Colonización y Conflicto - Universidad Nacional de ... · bió pensar el autor en elproceo de...

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CULTURALES ----------_ ! libros de Gabo), soledad husmea- dora de laberintos de una identi- dad perdida y hasta ahora edifi- 'cándose en la certidumbre crítica de nuestro mestizaje cultural; la- berínto de soledad que rescata desde sus profundidades el pasa- do, lo humaniza, lo hace trascen- der por la mediación del arte lite- rario, dándole la real dimensión al más descollante genio político- militar de hispanoamérica y fun- dador de nuestros repúblicas. contenidos históricos recupera- dores de la identidad real del Li- bertador, ya que este fenómeno ha desbordado, no sólo en la re- cepción del lector, sino en la enti- dad misma del relato, los valores artísticos inherentes, suscepti- bles también de aproximaciones críticas. Es el gran legado de Gar- cía Márquez a la historia hispa- noamericana, pues a partir de ahora Bolívar será otro, definitiva- mente, motivo éste que inquieta a los académicos de corte tradicio- nal y a muchos de los detentado- res de la verdad oficial. Este es un riesgo en el que de- bió pensar el autor en el proceo de elaboración de la novela: la meti- culosidad en la verificación histó- rica para impedir la desarticula- ción verista, el cuidado en los mí- nimos detalles de ambientación histórica para transmitir un nivel de coherencia y correspondencia realista, la obsesión prácticamen- te neurótica para que todo ésto pudiera constatarse por los espe- cialistas en todas las partes del mundo que le brindaron su apoyo incondicional por la magnitud de la tarea emprendida, y todas esas singularidades en el proceso de construcción de libro que perte- necen más a la anécdota del oficio que al oficio mismo, nos demues- tran que el riesgo fue asumido a cabalidad para que el legado per- teneciera ante todo al compromi- so historiográfico, político, ideo- lógico, y el papel de lo estricta- mente literario se resolviera como complemento a este propósito. Lo cual no indica, claro está, que la novela sea una obra menor, ya que a pesar de no poseer la di- mensión de Cien años de soledad, El otoño del patriarca, El coronel no tiene quien le escriba, el pruri- ta del verismo histórico no le resta valor como virtualidad narrativa y su propuesta imaginaria es alta- mente coherente y expresaiva en la ensoñación poética. El legado histórico Finalmente, es preciso anotar cómo esta obra, de indiscutibles virtudes como obra de ficción, a pesar de poseer casi todos los ele- mentos de novela total (ya anota- mos su naturaleza múltiple de crónica histórica, biografía, nove- la de personaje, relato realista, etc.), seguramente será estudia- da y recordada tan solo por sus Colonización y Conflicto Catherine LeGrand Colonización y protesta campesina en Colombia: 1850-1950,Ed. Universidad Nacional, Bogotá 1988.Traducción de Hernando Valencia G. MARGARITA GONZALEZ' L a frase introductoria del estudio de LeGrand ilustra mucho sobre la in- tención que condujo a la autora a emprender la realización de la obra que hoy circula. El pequeño párrafo en cuestión dice: "Cuan- do yo era estudiante, la universi- dad entera se entretenia con un juego de preguntas y respuestas sobre trivialidades académicas. Una vez, tras una serie de pregun- tas ingeniosas y, como era de ri- gor, frívolas, de pronto alguien sa- lió con ésta: "En Asia hay cuaren- ta millones de campesinos mu- riéndose de hambre. Dé el nom- bre de uno de ellos'. Se produjo un largo silencio. Ninguno de noso- tros conocí,! un campesino. No sa- bíamos cómo vivian y mucho me- nos lo que pensaban y lo que les era importante. Si se ha de lograr el desarrollo económico, es nece- sario comprender sus problemas y sus puntos de vista" . Esta aseveración contiene dos puntos importantes, por una par- te, el deseo de llegar a conocer la acción histórica de la masa anóni- ma rural conformada, en este caso, por los colonos colombianos • Profesora de Historia. Universidad Nacional. Revista Universidad Nacional 86

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CULTURALES----------_ !libros de Gabo), soledad husmea-dora de laberintos de una identi-dad perdida y hasta ahora edifi-'cándose en la certidumbre críticade nuestro mestizaje cultural; la-berínto de soledad que rescatadesde sus profundidades el pasa-do, lo humaniza, lo hace trascen-der por la mediación del arte lite-rario, dándole la real dimensión almás descollante genio político-militar de hispanoamérica y fun-dador de nuestros repúblicas.

contenidos históricos recupera-dores de la identidad real del Li-bertador, ya que este fenómenoha desbordado, no sólo en la re-cepción del lector, sino en la enti-dad misma del relato, los valoresartísticos inherentes, suscepti-bles también de aproximacionescríticas. Es el gran legado de Gar-cía Márquez a la historia hispa-noamericana, pues a partir deahora Bolívar será otro, definitiva-mente, motivo éste que inquieta alos académicos de corte tradicio-nal y a muchos de los detentado-res de la verdad oficial.

