Colectivo Situaciones - Crisis, Gubernamentalidad y Nuevo Conflicto Social

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Crisis, gubernamentalidad y nuevo conflicto social: Argentina como laboratorio Por Colectivo Situaciones 1. Sobre el dinamismo político Cuando hablamos de Argentina como laboratorio es una forma de dar cuenta de una sucesión permanente y abierta de dinámicas de conflicto social en interlocución problemática pero también continua con una nueva forma de gobernar. Estas dinámicas están vinculadas, en la última década, a un devenir de la crisis que imprime sus marcas como fragilidad estructural y como exigencia de innovación sobre el sistema político. La crisis como estado latente hace que pensemos esta década como diez años de 2001. 2001 entonces es un principio activo, casi un método, una manera de mirar lo que va sucediendo en movimiento. En este sentido la crisis se vuelve premisa, con sus múltiples significados: inestabilidad y creación, preocupación e incerteza, apertura y alteración del calendario... Tanto cuando es visible como cuando, como en estos tiempos, corre como una corriente subterránea en una sociedad “normal” o en un país “en serio”. En el último tiempo la dinámica del conflicto sin embargo tiene una fisonomía nueva. Por un lado, se impone como desborde: una dinámica de quiebres y aperturas no previstas y que no reconocen las modalidades del movimiento social u otras formas organizadas de la protesta. Ante estas situaciones, la autonomía tiene la opción de preservarse o, por el contrario, funcionar como premisa y horizonte en el que promover una interlocución sensible, permeable a diversos problemas que no se agotan en una discursividad “neo- desarrollista”. Del racismo a las economías informales; de las dinámicas de ocupación de tierra a las dinámicas de migración; de las técnicas biopolíticas de los estados a la propaganda política; de la codificación mediática a la urbana; de las formas sumergidas de trabajo y de sobreexplotación a la precarización del derecho a la vivienda. La investigación política, nos parece, se vuelve sub-representativa: la presencia de hechos y experiencias como potencia para disolver el espacio de la representación estatal y mediática (en la medida en que la verdad y la justicia van unidas, la investigación supone una ética contra la criminalidad del poder) y, al mismo tiempo, recurso a una imaginación necesaria que nos ayuda a comprender las capas más profundas de eso que podemos asumir como verdad. La investigación se hace cargo de fragmentos que son situaciones: al mismo tiempo universales (hablan de algo que se manifiesta en muchas otras situaciones) y “casos” concretos (suceden como episodio fechado, contextuado, y guardan bajo una

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Crisis, gubernamentalidad y nuevo conflicto social: Argentina como laboratorio

Por Colectivo Situaciones

1. Sobre el dinamismo político

Cuando hablamos de Argentina como laboratorio es una forma de dar cuenta de unasucesión permanente y abierta de dinámicas de conflicto social en interlocuciónproblemática pero también continua con una nueva forma de gobernar.

Estas dinámicas están vinculadas, en la última década, a un devenir de la crisis queimprime sus marcas como fragilidad estructural y como exigencia de innovaciónsobre el sistema político. La crisis como estado latente hace que pensemos esta décadacomo diez años de 2001. 2001 entonces es un principio activo, casi un método, unamanera de mirar lo que va sucediendo en movimiento. En este sentido la crisis sevuelve premisa, con sus múltiples significados: inestabilidad y creación, preocupacióne incerteza, apertura y alteración del calendario... Tanto cuando es visible comocuando, como en estos tiempos, corre como una corriente subterránea en una sociedad“normal” o en un país “en serio”.

En el último tiempo la dinámica del conflicto sin embargo tiene una fisonomía nueva.Por un lado, se impone como desborde: una dinámica de quiebres y aperturas noprevistas y que no reconocen las modalidades del movimiento social u otras formasorganizadas de la protesta.

