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Clase 7
Una escuela que aloje ladiversidad
Dra. Gisela Untoiglich
“La educación es el modo como laspersonas, las instituciones y las sociedadesresponden a la llegada de los que nacen. Laeducación es la forma en que el mundorecibe a los que nacen. Responder es abrirsea la interpelación de una llamada y aceptar suresponsabilidad. Recibir es hacer sitio: abrirun espacio en el que lo que viene puedahabitar, ponerse a disposición de lo queviene sin pretender reducirlo a la lógica denuestra casa.”
Jorge Larrosa
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Una escuela que aloje la diversidad
¿Cómo alojar las complejidades de la infancia que se dan a ver en la
institución escolar sin patologizar las diferencias?
Como venimos viendo a lo largo del curso afirmamos que cada vez hay
más niños que no se ajustan a lo esperable, cada vez hay más padres que
necesitan un mayor sostén para la crianza de sus hijos, por lo tanto cada vez
hallamos mayores niveles de fragilización. Asimismo la institución escolar
también está atravesando una época de mayor precarización, hoy pondremos
el acento en este último aspecto.
Para los que no hayan leído nunca a Ignacio Lewkowicz (historiador de
la educación), les recomiendo el libro “Pedagogía del Aburrido” (Paidos, 2004),
para los que ya lo leyeron extraigo un párrafo que me parece fundamental para
pensar las instituciones escolares en esta época. Lewkowicz realiza un análisis
profundo de lo que ocurre en estos tiempos en la escuela, centrándose en el
corrimiento del Estado-Nación de las últimas décadas, con especial énfasis en
los años noventa, planteando que a partir de esa etapa se ven alteradas las
condiciones de existencia de los individuos tanto como de las instituciones. "El
tablero que regulaba los movimientos de las piezas institucionales se
desintegra. Sin tablero que unifique el juego, las instituciones se transforman
en fragmentos sin centro... se destituyen unas condiciones con capacidad de
organizar significación sin que se constituya nada equivalente con virtud
simbolizadora... Los ocupantes de las escuelas posnacionales (maestros,
alumnos, directivos y padres) hoy sufren de destitución y fragmentación; ya no
se trata del autoritarismo de las autoridades escolares, sino del clima de
anomia que impide la producción de algún tipo de ordenamiento... sufren
porque no hay normativa compartida.
La subjetividad que resulta de estar en una escuela cuando el mercado
es la instancia dominante de la vida social es absolutamente otra... La
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velocidad del mercado amenaza la consistencia ya fragmentada de las
instituciones nacidas para operar en terrenos sólidos. De esta manera las
escuelas se transforman en galpones... que carecen de cohesión lógica y
simbólica... coincidencia puramente material de los cuerpos en un espacio
físico... cada uno arma su escena, el pasaje de la institución al galpón implica
un supuesto: las condiciones de un encuentro no están garantizadas" (las
negritas son nuestras, Lewkowicz, 2004)
Es interesante como Lewkowicz conjuga instituciones educativas con la
época que Baumann denomina modernidad líquida, porque justamente una
parte del problema es que las escuelas se crearon en plena modernidad sólida
(siglo XIX), transmiten allí sus saberes docentes formados en el siglo XX a
niños nacidos en el siglo XXI, por supuesto que esto es en sí mismo un
problema. El autor habla de la Anomia, que se define como el “Conjunto de
situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su
degradación”, lo cual trae como consecuencia que los pequeños se encuentren
con adultos que les cuesta sostener legalidades, en un mundo que premia el
éxito fácil y a cualquier precio. Las “escuelas - galpón” a las que el historiador
hace referencia, son aquellas en las cuales los niños son depositados sin
demasiadas esperanzas de un porvenir, debido a que también ha caído uno de
los baluartes del SXX que es la idea de progreso, hoy pocos sueñan con que
sus hijos tendrán un futuro mejor que ellos, para aquellos que están dentro del
sistema su mayor anhelo es que sus hijos puedan perdurar en él, y los que
están en los márgenes ni siquiera fantasean con que esto pueda ser diferente.
