Chile 1973. Revolución y contrarrevolución (1985) Mike González

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    Las limitadas promesas de la Unidad Popular .......... 5Rumores de descontento .......................................... 8Divisiones en la coalicin ......................................... 9La insurreccin de la burguesa ................................ 13Un gobierno de generales......................................... 19Preparativos para la batalla ...................................... 21El desafo de los mineros ......................................... 23El doble poder y el inicio del fin .............................. 27El acto final .............................................................. 29

    El golpe .................................................................... 31Notas ........................................................................ 32

    Mike Gonzlez es miembro del

    Socialist Workers Party de GranBretaa, realiza tareas acadmicasen la Universidad de Galsgow, yescribe regularmente sobre temasvinculados a Amrica Latina.

    Aos atrs este trabajo fue tradu-cido del ingls al portugus porRui Polly. Ahora contamos con eltexto en castellano, gracias a la

    traduccin del portugus realiza-da por Carla Modernell y Alejan-dro Cardozo.

    La presente edicin, correspondea Mayo del 2001.

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    El da 27 de Octubre de 1972 los camioneros pararon sus vehculos, en un acto concientede hostilidad. No eran asalariados sino propietarios de camiones, algunos de ellos de gran-des flotas que transportaban mercaderas por las carreteras de este pas extenso y delgado.Era una huelga patronal.

    El tamao limitado de las redes ferroviarias nacionales, les daba a estas flotas de

    camiones un papel econmico crucial y una fuerza real,1 en caso de optar por utilizarla.En aquel mes de Octubre la decisin del gobierno de nacionalizar una pequea firmatransportadora del extremo sur del pas, en Aisen, proporcion el pretexto para la agita-cin. La decisin de la huelga fue anunciada por Len Vilarn, el lder de la organizacinde camioneros. El propio Vilarn, abogado, era un conocido poltico de extrema dere-cha.2 La huelga no era simplemente el producto de una pequea conspiracin. Era unmovimiento clave dentro de una estrategia en la cual los camioneros cumpliran el papelde fuerza de choque, para una clase decidida a reasumir el control sobre el Estado chile-

    no, el cual ella senta haber perdido.La huelga de Octubre inici una fase en aquella estrategia poltica y econmica. Losmeses anteriores haban presenciado un nivel creciente de movilizacin de la clase mediay algunas victorias polticas contra el gobierno. Durante Octubre los lderes de la oposi-cin de derecha haban juzgado que el tiempo era propicio para pasar a la ofensiva yderrumbar el gobierno.

    Cuando eso ocurri, los eventos tomaron una direccin inesperada, tanto para la bur-guesa chilena como para el gobierno de Salvador Allende. La victoria de Allende en laselecciones presidenciales de 1970, coloc toda la cadena de eventos en movimiento. Allende

    haba sido llevado al poder por las luchas de la clase trabajadora, a las cuales la burguesahaba sido incapaz de dar cualquier respuesta. Asumida oficialmente la Presidencia enDiciembre de 1970, Allende comenz una serie de medidas de reforma social y econmicabastante limitadas. En s mismas, las reformas slo eran ofensivas a los sectores ms estre-chamente ligados a la clase dominante.3

    Pero la burguesa chilena vea esas reformas como una amenaza poltica, no tantopor su contenido sino por causa del contexto en el cual estaban siendo implementadas.La eleccin de Allende haba sido el resultado de un crecimiento en la confianza polticade la clase trabajadora, y la victoria aument esa confianza y su fuerza. Durante los

    primeros nueve meses del nuevo gobierno, la direccin poltica de la burguesa estaba endesorden: su respuesta poltica se limitaba a bloquear acciones en los tribunales y el

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    parlamento, y a realizar actos de protesta y manifestaciones de descontento con el obje-tivo de reorganizar a su propia clase.

    Pero hacia el final de 1972, los lderes activos de la derecha como Vilarn juzgaronque el apoyo obrero de Allende estaba decayendo. Los sucesos econmicos del primerao, haban dado camino a una creciente crisis econmica que se manifestaba en la infla-cin, en la disminucin de la inversin y en la disminucin intencional de la produccin.4 El

    gobierno de Allende se encontraba en creciente conflictividad con los trabajadores y cam-pesinos que lo haban apoyado, a medida que con cada vez mayor desespero, procurabaasegurarle a la burguesa que estaba preparado a hacer concesiones sobre cualquier refor-ma a emprender. La situacin econmica se tornaba cada vez ms difcil y las estrategiasde defensa de la clase dominante bsicamente una disminucin sistemtica tanto en laproduccin como en la distribucin, junto con un rechazo a invertir, estaban ahora dandolugar a una tentativa ms slida de crear el caos econmico.

    La huelga de los camioneros era parte de este esfuerzo. Esto poda no haber sucedido,si la clase trabajadora estuviese dando un salto poltico hacia delante y estuviese tomando

    el control de las calles y de las fbricas. Por dos veces en menos de doce meses, las orga-nizaciones de la clase trabajadora tomaron la iniciativa poltica y derrotaron a la burguesamovilizada en confrontaciones directas. Y por dos veces los dirigentes polticos tradicio-nales de los trabajadores, que compartan el control del Estado con Salvador Allende,mostraron que ellos mismos tenan ms miedo de la fuerza y la organizacin de los traba-jadores chilenos, que de sus enemigos de clase.

    Los eventos ocurridos en Chile configuran una paradoja dramtica. La clase trabajado-ra ejerca su poder directamente en defensa de sus conquistas. En la medida en que esa

    defensa comenz a crecer, se transform en un desafo para el propio Estado burgus. Larespuesta de la direccin poltica tradicional del movimiento obrero, fue llamar a los mili-tares para restaurar el poder de aquel Estado. Este era el contexto en el cual una clasedominante aterrorizada, se movera para la decisin ms brbara y brutal de la lucha declases el golpe militar del 11 de Septiembre de 1973.

    En los aos posteriores al golpe, el ejemplo chileno fue usado en todo el mundotanto por los partidos comunistas como por la socialdemocracia, como una evidencia deque en las condiciones de aquel perodo, cualquier proceso de cambio deba estar condi-cionado a la aceptacin de la burguesa el compromiso histrico. De hecho, en ese

    tiempo, Chile fue usado para justificar la renuncia de esos partidos a la lucha para llevara la clase trabajadora al poder.5

    Entre tanto, la conclusin propuesta por esos partidos, implic falsificar y rescribir laexperiencia real de aquel dramtico perodo de lucha de clases.

    Las limitadas promesas de la Unidad PopularSalvador Allende haba llegado al poder como representante de una coalicin de seis

    partidos, llamada Unidad Popular (UP). Era su sexta aparicin como candidato de unamplio frente de este tipo. Los principales componentes de la UP eran el Partido Socialista,del cual Allende era miembro, y el Partido Comunista Chileno. Ambas organizaciones

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    podan con justicia reclamar la condicin de direccin poltica de la clase trabajadorachilena. La hegemona de esos partidos era el producto de una historia consistente deluchas proletarias, iniciada con las heroicas huelgas de los trabajadores de las minas desal en la primera dcada del siglo.

    El Partido Comunista Chileno fue fundado en 1920 por Luis Emilio Recabarren, unode los dos ms importantes organizadores revolucionarios de Amrica Latina. El Partido

    Socialista,6 creado en los inicios de los aos 1940, tambin reclamaba credenciales revolu-cionarias de hecho, todava en 1970, su carta de principios proclamaba su compromisocon el derrumbe armado del Estado capitalista. Pero ambos partidos haban demostradouna firme opcin en favor de alianzas electorales, formando amplias organizaciones frentistasen cada eleccin presidencial, de seis en seis aos. Pero sus races en la clase trabajadoraeran profundas, y fue eso lo que proporcion el 36% de los votos, conquistados porAllende en la eleccin de 1970.

    Una vez que Allende obviamente no consigui la mayora electoral, la victoria de laUnidad Popular fue frecuentemente atribuida a las divisiones al interior de la burguesa.7

    Ciertamente las organizaciones burguesas haban cado en disputas internas y elfraccionalismo despus del insuceso de la Revolucin en Libertad el programa de desa-rrollo y reforma controlada prometido por el gobierno demcrata-cristiano de EduardoFrei (1964-1970). Pero una explicacin basada en los problemas de la burguesa, ignora elpapel activo de la clase trabajadora.

    La incapacidad del gobierno de Frei para realizar las reformas prometidas, haba pues-to en marcha un movimiento obrero crecientemente combativo. En 1967, por ejemplo, larevocacin por el gobierno de la prohibicin de sindicatos rurales, coincidi con el pasaje

    de la legislacin de reforma agraria por el parlamento. Esa medida se haba enfrentado conla resistencia inflexible de la oligarqua de propietarios rurales, una clase que Frei no estabapreparado para confrontar, ni deseaba hacerlo.

    La reforma agraria, cuya intencin era crear una clase estable de pequeos agriculto-res, buscaba aliviar las tensiones rurales. El resultado fue totalmente el opuesto. Aque-llos que tuvieron esperanza de beneficiarse con la reforma de tierras, y que por esemotivo haban votado a la democracia cristiana, se sentan engaados. Los campesinossin tierra, a quienes nada haba sido prometido, ya haban comenzado una oleada deocupacin de tierras.

    Frei haba prometido crecimiento industrial, y esa promesa atraa a los desempleadosrurales a la ciudad. Multitudes de inmigrantes rurales se haban establecido anteriormenteen las reas obreras, ocupando y habitando lotes vacos, comenzando a organizarse y aluchar por su derecho a viviendas y servicios bsicos.8 Esas organizaciones ocuparan unlugar importante en los eventos de 1972-1973.

    Tanto los campesinos sin tierra como los inmigrantes sin techo, se situaban por fuerade las organizaciones tradicionales de la clase trabajadora y su direccin poltica. Esta-ban por lo tanto abiertos a la influencia poltica de un tercer sector radicalizado de aquelmomento el movimiento estudiantil. En 1968-1969 se haba desarrollado en Chile un

    gran movimiento por la reforma educativa, que culmin en una gran manifestacin enSantiago, capital del pas. Pero otras corrientes fluiran hacia ese movimiento. Una ge-

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    neracin de jvenes revolucionarios haba sido influida por la Revolucin Cubana de1959, y el romanticismo revolucionario simbolizado por el Che Guevara. En Chile esacorriente encontr expresin en la formacin durante 1965, del MIR el Movimiento deIzquierda Revolucionaria.

