Christian Cornelissen. Educacion Revolucionaria

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EDUCACIÓN REVOLUCIONARIA Cristián Cornelissen El hombre por su naturaleza misma, cuida de adaptarse al medio social en el cual vive. Procura desenvolver con entera libertad sus libertades físicas e intelectuales según las condiciones de existencia que el rodean y, en primer término, según sus relaciones con sus semejantes. De ahí su inclinación natural en procurarse el mayor bienestar personal, su inclinación a obtener el más superior desarrollo de su propia individualidad, inclinación común en rodos los demás seres orgánico, vegetales y animales. En ellos está la bese de la moral humana así como la condición necesaria al desenvolvimiento del individuo y de la colectividad, y solamente de esta manera es como uno y otra pueden alcanzar el más pleno desarrollo. Ya que buscamos el mayor bienestar personal posible dentro de las condiciones sociales presentes, estas mismas condiciones son del mayor interés para cada uno de nosotros, desde el momento que reaccionan siempre sobre el bienestar o malestar material, intelectual y moral de la comunidad. Allí donde aparece quebrantada la dicha del cuerpo social el individuo tienen que experimentar el daño que el desequilibrio causa a todos sus miembros. Durante el curso de la lucha de clases emprendida, el proletario en general tiene que adaptarse a las condiciones económicas que cambian continuamente y a vivir tan intensivamente como le sea posible según la evolución de la sociedad. Tiene que desenvolverse dentro de los límites de la civilización humana y cumplir con la obligación de educarse por sí mismo, obligación que al cumplirla le dotará de las cualidades requeridas para que pueda realizara su misión ante la historia. Esta misión histórica comprende su propia emancipación como última capa de la moderna sociedad humana, y al mismo tiempo, la completa liberación de la sociedad de la opresión económica y política del capitalismo. Después, por su propia educación, las masas obreras, por su parte; pueden reaccionar sobre las condiciones vitales materiales y modificar así la estructura económica de la sociedad. Es lo que se llama reacción del efecto sobre la causa; el mejoramiento de las condiciones económicas obra sobre el desarrollo material, intelectual y moral de un pueblo, lo mismo que este desarrollo ejerce influencia recíproca sobre las condiciones económicas generales. Sin embargo, para que en la lucha de clases el proletariado llegue verdaderamente a cumplir su misión histórica, el comino que debe recurrir es largo y penoso. En el período histórico, que empiece luego de abolida esa última forma de esclavitud humana, el salario debe abrir al mismo tiempo una era de civilización general nueva. Es evidente, no obstante, que las masas obreras todavía se hallan atrasadas física, intelectual y mortalmente, lo mismo en la lucha efectiva contra los patronos que en 1

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Educación libertaria.

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  • EDUCACIN REVOLUCIONARIACristin CornelissenEl hombre por su naturaleza misma, cuida de adaptarse al medio social en el cualvive. Procura desenvolver con entera libertad sus libertades fsicas e intelectualessegn las condiciones de existencia que el rodean y, en primer trmino, segn susrelaciones con sus semejantes.

    De ah su inclinacin natural en procurarse el mayor bienestar personal, suinclinacin a obtener el ms superior desarrollo de su propia individualidad,inclinacin comn en rodos los dems seres orgnico, vegetales y animales.

    En ellos est la bese de la moral humana as como la condicin necesaria aldesenvolvimiento del individuo y de la colectividad, y solamente de esta manera escomo uno y otra pueden alcanzar el ms pleno desarrollo.

    Ya que buscamos el mayor bienestar personal posible dentro de las condicionessociales presentes, estas mismas condiciones son del mayor inters para cada unode nosotros, desde el momento que reaccionan siempre sobre el bienestar omalestar material, intelectual y moral de la comunidad. All donde aparecequebrantada la dicha del cuerpo social el individuo tienen que experimentar el daoque el desequilibrio causa a todos sus miembros.

    Durante el curso de la lucha de clases emprendida, el proletario en general tieneque adaptarse a las condiciones econmicas que cambian continuamente y a vivirtan intensivamente como le sea posible segn la evolucin de la sociedad. Tieneque desenvolverse dentro de los lmites de la civilizacin humana y cumplir con laobligacin de educarse por s mismo, obligacin que al cumplirla le dotar de lascualidades requeridas para que pueda realizara su misin ante la historia.

    Esta misin histrica comprende su propia emancipacin como ltima capa de lamoderna sociedad humana, y al mismo tiempo, la completa liberacin de lasociedad de la opresin econmica y poltica del capitalismo.

    Despus, por su propia educacin, las masas obreras, por su parte; puedenreaccionar sobre las condiciones vitales materiales y modificar as la estructuraeconmica de la sociedad.

    Es lo que se llama reaccin del efecto sobre la causa; el mejoramiento de lascondiciones econmicas obra sobre el desarrollo material, intelectual y moral de unpueblo, lo mismo que este desarrollo ejerce influencia recproca sobre lascondiciones econmicas generales.

    Sin embargo, para que en la lucha de clases el proletariado llegue verdaderamentea cumplir su misin histrica, el comino que debe recurrir es largo y penoso.

    En el perodo histrico, que empiece luego de abolida esa ltima forma deesclavitud humana, el salario debe abrir al mismo tiempo una era de civilizacingeneral nueva.

    Es evidente, no obstante, que las masas obreras todava se hallan atrasadas fsica,intelectual y mortalmente, lo mismo en la lucha efectiva contra los patronos que en

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  • todas las grandes cuestiones de la civilizacin humana.

    La que ms aniquila en la lucha de clases las fuerzas de los proletarios es la falta desolidaridad que se observa en todo.

    Vemos a los pobres vivir en discordia perpetua unos contra otros: hombres, mujeresy nios; les vemos disputarse por cosas mnimas. Las querellas estn a la orden detodos los da; ora se disputa por el agua que cae del cielo, ora por el agua que salede la tierra; ora por la escalera, el pasillo, estn mal barridos, por la basura, por elsumidero, lo mismo que por las travesuras de lo sus hijos. En los lugaresmontaeses, en las aldeas, esta desunin se mantienen bajo otras formas aun enlas ms numerosas discordias de familia, favorecidas por la vida labriega y atizadapor los notarios y abogados, segn el beneficio que de ellas pueden esperar.

    Ms cuando, despus de estas disputas entre ellos, el propietario, el cura, el notariopasan por los barrios obreros, entonces vemos a los pobres encorvar sus espaldascomo sus antepasados lo hacan. Los esclavos del trabajo, incapaces de obrar deacuerdo entre si, se humillan delante de sus amos modernos.

