Clase bíblica dominical 141012

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Texto: Romanos 1:2-4 Titulo: El Evangelio de Dios 14/10/12 Cumplimiento profético (v. 2) Notamos que tanto el esclavo servidor, como la empresa o propósito a llevar a cabo, están relacionados en forma estrecha con el cumplimiento de una promesa. Es la promesa que Dios había hecho en las Santas Escrituras, bajo el sello de su inspiración divina, por medio de los profetas que así lo anunciaron ver en Romanos 10:16 la cita de Is. 53:1: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?”). Había llegado el tiempo en que lo que Dios había prometido en las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, se había convertido, en la persona de Jesucristo, en una realidad viviente y amplificada. Es, en síntesis, la más pura doctrina evangélica, que adquiere por la revelación de Dios una forma inalterable, y que, por venir en forma directa de Dios, es eterna, segura y confiable. a) Es la revelación personal de Dios en Cristo por medio de la encarnación (Hch. 13:18). b) Es la revelación escrita compuesta de 66 libros, en dos tomos, Antiguo y Nuevo Testamento, inspirada en los idiomas originales, e inerrante (2 Ti. 3:15– 16). c) Es la revelación por la iluminación que el Espíritu Santo hace hoy para nosotros de esa palabra encarnada y escrita (Jn. 14:26; 15:26; 16:7, 13). La Persona señalada (vv. 3–4). Este prometido “evangelio proclama” que Pablo nos presenta, es de Dios y es nuestro. Es acerca de su Hijo, del cual aclara que es también nuestro Señor Jesucristo, el Dios Hombre a quien debemos adorar. Es suyo (de Dios) y al mismo tiempo nuestro (mío). Esto indica una posesión común. Esto es comunión verdadera con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn. 1:3). Nacido de mujer (Gá. 4:4), descendiente del rey David en lo que respecta a su lado humano. Declarado Hijo de Dios con poder, en lo que se refiere a su lado divino. Cuando leemos “por quien recibimos la gracia y el apostolado…” (v. 5), surge de inmediato la pregunta: ¿quién es ese por quien? Acaba de mencionar a Dios, sin duda en referencia a Dios el Padre; ha nombrado a Dios el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y termina refiriéndose al Espíritu de santidad. En este contexto, la mención que hace del Espíritu de santidad, no podemos sino tomarla como una referencia específica al Espíritu Santo. Jesucristo es, entonces, la Persona. Ante El, Pablo se considera a la vez como un honrado siervo y como un sumiso esclavo. En este caso, uno que declina ejercer sus propios derechos con el fin de servir a los intereses de Cristo, y servir a la causa del glorioso anuncio de las buenas noticias para el hombre. Resumen de la enseñanza sobre Jesús (vv. 3–4) a) Su Hijo; b) nuestro Señor Jesucristo; c) del linaje, de la descendencia del rey David. Tiene, como hombre, una ascendencia real (de rey). d) Declarado Hijo de Dios con poder. Con el poder de un nacimiento sobrenatural, virginal, no teniendo un padre humano. Ningún hombre pudo señalarlo y decir: es mi hijo, yo lo engendré. Pero

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Texto: Romanos 1:2-4Titulo: El Evangelio de Dios 14/10/12

Cumplimiento profético (v. 2)Notamos que tanto el esclavo servidor, como la empresa o propósito a llevar a cabo, están relacionados en forma estrecha con el cumplimiento de una promesa. Es la promesa que Dios había hecho en las Santas Escrituras, bajo el sello de su inspiración divina, por medio de los profetas que así lo anunciaron ver en Romanos 10:16 la cita de Is. 53:1: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?”). Había llegado el tiempo en que lo que Dios había prometido en las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, se había convertido, en la persona de Jesucristo, en una realidad viviente y amplificada.Es, en síntesis, la más pura doctrina evangélica, que adquiere por la revelación de Dios una forma inalterable, y que, por venir en forma directa de Dios, es eterna, segura y confiable. a) Es la revelación personal de Dios en Cristo por medio de la encarnación (Hch. 13:18). b) Es la revelación escrita compuesta de 66 libros, en dos tomos, Antiguo y Nuevo Testamento, inspirada en los idiomas originales, e inerrante (2 Ti. 3:15–16). c) Es la revelación por la iluminación que el Espíritu Santo hace hoy para nosotros de esa palabra encarnada y escrita (Jn. 14:26; 15:26; 16:7, 13).

