionalismo revolucionario enuna mera ayuda a los gobiernos o movimientos amigos. Mao fuesmbolo de la teora de la guerra de guerrillas y maestro de una genera-cin en los aos 60 y 70.

    Jefe militar de la revolucin vietnamita (Viet-Kong) dirigida por Ho ChiMing, y autor del otro conocido manual de amplia difusin sobre laguerra de guerrillas.

    NOTAS (2) - (3)

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    Fidel Castro anunciando el triunfo ante la prensa mundiallibertad. Esta colonizacin habaimpuesto Tratados, Pactos, Conve-nios y cuanto instrumento poltico,militar y econmico sirviera paramaniatar a los gobiernos que ofi-ciaban de administradores inde-pendientes en los pases de Am-rica Latina. Cuando la diplomaciano alcanzaba, los diferendos se re-solvan mediante golpes militares.

    Las soberanas nacionales y losmovimientos populares eran fre-cuentemente la carta de negocia-cin usada por los dictadores loca-les para contrapesar la presin delimperialismo o lograr concesiones.En las ciudades las clases mediasresistan la falta de libertades; enel campo los campesinos sin tie-rras protagonizaban rebelionesagrarias; y en los pases msindustrializados el movimientoobrero organizado intentaba rom-per los diques de contencin de lasburocracias traidoras.

    De una punta a la otra del con-tinente, la cordillera de los Andesamenazaba transformarse en unacadena de eslabonesinsurreccionales. La Cuba rebeldey guerrillera, barriendo literalmen-te de la pequea Isla al imperialis-mo y la burguesa, se alzaba comola fortaleza insobornable para lospueblos y sus vanguardias, en bus-ca de orientacin y liderazgo. Y eratambin un ejemplo del avanceininterrumpido hacia el socialismo,contrastando con el de otros movi-mientos nacionalistas de la peque-a burguesa, que se haban estan-cado.

    La influencia y el peso delcastrismo se hizo arrollador. No

    haba manera de sustraerse a esainfluencia en la actividad poltica,tanto como en la gremial y cultu-ral. O se optaba por posicionesabiertamente reaccionarias propiasdel anti-castrismo, o se quedabaembanderado de una manera o deotra con el movimiento que habaproducido hechos contundentescomo para merecer la simpata yel apoyo activo de los estudiantes,intelectuales, activistas obreros, yde la izquierda en general.

    La lucha de clases haba triun-fado por un nuevo y tercer cami-no , aparentemente superador delque haban transitado intilmentelas izquierdas tradicionales. La re-volucin y la contrarrevolucin,como nica verdad, desnudaban,por fn, la falsedad de ese envolto-rio diplomtico de guerra fra conque tanto EE.UU. como la URSS,disimulaban su coexistencia pac-fica. Ante la nueva revelacin poco

    lugar quedaba para los escpticosy neutrales.

    En este marco continental todose sumaba para que el mdico ar-gentino conocido como el CheGuevara, se transformara en el sm-bolo de la lucha revolucionaria.Joven, bien parecido, inteligente yhonesto, llevaba recorrido un pro-ceso personal de revolucin per-manente: nacido en Rosario, for-mado en Alta Gracia y recibido enBuenos Aires, pas de mochileroidealista y rebelde, en trnsito porlas rutas de Amrica, a ser esta-dista revolucionario de nuevo cuoal frente de un pas liberado queenfrentaba a la mayor potenciamilitar y econmica del mundo. Elhecho era excepcional. Y el proyec-to que proclamaba hacer de losAndes una nueva Sierra Maestra,era realmente cautivante.

    Resultaba casi natural que sudiscpulo y vocero, el periodistaargentino Jorge Masetti (4), escri-biera un libro sobre la guerrilla, di-vidiendo tajantemente a la comu-nidad latinoamericana en dos nue-vos campos de neta inspiracinvoluntarista: los que luchan y losque lloran. La definicin encua-draba entre los que luchan, a un

    Periodista argentino amigo del Che, fundador y director de Prensa Lati-na, agencia oficial de noticias de Cuba. Escribi su libro exponiendo ladoctrina guevarista del foco guerrillero, que tuvo amplia difusin entrelos jvenes rebeldes del continente. Desapareci con su grupo en Salta en1964, en su intento de llevar a la prctica la teora del Che.

    NOTAS (4)

  • 8 P A G I N A

    El Che y sus compaeros en las sierras cubanas

    sinnmero de deslumbrados sim-patizantes de los ms diversos sec-tores de la sociedad: valerosos yhonestos militantes populares delas ciudades; intelectuales de laclase media arrastrados por unaextraordinaria sensibilidad social;pequeos burgueses pauperizadosen proceso de ruptura con su me-dio; aventureros cautivados por elxito y la perspectiva de gloria;hombres y mujeres talentosos departidos y grupos de izquierda, can-sados por aos de militancia ruti-naria y aparentemente estril; al-gunos trabajadores de la industriaasqueados del sindicalismo ram-pln y economicista; y pocos yocasionales campesinos propia-mente dichos, por ms que algu-nos manuales de la guerra delpueblo los tuvieran como prota-gonistas principales.

    Entre los que lloran queda-ban ubicados no slo la mayorasilenciosa que siempre acompaaa los polticos y partidos de la de-mocracia burguesa en sus bata-llas electorales, sino tambin ysobre todo los revolucionarios per-tenecientes a grupos y partidos quese resignaban a seguir utilizan-do las herramientas obsoletas deesa democracia, participando deinstituciones tan podridas como lossindicatos, el parlamento... y los

    propios partidos.Como suele ocurrir, las verda-

    des a medias sirvieron para dejarel campo libre a las grandes y peli-grosas falsedades ultraizquierdis-tas. Era cierto que los sindicatoshaban sido transformados en he-rramientas de la burguesa y eranmanejados por dirigentes burocra-tizados. Era cierto tambin que elParlamento, la Justicia, las FF.AA.y la Polica eran un refugio de loscorruptos y no podan ser modifi-cados con discursos ideolgicos yleyes correctivas del Estado deDerecho. Y finalmente, tambin eracierto que los viejos partidos de laizquierda tradicional, los llamadosSocialista y Comunista, eran y se-guan siendo puntales del sistemacapitalista en el mundo, y ms ande las dictaduras reaccionarias quelo adminis-traban, civiles o milita-res. Tal era el caso del PS y el PCdurante el gobierno gorila deAramburu y Rojas que derroc aPern, anticipo de lo que sera des-pus el ignominioso apoyo del Par-tido Comunista a Videla y Massera

    durante el Proceso genocida.Para los impulsores de los nuevosmtodos guerrilleros en cualquierparte, esta realidad resultabaimperdo-nable y asfixiante.

    Pero en el fondo la acusacinno iba dirigida a esos partidos, cu-yas traiciones eran suficientemen-te conoci-das, sino a los honestosy probados revolucionarios quehacan reparos crticos a la teora yla prctica del foco. Entre esosrevolucionarios honestos y proba-dos se encontraban las principalesorganizaciones del trotskismo y susdirigentes.

    No importaba que hubierandado y siguieran dando un apoyoirrestricto a la Cuba revolucionariay a sus lderes en todo el continen-te y que, tanto en la teora comoen la prctica militantes, hubieranaportado valiosas contribuciones.Bastaba para desconfiar de ellos,que reclamaran el derecho a la cr-tica y exigieran el estudio de la rea-lidad de cada pas para encarar laposibilidad de la lucha armada yespecfi-camente el inicio de accio-nes guerrilleras. El impacto del xi-to golpeaba sobre ellos y los mar-caba con el estigma de come-mierda.

    La corriente del trotskismo re-presentada por Palabra Obrera pri-mero y el PRT (5) despus, cono-cida tambin como morenismo,debi cargar con el calificativo, apesar de haber sido la primera or-ganizacin importante con tradicinmarxista y militante que asumi laproblemtica de la lucha armadacomo expresin surgida de la lu-cha de las masas trabajadoras.

    PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), nombre que tom Pa-labra Obrera al unificarse con el FRIP de Santucho en 1965. El peridicoLa Verdad fue el rgano del PRT, hasta que en 1968 se divide el parti-do, apareciendo El Combatiente como rgano del otro PRT encabeza-do por Santucho.

    NOTAS (5)

  • P A G I N A 9

    Pero la marea arrolladora delcastrismo no hizo diferencias. Losdiscpulos del Che solamente vie-ron en los militantes que tratabande insertarse en las luchas realesde la clase trabajadora a sindica-listas incorregibles, o a lo sumo,honestos vendedores de bonos yrifas...

    Tuvieron que transcurrir mu-chos aos y fracasar todos los in-tentos guerrilleros, provocando elexterminio fsico de toda una ge-neracin de luchadores, y comen-zar en Cuba un proceso deburocratizacin y regresin disimu-lada al libre mercado, para quela teora del foco pudiera ser cues-tionada.

    Sin embargo, y por encima decualquier polmica, 30 aos des-pus de la dcada del 60, una vi-sin crtica de todo el perodo, sehace polticamente necesaria, yobliga a recordar que fue el trots-kismo y un dirigente de esa corrien-te - Nahuel Moreno - quien casi en

    solitario polemiz con el Che y susdiscpulos, analizando desde unpunto de vista marxista su teoradel foco y la estrategia generalde la lucha armada. En un planofraternal de unidad de accin, apor-t a la problemtica planteada porel Che, su memorable trabajo titu-lado Dos mtodos frente a la re-volucin latinoamericana (NahuelMoreno, 1964).

    El trotskismo no improvisabauna respuesta polmica al Che por-que perteneciera al bando de losdiscutido-res intelectuales. Lohaca como una tarea militante,necesaria tras el objetivo de cons-truir un partido que sirviera comoherramienta poltica en la estrate-gia guevarista de hacer la revolu-cin en todo el continente.

    El trotskismo entenda que sinesa herramienta no habra basespolticas ni sociales para ningunalucha armada. Y un partido conpretensiones revolucionarias, debanecesariamente ganar influencia en

    el movimiento de masas para po-der desarrollarla. Segn los trots-kistas, ese objetivo, a pesar de serproclamado como un principio, sevea seriamente comprometido porla desviacin hacia el militarismoque produca el xito cubano, y enlos hechos, aislaba a la vanguar-dia combativa de su necesaria in-sercin en los movimientos realesde los oprimidos y de las tareas questos podan plantearse.

