China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

9

Click here to load reader

Transcript of China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

Page 1: China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

Alumno: Quintana, Luciano.

Profesor: Margueliche, Juan Cruz.

La China comunista y la transición al capitalismo.

De Mao a Deng Xiaoping.

El rol del campesinado.

Antecedentes:

En 1949, tras una breve guerra civil, los comunistas llegan al poder y fundan la República Popular, que se constituye inicialmente como gobierno de “las cuatro clases revolucionarias”: campesinos, obreros, pequeña burguesía y burguesía nacional. Hobsbawm señala que se convierten así en el gobierno legítimo de China, en los verdaderos sucesores de las dinastías imperiales tras 40 años ininterrumpidos, reconocidos y aceptados como tales porque están en condiciones de desarrollar una política de gobierno desde el centro hasta las más remotas aldeas, respondiendo así a la forma en la que la mayoría de los chinos esperaba o concebía que debía ser gobernado. Para esa mayoría, plantea el autor, esta revolución “significa ante todo una restauración: de la paz y el orden, del bienestar, de un sistema de gobierno cuyos funcionarios reivindicaban a sus predecesores de la dinastía T’ang, de la grandeza de un gran imperio y una civilización”. Al menos en los primeros años, podemos decir. De todas maneras, cabe la pregunta de hasta dónde esta era una concepción o una experiencia compartida por la generalidad de los campesinos, teniendo en cuenta los múltiples cambios que, aunque graduales y en tensión siempre con resistencias y continuidades, cuestionaban el orden social tradicional.

La reforma agraria se extiende paulatinamente al conjunto del país, multiplicando los juicios públicos de algunos grandes propietarios. Las asociaciones campesinas redistribuyen la tierra y los bienes confiscados. Todo ello contribuye a desarrollar la conciencia de clase de los campesinos. Es importante también la ley sobre matrimonio de 1950, que, inscribiéndose en la línea de la revolución contra la sociedad tradicional iniciada en la época del 4 de mayo de 1919, combate el noviazgo de niños, los matrimonios impuestos por los padres, y otras prácticas cuya prohibición apunta a romper el patriarcalismo de la sociedad confuciana y hacer progresar la igualdad de la mujer, lo que encontró serias resistencias en la sociedad campesina.

En cuanto a la reforma agraria, de una etapa transitoria de apropiación privada de la tierra por familia, se pasa en 1952 a la organización de equipos de ayuda mutua, que buscarán inculcar a los campesinos la práctica de la cooperación, y que serán el primer paso en la vía de la “transición al socialismo”.

En 1955 se pone en marcha el primer plan quinquenal, que, siguiendo el modelo soviético, impulsa la colectivización y prioriza la industria pesada. La colectivización agrícola se lleva a cabo intentando evitar los aspectos más dramáticos de la llevada a cabo en Rusia, transformando gradualmente los equipos de ayuda mutua en cooperativas de producción en las que hacia 1956 ya se han integrado las nueve décimas partes de los hogares campesinos. Pero muchos

Page 2: China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

campesinos se ven arrojados del campo y, atraídos por la industrialización, migran hacia las ciudades, contribuyendo a agravar allí los problemas provocados por la rápida urbanización.

Así, los campesinos y la agricultura han sido sacrificados por la planificación. Relegada en la distribución de las inversiones, desorganizada por la colectivización, la producción agrícola se estanca y compromete la industrialización, haciendo impostergable un cambio en la estrategia económica.

Esta necesidad explica en gran parte el “Gran Salto Adelante” que Mao promueve en 1958 con el objetivo de acelerar el desarrollo agrícola. Es una estrategia que no puede verse en primera instancia sino como absurda, dramáticamente absurda, y que no puede entenderse sin tener en cuenta la intensa propaganda y el elevado culto a la personalidad de Mao. La fe voluntarista del líder suponía que, dado que la industria pesada seguía estando primera en el orden de prioridades y, por lo tanto, no podían desviarse inversiones de allí a la agricultura, el entusiasmo y el esfuerzo de las masas reemplazaría el retraso técnico y la falta de capitales. El objetivo era incrementar la producción de acero y granos, los “dos generales” que según Mao podía hacer que China se modernizara, alcanzara y superara a los países más avanzados, y entrara antes que ningún otro en la etapa final del comunismo. En el intento de sacar a los campesinos de sus creencias (supersticiones) tradicionales, Mao difundió las teorías pseudo-científicas de los soviéticos, y el partido creó miles de institutos en los que los campesinos llevaban adelante la “investigación científica”, mientras los verdaderos expertos eran encarcelados o enviados al campo a realizar trabajo manual.

