Clases Sociales y la Definición del Delito. Capítulo Criminológico 13

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CLASES SOCIALES Y LA DEFINICIÓN DE DELITO Hermán Schwendinger y Julia Schwendinger* Hermán Schwendinger es Profesor Adjunto y Julia Schwendinger Profesora Asistente del Departamento de Sociología de la Universidad de Nevada, Las Vegas. Traducido de "Crime and Social Justice". Issues in Criminlogy, 7 Spring-Summer, 1977 por: Susana Iglesias.

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Ensayo traducido y publicado en la revista Capitulo Criminológico.

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CLASES SOCIALES Y LA DEFINICIÓN DE DELITO

Hermán Schwendinger y Julia Schwendinger*

Hermán Schwendinger es Profesor Adjunto y Julia Schwendinger ProfesoraAsistente del Departamento de Sociología de la Universidad de Nevada, LasVegas. Traducido de "Crime and Social Justice". Issues in Criminlogy, 7Spring-Summer, 1977 por: Susana Iglesias.

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En este mismo número de "Crime and Social Justice", James Petras(1977) analiza los delitos burgueses que primero desestabilizaron, y luego destruyeron, el gobierno democrático de Chile1. Anota que estos delitos fueron, esencialmente, delitos de clase y, por consiguiente, que nohubo "un solo grupo, o grupos, que actuaron (aisladamente) para derrocar a Allende". Al distinguir los "tres pasos de la corriente": organización, acontecimientos y engranajes criminales que prepararon el caminopara la toma fascista del poder, Petras hace un aporte a la criminologíaradical2. Su artículo también contiene ciertas generalizaciones históri-

1. Las restricciones de espacio de la revista nos han obligado a dejar de ladomuchos elementos complejos implicados en la definición de delito. Afortunadamente, Richard Ayres y Anatol Antón están produciendo una serie de artículos que serán publicados. Ellos tratarán comprehensivamente los problemas planteados por laética marxista y su relación con el delito, el derecho y el Estado. Finalmente, queremos agradecer a Greg Shank, Paul Takagi, Richard Ayres, Gene Grabiner y Virginia Engquist-Grabiner por sus críticas y las sugerencias para esta publicación.

2. El artículo de Petras presenta en este aspecto un modelo interesante paralos radicales, al desarrollar las estrategias que abortan o previenen las incipientescondiciones fascistas que surgen en las democracias burguesas cuando la autodeterminación nacional o los movimientos socialistas son fuertes. Este modelo está enabierto contraste con las sugerencias de los científicos sociales burgueses que coadyuvan con las agencias de inteligencia a subvertir los gobiernos democráticos, porejemplo, en Guatemala, Brasil, Chile, Grecia, etc. Andreas Papandreou (1972: 19)pregunta retóricamente sobre el golpe militar de 1967, en Grecia. ¿"Cómo sólo cinco hombres pudieron de la noche a la mañana derrocar un gobierno? Y responde;"...pudieron hacerlo apoyados en un plan de la NATO, denominado Prometeo. Elplan estaba registrado en computadoras, preparado en Washington y revisado en febrero de 1967. Las cintas computarizadas contenían los nombres de las personasque debían ser arrestadas, así como los nombres de los oficiales que también seríanarrestados. Fue programado por un científico graduado en computación en elM.I.T... (e implementado en base a una decisión) realizada por un Subcomité delConsejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos en febrero de 1967, bajo laconducción de ...W.W. Rostow".

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cas. Primero, que la lucha por el socialismo se ve confrontada, inevitablemente, con la violencia burguesa contrarrevolucionaria. Segundo, ya la luz de la experiencia chilena, que deposita la confianza en la legalidad burguesa para defender los logros socialistas, es suicida.

Las observaciones de Petras sobre el aparato judicial y la policíapuntualizan estas generalizaciones. Las instituciones de la justicia penaldurante la presidencia de Allende no enjuiciaron o sancionaron vigorosamente las olas de crímenes que las organizaciones burguesas cometíancontra las personas, la propiedad y el Estado. Así, mientras Allende proclamaba el régimen de derecho, las propias instituciones responsables dedefender esta autoridad estimulaban la progresión de crímenes con suinacción.

Estas observaciones nos hacían presente que la composición y lasfunciones de clase del aparato del Estado no se transforman automáticamente cuando una clase emergente y sus aliados, triunfa políticamente. La lucha de clases continúa tanto dentro del aparato como fuera deél. Consecuentemente,f el que los recursos dirigidos por el Estado puedan ser efectivamente utilizados en favor de la clase ascendente dependerá de los resultados de la lucha por el poder dentro del Estado. En esta lucha, los socialistas pueden controlar una parte del gobierno, perono todo. En el caso de Allende, los socialistas controlaban el Poder Ejecutivo; sin embargo, la policía, el aparato judicial y las fuerzas armadasestaban aún comandados.por funcionarios de la burguesía. Como resultado, las lealtades de clase de los mandos policiales, judiciales y militares restringieron la capacidad de Allende para estabilizar el país frente alos masivos crímenes políticos.

De ahí que cuando Allende llamó a la nación a respetar el régimende derecho en defensa del gobierno democrático, sus palabras fueraninoperantes. La legalidad, que no siempre es voluntarista, no está sustentada en una fuerza mística; es asegurada por el sistema de justicia penal y por los militares. Estos centros vitales de la violencia política organizada conllevan poderes dictatoriales, y finalmente, se afirman en ladictadura de la burguesía o del proletariado. En condiciones de estabilidad política, estos poderes están representados por las leyes penales ylas sanciones. En condiciones de inestabilidad, incluyen una vasta panoplia de "poderes de emergencia" directamente ejercidos por las fuerzasarmadas, así como por el sistema de justicia penal.

Pero los poderes de emergencia de Allende que hubieram podidoimplantar la ley marcial, las detenciones preventivas y otras medidas, nopodían ser ejercidos sin la cooperación del sistema de justicia penal y

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los militares. Más aún, Allende no hubiera podido invocar poderes deemergencia sin arriesgar una guerra civil contra sustanciales segmentosde la burguesía, que incluían elementos de las fuerzas armadas. En estascondiciones, el poder indispensable para administrar el gobierno deberíahaber estado apoyado en la reconstitución de la base social sobre la cualestá fundada la violencia política organizada. Esta reconstitución hubiera involucrado la movilización de los movimientos de justicia popular,los elementos progresivos dentro de los militares y la policía, y destacamentos armados de trabajadores y sus aliados. Esta movilización hubiera suministrado las fuerzas armadas necesarias para el mantenimiento dela integridad de su gobierno democráticamente elegido. Pero el rechazoa usar sus poderes excepcionales para movilizar decisivamente tales fuerzas armadas, selló cualquier posibilidad exitosa de sostener el gobierno.Con el fin de evitar la guerra civil, Allende no hizo mucho más que afirmar la virtud de la legalidad burguesa.