    Los trotskistas se ganaron elderecho a discutir fraternalmentecon el guevarismo la estrategia aseguir. Haban trabajado durantedcadas en el difcil proyecto deeducar, organizar y movilizar a laclase obrera, por objetivos socia-listas, independientemente de lainfluencia de los polticos de laburguesa. Con algunos aciertos ymuchos errores, acumulaban unaexperiencia capital para quien,como el Che mismo, quisiera apro-vechar la situacin de Amrica paraextender la revolucin cubana.

    1959 El vasco Bengochea con Nahuel Moreno (dirigente trotskista argentino) Si todos los trotskistas son as, yo tambin soy trotskista., Che Guevara.

  • 10 P A G I N A

    En Uruguay, Bolivia, Per yArgentina, el trotskismo haba pro-bado y formado cuadros que noestaban comprometidos con la bu-rocracia ni los polticos del rgimen,como era el caso de los desprendi-mientos peronistas; ni tampoco conlos reformistas o el aparato delstalinismo, a la sazn ocupado encopar la propia revolucin deFidel y el Che, como ambos debie-ron reconocer. Conociendo las li-mitaciones del sindicalismo en for-ma terica y prctica, haba llega-do a ser la primera organizacinmarxista que acometi el estudio

    de la lucha armada con el fin deinscribirla como parte fundamen-tal y necesaria en la lucha real delas clases explotadas. Los estudiossobre Bolivia, Per y tambin Ar-gelia, daban testimonio de esa pre-ocupacin.

    Para los trotskistas, la honesti-dad del Che Guevara y sus segui-dores estaba fuera de toda duda,aunque para aprovechar las expe-riencias ajenas y asimilarlas, debierasortear la obstruccin de los funcio-narios stalinistas que los cercaban.

    El Vasco Bengochea (6) y suscompaeros, as como Mario Ro-

    berto Santucho (7) y los suyos,intentaron a su turno y cada cualcon sus propias adaptaciones a lascircunstancias, desprenderse pol-tica y organizativamente de los queseguan llorando, a pesar de serellos mismos excepcionales revo-luciona-rios producidos por el trots-kismo latinoamericano, junto conHugo Blanco (8) y el Che Pereyra(9) en Per. En el afn de encon-trar una sntesis para el marxismo-leninismo en esta parte del mundoy en este tiempo, el Vasco ySantucho , como Masetti y el Che,terminaron dando su vidaheroicamente, pero dejando sinresolver el conflicto suscitado en-tre las dos estrategias.

    Hoy, cuando se prepara enCuba la recepcin oficial de los res-tos del Che con ceremonias milita-res a paso de ganso, y los funcio-narios endiosan su figura para ocul-tar privilegios que el hroe no per-donara, resulta de utilidad volversobre la epopeya de los guerrille-ros. Tanto ms til cuanto que exis-te en la actualidad una juventudque necesita conocer no slo lasrazones del triunfo inicial, sino tam-bin las que llevaron a la derrotaposterior, porque las condiciones dela explotacin imperialista subsis-ten, redobladas, y aprisionan connuevas cadenas a los pueblos delcontinente.

    La juventud que se est hacien-do rebelde, espera respuestas ynuevos liderazgos que la ayuden aremontar con nuevos triunfos lacrisis actual. Provendrn estasrespuestas y liderazgos de los h-roes providenciales, o provendrnde los propios explotados organi-zados en partidos revolucionariosmarxistas-leninistas? Qu mejorhomenaje a esos hroes que bus-car la respuesta a esa pregunta?

    Por eso, 30 aos despus, ser-vir de mucho que esos jvenes co-nozcan la teora y la prctica del Che.

    El Vasco Angel Bengochea, oriundo de Baha Blanca (Saldungaray),integr el equipo dirigente del GOM fundado por Moreno. Dirigente obreroen Duperial de Sarand, y director de Palabra Obrera, vocero ampliamen-te reconocido del Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO) que unifi-c y orient la resistencia de las bases peronistas contra la dictaduramilitar de Aramburu y Rojas, sufri decenas de procesos y varios encarce-lamientos junto a figuras de las 62 Organizaciones originarias. Bengocheafue el smbolo del trotskismo vinculado a las luchas de clases, sin dejarde denunciar la capitulacin y el oportunismo de los burcratas y espe-cialmente el carcter burgus de su lder, el Gral. Pern.

    Ingres con su grupo al morenismo (proveniente de Santiago del Este-ro y Tucumn, donde haba constitudo el FRIP). Acept formalmente eltrotskismo y la adhesin a la IV Internacional, aunque fluctu siempreentre las concepciones de Mao Tse Tung, Giap y el Che Guevara. La rup-tura del PRT le dej las manos libres para implementar su concepcin departido poltico-militar y dar comienzo a la lucha armada bajo la forma deguerra del pueblo (que presentaba como distinta a la concepcin delfoco). Dirigi con un amplio sector de la corriente original del morenismolo que se conoci como PRT (El Combatiente), que en 1969/70 se dividi-r nuevamente, por discrepancias insalvables en la estrategia proyectadapor Santucho. Con sus seguidores, Santucho form el ERP.

    Originario del Cuzco (Per) fue el trotskista que lider la gran moviliza-cin campesina de los Valles de la Convencin y Lares en la zona delCuzco (Chaupimayo). Aunque su fama y su movimiento apareci vincula-do al movimiento guerrillero, Hugo Blanco y sus compaeros no fueronlos impulsores de un foco en el sentido guevarista. Por el contrario,llegaron a la defensa armada de las milicias campesinas, de resultas dela represin militar desatada por los terratenientes y el gobierno peruano.

    Dirigente obrero del trotskismo argentino, se volc a organizar la ayudapoltica y logstica a Hugo Blanco y sus compaeros. El Che Pereyra fueen Per un smbolo respetado de la solidaridad y el internacionalismo socia-lista, en aras de los cuales sufri torturas y fue encarcelado durante 6 aos.

    NOTAS (6)- (7) - (8) - (9)

  • P A G I N A 11

    El mochilero rebeldeen busca de s mismo

    El mtico hroeguerrillero, hoyobjeto de culto,existi comopersona, nacida,criada y formada enun determinadomedio, antes de sercongelada sumemoria enmausoleos yestampada su figuraen remeras y tapasde revistas.

    C A P I T U L O 2

    Bautizado como Ernesto GuevaraDe La Serna (Tet), naci en unhogar de clase media acomoda-da en la ciudad de Rosario, un14 de junio de 1928. Su padre,de profesin arquitecto, intenta-r sin xito hacer rentable unaexplotacin yerbatera en Misio-nes, aprovechando propiedadesheredadas por su esposa, CeliaDe La Serna, una joven madre deascendencia burguesa con resa-bios de aristrocracia colonial, edu-cacin catlica, y una fuerte per-sonalidad que sabr transmitir asu hijo Ernesto. El primognitorecibir cuidados y desvelos es-peciales para permitirle sobrelle-var una enfermedad asmtica quelo acompa en forma inclemen-te hasta su captura en Quebradadel Yuro y el ltimo da en que,herido y maniatado, dio nimos asu verdugo desde el piso de tierrade una escuelita rural en el villoriode La Higuera, Bolivia (1967).

    Radicado en Alta Gracia porconsejo mdico, el nio asmti-co gozar de una crianza privile-giada en el seno de una familiadistinguida, ms que por la situa-

    cin econmica que comenzabaa declinar, por la vida de relacinsocial en un medio donde se re-verenciaban las diferencias declase. El padre, frustrado empre-sario, mantena como arquitectolocal el lustre heredado, frecuen-tando el Hotel Provincial, que eracomo decir el Jockey Club porte-o en el nacimiento del peronis-mo. Y la madre, con inquietudesculturales, buscar afanosamen-te alternativas de tratamiento parala recuperacin de su hijo enfermo.

    Parece ser sta la causa de lainiciacin temprana de Ernesto enlos deportes ms exigentes, comoel rugby y la natacin, y una per-sistente vocacin por las activi-dades al aire libre, tales como elescalamiento de cerros.

    Los aos formativos de Ernes-to, como podran llamrsele aesos aos en que todo joven ta-lentoso y con inquietudes descu-bre las razones para embande-rarse y tomar partido, fueron ri-cos en acontecimientos extraor-dinarios. Primeramente, regstra-se la Guerra Civil Espaola (10),que sacudi a la opinin pblica

    Desde 1936 a 1939, constituy el prlogo de la Segunda Guerra Mun-dial. El General Franco pudo vencer al gobierno del Frente Popular de laRepblica, gracias a la capitulacin de los partidos burgueses que forma-ban la alianza, y a la traicin del Partido Comunista que siguiendo lasdirectivas de Mosc, prefiri que triunfara Franco antes que la revolucinobrera y socialista que estaba en curso. De resultas de esta traicin seimpuso un rgimen fascista de terror que dur casi 40 aos.

    NOTAS (10)

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    mundial y a su propio hogar cuan-do cursaba los primeros gradosde primaria. El drama poltico-social, de traicin y de muerte enEspaa, alter la rutina de su vidafamiliar hasta despus que la con-tienda termin en tragedia en1939. Durante su desarrollo, eladolescente precoz, que soabaaventuras con Emilio Salgari, Ale-jandro Dumas y Vctor Hugo... yconfrontaba ideas con AnatoleFrance y Jos Ingenieros, partici-paba, de la mano de sus padres,en los actos populares de adhe-sin a los combatientes republica-nos. Esta parece ser su primera

    vinculacin -aunque indirecta-con el Partido Comunista y elnico vnculo generacional con laizquierda. No se registran da-tos que hagan suponer que algu-na vez, ya transformado el nioen Che, llegara a vincular su pro-pia tragedia personal como re-volucionario insobornable, con latragedia de los revolucionariosespaoles traicionados por el apa-rato de los Partidos Comunistas.

