Ciencias Sociales Violencia Epistémica y El Problema de la invención otro

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CIENCIAS SOCIALES, VIOLENCIA EPISTEMICA Y EL PROBLEMA DE LA "INVENCION DEL OTRO" Santiago Castro-Gomez Durante las t'dtimas dos decadas del siglo XX, Ia fllosofia posmoderna y los estudios culturales se constituyeron en importantes corrientes te6ri- cas que, dentro y fuera de los recintos academicos, impulsaron una fuer- te critica a las patologias de Ia occidentalizaci6n. A pesar de todas sus di- ferencias, las dos corrientes coinciden en sefialar que tales patologfas se de ben al caracter dualista y excluyente que asumen las relacion.es moder- nas de poder. La modernidad es una miquina generaclora de alteridades que, en nombre de Ia raz6n y el humanismo, excluye de su imaginario Ia hibridez, Ia multiplicidad, Ia ambigi.iedad y Ia contingencia de las f01·mas de vida concretas. La crisis actual de Ia modernidad es vista porIa filoso- fia posmodema y los estudios culrurales como Ia gran oportunidad his- t6rica para Ia emergencia de esas diferencias largamente reprimidas. A continuaci6n mostrare que e1 anunciado "fin" de Ia modernidad implica ciertamente Ia crisis de un clispositivo de poder que construfa al "otro" mediante una l6gica binaria que reprimfa las diferencias. Con to- do, quisiera 1 defender Ia tesis de que esta crisis no conlleva el debilita- miento de hi estructura rmmdial en e1 interior de Ia cual operaba tal dis- positivo. Lo. que aquf denominare el "fin de Ia modernidad" es tan solo Ia crisis de una configuraci6n hist6rica del poder en el marco del sistema- mundo capitalista que, sin embargo, ha tomado otras formas en tiempos de globalizaci6n, sin que ello implique Ia desaparici6n de ese mismo sis- tema-mundo. Argumentare que Ia actual reorganizaci6n global de la.eco- nomfa capitalista se sustenta sobre Ia producci6n de las diferencias y que, por tanto, Ia afirmaci6n celebratoria de estas, lejos de subvertir el sistema, pod ria estar contribuyendo a consolidarlo. Defendere Ia tesis de que el desatfo actual para una teoria critica de la sociedad es, precisamen- te, mostrar en que consiste Ia crisis del proyecto moderno y cuiles son las [285]

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Texto sobre las Ciencias Sociales y su consolidación como disciplina.

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  • CIENCIAS SOCIALES, VIOLENCIA EPISTEMICA Y EL PROBLEMA

    DE LA "INVENCION DEL OTRO"

    Santiago Castro-Gomez

    Durante las t'dtimas dos decadas del siglo XX, Ia fllosofia posmoderna y los estudios culturales se constituyeron en importantes corrientes te6ri-cas que, dentro y fuera de los recintos academicos, impulsaron una fuer-te critica a las patologias de Ia occidentalizaci6n. A pesar de todas sus di-ferencias, las dos corrientes coinciden en sefialar que tales patologfas se de ben al caracter dualista y excluyente que asumen las relacion.es moder-nas de poder. La modernidad es una miquina generaclora de alteridades que, en nombre de Ia raz6n y el humanismo, excluye de su imaginario Ia hibridez, Ia multiplicidad, Ia ambigi.iedad y Ia contingencia de las f01mas de vida concretas. La crisis actual de Ia modernidad es vista porIa filoso-fia posmodema y los estudios culrurales como Ia gran oportunidad his-t6rica para Ia emergencia de esas diferencias largamente reprimidas.

    A continuaci6n mostrare que e1 anunciado "fin" de Ia modernidad implica ciertamente Ia crisis de un clispositivo de poder que construfa al "otro" mediante una l6gica binaria que reprimfa las diferencias. Con to-do, quisiera1defender Ia tesis de que esta crisis no conlleva el debilita-miento de hi estructura rmmdial en e1 interior de Ia cual operaba tal dis-positivo. Lo. que aquf denominare el "fin de Ia modernidad" es tan solo Ia crisis de una configuraci6n hist6rica del poder en el marco del sistema-mundo capitalista que, sin embargo, ha tomado otras formas en tiempos de globalizaci6n, sin que ello implique Ia desaparici6n de ese mismo sis-tema-mundo. Argumentare que Ia actual reorganizaci6n global de la.eco-nomfa capitalista se sustenta sobre Ia producci6n de las diferencias y que, por tanto, Ia afirmaci6n celebratoria de estas, lejos de subvertir el sistema, pod ria estar contribuyendo a consolidarlo. Defendere Ia tesis de que el desatfo actual para una teoria critica de la sociedad es, precisamen-te, mostrar en que consiste Ia crisis del proyecto moderno y cuiles son las

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    nuevas configuraciones del poder global en lo que Lyotard ha denomina-do Ia "condici6n posmoderna".

    Mi estrategia consistira primero en cuestionar el significado de lo que Haber mas ha llamado el "proyecto de Ia modernidad", buscando mostrar Ia genesis de dos fen6menos sociales estrechamente relacionados: Ia for-maci6n de los estados nacionales y Ia consolidaci6n del colonialismo. Aqui pondn~ el acento en el papel desempefiado por el conocimiento cien-tijico-tecnicoy en particular por el conocimiento brindado por las ciencias sociales, en Ia consolidaci6n de estos fen6menos. Posteriormente mostra-re que el "fin de Ia modernidad" no puede ser entendido como el resulta-do de la explosion de los marcos normativos en los cuales este proyecto jugaba taxon6micamente, sino como una nueva configuraci6n de las re-laciones mundiales de poder, esta vez ya no basada en Ia represi6n sino en Ia producci6n de las diferencias. Finalizare con una breve rd1exi6n sobre el papel de una teoria crftica de Ia sociedad en tiempos de globalizaci6n.