    Los experimentos reformistas de Frei haban intentado crear una alternativa no revolu-cionaria, pero su fracaso termin produciendo un segundo grupo de jvenes reformadores

    radicalizados: organizados en el MAPU el Movimiento de Accin Popular Unificadaparte de la izquierda cristiana.9 Su principal esfuerzo haba sido dirigido a la organizacindel programa de reforma de tierras. Cuando el gobierno de Frei pareci abandonar sucompromiso con ese programa, el MAPU adhiri a la UP.

    La crisis del gobierno de Frei no afect en nada a los sectores que no estaban organiza-dos anteriormente. Dentro del Partido Socialista, una divisin poltica de larga data seproyect en un debate sobre qu debera ocupar el lugar central en las actividades delpartido: si la organizacin sindical o la eleccin parlamentaria.10 Ese debate no resurgipor accidente, sino por la presin que determinaba el desarrollo del movimiento obrero.

    En 1968 la federacin sindical chilena, la CUT, haba llamado a una huelga nacional deprotesta contra los planes antihuelgusticos del gobierno de Frei. Los hechos ocurridosdurante la huelga aumentaron la combatividad de la clase trabajadora. En 1968-1969, lostrabajadores haban sufrido un aumento de precios de cerca del 50%, desempleo crecientey respuestas cada vez ms represivas por parte del gobierno. Las huelgas haban aumenta-do en nmero, pasando de 1.939 huelgas que movilizaron a unos 230.725 trabajadores en1969, a 5.995 huelgas que movilizaron a unos 316.280 trabajadores en 1970.

    Ese era en tanto el clima en 1970, cuando Allende gan la eleccin presidencial. El

    programa poltico de la UP intentaba conciliar los intereses conflictivos de las fuerzassociales que sustentaban la coalicin. En cualquier caso, Allende propuso realizar sola-mente aquellas reformas que pudiesen ser realizadas en base a la legislacin existente, yque pudiesen efectivizarse con la aprobacin del Congreso, dominado por la derecha. Esocoloc severos lmites sobre lo que era posible hacer en realidad, y efectivamente permitique la derecha determinase los ritmos del cambio. Dadas esas perspectivas claramenteelectoralistas, Allende no hara nada que le llevara a perder a los electores de clase media los tan alardeados sectores medios, que podran brindar una mayora parlamentaria.Paradojalmente l poda ganar esos votos, solamente en la medida en que el gobierno

    mostrase claramente su capacidad para frenar la actividad de la clase trabajadora.En el plano econmico, la UP pretendi completar el programa incompleto de Frei, decrecimiento y modernizacin por el aumento del consumo, a travs de un aumento salarialgeneral, reactivando de ese modo buena parte de la capacidad industrial ociosa de Chile.En la agricultura, Allende se encarg de llevar adelante la Ley de Reforma Agraria de1967, sin alterar nada, incluidas las reservas para generosas indemnizaciones a los propie-tarios, y dando garantas para que estos pudieran mantener para uso propio los 500 acresms ricos, y lo mejor de su maquinaria agrcola.

    El elemento central del paquete de la UP, entre tanto, era la nacionalizacin sin indem-

    nizacin de las minas de cobre, de propiedad norteamericana.11 Las compaas norteame-ricanas no haban invertido nada en varios aos, y la nacionalizacin por parte del gobierno

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    de Allende le permita controlar la principal industria de exportacin de Chile. Por otrolado, y al mismo tiempo que el programa de la UP abrazaba la nacionalizacin de losintereses industriales y financieros claves del pas, dejaba a la mayora de las empresas enmanos privadas.12 La UP esperaba pasar al sector estatal apenas 150 de las 3.500 firmasindustriales, representando estas ltimas el 40% de la produccin total, y as mismo esacifra fue reducida ms tarde.

    No haba nada de revolucionario en el programa de la UP, a pesar de que medio mundocrea que Chile haba elegido su primer presidente marxista. Su contenido difera pococon el programa de reformas de Frei, siguiendo un plan keynesiano ortodoxo para reactivarla economa. No contena ningn desafo a los dominios del capital privado. Por el contra-rio, dio a la burguesa industrial un conjunto de garantas y provey a los propietarios detierras con generosas indemnizaciones.

    La real diferencia entre la UP y Frei estaba en la relacin entre la UP y la clasetrabajadora. Su principal contribucin para la recuperacin capitalista chilena, era quepoda controlar a la clase trabajadora y exigir apoyo de los trabajadores para el progra-

    ma de crecimiento econmico.Pero esto no era suficiente para calmar las sospechas de la burguesa. Y como prueba

    final de su respeto por el Estado burgus y de su compromiso con su sobrevivencia, paraobtener el permiso de los partidos de derecha para asumir la Presidencia, Allende aceptun Estatuto de Garantas.13 Ese documento prometa que el gobierno de Allende respe-tara al Estado y sus estructuras, y dejara intactos todos aquellos instrumentos que laburguesa haba desarrollado para defender sus intereses de clase el sistema educativo, laIglesia, los medios de comunicacin y las fuerzas armadas. El Estatuto fue mantenido

    prcticamente en secreto, y nunca fue presentado a los seguidores de la UP. Su existenciatorna cnicas y oportunistas las afirmaciones hechas por algunos tericos del Partido Co-munista, de que la UP haba tomado parte del poder, a partir de donde se podra lanzarun asalto sobre las restantes instituciones del Estado. En realidad, el Estatuto era unapromesa de no realizar ninguna transformacin fundamental de la sociedad chilena.

    As mismo, la estrategia de la UP presuma una colaboracin entre el capital privado yel Estado para alcanzar el crecimiento econmico. Algunos bancos y compaas de segu-ros, al igual que las minas de cobre, seran nacionalizadas, pero el gobierno ofrecera unconjunto de subsidios estatales al capital privado. La meta a largo plazo, era una economa

    mixta de tres sectores estatal, privado y mixto.La estrategia de la UP implicaba claramente, una colaboracin paralela en el planopoltico. Cuando Allende hablaba de poder popular en su discurso de asuncin,14 lciertamente no estaba refirindose a cualquier iniciativa de la base o a una lucha por elpoder de los trabajadores. El Estatuto de Garantas y el permanente dilogo de Allendecon la burguesa, sumado a sus continuos llamamientos a la calma y autodisciplina de laclase trabajadora, dejaron la iniciativa poltica a la burguesa.

    Organizaciones como aquellas que fueron formadas con el apoyo del gobierno en losprimeros meses de 1971, eran esencialmente instrumentos para realizar o ganar apoyo

    para las medidas gubernamentales como es el caso de los Comits Locales de Provisiny Distribucin (JAPs) o los ncleos de la UP, sus comits. Obviamente existieron mu-

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    chas referencias de Allende al poder popular en sus primeros meses de gobierno, quesignificaban una aceptacin incuestionable de las decisiones de la direccin de la UP.

    Rumores de descontentoDurante su primer ao de gobierno, Allende permaneci con la credibilidad prctica-

    mente intacta. No obstante, tensiones no resueltas existan por debajo de la superficie.Pues su victoria electoral haba sido la respuesta a un nivel creciente de luchas, ella tambincobijaba la idea de que era posible obtener conquistas a travs de la lucha. Muchos secto-res de trabajadores y campesinos no vean razn para que la llegada de Allende al palaciopresidencial, llevase a una desmovilizacin. Las organizaciones de campesinos sin tierra,por ejemplo, confiadas en el compromiso de la UP con la reforma agraria, intensificaronsus ocupaciones de tierras. En Mayo de 1971, Allende llam a parar las ocupaciones detierras, y a esperar el proceso legal. El tambin convoc a la direccin del MIR, quegozaba de influencia sobre las organizaciones de campesinos y moradores de la periferia, y

    los reprendi por actuar fuera del marco legal.En ese momento Allende estaba deseando discutir esta cuestin, pero sus ataques y losde sus compaeros a estas y otras iniciativas independientes, se intensificaron a medida quefue pasando el primer ao. Las organizaciones obreras, por otro lado, generalmente exhibanmayor obediencia. Hubieron pocos enfrentamientos entre los trabajadores organizados y elgobierno, en la primera mitad de 1971. Eso fue porque por un lado, los partidos de la UPcontrolaban firmemente a los sindicatos, y por otro, los miembros de los sindicatos habansido los principales beneficiados de los aumentos salariales y de los nuevos empleos resultan-tes de la reactivacin econmica. En el primer ao, los salarios de los trabajadores manuales

    subieron cerca de un 38%, y los de los trabajadores no manuales, cerca de un 120%. Eldesempleo cay por debajo del 10% y el PBI creci cerca de un 8%.15

    La relativa tranquilidad de los primeros meses, era la calma que antecedera a la tor-menta. La burguesa estaba solamente cicatrizando sus heridas, esperando el momentoadecuado para un contraataque. Los industriales chilenos no haban dejado pasar en vano1971, puesto que ellos exportaban todo lo que les permita su capital, y no reinvertan nadaincluso, en muchos casos los subsidios gubernamentales eran los nicos fondos que en-traban en las fbricas.16 El creciente nivel de vida de los trabajadores acarre un aumentodramtico en las demandas de consumo, y la resultante escasez de productos se vio exa-

    cerbada por el sistemtico almacenamiento de bienes por parte de la clase media. La at-msfera de escasez e inseguridad proporcion a la burguesa las circunstancias para lanzarsu primer desafo a Allende.

    El momento fue escogido cuidadosamente. En Noviembre de 1971, Fidel Castro visitChile. En el segundo da de su visita l fue saludado por una manifestacin, la marcha delas ollas vacas. Organizada por los partidos de derecha, centenares de mujeres de clasemedia salieron a las calles mostrando ollas vacas, para simbolizar la escasez. La irona esque muchas de ellas llevaban consigo a sus empleadas probablemente para que las ayuda-ran a cargar las ollas, que pocas de estas seoras haban usado alguna vez.

    Pero por detrs de estas protestas por la escasez de bienes, haba otros propsitos demayor alcance: movilizar a la clase media, alertar a la burguesa a escala internacional

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    sobre las batallas que vendran, y expresar el escepticismo burgus en cuanto a la capaci-dad de la UP para contener a la clase trabajadora.

