Clase 5 Foucault Deleuze

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Seminario: Foucault - Deleuze – Docente: Luis Diego Fernández Página 1 Seminario FOUCAULT Y DELEUZE Placer y deseo: un diálogo Marzo-Junio 2014 Docente a cargo: Luis Diego Fernández Módulo 3: Clase 1 www.educampogrupal.com.ar [email protected]

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Seminario

FOUCAULT Y DELEUZE Placer y deseo: un diálogo

Marzo-Junio 2014

Docente a cargo:

Luis Diego Fernández

Módulo 3: Clase 1

www.educampogrupal.com.ar

[email protected]

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Clase 5

Michel Foucault vs. Gilles Deleuze. Placer y deseo: cuerpo y fuga.

Michel Foucault vs. Gilles Deleuze

A) Placer y deseo: cuerpo y fuga

1.

Félix Guattari (1930-1992) practicó una filosofía “menor”, si es

posible reversionar la categoría que él mismo, junto a Gilles Deleuze,

aplicó para Franz Kafka, a propósito de la literatura “menor”. Lo

“menor” aludido, era una forma de operación que llamaban

“desterritorializar” dentro de una lengua “mayor”, vale decir: la

subversión desde dentro de un lugar esquivo o bastardo: un judío

checo escribiendo en alemán. En ese sentido, Guattari fue un filósofo

“menor”, porque era psicoanalista, y su ensamble con Deleuze lo

colocó con el tiempo en un lugar de veladura, de omisión permanente

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a la hora de repasar los otros tres textos centrales que escribieron

juntos: El Antiedipo, Mil Mesetas y ¿Qué es la filosofía?

2.

La obra en solitario de Guattari es más acotada, menos traducida y

cuenta con notables bombas libertarias: Revolución

molecular (1977), Las verdades nómades (1985), Las tres

ecologías (1987), Cartografías esquizoanalíticas (1989) o el último

opus: Caósmosis (1992). Poco sentido tiene discernir que aportó

Deleuze y que Guattari en las obras en conjunto, precisamente

pretendían el entrecruce de subjetividades al modo de un

agenciamiento, por emplear una de sus categorías. La oposición

también constituyó el pensamiento guattariano: al psicoanálisis

freudiano y lacaniano, al capitalismo corporativo, a la opresión

soviética (el socialismo real). La pretensión del apuntalamiento y la

creación de comunidades provisorias, deseantes y nomádicas está en

Guattari de forma inapelable. Dice Bifo: “El Antiedipo no conoce la

depresión”, es decir, el problema del sentido y la producción del

deseo. Un gran aporte de Guattari, entre otros, habrá sido la

correlación entre procesos sociales e inconscientes. La peste

emocional producto de valores imperantes del capitalismo

transnacional (deuda, consumismo, stress competitivo) genera

síntomas dramáticos: pánico, agresividad, angustia, depresión. La

micropolítica que piensa implícitamente Guattari busca desactivar

tanto al marxismo normalizador como al capitalismo neurotizante. El

aporte de la izquierda libertaria guattariana marcó luchas específicas

de minorías, en su devenir: palestinos, obreristas, femenismo,

transexuales, etc.

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3.

Guattari sin Deleuze: lo molecular, el cut-up, tomado del

procedimiento literario de William S. Burroughs, el montaje, la

descomposición. Deleuze aportará la liberación de la historia de la

filosofía de la metafísica del acontecimiento. El deseo, para Guattari,

produce. ¿Qué crea? Subjetividades, no sujetos. No hay sujeto, hay

procesos de subjetivación. El deseo cambia el mundo: es la condición

de posibilidad de otras proyecciones de flujos deseantes. En ese

aspecto, el pensamiento de Guattari quizá haya sido, de modo más

encubierto que en los casos de Foucault y Deleuze, la piedra angular

de Mayo del 68, es decir, la evolución postanalítica, postpolítica, en

favor de una revolución molecular y anarquizante. Esto es: la

proliferación de modos de vida y el inconsciente pensado al modo de

laboratorio de experimentación, no como teatro de representación

estable. El inconsciente como fábrica, como máquina, que está antes,

siempre, de la subjetividad. Esa micropolítica y microfísica no implica

ninguna verdad en la Historia por realizar. Guattari se habrá librado

de Hegel.