    EL PROYECTO DE LA GUBERNAMENTABILIDAD

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    de las ciencias sociales, el Estado moderno no se hallaria en Ia capacidad de ejercer control sobre Ia vida de las personas, definir metas colectivas a largo y a corto plazas, ni de construir y asignar a los ciudadanos una ".d .d d" I 1 s 1 entt a cu tura . No s6lo Ia reestructuraci6n de Ia economia de acuerdo con las nuevas exigencias del capitalismo internacional, sino tambien Ia redefinici6n de Ia legitimidad politica, e incluso Ia identifica-ci6n del caracter y los valores peculiares de cada naci6n, demandaban re-presentaci6n cientificamente avalada sobre el modo en que "funcionaba" I~ realid~d social. S6lo sobre Ia base de esta informacion era posible rea-ltzar y eJecutar programas gubernamentales.

    Las taxonomias elaboradas por las ciencias sociales no se limitaban, entonces, a Ia elaboraci6n de un sistema abstracto de reglas Ilamado "cien-cia" -como ideol6gicamente pensaban los padres fundadores de Ia so-ciologfa-, sino que tenian consecuencias pd.cticas en Ia medida en que eran capaces de legitimar las politicas regulativas del Estado. La matriz practica que dari origen al surgimiento de las ciencias sociales es Ia ne-cesidad de "ajustar" Ia vida de los hombres al aparato de producci6n. To-das las poliricas y las instituciones estatales (Ia escuela, las constituciones, el derecho, los hospitales, las d.rceles, etc.) vendran definidas por el im-perativo juridico de Ia "modernizaci6n", es decir, porIa necesidad de dis-cipli~ar las pasi~nes y orientarlas hacia el beneficia de Ia colectividad por medto del trabaJO. De lo que se trataba era de ligar a rodos los ciudada-nos al proceso de prod~tcci6n mediante el sometimiento de su tiempo y de su cuerpo a una sene de normas que venfan definidas y legitimadas por el c~nocimiento. Las ciencias sociales ensefian cuales son las "!eyes" que gob ternan Ia economia, Ia sociedad, Ia politica y Ia historia. El Esta-do, por su parte, define sus politicas gubernamentales a partir de esta normatividad cientificamente legirimada.

    Ahora bien, este intento por crear perftles de subjetividad estatal-mente coordinados conlleva el fen6meno que aquf denominamos "Ia in-venci6n del otro". Al hablar de "invenci6n" no nos referimos solo al mo-do en que un cierto grupo de personas se representa mentalmente a otras, sin~ que apuntamos, mas bien, hacia los dispositivos de saber/po-der a parttr de los cuales esas representaciones son construidas. Antes que

    'Sobre este problema de Ia identidad cultural como un constructo estatal me he ncupado en el articulo "Fin de Ia modernidad nacional y transformacioncs de Ia cultura en tiempos de globalizacion", 1999, pp. 78-102.

    EL PROBLEMA DE LA "INVENCI6N DEL OTRO" 289

    como el ''ocultamiento" de una identidad cultural preexistente, el pro-blema del "otro" debe ser te6ricamente abordado desde Ia perspectiva del proceso de produccion material y simbolica en el que se vieron involucra-das las sociedades occidentales a partir del siglo XVL6 Quisiera ilustrar es-te punto acudiendo a los analisis de Ia pensadora venezolana Beatriz Gonzalez Stephan, quien ha estudiado los dispositivos disciplinarios de poder en el contexto latinoamericano del siglo XIX y el modo en que, a partir de estos dispositivos, se hizo posible Ia "invenci6n del otro".

    Gonzalez Stephan identifica tres practicas disciplinarias que contri-buyeron a forjar los ciudadanos latinoamericanos del siglo XIX: las cons-tituciones, los manuales de urbanidad y las gramaticas de Ia lengua. Si-guiendo ul te6rico uruguayo Angel Rama, Beatriz Gonzalez constata que esras tecnologlas de subjetivaci6n poseen un denominador comun: su legitimidad descansa en Ia escritura. Escribir era un ejercicio que, en el si-glo XIX, respondfa a Ia necesidad de ordenar e instaurar Ia 16gica de Ia "civilizaci6n" y que anticipaba el suefio modernizador de las elites crio-llas. La palabra escrita construye !eyes e identidades nacionales, disefia program

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    anuales no inferiores a 400 pesos.8 La adquisici6n de Ia ciudadania es, en-tonces, un tamiz por el que solo pasaran aquellas personas cuyo perfil se ajuste al ripo de sujeto requerido por el proyecto de Ia modernidad: var6n, blanco, padre de familia, catolico, propietario, letrado y heterosexual. Los individuos que no cumplen estos requisitos (mujeres, sirvienres, locos, analfabetos, negros, herejes, esclavos, indios, homosexuales, disidentes) quedaran fuera de Ia "ciudad letrada'', recluidos en el ambito de Ia ilega-lidad, sometidos al castigo y Ia terapia de Ia misma ley que los excluye.