Ante estas situaciones, la autonomía tiene la opción de preservarse o, por el contrario,funcionar como premisa y horizonte en el que promover una interlocución sensible,permeable a diversos problemas que no se agotan en una discursividad “neo-desarrollista”. Del racismo a las economías informales; de las dinámicas de ocupaciónde tierra a las dinámicas de migración; de las técnicas biopolíticas de los estados a lapropaganda política; de la codificación mediática a la urbana; de las formassumergidas de trabajo y de sobreexplotación a la precarización del derecho a lavivienda.

La investigación política, nos parece, se vuelve sub-representativa: la presencia dehechos y experiencias como potencia para disolver el espacio de la representaciónestatal y mediática (en la medida en que la verdad y la justicia van unidas, lainvestigación supone una ética contra la criminalidad del poder) y, al mismo tiempo,recurso a una imaginación necesaria que nos ayuda a comprender las capas másprofundas de eso que podemos asumir como verdad.

La investigación se hace cargo de fragmentos que son situaciones: al mismo tiempouniversales (hablan de algo que se manifiesta en muchas otras situaciones) y “casos”concretos (suceden como episodio fechado, contextuado, y guardan bajo una

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apariencia extremadamente empírica una incógnita urgente). El universal concreto esuna porción de realidad de la que se puede decir: “está todo allí”. Y remite siempre auna praxis que no precisa ser remitida a una totalidad abstracta. El fragmento esmundanidad: invitación a desarrollar prácticas de mundo.

El fragmento puede abrir entonces una secuencia de politización: gusto por elepisodio (caso); militancia investigativa; problematización expresiva (el problema dela escritura, o bien del discurso de las imágenes). 2. Subjetividades resistentes: el origen de la crisisEn nuestro país es evidente que las dinámicas de politización han variado muchodesde el 2001 a la fecha. Dijimos que tomamos el 2001 como punto de quiebre, comoepicentro de la crisis y como clave de interpretación de una época. Pero ese momentopolítico no fue espontáneo sino que alumbra hacia atrás las luchas que sedesarrollaron “dentro y contra” la famosa década de auge neoliberal. La década del ´90 es a la vez la del desarrollo de las políticas neoliberales y la décadade producción de subjetividades resistentes en América Latina. Subjetividadesdistintas con respecto de aquellas a las que se referían las teorías políticas modernas, asu racionalidad organizativa (la lógica del partido político, de la burocracia sindical,etc.). Son los movimientos sociales que surgen entonces los que producen unadesestructuración radical en la especialidad política más clásica y la que nos obliga apensar menos linealmente y a experimentar otras dinámicas organizativas. Si durante la fase que llamamos “destituyente” los movimientos sociales atacaban alestado neoliberal constituyendo prácticas capaces de confrontar en áreas como elcontrol de la moneda (trueque), de la contraviolencia (piquete) y del mando políticosobre diversos territorios (asambleas), los movimientos sociales (en caso que estadenominación pueda mantenerse inalterada) enfrentan actualmente nuevos dilemassobre si participar o no, (y cuándo y cómo) de lo que podemos llamar una “nuevagubernamentalidad”, expresando así uno de los rasgos característicos de esta nuevafase de la forma estado y obligando a problematizar el concepto mismo demovimiento social. En la medida en que la nueva gubernamentalidad consiste en una ampliación de lascapacidades de incorporación de buena parte de la dinámica representada por el ciclode auge de protestas sociales, se formula la pregunta por la producción desubjetividades en estas nuevas condiciones. Que podrían resumir a la crisis a partir deun enunciado paradójico: al mismo tiempo, 2001 ya no existe y está por todos lados.De este modo, la coyuntura política vincula a la vez un modo de gobernar la crisis,una amplia discusión sobre la “salida del neoliberalismo” (entendida como pasaje deun poder absoluto de los mercados a un paradigma de tipo “estatista” por algunossectores y como reorganización de premisas neoliberales bajo un orden posneoliberal)y la pelea de ciertos movimientos por la ampliación de las estructuras de decisión. 3. Nuevas gobernabilidadesTratemos de caracterizar esta nueva fase que se abre con los gobiernos queemergieron en una buena parte de América Latina, y que marcan un nivel de ruptura