    Seguidamente, ser el esta-llido de la II Guerra Mundial, di-vidiendo aguas entre democrti-cos y totalitarios, el acontecimien-to que lo contar como un sim-

    patizante pasivo de la democra-cia, uno ms entre los millonesque se encolumnaban en el mun-do contra el avance del nazi-fas-cismo, no slo en la devastadaEuropa, sino tambin en lapromisoria tierra de libertad yre-colonizacin, a la sazn admi-nistrada por los militares repre-sentando a la oligarqua. Deberecordarse que 1945 fue el aoen que la Guerra llegaba a su fin,aunque no por la decisin delgobierno argentino de entrar enella a ltima hora.

    Finalmente, otro aconteci-miento de gran trascendencia his-trica en la Argentina -el surgi-miento del peronismo- lo encon-tr, ya como estudiante universi-tario cursando la carrera de me-dicina, indiferente y neutral, comosi la mira de sus preocupacionesy proyectos no pasara por el dra-ma de todos los das, drama enque ricos y pobres, terratenien-tes y peones, industriales y obre-ros, intelectuales y estudiantes,militares y civiles, trataban dereacomodarse sectorialmente enla nueva estructura de pas. Eljoven universitario Guevara De LaSerna, segn constatan algunostestimonios, erosionado del senode una familia en crisis ligera-mente enrolada en el anti-peronismo de bien pasar, propiode la docta ciudad mediterr-nea, se refugi en sus proyectosde progreso y realizacin indi-vidual, como un miembro ms dela mayora silenciosa. Guevara nose sinti involucrado en la polari-zacin social y poltica provoca-da por la irrupcin de las masastrabajadoras y los cabecitas ne-gras. Slo demostraba un mo-derado desprecio intelectual, tilpara justificar el mantenerse ale-

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    jado de ese aluvin que la con-tra calificaba de zoolgico.

    Sin embargo, la todava privi-legiada juventud universitaria dela que formaba parte, era la van-guardia militante de la democra-cia antiperonista, y la que de-fenda con ms devocin y arrojolas consignas de libertad que laclase media vea amenazadas yque la Embajada yanqui levanta-ba como resguardo poltico antecualquier avance no consentidode los militares populistas y de-magogos.

    Podra pensarse que el jovenGuevara fundaba su no participa-cin en las luchas estudiantilesen algn sentido crtico, antepo-nindolo a los sentimientos y an-helos de su propia generacin, laque le hubiera permitido zafar delcrculo familiar. Sera tambin unaforma de resguardar su indepen-dencia personal frente a las pre-siones de clase, aunque bigra-fos comprometidos con el gobier-no, quiz pudieran interpretar suconducta abstencionista de esosmomentos, otorgndole un senti-do poltico distinto, ms definidoa favor de los descamisados, queavizoraban a travs del peronismoun lugar en el mundo. As lo pre-tende una carta posterior dePern, tratando de vincular al jo-ven Guevara con su causa. Peroel testimonio del propio Guevara,hablando en cursos deadoctrinamiento del Ministerio deSalud cubano, en 1960, ayuda adefinir su posicin de entonces:

    Cuando me inici comomdico, cuando empec a estu-diar medicina, la mayora de losconceptos que hoy tengo comorevolucionario estaban ausentesen el almacn de mis ideales.

    Quera triunfar, como quieretriunfar todo el mundo; soabacon ser un investigador famoso...pero en aquel momento era untriunfo personal.

    Este testimonio del protago-nista sera unilateral tomado al piede la letra, en uno u otro sentido.Todo parece indicar que su ca-rrera de medicina no obedeci auna pasin cientfica o de voca-cin humanitaria, sino ms bienal desafo que le propona su pro-pia enfermedad asmtica, a laque quera vencer de algn modo,tanto en el terreno fsico comosquico; y tambin a la enferme-dad de su madre, afectada decncer. El reconocido volunta-rismo de Guevara, antes y des-pus de ser el famoso Che, pasa-ba en esos momentos por unaprueba de resistencia en la quefinalmente gan la personalidadindomable que trataba de demos-trarse a s mismo que poda.

    Se recibi de mdico, intenttrabajos de especializacin en laprofesin y escribi algunos in-formes de investiga-cin, paracansarse pronto de todo y buscarnuevos horizontes.

    Con su exacerbado volunta-rismo, practic el rugby, hacien-do pensar a sus bigrafos que lohaca para probar que en situa-ciones violentas o de mxima exi-gencia fsica, el propio cuerpopodra generarle la adrenalinanecesaria para mitigar sus ata-ques de asma. En la Sierra Maes-tra, en los caaverales cortandocaa, siendo ya ministro, o en elCongo y ancahuaz, no dej deexigir en igual forma a sus cas-tigados pulmones.

    Otro desafo individual, lo lle-v a participar en 1948 de las

    olimpadas estudiantiles de aje-drez, una medicina intelectualque consumi con marcada adi-cin en cualquier parte donde seencontrara.

    Llama la atencin que nadade lo que ocurra social y polti-camente en su entorno ms cer-cano de estudiante universitario,la ciudad y el pas, lograra con-citar su inters. Aunque signifi-cativa-mente escribe en sus pri-meras notas de viajero vagabun-do:

    Me doy cuenta que ha ma-durado en m algo que hace tiem-po creca dentro del bullicio co-tidiano: el odio a la civilizacin.

    Ciertamente, consuela reco-nocer que la civilizacin a la quese refera no era otra que la oc-cidental y cristiana, lo que depor s revela un rasgo de saludmoral e intelectual, aunque paralos crticos anti-guevaristas eseodio revelara una actitud cerca-na a la que es propia del resenti-do social Tales crticos asocianese odio del joven rebelde acircunstancias familiares de con-flictos y frustraciones.

    Pero el hecho es que enGuevara no resultaba declama-torio ni superficial, presto a co-rregirse con la suerte del da. Porel contrario aumentar cada horade su vida con la adhesin mili-tante a la causa de los oprimidosy la lucha contra el sistema delos opresores.

    Como enfermero de la Mari-na Mercante conoce Brasil, Ve-nezuela, Trinidad y Tobago,Comodoro Rivadavia y el maraustral, fundamentando as, em-pricamente, todas las razonesque tena para odiar la civiliza-cin basada en la miseria y la dis-

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    criminacin de las mayoras. Eljoven aventurero, casi un mdi-co, es definido por su novia cor-dobesa, como un mochilero in-ternacional. Y l mismo escribea una ta dicindole que BuenosAires le resultaba aburrido...Corran sin embargo los aos1949 y l950, ambos plenos deacontecimientos que en la vida demuchos otros jvenes de su ge-neracin fueron determinantes ycomprometedores polticamente.

    Por un ambiguo camino decontradicciones, enfrent los si-guientes desafos a su voluntadde triunfo personal, desafos quecrecieron en magnitud e impor-tancia. En enero de 1952 montaen motocicleta y emprende viajecon un destino lejano: Venezue-la. Desde Valparaso, dando rien-da a su pasin por la escritura,desnudar la raz humanstica desu idealismo, anotando:

    All, en estos ltimos mo-mentos de gente cuyo horizontems lejano fue siempre el da demaana, es donde se capta laprofunda tragedia que encierrala vida del proletariado de todoel mundo; hay en esos ojos mo-ribundos (la anciana que atiendeen las callejuelas del puerto) unsumiso pedido de disculpas ytambin, muchas veces, un des-esperado pedido de consuelo quese pierde en el vaco, como seperder pronto su cuerpo en lamagnitud del misterio que nosrodea. Hasta cundo seguir esteorden de cosas basado en unabsurdo sentido de casta (sic) esalgo que no est en m contes-tar, pero es hora de que los go-bernantes dediquen menos tiem-po a la propaganda de sus bon-dades como rgimen y ms di-

    nero, muchsimo ms dinero asolventar obras de utilidad so-cial

    (S. Es el joven ErnestoGuevara quien habla con 24 aosde edad, no el cura Farinello. Sor-prende cunto camino habra derecorrer en pocos aos).

    Al cabo de unos meses regre-s a Buenos Aires desde Miami,para recibirse en la Facultad deMedicina, pero una vez cumplidoeste propsito no encontr nadaque lo retuviera en su aburridopas, a pesar de que en l habacomenzado ya a resquebrajarseel monolitismo peronista y en lasentraas del rgimen que le pro-duca asco, empezaban a bro-tar las agrupaciones obreras deoposicin a la burocracia, repre-sentadas por las famosas ListasVerdes. Eran los signos premo-nitorios de un cambio en la si-tuacin poltica, en la cual losrevolucionarios marxistas habrande jugar un papel importante, or-ganizando a la clase trabajadorahasta hacerle jugar un papelprotagnico contra el odiadoimperialismo que ya Guevara te-na identificado.

    Ajeno a todo ello, vuelve enl953 a emprender un nuevo viajesin saber bien cmo ni hacia dn-de. En Bolivia tropez, por asdecirlo, con la primera revolucinobrera triunfante en el continen-te americano. Tuvo ante sus ojosun hecho excepcional, con fuer-za suficiente para desatar susodios y sus amores... En la rutadel mochilero, apareca un esce-nario nuevo: un gobierno nacio-nalista de la pequea burguesa(MNR), puesto al frente del pasms pobre de Amrica del Sudpor una revolucin armada de tra-

    bajadores mineros y estudiantes,emprende una reforma agrariaentregando tierras a la poblacinindgena secularmente despojadade ellas. Esta revolucin expro-pia a los latifundistas y las minasde la oligarqua conocida comoRosca; otorga el voto a la ma-yora analfabeta y se suprimenlas Fuerzas Armadas!... reempla-zndolas por las milicias sindica-les.

    Guevara presenciar elespectcu-lo, absolutamente no-vedoso para cual-quier argentinoasqueado de los militares, delos desfiles encabezados por losmineros con sus mujeres y nios,arrastrando frente al palco oficiallos pesados caones y dems ar-mas expropiadas a las FuerzasArmadas de la oligarquarosquera. Y ver a los embaja-dores extranjeros, tanto del Vati-cano como de EE.UU., saludan-do protocolarmente a la banderaque portaban mineros y campe-sinos descalzos.

    Bolivia es un pas que hadado un ejemplo importante aAmrica... Aqu las revolucionesno se hacen como en BuenosAires... el gobierno est apoyadopor el pueblo armado de modoque no hay posibilidades de quelo liquide un movimiento arma-do desde afuera y slo puedesucumbir por sus luchas inter-nas (Carta-1953).

    Pero Guevara, comentan susbigrafos, no entiende lo quepasa, como no entenda la pro-funda revolucin que a nivel delas relaciones fabriles haba des-atado el peronismo en las entra-as de la sociedad argentina,haciendo cambiar su historia fu-

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    tura. Por esa razn Guevara nocomenta en sus cartas y notasde viaje, el contenido social ypoltico de esa revolucin obrera.Solamente hace alguna referen-cia al trato inhumano que se ledispensa al trabajador indgena,como si ese trato fuera tan slouna expresin superestructural dela cultura nacional, y no la formadescarnada del dominio imperia-lista sobre un pas semi-colonial.Guevara tendr que hacer toda-va mucho dedo por las rutasde Amrica para llegar a recono-cer y comprender la causa de todoesa geografa de miseria y explo-tacin que roza, sin embargo, susensibilidad de honesto intelec-tual humanista.

    Y as llegar a Venezuela, des-pus de dos meses en Lima, pa-sando por Guayaquil, centroexportador del imperio bananerode la United Fruit Company, em-presa que ejerce de hecho el go-bierno del pas.

    Pero el paso por las repu-bliquetas bananeras seguir te-niendo para l, sobre todo, unatractivo turstico. Sus vivenciasinfantiles, grabadas al comps dela revolucin espaola del 36, yla boliviana que acababa de pre-senciar latiendo todava, no cons-tituyen puntos de referencia o re-flexin para definir actitudes decrtica y mucho menos posturasmilitantes. Ideolgicamente,Guevara sigue siendo un discu-tidor nato, defensor de la justi-cia para con los humildes, peropara el cual no existen las clasescomo protagonistas, ni la luchade clases como mtodo, ni lasinstituciones del Estado, ni lospartidos, para hacerla efectiva...

    Sin embargo el joven rebeldees ya un mdico de 25 aos cum-

    plidos y varios de vagabundeoimpenitente, aunque no se privede formular juicios categricosante situaciones lejanas cuandosiente que estimulan su afn po-lmico y su sensibilidad. As ocu-rre con la socializa-cin de lamedicina llevada a cabo por elgobierno laborista de ClementAttle en Inglaterra... El flamantemdico proclamar su apoyo a lamedida y aprovechar para de-nunciar el ejercicio comercial dela medicina como una afrenta ala condicin y los derechos hu-manos. Pareciera pertinente re-cordar aqu su dura polmica conlos funcionarios cubanos en tor-no a los incentivos morales ylas compensaciones materialespara hacer avanzar la economadel pas. En uno y otro caso, elpolemista juvenil y el estadistarevolucionario tienen como claroobjetivo rescatar la dignidad delhombre frente a la indignidad delmercado y el lucro individual.

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    Al encuentro del Cherevolucionario

    El peregrinaje porAmrica fuetransformando aGuevara. De jovenidealista con difusasideas de justicia, sedescubre a s mismocomo revolucionarioen toda la extensinde la palabra. Es unproceso que vatomando forma atravs del contactocreciente con lajuventud de lasclases medias yacomodadas de lospases sometidos porel imperialismo, queluchan por la libertady la democracia.

    C A P I T U L O 3

    El concepto de revolucin permanente fue tomado de Marx por LenTrotsky para desarrollarlo como teora y estrategia poltica en los pasesatrasados que haban llegado tarde al desarrollo capitalista.

    NOTAS (11)

    Guevara se involucrar en esas lu-chas paso a paso, pero sin retroce-so. El no es el hijo del polticoopositor tradicional que aspira aheredar una carrera poltica ha-blando contra las dictaduras deturno, como muchos que encontra-r en las tertulias de exiliados. Es-cucha con atencin sus palabras,pero tiene metido en la cabeza queslo alcanzan sentido si se trans-forman en hechos. Asume, quizsin ser consciente de ello, el con-cepto marxista de que revolucinque se detiene, retrocede y se pier-de. Y como si se tratara de un sa-cramento ideolgico, sacrificartodo por ese sacramento: posicinpersonal y familiar, poder, honores,y por ltimo la vida.

    Si bien haba ledo ya algn tra-bajo de Engels y de Marx, estabalejos de ser un marxista en elsentido terico y sobre todometodolgico del trmino. Menosan puede suponerse que para elGuevara que empezaba a sentirseprotagonista interesado, est pre-sente en forma consciente y reflexi-va el concepto de revolucin per-manente(11), aunque su esenciainternacionalista ser en adelantela brjula que lo guiar comorevolucio-nario y jefe de Estado, ytambin como negociador y diplo-mtico ante los Partidos Comunis-

    tas y los funcionarios de dentro yfuera de Cuba.

    Ni el entorno familiar deGuevara, ni su formacin culturaly poltica, condicionada por el mar-co de predominio de los PartidosComunistas en un mundo preten-didamente dividido en dos blo-ques, eran propicios para que al-guien no involucrado orgnica-mente con partidos de izquierda,pudiera acceder al vilipendiadopensamiento de Trotsky. A pesarde ello, la segunda mitad del sigloXX no conoci un internacionalistams consecuente que el CheGuevara.

    Nuestro revolucionario empri-co, transitar el momento de crisisde su idealismo filosfico, cuandoante el cuadro de miseria crnicade los pases que recorra, tomaconciencia de que todo ello se de-ba a la existencia de un sistemacontrolado por el imperialismo, enel que pases ricos y desarrolladosexplotan a pases pobres:

    Tuve la oportunidad de pasarpor los dominios de la United FruitCompany convencindome unavez ms de lo terrible que son es-tos pulpos capitalistas. He juradoante una estampa del viejo y llo-rado Stalin no descansar hasta veraniquilados estos pulpos capitalis-

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    tas (Carta a una ta - 1953).Pero diga lo que diga de s mis-

    mo, no es todava un definido mar-xista, ni siquiera en su versinstalinista. Se aferra simplemente alos referentes polticos consagradospor el entorno que lo rodea. Stalinhaba muerto poco antes, y la men-cin que de l hace Guevara deno-ta que, sin mayor profundizacindel contenido , toma el smbolo,entonces en boga, de la oposicinal imperialismo para definir su pro-pia ubicacin.

    Sin embargo, en esta declara-cin de guerra al enemigo queodia, no existe un pice dediletantismo intelectual: el Chededicar su vida a llevarlo a la prc-tica, confrontando duramente conel stalinismo y sus herederos de laURSS y el PC, cuando la sobre-vi-vencia de la Cuba revolucionaria ledescubrir la traicin reiterada alinternacionalismo por parte deMosc y sus representantes en laIsla. Esta traicin le har decir, asu regreso de Rusia en 1964, en-frentando la teora y la prctica delsocialismo en un solo pas (12)inventada por el viejo y lloradoStalin:

    ...Como marxistas hemosmantenido que la coexistenciapacfica entre naciones no engloba

    la coexistencia entre explotadoresy explotados, entre opresores yoprimidos. (Discurso en la Asam-blea de las Naciones Unidas).

    Con semejante declaracin, elahora auto-definido marxista-leni-nista de la escuela oficial, dabauna bofetada a la diplomacia rusapresente en la cueva de ladrones(13) donde negociaba con el im-perialismo un espacio para coexis-tir, entregando las revoluciones delos pases coloniales. De este modoel Che responda a la presin delimperialismo sobre Cuba y alabrazo del oso que finga de alia-do. El internacionalismo y la prc-tica inconsciente de la revolucinpermanente, lo ubicaban en la ve-reda del trotskismo, justo enfrentede donde deca estar formalmen-te.

    En Guatemala, Guevara actua-liza y ampla su informacin sobrela realidad social del continente.Aprovecha la ayuda material y loslibros que le proporciona HildaGadea, exiliada peruana quien lle-gar a ser su esposa y darle unahija (a pesar de sus justificadasprevenciones sobre la capacidaddel Che para allanarse a la rutina ylos condicionamientos de un ma-trimonio burgus...). Pero la re-lacin resulta, de todos modos,

    propicia para que el mochilero im-penitente, sin dinero ni otra cosaque lo puesto, pudiera dedicarse aleer con avidez la literatura socialy nacionalista que circulaba en unentorno de polticos, intelectualesy diletantes de la clase media, arro-jados al exilio por las dictaduras deAmrica Latina

    El coronel Jacobo Arbenz, pre-sidente de una republiquetabananera tpica, se encontraba ala sazn desafiando a la UnitedFruit Company con un Decreto deReforma Agraria y otras medidaspropias de un Estado que preten-da ejercer su soberana. Estasmedidas pasaban por la construc-cin de un puerto exportador pro-pio (es decir del Estado); una cen-tral hidroelctrica; impuestos so-bre la renta; expropiaciones de la-tifundios previa indemnizacin(como corresponda al ms estric-to modus operandi establecido porel derecho burgus); legalizacindel derecho de huelga y conven-ciones colectivas de trabajo; sala-rio mnimo, etc.

    Para el argentino errante quehaba dejado a sus espaldas el pasde Pern y Evita, asqueado dela demagogia totalitaria, las medi-das democrtico-burguesas deArbenz debieron ser un revulsivopoltico inquietante. Guevara sim-patiz sin embargo con Arbenz yse encontr en esa postura com-partiendo el mismo campo que losamigos de la URSS (14).

    Contrariamente al comporta-miento adoptado en Argentina en-tre l945 y 1946, y peor todavadurante el golpe de estado gori-la de Aramburu y Rojas contraPern en 1955, en la Guatemalade Arbenz el Partido Comunista(PGT), esbozaba una poltica deacercamiento al gobierno jaqueadoy finalmente agredido militarmen-te por el imperialismo. Guevarapresenci este captulo repetido del

    Teora lanzada por Stalin en 1924 representando a la casta burocrticadel partido y los soviets aprovechando el repliege de la clase trabajadora,diezmada por la guerra y las penurias de la reconstruccin. Con esa teoradaba una cobertura ideolgica y poltica favorable a los pactos con elimperialismo y el mantenimiento de la convivencia pacfica.