En el otro extremo las escuelas de los niños ricos, se rigen por las leyes de
mercado en las cuales se trata que los pequeños incorporen más y más
contenidos y si es necesario que estén medicados para sostenerse, ¡adelante!
Los sujetos entonces pasan a ser objetos, una mercancía más, en un mundo
donde todos podemos ser sumatorias de funciones que pueden alterarse y por
la tanto arreglarse, cada una por cuenta propia.
Por otra parte, como ya vimos, la lógica del mercado hoy también se
impone en los modos de realizar diagnósticos. El DSM IV (y próximamente con
mayor virulencia el DSM V) pone de manifiesto una modalidad de búsqueda de
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respuestas rápidas, de supuesta satisfacción del cliente, sin tiempo para los
procesos y para el encuentro con lo doloroso, con poco compromiso por parte
del profesional en el sostén del niño y su sufrimiento. Parece ser más sencillo
imponer una etiqueta diagnóstica que tomarse el tiempo para indagar acerca
de sus padecimientos. A su vez la escuela, desbordada por múltiples
problemáticas, tampoco está en condiciones de alojar las diferencias lo cual
redobla el desamparo del niño.
El objetivo de la Institución escolar es brindar a los alumnos las
posibilidades para que todos aprendan allí. Cuando los padres inscriben al niño
legalmente, lo ubican en una cadena generacional que los trasciende, le donan
un nombre propio y un linaje; cuando lo inscriben en la escuela que eligieron
(los que tienen la suerte de poder hacerlo), lo introducen en una cadena social.
Piera Aulagnier (1975) le otorga un estatuto metapsicológico al campo social y
propone que esa sociedad también va a esperar y catectizar de un modo
peculiar a ese nuevo integrante. La institución escolar es el primer
representante de la sociedad que debería albergar a ese pequeño, sin embargo
¿qué sucede cuando ese niño es rechazado por sus dificultades?
Aquí un dibujo del talentoso Tonucci, muestra en clave de humor un
modo generalizado de pensar la educación
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Ahora quisiera que abordemos estos temas en relación a una niña.
Recorte clínico - educacional1
Luz era una niña de 6 años que concurría a primer grado de una escuela
de alta exigencia académica, el colegio que dejó designado su madre antes de
fallecer de un cáncer de mama, tres meses antes de que su hija comenzara
primer grado, enfermedad contra la que había luchado los últimos 4 años de
su vida. A dos meses de iniciadas las clases en la nueva escuela, me citaron y
la maestra en un tono inquisitivo exclamó: “Decime ¿esta nena era normal
antes que se muriera su mamá?” Luego de recomponerme del asombro ante
el modo tan poco empático de expresarse acerca de una niña que se
encontraba en pleno proceso de duelo, le solicité que enunciara cuáles eran
sus preocupaciones con respecto a la criatura:
1 Este recorte clínico está tomado del artículo “En la infancia los diagnósticos se escriben enlápiz” de mi autoría, publicado en Actualidad Psicológica 2011
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✓ no copia en clase, salvo que la esté mirando,
✓ me desafía constantemente;
✓ tiene problemas con las operaciones matemáticas, pero cuando
me siento con ella las hace correctamente;
✓ no tiene amigas, molesta deliberadamente y las acusa si no la
consideran en el juego;
✓ miente acerca de quien inicia los conflictos, tengo que intervenirtodo el tiempo;
✓ no presta atención
✓ no se queda quieta ni un momento.
La psicopedagoga del gabinete escolar añadió: “yo ya la vi un par de
veces y le hice un diagnóstico, ella no quería hacer nada de lo que yo le
proponía, es claramente un T.O.D. (trastorno oposicionista desafiante), con “un
poco de A.D.H.D.” (Déficit de atención con hiperactividad), quizás tendrían que
considerar la posibilidad de medicarla para que se tranquilice y pueda
acomodarse mejor en la escuela o sino pensar en un cambio de institución.”
