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    Thmata. Revista de Filosofa. Nmero 43. 2010

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    HEIDEGGER Y EL HOLOCAUSTO.Heidegger y el nazismo. Observaciones a Julio Quesada.

    Jacinto Choza, Universidad de Sevilla

    Resumen : 1.- Las conexiones entre teora filosfica y praxis econmica y poltica.2.- La ontologa del nacional socialismo. 3.- La militancia de Heidegger: 1933-

    1945. 4.- El conflicto de las interpretaciones.

    Abstract : 1.- Connections between philosophical theory and political and eco-nomics praxis. 2.- The ontolgy of National-sozialismus. 3.- The Heidegger =s enga-gement: 1933-1945. 4.- Divergence of interpretations

    1.- Las conexiones entre teora filosfica y praxis econmica y pol-tica.

    Julio Quesada, catedrtico de Metafsica de la Universidad Autnomade Madrid, ha publicado un libro desafiante: Heidegger de camino alHolocausto , Biblioteca Nueva, Madrid, 2008, 333 pginas. La tesis delvolumen es que hay una pertenencia recprocamente intrnseca entre elnazismo y la ontologa fundamental de Heidegger, de manera que se tra-ta de la versin poltica y la versin filosfica de una y la misma com-prensin del mundo, proyecto de vida personal y social y efectiva realiza-cin existencial y poltica. En el planteamiento va implcito tambin queel nazismo tiene como expresin esencial y ms propia el Holocausto, yque, como el Holocausto es la empresa ms desalmada y cruel que sehaya perpetrado jams en la historia humana, el nazismo y la filosofa deHeidegger quedan descalificados para siempre por el modo en que elHolocausto le pertenecen intrnsecamente.

    Se trata de una investigacin de historia cultural bien planteada ybien ejecutada. Tiene el estilo de la crtica catlica a la modernidad, comola de Maritain en Tres Reformadores 1, donde intenta probar que Lutero,Descartes, y Rousseau son los responsables de la demolicin aberrante detodos los valores humanos, o como la de Cornelio Fabro, L = uomo e il ris-

    1 J. Maritain, Tres Reformadores , Encuentro, Madrid, 2006

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    chio di Dio , 2 en la que sostiene que toda la filosofa moderna est confa-bulada contra Dios y el cristianismo para arrancar de la civilizacin occi-dental cualquier aspiracin a la trascendencia, y tiene el estilo de la crti-ca marxista a la modernidad, como de la de Adorno y Horkheimer en

    Dialctica de la Ilustracin 3, en la que pretenden demostrar que el pen-samiento occidental, desde Homero hasta Husserl, es la versin tericadel desarrollo del capitalismo y de la explotacin del hombre por el hom-bre.

    La de Julio Quesada es una obra que delimita un tema ms concreto,lo acota bien, lo desglosa en partes diferenciadas y se plantea la prueba

    de la tesis general y de cada una de sus partes segn dos procedimientosmetodolgicos distintos y complementarios, a saber, mtodo estructural ymtodo histrico crtico. Establece la estricta analoga estructural entreel nazismo y la ontologa fundamental primero, en general y en cada unade sus partes, y a continuacin procede con la crtica textual para sealarlos paralelismos y las citas recprocas. El resultado es un libro que re-cuerda a los clsicos de Karl Lwith sobre el pensamiento revolucionariodel siglo XIX 4, de Paul Hazard sobre la crisis de la conciencia europea 5, ode Janik y Toulmin sobre el contexto cultural de Wittgenstein 6, obras quese ocupan tambin de la crtica de la modernidad y de la Ilustracin, yque difieren de la de Julio en que no pretenden que existan conexiones absolutamente necesarias e inevitables entre los diferentes conjuntosculturales, ni tampoco entre sus elementos.

    La obra de Julio Quesada se sita en lnea con las de Victor Faras,Heidegger y el nazismo , Muchnik, Barcelona, 1989, Philippe Bourrin,Resentimiento y Apocalipsis. Ensayo sobre el antisemitismo nazi , Katz,Buenos Aires, 2006, y Enmanuel Faye, Heidegger: l = introduction du na-zisme dans la philosophie. Autour de sminaires indites de 1933-1935 ,

    Albin Michel, Paris, 2005.No obstante su pericia y oficio, la nica tesis que comparto con Julio

    es la de que el Holocausto es la empresa ms desalmada y cruel que sehaya perpetrado jams en la historia humana. Pero no comparto la tesisde que el Holocausto es la inevitable y necesaria expresin del nazismo,y, sobre todo, no comparto la tesis de la identidad entre nazismo y onto-

    2 Cornelio Fabro, L = uomo e il rischio di Dio , Editrice Studium, Roma, 1967.3 Adorno y Horkheimer Dialctica de la Ilustracin , Trotta, Madrid, 1997

    4 Karl Lwith, De Hegel a Nietsche. La quiebra del pensamiento revolucionario del siglo XIX , Katz Editores, Madrid, 2008.

    5Paul Hazard, La crisis de la conciencia europea , Alianza, Madrid, 2008.

    6 Allan Janik y Stephen Toulmin La Viena de Wittgenstein , Taurus, Madrid,1987

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    loga fundamental, que se repite continuamente a lo largo del libro. Engeneral, no comparto la tesis de que haya conexin necesaria entre for-mulaciones y creencias tericas y acciones prcticas en la historia huma-na, en los procesos y comportamientos sociales o en la biografa personal.La tesis de Julio de que hay relacin entre lo que uno piensa y lo que unovota, es muy matizable en el sentido de que esa relacin vara mucho deuna persona a otra, y, para una misma persona, vara mucho de unosperiodos de su vida a otros.

    Como las tesis parecen bien asentadas, tengo que dar razn de porqu me resultan inaceptables. Al hacerlo, creo que se puede explicar no

    slo la militancia de Heidegger en el nacional socialismo, sino tambin laadscripcin de un cierto nmero de hombres y mujeres de nuestra gene-racin al comunismo marxista, al fascismo, al liberalismo o al catolicismomilitante, y nuestra disposicin a salvar el mundo convencidos de que laculpa de todos los males de la humanidad la tenan Guillermo de Oc-kham y Descartes, los empresarios explotadores, los comunistas, o laconfabulacin judeo-masnica-bolchevique.