    Esto ltimo tena fundamento, puesto que a pesar de los llamados de la UP y de susataques poco velados contra huelguistas y ocupantes, Allende no haba sido capaz decontrolar internamente al movimiento obrero. Entre Enero y Diciembre de 1971, el nme-ro de huelgas lleg a 1.758 y hubieron 1.278 invasiones de tierra.17

    Los partidos burgueses respondieron con ataques al gobierno, buscando la cada delMinistro del Interior, Jos Toha, y bloqueando las medidas de nacionalizacin en el Parla-mento. Fuera del Parlamento, ellos se quejaban de las ocupaciones ilegales (que no loeran) resultado del trabajo de la ultraizquierda; las cuales eran tambin las acciones espon-tneas de grupos de campesinos, trabajadores y mineros.18

    Curiosamente Allende y sus enemigos, concordaban en el punto de que la mayor ame-naza al dilogo sobre el cual se basaba su estrategia era la accin independiente de lapropia clase trabajadora. El plan econmico de la UP para 1972, fue ampliamente discuti-do con los grupos de oposicin y con organizaciones de profesionales y tecncratas. Con

    todo, en ningn momento dicho plan fue discutido pblicamente o sometido a la aproba-cin de los sindicatos. Era poco sorprendente, por tanto, que los trabajadores respondie-sen al crecimiento del mercado negro, la escasez y el incremento de la inflacin, con lareactivacin de sus tradicionales organizaciones de lucha en particular los sindicatospara proteger los triunfos que haban conquistado.

    Divisiones en la coalicinAl comenzar el segundo ao de gobierno de la UP, la ofensiva de la derecha y la

    respuesta de los trabajadores a ella, provoc un nuevo debate. Puesto que la reaccin deAllende a estos acontecimientos fue la de atenuar los temores burgueses, eso cre ten-siones en las relaciones entre la UP y quienes la apoyaban, y provoc cuestionamientosprofundos sobre el llamado camino chileno al socialismo. Dos estrategias muy dife-rentes coexistan dentro de la UP, y estas demandaban una resolucin. Debera la UPapostar por los trabajadores en su lucha para defender su nivel de vida e impedir que laburguesa minase sus triunfos del ao anterior, o no? Y si se responda afirmativamente:qu estrategia poltica implicara tal apoyo?

    Esta fue la cuestin central que discutieron los representantes polticos de las organiza-

    ciones de la UP cuando se reunieron en conferencia en El Arrayn en Febrero de 1972, ynuevamente en la conferencia de El Curro en Junio del mismo ao. El debate sobre la estra-tegia futura de la UP estuvo centrado en la cuestin titulada como Consolidar o Avanzar.

    El ala derecha argumentaba sobre la necesidad de detener el proceso de reformas,consolidar lo que se haba ganado, y buscar un apoyo electoral ms amplio antes de irhacia delante. Efectivamente esto hipotecara el camino chileno al socialismo para lossectores de clase media, a quien la derecha dedicaba tanta atencin. El ala izquierdaabogaba por acelerar el ritmo de las reformas, profundizando el proceso de nacionaliza-cin y por ponerse al frente de las luchas. La clase trabajadora, argumentaban ellos,haba mostrado estar pronta para llevar la lucha adelante: sus dirigentes polticos osa-ran ponerse al frente de la clase?

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    Durante todo el debate ningn argumento de cualquiera de las organizaciones, propo-na actuar por fuera de la UP.19 La discusin siempre se daba entorno a qu debera hacerla UP, a partir de su posicin dentro del Estado.

    El Partido Comunista y la derecha del Partido Socialista en la direccin de Allen-de, argumentaban que el gobierno no debera ir adelante en la expansin del sectorestatal. Debera reafirmar su disposicin a negociar con la burguesa, demostrando en

    la prctica que poda controlar a la clase trabajadora. Y debera buscar un amplioconsenso para su poltica. Tal compromiso, se esperaba que llevara a la burguesa arespetar los triunfos ya adquiridos ahora que los hechos ya haban demostrado que loopuesto era verdadero.

    Los argumentos en contra vinieron del MAPU, de la izquierda cristiana y de la izquier-da del Partido Socialista con el apoyo del MIR, aunque esa organizacin no estuvierapresente en las discusiones. A la izquierda le urga la necesidad de extender el sector pbli-co, reafirmar el compromiso original de la UP de nacionalizar las 90 mayores firmas pordecisin gubernamental, ese nmero haba sido reducido a 43, y se enfrasc activamente

    en una lucha ideolgica para ganar nuevos apoyos.Los desacuerdos entre las alas izquierda y derecha eran ms cuantitativos, que cualita-

    tivos. Su radicalismo numrico nunca llev a cuestionar la relacin entre el Estado y elcapital privado, ni el control y la direccin de la economa como un todo. Toda la izquierdapareca concordar en que parte del poder haba sido conquistado, y nadie expres pre-ocupacin por las otras partes del poder que Allende haba garantizado a la burguesa.Con frecuencia, este tema estaba prendido con retricas confusas.

    El MAPU convocaba al gobierno a usar el aparato estatal con estilo de masas. Dif-

    cilmente esto poda constituir una poltica alternativa. La indecisin del MAPU ya habasido revelada en su propia conferencia nacional en Enero de 1972. Ella haba dado unapoyo vigoroso a un nuevo plan conjunto de la CUT-UP para la participacin en la indus-tria, lo que en realidad era un camino de nacionalizacin, y se haba juntado con el resto dela UP condenando el ultraizquierdismo del MIR. Su lealtad, al final: era con el alaizquierda o con el ala derecha?20

    Leyendo las discusiones y debates que ocurran en las conferencias de la UP, se cons-tata un creciente estado de irrealidad. Los buenos y conmovedores discursos ignoraban elhecho de que la futura direccin del proceso poltico chileno, estaba siendo determinada

    fuera del Congreso y bien lejos del Palacio de la Moneda. En Enero, antes de la conferen-cia en El Arrayn, Allende ya se haba rendido a las exigencias de que Jos Toha fuesedestituido, por haber insultado a las Fuerzas Armadas, y haba aceptado su renuncia.

    En Marzo, Kennecott una compaa norteamericana de cobre, cuya filial chilena ha-ba sido nacionalizada llam a un boicot mundial al cobre chileno, y el senador demcra-ta-cristiano Carlos Hamilton present al Congreso la primera de una serie de mocionesdestinadas a paralizar cualquier nacionalizacin futura. La respuesta de Allende a estehecho fue tan dbil, que en Abril se sinti obligado a realizar un movimiento conciliadorcon la izquierda de la UP, abriendo conversaciones formales con el MIR como un gesto

    para la izquierda en general aunque no demostraba ninguna intencin de solucionar susdiferencias estratgicas con esta organizacin.

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    El da 12 de Mayo lo que estaba por venir, fue claramente revelado en un incidenteocurrido en la gran ciudad industrial de Concepcin. Una organizacin estudiantil de dere-cha anunci su intencin de marchar sobre la ciudad. Una contramanifestacin fue convo-cada por un importante nmero de organizaciones de izquierda, incluido el MIR. El Alcal-de comunista decret la prohibicin general de cualquier manifestacin, y llam a la policaantimotines para reprimir las mismas. La violencia ocurrida dej un militante del MIR

    muerto. La respuesta del gobierno a travs de su portavoz comunista, Daniel Vergara, fuela de condenar toda violencia, fuera de derecha o de izquierda.21

    Tambin en Mayo, un congreso nacional de los trabajadores textiles, rechaz la simpleparticipacin de los trabajadores, y en vez de eso, exigi el control de la industria por partede los propios trabajadores. La respuesta a eso se dio en Junio, con el anuncio de un nuevogabinete de la UP que notablemente no inclua a Pedro Vuskovic, un independiente deizquierda cuya identificacin pblica con una poltica de avanzar las nacionalizaciones lohaban vuelto blanco favorito de la derecha.

    En el mismo mes, la conferencia de la UP sobre estrategia fue de nuevo realizada en El

    Curro, donde el ala derecha consigui asegurarse una victoria. Una de las razones paraesto fue que la izquierda no tena una alternativa clara para ofrecer, incluso con los socia-listas del ala izquierda intentando comenzar a discutir en El Curro, algunas de las deman-das por una Asamblea Popular o una Asamblea del Poder Popular que haban surgidodel congreso de los trabajadores textiles.22 Al mismo tiempo, la conferencia de la UP retomsus conversaciones con los demcrata-cristianos (ellas haban sido temporalmente suspen-didas un mes antes) y reafirm su compromiso en perseguir la paz social y el cumplimientode la ley. Lo que esto significaba en la prctica, fue entretanto dramticamente revelado en

    Melipilla, una ciudad prxima a Santiago durante el mes de Junio de 1972.All, varias de las haciendas tenan grandes superficies para ser expropiadas en base a laLey de Reforma Agraria, pero un juez local, Olate, haba colocado reiteradamente obst-culos legales en el camino de la redistribucin de la tierra, colaborando consistentementecon los propietarios locales. El da 22 de Junio, una manifestacin en el centro de la ciu-dad, termin con la prisin de 22 dirigentes de la organizacin de los trabajadores rurales.Una serie de manifestaciones de protesta ocurrieron enseguida. El da 30 todas las carrete-ras de acceso a la ciudad fueron bloqueadas. El da 12 de Julio una manifestacin de masasmarch hacia el centro el Santiago, exigiendo la liberacin de los 22 dirigentes, y demand

    la dimisin inmediata del juez Olate. El gobierno se neg a intervenir.23

    Los incidentes en Melipilla tenan un significado mucho ms profundo de lo que a prime-ra vista poda verse. En el curso de la protesta, los trabajadores del rea industrial vecina deCerrillos se sumaron a sus compaeros rurales en lucha. Cerrillos era centro de una serie dedisputas industriales no resueltas: al final de Junio, las fbricas textiles Perlak y Polycrom, lafbrica de aluminio Las Amricas y la avcola de Cerrillos, estaban todas en huelga.

