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ciencia, retos, modelos INTRODUCCIÓN Cada vez es más evidente y decisiva la configuración global de las culturas por la arro- lladora corriente de innovaciones tecnocientíficas. La palpable transformación de las culturas en tecnocultums fomenta la aceptación de la ciencia y la tecnología como moda- lidades culturales. En los medios de la divulgación y de! periodismo científico actual, se ha hecho relatívamente corriente disertar sobre la «cultura científica». Según se dice, es preciso superar, de una vez por todas, la separación existente entre las dos cu/tums que se han establecido con la ciencia y la tecnología, por un lado, y las humanidades, por el otro. Esta clase de discurso acerca de la ciencia y la tecnología se sitúa, con frecuencia, en un contexto de carácter apologético, en e! que se intenta logr'lr la plena ,1similación cultural de las mismas junto con la aceptación de la autoridad científica frente a ciertas imágenes negativas y a no pocas resistencias provocadas por las consecuencias del ace- lerado desarrollo tecnocientífico. Aparte de sus componentes valorativos y políticos, la articulación consistente de t.lles discursos interpretativos entraña considerables dificultades relacionadas con las mismas nociones de ciencia, tecnología y cultura de las que se parte. Pues, se intenta unificar, de algún modo, los dominios tecnocientítlcos y los culturales desde perspectivas filosóficas que los interpretan como esencialmente distintos y contrapuestos. Generalmente, cuando se habla en estos casos de la cultura de la ciencia, se estú muy alejado de una comprensión antropológica dispuesta a relativizarla en términos de igualdad con otras culturas. Mús bien se trata, por e! contrario, de promover el primado cultural de 1<1 tecnociencia en todos los ámbitos de! conocimiento, de la interpretación y de la intervención y de estabilizar y legitimar la tecnocientificación generalizada de las culturas contemporáneas. Sin embargo, a partir de mediados del siglo ;(''i: las concepciones de la ciencia se han ido transformando a la par que el desarrollo de nuevos estudios filosóficos, históricos y sociales de la ciencia y la tecnología. Estas investigaciones han puesto progresivamente de manifiesto la complej,l trama de los diversos agentes y entornos que integran la cien- cia y la tecnología contemporáneas. En e! curso de una espiral de giros interpretativos, las concepciones lingüísticas y metodológicas de la filosofía analítica de la cienci'1, pre- dominantes hasta principios de la segunda mitad del siglo pasado, han tenido que ir dando paso tanto a los contextos sociales, históricos, políticos y valorativos, como a los materiales y tecnológicos. Pero, también es cierto que los distintos giros han dado lugar a confrontaciones interpretativas, como las llamadas 5cicncc H'I7rs que actualmente se libran entre defen- 113

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ciencia, retos, modelos

INTRODUCCIÓN

Cada vez es más evidente y decisiva la configuración global de las culturas por la arro­lladora corriente de innovaciones tecnocientíficas. La palpable transformación de lasculturas en tecnocultums fomenta la aceptación de la ciencia y la tecnología como moda­lidades culturales. En los medios de la divulgación y de! periodismo científico actual, seha hecho relatívamente corriente disertar sobre la «cultura científica». Según se dice, espreciso superar, de una vez por todas, la separación existente entre las dos cu/tums quese han establecido con la ciencia y la tecnología, por un lado, y las humanidades, por elotro. Esta clase de discurso acerca de la ciencia y la tecnología se sitúa, con frecuencia,en un contexto de carácter apologético, en e! que se intenta logr'lr la plena ,1similacióncultural de las mismas junto con la aceptación de la autoridad científica frente a ciertasimágenes negativas y a no pocas resistencias provocadas por las consecuencias del ace­lerado desarrollo tecnocientífico.

Aparte de sus componentes valorativos y políticos, la articulación consistente de t.llesdiscursos interpretativos entraña considerables dificultades relacionadas con las mismasnociones de ciencia, tecnología y cultura de las que se parte. Pues, se intenta unificar, dealgún modo, los dominios tecnocientítlcos y los culturales desde perspectivas filosóficasque los interpretan como esencialmente distintos y contrapuestos. Generalmente, cuandose habla en estos casos de la cultura de la ciencia, se estú muy alejado de una comprensiónantropológica dispuesta a relativizarla en términos de igualdad con otras culturas. Músbien se trata, por e! contrario, de promover el primado cultural de 1<1 tecnociencia en todoslos ámbitos de! conocimiento, de la interpretación y de la intervención y de estabilizar ylegitimar la tecnocientificación generalizada de las culturas contemporáneas.

Sin embargo, a partir de mediados del siglo ;(''i: las concepciones de la ciencia se hanido transformando a la par que el desarrollo de nuevos estudios filosóficos, históricos ysociales de la ciencia y la tecnología. Estas investigaciones han puesto progresivamentede manifiesto la complej,l trama de los diversos agentes y entornos que integran la cien­cia y la tecnología contemporáneas. En e! curso de una espiral de giros interpretativos,las concepciones lingüísticas y metodológicas de la filosofía analítica de la cienci'1, pre­dominantes hasta principios de la segunda mitad del siglo pasado, han tenido que irdando paso tanto a los contextos sociales, históricos, políticos y valorativos, como a losmateriales y tecnológicos.

Pero, también es cierto que los distintos giros han dado lugar a confrontacionesinterpretativas, como las llamadas 5cicncc H'I7rs que actualmente se libran entre defen-

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sores incondicionales de concepciones analíticas y de concepciones sociológicas de laciencia, armados con sus cori-espondientes interpretaciones racionalistas y relativistas'.Tales guerras filosóficas acostumbran a tener, de hecho, un trasfondo de contiendassociológicas en las que se defienden, junto con concepciones y teorías contrapuestas,posiciones y territorios profesionales y académicos'.

Por encima de la tendencia de las trincheras interpretativas polarizadas a relegarse ycombatirse mutuamente, hay que tener en cuenta que cualquier intento de comprendery valorar la tecnociencia del siglo x.,,] ha de situarse en el contexto de la totalidad de losagentes y de los entornos que los diversos giros han ido destacando. El propio carácterde la tecnociencia contempodnea, esencialmente híbrido de teorías, prácticas, tecnolo­gías, entornos naturales y contextos sociales, plantea el difícil reto de una comprensióncapaz de abarcar e integral' toda su complejidad de una forma rigurosa. Pero, más alláde las cruzadas académicas, los retos m,ís fundamentales e ineludibles para las culturasdel siglo x.,X[, en general, y para los estudios de ciencia y tecnología, en particular, tienenque ver, sin duda alguna, no sólo con la comprensión de la tecnociencia y de la innova­ciones tecnocientíficas sino, de una manera especial, con los modelos de valoración eintervención que puedan manejar los impactos y las crisis generadas por las transfor­maciones y las globalizaciones tecnocientíficas.

LA ESPIRAL DE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD

Cada uno de los giros interpretativos que han ido configurando la espiral de ciencia, tec­nología y sociedad en el siglo x.,x equivale, de algún modo, a reivindicar la reintegraciónen la complejidad de la tecnociencia de alguno de sus entornos cuya relevancia se habíaignorado hasta entonces. A partir de la idea de ciencia como conocimiento centrado enlos entornos lingüísticos y teóricos, se ha ido reclamando progresivamente la importan­cia y la prioridad para los entornos sociales, políticos e institucionales, para las prácticasy los entornos técnicos y materiales, y también para los entornos valorativos y de inter­vención. Finalmente, la espiral interpretativa ha proyectado una imagen cultural de latecnociencia mucho más rica y compleja que la que se manejaba anteriormente.

Giro lingüístico

En contraposición a las interpretaciones psicologistas y mentalistas del conocimientocientífico que predominaban en la tradición filosófica desde Hume y Kant, la modernafilosofía de la ciencia del siglo x.,x supuso un giro lingüístico al identificar, esencial­mente, la ciencia con formulaciones lingüísticas en forma de conceptos y sistemas teó-

'Cf.1. Hackillg, T/¡c Sociol COl1strllctiol1 On\~lat?, ClIllbridge, Mass., Harvard Ulliversit)' Press, 1999)' R. N.Giere, Scicl1cC ~"r¡tl7(lllt Lml's, ChiGlgO, The University DE ChiGlgO Press, 1999.; Hacking, op. cito

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ricos, En consecuencia, el análisis conceptual y lógico del discurso y de las teorías cien­tificas pasó a considerarse como el método filosófico fundamental para su estudio. Estaconcepción lingüística tuvo sus inicios en e! ,ímbito de las teorías matemáticas conGottlob Frege y Bertrand Russell, pero luego se generalizó para extenderse al campo dela física.

Aunque al principio se estructuró en la Europa central de los años veinte y treinta,sobre todo entorno al Círculo de Viena, fue, sin embargo, en EE UU donde la filosofíaanalítica de la ciencia llegó a institucionalizarse con más fuerza mediante la fundaciónde la Pl1ilosopl1y ofScicl1cc Associl1tiol1 en 1934. A este país emigraron, huyendo de! régi­men nazi, varios de sus más significativos promotores europeos, como Rudolf Carnap oCad Hempel. El asentamiento de la concepción analítica de la ciencia en la primeramitad de siglo fue de la mano con su tljación a la física como el modelo universal de todaciencia. Al tlnalizar la II Guerra lvlnndial, la física moderna se había consolidado comola estrella ele las ciencias, sobre todo elespués ele! éxito en EE UU elel proyecto lvlanhattanpara la construcción ele la bomba atómica. Con ello se hizo patente la importanciaindustrial, geopolítica y militar de la emergente tecnociencia y la filosofía de la cienciapasó a pm-ticipar, de algún modo, de los éxitos científicos.

Así pues, In moderna filosofía de la ciencia se centró desde sus orígenes en el análi­sis, preferentemente formal, del lenguaje, la argumentación y la verdad de enunciados yteorías científicas. El objeto prioritario de estudio fueron los productos conceptualesy teóricos ele la investigación científica. lvlediante e! an,ílisis interno de las estructurascognitivas con la ayuda ele sofisticados aparatos lógicos 'l' formales se quería llevar a cabola lIamadn reconstrucción racional del conocimiento científico.

Al equiparar la ciencia con sistemas teóricos y conceptuales, centrados en enuncia­dos nomológicos que se denominaban leyes científicas, y al primar exclusivamente lascuestiones conceptuales y ele orden lógico formal, la ftlosofía de la ciencia interpretó laactividael cientifica básicamente como una empresa intelectual de investigación teóricaregida por un método racional. Dicha tarea debía eleslindarse claramente de cualquierotro tipo de actividad, incluida la misma tecnología, interpretada como normas deacción práctica que indicaban cómo se debía proceder para conseguir un fin determi­nado basándose en las propias leyes científicas.

Con la reducción filosófica ele la ciencia a los productos conceptuales y teóricos que­daban pr.lcticamente excluidos cualesquiera otros aspectos de la ciencia, que se consi­deraban cxtC1'l10S, tal y como se ponía ya de manifiesto en la siguiente declaración pro­gramática de Carnap en 1938:

"La tarea ele analizar la ciencia pueele ser vista desde varios ángulos... Por ejem­plo, podemos pensar en investigar la actividad cientitlca... La materia en cuestiónele elichos estudios es la ciencia como un conjunto ele acciones llevaelas a cabo porciertas personas bajo ciertas circunstancias... Llegamos a otro tipo de teoría de laciencia si no estudiamos las acciones ele los científicos sino sus resultados y enparticular la ciencia como un cuerpo ordenado de conocimientos... Entendemos

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por 'resultados' ciertas expresiones lingüísticas, por ejemplo, los enunciados ase­verados por los científicos. La tarea de la teoría de la ciencia en este sentido seráanalizar esos enunciados, estudiar sus tipos y sus relaciones, así como analizar lostérminos en tanto componentes de esos enunciados y teorías, siendo estos siste­mas ordenados de dichos enunciaos... Pero es posible abstraernos en e! anúlisisde los enunciados de las personas que aseveran dichos enunciados y de las con­diciones psicológicas y sociológicas de dichas aserciones.""

La restricción a los productos teóricos de la ciencia como objeto de estudio definidoy acotado para el que estaban disponibles medios y procedimientos de an,í1isis lógicos ylingüísticos, fue, sin duda, una de las claves de la productividad de la filosofia analíticade la ciencia y de su difusión como una de las ramas de la filosofía moderna. Sin embar­go, de esta forma se dejaban fuera de juego, como irrelevantes, no sólo los contextos per­sonales y sociales sino también los técnicos y valorativos, junto con las cuestiones decarácter histórico. Estas características originarias de la concepción heredada de la filo­sofía analítica de la ciencia se trasmitieron, de una forma u otra, a los planteamientos yrevisiones posteriores, tales como las diversas formas de úlls,lCionismo, la concepciónsemúntica, etc. surgidas para superar los problemas generados internamente por las mis­mas teorías filosóficas analíticas.

Giro sociológico e historicista

Aunque no provenía directamente de la tradición filosófica, Thomas Kuhn propulsó, apartir de la publicación de La estructurcl de las revoluciones científicas en 1962, un girosociológico c historicista en los estudios de la ciencia, en general, y en la filosofía de laciencia, en particular. Según su autor, la ciencia no consistía fundamentalmente en sis­temas de proposiciones verdaderas ni estaba regida por principios lógicos y metodoló­gicos inmutables, sino que representaba una empresa social b'lsada en un consensoorganizado, es decir, el producto de un grupo social. Los contextos sociales no sólo deja­ban, así, de ser irrelevantes sino que pasaban a ocupar un papel central para la com­prensión de la ciencia. De paso, las obras de Kuhn pusieron en evidencia la tr'ldicionalahistoricidad de los estudios analíticos de la ciencia tanto implícita como explícitamen­te, al defender que la historia debía preparar el camino de la filosofía de la ciencia.

Los trabajos de Kuhn dieron trascendencia fliosófica a un giro que se había articula­do originariamente en el primer tercio del siglo x" con los primeros estudios sociales ehistóricos de la ciencia a partir de los planteamientos desarrollados por Karl IvIarx, Ida.,Scheler y Kml Mannheim en sus investigaciones sociológicas sobre el conocimiento engeneral. Estudios como los de Ludwik F1eck' (a quien el mismo Thomas Kuhn señala en

·'R. Carnap, (Logie;]1 Foundtltions of the Uniry of ScienceH, en Nel1rath, Carnap y l'vlorris (Eds.), Foundflthmsoft/u: UnÍt)' vjSáencc, vol. 1, Chicago. Chicago Unlversity Press, 1938, pdgs. 42-43..¡ L Fleck Die Entstchlfl1g 11l1d Entll'icklllng ciner lI'isscl1tsdll~ftljchcJ7 TI/tscIche, B"lsilea, 1935.

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prefacio de su obra como un precursor de sus ideas), Boris Hessen' o Edgar Zilsel" for­parte de un importante giro sociológico e historicista que se manifestó clara­

en el Ir Congreso Internacional de Historia de la Ciencia de Londres, en 1931. Losnuevos planteamientos entendían la ciencia, fundamentalmente, como el resultado deinteracciones sociales y su estudio se centró en los contextos sociológicos y económicos

que configuraban su desarrollo.Ya en la segunda mitad de! siglo xx. se instaló en EE UU la sociología de la ciencia de

Robert IVlerton, que intentaba un compromiso entre los planteamientos más críticos dela tradición marxista y los más conserv,ldores del sociólogo y economista IvIelx 'Weber. Elobjeto de la investigación sociológica mertoniana se limitaba, sin embargo, a las normas,los sistemas de remuneración, los roles, etc. que estructuraban socialmente las comuni­dades de los científicos, respetando como territorio de la filosofía de la ciencia el estu­

dio interno de los conocimientos científicos.En este contexto, el cambio teóricamente más radical se produjo en el último cuarto

del siglo x" por una nueva vuelta de tuerca al giro sociológico. La investigación sociológi­ca de la ciencia rechazó las delimitaciones mertoni,111as, para tomar como objeto propiode estudio empírico no ya la estructura social de las comunidades cientítlcas, sino elmismo conocimiento cientítlco y su producción específica. La nueva sociología del cono­cimiento científico abordó directamente, para escándalo de filósofos de la ciencia, la expli­cación causal del origen y del cambio de los hechos y de las teorías científicas a partir deintereses, fines, factores y negociaciones sociales. Sus tesis más características pueden resu­mirse en una concepción de la ciencia como resultado de procesos de construcción social.

Este giro sociológico-construccionista inició su andadura europea en la ScicnceStudics Unit de la Universidad de Edimburgo, y encontró su primera articulación pro­gramática en el Strong Progmu1111c, formulado por David Bloor en 1976. El ProgramaFuerte defendía una explicación sociológica de la naturaleza y el cambio de! conoci­miento científico que había de ser CI1usal (especificaba los factores sociales determinan­tes), imparcial (la verdad o falsedad de los supuestos investigados era irrelevante), simé­trica (podía aplicarse tanto a creencias verdaderas como falsas) y reflcxil'a (su aplicaciónincluía la sociología misma). En 1983, H. 111. Collins formulaba con el nombre deEmpirical Prognlmllu; ofRclatil'ism un programa metodológico de car<Ícter m,ís operati­vo, en el que quedaban aún más claros, si cabe, los planteamientos relativistas del cons-

truccionismo sociológico.

