Circular 13 Conversion a Puro Dolor

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+++++++++++++++++++++++++ Circular #13 ++++++++++++++++++++++ +++ «Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» Gálatas 2, 20 A todas las familias: Reciban un afectuoso saludo de mi parte una vez más. En esta ocasión deseo expresarles algunas ideas en torno a un personaje clave en la historia del cristianismo en general. Me refiero al eminente obispo de Hipona san Agustín. Sin duda que este personaje ha sido un parteaguas para todos los que nos consideramos cristianos. Es uno de los mayores pensadores católicos, y cuyas ideas inspirarían incluso al gran reformador Martín Lutero y al ilustre filósofo-matemático René Descartes, entre otras aportaciones más. La teología cristiana le debe muchísimo a este gran africano, y su obra literaria es de las más abundantes y ricas que se tengan en el mundo entero. Pues bien, en esta circular no pretendo hacer una síntesis de su vida y obras, ni mucho menos un elogio fúnebre sobre su figura. Lo que me mueve a escribirles es más bien el motivo de expresarles algunos puntos que en realidad podríamos llamar el legado del doctor de Hipona. Es decir, descubrir cuál es la herencia cristiana y cultural que san Agustín dejó para la posteridad. Serán unas cuantas aportaciones, según mi modo de verlo, pero pueden profundizar más sobre este teólogo-filósofo en algunas bibliotecas. Personalmente recomiendo las tres catequesis que Joseph Ratzinger le dedicó, ya siendo Benedicto XVI. Sin más preámbulos comencemos. Por cierto, el título de la circular es dedicado a la conversión de la agrupación musical Son by Four, quienes desde hace unos 8 años se han dedicado de lleno al ministerio musical con fines evangelizadores. Su cambio de vida fue A puro dolor, título de una de sus más famosas canciones. En esto se asemejaron a san Agustín puesto que toda conversión cristiana implica renuncias dolorosas. Pasión por la verdad. 1

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Reflexión breve inspirada en la memoria del obispo de Hipona san Agustín, específicamente sobre su legado a la humanidad entera

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+++++++++++++++++++++++++ Circular #13 +++++++++++++++++++++++++

«Ya no soy yo el que vive,es Cristo quien vive en mí»

Gálatas 2, 20

A todas las familias:

Reciban un afectuoso saludo de mi parte una vez más. En esta ocasión deseo expresarles algunas ideas en torno a un personaje clave en la historia del cristianismo en general. Me refiero al eminente obispo de Hipona san Agustín.

Sin duda que este personaje ha sido un parteaguas para todos los que nos consideramos cristianos. Es uno de los mayores pensadores católicos, y cuyas ideas inspirarían incluso al gran reformador Martín Lutero y al ilustre filósofo-matemático René Descartes, entre otras aportaciones más. La teología cristiana le debe muchísimo a este gran africano, y su obra literaria es de las más abundantes y ricas que se tengan en el mundo entero.

Pues bien, en esta circular no pretendo hacer una síntesis de su vida y obras, ni mucho menos un elogio fúnebre sobre su figura. Lo que me mueve a escribirles es más bien el motivo de expresarles algunos puntos que en realidad podríamos llamar el legado del doctor de Hipona. Es decir, descubrir cuál es la herencia cristiana y cultural que san Agustín dejó para la posteridad . Serán unas cuantas aportaciones, según mi modo de verlo, pero pueden profundizar más sobre este teólogo-filósofo en algunas bibliotecas. Personalmente recomiendo las tres catequesis que Joseph Ratzinger le dedicó, ya siendo Benedicto XVI. Sin más preámbulos comencemos.

Por cierto, el título de la circular es dedicado a la conversión de la agrupación musical Son by Four, quienes desde hace unos 8 años se han dedicado de lleno al ministerio musical con fines evangelizadores . Su cambio de vida fue A puro dolor, título de una de sus más famosas canciones. En esto se asemejaron a san Agustín puesto que toda conversión cristiana implica renuncias dolorosas.

Pasión por la verdad.

