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Comentario a La balsa y la pirámide de Ernest Sosa César Manuel López Pérez Aspirante a Maestría en Filosofía de la Ciencia 30 de mayo 2016 Asignatura: Teoría del conocimiento con Mayte Muñoz Sánchez Introducción En este breve opúsculo comentaremos el famoso texto de Ernest Sosa publicado originalmente en 1980 1 y traducido al español para una antología de catorce artículos de su autroría publicados entre 1981 y 1988 que salió a la luz en 1992 2 en una traducción (de diez de ellos que se habían publicado anteriormente en inglés) autorizada por el autor en 1990 3 y editada por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. La definición tripartita del conocimiento, central en epistemología y tomada como creencia verdadera justificada (CVJ) tuvo una fuerte crítica con los contraejemplos Gettier. 4 Desde entonces ha habido diversos intentos de dar respuesta a Gettier: (a) encontrar alguna manera en que los contraejemplos fallen; (b) aceptar los contraejemplos pero ampliar a CVJ para excluirlo de los contraaejemplos; (c) aceptarlos pero alterar CVJ. 5 Una gran disputa que ha sido fuente de muchas publicaciones es la oposición vigente a inicios de la década de los años 80 entre fundacionismo y coherentismo; ambas posiciones se inscriben en la estrategia 1 ERNEST SOSA, “The Raft and the Pyramid: Coherence Versus Foundations in the Theory of Knowledge,” Midwest Studies in Philosophy, 1980, 5(1): 3–26 2 ERNEST SOSA, “La balsa y la pirámide: Coherencia versus fundamento en la Teoría del Conocimiento” en Conocimiento y virtud intelectual, UNAM-FCE, MÉXICO, 1992. 3 Recordemos que Sosa es de origen cubano e hispano parlante nativo aunque reside en Estados Unidos en donde hizo todos sus estudios profesionales. 4 Gettier mostró en el artículo EDMUND L. GETTIER, “Is justified true belief knowledge?”, Analysis, 23, 121-123, 1963., que la concepción tripartita del conocimiento como CVJ es insuficiente pues hay suficientes contraejemplos de situaciones epistémicas que cumplen estos criterios y no les consideramos conocimiento. 5 La síntesis de estos tres tipos de respuestas son explorados en JONATHAN DANCY, Introducción a la epistemología contemporánea.Tecnos, Madrid, 1993. 1

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Comentario a La balsa y la pirámide de Ernest SosaCésar Manuel López PérezAspirante a Maestría en Filosofía de la Ciencia30 de mayo 2016Asignatura: Teoría del conocimiento con Mayte Muñoz Sánchez

Introducción

En este breve opúsculo comentaremos el famoso texto de Ernest Sosa publicado

originalmente en 19801 y traducido al español para una antología de catorce artículos de su

autroría publicados entre 1981 y 1988 que salió a la luz en 19922 en una traducción (de diez de

ellos que se habían publicado anteriormente en inglés) autorizada por el autor en 19903 y

editada por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.

La definición tripartita del conocimiento, central en epistemología y tomada como

creencia verdadera justificada (CVJ) tuvo una fuerte crítica con los contraejemplos Gettier.4

Desde entonces ha habido diversos intentos de dar respuesta a Gettier: (a) encontrar alguna

manera en que los contraejemplos fallen; (b) aceptar los contraejemplos pero ampliar a CVJ

para excluirlo de los contraaejemplos; (c) aceptarlos pero alterar CVJ.5 Una gran disputa que

ha sido fuente de muchas publicaciones es la oposición vigente a inicios de la década de los

años 80 entre fundacionismo y coherentismo; ambas posiciones se inscriben en la estrategia

1 ERNEST SOSA, “The Raft and the Pyramid: Coherence Versus Foundations in the Theory of Knowledge,” Midwest Studies in Philosophy, 1980, 5(1): 3–262 ERNEST SOSA, “La balsa y la pirámide: Coherencia versus fundamento en la Teoría del Conocimiento” en Conocimiento y virtud intelectual, UNAM-FCE, MÉXICO, 1992.3 Recordemos que Sosa es de origen cubano e hispano parlante nativo aunque reside en Estados Unidos en

donde hizo todos sus estudios profesionales.4 Gettier mostró en el artículo EDMUND L. GETTIER, “Is justified true belief knowledge?”, Analysis, 23, 121-123,

1963., que la concepción tripartita del conocimiento como CVJ es insuficiente pues hay suficientes contraejemplos de situaciones epistémicas que cumplen estos criterios y no les consideramos conocimiento.

5 La síntesis de estos tres tipos de respuestas son explorados en JONATHAN DANCY, Introducción a la epistemología contemporánea.Tecnos, Madrid, 1993.

1

(b). Lo que consideran que CVJ puede requerir para escapar de los contraejemplos Gettier es

una buena teoría de la justificación de las creencias.

Ernesto Sosa dedica el texto La Balsa y la pirámide a elucidar los supuestos y

argumentos con que el fundamentismo y coherentismo están en pugna como la doctrina que ha

de justificar correctamente las creencias en la cúspide de la epistemología contemporánea de

inicio de la década de los ochenta. El tema que atraviesa el texto es así, la justificación de las

creencias. El texto se dirige a mostrar los argumentos de cada postura como insuficientes para

los fines que ellos mismos persiguen. Ante tal problema, propone un cambio de perspectiva

que evita el tipo de nuevos problemas y callejones sin salida encontrados. Su nuevo enfoque,

brevemente colocado en el texto, coloca las preguntas de la epistemología en un nuevo lugar:

el agente que conoce y lo que podemos considerar virtudes (epistémicas) en éste. Sendas

nuevas preguntas ha desatado esta nueva perspectiva, hasta configurarse como un enfoque

programático de la epistemología contemporánea, llamado Epistemología de la virtud. Ésta es

la importancia del texto que aquí comentamos; además, ha terminado con una pugna de años y

ofrecido una nueva autoimagen a la epistemología a partir de su publicación.