    El libro comienza con una descripcin de la afinidad entre la economade Werner Sombart y la teologa poltica de Carl Schmitt con la ontologafundamental de Heidegger, y de la coincidencia estricta de los tres en elantisemitismo. Para realizar la descripcin, en primer lugar se estable-cen las correspondencias estructurales mediante el siguiente cuadro(pgina 37):

    Formulaciones histrico-econmicas, jurdicas y metafsicas

    CIVILIZACIN (resto del mundo)Judos y Norteamemricanos

    CULTURA (Alemania)Sombart ----------> Heidegger

    Valor de Cambio Valor de usoC > Lo a la mano

    Oro Sangre -----> y suelo

    Circulacin Produccin -----> Sorge

    Abstraccin Inmediatez Concreta -----> Dasein y Volk

    Razn Instinto -----> Decisin anticipadora

    Desierto Bosque -----> Claro del bosque, SelvanegraTierra, provincia. Leo Schlageter

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    Intelecto Alma -----> Espritu e Historia(Ser histrico)

    Zivilisation Kultur -----> Histrico-espiritualO pueblo metafsico

    Comerciate Empresario -----> Pensador- Poeta

    Capitalismo internacionalSocialismo internacional

    Nacionalsocialismo responsable que puededomar la tecnologa -----> Nacionalsocialismo, cuya tarea est impl-

    cita enSer y tiempo ( Introduccin a lametafsica , 1935)

    En el captulo primero, Julio Quesada establece los paralelismos entreSombart y Heidegger y la correspondencias entre la visin econmica deuno y la ontolgica del otro. El enemigo comn son los judos, responsa-bles del desarraigo, la abstraccin, la comercializacin de la vida, la au-sencia de patria, etc., y el objetivo comn es recuperar las races, lo con-creto, la vida creativa-productiva, la patria, etc. Por otra parte, expone lacrtica de Carl Schmitt a Hobbes y a Spinoza, como creadores del libera-lismo pluripartidista, por haber tolerado e incluso fundamentado en

    cuanto legtima la diferencia entre la confesionalidad del Estado y lasconvicciones privadas. Crtica a Spinoza en la que va expuesta tambin lacrtica al judasmo como el enemigo fundamental del Estado nacin.

    Los captulos siguientes (2 a 5) contienen la interpretacin de los es-critos polticos de Heidgger, especialmente del Discurso del rectorado y Elestudiante alemn como trabajador , en clave ontolgica, para luego, en lasegunda parte del libro (captulos 6 a 10), interpretar los escritos ontol-gicos de los aos 30 en clave poltica. El libro concluye con un captulo XIde recapitulacin y de duelo por las efectos que el nazismo y las obras delos intelectuales que lo apoyaron tuvieron sobre la historia humana, esdecir, por el Holocausto.

    2.- La ontologa del nacional socialismo.

    El captulo 2 est dedicado a mostrar, principalmente con textos del Discurso del rectorado de 1933, y del Mein Kampf de Hitler de 1925, quela afirmacin de la finitud humana que aparece en la ontologa funda-mental, es en primer lugar afirmacin del pueblo alemn como diferen-

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    ciado del resto de las poblaciones culturalmente mestizas, y en segundolugar afirmacin de la comunidad ( Gemeinschaft ) alemana como destina-da a salvar al resto de la sociedad humana de su degeneracin en la en-trega a la racionalidad abstracta.

    El captulo 3 es un estudio del modo en que Heidegger identifica laautenticidad con la bsqueda de las races en la pureza de la raza, pro-pone la autenticidad como higiene racial, y se apoya en la tesis de Her-clito de que la guerra es el principio de todas las cosas para decretar elexterminio de los judos.

    Se ponen en paralelo los 25 puntos del programa del Partido Obrero

    Alemn, con las directrices del Rector de Friburgo, Martin Heideggerpara la asignatura de Higiene Racial y Formacin del Espritu Nacional,tal como aparecen en el Discurso del rectorado , en El estudiante alemncomo trabajador , y en otros textos del volumen 16 de la Gesaumausgabe ,de Escritos polticos, traducidos por Julio Quesada e inditos hasta elmomento 7. Se aportan tambin pasajes paralelos de Mein Kampf paraponer de manifiesto que Heidegger propugna el exterminio de los judos,y se alude a su amistad con el doctor Josef Rudolf Mengele, Ael angel dela muerte @, como va para un posible conocimiento de lo que ocurra enlos campos de exterminio.

    La existencia autntica es resolucin a ser alemanes, a unificar polis yestado nacional-socialista. El modo de ser en el mundo de los alemanes esel cuidado, ( sorge ), que quiere decir esfuerzo, trabajo y lucha para reali-zar, mediante el saber y la ciencia alemanes, la verdadera industria y susproductos, que es la industria alemana y los productos alemanes. Eso sonlos verdaderamente humanos porque el resto de la humanidad se ha dis-persado en el cosmopolitismo y la abstraccin con que los judos han in-fectado el planeta. La comunidad del pueblo alemn se aparta de los de-ms pueblos para ser s misma y para salvar a todos los pueblos de sudisgregacin.

    El captulo 4 es la lectura existenciaria de Mein Kampf , en la que secompleta la fusin entre Hitler y Heidegger.

    El modo de trabajar de Julio queda bien ilustrado con su interpreta-cin de la hermenutica heideggeriana tal como se concibe y expone en1922 . A As, los proyectos de una lgica radical del origen y las primerascontribuciones a la ontologa se esclarecen de una manera fundamental-mente crtica (...) Aquello que no logramos interpretar y expresar de un

    7 M. Heidegger, El estudiante alemn como trabajador , prlogo, traduccin y notas de Julio Quesada, Er. Revista de

    Filosofa , num. 29, III/2000, Sevilla, 2000.