En primer lugar, el legado de Agustín es sin duda la apasionante búsqueda que hizo de lo que conocemos como la verdad; ciertamente el simple hecho de estar vivo es para nuestro amigo africano lo mismo que buscar apasionadamente la verdad. Es decir, al estar vivo no puedes contentarte con fantasías ni con mentiras ni cuentos para distraerte. Ante todo, exiges la verdad de todo: de la salud, la felicidad, del amor, del destino futuro, de Dios, etc. Queremos la verdad en todo. Por eso, si Agustín regresara a la vida sin duda nos diría a todos que no nos conformemos con migajas, ni mucho menos debemos limosnear lo que por derecho nos corresponde. La verdad es nuestra, no hay que desperdiciarla con juguetitos . Si tan sólo esto estuviera claro para muchas jovencitas que se consumen de angustia por no ser correspondidas por algún imbécil incapaz de ver su corazón, tratándolas como perras dándoles sólo lo que les sobra. Eso no es vivir.

Esto se aplica con mayor razón en los asuntos de la fe. Para Agustín, el cristianismo no era una más entre todas las religiones de la tierra. Al contrario, él lo concibió como la verdadera forma de acceder a la persona de Jesucristo, el único por el cual podemos ser salvados (ver Hechos 4,12). Tampoco se trataba de un sistema de creencias que debían heredarse automáticamente a los descendientes . ¡No! Se trataba de la perla preciosa de la verdad por la cual valía la pena vender todo y quedarse con ella . Era la respuesta a los más profundos anhelos del corazón humano, y la fuente capaz de saciar la sed de plenitud de

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toda persona. ¿También para nosotros eso significa la fe católica? ¿La concebimos como la perla preciosa de la verdad, o como un jitomate más entre todo el mercado de religiones? ¿Realmente influye en nuestras decisiones más vitales, o la reducimos a las simples creencias personales?

Diálogo entre fe sobrenatural e inteligencia humana.

Un segundo legado sin duda sería este. Nuestro amigo de Hipona se preocupó a lo largo de sus casi 35 años de ministerio por dialogar con la cultura y el pensamiento de su tiempo. Él sabía perfectamente que el mundo, así como hoy también lo hace, nos grita constantemente: ¡Dame razones para creer! No es de extrañar que entre sus obras haya dedicado esfuerzos para ofrecer algunos argumentos racionales sobre la existencia de Dios, la esencia de la libertad, el problema del mal, la forma de conocer, entre muchas cosas más. Cuando se daba la oportunidad, participaba en debates afines al tema, demostrando la belleza del cristianismo católico.

Para nosotros esta es una lección muy valiosa. Hoy no nos podemos conformar con profesar nuestra fe así sin más. Tus propios hijos exigen que les ofrezcas razones sólidas para permanecer en la fe católica. Ya no sirve el ir a Misa por costumbre. El hombre de hoy no va a dar el paso a ser creyente si no le ofrecemos razones inteligentes y convincentes sobre nuestra fe, además de enseñarle al mundo que la razón humana encuentra su plena dignidad en el acontecimiento de Cristo.

Preguntémonos entonces: ¿En verdad busco dialogar con el mundo culto, científico e intelectual sobre lo razonable que es mi fe, o me escondo de todo intento de debate al respecto? ¿Me siento capaz de responder a los cuestionamientos que mis hijos hacen de la fe, o guardo silencio dejando que la incertidumbre ocupe el lugar de la verdad? ¿Me he preocupado por profundizar aquellas verdades que profeso en el Credo, o no les presto ni el mínimo interés viéndolas como puras palabras sin sentido?

Amor al Evangelio.

Tanto fue el impacto que causó en Agustín el encuentro con Jesucristo, que no estimó en poco el haber profundizado por años lo que significaba creer. Ciertamente el dedicarse al estudio de la Divina Revelación no era una actividad inútil e improductiva. Agustín no se dejó engañar por una practicidad barata del pensamiento. Sabía perfectamente que era necesario dedicar buena parte de la vida a indagar sobre los cuestionamientos más profundos del ser humano, sabiendo que con ello no estaba en juego algo simple: se trataba del destino eterno. Así que el legado numero 3 no sería otra cosa más que el amor por el Evangelio, la Buena Noticia sobre la intervención definitiva de Dios por medio de Jesucristo.