    Pero si Ia constituci6n define formal mente un tipo deseable de sub-jetividad moderna, Ia pedagogia es el gran artifice de su materializacion. La escuela se convierte en un espacio de internamiento donde se forma ese tipo de sujeto que los "ideales regulativos" de Ia constitucion estaban reclamando. Lo que se busca es inrroyectar una disciplina sobre Ia mente y el cuerpo que capacite a Ia persona para ser "uti! a Ia pania". El compor-tamiento del nifio debera ser reglamentado y vigilado, sometido a Ia ad-quisici6n de conocimientos, capacidades, habitos, valores, modelos cul-turales y estilos de vida que le permitan asumir un rol "productivo" en Ia sociedad. Pero noes hacia Ia escuela como "institucion de secuestro" que Beatriz Gonzalez dirige sus reflexiones, sino hacia Ia funci6n disciplina-ria de ciertas tecnologias pedagogicas como los manuales de urbanidad, y en particular el muy famoso de Carreno publicado en 1854. El manual funciona dentro del campo de autoridad desplegado por ellibro, con su intento de reglamentar Ia sujecion de los instintos, el control sobre los movimientos del cuerpo, Ia domesticacion de todo tipo de sensibilidad considerada como "barbara".9 Nose escribieron manuales para ser buen campesino, buen indio, buen negro o buen gaucho, ya que todos estos ti-pos humanos eran vistos como pertenecientes al ~imbiro de Ia barbarie. Los manuales se escribieron para ser "buen ciudadano"; para formar par-te de Ia civitas, del espacio legal donde habiran los sujeros epistemologi-cos, morales y esteticos que necesita Ia modernidad. Por eso, el manual de Carreno advierre que "sin Ia observacia de estas reglas, mas o menos per-fectas, segun el grado decivilizacion de cada pais ... no habra medio de cultivar Ia sociabilidad, que es el principia de Ia conservaci6n y el progre-so de los pueblos y Ia existencia de toda sociedad bien ordenada" .10

    " Ibid, p. 31. 9 Gonzilez Stephan, 1995. ]II Ibid., p. 436.

    EL l'ROBl EMA DE LA "INVENCI6N DEL OTRO" 291

    Los manuales de urbanidad se convierten en Ia nueva biblia que in-dicad al ciudadano cual debe ser su comportamiento en las mas diver-sas situaciones de Ia vida, pues de Ia obediencia fie! a tales normas de-pended su mayor o menor exito en Ia civitas terrena, en el rei no material de Ia civilizaci6n. La "entrada" en el banquete de Ia modernidad deman-daba el cumplimiento de un recetario normativo que servia para distin-guir a los miembros de Ia nueva clase urbana que empezaba a emerger en toda Latinoamerica durante Ia segunda mitad del siglo XIX. Ese "noso-tros" al que hace referencia el manual es, entonces, el ciudadano bur-gues, el mismo al que se dirigen las constituciones republicanas; el que sabe como hablar, comer, utilizar los cubiertos, sonarse las narices, tra-tar a los sirvientes, conducirse en sociedad. Es el sujeto que conoce per-tecta mente "el teatro de Ia etiqueta, Ia rigidez de Ia apariencia, Ia masca-ra de Ia contencion". 11 En este sentido, las observaciones de Gonzalez Stephan coinciden con las de Max Weber y Norbert Elias, para quienes Ia constituci6n del sujeto moderno viene de Ia mano con Ia exigencia del autocontrol y Ia represion de los instintos, con el fin de hacer mas visi-ble Ia diferencia social. El "proceso de Ia civilizacion" arrastra consigo un crecimiento del umbra! de Ia vergi.ienza, porque se hacia necesario dis-tinguirse claramente de todos aquellos estamentos sociales que no per-tenecian al ambito de Ia civitas que intelectuales latinoamericanos como Sarmiento venfan identitlcando como paradigma de Ia modernidad. La "urbanidad" y Ia "educacion cfvica" jugaron, entonces, como taxono-mfas pedagogicas que separaban el frac de Ia ruana, Ia pulcritud de Ia su-ciedad, Ia capital de las provincias, Ia rept'tblica de Ia colonia, Ia civiliza-ci6n de.la barbarie.

    En este proceso taxon6mico desempefiaron tambien un papel fun-damental las gramaticas de Ia lengua. Gonzalez Stephan menciona en particular Ia Gramatica de la lengua caste/lana destinada a! uso de los ame-ricanos, publicada por Andres Bello en 1847. El proyecto de construe-cion de la nacion requerfa la estabilizaci6n lingi.iistica para una adecua-da implementacion de las !eyes y para facilitar, ademas, las transacciones comerciales. Existe, pues, una relacion directa entre lengua y ciudadanfa, entre las gramaticas y los manuales de urbanidad: en rodos estos casos, de lo que se trata es de crear al homo economicus, al sujeto patriarcal encar-gado de;:impulsar y llevar a cabo Ia modernizaci6n de Ia republica. Des-

    II f/Jid., p. 439.

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    de Ia normatividad de Ia letra, las gramaticas buscan generar una cultu-ra del "buen decir" con el fin de evitar "las practicas viciosas del habla popular" y los barbarismos groseros de Ia plebe. 12 Estamos, pues, frente a un~ pr~ctica disciplinaria en Ia que se reflejan las contradicciones que termmanan por desgarrar el proyecto de Ia modernidad: establecer las condiciones para Ia "libertad" y el "orden" implicaba el sometimiento de l~s instintos, I~ ~~presion de Ia espontaneidad, el control sobre las diferen-czas. Pa~a ser civihzados, para entrar a formar parte de !a modernidad, pa-ra ser ciUdadanos colombianos, brasilefios o venezolanos, los individuos no solo debian comportarse correctamente y saber leer y escribir, sino tambien adecuar su lenguaje a una serie de normas. El sometimiento al orden y a Ia norma conduce al individuo a sustituir el flujo heterogeneo y esponraneo de lo vital porIa adopci6n de un continuum arbitrariamen-te constituido desde Ia letra.