“¿Esta nena era normal… antes de la muerte de su madre?” se
preguntaba la maestra, con una respuesta que en realidad ya poseía y que
transformaba la cuestión en “cosa juzgada”. ¿Qué es la normalidad, qué es la
anormalidad?, Foucault en su libro “Los anormales” (1999) plantea que la
anormalidad es una construcción discursiva que está atravesada por los
condicionamientos políticos de una época que determina quién es normal, por
ende quién es anormal - “biopolítica” -y que tiene un poder sobre esas vidas -
“biopoder” - que ejerce dictaminando qué es lo que se debe hacer con el
diferente. Así, el desconocido pasa a ser un conocido “anormal”, lo cual lo
convierte en un caso previsto por la norma (Veiga-Neto, 2001), lo que
tranquiliza a muchos adultos. En este sentido la lógica del DSM con su
supuesta pretensión a-política, no hace más que mostrar un ejercicio biopolítico
que nos presenta como sociedad creando pares antitéticos en el cual
quedamos claramente diferenciados nosotros, “los normales” y los otros: los
discapacitados, los locos, los pobres, los negros, los de países
subdesarrollados, los enfermos, los inmigrantes, etc. Así las etiquetas
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diagnósticas cumplen su función clasificatoria ordenando el caos, lo
impredecible y desimplican al adulto de su relación con la problemática. ¿Si
cada vez hay más niños con problemas psíquicos severos no habrá que revisar
lo que estamos generando desde el mundo adulto? Llama la atención lo
sencillo que parece realizar diagnósticos en la actualidad y por otra parte, lo
banalizado que se encuentra el consumo de psicofármacos con la finalidad de
que el pequeño se acomode a lo que se espera de él.
Era claro que Luz no era una niña sencilla, no era una de esas nenas
que ante la tristeza se ponen a llorar y piden ayuda, sino que su modo de
convocar al otro era provocándolo. Era una pequeña con una historia muy
difícil, una madre soltera de la cual lo único que recordaba era el malestar
después de las sesiones de quimioterapia, su cansancio, su deterioro
progresivo y el encierro al que estaban sometidas porque vivía junto a su
abuela en un segundo piso por escalera y como la madre pasó los últimos 2
años de su vida en silla de ruedas, la abuela no tenía fuerzas para bajarla,
entonces la única salida diaria de la niña era al jardín de infantes, institución
que la había sostenido en todo el padecimiento familiar y a su sesión de
terapia, a la cual podía concurrir sólo si conseguían alguien que se quede con
la madre.
Luego de la muerte de su madre, su único sostén era su abuela
materna, señora mayor muy gastada por todo lo vivido, para quien la
preocupación central era qué iba a suceder con Luz si a ella le pasaba algo. No
había espacio para lo lúdico, para lo vital y la niña a través de su inquietud y su
desafío trataba de convocarla, intentando sacarla del letargo y la desolación en
el que se sumía con frecuencia.
Sin duda los diagnósticos son necesarios pero de ningún modo pueden
estar por delante del niño, tienen que posibilitar la construcción de estrategias y
nunca pueden armarse sólo por las conductas observables, sin tomar en
cuenta la multiplicidad de factores que pueden ocasionar esa manifestación
conductual.
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Luz necesitaba una institución que pudiera alojarla, que pudiera
entender que las diferencias no son un ataque personal al adulto, que las
actitudes desafiantes de la niña daban cuenta de su infinita soledad y
desamparo. La inquietud, la desatención, el desafío ponían de manifiesto su
angustia. Por supuesto que es condición necesaria que un niño vaya a la
escuela y aprenda, pero para que este proceso pueda desplegarse, algunos
otros requisitos deben estar construidos con anterioridad, como vimos en la
clase anterior.
Decíamos que para que un niño pueda aprender tiene que haber un
adulto que garantice ciertas condiciones mínimas ligadas a la supervivencia
(alimentación, cuidados físicos, descanso) así como también que apueste a la
polifonía de sentidos; que invista libidinalmente la capacidad de pensar y de
aprender del pequeño; que esté dispuesto a aceptar que entre el niño y él hay
una opacidad en la cual no todo le es conocido; que anhele que este niño
pueda construir un deseo y un pensamiento autónomo. Asimismo aprender
tiene que ser una actividad ligada a lo placentero, a lo subjetivante. También es
condición la construcción de diques, estos diques permiten que el niño pueda
acotarse, así como también aplazar la satisfacción inmediata. A su vez el niño
tiene que poder creer que la escuela como representante de terceridad, es un
lugar que lo va a albergar, lo va a esperar, lo va a acompañar y a su vez va a
realizar su propia apuesta de continuidad sobre este sujeto.
