Chumbivilcas, La Cabalgata de La Muerte

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VÍCTIMAS DE EJECUCIÓN EXTRAJUDICIAL:

DESAPARECIDOS:

CHUMBIVILCAS: LA CABALGATA DE LA MUERTE

VÍCTOR HUACHACA GÓMEZHERMENEGILDO JAUJAJOSÉ HUAMANÍ CHARCCAHUNAJULIO HUAMANÍ HUISAJUAN HUISA PACCOZENÓN HUISA PACCOMARCOS ZACARÍAS HUISA LLAMOCAEUSTAQUIO APFATA SALHUAJULIO APFATA TAÑIREMARCOS TORRES SALHUAGREGORIO ALFERES TRIVEÑOJESÚS JAUJA SULLOBALVINO HUAMANÍ MEDINA

QUINTÍN ALFERESGRIMALDO HUISA ALLCAHUAMATELÉSFORO ALFERESTORIBIO ACHINQUIPA PACCODÁMASO CHALCAHUANAPEDRO GÓMEZHUAMÁNNIÑA NO IDENTIFICADA, DE UNOS 8 AÑOS.

Montados a caballo, liderados por un teniente que se hacía llamar“Negro”, una veintena de efectivos del Ejército dejaron a su pasomuerte y dolor entre Antabamba y Chumbivilcas. Desde el 20 de

abril hasta el 1 de mayo de 1990, torturaron a decenas decampesinos, violaron a varias mujeres, asesinaron a 13 personas

y desaparecieron a otras 8, entre ellos a una niña de 8 años.El crimen hasta hoy sigue impune, pero la reciente constitución dela Fiscalía Especializada en casos de Ejecuciones Extrajudiciales,Desaparición Forzada y Tortura ha abierto la posibilidad de que

se investigue el caso y se sancione a los culpables.

Los campesinos de la comunidad de Huaccullo, en la pro-vincia de Antabamba, Apurímac, aun recuerdan que fue alas 4 de la tarde del 20 de abril de 1990 cuando aparecieronen su localidad unos 25 soldados a caballo, dirigidos porun teniente. Traían consigo a cinco detenidos, entre ellos auna niña de aproximadamente 8 años. El Perú era todavíagobernado por Alan García Pérez.

Los jinetes ordenaron a los pobladores que salieran de suscasas. Apresaron entonces a siete comuneros y los ence-rraron en un aula de la escuela local, en tanto que aislarona los otros cinco detenidos en otra habitación. Mientras

tanto, ordenaron a las mujeres de la comunidad que coci-nen para los militares.

Al día siguiente el teniente salió de la comunidad con unapatrulla. Quedaron en Huaccullo diez soldados, quienesdesnudaron a los siete detenidos en ese lugar y se dedica-ron a torturarlos para que “confesaran” que la comunidadse había reunido con Sendero Luminoso hasta en dos opor-tunidades. De nada servía que los comuneros les dijeranque tales reuniones correspondían a la iglesia evangélicaa la que pertenecían, que su fe les hacía abominar de cual-quier tipo de violencia y que nunca habían tenido encuen-

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tros con Sendero Luminoso. Los maltratos, que incluíangolpes y la inmersión de la cabeza en el río hasta casiahogarlos, continuaron.

Ese día se sumó a los siete cautivos de Huaccullo el señorVíctor Huachaca Gómez, del anexo de Cochapata. Mori-ría el mismo 21 de abril como consecuencia de las tortu-ras. Los soldados llevaron su cuerpo con rumbo desco-nocido.

En la mañana del 22 de abril los siete detenidos fuerondejados en libertad. Los familiares del señor Huachacase apersonaron donde el teniente, quien estaba ya deregreso, para preguntarle por la víctima. El militar primeroles dijo que “se había fugado”, pero ante la insistencia delos parientes admitió que estaba muerto y los conminó aenterrarlo sin realizar denuncia alguna. Después la pa-trulla emprendió la marcha en dirección a Chumbivilcas,departamento del Cusco.

El 23 de abril los soldados siguieron hacia Tirami yChuchumake, en la comunidad de Pomallacta, distrito deQuiñota. Llevaban cinco detenidos y a una niña de unos 8años. Según los testigos, dos de los varones apresadoseran de la comunidad de Quiñota Collana, los otros dosde Antabamba y una mujer de Tirani. La niña procedíatambién de Antabamba, la habían tomado en rehén al nohaber encontrado a su padre.