Nuestro opúsculo se divide en tres grandes partes: la Introducción que estamos por

terminar; I. Desarrollo, en donde hacemos una síntesis detallada del artículo de Sosa en el

orden en que él mismo expone los argumentos y se divide en ocho secciones breves en

correspondencia con los parágrafos del texto original pero unificando los tres primeros de los

once originales en uno sólo y a partir del cuarto, utilizando los mismos subtítulos para una

ubicación precisa de cualquier parte que se desee confrontar con el orginial; II.Conclusión, en

donde ahondaremos en las consecuencias que este texto ha tenido en la autoimagen de la

epistemología contemporánea, algunas versiones y a qué autoimagen se opone, haremos

2

también algunos comentarios argumentados y puntuales acerca de la exposición de Sosa y

problematizaremos algunas cuestiones abiertas.

I. Desarrollo (síntesis de La balsa y la pirámide)

Dos supuestos, conocimiento y criterios, dos metáforas

Los supuestos sobre los que descansa la disputa entre fundacionistas y coherentistas es la

concepción tripartita del conocimiento, creencia verdadera justificada (CVJ), con un énfasis

en la justificación de las creencias, puntualizada como un tipo de justificación teórica o

epistémica.

Para el estado de la cuestión en teoría del conocimiento (antes de este artículo de Sosa)

puede partirse problemáticamente de la pregunta “¿Qué conocemos?” para después llegar a la

pregunta “¿Cómo conocemos?” o a la inversa. En el primer caso tenemos un particularismo

que examina casos particulares de conocimiento y por esta razón no es afín al escepticismo,

pues ha partido de la aceptación de casos de conocimiento. En el segundo caso tenemos el

metodismo6 que sí es afín a escepticismos y su superación; cuando no se encuentra un buen

método para calificar algo como conocimiento, se tiende a afirmar que no hay conocimiento

posible; cuando se acepta algún método se da por superado al escepticismo.

Dos métodos contemporáneos pueden ilustrarse con las metáforas de la pirámide y la

balsa. El fundacionismo apoya cualquier creencia (tomada como la punta) basándose en otras

creencias que le apoyan formando la pirámide hacia abajo hasta llegar a unas creencias base

6 Para Sosa, Hume y Descartes fueron metodistas, aunque sigue siendo una cuestión discutida en cuanto a si Descartes deliberadamente asumió el enfoque. Más relevante es el rechazo de la teoría de Descartes en sí misma por ofrecer como conocimiento básico intuiciones nada obvias que él tomaba por tales, como la existencia de Dios para derivar la noción de genio maligno como un experimento mental del que pueden inferirse conclusiones por reducción al absurdo acerca de nuestro conocimiento, es decir, por haber llegado a un dogmatismo. Hume por su parte llegó a un escepticismo.

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que no necesitan ellas de un apoyo similar. Requisitos adicionales: la creencia en la punta es

una proposición P relativa a un sujeto S en un tiempo t. Cada creencia que apoya a P es un

nudo que S está justificado en creer o bien tiene S cree en los nudos que le apoyan a su vez;

todos los nudos debajo de otro le ofrecen sustento para que S lo crea; toda rama de la pirámide

termina. El coherentismo por su parte, es una balsa que se mantiene a flote sin creencias base,

pero gracias a la coherencia entre las creencias que como una red se apoyan entre sí.

La motivación para abandonar la pirámide en favor de la balsa es que las creencias

base nunca son lo suficientemente obvias (como a Descartes le pasó) y si lo son, muy poco

puede derivarse de ellas, o dicho metafóricamente, muy poca altura logran alcanzar nuestras

pirámides. Esta pirámide representa un fundacionismo radical con una “debilidad fatal” que la

hace incompatible con el cuerpo de conocimientos que damos por ganado. En el lugar de este

fundacionismo radical se ha erguido un fundacionismo más moderado y un rechazo a toda

forma de fundacionismo enarbolado por el coherentismo. Sosa reúne este rechazo de manera

global concentrando los argumentos que el coherentismo hace al fundacionismo, como

veremos en la siguiente sección. En ello encuentra consecuencias desastrosas para ambas

posturas, lo que nos lleva a pensar que hay algo más detrás de la oposición entre balsas y

pirámides. Posteriormente, Sosa nos muestra la disputa que han tenido que enfrentar los

fundacionistas ante la amenaza de un regreso infinito en la construcción de una pirámide que

jamás encuentra base sólida.

La crítica coherentista al fundacionismo

Los argumentos coherentistas contra el fundacionismo se basan en un dilema expresado en el inciso c. cuyos cuernos están explícitos en los incisos a. y b.

4

“a. (i) Si un estado mental incorpora una actitud proposicional7, entonces no nos da un contacto directo con la realidad [...].(ii) Si un estado mental no nos da un contacto directo con la realidad, entonces no nos proporciona garantía alguna contra el error.(iii) Si un estado mental no nos proporciona garantía alguna contra el error, entonces no puede servir de fundamento para el conocimiento.”8

(iv) Se concluye implícitamente: Si un estado mental incorpora una actitud proposicional, no puede servir de fundamento para el conocimiento.

