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COMUNIDAD DE SANTA CLARA SANTA KLARA KOMUNITATEA Web Santa Clara: www.parroquiasantaclara.com DONATIVOS EN CUENTA PARROQUIA. 2095 3188 03 1094524625 Hoja Dominical nº 215 23 de noviembre de 2014 Lectura del santo evangelio según san MATEO 25,31-46 En aquel Ɵempo, dijo Jesús a sus discípulos:– Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y se rán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid voso tros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me dis teis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vesƟsteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme». Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vesƟ mos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?». Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis». Palabra del Señor «¿Por qué es importante que la Iglesia sea pobre y humilde? La pobreza y la humildad están en el centro del Evangelio, y lo digo en un senƟdo teológico, no sociológico. No se puede entender el Evangelio sin la pobreza, pero hay que disƟnguirla del pauperismo. Yo creo que Jesús quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores». Entrevista al papa Francisco COMENTARIO Ayudar a quien está en necesidad Esta parábola se ha denominado la «Parábola del Juicio Final», pero no ofrece una enseñanza sobre el cielo o el infierno. Dicha por Jesús al final de su misión, resume las ense ñanzas del Maestro. Subraya la exigencia de la solidaridad con los necesitados. Indica cómo debemos comportarnos los cristianos. La ayuda desinteresada es un importante indicador para comprobar si somos fieles al mensaje de Jesús. La parábola considera «hermano» a toda persona que está en necesidad. Es exi gencia del cristiano ayudar al necesitado, sin importar raza o religión. Son «hermanos» nuestros quienes tienen hambre y pasan sed, quienes sufren la soledad o el dolor de la enfermedad... Pero la parábola va más allá y establece identidad entre los necesitados y Jesús. Diri gida tal vez a cristianos que han descuidado su compromiso, les recuerda cuál debe ser su principal actitud. SABÍAS QUE... Ricos y pobres En la Palestina del siglo I existían clases sociales. Los reyes ocupaban el vértice social. Vivían con refinadas comodidades. En las ciudades habitaban ricos terratenientes y recaudadores de im puestos. La gran mayoría de la población era «gente pobre de la tierra», campesinos que soporta ban los grandes impuestos. Cuando no podían pagar, eran vendidos como esclavos. En el escala fón social más bajo se hallaban los enfermos: ciegos, paralíticos, leprosos... Su enfermedad era ORACIÓN Gracias por las manos que curan gratis en los hospitales de los países en desarro llo. Gracias por las sonrisas que rompen barreras de raza, cultura y religión. Gracias por los brazos que abren pozos para regar la tierra y arrancarle al desierto una cosecha abundante. Gracias por quienes enseñan a leer y a escribir, comprometidos con la cultura que libera. Gracias por quienes siguen las huellas de Jesús.

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COMUNIDAD  DE  SANTA  CLARA SANTA  KLARA  KOMUNITATEA  

Web  Santa  Clara:  www.parroquiasantaclara.com

DONATIVOS  EN    CUENTA  PARROQUIA.  2095  3188  03  1094524625 Hoja Dominical nº 215 23 de noviembre de 2014

Lectura  del  santo  evangelio  según  san  MATEO  25,31-46 En   aquel   empo,   dijo   Jesús   a   sus   discípulos:–Cuando  venga  en  su  gloria  el  Hijo  del  hombre  y  todos  los  ángeles  con  él,  se  sentará  en  el  trono  de  su  gloria,  y  se-­‐rán  reunidas  ante  él  todas  las  naciones. Él  separará  a  unos  de  otros,  como  un  pastor  separa  las  ovejas  de  las  cabras.  Y  pondrá  las  ovejas  a  su  derecha  y  las  cabras  a  su  izquierda. Entonces   dirá   el   rey   a   los   de   su   derecha:   «Venid   voso-­‐tros,  benditos  de  mi  Padre;  heredad  el   reino  preparado  