Hacia las 5 de la tarde, en Chuchumake, detuvieron aotros cinco campesinos solo porque les respondieron conun “buenas tardes compañeros” un saludo similar hechopor los militares. La frase fue tomada por los militarescomo prueba de su supuesta pertenencia a Sendero Lu-minoso.

Los campesinos fueron atados de pies y manos y condu-cidos hasta una laguna cercana, donde los torturaron hastalas 8 de la noche de la misma manera que a los comune-ros de Huaccullo. Luego los llevaron a una casa, dondeestaban detenidas sus esposas, quienes fueron violadaspor los miembros de la patrulla.

A la mañana siguiente la columna militar se retiró lleván-dose a tres de los cinco detenidos en la víspera: EustaquioApfata Salhua, Julio Apfata Tañire y Jesús Jauja Sullo. An-tes de irse los soldados violaron a la mujer que traíandetenida y luego la dejaron en libertad. Como consecuen-cia de los golpes que recibiera en esos días, el 25 de abrilamaneció muerto uno de los ancianos de la comunidad,don Hermenegildo Jauja (60).

En el trayecto a Nanrapata –en la comunidad de Collana,distrito de Quiñota–, en Ccasahui, la caravana militar in-cluía sólo siete detenidos y a la niña. Allí los soldadosarrestaron a ocho campesinos que buscaban un burroque se le había perdido a uno de ellos. Los acusaron de“terroristas” por estar fuera de su poblado y los llevaronhasta la laguna de Soracocha, donde los obligaron a des-nudarse y los torturaron entre las 5 de la tarde y las 9 de lanoche.

Para evitar más tormentos algunos aceptaron ser “com-pañeros”. Entonces los militares condujeron a los 15 dete-nidos y a la niña hasta una casa en Nanrapata, dondepernoctaron. Los pobladores habían huido del lugar alsaber de la proximidad de los soldados.

En la mañana del 25 de abril seis soldados de la mismapatrulla fueron hasta Custaña, anexo Ccasahui, y detuvie-ron a dos hermanos, a quienes los llevaron a un río cerca-no, los desnudaron y los sometieron al mismo tipo detorturas que a todas sus anteriores víctimas para que “con-fesasen” dónde guardaban las armas que supuestamen-te tenían. Uno de ellos escapó. Los torturadores conduje-ron al otro hasta su casa, donde continuaron maltratándo-lo y golpearon a su madre. Finalmente, a las 3 de la tarde,lo abandonaron atado de pies.

Mientras tanto, a las 11 de la mañana de ese mismo díalos militares que se quedaron en Nanrapata detuvieron aun comerciante procedente de Ccasahui, al que tambiéndesnudaron y golpearon. Luego lo encerraron con los otros15 campesinos.

Al siguiente día, a las 9 am., sacaron a los detenidos, quehabían permanecido todo ese tiempo desnudos, les en-tregaron su ropa. Separaron a cuatro de ellos y los ence-rraron nuevamente. Eran Quintín y Telésforo Alferes, deCcasahui y Ccollpa respectivamente, y a los dos que pro-cedían de Antabamba.

Al señor Balvino Huamaní Medina (60), uno de los docedetenidos restantes, le hicieron tomar licor mezclado conuna sustancia extraña. El 27 de abril amaneció muerto.

Un grupo de seis soldados se encargó de llevar a los otrosonce detenidos hasta el cerro Ccallapullo, donde des-pués de ponerlos en fila les arrojaron un explosivo y losametrallaron. Luego enterraron sus cadáveres en ochohuecos naturales existentes en el lugar y taparon con ichulas improvisadas tumbas.

Los infortunados eran: José Huamaní Charccahuna (28),Julio Huamaní Huisa (30), Juan Huisa Pacco (22), ZenónHuisa Pacco (20), Marcos Zacarías Huisa Llamoca (38),Eustaquio Apfata Salhua (28), Julio Apfata Tañire (28), Mar-cos Torres Salhua (30), Gregorio Alferes Triveño (20) y Je-sús Jauja Sullo (22).

Tras el retorno de los seis soldados la patrulla reemprendiósu marcha llevando a los cuatro detenidos sobrevivientesy a la niña atados a los caballos. En el camino detuvierona otro campesino y llegaron a las 7 de la noche al sectorPallca, en la comunidad de Accacco. Presionado por suscaptores el último detenido los llevó hasta una casa don-de supuestamente había armas. No encontraron nadapero si a dos mujeres, a las que violaron. Esa madrugada,a las 4 am., uno de los detenidos escapó.