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    modo originario, no sabemos custodiarlo en su autenticidad. En la medi-da en que es la vida fctica (y esto quiere decir, al mismo tiempo, la posi-bilidad de existencia inherente a la vida fctica) la que debe ser custodia-da en su despliegue temporal, nos encontramos ante la siguiente situa-cin: si esta vida renuncia a la originariedad de la interpretacin, enton-ces renuncia a la posibilidad de tomar radicalmente posesin de s mis-ma; dicho de otro modo, la vida renuncia a la posibilidad de ser @8

    Este texto, que puede leerse desde la perspectiva de la ontologa fun-damental, segn Julio puede y debe leerse antes desde la perspectiva delprograma poltico del nacional-socialismo.

    A Ahora bien, si la tarea fundamental de la hermenutica consiste en la>destruccin = de aquellos conceptos e ideas que estaban obstaculizando alconocimiento >histrico = de las fuerzas espirituales del centro, ) no es lgi-co suponer que las propias posibilidades inherentes a esa otra vida fcti-ca que produce tales conceptos e ideas aberrantes deban tambin serdestruidas? ) No acaba habiendo una relacin de causa-efecto entre la>destruccin = hermenutica y la >salud del pueblo = y la >higiene racial =? Eslo que nosotros s creemos @ (p. 106.)

    Julio Quesada encuentra en Mein Kampf la nocin nazi del trabajocomo Sorge de la existencia del pueblo alemn, y la relacin esencial en-tre >pueblo =, >cultura = y >raza =, y concluye que

    Heidegger se toma Amuy en serio estos vectores de Mein Kampf que,

    con su extraordinaria inteligencia y manejo de la historia de la filosofa,supo elaborar primero como >desmontaje del yo = y luego como >olvido del ser =@ (pp. 116 y 118).La primera parte del libro termina con el captulo 5, dedicado a un

    curso indito del semestre de invierno de 1933-1934 en el que aparececon ms claridad de Heidegger aspira a convertirse, con Carl Schmitt, enel eje de esa Anobleza nazi, guardianes platnicos del dogma @ (p. 135).

    Si Julio Quesada dedica la primera parte del libro a mostrar la pre-sencia de la ontologa fundamental en los escritos polticos, la segundaparte la dedica a mostrar la militancia poltica en el desarrollo de la onto-loga fundamental, especialmente en la interpretacin de Kant y el pro-blema de la metafsica de 1929 y en la de la Introduccin a la metafsica de 1935. Hay muy pocas referencias a obras posteriores a 1940. Slo parasealar en ellas la continuidad con su ontologa fundamental nazi y laconfirmacin de la misma, y para declarar que Heidegger nunca se re-

    8 M. Heidegger, Interpretaciones fenomenolgicas sobre Aristteles. Indicacin de la situacin hermenutica , Trotta,

    Madrid, 2002, p. 52, citado por Julio Quesada, p. 104.

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    tract de su militancia poltica ni pidi perdn por ninguna de sus actua-ciones durante su militancia.

    El captulo 6, ALa constitucin fundamental de la historicidad @, expo-ne que AEl Dasein ya no podemos seguir presuponindolo como individuo,obviamente no como sujeto, pero tampoco como persona o ciudada-no @(145), sino como raza aria que convertida en pueblo se resuelve a sersi mismo de modo propio y autntico mediante el cuidado de s mismo(Sorge ) que es trabajo, lucha y entrega a la comunidad hasta la muerte.AEl estar resuelto ante la muerte, la >resolucin = del que hace entrega desu vida por la larga vida de la comunidad y as elige conscientemente lo

    que ha heredado, es la conciencia de la sangre y de la raza que aqu apa-recen ontologizadas tan sutilmente en tanto >voluntad de esencia =@ (p.150).

    El captulo 7, AKant y el problema de la metapolitica. La >lucha por elser =@ es la interpretacin del cogito cartesiano y de la subjetividad kan-tiana en tanto que sujetos desarraigados, abstractos y cosmopolitas, esdecir, capitalista y judos, y su reconduccin a grupo racial y cultural, osea, a la raza aria. Es la recuperacin de Kant como Auno de los nues-tros @.

    El captulo 8 es el anlisis de la Introduccin a la metafsica de 1935como teora de Alemania en tanto que destino nacionalsocialista de occi-dente y salvacin del mundo.

    As, la metafsica como autoafirmacin adquiere su pleno sentido si seinterpreta la pregunta A)por qu el ser y no ms bien la nada? @ comoA)por qu el pueblo alemn y no ms bien la aniquilacin que provienedel judasmo? @ (pp.195-198 y 211-217) ( Introduccin a la metafsica , I).

    La gramtica y la etimologa de la palabra Aser @ (Introduccin a la me-tafsica , II) el preguntar y el estado de resuelto, significan estar decididoa elegir voluntariamente algo que se tiene por naturaleza, como es el serario. La recuperacin de la naturaleza es la recuperacin de la autentici-dad de la raza aria. El principio de razn suficiente aparece como un ar-did de la democracia y los demcratas (pp.218-222). La lucha de los espi-ritual contra lo demoniaco, es la lucha por el ser y por la artesana y elarte alemn frente al pensar tcnico propio de Estados Unidos y Rusia,que representan la alienacin del pensar en la abstraccin.

    El captulo 9 interpreta la recuperacin del ser mediante la fluidifica-cin del lenguaje y la disolucin de los conceptos ( Introduccin a la me-tafsica , III) como cumplimiento del programa poltico del Tercer Reich.ALa >purificacin = del lenguaje era tan necesaria como la purificacin de laraza porque, metafsicamente, son lo mismo @ (p. 261).

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    Por ltimo el captulo 10 aborda la delimitacin del ser ( Introduccina la metafsica , IV) por el procedimiento de describir la historia de lacultura y del pensamiento occidental como tendencias y corrientes queculminan en el pueblo alemn y en la realizacin de su misin.

