Ciudad Universitaria Año IV Número 25 Octubre de 2008 1968 ...

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Periódico de la Facultad de Filosofía y Letras Ciudad Universitaria Año IV Número 25 Octubre de 2008 ¿QOCURRIÓ EN México en 1968? Pregunté a mis alumnos. Sólo uno levantó la mano. Dijo: “Hubo una matanza de estudiantes”. Es lamen- table que en la actualidad muchos estudiantes universitarios ignoren lo ocurrido entre julio y diciembre de 1968, pues se trata de un movimien- to (conflicto) político que fue deter- minante en muchos sentidos. 1968 abrió cauce a la democracia política de México, pero además fue un pun- to de la historia donde se cruzaron muchos fenómenos. Fue una protesta estudiantil con- tra abusos de la policía y contra los excesos del poder y se trató de una expresión democrática encabezada por estudiantes y apoyada activamen- te por docentes, intelectuales y traba- jadores de clase media urbana. Pero tuvo otros, diversos, significados. En 1968 se reveló por primera vez, como algo maduro, la globali- zación, pues no otra cosa explica la simultaneidad paradójica de la rebe- lión juvenil en el mundo. La televi- sión alcanzó su mayor esplendor. El Mayo francés se transmutó en el Agosto mexicano. La fuerza de atrac- ción que ejercían sobre el estudian- tado fenómenos estadounidenses como el movimiento de los derechos civiles, la Sociedad de Estudiantes Democráticos y los Black Panthers era impresionante. La Revolución cubana y la presencia del Che Guevara en Bolivia eran mitos pode- rosos que agitaban a la juventud de América Latina. La invasión de los tanques soviéticos a Checoeslova- quia indignó al mundo. En el escenario del fondo estaba el rock and roll y los Beatles. Al mis- mo tiempo se inventaba la píldora anticonceptiva y se iniciaba una re- volución sexual que tomó distintas direcciones y dio actualidad sorpren- dente a los escritos de Wilhem Reich. Las tradiciones se derrumbaban en lo más íntimo de la vida humana. ¿Son válidas las relaciones prema- ritales? ¿Puede la mujer tener or- gasmo? ¿Cuándo se puede hablar de una relación sexual satisfactoria? El feminismo entraba a la sociedad por la puerta más amplia. Las muje- res comenzaron a reclamar derechos que se les habían negado y el tema de la “doble jornada” adquiría ac- tualidad. Si hay una palabra que pueda re- sumir esa revolución cultural ésta es: libertad. Los jóvenes se rebelaron contra una sociedad autoritaria, ma- chista, coercitiva, burocrática, anó- nima, mercantil, consumista, beli- cista y predadora. La conciencia so- bre la vulnerabilidad del medio am- biente primero se asoció a cierto mis- ticismo orientalista (un triunfo efímero del budismo), pero más tar- de se secularizó y se convirtió en un movimiento político de amplísimas dimensiones. El deseo de libertad plasmó en una “revolución pedagógica” que hizo de las escuelas llamadas “acti- vas” una moda que atrajo tanto a buenos docentes como a ambiciosos comerciantes del sector privado. En los años setentas proliferaron en la ciudad de México ese tipo de escue- las. Mientras tanto, en la escuela pú- blica se desenvolvía una “revolución silenciosa” bajo la forma de resisten- cia a la gestión autoritaria de las es- cuelas y se fue imponiendo un mo- delo “más relajado” de gestión, en tanto que crecía la idea de que los niños eran, ellos también, portado- res de derechos y merecían respeto de los maestros. De forma igualmente silenciosa cambió la vida de la Universidad: el maestro dejó de ser contemplado como una autoridad y con excesiva frecuencia se le miró como un “com- pañero”. Una simetría que hoy es jus- tamente criticada. En algunas univer- sidades y facultades se inventaron sistemas de autogestión o cogobierno (sistemas que en algunos casos se conservan vigentes). Se optó a veces por elegir a los rectores con “voto universal” de alumnos y maestros con el resultado funesto de que la vida académica se politizó (en el mal sentido del término) y las universi- dades pasaron a manos de caciques o grupos facciosos. Los extremos se vivieron en Psi- cología (UNAM) en donde por vota- ción mayoritaria de una asamblea se resolvió expulsar a los profesores “conductistas” (skinnerianos) por “reaccionarios” (prejuicio que la- mentablemente se conserva vivo en- tre ciertos militantes de izquierda). En otro polo, un grupo de estudian- tes de la Universidad de Sinaloa, a quienes se apodó “los enfermos”, se apoderó de la dirección de la Fede- ración Estudiantil (1972) y lanzó la consigna de “destruir la Universi- dad” so pretexto de que ésta era una fábrica capitalista, y se lanzaron a una campaña de barbarie y devasta- ción que incluyó golpizas a estudian- tes y docentes que no comulgaban con sus ideas y a quienes acusaban despectivamente con el apelativo de “demócratas”; destrucción de labo- ratorios, quema de libros y en el ex- tremo de la locura, asesinato de sus adversarios. El movimiento estudiantil de 1968 fue un episodio político que incluyó protestas estudiantiles calle- jeras y diversos actos pacíficos de protesta que se cerró abruptamente con la masacre de estudiantes del 2 de octubre, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Pero ese año tuvo otros, múltiples significados que lo hace memorable. 1968 concentra y concentrará por mucho tiempo el denso simbolismo de la libertad y la democracia.1 Miembro del Consejo Nacional de Huelga del movimiento estudiantil de 1968. 1968: política y simbolismo GILBERTO GUEVARA NIEBLA 1 (Profesor del Colegio de Pedagogía)