Giro de la filosofía de la tecnología

IZar! Marx fue el primer teórico que atribuyó a la técnica un p'lpel central en la cons­trucción de sus teorías. Al «poner a Hege! sobre sus pies» Marx reinvirtió también, de

--."B. Hesscn, (The Social <lnd Economic Roots of Newton's Principi"l ll , en \Verskey. P.G. (ed.), SáC17CC at the

Cross Rl)(Jds, London, 1971, púgs. 147-212.,. E. Zilscl, Die snziolel1 Ursl'riil1ge da I1cllzótlic/¡cl1 WisSCl1sclul.ft, Frankfllrt uml'v["in, Sllhrknmp, 1976.

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algún modo, la relegación tradicional de la técnica en relación con1as elaboracionesricas, emplazándola como motor de la emancipación humana en su teoría delllo histórico. Según esta teoría, el desarrollo de los medios de producción, determinadopor las innovaciones técnicas, es el que configura los cambios en las estructuraspolíticas e ideológicas. Su «materialismo" o humanismo materialista consiste,mente, en conceder a la innovación de las técnicas melteriales la primelcía sobre elrrollo político y cultural.

Sin embargo, el primer autor en acuñar la expresión "filosofía de la técnica» fue elgeógrafo antimaIXÍsta Ernst Kapp. En su obra Grundlinicn cincr Philosophic da Tcc1J11ik,publicada en 1877, desarrolló una interpretación de las invenciones e instrumentos téc~

nicos como proyecciones de los órganos humanos. Desde una perspectiva optimista,Kapp intentó una revalorización neohegeliana de la técnica como propulsora del desa­rrollo cultural, moral e intelectual.

En esta misma línea de valoración positiva, el ingeniero Friedrich Dessauer, repite eltítulo PI1ilosophie del' Technik en una obra publicada en 1927. Para Dessauer las inven­ciones técnicas consisten en aproximaciones a la solución ideal, platónicamente prees­tablecida, de problemas técnicos. El hombre sólo actualiza formas técnicas existentes yaen potencia y, al hacerlo, obra como instrumento de Dios para continuar la creación. Enla filosofía de Dessauer reencontramos el intento de revalorizar la técnica yel estamen­to ingenieri!, que el autor escala hasta llegar a la rehabilitación teológiGl.

José Ortega y Gasset es el primer filósofo profesiol1<l1 que dedica expresamente unestudio a la técnica. Su lvIeditación de la técnica se publica en forma de libro en 1939,pero recoge los escritos para un curso impartido en 1933 en la universidad de veranode Santander, que habían sido ya publicados en forma de <1rtículos por La Nación deBuenos Aires en 1935. L<1 obw empiez<1 anticipe1l1do que "uno de los temas que en lospróximos años se va a debatir con m<1yor brío es el sentido, vent,lj<1S, daños y límites de1<1 técnica,,'. L<1 interpretación orteguiana de la técnica no es trascendental, sino m,ís biene.xistencial. Para Ortega, el hombre es un ser técnico determinado biológica pero no cul­turalmente, "el ser p<1ra el cual lo superfluo es neces'1l'io". La técnica representa «l,l crea­ción de posibilidades siempre nuevas que no hay en la naturalez,l del hombre", posibi­litando así la realización de diferentes "planes vitales".

A diferencia de Ortega, cuyos escritos sobre la técnica apenas encontraron eco nientre sus propios seguidores, otro filósofo profesional, Martin Heiddeger, habría de ejer­cer con su opúsculo La pregunta por la téCllica, editado en 1954, un notable influjo enla corriente fenomenológica y humanística de la filos afia de la tecnología norteamerica­na. Su interpretación filosófica de la técnica y de la rehlCión de ésta con la ciencia se cen­tra en el c,mícter esencialmente tecnológico de la física moderna, constatación a la quedebió llegar a través de la lectura de La imagen de la Naturaleza en la física actual deVierner Heisenberg, al que él mismo menciona en su obra:

'José Ortega y Gasset, Meditación de la técnicn, Madrid, Esp"s"-C,,lpe, 1965, pñg. 13.

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_!\I¡¡!jjj~!Il'!fl'j~l\\li¡ml¡¡l!!!l¡~I!;B\"&.,*,,jj1;!l%\11l<ª-"'''''''''''---~

«Se dice que la técnica moderna es incomparablemente diferente de todas lasanteriores porque se basa en la moderna ciencia natural exacta. Entretanto se hareconocido con más c1arid,ld que también la inversa es cierta: la física moderna,en cuanto experimental, depende del ap,lrataje técnico y del progreso de la cons­trucción de aparatos. La constatación de esta relación mutua entre técnica y físi-

ca es correcta.»'

En la terminología heiddegeriana, la técni«l moderna se interpreta como una impo­a la naturaleza para provocar su desocultamiento como un complejo calculable

fuerzas.' En términos menos esotéricos se podría decir que los procesos energéticoscontrolados Y reproducidos mediante los artefactos creados por la física

constituyen la naturaleza que se «revela» en la ciencia. Dadas las canlCterísticas de la físi­ca y de la técnica modernas no se puede afirmar, a juicio de Heiddeger, que la técnica seaciencia "plicada, sino más bien lo contrario. En esto, Heiddeger formula en términos desu propia filosofía lo que el físico Heisenberg Y otros teóricos de la física, como Hugo

Díngler lO , ya habian constatado:

"Por el hecho de que la esencia de la técnica moderna se basa en la imposición,esa técnica ha de utilizar la ciencia natural exacta. De ahí nace la apariencia enga­i'iosa de que la técnica moderna es ciencia natural aplicada. Esta apariencia sepuede mantener en tanto no se índaga sutlcientemente ni el origen esencial de laciencia moderml ni todavía menoS la esencia ele la técnica moderna.»l\

Éstas y otras heterogéneas proto(¡losofíi7S ele la técnica difícílmente hubieran llegadopor sí mismas a confIgurar un territorio filosófico propío. De hecho, han sido los incan­sables esfuerzos de algunos profesionales de la filosofía los que han ido logrando esta­blecer lentamente, en algunos países, una [¡losofía de la tecnología como disciplina porderecho pro¡Jio. Sobre todo a ¡Jartir de los allOS setenta del siglo xx, filósofos provenien­tes de diversas corrientes llegaron a unirse en EE.UD. y Alemania en el empella comúnde crear las bases institucionales de una nueva rama ele la moSOfí,l, al igual que se había

conseguido para la filosofía de la ciencia en la primera mitad del siglo.

--'~hlrtin Heicldegcr, «Die Frage n,lCh der Technik«, en Vartri;gc lInd AII~,i;t:e, Pfnllingcn, Neske, 1954, p,íg_ 21.

Tr¡lducción del mltor."El desocttltamicnto que impera en la técnica moderna es un prOVocar que le erige a la n,ltmaleza snminis-trar cnel-gi:l qne como t,,1 ['ued" ser extraída y "lm'lCcn"d·.'. (...) Esta (provoGlCión) se re,lliza en tanto que seextr"e la energía ocnlta en la naturaleza, lo extr"ido se transform", lo transformado se "Imacena, lo almace­n"do a su vez se distribuye Ylo distribuido se conmuta de nuevO. Extraer, transformar, "hnacenar, distribuir

y conmutar son formas de deSOclllt<.lr. Oro cit., ptig. 24.'" Entre otras muchas obras de Hugo Dingler, cf. Da G/nllbe nn die Wcltllli1sc17iIlC IInd sellle 0I1erll'indllng,Stuttgart, Ferdinand Enke, 1932 Y Obcr die Ge5(17iciltc 1II1d dos WesC/1 des EcJ'e,-itncl1tes, Jv!uních, Eidos, 1952-

II I-Ieiddcger, or. cit.. pág. 31.

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La primera reunión académica en que se planteó la filosofía de la tecnologíauna meta concreta tuvo lugar a la sombra de! VIII Congreso Anual de laI-fistory ofTeclJl1ology (SHüT), celebrado en San Francisco en 1965. En dicho congresose organizó un simposio con el nombre de «Toward a Philosophy of Technology»que intervinieron, entre otros, Lewis Mumford y Henryk Skolimovski, y donde fuesignificativa la participación de filósofos de la ciencia como iVbrio Bunge yAgassi. Las actas del simposio aparecieron al año siguiente en la revista de laTeclJl1ology !lndCulture. Por esta misma época, el tema de la mosofía de la tecnologÍ<lresonaba también dentro del colectivo filosófico internacionaL En el marcoCongreso Mundial de Filosofía, que se celebró en Víena en 1968, tuvo lugar un coloquioespecial dedicado a "Cibernétic,l y Filosofía de la Tecnología», al que se presentaronnumerosas contribuciones.

Pero habría que esperar a la década de los setenta para que empezaran a proliferarobras filosóficas dedicadas a la tecnología y, sobre todo, para que cuajaran losde institucionalización en los EE.UU. Paul Durbin, a quien se ha llamado con razón«padrino» de la filosofía de la tecnología norteamericana, organizó en 1975 y 1977gI-esos sobre «Filosofía y Tecnología» en la Universidad de Delmvare. A partir decristalizaron los soportes institucionales de la filosofía de la tecnología en Norteamérica.La Philosophy !ll1d TecllJ1ology Newsletter, la colección Rcse!lrch il1 PhilosopllY andTecllJ1ology que más tarde se llamaría simplemente Philosophy !ll1d Tecl1l1010gy y sería lapublicación oficia! de la Society for Philosophy !ll1d TecllJ1ology (SPT). Esta asociación,tras un período de funcionamiento más o menos informal, se organizó formalmente en1983, casi exactamente cincuenta a110s después de que se fundara la Plúlosophy ofScienceAssoci!ltion (PSA).

A principios de la década de los 80, el filósofo alem,ín Friedrich Rapp, quien habíaeditado COl1tributions to !I Philosophy of Tecl1!1ology en 1974, se pone en contacto conPaul Durbin para organizar un congreso conjunto de los grupos norteamericano yale­mán que estaban promocionando la filosofía de la tecnología en sus respectivos países.Este congreso, que tiene lugar en 1981 en Bad Homburg, Alemania, y cuyas actas edita­rán conjuntamente Durbin y Rapp en 1983 con e! título Philosophy !ll1d Tecl1l10logy,inaugura la serie de congresos bienales de la Socicty for Philosophy !ll1d Tecllllology que sehan venido celebrando regularmente a partir de entonces.

El primero en utilizar la denominación «filosofía analítica de la técnica» fue elmismo Rapp en 1978 en una obra suya con ese mismo título, en b que el autor relacio­na expresamente su planteamiento filosófico con la filosofía analític'l de la ciencia. Aligual que esta última se centra en el análisis de las estructuras teóricas, la filosofía analí­tica de la técnica tiene por objeto "el análisis estructural de la acción dirigida a un finconcreto)) para «tratar de comprender el estatus metodológico y además gnoseológicodel actuar técnico»". Para Rapp, «la capacidad de rendimiento de la técnica moderna se

"F. R<lpp, Filosofia rl/Wlitica de la técnica. Buenos Aires. AH", 1981. póg. 14.

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~'" 1WW', ... "!."'".... _ólfll1.~,,~_RIIm'l.;;l~

la aplicación de los principios de las ciencias naturales y de los conocimientos

ciencias de ingeniería»!.'.embargo, fue Mario Bunge quien más propulsó el interés filosófico por la técni­

el campo de la filosofía de la ciencia y quien más sistemáticamente transportóplanteamientos de la filosofía analítica de la ciencia a la filosofía de la tecnología. Así

la filosofía de la cienci,¡ se centraba en el análisis del método, las leyes y las teorías'cié~ntíftc:,¡s, las cuestiones centrales de la filosofía de la tecnología habían de ser, según

i) la exístencia de un método tecnológico paralelo al método científico, ii) la exís­de leyes tecnológicas y, en su caso, su diferencia respecto a las leyes científicas y

la peculiaridad de las reglas tecnológicas en relación con las reglas científicas!'.Para aplicar el tipo de análisis propio de la filosofía de la ciencia, había que encon­en el campo de la tecnología (identificada usualmente con artefactos y procedi­

mientos) formulaciones lingüísticas que, de alguna forma, fueran equivalentes a los sis­conceptuales y teóricos con los que se identificaba la ciencia. La interpretación de

tecnología como ciencia aplicada resolvía este problema". En primer lugar, se descar­como no pertenecientes a la tecnología el saber práctico o saber-cómo-proceder, por

de "mera habilidad o capacidad en vez de conocimiento conceptual»"', así como«recetas de las artes y oficios y de la producción»". Para B1U1ge, lo que caracteriza la

tecnología y constituye el estudio central de la filosofía de 1<1 tecnología son las reglas tec­

nológicas o normas fundamentales de la acción".Según esto, las reglas tecnológicas son "instrucciones para realizar un número finito

de actos en un orden dado y con un objetivo determinado» y "pueden simbolizarse poruna cadena de signos,,". Son norm'lS que «indican cómo se debe proceder para conse­guir un fin determinado» y están ademús basadas «en un conjunto de fórmulas de leyes

. capaces de dar razón de su efectividad»." Bunge destila como quintaesencia de la tecno­logía las reglas tecnológicas, entendidas como formulaciones lingüísticas que represen­tan teóricamente el saber tecnológico. De esta forma se llega a enunciados teóricos sus-

ceptibles de análisis lógico e incluso formal.La condición de que las reglas tecnológicas han de estar fundamentadas en leyes

cientificas establece el nexo directo entre 1<1 filosofía de la tecnología y la ftlosofía de laciencia. Dado que el modo de fundamentar se basa en la derivación lógica y que enbuena lógica asertoria no se pueden derivar reglas tecnológicas (enunciados normati-

"IlM., póg. 60."lvl. Bunge, «Five Buds ofTechno-Philosoph)"" Tcc/¡aalog)' in Socia)', 1, 1979, pógs. 67-74."«Technology as Applíed Science» es precisamente el titulo del articulo publicado en Tcc/¡n%g)' ami Cultureen 1966 que reproduce la contribución de Bllngc ,,1 primer simposio sobre filosofia de la tecnologia (cf.

supra).1"1\-1. Bunge, Id il11'CSÚg¡1Ciól1 ciCl1t~(iCll, B~rcelon<1, Ariel, 1969, p,lg. 43.

1:" ¡bid., lJ<.íg. 695.l~ [bíd., púg. 694.l"lhíd.:0 ¡lJíd.} ptlg. 695.

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vos) de leyes científicas (enunciados nomológicos), Bunge introduce lo que élenunciados nomopmgl11áticos, como una especie de equivalentes asertorios de las reglas,que permiten la derivación en cuestión'l.

De este modo se intentaba marcar la orientación en la que se debía interpretar la tec­nología desde la filosofía de la ciencia, transfiriendo la interpretación representacional ynomológica de la ciencia a la tecnología para acabar fundamentando la efectivid'ld tec­nológica en la verdad científica. Sin embargo, los desarrollos posteriores tanto en elcampo de la fJlosofía como en el de los estudios de la ciencia y la tecnología apuntaríanen una dirección más bien opuesta, la del giro tecnológico y pragmático.

Giro tecnológico y pragmático

Los numerosos estudios de la sociología del conocimiento científico han contribuiclo aponer claramente de manifiesto la relevancia de los contextos sociales para comprenderla actividad y los resultados científicos. Sin embargo, dentro del mismo campo de losnuevos estudios de ciencia y tecnología se ha articulado una corriente crítica respecto alos planteamientos sociológicos que sostienen radicalmente las tesis de la construcciónsocial de la ciencia y priman unidimensionalmente la explicación sociológica pura delcambio científico, es decir, a partir únicamente de causas sociales. Se critica que el tra­hlmiento de la ciencia como construcciones puramente sociales no tiene en cuenta todoslos aspectos esencialmente constitutivos de la misma, tal y como lo expresa AndrewPickering:

«La sociología del conocimiento científico simplemente no llega a ofrecernos elaparato conceptual necesario para captar la riqueza del hacer científico, el densotrabajo de construir instrumentos, planificar, llevar a cabo e interpretar experi­mentos, elaborar teorías, negociar con los gestores de los laboratorios, con lasrevistas, con las instituciones financiadoras, y así sucesivamente. Describir lapráctica científica como abierta e interesada equivale, en el mejor de los casos, arasguñar la superficie.,,"

En especial, «la obstinada devoción por la 'construcción social' como recurso expli­cativo,,'.' ignora, de algún modo, el papel de los entornos y artefactos materiales y tec-

~l Así, por ejemplo, el enunciado {(Si se calienta un cuerpo imantado por encim<l de su punto de eurie, enton­

ces pierde su imal1t<1ción,¡ sería el entmciado nomopr'.lgm..ltico correspondiente a la regla tecnológic.l ((Panldesimantar un cuerpo, caliéntesele por encima de su punto de Curie}), A su vez, dicho cntlllchldo se derivaríade la ley científica "Si la temperatura de un cuerpo imantado rebasa su punto de Curie. entonces el cuerpopierde su imantación)).!! A. Pickering, «From Science ;]$ Knowledge to 5cience <15 Practicen, en Pickáing, A. (ed,), 5cícncc l1S Pmc6ccllluf Cll/tUfI..', Chicago: The Uníversity of Chicago Press, J992, pág. 5.:JB. Ltltollr, HOn Technic<111\.'Iediiltion - PhilosophYl Socialogy, Genealogy)), C011l111011 Kl1011'fcdgc, 1994,ptig.54.