    En el eplogo, el captulo 11, Julio Quesada recoge la reaccin de Paul Valery y sus retractaciones tras la victoria de los aliados, y el reproche deDerrida a Heidegger para dejar clara la contumacia e impenitencia delalemn en su nazismo.

    3.- La militancia de Heidegger: 1933-1945.

    Heidegger se afilia al partido Nacional Socialista en 1933 y paga lascuotas de afiliado hasta 1945. En 1933 es nombrado Rector de la Univer-sidad de Friburgo y en 1935 es apartado del rectorado.

    Escribe en el Discurso de Rectorado , de 1933 ADarse a s mismo la leyes la suprema libertad., la tan celebrada >libertad acadmica = es expulsa-da de la Universidad alemana; pues, por puramente negativa, era in-autntica. (...) El concepto de libertad del estudiante alemn es ahoracuando vuelve a su verdad. En lo sucesivo, la vinculacin y el servicio delestudiantado alemn se desarrollar a partir de l @9 (p. 55).

    Julio sostiene que ese discurso se inspira sobre todo en el Mein Kampf de Hitler de 1925, porque considera que hay Acorrelaciones ms que evi-dentes @ entre ambas obras.

    Dice en la Introduccin a la metafsica , de 1935, que en Ser y tiempo est implcita su concepcin metafsica posterior, y Julio interpreta queest implcito su apoyo al nacional socialismo, siguiendo la introduccinde Emilio Esti a la edicin de Editorial Nova, Buenos Aires, 1955.

    En 1936 Heidegger es paseado por Europa por el gobierno nazi comoconferenciante de prestigio mundial y, cuando se encuentra en Roma conKarl Lwith, le aclara que Asu afiliacin al nazismo est estrechamentevinculada con su filosofa del tiempo @ (p. 43)

    Entre las tesis de Habermas que Julio Quesada parece hacer suyas,est la de que Aambos caudillos intelectuales [Schmitt y Heidegger]...demostraron una nula clarividencia ante el parto que se avecinaba, comole deca Heidegger a Schmitt @ (p. 50)

    9 M. Heidegger, Discurso de rectorado , Tecnos, Madrid, 1989, p. 13.

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    4.- El conflicto de las interpretaciones.

    Como ya se ha dicho, el libro de Julio Quesada se puede inscribir enlnea con el del chileno Victor Faras y los de los franceses Philippe Bou-rrin, y Enmanuel Faye. Estos autores se desquitan de las excntricasarrogancias de Heidegger, entre otras, de la insistencia en que en reali-dad hay que ser alemn para poder entender a Platn y, en general, parapensar, para hacer filosofia. Victor Faras desencaden la polmica, de-ntro y fuera de Alemania, provoc una nueva investigacin de las rela-ciones de Heidegger con el nacionalsocialismo, y favoreci que se airea-

    ran las estridencias de su carcter.Sin duda Heidegger mereca un libro as. Pocas personas hay en la

    historia del pensamiento en quien se vea ms claramente la falta de per-sonalidad, la incapacidad para percibir y valorar la realidad inmediata,la inclinacin a vivir en mundos imaginarios e incluso la cobarda.

    Pero a la vez, Heidegger y la propia Alemania merecan una versinde la vida del filsofo en la que su obra resultara aceptable para su pas ypara su tiempo, dado que su pensamiento ha informado el de su pocapor ms de un siglo y ha abierto un cauce irreversible para la reflexinfilosfica.

    No es el nico caso de necesidad de recuperar el pasado inmediato pa-ra la cultura de un pueblo. Jean Marie Lustiger, judo converso al catoli-cismo, capelln de la Sorbona en 1968, y ms tarde arzobispo de Pars,refiere en sus memorias ( La eleccin de Dios , Planeta, Barcelona, 1989)que una de las cosas ms importantes que hizo De Gaulle, al asumir elpoder tras la victoria de los aliados, fue mentirles ( sic ) a los franceses acerca de su responsabilidad en cuanto a la ocupacin de Francia. Y eranecesario que les mintiera, declara Lustiger, porque la vergenza puedellegar a ser insoportable y hay que disolverla para poder seguir viviendo.

    Quiz porque tenan mucho que perdonarse a ellos mismos, quienprimero perdon y rehabilit a Heidegger fue Francia. Fueron los filso-fos franceses quienes jugaron el papel ms importante en el proceso de surecuperacin para la universidad y para la filosofa occidental. En granmedida, porque la reflexin filosfica era en la posguerra ms necesariaque nunca y prescindir de Heidegger era algo que los que se ocupaban deesas tareas no se podan permitir, empezando por Sartre y siguiendo porJean Beaufret, a cuyas preguntas Heidegger responde con la obra quemarca la kehre , el giro hacia la segunda etapa de su pensamiento.

    La izquierda francesa estaba legitimada para esa recuperacin, y slodespus de eso podan los propios alemanes plantearse realizarla ellos.

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    Cuando en 1947 Heidegger public la Carta sobre el humanismo y Ador-no y Horkheimer la Dialctica de la ilustracin , los frankfurtianos, queya haca tiempo haban iniciado sus ataques contra el rector de Friburgo,se contuvieron mucho porque reconocieron una identidad de plantea-miento y de contenido con l en cuanto a la crtica de la modernidad.

    Casi a la vez, Gadamer, que no haba resultado sospechoso de velei-dades nazis, desarroll la filosofa heideggeriana por el camino de lahermenutica, y Hanna Arendt, su discpula juda y su amante, des-arroll en Estados Unidos lo que habra sido la filosofa poltica y socialque el maestro nunca llev a cabo.

    Habermas se ocup tambin de interpretar a Heidegger y, de un modoms deliberado e intencionado, Rudiger Safranski se ocup de hacerloaceptable para los alemanes.

    AHabermas -lo que nos extraa, pero as lo afirma- piensa en este tra-bajo de 1955 [ ACarl Schmitt en la historia de la cultura poltica de la Re-pblica Federal @, en Mas all del Estado nacional , Trotta, Madrid, ], queSer y tiempo [1927] es de carcter >apoltico =, y tambin cree, en el Prlo-go alemn al libro de Faras, que Kant y el problema de la metafsica [1929] carece de relacin alguna con las cuestiones polticas @ (Julio Que-sada, p. 50).