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Periódico de la Facultad de Filosofía y Letras

Ciudad Universitaria Año IV Número 25 Octubre de 2008

¿QUÉ OCURRIÓ EN México en 1968?Pregunté a mis alumnos. Sólo unolevantó la mano. Dijo: “Hubo unamatanza de estudiantes”. Es lamen-table que en la actualidad muchosestudiantes universitarios ignoren loocurrido entre julio y diciembre de1968, pues se trata de un movimien-to (conflicto) político que fue deter-minante en muchos sentidos. 1968abrió cauce a la democracia políticade México, pero además fue un pun-to de la historia donde se cruzaronmuchos fenómenos.

Fue una protesta estudiantil con-tra abusos de la policía y contra losexcesos del poder y se trató de unaexpresión democrática encabezadapor estudiantes y apoyada activamen-te por docentes, intelectuales y traba-jadores de clase media urbana. Perotuvo otros, diversos, significados.

En 1968 se reveló por primeravez, como algo maduro, la globali-zación, pues no otra cosa explica lasimultaneidad paradójica de la rebe-lión juvenil en el mundo. La televi-sión alcanzó su mayor esplendor. ElMayo francés se transmutó en elAgosto mexicano. La fuerza de atrac-ción que ejercían sobre el estudian-tado fenómenos estadounidensescomo el movimiento de los derechosciviles, la Sociedad de EstudiantesDemocráticos y los Black Panthersera impresionante. La Revolucióncubana y la presencia del CheGuevara en Bolivia eran mitos pode-rosos que agitaban a la juventud deAmérica Latina. La invasión de lostanques soviéticos a Checoeslova-quia indignó al mundo.

En el escenario del fondo estabael rock and roll y los Beatles. Al mis-

mo tiempo se inventaba la píldoraanticonceptiva y se iniciaba una re-volución sexual que tomó distintasdirecciones y dio actualidad sorpren-dente a los escritos de Wilhem Reich.Las tradiciones se derrumbaban enlo más íntimo de la vida humana.¿Son válidas las relaciones prema-ritales? ¿Puede la mujer tener or-gasmo? ¿Cuándo se puede hablarde una relación sexual satisfactoria?El feminismo entraba a la sociedadpor la puerta más amplia. Las muje-res comenzaron a reclamar derechosque se les habían negado y el temade la “doble jornada” adquiría ac-tualidad.

Si hay una palabra que pueda re-sumir esa revolución cultural ésta es:

libertad. Los jóvenes se rebelaroncontra una sociedad autoritaria, ma-chista, coercitiva, burocrática, anó-nima, mercantil, consumista, beli-cista y predadora. La conciencia so-bre la vulnerabilidad del medio am-biente primero se asoció a cierto mis-ticismo orientalista (un triunfoefímero del budismo), pero más tar-de se secularizó y se convirtió en unmovimiento político de amplísimasdimensiones.

El deseo de libertad plasmó enuna “revolución pedagógica” quehizo de las escuelas llamadas “acti-vas” una moda que atrajo tanto abuenos docentes como a ambiciososcomerciantes del sector privado. Enlos años setentas proliferaron en la

ciudad de México ese tipo de escue-las. Mientras tanto, en la escuela pú-blica se desenvolvía una “revoluciónsilenciosa” bajo la forma de resisten-cia a la gestión autoritaria de las es-cuelas y se fue imponiendo un mo-delo “más relajado” de gestión, entanto que crecía la idea de que losniños eran, ellos también, portado-res de derechos y merecían respetode los maestros.

De forma igualmente silenciosacambió la vida de la Universidad: elmaestro dejó de ser contempladocomo una autoridad y con excesivafrecuencia se le miró como un “com-pañero”. Una simetría que hoy es jus-tamente criticada. En algunas univer-sidades y facultades se inventaron

sistemas de autogestión o cogobierno(sistemas que en algunos casos seconservan vigentes). Se optó a vecespor elegir a los rectores con “votouniversal” de alumnos y maestroscon el resultado funesto de que lavida académica se politizó (en el malsentido del término) y las universi-dades pasaron a manos de caciqueso grupos facciosos.

Los extremos se vivieron en Psi-cología (UNAM) en donde por vota-ción mayoritaria de una asamblea seresolvió expulsar a los profesores“conductistas” (skinnerianos) por“reaccionarios” (prejuicio que la-mentablemente se conserva vivo en-tre ciertos militantes de izquierda).En otro polo, un grupo de estudian-tes de la Universidad de Sinaloa, aquienes se apodó “los enfermos”, seapoderó de la dirección de la Fede-ración Estudiantil (1972) y lanzó laconsigna de “destruir la Universi-dad” so pretexto de que ésta era unafábrica capitalista, y se lanzaron auna campaña de barbarie y devasta-ción que incluyó golpizas a estudian-tes y docentes que no comulgabancon sus ideas y a quienes acusabandespectivamente con el apelativo de“demócratas”; destrucción de labo-ratorios, quema de libros y en el ex-tremo de la locura, asesinato de susadversarios.

El movimiento estudiantil de1968 fue un episodio político queincluyó protestas estudiantiles calle-jeras y diversos actos pacíficos deprotesta que se cerró abruptamentecon la masacre de estudiantes del 2de octubre, en la Plaza de las TresCulturas de Tlatelolco. Pero ese añotuvo otros, múltiples significados quelo hace memorable. 1968 concentray concentrará por mucho tiempo eldenso simbolismo de la libertad y lademocracia.♦

1 Miembro del Consejo Nacional de Huelgadel movimiento estudiantil de 1968.

1968: política y simbolismoGILBERTO GUEVARA NIEBLA1

(Profesor del Colegio de Pedagogía)

Invasión de Ciudad Universitaria...que me presenté ante el escritorio deJosé Vasconcelos, que presumían lossecretarios de Educación. Mi maes-tro en Filosofía y Letras de Teoría li-teraria y en el seminario de Creaciónliteraria, amigo en Guadalajara cuan-do fue gobernador de Jalisco, quienme abrió las puertas de la UNAM conuna carta a Nabor Carrillo, de Alfon-so Reyes en El Colegio de México,del Centro Mexicano de Escritores,me preguntó a bocajarro: “¿En quéandas metido en el movimiento es-tudiantil?” Y me mostró un memo-rando de la Secretaría de la Presiden-cia firmado por Emilio MartínezManautou, en el que se le pregunta-ba al secretario de Educación “¿por-qué hacía la Revista de Bellas Artesun enemigo personal del presidenteGustavo Díaz Ordaz?”. Ante mi azo-ro, Yánez, me propuso que saliera delpaís como agregado cultural, nom-bramiento que estaba en sus manos.Me dio a escoger entre Chile, Cana-

dá y Suiza, que estaban disponibles.Le dije que no quería irme a ningu-na parte, que si le estorbaba renun-ciaba al INBA. Me dijo que él inclusohabía tratado de renunciarle a Díaz

Ordaz y que éste lo había retenido ala fuerza. “Ándate con cuidado, por-que las cosas se van a poner muymal”, me dijo.

Al salir de la SEP pasé por el Zó-calo y vi, realmente alarmado, quehabía tanquetas todo alrededor dePalacio Nacional!!! Vientos de Fron-da soplaban ya sobre nuestra capi-tal… Estábamos a un paso del 2 deoctubre, día de la ignominia, de lavergüenza más grande de nuestrahistoria. La sangre no se lavaría nun-ca, como dijo Octavio Paz en su poe-ma publicado en el suplemento deFernando Benítez La Cultura enMéxico, días antes de su renuncia ala embajada de la India. Volví a lasoficinas del Comité Olímpico, y medi cuenta de que estábamos ya cus-todiados por el ejército con metra-lletas. Incluso, una noche arrojaronun petardo a la casa de RamírezVázquez. Se acusaba al movimientoestudiantil de querer boicotear losJuegos Olímpicos, la coartada másabsurda para la brutal represión quevendría y que terminaría en matan-

Estacionamiento de la Facultad.

Viene de la página 3

Ángel y los trajeron paseando variashoras y los soltaron en una barran-ca. Una noche fui a la casa de Tlalpana buscar algunos libros y ropa. Esta-ba muy oscuro. Al meter la llave enla cerradura, unos brazos me ate-nazaron de los tobillos, pero yo pateéa mi agresor en la cara y me zafé; lo-gré, no sé cómo, trepar la alta bardade piedra y saltar dentro de la casa.Nunca supe si iban por mí o era Pan-cho, un teporocho que se refugiaba ahíde la lluvia y del frío; Hernán LavínCerda hizo un poema al Fafafan,como le decían mis hijos pequeños.Si fue el Fafafan el que me agarró,menudo susto me pegó.

De pronto me llamó el directorde Bellas Artes, mi maestro aquí deCrítica literaria, José Luis Martínez,y hablando de cosas intrascendentesescribió en un papel: “Te quiere verAgustín Yánez en la SEP. Escribo por-que hay micrófonos por todas par-tes”. Yo dirigía la revista del INBA, así

za. Díaz Ordaz, en su último infor-me a la nación, asumió toda res-ponsabilidad por “haber salvado a lapatria de una conjura comunista”.Hoy el verdadero genocida, LuisEcheverría, ha sido juzgado y tienepor cárcel su domicilio en San Jeró-nimo. Pero me dicen que nuestra glo-riosa Suprema Corte de Justicia haechado abajo el castigo y que LEA havolado libre para figurar como unhéroe en la historia oficial de estemaravilloso país. En la portada delúltimo Proceso leemos: “Tlatelolco69: la historia no lo absolverá”. Y enseguida, Echeverría provoca: “Nopido perdón”.♦

♦MirillaQuerida Cristina:

40 años después creo que po-demos recordar y llorar, perotambién soñar y construir.