    Ah, que no son los pueblos de esclavos quienes han de imponer un movimientohistrico!

    La divisin entre los pobres del mundo entero parece ser tan hereditario como lashuellas de su trabajo tan grosero y penoso. Por eso la han fomentadoconstantemente todos los potentados eclesisticos y seculares.

    Por la religin, por la cultura de prejuicios locales y provinciales, por su poltica llenade zozobras, han logrado estos ltimos mantener dividida la clase obrera en todaclase de capillas e iglesias, de clubs, y asociaciones locales; han excitado a loshabitantes de un pas contra todos los otros.

    Las masas obreras viven, pues, divididas entre s en las ciudades y en los campos,considerndose enemigos unos de otros, en lugar de vivir todos juntos y obrar deacuerdo contra los que les oprimen.

    Obremos todos cuantos queremos contribuir al progreso de la civilizacin humana ycombatamos con energa todos los prejuicios locales y nacionales! Habr quedestruir mucho ms de lo que creemos!

    Tan largo tiempo como las masas oprimidas y explotadas de nuestra sociedadcapitalista dejen de hacer causa comn contra sus explotadores en todas lascircunstancias de la vida, interviniendo los unos en provecho de los otros en todocuanto puedan apoyarse mutuamente, jams conseguirn, siendo los productoresde todas las riquezas, ejercer la direccin del trabajo, ni podr tampoco ninguno deellos, como hasta el presente, desenvolverse segn sus facultades personales.

    En este caso, como en tantos otros, no hay necesidad de teoras, sino de actos, deejemplos buenos. Prctica, ms que todo, hace falta.

    La Biblia cristiana lo ha comprendido muy bien al predicar a los creyentes: Aquellosque me dicen: Seor, Seor, no entrarn todos en el reino de los cielos; sino queentrar solamente aquel que cumpla la voluntad de mi Padre que est en loscielos.

    Para los proletarios revolucionarios de nuestros tiempos modernos, como para los

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  • cristianos de los tiempos pasados, condicin semejante deben reconocerla en susactos.

    Para su emancipacin econmica y poltica tienen necesidad las masas proletariasde solidarizarse apoyndose mutuamente, tanto en su trabajo como en la vida socialfuera de las fbricas y talleres.

    Por lo mismo, aquel que quiera ser til a la liberacin de las masas y a la civilizacinhumana de nuestra poca, debe procurar que sus actos estn en armona con susteoras y favorecer, en todo lo que pueda, el movimiento revolucionario de losoprimidos contra los opresores.

    All, en las fbricas y en los talleres, donde el individuo sea vctima de su resistenciacontra la explotacin, los camaradas deben acudir en su apoyo y auxiliarle, nosolamente procurando encontrarle trabajo, si que tambin con sus personas y ensocorros materiales.

    El soltero querr sacrificarse para el bienestar del hombre casado y el casado sinhijos para el del padre de familia.

    Rehusando al contrario trabajar con el renegado, que, en las huelgas, ha traicionadoa sus camaradas, los obreros obran conforme a los preceptos fundamentales de lalucha de clases.

    Todos los legisladores y economistas burgueses dicen, que al rehusar el trabajo porno querer vernos en contacto con el gte-mtier y el traidor, violamos la libertadpersonal de aquel que desmerece el oficio y traiciona. Pretenden hacernos creerque no tenemos derecho de usurpar la libertad del trabajo de todos aquellos quedesean trabajar bajo condiciones distintas a las que trabajan sus compaerosorganizados.

    Los legisladores y economistas burgueses se refieren, pues, al alcance dado a lalibertad personal de los trabajadores por las organizaciones obreras.

    Claro que, si los obreros organizados rehsan trabajar en las fbricas y talleres allado de aquellos que no aceptan las condiciones convenidas y el contrato comncerrado con los patronos, usurpan la libertad personal del gte-mtier, as comousurpan igualmente la libertad del patrono y de sus perros de guardia, quienes, bajocondiciones tales, no seran libres de escoger entre los obreros los que les perecenms fciles a ser explotados.

    Confesemos, desde luego, que todo eso es verdad.

    nicamente que, los obreros organizados, se encuentran cada vez ms en laalternativa de ser el martillo a el yunque.

    Sabiendo que hay compaeros de trabajo obligados a ofrecerse a ms bajo precio acausa de la carencia de trabajo y de la miseria, no podran preferir los interesespersonales de estos individuos a los del conjunto de los dems obreros.

    Porque, si a los patronos no se les puede obligar a entrar en negociaciones con lasSociedades de sus operarios, si, en los lugares mismos de los obreros a hacercausa comn en la lucha de clases con sus compaeros de trabajo ms inteligentesy ms convencidos de sus intereses de clase, entonces estos ltimos se ven

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  • obligados a aceptar las condiciones de trabajo dictadas por sus amos.

    Qu significa la libertad para la clase obrera? De hecho el salario no es ms queuna total infraccin a la libertad del trabajo y asimismo una violacin al bienestarfsico e intelectual de la inmensa mayora de los hombres.

    As es que, tanto cuanto tiempo los medios de produccin y consumo pertenezcanprivadamente a una minora, la mayora de los hombres estar obligada a produciren provecho ajeno. Las masas tampoco llegarn a verse libres si no combaten lalibertad del yugo capitalista.

    Porque la libertad es como el reino de los cielos, segn San Mateo; se logra por laviolencia y son los violentos quienes lo logran. As que, ningn pueblo y ningnindividuo gozar de libertad, sino el que por s mismo la logre.

    La lucha de clases, que los obreros asalariados tienen que sostener contra susexplotadores, es la consecuencia necesaria, precisamente, de la falta de libertad delproductor de dirigir sus propios medios de produccin y de regular las condicionesde su propio trabajo.

    Aqu se levanta inmediatamente el inters del capitalista patrono contra el del obreroasalariado. El concepto de la libertad de uno es opuesto al del otro.

    El patrono, apoyado en su libertad y aun en la de los obreros que trata de defender,pretende hacer el contrato de trabajo con sus operarios solamente. Quiere para s lafacultad de admitir o despedir a sus asalariados segn le vaya pareciendoconveniente, y concede a cada uno de stos personalmente que se marchen deltaller cuando les plazca.

    He ah la libertad del trabajo tal cual la comprende el capitalista patrono y como ladefiende la economa burguesa y la convierte en ley la clase dominante.

    Pero el obrero asalariado tiene adquirido otro concepto de la libertad. A la libertaddel trabajo, segn la comprenden los capitalistas y que no es ms que la libertad deque el fuerte explote al dbil (tmese esta palabra en sentido econmico), l, elobrero asalariado, opone su propio concepto, que es el de la libertad de organizarsecontra la explotacin capitalista.

    En oposicin al contrato personal, exigido por el capitalista patrono y defendidocalurosamente por los economistas burgueses, los obreros organizados defiendenel mercado colectivo del trabajo y el contrato comn, basado sobre lacomunidad de intereses de los explotados.

    El que perjudique a estos intereses por trabajar a menos precio o por renegadodebe ser considerado como un traidor por los obreros organizados. Los obrerosorganizados juzgan, pues, ejercer un derecho al boicotear a cuantos perjudiquen lacausa comn de sus compaeros de trabajo, y estn obligados por la naturaleza dela cosa misma, a no trabajar con las personas que verifican un contrato individual ya despecho de sus camaradas.

    A medida que, en la lucha de clases, los obreros asalariados se encuentran mseducados para el combate prctico, cuidan ms rigurosamente de ejercer estatctica general, ya que de otro modo se les hara ms y ms imposible de obtenerun contrato de trabajo favorable.

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  • Adems, la apelacin a la libertad del trabajo por parte del capitalista patrono ydel economista de la escuela burguesa, en verdad, slo es un acto de hipocresa,propio para cubrir los particulares intereses de clase por medio de un nombreespecioso.

    Con ello no se trata de respetar la libertad del trabajo de todos los obreros sindistincin. De lo que se trata es de recoger entre la libertad de uno y la libertad delotro.

    Si la libertad personal del obrero en verificar un contrato de trabajo con su patronodebe ser respetada, aun en el caso de que ese contrato sea perjudicial a suscompaeros de trabajo, es preciso, igualmente, pues, respetar la libertad de losobreros organizados que no quieren trabajar al lado del individuo que perjudica asus intereses, lo mismo que su libertad de perjudicar a este individuorecprocamente en todo cuanto sea posible.

    Colocados en el punto de vista del respeto a la libertad del trabajo, es menesterconfesar que en la lucha de clases la libertad de uno vale tanto como la de otro.

    La legislacin de ninguno de los pases modernos ha comprendido esto, ni tampocola economa burguesa. Y no poda suceder de otra manera, no pueden ser sino elreflejo de los intereses particulares de las clases dirigentes.

    Los obreros asalariados, por su parte, tienen el deber de demostrar que locomprenden perfectamente, en todas partes donde trabajen juntos, en las fbricas,en los talleres y en los campos.

    El respeto al contrato colectivo del trabajo y de las obligaciones consiguientes, es unejercicio que perfecciona la educacin revolucionaria, proporcionando la ocasin deejercerlo, la lucha de clases.

    No solamente por medio de esta lucha se ejercitarn los obreros organizados aaplicar el boicotaje a los renegados, a los falsos camaradas, sino que igualmente alos patronos intratables.

    Es un arma que puede ser un precioso auxiliar de las huelgas por la razn de quelos obreros pueden servirse de ella lo mismo como trabajadores que comoconsumidores.

    Cuando los grandes almacenistas se nieguen a conceder a sus empleados unareduccin de horas de trabajo o una mejora en los salarios, modestos, demasiadomodestos, corresponde a toda la clientela de estos almacenes, es decir, a lasmasas de las familias obreras, poner en el ndice a esos establecimientosrefractarios.

    Los obreros, en algunos casos, estarn obligados a apoyar a esos empleados, yaque en sus ramos de oficio respectivos, todos a su tiempo tendrn necesidad deconcurso de la opinin pblica. En la gran familia de los oprimidos deben todosprestarse mutuo apoyo para mejorar sus condiciones de vida.

    Cuando en las imprentas de libros y peridicos, lo mismo que en las principalescerveceras y panaderas, etc., el personal asalariado es impotente para introducircon sus solas fuerzas una reivindicacin cualquiera, esa reivindicacin debe serapoyada por la fuerza de todas las asociaciones obreras que pueden retirar su

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  • clientela a los patronos recalcitrantes.

    Yo he podido convencerme en un caso semejante del excelente efecto producidopor la exhibicin, frente a los establecimientos boicoteados, de una placa negra conestas frases: El patrn X paga un salario de... francos por semana, con unajornada de... horas.

    La placa negra intranquilizaba a los patronos intratables e igualmente a lospropietarios de grandes empresas mercantiles e industriales al aparecer por lascalles habitadas por su clientela.

    Todo eso hace que la lucha sea ms aguda y ms violenta.

    Es cierto! Tampoco los obreros pueden esperar consideracin ninguna por parte delos capitalistas, que saben perfectamente el boicotaje contra sus operariosorganizados.

    La introduccin de los certificados de trabajo y de las libretas ha ofrecido a lospatronos el medio de investigar la conducta de sus asalariados en muchos oficios eigualmente de regiones y pases enteros. De este modo les es posible conocer a laspersonas ms enrgicas del movimiento obrero y privarles de su trabajo. Lasprotestas que en los lugares obreros levantas esas maquinaciones de loscapitalistas son muy numerosas, como lo sabe cualquiera que tenga experiencia delmovimiento obrero.

    Una sola seal secreta, una carta o un solo punto negro con el cual hayan acotadolos patronos los certificados de trabajo podr denunciar que el obrero que ofrecesus servicios provisto de tal certificado es conocido como enemigo del buen ordenen los talleres o a lo menos como sospechoso.

    Sabemos que muchos obreros que merecen toda nuestra confianza y muyconocidos en el mundo sindical, que en ninguna parte pueden encontrar trabajo, pormuy hbiles que sean en su oficio y provistos aparentemente de los mejoresinformes.

    En vano llaman a todas las puertas, errantes de fbrica a fbrica, de taller en taller.No logran encontrar un empleo si su nombre ha sido colocado, como dicen enAlemania, en la lista negra. Estn boicoteados por los patronos y a muchos no lesqueda ms recurso que abandonar su pas.

    Esto puede motivar la resistencia obstinada de los obreros organizados contra laintroduccin de los certificados de trabajo.

    Al lado del boicotaje los obreros han practicado durante los ltimos aos elsabotaje, que es la aplicacin del sistema dicho, el trabajo segn el salario,que, como arma de combate en la lucha de clases, es muy conocido en Inglaterracon la palabra irlandesa Go Canny (andar lentamente),

    Este sistema es, para as decirlo, la aplicacin de la resistencia pasiva en lasfbricas y talleres, tctica de lucha adoptada por los obreros organizados quepodemos parafrasear de este modo: Trabajemos lentamente esperando que senos oiga.