    Calificacin dada por Lenin a la Liga de Las Naciones, antecesora de lasNaciones Unidas (ONU), ambas dominadas por el imperialismo parareordenar y controlar el mundo despus del desastre de la Primera y Se-gunda Guerra.

    Nombre de la amplsima periferia de artistas, intelectuales, cientficos,polticos, gremialistas, etc. que los Partidos Comunistas haban organiza-do en todo el mundo para exaltar la construccin del socialismo en laUnin Sovitica y el culto a Stalin.

    NOTAS (12) - (13) - (14)

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    drama latinoamericano, y tambinla capitulacin de una burguesanacionalista, cobarde e impoten-te.

    El marco mundial de la gue-rra fra exiga a los burcratas deMosc, sin embargo, una tcticade contrapeso para atemperar lapresin de Washington sobre lapropia URSS. En esto consista susolidaridad internacionalista conGuatemala. Y a su vez, Washing-ton no poda tolerar que en su pa-tio trasero se instalara una basede poder poltico y social no sujetoa su control. Cuando finalmente,el imperialismo arm una fuerzainvasora al mando de Castillo Ar-mas para derrocar a Arbenz, y sterenunci sin pena ni gloria, Guevarapalpar con hechos concretos ladinmica de la lucha de clases enlos pases dependientes, dinmicaque estaba fuera de su compren-sin anterior, cuando la liberacinnacional era solamente un tema depatriotismo abstracto o decla-matorio. Los militares del Estadoguatemalteco, pese a sus buenaso malas intenciones, segn acos-tumbraba definirlos el Partido Co-munista, confrontados con el po-der real de la clase capitalista, fuerasta nacional o extranjera, y el po-der posible de los oprimidos, pre-feran hacer mutis por el foro antesque profundizar el proceso de laresistencia liberadora, hacindolaininterrumpida, hasta eliminar todaexplotacin. Guevara, en un arres-to de trotskismo inconsciente,como se dira despus, tambin losenta as.

    Hilda Gadea, despus de muer-to el Che, dara esta versin de lossentimientos del futuro hroe en losmomentos cruciales del ataqueimperialista:

    El (Guevara) estaba seguro deque si se le deca la verdad alpueblo,y se le daban las armas,

    poda salvarse la revolucin. Anms, aunque cayese la Capital,poda continuarse luchando en elinterior: en Guatemala hay unasmontaas apropiadas.

    Mas all de la importancia queel testimonio atribuya al compor-tamiento de la burguesa nacio-nal o al uso de montaas apro-piadas, lo indudable es que parael Che la poltica para enfrentar alimperialismo no pasaba tanto porla movilizacin organizada de lasmasas, ni por la discusin parla-mentaria, sino por la lucha arma-da. Y en este sentido se registranmuchas otras ancdotas recogidasen sus periplos por Amrica, quelo muestran expidindose en for-ma drstica ante las manifestacio-nes populares y protestas masivas,como una prdida de tiempo.Segn sus amigos, muchas vecesus la palabra bufoso para rei-vindicar el elemento indispensablede toda militancia poltica.

    Guatemala, en fin, le sirve aGuevara para ratificar su odio alimperialismo, la incapacidad de lasFFAA nacionales para defenderconsecuente-mente sus pases fren-te al explotador extranjero, la im-posibilidad de alcanzar en cadapas medidas progresivas en bene-ficio del pueblo, y por ltimo, lanecesidad de imponer medidas defuerza extrema contra los enemi-gos, en lo que hace a la concesinde las libertades y derechos demo-crticos.

    Como se ve, es esta una cons-tata-cin emprica de Guevara, des-pojada de todo lastre ideolgico,aunque la fuerza misma de la rea-lidad lo llevar a coincidir prcti-camente con las formulaciones te-ricas ms generales del marxismoy, significativa pero inconsciente-mente, con su expresin contem-pornea, el trotskismo. Pero esteproceso, paradjica-mente, lo acer-

    ca al campo de los operadores po-lticos de la URSS y el PC, porquea ellos los considera continua-do-res naturales de las tradiciones re-volucionarias y de las realizacionesdel primer gobierno sovitico naci-do en l917. Por eso escribe:

    He tomado posicin decididajunto al gobierno guatemalteco,dentro de l, en el grupo del PGTque es comunista, relacionndo-me adems con intelectuales deesa tendencia que editan aqu unarevista y trabajando como mdicoen los sindicatos (Carta a BeatrizGuevara Lynch-1954).

    Guevara ya se siente revolucio-nario en Guatemala y se comportacomo tal. Por eso se ofrece paratrabajar en la organizacin militarde la defensa frente a la fuerza in-vasora y golpista. Pero la defeccinde Arbenz lo recluye en la Embaja-da argentina, hacindole retomarviejos proyectos de samurai des-ocupado: se enfrentaba nuevamen-te al dilema de entrar a la organi-zacin comunista o buscar nuevosescenarios:

    Lo que me impide hacerlo(entrar al partido comunista) esque tengo unas ganas brbaras deviajar por Europa (Carta a su ma-dre-1954).

    Derrotado Arbenz y fracasadosu afn de bautismo poltico-mili-tar, rechaza la opcin de regresara Buenos Aires en un avin fletadopor Pern para recoger ciudadanosargentinos. El ao 1954, un aoque por muchos motivos sera unpunto de inflexin y de importan-cia crucial en la poltica del pas,queda afuera de la agenda de viajede Guevara. Cabe preguntarse sisus relaciones del Partido Comu-nista le tenan informado de queen Argentina, al revs de lo que

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    ocurra en Guatemala, los dirigen-tes comunistas estaban sumndo-se a los preparativos golpistas delos militares y la Iglesia Catlica,en pro de un proyecto imperialistaque terminara derrocando san-grientamente al lder populista.

    Guevara abandona Guatemalarumbo a Mxico, llevando consigoun capital poltico y deseos de in-vertirlo en cualquier parte, aunqueno saba dnde ni cmo, ni cun-do, salvo que eran ideas revolucio-narias internacionalistas. Tambinporta algo ms: un nombre deguerra, ganado (por ahora), entertulias pacficas y amables dis-cusiones con exiliados, nombre conel que pasar a la inmortalidad: elChe.

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    La lucha armada,el programa yla poltica

    Al concluir el ao1954 el Che seencuentra enMxico, ganndosela vida como puede(fotgrafoambulante, vendedorde enciclopedias,mdico...), leyendodesordenadamentecuanto material caaen sus manos(includos algunoslibros de marxismo),y fraguandoproyectos de nuevosviajes, pero duda sihacia la UninSovitica o hacia...EE.UU.

    C A P I T U L O 4

    Mxico est totalmente entrega-do a los yanquis... La prensa nodice nada... El panorama econ-mico es terrible, las cosas subenen forma alarmante, y la descom-posicin es tal que todos los lde-res obreros estn comprados y ha-cen contratos leoninos con las di-versas compaas yanquis hipote-cando las huelgas... No hay indus-tria independiente y menos comer-cio libre (Carta a su padre - l954).

    Pero antes de decidir su nuevoitinerario, Guevara es presentadoa Ral Castro, quien le informa delfantstico proyecto de invadir Cubaque tiene su hermano Fidel... ElChe, que para algunos contertuliosocasionales no era ms que unaventurero de fin de semana,aprovecha el hecho casi fortuitopara afianzar su personalidad re-volucionaria. Cambiar ideas conRal, sin duda ms formado ideo-lgicamente y sobre todo msdefinido partidariamente respectode ese mundo de dos bloquesantagnicos en el que Guevara ele-gir al que consideraba abandera-do de la justicia y los oprimidos.Este bloque o campo era muyamplio y no exiga mayor rigor te-rico o poltico: bastaba conacompa-ar y ser amigo. Setrataba del conocido universo deAmigos de la URSS, en el queconvivan toda clase de camaradasde ruta e intelectuales progresistas.

    Con 26 aos cumplidos, era laprimera vez que Guevara se

    involucraba con algn tipo de or-ganizacin poltica, aunque asu-miera sta la forma de una aven-tura con exiliados recin salidos deprisin. Esta aventura aportabatodo lo que el Che ya tena defini-do como su objetivo de vida: en-frentar al imperialismo y sus sir-vientes mediante la accin arma-da, por una causa de justicia y li-bertad, cualquiera fuera el pas (eneste caso desconocido), bajo la guade un jefe audaz, valiente ycarismtico. Ninguna otra catego-ra poltica o social, ni exigencia,parece que haya sido tenida encuenta por el Che para asociarse ala expedicin del Granma bajo lasrdenes de Fidel Castro, liberadomediante una amnista otorgadapor Batista, de la Isla de Pinos,despus de 22 meses de crcel, porhaber asaltado el Cuartel de LaMoncada -1953- en un intento fa-llido de putsch contra el dictador.

    Lo conoc en una de esas no-ches fras de Mxico, y recuerdoque nuestra primera discusin ver-s sobre la poltica internacional.A pocas horas (sic!) de la mismanoche - en la madrugada - era youno de los futuros expedicionarios.En realidad, despus de la expe-riencia vivida a travs de mis ca-minatas por toda Latinoamrica ydel remate en Guatemala, no ha-ca falta mucho para incitarme aentrar a cualquier (sic) revolucincontra un tirano, pero Fidel meimpresion como un hombre ex-

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    traordinario. Las cosas ms impo-sibles eran las que encaraba y re-solva... Compart su optimismo.Haba que hacer, que luchar, queconcretar. Que dejar de llorar yponerse a pelear (Guevara, entre-vistado por Jorge Masseti - publi-cado en Granma en 1967)

    El abogado Fidel Castro reuna,ciertamente, todas las cualidadesdel lder carismtico para asumirla jefatura de una aventura seme-jante. Pero no era un mochileroitinerante en busca de su destinopor los caminos del mundo. Tenasu personalidad bien definida y ata-da a la realidad social de su pas yla firme determinacin de liberarlode la dictadura corrupta.

