Cláusula general de igualdad

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Cláusula general de igualdad (art. 14): establece la igualdad de todos los españoles ante la ley, prohibiendo la discriminación por razones personales y sociales. Su ubicación en el art. 14 la configura como un auténtico pórtico de introducción a los derechos fundamentales de más excepcional protección, los recogidos en el Título I, Capítulo 2º, Sección 1ª (art. 14-29). Constituye el inicio del núcleo de la parte dogmática de la Constitución. No debe confundirse con la igualdad entendida en otros sentidos dentro del texto constitucional: - Igualdad como valor inspirador del ordenamiento jurídico (art. 1.1). - Igualdad como principio informador de la actuación de los poderes públicos (art. 9.1). - Igualdad ante la ley (art. 14): sería éste el sentido del que nos vamos a ocupar. Constituye un complemento a la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, constituyendo un límite formal. La igualdad se configura como un límite a la actuación de los poderes públicos y una garantía ante la posible arbitrariedad de su actuación. Igualdad ante la ley: es el primer y mayor efecto de la cláusula general de igualdad, siendo una de las exigencias primeras de las revoluciones liberales. La ley es la misma para todos los ciudadanos y, en consecuencia, se debe tratar a todos por igual. Esta doble exigencia constitucional tiene una serie de consecuencias: - Limita la actuación del legislador: obliga a que la ley recoja una serie de rasgos (universal, general, abstracta y duradera o con vocación de tal). El principio de generalidad de la ley puede ser roto cuando ello se encuentre justificado por los hechos, pudiendo existir una ley singular, compatible con el principio de igualdad, cuando la singularidad de la situación resulte inmediatamente de los hechos (Sentencia del Tribunal Constitucional 166/86). Respecto a la existencia de leyes particulares, debemos matizar en su existencia: o Se producen cuando se da una diferencia directa e inmediata en los hechos: la ley saca las consecuencias de esta situación y ofrece una regulación específica para dicho supuesto. La definición de España como Estado social hace que no sea suficiente con la consideración sobre el papel de la igualdad de todos los ciudadanos, sino que los poderes públicos deben desarrollar un papel activo para garantizar esta igualdad. Por tanto, cuando sea necesario, podrán dictarse normas aparentemente desigualitarias (de discriminación positiva) para favorecer a sectores de la población en situaciones de desventaja. o Requieren un papel intenso del legislador: es el legislador quien crea una categoría específica que recibe una regulación especial, si bien lo hace fundamentándose en circunstancias de hecho, como

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Cláusula general de igualdad (art. 14): establece la igualdad de todos los españoles ante la ley, prohibiendo la discriminación por razones personales y sociales. Su ubicación en el art. 14 la configura como un auténtico pórtico de introducción a los derechos fundamentales de más excepcional protección, los recogidos en el Título I, Capítulo 2º, Sección 1ª (art. 14-29). Constituye el inicio del núcleo de la parte dogmática de la Constitución. No debe confundirse con la igualdad entendida en otros sentidos dentro del texto constitucional:

- Igualdad como valor inspirador del ordenamiento jurídico (art. 1.1).- Igualdad como principio informador de la actuación de los poderes públicos (art. 9.1).- Igualdad ante la ley (art. 14): sería éste el sentido del que nos vamos a ocupar. Constituye un

complemento a la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, constituyendo un límite formal. La igualdad se configura como un límite a la actuación de los poderes públicos y una garantía ante la posible arbitrariedad de su actuación.

Igualdad ante la ley: es el primer y mayor efecto de la cláusula general de igualdad, siendo una de las exigencias primeras de las revoluciones liberales. La ley es la misma para todos los ciudadanos y, en consecuencia, se debe tratar a todos por igual. Esta doble exigencia constitucional tiene una serie de consecuencias:

- Limita la actuación del legislador: obliga a que la ley recoja una serie de rasgos (universal, general, abstracta y duradera o con vocación de tal). El principio de generalidad de la ley puede ser roto cuando ello se encuentre justificado por los hechos, pudiendo existir una ley singular, compatible con el principio de igualdad, cuando la singularidad de la situación resulte inmediatamente de los hechos (Sentencia del Tribunal Constitucional 166/86). Respecto a la existencia de leyes particulares, debemos matizar en su existencia:

o Se producen cuando se da una diferencia directa e inmediata en los hechos: la ley saca las

consecuencias de esta situación y ofrece una regulación específica para dicho supuesto. La definición de España como Estado social hace que no sea suficiente con la consideración sobre el papel de la igualdad de todos los ciudadanos, sino que los poderes públicos deben desarrollar un papel activo para garantizar esta igualdad. Por tanto, cuando sea necesario, podrán dictarse normas aparentemente desigualitarias (de discriminación positiva) para favorecer a sectores de la población en situaciones de desventaja.

o Requieren un papel intenso del legislador: es el legislador quien crea una categoría

específica que recibe una regulación especial, si bien lo hace fundamentándose en circunstancias de hecho, como beneficiar a un colectivo desfavorecido). Por tanto, la cláusula general de igualdad permite introducir diferencias de trato cuando no sean arbitrarias, sino fundamentadas en causas razonables. Como estas causas se entienden:

La especial situación de hecho de ciudadanos o colectivos. Que el trato diferenciado sea admisible desde el punto de vista de los principios y

valores constitucionales. Que el trato diferenciado tenga un objetivo razonable y positivo. Que la situación de hecho, el objetivo y el trato diferenciado sean coherentes entre

sí. De este modo, debería darse una relación proporcionada en la que las consecuencias jurídicas estuvieran en consecuencia con las circunstancias de hecho.

- Consagra la igualdad en la aplicación de la ley: ya hemos dicho que la cláusula general de igualdad constituye un límite formal a la actuación de los poderes públicos, dado que son éstos quienes potencialmente pueden otorgar a los ciudadanos un trato desigual. Nos encontramos por tanto ya no con un límite, como en el punto anterior, a la actuación de un poder, sino de todos ellos, si bien con importantes diferencias:

o Sobre el poder ejecutivo: la administración se encuentra sometida a la cláusula general de

igualdad, así como al ordenamiento jurídico en su conjunto. Por ello, no puede, en modo

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alguno, otorgar trato arbitrario a quienes se encuentran en situaciones idénticas. La valoración del cumplimiento del principio de igualdad por parte de la administración corresponde a la sede judicial, con lo que los precedentes administrativos no sometidos a revisión judicial sólo son alegables como comparación (tertium comparationis). Estas comparaciones dejan de tener valor en cuanto los tribunales se hayan pronunciado sobre el supuesto concreto. Las resoluciones judiciales podrán ser invocadas frente a la administración en hechos análogos, ya no como un precedente administrativo, sino como una interpretación ajustada a la Constitución y a la Ley efectuada por los tribunales, y susceptible de recurso por parte de la administración. En tal caso, corresponderá alegar que la administración ha seguido una interpretación errónea de la ley según el criterio ya sentado.

o Sobre el poder judicial: supone aquí nuevamente una interdicción de la arbitrariedad de la

actuación de los poderes públicos. El problema reside en determinar qué resoluciones judiciales son arbitrarias, y cuáles simplemente interpretaciones del Derecho distintas de las precedentes. El principio de igualdad no puede suponer nunca una interdicción de fenómenos connaturales al ejercicio de la función jurisdiccional. De esto se desprende:

La independencia de los órganos jurisdiccionales: podrán interpretar las normas jurídicas en sentido diferente a la interpretación realizada por otros órganos.

La capacidad de rectificación: podrán interpretar las normas jurídicas en sentido diferente a la interpretación realizada por sí mismos en casos precedentes.

Así, el Tribunal Constitucional dibuja una serie de requisitos necesarios para apreciar vulneración de la cláusula general de igualdad por parte del poder judicial:

En el caso de que se aporte un término de comparación (tertium comparationis) el órgano jurisdiccional al que se imputa la violación del principio de igualdad debe ser el mismo que dictó la resolución que se invoca como comparación.

El término de comparación deberá ser anterior al que se impugna.Así, el principio de igualdad consagra precisamente la necesidad de que, si un órgano judicial modifica el precedente interpretativo de la norma, lo justifique de manera suficiente y razonada.

Categorías sospechosas de discriminación: