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Estudios de Cultura Maya ISSN: 0185-2574 [email protected] Centro de Estudios Mayas México GONZÁLEZ OROPEZA, MANUEL LA COLONIZACIÓN TARDÍA. MIGRACIONES MAYAS EN AMÉRICA DEL NORTE Estudios de Cultura Maya, vol. XXVII, 2006, pp. 181-201 Centro de Estudios Mayas Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281322927009 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Estudios de Cultura Maya

ISSN: 0185-2574

[email protected]

Centro de Estudios Mayas

México

GONZÁLEZ OROPEZA, MANUEL

LA COLONIZACIÓN TARDÍA. MIGRACIONES MAYAS EN AMÉRICA DEL NORTE

Estudios de Cultura Maya, vol. XXVII, 2006, pp. 181-201

Centro de Estudios Mayas

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281322927009

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GONZÁLEZ OROPEZA / LA COLONIZACIÓN TARDÍA. MIGRACIONES MAYAS 181

LA COLONIZACIÓN TARDÍA.MIGRACIONES MAYAS

EN AMÉRICA DEL NORTE

MANUEL GONZÁLEZ OROPEZA

Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM

La frontera norte

México cuenta con un inmenso espacio fronterizo con los Estados Unidos y conCentroamérica, pues se ubica en los límites australes de América del Norte ycolinda con América Central. Está, pues, en el punto central donde el norte seencuentra con el sur, por lo que su posición estratégica en el continente le brin-da la posibilidad de ser una frontera natural al nivel hemisférico. México formaparte de la zona de Mesoamérica, con un especial valor para la historia, la cien-cia y la política en las Américas. En su frontera sur comparte un territorio co-mún con dos países centroamericanos, cuya línea divisoria separa artificialmen-te un territorio habitado por los mismos grupos étnicos y culturas que compartenvalores comunes desde hace más de dos milenios.

En un principio, México requirió de políticas incluyentes de migración y co-lonización, de las cuales nuestros vecinos anglosajones se beneficiaron grande-mente. Gracias a las leyes mexicanas de inclusión migratoria, muchos colonosdel sur de los Estados Unidos contaron graciosamente con tierras y con la opor-tunidad de empezar una nueva vida por parte del gobierno mexicano, el cualles concedió el privilegio, sin condicionamientos, excepto la adopción de la re-ligión católica, de una nacionalidad nueva, la mexicana, y el disfrute pleno desus derechos; entre ellos, en primer lugar, el de la libertad. Los ciudadanos his-panoamericanos también recibieron la bienvenida en nuestro territorio, y algu-nos de ellos llegaron a brillar en la política nacional. Distinguidos hispanoame-ricanos como José Cecilio del Valle, quien ocupó el Ministerio de Relaciones deMéxico bajo el Primer Imperio, o Vicente Rocafuerte y Miguel de Santa María,quienes ejercieron la diplomacia de manera brillante en beneficio nacional, sonejemplos de la inclusión mexicana, a pesar de no haber nacido en México.

La total apertura de colonos extranjeros hacia México, principalmente pro-venientes de los estados sureños de la unión americana, trajo problemas deseguridad interior en los estados mexicanos situados al norte del país, obviosuna vez que los Estados Unidos adquirieron Louisiana, en 1803. Su avance porocupación territorial comenzaría con la política del Destino Manifiesto, y desde1826 pretendió ocupar más territorio a costa del de México, como sucedió pri-

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mero con Texas y después con California y Nuevo México.1 Nuestro territorio sevio desmembrado por la colonización extranjera sin control, pero en la actuali-dad vemos que a través de la migración, las naciones de México y Centroaméri-ca comienzan a poblar los territorios ocupados por la conquista de los EstadosUnidos de sus entidades sureñas, para enfrentarse a barreras migratorias quenunca existieron en América del Norte hasta fechas recientes.

La colonización del norte de México vuelve a ser objeto de preocupación,por nueva ocasión, en los albores del siglo XXI; ahora con nuevo ímpetu, los co-lonos nativos que antes se vieron impedidos para hacerlo, mexicanos de origenmaya y de muchas otras etnias indígenas, o miembros de las mismas comunida-des provenientes de Centroamérica, migran desde hace décadas en pos de unanueva colonización; es pues una “colonización tardía” que debe ser ahora reco-nocida por los Estados Unidos. Este país, que se benefició de las políticas mi-gratorias incluyentes de México en el pasado, debe hacerlo ahora en el presen-te y futuro, si no con el auspicio de su sistema jurídico, con el apoyo yprotección del Derecho Internacional.

La denomino “colonización tardía” debido a que México trató desde los al-bores de su organización política, a principios del siglo XIX, de organizar unacolonización de nacionales mexicanos en las extensas tierras del norte, peroante la escasez de recursos, la lejanía de dicho territorio y las dificultades de lacolonización, México intentó la colonización extranjera, siempre otorgando laciudadanía de antemano a los colonos extranjeros y ofreciéndoles tierras parasu manutención. Resulta paradójico que los colonos provenientes de los Esta-dos Unidos ahora mantengan una política migratoria excluyente con los mexi-canos. Sin embargo, la tendencia migratoria hacia el Norte se ha reiniciado des-de mediados del siglo XX, siendo incontenible. Se trata de una colonizacióntardía que históricamente correspondió a México llevar a cabo en un territorioque le fue arrebatado por la conquista y la invasión; es un hecho que no se de-tendrá por más barreras que se le impongan, como no se detuvo la migraciónde los Estados Unidos de principios del siglo XIX.

Este trabajo ofrece una reflexión presente ante los hechos del pasado, con elpropósito de exhibir la intransigencia de las políticas migratorias excluyentesde los Estados Unidos hacia el fenómeno universal de la migración.

La ilegalidad en los fenómenos migratorios depende de la apertura o discri-minación con que los países la traten. La migración de los anglosajones, masivapara la época, a principios del siglo XIX,2 tuvo aspectos de ilegalidad, como la

1 Arizona estaba unida a Nuevo México en esta época, pero después se separaría.2 En 1836, se calcula que la población en Texas se constituía por 30 000 personas de origen

anglosajón, en contraste con tan sólo 3 500 mexicanos oriundos, 14 200 indios, fundamentalmen-te comanches que no eran oriundos de México, sino que venían de Wyoming, y 5 000 esclavos. Deesta manera, los esclavos casi doblaban el número de mexicanos y los anglosajones eran casi 10veces más; claro ejemplo de desproporción poblacional.

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importación ilegal de la esclavitud, abolida ya en México desde su Independen-cia: los colonos la reimplantaron a toda costa y con todos los medios a su al-cance, en Texas. La población anglosajona que ocupó la provincia mexicana deTexas intentó cambiar la situación desde adentro, imponiendo la esclavitud quehabía sido reiteradamente abolida en México desde 1810 hasta 1829, por lo quedecidieron a su vez abolir la ley mexicana del 6 de abril de 1830,3 que impusorestricciones a la migración y el establecimiento de un sistema de pasaportes porseguridad. Para lograr su cometido, los migrantes anglosajones organizaron unmovimiento sedicioso contra el Estado del cual dependían, Coahuila,4 y poste-riormente contra el país que les había dado cobijo y patrimonio, bajo la excusade proteger sus “libertades”, que incluían la esclavitud que importaron y una “in-dependencia” de la que no gozaban en sus estados originarios.