La experiencia más significativa para los campesinos en esos años es, sin duda, la creación de las comunas populares. Cada una de ellas reúne cerca de 30 cooperativas agrícolas (cuya reducida dimensión no hacía posible la organización de los grandes trabajos proyectados: cada comuna reúne entonces de 4 mil a 5 mil hogares campesinos). Es, además, una unidad administrativa y militar, que crea sus escuelas y entrena a sus milicianos al tiempo que desarrolla su agricultura, su industria y su comercio. Bianco señala que es un centro de experimentación social sin precedentes a esta escala, con el que se intenta colectivizar la vida cotidiana, para completar y facilitar la militarización del trabajo. Guarderías y servicios gratuitos liberan a las mujeres y las hacen disponibles para el trabajo productivo (en el que son más necesarias en tanto la mano de obra masculina se ve en gran parte alejada de los campos por los requerimientos de la industria pesada y las grandes obras), a la vez que imponen un relajamiento de los lazos familiares tradicionales (confucianos), socavando el patriarcalismo. Se espera, en definitiva, que la comuna acelere la transición hacia una sociedad comunista.

Pero el Gran Salto termina en tragedia. Las nuevas prácticas de siembra tupida, labranza profunda, control de plagas, fertilización, irrigación, etc., sumadas a condiciones climáticas desfavorables, hacen que las cosechas resulten desastrosas, especialmente la de 1960. El retraso técnico y el fracaso de los altos hornos caseros contribuyen a agravar la crisis agrícola (a la que sigue la crisis industrial). El resultado más terrible es sin dudas el hambre. Pero hay otra consecuencia a largo plazo: así como Mao rehusó aceptar que había escasez, también se negó a limitar el crecimiento demográfico, convencido de que “con cada estómago viene otro par de manos”, temiendo incluso un problema de escasez de mano de obra.

Page 3: China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

Indudablemente, algo se rompe en la relación entre gobernantes y gobernados. La crisis promueve el descontento de las masas. Ya durante el delirio del Gran Salto muchos campesinos se habían resistido a poner en práctica en gran escala métodos de cultivo que eran evidentemente peligrosos. Muchos funcionarios del partido y cuadros locales habían reconocido, sino lo absurdo, sí al menos lo riesgoso de ciertos experimentos, pero no hay lugar para la crítica ni la oposición. En ocasiones en que Mao recorría los campos, por ejemplo, los cuadros y campesinos trasladaban plantas desde campos lejanos para dar la impresión de un cultivo abundante: “toda China fue escenario, todo el pueblo actores en una farsa para Mao”. Por debajo, el apoyo popular se había resquebrajado y el consenso interno del partido se había roto.

LA “DESMAOIZACIÓN”

Desde 1962 se imponen los críticos del concepto maoísta de desarrollo económico. Ahora la agricultura está a la cabeza del orden de prioridades, se produce el desmantelamiento de las comunas, y toda una serie de cambios con los que se lleva a cabo un proceso de reestructuración agraria y privatización de la economía.

Pero el abandono de los principios de Mao no se produce sin idas y vueltas. Así, en el debate en torno a la agricultura de 1971, Lin Biao (designado sucesor de Mao, aunque enfrentado coyunturalmente con el grupo maoísta) impulsa el movimiento para el “estudio de Dazhai”. En esta campaña, orientada a la movilización de la población rural según un comportamiento político “ideológicamente correcto”, se coloca como modelo el sistema dazhai, según el cual la distribución de los salarios debe ajustarse a criterios de lealtad política. Al mismo tiempo, se insiste en la independencia de la brigada de producción con respecto a las inversiones estatales, y el desarrollo por el propio esfuerzo y el sacrificio de los campesinos, que era lo que se consideraba prototípico en el modelo maoísta de la brigada de producción Dazhai. Lo que intenta Lin Biao, además, es impedir el surgimiento de un sentido de propiedad de los campesinos sobre las parcelas que se les han asignado para cultivo privado, y, a la vez, elevar nuevamente el nivel de colectivización desplazando el peso de las relaciones de propiedad de los grupos a las brigadas de producción. En muchas provincias, los campesinos respondieron con protestas a estas iniciativas, que exigían incluso que se entregase más grano a las organizaciones estatales.

Tras la caída de Lin Biao, entre 1971 y 1973, se establece un nuevo rumbo en la política económica y social. Si Mao propugnaba la centralización de la industria moderna junto con la descentralización de la agricultura y las industrias locales a nivel de las comunas, ahora se les va a conceder a las direcciones regionales bastante autonomía en la planificación y administración. Si Mao ponía el centro de gravedad en la comuna, es decir, en el nivel superior de colectivización, ahora éste se va a desplazar a la unidad más pequeña, el grupo de producción. Si Mao y Lin habían intentado limitar las actividades privadas y secundarias de los campesinos, ahora se les va a garantizar la posesión de una pequeña parcela privada y se van a estimular la ganadería y las actividades industriales secundarias orientadas a obtener ganancias adicionales a través de la comercialización de estas producciones en los mercados locales. Y además, entre otros cambios, la

Page 4: China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

remuneración de los campesinos va a basarse ahora exclusivamente en el criterio del rendimiento en el trabajo y no ya en consideraciones políticas.