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(relativo pero importante) respecto de aquellos gobiernos estrictamente neoliberalesde las décadas pasadas. La calificación de esos gobiernos no es homogénea: varía enrelación a los criterios que se ponen en juego y a qué políticas concretas se evalúan.Puede decirse que una de las cuestiones más difíciles en el momento actual es la deconstruir una perspectiva “autónoma” capaz de una caracterización firme y matizadade esos gobiernos sin caer en apriorismos maniqueos y reduccionistas (como son el“populismo” y las perspectivas liberal-republicanas). Un primer punto para pensar estas cuestiones está en la relación de esos gobiernos conlos procesos de producción de subjetividades. Porque esa relación está sometida a unapragmática novedosa en la cual movimientos y estado cuentan con un ampliorepertorio de posiciones y una gran capacidad para combinarlas. Ese vínculo va desdela fusión entre movimiento e instituciones, hasta el enfrentamiento abierto, pasado pordiversos procesos de cooptación/subordinación y de aprovechamientos virtuosos. Lo que queda claro es que estos gobiernos se plantean gobernar de manera directa alos movimientos. Para la mayoría de los movimientos esto significó toda una serie dedilemas complejos y una obligación permanente de pronunciarse respecto de lapolítica oficial: los que consideran que tienen que incluirse en los gobiernos, los queconsideran que no, los que se disuelven, los que se mantienen de una manera inclusonostálgica. La desorientación que en un primer momento produjo el debilitamiento de unposicionamiento autónomo de los movimientos sociales nos llevó, a partir de un tallerrealizado hace ya muchos años, a la fórmula “politizar la tristeza” que señalaba lanecesidad de enfrentar las dificultades que nos producía esta “traducción” delacontecimiento insurreccional en términos de una “nueva gobernabilidad”. Eraevidente la imposibilidad de elucidar esta situación en los términos clásicos de “éxito”por la dimensión de reconocimiento de muchas de las luchas del período previoincluida como llave de acierto en las políticas oficiales, ni de “fracaso” por el aspectode captura y subordinación que muchas veces estos procesos conllevan. Intentamosasumir desde el comienzo el obstáculo que se nos imponía: la enorme dificultad paratrascender la simplificación que lee esta complejidad en términos de cooptaciónversus heroica marginalización. Durante el primer gobierno de Cristina Kirchner se desarrolló un conflicto con buenaparte de lo que en Argentina se denomina genéricamente “el campo”, en torno a unaresolución oficial que aumentaba las retenciones para la exportación de granos (2008).La polarización de la escena política implicó en lo inmediato una dura derrota para elgobierno (también en las elecciones parlamentarias del 2009), pero en el medianoplazo devino un modo de politización binario de la sociedad. Durante los años2009/2011 una serie de medidas oficiales de tono popular y democrático llevó algobierno a un contundente triunfo en las elecciones presidenciales de octubre del2011, otorgando la reelección a la presidenta. Esta polarización política acentuada durante los últimos años presiona en favor de untipo de simplificación de tipo dualismo excluyente a la hora de abordar los problemasque surcan los diferentes territorios. De este modo, por ejemplo, o bien se es sensiblea las luchas que se desarrollan en torno a la nueva economía neo-extractivista; o biense da crédito a las dinámicas ligadas a retórica de la ampliación los derechos y