122

nológicos y su interacción con los agentes humanos en la investigación científica. Estase realiza precisamente desde lo que podemos llamar un giro teci1ológico que

completaba el conjunto de los entornos de la ciencia entendida también «como unde dispositivos materiales operativos (y comprendiendo las representaciones

científicas en relación con estos dispositivos, más bien que en su aislamiento esplendo­usual))". Este giro tecnológico destaca, frente a las concepciones representaciona­

les, la relevancia de los artefactos tecnológicos para la comprensión de la ciencia

moderna:

«Las versiones tradicionales de la cienci'l dan por supuesto que el objetivo de laciencia consiste en producir representaciones de cómo es el mundo en realidad;por el contrario, el admitir un papel para la agencia material apunta al hecho deque, al igual que la tecnología, la ciencia se puede considerar también como undominio de instrumentos, dispositivos, máquinas y substancias que actúan, ope-

ran y hacen cosas en el mundo materia!.»"

Desde la mism'l filosofía de la ciencia surgieron replanteamientos en esta dirección,como los de Ian Hacking, que se desmarcaron de las concepciones fIlosóficas puramen­te representacionales para reconocer que la ciencia no puede reducirse sólo a las teoríascientíficas, sino que la práctica experimental es esencialmente un modo de intervencióntecnológica'c,. H'lCking propone abandonar la moda de no h'lblar sobre las cosas sinosobre la forma en que hablamos sobre las mismas, para dejar de hablar de enunciadosobservacionales Yhablar de la actividad experimental". Según su filosofía, «las teorías delas ciencias de laboratorio no se comparan directamente con 'el mundo'; persisten por­que son verdaderas acerca de los fenómenos producidos o incluso creados por aparatosen el laboratorio Yse miden mediante instrumentos que nosotros hemos construido»".Estos replanteamientos filosóficos, que giran sobre la integración de la práctica científi­ca y sus entornos técnicos y artefactuales, parten de la constat'lCión de que «los filósofosde la ciencia debaten constantemente sobre las teorías y las representaciones de la reali­dad, pero no dicen casi nada sobre la experimentación, sobre la tecnología o sobre el

saber como herramienta para transformar el mundo),".

--,., A. Pickeríng, "The 1I1angle of Practice: Agcncy and Emergence in the Socíology of Science", A11Ieriwn

JOJ/rn111l~r Sociolog)' , 99, 3 ,1993, p;íg. 563.

" ¡[Jíd,:'.' Cf. l. H'lcking. Rcprcscl1ting OI7r1 [litcn"cl1ing, Ci.1I11bridge, Cambridge University Press, 1983.

" ¡/líd., púgs. 167 Y1S1.'" J. I-Jack.ing, "The Self-VindíGltion of the Laboraror]' Sciences", en A. Pickering (ed.) Sciencc il5 Pmcticc ilnd

Culturc. Chiolg0, The Uni\'ersit]' of Chicago Press, 1992, l'úg, 30.~qI. Hilcking, RL'prL'.~L'l1til1g (/1/d IntcJ"I'clúng. Cill11bridge. Cambridge Unh"Crsity Press, 1983.

pág. 245.

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Giro de la fIlosofía constructiva de la ciencia

Las primeas manifestaciones del giro tecnológico y pragm,ítico en filosofía de lase remontan a la filosofía constructiva de la ciencia. Esta corriente fIlosófica OCllpanl1

lugar pionero en el estudio metódico del car<ícter operativo y tecnológico de laInspirada originariamente en los trabajos de Hugo Dingler, se empezó a desarrollarapartir de los aüos sesenta del siglo x:, en Alemania. Paul Lorenzen fue su princip<ilimpulsor y con su obra dio lugar a la importante corriente de constructivismoco que anticipó en más de un decenio las ideas constructivas que se defenderían enestudios sociales de la ciencia.

Para Lorenzen, la ciencia moderna «se muestra como un producto de nuestrara técnica: se basa en una pr<íctica precientífica exitosa,,'lO y esta idea forma parte degiro pragmático en marcha:

«En la teoría de la ciencia se empieza a reconocer lentamente en nuestro siglo conel llamado giro pragmático que toda ciencia (toda teoría) sólo puede compren­derse sobre la base de una técnica ya -parcialmente- exitosa. Las teorías son ins­trumentos lingüísticos en apoyo de una práctica ya enmarcha.,,31

En la fIlosofía constructiva de la ciencia, la primera tarea consiste, precisamente, enconceptuar y formular teóricamente esos procedimientos técnicos (constructivos) pre­vios, para llegar a la comprensión de las ciencias como sofisticadas pr<ícticas tecnológicasque se han desarrollado con la ayuda de teorías. Desde sus mismos inicios, la teoría cons­tructiva de la ciencia se centró en la reconstrucción sistem,ítica de disciplinas científicasespecíficas como la matem<Ítica (desde la aritmética al amílisis), la lógica, la geometría ola física. La matemática y la lógica constructivas se han estudiado como teorías del ope­rar con símbolos, respectivamente, en la práctica del dlculo y de la argument'lCión. Lageometría y la física, en cambio, se consideran como «ciencias técnicas".

Para Lorenzen, la geometría euclidiana, por ejemplo, es una «ciencia fundamental"(Grund/agenwissel1schaft) de nuestra tecnologia, ya que representa una condición para lareproducibilidad de las mediciones:" Pero, a su vez, tiene un fundamento técnico basa­do «en una práctica que pertenece, desde hace al menos 5000 ailos, a 1<lS técnicas ele­mentales de nuestra cultura».". Dichas técnicas de la construcción de formas geométri­cas (superficies planas, ete.) y del cálculo geométrico (que alcanzaron un alto desarrolloen las antiguas culturas mesopotámicas y egipcias) constituyen la geometría técnica. La

JOp. Lorenzen, Tht!('rie da technischcn /ll1dpolitischcJl \lerl1l!l1.f, StUttg3rt, Rechll11. 1978, ptig. 153. Traduccióndel "utor.

." P. Lorenzen, Lchrbllch da kOllstrukt¡"cll WisscllsclUlrtsthcoric, M"nnheim, Wissenseh"ftsverJag, 1987, piÍg. 18."P. Lorenzen, ..D"s technisehe Fund"ment der Geometrien, en Burriehter, c., Inhetveen, R. r Kaner, R. (Eds.)Tccltl1iscltc RcztiOl1tllitiít 1I11d mtioll"lc HCllristik. Munich, Sehonjngh, 1986, piÍg. 23.

.1) Ibíd., pág. 24.

124

B:~~f,giliW 'í §lií$ifiiiRh ~

conceptualización teórica de tales operaciones técnicas de construcción geométrica, queel nombre de Protogeolllctría, permite reconstruir el fundamento técnico de los

conceptos fundamentales de la geometría teórica. la teorización protogeométrica es unclaro de estudio filosófico de la técnica implicada en las ciencias, el cual, en laconstructiva, precede siempre a la interpretación de las teorías científicas como

construcciones teóricas. La filosofía de la técnica es, pues, una parte integrante funda­ental de la filosofía constructiva de la ciencia.

En el caso ele la física en general, los fundamentos técnicos (objeto de la llamadaPl'otofísíw) no sólo incluyen las técnicas de construcción y uso de los instrumentos dellledición (es decir, además de la geometría técnica, la cronometría e hilometría técnícas

la medición de tiempos y masas) sino también la exuberante tecnología de los apa­de reproducción y control de los efectos y procesos en los laboratorios"'.

Los estudios filosóficos constructivos han contribuido a poner de manifiesto, de lUlaespecifica, la constitución tecnológica de la ciencia moderna. Pero, evideritemente,

son los únicos que apuntan en esta dirección dentro de la filosofía de! siglo .xx.'Anteriormente hemos mencionado a Heiddeger, inspirado por Heisenberg, en este senti­

También habría que hablar, entre otros, de John Dewey. Para este filósofo, la tecnolo­no se circunscribe a los artefactos materiales sino que puede consielerarse como el con­

de todas las capacidades humanas, incluyendo el lenguaje, la lógica, la misma cienciala filosofía así como las formas de organización social y política". La ciencia constituye

una forma especializada de práctica'" y es una rama y un modo de tecnología'".El giro tecnológico es asimismo patente en la evolución más reciente de otros cam­

pos, como la historia de la tecnología (institucionalizada a partir de los años 60) y la his­de la ciencia. A partir de la década de los so han proliferado estudios histórícos que

insisten en el papel central de los instrumentos y las tecnologías experimentales, produ­cidas en los laboratorios, para el desarrollo de la ciencia'''. Derek de Solla Price puso enprimera línea e! carácter tecnológico de la investigación científica moderna y la impor­tancia decisiva de la innovación tecnológica de il1strl.lll1cl1talidadcs para e! cambio cien­títIco. Price sugiere, de hecho, una revisión tecnológica ele las inexplicadas revolucioneskuhnnianas. Éstas vienen dadas, según sus estudios, por los cambios tecnológicos pro­ducidos en la investigación científica".

.'~ ce P. Jallich, "Physics - Natural Science 01" Technology? .. , en 'vV. Krohn, E. Lnyton yP. \Veingart (Eds.), Thc

D)'l1ll1l1ic; 01' Sricllcc (JlId TeclJlIolog.. Dordrecht, Reidel, 1978, l'ügs. 3-27..':'Cf. L. I-lickll1i.ll1. lohn DCIIICy'S Pmgllwtic Tt'dllllJh'gr, Bloonüngton, Indiana University Prcs5 1990.'''flJÍd., p.lg. 115.:~ lbíd., p.íg. 46..lo. cr., por ejemplo, Se Shapin yS. Schaffer, Lf.'1'it1tlu111 cJl7d the Air-Prflllp. Hobbcs. Boylc l111d túe EXjJcri1l1cl1t'11!L~rcl Princeton, Princeton Universit'y Press, 1985. P. Galison, Ro 11' Expc6111cnts El1d, Chicago, The Universityof Chic¡¡go PreS', 1987. D. Gooding, T. Pineh y S. Sehaffer (Eds.), T/¡e Uscs 01' Expcrimcl1t. Stwlies il1 t/¡e~N(JtllJ'{j¡ Sdl~l1CCS. Cambridge, Cambrldge University Press, 1989."'Cf. D. de 5011" Price, ..The Scienee/Teel1nology Rebtionship, the Craft of Experimental Seienee, and Poliey[ol' Improvement oC High Technology Innovatiol1ll, Rcscllrc/1 Palie)', 13, pi.lgs. 3-20, 1984.

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Giro valorativo y político

La espiral interpretativa de ciencia, tecnología y sociedad que la dinámica conjunta delos diversos giros generó a lo largo del siglo x.:,: fue modulada por un importante girovalorativo y político.

La organización estatal de la investigación científica en el curso de la Ir GuerralVlundial condujo a resultados decisivos, de los que e! m,ís espectacular fue, sin duda, laconstrucción de bombas atómicas en e! proyecto Mannhatan. Tras la guerra, el papelde la ciencia se acrecentó notablemente en EE. UD., el país que surgía de la mismacomo líder mundial, y, al mismo tiempo, se estableció una imagen de la misma comocumbre y esencia de la razón y de la cultura humana, y núcleo de la organizacióndemocrática y racional. En Ellropa, Karl Popper abogaba, frente a los planteamientosmarxistas, por «la aplicación de los métodos críticos y racionales de la ciencia a los pro­blemas de la sociedad abierta» como base para la organización democdtica y la refor­ma social"'.

De algún modo, las concepciones de la íllosofía de la ciencia del empirismo lógicoencajaban con esta exaltación de! conocimiento científico. La concepción fundamental­mente representacional y metodológica de la ciencia desembocaba en la objetividad ysuperioridad racional de la misma, por encima de cualquier otra forma de conocimien­to. La tecnología, considerada como aplicación de los principios científicos, heredaba esaexcelencia que la convertía en la forma de acción óptima y má.-TImamente 1'C1Cional".

Estas claras valoraciones filosóficas de 1<1 ciencia contrastaban, de algún modo, conel maridaje entre esa misma íllosofía y la teoría de la neutralidad valorativa de la cien­cia, promovida originariamente por IvIa.\: 'Weber a principios del siglo x.x. En su luchapor estabilizar la institucionalización de las nuevas ciencias sociales en las universidadesalemanas, 'Weber se enfrentó a los académicos de izquierdas que defendían el compro­miso y la implicación política y propugnó la teoría de una ciencia libre de todo tipo devalores y de vínculos ideológicos y políticos". De esta forma, se quiso establecer, teóri­camente, una clara demarcación entre i) el .1mbito de la ciencia como conocimiento yconstatación objetiva de cuestiones de hecho y ii) el ámbito de los valores, las normas,las ideologías, los intereses, etc.

Así pues, por un lado, se podía declarar, filosóficamente, a la ciencia libre de im pli­caciones 'L-TIológicas y políticas, movida puramente por intereses teóricos y constatacio­nes de hechos y, consecuentemente, exenta de responsabilidades por las posibles conse­cuencias negativas de los resultados de la investigación científica libremente ejercida.Por otro lado, según esa misma filosofía se podía legitimar, como racionales y óptimas,cualesquiera innovaciones y procedimientos científicos y tecnológicos, tomas de deci-

'¡o K. R. Popper, Thc Opcn Societ)' lll1d Jis EllCl11ics, vol. I, Londoll, Routledge & Kegnn" Pi.1uJ, 1966, p,íg. 1.n Bunge, op. cit. pLigs. 6835.¡J R. N. Proctor, Fálw:-Frr..'c Scit..'l1cd: P/lrit)' rlJ1d POll'cr in AJodcfn Scicl1ce, Cambridge, rvfass., HilrwarclUniversity Pres$, p..ig.85.

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siones aelministrativas y políticas tecnocrúticas, siempre que fuera posible interpretarlascomo aplicaciones de conocimientos cientítlcos.

Sin embargo, a partir de los años 1960 e! conjunto de estos presupuestos filosóficosfue puesto radicalmente en entredicho en el marco de un giro valorativo y político quese consolidó socialmente de forma especial en los EE UD Yposteriormente en Europa.En el contexto de los movimientos antinucleares, la oposición a la guerra del Vietnam,las crisis ecológicas, las revueltas estudiantiles y la crítica académica fueron cristalizan­do replanteamientos críticos que explícitamente cuestionaban la rígida delimitaciónentre hechos y valores, así como la supuesta supremacía racional de la ciencia y ele la tec­

nología y la neutralidad de las mismas.Así smgieron los programas de Cicncia, TCCl101ogía y Socicdad (CTS) en numerosas e

importantes universidades norteamericanas. El mensaje de este movimiento académicoinsistía sobre los condicionamientos políticos y sociales y los trasfondos valorativos queregían la investigación y el desarrollo científico y tecnológico, y ,l!ertaba de los gravesimpactos que se estaban derivando para la sociedad y el medio ambiente. En vista de lasconsecuencias, en buena parte negativas, de muchas de las innovaciones científicas y tec­nológicas, se reivindicaba la concienciación pública y el control social sobre las mismas.En el entorno de los estudios de CTS se fueron consolidando nuevas disciplinas sobrematerias tradicionalmente marginadas, como b historia social y la filosofía de la tecno­logía. También se desarrollaron trat<lmientos sistemáticos de cuestiones éticas y políti­

cas relacíonadas con la ciencia y la tecnologhl.Empez'll'on a proliferar estudios crítícos sobre la ciencia, algunos de ellos prove­

nientes de la filosofü1 de la ciencia como los publicados por Pau! Feyerabend"-', y, engeneral, se plantearon a una serie de cuestiones críticas que, de una forma u otra, se hanmantenido vivas en el campo de los estudios de ciencia y tecnología. La idea era sacar ala luz las dependencias de la gran ciencia respecto a centros gubernamentales, militares,industriales y corporativos de dirección y control sobre el desarrollo cíentífico y tecno­lógico, así como poner en evidencia las construcciones fJ.]osÓficas dirigidas a fortalecerla autoridad científica y desvelar las extrapolaciones de teorías científicas utilizadas parajustificar determinadas posiciones o legitimar modelos, agentes y medidas en la toma de

decisiones económicas, sociales y polítiG1s.En contraposición a las tesis que postulaban la neutralidad, la superioridad racional

y la libertad de la investigación científica, los nuevos planteamientos críticos interpreta­tivos y valorativos reivindicaron nuev,1S formas de investigación responsable junto conla valoración y la intervención social de carácter democrático en los desarrollos científi­cos y tecnológicos, asi como nuevos planteamientos para la gestión y la política de laciencia y la tecnología, y para la evaluación de las consecuencias y de los riesgos deriva­

dos de las innovaciones científicas y tecnológicas, etc.