para  vosotros  desde  la  creación  del  mundo. Porque  tuve  hambre  y  me  disteis  de  comer,  tuve  sed  y  me  dis-­‐teis  de  beber,   fui  forastero  y  me  hospedasteis,  estuve  desnudo  y  me  ves steis,  enfermo  y  me  visitasteis,  en  la  cárcel  y  vinisteis  a  verme». Entonces   los   justos   le   contestarán:   «Señor,   ¿cuándo   te   vimos  con   hambre   y   te   alimentamos,   o   con   sed   y   te   dimos   de   beber?;  ¿cuándo   te   vimos   forastero   y   te   hospedamos,   o   desnudo   y   te   ves -­‐mos?;  ¿cuándo  te  vimos  enfermo  o  en  la  cárcel  y  fuimos  a  verte?».  Y  el   rey   les  dirá:  «Os  aseguro  que  cada  vez  que   lo  hicisteis  con  uno  de  estos  mis  humildes  hermanos,  conmigo  lo  hicisteis».

Palabra  del  Señor

«¿Por  qué  es  importante  que  la  Iglesia  sea  pobre  y  humilde?  La  pobreza  y  la  humildad  están  en  el  centro  del  Evangelio,  y  lo  digo  en  un  sen do  teológico,  no   sociológico.  No   se  puede  entender  el   Evangelio   sin   la  pobreza,  pero  hay  que  dis nguirla  del  pauperismo.  Yo  creo  que  Jesús  quiere  que  los  obispos  no  seamos  príncipes,  sino  servidores».  Entrevista  al  papa  Francisco

COMENTARIO  Ayudar  a  quien  está  en  necesidad

Esta  parábola  se  ha  denominado  la  «Parábola  del  Juicio  Final»,  pero  no  ofrece  una  enseñanza  sobre  el  cielo  o  el  infierno.  Dicha  por  Jesús  al  final  de  su  misión,  resume  las  ense-­ñanzas  del  Maestro.  Subraya  la  exigencia  de  la  solidaridad  con  los  necesitados.  Indica  cómo  debemos  comportarnos   los  cristianos.  La  ayuda  desinteresada  es  un   importante   indicador  para  comprobar  si  somos  fieles  al  mensaje  de  Jesús.

La  parábola  considera  «hermano»  a  toda  persona  que  está  en  necesidad.  Es  exi-­gencia  del  cristiano  ayudar  al  necesitado,  sin   importar   raza  o   religión.  Son  «hermanos»  nuestros  quienes  tienen  hambre  y  pasan  sed,  quienes  sufren  la  soledad  o  el  dolor  de  la  enfermedad...

Pero  la  parábola  va  más  allá  y  establece  identidad  entre  los  necesitados  y  Jesús.  Diri-­gida  tal  vez  a  cristianos  que  han  descuidado  su  compromiso,  les  recuerda  cuál  debe  ser  su  principal  actitud.

SABÍAS  QUE...  Ricos  y  pobres En  la  Palestina  del  siglo  I  existían  clases  sociales.  Los  reyes  ocupaban  el  vértice  social.  Vivían  con  refinadas  comodidades.  En  las  ciudades  habitaban  ricos  terratenientes  y  recaudadores  de  im-­puestos. La  gran  mayoría  de  la  población  era  «gente  pobre  de  la  tierra»,  campesinos  que  soporta-­ban  los  grandes  impuestos.  Cuando  no  podían  pagar,  eran  vendidos  como  esclavos.  En  el  escala-­fón  social  más  bajo  se  hallaban  los  enfermos:  ciegos,  paralíticos,  leprosos...  Su  enfermedad  era  

ORACIÓN Gracias  por  las  manos  que  curan  gratis  en  los  hospitales  de  los  países  en  desarro-­llo.  Gracias  por  las  sonrisas  que  rompen  barreras  de  raza,  cultura  y  religión.

Gracias  por  los  brazos  que  abren  pozos  para  regar  la  tierra  y  arrancarle  al  desierto  una  cosecha  abundante.

Gracias  por  quienes  enseñan  a  leer  y  a  escribir,  comprometidos  con  la  cultura  que  libera.

Gracias  por  quienes  siguen  las  huellas  de  Jesús.