    Por su parte, Safranski da una interpretacin que Julio acepta y elo-gia como aguda: Ala filosofa de Heidegger se entrega al torbellino de la

    realidad poltica (...) Porque considera que en ese instante hay en la rea-lidad un fragmento de filosofa ya realizada @ (R. Safranski, Un maestrode Alemania. Martin Heidegger y su tiempo , Tusquets, Barcelona, 1994,citado por Julio Quesada, p. 88).

    Esta interpretacin concuerda mejor con la exposicin que hace Sa-franski de las relaciones entre Heidegger, Jaspers y Arendt. En efecto,Jaspers se siente decepcionado por la conducta de Heidegger, y despusde la guerra, tras enterarse del tipo de relacin que mantena con Arendt,establece con ella una correspondencia de cierta duracin. Cuando lecomenta que Heidegger es un hombre de muy mal carcter, ella le res-ponde que no es eso. No es que tenga mal carcter, insiste, es que no tie-ne ninguno.

    Pocas personas le conocan y valoraban tanto como ella. No consta queHeidegger le ayudara en ningn momento, como tampoco ayud a otros

    judos vinculados de algn modo a l y que hubiera necesitado su ayuda,empezando por su maestro Edmund Husserl y terminando por su disc-pulo Herbert Marcuse. Sin embargo, y a pesar de eso, despus de la gue-rra Hanna le estuvo enviando paquetes con la ayuda americana y estuvo

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    visitndole peridicamente hasta su muerte.El libro de Julio no pretende analizar la vida de Heidegger ni su con-

    texto familiar, social o cultural. Es una historia cultural de la conexinentre el nacional socialismo y la ontologa fundamental, que pretendedemostrar la identidad de ambas doctrinas. Es la voz de la acusacin, delministerio fiscal. Por eso no hay testimonios en relacin con algn judoal que ayud, con su decepcin del nacionalsocialismo despus de quefuera apartado del rectorado de Friburgo, con su repudio del biologicismoen los dos volmenes de su obra Nietzsche , ni se recogen algunas expre-siones de desengao o de retractacin, como aparecen en las obras de

    otros autores que abordan la vida de Heidegger en toda su amplitud.Julio Quesada prescinde de cualquier abogado defensor, de los requisitosprocesales por los cuales, frente a la voz acusadora, se sita una voz favo-rable al reo o que atene su responsabilidad, eso que se concede incluso alos reos de delitos contra la humanidad en el tribunal de La Haya. Quizporque Julio cree que en el caso de Heidegger no cabe defensa alguna yno la merece.

    Se centra en las obras y textos que van desde e1929, fecha de Kant y el problema de la metafsica , hasta 1936, fecha de la conversacin conLwith en Roma, y sostiene que el resto de la obra de Heidegger, anteriory posterior a esas fechas, tiene su pleno sentido en el reforzamiento delas tesis de ese periodo.

    Lo que resulta ms difcil de aceptar en el planteamiento de JulioQuesada es que las crticas de Heidegger al sujeto, que desde luego apa-recen en Ser y tiempo y se consolidan en Kant y el problema de la metaf-sica , sean una crtica al judasmo, y que la propuesta de fluidificar y de-construir los antiguos conceptos de la ontologa, que desde luego tambinaparece en Ser y tiempo , sea la propuesta y la incitacin a la destruccinde los judos precisamente en los campos de concentracin.

    Y resulta difcil de aceptar porque falta la prueba. En su lugar lo queaparece es lo que Julio estima como Acoherencia lgica @, tal como lo indicaen el prrafo ya citado de la pgina 106. A)No es lgico suponer que laspropias posibilidades inherentes a esa otra vida fctica que produce talesconceptos es ideas aberrantes [los judos] deban tambin ser destruidas?) no acaba habiendo una relacin de causa-efecto entre la >destruccin = hermenutica y la >salud del pueblo = y la >higiene racial =? Es lo que noso-tros s creemos @ (p. 106).

    Julio Quesada lo cree as porque Ala filosofa de Heidegger, slo se en-tiende adecuadamente si atrapamos su propia situacin hermenutica oel objeto de su investigacin filosfica en la clave que l mismo nos dej:

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    >porque de lo contrario la vida renuncia a la posibilidad de ser =. La luchapor el ser es la lucha por la vida de una cultura que se entiende a s mis-ma como amenazada por la modernidad ilustrada, democrtica y cientfi-ca @ (p. 105).

    Es decir, la obra de Heidegger solo se entiende si se le aplican los cri-terios de la hermenutica de Dilthey, segn la cual hay que identificarsecon la subjetividad del autor, y no con los criterios de la hemenutica delpropio Heidegger segn la cual la propia obra tiene su autonoma inde-pendientemente del sujeto. Con los criterios hermenuticos de Dilthey,que son los que aplica Julio Quesada, Heidegger debera haber sido con-

    denado, no por el comit de depuracin franco-alemn que le permitivolver a la universidad, sino por los magistrados americanos del tribunalde Nrenberg. En cambio, con los criterios hermenuticos de Heidegger,que conceden la prioridad a la obra sobre la subjetividad, Heideggerpodra haber sido absuelto por los magistrados de Nrenberg y por los delcomit de depuracin.

    Julio Quesada hace derivar la crtica de Heidegger al sujeto y a losconceptos e ideas directamente de la obra de Hitler Mein Kampf , de 1925.

    Aunque el antisemitismo se encuentra por doquier en la historia de occi-dente, y las persecuciones y matanzas de judos tambin, para Julio Que-sada el Holocausto parece ser principalmente obra directa de dos sujetos,a saber Hitler y Heidegger.

    Parece verdadera la tesis de que el Holocausto es obra directamentedel sujeto Adolfo Hitler, porque hay pruebas de que dio ordenes al respec-to y se ocup de que se ejecutaran. Pero no que lo sea tambin del sujetoMartin Heidegger, porque no hay ms prueba que citas de las obras deHitler, apologa de Hitler y coincidencias entre textos de Heidegger y deHitler.