Otras enseñanzas basadas más en la realidad que en los mitos de lalegalidad, fueron puestas de manifiesto por el desarrollo del caso chileno. El régimen de derecho, en circunstancias variadas, puede servir a diferentes fines. Por una parte, es visto como el baluarte de los derechosdemocráticos. Por otra, en tanto los derechos burgueses de la propiedad reinen en forma soberana, el régimen de derecho es también un medio de defensa de la propiedad burguesa, de las libertades basadas en esta forma de propiedad, y de los principios de soberanía del Estado queafirman las precondiciones políticas para el modo de producción capitalista. En consecuencia, el régimen de derecho es un medio para "altos"fines; pero los poderes dictatoriales son invocados cada vez que la legalidad burguesa se considera inadecuada para mantener los fundamentosdel orden burgués.

Más aún, cada vez que la defensa de la propiedad, las libertades,etc., burguesas no pueden ser conducidas legalmente, a causa del equilibrio de las fuerzas de clase dentro del Estado, la robusta "sociedad civil" burguesa —el reino de los "intereses privados"— que normalmentese yergue por detrás del Estado (Gramsci, 1971), se mueve vigorosamente para rectificar esta situación. Los terroristas chilenos que defendíanla propiedad, las libertades y la soberanía política burguesa, formabanparte de esta sociedad civil. Sus actos fueron justificados y reinterpreta-dos en nombre de "Patria y Libertad". Sin embargo, estos grupos terroristas, con toda su violencia reaccionaria, eran también, entidades ideológicas. Sus crímenes políticos demostraban, repetidamente, la existencia de una moral de clase que colocaba ciertos derechos y deberes económicos y políticos por encima de los ideales democráticos.

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Los contrarrevolucionarios chilenos encontraron que estas violaciones a la ley estaban moralmente justificadas por sus altos fines. ¿Segúnqué patrones podemos nosotros, entonces, considerarlos delincuentes?El artículo de Petras ofrece dos criterios. El primero es legalista: los terroristas burgueses son delincuentes pues violaron las leyes de un gobierno democrático. El segundo criterio implica la relación entre daño social e intereses de clase: los actos políticos burgueses son delitos puesson dañinos a los intereses de la clase obrera.

Este criterio plantea una serie de cuestiones claves. ¿Es necesarioel criterio de legalidad para identificar los delitos —actos políticos burgueses—, o, para este caso, cualquier otro delito? No debemos olvidarque bajo ciertas circunstancias políticas, el criterio de legalidad es ambiguo, y aún, contradictorio. El genocidio y otros daños sociales no sonlegalmente clasificados como crímenes pues el poder del Estado resideen las manos de la burguesía nacional. ¿Esta ausencia de violación legalhace que estos daños sociales sean menos criminales?

Hay, además, ciertos delitos burgueses, tales como la explotacióncapitalista, que están prohibidos por la ley en las sociedades socialistas.El denominar tales actos como delitos sancionados por la ley introduce,ciertamente, una consideración importante en el análisis y control delos daños sociales. Más aún, ¿la ausencia en las leyes burguesas de estasdistinciones legales socialistas, excluye estos daños burgueses de la listade delitos en el marco de las sociedades capitalistas?

La respuesta a estos interrogantes será el tema central de este artículo. Antes, sin embargo, debemos prever algunas nociones fundamentales acerca de las relaciones legales en las sociedades burguesas. La revisión histórica nos llevará a plantear la definición de delito en un contexto que esclarecerá este y otros trabajos surgidos a raíz del derrocamientodel gobierno de Allende. Este contexto implica las ya mencionadas relaciones como el control clasista del Estado o de sus segmentos, la violencia organizada subyacente en la legalidad, la independencia de la sociedad civil con respecto al Estado, la relación entre libertades individualesy moral de clase, y el rol de los derechos individuales en la sociedad burguesa.

RELACIONES LEGALES Y BURGUESÍA

Históricamente, el Estado se origina a partir de la conformación de lasrelaciones de clase y por ende, cada sistema comprehensivo de leyes estáesencialmente determinado por los factores de clase. Las definiciones legales o estatales del delito son especialmente importantes, pues afirman

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los intereses de las clases dominantes mediante la fuerza. Estos intere

ses generales están, por encima de todo, sostenidos por leyes que protegen la infraestructura económica del orden político. Primero y ante todo, la infraestructura requiere la garantía de que un conjunto dominante de relaciones sociales de producción sean reproducidas.

Además, aunque las relaciones de producción burguesas están generalmente identificadas con el ascendente dominio del trabajo asalariado y del capital, otras relaciones sociales de producción también hansido aseguradas por la ley en las primeras sociedades burguesas. Porejemplo, las primeras relaciones burguesas de producción estuvieron caracterizadas por la explotación de numerosas y variadas formas de trabajo, incluyendo el trabajo esclavo, el trabajo forzado, el trabajo carcelario, así como el trabajo asalariado (Schwendinger and Schwendinger,1976; 11; Petras, 1976: 22). La producción de mercancías basada en laesclavitud, fue en esa época introducida, en gran escala, en el Caribey en el sur de Norte América por el incremento de las relaciones mercantiles a nivel mundial.

Por consiguiente, se dictaron leyes coloniales para proteger la producción esclava; es más, la Constitución Americana, la primera en reconocer los derechos universales del hombre, continuaba protegiendo laesclavitud. En los hechos, la esclavitud en los Estados Unidos fue mantenida hasta la Guerra Civil, en 1863, cuando la Emancipación se hizorealmente efectiva. A pesar de la situación legal de la esclavitud, EugeneV. Debs (1970) argumentaba "La historia del negro en los Estados Unidos es una historia del crimen sin paralelo".

Se puede decir que ciertas leyes burguesas socavaron tanto las relaciones de producción pre-existentes, como las costumbres, las leyes yla vida del pueblo en todas partes. Por ejemplo, no sólo las relacionesde esclavitud se vieron aseguradas por tales leyes, sino que también seimpusieron tratados a las tribus indígenas americanas que legalizaron elsaqueo violento y en gran escala de sus recursos naturales, y la transformación de éstos en propiedad burguesa. Otras relaciones legales impuestas apoyaron los desiguales términos de comercio que favorecieron a lasclases dominantes de los Estados Unidos, minando las relaciones de clase basadas en las industrias nativas en América del Sur.

La reproducción de la sociedad clasista protege las relaciones deproducción, pero también asegura otro nivel de relaciones basado en estas mismas relaciones de producción. Así, las grandes instituciones, como la familia y el Estado, derivadas pero actuantes sobre las relacionesde producción, deben también ser protegidas y reguladas por relaciones

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legales. Del mismo modo, las prohibiciones contra actos tales como elasesinato, la violación y el incesto están interrelacionadas con la protección de estas instituciones mayores, aunque estos actos parezcan estarbasados en características que han existido en todos los lugares y desdesiempre. Sin duda, "las normas elementales de la vida social son conocidas desde hace siglos", pero no están basadas en leyes sociales naturalesacerca de las propiedades fundamentales de las organizaciones sociales3 .Por el contrario, estas normas están subordinadas a las organizacionessociales (por ejemplo, a las relaciones burguesas de familia) que fueroncreadas y modificadas por los cambios en los modos de producción, asícomo por otras relaciones. Más aún, estos cambios han alterado sustan-cialmente el contenido de virtualmente de todas estas normas elementales. La mayor proporción de asesinatos se produce durante las guerrasimperialistas y en el curso de los "negocios" (por ejemplo, en el lugar detrabajo) y no son prohibidos por ninguna ley (por ejemplo Swartz,1975).