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sociales sin reparar críticamente en lo que podríamos llamar la “base económica” delmodelo. Como si el desafío no consistiese, justamente, en articular (y no en enfrentar)lo que cada territorio enuncia como rasgo democrático y vital.El potencial de riquezas de los procesos actuales se juega, al contrario, en posibilidadde combinar los diferentes ritmos y tonos de las politizaciones, en la capacidad dearticular lo que hoy se presenta como las disyunciones campo-ciudad, interior-capital,y asumiendo las premisas transversales a las luchas por la reapropiación de recursosnaturales, así como de los diferentes procesos de valorización de los servicios, de laproducción, de las redes sociales como fuentes de la riqueza común. Estas combinaciones son las que permiten valorar la calidad inmediatamente políticade las luchas que evidencian la trama colonial y racista en la redistribución excluyentede poder territorial, jurídico y simbólicos en villas y haciendas, en talleres y barriosque se extiende a los lugares de trabajo bajo el modo de contratación en blanco y ennegro, estables y precarizados, etc. 4. Producción de estatalidadPodemos decir que la nueva estatalidad en Argentina –y tal vez en América Latina-está caracterizada a grandes rasgos pos los siguientes elementos: una nuevalegitimidad de los gobiernos ²progresistas² lograda a través de un modo específico deinserción en el mercado mundial, cada vez más sostenido en un discurso deldesarrollo tecnológico; una creciente importancia del consumo popular ligada a unareconfiguración decisiva del mundo del trabajo; el papel de las políticas sociales comomodo de sostener el consumo y de gobernar a las organizaciones sociales y la retóricade los derechos humanos y sociales, cada vez más combinado con el de la soberaníanacional.Este proceso de producción de estatalidad contiene una multiplicidad decontradicciones al interior de las estructuras mismas del Estado, imponiendo nuevostemas en la agenda política, restableciendo jerarquías y prefigurando pautas diferentesen las políticas sociales, cada vez más centrales en el dinamismo económico y en losdispositivos de gobierno y en particular frente al escenario de crisis mundial.Es en simultáneo y al interior de estos procesos que han tomado forma las nuevasfunciones estatales, que corresponden a estructuras institucionales específicas y queasumen una importancia creciente en países como Argentina. Son importantes, porejemplo, las instituciones que gestionan la interdependencia económica y la inserciónen el mercado mundial: éstas últimas constituyen el punto de conjunción a través delcual la especificidad del capitalismo latinoamericano se articula con las lógicasunitarias del capitalismo global.Junto a la creciente complejidad de la figura del Estado aparecen nuevas tensiones yhasta auténticos quiebres entre sus estructuras, entre los procesos políticos que seimpulsan, y las retóricas a través de las cuales se intenta consolidar la propialegitimidad.Esta nueva situación nos lleva a la necesidad de profundizar el análisis de la relaciónentre capitalismo contemporáneo (uno y múltiple al mismo tiempo) y el nuevo roljugado por el Estado en muchos países “emergentes” (no sólo de América Latina).Para que esto sea posible resulta igualmente necesario abandonar cierto modo“metafísico” de entender el Estado como si fuese una esencia eterna e inmutable, muynotorio en particular en el debate en torno a la “vuelta del Estado” que caracteriza aldebate local. En este contexto, la fuerte presencia del discurso “soberanista” y

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nacional como organizador del escenario “neo-desarrollista” (con énfasis sobre laciudadanía, la ciencia y la industria nacional) coexiste y se refuerza con la asunciónde la creciente interdependencia global.Lo cual, a su vez, obliga –y este es el punto que nos interesa– a un modelo de“instituciones abiertas”, construidas sobre un principio de permanente improvisaciónrespecto a sus modos de actuación y sus parámetros de eficacia. Nuevas estructuras,capacidades y legitimidades se forman alrededor de competencias específicas,configurando –como decíamos– una institucionalidad por “proyectos” 5. Gobierno y subjetividad

Cuando hablamos de nuevas modalidades de gobierno hablamos no sólo las nuevasvías de producción de “estatalidad”, sino también de nuevos mecanismos deregulación de la producción subjetiva, que podemos enumerar del siguiente modo:

1) Tratamiento complejo con los movimientos sociales: que incluye ycombina la negociación, la subordinación, el reconocimiento y lareparación, con el armado de estructuras paralelas y el enfrentamientomás o menos directo.