~'P. Feyer'lbenc1, 5óL'11ce il1l1 Free SociCf)', London, NLB, 1978.

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La enfoques culturales integrados

Los enfoques culturales de! estudio de la ciencia y la tecnología corresponden a plantea­mientos que, de nna forma u otra, parten de la idea de cultura como un concepto fun­damental para comprenderla complejidad de la tecnociencia de una forma integrada. Dehecho, las concepciones integradas de la cultura se encuentran arraigadas con fuerza enel campo de las ciencias sociales del siglo xx. En su obra Pril7litil'e Culture E. B. Tylor, unode los fundadores de la moderna antropología, daba ya en 1871 una precisa definiciónintegradora de cultura: «Cultura o civilización... es ese todo complejo que incluye conoci­mientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábi­tos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad,)". Su definición contras­ta claramente con la división filosófica entre cultura y civilización, que se fraguó entrefinales del siglo XIX y principios de! x.,,\. Según esta delimitación, había que separar, por unlado, las interpretaciones y valores humanos, concernientes al arte, la filosofía, la religión,la moral, el derecho, etc. como integrantes de la cultura (espiritual), y por otro lado, comocivilización (material), todos los conocimientos, capacidades y productos técnicos, aso­ciados con el desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas.

Esta versión divisoria de la cultura quedó completamente desplazada en la antropo­logía moderna por una concepción integrada y global. De acuerdo con la misma, seentiende por cultura «el estilo de vida totah que incluye todos «los modos pautados yrecurrentes de pensar, sentir y actuar»'" o, dicho de otra forma, «el sistema integrado"que incluye tanto «patrones aprendidos de comportamiento» como «objetos materia­les»". Para referirse directamente a estos últimos, se ha acufiado el término 'culturamateria!', que en ningún caso se contrapone a una hipotética 'cultura espiritua!', puestoque los mismos artefactos materiales, su construcción y su uso están íntimamente aso­ciados con contenidos simbólicos, interpretaciones y valores. En todo caso, la culturamaterial se puede diferenciar de la cultura inmaterial, relativa a las pautas y artefactospredominantemente simbólicos".

En la arqueología moderna, la integración de los artefactos y de las técnicas mate­riales como parte esencial de la cultura es, obviamente, aún más explícita. Cultura sedefine como «la combinación de material, actividades y pautas que forma un sistemacultural,,". En la misma sociología actual, donde el concepto de cultura ocupa un lugarmuy importante, «cultura se refiere a la totalidad del modo de vida de los miembros deuna sociedad)), incluyendo «los valores que comparten (...), las normas que acatan y losbienes materiales que prodncen"",

"SubraJ"ldos del "utor.wl\:L Harris, Introducción t1 la antropología gClTeral. 1\'factrid, Alial1Zil, pág. 123.·1', E. A. Hoebel y Th. \Veaver, Antrop%gín)' expcricJIcin hU!1Wllc1, Barcelona, Omegá, púg. 269.-17 1bid., p<lg. 303.1".1. Rouse, Introducción altl prehistoria: /lf1 cl~roqllc sistclllcÍtico. BafCeloJli.l: BeU ..tterra, p.íg.225.~9 A. Giddens, Sociología, tvladrid, Ali<ll1za, 1991, pélg. 65. Subrayado en el original.

128

La concepción integrada de la cultura es central en los desarrollos más recientes delos estudios culturales, donde se da por supuesto que «los intentos de definir la culturaen términos ideológicos, humanistas y sociopolíticos (... ) meramente perpetúan unadistinción entre lo humano, lo maquínico )' lo llamado n,ltur'l¡"". Pues, precisamenteesas distinciones, que ret1ejan h1 división fundamental entre cultura, tecnología y cien­cia, están «revueltas y todo lo que antes se decía pertenecer a cada una de ellas encuen­tra una nueva base de conexión en los dispersos y conectivos procesos que las vinculana todas,,;' formando una inmensa complejidad. En otras palabras, las categorías de tec­nología, ciencia y cultura «han perdido su integridad disciplinaria y ontológica ya que,en el ámbito de la experiencia y de la ontología, se impregnan y penetran mutuamen­te,,;', y, por tanto, hay que considerar definitivamente caducad,ls las divisiones tradicio­

nales entre ciencia, tecnología y cultura como sistemas cerrados.En el campo de la filosofía moderna hay que destacar, sobre todo, a íNittgenstein

como un punto temprano de referencia para la comprensión del lenguaje, la matemáti­ca y la misma lógica como técnica/cultura. En su caracterización del lenguaje como«juego de lenguaje», éste se entiende como una actividad'" y una práctica". Toda prácti­ca de jug,1[" un juego consiste en seguir un,l téCl1;c¡1 determinada, o sea, en «actuar deacuerdo con ciertas reglas,,;;. Así pues, «comprender un lenguaje significa dominar unatécnica,,;", donde por domin,lr una técnica se entiende ser capaz de producir y reprodu­cir una determinada pníctica lingüística. Pues, «sólo en la práctica de un lenguaje puedetener significado una palabr'l»". La matemática representa, asimismo, un «juego de sig­nos,,'" y, por tanto, también una técnica, «la técnica de la transformación de signos"". Lalógica misma representa "la técnica del pensar» y muestra «lo que es e! pensar, )' tam-

bién modos de pensar))"'.El término 'técnica' es, pues, central en la comprensión wittgensteiniana del lengua-

je y de la ciencia. Para I'Vittgenstein la técnica se manitlesta en la práctica de las activi-

~QS. Plant, HThe virtual compleAity of culture», en Robertsol1, G. el al. (EdsJ, FlIt/{n.' lVntllml. Nailfrc, SCh'I1CC,

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Main, SuhrLlll1p, 1967, ~3S. L"s lr'lciucciones son del "ulor.;~ L. \.Vittgcnstdn, Bl!1I1crl\lIl1gi..'11 jiber die Cr/llldlngcl7 del' Afdt{¡clI1rltik (ObSCITilciol7cs 50lJn.' los fi If7dCI111L'1l tos dc

/n IIlt1tt!l/llÍticll) [en adelante BGlvl 1, Fr;'ll1kfurl ;.un l\t.lin, Subrk"1Il1p, 1984,

VI, §.34. L1S traducciones son del <lutor.

"BGM V, ~1.

'''PhU ~199.

"BGM VI. ~41."'BGM V,§2.'"BGM IV, IS."OBG~I 1, § 133.

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dades regulares y pautadas"! que se aprenden ejercitando la propia práctica «medianteimitación, estímulo y correcciÓ¡\>,'·'. Entendidas así, las técnicas tienen un claro caráctercultural y social, determinando ellas mismas (es decir, el COnsenso y la coincidencia delos que las practican) lo que es correcto o incorrecto en su propia ejecución y en susresultados. En la matemática es esencial el consenso"" pues «no es sólo la aprobación loque convierte (la práctica) en cálculo, sino la coincidencia de las aprobaciones. (... ) y sino se puede llegar a ese acuerdo, entonces nadie puede decir que otro también calcula»"!.La práctica matemática no es menos social que el comercio. "¿Podría haber aritméticasin la coincidencia de los que calculan? ¿Podría calcular un hombre solo? ¿Podría linosolo seguir una regla? Son estas preguntas semejantes, por ejemplo, a ésta: ¿Puedealguien él solo practicar el comercio?»'''.

Si bien la palabra 'cultura' no aparece, concretamente, en sus I/1vcstigocio/1esFilosóficas ni en Obscrl'Ocio/1cs sobrc los fU/1domc/1tos dc lo motemático, vVittgenstein uti­liza, repetidamente, expresiones como 'forma de vida~ 'modo de vida' o 'costumbre'(todos ellos característicos de la idea de cultura en la antropología y la sociología moder­na) en conexión con su manera de caracterizar el lenguaje y la matemática. AsÍ, p. ej. ,hace notar que la palabra 'juego' pone de relieve que el lenguaje (y lo mismo podríadecirse de la matemática) "forma parte de una actividad, o de una forma de vida,,''''. Yaque «imaginar un lenglwje significa imaginar una forma de vida»'" y «el lenguaje serefiere a un modo de vida,,"". Para vVittgenstein, seguir una regla, jugar una partida deajedrez y, en general, la pdctica de las diversas técnicas son "costumbrcs (usos, institu­ciones))"'. Es decir, son integrantes del conjunto de una cultura. En el caso de la mate­mática, es, precisamente, "el uso fuera de la matemática», es decir, su lugar en el contex­to de nuestras demás actividades culturales", «lo que convierte al juego de signos enmatemática»'!. El aprendizaje mismo de una práctica es un proceso de educación cultu­ral, en el que junto con la técnica en cuestión se apropian determinadas formas de per­cepción. «En tanto que estamos educados en una técnica, lo estamos también en unaforma de ver las cosas que está tan fIja como esa técuica»". La comprensión de dichoaprendizaje sólo puede realizarse desde la propi'1 pdctica cultural. "El que quier'1 com­prender lo que signitlca 'seguir una regla' tiene él mismo que saber seguir un.1 regla»".

"1 G. P. Bt,ker y P.iv!. S. I-LlCker, '-,\fittgcf/stcin: Rules, Grtllllll/clr ond Nt'(l'55irr, Oxford, Bl:JcI:.\\TJI, 1985, p.igs. 154 ss.'" BG!v! VII, §24."BGM III, §67."BG~[ VII, §9,

"'BGIv! VI, §45,,.' Ph U, §23,

"'PhU, §19.'" BG~[ VI, §34,""PhU, § 199; BGM, VI, §43," BG~,[ VJI, §24."BGM, V, §2."BGM IV, §35"BGM VJI, §39.

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Las concepciones wittgensteinianas de la técnica y de la ciencia como pr,1cticas cul­tumles y de la cultura como un complejo entramado de prácticas técnicas, han sido unode los puntos de partida para las concepciones culturales de la ciencia y de la tecnologíaen la segunda mitad del siglo ~,. L1llgdon IVinner se remite a "Vittgenstein para desa­rrollar la concepción de "las tecnologías como form,ls de vida»"! y David Bloor lo hacepara presentar la sociología del conocimiento como la hereder,l del tratamiento witt­gensteiniano del conocimiento "como algo que es social en su misma esencia»". La filo­sofía de I,Vittgenstein ha llegado a influir en la misma idea de sociedad como formas deorganización de las interacciones sociales, o sea, lo que en sociologh1 se llama estructu­ra. El conocido sociólogo Anthony Giddens define una estructura social básic'lmentecomo «técnicas o procedimientos generalizables que se aplican a la escenificaciónlrepro­ducción de las pdcticas sociales» y lo relaciona con la interpretación dellengll<1je comodominio de técnicas en I,Vittgenstein"'.

El propio Thomas Kuhn caracteriza ocasionalmente la ciencia como cultura, cuandoal hablar de los practicantes de una ciencia madura dice que constituyen «una subcultu­ra especial" y que «están aislados en realidad del medio cultural en e! cual viven sus vidasextraprofesionales"'" Pero el enfoque de la integración cultural desarrollado dentro delcampo filosofía de la ciencia hay que buscarlo, con e! nombre de l\lethodischerJ(lllturolislllus, en las posiciones más recientes de la corriente constructiva de la filosofíade la ciencia en Alemania. El Cultllmlis/lIo /lIctódico se centra explícitamente en la com­prensión cultural de la ciencia, es decir, en su estudio filosófico «como práctica humanay producto cultural", entendiendo por cultura aquello que recibe un colectivo humanomediante la transmisión de prácticas (incluidas costumbres e instituciones) y artefactos''',

Un enfoque cultural parecido se constata en los últimos desarrollos de los estudiosde ciencia y tecnología, que Pickering caracteriza como el paso de la cienci" como cono­cimiento a la ciencia como pdctica y cultura. Según este autor, e! ,wance fundamentalconsiste en el "movimiento hacia el estudio de la práctica científica, lo que los cientifi­cos hacen de hecho, y el movimiento asociado hacia el estudio de la cultura cientÍÍlca,entendida como la esfera de los recursos que la pdctica hace funcionar dentro y fuerade ella,,''', La condición previa para el estudio de la ciencia como práctica y cultura con­siste en reintegrar, mediante la expansión de! concepto de cultura científica, todas lasdimensiones de la ciencia (tanto las conceptuales y sociales como las materiales), las cua­les se han tratado, generalmente, de una forma fragmentada, desunificada e inconexa.En este sentido, Pickering entiende por cultura "las 'cosas hechas' de la ciencia, en las que

7·1 L. \'Vil1l1cr, LI1 bCIl1L'/1íl)' el rel/ctor, B;Jr(elon~l, Gcdis;l, 1987, p<igs. 19 ss.", D, Bloor, Wittgenstein: A S(1(ial T!J("'I')' of KnOll'icrigc, London, M<lcmill<ln, 1983, p.íg. 2.7" A. Giddcns, LI1 COl15titllciÓI1 de la sociedad: bOies pdnJ ItI tcorÍiI dc Id cstrllctllnJción, Buenos Aires, Amorrortll,1995, p.ig. 57,~Th. S, Kuhn, La tensión esencial, Méx.ico, FCE, 1977, púg, 143."'D. H"rlm<lnn)' 1', ¡"nich, Met!J"riisc!Jcr Knltllmlisllll/s. Fr<lnkl'l1rt <l, ~L, Sl1hrbmp,1996, l'.ig. 68.7" A. Pickering, «Frol11 Scicllce as Knowledge tú SLÍence as Pn.Kticc,', en Pickering, A. (cel.), Scic/1cc (/5 Pmctiat111d Culture, Chkago: The Univcrsity or ChiGlgO Prcss, 1992, ptig. 2.

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incluyo habilidades, relaciones sociales, lmíquinas e instrumentos, así como hechosteorías científicas»"o.

LA CULTURA DE LA TECNOCIENCIA:

CIENCIA y TECNOLOGÍA CO]'vIO PRÁCTICAS y CULTURAS

Como hemos podido ver, a lo largo del siglo x" las concepciones lingüísticas de la cien­cia y la tecnología, predominantes en la primera mitad de siglo, tuvieron que ir hacien­do lugar tanto a los entornos científicos sociales, políticos y valorativos, como a losmateriales y tecnológicos. En la actualidad, todo proyecto interpretativo que pretendadar cuenta de los complejos entramados que constituyen la tecnociencia contemporá­nea, ha de plantearse la integración de todas las dimensiones simbólicas, sociales, mate­riales y tecnológicas de la misma. Los enfoques que parten de una concepción culturalde la ciencia y la tecnología representan el planteamiento integrador más capaz demanejar toda la complejidad tecnocientífica puesta de manifiesto por la espiral inter­pretativa de ciencia, tecnología y sociedad.

La comprensión cultural integrada de la ciencia y la tecnología ha demostrado quepuede proporcionar una base decisivamente más adecuada que las meras concepcionesfilosóficas lingüísticas o las puramente sociológicas, no sólo para interpretar e investigarintegralmente la constitución y la dinámica de los sistemas y de las innovaciones tecno­científicas junto con sus impactos en las transformaciones culturales generales. A partirde dicha base interpretativa, es posible, además, abordar de una forma mucho m,ís cla­rificadora las difíciles cuestiones y problemas de valoración e intervención que planteanlas crisis y controversias derivadas de los procesos de tecnocientificación y globalización.Sin embargo, para comprender las ciencias y las tecnologías como prácticas y culturas espreciso dejar atrás las antiguas y las modernas concepciones divisorias de la ciencia, latecnología y la cultura para redefinir un marco conceptual riguroso de la idea de cultu­ra en la dirección de las concepciones integradas. Con este propósito se esboza a conti­nuación el aparato conceptual y teórico básico de una comprensión metódica de las tec­nociencias como prácticas, sistemas y redes culturales.

Artefactos, técnicas y prácticas

Entendida de una forma integrada, una cultura comprende no sólo capacidades, activi­dades y realizaciones de canícter simbólico (tales como representaciones e interpreta­ciones simbólicas, discursivas, artísticas, teóricas, cosmovisivas, valorativas, ete., es decir,la cultura en su acepción más restringida), sino también técnicas y artefactos materiales(con los que se acostumbra a identificar la técnica tout court), formas organizativas de

<'nA. Pickerillg, The J\;f(/l1g1L' alPmetÍcc: ThllL', AgL'I1C)' ¿.. SciI.!I1C,. Chic<1go, The Un iversi ty of ChiCilgO Press, 1995,pág. 3.