    Por supuesto que es legtima la interpretacin en clave poltica de lafilosofa, de toda ella, a lo largo de su historia, como son legtimas lasinterpretaciones socioeconmicas, psicoanalticas, estticas, y desde luegolas filosficas. Pero la pretensin de que para entender bien la filosofa deHeidegger hay que situarse en sus claves polticas resulta muy afn aaquella del propio rector de Friburgo segn la cual hay que ser alemnpara poder entender a Platon.

    Habermas ha sostenido que sin una preocupacin por la accin polti-ca emancipadora no puede tener lugar una autntica accin comunicati-va, y lo ha sostenido en contra de Gadamer. Pero no se le ha ocurridodecir que para entender a Heidegger hay que ser marxista o haberlo sido.Ms an, siempre ha reconocido con gratitud el trabajo por el cual Ga-

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    damer Alogr urbanizar la provincia Heidegger @. Por eso su apreciacin deque Ser y tiempo y Kant y el problema de la metafsica son obras que nocontienen alusiones polticas, es muy de tener en cuenta. Y no pierdevalor por el hecho de que sea un alemn que quiere trabajar por la inte-gridad del patrimonio filosfico alemn.

    Husserl deca que contra nada reacciona uno ms violentamente quecontra los errores que uno mismo acaba de abandonar. Habermas y Sa-franski, como todos los alemanes, reaccionaron muy violentamente con-tra el nazismo. Pero eso no les impidi reconocer valores en Heidegger.Ni el testimonio de Habermas ni el de Safranski pierden valor por el

    hecho de ser ellos alemanes y afrontar la tarea de reconstruir la unidadcultural de la Alemania contempornea y su identidad como alemanes.Muy probablemente porque el compromiso de Heidegger con el nazismo ysu militancia en el partido, a pesar de todas su fraseologa, fue superficialy >platnica =.

    A una distancia de ms de medio siglo desde el nazismo y el Holocaus-to puede haber ms serenidad y ecuanimidad, dentro y fuera de Alema-nia, a la hora de enjuiciar esos episodios. Y ese equilibrio probablementese encuentra en los espaoles. Entre los intrpretes espaoles, Julio se-ala que solamente Jos Luis Villacaas y Patricio Pealver se hanaventurado a sugerir tmidamente que la relacin de Martin con el na-zismo es ms que puntual y circunstancial, y, por otra parte, lamenta queuno de nuestros mejores filsofos, JacoboMuoz, minimice esa relacin,al igual que haban hecho Juan Manuel Navarro Cordn y Ramn Rodr-guez, y, ms recientemente, Arturo Leyte. Lo que se puede decir de todosellos es que llevan a cabo interpretaciones honestas y equilibradas, inde-pendientemente de que se est ms de acuerdo con unos o con otros. Sonms plausibles, ms convincentes, las interpretaciones de Habermas y deSafranski, e igualmente las de los filsofos espaoles, que las de Faye yJulio Quesada.

    No es obvio que la mejor y ms adecuada comprensin e interpreta-cin de las producciones intelectuales, artsticas, humansticas o cientfi-cas, sea la que se realiza desde el punto de vista de la accin poltica.

    Adems, dentro de la legitimidad de ese enfoque, en el caso de Heideggerno resulta creble que Mein Kampf sea la nica y ni siquiera la ms im-portante fuente de la ontologa fundamental, como parece sostener JulioQuesada.

    En primer lugar porque la crtica a la modernidad tiene lugar a lo lar-go de todo el siglo XIX con el despliegue del Romanticismo. Crtica y des-pliegue que generan las corrientes nacionalistas en las artes, las letras y

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    la poltica en todo el occidente. En segundo lugar porque el ciclo revolu-cionario socialista tambin recorre todo el siglo con fuerza creciente, demanera quela convergencia entre nacionalismo y socialismo tiene lugaren toda Europa y toda Amrica. Y no todas las formas de nacionalismosocialista son antisemitas. Ni siquiera en Alemania, donde a pesar delantisemitismo generalizado Ernst Cassirer llega a ser el primer rector

    judo de una universidad alemana (Hamburgo) despus de la primeraguerra mundial.

    Por otra parte, aunque el nazismo surgiera teniendo como elementoesencial el antisemitismo, el nacionalismo y el socialismo seguan siendo

    aspiraciones legtimas de los alemanes dentro de esa constelacin de fac-tores. En concreto, Ferdinand de Tnnies, de cuya obra Gemeinschaftund Geselschaf , de 1887, toman Sombart y Heidegger el concepto de co-munidad, es expulsado de su ctedra de Kiel por los nazis en 1933 por sersocialdemcrata y por haber criticado el programa del partido nacionalsocialista. La contraposicin entre comunidad y sociedad sirve a otrosautores, entre ellos Durkheim, para sealar que la verdadera comunidadse da en mayor grado en los judos, en grado medio en los catlicos y enmenor medida en los protestantes, porque la cohesin y comunicacinsocial est en correlacin significativa con el ndice de suicidios, y talindice es mayor en los protestantes y catlicos que en los judos (Dur-kheim, El suicidio , 1897).

    Pero adems, el antisemitismo de otras ideologas afines al nacional-socialismo alemn, como el del fascismo italiano o el del nacional sindica-lismo espaol, no desemboc en realizaciones tan tremendas como elHolocausto. Por eso puede pensarse que su ejecucin en la Alemania nazino se debe tanto al nazismo como a la conjuncin de la mente de Hitlercon la desesperacin a que el pueblo haba sido llevado por la derrota enla primera guerra mundial y el tratado de Versalles, y por la extraordi-naria capacidad de ese pueblo para la obediencia y la disciplina (ms quepor la capacidad de su lengua para el pensamiento filosfico). La humi-llacin y la desesperacin producidas por el tratado de Versalles les pa-reca insoportable a mentes tan poco sospechosas de antisemitismo comola de Max Weber o la de John Maynard Keynes.