“b. (i) Si un estado mental no incorpora una actitud proposicional, entonces [...] [tal estado no puede proporcionar apoyo lógico para ninguna hipótesis.]..................……………………………………………………………………………………………..........

(ii) Si un estado mental no tiene contenido proposicional y no puede proporcionar apoyo lógico para ninguna hipótesis, entonces no puede servir como fundamento para el conocimiento.(iii) Por lo tanto, si un estado mental no incorpora una actitud proposicional, no puede servir como fundamento para el conocimiento.

c. Todo estado mental o incorpora o no incorpora una actitud proposicional.d. Por lo tanto, ningún estado mental puede servir como fundamento para el

conocimiento. (de a (iv), b(iii) y c.”9

Esta crítica es discutida por Sosa presentando contraejemplos a algunas de las premisas

de la crítica coherentista. Contra la verdad de que sólo actitudes proposicionales pueden

apoyar a otras en b(i): hay prácticas justificadas por sus consecuencias. Contra a (iii): hay

estados mentales no proposicionales que aunque no son ni verdaderos ni infalibles, sí son

fundamento para el conocimiento; un estado mental aún proposicional no tendría por qué ser

infalible ni verdadero para seguir siendo fundamento de conocimiento.10

¿Cómo llegó el antifundacionista a estos errores? Sosa adjudica los errores a la

presuposición del modelo intelectualista de justificación en el coherentista que ha atacado al

7 Recordemos que una actitud proposicional es un estado mental con una proposición como objeto. Por ejemplo: creer algo, desear algo, saber algo, etc.

8 E. Sosa, La balsa y la pirámide..., p. 219 9 Ibidem, p.22010 El argumento de Sosa es una analogía con un caso en ética: si el médico que atendió a la madre de Hitler

hubiera matado al niño, su acto habría sido nulamente moral, pero considerando los resultados históricos del genocidio evitado, ¿no estaría justificada tal conducta por parte del médico? Análogamente, en epistemologíapuede haber creencias nulamente verdaderas y nulamente infalibles pero aún así, estar justificadas. La analogía refuerza el argumento en contra de b(i) en tanto atiende una deliberación acerca de la justificación apelando a las consecuencias.

5

fundacionismo. Tal modelo basa la justificación de una creencia en inferencias lógicas; es

decir, la creencia en algo B(Q)11 está justificada en B(P) y en B(Si P, entonces Q), pero a su

vez

esta justificación es parasitaria de que Q se infiera lógicamente de P y B(Si P, entonces Q). A

partir de este diagnóstico, Sosa da cuatro contraargumentos ante el argumento letal contra el

antifundacionismo. (a) El coherentista sostiene que una creencia se justifica por su pertenencia

a un conjunto coherente y comprehensivo de creencias, pero el modelo intelectualista que

presupone no se sigue de este principio. Si se siguiera, permitiría resultados triviales. El

modelo intelectualista fulmina al fundacionismo pero también al coherentismo y a los dos

siguientes casos. (b) la empresa misma de una epistemología que justifique las creencias deja

de ser posible pues si sólo actitudes proposicionales justifican a actitudes proposicionales, se

abre un regreso al infinito. (c) una ética normativa deja de ser posible, pues para justificar

cualquier acción se requiere considerar las intenciones y ya que sólo actitudes proposicionales

justifican a actitudes proposicionales, no hay manera de incluir en la justificación a las

intenciones.

El argumento del regreso

Dando la palabra a algún fundacionismo no radical que defienda a la pirámide como modelo

de justificación de las creencias, encontramos que la justificación de una creencia está en otras

creencias fundantes que a su vez se justifican en otras, construyendo la pirámide

sucesivamente hasta basarse en creencias que no están a su vez fundadas inferencialmente en

otras creencias. Con esto se detiene lo que podría ser un regreso infinito como al que el

11 Tomando “B(x)” como que un sujeto S cree x en un tiempo t.

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modelo intelectualista conduce. Sin embargo, el fundacionismo epistémico, postura que

defiende que no hay regreso infinito, lo hace porque en principio no le conviene que lo haya y

vale la pena dar una mejor respuesta a por qué efectivamente no hay regreso infinito o

terminar por aceptar que sí lo hay. Sosa revisa las cinco objeciones más representativas ante

un regreso infinito y que conducen al fundacionista epistémico a sostener que el regreso es

terminal. El autor da respuesta a las objeciones hasta mostrar que no hay buenas razones para

descartar un regreso infinito y que el fundacionismo epistémico está en problemas.

Objeción (i): Ningún humano puede pensar un infinito de creencias. Respuesta: La

pregunta no es si de hecho alguien alberga un infinito, sino si alguna mente podría hacerlo.