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social, económica y política (10 que se entiende corrientemente por socie­y prácticas y realizaciones biotécnicas, relacionadas con los seres vivos y el entorno

(o naturaleza en sentido genera!).Cada uno de esos dominios se puede diferenciar conforme a artefactos, técnicas y

particulares característicos. Ahora bien, cualquier pdctica cultural implica, dehecho, el entramado de todos los diversos dominios en cuanto que todas las pr,ícticasvienen medüldas por artefactos materiales, representadas e interpretadas simbólicamen­te, articuladas socialmente y situadas ambientalmente. Así, los artefactos y las técnicasmateriales han intervenido decisivamente en las prácticas culturales desde los mismosorígenes de las culturas humanas. Una de las tareas de la arqueología y de los estudiosprehistóricos consiste, precisamente, en reconstruir las pdcticas y las realizaciones cul­turales de car,ícter operativo que desapm-ecieron hace siglos a partir de los restos de loscorrespondientes artefactos y entornos materiales.

Los ilrte(ilctos lI1L1teriilles constituyen objetos ehlborados por la actividad humanaque, una vez producidos, pueden perdurar por sí mismos con independencia de losagentes culturales que los construyeron o utilizaron. En todo caso, su estabilidad mate­rial es relativa y limitada, pues se llegan a deteriorar, desintegrm-, etc. según los materia­les con los que están hechos. Así, de los artefactos fabricados con materiales orgánicosen los periodos paleolíticos sólo han quedado, relativamente, pocos restos.

La proliferación, la difusión y la diversificación de artefactos materiales con formasnormalizadas en las primeras culturas humanas indican que, de algún modo, la cons­trucción reiterada de determinados instrumentos dio lugar, a lo largo del tiempo, a sumodelación estandarizada, de forma que dichos arteúlCtos podian ser regularmentereproducidos. La reproducibilidad de los mismos tiene que ver con la posibilidad dearticular las acciones de forma que su repetición metódica, junto con la disponibilidadde materiales 'ldecuados, conduzcan siempre a resultados del mismo tipo. La reproduc­ción de <lrtefactos est'1l1darizados supone, en la prúctica, que los agentes, de algunamanera, anticipan los resultados teniendo en cuenta determinadas condiciones y exi­gencias que se deben satisfacer (o sea, ciertas normas de construcción y uso) y estandomotivados por determinados propósitos, motivos y fines.

El hecho de que se pudieran reproducir regularmente determinados artefactosimplica, pues, que ya se habían estabiliz'ldo ciertas habilidades y actividades como pro­cedimientos norm,llizados que operaban la construcción de tales artefactos, es decir, sehabían desarrollado técnicas. Técnicas son procedimientos, capacidades y formas deacción e interacción reproducibles y susceptibles de ser enseilados y aprendidos y, portanto, generalizables y transmisibles. Tenemos técnicas cuando se puede estabilizar unaserie relativamente ordenada de acciones, es decir, cuanclo se puede convertir en rutina,ensei'iar, aprender, transmitir, generalizar. .. Las técnicas constituyen il1'tefilctos opemtiros,o sea, constructos producidos por las diversas actividades humanas, que una vez estabi­lizados en un contexto cultural modebn dichas actividades. Producir un artefacto ope­rativo significa estabilizar una técnica. Usar un artefacto operativo significa actualizaruna técnica. Las técnicas se actualizan como ejecuciones de procedimientos estabiliza-

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dos que determinados agentes humanos reproducen, y perduran como capacidadespotencialidades de dichos individuos y colectivos.

Las técnicas se caracterizan, pues, por su entidad Firtual. Persisten como capacidadesestabilizadas de agentes, instituciones y sistemas culturales y se hacen manifiestas cuan­do se actualizan. Sin embargo, son productos culturales reales que pueden transferirsEestabilizarse con independencia de sus creadores originarios. Ahora bien, a diferencialos artefactos materiales, las técnicas no perduran, propiamente, de forma separada delos colectivos culturales que las producen y usan, a no ser que se transfieran a otroscolectivos. Su estabilización es relativa y limitada, en cuanto que determinadas técnicaspueden desestabilizarse cuando se dejan de actualizar al caer en desuso, olvidarse, etc. ypueden desaparecer completamente cuando se extinguen los correspondientes colecti­vos y tradiciones culturales que las crearon o asimilaron, como en el caso de culturasprehistóricas.

Los lenguajes humanos debieron emerger y estabilizarse como nuevos complejos detécnicas simbólicas, cuando se desarrolló la capacidad de fijar distinciones lingüísticaselementales en interacción con las capacidades de producir artefactos estandarizados yde estabilizar técnicas básicas de todo tipo. Mediante el lenguaje se fijan como distin­ciones lingüísticas realizaciones distintas llevadas a cabo prácticamente en el contexto dela acción, de la construcción de objetos y del comportamiento. AsÍ, las prácticas cons­tructivas de los primeros hombres fueron produciendo realizaciones materiales y ope­rativas claramente diferenciadas que en los procesos de ejecución estandarizada eranreproducidas regularmente. El poder fijar y manejar también lingüísticamente tales dis­tinciones en el contexto de las diversas actividades humanas y la posibilidad de trans­mitir diferenciaciones lingüísticas de materiales, construcciones, entornos y procedi­mientos potenciaron inmensamente la capacidad de estabilizar nuevos artefactos ytécnicas, como queda manifiesto en la proliferación, difusión e innovación de artefactosdel paleolítico superior y del neolítico. Interactivamente, las prácticas lingüísticas pudie­ron irse desarrollando y estabilizando como complejas técnicas de distinción y repre­sentación simbólica.

El lenguaje humano fue apareciendo con el desarrollo de una nueva técnica de esta­bilizar las prácticas con la ayuda de recursos orales, que fue la característica funda­mental de las culturas humanas: la cstabilización tCCl1o-oral. Parece obvio que estaemergencia lingüística no tuvo que reducirse a los contextos de la producción y uso deartefactos materiales, sino que cristalizó conjuntamente en todos los dominios vitalesoriginarios, incluidos los de las técnicas de organización social y de las biotécnicas. Conla ayuda del lenguaje pudieron irse estabilizando tecno-oralmente formas de vida basa­das en la caza y la recolección que lograron dominar técnicamente bioentornos muydifíciles, como los de los periodos glaciares, y formas complejas de organización coo­perativa y de cohesión social para obtener y compartir la comida, y para subsistir yreproducirse como grupo.

La emergencia, la estabilización y la generalización del lenguaje como un complejode técnicas que se podían ejecutar básicamente con los propios órganos humanos fue-

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decisivas para los procesos de constitución y transmisión del conjunto de los entor­nos culturales. Pero el logro más significativo de las culturas humanas, que les permitiór1pspegar de los estadios culturales animales, consistió, propiamente, en la innovación y

consolidación, como sistemas culturales, de las técnicas de estabilización tecno-oral.Las técnicas de estabilizar técnicas y artefactos que constituyeron la base de las culturashumanas.

Las decisivas innovaciones materiales y biotécnicas de las CUltur,lS neolíticas se esta­bilizaron en el contexto de otras transformaciones, tanto o más trascendentales, queafectaron las técnicas y los entornos culturales organizativos y simbólicos. Las impresio­l1antes realizaciones de las culturas prehistóricas fueron el resultado de complejas téc­nicas de organización comunitaria con un alto grado de cooperación, división del tra­bajo, previsión, coordinación y cohesión social. Para alcanzarlo, se da por seguro queaquellas culturas tuvieron que llegar a estabilizar, de algún modo, prácticas que les per­mitieron planificar, deliberar, valorar y decidir colectivamente y así establecer consensosgeneralizados. Pero la estabilización y la transmisión de tales pnícticas organizativassuponen, a su vez, técnicas y recursos simbólicos de carácter verbal mediante los que eraposible representar circunstancias presentes y no presentes, anticipar situaciones veni­deras, recordar e interpretar sucesos, tejer narraciones, elaborar relatos ficticios, conser­var y transmitir discursos, etc. Estas capacidades simbólicas fundamentales fueronlogros de las culturas orales primarias que transform,lronlos modos de estabilización ylos legados de las tradiciones culturales humanas.

Así pues, en las primeras culturas orales encontr,lmos ya desarrolladas, en su formaoriginaria, el conjunto de las modalidades técnicas fundamentales que podemos deno­minar los dOlllinios culturales básicos, correspondientes a las téClliclls IIwtaiolcs, las téc­iúcas silllbólicas, las téCllicas orgmúzatiras y las biotéCllicas. Cada dominio cultural corres­ponde, originariamente, a la estabilización, construcción y uso de artefactos y técnicasespecíficas. El dominio de las técnicas materiales tiene que ver con los artefactos, las téc­nicas y los recursos materiales. El de las técnicas simbólicas comprende los artefactos ytécnicas de representación, interpretación, comunicación e interacción simbólica. Eldominio de las técnicas organizativas abarca las interacciones entre 'lgentes humanos, lacoordinación de actividades, la organización social, etc. y al dominio de las biotécnicascorresponden las interacciones con los entornos de seres vivos animales y vegetales y conlos medios bióticos.

Estos diversos dominios culturales no han de entenderse como entidades separadasy disociadas sino a modo de coordenadas o dimensiones que sirven p,lra hacer percep­tibles los complejos entramados de las prácticas culturales, las cuales impliG1l1, simultá­neamente, múltiples actualizaciones de técnicas y de artefactos correspondientes a cadauno de los diferentes dominios. Se podría decir que, en la complejidad de la cultura, nohay pdCtiG1S puras, o sea, que correspondan a un solo dominio cultural, sino que todapráctica cultural es h¡bridil, al estar, de un modo u otro, mediada artefactualmente, esta­bilizada e interpretada simbólicamente, articulada y realizada socialmente y situadaambientalnlente.

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Sistemas culturales y culturas

Propiamente, una práctiCl1 cultural está constituida por determinados agentes junto conel ejercicio por parte de los mismos de determinadas actividades específicas modeladaspor técnicas. Es decir, viene dada por un conjunto de capacidades que determinadosindividuos y colectivos actualizan conforme a procedimientos y formas de acción e inte­racción reproducibles y susceptibles de ser enseñadas y aprendidas y, por tanto, trans­misibles y generalizables. Las prácticas como acción e interacción en el tiempo, o sea, lasprácticas de realizar técnicas por parte de determinados agentes, implican siempre uncomplejo entramado de individuos y de artefactos operativos y materiales pertenecien­tes a los diversos dominios culturales.

Los cntornos de una práctica están constituidos por los legados culturales que confi­guran estructuralmente las actuaciones de los agentes en cuestión, es decir, por los com­plejos de las técnicas, los <lrtefactos, las instituciones, los recursos (tanto materiales ysimbólicos como de carácter organizativo y biotécnico), los diversos colectivos, etc.implicados en el ejercicio de dicha práctica. En la realización de cualquier práctica porparte de determinados agentes intervienen, de una forma más o menos inmediata, arte­factos materiales, otros agentes humanos y bióticos, elaboraciones simbólicas, interpre­taciones, legitimaciones, valorizaciones, fines, cosmovisiones... Su ejecución activa,simultáneamente, todas las técnicas relativas a la organización de los colectivos y al con­junto de los artefactos implicados.

Lo que configura una práctica en cualquiera de sus modalidades es, pues, su corres­pondiente cntomo nllltCri'll-sill1Z,ólico-01gnnizntil'o-biotécnico, en adelante CI1150Z,. Asi,toda práctica referente a la organización social tiene una base simbólica y está mediadapor técnicas y artefactos materiales. Toda práctica simbólica es esencialmente social y seplasma, de una forma más o menos inmediata, materialmente. y toda pníctica técnicamaterial o biotécnica se realiza socialmente, está sostenida simbólicamente y es objetode legitimaciones e interpretaciones.

Al igual que la correspondiente práctica, un cmsob constituye, de hecho, un entra­mado inseparable en el que, sin embargo, se pueden distinguir analíticamente distintoscomponentes (Ill, 5, O, bJsiguiendo la diferenciación general por modalidades técnicas:

- El entorno matcrialm o conjunto de artefactos, técnicas, construcciones y recursosmateriales';'.

- El cl1tomo sirnbólica s formado por el conjunto de los artefactos y las técnicas sim­bólicas de representación, interpretación y procesamiento del saber, los significados,las representaciones, las interpretaciones, las legitimaciones y los valores".

"Generalmente se 'lcostumbra '1 identificar los entornos m'lteriales con b »técnica» °b »tecnología», dando<l estos términos UJl sentido restringido.I:~ Los entornos simbólicos son equipnr<.lbles, por 10 general, con In ((cultura", en 1.111¡1 concepCiÓI1111UY restrin­gida de la misma.

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- El socÍocntorrlO Ode las instituciones y las formas de organización e interaccióncomunitarias, sociales, económicas, jurídicas y políticas, las reglas, los roles, las nor­mas, los fines, etc.'-'.- El biocnttJmtJ ¡, o comunidades de seres vivos y medio biótico implicados por lasprácticas biotécnicas y biÓticas. El bioentorno incluye tanto seres vivos, artefactos yagentes biotécnicos como el medio atmosférico, hidrosférico, etc. que intervienen enlas actividades biotécnicas y bióticas".

El concepto central de sistClIlLl wltll7'll1 e = (p, 111, S, o, bJ se puede precisar como elentramado de una práctica p (el colectivo de los agentes portadores de las capacidadesculturales específicas) y su emsob (m, s, o, bJ. Ahora bien, los sistemas culturales noestán completamente desvinculados unos de otros sino que est<ín entramados entre sí.Decimos que dos sistemas culturales están el1tnllllodos cuando sus pnícticas y/o susentornos respectivos tienen componentes en común. Un conjunto de sistemas cultura­les forman una red ClIltuml cuando están concatenados de forma reticular. Es decir, paracualquier par de dichos sistemas se Climple que los sistemas están entramados directa­mente o bien medi,mte una serie de sistemas intermedios tales que entre dos sistemasconsecutivos de la serie se da la relación de estar entramados entre sí.

Así pues, los sistemas culturales son complejos híbridos integrados por personas,artefactos, técnicas, interpretaciones, valoraciones, formas de organización, etc. Al for­mar redes culturales, los sistemas no están aislados sino que comparten entre sí (de unaforma más o menos inmediata a través de toda la red de sistemas) agentes y/o elemen­tos de sus diversos entornos. Estas relaciones de intersección cultural son, precisamen­te, las que articulan e interconexionan reticularmente los sistem'ls formando determi­nados espacios culturales.

Fundamentalmente, una cultura está constituida por un conjunto de innumerables sis­tem'lS culturales que forman lU1a red Clutura1. En las inmensas redes que constituyen lascluturas se pueden distinguir 5ubcultllras como subconjuntos de sistemas culturales queforman, a su vez, redes cluturales. El medio wltural de un sistema cultlual o de una sub­cultura viene dado, respectivamente, por e! conjunto de los restantes sistemas Cluturales o,respectiv<mlente, de las restantes subculturas que integran la totalidad de la red global dela cultura en cuestión. En el contexto de una 5upercultllm o conjunto de culturas for­mando una super-red cultuml (es decir, entramadas entre sí reticularmente) el medio su­percultuml de una cultura partiCluar está constituido por las restantes culturas de! grupo.

g,ILos entornos orgallizativos corresponden al complejo de técniG1S, ;'lrtel~lCtos e instituciones de organizacióne interacción que comúnmente recibe el nombre de H$ociedadll,~.¡ Los biocntornos corresponden a lo que generalmente se ll~lma 1111tllmlc¿l7. Esta se considera a veces comocontrapuesta a todo lo técnico, sin embargo, aun cuando los bioentOl"110S inclu)'<ll1 seres vivos y procesos no

construidos en el mismo sentido que los artet'lctos materiales, no por eso dejan de tener un Gmieter cn!luralen cuanto su producción, reproducción e interacción con los ~lgentes están contigUl'adas por determinas pnk­

tiG1S culturales biotccnic'ls. Lo que constituye b n;1tur;11ezi.1 pil!""l c;l(hl cultur,l p¡lrticuhJr viene d¡lt10 prim;l­riamente por el conjunto de sus biotccnicils.

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Los innumerables sistemas que integran una cultura están vinculados por la com­pleja red cultural que los inteúelaciona y los hace inseparables en la realidad. Ladad de dichos sistemas culturales de una cultura o subcultura contlgura el PMSOB de lamisma, donde P es el conjunto de las prácticas/agentes culturales correspondientes atodos los sistemas que integran dicha cultura o subcultura y NI, S, 0, B representan, res­pectivamente, el conjunto de todos sus entornos materiales, simbólicos, organizativos ybiotécnicos. Cualquier práctica cultural particular se realiza, pues, en un espacio qua­dridimensionalmaterial-simbólico-organizativo_biotécnico (M,S,O,B) propio de la cul­tura en cuestión, e implica, de una forma más O menos directa, tanto discursos, inter­pretaciones y legitimaciones como técnicas y artefactos materiales, organizaciones einteracciones sociales y ambientales, etc.