Son pertinentes, entonces, algunos aportes finales sobre las implicaciones de las relaciones de clase en las definiciones del delito. Dadoque las leyes civiles y penales garantizan, generalmente, las condicionespara la reproducción de las relaciones de clase, representan la autoridadestatal impuesta por las clases dominantes sobre las clases sociales en general, los grupos tribales y las naciones coloniales. Aunque las leyes son,generalmente, instrumentos de la clase dominante, y/o de sus fracciones, los intereses de clase más importantes que las relaciones de clasecumplen, no pueden ser definidos en referencia a los arbitrarios deseosde los poderes soberanos o de los intereses especiales de fracciones de laclase dominante. Los intereses de clase más relevantes se basan en lascondiciones que reproducen el sistema clasista en su globalidad. Por lotanto, estos intereses de clase sólo se encuentran representados en losintereses generales de la clase dominante, los que trascienden los intereses particulares de los individuos o grupos dominantes.

Las relaciones legales, cuando son tomadas en su totalidad, conllevan también ciertas características generales que trascienden sus aspectos particulares. Las leyes particulares son parte de un sistema de leyesque posee elementos esenciales, algunas veces llamados "leyes básicasde la nación" (por ejemplo, las leyes constitucionales), pues protegen losfundamentos económicos y políticos del orden social. Estos elementos

3. Para las relaciones entre la tradición del derecho natural y las leyes socialesnaturales, ver Schwendingers (1974: 7-14).

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corresponden a los intereses generales de la clase dominante; consecuentemente, ellos también están determinados por necesidades estructurales, por tendencias socio-económicas que crean los fundamentos de lasociedad.

Finalmente, los sistemas legales no dejan de presentar contradicciones. Tomados en forma general, son instrumentos de las clases dominantes; pero ciertas leyes que salvaguardan la propiedad personal, la seguridad de las personas, los derechos económicos y políticos, etc., pueden, en un momento dado, servir también a los intereses de la claseobrera. Algunas de estas leyes están al servicio de los intereses de la clase dominante pues protegen ciertas relaciones como las de salarios, quesatisfacen las necesidades institucionalizadas entre los trabajadores y susfamilias mediante las relaciones capitalistas de producción o las relaciones basadas en ellas. Por otra parte, otras leyes de este mismo tipo (porejemplo el reconocimiento del derecho de huelga y los derechos democráticos a la disidencia política) pueden contradecir, en forma limitada,los intereses dominantes.

Dentro de este contexto general de análisis, los sistemas legalesburgueses son importantes pues han sido desarrollados para asegurar laproducción y el intercambio generalizado de mercancías, basado en elmodo de producción capitalista. Es así que, como hemos visto, las primeras leyes burguesas defendieron la primitiva acumulación de capitalmediante la violencia y legitimaron la consolidación del capital terrateniente y comercial generado por las fuerzas del mercado (Marx, 1959:713 ss). Estas leyes suprimieron las relaciones primitivas de propiedadbasadas en la auto-producción, consistente en pequeñas granjas, y el artesanado. También destruyeron las relaciones tradicionales que ofrecíanel libre y habitual acceso a los recursos naturales, pastos, madera, pescay caza. Las leyes burguesas aceleraron, por otra parte, la aniquilación delas relaciones económicas que habían provisto las necesidades básicas dela vida, a millones de personas. Estas necesidades fueron obtenidas mediante el trabajo, pero el poder para trabajar estaba ahora organizadodentro del modo de producción capitalista.

Hoy día, las relaciones generalizadas de las mercancías fijan el estadio de las relaciones legales en las democracias burguesas. En estas sociedades prevalece el trabajo asalariado y el capital; de ahí que las formas de las relaciones legales estén ordenadas según ilusiones y realidadesasociadas al fetichismo de la mercancía. Tales ilusiones y realidades incluyen, entre otras, la universalidad de los derechos y deberes de los individuos y la libre voluntad de un incontable número de personas que,

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motivados por beneficios personales, intercambian voluntariamente,mercancías en el mercado. También se incluye aquí la igualdad formalde cada poseedor de mercancías: el propietario del capital es equiparado al trabajador que no tiene nada que vender sino su fuerza de trabajo.

Particularmente en las democracias occidentales burguesas estasilusiones y realidades han jugado un importante rol en la esfera jurídica,aunque estén históricamente ancladas en simples relaciones de mercancías. Con anterioridad a nuestras actuales formaciones socio-económicasbasadas en la reproducción extensiva del capital, los derechos y deberesindividuales coexistieron con los derechos consuetudinarios de los grupos y las formas colectivas de responsabilidad. Estos derechos y deberesestaban ampliamente basados en los modos de producción dirigidos porlos Estados feudales o los agrupamientos de familias. Pero el capitalismodestruyó estos modos de producción y con la evolución del Estado capitalista, las leyes civiles y penales orientadas hacia los individuos desplazaron las normas tradicionales orientadas hacia las colectividades (Kennedy, 1970; Ayre, 1974).

Para el modo de producción capitalista, algunos derechos (y por lotanto, deberes) son más significativos que otros. Los derechos legalesque implican el respeto a los reclamos de los trabajadores de ser dueñosde su fuerza de trabajo son significativos, pues el intercambio de fuerzade trabajo por salario entra dentro de los términos de la explotación capitalista. Igualmente significativos son los derechos legales que determinan el respeto de los derechos de los capitalistas a poseer los medios deproducción para la apropiación de la fuerza de trabajo contra el pago ensalarios o en especies; y el control de ambas mercancías dirigidas a generar la plusvalía. Agregados a estos significativos derechos están aquellos que aseguran las relaciones de circulación en las cuales las mercancías cobran su valor.

La naciente burguesía de comienzos del capitalismo pretendió quelos derechos de propiedad fueran derivados de las fuerzas naturales deluniverso, trascendiendo así la voluntad humana. Consecuentemente, seproclamaba que estos derechos no podían ser alienados por el poder soberano, pues tal poder sólo representaba la voluntad de un príncipe dominante o del parlamento, pero no de Dios. Desde el momento en queestos derechos de propiedad eran considerados inalienables, eran moral-mente justos, y a pesar de algunas leyes que restringían ciertas libertades económicas, por ejemplo, la libertad de comercio, eran correctos.