La cuestión de cuánto margen de iniciativa económica individual podía concederse a los campesinos y hasta dónde podía reforzarse la posición de los pequeños grupos de producción frente a las unidades mayores, es el eje de la controversia que desde 1976 enfrenta a Deng Xiaoping, aspirante al poder cuya posición política viene fortaleciéndose, y Hua Quofeng, el primer ministro sucesor de Mao.

Hacia 1979 se abandonan finalmente las concepciones maoístas de política agraria. Ello se acompaña de una relativización de la figura de Mao, que ya no es el “gran timonel” sino simplemente un camarada, lo que viene a reconocer públicamente y a nivel oficial un desprestigio del líder y un alejamiento de sus apoyos sociales que no son nuevos, y en cuya explicación hay que tener en cuenta tanto el fracaso del Gran Salto Adelante como la violenta experiencia de la Revolución Cultural.

LOS AÑOS DEL REFORMISMO:

Queda dicho que desde 1979 la estrategia de planificación privilegia a la agricultura y a la industria de bienes de consumo, que se pone fin a la experiencia de las comunas populares, que se vuelve a la producción familiar con el “sistema de responsabilidad por hogar” (o “sistema de contratos” entre el grupo de producción y la familia), y que se vuelve a las producciones secundarias y al mercado. Es un conjunto de reformas de enorme éxito, ya que logran incrementar la producción y el ingreso de los campesinos. Las reformas, hay que tenerlo en cuenta, se llevan adelante también en la industria y en la apertura al comercio, la tecnología y las inversiones occidentales (y hasta a la cultura y las ideas de Occidente, según señala Fairbank en su análisis de la masacre de Tienanmen).

Quizás antes de avanzar en esta cuestión sea oportuno ensayar un balance de la “primera revolución”. ¿Qué significó para los campesinos la revolución comunista? Fairbank sostiene que el cambio se produjo en la mentalidad, el comportamiento y las oportunidades del campesinado: la doctrina del igualitarismo les otorgó una nueva visión de sí mismos y de sus potencialidades, y Mao les abrió las puertas a la educación básica, la salud pública y ciertas mejoras tecnológicas, según este autor. Como ya señalamos anteriormente, desde antes de asumir el poder, los comunistas habían impulsado en las “zonas liberadas” (ZEE, zonas económicas de exclusión) nuevas prácticas, nuevas ideas, y una serie de cambios. Con la reforma agraria de los años ’50, probablemente la experiencia más significativa haya sido la de la colectivización y la creación de las comunas populares. Pero hasta los ’60 la agricultura es postergada, subordinada a la industrialización, con lo que se consuma la traición del campesinado. Al dar prioridad absoluta al desarrollo industrial y urbano, los dirigentes comunistas traicionan deliberadamente a los campesinos, que habían constituido la base social de la revolución. El campo es sacrificado, la población rural es explotada y paga el costo social del desarrollo económico y la acumulación de capital. Podemos ver que esta traición tiene expresión en la misma Constitución de la República Popular, en la que la clase trabajadora industrial es reconocida como la “clase dirigente” o “clase

Page 5: China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

vanguardista”, gozando de un status social y político que los campesinos no alcanzaron, a pesar, repito, de haber constituido la base del ascenso de los comunistas al poder.

El resultado fue el estancamiento a largo plazo del desarrollo rural. Los campesinos sin duda habían visto transformada sus condiciones de existencia y vivían algo mejor que en el antiguo régimen, pero su pobreza crónica no había sido solucionada. De ahí que Liu Chun sostenga que no hubo nada que lamentar en la disolución de las comunas populares, ya que “allanaron el camino para la segunda liberación de los campesinos”. La reforma agraria consecuente, dice, los sacó de una vida pobre y estancada porque invirtió el proceso de acumulación primitiva a través del empobrecimiento del campo. No obstante, el autor subraya una cuestión que me parece aún de mayor importancia: el papel activo de los campesinos en estas reformas. Ellos fueron los artífices reales del cambio, afirma Liu Chun. Los campesinos mismos iniciaron la descolectivización a fines de los ’70, ellos crearon el sistema de contratos y la producción por familias, expandieron las empresas locales, y hasta empezaron a invertir en la construcción de nuevas ciudades en el sudeste. Los campesinos “tomaron las riendas desde el principio en la reforma actual de China en pos de la modernización”, tanto como la burguesía europea, en busca de beneficios, revolucionaba constantemente la producción y las relaciones sociales. Fueron vanguardia del movimiento histórico, desafiando la definición de muchos marxistas de la clase campesina como clase conservadora, “transformándose a sí mismos consciente y voluntariamente”. Pero, no obstante el énfasis del autor en la iniciativa de los campesinos, hay que considerar que esos cambios también fueron posibles porque evidentemente la dirigencia del PCCh los acompañó y alentó. Por otro lado, si los campesinos actuaron concientemente como clase, esa conciencia era sin duda tributaria de ciertos esfuerzos iniciales de los comunistas, ya mencionados.