    Por eso puede pensarse que no hay conexin necesaria, sino simple-mente fctica, entre nazismo y holocausto, y ms an cuando los estudio-sos de Heidegger han sealado, en su mayora, que su vinculacin al na-zismo y su antisemitismo se deba a su falta de carcter, al antisemitis-mo de Elfride, su mujer, al que se sum precozmente, a su oportunismopoltico, que le llev a ayudar a aquellos judos con los que le interesaba

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    contar para sus proyectos personales, a su incapacidad de prever conse-cuencias, como Julio Quesada seala, y a su excesiva facilidad para viviren el mundo de las ideas fabulando >platnicamente = la historia, como yase ha sealado.

    Probablemente, la identificacin entre nazismo y Holocausto es la quelleva a algunas mentes actuales, que encuentran valores en la peculiarsntesis nazi entre nacionalismo y socialismo, a negar la realidad delHolocausto, dado que no es posible de ninguna manera encontrar ningnvalor en l que haga posible su reivindicacin por parte de nadie.

    Por lo que se refiere al aspecto terico y filosfico del problema, cabe

    aducir que la crtica del sujeto, de la actitud cientfica y de la conciencia,se inicia en 1900 con la publicacin de dos obras claves para el siglo XX,las Investigaciones lgicas de Husserl y La interpretacin de los sueos deFreud, dos autores muy poco sospechosos de antisemitismo.

    La fenomenologa y la deconstruccin se despliegan en toda Europabastante antes de que Hitler escribiera Mein Kampf , y, desde luego, an-tes de que adquiriese en Alemania la relevancia suficiente como para quenadie se interesara en esa obra suya. Es ms bien la obra de Hitler la quecabe interpretar como tributaria del nacionalismo, del socialismo, de lacrtica a la modernidad ilustrada y del antisemitismo presente por do-quier, ya que no de la fenomenologa, dada la escasa formacin intelec-tual del dictador.

    Pero adems, la hermenutica deconstruccionista es desarrollada porGadamer, y por otros fenomenlogos, incluso judos, como Levinas y De-rrida, con referencias explcitas a Ser y tiempo como fuente. Es verdadque Levinas dej de leer a Heidegger cuando tuvo conocimiento de sunacionalsocialismo (aunque Derrida, no), pero luego se mantienen lascoincidencias con el alemn, aunque trabajen independientemente, comosi, en efecto, el conjunto de ideas y enfoques compartido por ambos lescondujera en su deriva por itinerarios semejantes.

    Todava se pueden sealar coincidencias ms llamativas que aumen-tan las dudas sobre la correccin del planteamiento de Julio. Cuando otropensador tan poco sospechoso de germanofilia y antisemitismo comoErnst Tugenhadt publica Autoconciencia y autodeterminacin , (F.C.E.,Madrid, 1993) no solamente sostiene, como lo haba hecho en EspaaJacobo Muoz, que Heidegger y Wittgenstein son los pensadores msinfluyentes y decisivos del siglo XX, sino que hay completa coincidenciaen el planteamiento de ambos en lo que se refiere a la crtica del sujeto, ala deconstruccin por el procedimiento de remitir los conceptos y las ide-as al lenguaje ordinario, y a otros enfoques y planteamientos tericos. En

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    concreto, Tugendhat deriva la concepcin del s mismo de Heidegger y deWittgenstein del yo kierkegaardiano y las enlaza con la concepcin del yosocializado de un terico de la democracia como Geroge Herbert Mead 10 .

    En una cierta argumentacin contrafctica, y una vez establecidas porTugendhadt las coincidencias entre la ontologa fundamental de Heideg-ger y la analtica del lenguaje de Wittgenstein, se podra intentar deducirla analtica wittgensteiniana del Mein Kampf , y concluir que lo ms >lgi-co= es que Wittgenstein hubiera sido no solamente antisemita (lo quehasta poda ocurrir en una familia de judos europeos), sino tambin par-tidario del exterminio.

    Pocas personalidades y pocos estilos filosficos hay ms divergentesque el de Heidegger y Wittgenstein, y pocas obras filosficas con mscoincidencias de fondo. Por eso es ms fcil interpretar su pensamientocomo expresin de lo que ambos, en su reflexin filosfica, perciban quehaba ocurrido en el pensamiento occidental y que se poda hacer, dado loque la teora haba logrado hasta el momento, y dado lo que las circuns-tancias de la vida en la Europa del primer tercio del siglo XX impulsabana buscar.

    Heidegger, durante la dcada de los 30, se encontr que su pensa-miento filosfico se poda acoplar al nacionalsocialismo y sacar provechodel partido, y lo acopl. Se afili al partido. Se entusiasm con Hitler. Locit. Cuando tuvo poder aboli las libertades. Desatendi a sus amigosflotando en su falta de carcter, en sus proyectos egostas y en sus sueosespeculativos. Cuando fue apartado del rectorado se decepcion del na-cionalsocialismo y consider que el partido se apartaba del recto caminode la sabidura y de la historia , es decir, de su filosofa. Quiz con la con-sabida expresin Anoes eso, no es eso @, con que los intelectuales expresansu decepcin de la poltica.

    Cuando termin la guerra sigui manteniendo sus puntos de vista fi-losficos y los desarroll con algunas variantes, porque si haba habidoalgn error en el modo de interpretar la historia de occidente y la reali-dad de Alemania, haba sido un error del nacionalsocialismo, pero no deHeidegger. Sigui siendo un tradicionalista hasta su muerte, un naciona-lista antidemocrtico, antiamericano y antisovitico, y hasta es posibleque un antisemita. Julio Quesada lo compara frecuentemente con ETA,

    10 Cfr., Ernst Tugenhadt, Autoconciencia y autodeterminacin , F.C.E., Madrid, 1993. Cap. 4 ADescenso del Yo al yo @, cap.