    All donde, en una fbrica o taller, los obreros se consideran muy dbiles para poderresistir directamente el aumento de horas de trabajo o la rebaja de los salarios

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  • impuesta por los patronos, lo mismo que all donde la resistencia por el abandonodel trabajo ha resultado para los obreros una derrota decisiva, estos ltimos handecidido poner, muy a menudo, su trabajo en concordancia con el salario y demscondiciones especiales del trabajo segn la regla de mala paga, mal trabajo.

    Cuando entre los obreros de una casa se ha convenido obrar de esta manera, setrabaja ms lentamente a medida que el patrono aumenta sus exigencias, a fin deque ste, por su propio inters, se convenza de que le sera ms beneficiosorenunciar a sus propsitos.

    En las casas donde el trabajo a horas o a jornal ha sido sustituido por el trabajo adestajo, el sabotaje consiste en ejecutar la labor segn la calidad de los materiales ysegn el precio que se cobre por pieza. La calidad del trabajo desmerece a medidaque se rebaja el salario.

    En realidad, los obreros asalariados, en todo tiempo, han proporcionado su trabajo asu remuneracin. Puede decirse que lo ha hecho instintivamente. En las ciudadesimportantes, donde, en general, los salarios estn ms elevados que en los pueblospequeos, los obreros, por regla comn, producen ms intensamente.

    Sin embargo, como sistema de resistencia sistemtica, sistema aplicado por losobreros despus de haberlo deliberado en sus Sociedades respectivas, es nuevo detodo. Ha nacido por el encarnizamiento con que se combaten las partes, cuerpo acuerpo, en la lucha de clases.

    Hasta hoy las masas obreras han combatido mucho en el terreno terico y muypoco en el de la prctica en todas sus formas.

    Estorban an entre los asalariados las envidias de oficio y la rivalidad recproca.Mucho ms pronto predomina en ellos la competencia que el acuerdo comn. En lossitios obreros se suscitaba antes y se suscita hoy todava por muchos conceptosuna lucha de todos contra todos. Poner fin a esta lucha de entre ellos he aqu lo queprimeramente exige la educacin de la clase obrera por s misma.

    Los principios del concurso fraternal y del acuerdo comn, deben por lo tanto serpropagados en todas las fbricas y talleres y llevados hasta los ms sencillospueblos. Deben ser propagados tanto a los trabajadores agrcolas como a losobreros de la industria y del comercio. En muchsimos ramos del trabajo rural y enlas condiciones de vida tan diferentes, como nos ha demostrado la experienciapersonal, los obreros agrcolas quieren orlos.

    Es menester, pues, recordarles:

    Si vosotros, trabajadores, pertenecis divididos, si os suplantis unos a otros,alquilndoos como jornalero o como mozo de labranza; s vosotros os echis a cadamomento en los trabajos como los perros sobre un mismo hueso, entonces mspenosa haris la lucha por la existencia, no solamente para los otros, sino quetambin para vosotros mismos. Que, para vosotros y para los dems, llegar da enque no poseeris el pecho de un caballo ni las espaldas de un buey y en que ya nopresentarn para vosotros circunstancias ms o menos favorables. Otros msjvenes y ms fuertes sern preferidos.

    De qu os sirven, pues, vuestras divisiones y vuestras discordias?.

    El que alquila a los trabajadores para emplear en provecho suyo sus energas

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  • deber fijar, l slo, las condiciones del trabajo y de la dicha humana?.

    Es evidente, que una propaganda fructfera para la fraternidad y accin comn delos trabajadores del campo, ser bastante difcil llevarla a cabo en las comarcasdonde la agricultura goza de un carcter ms o menos patriarcal, como rige todavaen muchos pases de Europa.

    Bajo el rgimen de la gran cultura patriarcal, los mozos de labranza, carreteros yvaqueros, la mayor parte, son alquilados en las grandes haciendas y no en el pueblovecino, o como es costumbre en Inglaterra, en pequeas casas (cottages) situadascerca de la hacienda.

    En ciertas regiones, donde la alquera aun nos recuerda de la antigua vida familiar,muy difcilmente nuestras ideas penetran entre los obreros de los campos. Amenudo se hace imposible fundar all Sindicatos de obreros agrcolas, lo mismo quela celebracin de reuniones pblicas con todo y ser ordinariamente en estascomarcas, las condiciones del trabajo son absolutamente semejantes.

    Ser menester, pues, que los obreros de los dems oficios contribuyan a ilustrar alespritu de estos trabajadores aislados de la campia sobre las causas de sussituacin miserable. Para ellos podrn aprovechar la conservacin, distribuir folletosde propaganda, impidiendo de este modo que la reaccin logre afirmarse ms tardeen estas regiones atrasadas.

    Diferentes razones, tales como el aislamiento de los lugares que habitan, y ms quetodo, el bajo grado de desarrollo intelectual, hace que existan frecuentemente entrelos productores del campo, envidias reciprocas, luchan de intereses, en las que lasmasas de la poblacin agotan sus energas sin murmurar, en provecho de unpequeo nmero de ricos propietarios.

    A los trabajadores del campo, a los pequeos arrendadores que sufren tanto y cuyasituacin no es mucho ms elevada que la del proletario propiamente dicho, hemosde explicar de qu manera podran apoyarse mutuamente.

    Por qu en las ventas pblicas subs el precio de los bonos, del monte tallar, losalquileres de vuestras casitas de obreros y de vuestros pedazos de tierra? Por quunos a otros os sustrais as los mendrugos de pan negro que an logris comer?Por qu enriquecis de tal manera a los notarios y a los grandes propietarios quesaben darse muy buena comida en del festn de la vida o al tesoro pblico vaciadocon clculo para la adquisicin de nuevos fusiles y caones ms perfecciones?

    Por qu no os respetis mutuamente? Por qu no encargis a uno o dos de losvuestros que hagan las compras y concierten el arrendamientos pblicos, paraenseguida vosotros poneros de acuerdo acerca de la distribucin de todo lo quepueda adquirirse por medio de esta prctica a precios reducidos?

    No temis que los ricos sieguen ellos mismos la hierba de las praderas o bienmanejan el arado. No temis que os sustraigan los montones de abonos para llenarcon ellos sus ricos salones. No lo harn

    Amaos, pues, y apoyamos unos a otros!

    Seguramente, no podr decirse que al hablar as a los pobres campesinos, se hagapropaganda directamente comunista, pero cuando menos, se les enseara a

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  • comprenderse y apoyarse mutuamente en lugar de combatir a expensas de todos.

    He aqu lo que se llama educarse las masas obreras por si mimas! La necesidad deesta educacin prctica les debe ser puesta ante la vida.