La lucha por estos importantes derechos engendró la exigencia dederechos políticos y finalmente produjo un catálogo de derechos llama-

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do "los derechos del hombre". Después de las revoluciones burguesas seincorporaron a las leyes fundamentales de la nación ciertos patrones dederechos y deberes, de justicia, y por ende, de criminalidad. Sin embargo, esta transformación legal de la categoría del derecho no disminuyóel hecho de que las concepciones burguesas acerca de la justicia habíanemergido antes, y habían sido instrumentales para la transformación revolucionaria del orden político. Así, las luchas de clase burguesas confirmaron la importancia revolucionaria de los conceptos de derecho, deber, delito y justicia que son independientes del criterio basado en lasrelaciones legales prevalecientes.

Pero esta confirmación no implica que la justicia burguesa necesariamente defendió el bienestar de los trabajadores en las primeras sociedades burguesas. En estas sociedades, los derechos procesales, por ejemplo, al ser instituidos en los tribunales penales, fueron escasamenteaprovechables por el pobre que no podía pagar un abogado, que era incapaz de poder abonar una fianza y que era juzgado por jueces y jurados que pertenecían, normalmente, al estrato de propietarios.

Por otra parte, los mismos propietarios de bienes no asegurabanpor sí mismos la existencia de patrones de justicia favorables a la naciente burguesía. De ahí que la burguesía que no dominaba la totalidad delaparato estatal tuvo, en los hechos, que crear un nuevo tipo de Estado;formalizó asimismo una serie de procedimientos de derecho penal segúnuna orientación que estimulaba la independencia de la esfera judicial delos remanentes y tradiciones del feudalismo en el marco del aparato deEstado (por ejemplo, en los niveles administrativos y en las burocraciasciviles). Los conflictos entre varias fracciones de la burguesía ("gruposde intereses") fueron otras de las razones que motivaron la independencia judicial. Las leyes procesales fueron también necesarias para defender los intereses generales de la nueva clase dominante frente a los intereses particulares de sus fracciones.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la desaparición en las democracias occidentales de estos remanentes feudales, la expansión delcapitalismo industrial y los convenios entre la burguesía agraria e industrial, acabaron con los antagonismos principales; hecho necesario paraque la formalización de los procedimientos de derecho penal garantizara a la burguesía sus derechos. El liberalismo que caracterizó a muchosjueces en la primera mitad del siglo, abrió paso a un estricto conservadurismo, y la ideología de la independencia de la instancia judicial setransformó en un camuflaje para la lucha contra el proletariado. Finalmente, el problema político de protección de los derechos legales se

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transformó ampliamente en una cuestión de mera técnica legal (Ruschey Kirchheimer, 1968: 142-143).

Por otra parte, en la lucha entre la burguesía, y el proletariado ysus aliados, los procedimientos del derecho penal, aunque irrestrictos,por momentos se irguieron como obstáculo a los fines burgueses. Estoscasos ocurrían cuando las disensiones políticas eran reprimidas por funcionarios estatales reaccionarios.

A veces, cuando un suceso así ocurría, la legalidad burguesa protegía la lucha por los derechos democráticos y el socialismo. Pero, en lamayoría de los casos, esta legalidad y su escudo de leyes procesales,constituyó un medio extraordinario para proteger la consolidación delpoder económico burgués.

DEFINICIÓN LEGAL DE DELITO

Equipados ahora con cierta información sobre los cambios históricos enla validación de los derechos burgueses, podemos volver a la controversia acerca de la definición legal. Debemos recalcar que según la mayoríade los criminólogos, los delitos son considerados un daño social, prohibido por la ley, y por lo tanto sancionado por el Estado. Pero antes, debemos enfatizar que su definición es un concepto muy especial, no lasimple, decriptiva, definición de un acto ilegal tal como se encuentra enlos códigos penales. Los códigos se refieren a actos singulares de delito,tales como robo, homicidio, extorsión, etc. El código no repara en lascaracterísticas comunes que atraviesan todos los delitos: por ejemplo,los delitos son actos anti-sociales, los delitos están prohibidos por la ley,etc. Pero los criminólogos, los juristas y otros intelectuales, formulan,sin embargo, definiciones de delito en base a estas características comunes. Estas definiciones son pues las utilizadas cuando los intelectualesexpresan sus ideas acerca del delito, entre ellos, o a la población en general.

Pero numerosos criminólogos en la enseñanza de su disciplina aotros profesionales o al público en general, expresan que el delito se refiere sólo a los actos estipulados por las leyes y sancionados por el Estado. Esta información deslegitimiza tácitamente las referencias a aquellos crímenes no estipulados por la ley y no sancionados por el Estado.En consecuencia, desde un punto de vista legalista, Clarence Darrow(1920) debería ser denunciado .como profesionalmente incompetente,así como puramente ideológico cuando declara: "Un hombre libre (noen prisión) que no ha cometido ningún delito puede, por ejemplo, ha-

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ber acaparado todo el carbón de los Estados Unidos, haber aumentadoen dos o tres dólares su precio innecesariamente y así matar a miles deniños y enviar a miles de personas a los asilos de indigentes y docenas demiles a la cárcel, como ocurre cada año en los Estados Unidos y éste esun delito de tal magnitud que nadie que está en la cárcel llegó nunca acometer; pero la ley no lo castiga. ¿Por qué? Pues los muchachos quecontrolan la tierra hacen las leyes" (El destacado es nuestro).

Como indicamos, los criminólogos informan a la población que losdelitos legalmente definidos pertenecen comúnmente a la categoría deactos antisociales y son, por lo tanto, nocivos para la sociedad. La elección de daño social como una característica común de tales deütos está

expuesta a serias dudas en una sociedad de clases. Nosotros estamos,ciertamente de acuerdo con que una gran mayoría de delitos son socialmente dañinos. Sin embargo, desde el momento que el control del po

der estatal permite a las clases dominantes sancionar legalmente aquellos actos que se oponen a sus intereses, tales como huelgas4, disentimientos políticos, y afiliación a partidos de izquierda, cualquier definición que acepte el corolario de que los delitos señalados por la ley sonactos socialmente dañinos, implícitamente legitima estas leyes y sanciones penales, independientemente de sus contenidos represivos. Las huelgas obreras, el disentimiento político y la afiliación a corrientes de izquierda no son socialmente dañinos; pero a su vez, las leyes que reprimen estos actos en el interés de la clase dominante son socialmente no

civas. En consecuencia, cuando las definiciones legales equiparan el delito con el daño social asumen la rectitud del orden legal y son inherentemente apologéticas5.

4. El artículo de Staughton Lynd sobre el Derecho y el derecho de huelga, señala las presiones que se pueden ejercer para subvertir este derecho modificandola ley. Ver, en particular, la discusión acerca de los precedentes legales queapoyan la voluntaria enajenación de este derecho en los convenios colectivosconcertados (Lynd, 1977: 10-14).