Como parte de esta transformación, muchos campesinos dejaron de serlo: emigraron a las ciudades (tendencia que no era reciente), se proletarizaron, o se volcaron a actividades industriales, comerciales y de servicios. Otros dejaron de trabajar los campos para ocuparse en empresas rurales (organizadas de diversas formas: empresas individuales, cooperativas, municipales, locales). Así, se eliminó una parte importante de la masiva mano de obra rural excedente, a la vez que se incrementó la eficacia agrícola. La reforma rural elevó el nivel de vida de muchos campesinos y redujo la desigualdad entre ciudad y campo. Por esta razón, Liu Chun sostiene que, como resultado de las reformas, China aparece como “un ejemplo de transformación del sistema desde un poder centralizado” (sería más exacto decir una economía planificada) “a una economía de mercado”, lo que realiza “sin terapia de choque alguna”. Esta visión optimista minimiza el hecho de que no todos los campesinos prosperaron. Un análisis más cuidadoso debe tener en cuenta que las reformas no produjeron beneficios de forma universal y homogénea: existe una diversidad de situaciones y desequilibrios que las reformas no modificaron o a los que dieron lugar.

Estos elementos sí son tenidos en cuenta por Fritz Vorholz, que también habla de una segunda revolución generada por la irrupción en la economía de mercado. Coincide, además, con Liu Chun en destacar que esta segunda revolución, como la de 1949, se originó “en incontables pueblos anónimos”, en los que los campesinos jugaron un papel activo en la puesta en marcha de “un boom sin precedentes”. Pero no todos los campesinos se beneficiaron, o no todos lo hicieron duraderamente. “Desde mediados de los ’80 la reforma empezó a llegar a las ciudades y produjo un incremento en los ingresos de sus habitantes. Un número cada vez mayor de mercancías, cuyos

Page 6: China, De Mao a Deng Xiaoping.docx

precios habían sido controlados anteriormente por el Estado, comenzaron a poder ser vendidas libremente en los mercados. A fin de que los habitantes de las ciudades no manifestaran su descontento ante la subida de los precios, las empresas estatales aumentaron los salarios de tal modo que la distancia entre los ingresos de los habitantes de las ciudades y los de los habitantes de las zonas rurales volvió a incrementarse. A comienzos de los ’90 el abismo que los separaba era de nuevo tan profundo como al inicio de las reformas”. Pero si ésta era la situación que afectaba a los campesinos ocupados en las nuevas empresas, más grave era aún la de todos aquellos que siguieron siendo campesinos, cuyos ingresos perdían poder adquisitivo mientras crecían los costes de producción (abonos, insecticidas, combustible). Estas dificultades explican en parte el hecho de que muchos probaran suerte en las ciudades, contribuyendo a la aparición de una enorme masa de población “flotante” que vaga y se hacina en los grandes núcleos urbanos. Tales son los efectos de la segunda revolución. La “economía socialista de mercado”, según la pragmática definición oficial de los ’80; “economía de mercado socialista” en los ’90.

Hay otra dimensión del cambio que merece atención, y que es lo verdaderamente revolucionario para Liu Chun: la “revolución cultural” que en poco más de una década transformó profundamente los modos de pensar y actuar de los chinos. “Valores, creencias, gustos, perspectivas, actitudes, la retórica y las metáforas, la política, la ética, lo social y lo personal, todo se ha transformado dramáticamente, y la transformación continúa”. Esta “revolución cultural”, profunda en términos psicológicos, y significativa en términos políticos, consiste en la ruptura de la dependencia: tras un entusiasmo evidentemente materialista e individualista, lo que se revela es la idea de que ahora todos se sostienen o deben estar preparados para sostenerse por sus propios medios. Se trata de un debilitamiento de lo que el autor llama socialismo patriarcal, unido al fetichismo de la mercancía, que encuentra su base material en el rápido crecimiento de las fuerzas de mercado.

Bibliografía:

. BUSTER, G. El PCCh y la transición al capitalismo, en www.rebelion.org

. FAIRBANK, John, China, una nueva historia, Andrés Bello, Barcelona, 1996, capítulo 21.

. HOBSBAWM, Eric, Historia del siglo XX, 1914-1991, Crítica, Buenos Aires, 2003.

. CHESNEAUX, Jean Movimientos campesinos en China, Siglo XXI, Madrid, 1978, capítulo 1.