Es necesario desplegar la idea de un Porvenir como una puerta que se
abre a lo impredecible, a lo discontinuo, a lo que nos sorprende, transformando
al niño y a nosotros mismos.
Luz estaba transitando un proceso de duelo, que necesitaba tiempo y
sostén, ubicar la prioridad en la exigencia académica no la iba a ayudar.
¿Cómo se acompaña desde la institución escolar a los niños en sus
diferencias?
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M. Rodulfo (2007) nos alerta acerca de la patologización de las
diferencias en la infancia3 y el campo de lo escolar es un lugar privilegiado
donde esta se despliega. La escuela necesita niños tranquilos, atentos y
disciplinados, sin embargo esto hoy ocurre cada vez con menos frecuencia.
Algunos de estos niños simplemente no se acomodan al ritmo, pero esto no es,
necesariamente patológico, sin embargo otros, como Luz, sí están padeciendo
y necesitan de un acompañamiento singular.
Cada institución educativa desarrolla un ESTILO que se transmite de
diversas formas, algunas explícitas y otras implícitas: - cómo se construye la
currícula, qué se prioriza; - el trabajo con los docentes, su formación y
capacitación; - cómo se valoran los aprendizajes, cómo se transmiten; - cómo
2 Sólo encontré este dibujo de Tonucci en portugués, assinado quiere decir firmado3 Ver artículo de Marisa Rodulfo “El ADD/ADHD como caso testigo de la patologización de ladiferencia”, en la Biblioteca del curso
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se evalúan los aprendizajes; - qué se espera del niño, de los padres, de los
docentes; - cómo se comunican con los niños, sus familias; - cuáles son las
expectativas en cuanto al rendimiento académico y la conducta; - cómo se
atraviesan las situaciones de conflicto; - qué estrategias se utilizan; - cómo se
abordan las cuestiones sociales en los diversos grupos; - cuáles son los
valores que se transmiten explícita e implícitamente; - qué se hace con aquello
que se sale de lo esperable.
A partir de todas estas cuestiones la escuela despliega su modalidad,
los docentes arman una identidad de cómo se es maestro en esa institución,
los niños construyen su “oficio de alumnos”, los padres construyen su
modalidad en relación a esa escuela que los demanda de determinada manera.
Ahora profundizaremos en un aspecto específico, pero que está en
relación a todos los puntos mencionados aquí, que es la cuestión de la
integración / inclusión de lo diverso. ¿Por qué utilizo los dos conceptos? Porque
muchas veces, erróneamente, se utilizan como sinónimos.
En la actualidad, es políticamente correcto decir que la institución en la
que uno trabaja integra, es inclusiva, acepta niños con “necesidades
especiales”, sin embargo habrá que profundizar en cuáles son los alcances de
estas afirmaciones.
El concepto de INTEGRACIÓN hace referencia a: “Unificación, mezcla,
reunión, igualdad. Componer un todo con sus partes integrantes. Desde la
sociología: adaptación de un individuo a una cultura”. Apunta a que es el niño
con supuestas necesidades especiales el que debe adaptarse al grupo y a la
institución que “misericordiosamente”4 le abre sus puertas. Entonces todo se
mantiene estable y el niño y sus padres realizan todos los esfuerzos necesarios
para quedar dentro del sistema que tuvo la condescendencia de abrirle sus
4 Este término lo tomé de la directora de la escuela a la que Luz concurría que me dijo esta frase textualcuando discutíamos las estrategias de inclusión de la niña a la que claramente ella quería dejar fuera desu institución para el año siguiente.
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puertas, restableciendo la unidad. Pero me pregunto ¿existe dicha unidad?,
¿es preciso y posible componer un todo homogéneo?