Este es un riesgo en el que de-bió pensar el autor en el proceo deelaboración de la novela: la meti-culosidad en la verificación histó-rica para impedir la desarticula-ción verista, el cuidado en los mí-nimos detalles de ambientaciónhistórica para transmitir un nivelde coherencia y correspondenciarealista, la obsesión prácticamen-te neurótica para que todo ésto

pudiera constatarse por los espe-cialistas en todas las partes delmundo que le brindaron su apoyoincondicional por la magnitud dela tarea emprendida, y todas esassingularidades en el proceso deconstrucción de libro que perte-necen más a la anécdota del oficioque al oficio mismo, nos demues-tran que el riesgo fue asumido acabalidad para que el legado per-teneciera ante todo al compromi-so historiográfico, político, ideo-lógico, y el papel de lo estricta-mente literario se resolviera comocomplemento a este propósito. Locual no indica, claro está, que lanovela sea una obra menor, yaque a pesar de no poseer la di-mensión de Cien años de soledad,El otoño del patriarca, El coronelno tiene quien le escriba, el pruri-ta del verismo histórico no le restavalor como virtualidad narrativa ysu propuesta imaginaria es alta-mente coherente y expresaiva enla ensoñación poética.

El legado histórico

Finalmente, es preciso anotarcómo esta obra, de indiscutiblesvirtudes como obra de ficción, apesar de poseer casi todos los ele-mentos de novela total (ya anota-mos su naturaleza múltiple decrónica histórica, biografía, nove-la de personaje, relato realista,etc.), seguramente será estudia-da y recordada tan solo por sus

Colonización y ConflictoCatherine LeGrand Colonización y protesta campesina en Colombia: 1850-1950,Ed. UniversidadNacional, Bogotá 1988.Traducción de Hernando Valencia G.

MARGARITA GONZALEZ'

La frase introductoriadel estudio de LeGrandilustra mucho sobre la in-

tención que condujo a la autora aemprender la realización de laobra que hoy circula. El pequeñopárrafo en cuestión dice: "Cuan-do yo era estudiante, la universi-dad entera se entretenia con unjuego de preguntas y respuestassobre trivialidades académicas.Una vez, tras una serie de pregun-tas ingeniosas y, como era de ri-gor, frívolas, de pronto alguien sa-lió con ésta: "En Asia hay cuaren-ta millones de campesinos mu-

riéndose de hambre. Dé el nom-bre de uno de ellos'. Se produjo unlargo silencio. Ninguno de noso-tros conocí,! un campesino. No sa-bíamos cómo vivian y mucho me-nos lo que pensaban y lo que lesera importante. Si se ha de lograrel desarrollo económico, es nece-sario comprender sus problemasy sus puntos de vista" .

Esta aseveración contiene dospuntos importantes, por una par-te, el deseo de llegar a conocer laacción histórica de la masa anóni-ma rural conformada, en estecaso, por los colonos colombianos

• Profesora de Historia. UniversidadNacional.

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y, por otra, la propuesta de que apartir de un conocimiento de lamateria se conciban las vías deldesarrollo económico.

La autora, en su indagación, secentra no en el campesinado ensu conjunto sino en aquel grupoque desde hace más de un siglo seha conformado, ampliado o redu-cido en torno a la colonización dezonas de frontera. Advíerte quepara lograr este propósito se habasado, entre otras fuentes, en elexamen de una colección docu-mental desconocida, muy profusay significativa: la Corresponden-cia de Baldíos 1870-1930, dondees posible hallar una infinidad depeticiones, reclamos, etc., pre-sentados al gobierno nacional porcolonos cuyas tierras estabanamenazadas por las usurpacionesque realizaban hacendados, te-rratenientes y especuladores. Laautora estudia al período quecomprende el primer siglo de par-ticipación de la economía en elmercado mundial, justamentecon productos agrarios, y quecoincide con el desarrollo y la ex-pansión del proceso nacional decolonización, descolonización yrecolonización de algunas áreasgeográficas. Este proceso coloni-zador se divídió en tres grandesetapas: la primera (1850-1870)debida al auge de la economía ta-bacalera; la segunda (1880-1930),caracterizada por un lento peropersistente desarrollo de la eco-nomía cafetera y la tercera (1930-1950), época correspondiente alboom cafetero estimulado por Es-tados Unidos y ya no, como habíaocurrido con la economía del sigloanterior, por Europa; esta últimaetapa coincidió además con elproceso de industrialización delpaís, lo cual supuso la apertura denuevas fuentes de producciónagraria destinadas al consumo in-terno de una población con unagran tendencia al crecimiento de-mográfico.