Dada una serie de dos o más culturas o subculturas, éstas pueden estar relacionadasentre sí, cuando es el caso que sus respectivos entornos M, S, 0, B tienen elementos idén­ticos, o sea, rasgos cultlll'ales en común. Se pueden dar series verticales de culturas o sub­culturas relacionadas que están situadas en diferentes periodos de tiempo, series hori­zomales de culturas o subculturas sincrónicas ubicadas en diferentes ámbitos espacialesu obliCl/cls de cadcter mi.'Cto. En general, una serie El' E2 oo. En de culturas o subcultu­ras con elementos culturales comunes constituye una tradición cultural cuando dichoselementos se han transmitido de unas culturas o subculturas a otras mediante la inte­racción y la reproducción cultural llevadas a cabo por sus agentes.

Innovaciones, estabilizaciones e impactos

En el ámbito de los sistemas y las redes culturales, las prácticas de los agentes y los diver­sos entornos culturales están constantemente configurándose recíprocamente. La grandiversidad de pnícticas humanas construye y transforma sus propios entornos, dandolugar a nuevas técnicas, artefactos, formas de organización, discursos, etc. A su vez, todosestos recursos pasan a constituir, una vez estabilizados, parte de los entornos que mode­lan esas pdcticas, habilitando y constrii':iendo al mismo tiempo sus potencialidades. Lascapacidades y limitaciones de una práctica cultural determinada vienen dadas, conjun­tamente, por las técnicas que la conforman y por los artefactos y las realizaciones mate­riales, simbólicas, organizativas y biotécnicas que, como entornos, constituyen los recur­sos de los agentes que la llevan a coba. Los entornos, como productos culturales que son,representan el resultodo de las diversas actividades humonos. Pero, tanto si están inte­grados por agentes humanos como no humanos, nunca son puramente pasivos. El pro­ceso de desarrollo de una cultura viene contlgurado, precisamente, por la continua inte­racción transformadora entre humanos y no humanos en los entramados de prácticas yentornos.

Ninguna cultura es completamente estable. En mayor o menor grado, toda cultura osubcultura produce innovaciones culturales, es decir, nuevos complejos de artefactos ytécnicas que emergen en el seno de su (1\11, S, 0, B) por la acción de determinados agen-

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culturales"'. Las innovaciones pueden surgir en una cultura como el resultado de laproducción interna de sus propios agentes innovadores o también mediante la apropia­

por parte de dichos '1gentes de innovaciones procedentes de otras culturas o a tra­de su imposición debida a 'lgentes culturales externos. Pero, para que innovaciones

de cualquier clase se conviertan en parte integrante de la propia cultura, éstas han deestabilizarse como pnícticas y entornos propios. Es decir, han de estandarizarse, aceptar­

generalizarse e institucionalizarse como tales.Las innovaciones culturales pasan, pues, a formar parte de un.1 cultura determinada

cuando se estabilizan como nuevos sistemas culturales y subculturas de la misma. En elproceso de estabilización de nuevos sistemas culturales, las innovaciones embrionariasson generalmente modificad'ls, adaptad'ls y, de alguna m'1I1era, metainnovadas. Las nue­vas pfÚctiGls, técniGls y 'lI'tefaetos implicados han de estabilizarse téclliwmcme comotales form'1I1do parte del correspondiente entorno específico. Es decir, se ha de consoli­dar la estandarización de los nuevos objetos, habilidades, procedimientos, etc. sean éstosde carácter material, simbólico, organizativo o biotécnÍco. Pero, para establecerse comonuevos sistemas culturales las innovaciones han de estabilizarse, asimismo, en el con­te1."to de los entornos interpretativos, organizativos y bióticos de h1 correspondiente cul­tura. La estabilización interpretilti1'!7 se opera mediante recursos simbólicos y discursivosque, de una forma u otra, van dirigidos a fundamentar y legitimar epistemológica, cos­mológica y valorativamente los nuevos sistemas culturales. La estabilización ol'g!7l1izati­Fa consiste, fundamentalmente, en la institucionalización y h1 consolidación social, eco­nómica y política de dichos sistemas y la biMica en la compatibilización ambiental de losmismos.

Innovación y estabilización no representan dos etapas separadas sucesivas en undesarrollo lineal, sino que se trata, de hecho, de realizaciones entreh1zadas en un proce­so interactivo. Los procesos de innovación/estabilización son característicos del modode desarrollo propio de cada tipo de cultura o subcultura. En dichos procesos, prácticasy entornos se estabilizan interactivamente. Esto es, nuevas formas de acción e interac­ción se consolidan como pdcticas estabilizadas, aceptadas y generalizadas en conjun­ción interactiva conIa estabilización, aceptación y generalización de los nuevos artefac­tos y técnicas que conforman sus entornos particLlIares. Al mismo tiempo, los procesosde estabilización implican potencialmente el PMSOB global de la cultura, pues los cam­bios y desarrollos culturales involucran un amplio entramado interactivo en el queintervienen un gran número de agentes, técnicas, artefactos materiales, grupos y orga­nizaciones sociales, instituciones, bioentornosoo., en conjunción con un complejo deinterpretaciones, valoraciones, legitimaciones y cosmovisiones.

Las innovaciones culturales se pueden transmitir internamente de un estadio deter­minado a estadios posteriores de una tmdición cultural o subcultural, '1 través de la

n'Ll intensidad y el car;.kter ele las innovaciones pueclen diferir muy !10l;'lblcmente según se tnlte de culturas

tradiciol1'1les o ele moderll.15 cultunlS tecnocientiCiCi.1S, en bs que el imperativo de ];.1 (onsl¡mlc innovnLión tec­

nocienlític;J se h<.1 convertido en la Glf;.lCtertstic¡l cultural primordial.

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reproducción genético-cultural de las generaciones de agentes de la propia cultura osubcultura. También pueden transferirse espacial y temporalmente entre diversos sistec

mas culturales y subcLllturas dentro de una misma cultura, o de unas subculturas o cul­turas a otras originariamente disociadas, mediante su difusión y asimilación cultural,por fusión o invasión cultural, dando paso así a nuevas tradiciones culturales o subcul­turales. Cuando las innovaciones estabilizadas como sistemas culturales o subculturasinnovadoras en una cultura se transfieren a otras culturas, es posible que las mismasseanmetainnovadas, incorporadas y estabilizadas por determinados agentes como nue­vos sistemas culturales o subculturas diferentes de los originarios.

Los procesos de cambio cultural implican, consiguientemente, tanto la producciónde innovaciones en forma de nuevas técnicas y artefactos como la estabilización de lasmismas como prácticas y entornos de sistemas culturales y subculturas dentro de lapropia cultura global. Ahora bien, cada cultura crea con sus innovaciones la posibili­dad de nuevas capacidades, pero también de limitaciones. Así, la producción de nue­vas técnicas y artefactos genera la posibilidad de estabilizar nuevas prácticas y, a su vez,nuevas prácticas producen y afianzan entornos que consolidan las capacidades de lasmismas. Pero con la estabilización de innovaciones se establecen nuevos sistemas cul­turales que eventualmente transforman el medio cultural y producen impactos al gene­rar incompatibilidades en relación con sistemas culturales preestablecidos. Los nuevosentornos pueden actuar como constreüimientos de prácticas y entornos preexistentesy dar lugar a la desestabilización de sistemas culturales tradicionales, en cuanto puedenllegar a desplazar sus entornos, cancelando los recursos y las condiciones de posibili­dad de dichos sistemas. Nuev,ls prácticas pueden establecer, de manera generalizada,nuevos entornos y nuevas formas de vida, de acción e interacción en las que las pr,íc­ticas según los procedimientos tradicionales resultan inapropiadas y quedan excluidasde una integración. Nuevos entornos que se imponen con las nuevas pr,ícticas domi­nantes pueden llegar a desestabilizar los entornos tradicionales en cada uno de losdiversos dominios culturales. La desestabilización puede darse de múltiples formasconexionadas entre sí: desplaz'lndo artefactos, anulando recursos, imposibilitando lapermanencia de determinados entornos, socavando la autoridad y legitimidadde determinadas pr,ícticas y sistemas valorativos, cuestionando la validez de interpre­taciones y cosmovisiones, consolidando colectivos y formas de organización que ope­loan el desmantelamiento social y normativo de los sistemas organizativos tradicio­nales, etc.

/\. través de los procesos de innovación, estabilización y desestabilización se van:ransformando las culturas y las subculturas y emergen nuevos estadios de las tradicio­les culturales y subculturales. En este contexto, el desarrollo de una cultura o subcuItu­:a consiste en el proceso conforme al cual se producen y regulan tales cambios en los:liferentes entornos y pr,ícticas de la misma. El modo característico del desarrollo de una:ultura o subcultura y de su correspondiente tradición cultural viene dado, básicamen­e, por la forma cómo se realizan los procesos de producción/estabilización de innova­:iones y de desestabilización de tradiciones.

140

La cultura de los sistemas tecnocientíficos

En el campo de bs ciencias y de las tecnologías, sistemas, subculturas y tradicionescorresponden a prácticas y legados culturales especítlcos, plasmados en las capacidades

los agentes y en los entornos materiales, simbólicos y organizativos propios de cadacientífico y tecnológico. Dichas pr,ícticas y entornos, al iglWl que los modos

característicos de innovación y estabilización de las ciencias y tecnologías moderm1s, sedistinguen fundamentalmente por su carácter tecno-cientifico, es decir, por prácticas yentornos en los que intervienen e interactlwn conjuntamente la elaboración de apara­tos conceptuales y teóricos precisos y la producción y el uso de sofisticados artefactos yprocedimientos tecnológicos. Las mismas tecnologías constituyen sistemas complejosde artefactos y técnicas que se han generado y estabilizado en el contexto de prácticasy entornos teóricos y materiales de car<Ícter científico. El entramado entre los sistemascientíficos y los sistemas tecnológicos modernos es tan inseparable en la práctica que seha generalizado el uso del término teCllociencia para caracterizar los sistemas cientifi­cos actuales y, en general, las tradiciones científicas desde, por lo menos, finales delsiglo XIX.

La concepción de las ciencias y las tecnologias como redes de sistemas culturales (osea, subculturas) permite comprender y tratar, de una forma integrada, la complejidadde la constitución de los campos y de las tradiciones tecnocientíficas, los procesos decambio y transformación y los impactos en los medios culturales extracientítlcos. En elmarco de la comprensión cultural se puede integrar, dinámicamente, las dimensionessimbólicas de las elaboraciones representacionales, interpretativas y valorativas (enforma de conceptos y teorías científicas y de discursos filosóficos) junto con i) lasdimensiones tecnológicas de los procesos, procedimientos y artefactos m'lteria!es, ii) lasdimensiones socioles de los entornos e interacciones organizativas e instituciomlles y iii)las dimensiones 1l11tumles de los bioentornos. En el desarrollo de los sistemas teclloeicll­tíflcos, las innovaciones de artef,lCtos, efectos y procesos emergen y se estabilizan en loslaboratorios conjunta e interactivamente con nuevas elaboraciones teóricas, adapt<Índo­se y modifidndose unas a otras <lla par que se recontlguran los fines y los propósitos delos agentes intervinientes. Tales procesos de cstabilización tCCllo-cicntífica, característicosele los sistemas generc1dos por la tecnociencia actual, se realizan y se consolidan en con­}unción con procesos de estabilización interpretativa, organiwtiva y, en su caso, bióticade 1<15 nuevas pdctiG1S yentornos,

En el transcurso de las tradiciones científicas se han distinguido estadios de cienciaestl1bilizl1dom en los que ha predominado la consolidación de innovaciones como siste­mas fundamentales, y est.1dios de cicncid 7"el'olllcio/liJria que han destacado por la pro­ducción de innovaciones y la desestabilización de pr<Ícticas y entornos tradicion'lles.Generalmente, innovaciones y transformaciones pueden interactuar en combinacionesmuy diversas en las se entremezclan los diversos dominios culturales. Las innovacionesde artefactos y técnicas pueden desencadenar nuevas elaboraciones conceptuales y teó­ricas que pasan a reemplazar antiguas teorías y, a su vez, es posible que nuevos desarro-

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llos teóricos induzcan la reinnovaclOn de dispositivos y procesos tecnológicos.Asimismo, la aparición de nuevos agentes y la reconfiguración de entornos organizati­vos pueden dar paso a sistemas innovadores y a la inversa.

Los cambios científicos y tecnológicos acostumbran a producirse en racimos deinnovaciones pertenecientes a diversas clases de entornos y relacionadas entre sí, las cua­les se atlanzan mutuamente para establecerse, conjuntamente, como nuevos sistemas yredes de sistemas. Las estabilizaciones de nuevos sistemas junto con los impactos y lasdesestabilizaciones que eventualmente éstos inducen, operan bs transformaciones glo­bales de los medios científicos y tecnológicos. Éstas, a su vez, son generalmente fuentede ulteriores innovaciones. En todo caso, en el entramado de los procesos de innova­ción/estabilización así como en la compleja dinámica del cambio/transformación inte­ractúan diversos colectivos de agentes que, obviamente, rebasan los círculos restringidosde las llm11adas comunidades ciel1tíficas. Son estos heterogéneos colectivos los que arti­culan dinámicamente la trabazón entre los diferentes sistemas culturales a los que per­tenecen para formar las complejas redes de las subculturas tecnocientítlcas y dar lugaral desarrollo de las correspondientes tradiciones.

Los sistemas tecnocientítlcos se generan y estabilizan primariamente como sistemasculturales en el seno de sus respectivas subcultm'as tecnocientíficas. Pero, una vez cons­tituidos son susceptibles de ser exportados y estabilizados en medios culturales extra­cientítlcos, donde operan la modelación tecnocientítlca de dichos espacios culturales yel desarrollo de tecnoculturas,:r,. El 111odelo tecl1ociel1tífico de desarrollo, basado en la pro­liferación y consolidación de sistemas tecnocientíficos en todos los ,ímbitos de las cul­turas propias de nuestro tiempo, parece operar conforme a un imperativo tecl1ociel1tífi­ca btente y justitlcarse, entre otras cosas, por el principio de la supuesta superioridad delos sistemas tecnocientítlcos respecto a las realizaciones de cualquier otro tipo de siste­mas culturales. i\hora bien, todos los modelos de desarrollo representan y legitiman, deuna forma más o menos manifiesta, una práctica particular de regular los procesos deestabilización de innovaciones y desestabilización de tradiciones conforme a determi­nados criterios y agentes decisorios.

Sin embargo, es innegable que las incesantes innovaciones, est'lbiliz'lCiones y expor­taciones de sistemas tecnocientítlcos y la consiguiente tCCI1(Jcic/ltijiC!1ci';/I gener'lliz'lda delas culturas generan, en mayor o menor grado, relaciones de incomp.ltibilid'ld y efectosde desestabilación respecto a sistemas culturales tradicionales, con los consiguientesimpactos, consecuencias no deseadas y riesgos difíciles de anticipar y, más allI1, deexcluir de antemano. En muchas ocasiones, como, por ejemplo, en el caso de la eventualclonación de seres humanos o de los riesgos derivados de la tecnologías nucleares,microbiológicas o químicas, dichas repercusiones provocan resistencias y conflictos cul­turales junto con fuertes controversias acerca de la interpretación y, sobre todo, de la

t:"5. Aronowitz, B. lV!artinsons y l\ir. I'-'[enser. (Eds.) Tccllocicncia y cibcrcultlfm: lel intcrrc/ncióII entre culturtl,tecnología)' áC/lcia, Paiclós, Barcelona. 1998; D. J. Hess, 5cic11CC fll1d Tcchl101ogJ' in el ¡\i[¡¡{tÍclfltum! j,\l(JI'ld.Columbj¡¡ University Press. Ne", York, 1995.

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valoración y la intervención relativas a las innovaciones tecnocientíficas y las transfor­maciones culturales en cuestión.

Estas crisis, conflictos y controversias son los contextos donde afloran, de una formamás clara, las dimensiones culturales valorativas y políticas de la ciencia y la tecnología.Ya que ponen de manitlesto que ni los sistemas científicos se pueden reducir tlIosófica­mente a meros sistemas de elaboraciones teóricas neutrales, ni los sistemas tecnológicosa puros artefactos y procedimientos materiales, sino que constituyen sistemas y redesculturales en sentido estricto, integrados por entornos simbólicos, materiales y biotéc­nicos pero también por colectivos diversos de agentes y por entornos org.mizativos,interpretativos y valorativos.