La primera Constitución de Texas, en 1836, hizo evidente este interés escla-vista a través de la sección 9ª del capítulo de Prevenciones Generales en los si-guientes términos: “Toda persona de color que fuese esclavo de por vida antesde emigrar a Texas y que estuviese sometida a esa condición en la actualidad,deberá observar la misma condición de servidumbre”.

Llama la atención que los mexicanos que contribuyeron a la independencia osecesión de Texas hubiesen consentido en esta disposición atentatoria de laslibertades más elementales. Me sorprende que el liberal Lorenzo de Zavala, pró-cer por muchos conceptos, hubiese aceptado esta disposición como integrantedel Congreso Constituyente de Texas y primer vicepresidente de la República deTexas.

En la actualidad, la frontera de Tijuana con San Diego es la más transitada enel mundo, pues se calcula que más de 40 000 habitantes de Tijuana trabajan enlos Estados Unidos, lo que los compele a cruzar la frontera diariamente. Le si-guen muy de cerca las fronteras de Ciudad Juárez con El Paso, y de Matamoroscon Brownsville. De tal suerte que la frontera de México con los Estados Uni-dos, con cerca de 2 000 km de extensión, observa transitar alrededor de 280millones de personas anualmente, desde 1996, cifra que reproduce la poblacióntotal de los Estados Unidos. Si a ello sumamos todos los transeúntes a lo largode los demás puntos de entrada en la frontera, no podemos más que concluirque la frontera norte es la más populosa del mundo.

Pero en la actualidad el fenómeno migratorio produce temor incontrolado enese país que se formó de inmigrantes. La barrera de la ciudadanía ha servido depretexto para denegar los derechos humanos, de la misma manera que la escla-

3 Esta ley fue elaborada por Lucas Alamán y resolvió detener la colonización anglosajona en te-rritorio texano. Sin embargo, esta voluntad se enfrentó a la realidad de los hechos: la migración noreconoce fronteras y no puede ser detenida, tal como sucede en la actualidad; los colonos america-nos siguieron viajando a Texas, como si la ley no existiera.

4 Los colonos establecidos en Texas dependían políticamente de las autoridades de Coahuila,pues el territorio texano estaba anexo al de Coahuila. La primer Constitución de Coahuila y Texasde 1827 así lo demuestra.

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vitud fue declarada legal en 1857 por la Suprema Corte de ese vecino país, ba-sada en que las personas nacidas en África eran no sólo no ciudadanas, sino nisiquiera personas. Afortunadamente esa discusión denigrante fue superada enel mundo hispano por fray Bartolomé de las Casas desde el siglo XVI.

En contraste, México ha mantenido tradicionalmente una actitud incluyente dela migración. A principios del siglo XIX, algunas entidades federativas, como Vera-cruz, establecían en sus constituciones 5 la posibilidad de otorgar ciudadanía a losnacionales de otras naciones hispanoamericanas, lo cual demuestra la políticaincluyente hacia los extranjeros, que caracterizó nuestra tradición liberal. Contra-ria es la política migratoria de los Estados Unidos, a pesar de que la migraciónmexicana ha sido un factor determinante en el crecimiento demográfico de esepaís. El aumento de la población que se prevé hacia el año 2050, de unos 120 mi-llones de nuevos residentes en los Estados Unidos, no proviene de las tasas denatalidad, sino de la migración, especialmente de origen hispanoamericano.6

La frontera sur

Por otra parte, los problemas de México en la frontera sur son de reciente cuño,y algunos de ellos se originan por la atracción de la frontera norte, por la emi-gración de ciudadanos hispanoamericanos, principalmente de países vecinosnuestros al sur, como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, que transi-tan por nuestro territorio para ingresar principalmente a los Estados Unidos,aunque algunos de ellos se quedan en tierras mexicanas.7 Esto se debe a la san-grienta guerra civil que durante 36 años azotó a Guatemala, a raíz de la deses-tabilización sufrida —con la colaboración de los Estados Unidos, por cierto—con la salida de Jacobo Arbenz, así como por las guerras civiles en los demáspaíses centroamericanos.

Durante las tres últimas décadas del siglo XX, los principales motivos de emi-gración de los ciudadanos centroamericanos se debían a la inseguridad y vio-lencia que reinaba en sus territorios debido a la inestabilidad política; tal comosucedió con nuestros connacionales a principios de dicho siglo, debido a la Re-volución Mexicana. Eran, en consecuencia, “migrantes políticos” que con carác-ter de refugiados buscaban asilo en México.8

5 Artículo 11, fracciones 2 y 3 de la Constitución de Veracruz de 1825.6 Actualmente, uno de cada 11 nacionales americanos es de origen hispano. Para el año 2050

se prevé que la proporción sea de uno por cada cuatro, según cálculos del conservador ConsejoNacional de Investigación.

7 En 2002, dentro del programa “Repatriación Segura y Ordenada”, se repatriaron 9 416 guate-maltecos, 4 532 hondureños, 2 416 salvadoreños, 371 ecuatorianos, 162 nicaragüenses y dos cos-tarricenses, según el Instituto Nacional de Migración.

8 M. A. Castillo, “Contexto regional y migraciones a la frontera sur de México”, Secuencia, nuevaépoca, núm. 25, enero-abril de 1993, p. 84.

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Las migraciones políticas de los años ochenta del siglo pasado, principalmen-te de Guatemala, aunadas al estallido social, de carácter indígena, en Chiapas,hacia 1994, han hecho de la frontera sur mexicana un frente de gran conflicto yconstante preocupación en los últimos veinte años.9 A esto se ha agregado,desafortunadamente, la salida forzada de muchos centroamericanos debido alos fenómenos naturales que los han asolado, como terremotos y huracanes, ya la precaria condición económica que padecen como resultado de esas confla-graciones.10

El emigrante centroamericano, antaño emigrante por razones políticas, seha convertido fundamentalmente en “exilado económico”, dada la pobrezaque padece la región en la actualidad. Lo mismo ha sucedido con el emigran-te mexicano, tanto indígena como mestizo. De esta manera se origina la mo-derna migración maya, sucedánea de la tradicional migración del pueblo mayaque desde su creación se narra en los libros sagrados de su cultura. Para lospueblos mesoamericanos, la migración no es un factor exógeno a sus tradi-ciones, sino que son fenómenos cíclicos en la formación de su cultura e idio-sincrasia.