    Resulta claro, entonces, que los dos procesos sefialados por Gonza-lez Stephan, la invenci6n de la ciudadanfa y Ia invenci6n del otro, se ha-llan geneticamente relacionados. Crear Ia identidad del ciudadano moder-no en America Latina implicaba generar un contraluza partir del cual esa identidad pudiera medirse y afirmarse como tal. La construcci6n del imaginario de Ia "civilizaci6n" exigfa necesariamente la producci6n de su contraparte: el imaginario de Ia "barbarie". Se trata en ambos casos deal-go mas que representaciones mentales. Son imaginarios que poseen una materialidad concreta, en el sentido de que se hallan anclados en sistemas abstractos de caracter disciplinario como Ia escuela, Ia ley, el Estado, las drceles, los hospitales y las ciencias sociales. Es precisamente este vincu-lo entre ~on?cimiento y disciplina el que nos permite hablar, siguiendo a Gayatn Spivak, del proyecto de Ia modernidad como el ejercicio de una "violencia epistemica".

    Ahora bien, aunque Beatriz Gonzalez ha indicado que todos estos mecanismos disciplinarios buscaban crear el perfil del homo economicus en America Latina, su analisis geneal6gico, inspirado en Ia microffsica del poder de Michel Foucault, no permite entender el modo en que estos ~rocesos que~an vinculados a Ia dinamica de Ia constituci6n del capita-hsmo como sistema-mundo. Para conceptualizar este problema se hace necesario realizar un giro metodol6gico: Ia genealogfa del saber/poder, tal como es realizada por Foucault, debe ser ampliada hacia el ambito de ma-

    12 Gonzalez Stephan, 1995, p. 29.

    EL PROBLEMA DE LA "INVENCT6N DEL OTRO" 293

    croestructuras de larga duraci6n (Braudel/Wallerstein), de tal manera que perm ita visualizar el problema de Ia "invenci6n del otro" desde una pers-pectiva 'geopolitica. Para este prop6sito resultad muy util examinar el modo como las teorfas poscoloniales han abordado este problema.

    LA COLONIALIDAD DEL PC)[)ER 0 LA "OTRA CAl~"

    DEL PROYECTO DE LA MODERNIDAD

    Una de las contribuciones mas importantes de las teorfas poscoloniales a Ia actual reestructuraci6n de las ciencias sociales es haber sefialado que el surgimiento de los estados nacionales en Europa y America durante los siglbs XVII al XIX no es un proceso aut6nomo, sino que posee una contrap,~rte estructural: Ia consolidaci6n del colonialismo europeo en ultramar. La persistente negaci6n de este vinculo entre modernidad y colonialismo por las ciencias sociales ha sido, en realidad, uno de los sig-nos mas claros de SU limitacion conceptual. lmpregnadas desde SUS orf-genes por un imaginario eurocentrico, las ciencias sociales proyectaron Ia idea de una Europa aseptica y autogenerada, formada hist6ricamente sin con,tacto alguno con otras culturas. 13 La racionalizaci6n -en senti-do weberiano- habrfa sido el resultado de un despliegue de cua!idades inherentes a las sociedades occidentales (el "transito" de Ia tradici6n a Ia moden:iidad), y no de Ia interacci6n colonial de Europa con America, Asia y ~frica a partir de 1492. 14 Desde este punto de vista, Ia experien-cia del colonialismo resultarfa completamente irrelevante para entender el fen6meno de Ia modernidad y el surgimiento de las ciencias sociales. Lo cual significa que para los africanos, asiaticos y latinoamericanos el colonialismo no signific6 primariamente destrucci6n y expoliaci6n sino, ante todo, el comienzo del tortuoso pero inevitable camino hacia el de-sarrollo y Ia modernizaci6n. Este es el imaginario colonial que ha sido reproducido tradicionalmente por las ciencias sociales y Ia filosoffa en ambos !ados del Atlantica.

    " Cf. Rlaut, 1993. ,., Recordar Ia pregunta que se hace Max Weber al comienzo de Lil hi ell protestilnte

    y que guiar;\ toda su tcorfa de Ia racionalizaci6n: "1Que scrie de circunstancias han deter-minado que precisamente solo en Occidente hayan nacido ciertos fen6menos culturales que,

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    Las teorias poscoloniales han mostrado, sin embargo, que cualquier recuento de la modernidad que no tenga en cuenta el impacto de !a ex-periencia colonial en la formaci6n de las relaciones propiamente moder-nas de poder resulta no solo incompleto sino tambien ideol6gico. Pues fue precisamente a partir del colonialismo que se genero ese tipo de po-der disciplinario que, segLtn Foucault, caracteriza a las sociedades y a las instituciones modernas. Si como hemos visto en el apartado anterior, el Estado-nacion opera como una maquinaria generadora de otredades que deben ser disciplinadas, esto se debe a que el surgimiento de los estados modernos se da en el marco de lo que Walter Mignolo ha Ilamado el "sis-tema-mundo moderno/colonial". 15 De acuerdo con teoricos como Mig-nolo, Dussel y Wallerstein, el Estado moderno no debe ser mirado como una unidad abstracta, separada del sistema de relaciones mundiales que se configuran a partir de 1492, sino como una foncion en el interior de ese sistema imernacibnal de poder.

    Surge entonces la pregunta: ~cual es el dispositivo de poder que ge-nera el sistema-mundo moderno/colonial que es reproducido estructu-ralmente hacia adentro por cada uno de los estados nacionales? Una po-sible respuesta la encontramos en el concepto de Ia "colonialidad del poder" sugerido por el sociologo peruano Anfbal Qui jano. 16 En opinion de Quijano, Ia expoliacion colonial es legitimada por un imaginario que establece difirencias inconmensurables entre el colonizador y el coloniza-do. Las nociones de "raza'' y de "cultura" operan aquf como un disposi-tivo taxon6mico que genera idemidades opuestas. El colonizado aparece asf como lo "otro de la razon", lo cual justifica el ejercicio del poder dis-ciplinario por el colonizador. La maldad, la barbarie y Ia incontinencia son marcas "identitarias" del colonizado, mientras que la bondad, la ci-vilizacion y la racionalidad son propias del colonizador. Ambas identida-des se encuentran en relacion de exterioridad y se excluyen mutuamen-te. La comunicacion entre elias no puede darse en el ambito de !a cultura -pues sus codigos son inconmensurables- sino en el ambito de Ia Realpolitik dictada por el poder colonial. Una polftica "justa" sera aque-Ila que, por media de la implementacion de mecanismos juridicos y dis-ciplinarios, intente civilizar al colonizado mediante su completa occiden-talizaci6n.

    1' Cf Mie:nolo. ;woo. Pp, iss. 16 Cf. Quijano, 1999, pp. 99-109.

    EJ PRO !I LEMA DE LA "1NVENCI6N DEL OfltO'' 295

    El coniepto de !a "colonialidad del poder" amplia y corrige_ el c~~cepto foucaultiano de "poder disciplinario", al mostrar que los dlsposltl-vos panopticos erigidos por el Estado moderno se inscriben en una es-tructura mas amplia, de caracter mundial, configurada por !a relaci6n colonial entre centros y periferias a raiz de Ia expansion europea. Desde este punto de vista podemos decir lo siguiente: la modernidad es un "proyecto" en Ia medida en que sus dispositivos disciplinarios queda~ a~clados en una doble gubernamentabilidad jurfdica. De un !ado, Ia eJerCl-da hacia adentro por los estados nacionales, en su in ten to por crear iden-tidades homogeneas mediante politicas de subjetivaci6n; de otro !ado, Ia gubernamentabilidad ejercida hacia afitera por las potencias hegem6ni-cas del sistema-mundo moderno/colonial, en su intento de asegurar el tlujo de materias primas desde Ia periferia hacia el centro. Ambos proce-sos forman' parte de una sola dinamica esrructural.

    Nuestra tesis es que las ciencias sociales se constituyen en este espa-cio de pode~ moderno/colonial yen los saberes ideologicos generados por el. Desde este pun to de vista, las ciencias sociales no efectuaron jamas una "ruptura q)istemologica" -en el sentido alrhusseriano-- frente a Ia ideo-logia, sino que e1 imaginario colonial impregno desde sus origenes rod? su sistema conceptual.17 Asi, Ia mayoria de los teoricos sociales de los st-glos XVll y XVIII (Hobbes, Bossuet, Turgor, Condorcet) coincidfan en ~1ue Ia "especie human a" sale poco a poco de Ia ignorancia y va atravesan-do diferentes "estadios" de perfeccionamiento hasta, finalmente, obtener Ia "mayoria, de edad" a Ia que han llegado las sociedades modernas euro-peas.18 El r~ferente empfrico utilizado por este modelo heurfstico para de-fin ir cual es el primer "estadio", el mas bajo en !a escala del desarrollo hu-mano, es el de las sociedades indfgenas americanas tal como estas eran descritas por viajeros, cronistas y naveganres europeos. La caracteristica de este priiner estadio es el salvajismo, Ia barbarie, Ia ausencia completa de arte, ciencia y escritura. "AI comienzo todo era America", es decir, to-do era supersticion, primitivismo, lucba de rodos contra todos, "estado de naturale,za". ElLtltimo estadio del progreso humano, el alcanzado ya

    17 Una genealogfa de las ciencias sociales deberfa mo~trar que el imaginario ideolo-ico que lucgo impregnarfa las ciencias socialcs tuvo su ongen en Ia pnmera fase de con-~olidaci6n del sistema-mundo moderno/colonial, es decir, en Ia epoca de Ia hegemonfa es-nF,RnL'1".

    " Cf. Meek, 19R 1.

    NathalieHighlight
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    por las sociedades europeas, es construido, en cambia, como "lo otro" ab-so!uto del primero y desde su contraluz. Allf reina Ia civilidad, el Estado de derecho, el cultivo de Ia ciencia y de las artes. El hombre ha llegado all! a un estado de "ilustraci6n" en el que, al decir de Kant, puede autolegislar-se y hacer uso autonomo de su raz6n. Europa ha marcado el camino ci-vilizatorio por el que debed_n transitar todas las naciones del planeta.