LeGrand pone de presente elhecho de que la mayoría de los es-tudios de historia económica sehan centrado en la colonizaciónantioqueña y pasa a presentar lasnuevas regiones de expansión co-lonizadora con sus respectivas ca-

Bogotá. Mayo-Junio 1989

racterísticas. Hay que recordar,sin embargo, que este último fe-nómeno es eminentemente mo-derno (de 1920 en adelante),mientras que la colonización an-tioqueña se remonta a la épocacolonial. Por lo anterior la coloni-zación que se dió en Antioquia, apesar de sus variantes, ha mos-trado a través del tiempo un pa-trón de comportamiento particu-lar. En primer lugar, no dió cabidaa una prepolldeancia del latifun-dio y lo que ello implica; en segun-do lugar dió origen a una estruc-tura laboral que absorbía el traba-jo del núcleo familiar. En cambio,en las nuevas zonas de fronteraen las que prima el latifundio, lafuerza laboral ha estado sujeta alas relaciones de dependencia,agravadas por el hecho de que losgrandes terratenientes han prac-ticado con frecuencia la usurpa-ción de las tierras pertenecientesa los colonos.

La colonización a la que se refie-re la autora es aquélla que se ori-ginó con la concesión o la usurpa-ción de baldios, en la que han in-tervenido dos grandes sectores:el de los empresarios y terrate-nientes y el de los colonos. Entreestos dos sectores ha existidosiempre una pugna en torno a latenencia de la tierra; los primeros,por lo general, han resultado ven-cedores y los segundos se han vís-to obligados a renunciar a su rela-tiva independencia convirtiéndo-se de colonos libres en arrendata-rios y aparceros.

Además del colonato por conce-sión gubernamental ha habido ungran ramal de colonización cam-pesina resultante del éxodo casipermanente de conglomeradoshumanos expulsados de sus tie-rras y cuya economía es funda-mentalmente de subsistencia. Eneste tipo de evolución habría quebuscar la fuente de los llamadosconflictos agrarios, de los cualesel más grave, además de persis-tente e incontrolable, es el de laViolencia.

Catherine LeGrand finaliza suestudio presentando y analizandola legalización nacional a propósi-to de la ocupación legal o ilegal detierras por parte de terratenien-

tes y campesinos, e indica cómono obstante la existencia de unalegislación agraria, que aparente-mente protegía al campesinado,éste ha tenido que sucumbir,siempre, ante los embates de losgrandes propietarios. (1882, 1926,1933, 1936). La relación de serví-dumbre existente, la cual se ex-presa en la interacción latifundio-minifundio es, todavía hoy, muygeneralizada a más que legaliza-da, puesto que los derechos depropiedad favorecen en gran me-dida a los terratenientes. La Ley200 de 1936 en su calidad de leyde Reforma Agraria no había cam-biado, en esencia, la estructurasocial que media en las relacionesde producción en el agro: proponela sustitución de figuras comola de la aparcería, la agregación yel arrendamiento de la tierra porel establecimiento de un proleta-riado agrario asalariado y la con-versión de las grandes propieda-des en unidades propias para elfomento de una agricultura indus-trial.

En esta tercera etapa, una no-vedad significativa fue el comien-zo del proceso de sindicalizacióndel elemento rural, antes que delproletariado industrial, lo que leotorgó un peso político y socialrespaldado por la intervención delas corrientes izquierditas de laépoca. (UNIR, PCC, PAN).

Otro aspecto interesante delestudio es la consideración de lascomplejas relaciones existentesentre los colonos sobre todo en lasprimeras etapas de la coloniza-ción, punto que no ha sido estu-diado suficientemente, lo mismoque el fenómeno de la coloniza-ción realizada colectivamente endiversas regiones.

Si bien la autora delimita el pe-ríodo histórico del problema estu-diado en las fechas comprendidasentre 1850 y 1950, muchas de susconclusiones se aplican al períodoposterior en el cual surgen nue-vas formas de conflictos agrarioscada vez más complejos ya seapor los componentes sociales queintervíenen en ellos como por lasrelaciones tan singulares que seestablecen en el seno de los mis-mos.

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