Inés Dussel (2009) nos cuenta que la idea de IGUALDAD es uno de los
pilares de la escuela moderna, de hecho las instituciones educativas que creó
la revolución francesa se llamaron en un principio “casas de igualdad”. En ellas
todos los niños accedían a la misma educación y al mismo cuidado, usando
todos, la misma vestimenta. En Argentina, la escuela sarmientina, tenía como
propósito que todos debían recibir la misma educación, sin importar las
nacionalidades de origen, clases sociales, religión, diferencias sexuales o
raciales. Igualdad se transformó en equivalente a homogeneidad, con la
intención de garantizar una supuesta libertad y prosperidad para todos (para
todos los incluidos en la “civilización”, ya que los que quedaban por fuera
pertenecían a la “barbarie”).
El sistema educativo responde desde sus comienzos a un mandato de
homogenización y eliminación de lo diverso, apoyado en una tradición
normalizadora en la cual las diferencias están relacionadas con “el déficit”, la
desviación de la norma se estigmatiza, categoriza y etiqueta en una acción que
va mucho más allá de lo estrictamente académico….
Por otra parte, el concepto de INCLUSIÓN remite a: “Acción y efecto de
incluir. Conexión o amistad de alguien con otra persona. Desde la mineralogía:
partícula que altera las propiedades de un metal, aleación o medio cristalino.
Modo en que la escuela debe dar respuesta a la diversidad”. A diferencia de la
idea de integración, en el concepto de inclusión el supuesto del cual se parte es
que hay que modificar el sistema para responder a todos los alumnos, en vez
de entender que son algunos alumnos los que se tienen que adaptar al sistema
haciendo denodados esfuerzos para integrarse al mismo. Se propone la idea
de que cuando se incorpora un “niño con necesidades especiales” a un grupo,
todos los sujetos se benefician en esa inclusión. Sin embargo una cuestión que
señalan algunos autores, como Graciela Frigerio, entre otros, es que el
concepto de inclusión trae siempre aparejado el de exclusión, o sea para que
tenga que plantearme la inclusión en el modelo educativo, es porque cada vez
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más niños quedan excluidos del sistema. Por supuesto que esto va mucho más
allá de los niños con ciertos diagnósticos psicopatológicos, también refiere a los
niños pobres, a los inmigrantes y a todo tipo de extranjeridad.
Graciela Frigerio (2003) propone la noción de “extranjeridad” para
pensar las diferencias, el “extranjero” sería aquel que debería adaptarse y
pasar a formar parte de la mismidad, o si no se adapta queda fuera del
sistema. En este mundo supuestamente globalizado, este es hoy uno de los
mayores temores de los padres, que sus hijos queden fuera del sistema, por lo
tanto cualquier esfuerzo es válido para que esto no ocurra (incluso el consumo
de psicofármacos para adaptar al niño a lo que se espera de él).
Desde esta perspectiva estaríamos planteando entonces “tolerar” las
diferencias, en tanto y en cuanto no obstaculicen el camino del aprendizaje de
la supuesta mayoría “normal”. Por otra parte las diferencias están planteadas
muchas veces desde un determinismo biológico que le otorga identidad de
“enfermo”, por lo tanto, el deficiente será objeto de todos los paliativos que
podamos proveerle para intentar normalizarlo lo máximo que se pueda. Así se
realiza una reducción radical del otro, a otro más próximo, en el cual la
amenaza de las diferencias se estandariza, clasifica y se intenta su anulación.
Las diferencias quedan así enmarcadas en relaciones de poder-saber que
predicen trayectorias de fracasos atribuidas sólo a causas “individuales y
naturales” (Kaplan, C., 1997). Se predeterminan así las respuestas y se
construyen estrategias para los “niños deficitarios”, que lo único que harán será
subrayar aún más el déficit5. Será imprescindible pensar las diferencias sin que
se transformen en desigualdades naturalizadas.