2) Centralización simbólica de la acción estatal y disgregación de las redescolectivas: hay también una combinación entre financiamiento amovimientos y prestaciones individuales. Pero un mix de estasmodalidades se da inclusive al interior de los movimientos mismos. Porun lado, se tramita “uno a uno” instituyendo estructuras de mando(“punteriles”) que gestionan la incorporación individual (y negociada)con el plan social y las agencias estatales (municipios, Ministerio deDesarrollo Social y de Trabajo). Por otro, hay complejos canales denegociación colectiva e interlocución institucional (de la obtención derecursos al manejo directo de un proyecto).

3) Producción de conocimiento como forma de gobierno: los planes socialespermiten desarrollar una inteligibilidad del mundo popularprofundamente trastocado a partir de las mutaciones operadas desde ladécada del noventa y la crisis de 2001. Es una forma de registro yclasificación de los modos de vida que no pueden considerarse dentrodel mundo asalariado formal ni de los cánones clásicos con los que operael Estado. Para ello, fue necesario que el Estado incorporase a su plantela muchos funcionarios provenientes de los movimientos y de las cienciassociales. Su conocimiento de los grupos y su saber operativo, territorialy organizativo, están en la base de una nueva interlocución (perotambién de un sistema de exclusión).

4) Política de seguridad: el conocimiento y el control territorial viabilizado apartir de los planes sociales permite un saber sobre grupos ymovimientos con el que no cuenta cabalmente ninguna fuerza deseguridad. La reciente designación del histórico responsable de lasnegociaciones con los movimientos sociales como Viceministro deSeguridad habla muy claramente de una reformulación realista de lasconcepciones mismas de la noción de seguridad.

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5) El plan social como productor de una nueva forma de ciudadanía: parte

de los requisitos de los planes consiste en un cierto tipo de inscripciónlegal de los “beneficiarios” en aquellas zonas donde predomina lainformalidad: la escolarización, la vacunación y documentaciónobligatoria como contrapartida. Sin embargo, acá vemos operar otranovedad: las instituciones clásicas del Estado no pueden dar respuesta ala masividad que se deriva de este tipo de prestaciones obligatorias. Paraello, muchas veces el Estado se sirve de iniciativas autónomas parasuplir la imposibilidad de resolución institucional. Pongamos unejemplo: el aumento en la matrícula escolar, luego de que ésta sea unrequisito del beneficio de la AUH (Asignación Universal por Hijo),obligó al Estado a recurrir a la experiencia autogestiva de los“bachilleratos populares”, que hacen educación popular en las fábricasrecuperadas desde el 2001, y en simultáneo reconocerles su existencia apartir del financiamiento de los salarios docentes, por afuera de losconvenios colectivos del gremio docente.

Este mapa breve del funcionamiento de la política social nos permite remarcar unpunto clave: la retórica dominante del retorno del empleo convive con subsidios que –asignados bajo este lenguaje del mundo del trabajo– son destinados directamente alconsumo. Y en relación a esto: ¿qué escenario configura este modelo definanciamiento de los consumos? La idea parece ser, analizando la retórica del gobierno, una suerte de “política en dostiempos”: primero el “despegue” de los consumos, motorizados en gran medida através de planes y subsidios; después la generalización del empleo, imaginada segúnuna modalidad clásicamente industrial y “fordista”. A nosotros nos parece que no es esta la tendencia en marcha al interior del mercado detrabajo argentino, y que sería más realista pensar la segunda fase de la “política en dostiempos” bajo otra dirección. Una proletarización heterogénea y precaria que no esuna “sala de espera” del pleno empleo fordista, sino la dinámica que posibilitaría elrecurso al crédito individual. Esta proyección de endeudamiento supone y tiene comocorrelato la compulsión al trabajo, cualquiera sea su definición y su regulación. Si estahipótesis es viable, la expansión de los consumos “populares” anunciaría,paradojalmente, una intensificación de los procesos de explotación capitalista de lacooperación social en sus formas cada vez más difusas y variadas. La retórica de losderechos, hoy muy difundida en Argentina, iría así de la mano de una financierizacióncreciente del mundo popular. 6. ¿Capitalismo para todos?Como ya dijimos, la “reinvención” del Estado en un país como Argentina se juega, enprimer lugar, en la producción de una mediación con respecto al mercado mundial.Pero en los países llamados “emergentes” esta mediación, a su vez, se vincula con unavasta actividad social autogestiva e informal, cada vez más presente en la actividadeconómica, favoreciendo su potencia económica y capturándola al mismo tiempo. Elmundo de la economía informal y autogestionada se ve así vivificado, saludable yfluido, al tiempo que subordinado e híper explotado.El surgimiento de un mundo capitalista “popular” está estrechamente ligado a la