5. Esta crítica no es sólo hecha por los radicales. Releyendo "The Subcul-ture of Violence" de Marvin Wolfgang y Franco Ferracuti, Edward Glo-ver (1969), subraya la función apologética de la categoría de daño socialen este tipo de definiciones. Glover afirma que Wolfgang y Ferracuti ''citan con una condescendencia indulgente a Guillin, cuando éste afirma queel delito es "un acto que se debe demostrar que es realmente dañino parala sociedad o se cree que es dañino por un grupo de gente que tiene el poderde hacer cumplir sus creencias y que coloca este acto bajo la prohibición depenas positivas", una afirmación que tomada literalmente, podría ser causade error en las investigaciones sobre la criminalidad larval, pero que también

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DEFINICIONES PROLETARIAS DE DELITO

Hace varios años atrás, escribíamos (1970) que una definición del delitobasada en los derechos humanos podría impedir las restricciones impuestas por el Estado al estudio del comportamiento delictivo. Nuestrapropuesta señalaba que los grandes padecimientos infligidos al pueblode muchas naciones habían sido exceptuados de las clasificaciones legales a causa, simplemente, de que los ejecutores de estos daños podíanmanipular la ley en su propio interés. La guerra imperialista contra elpueblo de Indochina estaba aún en su apogeo en ese momento y sus culpables cotidianos, que estaban en los más altos niveles del gobierno, noeran acusados por sus crímenes contra la humanidad6 . Tampoco los miles de criminólogos se preocuparon por estos crímenes. Su razonamiento era simple: los ejecutores no estaban definidos o sancionados comocriminales por el Estado.

Nuestra discusión de la definición legal de delito enfatizaba suefecto restrictivo en la práctica científica y política7. Las definicioneslegales son instrumentos ideológicos que moldean y desarrollan el lenguaje y objetivos de la ciencia de forma que ratifiquen la dominación declase. Restringiendo la definición del campo y naturaleza de la criminología, por ejemplo, la definición legal reproduce la división burguesa deltrabajo entre los trabajadores científicos, y subordina directamente lasinvestigaciones criminológicas a las políticas del Estado y a las prácticaslegales8.

7.

8.

podría minar seriamente el derecho constitucional de los países más democráticos. Eventualmente provee una completa justificación de las políticas deGoebbels y sus compatriotas nazis, en base a las cuales los oponentes a su régimen fueron tratados como criminales ajusticiables, siguiendo, por otra parte, la costumbre adoptada en el siglo anterior por los liberales y conservadoresingleses que estaban acostumbrados a acusar, exiliar o ejecutar en la TowerHill a sus más virulentos e influyentes opositores".Por esta razón Robert Scheer (1972) escribe en un extraordinario artículo:"The language of Torturers", EUsberg podía haber escrito prudentes artículoscontra la guerra y permanecer en el club, pero al lanzar sus Documentos (delPentágono) no sólo se volvió contra la guerra sino contra el sistema que estápor detrás de ella... Pero, a pesar de todo, los criminales están aún en elpoder".Otros trabajos, incluyendo el sofisticado artículo de Gene Grabiner (1973)han distinguido, críticamente, las perspectivas positivistas e idealistas quesubyacen en esta controversia.Como indicaba Tony Platta (1974: 2, 5-6) en su clásico artículo sobre lacriminología radical, la comprensión de esta restricción está en las bases de la

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Al proponer una perspectiva del delito a partir de los derechos humanos, rechazábamos firmemente las definiciones de los derechos humanos realizadas por el derecho natural, aun cuando estas definicionesutilicen criterios independientes del Estado. En esa época, (1970: 145)señalábamos las limitaciones de estas definiciones: "Delineando las cua

lidades naturalmente intrínsecas al hombre, los filósofos han intentadotrascender los acontecimientos políticamente controversiales planteadospor la abrogación de los derechos humanos. Sus principios de derechonatural no pueden ser sustituidos por una interpretación sustantiva ehistóricamente relevante de los derechos humanos que tome en cuentalos ideales políticos que los hombres poseen, así como los tipos de instituciones sociales que pueden anular o realizar estos ideales". Por lotanto, nuestra interpretación de los derechos humanos obviamente rechazaba un criterio moral ahistorico garantizado por las leyes naturalesy aplicable a cualquier sociedad, en cualquier época.

Respondiendo a una meditada crítica a nuestra perspectiva hechapor Clayton Harthen (1972), nosotros señalábamos (1971: 81) que ciertas definiciones no legales del delito surgen de las luchas contra la opresión de clase. Citando a Angela Davis (1971), por ejemplo, hacíamos resaltar su distinción entre aquellas violaciones a la ley que reflejaban losintereses egoístas de los individuos y las violaciones en la defensa de losintereses de una clase o de un pueblo oprimido por la ley. En el primercaso, el violador debe ser considerado un delincuente, pero en el segundo, el o la violadora es un reformador o un revolucionario. El reformador revolucionario es llamado delincuente por el Estado, pero es unaetiqueta ambigua que simboliza tanto la moral como la culpabilidad legal. El reformador o revolucionario ha violado la ley pero moralmenteel acto representa los intereses de la clase trabajadora y sus aliados9 .

9.

profunda ruptura con la convencional criminología liberal. Actualmente, ennuestra opinión, las definiciones del delito que trascienden las definicioneslegalistas, representan uno de los pilares centrales de la criminología radical enlos Estados Unidos. Estas definiciones justifican las actividades profesionalesdirigidas contra las relaciones represivas que no están necesariamente prohibidas por la ley. (Las cuales son, en la práctica, frecuentemente engendradaspor el Estado). Consecuentemente, una de las posibilidades de una nuevaperspectiva en las definiciones es la creación de una radicalmente diferentedistribución social de los trabajos entre los criminólogos.Más tarde, se hará obvio que los actos en el interés de la clase trabajadora ysus aliados deben ser juzgados objetivamente. Las buenas intenciones de losreformadores y revolucionarios no son garantía objetiva para tales actos.

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Desde los arrestos de los miembros de la Comuna de París (Wald-man, 1973), en adelante y quizás aún antes, los funcionarios del Estadoutilizaron la categoría de delito para opacar las diferencias entre lasprácticas ilegales de los reformadores o revolucionarios y aquellas de losdelincuentes comunes. En nuestro tiempo, la aceptación tácita de lasperspectivas legalistas con respecto al delito cumplen, a menudo, la misma función. Pero los radicales han demistificado estas perspectivas en supráctica, al analizar los fundamentos del orden legal en las sociedadesclasistas y al enfatizar sobre la doble perspectiva existente y los intereses de clase que subyacen en las concepciones legales del delito. Peroaún está por realizar la tarea vital de delinear, desde un punto de vistaproletario, la moral y las bases científicas para aplicar correctamente lacategoría de delito a las relaciones que implican un daño social.

Mientras la tarea de delinear las bases para una correcta aplicaciónde la categoría de delito se complementa sustancialmente, los radicales,en cierto grado, continúan la lucha en el terreno de la ideología burguesa y en el marco de la problemática burguesa. También pueden llegar aquedar bloqueados en el momento singular del análisis, olvidando elprecepto de Marx (1845): "Los filósofos han interpretado el mundo devarias formas; pero el objeto, sin embargo es transformarlo".