    . ~o res~lta diffcil ve~- como el aparato conceptual con el que nacen las cre~oas soc_rales en los srglos XVII y XVIII se halla sostenido por un imagi-n_a~J? co!~mal de_ c~;acter ideolo?ico. Conceptos binarios como barbarie y c~vrl:zacro~, tradrc1on y modern1dad, comunidad y sociedad, mito y cien-cla, mfancra y madurez, solidaridad org~nica y solidaridad mecanica, po-breza y desarrollo, entre otros muchos, han permeado por completo los modelos analiticos de las ciencias sociales. El imaginario del progreso se-gun el c~al todas las sociedades evolucionan en el tiempo segun !eyes uni-versales mherentes a Ia naturaleza o al espfritu humano, aparece asi como un produtto ideol6gico construido desde el dispositive de poder moder-no/colonial. Las ciencias sociales funcionan estructuralmente como un "~p~ra:o id~ol6gico" que, de puertas adentro, legitimaba la exclusion y el dis~1p~1~amrento de aquellas personas que nose ajustaban a los perfiles de subJetJv~da~ ,que necesitaba el Estado par~ implementar sus politicas de moderm.~c~~n; _de puer:as ahtera, en cambto, las ciencias sociales legitima-ban la dJvJsJon mternacwnal del trabajo y la desigualdad de los terminos de intercarr:bio y ~omercio entre el centro y la periferia, es decir, los gran-des beneficws soc1ales y econ6micos que las potencias europeas estaban obteniendo del dominio sobre sus colonias. La producci6n de Ia alteridad hacia ~entro_Y la ~~oducci6n de Ia alteridad hacia fuera formaban parte de un m1smo d!sposinvo de poder. La colonia!idad de! podery la colonia!idad de! saber se encontraban em plazadas en una misma matriz genetica.

    DEL PODER DISCIPLINAR AL PODER LIBIDINAL

    Quisiera finalizar este ensayo pregunrandome por las transformaciones sufridas p~r el capitalismo, una vez consolidado e1 final del proyecto de la modermdad, y por las consecuencias que tales transformaciones pue-den tener para las ciencias sociales y para Ia teoria critica de la sociedad.

    . Hemos co_nceptualizado la modernidad como una serie de practicas onentadas hacta el control racional de Ia vida humana, entre las cuales fi-

    EL PROBLEMA DE LA "INVENCTON DEL OTRO" 297

    guran !a institucional izaci6n de las ciencias sociales, Ia organizaci6n_ ca-pitalista de Ia economfa, Ia expansion colonial de Europa y, por _enoma de todo, Ia configuraci6n juddico-territorial de los estados nactonales. Tam bien vimos que Ia modernidad es un "proyecto" porque ese control racional sobre Ia vida humana es ejercido hacia dentro y hacia fuera des-de una instancia central, que es el Estado-naci6n. En este orden de ideas viene entonces Ia pregunta: ~a que nos referimos cuando hablamos del fi-nal del proyecto de Ia modernidad? Poddamos em~ezar a responder d: Ia siguiente forma: Ia modernidad deja de ser operanva como ~royect_o en Ia medida en que lo social empieza a ser conftgurado por mstanctas que escapan al control del Estado nacional. 0 dicho de otra forrr:a: el proyecto de Ia modernidad llega a su "fin" cuando el Estado nacwnal pierde Ia capacidad de organizar Ia vida social y material de las ~ers.~nas. Es entonces cuando podemos hablar propiamente de Ia globaltzaczon.

    En efecto, aunque el proyecto de Ia modernidad tuvo siempre una tendencia hacia Ia mundializaci6n de Ia acci6n humana, creemos que lo que hoy se llama "globalizaci6n" es un fen6meno sui generis, pues co~l~eva un cambio cualitativo de los dispositivos mundiales de poder. Qmste-ra ilustrar esta diferencia entre modernidad y globalizaci6n utilizando las categor!as de "anclaje" y "desandaje" desarrolladas por Anthony Giddens: mientras'que Ia modernidad desancla las relaciones sociales de sus contex-tos tradicionales y las reancla en ambiros postradicionales de acci6n coor-dinados por el Estado, Ia globalizaci6n desancla las relaciones sociales_ ~e sus conte;x:tos nacionales y los reancla en ambitos posmodernos de accton que ya no son coordinados por ninguna instancia en particular. . . ,

    Oesde este punto de vista, sostengo la tesis de que Ia globallzacton no es un_ "proyecto", porque Ia gubernamentabilidad no necesita ya de un "pun to arquimedico", es decir, de una instancia central que regule los mecanismos de control social. 19 Podriamos hablar incluso de una guber-

    '~ La'~1aterialidad de Ia globali1aci6n ya no esta constituida por las instituciones disci-plinarias del Estado nacional, sino por corporaciones que t:o conocen :erritorios ni fronteras. Esto implica Ia configuraci6n de un nuevo marco de legaltdad, es deetr, de una nueva forma de ejercicio del poder y Ia autoridad, asi como de Ia proclucci6n de nuevos rnecam~;nos pu-nirivos -una pol ida global- que garanticen Ia acumulaci6n de capital y Ia res?.lucton de los con nietos.- Las guerr

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    nament~bilidad sin gobierno para indicar el caricter espectral y nebuloso, a_ veces Imperceptible, pero por ella mismo eficaz, que toma el poder en tlempo_s de globalizaci6n. La sujeci6n a! sistema-mundo ya nose asegu-r~ m:diante el control sobre el tiempo y sabre el cuerpo ejercido por ins-tituCiones como la fabrica o el colegio, sino por !a producci6n de bienes si_mb~licos y por Ia seducci6n irresistible que estos ejercen sobre e1 ima-gmano del consumidor. El poder libidinal de Ia posmodernidad preten-de modelar Ia totalidad de Ia psicologfa de los individuos, de tal manera que c~da cual pueda construir reflexivamente su propia subjetividad sin necesidad de oponerse a! sistema. Por el contrario, son los recursos ofre-cidos por el sistema mismo los que permiten Ia construcci6n diferencial del "Selbst'. Para cualquier estilo de vida que uno elija, para cualquier p:oyect,o d~ autoinvenci6n, para cualquier ejercicio de escribir !a propia b10grafta, siempre hay una oferta en el mercado y un "sistema experto" que garantiza su confiabilidad.20 Antes que reprimir las diferencias, co-mo hada el poder disciplinar de Ia modernidad, el poder libidinal de Ia posmodernidad las estirnu!a y las produce.