Obejción (ii): Si el regreso fuera infinito no podría terminar. Respuesta: Petición de principio,

pues la objeción antepone su objetivo y lo usa como justificación; el tiempo como limitante

para desplegar una pirámide infinita presupone una adquisición seriada de creencias pero nada

impide que la pirámide infinita se adquiriera de un sólo golpe. Los límites humanos no

descartan una posibilidad para la justificación de creencias en principio. Objeción (iii): Un

regreso infinito de creencias en un sujeto S implicaría una proposición R cuyo contenido

relacionara a todas las creencias que forman parte de la justificación de la creencia inicial,

siendo R por ello, una proposición infinita; pero ningún humano puede creer una proposición

infinita, por tanto no hay regreso infinito. Respuesta: no hay razones para suponer que una

proposición individual R deba creerse si se cree un regreso infinito. Objeción (iv): un regreso

justificatorio de creencias infinito puede justificar demasiadas cosas, incluyendo cosas en las

que no creemos, como una secuencia de cuantificaciones numéricas ascendente sobre números

perfectos para los cuales requeriríamos una fórmula para saber si existen; aún sin tener dicha

fórmula, cada creencia se justifica por que hay otra que la incluye y tiene mayor extensión.

7

Respuesta: Debe distinguirse entre regresos reales y potenciales; se apela a un regreso

potencial: una secuencia de creencias en donde cada creencia está incluida por extensión en la

siguiente creencia (y eso haría que cada creencia estuviera justificada en su sucesora), pero de

hecho ninguna de ellas está justificada, por lo que no se justifican demasiadas creencias en un

regreso infinito, como para negar que los hay. Objeción (v): No hay distinción entre regresos

infinitos potenciales y reales. O todos los regresos infinitos pueden justificar creencias o

ninguno. Ya que hemos visto regresos infinitos potenciales que no lo logran, concluimos que

ningún regreso al infinito puede justificar creencias. Respuesta: Sí hay diferencia entre

regresos infinitos potenciales y reales: en los primeros cada sucesor justificaría a la creencia

anterior pero de hecho no lo hace; en los segundos partimos de creencias efectivamente

justificadas (como lo sería una secuencia infinita de “Hay al menos un número par”, “Hay al

menos dos números pares”, etc.). El hecho de que los regresos infinitos potenciales no

justifiquen creencias no elimina la posibilidad de los regresos infinitos reales.

La relación de justificación y la estrategia fundacionista

En suma, las objeciones del fundacionismo a la posibilidad de un regreso infinito no es

resuelta, porque afirmar que necesitamos regresos terminales no es afirmar que no hay

regresos infinitos. Ante esto, el fundacionismo tiene dos opciones estratégicas: 1) modificar su

noción de justificación hacia una más compleja que logre mostrar que los regresos infinitos no

son posibles (cosa bastante difícil). 2) Encontrar la manera de que los inevitables regresos

infinitos afecten la justificación de creencias (propuesta que se desarrolla a continuación).

8

Dos niveles de fundacionismo

Distinguir entre fundacionismo formal y sustantivo da una nueva perspectiva ante los

problemas que motivaron el abandono del fundacionismo epistémico de muchos

epistemólogos. “El fundacionismo formal con respecto a una propiedad normativa o

evaluativa φ, es la tesis de que las condiciones (reales y posibles) en las cuales φ se aplicaría

pueden ser en general especificadas, quizá recursivamente.”12 El hedonismo ingenuo y el

fundacionismo clásico que vimos al inicio son casos de fundacionismo formal. Ya hemos visto

por qué se ha rechazado el fundacionismo clásico: no hay muchas creencias indudables y si las

encontramos, no llegamos muy lejos sólo a partir de ellas. La posibilidad de argumentar en

favor de un fundacionismo formal es la superveniencia de la justificación epistémica

característica de las propiedades normativas y evaluativas. La justificación de una creencia

funciona como propiedad normativa dentro del fundacionismo formal. De modo que la

justificación de una creencia en el fundacionismo formal tiene superveniencia. Si una creencia

está justificada sobre ciertas propiedades (como la percepción, memoria, inferencia, o algo

semejante, si alguna de estas fuera el caso), entonces toda creencia sobre una base similar está

también justificada. Si la justificación epistémica superviene a propiedades no epistémicas

(como la percpeción, memoria o inferencia), entonces la superveniencia es un fundacionismo

de cierto grado. Hay tres grados: el primero es en donde la superveniencia de cualquier

propiedad normativa o evaluativa φ (particularmente la justificación de la creencia) cae sobre

propiedades de algún modo restrigidas en clases; el segundo es en donde la superveniencia de

φ cae sobre clases o condiciones (posibles y reales) que se definieron por principios explicados

en términos generales; el tercero es en donde la superveniencia de φ cae sobre condiciones

12 Ibidem, p.232

9

que una teoría simple explica. El tercer grado es un fundacionismo del más alto grado. El

fundacionismo clásico es de tercer grado. Lo interesante es que el coherentismo puede

convertirse en un fundacionismo del más alto grado al hacer que la justificación epistémica

supervenga sobre condiciones no epistémicas con una teoría simple que no ha logrado pero a

la cual aspira: una creencia se justifica siempre y cuando esté dentro de una red de creencias

coherente y comprensiva, mientras la noción de coherencia no tenga características normativas

ni evaluativas. El fundacionismo sustantivo también aspira a una teoría simple de la

justificación superveniente sobre lo no epistémico. La balsa y la pirámide (en versión

sustantiva) comparten el objetivos de constituirse como un fundacionismo superveniente de

más alto grado. Esto coloca algunos ataques contra el fundacionismo igualmente contra el

coherentismo.

Argumentos del ascenso dóxico

Dos ataques típicos contra el fundacionismo:

• (A) La búsqueda de una creencia fundacional es incoherente porque la justificación de

una creencia se basaría en tener una propiedad F sólo si se está justificado en creer que

la mayoría de nuestras creencias en la base con F son verdaderas y que nuestra

creencia a justificar posee F. La incoherencia proviene de que hay una creencia sobre

la cual se justifican las creencias y por ello no es fundacional.