El 27 de abril la cabalgata emprendió el regreso, otra vezcon cuatro detenidos. En trayecto los militares detuvierona otro campesino, al que acusaron de “terrorista”. Haciamediodía llegaron a Qochani, donde apresaron a un lu-gareño más. Al caer la noche arribaron a Pallca, donde sealojaron en la casa de un aldeano que había ido hastaSanto Tomás, Chumbivilcas, a denunciar lo ocurrido enlos días anteriores.

El 28 de abril pasaron por Paccopampa. En el camino deja-ron libre al comunero que detuvieron en Qochani, bajo elcompromiso de que regresara a la casa de Pallca donde sehabían alojado, recogiera una granada que se habían “ol-vidado” y la llevara al puesto policial de Santo Tomás parasu posterior remisión a la base militar de Antabamba.

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Hacia las 6 de la tarde de ese día llegaron al sectorNanrapata, en la comunidad Collana. Todos los habitan-tes del lugar habían huido al ver que los militares se acer-caban. Los soldados, sus cuatro detenidos y la niña sealojaron en una de las casas abandonadas.

El 29 reemprendieron la marcha y en el camino a Tiranilos militares apresaron a Grimaldo Huisa y tomaron sustres caballos. Luego, en el caserío Puchungo, en la co-munidad de Pumallacta, anexo Tirani, detuvieron a ToribioAchinquipa Pacco. A las 6 de la tarde de ese día apare-cieron en Huaccullo Palca –distrito de Oropesa, provinciade Antabamba, Apurímac– y tomaron preso al comer-ciante Damaso Chalcahuana, originario de Mosco.

Según algunos testigos, al llegar a Huaccullo los milita-res traían sólo cuatro detenidos –entre ellos ToribioAchinquipa– y ya no tenían a la niña.

El 30 de abril la patrulla y los presos tomó el camino hacialabase militar de Antabamba. En el trayecto, enChuñuhuacho, los soldados capturaron en una feria ados jóvenes.

El 1 de mayo, en el momento en que se realizaba unaasamblea del pueblo, la comitiva llegó a Antabamba consolo tres detenidos.

Algunos testigos sostienen que un helicóptero llegó has-ta la base militar de Antabamba trayendo otros tres dete-nidos cuyas identidades eran desconocidas.

Con posterioridad a la expedición militar, en las localida-des de Chilacocha y Llancaya, se encontraron dos fosascon dos cadáveres cada una. Los cuerpos vestían ropaspropias de Chumbivilcas.

Entre los desaparecidos como consecuencia de la mortalcaravana del teniente “Negro” figuran Quintín Alferes yGrimaldo Huisa Allcahuama, de la comunidad de Ccasani;Telésforo Alferes y Toribio Achinquipa Pacco, de la comuni-dad de Ccollpa; Dámaso Chalcahuana, de la comunidadde Mosco; Pedro Gómez y un señor apellidado Huamán,de Apurímac; y una niña no identificada, de aproximada-mente 8 años.

El 26 de abril los parientes del señor Huachaca encontraronsu cadáver enterrado en una casa. Presentaba diversosmoretones en el pecho y huellas de tortura en distintas par-tes del cuerpo. El padre de la víctima fue amenazado por losefectivos de la base militar de Antabamba cuando fue a de-nunciar lo sucedido con su hijo y con otros campesinos.

Los familiares de las víctimas acudieron a las autoridadespoliciales y judiciales a denunciar lo ocurrido en esos díastrágicos.

La autopsia practicada a los once campesinos asesinadosen el cerro Ccapalullo concluyó que su deceso se produjopor “destrucción producida por arma de fuego, proyectiles ygranada”. Asimismo, determinó que sus cuerpos presenta-ban múltiples hematomas, escoriaciones y quemaduras pro-vocadas por cigarros, agua hirviente y objetos candentes.

Sin embargo, el juez provincial de Santo Tomás, Mario Cas-tillo Choqueneira, no mostró mayor interés por realizar lasinvestigaciones. Finalmente, el caso fue archivado.

Con el reciente nombramiento del Fiscal Especializado enEjecuciones Extrajudiciales, Desapariciones Forzadas y Tor-turas, doctor Felipe Villavicencio, se ha abierto la posibili-dad de investigar en profundidad este caso y de llegar has-ta los responsables.