4.

El pensamiento de Guattari es en gran medida la arquitectura del

espíritu del 68, movimiento de rebelión contra toda cadena:

explotación, opresión, imperialismo, familiarismo, Estado y

significado. Ligada a esta crítica en pos de la creación de

comunidades amistosas, está el aporte capital de Félix: el

esquizoanálisis. Aquí no sólo tenemos una terapia sino un modo de

concebir la relación entre la singularidad (o individualidad) y la

caósmosis (o el mundo). La esquizoterapia implicará una crítica al

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psicoanálisis freudiano de modo medular: elitista, de alto costo, largo

tiempo, propulsor del modelo edípico. El problema central del

psicoanálisis habrá sido, señala Guattari, expandir una categoría

como el complejo de Edipo (la tríada hijo/mamá/papá) de modo

universal cuando, en rigor, era contextual a la familia burguesa y el

sentimiento de culpa propio del judeocristianismo de la Europa de

fines del siglo XIX y principios de siglo XX. Mientras que la cura para

el psicoanálisis implicaba la reducción del psiquismo a las normas de

comportamiento social y la familia normalizante, en el

esquizoanálisis, se pretenderá seguir el “delirio” del paciente para

volverlo coherente y compartible con otros: abrirlo a la amistad.

Mientras que el psicoanálisis normaliza, el esquizoanálisis libera.

5.

La filosofía guattariana diseña una posición libertaria, un devenir

“menor” como vida feliz. De otra forma: ni identidades universales

(liberalismo, socialismo, mercado, etc.) ni identidades particulares

(nacionalismo, populismo, integrismo, etc.). La filosofía de Guattari

irá en otra dirección, paralela, en pos de una identidad producida por

el deseo, siempre provisorio y nomádico. La cura, de esta forma, es

la realización libidinal en la experiencia, en su potencial creador. Bifo

transmite ese vigor guattariano, algo que se agradece.

6.

Durante mucho tiempo visto como un texto coyuntural hijo de Mayo

del 68, El Anti Edipo, en rigor, es el comienzo de la producción

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filosófica verdaderamente “original” de Gilles Deleuze con Félix

Guattari; un libro que el propio Deleuze define aún como un poco

académico, pero que, según el filósofo, significó el placer de

comenzar a decir las cosas con nombre propio, y dejar de hacer

historia de la filosofía: “La historia de la filosofía ejerce, en el seno de

la filosofía, una evidente función represiva, es el Edipo propiamente

filosófico: "No osarás hablar en tu propio nombre hasta que no hayas

leído esto y aquello, y esto sobre aquello, y aquello sobre esto." Fue

así como yo empecé a escribir libros en ese registro de vagabundeo

pero aún lastrados por un pesado aparato universitario. De ahí

salió El Anti Edipo, que representaba un nuevo progreso. Pero

tampoco puede decirse que El Anti Edipo esté libre de todo aparato

de saber: todavía es muy universitario, demasiado serio, no se trata

de la filosofía pop.”

7.

Sibertine-Blanc sitúa a El Anti Edipo como un libro de intervención e

invención teórica, pero también como un libro práctico, algo

absolutamente en sintonía con lo que pensaba Michel Foucault –uno

de sus grandes defensores- que, en el prólogo a la edición

norteamericana (1977), lo describe como un libro de ética y un

verdadero arte de vivir contemporáneo que abreva en Spinoza y

Nietzsche -contra Marx y Freud, verdaderos codificadores del

deseo. El Anti Edipo, señala Foucault, tiene tres adversarios: los

burócratas de la revolución, los tristes técnicos del deseo -

psicoanalistas y semiólogos-, y el fascismo -no sólo de Hitler a Stalin-

, sino nuestros microfascismos cotidianos, nuestras mentes y

conductas codificadas y normalizadas. Foucault mismo es quién

define El Anti Edipo como una "introducción a la vida no fascista", un

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arte de vivir o un "manual" para desalojar el fascismo de nuestras

conductas.