• (B) Una creencia está justificada si quien la sostiene cree que no hay condiciones que

le llevarían a cometer errores. Nuevamente, la creencia de no cometer errores

requeriría a su vez de justificación y no es fundante.

La teoría de la superveniencia de la justificación epistémica responde a (A) y a (B) que

10

en la superveniencia se apela a condiciones no epistémicas, por tanto no se apela a creencias

que lleven a una incoherencia en la pretensión de fundación. Una variación a ambos ataques se

dirigen también contra el coherentismo pues quien acepte el ataque (A) contra el

fundacionismo, está obligado a aceptar el ataque (A') contra el coherentismo y quien acepte

(B) está obligado a aceptar (B').

• (A') Una creencia que pertenezca a un conjunto coherente de creencias está justificada

sólo si se está justificado en creer que la mayoría de las creencias coherentes con que

contamos son verdaderas y que la creencia que queremos justificar también.

• (B') Una creencia está justificada sólo si estamos justificados en creer que no

cometemos errores acerca de esa creencia.

(A') y (B') son incompatibles con la sobreveniencia de la justificación epistémica,

quien les da la misma respuesta que a (A) y (B). En suma, si el coherentista ataca al

fundacionista por la vía del acceso dóxico, ataca también al coherentismo. La superveniencia

de la justificación epistémica permite que, visto de este nuevo modo, el coherentismo y el

fundacionismo sustantivo todavía subsistan, al menos para llegar al siguiente argumento en

donde el coherentismo no lo hará más .

Coherentismo y fundacionismo sustantivo

El fundacionismo sustantivo es superior al coherentismo, pues en éste es posible reemplazar

una creencia periférica por su contraria sin afectar la coherencia interna del resto de creencias

y se está entendiendo que las fuentes de justificación de toda creencia descansa en estas

relaciones de coherencia, ya sean explicativas, lógicas o de probabilidad. Como en los

contraejemplos presentados se apela a creencias periféricas acerca de percepciones (se

11

reemplaza una creencia acerca de tener una jaqueca basada en una jaqueca, por la creencia de

que no se tiene la jaqueca), el coherentista podría intentar responder que no hay posibilidad de

que se agregue una creencia periférica que no corresponda con la percepción. Esta vía lleva al

coherentista a ceder dos tesis que le diferenciaban del fundacionista sustantivo: la infalibilidad

de la creencia introspectiva y la imposición de la experiencia sobre las creencias. El

fundacionismo sustantivo es entendido como la tesis de que hay fuentes últimas de

justificación de creencias y que son diferentes a las relaciones entre ellas. Esas fuentes pueden

ser el contenido de la creencia o las relaciones con la experiencia subjetiva de quien cree. A

ésta última tesis general es hacia donde el coherentista se ve obligado a ceder las dos tesis

particulares mencionadas, o bien, debe aceptar que hay creencias periféricas que tanto ellas

como su negación quedan justificadas por la balsa y que el coherentismo no provee

justificación a las creencias.

El dilema fundacionista

Los fundacionismos que quedan en pie comparten el supuesto de que la justificación de una

creencia requiere un contenido observacional a través de nuestros sentidos en condiciones

estándar. Esto equivale a decir que nuestra experiencia sensorial (como ver) desempeña un

papel en nuestras creencias acerca de tales sensaciones (como creer que hemos visto algo). Así

ocurre con toda experiencia sensorial incluso en la mente de alguien con disposiciones

diferentes a los humanos (como podría serlo un extraterrestre) de quien no tenemos noticia si

sus mecanismos de observación son radicalmente diferentes a los nuestros. En ambos casos, la

experiencia sensorial es causa y justificación de nuestra creencia sensorial. El dilema es: este

principio epistémico sobre el que nuestras creencias perceptuales descansan ¿es un principio

12

fundamental o una generalización derivada? Ni una ni otra. Los fundacionistas no pueden

sostener ni que sean principios generales ni que, al ser derivados, fueran correctos. Por tanto,

los fundacionismos no pueden llegar jamás al grado más alto de fundacionismo al que aspira.

Sosa detecta que si no puede darse una respuesta al dilema, debe ser porque hay un

principio todavía más abstracto que además valga para el aparato perceptual tanto de humanos

como de otros seres. Los principios generales en cada caso son a su vez derivados de esos

principios más abstractos. La única puerta abierta es ahora, encontrar esos principios.

Una ética de virtudes morales y una epistemología de virtudes intelectuales

El médico que atendió a la madre de Hitler en el parto del pequeño Adolfo, está justificado en

haber elegido una acción que no traía más beneficio a largo plazo (infanticidio) porque la

justificación tuvo dos estratos: el primario que aplica a virtudes y a las disposiciones estables

para actuar según el mayor valor; el secundario que aplica a los actos que se generaron en el

primer estrato. Dadas sus limitaciones cognoscitivas acerca del futuro y de no contar con una

justificación primaria alternativa pero si una disposición estable, el resultado es la acción de

dejar vivir al recién nacido. Por analogía con la ética, la epistemología también cuenta con dos

estratos de justificación: el primario que aplica a virtudes intelectuales y a las disposiciones

estables para adquirir creencias según el mayor acercamiento a la verdad; el secundario que

aplica a creencias particulares a razón de su origen en el primer estrato. Se abre la importancia

de investigar más acerca de las virtudes en general y sus distinciones entre los tipos éticos y

epistemológicos. En el caso de las virtudes epistémicas, hay razones para pensar que debe

tomarse en cuenta al sujeto y su naturaleza intrínseca, al medio ambiente y a su comunidad

epistémica.