    ~ab_famos _dicho tambien que en el marco del proyecto moderno, las CienCias sociales desempefiaron basicamente un papel de mecanis-mo~ productores de alteridades. Esto debido a que Ia acumulaci6n de capital tenia .c~mo requisito I~ gen~raci6n de un perfil de "sujeto" que se adaptara facJimente a las exigencias de Ia producci6n: blanco, var6n, casado, heterosexual, disciplinado, trabajador, duefio de sf mismo. Tal como lo ha mostrado Foucault, las ciencias humanas contribuyeron a cr:ar este perfil en Ia medida en que formaton su objeto de conoci-miento a partir de practicas institucionales de reclusion y secuestro. ~arceles, hospitales, manicomios, escuelas, fabricas y sociedades colo-males fueron los laboratorios donde las ciencias sociales obtuvieron a contraluz aquella imagen de "hombre" que debia impulsar y sostener los procesos de acumulaci6n de capital. Esta imagen del "hombre racio-nal", dedamos, se obtuvo contrafocticamente mediante el estudio del "otro de Ia raz6n": elloco, el indio, el negro, el desadaptado, el preso, el homosexual, el indigente. La construcci6n del perfil de subjetividad que requeria el proyecto moderno exigfa entonces Ia supresion de todas estas diferencias.

    20 El concepto de la confianza (trust) depositada en sistemas expertos lo tomo direc-

    tamente de Giddens, 1999, pp. 84ss.

    EL PROBLEMA DE LA "INVENC!()N DEL OTRO" 299

    Sin: embargo, yen caso de ser plausible lo que he venido argumentan-do hast~ ahora, en el momenta en que Ia acumulaci6n de capital ya no demanda Ia supresi6n sino Ia produccion de diferencias, tambien debe cambiar ,el vinculo estructural entre las ciencias sociales y los nuevas dis-positivos de poder. Las ciencias sociales y las humanidades seven obli-gadas a realizar un "cambia de paradigma" que les perm ita ajustarse a las exigencias sistemicas del capital global. El caso de Lyotard me parece sin-to matico. Aflrma con lucidez que el metarrelato de Ia humanizaci6n de Ia humanidad ha entrada en crisis, pero declara, al mismo tiempo, el naci-miento de un nuevo relata legitimador: Ia coexistencia de diferentes "jue-gos de ltnguaje". Cada juego de lenguaje define sus propias reglas, que ya no necesitan ser legitimadas por un tribunal superior de Ia raz6n. Ni el he-roe epistemol6gico de Descartes ni el heroe moral de Kant fUncionan ya como instancias transcendentales desde donde se definen las reglas univer-sales que deberin jugar todos los jugadores, independientemente de Ia di-versidadide juegos en los cuales participen. Para Lyotard, en Ia "condici6n posmoderna" son los jugadores mismos quienes construyen las reglas del juego que desean jugar. No existen reglas definidas de antemano.21

    El problema con Lyotard no es que haya declarado el final de un proyecto que, en opinion de Habermas, todavia se encuentra "inconclu-so"P El problema radica, mas bien, en el nuevo relata que propane. Pues afirmar que ya no existen reglas deflnidas de antemano equivale a invisibilizar-es decir, enmascarar- el sistema-mundo que produce las diferencias sobre Ia base de reglas deflnidas para todos los jugadores del planed. Entendamonos: Ia muerte de los metarrelatos de legitimacion del sistema-mundo no equivale a Ia muerte del sistema-mundo. Equiva-le, mll.s bien, a un cambia de las relaciones de poder en el interior del sis-tema-mundo, lo cual genera nuevas relatos de legitimacion como el pro-puesto por Lyotard. Solo que Ia estrategia de legitimacion es diferente: ya nose trata de metarrelatos que muestran el sistema, proyecrandolo ideo-logicamente en un macrosujeto epistemologico, historico y moral, sino de microrrelatos que lo dejan .foera de !a representacion, es decir, que lo invisibilizan.

    Alga similar ocurre con los llamados estudios culturales, uno de los paradigmas mas innovadores de las humanidades y las ciencias sociales

    21 Cf. Lyot

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    hacia fines del siglo :XX.23 Ciertamente, los estudios culturales han con-truibuido a f1exibilizar las rigidas fronteras disciplinarias que hicieron de nuestros departamentos de sociales y humanidades un puiiado de "feudos epistemologicos" inconmensurables. La vocacion transdiscipli-naria de los estudios culturales ha sido altamente saludable para unas insrituciones academicas que, por lo menos en Latinoamerica, se ha-bian acostumbrado a "vigilar y administrar" el canon de cada una de las disciplinas. 24 Es en este sentido que el informe de Ia comisi6n Gulben-kian sefiala como los estudios culturales han empezado a tender puen-tes entre los tres grandes islotes en que Ia modernidad habia repartido el conocimiento cientifico.25