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capacidad de recuperar experiencias y prácticas de autogestión capaces de lidiar conrelaciones, transacciones y políticas no estatales en una sociedad crecientementeheterogénea. Esta capacidad es regenerada una y otra vez desde abajo, en relacióndirecta con el mercado.Este universo de prácticas informales tiene hoy una presencia cada vez másimportante y explícitamente reconocida al interior de la economía nacional. Al mismotiempo constituye un “espejo” que permite leer algunas tendencias generales queestán redefiniendo el “trabajo” en Argentina: tanto por la precariedad que locaracteriza como por su capacidad de gestionar y negociar la relación con un mundoen rápida transformación. Son estos rasgos innovadores los que están en la base deuna extensión de la explotación a zonas cada vez más amplias de la vida. 7. Nuevo conflicto socialEl nuevo conflicto social es el marcador más visible y confiable a la hora decomprender la matriz actual de la explotación de lo común, así como los límites delpotencial democrático que cabe atribuir a la regulación estatal.Nos referimos, con ese término, a una serie de episodios violentos que van desde eldesalojo de campesinos de sus tierras a partir de la extensión de los agro-negocios, asícomo al desplazamiento de comunidades producto del avance de las inversionesextractivas de mega-minería e hidrocarburos; pero también a la proliferación deepisodios criminales vinculados a la generalización del negocio de la droga en losbarrios, con complicidad de sectores de las policías, la justicia y del poder político.El nuevo conflicto social es el reverso vergonzante y la contracara oscura del modo deacumulación neo-desarrollista al menos en dos aspectos fundamentales: forma partede la constitución material de modos de vida y de explotación de la riqueza comúncon la que inevitablemente se articulan las prácticas de gobierno y, al mismo tiempo,comparte el énfasis de valores concernidos en la retórica del crecimiento y de laampliación del consumo entendido en una perspectiva de generalización de prácticasmercantiles.Esta “contracara” debilita la retórica de la “inclusión” en dos aspectos esenciales:revela el régimen de expropiación despiadada de lo común sobre la que se sustenta; yerosiona el imaginario mismo de un espacio social fundado en la vigencia de laecuación entre trabajo asalariado y ciudadanía en el cual valdría la pena incluirse.Este nuevo conflicto social ya no se calca de modo preciso sobre el esquema con elcual hemos atravesado la crisis del 2001: estado contra movimientos sociales. Sinoque emerge de las nuevas condiciones de relanzamiento capitalista y nuevos modos deproducción de estatalidad y de instrumentos de gobierno.Estas condiciones se anudan, sobre todo, en la articulación entre grandes negociosglobales y una innovadora empresarialidad popular: se trata de formidablesgeneradores de ganancias enlazadas en torno a distintos tipos de valorizaciónrentística (que poco y nada tienen que ver con la ideología industrializadora delmodelo nacional y popular). Pero también de modalidades salvajes de expropiación dela riqueza común, y en la introducción de una dimensión de violencia terrorista en lagestión de territorios.Estas actividades empresariales, tan diferentes entre sí, sin dudas, comparten ademásotras características importantes como el recurso a la ilegalidad, su potencia dereorganización/valorización de los territorios –muchas veces periféricos-, y suorganización reticular, reproducida desde arriba, pero también desde abajo.Luego de dos décadas ininterrumpidas de acelerada acumulación, estas nuevas tramas