Ir más allá del terreno de la ideología burguesa requiere, en primerlugar, de una información científica que dé cuenta de las relaciones antagónicas de clase que han dado nacimiento a una moral alternativa declase y sus respectivas concepciones del delito. En las sociedades capitalistas maduras, estas clases antagónicas están, sobre todo, representadaspor la burguesía y el proletariado. Hay relaciones ideológicas que se corresponden con estas clases sociales, basadas en una moral burguesa o enuna moral proletaria. Estas acepciones de la moral conllevan concepciones sobre el bien y el mal, el derecho y el deber, la justicia y la criminalidad, que difieren según la clase.

Más aún, los rasgos progresivos de la moral burguesa están contenidos en la moral proletaria. En este sentido, la moral proletaria evoluciona desde, y trasciende, la moral burguesa. Las transformaciones cualitativas de las relaciones de clase introducen cambios en el desarrollo

histórico de la moral. Así, la moral burguesa representa las condicionesideológicas que reproducen las relaciones capitalistas; con la emergencia del proletariado, su clase antagónica, estas ideas morales han idocambiando. El proletariado al incidir activamente en la transformacióndel presente a fin de conformar sus propios intereses, desarrolla su propia moral. Hace avanzar selectivamente las tradiciones morales que le

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permiten cambiar el orden existente así como consolidarse asimismo.En el proceso de cambio, en las vicisitudes de la lucha de clases, seagregan nuevos elementos morales y las tradiciones morales son reconstituidas dentro de un nuevo marco de conciencia de clase. Emerge asíuna moral cualitativamente nueva que interpreta el esfuerzo ideológicoque el pueblo requiere para transformarse a sí mismo y para provocarla transformación revolucionaria de la sociedad (Engels, 1939: 104-105).

Pero, en esta etapa, la moral proletaria no significa relaciones proletarias tal cual son, sino lo que pueden y necesariamente devendrán,por las tendencias objetivas en una sociedad clasista. Es más, la moralproletaria alcanza su especificidad cualitativa en la lucha de clases; peroesta conquista no excluye a sus aliados. El campesinado, los intelectuales, pequeños burgueses, los pequeños comerciantes, etc., pueden anticipar o participar (por ejemplo, a través de la lucha por los derechos democráticos) en el desarrollo de esta moral. A causa de las tendencias estructurales, el proletariado es la única clase objetivamente capaz de desarrollar e instituir acabadamente las más avanzadas formas de moral, ypor ende, las más avanzadas definiciones de delito.

Las definiciones más avanzadas de delito identifican los delitos

contra las colectividades, tales como naciones y clases explotadas, asícomo contra todos los individuos. Caben, además los actos imperialistasde agresión que aniquilan, oprimen y explotan al pueblo entero. Aquítambién caben los daños sociales producto de la explotación de clase,de la forzada apropiación por el capital de la plusvalía generada por eltrabajo.

Por consiguiente existen criterios subyacentes en estas definiciones para juzgar los delitos que conciernen las leyes del imperialismo y eldesarrollo de las clases sociales, que justifican el derecho a la autodeterminación y a la no intervención en los asuntos internos de una nación;que se refieren al derecho del proletariado al control colectivo, apropiación y administración de la plusvalía en su propio interés y que deüneanlos "delitos del sistema" basados en las condiciones criminógenas inherentes a las propiedades generales de una formación socio-económica1 ° .

10. Nuestro artículo original (1970: 147-148) proponía, "...Que las condicionessociales en sí mismas deben convertirse en el objeto de la política social y queno. es un individuo o una colección de individuos atomizados los que debenser controlados, sino las relaciones sociales entre los individuos que dan origena una conducta delictiva... En este contexto, el término crimen, como etique-

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Estos criterios, aunque en parte confían en los derechos y deberescolectivos, van más allá aún, incluyendo la noción de derechos y responsabilidades individuales.

Sin lugar a dudas, existen similaridades entre la burguesía y el proletariado acerca de las nociones de criminalidad y justicia.

Estas similaridades son debidas a la necesidad de proteger las formas de la coexistencia social (por ejemplo, las relaciones salariales, lasfamiliares, etc.) en las cuales cada clase está igualmente interesada. Sinembargo, hay muchas diferencias en las nociones relativas a la definición de delito. Diversos daños sociales, criminales, que afectan vitalmente los intereses de la clase obrera y sus aliados, no están aún considerados como ilegales, mientras que los daños sociales que afectan los intereses generales de la burguesía son ilegales1!.

Por supuesto que las categorías que implican relaciones sistemáticas capitalistas, tales como la explotación capitalista y las relaciones imperialistas, raramente tendrán una expresión legal en las sociedades capitalistas. Estas categorías, por otro lado, van siendo progresivamentereflejadas en la evolución de las leyes socialistas, a través de la dictaduradel proletariado. Son también expresadas en el reconocimiento y apoyode los gobiernos socialistas a las naciones oprimidas y a las luchas de losmovimientos nacionales de liberación.

Por estas razones, la moral socialista desarrollada en un medio socialista emana originariamente de la moral que él proletariado parcialmente elabora bajo condiciones burguesas. Como ha sido señalado, aunque la posición del proletariado con respecto a la criminaüdad es impor

ta para los sistemas sociales se convierten en una garantía, no para controlarindividuos o para prevenir un acto aislado, sino, más bien, la regulación oeliminación de las relaciones sociales, las propiedades de los sistemas sociales,o los sistemas sociales tomados como un todo". La explotación capitalista esanalizada en este marco como un "sistema de delito".

11. También debemos considerar que las escasas leyes en áreas como la saludy la seguridad de los trabajadores, son difícilmente implementadas. Porejemplo, Murray Kempton (1973: 15) informar "Por más de 35 años, según elestudio de Nader, el Congreso le otorgó al Ministerio del Trabajo el poder deinvalidar cualquier contrato gubernamental en el cual no se tuvieran en cuentareglamentaciones adecuadas de salud y seguridad. Su jurisdicción cubre 75.000firmas. En 1969, el "Labor Standards Bureau" hizo inspeccionar sólo el 5°/odeellas, descubriendo violaciones a la seguridad en el 95% y finalizó instruyendosanciones gubernamentales para sólo dos contratistas. En la administraciónJohnson, esta misma institución inspeccionó sólo el 3% de los contratistas,pero finalizó invalidando 3 contratos".

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tante en su lucha por una mejor calidad de vida, muy pocas de estasconcepciones cobran expresión legal mientras el poder del Estado semantiene, en mayor o menor grado, en manos de la burguesía. Cuandoel poder del Estado está en manos de la clase obrera y sus aüados, estasconcepciones deben ser también expresadas por el Estado en cada unade las esferas legal, ideológica o de planificación, o en todas estas esferasconjuntamente. En consecuencia, las definiciones progresivas del dentóque emergen en una etapa capitaüsta, prefiguran las prácticas estatalesde la sociedad socialista.

UN CRITERIO OBJETIVO DE ENJUICIAMIENTO MORAL

Generalmente, como hemos indicado, los juicios morales sobre el delitoen las sociedades burguesas están relacionados con los intereses de clase.Pero ¿esto significa que la veracidad de tales juicios es meramente relativa? ¿Esto significa que los juicios irreconciliables son, ala vez, verdaderos o falsos, según el punto de vista cómo se encaren, y lo que es verdad para una clase en ciertas circunstancias, es falso para la otra?