Estudios sobre fenómenos migratorios concluyen que los mayas tienden amigrar hacia las regiones naturales que han ocupado desde antaño. De estamanera, se observa una clara tendencia migratoria de los mayas yucatecos ha-cia el vecino estado de Quintana Roo, pues 87% de dicha migración se transfor-ma en migración interna del estado más reciente de la Unión Federal. QuintanaRoo es el foco de atracción migratoria más importante de México en la fronterasur; su población se integra en un 62% de personas no nacidas en el estado, yatrae en un 59.2% pobladores indígenas no nativos. Su propia formación comoentidad federativa se debió a la colonización.11 No obstante, es el estado deChiapas la entidad que atrae más migrantes internacionales, principalmenteguatemaltecos, según datos de la Tercera Conferencia Internacional de Pobla-ción del Istmo Centroamericano, realizada en 2003.

De las migraciones indígenas, la más abundante es la que ocurre entre lospueblos de Oaxaca. El 71% de la migración de los pueblos oaxaqueños se dirigea otras entidades federativas de México, incluyendo la ciudad de México. Noobstante, se calcula que en la actualidad hay más de un millón de indígenasmayas provenientes de México y Guatemala viviendo en los Estados Unidos; delos cuales, 50 mil indígenas de Yucatán y Chiapas viven en la ciudad de SanFrancisco. Esta ciudad se está convirtiendo en el destino internacional más

9 J. L. Cruz Burguete, “Integración de los refugiados guatemaltecos en Campeche”, Estudios So-ciológicos, núm. 54, vol. XVIII, septiembre-diciembre de 2000, p. 556.

10 I. Jerez y C. J. Izaguirre, “Las migraciones en Centroamérica”, Los momentos y el parteaguas,núm. 2, invierno de 2000, p. 13.

11 A. Canto López, Reseña histórica de la creación del Territorio de Quintana Roo y consideracionesacerca de su reincorporación a Yucatán, 1954, pp. 9-11.

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atractivo para los mayas, y el Consulado Mexicano registra a mayas en un 30%como peticionarios de matrículas consulares, las cuales constituyen medios deidentificación oficial en los Estados Unidos.12 Otros mayas yucatecos prefierenpoblados ubicados más al norte de California, como Fort Bragg.13 Por su parte,un grupo importante de mayas guatemaltecos se ha asentado en Florida, en ciu-dades como Palm Beach.

Otros grupos mayanses se han resistido a constituir mano de obra migrato-ria en las grandes ciudades del país, o incluso del extranjero. En Chiapas se diag-nosticaba desde hace una década que los grupos indígenas más bien tendían aredistribuirse en el mismo territorio del estado, principalmente dentro del mis-mo medio rural y las ciudades medias estatales.14 Quizás estas tendencias hayansido modificadas a partir del conflicto zapatista.

Continuidad de las fronteras

En términos absolutos, la migración más importante se da hacia el norte delpaís, precisamente por la frontera con los Estados Unidos. Por ello, el problemano termina en México, sino que comienza con su frontera norte. La gran exten-sión de la frontera entre ambos países provoca problemas de diverso contenidoy magnitud. Ante la insuficiencia de fondos y empleos para satisfacer las necesi-dades del migrante económico proveniente del sur de México y Centroamérica,el país se convierte en un país de paso hacia el vecino del norte. Esta migraciónno parará mientras sigan existiendo en el país 300 municipios indígenas de muyalta marginación, 407 de alta marginación, 79 de media marginación y sólo 12de baja marginación. De estos números, destacan los municipios chiapanecoscomo los de mayor marginación. Ante estas condiciones económicas, ¿cómoatajar el problema que representa la migración incontrolada o no autorizada?Nuestro récord hasta el momento es pobre, insuficiente y violatorio de dere-chos humanos, tal como lo es el de los Estados Unidos.

Las soluciones unilaterales de los países no logran remediar ninguno de losproblemas migratorios comunes, pues los orígenes de dichos problemas se en-cuentran a ambos lados de todas las fronteras y, al no poder aplicarse fuera delos respectivos territorios nacionales de cada país, las políticas públicas conte-nidas en sus respectivas legislaciones domésticas resultan ineficaces para atajarlos graves problemas fronterizos, ya que requiere de la colaboración de los paí-ses involucrados, tanto para fijar las políticas públicas pertinentes, como para

12 A. Martínez Ortega, “Los mayas invaden San Francisco”, El Universal, 13 de junio de 2004.13 Z. Stavely, La Jornada, 6 de junio de 2004. Sobre todo, mayas provenientes de los poblados

de Peto y Kimbilá.14 J. I. Angulo Barredo, “Comportamiento de la población regional y grupos étnicos en los Altos

de Chiapas (1960-1990)”, en Anuario. Instituto de Estudios Indígenas, tomo V, 1995, p. 194.

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aplicarlas. Por ello, la colaboración internacional es el método adecuado para tra-tarlos y llegar a soluciones justas.

La política migratoria de los Estados Unidos no puede escapar a los prejui-cios de discriminación racial que han asechado a ese país desde su fundación.De los 28 y medio millones de extranjeros radicados en esa nación, que repre-sentan tan sólo el 10.4% de la población total, según datos del Censo verifica-dos en 2000, la mitad proviene de América Latina. De las restricciones y limita-ciones para impedir la migración hacia ese país, se deduce una mayor cantidadde migración irregular o indocumentada, así como un mayor riesgo en las vidasde los migrantes. De esta manera, América Latina, y en particular México y lospaíses centroamericanos, deben conocer y verificar que las instituciones migra-torias y la implantación de las leyes de los Estados Unidos no perjudiquen a losnacionales de sus países, en detrimento de su integridad física. Así como losEstados Unidos son tan celosos en la protección de las personas y de los intere-ses económicos de sus nacionales, así América Latina debe promover la protec-ción de la integridad de la vida y el respeto a sus derechos humanos.

La realidad muestra que todos los países se benefician de alguna manera deesta migración que se ha criminalizado, perseguido y condenado,15 en detri-mento de los derechos más elementales de los inmigrantes. Los países expulso-res, tanto los centroamericanos como México, se benefician de que su pobla-ción económicamente activa, que no encuentra suficientes fuentes de trabajo,migre, evitando así que se convierta en focos de criminalidad y carga onerosapara sus servicios de bienestar; además de las remesas millonarias que promue-ven desarrollo económico en las comunidades donde el Estado es incapaz desustentarla. Por ejemplo, los migrantes de Oxkutzcab a California remiten a sucomunidad un promedio de 300 dólares por mes. Por su parte, los Estados Uni-dos, el mayor país receptor de migración latinoamericana, se convierte en elexplotador del trabajo intenso y pujante del trabajador indocumentado, a cam-bio de un salario injusto y de la negación de los derechos más elementales;16

15 El Título 8º, sección 1325, del Código Uniforme de los Estados Unidos hace de la entrada in-documentada hacia ese país un delito denominado “entrada ilegal de extranjero”; pero no se persi-gue con todas las garantías constitucionales de un proceso penal, sino que se le da tratamiento deuna detención administrativa, más sujeta a las reglas de las autoridades migratorias y a la deporta-ción, en las que hay un margen grande de discrecionalidad —y abuso—, que a la de un juez en unriguroso procedimiento penal.