13

II. Conclusión

Consecuencias

Hay consecuencias importantes del artículo de Sosa. En el texto, como hemos visto, aparece

una consideración programática para la epistemología contemporánea acerca del estudio de las

virtudes intelectuales y éticas a partir de haber dejado sin alternativas una descripción

razonada de la disputa desarrollada en años entre balsas y pirámides. En la descripción y

atención puntual a la disputa argumental entre fundacionistas de distintos tipos y coherentistas,

no quedaron balsas a flote y sólo quedó en pie algún tipo de pirámide que no necesite negar

los regresos infinitos, cuya justificación de creencias supervenga a elementos no epistémicos y

que su justificación epistémica de las creencias perceptuales provenga de un principio más

abstracto y estratificado en una justificación primaria que aplique a las virtudes intelectuales y

disposiciones y una justificación secundaria que aplique a las acciones a que tales virtudes

conducen. Brevemente esbozado en la última página sustantiva de su artículo, Sosa abre con

este texto una nueva auto imagen para la epistemología. Esta imagen se opone a la de los

herederos de la epistemología naturalizada de raigambre quineana para quienes la

epistemología no es normativa, tiene entre sus tareas la de describir procesos y está más

cercana a la psicología cognitiva.13 Por el contrario, la nueva imagen que se conformaría a

partir del texto de Sosa es la llamada Epistemología de la virtud que se asume como

normativa y deja de poner énfasis en la creencia y su justificación para ponerlo en el agente

epistémico, sus facultades y su comunidad en tanto permiten adquirir creencias.

Dentro de la epistemología de la virtud se han ido desplegando dos corrientes: los

13 Esta auto imagen de la epistemología fue presentada como un programa en WILLARD VAN ORMAN QUINE,“Epistemología naturalizada” en La relatividad ontológica y otros ensayos, Tecnos, 1984.

14

fiabilistas, más cercanos al extenalismo con un papel pasivo del agente epistémico y en donde

Sosa se inscribe; los responsabilistas, más cercanos al internalismo y en donde el papel del

agente epistémico es activo y por tanto, genera responsabilidades.

Avance o retroceso

La balsa y la pirámide es un texto que representa un avance para la epistemología,

pues la estrategia de atender los contraejemplos Gettier con CVJ + una teoría de la creencia

justificada estaba llegando a un callejón sin salida y las alternativas restantes pocos resultados

habían ofrecido. El callejón consiste en un rechazo generalizado al fundacionismo por un lado

y la demostración de que el coherentismo tampoco se mantiene a flote.

En cuanto al amplio rechazo al fundacionismo, Sosa apunta que se trata de un rechazo

al fundacionismo clásico14 y al fundacionismo epistémico por Wittgenstein, Sellars, Quine,

Rescher, Aune, Harman, Lehrer y otros15 generando en opinión de Sosa una huida lamentable

de todo fundacionismo sin más distinción. Después, cuando Sosa encuentra que el

coherentismo no sobrevive a sus propios argumentos y que se reduce a un tipo de

fundacionismo, introduce una distinción entre fundacionismos hacia un nivel mayor de

abstracción y distingue entre sustantivos y formales (al cual pertenecería el coherentismo).

Con la nueva distinciones se abre una pequeña esperanza entre el rechazo tanto a la balsa

como a la pirámide (y a la empresa de la epistemología).

El acierto de llevar a un mayor nivel de abstracción la noción de fundacionismo formal

para distinguir al fundacionismo clásico y radical hace mucho tiempo desechado de su

14 Al mostrar que Descartes resolvió un escepticismo con un dogmatismo, en E. Sosa, La balsa y la pirámide..., p. 215

15 E. Sosa, La balsa y la pirámide..., p. 233

15

estructura recursiva y pretensión normativa, abre la posibilidad de que toda refutación al

fundacionismo clásico no necesariamente refute su estructura: si algo cumple con los

requisitos estructurales del fundacionismo formal y nos lleva a algo interesante que no sea el

dogmatismo al que nos llevó Descartes o cualquier fracaso atribuíble al fundacionismo

clásico, entonces tendríamos algo vigente.

Luego, al fundacionismo sustantivo reforzado con la noción epistémica de la

superveniencia16, le permite quedar fuera de las críticas en contra de los fundacionismos

epistémicos, distinguiéndose de éstos. Queda en pie, luego de todo lo que se ha tirado con la

argumentación a lo largo del texto, un fundacionismo formal que en su más alto grado es la

aspiración del sustantivo. Llegados a este punto, el fundacionismo sustantivo también resulta

insuficiente para llegar a ser formal, pues se encuentra en un dilema que no puede responder.

Suponer un nivel de abstracción mayor para la justificación de nuestras creencias perceptuales

coloca en el centro la cuestión de las virtudes intelectuales. Esto abre la posibilidad de que un

fundacionismo sustantivo provea una teoría simple y recursiva para la aplicación de

normatividades, es decir pueda ser formal en el más alto grado. Pero sobre todo, permite que

la investigación epistemológica no se agote. Sí se agotó el horizonte para discutir centrados en

la justificación de las creencias. Ahora tenemos argumentos sólidos para ir más allá de este

horizonte gracias al texto de Sosa, es decir, el texto es un avance en la epistemología

contemporánea.