    Era el hijo distinguido de unafamilia de la clase media acomo-dada, vanguardia de una burgue-sa dependiente de las exportacio-nes de azcar controladas por elimperialismo. Esa burguesa puja-ba por ocupar un lugar de recono-cimiento digno y efectivo, es decircompensatorio, en la administra-cin del Estado formalmente sobe-rano. Como casi la gran mayorade la juventud del continente, lageneracin de Fidel Castro sufrala postergacin de esa burguesa yno se resignaba a ello.

    Este lder carismtico no baja-ba del monte como una revelacinmesinica. Por el contrario suba al como representante de esa bur-guesa. Un objetivo preciso de laclase que representaba le dabasustento social y programtico:hacer realidad la participacin deesa clase postergada en un repartoms equitativo de la renta nacio-nal, ahora injustamente monopoli-zada por la banda corrupta del r-gimen batistiano.

    As lo indicaba, por un lado, elfrente nico de partidos de opo-sicin que daban cobertura a losrebeldes barbudos que se haban

    alzado, y por el otro lado, el pro-grama que stos enarbolaban an-tes y despus de pasar por la Sie-rra Maestra, de alcanzar el Poder yformar incluso el primer gobiernoen la Cuba revolucionaria.

    Pero el xito suele borrar lashuellas del camino recorrido paralograrlo. As ocurri con Fidel y susguerrilleros. Por eso es til recor-dar que lejos de ignorar la polti-ca, como despus parecieron ha-cer sus discpulos, la poltica y suspartidos, en el sentido de represen-tacin social y herramientas de or-ganizacin y movilizacin, fuesiempre la gran carta de triunfoutilizada por el Jefe de los barbu-dos. Antes de subir al monte, yya estando instalado en l, FidelCastro cont con partidos y fuer-zas polticas representativas quehicieron posible su luchas en lasmontaas. No eran, ciertamente,partidos marxistas-leninistas pre-parando la guerra del pueblopara construir el socialismo. Eranlas representaciones polticas de laburguesa y la pequea burguesaque, por los mecanismos de la de-mocracia, pacfica o violenta, ex-tendan su influencia a importan-tes sectores populares. En esosparticulares momentos de Cuba, lademocracia militante vesta su uni-forme de guerrillero.

    Al Movimiento 26 de Julio fun-dado por el propio Fidel antes deexiliarse en Mxico, haba que su-marle el Directorio Estudiantil Re-volucionario de Frank Pais, y otrospartidos menores que en agosto de1958 formaran el Frente CvicoConstitucional, una amplia alian-za de clases que desde las ciuda-des apurara la cada de Batista.Los aos previos (1955 y 1956)fueron estas fuerzas coaligadas lasque impulsaron una gran agitacinobrera y estudiantil en los centrosurbanos.

    Las diversas huelgas programa-

    das para desestabilizar a Batista,mejor o peor coordinadas, fueronproducto de esta estrategia polti-ca. Pero no slo cuenta esta ac-cin popular por objetivos demo-crticos: tambin debe registrarseel apoyo de prominentes figuras delpropio sistema, como Mir Cardo-na, que lleg a ser el Primer Minis-tro del gobierno revolucio-nario...a pesar de ser hombre de confian-za del Departamento de Estadonorteamericano segn sealancronistas de la revolucin comoDaniel Pereyira (Del Moncada aChiapas - Madrid, 1994)

    Otro libro best seller, escrito en1959 por un periodista de la pren-sa imperialista (Jules Dubois), secomplaca en demostrar que Fidelno sera un nuevo peligro comu-nista (como Arbenz?), refiriendola famosa ancdota de la silla va-ca en la cabecera de la mesa en lacena anual del Rotary Club de LaHabana, poco antes de caer Batis-ta. La silla vaca estaba reservada,segn las palabras de quien ofre-ca la cena, a un ausente quepeda disculparan su inasistenciapor hallarse muy ocupado cum-pliendo una muy importante tareapara Cuba.. Su nombre, concluael presentador, es Fidel Castro....

    Otros apellidos de la burguesacubana, como el propio Urrutia yPro Socarrs, sugieren que la evo-lucin poltica del castrismo partide muy atrs, unificando y centra-lizando la accin de todos los sec-tores contra la dictadura, y fue pro-gresivamente elevando el nivel deconfrontacin, por las exigenciaspropias de la situacin y el mtodode lucha empleado. Este mtodo yla torpe obstinacin de Washing-ton de no transigir con los rebel-des, imprimi a la revolucin de-mocrtica un crescendo ininte-rrumpido, hasta el punto de since-rar, finalmente, la esencia de lacontradiccin que estaba plantea-

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    da: contrarrevolucin imperialistao revolucin socialista.

    EE.UU. y el mundo todo seconmovieron ante la firmeza deFidel y el Che Guevara para man-tener el timn y no ceder un piceen ese curso que despus algunosllamaran de revolucin perma-nente, aludiendo a la estrategia yla teora que diferenciaba al trots-kismo del stalinismo. Pero estecurso estaba fuera de toda previ-sin.

    Tanto fue as, que la corrientetrotskista Palabra Obrera en Argen-tina, inscribi el triunfo de Castroen el cuadro de las RevolucionesLibertadoras! (en el sentido de go-rilas) que el imperialismo venaimpulsando en Latinoamricacomo parte de su estrategia de re-colonizacin. Sin embargo, anali-zando las contradicciones de eseproceso, principalmente el elemen-to de la lucha armada que se in-corporaba a las luchas del conti-nente, comprendi rpidamenteque el castrismo desataba una di-nmica revolucionaria de alcancesextraordinarios. Corrigi auto-crticamente su caracte-rizacinequivocada y se sum a esa din-mica.

    El rgano del trotskismomorenista (Palabra Obrera), acuyo frente estaba el VascoBengochea, en fecha tan tempra-na como marzo de 1959, escriba:

    Se ha abierto un nuevo m-todo de lucha en Amrica: la gue-rrilla. Cuba y Paraguay son unejemplo de mtodo guerrillero.

    El artculo del Vasco iniciabaun perodo de asimilacin del fe-nmeno guerrillero por parte deltrotskismo, que llevara a su co-rriente ms representativa a unaprofunda desviacin de tipo mili-tarista (por usar la terminologa deentonces), desviacin que compro-

    meti seriamente su integridadpoltica, organizativa y metodolgi-ca, y que, aunque superada demomento, volvi a expresarse pos-teriormente en la actividad del par-tido. Tal era el impacto producidoen las corrientes revolucionarias porel fenmeno guerrillero desatadopor el castrismo.

    Sin embargo, nada haba toda-va en el programa y la poltica deFidel Castro de 1959 que pudieraanticipar su proclamacin del so-cialismo en Cuba y su formal ad-hesin al marxismo-leninismo,como ocurrira poco despus, en losmomentos de ruptura con el impe-rialismo yanqui (1961).

    En efecto, desde su famoso dis-curso La historia me absolver,pronunciado ante sus jueces en1953, hasta el Manifiesto del Mo-vimiento 26 de Julio y su renunciaal Partido Orto-doxo(1956), no hayun solo pronuncia-miento de Fidelque no sea moderado y estricta-mente constitucionalista. Al respec-to, un prolijo investigador escribe:

    En su diseo inicial el pro-grama de Fidel Castro contempla-ba cinco grandes disposicionesjurdicas: la restauracin de laConstitucin de 1940,(del propioBatista), una reforma agraria queentregara tierras a colonos conmenos de 150 acres, un esquemade reparto de utilidades en los in-genios azucareros, una reformaazucarera limitada, y la confisca-cin de tierras obtenidas en formafraudulenta. Adems prometa unareforma educativa - bsicamenteun aumento de sueldos a los maes-tros -, la nacionalizacin de losservicios pblicos ( telfonos), yuna reforma de la vivienda. En smismo, estas reformas apenas al-canzaban el grado de radicalidaddel populismo clsico latinoame-ricano de Pern, Crdenas oVargas, o del propio Batista en

    1940 (Jorge Castaeda - La vidaen rojo).

    Hoy ya pareciera estar fuera dediscusin que en Cuba, aun lasdemandas ms razonables dentrodel orden capitalista, resultabanimposibles de llevarse a cabo si noera por medios violentos; y ade-ms, llevndola hasta sus ltimasconsecuencias. El elemento arma-do, en un pas de violencia institu-cionalizada por las propias condi-ciones de la colonizacin imperia-lista, coadyuv para que esta di-nmica alcanzara lmites no pre-vistos, que terminaron liquidandolas bases de propiedad de labuguesa. Como deca Mao TseTung la poltica se expresaba porla boca de un fusil.

    Pero ni la poltica, ni el progra-ma de los rebeldes eran una impo-sicin doctrinaria a un pas abstrac-to o imaginario. Por el contrario,para Castro, Cuba era una realidadconcreta, con determinadas estruc-turas econmicas, sociales y cul-turales, y l saba responder a ellassin seguir ningn manual, o tra-tar de acomodar esa realidad a susesquemas tericos. En eso residasu talento como poltico alzado enarmas.

    La pequea Isla, ubicada es-tratgicamente en las fauces abier-tas del imperialismo, contaba en-tonces con una poblacin aproxi-mada de 6 millones de habitantes,en su mayora blancos de ascen-dencia espaola, pero con un por-centaje de negros y mulatos queen conjunto llegaba a cerca del30%. La produccin agraria, basa-da en el monocultivo, haca delazcar el eje de su existencia eco-nmica, a la que se sumaba se-cundariamente el tabaco y el caf.Castro podr decir que Cuba vivagracias a exportar azcar e impor-tar caramelos.

    Pero la exportacin de azcarno era un atributo de soberana

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    nacional, sino una gracia de lavoluntad, arbitrariamente regla-mentada, del gobierno de EE.UU.,que haca bajar o subir las cuotasde exportacin acordadas, ascomo los precios, segn fuera elinters de las compaas impe-rialistas.