La Persona señalada (vv. 3–4).

Este prometido “evangelio proclama” que Pablo nos presenta, es de Dios y es nuestro. Es acerca de su Hijo, del cual aclara que es también nuestro Señor Jesucristo, el Dios Hombre a quien debemos adorar. Es suyo (de Dios) y al mismo tiempo nuestro (mío). Esto indica una posesión común. Esto es comunión verdadera con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn. 1:3). Nacido de mujer (Gá. 4:4), descendiente del rey David en lo que respecta a su lado humano. Declarado Hijo de Dios con poder, en lo que se refiere a su lado divino. Cuando leemos “por quien recibimos la gracia y el apostolado…” (v. 5), surge de inmediato la pregunta: ¿quién es ese por quien? Acaba de mencionar a Dios, sin duda en referencia a Dios el Padre; ha nombrado a Dios el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y termina refiriéndose al Espíritu de santidad. En este contexto, la mención que hace del Espíritu de santidad, no podemos sino tomarla como una referencia específica al Espíritu Santo.

Jesucristo es, entonces, la Persona. Ante El, Pablo se considera a la vez como un honrado siervo y como un sumiso esclavo. En este caso, uno que declina ejercer sus propios derechos con el fin de servir a los intereses de Cristo, y servir a la causa del glorioso anuncio de las buenas noticias para el hombre.

Resumen de la enseñanza sobre Jesús (vv. 3–4)

a) Su Hijo;b) nuestro Señor Jesucristo;c) del linaje, de la descendencia del rey David. Tiene, como hombre, una ascendencia real (de rey).d) Declarado Hijo de Dios con poder. Con el poder de un nacimiento sobrenatural, virginal, no teniendo un padre humano. Ningún hombre pudo señalarlo y decir: es mi hijo, yo lo engendré. Pero eso es lo que justamente expresó el Padre desde los cielos: “Este es mi hijo amado” (Mt. 3:17; 2 P. 1:17). Además, fue declarado Hijo de Dios con el poder de la resurrección de los muertos. Tenemos así su entrada al mundo como Hombre perfecto, y su salida del mundo como Salvador perfecto una vez consumada su obra.

Con la misma fuerza con que se afirma que Jesús es el Hijo de Dios, se establece que es nuestro Señor Jesucristo. La declaración de Jesús como Hijo de Dios es una declaración doctrinal basada en los hechos objetivos de la encarnación, por un lado, y de la resurrección de entre los muertos, por el otro. Entre el nacimiento virginal y la tumba vacía, encontramos la muerte en la cruz. Podría argumentarse que si Cristo murió, tuvo que haber sido porque de alguna manera experimentó el pecado, que es el que trae como consecuencia la muerte (Ro. 6:23). Pero sabemos con toda claridad que Cristo no conoció el pecado por experiencia propia. Fue concebido por María siendo engendrado por el Espíritu Santo, como “el Santo Ser …” (Lc. 1:35). Sabemos también que “no conoció pecado” (2 Co. 5:21), no tuvo experiencia personal de lo que significa pecar, “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 P. 2:22).“Por nosotros [Dios] lo hizo pecado” (2 Co. 5:21), “habiendo él llevado el pecado de muchos” (Is. 53:12), no el propio. Así, el Hijo de Dios emergió de la muerte, se levantó de la tumba en resurrección, según el Espíritu de santidad, que no permitió que el Santo fuera afectado por la corrupción de la muerte (Sal. 16:10) debido, justamente, a que era el Hijo de Dios, impecablemente santo y perfecto.

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No son dos naturalezas es una sola, en dos esferas en la carne como Jesús y en lo divino como Cristo. La resurrección es la revelación, el descubrimiento de Jesús como Cristo,

Cuando vamos solo a Dios cuando los necesitamos hacemos de Dios u ídolo.