16 En la reciente decisión de la Suprema Corte de los Estados Unidos, Hoffman Plastics Com-pound de 2002, se negó el derecho de un trabajador indocumentado a recibir salarios caídos, apesar de que su empleador infringió las leyes laborales al despedirlo injustificadamente por tratarde participar en la formación de un sindicato en la empresa, según veremos con detenimiento másadelante. En un caso sujeto a resolución ante los tribunales federales en el 2004, la organizaciónEqual Access Education presentó una demanda por las leyes y políticas educativas del estado deVirginia de negar acceso a la educación media superior y superior a los extranjeros indocumenta-dos, sin importar el precedente de Plyler v. Doe de aceptar la educación primaria de los hijos detrabajadores indocumentados.

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todo ello en beneficio de su economía y de las empresas que, a sabiendas, trans-greden las leyes de su país para explotar al máximo la mano de obra extranjera.La complicidad de los gobiernos se transforma en el principal obstáculo parasolucionar este grave problema social de la migración que se ha penalizado,cuando debiera abrirse y regularse de otra manera.

Esta condición laboral infrahumana en los Estados Unidos había propiciadola temporalidad del trabajo migratorio indocumentado, aunque ya se percibeuna mayor permanencia de los migrantes en tiempos recientes. En el caso delos mayas, expertos han reiterado que la migración presenta como peculiaridadsu carácter temporal; estancias en ese país cortas, con el suficiente tiempo paraahorrar y pagar deudas, construir una casa o un patrimonio familiar y, una vezlogrado el cometido económico, regresar a sus lugares de origen.17

Además, la globalización comercial de América del Norte ha ampliado la fran-ja fronteriza, adentrándola en el territorio de los dos países, y ampliando asílos problemas fronterizos a regiones de mayor espectro. Así las maquiladorasse han mudado a la frontera sur de México, llevando tras de sí los problemas co-nocidos por la falta de regulación e implantación de leyes adecuadas.

Pero este beneficio económico conlleva problemas físicos y de medio am-biente, a los que se unen problemas de criminalidad, pobreza, vivienda y salud,por mencionar algunos, los cuales tornan los beneficios en apariencia y consti-tuyen verdaderos problemas que confluyen en una combinación anárquica, detal suerte que las fronteras se han convertido en los talones de Aquiles de Méxi-co, Estados Unidos y Centroamérica, así como en motivo de continua tensiónentre nuestros países.

El bienestar de los habitantes de uno y otro lado de las fronteras es interde-pendiente en estas condiciones, y no es válido el argumento de la soberaníanacional de cada uno de los países involucrados para tratar de evadir mutua-mente el problema. Lo cual quiere decir que la continuidad de los problemas dela frontera, es decir, su aspecto común, hace que las barreras creadas por lasfronteras y los sistemas jurídicos nacionales tengan que ceder para la soluciónde problemas comunes. La migración irregular es, en consecuencia, un proble-ma hemisférico, y los migrantes deben ser tratados como minorías transfronte-rizas sometidas a un régimen de protección de sus derechos, aunque tambiénsometidas a leyes más comprensivas de sus beneficios y necesidades. Por otraparte, la solución de los problemas fronterizos no depende exclusivamente dela calidad en la administración de servicios, sino que va mucho más allá de esosaspectos, para incidir en la regulación y formación de políticas de Estado, queimplican decisiones que deberían tomarse bilateral y multilateralmente por los

17 J. I. Angulo Barredo, “Población y migraciones campesino-indígenas de los Altos de Chiapas”,en Anuario. Instituto de Estudios Indígenas, tomo IV, 1991-1993, p. 44; “Comportamiento de la pobla-ción regional y grupos étnicos en los Altos de Chiapas”, op. cit., tomo V, 1995, p. 205.

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órganos políticos de los países involucrados, así como por organismos interna-cionales.

La fijación geográfica de la franja fronteriza ha sido delimitada en 100 kiló-metros tierra adentro del territorio mexicano y 62 millas del correspondiente alos Estados Unidos, para efectos de colaboración ecológica, según el AcuerdoInternacional de La Paz, firmado en 1984. En la frontera norte, la zona fronteri-za comprende 14 ciudades gemelas de ambos lados de la frontera, las cualesrepresentan los núcleos de población de mayor crecimiento en ambos países.La necesidad de servicios rebasa las capacidades de los gobiernos locales decada lado de la frontera.

En la frontera sur, 16 municipios chiapanecos colindan con Guatemala, mien-tras que Tabasco y Campeche tienen apenas dos municipios fronterizos, y Quin-tana Roo sólo uno.

El sistema federal entorpece aparentemente el proceso de operación de lafrontera, pues la autoridad federal, en ambos casos, es la única competentepara regular y administrar la franja fronteriza, así como para negociar los res-pectivos acuerdos internacionales, y sin embargo, muchos problemas impactanlas localidades fronterizas y las autoridades municipales o estatales, las cualesno tienen las facultades para negociar ni decidir en los tratos diplomáticos, dealto nivel, que efectúan las respectivas federaciones.

En México, los estados y, por supuesto, los municipios, están impedidosconstitucionalmente para celebrar cualquier convenio o acuerdo de nivel inter-nacional, por prohibición absoluta contenida en el artículo 117, fracción I, de laConstitución Federal,18 a pesar de la inconstitucional Ley de Tratados Mexicana,publicada el 2 de enero de 1992, que autoriza la celebración de “acuerdos inte-rinstitucionales” a las administraciones públicas federales, estatales y municipa-les.19 La solución de los problemas fronterizos debe comenzar con los acuerdosy programas aprobados y puestos en marcha por las localidades fronterizas, tal

18 “Artículo 117. Los Estados no pueden, en ningún caso: I. Celebrar alianza, tratado o coalicióncon otro Estado ni con las potencias extranjeras.”

19 Pues dicha disposición viola el artículo 89, fracción X, de la propia Constitución Federal queasigna como facultad y obligación exclusiva del presidente la de dirigir la política exterior y cele-brar tratados internacionales, sometiéndolos a la aprobación del Senado. En cambio, el artículo2º, fracción II, de la Ley de Tratados, define como acuerdo interinstitucional: “El convenio regidopor el derecho internacional público, celebrado por escrito entre cualquier dependencia u organis-mo descentralizado de la Administración Pública Federal, Estatal o Municipal y uno o varios órga-nos gubernamentales extranjeros u organizaciones internacionales, cualquiera que sea su denomi-nación, sea que se derive o no de un tratado previamente aprobado”. Dentro del régimenconstitucional mexicano no existen diversos tipos reconocidos como acuerdos internacionales, lasola expresión de tratados internacionales satisface y completa la normatividad de esa índole, adiferencia de los Estados Unidos cuya jurisprudencia ha creado varios tipos de acuerdos, con dife-rente tratamiento constitucional, como los Acuerdos del Ejecutivo y los propios tratados, auto yheteroaplicativos. Por ello, en la Constitución Mexicana sólo existen los tratados internacionalescelebrados por el presidente y ratificados por el Senado, todos ellos autoaplicativos, sin referencia

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como se aprobó en la Conferencia binacional de Gobernadores Fronterizos deMéxico y los Estados Unidos, en 1989.