    Los huelguistas ahora se juntaban con sus hermanos y hermanas de Melipilla. Un tra-bajador agrcola deca: No tenemos un peso para alimentar y mantener a nuestras fami-lias. Y ya nos estamos hartando de esta situacin y el periodista not que los trabajado-

    res rurales y urbanos con los cuales conversaba, concordaban en que el Parlamento norepresentaba sus intereses. Los manifestantes al mismo tiempo que expresaban su apoyo

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    a Allende, afirmaban que el Congreso y otras instituciones estatales, eran el principal obs-tculo para realizar el programa de la UP.

    La accin conjunta de los trabajadores agrcolas e industriales, abri nuevas y diferen-tes posibilidades. De la lucha conjunta emergi una nueva forma de organizacin, forjadaen el curso de las huelgas de Cerrillos, y que se autodenominaba Cordn Industrial. OtroCordn se desarroll en el rea de Vicua Mckenna. El Cordn de Cerrillos public una

    declaracin a comienzos de Julio. Sus demandas de control de la produccin por los traba-jadores y de substitucin del Parlamento por una Asamblea de Trabajadores, fueron mu-cho ms alentadoras que cualquier de las cosas discutidas abiertamente por los partidos deizquierda. Sin embargo, a pesar de todo lo dicho, el Cordn era descrito por la revistaChile Hoy como un comit para mantener la produccin e implementar decisiones guber-namentales en la economa. Su potencial como una base alternativa de organizacin socialy poltica, no haba pasado por la cabeza de nadie.24

    El Partido Comunista y el ala derecha del Partido Socialista, ordenaron a sus miem-bros que se apartasen de los cordones. Toda la accin, argumentaban, se debera coor-

    dinar a travs de la direccin sindical oficial, la CUT. Eso refleja la lneaconsolidacionista que haba triunfado en la conferencia de El Curro. Para el aladerecha no habran futuras incursiones contra el capital privado, ni tampoco ms desa-fos al Estado. Las concesiones a la burguesa, argumentaba Allende, aseguraran surespeto por los procedimientos constitucionales.

    Pareca que solamente los trabajadores se daban cuenta de que la lucha de clases notiene final y que el nico modo de defender lo que haba sido conquistado era intensificarla lucha. La alternativa era permitir que la burguesa luchase para reconquistar lo que haba

    perdido. Paradojalmente, el creciente apoyo popular a la UP, que se reflej tanto en losresultados de la eleccin suplementaria en Coquimbo durante Julio, y en las eleccionespara el ejecutivo de la CUT, expresaba la visin de los trabajadores. El ala derecha de la UPentre tanto, la interpretaba de modo diferente como si representase una aprobacin a laestrategia de colaboracin de clases.

    Las contradicciones de la situacin se estaban tornando crecientemente visibles, a me-dida en que sucesivos incidentes llevaban al gobierno a la confrontacin con sectores detrabajadores, campesinos, estudiantes, o habitantes de los barrios pobres. En Julio, miem-bros de un grupo de ultraizquierda que haban realizado un asalto, fueron apaleados y

    torturados por la polica de seguridad, a cuya cabeza estaba Manuel Contreras, sealadocomo parte del personal de Allende. En las reas mineras, el gobierno lidiaba con huelgassobre aspectos puntuales, invocando el Estado de Emergencia, con el efecto de que lasreas mineras fueron puestas bajo el control militar directo.

    El da 18 de Agosto, policas y militares atacaron el barrio pobre de Lo Hermida,en Santiago.26 Ellos buscaban intensivamente a un grupo guerrillero de ultraizquierda.De hecho, Lo Hermida era polticamente, una tierra de nadie para la UP. All como enotras reas de casitas pobres y rancheros, el MIR disfrutaba de una posicin poltica-mente dominante a travs de organizaciones de masas como el Movimiento Revolu-

    cionario de los Cantegriles [Nota de los Traductores: este ltimo trmino se traduceen forma diferente segn el pas, como villas miseria, chabolas o favelas, en cualquier

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    caso, barrios muy pobres de la ciudad. Lamentablemente, no contamos con el trminooriginal chileno].27

    La operacin policial se encontr con una resistencia de masas, que provoc el re-pliegue de las fuerzas policiales, que al da siguiente regresaron con 400 hombres arma-dos. El ataque que realizaron dej una persona muerta, otra fatalmente herida, 11 heri-dos y 160 detenidos. Allende se dirigi ms tarde a pedir disculpas por el ataque a los

    habitantes de Lo Hermida, pero lo cierto era que el gobierno haba usado el incidentepara atacar a la izquierda revolucionaria, alertar a todos aquellos que estuviesen comen-zando a actuar por fuera del orden constitucional, y reafirmar ante la burguesa la deci-sin del gobierno de garantizar la ley y el orden. Para la burguesa, los ataques como elde Lo Hermida eran escaramuzas iniciales, con las que se podra testear la fuerza y lacapacidad de los militares para actuar directamente.

    Para Allende la cuestin central era la autoridad poltica de la UP. La UP sin dudaposea la hegemona poltica del movimiento obrero, pero la lucha en s presentaba cues-tiones polticas que no podan ser respondidas en el marco del reformismo de la UP. Si

    las organizaciones obreras y campesinas fuesen desmovilizadas y desmanteladas porsituarse fuera del control de la UP, qu garantas podra dar el gobierno de que losderechos a las protestas y las manifestaciones no seran suprimidos por la polica oamenazados por grupos armados de derecha? Allende ira a desafiar a los dueos de lasfbricas y a parar los sabotajes que realizaban, si los propios trabajadores no lo pidiesen?Ira Allende al frente de los trabajadores en la lucha de clases, en caso de que se inten-sificase, o seguira cumpliendo el papel de rbitro?

    Fueron justamente esas cuestiones las que dominaron la Asamblea Popular realizada

    en Concepcin a finales del mes de Julio, cuando cerca de 3.000 delegados se reunieronpara discutir la coyuntura poltica.28 Estos delegados representaban un amplio conjunto deorganizaciones sindicales, populares y estudiantiles, as como tambin a organizaciones deizquierda. El nico ausente fue el Partido Comunista, que describi a la Asamblea deConcepcin de un modo que quedara marcado en el tiempo, como una maniobra reac-cionaria e imperialista, que usaba a elementos de ultraizquierda como escudos. El propioAllende en un comunicado del 31 de Julio, desarroll la misma idea:

    Por segunda vez en tres meses, Concepcin fue lugar para una accin divisionistacuyo efecto es minar la hegemona de la Unidad Popular sobre el movimiento. No hay

    mnima duda de que es un proceso que sirve a los enemigos de la causa revolucionaria.En el mismo discurso l defini con absoluta claridad que su compromiso con la demo-cracia burguesa y su oposicin al desarrollo de un poder dual que en otras situacioneshistricas surgi en oposicin a una estructura de poder reaccionaria, no tena ningunabase ni ningn apoyo social. El argumentaba que crear un poder dual en Chile era un actode marcada irresponsabilidad, porque el gobierno de Chile representaba los intereses dela clase trabajadora como un todo. Ningn revolucionario sensato, conclua, puede igno-rar el sistema institucional que gobierna nuestra sociedad, y que est bajo el gobierno de laUnidad Popular. Cualquiera que sugiera otra cosa, deber ser considerado un

    contrarrevolucionario.29

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    En el interior de la propia Asamblea hubieron desacuerdos, especialmente en lo tocantea la relacin con Allende. En cuanto al MAPU y la izquierda del PS, promovan que laAsamblea ejerciera presin organizada sobre el gobierno para llevar adelante su programa.El MIR llamaba a la elaboracin de un programa revolucionario, construido a partir de lasorganizaciones de lucha representadas en la Asamblea. No exista el reconocimiento deque el ritmo acelerado de la lucha y su generalizacin, exigan algo ms que un simple

    apoyo. La lgica de los eventos apuntaba a la cuestin del propio Estado: que interesesrepresentaba y defenda? Esta cuestin solo poda ser propuesta por una direccin revolu-cionaria, preparada para colocar el tema del poder en el orden del da.

    Los incidentes en Lo Hermida tomaron un nuevo y siniestro significado pocas semanasdespus, cuando una vez ms fue declarado el Estado de Emergencia, esta vez en laprovincia de Bio Bio, donde manifestantes se movilizaban para defender una emisora deradio en favor del gobierno, que estaba bajo el ataque de la derecha. Se haca claro queAllende estaba preparado para usar el Estado contra aquellos que lo apoyaban, y llamar alejrcito y la polica para restaurar la ley existente y el orden burgus.30

    A pesar de los intentos para detener el proceso, la lucha de clases estaba rpidamentesalindose del control de Allende y de la UP. La burguesa vea sus vacilaciones como unpunto a su favor, y organiz abiertamente una campaa de oposicin poltica y de sabotajeeconmico. Al final de Julio el padre Sasbun, de extrema derecha, comenz a lanzar atravs del Canal 9, un llamado a la accin militar contra Allende.

    Los lderes de la UP condenando la violencia y la guerra civil, reclamaron a la clasetrabajadora que dejase al gobierno responder los ataques de la derecha. Pero el gobiernoya haba demostrado que lejos de responder a esas amenazas, simplemente ceda ante ellas

    y depositaba su fe en policas y militares. As, al final de Septiembre, Allende anunci unaLey de Control de Armas, claramente dirigida contra las organizaciones de trabajadores, ydej al ejrcito con la tarea de desarmarlas. Ninguna de estas concesiones tuvo el efectoque Allende esperaba que tendran. Por el contrario, cada vez que la direccin de lostrabajadores declaraba su falta de voluntad de luchar, la burguesa adquira mayor confian-za y certeza de que la clase trabajadora no ofrecera respuesta a sus ataques.

    Haba cierta confianza en los crculos de poder de la clase dominante, cuando enSeptiembre los comerciantes de Chile lanzaron una huelga de protesta contra el control deprecios y la falta de productos. Esa confianza fue mayor cuando el 11 de Octubre, los

    propietarios de camiones anunciaron el comienzo de una huelga por tiempo indefinido.Ellos estaban por tener un duro choque no con Allende y sus aliados, que continuabannegando que ahora existiera una lucha fundamental por el poder, sino con la clase trabaja-dora que tom el control directo sobre la lucha y gener un conjunto de nuevas formas deorganizacin, que ofrecan una imagen de como la lucha por el poder de los trabajadoresdeba ser conducida y poda ser ganada.