    De esta propaganda han de resultar otros beneficios, uno de los cuales ya hemostratado de explicarlo en otro capitulo. Con ellas se contribuira esencialmente a laruina y a la proletarizacin de los pequeos agricultores propietarios y de losgrandes arrendadores, quienes puesto al pie de muro sern destruidos entre losgrandes propietarios y el fisco despiadado, de una parte, y de otra, los trabajadoresagrcolas solidarizndose y multiplicando continuamente sus reivindicaciones.

    En verdad qu largo es el trabajo de educacin y de experiencia a realizar!

    Abstraccin hecha de las condiciones de trabajo tan atrasadas con la vida patriarcalde las regiones rurales. De todos modos, es cierto, que, hasta el presente,capitalistas, grandes agricultores y propietarios han sabido unirse mejor y hacercausa comn contra las pretensiones de la clase explotada, que los trabajadores ensus luchas para emanciparse.

    Fuera de las condiciones inmediatas del trabajo en las fbricas, en los talleres y enlos campos, los explotados pueden ejercer todava una eficaz influencia enmuchsimas circunstancias de la vida social con slo comprenderse y tratarse unoscon otros fraternalmente.

    Es posible que en ciertos pases, cuando el mobiliario de un compaero sin trabajoha de venderse por motivo de deudas, los obreros del barrio lo repongan en laposesin de sus muebles con muy pocos sentimos. Para esto basta convencer alpblico que dejen comprar los muebles, pieza por pieza, a una sola persona,suscitando obstculos a los integrantes.

    En Holanda, durante algunos aos, se promovi un movimiento regular contra lasventas judiciales, y entonces los propagandistas socialistas compraban en variaspartidas todo un mobiliaria, a uno y dos cntimos cada mueble; una mesa, doscntimos; seis sillas, dos cntimos; en suma, para concretar el caso, cincuenta yseis piezas por unos dos francos. En cambio, muy a menudo suceda que colectahecha a favor de la famita pobre cuyos muebles eran vendidos, exceda en un doblede la suma que era necesaria para la compra del mobiliario.

    De modo, que los muebles salan por una puerta y entraban por la otra; muchsimasveces las gentes perseguidas por la justicia, reportaban an alguna ventaja directade la venta, que, adems, ofreca una buena ocasin para la propaganda socialista.

    Es evidente, sin duda alguna, que de tales ventas pueden provenir malos resultadospara aquellos que deseen prestar auxilio a una familia en desgracia; puede tambinsuceder que estas tentativas fracasen, para la mayora, en tanto se presentenaisladamente y sean dirigidas por algunos propagandistas osados.

    Porqu stos sern perseguidos de todas maneras por las autoridades, queprocurarn ponerlas en contradiccin con la ley. Sin embargo, por otra parte, estaresistencia sistemtica de la poblacin obrera, resistencia sostenida por la comnsolidaridad, ha demostrado un carcter contagioso, de la misma manera quehabituaba a la poblacin a reflexionar y a obrar independientemente.

    Sucede frecuentemente que una familia pobre, digna de ser asistida e imposibilitada

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  • de pagar el alquiler de su habitacin es auxiliada por sus amigos, quienes acudenen nmero suficiente para trasladar los muebles a otra casa, ejecutando eldesocupo en muy pocos minutos.

    En la campia, donde prevalecen los diezmos y otras cargas feudales que oprimena la poblacin como ocurre an en diferentes regiones de Europa occidental, losrevolucionarios pueden mantener un movimiento efectivo contra los restos delfeudalismo. Que se rehus ofrecer dinero por los productos agrcolas vendidos ensubasta.

    Sin duda, las formas de socorro mutuos practicados por toda la poblacin laboriosade las ciudades y los campos, cambiarn con las condiciones especiales de laregin.

    Durante el invierno, cuando millares de personas de los barrios populares de laciudad o del campo estn sin trabajo y en plena miseria, no resulta ser una boberade su parte, el permanecer pacficos, metido cada uno en su agujero, sin lumbre enel hogar y con la despensa vaca? Acaso no deben y pueden unirse y manifestarsu miseria por las calles, llevando las herramientas consigo para demostrados quequieran trabajar y no pueden?

    Qu los sindicatos obreros, mejor ejercidos en la lucha de clases prctica estnms dispuestas a prestar su apoyo a sus hermanos desgraciados, compaeros detrabajo! Que las organizaciones obreras de los diferentes oficios quieran solamentealquilar las salas de reunin y hacer imprimir los carteles y los prospectos para laconvocacin de los sin trabajo. Cuando los obreros organizados acudan de estemodo a prestar apoyo a sus hermanos desgraciados, los grupos de los hambrientosinterceptarn ms frecuentemente las vas de nuestras capitales.

    Estas manifestaciones de la miseria demostrarn a as clases poseedoras hastadnde llegan las inequidades del rgimen capitalista: alzarn el vuelo que ocultatodo el sufrimiento de la clase obrera, mucho ms que no lo consiguen los largosdiscursos. Por entre las clases dirigentes, reina tambin, al lado de los espritusindiferentes y alegres, mucha ignorancia y mucha falta de verdad.

    Pero semejantes manifestaciones, organizadas por los miserables, sernprohibidas por las autoridades!

    Ah! No hay que dudarlo, las autoridades podrn prohibir lo que quieran! Puedenordenar a los pobres sin trabajo, si queris, que permanezcan en sus agujerosdetrs de la sartn y que se ponga la rodilla en la boca, a fin de que, mascando,olviden que tienen hambre.

    Empero, todo lo que las autoridades desean y prescriben, no se cumple!

    A los sablazos se dispersar a los grupos de los sin trabajo: se les expulsarsirvindose de una polica despiadada, fiel auxiliar de las clases dirigentes.Tenemos numerosos ejemplos: Londres, Berln, Pars, msterdam, casi todas lasimportantes ciudades de Europa y Estados Unidos y otras muchas regiones.

    Pero, Quin impedir a los sin trabajo, dado que las cosas no lleguen ms lejos,que se pongan de acuerdo sobre otras formas de accin comn? Quin lesimpedir de manifestarse por las calles de la ciudad, pidiendo trabajo a cada puertay reunirse todos los das despus de sus paseos, en sus salas de antemano

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  • convenidas?

    No est permitido a los pobres permitido pedir dinero. Pude serles impedido por lafuerza. Pero no podrn impedirles que busquen trabajo en gran nmero,organizados, aunque dispersos.

    Adems, estas medidas no pueden ser llevadas a efecto sino con el concurso de unverdadero ejrcito de policas. No se ha verificado an un ensayo.