La frontera norte de México comparte una extensión de 3 141 kilómetros (1952 millas) con los Estados Unidos, en una región desértica con dos principalesríos, el Bravo y el Colorado, que bañan las secas regiones fronterizas. Contrarioa lo que pasaba en otros años, la zona fronteriza es una zona altamente pobla-da entre ambos países, pues se calcula que aumentó de 10.6 millones de habi-tantes en 1995 a una cifra entre 11.5 y 13.4 millones en el año 2000, lo cualsobrepasa la población total de algunos países centroamericanos. El panoramase ha caracterizado por la existencia y creciente desarrollo de por lo menos lasya mencionadas 14 ciudades gemelas. Por su parte, la frontera sur de Méxicocuenta con 1 138 kilómetros, según fue determinada hasta 1882,20 compartien-do límites con Guatemala y Belice, y siendo Tapachula y Ciudad Hidalgo las ciu-dades con mayor ingreso de emigrantes provenientes del sur.

Aunque la cuestión geográfica fue la primera de interés entre las relacionesbilaterales de nuestros países, para construir la frontera y delimitar territo-rialmente la soberanía de cada uno de nuestros países; los problemas socialescomenzaron a ocupar la atención de los acuerdos y programas conjuntos, quepretendían diluir o neutralizar el afán de delimitar y separar las fronteras, conla intención de fusionarlas.

Ante los requerimientos de mano de obra barata en una economía bélica comola de los Estados Unidos, México colaboró con el Programa Bracero (1940-1964),con un énfasis en el empleo. Posteriormente, ante la necesidad de una expan-sión económica frente a la competencia internacional, donde la mano de obraes barata, particularmente en Asia, los Estados Unidos requirieron de un pro-grama de establecimiento de industrias ensambladoras, en principio, con manode obra mexicana en territorio mexicano, por lo que México puso en marcha elPrograma Nacional Fronterizo desde 1961, que dio origen a las industrias ma-quiladoras que sobreviven en la actualidad. De esta manera, han sido los pro-gramas laborales e industriales de ese país los que han fomentado la migracióndel sur al norte.

Estas necesidades del desarrollo económico de los Estados Unidos acentua-ron los flujos migratorios que naturalmente se venían dando desde el siglo XIX,atrapando a México a la mitad de dicho flujo. Las ciudades fronterizas mexica-nas presentan un crecimiento desproporcionado de más de dos millones de ha-

alguna a los “acuerdos interinstitucionales”. De la misma manera, la Convención de Viena sobreTratados, ratificada por México en 1973, asume que los Tratados son firmados por un Estado cuan-do son suscritos por cualquier persona que aparezca con plenos poderes para obligar al Estado(Artículo 7º ); por lo que, las personas que representan a las administraciones públicas asumen esacaracterística.

20 G. Toache López y R. Arrangóiz Raya, “Migración en la frontera sur”, Bien común y Gobierno,año 5, núm. 53, abril de 1999, p. 128.

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bitantes entre 1990 y 1995.21 Este crecimiento se deriva, a su vez, de la dupli-cación de población en 10 años: de tres millones de habitantes en 1980 a seismillones en 1990.22

Falta poner en marcha en nuestra frontera sur un programa de igual propósi-to, aunque de distinta inspiración, para que el trabajo digno centroamericanosea aprovechado y no haya abusos parte de las empresas mexicanas. Las indus-trias maquiladoras se están acercando cada vez más al sur de México, y las fron-teras mexicanas se están uniendo económica y socialmente.

La condición de extranjero frente a las fronteras

En otra perspectiva, los extranjeros han contado siempre con un estatuto espe-cial en México. Sin embargo, en la actualidad, debido a su nacionalidad y a sucondición, gran número de hombres, mujeres y niños extranjeros han sido obje-to de tratamientos distintos y discriminatorios, tanto en México como en los Esta-dos Unidos. México se ha tenido que defender de los privilegios que las nacionesextranjeros poderosas han tratado de imponer sobre los extranjeros residentesen territorio mexicano, mientras que los nacionales mexicanos con residencia enlos Estados Unidos han sido violentados en sus más elementales derechos huma-nos. Ahora se da la triste realidad de que México observa los mismos patronesde prepotencia, discriminación, corrupción y violación de los derechos humanosque tanto criticamos en la frontera norte, respecto de los nacionales centroameri-canos que cruzan irregularmente nuestra frontera sur en alguno de los 32 puntosinformales de cruce vehicular identificados para tal efecto.23

El grave problema que representa la condición jurídica de los extranjeros re-sidentes en Estados Unidos y en México, merece ser tratado desde una pers-pectiva más amplia de la que generalmente se ha abordado, y considerarloscomo he mencionado, en una “minoría transfronteriza”, objeto de regulaciónpor parte del Derecho Internacional; donde los derechos humanos básicos es-tén pactados en tratados internacionales, de carácter bilateral o multilateral,para garantizar así que las interpretaciones domésticas de sus derechos huma-nos, muchas veces inspiradas por odios raciales e intereses económicos, noconstituyan un obstáculo a su dignidad ni al disfrute de sus derechos. A elloresponde el memorándum de entendimiento suscrito por Guatemala y Méxicoen octubre de 2002, en materia de derechos humanos de migrantes, así comoel actual esfuerzo de las Naciones Unidas para la aprobación de la Convención

21 Datos tomados del documento Description of the Border XXI Program (http://home.earthlink.net/-buehler/b2.1txt), p. 18.

22 J. Matthiesen, “What’s now for the Texas colonias?”, New México Law Review, vol. 27, inviernode 1997, p. 17.

23 Existen tan sólo cuatro cruces formales entre México y Guatemala.

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Internacional sobre la Protección de todos los Trabajadores Migratorios y de susFamiliares, que ya fue ratificada por México.24

Punto de partida del análisis de las minorías transfronterizas lo constituye elpapel predominante de la migración entre Estados fronterizos y la asimetría quepresentan sus sociedades, tanto en el ámbito económico como cultural. Respec-to a la asimetría preponderante en las ciudades fronterizas de ambas fronterasmexicanas, conviene recordar las palabras de Jorge G. Castañeda cuando carac-terizó las relaciones de México hacia sus dos fronteras como asimétricas o in-congruentes, pues la actitud de México frente a su frontera norte ha sido dis-tinta de la observada frente a la frontera sur.25

Desafortunadamente, la migración indocumentada es percibida en términosnegativos, según una reciente encuesta Gallup, por parte del 60% de la pobla-ción de los Estados Unidos, como un lastre para la economía del país y un peli-gro para la seguridad pública, y las leyes mexicanas contemplan de igual mane-ra a la migración irregular proveniente de Centroamérica. La presencia de gruposvandálicos denominados “Maras Salvatruchas”, han provocado en ciudades fron-terizas de México y Guatemala los mismos sentimientos xenofóbicos que tantocriticamos hacia nuestros con-nacionales en la frontera norte. El ciudadano co-mún en los Estados Unidos considera que esta minoría transfronteriza sobre-vive gracias a los beneficios del sistema de seguridad social que existe en esepaís, y que disfruta del beneficio público gracias al apoyo del causante y losimpuestos que pagan. No me extrañaría encontrar la misma opinión entre los sec-tores conservadores de la sociedad mexicana.