TECNOCIENCIA Y TECNOCIENTIFICACIÓN: RETOS Y MODELOS

La comprensión de la tecl10ciencia y de los sistemas tecnocientíficos como prácticas yculturas implica la posibilidad de superar las teorías puramente interpretativas de laciencia y la tecnología para tener en cuenta la estrecha vinculación existente entre laseuestiones de interpretación y las ele valoración e intervención. Los métodos y los resul­tados de las interpretaciones culturales pueden y han de servir de instrumentos útilespara desarrollar mejores prácticas de valoración e intervención. En otras palabras, latarea ele los estudios de la ciencia y la tecnología no tiene por qué reducirse a la meraproducción de sistemas interpretativos. Un objetivo necesario para poder encarar losretos de la tecnociencia y de la tecnocientificación cultural consiste en estudiar y estabi­lizar modelos culturales de interpretación, valoración e intervención, es decir, prácticas,entornos y recursos -tanto teóricos como técnicos y organizativos- de análisis y dereconstrucción rigurosa que sirvan para interpretar y comprender la estructura y ladin,\mica de los procesos de innovación, estabilización y transformación de las subcul­turas tecnocientíficas y extracientíficas, y, a partir de ahí, valorar los impactos y conse­cuencias e intervenir adecuadamente en dichos procesos.

Tecnociencia: los retos de la interpretación

Desde la perspectiva del siglo XX1, se hace evidente que las innovaciones tecnocientíficashan sielo los factores fundamentales que han configurado las culturas propias del siglox,,\. Han modelado decisivamente el conjunto de las formas de vida, los entornos tantomateriales como interpretativos y valorativos, las cosmovisiones, los modos ele organi­zación social, económica y política junto con el medio ambiente característicos de estaépoca". IVEranelo hacia delante, no cabe duda que su influencia va a ser aún mas deter­minan te, si cabe, en el futuro.

i\~D.}. Hess, 5ciL'I1CC al1li Tcclll1010gr in (l A1J11fjellltllml Hhrld, New York, Columbia University Press, 1995,

p..lgs. 106 r ss.

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La misma realidad de la desbordante producción tecnocientífica, desde la ingenieríagenética y la telemática ala física del estado sólido y las ciencias de los materiales, se haencargado de confirmar el carácter multidimensional de la tecnociencia puesto de mani­fiesto por la espiral interpretativa de ciencia, tecnología y sociedad. La producción deinnovaciones tecnocientíficas se ha caracterizado como una proliferación de híbridos"',es decir, de realizaciones que embrollan las divisiones tradicionales en un complejoentramado de ciencía, tecnología, política, economía, naturaleza, derecho... La larga listade los híbridos tecnocientítlcos actualmente más representativos comprende, entre otrosmuchos, los implantes electrónicos en el cerebro humano, los microprocesadores bióni­cos, la clonación de animales, los alimentos transgénicos, la congelación de embrioneshumanos, las píldoras abortivas y poscoitales, el Viagra, los psicof,írmacos, los reactoresnucleares, los vuelos espaciales, los ordenadores, los satélites de comunicaciones, lasbombas «inteligentes», las redes telemáticas, los entornos de realidad virtual generadospor ordenador, Internet, etc. Cualquier controversia acerca de su producción, implanta­ción, interpretación o valoración pone en pie, simultáneamente, a un tropel híbrido deportavoces de los más diversos ,ímbitos que van desde la ciencia, la política y la socied,ldhasta la moral, la religión y la cu/tum.

A pesar de o, precisamente, por todo ello, nuestra cultura intelectual no parece sabercómo interpretar de forma apropiada el entranlado de los híbridos que nuestra tecno­ciencia produce. Lo cual no es de extrañar, pues para esto es preciso cruzar repetida­mente las divisorias filosóficas tradicionales que separan la ciencia y la sociedad, la natu­raleza y la cultura. Los límites infranqueables establecidos filosóficamente entre dichasdivisiones se revelan, en la misma constitución de los híbridos, como fronteras inexis­tentes. En nuestras sociedades, las interacciones sociales se establecen por medio de losartefactos generados en los laboratorios tecnocientíficos y, a su vez, las mismas comuni­dades, prácticas y laboratorios tecnocientíficos están constituidos por asociaciones deagentes hum'1ll0s y de entornos materiales, simbólicos y bióticos. Cada día que pasa esmás evidente que nuestra cultura occidental «es tecnocultura de la sala de consejo aldormitorio»", al haberse poblado todos los entornos y formas de vida de híbridos tec­nocientíficos. Incluso en el caso de la cultura entendida en el sentido más restringido deformas de percepción, representación, interpretación y valoración, es innegable que ladelimitación de la misma respecto a la tecnociencia se está esfumando definitivamentecon las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que han dado origen ,1los actuales medios informativos, televisivos y cinematográficos, la realidad virtual,Internet, el hipertexto, la hipermedia, etc.

De forma parecida se ha ido evaporando la demarcación entre naturaleza, tecno­ciencia y cultura como ({sistemas cerrados de objetos puros que se I'an delimitando mutua­mente»". En la época del Proyecto Genoma Humano se puede hablar de la naturaleza

SUB. Latanr, Nunca /temos sido modernos, lv1adrid, Debate, 1993, p,íg. lI.·~?lvfenser. y Aronowitz, op. cit., p,íg. 25."O /bíd.

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como de «Ul1 objeto 11l0I1u!octurllClo»"', al mismo tiempo que la ingeniería genética y lasbiotecnologías están dando paso a una naturaleza «extraída del laboratorio y despuéstransformada en realidad exterior»", en la que se está promoviendo un conservacionis­mo ecológico dirigido no sólo a preservar y «mejorar» las especies existentes sino inclu­so a recuperar especies extinguidas, todo ello mediante puros procedimientos tecno-

científicos.Se ha sefialado que la incontrolada proliferación de híbridos tecnocientíficos, carac-

terística de nuestra tecnocultura, está relacionada con la incapacidad de conceptualizar­los dentro de los contextos interpretativos de la modernidad"'. La carencia de una inter­pretación adecuada equivale, de algún modo, a una prohibición intelectual de laposibilidad de tales híbridos, que no hace sino fomentar los problemas derivados de suproliferación real, al bloquear la comprensión adecuada de la génesis y de las consecuen­cias de las innovaciones tecnocientíficas. De hecho, en el contexto de las divisionesinfranqueables entre ciencia, sociedad, naturaleza y cultura no hay lugar para los híbri­dos tecnocientíficos. Por un lado, cualquier posibilidad de cruzamiento entre tales siste­mas cerrados representa una quimera impensable. Por otro, las más significativas inno­vaciones tecnocientificas no se dejan reducir a ninguno de esos sistemas puros. Loshíbridos tecnocientíficos, al igual que la misma tecnociencia, no son reducibles, alterna-

tivamen te,

i) ni a puras representaciones conceptuales y teóricas,ii) ni a relaciones e interacciones exclusivamente socialesiii) como tampoco lo son a meras entidades naturales que trascienden la interven-

ción humanaiv) ni a simples ingenios y artefactos construidosv) ni, a su vez, a puro discurso interpretativo y valorativo.

El reto fundamental de la interpretación de las innovaciones tecnocientíficas consis­te, pues, en tratar integradamente sus diversas manifestaciones como conectadas conti­nuamente entre sí, en lugar de analizarlas separando las mismas. Se trata, sin duda, deun reto teórico y t1losófico decisivo para el siglo A,'! con relación a la comprensión y elmanejo de los componentes esenciales de nuestra tecnociencia y de nuestra tecnocultu­ra. La interpretación y la reconstrucción culturales de las innovaciones tecnocientíficasson decisivas porque nos permiten comprender su constitución y la dinámica de su esta­bilización y de sus impactos, y, a partir de ahí, poder abordar los retos con los que nosconfronta su implantación, mediante la valoración de sus consecuencias y la interven­ción en su desarrollo. Pues, si las innovaciones que producimos y estabilizamos tecno­científicamente constituyen, en realidad, entramados de nuevos sistemas culturales,

"'Il-Iess,op. cit., pcíg. 11lo"! Latanr, ap. cit., púg. 118.

"'/bíd.

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entonces podemos recobrar (pace toda clase de determinismos tecnológicos, sociológi­cos, biológicos, epistemológicos, históricos o metafísicos) una relativa libertad de selec­cionar, cribar y ralentizar las innovaciones tecnocientíficas que han de configurar nues­tra cultura en el futuro.

Tecnocientificación y globalización: los retos de la valoración y de la intervención

Los modos de producción tecnocientífica se han desarrollado históricamente a partir deprocesos en el campo de las ciencias físicas provocados y controlados en los laboratoriospor los mismos investigadores como efectos reproducíbles de artefactos y construccionesque, a Sll vez, eran resultados de la investigación científica, como, por ejemplo, pilas ygeneradores eléctricos, reacciones químicas, tubos de rayos catódicos, reactores nucleares,aceleradores de paliículas, etc. Artefactos y procedimientos tecnológicos se han entrela­zado estrechamente con teorías y procesamíentos teóricos en el desarrollo de las pdcti­cas de construcción, variación y registro experimentales, de descomposición yaislamien­to de elementos, de manipulación, reemplazo y recombinación de los mismos, con el finde reproducir a voluntad, controlar completamente y estabilizar los procesos deseadosmediante la eliminación de perturbaciones en las disposiciones e:perimentales".

La investigación tecnocientífica generalizada se caracteriza, precisamente por esasprácticas y entmnos materiales, teóricos y organizativos desarrollados en los labonlto­rios y centrados en la producción de procedimientos, efectos y procesos cuyo control,reproducción y estabilización se logran mediante el diseño y la construcción de artefac­tos, dispositivos e ingenios de todo tipo, y con la transformación, el reemplazo y larecombinación de elementos en procesos ya dados y controlados. En el contexto de latecnociencia, llna ley natural "es, cada vez más, una descripción de la posibilidad y delresultado de experimentoS-llna ley de nuestra habilidad para producir fenómenos»".Las regularidades prodllcidas de forma experimental y controladas cuantitativamente,se provocan, reprodllcen y estabilizan tecnocientíficamente y cada procedimiento e ins­trumento de medida, registro y procesamiento de la información es, en definitiva, llnprodllcto tecnocientífico.

Una vez estabilizadas tecno-científica, interpretativa y organizativamente, las inno­vaciones resultantes (sean éstas implantes electrónicos, microprocesadores, animalesclonados o alimentos transgénicos, etc.) forman parte de sistemas tecnocientíficos, esdecir, de sistemas clllturales que tienen por objeto, como ya se ha dicho, la lmíxima con­trolabilidad, reproducibilidad y previsibilidad computables de sus pnícticas y entornosmediante el ensamblaje tecnocientífico de agentes hllmanos, artefactos y procedimien­tos junto con teorías, interpretaciones y procesamientos teóricos.

"'A. VOIl Gleich. "Über den Umgallg mit Natl1l'. Sanfte Chemie als wissenschaftliches. chemiepolitisches llndregiol1,üwirtschaftliches KonzeptH , H'i..'chschl'irklll1g 48.1991, p.ígs. 4-1l.

q;Afirmación del reconocido físico alemill1 C<lr1 Friedrich van \Veizs~icker. C.E von \'Veizsticker, Die Eil1hcit dal\"lilll~ l\Hinchen, dtv, 1974.

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tílll'iB.¿fRH *-

modelo tecnocientífico de investigación se ha ido expandiendo progresivamente alos campos de la investigación y de la producción científica. En este proceso de

generalización tecnocientífica, no sólo se han transferido los modos de producción tec­nocientífica a otras disciplinas sino que éstas han sido, a su vez, objeto de teorización en

marco tecnocientífico correspondiente. Es decir, junto con la transferencia de los pro­cedimientos e instrumentos de investigación tecnocientífica se han elaborado extrapo­

teóricas qlle han asimilado el nuevo dominio tecnocientificado en el contextode la tecnociencia dominante. Los nuevos procedimientos tecnocientíficos llevannuevos tratamientos teóricos y juntos dan lugar a nuevas tecnociencias, como

el caso de la biología molecular y la ingeniería genética.Sin duda, llno de los procesos de tecnocientificación más representativos se encuen­

tra en el dominio de la biología. Su tratamiento tecnocíentífico es el resultado de un pro­ceso relativamente reciente que se desencadenó en el sigo x" con las transferencias masi­vas de prácticas e instrumental de laboratorio del campo de la física y la química al dela ínvestigación biológica. Dichas transferencias estuvieron promovidas por notablesfísicos y químicos, como Erwin Schéidinger y Linus Pauling, que se pasaron a la biologíacon armas y bagajes para promover la teorización y el tratamiento de los procesos bio­lógicos en términos moleculares. La configuración y la sistematización físico-química dela investigación biológica desembocaron en los desarrollos tecnocientíficos de la biolo­gía molecular y la ingeniería genética. Éstas representan la culminación del proceso debiotecnocientitlcación con el desarrollo de las tecnologías del ADN recol11binante, des­tinadas a provocar y controlar procesos biotecnocientíficos y a generar nuevos organis­mos mediante el reemplazo y recombinación de elementos genéticos. Dichas tecnologíasnada tienen que ver con la mejora de especies vegetales y animales por los métodos deselección tradicíonales, sino que se trata claramente de innovaciones tecnocientíficas.

La producción biotecnocientífica no sólo se ha dado en el campo de la genética,también ha generado un número creciente de nuevas biotecnologías, como las tecnolo­gías microbiológicas y las germinales. Las biotecnoJogías microbiológicas operanmediante el aislamiento y selección de microorganismos para manipular determinadosprocesos y para la producción industrial de determinadas sustancias. Las biotecnologíasde tratamiento germinal tienen que ver con los procesos de la fecundación extracorpo­ral, la fusión celular o la clonación"".

Como ya se ha indicado anteriormente, Jos nuevos sistemas tecnocientíficos, estabi­lizados primeramente en el seno de las subculturas científicas que los han generado, songeneralmente exportados y estabilizados en medios culturales extracientíficos dondeoperan la tecllOócllÚjicnóÓI1 y la transformación de los mismos. La tecnocientificaciónoperada por los nuevos sistemas biotecnocientíficos ha dado lugar, sin duda, a los másevidentes, significativos y radicales impactos en la transformación de sistemas cultura­les tradicionales. Así, la agricultura, la ganadería y la medicina tradicionales se han

--% J. S<lnmartín, Los 11J1L'FOS redentores. Rl~f7t:xiol1cs soln'c 1(1 ingeniería genética, 111 socioZ,iologí(l J' el n1ll11do feliztll/e /10S prOl/lete, B,lrcelolltl, Anthropos, 1997.

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caracterizado, desde sus orígenes prehistóricos, por las prácticas y los entornos de inter­vención blanda, es decir, basadas en procedimientos predominantemente anticipativosque respetaban, en buena medida, la espontaneidad y la autonomía originarias de losagentes y de los procesos biológicos en cuestión, pero en los que se daba una determi­nada intervención o ayuda, dirigida a acondicionarlos adecuadamente hacia los resulta­dos deseados. Los sistemas biotecnocientíficos, por el contrario, se basan preferente­mente en prácticas)' entornos duros (es decir, de intervención y control tecnocientífico)en los que priman procedimientos y productos desarrollados en los laboratorios de sín­tesis química, de biotecnología y de ingeniería genética y que tienden a anular la auto­nomía y la espontaneidad originarias de los procesos intervenidos para asegurar su totalcontrol y reproducibilidad. De esta forma, la tecnocientificación de la agricultura, laganadería y la producción alimentaria en general ha seglúdo un proceso acelerado queha ido desde la primera utilización de abonos químicos y pesticidas hasta el empleo dehormonas sintéticas y substancias químicas de todo tipo, y los más recientes procedi­mientos biotecnológicos y genéticos para la reproducción, selección y creación de espe­cies anímales y vegetales.

Las innovaciones biotecnocientíficas no han dejado prácticamente ningún ,1mbitode los bioentornos tradicionales, es decir, de lo que tradicionalmente se consideraba lanaturaleza, fuera de su alcance. No sólo se compite investigando y desarrollando lluevassistemas para la manipulación, producción y reproducción de animales y vegetales, sinoque las prácticas tradicionales más comunes de la agricultura y de la cría de animalesestán siendo desplazadas para dar paso a pr,ícticas y entornos de laboratorio industrial.Incluso se quiere «renaturalizar» los paisajes arruinados como consecuencia directa oindirecta de la producción industrial tecnocientífica sometiéndolos a una ecogestiónque pretende hacer uso de las formas n1<1S avanzadas de intervención biotecnocientífi­ca". La misma naturaleza humana, es decir, el cuerpo humano y sus procesos de repro­ducción, es un objetivo prioritario para la expansiva tecnocientificación que va desde eltransplante de órganos, el control y la realización tecnológica de procesos orgánicos(marcapasos, diálisis, corazones mecánicos ...) hasta la manipulación operativa y hor­monal del sexo y las intervenciones genéticas. Pero, sobre todo, es en la procreaciónhumana donde la intervención biotecnocientífica es más crítica. En la actualidad, losinvestigadores, los profesionales y la industria médica la están encauzando (alegandofines eugenésicos) hacia procesos tecnocientificados provocados, guiados y controladosmediante sistemas biotecnocientíficos de diagnóstico, de fecundación, de intervencióngenética y, seguramente en un futuro no muy lejano, de clonación.