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del poder económico poseen hoy una gran capacidad desestabilizadora, y derefuncionalización de las fuerzas de seguridad a sus servicios, como lo demuestra elcaso paraguayo. La notable modernidad de sus estructuras comerciales, contrasta conel contenido conservador y despótico de sus modales políticos.El nuevo conflicto social se extiende también al mundo del trabajo, en la medida enque nos enseña a comprender el vínculo entre súper-explotación/ consumo/producciónde nuevos modos de vida que vemos desarrollarse en el mundo de la industria y losservicios (De los talleres a la lógica del transporte). En ambos casos, la crecienteregulación estatal no altera significativamente, sino que se enraíza en lo quepodríamos llamar un neoliberalismo/popular acondicionado a nuevos modos degobernar.El nuevo conflicto social, decíamos, no se calca como un esquema siempre vigentesobre los modos de politización que enfrentaron a gobierno y movimientos socialesdurante la crisis del 2001. Como hemos visto, en buena medida los movimientossociales participan hoy del gobierno, alterando la relación entre gobierno y territorio.Sin embargo, la activación de organización social en torno a esta violenciaexpropiatoria y terrorista no ha dejado de hacerse presente actualizando la necesidadde la investigación militante y la producción de conocimientos y iniciativasorganizativas a la altura de las circunstancias. 8. La perspectiva de la investigación militanteLa investigación militante funcionó como modo de identificar los sujetos de la crisis yla radicalidad de sus prácticas y enunciados: del movimiento de desocupados y suorganización asamblearia a la dinámica de justicia callejera de los escraches contra losgenocidas de la dictadura, de los movimientos campesinos a las experiencia deautogestión educativa, etc. Esa fenomenología tuvo como premisa un modo deproducir, atravesar y resignificar la crisis. Fueron también parte de las figuras clavesque organizaron toda una secuencia política vinculada a los movimientos sociales y ala hipótesis que gira en torno al cambio social a partir de un contrapoder transversal ydesde abajo.¿Qué significa hoy una perspectiva de investigación militante cuando, como dijimos,la idea misma de movimiento social ya no funciona como clave de lectura de lacomplejidad del conflicto actual?- No abandonar lo que esa “crisis” arrojó como novedad: la irrupción intempestiva delo que muchos teóricos han llamado las “luchas biopolíticas”. ¿Qué significa esto?Que el dinamismo del mundo político gira alrededor de un mapa virtual deproducción en torno a la vida, entendido como inter-conexión de singularidades. Yque el gobierno de lo social asume de manera prioritaria este campo problemático, sibien desde una perspectiva gestionaria de la vida misma de la población (de lasmayorías, de la fuerza de trabajo, etc.). Pero significa también que el gobierno de losocial debe efectuarse desde el piso emplazado por el ciclo de luchas sociales que,desde mediados de los 90, confrontaron al neoliberalismo (ese modo, precisamente,más próximo al despojo de las vidas) con un conjunto de imágenes, movimientos,prácticas y enunciados que condicionaron la emergencia del gobierno actual (comoparte de los llamados gobiernos progresistas de la región). Desde entonces, asuntostan relevantes como la soberanía alimentaria y el problema de larepresentación/participación política; el uso de los recursos naturales y de lainteligencia colectiva, de las formas de vida, de trabajo y de ocio no han dejado de sercuestiones de intensa disputa.- Si los “movimientos sociales” ya no guardan el aspecto de antaño y más bien