8.

Una de las claves para comprender El Anti Edipo –así como Mil

Mesetas, su secuela, en 1980- es partir de la hipótesis del capitalismo

como un proceso de descodificación generalizada –lo que Deleuze

llama desterritorialización. El proceso capitalista va de descodificación

a codificación, es decir, de desregulación a regulación de la

producción deseante. La emancipación de flujos del deseo que

debería ser lo propio del capitalismo -una sociedad atea, sin papás, ni

maestros, ni caudillos, sólo mercado- sin embargo, señalan los

autores, nos lleva a la angustia y la necesidad de codificación (reglas,

normas), de ahí la reterritorialización en artificios: Estado, normas,

instituciones. Ahora bien, no se trata de “liberar el deseo” –algo muy

obvio y poco argumentable- sino de dar cuenta del deseo liberado a

la vez que el deseo codificado. Son ambos a la vez y simultáneos. De

ahí la superioridad de la literatura norteamericana –de Melville y

Whitman a Miller, Kerouac y Ginsberg-, en la que Deleuze ve el

proceso de fuga dentro del propio esquema capitalista. Lo mismo que

codifica, es lo que posibilita la fuga y la vuelta a codificar.

9.

El propósito de El Anti Edipo es claro: salir de Marx y del

freudomarxismo desde Nietzsche y Spinoza. El proyecto de Deleuze y

Guattari era "desedipizar el inconsciente", esto es, liberarlo de la

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remisión permanente a papá-mamá. Desfamiliarizarlo. En lugar del

inconsciente como teatro de representaciones de un objeto ausente

(deseo platónico, como carencia), el inconsciente como fábrica que

produce (el deseo productor), como actividad y experimentación con

el afuera. La clave del texto será el concepto de "máquina deseante".

Esto es la vida no edípica del insconciente. El deseo no como

representación “reprimida” a ser “descubierta” en la interioridad de

un sujeto cerrado sobre sí, sino como producción, como proceso que

surge y se intensifica en el contacto con el exterior –el mundo.

Podríamos decir: mientras más hacemos, más deseamos.

10.

Nietzsche es a Foucault lo que Spinoza a Deleuze. La genealogía de la

moral es la precuela de La voluntad de saber así como laÉtica es el

antecedente de El Anti Edipo. Lo que para Nietzsche/Foucault es

poder, para Spinoza/Deleuze es deseo. Si para Nietzsche/Foucault el

productor de lo real es el poder, para Spinoza/Deleuze el productor

de lo real es el deseo. Para Deleuze, el capitalismo controla y codifica

los deseos, pero también permite líneas de fuga y descodificaciones

(desregulaciones). El mejor ejercicio de lectura de El Anti Edipo sigue

siendo a la manera de Foucault: un arte de vivir contemporáneo.

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Referencias bibliográficas:

. Franco Bifo Berardi, Félix

. Edgardo Castro, Lecturas foucaulteanas

. Edgardo Castro, Diccionario Foucault

. Gilles Deleuze, Foucault

. Francois Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari. Una biografía

cruzada

. Raúl García, La anarquía coronada. La filosofía de Gilles Deleuze

. Didier Eribon, Foucault

. David Halperin, San Foucault

. James Miller La pasión de Michel Foucault

. Alexander Nehamas, El arte de vivir. Reflexiones socráticas de

Platón a Foucault

. Paul Patton, Deleuze y lo político

. Judith Revel, El vocabulario de Michel Foucault

. Nikolas Rose, Políticas de la vida

. René Schérer, Miradas sobre Gilles Deleuze

. Wilhelm Schmid, En busca de un nuevo arte de vivir

. Louis Georges Tin, La invención de la cultura heterosexual

. Paul Veyne, Foucault

. Francois Zourabichvili, El vocabulario de Deleuze