    La insurreccin de la burguesaLa huelga de los propietarios de camiones haba sido bien planeada. Si bien ella conta-

    ba con la aprobacin del conjunto de la burguesa, la organizacin neofascista Patria y

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    Libertad era la que estaba ms directamente involucrada en su organizacin concreta.La huelga no era ni inesperada ni particularmente secreta. La huelga de los comercian-

    tes en Septiembre y la bien organizada resistencia de la derecha en el Congreso a cualquieriniciativa de la UP, ya haban dado claras seales de que estaban por dar un salto. Decualquier modo, los diarios de izquierda haban ofrecido informacin detallada sobre lahuelga, (su nombre en cdigo era Plan Septiembre) quince das antes de ser lanzada.31 Si

    todava quedase alguna duda, un mitin de la derecha el da 10 de Octubre, en Santiago, fuenotable por su atmsfera frentica y por las repetidas llamadas de todos los oradores afavor de una movilizacin de masas contra el gobierno. Uno de esos oradores era Vogel,un demcrata-cristiano, Vicepresidente de la CUT.

    Pero ni Allende ni la UP ofrecieron una respuesta. En los meses anteriores Allendehaba resuelto cada crisis potencial llamando al ejrcito para restaurar el orden. En estemomento, con la amenaza de los camioneros pareca que Allende estaba deliberadamenteignorando los preparativos de la derecha, haciendo de cuenta que nada estaba sucediendo.Pareca que su miedo a la actividad independiente de las masas, era mayor que su preocu-

    pacin por la oposicin de la derecha a su gobierno.Se esperaba que el impacto de la huelga fuese inmediato. La ausencia de transporte

    carretero poda interrumpir todos los abastecimientos de alimentos, artculos importantes,materias primas y especialmente la distribucin de alimentos para la clase trabajadora. Esms, la huelga no ocurra aislada. Los comerciantes expresaron su apoyo a la huelga cerran-do sus negocios, los industriales intentaron parar sus mquinas, incluso mediante el sabotaje.Las organizaciones de profesionales mdicos, abogados, dentistas y otras, votaron por laadhesin a la huelga y suspendieron toda actividad, aumentando la atmsfera de pnico. Esa

    era la estrategia de la derecha, usar su poder econmico, un poder que an estaba completa-mente intacto, para crear escasez y caos econmico. La suposicin era que el pnico forzaraa Allende a renunciar o, mejor an, posibilitara dejarlo en el poder para imponer las necesa-rias medidas de austeridad, separndolo as de las bases de la UP y finalmente provocarle unaestruendosa derrota en las elecciones al Congreso de Marzo de 1973.

    Si esa estrategia se frustr, fue enteramente gracias a la clase trabajadora. Para lostrabajadores la situacin era muy clara. El problema inmediato era mantener el sistema detransporte, mantener las fbricas abiertas y asegurarse el abastecimiento de alimentos y loimprescindible. Grupos de trabajadores salieron a las calles a primera hora de la maana.

    Cada forma de transporte disponible era requisada y conducida por voluntarios. En lasfbricas los comits de vigilancia fueron adiestrados para protegerse de los sabotajes y laproduccin fue mantenida. En los barrios obreros, largas y pacientes filas se formabandelante de los almacenes y supermercados, los propietarios eran persuadidos de abrirlos o,en caso contrario, los establecimientos eran abiertos y mantenidos por las propias personasdel local, que montaban guardia permanente.

    En Santiago, mas de 8.000 personas se presentaron como voluntarios para choferes. Encuanto a los cordones, varios enviaron grupos de personas para conducir los transportes.32

    La primera respuesta del gobierno fue caractersticamente confusa, agregando con-

    fusin entre los trabajadores. Allende abog por mantener la produccin, pero gir anegociar con los camioneros. Su eleccin del intermediario la organizacin de los

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    propietarios de mnibus municipales mostr ser menos que confiable. Ellos mismosse adhirieron a la huelga de los camioneros una semana despus. La lnea general de laUP era la de pedir disciplina, calma y obediencia al sindicato oficial y a las organiza-ciones polticas. Pero ni la CUT, ni la UP impartieron instrucciones especficas, y laaccin inicial de llamado a la movilizacin de masas en respuesta a la huelga, fueretirada dos das despus.

    Los problemas provocados por la huelga, entretanto, exigan una solucin inmediata.Era poco sorprendente que las respuestas ms severas y decisivas, viniesen de sectores detrabajadores que ya haban desarrollado acciones en conjunto. Las fbricas que se habanorganizado en los primeros cordones fueron capaces de organizarse mas rpidamente ytomar la iniciativa de organizar a otras. Elecmetal del Cordn de Vicua-Mckenna y lasfbricas Perlak, Pastas Luchetti y Cristaleras Chile, parte del Cordn de Cerrillos-Maip,tuvieron un fuerte papel de liderazgo. Sus demandas eran radicales y claramente definidas,evocando el programa avanzado en Junio: accin inmediata contra los patrones, incluyen-do nacionalizacin inmediata. Al mismo tiempo, otras estrategias desarrolladas por los

    capitalistas exigieron y encontraron una rpida y creativa respuesta.En la fbrica de vidrio Cristaleras Chile, por ejemplo, la gerencia congel la cuenta

    bancaria de la compaa. Los trabajadores respondieron desarrollando un sistema de dis-tribucin directa. Como un trabajador explic: ahora nosotros vendemos directamentepara las cooperativas y pequeos negocios, y ellos nos pagan con dinero, as nosotrospodemos pagar los salarios sin tener que usar los bancos.33

    En la fbrica de cemento El Meln, una huelga que recin haba comenzado fue inme-diatamente suspendida y los trabajadores retornaron a su trabajo. En la fbrica textil Perlak,

    para compensar la falta de leche del campo, los trabajadores organizaron una sopa alta-mente nutritiva para sus hijos. Los trabajadores de Polycron llevaron los tejidos para lasreas obreras y los vendan directamente. Materias primas y productos acabados comen-zaron a ser trocados entre las fbricas, pero tambin entre obreros y campesinos.

    Cuando la asociacin de mdicos anunci su apoyo a la huelga el da 17 de Octubre, uncomit conjunto de los trabajadores de un hospital, fue formado para mantener al mismofuncionando. Un dirigente sindical explicaba: A pesar de la huelga ordenada directamentepor la derecha, las 600 mil personas por las cuales este hospital es responsable, vern quenosotros podemos ofrecer servicios mejores y ms eficientes, trabajando junto a los comi-

    ts de salud locales, que incluyen a personas de los distritos obreros.34

    La reunin del sindicato de periodistas, en aqul mismo da, fue dedicada a una denun-cia sobre el papel de la prensa burguesa y a convocar nuevas acciones contra los medios decomunicacin en manos de la derecha. El periodista Jaime Muoz critic el Estatuto deGarantas aprobado por Allende en 1970, que prometa respetar la propiedad existentesobre los medios de comunicacin masivos.35 El antagonismo entre el papel de los mediosde comunicacin en manos de la derecha, y la respuesta de los trabajadores de dos peri-dicos, La Maana de Talca y Sur de Concepcin, que haban ocupado y tomado lasrespectivas oficinas porque sus peridicos estaban constantemente atacando el movimien-

    to obrero, era claro. El nico Estatuto de Garantas que nosotros reconocemos, argu-ment, es el que nos demos los trabajadores.36

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    Haba existido un acuerdo tcito entre las organizaciones de izquierda para no mencio-nar el Estatuto. Esa fue una de las primeras referencias pblicas de aquel crucial y embara-zoso documento. Los acontecimientos de Octubre y la entrega de los dos peridicos ex-propiados se torn una cuestin clave en el debate de la izquierda.

    Haba una razn adicional para el rpido crecimiento de las organizaciones autno-mas, denominadas de autodefensa. Si bien la mayora de la burguesa se contentaba

    con usar su poder econmico, la extrema derecha dirigida por Patria y Libertad, organi-zaba sus propios grupos terroristas para trabar batalla en las calles.37 Esas bandas forma-das por jvenes de las familias ms ricas, lanzaron una serie de ataques fsicos directos.El da 12 de Octubre dirigentes de los partidos Socialista y Comunista de Punta Arenas,en el extremo sur de Chile, fueron atacados. El da 13 la lnea ferroviaria para Arica,3.200 Kms. al norte, fue bloqueada. El mismo da, individuos en sus vehculos fueronatacados en las grandes ciudades de Valparaso, Concepcin y Via del Mar. El padrnde asaltos directos continu en los das venideros.

    En las fbricas los trabajadores resistan las tentativas de sabotaje de los patrones y

    tomaban el control directo de la produccin. En la fbrica textil Sumar de Santiago, porejemplo, los propietarios intentaron sacar parte de la maquinaria, pero fueron paradospor los trabajadores y expulsados de la fbrica. Para los comits obreros no poda habercualquier negociacin al final de cuentas, el propio gobierno haba hecho de la manu-tencin de la produccin una prioridad absoluta. Una joven mujer obrera de 22 aos, enFabrillana, coloc la cuestin en trminos muy claros:

    Yo pienso que el camarada Allende ha sido muy suave. El dice que es porque quiereevitar la violencia, pero yo pienso que debemos responder con ms fuerza, atemorizarlos a

    muerte. Estn intentando voltear lo que conquistamos.

    38

    Los trabajadores de Alusa, una fbrica de embalajes, repetan a coro:La administracin hizo un llamado a los trabajadores administrativos y ellos pararon

    de trabajar. Pero nosotros no podamos permitirnos ser parte de esas maniobras. Los pa-trones no pueden venir a decirnos lo que debemos hacer... As que abrimos los depsitos,sacamos las materias primas y simplemente continuamos produciendo la produccin aquno par en ningn momento. Y no vamos a parar ahora ni nunca. Nosotros vemos a lagente trabajando con verdadera alegra. Yo pienso que en pocos das nos hemos dadocuenta que lo que estamos defendiendo, es algo mucho mayor que un plato de comida.39

    Nadie estaba inmune a la posibilidad de un ataque. Los trabajadores de la cadena de zapa-teras Bata, por ejemplo, formaron comits de autodefensa en cada una de las 113 sucursales:Nosotros formamos comits de autodefensa en cada local para repeler los ataques. Ya

    tuvimos que afrontar algunos ataques, particularmente en locales de barrios de clase mediay alta. Pero nosotros no cerramos ni por un da siquiera. Estamos contra esta huelga, ycuando llegue el momento decisivo no vamos a ceder ante nadie. Basta!.40

    Un trabajador de la fbrica de concreto Ready-Mix, resumi la experiencia:Tenemos que agradecer a los fascistas, por mostrarnos que no se puede hacer una

    revolucin jugando. Cuando aparece un problema, nosotros los trabajadores tenemos que

    estar en la primera lnea. Hemos aprendido ms en stos pocos das que en los dos aosanteriores.41

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    Semejantes conclusiones fueron sacadas en otros lugares, particularmente en losdistritos obreros donde luchas anteriores por el transporte y la vivienda, entre otrascosas, haban gestado organizaciones que cumplan un papel pleno y vital en las luchasobreras de Octubre.

    Los JAPs, comits de distribucin formados originalmente por el gobierno, se trans-formaron en ncleos de un conjunto de organizaciones locales y comunitarias comits

    barriales, grupos de madres, organizaciones de sin techo asumiendo la tarea de resis-tencia en las comunidades.42 Lo mas importante de todo, fue que Octubre dio a esasorganizaciones comunitarias un contacto directo con los trabajadores, dndole realidada su accionar en conjunto. El Cordn se transform, como haba prometido transfor-marse, en un centro organizador para una serie de luchas, coordinndolas y proporcio-nndoles una direccin obrera.

    Es cierto que si los trabajadores no hubiesen combatido inmediatamente a la burgue-sa, esta hubiera tenido xito en su campaa, la economa hubiera sido paralizada, yAllende hubiera estado obligado a ceder a las demandas de los patrones presentadas en

    el Pliego de Chile, el cual contena una lista de sus reivindicaciones. Por el contrario,los trabajadores confiscaron el transporte y mantuvieron la economa en funcionamien-to. Los ataques fsicos de Patria y Libertad se enfrentaban con la resistencia organizadade los trabajadores, se dieron dos comits de autodefensa barriales y dos comits devigilancia organizada en las fbricas.

    Estas fueron una excelente ilustracin de los cambios que haban ocurrido en el curso dela lucha, pues si bien surgieron como comits para supervisar la produccin, su funcincambi durante la huelga de los patrones, transformndose en rganos de control obrero

    sobre las fbricas. Tambin los JAPs se transformaron, pasando de comits establecidos paracontrolar la produccin a organizaciones combativas de base, comprando y distribuyendoabastecimientos, manteniendo abiertos los comercios y supermercados, defendindolos delos asaltos de la derecha y colectivizando algunas funciones domsticas en los barrios pobres,particularmente la alimentacin de los nios en comedores colectivos, con una olla comn.

    No hay duda de que en los acontecimientos de Octubre, los trabajadores no llegaron aextraer las conclusiones polticas adecuadas a su experiencia concreta. La generalizacinde ideas a partir de circunstancias especficas no ocurre espontneamente. Exige la inter-vencin consciente de socialistas revolucionarios que puedan proporcionar un esbozo, una

    comprensin de las luchas desarrolladas por la clase trabajadora. Y hay que decirlo, enChile las numerosas organizaciones polticas impidieron el aprendizaje poltico. Pero igual,la experiencia de Octubre haba dado a la clase trabajadora todo un nuevo panorama de supotencial colectivo, y eso colocaba en serios problemas a Allende y a la UP.

    El llamado inicial de la UP para que la clase trabajadora actuase en defensa del gobier-no, parta de la suposicin de que las organizaciones obreras permaneceran leales a lasdirecciones oficiales, a la CUT y a la propia UP.43 Pero la clase trabajadora termin portomar una accin independiente para defender al gobierno, sin esperar instrucciones. Enesas circunstancias los trabajadores pudieron fcilmente llegar a la conclusin de que era

    necesaria una accin revolucionaria para resolver la crisis en Chile nadie estaba masconsciente de eso que el propio Allende.

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    Despus del 11 de Octubre Allende estuvo indeciso y vacil. Pero hubo pocas dudassobre cual camino tomara. El haba dicho frecuentemente: La UP se juega su futuropoltico en la capacidad de manejar la capacidad de la clase trabajadora, y desarrollar suprograma en colaboracin con la mayora de la burguesa.44

    Pero Allende y sus colegas de direccin poltica de la UP, parecan no haberse dadocuenta de que en Octubre una frontera histrica haba sido cruzada y que la burguesa

    haca mucho tiempo haba perdido el inters en colaborar. En cierto sentido, el gobierno deAllende se transform en espectador, dentro de la arena de la lucha de clases, intentado envano reimponerse sobre los acontecimientos a partir del punto privilegiado del Estado.

    Octubre de 1972 ofreci la evidencia ms excitante y dramtica de las posibilidadesdel poder de los trabajadores. La clase trabajadora no solo super las vacilaciones de sudireccin al actuar independientemente. En la realidad cotidiana de la lucha contra loscamioneros y sus colaboradores, viejas divisiones fueron superadas por un liderazgoque no estaba paralizado por compromisos polticos, o por alguna lealtad en relacin alos dirigentes sindicales. Eso reflejaba en parte, la llegada a un nuevo estadio poltico de

    actores hasta entonces excluidos de los sindicatos y otras organizaciones. Trabajadoresmenos afectados por la disciplina partidaria y sindical. Muchas de las pequeas fbricaspermanecan fuera del mbito de influencia de la CUT, porque por ejemplo tenan menosde 25 trabajadores. Lo que los cordones representaban era una alianza ente los trabaja-dores organizados y no organizados, la poblacin de los barrios pobres, los trabajadoresagrcolas y algunas organizaciones estudiantiles.

    Su carcter poltico era menos definido. La CUT afirmaba que los cordones eransimplemente sus organizaciones de base con otro nombre.45 Pero la dificultad de la CUT

    para imponer cualquier tipo de disciplina sobre los cordones, sumado a los frecuentesataques a los lderes de estos cordones, mostraba que la relacin CUT-cordones no erala que la CUT afirmaba. El MAPU con su caracterstica ambigedad, describa a loscordones como comits patriticos.46 El Partido Socialista como siempre, intent re-conciliar dos tradiciones polticas conflictivas, describiendo a los cordones como es-cuelas activas de masas para discutir problemas, ejercer la crtica constructiva, planearsoluciones y coordinar iniciativas.47

    En cuanto al MIR, ste ciertamente disfrutaba de considerable influencia sobre lossectores ms pobres de la poblacin, a travs de varias organizaciones con carcter frentista.

    Pero al mismo tiempo que el MIR era el mayor crtico de los intentos de la UP de contenery manipular a los cordones y otras organizaciones de base, y que usaba una oratoria revo-lucionaria, no tena ninguna estrategia para ofrecer. Al final el MIR comparta con todas lasdems organizaciones de izquierda, un anlisis fundamentalmente dbil: todas reconocanla incapacidad de la UP para dirigir el contraataque de las masas contra los patrones, perode ah sacaban la conclusin de que deba reformularse la UP a la luz de sus crticas y asella podra estar mejor preparada para dirigir la lucha en el prximo round.

    Ningn grupo de izquierda vio las posturas contradictorias de la UP durante los even-tos de Octubre, por lo que ellas eran realmente: la fiel expresin de su perspectiva poltica.

    Como resultado, la izquierda seguira desorientada durante el nuevo y chocante desarrollode los acontecimientos.

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    Con una huelga del transporte areo iniciada el da 31 de Octubre y con la negativa delos transportistas a poner fin a su accin, al da siguiente Allende decidi convocar a variosgenerales a su gabinete. Al mismo tiempo decret un Estado de Emergencia Nacional depositando efectivamente el gobierno de Chile en manos de los militares, durante el pe-rodo que durara la emergencia.

    La lucha por derrotar la huelga de los patrones trajo a la clase trabajadora a la arena

    poltica como un actor independiente, y por muchas semanas la prctica cotidiana deautogobierno de los trabajadores se desarroll de un modo ms y ms firme. Lo que estabadetrs de la decisin de Allende de recurrir a los militares, no hay sombra de duda, era quela UP estaba intentando sustituir por la fuerza la iniciativa histrica de la clase trabajadora,bajo la excusa de frenar a la burguesa.

    Posteriormente se intent justificar la decisin de Allende, describiendo la situacinde Chile a principios de Noviembre como un estado de casi caos, de quiebre de la leyy el orden.48 La verdad no era que se estuviera quebrando el orden, lo que estabaocurriendo era la profunda crisis de una clase. A medida que nuevas formas de organiza-

    cin y actividad se desarrollaban entre los trabajadores, cada vez ms las organizacionestradicionales se volvan incapaces de contenerlas dentro de los lmites de la negociacinpreestablecida entre el capital y el trabajo.

    Infelizmente esto no significaba que la clase trabajadora se estuviera preparando paratomar el poder con una perspectiva revolucionaria. Pues aquellos que se considerabansocialistas revolucionarios, se encontraban en una completa confusin terica y poltica.Ellos no tenan una posicin coherente acerca de ninguno de los problemas urgentes. Elproblema de la organizacin partidaria, el papel y la naturaleza de las fuerzas armadas, o si

    sera correcto romper con la UP (en realidad esa ltima opcin no era siquiera consideradaen este perodo). Ellos no estaban, por lo tanto, en condiciones de ofrecer una direccinconsistente. Cuando la CUT, en respaldo de Allende convoc a apoyar a las fuerzas arma-das en la restauracin del orden, ninguna voz organizada se levant en oposicin.49 En esemomento crtico, la izquierda chilena se mostr confusa e incapaz.