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tienden a ser parte de esta frágil mecánica del gobierno, la propia investigaciónmilitante se ve forzada a mutar al menos en dos direcciones diferentes y simultáneas:hacia la problematización de las nuevas formas de gobierno; y hacia la activación delo que podemos llamar las nuevas movilidades sociales, que de un modocompletamente diferente al de los movimientos de la década pasada, prefiguran unnuevo mapa de luchas y de lenguajes para sus formas de hacer y, sobre todo, deproblematizar la actualidad. - En el presente, como Colectivo intentamos organizar dispositivos para profundizaresta dinámica de investigación militante en torno a estas movilidades más difusas, conuna fuerza de intervención más afín al desborde de los dispositivos de gobierno, que ala organización estable. Los esfuerzos son múltiples, todos ellos están afectados por ladiscontinuidad espacial y temporal de estas nuevas formas del protagonismocolectivo. Entre las iniciativas más sistemáticas de construcción en red deespacio/tiempo de la investigación militante podemos nombrar por ejemplo laexperiencia de la Cazona de Flores. Una casa ubicada en el centro de la Ciudad deBuenos Aires, una tentativa de tejido de modos de vida urbanos, y una oportunidadpara problematizar, precisamente, estas dinámicas de movilidad.

Queremos terminar con una imagen más concreta de lo que significan para nosotroshoy la investigación militante. Aunque nos tienta profundizar en la referencia queacabamos de hacer al nuevo conflicto social que, de hecho, es parte de un esfuerzo detrabajo en el que estamos involucrados ahora mismo, optamos por contar unaexperiencia reciente, muy rica para todos nosotros, que acabó con la escritura de unlibro llamado Chuequistas y overlokas, una discusión en torno a los talleres textiles(Tinta Limón Ediciones/Retazos, Buenos Aires 2010) producido entre el ColectivoCultural Simbiosis y el Colectivo Situaciones.La experiencia surge del encuentro con este colectivo, Simbiosis: un grupo de jóvenesbolivianos migrantes en Buenos Aires que venían trabajando muy de cerca la realidadcontundente de los talleres textiles clandestinos en la ciudad de Buenos Aires. Sobretodo, querían discutir públicamente el mecanismo de explotación y de guetificaciónen la que se encontraban los costureros, en su gran mayoría de origen boliviano, apartir del incendio (con victimas fatales) de un taller hace ya casi siete años.La aventura nos llevó a recomponer el mundo de significados sociales que gira entorno a esta realidad habitualmente sumergida en la que se enlaza la economíainformal, una empresarialidad pujante casi siempre sometida a la ilegalidad, lacomplejidad del cálculo migrante, el papel del racismo, pero también la perversión deelementos comunitarios en los espacios de socialización y trabajo de los costureros, laarticulación con las marcas argentinas, etc.Todo esto que puede resultar de una escala demasiado “micro” sin embargo se enlazacon la mecánica de funcionamiento de una inmensa feria ilegal de productos (sobretodo textiles) llamada la salada. Esta realidad extremadamente dinámica, que searticula cada vez más con la dinámica de gobierno, hunde sus raíces en estos modosde producción que mixturan la autogestión y la explotación. Esta investigación abrióuna línea que llamamos la “potencia del trabajo multiforme” y que tiene relaciónestrecha con las formas en que la presencia de la crisis se metamorfosea. Desde allíhemos enlazado, a su vez, con la economía de tomas de tierras cada vez más fuertesen Buenos Aires para abordar –desde un taller que se llama Hacer Ciudad y funcionaen La Cazona de Flores- una reciente investigación sobre una trágica ocupación detierras en el centro de la ciudad (Parque Indoamericano).Se trata de variaciones de lo multiforme como potencia: experiencias a partir de las

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cuales se crean formas múltiples cuando ya no hay una forma de trabajar, ni deconseguir dinero, ni de darle sentido a nuestra labor, ni mucho menos de conquistardignidad. Lo multiforme es potente porque es experimentación viva. Innova más alláde la moral, del Estado y de las normas a la vez que da cuenta de sus mutaciones. Enestas condiciones, lo multiforme también es ambivalente y no tiene un sentidopredefinido (menos aun el de movimiento social). Es ese tipo de dinamismo –onuevas movilidades sociales- las que hoy desafían los territorios y a la práctica mismade la investigación militante.