Esta percepción común bastaría desmentirla con abundantes cifras y argu-mentos en contra, pero el problema de esta minoría se agrava con la violacióna sus derechos humanos de que cotidianamente son objeto, además de que es-tos prejuicios ya se reflejan en las resoluciones judiciales de los Estados Uni-dos, sustentadas incluso al más alto nivel, como lo es la Suprema Corte de Jus-ticia. Los ciudadanos centroamericanos que cruzan nuestra frontera sur tienenque satisfacer cuantos requisitos se han inventado para cruzar la frontera conlos Estados Unidos para hacer el cruce lo más difícil posible. No obstante, a di-ferencia de la aplicación estricta de los agentes migratorios estadounidenses,estos requisitos sólo sirven para corromper a los agentes migratorios, policíasy demás autoridades mexicanas. Por ello existe la internación irregular al terri-torio nacional desde el sur, a plena vista de todos en el Usumacinta; sin embar-go, los especialistas consultados notan una gran diferencia entre la migración

24 Por lo menos desde 1999 la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha apro-bado en sus sesiones diversos puntos respecto a los derechos de los trabajadores migratorios.México suscribió esta Convención el 22 de mayo de 1991 y la ratificó el 8 de marzo de 1999. Lomismo han hecho Belice, El Salvador y Guatemala.

25 J. G. Castañeda, “Cuatro ideas sobre dos fronteras”, en Audiencia pública sobre trabajadores mi-gratorios, 1985, p. 186.

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indocumentada hacia los Estados Unidos y la habida hacia México: la mayoríade los extranjeros no autorizados a entrar a México no se quedan en México,sino que transitan hacia el norte para ingresar a los Estados Unidos. Los pocosque se quedan y cometen delitos, como los “Maras”, enfrentan un cuerpo deseguridad mexicano poco entrenado y con poca voluntad para perseguir y con-signar eficientemente a esos delincuentes.26

Las autoridades migratorias mexicanas no han sido eficaces en eliminar elcruce irregular, y las restricciones, lejos de acatarse, han motivado más la co-rrupción de nuestros agentes y autoridades, que en ocasiones exigen cantida-des en divisas por cada indocumentado centroamericano que le permiten la in-ternación. México no ha seguido, afortunadamente, la política policiaca de losEstados Unidos de tecnificar con muros, aeronaves y demás aparatos sofistica-dos para monitorear el ingreso irregular en nuestra frontera sur. Sencillamenteno tiene la vocación ni los recursos para hacerlo. Por ello, ¿qué tan conveniente esseguir con esta política migratoria restrictiva si sólo ha servido para explotar lapobreza de los emigrantes y corromper a las autoridades mexicanas?

A pesar de que cuantitativamente esta migración irregular no constituye nin-guna amenaza para la seguridad y estabilidad, ni de los Estados Unidos, ni mu-cho menos de México,27 cualquier flujo migratorio por sí mismo no deberíaconstituir cualitativamente ningún problema para un país, como los EstadosUnidos y México, cuya población es absolutamente producto de la migración.En el primer caso, se trata de un país originado por la migración europea, querechazó el mestizaje, a diferencia de lo sucedido en México y el resto de Hispa-noamérica, y que se siguió poblando gracias a la migración, como se observanlos datos de la primera década del siglo XX, cuando la migración llegó a cercade nueve millones de personas.28 Durante el siglo XIX, México siguió, por su par-te, una política migratoria de inclusión en su frontera norte a través de la co-lonización extranjera. En contraste, la situación actual de los Estados Unidosalimenta una xenofobia que se escuda en la idea equivocada de que esta migra-ción constituye una invasión multitudinaria de delincuentes, a la cual hay quecontrolar, e incluso reprimir, por consideraciones de seguridad nacional, así comode autoconservación de la identidad nacional. Lo mismo se está construyendoen nuestra frontera sur respecto a los centroamericanos. Y en algunas entida-des de los Estados Unidos aplican con dureza, y violando las garantías en eldebido proceso legal, las penas capitales como una vindicta pública de esta

26 Si bien preocupa el fenómeno delictivo de los grupos denominados “Maras”, el índice delicti-vo en Chiapas no es mayor al del resto de los demás estados mexicanos, por lo que la excesivaatención de los medios de comunicación hacia esas actividades delincuenciales, sólo promueve laactitud negativa hacia los extranjeros en nuestro territorio.

27 Aunque se ha hecho causa célebre el hecho de que uno de los terroristas que produjo la tra-gedia de las torres gemelas de Nueva York era naturalizado nicaragüense y que algunos ciudada-nos de ese país centroamericano estuvieron involucrados desde el ataque previo de 1993.

28 D. King, Making Americans. Race and the Origins of the Diverse Democracy, 2000, p. 293.

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xenofobia.29 Entre nosotros, la tortura y extorsión no ofrece una alternativaadecuada.

Aunque la sociedad indígena está fragmentada y no hay mecanismos de inclu-sión amplios entre las etnias, incluso dentro del mismo grupo mayanse, la empre-sa de ir “al Norte”, ha ligado a migrantes centroamericanos y mexicanos, indíge-nas, para enfrentar en común las adversidades de persecuciones, robos y demáscatástrofes que tienen que enfrentar para alcanzar el llamado “sueño america-no”. El siguiente testimonio es muestra de la represión y humillación a que sonsometidos por las políticas migratorias excluyentes de los Estados Unidos:

En México, yo siempre tenía qué comer, siempre tenía dónde dormir, y nunca tuvemiedo de nada. Tuve que venir a los Estados Unidos para pasar hambre, para serarrestado y pasar una noche en la cárcel. Pero lo peor es que no puedes caminarlibremente. No eres libre aquí.30

Medidas para construir una frontera funcional

La población centroamericana es, en términos generales, similar, si no es queidéntica, a la población del sur de México. Existen los mismos grupos indígenasmayanses que se encuentran en el sur: tzutuhiles, quichés y cackchiqueles, en-tre otros, lo que demuestra el continuum cultural y demográfico de nuestra fron-tera sur. La naturaleza migratoria de los mayas está actualmente de relieve enasuntos relativos a la defensa de su patrimonio y derechos de caza y pesca enBelice, con el asunto de los grupos mopán y kekchí en el distrito de Toledo,ante la Suprema Corte de ese país vecino.31

La religión une nuestra frontera sur y motiva las numerosas peregrinacio-nes a los santuarios de Esquipulas, en Guatemala, así como de Tila, en Chiapas;hay una identificación a ambos lados de la frontera sur. El español y las demáslenguas mayanses son también lazos de identidad que unen más a nuestra fron-tera sur que a nuestra misma frontera norte. Históricamente, así como el sur delos Estados Unidos perteneció a México y se adoptaron algunas de sus institu-ciones jurídicas, de la misma manera Tabasco, Chiapas y Yucatán pertenecieronen algún momento a Guatemala.32

La migración centroamericana tiende a focalizarse en regiones o ciudadesdonde se localizan las mayores concentraciones de pobladores de determina-

29 Como se deduce de la resolución en el caso México v. United States, decidido el 31 de marzo de2004 por la Corte Internacional de Justicia. (New York Times.)