    La exigencia de la intervencin militar vino de un congresista demcrata-cristiano,Rafael Moreno, pero ya haba aparecido antes una lista de exigencias adelanta por la dere-cha, en el inicio de la huelga patronal. El anuncio de Allende de un nuevo gabinete conjun-to (UP-militares), el da 3 de Noviembre, fue seguido de un mensaje a los trabajadores

    agradecindoles por actuar en apoyo al gobierno, y pidindoles que volviesen a sus traba-jos y devolvieran las fbricas a sus propietarios.Una vez que los camioneros volvieron a su trabajo y las fuerzas armadas entraron al

    gobierno, era obvio que la principal tarea del ejrcito iba a ser controlar el retorno de lostrabajadores a las fbricas. Prats, el Comandante del Ejrcito determin su posicin con unestudiado tono neutro:

    En cuanto existe un Estado propiamente constituido, las fuerzas armadas estnobligadas a respetarlo... Obviamente las fuerzas armadas son un instrumento legtimoque est a disposicin del Presidente, para ser usado contra cualquiera que amenace el

    orden pblico.50

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    La naturaleza de la amenaza se volvera ms clara todava, cuando comenzara el Esta-do de Emergencia. El rgido toque de queda fue empleado para controlar el movimiento delos trabajadores y los amplios poderes concedidos a los militares fueron invocados paradevolver los dos peridicos ocupados en Talca y Concepcin, a sus propietarios origina-les. Los lderes de los comits de autodefensa de Bata, fueron encarcelados por ms de unmes. El da 13 de Noviembre el Ministro de Economa anunci que las 28 fbricas ocupa-

    das por los trabajadores, seran devueltas a sus propietarios. Tal vez el sistema de distribu-cin haya sido el sector que ms se distanci del control estatal, y es por esa razn que fueel rea sometida a control militar ms directo. El General de la Fuerza Area, Bachelet, fueencargado del DRINCO, agencia estatal de distribucin.

    El nuevo gabinete inclua, de un lado dos generales, tres ministros de la UP dos delPartido Comunista (Millas en el Ministerio de Obras, y Figueroa, dirigente de la CUT,como Ministro de Trabajo) y uno del MAPU (Flores, en el Ministerio de Economa).

    Desde que el Estado de Emergencia haba dado el control real a los militares, el papel deesos ministros no era el de defender supuestas posiciones en el gabinete, al contrario de eso

    defendieron a los militares frente a los trabajadores. Figueroa, por ejemplo, discuti vigoro-samente con los obreros de Arica, para que fuese permitido a los funcionarios administrati-vos que haban apoyado la huelga patronal, el retorno al trabajo y el recibo del salariontegro, referente al perodo de la huelga, presumiblemente como gesto de conciliacin.

    Un trabajador de Ex-Sumar, una de las fbricas mas militantes de Santiago, resumila nueva situacin:

    Pienso que las concesiones significan que este nuevo gobierno se movi hacia laderecha. Tenan otra alternativa posible: buscar el apoyo de las masas e implantar el pro-

    grama defendido inicialmente. Pero l nunca quiso realmente implementarlo. As las masasfueron dejadas al margen de las cosas y cuando ellas quisieron confrontar los problemas,fueron brutalmente reprimidas. La derecha debe estar celebrando ahora puedes percibirque estn llenos de gozo, solamente escuchando sus audiciones de radio.51

    Un gobierno con generalesEl gabinete de los ministros de la UP y de los generales, con todo, no controlaba

    absolutamente la situacin. La misma despus de Noviembre permaneca confusa, y laconfianza que ganaron los trabajadores no era tan fcil de ser minada.

    Figueroa, por ejemplo, lleg a la conclusin de que su doble autoridad como diri-gente de la CUT y como Ministro de Trabajo- no era tan compatible como haba sidoantes. Los trabajadores de Arica no fueron convencidos por sus argumentos, y al da 24de Noviembre an se negaban a trabajar con los funcionarios que haban apoyado lahuelga patronal. Cuando Figueroa intento persuadir a los trabajadores que aceptaran laorden, ellos reocuparon la fbrica y se negaron a salir. Al final la polica fue movilizadapara despejarlos.

    La misma experiencia se repiti en otros lugares, con los trabajadores negndose a entre-gar lo que haban conquistado en Octubre, afirmando que tales concesiones simplementedestruiran todo lo que haba sido obtenido, entregando en bandeja la victoria a la burguesa.

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    Las acciones espontneas y desorganizadas de resistencia de los trabajadores, entretanto,nunca fueron objeto de alguna iniciativa de coordinacin o desarrollo. El liderazgo polticode la izquierda, por ejemplo, no brind ninguna directriz. Lo extraordinario es que ningunavoz siquiera se levanto contra la presencia de los militares en el gabinete. El MAPU, porejemplo, describi al nuevo gabinete como el gobierno y el pueblo actuando como unosolo52, al mismo tiempo que se haca un llamado a profundizar el poder popular.

    El Partido Comunista y el gobierno alzaron una sola voz en alabanza de la labor patri-tica de las fuerzas armadas, describiendo al nuevo gabinete como un indicio de que consi-guiendo el apoyo del ejrcito, se apartara a la burguesa:

    la presencia de las fuerzas armadas junto a los dirigentes de la CUT, fortalece algobierno y finalmente le permitir sentenciar a muerte la huelga que los trabajadores yarechazaron tan vigorosamente.53

    Ms sorprendente fue el artculo de Manuel Cabieses en Punto Final, del MIR, en elcual argumentaba que:

    las fuerzas armadas tienen un papel patritico y democrtico a cumplir en conjunto

    con el pueblo, apoyando a los trabajadores en su lucha contra la explotacin Eso es loque debe ocurrir y eso es lo que la clase trabajadora espera cuando ve las fuerzas armadascomo parte del gobierno.54

    Jams ejrcito profesional alguno ayud a ningn trabajador en su lucha contra laexplotacin, o en otras palabras, a derribar el Estado burgus del cual es pilar central. Elautor de las lneas citadas mostraba en el mejor de los casos, una sorprendente ingenuidad.Pero al mismo tiempo el MIR defenda la continuidad de los cordones.

    Lo ms claro en las declaraciones y los anlisis de la izquierda, era la confusin y la

    vacilacin. Haba una asombrosa falta de claridad sobre como responder a la determina-cin de la UP de desmantelar las organizaciones de masas surgidas en Octubre. Al mis-mo tiempo las declaraciones ms militantes como los discursos de Altamirano, Secreta-rio del Partido Socialista, se dirigan al gobierno, exigindole que cambiase su carcterpoltico, esto es, que se volviese revolucionario y abandonara el reformismo. En vez demostrar los lmites del reformismo y abrir los ojos de aquellos miles de trabajadores quean tenan ilusiones en Allende, la retrica de Altamirano sugera que la UP todavapoda volverse revolucionaria.

    Theotonio dos Santos, un colaborador regular de Chile Hoy afirm: Si quieren

    conservar las conquistas adquiridas, el gobierno y los trabajadores debern profundizar-las y extenderlas, usando los mecanismos existentes y profundizando en las races delpoder popular.55 Incluso entre las voces ms radicales, ninguna estaba pronta para decirque el desarrollo poltico del movimiento obrero despus de Octubre, exiga el rompi-miento con la direccin tradicional de la UP, que la UP se haba tornado en un obstculopara el desarrollo cualitativo de la lucha de clases, y que el nico camino para asegurarlo que se haba conquistado era seguir avanzando. Solamente una organizacin, la me-nor de todas la Izquierda Cristiana lleg a dar algunos pasos en esa direccin, negn-dose a entrar en el gabinete y afirmando que:

    los avances en conciencia de los trabajadores no parecen haber llegado a sus lderespolticos. La base es mucho ms rica de lo que lo es su direccin. La CUT y los cordones

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    son mucho mas efectivos en sus respectivos niveles, que la UP a nivel poltico si el podersocial (de apoyo a la UP) fuese organizado de un modo coordinado en las fbricas y en loregional en rganos de autodefensa, la situacin avanzara y no podra ser contenida.56

    Con todo, la propia clase trabajadora estaba exigiendo otro anlisis de la situacin. Elda 13 de Noviembre 100 delegados de los cordones de Santiago, se reunieron en la fbricaCristaleras Chile, para coordinar la resistencia a la devolucin de las fbricas a sus anti-

    guos propietarios. Esa iniciativa no encontr eco dentro de la izquierda. Como el Presi-dente del Cordn de OHiggins, uno de los dos mas avanzados cordones, afirm:

    La maquinaria de izquierda simplemente nos ignora por eso los cordones tienenque cumplir la funcin de ayudarse a conocerse mejor unos a otros, a entender las luchasparticulares y a alcanzar conciencia de nuestro poder.57

    Los eventos de Octubre de 1972 trajeron muchos nuevos grupos de trabajadores a lalucha, muchos de ellos sin experiencias anteriores de organizacin. Tambin ellos pusie-ron sobre el tapete nuevas formas de organizacin independientes. La experiencia de loscordones se torn el tema central de los debates polticos, cuando el ao 1972 llegaba a

    su fin. Pero ninguno extrajo las conclusiones apropiadas.Obviamente la toma del poder por la clase trabajadora en Noviembre era imposible.

    Muchos de los trabajadores estaban desmovilizados y otros estaban desmoralizados yconfundidos. El Estado de Emergencia dificultaba hasta las reuniones, y los generalesestaban en el poder. Pero igualmente obvio, era que si bien la situacin no haba sidoresuelta a favor de los trabajadores, tampcoo lo haba sido en favor de los capitalistas.Haba un clima de expectativa en todos los lugares, y en ambos lados se estaban discu-tiendo abiertamente las estrategias futuras.58

    En tal ambiente la tarea inmediata de los socialistas revolucionarios no era la deorganizar la toma del poder, pero s un debate paciente de poltica y de principios, dentroel movimiento obrero, con aquellos que haban dirigido las luchas en la prctica,59 juntoal trabajo de organizacin poltica y un involucramiento en las luchas cotidianas, endonde la clase trabajadora las estaba dando. Pero nada de eso ocurri. Hubieron debatesinterminables, muchos de los cuales fueron muy interesantes, pero nunca tocaron lacuestin clave: el carcter poltico de la UP.

    La primera oportunidad para todas las organizaciones de izquierda de discutir la expe-riencia de Octubre de 1972, vino con un debate pblico organizado en Santiago por una

    organizacin catlica denominada Cristianos por el Socialismo.60

    La representante co-munista Mireya Barta se retir luego que el debate haba comenzado, acusando a laultraizquierda de ser el principal enemigo. En respuesta, Miguel Enrquez, Secretario Ge-neral del MIR, describi el perodo como prerrevolucionario y llam a la creacin degrmenes de poder popular. La cuestin principal, argumentaba (correctamente) era lade conquistar el control obrero. Pero en los debates y las discusiones que siguieron,ningn representante del MIR dej claro como esto sera realizado u organizado.