Una respuesta marxista a esta posibilidad refutaría este relativismomoral. La justeza de un juicio moral sobre el delito sólo puede ser garantizada por criterios objetivos basados en el conocimiento científicode los derechos, deberes, justicia y dentó originados en relaciones sociales determinadas y no en leyes naturales. El criterio para estos juiciosestá relacionado con los intereses de las clases sociales, pero cualquieracto que alegue servir estos intereses objetivamente debe, también, serconsecuente con las leyes del desarrollo social12. Por lo tanto, las acciones de los individuos o grupos podrán ser apreciadas como correctas oequivocadas según promuevan o hieran los intereses globales de una clase social, pero este enfoque puede ser sólo correctamente realizado a laluz de la comprensión científica de las tendencias sociales de la sociedady de las consecuencias objetivas sobre las actividades humanas en ciertas condiciones históricas dadas.

12. Este criterio objetivo es tomado de Franz Loeser (1958). Los trabajos deAdded también toman este mismo criterio y otros trabajos sobre ética marxista, incluyendo los de William Ash (1964, 1966); M. Levitas (1958), N. JohnShaw (1958); John Lewis (1958); George Burgher (1958) y Gerschorn Freyer(1964). Para una visión general de la ética marxista, recomendamos a WilliamAsh, por la claridad, cobertura y profundidad de sus escritos.

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Aún más, —y este es el quid del argumento— un criterio objetivopara los juicios morales indica que los intereses de toda la humanidadpodrán ser realizados cuando los intereses de la clase obrera crezcan aexpensas de los intereses de la clase dominante. En esta etapa del desa-rrolo social a nivel mundial, los avances no podrán considerarse terminados porque el pueblo trabajador obtenga un reparto más equitable delos recursos distribuidos entre las clases. La exigencia de una igualdadde clase, desde el punto de vista proletario, alcanza su máxima expresión en la abolición de las clases (Engels, 1939: 117-118). De ahí quelos intereses de la clase obrera serán plenamente satisfechos cuando lascondiciones que reproducen el sistema clasista en su totaüdad hayansido eliminadas.

Por estas razones, un criterio objetivo de desarrollo social elevacualquier discusión acerca de la veracidad de los juicios morales sobre eldelito y la justicia social a un nivel de análisis que trasciende las diferencias subjetivas entre las clases. Cuando se restringe sólo a estas diferencias, los conflictos entre los juicios morales son irreconciliables. Unaevaluación objetiva de la validez de los juicios morales depende del conocimiento científico de los métodos concebidos para el establecimiento de relaciones sociales satisfactorias. Estas relaciones sociales, entreotras cosas, eliminarán para siempre los daños sociales, promoverán lalibertad de toda la humanidad a través del control de la naturaleza y dela sociedad, y realzarán las potencialidades humanas a través de un desarrollo sin paralelo de las fuerzas productivas.

Así se concluye sobre bases objetivas que para servir los interesesde toda la humanidad, es necesario hacer avanzar los intereses de la clase obrera a expensas de la clase dominante, aboliendo el capitalismo. Esta conclusión, sin embargo, se contradice con el humanismo burgués, lafilosofía moral del individualismo y la propiedad privada, expresada clásicamente por las concepciones del derecho natural acerca de la irreduc-tibilidad de la esencia humana, por las doctrinas liberales del trabajo yel comercio libre, y por los ideales universales sobre la dignidad, el desarrollo global y el bienestar de los individuos. Haciendo uso de su éticautilitaria, los humanistas burgueses diferencian las necesidades comunesa todos los individuos. Así, confiando en las ciencias sociales burguesas,asumen que las comunes necesidades humanas pueden ser plenamenteimplementadas en las sociedades capitalistas.

Pero esta pretensión humanista es errónea y su corolario, el humanismo burgués, se ha convertido en algo inefectivo. Sin duda que los juicios liberales de los humanistas burgueses condenan la injusticia clasista

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del "Anden Régime" y de las sociedades coloniales. Y han sido históricamente progresistaspues han apoyado las condiciones que condujeron,primero, al fin de la servidumbre feudal y luego, del trabajo esclavo. Pero el individualismo y las libertades de la clase capitalista de hoy nopueden ser defendidos sin menoscabar la dignidad, el desarrollo globaly el bienestar de la clase trabajadora. Como resultado, los preceptos utilitarios del humanismo burgués no pueden ser implementados exitosamente por la naturaleza conflictiva de los ideales humanísticos y lascontradicciones objetivas entre estos ideales y la realidad capitalista13.

A causa de estos conflictos y contradicciones, la frase "derechoshumanos" para los proponentes de una moral proletaria, especifica derechos que están claramente diferenciados de aquellos necesarios a lareproducción del capital. Esta distinción se identifica con las concepciones socialistas de los derechos humanos. (Estas concepciones incorporanciertos derechos democráticos en un contexto más amplio de derechossociales, culturales, económicos y políticos, tales como el derecho altrabajo, a condiciones de seguridad laboral, a la igualdad sexual y racial,a la atención de la infancia, educación, vivienda, atención médica,etc.)14. Esta distinción, sin embargo, no elimina la necesidad de un análisis científico de los métodos a ser utilizados por los partidos revolucionarios y otras organizaciones obreras clasistas, a fin de conquistar estos derechos en las sociedades burguesas. Generalmente, este análisis indica que sólo las luchas, con conciencia de clase, en pos de los derechoshumanos y el socialismo pueden alcanzar los derechos que han sido, a losumo, prometidos por los humanistas burgueses, pero de los cuales elpueblo trabajador ha sido totalmente privado en la práctica.

Pero las luchas clasistas no triunfarán a menos que coarten los derechos de los capitalistas y prohiban como criminales las relaciones de

13. Esta contradicción se ve reflejada en una charla realizada por Harris Dole,Director del "Bureau of Mines", quien en una charla para inspectores deminas, declaró: "Ustedes deben evitar a cualquier costo, el insustancial, fútil,autoanulador juego de los polizontes y ladrones en la administración de lamina... Ustedes deben conciliar los requisitos de seguridad con la necesidad deuna producción eficiente... La ley no sólo especifica una atención diligente dela salud y la seguridad sino que exige asimismo que las empresas privadas sevean impulsadas y estimuladas a desarrollar los recursos minerales de la naciónpara el beneficio del pueblo" (aparecido en "The Wall Street Journal" (enero3, 1973) y citado por Kempton (1973: 15) ).

14. Para mayor información sobre las concepciones socialistas de los derechoshumanos, ver Berhard Graefrath e Imre Szabo (1969).

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explotación aseguradas por estos derechos. Las condiciones materialesque hacen posible los derechos humanos difícilmente podrán ser establecidas hasta que la clase obrera, como totalidad, pueda en su propiointerés apropiarse planifícadámente de la plusvalía creada por su fuerzade trabajo.