Las capacidades de innovación desarrolladas por 1<lS culturas humanas 11<111 ido cre­ando a lo largo del tiempo una inconmensurable diversidad de prácticas y entornos quehan pasado a formar parte de los sistemas culturales vitales de las mismas, junto con susbioentornos originarios. En las actuales tecnoculturas, no sólo los sistemas biotécnicos

~:G. B6hme. (,Die Ni.ltur im Zeit.liter ihrer technischen Reproduzieroarkeit)" !1~rorl1lt1tio!1 pJ-¡nosophic 1,1990,pógs.S-17.

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han sido ampliamente tecnocientificados sino que las innovaciones tecnocientíficas hanido transformando progresivamente las pnícticas y los entornos de la totalidad de losdominios culturales, en el curso de un proceso de tecnocientificación generalizada.Todas las tendencias apuntan claramente hacin una tecnocientificnción totnl que pm-eceguiadn por el imperativo tecnociefltífico que prescribe hacer extensivas las formas deintervención tecnocientífica a cualquier dominio cultural que pueda ser objeto de lasmismas. La proliferación y la difusión mundial de los sistemas tecnocientíficos, en espe­cial de los relacionados con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación,no sólo han ido operando la tecnocientitlcación global de las culturas de origen europeosino que, a través de transferencias culturales universales cada vez más rápidas, estándando paso a la gloZ,alízaóófl teCIJocicntí(ica ya la consiguiente homogeneización de lasdiversidades culturales a escala planetaria.

La clave y el desencadenante de la tecnocientificación global de las culturas ha sidola tecnocientitlcación originaria de las disciplinas cientítlcas, que, como matriz de la tec­nocienci,l, ha impulsado el imperativo tecnocientífico y ha hecho posible su implemen­tación y su legitimación. La historia de la tecnocientificación progresiva de las culturascientíficas es la historia de las nuevas tecnociencias que se han constituido en e! para­digma actual del conocimiento, de la investigación y de la intervención científica. Losprocesos de tecnocientificación se han legitimado epistemológica y cosmológicamentemediante concepciones tecnocientíficas del conocimiento, de la ciencia y de la naturale­za. La tecnocientificación de la naturaleza y la naturalización de la tecnociencia (con­forme al principio de que «todo lo producido tecnocientificamente obedece, de algúnmodo, leyes naturales») han sido procesos que se han sostenido mutuamente con laayuda y la autoridad de interpretaciones tecnoeientíficas.

Ahora bien, la configuración tecnocientífica de cualquier práctica implica entornosasimismo tecnocientitlcados, es decir, configurados como sistemas que han de ser cadavez más controlables. Pues, los sistemas tecnocientíficos sólo pueden exportarse (esdecir, los procedimientos y entornos de intervención tecnocientífica sólo pueden estabi­lizarse y ser efectivos en medios culturales extracientíficos) si se transfieren, de algunamanera, a esos mismos medios culturales las condiciones de laboratorio originarias quegarantiza y forman parte de su funcionamiento'''. De esta forma se intenta eliminar per­turbaciones potencialmente incontrolables y asegurar la reproducción y el control almodo tecnoeientitlco de los procesos deseados.

Pero, síguiendo la lógica del imperativo tecnocientífico y de la equiparación de racio­nalidad con control, la misma gestión de eventuales riesgos y la estabilización de fun­cionamientos problemáticos se plantean en términos del «perfeccionamiento» de los sis­temas en cuestión mediante el refuerzo de su disei'io tecnocientífico. Es decir, al definirla gestión racional en función de la optimización de! control, la tendencia a la tecno-

"'I3.btom, 13.1983. "Gi"e ~'[e'" Laborator" and 1 \ViII Raise the Worldn, en K. D. Knorr-CetiJ1¡1, y M.J. Mulkay,(Ecls.) SciCI1CC ObSt'/TCd: Pcrspccth'cs (l11 tIJe Socio! Stlld)' of 5cicl1cc, London/Be\'erly HiIls,Si.lgc1

1983.

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cientificación total de los entornos se hace compulsiva. De este modo, la politica delmodelo tecnocientíjico de inten'ención tiende, por su propia din.ímica, a la transforma­ción y organización del conjunto de los entornos materiales, simbólicos y sociales y delos bioentornos en sistemas tecnocientíficos, es decir, en entramados completamentepredecibles y controlables.

Paralelamente a la expansión de los procesos de tecnocientificación, los sistemas tec­nocientíficos se han hecho cada vez más complejos y se han interrelacionado formandoredes que tienden a abarcar la totalidad de los entornos vitales. Estos entramados hanresultado cada vez más complejos y propensos a que fallos relativamente pequeii.osdesembocaran en serias consecuencias. Como se ha podido comprobar repetidamenteen el caso de sistemas tecnocientíficos relacionados con la energía nuclear, la industriaquímica, los vuelos espaciales, los sistemas informáticos, las bombas y los misiles «inte­ligentes», etc. (especialmente problemáticos por no ser compatibles con fallos menoressin riesgo de consecuencias irreversibles) con la mayor capacidad de intervención y con­trol tecnocientífico ha crecido también la potencialidad de las desestabilizaciones, de losriesgos, de los accidentes y de las consecuencias no deseadas.

La misma gestión tecnocientífica de los riesgos tiende a conducir a una espiral deriesgo. Pues, implica un incremento del control de los sistemas tecnocientificos sóloalcanzable mediante una mayor tecnocientificación de los entornos que, a su vez, encie­rra la posibilidad de nuevas desestabilizaciones y de riesgos potenciales, por lo general,de mayor alcance y con consecuencias m.ís extremas. Por otra parte, la gestión de loseventuales riesgos derivados de una producción tecnocientífica desenti'enada suponeuna tal expansión paralela de la evaluación de impactos y de la prevención de riesgosque es difícilmente realizable", Las limitaciones del modelo de evaluación y de inter­vención basado en la tecnocientificación de esos mismos riesgos radican, precisamente,en que dicho modelo está en el origen de los males que intenta remediar.

Cuando el mínimo descontrol corre el riesgo de convertirse en una catástrofe, esexplicable que se acabe identificando la gestión y la solución racional con un controltecnocientífico aún mayor. Sin embargo, la tecnocientificación absoluta completamen­te exenta de fallos no ha llegado a realizarse ni parece prácticamente realizable a granescala, ni siquiera en los sistemas más relacionados con las propias tecnologías del con­trol, como son la informática y la microelectrónica. Los grandes retos de las tecnocul­turas basadas en el primado del imperativo tecnocientífico y del modelo tecnocientífi­ca de intervención radican, precisamente, en que la aplicación absoluta y global de losmismos parece conducirnos al desarrollo de culturas de riesgo'OO y a crisis culturalesque no son manejables únicamente con los medios de valoración e intervención tec­nocientíficos.

~Como es evidente, por ejemplo, en el caso de la producción de síntesis química. Cf, A. van Gleich, op. cit.movéase U. Beck, Risikogcsdlsclu~ft. AI~fdl'1I1 H'eg in dile andar Alodcrne. Frankfurt a111 IvI;:¡in, Suhrkal1lp, 1986;A. Giddens, Las consccl/L'lTcias de la modernidad, lvladrid, Alianza, 1993; U. Beck, Ln socit!dad del riesgo global,lvladrid, Síglo X,"XI, 2002.

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Modelos de interpretación, valoración e intervención

Los procesos generalizados de tecnocientificación y de globalización plantean, además,retos de aún mayor trascendencia en relación con la homogeneización tecnocien­de las culturas. Las innovaciones tecnocientíficas y la tecnocientificación de siste­

mas culturales, es decir, su transformación en sistemas tecnocientíficos, generan,eventualmente, incompatibilidades en relación con sistemas tradicionales no tecnocien­tificados pertenecientes a los mismos medios culturales. Por un lado, los sistemas cultu­rales tradicionales son propensos a desestabilizarse en entornos cada vez más tecno­eientificados y, por otro, los propios sistemas tradicionales resultan, a menudo,disfuncionales para los sistemas tecnocientíficos del mismo medio, por lo que tienden aser absorbidos conforme al imperativo tecnocientífico. Cada clase de sistemas culturalescorresponde a formas de intervención y de interacción determinadas. Los sistemas deintervención y de interacción tradicionales se hacen, generalmente, inviables en unmedio intensamente tecnocientificado con formas de intervención e interacción centra­das en el control absoluto. El imperativo de la tecnocientificación total desemboca, así,en una homogeneización tecnocientífica global como resultado de la progresiva deses­tabilización de sistemas culturales y subculturas basadas en prácticas y entornos no tec­nocientíficos.

La indiscriminada tecnocientificación global de las culturas, promovida por la con­tinua avalancha de innovaciones, exportaciones y transferencias tecnocientíficas, juntocon las incompatibilidades y las desestabilizaciones generadas por la misma con relacióna muchos sistemas y culturas tradicionales y los consiguientes impactos y riesgos difíci­les de resolver, han suscitado, desde hace tiempo, importantes inquietudes y resistenciasculturales y constituyen uno de los desencadenantes principales, a nivel mundial, de lascrisis Imís relevantes en la actualidad. Entre las crisis, los conflictos y las confrontacionesque directamente o indirectamente tienen su origen en los desarrollos tecnocientíficosactuales, se encuentran, entre otras, las relacionadas con el calentamiento global, lascontaminaciones ambientales de todo tipo, los riesgos nucleares, los alimentos transgé­nicos, la clonación, la investigación con cédulas madre, la reproducción humana «a lacarta", las píldoras abortivas, la automatización yel control inform.ítico del trabajo y dela guerra, las armas de destrucción masiva nucleares, químicas y biológicas, el control delos medios de información y de comunicación, la delincuencia inform,ítica, la globali­zación, la marginación y la pobreza del Tercer !I/Iundo, etc.

En vista de todo ello, es obvio que el reto fundamental de las culturas del siglo x,'(] secentra entorno a la necesidad de modelos de comprensión, de valoración y de resoluciónde los impactos y de las crisis planteadas por los desarrollos tecnocientíficos contempo­ráneos, Se trata de indagar y debatir modelos de desarrollo dirigidos a manejar crisis yriesgos y a dirimir confrontaciones y cont1ictos mediante la estabilización como sistemasculturales de práCtiG1S, entornos y recursos capaces de moderar y configurar, en general,los procesos ele producción y estabilización de innovaciones tecnocientíficas y de deses­tabilización y transformación de tradiciones culturales.

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Modelos tecnocientíficos de desarrollo

A través de la progresiva implantación de sistemas tecnocientificos en todos losnios culturales yen todas las culturas, el modelo tecnocientífico de intervención seconstituido en la base de la gestión y de la solución racional de problemas. La políticala gestíón tecnocientífica se ha convertido, indirectamente, en partícipe de la legitima­ción de las innovaciones tecnocientíficas y ha surgido un círculo de reforzamientomutuo. Las concepciones tecnocientíficas del conocimiento, de la ciencia, de la natura­leza y de la sociedad legitiman el modelo tecnocientífico de intervención y gestión comoparadigma de la eficiencia y de la acción racional y, a su vez, la implementación de dichomodelo como realidad política estabiliza las interpretaciones implicadas como concep­ciones adecuadas.

Como consecuencia de la tecnocientificación de la intervención política, las prácticasde valoración e intervención basadas tradicionalmente en normas y leyes, en sistemas deinteracción y organización social, y en visiones y voluntades políticas, se han transforma­do en modelos de desarrollo en los q'ue priman la valoración, la intervención y el controlbasados en sistemas tecnocientíficos. Sin duda, el modelo tecnocientífico de desarrollocon mayor implantación política es el que propugna el desarrollo económico sostenido.

El modelo de desarrollo sostenido parte de un crecimiento económico permanente,impulsado por las llamadas leyes del mercado competitivo. Se alega que dicho creci­miento posibilita un desarrollo general (económico, social, político, etc.) satisfactorio ycapaz de superar problemas tales C01110 el desempleo, la inestabilidad social y política, lafalta de democracia o el subdesarrollo. Teóricamente, el modelo se basa de las doctrinasdel liberalismo económico que defienden el sistema de mercado libre de intervencionesestatales. Según estas teorías, las leyes del mercado son inexorables. Cualquier intento deintervenir en el mismo es contraproducente y sólo puede empeorar la situación. De ahíque hay que minimizar las intervenciones de los estados y liberalizar globalmente losmercados, las inversiones y los intercambios económicos. Pues, el propio sistema demercado lo resuelve prácticamente todo. Además, es inútil intentar suprimir las desi­gualdades, porque vienen dadas por la propia naturaleza humana. En todo caso, hay queconseguir primero que el pastel crezca de modo continuo antes de pensar en repartirlo.

El modelo de desarrollo sostenido va ligado a la idea del desarrollo tecnocientíficocomo un proceso regido por una lógica inmanente de carácter determinista. Conformea este determinismo, las innovaciones tecnocientíficas se imponen por sí mismas de unaforma imparable, porque representan la realización de tare,lS, la resolución de proble­mas o la satisfacción de necesidades y deseos de una forma m,ís eficaz, más económica,más simple o más cómoda. A su vez, el desarrollo tecnocientífico es, según este modelo,el motor que impulsa el desarrollo económico, social y político. Consecuentemente, todainnovación tecnocientífica es positiva y el principio liberal del laissez ¡aire económicodebe complementarse con el imperativo dellClissez inl/OFer tecnocientífico.

La tecnociencia se considera, en este contexto, como la forma superior de conoci­miento de la naturaleza y de la sociedad y el fundamento de la acción racional. Tanto la

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'legitimidad del modelo como la autoridad de sus ejecutores se justifican, en un marcotecnocrático, por razón de b competencia de los expertos tecnocientíficos, quienes,

a sus conocimientos, son, de acuerdo con el modelo, los únicos agentes propia­capacitados para decidir y llevar a cabo las intervenciones adecuadas.

'Modelos culturales de desarrollo

diferencia de los modelos tecnocientíficos de intervención, orientados primariamentecon el máximo control mediante sistemas tecnocientíficos, los modelos cultura-

de interpretación, valoración e intervención parten, más bien, de prácticas y entornost'elacionados con el lenguaje, e! discurso, la deliberación y la acción conjuntas. En último

se trata de que tales modelos puedan implementarse como sistemas culturales ade la estabilización de colectivos culturales con capacidades y recursos metódicos

y eficaces para interpretar, valorar e intervenir en los conte;,,1:os de la resolución de pro­blemas, controversias y conflictos derivados de los desarrollos tecnocientíficos.

Si, como ya se ha apuntado anteriormente, las incompatibilidades generadas por losdesarrollos tecnocientíficos indiscriminados constituyen uno de los desencadenantesprincipales de los conflictos y de las crisis actuales, entonces la capacidad de los mode­los culturales de interpretación, valoración e intervención han de calibrarse, sobre todo,de acuerdo con su eficiencia para contribuir a formas de desarrollo cOl1lp<ltible, es decir,a sistemas de desarrollo en los que no se lleguen a consolidar problemáticamente tales

incompatibilidades.Un l71odelo cultul"lll de desarrollo cOl71patible ha de tener por objeto las prácticas y los

recursos capaces de estabilizar compatiblemente la dil'ersidad de formas de vid,l y susdesarrollos. Pero, no se trata de configurar los procesos de desarrollo conforme asupuestas leyes universales (sean éstas económicas, físicas o metafísicas), ni modelándo­los según determinados principios o valores teóricos con pretensiones supraculturales osimplemente aceptando el veredicto soberano de expertos. La compatibilidad, comopropiedad central de la estabilización de innovaciones y de la transformación de tradi­ciones, ha de configurase primariamente en relación con los sistemas culturales, las sub­culturas y las tradiciones que constituyen cada cultura en particular, o sea, con relacióna sus propios agentes, prácticas, entornos y medios culturales. La implementación de!modelo es, pues, rcll1tÍl'<1 a los diversos componentes propios de cada cultura yequiv,llea intentar maximizar la diversidad y la compatibilidad intra e interculturales

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El modelo cultural de desarrollo compatible parte de las prácticas de los propiosagentes culturales, conscientes de la complejidad de los procesos de innovación, estabi­lización y transformación culturales y de las posibilidades de interpretar, valorar e inter­venir en los mismos. Dado el carácter cultural general de las prácticas discursivas ysociales que lo sustentan, es un modelo de autOllOmíCl cultural, pues está abierto a la par-

--1011\,[. I\'fedill<1, «Ciencia, tecnologhl )' cultur<l. Bases p<'lr<1 un deSi.lrrolIo compatible>}, [/Idus FitC7lis, \'11, 11,

1999.l'úgs.177-192.

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