    Aqu y all, organizados los sin trabajo, quiz lograran reunir algn dinero en lascalles por medio de listas anotando los nombres de los donantes y aceptar anticipospara la compra de material e instrumentos de trabajo. El primer material de trabajoms necesario es el pan, y en cantidad suficientes.

    Tampoco se podr impedir a los sin trabajo que se presenten el domingo, vestidoscon sus andrajos, en las iglesias donde los curas predican (de labios) el amor parasus semejantes, ni que se dirijan hacia los museos y al saln de sesiones delayuntamiento, lo mismo que a todos los dems edificios pblicos, que, por lo menos,son confortables.

    En una de nuestras principales capitales vi un da que un hombre sin trabajo llevabaal extremo de un bastn un cartelito indicando, al mismo tiempo que la causa de sumiseria, su nombre y su direccin. El buen hombre pase su escrito por las callesms concurridas y por los paseos ms que ms frecuentan los ricos. Cabereconocer que este hombre supo hacer algo para manifestar su miseria.

    Si con todo esto, vosotros, los miserables, permanecan en vuestros agujeros,esperando pacientemente lo que no ha de llegar, se os dejar morir de hambre.Seguramente que los ricos no van a experimentar con motivo de vuestra muerte, nidolor, ni remordimiento, ni reproche.

    Si vosotros, los miserables, permanecis tranquilamente en vuestros tabucos, lagente feliz pretender, a lo ms, que la pobreza y la desgracia no son en realidadtan extremas. De otro modo los pobres se manifestaran, y, sobre todo, se haranescuchar

    En los pueblos pequeos, el acuerdo y la accin comn de los desheredados hanllegado a ser muy difciles por la falta de un nmero suficiente de personasverdaderamente aptas para ponerse al frente de un movimiento proletario. De otraparte, la influencia de la opinin pblica all es ms poderosa que en las capitalesimportantes, y pude obrar ms inmediatamente sobre la vida diarias de las clasesposeedoras.

    Aunque debiramos admitir que, entre las formas de socorro mutuo y de resistenciaesencial contra la opresin, hay varias que, en ciertas regiones del mundo, resultaninaplicables dadas las leyes del pas, y otras fracasan o no tienen efecto esencialporque, opuestas al carcter particular de la poblacin, aunque ellos pueden variarsegn las costumbres y hbitos de los pueblos, siguiendo condiciones especiales ylocales de cada pas, no es menos cierto que las formas de socorro mutuo entre lospobres y de resistencia contra la explotacin capitalista seran cada vez msnumerosas.

    Que los desheredados sepan solamente apoyarse mutuamente, y slo el desprecioque sienten contra sus opresores podrn ejercer una influencia considerable, porqueeste desprecio ser capaz de inducir a estos ltimos a que concedan mejoras

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  • esenciales que su parlamentarismo y su filantropa no sabrn efectuar jams. Quelos hombres no hagan como los perros que lamen la mano que les azota!

    A pesar de todo, esta falta de solidaridad y fraternidad entre las desgraciadasvctimas del orden social actual es comprensible.

    Atrados los hombres por la tranquilidad, cuanto ms gozn de su relativo bienestartanto ms pusilnimes y temerosos se muestran al adoptar nuevas ideas. En cuantoa los ms absolutamente miserables, su falta de energa es la consecuenciainmediata de las condiciones defectuosas de su existencia y mayormente de sumala alimentacin.

    En todas las pocas las masas laboriosas han vivido demasiado resignadas y handado pruebas de poseer un natural demasiado bondadoso.

    En la lucha por la existencia en el seno de la sociedad capitalista son menos losindividuos de facultades intelectuales superiores que llegan a elevarse que los msastutos y menos escrupulosos. En la sociedad capitalista, los intelectuales tienen loque Darwin ha llamado, hablando de la naturaleza en general, una ventajanatural, por lo cual tienen ms suerte que los otros en sobrevivir y propagar suraza. Pueden adaptarse mejor a las condiciones difciles de esta lucha encarnizadade todos contra todos.

    La masa, sin embargo, sufre siempre y vegeta bajo el pesado fardo del trabajoembrutecedor, estpidamente confiado en sus gobernantes.

    Las ventajas naturales de las cuales los proletarios pueden disponer apenas si ellosmismos las conocen.

    All, donde la angustia sube al ms doloroso extremo, aun las palabras, laspromesas, las leyes escritas logran inspirar confianza.

    Los pocos individuos que raramente hacen resistencia a la injusticia y a la violenciason combatidos por el poder judicial, por los policas y por los jueces de clase, o,como sucede alguna vez, por las bayonetas de los soldados. Cuando se dijo alpueblo francs: Pueblo, vas a solemnizar el 14 de julio, el glorioso aniversario devuestra Gran Revolucin; vas a bailar en los extremos de las calles de Pars y entodas las ciudades y pueblos de Francia; vas a adornar tus habitaciones conbanderas y estandartes; iluminars con lamparillas y linternas venecianas lamemoria inefable de tu soberbia revolucin, oh!, son tambin fciles de satisfacerlas masas populares que despus de un solo da de alegra en estrechas cuadras yen las cavernas concurridsimas de los arrabales se retiran lo ms pacficamente!

    Las clases dirigentes de Francia, contando con la paciencia e indulgencia del pueblobonachn, pueden hacer que se escriba la mxima de la Gran Revolucin,Libertad, Igualdad, Fraternidad, como una especie de burla en todos los edificiospblicos. Pueden an, cruel irona! ostentar estas palabras las fachadas de loscuarteles y las crceles:

    Libertad, Igualdad, Fraternidad!.

    Y las masas se satisfacen con esto y ante ello se inclinan nicamente, en momentosdeterminados se muestran rebeldes por algunos das, como las bestias de carga seenfurecen alguna vez bajo los trallazos del carretero; aun en estos cortos

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  • momentos, no saben trabajar sino en provecho ajeno.

    Una manifestacin de la debilidad de la raza humana: sufriendo, deseando,gimiendo y siempre esperando para libertarse la llegada de algn nuevo Mesas, y,sin embargo, jams resolvindose por lo decisivo ni alcanzando, sino muyraramente, esos momentos de potencia creadora en que la humanidad esparceresplandores, a cuya luz se despliegan todas sus fuerzas capaces de producir obrasgigantescas.

    Hemos de partir siempre de la verdad conocida, de que el desarrollo intelectual ymoral de los hombres no puede, generalmente, sobrepujar la estructura econmicade la sociedad.