Imprecisiones

El texto presupone en el lector familiaridad con las disputas entre fundacionistas y

16 Cfr. supra p.9

16

coherentistas. En no pocos pasajes resulta oscuro pero no por ello impreciso, excepto en donde

hay consecuencias inferenciales elididas. En parte el estilo del autor es entimemático al

suprimir conclusiones que le parecen obvias o lo son para la comunidad habituada a las

disputas mencionadas.

Por ejemplo, cuando plantea la sobreveniencia epistémica no es evidente que las propiedades

sobre las que la justificación sobreviene son elementos no epistémicos y lo sabemos hasta que

al final de la sección lo menciona. La superveniencia (o sobreveniencia) epistémica es una

respuesta para no necesitar negar los regresos infinitos, pero jamá menciona cómo es que eso

se logra. Parece obvio: si puedes justificar una creencia en cuestiones no epistémicas, ya no

hay un regreso unas creencias a otras. Pero ¿no se trataba de que no importaran los regresos

infinitos? Al parecer la solución que nos dio fue una manera de evitarlos. ¿O es que acaso

seguirá habiendo regresos infinitos de creencias siempre que nos preocupemos por justificar

creencias en otras creencias pero con la superveniencia nos deja de importar porque nunca

requeriremos ese tipo de justificación sin fin? Se trata de una conclusión crucial que el lector

tiene que sacar por sí mismo para responder si Sosa está respondiendo a sus propios desafíos o

no.

Otra noción oscura es la de superveniencia. No es explicada en el texto porque se

utiliza mucho en otras discusiones de filosofía analítica. Trataré de elucidar la noción según

mi comprensión del texto dado que puede resultar oscura para cualquier lector no

familiarizado con su uso. La superveniencia se entiende así: un conjunto de propiedades A

superviene a otro conjunto de propiedades B si y sólo si cualquier diferencia en el conjunto A

requiere una diferencia en el conjunto B, o de manera equivalente, A superviene a B si y sólo

si, exacta similaridad con las propiedades de B garantiza exacta similaridad con las

17

propiedades de A.17

Las propiedades del conjunto A son las normas o evaluaciones en tanto que se afirma

que éstas suelen supervenir; en nuestro caso, A es la justificación epistémica. Las propiedades

del conjunto B son aquellas características que tienen las cosas a las que la evaluación o

normatividad en A se aplican. Por eso cualquier automóvil con la exacta similaridad de

propiedades que B (es decir que describen el coche evaluado), garantiza que posea la

evaluación de A (ser un buen carro). Lo importante es que podemos identificar propiedades de

un tipo con su evaluación o norma correspondiente, siendo la norma y la evaluación de una

categoría distinta. Esto es lo que aprovecha Sosa para que las normatividades o evaluaciones

epistémicas como la justificación pueda aplicarse a conjuntos de propiedades no epistémicas.

Mi intención al hacer esta breve elucidación no es indicar que Sosa tuviera alguna

imprecisión, sino resaltar que la sobreveniencia le permite saltar los regresos infinitos y

además abrir la puerta a que las normatividades para la justificación epistémica no sean fijas;

cuando hace una abstracción mayor hacia las virtudes epistémicas, la sobreveniencia seguirá

permitiendo evaluar o normar la adquisición de las creencias, pero a partir de un conjunto A

variable según cada persona y cada comunidad.

Una imprecisión más, o más bien, una conclusión elidida, aparece en el dilema del

fundacionismo sustantivo. Uno de los cuernos del dilema es si el principio epistémico bajo el

cual admitimos creencias perceptuales es derivado. Sosa apunta el problema que esto implica

de la siguiente manera: “Si, por ejemplo, sus propuestas se entienden como si tuvieran el

carácter de máximas secundarias o derivadas, entonces sería muy poco filosófico detenerse

17 Esto es una traducción y paráfrasis mía del artículo dedicado a la superveniencia en McLaughlin, Brian and Bennett, Karen, "Supervenience", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2014 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <http://plato.stanford.edu/archives/spr2014/entries/supervenience/>.

18

ahí. Vayamos entonces a la otra alternativa.”18 La obviedad se puede volver dogma. ¿Qué no

fueron igualmente obvias muchas cuestiones sobre el antifundacionismo que el mismo Sosa se

tomó el cuidado de refutar? ¿No es obvio que ante el regreso infinito no nos queda sino el

coherentismo? Sosa se tomó el cuidado de mostrar que no es obvio. Aún así, se toma por

obvio algo en medio de un texto que no deja cabos sueltos. No parece un procedimiento

argumental afortunado pedir al lector que interprete la razón del descarte, en tanto que dada la

información contextual disponible, el lector tiende a dar una interpretación apelando a alguna

otra máxima nada obvia del tipo “si algo es derivado no puede ser fundamento” o “si algo es

derivado requerimos saber de dónde proviene”, en suma, el lector tenderá a interpretar ad hoc

el pasaje aludido y es justo lo que yo mismo hago cuando me digo a mí mismo que he

comprendido a Sosa acerca de por qué tal cuerno del dilema está descartado. Lo importante

está en otro lado, claro; no para mí. No comprendo su obvia razón. ¿No fue precisamente

asumirla como derivada lo que nos llevó a buscar un principio más general y abstracto que nos

condujo a la consideración de las virtudes?