    Casi la mitad de la poblacin,adems de todas las penurias detrabajo y salud, sufra un analfabe-tismo cercano al 47%. El mono-polio de la propiedad, as como dela administracin de la misma,pblica o privada, exclua a loscubanos de todo disfrute o progre-so. Hasta las simples tareas con-tables de las empresas, o de sumantenimiento, se ordenabandesde territorio norteamericano.

    Pero adems del azcar quesignificaba el 80% de las exporta-ciones y la fuente de sus divisas,stas provenan tambin del turis-mo, atrado por otra actividad: laprostitucin y el juego. La Habanaera, segn la definicin en boga,un gran prostbulo con ventanasal mar, donde florecan los gran-des hoteles de cinco estrellas, loscasinos, cabarets y clubes de lujo,para satisfacer los ms variadosgustos internacionales. Al respec-to, es ilustrativo sealar que la can-tidad de prostitutas registradas su-peraba la cantidad de trabajado-res mineros, a pesar de ser la ex-traccin de minerales (nquel, so-bre todo) un rubro importante enla actividad exportadora. Cuba erauna inmensa barraca donde seamontonaba la miseria de trabaja-dores y guajiros, a pesar de quelas estadsticas, como suele ocu-rrir en el capitalismo, mostraranuna bonanza que equiparaba aCuba, casi, con los prsperos pa-ses del sur del continente -Argenti-na y Uruguay- por aquel entoncesdisfrutando, todava, de ciertos res-quicios favorables en el mercadomundial.

    A pesar de todo ello, y comodira Fidel Castro en un discurso,antes de la revolucin no habaen el pueblo... ni siquiera una con-ciencia antiimperialista. Esta fuecreada por los barbudos en elpoder, para resistir las imposicio-nes de Washington, que se seguacreyendo con derecho sobre la Isla,programada como la prxima es-trella en la bandera norteamerica-na.

    A grandes trazos, ste era elpas desconocido -cualquier lugardel mundo en el itinerario del CheGuevara- al que arribara al frentede una victoriosa columna rebeldeen las horas finales del ao 1958,para liquidar al odiado imperia-lismo, no slo de Cuba, sino de lafaz de la tierra...

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    InternacionalismoVs. Socialismoen un slo pas

    La llegada a SantaClara dirigiendotriunfalmente lacolumna delEscambray consagraal Che como lder yestrategarevolucionario.Militarmente suhazaa habaconsistido en cruzarun largo y peligrosoterritorio enemigo alfrente de 150guerrilleros novatos,con el propsito deunificar las fuerzasrebeldes en un soloCuerpo de Ejrcito,segn haba planeadoFidel Castro.

    C A P I T U L O 5

    Esta tarea requera, adems de te-nacidad, espritu de sacrificio ymucha audacia, de una gran capa-cidad para adaptarse a una geo-grafa y un medio social diferenteal de la Sierra Maestra. Aqu, a lospies del llano, primaba una pobla-cin de campesinos sin tierras, connecesidades, modos de vida y con-ciencia bien definidos. El jefe de lacolumna guerrillera demostr quetena capacidad no slo para fijartcticas militares, sino tambinpara observar la realidad social talcomo era y ganar a la poblacinjunto con el terreno, haciendo aambos favorable, y al mismotiempo habilidades diplomticaspara negociar los acuerdos polticoscon el Movimiento 26 de Julio, elDirectorio Estudiantil y el PartidoSocialista Popular (PC), que le ha-ran posible arribar a La Habana.

    El Che guerrillero asumi esasnuevas funciones con xito. El m-dico expedicionario que haba re-emplazado su botiqun por el fusily la comandancia efectiva (siendoya el tercer hombre reconocidode la Revolucin), har ejercicio delPoder en una parte del territorio.Decreta la Ley N 3 de ReformaAgraria, otorgando parcelas a lossin tierra, desconociendo las deu-das hipotecarias y los prstamosusurarios, exceptuando de obliga-ciones impositivas a pequeos pro-ductores de caf, y tomando otrasmedidas que se describen en susescritos. (Proyecciones socialesdel Ejrcito Rebelde Che).

    Con esos decretos logra que elcampesino explotado y desconfia-do reconozca a sus libertadores yse sume de diversos modos al Ejr-cito Rebelde, lo cual significaba quela ocupacin militar se apoyara enla poblacin, ofreciendo a sta laopcin de combatir o de prestarayuda logstica en vveres, medici-nas, informacin, etc.

    Pero no es la concepcin viet-namita (Giap) del partido polti-co-militar, sino tan slo la nece-sidad emprica de darle base so-cial a la accin armada. Discpu-los suyos, como Santucho, que dis-creparn en teora con el foco porconsiderar que sin partido polticode masas ste es impracticable, enla prctica terminarn inventandoun partido y una influenciapara hacer su lucha armada, a pe-sar de que no fue ste el ejemplodel Che, quien consolid la accinmilitar con medidas polticas, res-pondiendo a las necesidades bsi-cas insatisfechas del campesinado,aunque semejante conducta co-menzara a enajenarle la confianzade algunos de los aliados dentro yfuera de Cuba.

    Y siendo que el poder per-maneca todava repartido entre lasfuerzas que acompaaban el pro-ceso revolucionario, la reformaagraria a punta de fusil fue motivode serias disputas entre los diver-sos lderes polticos. El Che, conRal Castro, Camilo Cienfuegos yalgunos comunistas (RafaelRodrguez), se hicieron fuertes en

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    la defensa de las medidas ms ra-dicales, incluso presionando al pro-pio Fidel, a quien algunos protago-nistas sealaron como centrean-do hacia la posicin derechista yconciliadora de sus viejos amigospolticos.

    En todo este proceso el Che fueel vocero insobornable y audaz delas medidas revolucionarias que lentenda correctamente como lasms justas, y lleg incluso a ju-garse por defender a los comunis-tas que Fidel hubiera querido de-fenestrar en ese momento para nodistanciarse de las fracciones quecomponan la alianza de clases enlas que Washington cifraba sus es-peranzas.

    El ejercicio de ese poder dualen las zonas liberadas, ser pre-paratorio de su ejercicio plenocuando el Che integre el nuevo go-bierno revolucio-nario, posterior alformado el 1 de Enero de l959, ydespus que el impulso y la din-mica de la revolucin desalojen del a Urrutia y los polticos de laburguesa democrtica.

    Los honores del triunfo no hi-cieron del hroe recin consagra-do una persona distinta a la quehaba sido en el anonimato de la

    sierra, sobrellevando las peripeciasdel combate. Ni sus ideas bsicasni sus hbitos seran cambiados porlos cargos, ttulos y exigencias dela funcin: recibe el ttulo de m-dico cubano honorario y se le otor-ga la ciudadana cubana por na-cimiento, sintindose l, ya, ciu-dadano de un mundo que queraconquistar para el socialismo y lafraternidad humana.

    Lo recibe Nasser en El Cairo(15) y Nerh en la India; Sukarno(16) en Indonesia y Tito (17) enBelgrado; y los tres continentes lerinden honores como libertador.Solamente una potencia, EE.UU.,lo denuncia como el infiltrado co-munista en el gobierno cubano,del que an se espera un giro a laderecha, para purificarse de losdesvos izquierdistas, y poner lascosas en su lugar, es decir, en labuena relacin del amo con el es-clavo. Era lo que habitualmenteocurra con los polticos rebeldesde la burguesa sudamericana, queterminaban regresando al redil. ElChe responder a estas expectati-vas diciendo que EE.UU. no quie-re que la revolucin se radicalicey que es necesario que en Am-rica aparezcan unos cuantos bar-

    budos. Con semejante determina-cin quedaba claro que no se diri-ga a los embajadores extranjeros,para presionar-los y negociar, sinoa los revolucionarios del continen-te con el fin de sumarlos a la luchaarmada. Washington entendi bienel mensaje del Che.

    Algunos polticos habran pen-sado que nombrando al Che Presi-dente del Banco Central (noviem-bre de 1959), cambiara en algosu manera de ver las cosas, aten-diendo a la experiencia con los fun-cionarios comunes. Y cuando estenombramiento tuvo lugar en no-viembre de 1959, para sorpresa detodos en el mundo de las finanzas,el flamante banquero firma los bi-lletes cubanos con un escueto ycasi despreciativo Che... confir-mando que el banquero demarras no era un hombre comn,y no tena nada de funcionario.

    Cuando en la Plaza Roja deMosc una multitud lo aclama,compartiendo el palco oficial conlos Jefes comunistas acostumbra-dos a disfrutar de dachas de finde semana y limusinas negraspara desplazarse, es posible que elChe se haya sentido un poco ex-trao... l, que acababa de reircon su mujer Aleida, porque la queera madre de sus 4 hijos us uncoche del ministerio para llevar loschicos al colegio, en lugar de utili-zar el autobs, como los dems!

    En Pekn es recibido por MaoTse Tung (y en Corea por Kim IlSung), en momentos en que Chinatodava haca alardes de interna-cionalismo. El Che tendr las aga-llas suficientes para recordarle a loschinos que el arroz no deba tenerprecio de mercado, reclamando quellegue a Cuba por el simple valorde la solidaridad revolucio-naria.

    Despus de visitar AlemaniaOriental y Hungra, vuelve a Mos-c y suscribe con Nikita Kruschev(18) un acuerdo de amistad por el

    Gamal Abdel Nasser, lder del movimiento nacionalista egipcio que de-rroc al rey Faruk y asumi el poder luego de desplazar al general Nagip.Figura del movimiento rabe y del tercer mundo. Nacionaliz el canal deSuez y fund la Repblica Arabe Unida.

    Fundador de la repblica de Indonesia (1949). Dirigente burgus delmovimiento popular de Indonesia al que Mosc y el PC capitularon sacri-ficando la independencia del movimiento obrero y de masas que termina-ron finalmente siendo masacrados.

    Primer jefe comunista del gobierno surgido del movimiento guerrillero deresistencia al nazismo que unific las distintas nacionalidades del Estadoyugoeslavo.