    Por lo mismo que un alma sana no puede albergarse sino en un cuerpo sano, menssana in corpore sano, el hombre sano no puede vivir sino en una sociedad sana, homosanus in societate sana. Los elementos que apoyan esta comparacin deben sertomados en sentido general.

    Cuando, dominados por los desengaos de la vida en general, y de la lucha declases en particular, nos quejamos de la falta de carcter y buena voluntad de lamasa, sin duda que nos equivocamos, pues mucho ms propio sera quejarnos dedebilidad, de su falta de fuerza, de su resistencia.

    No tan ha menudo los hombres se muestran fieles, a sus principios y a todo cuantocreen ser verdadero y bueno, sino porque se sienten importantes para resistir lasdificultades sociales que se atraviesan despiadadamente cuando se vive segnestos principios. Su energa, entonces, sucumbe por la fuerza del medio en el cualse encuentran colocados.

    Debido a esto la moral humana general obrar siempre paralelamente al desarrollode las fuerzas productivas de la sociedad y no podr ser nunca ms que un reflejode las condiciones econmicas de las masas.

    Lo que s pueden nacer en el seno de las mismas masas, simpatas en favor de unamoral ms humana, que no podr todava ordenar la vida social de los hombres,pero que, de todos modos, ser la moral humana del porvenir.

    Empero, si es cierto que los hombres no pueden mejorar fsica, intelectual ymoralmente, sino por el mejoramiento de las condiciones econmicas, estemejoramiento, sin embargo, no va a realizarse por s solo.

    En definitiva, somos nosotros quienes labramos nuestra propia suerte. Nuestrasuerte no nos est prescrita. As, cultivemos nuestros propios sentimientos, nuestroshbitos y costumbres en relacin a las condiciones sociales que nos han sido dadas.

    Todos los que han nacido en las condiciones sociales, materialmente msfavorables, no son siempre, intelectual y moralmente, los individuos ms perfectos.

    De otra parte, los que creen en un medio materialmente corrompido, no sontampoco los individuos ms malos de espritu y corazn, si bien pueden sucumbirfsicamente.

    Aqu se nos presenta una reaccin recproca en la vida del individuo.

    El medio social en el cual el hombre ha sido educado es el punto de partida de su

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  • desarrollo intelectual y moral, mas este mismo desarrollo debe ser completado eneste punto por el individuo. Despus, elevndose este intelectual y moralmentehasta un grado mayor, podr reaccionar sobre el medio social en el cual vive comohemos manifestado al comenzar este captulo refirindonos a la sociedad en suconjunto.

    Venimos otra vez, pues, a lo que ya hemos examinado a grandes rasgos: que lacuestin social que deber resolver la humanidad, no solamente es un problemaeconmico, sino que al mismo tiempo un problema intelectual y moral.

    Al lado de la lucha de clases que habr de librarse y que, en su esencia, no es msque una lucha por el poder econmico, teniendo por objeto la dominacin de lasfuerzas productoras, que regulan la vida social de los hombres, hemos de sostener,adems, una lucha intelectual y moral, que depende de la lucha econmica y quecomprende todos los problemas de la cultura humana.

    El da que los productores inmediatos, los obreros organizados del trabajointelectual y manual tendrn aptitud para dirigir por s mismos su vida socialcompleta y para ejercer la direccin y administracin de toda la produccin yconsumo, entonces podrn marchar al frente de la civilizacin humana, seancualesquiera las formas en que se manifieste. Dicho esto, su moral ser la moralhumana de la generacin futura.

    En razn a esto, podr la clase obrera llenar tambin su misin histrica?

    En esto solamente podemos hacer constar que hasta la ahora y para todos losimportantes problemas de la civilizacin, el movimiento obrero comunista ha sidoquien ha prestado, no tan slo en todos los pases su concurso a la resolucin deesos problemas hasta sus ltimos resultados, sino que en muchsimas ocasiones hasido la nica corriente poltica y social en la que se ha podido contar para resolverlos problemas predominantes, las verdaderas cuestiones vitales de la civilizacin.

    Los socialistas(1) reconocen la completa igualdad de los sexos, y, en diferentespases, dieron el primer empuje mucho antes que las mujeres empezaran elmovimiento feminista. Tambin velan para que en este ltimo movimiento nopredomine la separacin de clases, en el sentido de que las mujeres de las clasesposeedoras no puedan proclamar sus reivindicaciones especiales comoreivindicaciones de todo su sexo.

    Los socialistas analizan ampliamente la poltica colonial de nuestros modernosEstados industriales y comerciales, definiendo esta poltica con los trminossiguientes: instigados los Estados modernos por la codicia y afn de lucro, seapoderan de inmensos territorios, destruyendo y asesinando a los indgenas que noquieren someterse a ellos. Los socialistas afirman que esa conquista de regionesextranjeras, que con tanta hipocresa las clases dominantes manifiestan ser unalabor de civilizacin humana, no es si no una labor calculadora engranada por elegosmo capitalista, el ms cruel y el ms cobarde.

    Los socialistas se oponen a ello cada vez que las clases dirigentes de nuestrospases modernos, quienes, honran todava en su propia historia a los campeones desu libertad y de la libertad de sus antepasados, tratan sin embargo, a las razascoloniales que combaten por su propia libertad, como rebeldes a los ms dignosde ser fusilados sin forma de proceso.

    Los descendientes de aquellos que no quisieron se les civilizara a caonazos,

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  • civilizan muy gustosos en nuestros tiempos actuales, con el plomo y la espada, a lastribus de las colonias para emplearlas luego en su provecho.

    Analizando as la poltica colonial de los Estados modernos, los socialistas seencuentran continuamente solos contra los partidos burgueses, clericales yanticlericales, conservadores, y radicales, y aun contra algunos llamadossocialdemcratas que juegan a nacionalistas(2). De la misma manera lossocialistas se hallan en oposicin con toda la prensa burguesa.

    El movimiento en pro del librepensamiento y contra el fanatismo de las masassostenido por las sociedades religiosas, y, asimismo, contra el militarismo y lamonarqua, es promovido esencialmente por los socialistas.

    All donde, como en Inglaterra, Holanda y Blgica, la cuestin de la temperancialleg a imponerse como una cuestin de inters general para las clases populares,los socialistas fueron inmediatamente el alma del movimiento anticolonialista.

    El movimiento para la proteccin de los animales ha conseguido, igualmente, lassimpatas enteras de los socialistas.

    Puede afirmarse, con plena razn, que de cualquier lado que se mire, all donde seha descarado una injusticia o se ha cometido una corrupcin o fraude pblico que seha tratado de hacer olvidar u ocultar por la influencia de las altas autoridadeseclesisticas o laicas, civiles o militares, que estaban complicados en ellos, lossocialistas fueron siempre quienes se mantuvieron firmes, frente a todas las fuerzassuperiores.