    Sin embargo, el problema no esra tanto en Ia inscripci6n de los es-tudios culturales en el ambito universitario, y ni siquiera en el tipo de preguntas teoricas que abren o en las metodologfas que utilizan, como en el uso que hacen de estas metodologias y en las respuestas que dan a esas preguntas. Es evidente, por ejemplo, que Ia planetarizacion de Ia indus-tria cultural ha puesro en entredicho Ia separacion entre alta cultura y cultura popular, a Ia que todavia se aferraban pensadores de tradicion "critica" como Horkheimer y Adorno, para no hablar de nuestros gran-des "letrados" latinoamericanos con su tradici6n conservadora y elitista. Pero en este intercambio "massmediatico" entre Io culto y lo popular, en esa negociaci6n planetaria de bienes simb6licos, los estudios culturales parecieran ver nada mas que una explosion liberadora de las diferencias. La cultura urbana de masas y las nuevas formas de percepci6n social ge-neradas por las tecnologias de Ia informacion son vistas como espacios de emancipaci6n democratica, e incluso como un locus de hibridacion y re-sistencia frente a los imperativos del mercado. Ante este diagnostico, sur-

    23 Para una introducci6n a los estudios culturales anglosajones, vease Agger, Cultu-ral Studies as Critical Theory, 1992. Para el caso de los estudios culrurales en America La-tina, !a mejor introducci6n sigue siendo ellibro de Rowe y Schelling, Memoria y moder-nidad. Cu!tura popular en America Latina, 1993.

    24 Es preciso establecer aqul una diferencia en el significado politico que han tenido los estudios culturales en las universidades norteamericana y latinoamericana respectiva-mente. Mientras que en Estados Unidos los estudios culruralcs se han convertido en un vehfculo id6neo para el rapido "carrerismo" academico en un .imhiro estructuralmente fle-xible, en America Latina han servido para combatir Ia desespcrante osificaci6n y d parro-quialismo de las estructuras univcrsitarias.

    "Cf. Wallerstein, 1996, pp. 64-66.

    EL PROBLEMA DE LA "JNVENCT6N DEL OTRO" 301

    ge Ia sa~pecha de si los estudios culturales no habran hipotecado su po-tencial nitico a Ia mercantilizaci6n fetichizante de los bienes simb6licos.

    Aligual que en el caso de Lyorard, el sistema-mundo permanece co-mo ese gran objeto ausente de la representacion que nos ofrecen los estu-dios culrurales. Pareciera como si nombrar Ia "totalidad" se hubiese con-vertido en un rabt'1 para las ciencias sociales y Ia fllosofia contemporaneas, del mismo modo que para Ia religion judia constituye un pecado nom-brar o representar a Dios. Los remas "permitidos" -y que ahara gozan de presti'gio academico- sonIa fragmentaci6n del sujero, Ia hibridaci6n de las formas de vida, Ia arriculaci6n de las diferencias, el desencanto frente a los metarrelatos. Si alguien utiliza categorias como "clase", "pe-riferia'' o "sistema-mundo", que pretenden abarcar heuristicamente una mulriplicidad de situaciones particulates de genera, etnia, raza, proce-dencia u orientaci6n sexual, es calificado de "esencialista", de actuar de f-orma "politicamente incorrecra" o, por lo menos, de haber caido en Ia tentaci6n de los metarrelatos. Tales reproches no dejan de ser justificados en muchos casas, pero quizas exista una alternativa.

    Considero que el gran desafio para las ciencias sociales consiste en aprender a nombrar Ia totalidad sin caer en el esencialismo y el univer-salismo de los metarrelatos. Esto conlleva Ia diffcil tarea de repensar Ia tradici6n de Ia teoria critica (aquella de Lukacs, Bloch, Horkheimer, Adorno, Marcuse, Sartre y Althusser) a Ia luz de Ia teorizacion posmo-derna, pero, al mismo tiempo, de repensar esta a Ia luz de aquella. Nose rrara, pues, de comprar nuevas odres y desechar los viejos, ni. de ech~~ el vino nu'evo en odres viejos; se trata, mas bien, de reconsttlllt Jos VleJOS odres para que puedan contener el nuevo vino. Este "trabajo te6rico", co-mo lo denomino Althusser, ha sido comenzado ya en ambos !ados del Ath1ntico desde diferentes perspectivas. Me refiero a los trabajos de An-tonio Negri, Michael Hardt, Fredric Jameson, Slavoj Zizek, Walter Mig-nolo, Ehrique Dussel, Edward Said, Gayatri Spivak, Ulrich Beck, Boa-ventura Cle Souza Santos y Arturo Escobar, entre otros muchos.

    La r;uea de una teoria critica de Ia sociedad es, enronces, hacer visi-bles los nuevas mecanismos de produccion de las diferencias en tiempos de globalizacion. Para el caso latinoamericano, el desafio mayor radica en una "descolonizacion" de las ciencias sociales y Ia filosofia. Y aunque es-te noes tm programa nuevo entre nosotros, de lo que se trata ahora es ~e desmarc'~rse de; toda una serie de categorias binarias con las que trabaja-ron en el pasado las teorias de Ia dependencia y las filosofias de Ia Iibera-

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    cion' (~oloni~ador versus colonizado, centro versus periferia, Europa versus Amenca Lati.na, desarrollo versus subdesarrollo, opresor versus oprimido, etc.), entend1endo que ya noes posible conceptualizar las nuevas confi-guraciones del poder con ayuda de ese instrumental te6rico. 26 Desde es-

    te pu~to .de vist~, l~s nuevas agendas de los estudios poscoloniales podrian contnbU!r a revitalizar Ia tradici6n de Ia teorfa critica en nuestro medioY

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    26 Para una crltica de las caregorlas binarias con las que trahaj6 el pensamiento lari-

    noamencano del s1glo XX, vease mi libro Cr!tira de fa razdn !atinoameriCifna, 1996. 27 Castro-G6mez. Guardiola- Rivera, Mill:in de Benavides, "Introducci6n", en Cas-

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