    Jefe del gobierno de la URSS. Denunci los crmenes de Stalin en el XXConfreso del Partido Comunista, en 1956. Retir los misiles rusos esta-blecidos en Cuba cuando el imperialismo amenaz romper la coexisten-cia pacfica, creando una situacin de posible conflicto nuclear.

    NOTAS (15) - (16) - (17) - (18)

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    cual la URSS adquirir el azcarque deje de comprar EE.UU. Peroel viaje a la URSS le servir al in-ternacionalista cubano empeadoen construir y extender el socialis-mo, para descubrir que los llama-dos Estados Obreros (19) cami-naban en sentido contrario a susexpectativas. Tanto China como laURSS ayudaban a Cuba por ra-zones de competencia entre s, trasel objetivo de lograr zonas de in-fluencia, no para desarrollar la re-volucin socialista.

    Y cuando se produce la crisisde las bases rusas, en 1964 (20),el Che le dir a su profesor de idio-ma ruso, refirindose al retiro uni-lateral de territorio cubano de losmisiles soviticos:

    Nunca le perdonar aKruschev la forma en que resolvila crisis del Caribe.

    Y disparando por elevacincontra Mosc, aludir a la ayudade los chinos (para mostrar la dife-rencia), diciendo que:

    Nos dispensan una ayudaconsiderable, que no podemosdespreciar... Pedimos, por ejem-plo, armas a los Checos y se nega-ron. Los Chinos accedieron encuestin de das y ni siquiera noscobraron el pago declarando queno se venden armas a los amigos(Che,1964 - Archivos de Mosc)

    En la situacin de dependen-cia casi colonial en que Cuba eracolocada por el abrazo del osoruso, que la protega del acosoimperialista, el Che, Ministro deIndustria, debi enfrentarse a latarea de echar las bases materia-les para organizar la nueva econo-ma en la pequea Isla. El interna-cionalista indomable que predica-ba la extensin de la revolucinpara poder consolidarla en Cuba

    deba resignarse calladamente yaceptar las imposiciones del so-cialismo en un solo pas?

    Se haca evidente que esta im-posicin del poderoso aliado im-plicaba para Cuba condenarse almonocultivo, con el consiguienteatraso economico y social y nue-vos vnculos de dependencia pol-tica. Para el Che esta imposicinera inaceptable, porque para l, elsocialismo no era solamente laexpropiacin de la burguesa, sinola liberacin del ser humano de latirana de las necesidades materia-les. El ministro de industria plani-ficaba con criterio de internacio-nalista, pensando en el hombrenuevo, no en el funcionario de tur-no.

    Los afanes industrializadoresdel Che hicieron maravillas desdeel punto de vista de la educacin yla moral de una poblacin forma-da en los moldes pre-capitalistas,sin grandes concentracionesfabriles, sin divisin del trabajo, sindisciplina laboral, en suma, sinesos requisitos que el marxismohaba sealado como base de laeducacin del obrero moderno ypunto de arranque para construirla economa de la sociedad socia-lista.

    El Che enfrent con desventa-

    ja esa realidad de Cuba. Cuentanjocosamente algunos testigos, queun da no aguant ms la indisci-plina del pueblo cubano, y salt dela oficina del Ministerio de Indus-tria a la televisin para decirles asus trabajadores que...

    ...estaba muy bien que acu-dieran rpidamente al llamado delas sirenas de alarma para ocuparsu puesto de milicianos en defen-sa de la revolucin ante un ata-que de los gusanos... pero, por fa-vor, cuando acudan a ese llama-do, no dejen el tractor en marchaen medio de la calle.

    S. Sin duda el Che, muchoms an que los bolcheviques (21)en la Rusia de los zares, parti demuy atrs para comenzar a levan-tar la nueva economa. Debi sa-crificar tiempo y energas para com-batir todas las rmoras del pasadoque se sumaban a las concepcio-nes stalinistas. Tanto las unas comolas otras eran el punto de apoyo dela naciente burocracia que, con osin Escalante, se propona copar ycongelar la revolucin cubana.

    Sustituir importaciones en unpas que importaba hasta los cara-melos, significaba comenzar demuy abajo y abarcar mucho en

    Caracterizacin adoptada por el trotskismo y la IV Internacional en 1952para definir a los nuevos Estados de la rbita sovitica surgidos de laocupacin del Ejrcito Rojo o bien de la resistencia popular al nazismo.Hoy est en discusin la validez de esa caracterizacin, entre los propiostrotskistas.

    Fueron instaladas en Cuba por el gobierno de la URSS en el contexto dela guerra fra. Fidel acept esas bases, segn dijo despus, como unaimposicin para no perder la ayuda sovitica, aunque nunca fueron desu agrado.

    Fraccin mayoritaria del Partido Social Demcrata Ruso, formada en1902 a impulsos del grupo de Lenin, para enfrentar a la fraccinmenchevique (minora) formada por oportunistas, pequeo-burgue-ses, reformistas, etc.

    NOTAS (19) - (20) - (21)

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    poco tiempo. Se avanz en gradosumo en lo que respecta a alimen-tacin, vivienda, trabajo, salud yeducacin. Pero eso no era ni po-da ser el socialismo, sino solamen-te el punto de partida. Para ir msall haca falta mucho ms que,desgraciadamente, tampoco podaaportarlo el Che con su esfuerzopersonal, cortando caa en jorna-das extenuantes para emular y al-canzar la cuota de los 10 millonesde toneladas de caa, ni estudian-do economa con profesores espe-cializados. La cuestin no se resol-va apelando al voluntarismo den-tro de las estrechas fronteras na-cionales. Ya Trotsky lo haba sea-lado para el caso de la URSS, di-ciendo que el proyecto y la teoradel socialismo en un slo pasera una cobertura oportunista ycontrarrevolucionaria de la burocra-cia para proteger sus privilegios denuevos administradores bajo elstatu quo que se derivaba de lacoexistencia pacfica con el mun-do capitalista...

    El Che vena a comprender dra-mticamente que la construccindel socialismo requera la extensininternacional de la revolucin por-que slo en ese contexto era posi-ble una planificacin eficaz. Cubatena a casi todos los pases de laAmrica Central como campo pro-picio para extenderse, sin siquieracomprometerse exportando gue-rrilleros. Bastaba tan slo con te-ner una poltica orientadora y ejer-cer el liderazgo que de hecho y porderecho todos los revolucionariosy movimientos de masas le reco-nocan. Pero es justamente en estacuestin donde el aparato del PCy la propia metodologa foquistadel Che invalidaban esta perspec-tiva.

    El aislamiento significaba paraCuba la condena al monocultivo. Ypara el Che internacionalista, elcomienzo de un exilio disfrazado

    de misiones al exterior.Las expediciones militares al

    Congo, en Africa, y la instalacindel foco guerrillero en Bolivia,darn testimonio trgico de eseexilio.

    Mientras tanto, los problemaseconmicos de Cuba se agravabanhasta el extremo de la sobre-viven-cia. Cuando EE.UU. rompi rela-ciones y dio va libre a los golpistasgusanos, que prepararon la in-vasin desde Guatemala y Nicara-gua, el ministro de industria se vioante una contradiccin insuperable,cercado entre los herederos delpadrecito Stalin y el imperialis-mo agresor. Pese a todos los avan-ces que haba impulsado en la re-construccin de la economa, sesinti dominado por la impotencia,y sus deseos de no descansar has-ta ver destrudo el capitalismo enel mundo (como le haba escritoa su familia de Buenos Aires), tu-vieron que orientarse al sacrificiodesesperado de su propia vida. Ycon ella -desgraciadamente-, la deuna generacin de discpulos queemprendieron la lucha armada y elfoco guerrillero como el mtodo porexcelencia para hacer y extenderla revolucin.

    En abril de 1961, la fuerza in-vasora de mercenarios cubanos,adiestrados y financiados por elgobierno de Kennedy, intent des-embarcar en Baha de los Cochi-nos. El dirigente trotskista argenti-no, Angel Bengochea, el Vasco, -enviado por el grupo morenistaPalabra Obrera- se encontraba enesos momentos internado en unhospital cubano con sus costillasrotas, a causa de un accidentadoentrenamiento. En esta circunstan-cia el aparato comunista deEscalante encabe-zaba una cam-paa denunciando a los trotskistascomo contra-revolucionarios. ElChe dara en esta ocasin otramuestra de su integridad moral y

    poltica.Enterado del ataque mercena-

    rio, el Vasco Bengochea intentarsalir del hospital, pero los mdicosno lo dejaron. Por la noche,enyesado como estaba, se escapay rene a su equipo de trotskistasargentinos (Rey, Schiavello,Feldman, Prez, Negrn), presen-tndose con ellos en la primera l-nea de defensa. El hecho tendraresonancia y entre otras cosas ser-vira al Che para contrapesar de unamanera elptica, la presin que so-bre l mismo vena ejerciendo elaparato del Partido Comunista acausa de las opiniones que vertay las medidas que tomaba al fren-te del Ministerio, definidas por elloscomo de inspiracin trotskista.Ante el propio Fidel, pretextandohacer el balance de la defensa delterritorio, el Che dijo entonces:

    Si todos los trotskistas soncomo estos argentinos, yo tambinsoy trotskista

    El episodio est lleno de signi-ficacin, aunque ms no sea por-que fue proporcionado al autor en1963, por la propia madre del CheGuevara, Celia de La Serna, tratan-do de dar pruebas, con mucha cau-tela, de que el Vasco Bengochease encontraba en la Isla y gozabade buena salud. Era evidente queCelia conoca algo de la situacinconflictiva en que se encontrabanen Cuba todos los que eran de al-guna manera, sealados comotrotskistas por los funcionarios delgrupo Escalante, quien como sesabe fue defenestrado, despus,bajo la acusacin de copamientoadministrativo y burocratismo.

    La figura del Che adquiere di-mensiones continentales en Puntadel Este (1961-Agosto), enfrentan-do el plan de Kennedy (Alianza parael Progreso) que pretenda valersede la OEA (Organizacin de Esta-

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    dos Americanos) para atar a lospases americanos a las necesida-des imperialistas en todos los ries-gos militares suscitados durante laguerra fra. A pesar de su cong-nita cobarda e i