    Hace bastantes aos, todo movimiento popular que se inicie contra una injusticia oun acto de tirana cualquiera no logra prosperar si los socialistas se niegan aponerse enfrente.

    Tanto ms, sin duda, debern velar en un movimiento comunista, para que labandera de la civilizacin permanezca desplegada.

    De su deber es permanecer siendo siempre los mismos y de mantenerse firmes,convencidos de ser los responsables ante la posteridad.

    Mucho debern procurar que la socialdemocracia, como partido de transicin entrelos grupos socialistas y los partidos burgueses, no pretendan mantener susrelaciones en los dos campos para encaminar el movimiento preciso que no lesseduzca el encarnizamiento con que se combate dentro de la lucha de clases, y quesin duda, aumentar ms an.

    Se afirmara, no sin razn, que la lucha de clases descubrir rasgos speros decarcter de la naturaleza humana que se manifiesta sobre todo en losagrupamientos obreros: el rencor, la crueldad, el espritu de venganza, deinflexibilidad y de dominacin. Estos rasgos de carcter se revelarn cada vez ms,como se afirma, a medida de las masas proletarias organizadas sepan elevar susreivindicaciones, tambin se manifestarn en las relaciones de los obreros entre scomo en su actitud enfrente de sus adversarios.

    El carnicero que todos los das ve correr sangre se acostumbra tanto a ello hasta elextremo de que la muerte sangrienta de un animal no produce sacudida ninguna ensus nervios. Mata un animal por costumbre y con calma, podramos decir

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  • mecnicamente.

    No es preciso evitar que en la lucha de clases del proletariado moderno, los hbitosde la lucha no conduzcan al endurecimiento de las costumbres y a una dominacintirnica de las organizaciones obreras victoriosas.

    Cierto es que, muy a menudo, una fuerte organizacin puede por s sola lograr quelos obreros obtengan en la huelgas, los lock-outs y los boicots, un xito esencial, yque, en esas condiciones, aparece ser de una necesidad rigurosa el impedir a losrenegados que se agiten entre los obreros. De otra parte, sin embargo, y encompensacin, para as decirlos, de esta tendencia rigurosa, es de importanciaabsoluta que la libertad de obrar sea defendida enrgicamente en los agrupacionesobreros, en todas partes, donde las exigencias de la lucha de clases no predominan.

    Adems, lo que es verdad para la lucha de clases en general, lo es asimismo paralas formas especiales en las cuales aquellas se manifiestan. En todos los casosparticulares, indudablemente los obreros organizados han de poner cuidado en quese le imprima cierto contrapeso all donde la lucha de clases muestre su reverso ypodra ser perjudicial el desarrollo intelectual y moral de la raza humana.

    Escojamos solamente este hecho: el sabotaje(3), como hemos visto algunas veces,puede ser arma poderosa para dominar a los patronos intratables.

    Como suplemento a la huelga, podr prestar seguramente servicios considerablesen algunos casos especiales. Pero acostumbra a los obreros que de l se sirven averificar un trabajo psimo, y sabido es que por esta razn precisamente, el ejerciciode esta arma de combate ha fracasado en muchsimas circunstancia. No podemosdesprestigiar nuestras manos; enlodar nuestra obra Esto han dicho muchas veceslos trabajadores hbiles.

    As que, si de un lado, las armas de combate, como el sabotaje, deben serutilizadas, de otro, nos corresponde poner cuidado en favorecer en todo lo quepueda servir al perfeccionamiento de las artes, as como al progreso de losconocimientos del oficio entre los obreros.

    Deberemos favorecer el establecimiento de escuelas de artes y oficios especiales,clases de dibujo, matemticas, qumica, mecnica, etc.

    En cada circunstancia que afecte al trabajo manual e intelectual, deberemosescoger las mejores producciones del arte y de la inteligencia humana y exponerlasen nuestros propios centros obreros para favorecer as el buen gusto.

    Fuera de los talleres podemos establecer sociedades de canto y msica, gabinetesde lectura y discusin, bibliotecas obreras, as como escuelas dominicales para losnios.

    De muchas maneras, y cada uno de nosotros en el terreno especial donde puedahacerse til al inters comn, debemos favorecer el desarrollo intelectual y moral,sobre todo de la nueva generacin obrera.

    Y nunca olvidemos que una gran misin social como la que la clase obrera debellenar enfrente de la sociedad actual, no podra realizarse sino por una generacinhumana muy elevada intelectual y moralmente, por encima del nivel de la viejacivilizacin.

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  • Si es cierto que cada pueblo tiene el gobierno y el orden social que se merece,consagremos nuestra voluntad a favorecer la prosperidad de un pueblo que mereceun orden social ms perfecto que el de nuestra maldita poca capitalista.

    La civilizacin humana poco ha ganado con los progresos del capitalismo, que haenriquecidos ha ciertos elementos de la burguesa hacindoles llegar al bienestarmaterial, y a una opulencia antes desconocida.

    Esta burguesa se ha encerrado intelectual y moralmente en un estado ignorante,presuntuoso y mezquino, al que la han conseguido el aguijn de los negocios. Paralas sublimes aspiraciones de las artes y las ciencias nuestra moderna aristocraciadel dinero parece del todo embotada a pesar de su abundancia material.

    La causa de la civilizacin humana nada ganara tampoco con el desarrollo de unageneracin obrera embrutecida completamente desde la infancia por el lucro deltrabajo, absorbida por la lucha de clases y animada solamente por la pasin dellegar a ser un da patronos los que antes eran esclavos.

    Una generacin que no sea capaz de sentir palpitar en su corazn las exaltacionesde una superior civilizacin humana y de distribuir los beneficios de esta civilizacinpor todas las regiones del globo, debe ser combatida con todo nuestro esfuerzo;debemos evitarla a costa de todo sacrificio.

    Notas:

    1- El vocablo socialista es empleado aqu en su ms amplia acepcin, extensiva al socialismocrata, sin que pueda confundirse con el socialismo reformista, encenegado en el lodazal dela poltica al uso.2- Comparad, por ejemplo, el folleto que recientemente ha publicado el socialdemcrataalemn Eduardo Bernstein. El folleto traducido en francs lleva el ttulo: Socialismo y tericoy socialdemocracia prctica. El autor trata en l la cuestin colonial en convencionalismoalemn, como la tratan los nacionalismos y los dems partidos burgueses del pas.

    3- Trabajo imperfecto.

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