30 Testimonio de un indígena tzotzil, en Jan Rus y Salvador Guzmán López, Chamulas en Califor-nia, INAREMAC, 1996, párrafo 39.

31 J. Anaya, “Maya aboriginal land and resource rights and the conflict over logging in SouthernBelize”, Yale Human Rights and Development Law Journal, 17, 1998.

32 P. Gerhard, La frontera sureste de la Nueva España, 1991, p. 12.

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das comunidades de origen en América Latina, como es el caso de los indígenasmayas de Totonicapán en la ciudad de Houston,33 además de los grupos ya men-cionados en Florida.

Pero nuestra reacción a la migración sureña, lejos de reconocer estos impor-tantes puntos de conexión, ha sido delineada por la represión y la violaciónhacia los derechos más elementales, contrarios a los principios nobles del libe-ralismo mexicano. En este sentido, nos guiamos por los mismos sentimientosxenofóbicos que algunas instituciones observan en los Estados Unidos. Hemosseguido el mismo ejemplo criticable de ese país, sin tener necesidad de ello, nivocación para hacerlo.

Como ejemplo, podemos mencionar las leyes discriminatorias sobre educa-ción en algunos Estados de la Unión Americana. El Estado de Texas aprobó hacemás de 20 años una ley por la cual negó la educación elemental a los niños queno fueran documentados en su residencia, o “legales”, a menos que pagaran unacolegiatura completa. Los pobres residentes de la comunidad rural de Tyler,Texas, no podían pagar esa colegiatura y muchos niños se quedaron sin educa-ción por la condición de sus padres como “indocumentados”. No obstante quesus padres contribuían al erario público, a través del pago de sus impuestos, laley texana pretendía con esta prohibición evitar el flujo de la migración irregular.En el 2004, el estado de Virginia está negando el acceso a la educación mediasuperior y superior a los extranjeros indocumentados.

Al respecto creo que se ha fantaseado mucho con las consecuencias aparen-temente negativas de la migración indocumentada hacia los Estados Unidos,con el objeto de estigmatizarlos y degradarlos. Tres estudios efectuados porSouthern California Association of Governments, Urban Institute y la Rand Corporationhan concluido que la migración indocumentada no tiene impacto alguno en lastasas de desempleo en los Estados Unidos, ni afecta negativamente a los ingre-sos de la población de origen afroamericano pobre, y que, por el contrario, estamigración sirve para abatir los precios y para el crecimiento de la economía.34

De la misma manera, la mano de obra centroamericana ha sido consideradacomo necesaria para el trabajo agrícola del sur de México.35

El ministro William J. Brennan escribió la resolución de la Suprema Corte enel caso que se argumentó contra esta ley discriminatoria, Plyler v. Doe (457 US 202,1982), el futuro presidente de la Suprema Corte de tendencias conservadoras,William Renhquist, por supuesto votó en contra. Para Brennan y la mayoría dela Corte, los extranjeros, aunque sean indocumentados, son personas para los

33 J. M. Hagan, Deciding to Be Legal. A Maya Community in Houston, 2003.34 D. M. Heer, Undocumented Mexicans in the United States, 1990, pp. 63-65. La mano de obra de

india y china han sido causa para que los productos se manufacturen en esos países, “succionan-do” fuentes de trabajo de los Estados Unidos, Canadá y México.

35 J. Cabra Ibarra, “Percepciones sobre el fenómeno migratorio en la frontera sur”, en Audienciapública sobre trabajadores migratorios, 1985, p. 179.

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efectos de los derechos humanos, y están protegidos en todos sus derechosderivados del debido proceso legal, contenidos en las Enmiendas Quinta y De-cimacuarta. Particularmente esta última Enmienda, prosigue la resolución deBrennan, protege a los niños de padres indocumentados a través de la cláusulade protección igualitaria de la ley.

La resolución en Plyler constituye un oasis entre la desértica jurisprudencianorteamericana, que volvió a someterse a prueba con la Propuesta 187, aproba-da en referéndum por el estado de California el 8 de noviembre de 1994. Enesa ocasión, la propuesta cubrió un espectro más amplio en la discriminacióncontra los extranjeros “indocumentados”, pues prohibió a esta minoría “ilegal”el disfrute de cualquier beneficio o servicio público ofrecido en ese estado.

Un litisconsorcio 36 de cinco diferentes actores, todos ellos organismos nogubernamentales, se formó para atacar ante la justicia federal de los EstadosUnidos esta Propuesta, y un interdicto fue emitido para evitar que entrara envigor desde el 14 de diciembre de 1994. Adicionalmente, una organización nogubernamental que se ha distinguido por abogar en la defensa de los derechoshumanos de la población de origen hispano en ese país, la League of United La-tin American Citizens (LULAC), puso a prueba la constitucionalidad de la Propues-ta 187 en mayo de 1995 (LULAC v. Wilson 1995 WL 699583 C.D. Cal.).

El 27 de marzo de 2002 la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidosdecidió el caso Hoffman Plastic Compounds Inc. v. NLRB (número 00-1595), queconstituye el más reciente atentado a las minorías transfronterizas. En dichoprecedente judicial, la Corte conoció del despido de José Castro, trabajador dela empresa quejosa desde mayo de 1988, por el hecho de apoyar la formaciónde un sindicato, filial de United Rubber, Cork, Linoleum and Plastic Workers of Ame-rica, organización que pertenece a la organización de defensa de derechos hu-manos conocida como AFL-CIO. El despido por sí mismo constituye una viola-ción de la ley laboral de los Estados Unidos (Artículo 8, inciso a) párrafo 3 NLRBAct 29 U.S.C. 158-a-3), ya que afectó a cuatro trabajadores especialmente selec-cionados; averiguándose por parte de la empresa, con posterioridad al despido,ocurrido el 31 de enero de 1989, la regularidad en la condición migratoria deCastro. Esperemos que Chiapas esté cumpliendo el compromiso que asumióde establecer una eficiente mesa de trámite para la sustanciación de agravioslaborales de los ciudadanos centroamericanos en la Junta Local de Conciliacióny Arbitraje de Tapachula.