    Preparativos para la batallaLa UP continuaba teniendo un peso poltico considerable, pero estaba lejos de ser la

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    autoridad incuestionable de antes. Sus mejores esfuerzos no fueron suficientes para extir-par las nuevas organizaciones obreras. La verdad es que fueron las acciones del gobiernode la UP las que precipitaron el resurgimiento de estas al comienzo de 1973.

    El debate despus de la huelga de los patrones provoc una discusin en el MAPU,entre el ala izquierda que mantuvo el nombre del partido, y el ala pro-Allende que adop-t el nombre MAPUOC (MAPU obrero y campesino) dirigido por Jaime Gazmuri. En

    Enero de 1973, el Ministro de Economa Fernando Flores, del MAPU, desafi la polti-ca gubernamental y defendi un congelamiento de precios, el control riguroso de laespeculacin y garantizar una canasta bsica a un precio mnimo. Sus propuestas tuvie-ron resonancia inmediata entre la poblacin.

    El da 15 de Enero, del barrio pobre de Lo Hermida, 300 familias se dirigieron alsupermercado local que haba cerrado sus puertas (alegando falta de mercaderas) yexigieron su reapertura. Inmediatamente aparecieron mediadores del gobierno e intenta-ron dispersar la manifestacin, sin ningn resultado. A las dos de la maana el supermer-cado estaba abierto, y las organizaciones locales se encargaron de distribuir alimentos de

    acuerdo a las necesidades. Lo mismo ocurri en Nueva La Habana, otro barrio pobre delCordn de Barrancas.

    Fue en ese clima que Orlando Millas, Ministro de Obras y miembro del PartidoComunista, anunci el nuevo plan econmico. Este propona el retorno de 123 fbricasa sus antiguos propietarios, incluyendo las que pertenecan a una de las familias msactivas en la oposicin al gobierno, la poderosa familia Yarun. Millas defenda que ape-nas el 49% de las instalaciones industriales deberan permanecer en las manos pblicas,creando efectivamente un sector capitalista estatal, para actuar en coordinacin con el

    capital privado.

    61

    Lgicamente, fue anunciado junto con la reapertura de las discusionescon los demcrata-cristianos. De plano, representaba una clara y plena concesin a lasreivindicaciones de la burguesa.

    La clase trabajadora reaccion con furia. Los cordones redespertaron y respondieroninmediatamente. Trabajadores del Cordn de Cerrillos-Maip bloquearon las calles enprotesta y dirigieron una manifestacin conjunta de todos los cordones de la capital para elcentro de la ciudad. El Presidente del Cordn, Hernn Ortega, declar: No habr com-promiso ninguno que ceda ante las presiones.62 En la textil Bromacktrece, miembros delPartido Comunista rompieron sus carns del partido en seal de protesta. Lo ms signifi-

    cativo de todo, fue que en el Cordn de Vicua-Mckenna se inici la publicacin de unperidico para los cordones, llamado Tarea Urgente. Su primer nmero traa una declara-cin enormemente significativa:

    A Todos los Trabajadores: los trabajadores de este Cordn convocan a la clase traba-jadora a organizarse en defensa del rea de propiedad social (la parte nacionalizada de laeconoma) y las fbricas que fueron tomadas durante la huelga de los patrones. La ley quepropone devolverlo no refleja los sentimientos de la mayora de los trabajadores, que estnprontos para defender sus derechos hasta las ltimas consecuencias.

    Por lo tanto en una asamblea el da 28 de Enero, tomamos la siguiente resolucin. 1)

    Ninguna de las fbricas tomadas durante la huelga de los patrones, debe ser devuelta a susantiguos propietarios; 2) Desaprobamos unnimemente el llamado Plan Millas, que no

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    representa las verdaderas ideas de la clase trabajadora debemos avanzar sin compromi-sos. Ninguna fbrica debe ser devuelta, muchas ms deben ser tomadas.63

    En un tono similar los miembros del Cordn Panamericana-Norte exigan saber:Hasta dnde las personas de all arriba van a continuar empeorando an ms las

    cosas? Esto est empezando a ponernos nerviosos, y nosotros estamos avisando queninguna empresa ser devuelta de ahora en adelante nosotros permaneceremos en

    estado de alerta permanente para defender nuestro derecho de tomar las decisiones quedeterminen nuestras vidas.64

    El da 5 de Febrero, obreros, sin techo, organizaciones de barrios pobres y gruposcomunitarios, realizaron una manifestacin y una asamblea en el Estadio Nacional parademostrar su oposicin al Plan Millas. El peridico Punto Final redact un artculosobre ella en que alertaba con claro juicio histrico: Un pueblo desarmado es un puebloconquistado. La lucha de clases estaba entrando en una nueva fase, y ganando unanueva intensidad.

    Pero haba poca conexin entre el ritmo de la lucha de clases y las preocupaciones de

    los principales partidos. Las elecciones para el congreso en Marzo se estaban aproximan-do, y eran consideradas tanto por la derecha como por los partidos de la UP como un testde capacidad, crucial para la sobrevivencia del gobierno. Todas las organizaciones de iz-quierda concordaban que las elecciones eran una prioridad absoluta, inclusive el MIR, quepor primera vez apoy a candidatos del Partido Socialista en las elecciones parlamentarias.La UP increment su electorado nacional al 44%. En el clima existente entonces, esto eraun testimonio significativo de la resistencia de la clase trabajadora, y una prueba de quesecciones de la pequea burguesa tambin haban sido ganadas.

    En lo que toca a la derecha, los resultados representaban un serio contratiempo unfracaso en minar el apoyo electoral de la UP. Ellos pasaron a discutir estrategias alternativaspara derribar al gobierno de Allende. Las dos opiniones presentadas, la del golpe militarabogada por algunos sectores, fue dejada de lado a favor de una estrategia de mariscalruso, defendida entre otros por Alwin, Presidente del Partido Demcrata Cristiano.65 Estaera una estrategia econmica de tierra arrasada. Objetivamente, desbastar la economa,desnudndola, reteniendo la acumulacin de dinero, movilizando concientemente el apoyointernacional, creando un Estado de Sitio desde adentro y desde afuera.

    Si haba existido un impasse en la actividad de las masas, ahora se estaba levantando.

    Al final de Marzo de 1973 los generales dejaron el gabinete y el Plan Millas fue abandona-do. Allende anunci la nacionalizacin de ms de 45 fbricas, pero ese anuncio fue seguidocasi inmediatamente, el da 6 de Abril, por un ataque virulento contra la izquierda revolu-cionaria y las organizaciones obreras que no devolvieron las fbricas despus de las ocupa-ciones de Octubre.66 A la luz de este ataque, era difcil ver la incorporacin de 45 fbricasal sector estatal, como otra cosa que no fuese un gesto simblico.

    Por ms que Allende condenase a aquellos que haban provocado a la burguesa, eral quien estaba ciego frente a la intensidad de la lucha de clases. Por lo tanto insista enmantenerse apegado al programa original de cambios graduales, condenando a las organi-

    zaciones obreras y campesinas por arriesgarlo con sus acciones precipitadas. Los sucesosya lo haban dejado atrs. La burguesa estaba discutiendo abiertamente estrategias

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    extraparlamentarias para derribarlo. Si Allende y la CUT todava insistan en que el ritmode los cambios sera determinado en el parlamento, ni la burguesa ni la clase trabajadoratenan ilusiones al respecto. Los trabajadores estaban organizndose para una lucha ya encurso en las calles, en las fbricas y en el campo. No era una cuestin de si se debera o nopermitir el desarrollo de la lucha, era solamente su resultado el que estaba en cuestin.

    El mayor nmero de votos para la UP en las elecciones de Marzo, era claramente una

    exigencia para la accin. Pero si la UP no poda dirigirla, entonces ocurrira de cualquiermodo, incluso fuera de todo control. La direccin de la UP no poda comprender eso.

    La direccin de la izquierda estaba discutiendo la crisis, ciertamente, pero su perspec-tiva estaba limitada a exigir que la UP actuase de una manera diferente.67 Una solucinmucho ms radical era la exigida la del tipo que ya haba sido colocada en la agendahistrica por la propia clase trabajadora.

    La decisin de formar un comit coordinador de los cordones, fue un salto cualitativoen las formas de direccin de la lucha de los trabajadores. Con todo no hubo ningunadivisin en la UP. Por qu? La corriente poltica dominante en el liderazgo de los cordo-

    nes, era sin duda la izquierda del Partido Socialista, la cual a pesar de haber pasado autilizar la retrica caracterstica de la ultraizquierda, no estaba preparada para romper conla UP o desafiar abiertamente al ala derecha dirigida por Allende.

    Altamirano, dirigente de los socialistas, generalmente considerado como del ala iz-quierda, vea el desarrollo de organizaciones independientes en medio de la lucha de cla-ses, como una forma de presin que poda ser utilizada para impulsar su victoria dentro dela direccin del propio partido. Y fue esa perspectiva limitada la que conquist a los socia-listas de izquierda que dirigan los cordones. As el comit coordinador, que poda haberse

    fcilmente tornado en una forma embrionaria de poder obrero, se transform al contrariode eso, en una fraccin poltica dentro del Partido Socialista.La otra fuerza poltica en el movimiento de masas era el MIR. Tena una existencia de

    ocho aos solamente, y apenas desde 1969-1970 se haba dedicado a organizar a los traba-jadores. Aunque hubiese ganado alguna base entre los trabajadores no sindicalizados, suprincipal influencia era entre las organizaciones de los sin techo y en el movimiento estu-diantil. Aunque el MIR presentase candidatos en elecciones sindicales y de hecho tuvieserepresentantes en el ejecutivo de la CUT, no posea presencia organizada en los sindicatos.Haban permanecido fuera de la UP y a veces se opusieron a ella de un modo abiertamente

    crtico, pero no podan ofrecer una poltica alternativa.El MIR responda pragmticamente a la realidad de cambios en la lucha de clases,colocando cierta prioridad en su lucha propia por la direccin poltica. Eso se vio masclaro en el debate en torno a los cordones.

    En algunas ocasiones cuando varias organizaciones se encontraban implicadas en loscordones, formaban comits de organizacin conjuntos (comandos comunales). El MIRdaba gran nfasis a esos comandos como rgano