Combustión

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Experimento combustión: Las llamas están producidas por una reacción química altamente energética que produce calor. El fuego es en verdad una reacción química de oxidación, y por tanto es dependiente del oxígeno. Si producimos un fuego y lo cubrimos con un campana de cristal podremos ver cómo, poco a poco, su llama se va extinguiendo hasta desaparecer. Sin oxígeno no hay fuego. En este experimento vamos a jugar con fuego, por lo tanto hay que ser muy precavidos. Necesidades: Un vela pequeña Un envase de cristal grande (mayor que la vela) Algo para encender la vela (mechero, encendedor, cerillos, fósforos) El experimento 1. Ponemos la vela sobre una superficie lisa, de algún material ignífugo y alejada de materiales inflamables o que se puedan prender. Encendemos la vela con un fósforo (cerillos) o un encendedor. Esperamos a que la llama de la vela esté viva. 1. Colocamos el envase encima de la vela, como si fuera una campana, tapándola por completo. 2. Comprobaremos cómo poco a poco la vela se va haciendo más pequeña hasta apagarse del todo. El tiempo que tarde en hacerlo dependerá del tamaño del envase. Conclusión El fuego no es otra cosa que una oxidación, una reacción química que necesita del oxígeno para su producción. Si eliminamos el oxígeno, la reacción deja de producirse. Qué aprendemos Después de este experimento, ya sabremos por qué soplamos o agitamos aire cuando encendemos una barbacoa o una chimenea: con ello conseguimos avivar el fuego aportándole mayor cantidad de oxígeno. La zona que rodea las brasas va perdiendo el oxígeno por la combustión y, al remover el aire a su alrededor, volvemos a aportárselo. Podemos repetir el experimento con un envase más grande. Veremos cómo la vela tarda mucho más tiempo en apagarse porque a su realidad existe mayor cantidad de oxígeno. Con este experimento comprobamos que el fuego necesita oxígeno y que, sin él, desaparece. Ese es el motivo por el que las ordenanzas de seguridad exigen la presencia de puertas cortafuegos. Si dejamos que el aire deje de entrar en una estancia donde hay un incendio podemos hacer que el fuego se apague solo o que al menos, al entrar muy poco aire, el fuego avance más lentamente.

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Experimento combustión: Las llamas están producidas por una reacción química altamente energética que produce calor. El fuego es en verdad

una reacción química de oxidación, y por tanto es dependiente del oxígeno. Si producimos un fuego y lo cubrimos con

un campana de cristal podremos ver cómo, poco a poco, su llama se va extinguiendo hasta desaparecer. Sin oxígeno

no hay fuego.

En este experimento vamos a jugar con fuego, por lo tanto hay que ser muy precavidos.

Necesidades:

Un vela pequeña

Un envase de cristal grande (mayor que la vela)

Algo para encender la vela (mechero, encendedor, cerillos, fósforos)

El experimento

1. Ponemos la vela sobre una superficie lisa, de algún material ignífugo y alejada de materiales inflamables

o que se puedan prender. Encendemos la vela con un fósforo (cerillos) o un encendedor. Esperamos a que la

llama de la vela esté viva.

1. Colocamos el envase encima de la vela, como si fuera una campana, tapándola por completo.

2. Comprobaremos cómo poco a poco la vela se va haciendo más pequeña hasta apagarse del todo. El

tiempo que tarde en hacerlo dependerá del tamaño del envase.

Conclusión

El fuego no es otra cosa que una oxidación, una reacción química que necesita del oxígeno para su producción. Si

eliminamos el oxígeno, la reacción deja de producirse.

Qué aprendemos

Después de este experimento, ya sabremos por qué soplamos o agitamos aire cuando encendemos una barbacoa o una

chimenea: con ello conseguimos avivar el fuego aportándole mayor cantidad de oxígeno. La zona que rodea las brasas

va perdiendo el oxígeno por la combustión y, al remover el aire a su alrededor, volvemos a aportárselo.

Podemos repetir el experimento con un envase más grande. Veremos cómo la vela tarda mucho más tiempo en

apagarse porque a su realidad existe mayor cantidad de oxígeno.

Con este experimento comprobamos que el fuego necesita oxígeno y que, sin él, desaparece. Ese es el motivo por el

que las ordenanzas de seguridad exigen la presencia de puertas cortafuegos.

Si dejamos que el aire deje de entrar en una estancia donde hay un incendio podemos hacer que el fuego se apague

solo o que al menos, al entrar muy poco aire, el fuego avance más lentamente.