En enero de 1992 la autoridad laboral de los Estados Unidos encontró culpa-ble a la empresa de haber despedido a Castro de manera discriminatoria y lacondenó al pago de salarios caídos. Durante el procedimiento para determinarlos salarios caídos, en junio de 1993, Castro confesó que era nacional mexicanosin documentos migratorios para trabajar, y que había exhibido una copia falsa

36 Se llama litisconsorcio a la conjunción de distintas partes para demandar el reconocimientode un derecho.

GONZÁLEZ OROPEZA / LA COLONIZACIÓN TARDÍA. MIGRACIONES MAYAS 197

del acta de nacimiento de una persona nacida en El Paso, Texas. Aunque la ley demigración (1986) exige a los empleadores comprobar la condición migratoriade sus trabajadores, la empresa manifestó que había sido engañada. No obstan-te la condición indocumentada de Castro, la autoridad laboral decidió condenara la empresa a pagar $66,951.00 dólares, por concepto de salarios caídos que segeneraron en tres años y medio que median entre la fecha del despido y la fechaen que la empresa comprobó que se trataba de un trabajador indocumentado.

Consideramos que la autoridad laboral de los Estados Unidos (National La-bor Relations Board) decidió con estricto apego a la Constitución y a las leyesfederales de ese país, pero el persistente William Rehnquist, presidente de laSuprema Corte, revocó la resolución de dicha autoridad, para sentar un prece-dente más a la larga cadena de precedentes contrarios a los derechos de las mi-norías transfronterizas, decidiendo que a pesar de que la empresa incurrió enun despido injustificado, eso no importaba frente al ilícito de haber trabajadode manera contraria a las leyes migratorias; consolidó, con esta resolución, unperjuicio retroactivo a los derechos del trabajador y prácticamente le impusouna pena trascendente.

Aunque en la realidad México observa una tendencia parecida a la de la Su-prema Corte de los Estados Unidos, integrada ahora por los ministros más con-servadores en esta materia, la tradición mexicana apunta hacia el lado contra-rio, ya que México fue el primero en reconocer a los extranjeros el disfrute detodos los derechos humanos establecidos en sus leyes, desde el decreto del 14de marzo de 1828, que estableció la igualdad jurídica entre los mexicanos y losextranjeros en el goce de derechos civiles en el artículo 6º.37

La solución está más allá de las fronteras

Siendo la pobreza el factor determinante de la migración irregular del sur haciael norte,38 el fenómeno debe tratarse en México como un problema social másque como un delito, alejándose de la perniciosa influencia de los Estados Uni-dos al respecto. La migración que obliga al trabajador a cruzar la frontera, de-jando a su familia y a su patria, no puede considerarse contraria a las leyesmexicanas, ya que lo ampara el artículo 5º constitucional, que se aplica porigual a mexicanos que a extranjeros, por tratarse de un trabajo lícito cuyo dere-cho no debe ser restringido. De la misma manera se establece en la Carta de laOrganización de Estados Americanos, suscrita por México en 1966, y considera-da como ley suprema de la Unión, según el artículo 133 de nuestra Constitu-ción. Dicha Carta establece en su artículo 43, inciso b) que el trabajo es un de-

37 R. Rodríguez, La condición jurídica de los extranjeros en México, 1903, p. 356.38 A. M. Chávez Galindo, La nueva dinámica de la migración interna en México de 1970 a 1990,

1998, p. 40.

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recho y un deber social que otorga dignidad a quien lo realiza, lo cual es total-mente compatible con el espíritu de Estado Social de Derecho que tanto enor-gullece al constitucionalismo mexicano.39 Por ultimo, la Convención sobre lascondiciones de extranjeros que México firmó el 28 de marzo de 1931, en cuyoarticulo 5º determinó que reconoce a los extranjeros residentes o en tránsito,los mismos derechos de que gozan los nacionales.

De tal suerte consideramos que la nueva política migratoria de México debeser la de cambiar la forma en que ha venido aplicando su Ley General de Po-blación, como si cada migrante que se interna en la frontera del sur fuera unresidente permanente en México o inmigrante, lo cual es falso. En realidad la in-mensa mayoría de los centroamericanos cruzan nuestra frontera como transmi-grantes, o sea en tránsito hacia otro país, por lo que debe aplicarse de prefe-rencia el artículo 42, fracción II, de dicha Ley y, en consecuencia, otorgarles unpermiso de 30 días para embarcarse al país de su destino, sin mayores requisi-tos que a semejanza de los requisitos impuestos por los Estados Unidos a Amé-rica Latina se imponen con el único propósito de evitar la migración legal y fa-vorecer la migración ilegal y, en consecuencia, la corrupción. No requeriría, portanto, de la prueba para demostrar su condición económica, como a todo na-cional extranjero de esa región se le exige innecesariamente, sino la demos-tración de su destino, los Estados Unidos, o cualquier otro país.

En materia de visas, se debiera considerar seriamente la necesidad de otor-garlas con base en la reciprocidad internacional. Si a los mexicanos no se lesexige visa para ingresar a un país, en principio, la reciprocidad debiera operarotorgando México la oportunidad de aceptar que los nacionales de ese paísentren de la misma manera que los mexicanos entramos al suyo. Si al nacionalmexicano se le somete a la dactilarizacion y toma de fotografía para controlpoblacional y migratorio, también debe México tratar a los nacionales del paísen cuestión de la misma manera.

Todas las demás condiciones para internarse en México que prescribe el artí-culo 62 deberán ser exigidas, excepto la de su solvencia económica, pues al noquedarse en México no requeriría demostrarla. No obstante, podría ser conve-niente que continuaran exigiéndose su identificación con pasaporte de su paísde origen y sus certificados de buena salud y de no antecedentes.

Asimismo, el control de las autoridades migratorias debe ser exclusivo yapartarse de la “ayuda” que otras autoridades y policías prestan para el controlmigratorio, ya que dicha ayuda se ha convertido en un motivo de corrupción,sin obtener resultados eficaces.

México y Centroamérica deben dar ejemplo de la civilidad y respeto a losderechos humanos, que tanto se transgreden en la frontera con los Estados

39 C. Arellano García, “Los trabajadores migratorios. Migración del sur hacia México”, en Audien-cia pública sobre trabajadores migratorios, 1985, p. 206.

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Unidos. La migración debe ser tratada como lo que es, la expresión de la liber-tad de movimiento, de trabajo y de bienestar, reconocida en todos los instru-mentos internacionales.

La colonización de América del Norte, aunque tardía, es inevitable, y las le-yes no han detenido lo que constituye una migración histórica. En un principio,las tierras de los pueblos indígenas fueron ocupadas durante la Conquista y laColonia, ahora un nuevo agravio se está sumando con la criminalización de underecho fundamental como lo es el trabajo. En esta penalización, México nodebe colaborar traicionando su larga tradición.

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