Carlos Skliar (2005) plantea que la preocupación por las diferencias ha
mutado a la obsesión por “los diferentes, los otros, los extraños”, banalizando
las diferencias. El autor propone pensar las diferencias como “experiencias de
alteridad… estar siendo múltiple, intraducible e imprevisible en el mundo”,
5 Esto lo podemos ver, por ejemplo, en los discutibles “certificados de discapacidad” (al menos funcionaasí en Argentina), los cuales se entregan para que los niños reciban las prestaciones que en realidad lesdebieran corresponder por el sólo hecho de ser niño y que en muchos casos solamente sirven paraacentuar las diferencias.
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comprender que estamos hechos de diferencias, que habrá que sostener en su
inquietante extrañeza. De esto deviene su propuesta de las “Pedagogías de las
diferencias”, pedagogías plurales, de las singularidades y las multiplicidades, lo
cual posibilita que todos los puntos del entramado estén interconectados, sin
necesidad de homogeneizarlos. Así se generan espacios para la incertidumbre,
lo inesperado, lo incómodo.
“La alteridad en cuanto diferencia es la condición de posibilidad de un
porvenir, cuya condición de existencia deviene de la relación que se establezca
con la alteridad como sujeto de experiencia y de lenguaje. Ese por-venir
acontece donde se da lugar, donde se abren los oídos, donde se escucha,
donde se abre espacio a la palabra porque el nosotros se dispone a callar y a
prestar oído”. (Skliar, 2005).
Esto se podría enlazar con la “Pedagogía de la escucha” de Loris
Malaguzzi, creador de las escuelas de Reggio Emilia, en las cuales se piensa
al niño como un ser complejo, co-constructor de sus aprendizajes y en el cual
el adulto tiene que conectarse fundamentalmente con la capacidad de escucha
del niño y de sí mismo. La escucha no es sólo oír, es disponibilidad, es
sensibilidad, es escucha desde todos los sentidos. Implica siempre y por sobre
todo disponer de tiempo para la escucha.
Una escuela para lo común / lo diverso
G. Frigerio y G. Diker (2008) proponen un trabajo para construir “lo
común” en la escuela, ya que esto no es algo que viene dado, no es natural. Lo
común, que desde ya no es lo homogéneo. “El problema de lo común sólo tiene
sentido en la medida que se recorta sobre un fondo abierto de universos
particulares, es decir, sobre el fondo ilimitado de lo no común” (G. Diker, 2008).
Lo común implica lo abierto, el para todos de mundos compartidos, el actuar en
común, la pluralidad abierta. Partimos de lugares comunes, experiencias en
común que constituyen lazos, ya que en definitiva no hay mundo sin otros, sin
semejanzas y diferencias.
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La construcción de un curriculum común que tome en cuenta lo diverso
es una condición necesaria para acompañar a los niños en sus singularidades,
porque sino nos encontramos como los animales del chiste que está más
abajo, en el cual el profesor considera que es justo porque les toma a todos la
misma prueba, sin tomar en cuenta que ciertas pruebas van a privilegiar
determinadas modalidades de acceso al conocimiento sobre otras. La
herramienta que se utiliza en la actualidad en algunos establecimientos
escolares, para achicar la brecha se la conoce como “adaptaciones
curriculares”, pero esta proviene de la lógica que planteábamos antes del “Niño
con necesidades especiales” que tiene que ser integrado. Si partimos de la
idea de la inclusión de lo diverso en una construcción común el planteo sería
¿cómo reducimos las barreras que el contexto / el curriculum le ofrece a los
alumnos? Así, el acento estaría puesto en las posibilidades múltiples y no en
sus limitaciones, lo cual no implica negarlas.
Entonces, la escuela para la diversidad implica que es la institución la
que tendrá que construir las estrategias para incluir a todos sus alumnos y a
cada uno, para que todos se beneficien de las mismas.