Las “imprecisiones” didácticas que he señalado sólo apuntan a que el texto no es en

sentido alguno introductorio sino elucidatorio. Sin embargo, admite oscuridades porque lo que

busca elucidar es el contenido más hondo de las consecuencias argumentales que se exponen y

da por comprendidas cuestiones que pueden comprenderse en otros textos. En el primer

párrafo se nos plantea el objetivo inicial del texto: “[...] comprender, tan hondo como sea

posible, la naturaleza de la controversia [...]”19 y esta comprensión y hondura no tiene que ser

didáctica.

18 E. Sosa, La balsa y la pirámide..., p. 24419 E. Sosa, La balsa y la pirámide..., p. 213

19

Modificaciones en las tesis de Sosa

El texto de La balsa y la pirámide dio lugar a un giro cognitivo sobre las virtudes. Dirigir la

pregunta de la adquisición de creencias sobre las virtudes epistémicas del agente, ha abierto

muchas preguntas acerca de la naturaleza de esas virtudes. El fiabilismo de Sosa otorga un

papel pasivo a tales virtudes, pero fue Lorraine Code20 quien llevó más allá el planteamiento

de Sosa considerando el carácter activo de nuestras virtudes intelectuales. La responsabilidad

será entonces un rasgo central en un agente epistémico virtuoso. Sosa se vio influenciado por

esta perspectiva al continuar su indagación sobre la naturaleza de las virtudes epistémicas y

más allá de él, se han abierto reflexiones mixtas21 o de mutua influencia entre fiabilismo y

responsabilismo que abren problemas acerca del internalismo/externalismo en las virtudes

epistémicas. En suma, Sosa revitalizó la discusión epistemológica contemporánea y ésta

discusión revitalizó su planteamiento inicial.

Cuestiones abiertas

Algo esclarecedor del texto de Sosa es la reivnidicación de algunas intuiciones de importancia

histórica. Cuando nos explica por qué el fundacionismo clásico ha quedado refutado y luego

en su abstracción define al fundacionismo formal, sale a relucir lo razonable de la intuición

clásica tanto como los errores que cometieron. En disputas tan acaloradas a través de varios

años como la que subsistió entre fundacionistas y coherentistas es pertinente preguntar por la

razonabilidad de las intuiciones de cada postura. Sobre todo es pertinente luego de una

argumentación tan implacable como la de Sosa en donde no hay coherentismo que quede a

20 Cfr. Lorreine Code, Epistemic Responsibility, Hanover: University Press of New England and Brown University Press, 1987.

21 Cfr. John Greco, Putting Skeptics in Their Place, New York: Cambridge University Press, 2000

20

flote ni fundacionismo sin sobreveniencia que quede en pie. Me pregunto si las intuiciones del

coherentista habrán de acomodarse dentro de las virtudes epistémicas responsabilistas o

fiabilistas como se ha sugerido22 o hay razones éticas aún por elucidar que mantienen a los

herederos de la epistemología naturalizada al margen de la normatividad.

Una respuesta parcial a mi pregunta es colocada con otra pregunta por Margarita

Valdéz23 al reseñar la traducción al español de la antología de textos de Sosa. Ella pregunta si

el criterio para seleccionar las virtudes intelectuales no debería incluir a la coherencia y

asegura que cuando menos ante la antología, esta cuestión permanece abierta.

Bibliografía

DANCY, JONATHAN, Introducción a la epistemología contemporánea.Tecnos, Madrid, 1993.

CODE, LORREINE, Epistemic Responsibility, Hanover: University Press of New England and Brown University Press, 1987.

GETTIER, EDMUND L, “Is justified true belief knowledge?”, Analysis, 23, 121-123, 1963.

GRECO, JOHN AND TURRI, JOHN, "Virtue Epistemology", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2015 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <http://plato.stanford.edu/archives/fall2015/entries/epistemology-virtue/>.

GRECO, JOHN, Putting Skeptics in Their Place, New York: Cambridge University Press, 2000

MCLAUGHLIN, BRIAN AND BENNETT, KAREN, "Supervenience", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2014 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <http://plato.stanford.edu/archives/spr2014/entries/supervenience/>.

QUINE, W.V.O, “Dos dogmas del empirismo” en Desde un punto de vista lógico, Madrid, Ariel, 1962, pp. 49-81.

22 Cfr. JOHN GRECO, JOHN TURRI, "Virtue Epistemology", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2015 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <http://plato.stanford.edu/archives/fall2015/entries/epistemology-virtue/>.

23 Margarita Valdéz, “Ernesto Sosa, Conocimiento y virtud intelectual, IIF:UNAM/FCE, México, 1992, 420 pp.” en Crítica: Revista Hispanoamericana de Filosofía Vol. 25, No. 75 (Dec., 1993), pp. 107-112

21

------------------, “Epistemología naturalizada” en La relatividad ontológica y otros ensayos, Tecnos, 1984.

SOSA, ERNEST, “The Raft and the Pyramid: Coherence Versus Foundations in the Theory of Knowledge,” Midwest Studies in Philosophy, 1980, 5(1): 3–26

----------------- “La balsa y la pirámide: Coherencia versus fundamento en la Teoría del Conocimiento” en Conocimiento y virtud intelectual, UNAM-FCE, México, 1992

VALDÉZ MARGARITA, “Ernesto Sosa, Conocimiento y virtud intelectual, IIF:UNAM/FCE,México, 1992, 420 pp.” en Crítica: Revista Hispanoamericana de Filosofía Vol. 25, No. 75 (Dec., 1993), pp. 107-112

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