Por eso, con valentía e inteligencia afrontó las interpretaciones equivocadas de la fe que caracterizaban las herejías pelagianas, maniqueas, donatistas y arrianas. Todo por amor al Evangelio. Ante la tentación de rebajar y mundanizar la fe, Agustín escuchó atentamente las voces de los que pensaban distinto y logró ofrecerles respuestas sólidas y racionales marcadas por el amor al prójimo y la capacidad de escuchar al de enfrente.

Preguntémonos ahora: ¿Hasta dónde podría ser capaz de llegar por amor al Evangelio? Y más aún ¿Realmente lo amo? ¿Significa algo para mí? ¿Sólo lo concibo como un simple relato de hechos del pasado que nada tienen que ver conmigo? ¿Escucho con atención los motivos de los que no creen?

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Profetismo y honestidad intelectual.

El último legado del obispo de Hipona desde mi perspectiva sería el profetismo bíblico, entendido como el carisma para anunciar la salvación y denunciar el pecado. En efecto, por su labor pastoral sin duda que con su predicación anunció numerosas veces el Evangelio y llevó esperanzas de salvación a muchas familias, especialmente cuando al final de su vida su población fue destruida por los vándalos.

Sin embargo, también junto a este ministerio Agustín también poseía una gran capacidad para observar la realidad y poder denunciar ciertos aspectos negativos, vicios y estructuras de pecado existentes especialmente entre los mismos cristianos. Esta denuncia puede verse en muchos de sus sermones, especialmente en el que comenta el capítulo 34 del profeta Ezequiel. Ahí ya miraba el abuso de autoridad de algunos presbíteros y maestros en la fe. De igual manera, en su tratado La ciudad de Dios, denunciaba que muchos perteneciendo a la ciudad celestial preferían vivir como si estuvieran en la ciudad del mundo. Además, al refutar las herejías de su tiempo, denunciaba el abuso de la inteligencia de unos que llevaba a la discriminación para otros, así como la presunción de no necesitar ayuda alguna, bastándose a sí mismos llevando al desprecio por los débiles e ignorantes.

Notemos cómo en la actualidad este estilo de profetismo está algo ausente, prefiriéndose el discurso políticamente correcto que esconde la verdad con tal de no “ofender” a nadie. Para muchos entonces lo mejor sería que si lo piensas, no lo digas; si lo dices, no lo escribas; si lo escribes, no lo firmes; si lo firmas, no lo confirmes. Evidentemente que para Agustín esto sería un acto de alta traición al espíritu humano. No por conservar la amistad se debe comprometer la verdad. Este obispo africano demostró lo contrario a esta forma de pensar, heredándonos la manía de pensar, y expresar lo que piensas y el argumentar sólidamente. Sumado a esto, ya anciano Agustín hizo un acto de honestidad intelectual revisando todos y cada uno de sus escritos (cerca de 400) con tal de corregir errores y equivocaciones. Son sus famosas Retractaciones en las que además expresaba sin miedo su profundo sentir en diversos temas. Sin duda que su pasión por la verdad lo acompañó hasta el final de sus días.

Hagámonos estas últimas preguntas: ¿Prefiero que me digan la verdad, o que me mientan con tal de no ofenderme? ¿Soy capaz de sostener lo que pienso? ¿Tengo la valentía de denunciar el pecado existente en mi vida, en mi familia, mi colonia, en la sociedad, y en la Iglesia misma? ¿Mi fe me hace más humano y responsable para con mi prójimo, o me está convirtiendo en un prepotente y soberbio? ¿Sería capaz de retractarme de mis errores una vez que los haya descubierto, o me porto como cobarde ante ellos?

Como verán, san Agustín de Hipona nos dejó una enorme riqueza de legado para el futuro de la humanidad entera. Espero que estas breves aportaciones contribuyan en algo para hacernos cada vez más sensibles a la verdad, así como para revalorizar nuestra fe. Así que no debemos permitir que la pereza y la cobardía mental nos hagan fracasar en la más noble aventura de la vida: buscar apasionadamente la verdad.

Muchas gracias por su atención. Nos vemos.

Con afectoHéctor Joel Arenas Blanco.

Ixtapaluca, Edo. Méx., a 28 de Agosto de 2015. Memoria de san Agustín de Hipona, obispo y doctor de la Iglesia.

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