En este sentido es necesario que la currícula sea una herramienta
abierta y flexible, que pueda tender puentes cognitivos y vinculares entre los
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diferentes sujetos tomando en cuenta sus posibilidades actuales pero
realizando una apuesta hacia sus potencialidades. Así estaríamos priorizando
la posibilidad de pensar, razonar, discutir, por sobre el acopio de conocimientos
específicos de contenidos que todos olvidaremos al dar vuelta la página. Será
fundamental garantizar que todos los sujetos de la institución transiten por
experiencias enriquecedoras y relevantes (tanto para los niños, como para sus
docentes). Algunos niños necesitan ciertos andamiajes, por un tiempo, es
fundamental que sean lo menos frecuentes posibles, que no queden
naturalizados y que no se anticipen a las posibilidades del niño. Quiero decir, a
veces es importante que el niño haga el mismo examen que los otros y algunas
veces habrá que armarle uno más acotado. Es importante que aquello que se
transmite tenga sentido para los alumnos, sea significativo. Asimismo será
importante incluir diferentes modalidades de enseñanza que no prioricen sólo
los conocimientos lógico-matemáticos y de lengua y sólo por vía lecto-escrita.
Es muy importante poder incluir el entorno en el proceso de enseñanza -
aprendizaje, utilizar todas las oportunidades posibles de interacción con el
medio-ambiente.
¿Cómo construir las aulas en verdaderos lugares de encuentro?
La primera cuestión es encontrarse con EL PLACER del proceso de
enseñanza - aprendizaje y subrayo ambas partes porque es tan necesario que
el niño sienta placer por aprender, como que el docente transmita su placer por
enseñar, así como que el adulto esté dispuesto a aceptar que tiene cosas para
aprender de los niños. Sólo así se podrán armar genuinos encuentros.
Otro punto es tomar en cuenta los vínculos intersubjetivos, tanto entre
los niños, entre los docentes, con los padres, con los directivos, en las múltiples
interacciones que se establecen a lo largo de toda la trayectoria escolar. Qué
vías se establecen para la comunicación, que se prioriza en esas
comunicaciones. Para esto no podemos tener predeterminado ¿quién es el
otro? Porque en realidad yo no sé nada del otro, aunque crea que sé si por
ejemplo antes de conocer a mi nuevo alumno conozco su etiqueta. Cuando la
directora le dice a la docente nueva: “te va a tocar un grupo difícil, hay tres
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A.D.D, dos bolivianos, un adoptado y dos desafiantes”, será muy difícil desde
allí un encuentro. Sólo podré atender al otro si puedo escucharlo en su
alteridad, que en realidad no sólo implica la diferencia sino más bien todo
aquello que no sabemos y que quizás no sabremos nunca (Skliar, s/f).
Asimismo es fundamental considerar el uso flexible del tiempo, que
permita que cada niño se tome su tiempo para llegar a lo que cada institución
considera como los contenidos mínimos para pasar al siguiente año. A veces
me pregunto contra quién corren los docentes, qué es lo importante, terminar el
programa o que los niños de verdad aprehendan los conceptos.
También es necesaria la elasticidad en la utilización del espacio, no a
todos los niños los beneficia estar sentados 8 horas mirando hacia delante en
una pequeña aula, ¿por qué no pensar distintas alternativas en el uso del
espacio, distintos espacios que incluso vayan más allá del edificio escolar?
Adecuar las evaluaciones, no tiene por qué implicar tratar al niño como
deficitario, a veces lo que necesitan son simplemente otras formas de abordaje,
a lo mejor a Tomás le resulta más fácil dibujar la respuesta para la pregunta de
historia que escribir media carilla; a Juana le es más fácil completar un
crucigrama que un Multiple Choice; a Nico le hace mejor trabajar en grupo y
Felipe solo puede trabajar individualmente. Para saber estas cuestiones tiene
que haber un tiempo para escuchar a los niños, observarlos, dándoles espacios
para que las singularidades se manifiesten sin que sean leídas como un ataque
personal al docente.