    5., AWittgenstein I: La imposibilidad del lenguaje privado @, cap. 6., AWittgenstein II: La salida del frasco de las moscas @,

    cap. 8., AHeidegger. El comportamiento consigo mismo I: Planteamiento @., cap. 9. AHeidegger, El comportamiento consigo

    mismo II: Elaboracin @, cap. 10. AHeidegger. El comportamiento consigo mismo III: La eleccin de s mismo @.

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    pero no llega a tanto.Heidegger fue siempre un nacionalista antidemocrtico. En Espaa

    hubiera sido carlista, y habra militado en el nacionalismo vasco, con unaactitud muy similar a la que tuvo en el partido Arzallus, pero no habramilitado en ETA, y ni siquiera en Herri Batasuna. Se le podra haberacusado igualmente de aprovecharse de ETA, de ambigedad e incluso decobarda, como a veces se ha acusado al PNV, pero no de manejar la go-ma 2.

    Es cierto que una ontologa del nacionalismo o del nacional-ecologismosirve para fundamentar por igual a todos los grupos nacionalistas, desde

    el PNV a ETA pasando por Eusko Alkartasuna y Herri Batasuna, peroprecisamente por eso no se puede pasar si ms de una metafsica nacio-nalista a una accin terrorista. Si en el terreno de las ideas no hay tantadistancia, en el de la praxis vital y la accin poltica hay mucha.

    Heidegger desarroll lo que Javier Hernndez-Pacheco ha llamado lasperversiones del romanticismo 11 , no la perversin bohemia, pero s laperversin nazi y, llev ese romanticismo provinciano a desembocar en elecologismo. En efecto, y a pesar de lo que le irrita a Julio Quesada, dif-cilmente se encuentra mejor fundamentacin para el ecologismo posmo-derno que la obra de Heidegger.

    Del Holocausto no se sigue condena para Heidegger, y tal vez ni si-quiera para el nazismo, sino solo para Hitler y sus colaboradores, en lostrminos en que ya el proceso de Nurenberg la dict.

    Tampoco del Gulag se sigue condena alguna para Maiakovski o paraShostakovich, a pesar de todos los poemas laboralistas de uno y de lassinfonas patriticas del otro, y ni siquiera para el comunismo, sino slopara Stalin y sus colaboradores, en los trminos en que Krushev y losautores del Informe Secreto del XX Partido Comunista de la URSS empe-zaron a hacerlo.

    En cierta ocasin Julio Quesada me coment que tras la cada de laURSS y la apertura de los archivos, se haba comprobado que Stalin hab-a dado muerte a ms del doble de personas que Hitler durante sus aosen el poder. Eso no se sabe, insista, pero es muy importante comunicarloa todo el mundo y hacer justicia en la medida de lo posible.

    Adems de ser nazi y adems de ser comunista, militancias que sepueden considerar legtimas, Hitler y Stalin eran criminales, bajo supropia responsabilidad, y sin camuflaje posible en la ideologa. CarlSchmitt fue nazi, y Malevitch, uno de los primeros pintores del siglo XX,

    11 Javier Hernndez-Pacheco, La conciencia romntica , Tecnos, Madrid, 1995.

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    fue comunista, pero no fueron asesinos, por mucho que se identificarancon la ideologa.

    La interpretacin de la ontologa fundamental como filosofa del na-cional socialismo que lleva a cabo Julio Quesada, quiz puede ilustrarse ycomprenderse mediante la comparacin con las interpretaciones de lafigura de Cristbal Coln o de Cervantes o de otros personajes histricos.

    En el siglo XVIII Coln fue considerado un marino genovs impulsadopor la ambicin de los banqueros, en el siglo XIX como un hroe que al-canza las cimas de la santidad, merece la canonizacin y abre el cauce deuna institucin religiosa como Ai cavaglieri di Colombo @, y en el siglo XX

    como un capitalista, imperialista y explotador que desprecia a los dbiles.En el siglo XVIII Cervantes es visto como un novelista que cultiva elgnero cmico y tiene xito, en el XIX como el descubridor de la verdade-ra grandeza del hombre y como el que abre los caminos ms excelsos alser humano hasta perderse en la locura, su verdadera clave, y en el sigloXX como un escritor que se inclina ante los marginados y muestra suprofunda humanidad, homosexual, por supuesto, y que sobrevive ejer-ciendo de proxeneta de sus hermanas.

    Anlogamente, Bruto puede considerarse un asesino, pero desdediferentes puntos de vista su accin se puede calificar como un parricidio,como la ejecucin de un traidor a la Repblica, como salvacin de Roma,como accin automtica de un megalmano de carcter dbil seducido porla adulacin, y de otros modos. Qu es lo que hizo Arealmente @ Bruto yquin fue Arealmente @, si un hroe que alcanz las supremas cimas de lohumano o un ser cuya debilidad o cuya ambicin le convirtieron en unrepulsivo degenerado que se hundi en las simas de la inhumanidad, esalgo que resulta igualmente problemtico dilucidar

    No es que no existan lo hechos. No es que Bruto, Coln y Cervantes nosean reales. Lo fueron. Pero en el siglo XX hemos aprendido que la posi-cin del observador altera lo observado, que en muchos casos es imposiblesaber cmo fueron las cosas y las personas de verdad, y que hay unasinterpretaciones mejores que otras.

    Se aprende mucho de la lectura de libros como Tres reformadores deMaritain, Dialctica de la Ilustracin de Adorno y Horkheimer, o Heideg-

    ger de camino al Holocausto de Julio Quesada. Se queda uno admiradodel ingenio de estos autores al ser capaces de explicar la historia de occi-dente completa, con enorme detalle, en funcin del individualismo lute-rano-cartesiano, en funcin del capitalismo o en funcin del nazismo. Y alfinal de esas lecturas uno queda profundamente aliviado y agradecido deque esos personajes de Maritain, de Adorno y de Julio Quesada hayan

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    existido, y de que se hayan escrito esos libros, porque de otro modo, quizla historia de occidente habra transcurrido de un modo por completoequivocado.

    Jacinto Choza ([email protected])Facultad de Filosofa

    Universidad de Sevilla