Consecuentemente, los derechos de clase que reproducen el capitalismo deben ser prohibidos y los derechos de clase del proletariado deben ser afirmados antes que una sociedad socialista puedan comenzar aasegurar la satisfacción de las comunes necesidades individuales umversalmente1 5.

CONCLUSIÓN

Los párrafos anteriores aluden a definiciones del delito elaboradas parauna realidad socialista, pero la lucha por los derechos humanos y el socialismo necesita definiciones atinentes a tipos de delitos que ocurrenen etapas previas de desarrollo. Durante estas etapas previas, la imple-mentación de definiciones proletarias requiere estrategias flexibles, consensibilidad hacia las condiciones concretas. Ciertas condiciones y definiciones que un partido revolucionario inicia y conduce podrán sólo serimplementadas a largo término. Otras condiciones pueden estimular lasluchas por transformar el derecho aquí y ahora. Y aún otras, podránapelar a la lucha política de las masas contra los fundamentos de las relaciones y políticas imperialistas, racistas y sexistas. Finalmente, otraspodrán estimular la implementación de una planificación social y económica y reformas sociales que coadyuven a la elevación de los estándares de vida y de los derechos democráticos. Son imperiosamente necesarias aquellas propuestas radicales que sistemáticamente relacionanlas definiciones de delito con ciertas estrategias flexibles basadas en instancias concretas.

En estas primarias condiciones el contenido y la relativa importancia de las definiciones del delito también dependen de las circunstan-

15. Así como los rasgos esenciales de un sistema socioeconómico no son reducti-bles a sus funciones políticas, las concepciones de clase del delito no puedenser reducidas sólo a las relaciones estatales. Aunque el Estado es vitalmenteimportante en las definiciones proletarias del delito, lo es, dentro de un ciertonúmero de métodos organizados para manejar los delitos, particularmente ensituaciones burguesas.

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cias. Es necesario subrayar que las definiciones del delito requieren garantías objetivas; antes de etiquetar indiscriminadamente todos los daños como delitos, deben establecerse prioridades a la luz de una praxisrevolucionaria. Cuando es necesario establecer una alianza entre la clasetrabajadora y la burguesía nacional en la lucha contra el imperialismo,las distinciones estratégicas entre los daños generados por la burguesíanacional y por la burguesía de una nación imperiaüsta se convierten endistinciones significativas. Las categorías proletarias del delito, aunquepolíticamente independientes,no deben ser negügentemente estructuradas por principios sectarios que no estén imbricados en las condicionesconcretas que posibiliten el desarrollo de lasluchas de clases nacionalesy que garanticen la creación de estas categorías. Si prevalece el dogmatismo, estas categorías, al ser implementadas, dividirán a la clase trabajadora de sus aliados, incluyendo la pequeña burguesía, y concederánal capital la base social para el fascismo.

Los acontecimientos chilenos indican que la ausencia de definiciones políticamente independientes del delito entre las grandes clasespopulares, pudo sentar la base del fascismo. Los crímenes políticos contra el gobierno de Allende y sus aliados populares no fueron vigorosamente reprimidos por la policía y los jueces. Pero tampoco se movilizaron amplias coaliciones masiva y decididamente, a fin de crear centrospopulares para la defensa social y para expulsar a los funcionarios gubernamentales que fueran omisos en sus deberes. Es claro, entonces,que la experiencia chilena sugiere que las ideologías legales burguesasson influyentes, especialmente cuando los movimientos socialistas triunfan en la lucha electoral.

La tragedia chilena no impüca simplemente un fracaso de liderazgoy el exceso de confianza de Allende en la ideología de la legalidad burguesa. La clase obrera chilena y susaliados, no obügó a Allende a rectificar sus políticas, pues no estaban preparados ideológicamente para reconocer la necesidad de actuar independientemente, de manera de alterar la balanza del poder dentro del aparato del Estado. A pesar del clamor público contra los crímenes políticos de la burguesía, las organizaciones enraizadas en las clases trabajadoras y en la pequeña burguesíachilena fueron también neutralizadas, en cierto modo, por las mitologías burguesas que sirven de base a la definición del delito y su imple-mentación, a través del derecho y del Estado aisladamente.

Esta es una estrategia de clase para preparar el camino de la confrontación política entre las clases por el poder del Estado. Esta estrategia clasista, llamada "guerra de posiciones" por Antonio Gramsci

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(1971), involucra la lucha a largo plazo por la hegemonía en todas lasesferas de la vida. En la esfera ideológica, en nuestra opinión, la lucharequiere la creación de una perspectiva proletaria frente al delito, el derecho y el Estado que enfrente las ideologías burguesas legalistas y quedirija las energías morales de la clase obrera y sus aliados en defensa delas conquistas socialistas. La ideología, después de todo, también estructura las instancias en las cuales las grandes masas populares devienenagentes históricamente activos que asumen parte consciente en las luchaspolíticas y por ende, se ven enteramente comprometidas en el cambiorevolucionario.

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Consideraciones similares seaplican a losderechos deun pueblo, porejemplo,de una nación oprimida. Ash (1966: 329) observa: La tesis de un "núcleopermanente de moralidad", que podría ligar al marxismo con las tradicioneséticas europeas es rechazada categóricamente por el propio Marx en sus primeros escritos como "La Miseria de la Filosofía", 1846. "Los comunistas nopredican la moral. No pueden plantearle al pueblo la exigencia: Amaos losunos a los otros, no seáisegoístas, pues conocen muy bien que el egoísmoes,en ciertas condiciones, la forma necesaria de la lucha individual por la supervi-viencia". En otras palabras, no es la moral lo que se aplica igualmente en lasociedad capitalista y en la socialista; y como Lenin (1947: 667, 669) afirmamuy claramente, no hay patrones morales "fuera" de la lucha de clases paratransformar la sociedad, por los cuales esta luchadebeser regulada. "Nuestramoral está enteramente subordinada a los intereses de la lucha de clase delproletariado... Moral es lo quesirve paradestruir lavieja sociedad explotadoray para unir los afanes alrededor del proletariado, que está erigiendo una nuevasociedad comunista". Por ello, el intento de establecer una ética humanista enla clase trabajadora antes que ella haya creado las condiciones para construirel socialismo, podría ser unaforma de desarmarla antesde quepueda hacer larevolución, como los liberales blancos urgiendo a la no violencia en los pueblos afro-americanos". (La citano aparece señalada en el texto).En la transición al socialismo, esta preparación apunta a la independencia dela policía y elaparato judicial (así como de elementos de las fuerzas armadas)de aquellos que continúan protegiendo al capital dentro del mismo Estado.Por otra parte, se deben considerar métodos organizados para recomponer yformalizar la policía, la administración de justicia, losprocedimientos del derecho penal, etc. Es de señalar que problemas similares fueron enfrentadospor la burguesía naciente, cuando se vio confrontada a los remanentes y tradiciones del feudalismo dentro del aparato del Estado. (La citanoaparece señalada en el texto).

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