Otro punto que merece ser tratado es la cuestión de los “maestros
integradores”, esta nueva figura de la educación es bastante cuestionable y
depende cómo se utilice puede ser una ayuda real y genuina para el niño o
puede funcionar como un guardia de seguridad o un medio para el control de
la criatura. Existen distintas modalidades con respecto a esta cuestión: en el
mejor de los casos la escuela posee maestros de apoyo para los niños y los
docentes que los necesitan, su función es rotativa y sólo están en caso de
necesidad o trabajan de modo fijo con un docente funcionando como pareja
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pedagógica. Otra posibilidad es que la institución le solicite a los padres que
contraten un maestro integrador para trabajar en forma exclusiva con el niño,
que muchas veces opera como agente de control de conductas disruptivas,
llegando a situaciones absurdas como por ejemplo que si el maestro integrador
se enferma, el niño no puede ir al colegio. Claramente aquí no hay ningún
trabajo de alojamiento del niño, ni de implicación con la problemática. La
dificultad es individual de cada niño que porta un déficit y se resuelve
aisladamente, también puede pasar que varios niños de un mismo aula
precisen apoyos especiales, entonces habrá tantos integradores como
alumnos los necesiten, lo cual desde mi punto de vista es un absurdo, ya que
en ningún momento se está poniendo en cuestión el sistema, sino que se
recurre a paliativos que funcionan más como mecanismos de control, sin que
genuinamente haya ninguna integración entre el maestro integrador y el staff
del colegio, así como en general está muy dificultada la inclusión social de ese
niño que tiene otras necesidades, en relación con sus compañeros.
S. Duschatzky (2007) propone la figura del “maestro errante”, que es
aquel que está dispuesto a encontrarse con lo inesperado, un cazador de
signos, que inventa ocasiones para los aprendizajes, abierto a la
experimentación y las oportunidades que se presenten, para transformar
incorporación de contenidos en modos de hacer lazo.
A partir de lo expuesto considero que:
La escuela puede ser una oportunidadsubjetivante
Cuando:
✓ Alberga a todos los niños y las niñas en su heterogeneidad
✓ Le ofrece otros modelos identificatorios
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✓ Establece genuinos espacios de intercambio entre pares, con los
docentes, con los padres.
✓ Promueve otras producciones simbolizantes
✓ Posibilita que los contenidos sean pre-textos para que los
alumnos puedan construir sus propios textos
✓ Aporta sentidos previamente ignorados que posibilita en los niños
nuevos encuentros.
✓ Otorga espacio a lo inesperado, a lo que está fuera del Programa,
que sorprende y enseña a niños y adultos
En numerosas ocasiones se trata de “gestos mínimos” (Skliar, C.) los
que dan vitalidad y definen la calidad de las relaciones educativas. A veces una
mirada amorosa y comprensiva, otras una sonrisa, algunas veces una mano
tendida o una pregunta tan sencilla como ¿cómo estás? O ¿qué te pasó que no
viniste? Constituyen la argamasa necesaria para la construcción de ese
albergue, que ya no es el galpón como espacio anónimo, sino un lugar para la
“hospitalidad”, como un espacio de acogida, de escucha activa y acompañante,
de compartir lo común y lo diverso.
Para citar algún fragmento de esta clase, se debe referenciar de lasiguiente manera:Untoiglich, Gisela (2011) Clase 7 “Una escuela que aloje la diversidad”,del curso virtual “Niños desatentos e hiperactivos. Versiones actuales delsufrimiento infantil”. Consultada el …(poner fecha de acceso almaterial) en www.malestaresenlainfancia.com
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Bibliografía
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Veiga- Neto, A. (2001) Cap “Incluir para excluir” en “Habitantes de Babel.Políticas y poéticas de la diferencia”. Buenos Aires. Laertes editorial
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0Actividades de reflexión y recapitulación
a) ¿Qué piensa de este cuadro y las distintas instancias que propone?
b) ¿Cómo representaría usted las distintas formas de relación con el otro y cuál privilegiaría?
c) ¿Cómo ilustraría la diversidad utilizando los elementos de los cuadros anteriores?
Igualdad Equidad Diversidad
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1d) ¿Qué piensa de la frase que mencionamos a continuación?
"Tenemos el derecho a ser iguales cuando nuestra diferencia nos inferioriza; y tenemos el derecho a ser diferentes cuando nuestra igualdad nos descaracteriza. De ahí la necesidad de una igualdad que reconozca las diferencias y de una diferencia que no produzca, alimente o reproduzca las desigualdades“ (Boaventura de Souza Santos, 2003).
e) ¿Acuerda con la idea de que la escuela puede ser una oportunidad subjetivante?