DE  REYES  Y  SERVIDORES   Existen   criterios   a   los   que   todo   cris ano  debiera  someter  sus  decisiones  de   po  polí co. Primero:  Los  cris anos  debemos  optar  por  las   personas   y   grupos   más   desfavorecidos,   los  pobres,   los  «descartados  »,  y  apoyar  sus  necesi-­‐dades  y  aspiraciones  con  nuestras  palabras  y  de-­‐cisiones.   Segundo:  Todos  debemos  implicarnos  en  la  vida  pública.  Muchos  dicen  no  querer  saber  nada  de  polí ca.  Pero  el  Concilio  Va cano  II,  Gaudium  et  spes  75,  dice:  «La  Iglesia  alaba  y  es ma  la   la-­‐bor  de  quienes,  al  servicio  del  hombre,  se  consa-­‐gran  al  bien  de  la  cosa  pública  y  aceptan  las  car-­‐gas  de  este  oficio...  Conságrense  con  sinceridad  y  rec tud,  más  aún,  con  caridad  y  fortaleza  polí -­‐ca,  al  servicio  de  todos  ». Tercero:   los  cris anos  tenemos  como  Rey  del  Universo  a  uno  que  se  ha  reco-­‐nocido  como  rey  haciéndose   tes go  de   la  verdad:  «Pilato   le  dijo:  Conque,  ¿tú  eres  rey?  Jesús  le  contestó:  Tú  lo  dices:  soy  rey.  Yo  para  esto  he  nacido  y  para  esto  he  ve-­‐nido  al  mundo;  para  ser  tes go  de  la  verdad.  Todo  el  que  es  de  la  verdad  escucha  mi  voz». Ese,  y  no  otro,  es  nuestro  REY.  «En  la  gran  parábola  del  Juicio  final,  el  amor  al  necesitado  se  convierte  en  el  criterio  para   la  valoración  posi va  o  nega va  de  una  vida  humana.  Jesús  se  iden fica  con  los  pobres:  los  hambrientos  y  sedientos,  los  fo-­‐rasteros,  los  desnudos,  enfermos  o  encarcelados.  “Cada  vez  que  lo  hicisteis  con  uno  de   estos  mis   humildes  hermanos,   conmigo   lo   hicisteis”   (Mt   25,40).   Amor   a  Dios   y  amor  al  prójimo  se  funden  entre  sí:  en  el  más  humilde  encontramos  a  Jesús  mismo  y  en  Jesús  encontramos  a  Dios»:  Benedicto  XVI,  D.  Ch.  15.  Los  otros  dos  textos  que  el  Papa  cita  en  este  número  15  son   la  parábola  del  buen  samaritano  y   la  del   rico  y  el  pobre  Lázaro.  Lucio  Arauzo.  Revista  Eucaris a

CONCLUSIÓN La   prueba   de   fuego   de   nuestra   par cipación   en   el   Reino   de  Cristo  es,  en   la   vida  de  cada  día,  nuestra   relación  con  aquellos  que  cons tuyen  el  reverso  de  la  historia,   las  piedras  que,  con  Cristo,   los  canteros  del  mundo  han  desechado  y  siguen  desechando:  hambrien-­‐tos,   enfermos,   desnudos,   prisioneros,   inmigrantes,   ancianos,  muje-­‐res,  excluidos  de  todo   po...  Es  EL  VALOR  DE  LOS  HECHOS. UN  TEXTO “La   verdadera   paciencia   es   algo   totalmente   opuesto   a   una   pasiva  espera  en   la  que  hayamos  de  dejar  que   las  cosas  vayan  a   su  aire,  permi-­‐endo  que  sean  otros  quienes  tomen  las  decisiones.  La  paciencia  significa  

introducirse  ac vamente  en  el  espesor  de  la  vida  para,  desde  ahí,  soportar  con  todas  las  consecuencias  el  sufrimiento  que  hay  en  nuestro  interior  y  en  torno  nuestro.  La  paciencia  es  la  capacidad  de  ver,  oír,  tocar,  gustar  y  oler  lo  más  plenamente  posible  los  hechos  que   enen  lugar  tanto  dentro  como  fuera  de  nuestra  vida.  Es  introducirse  en  la  vida  con  los  ojos,  los  oídos  y  las  manos  abiertas,  a  fin  de  saber  realmente  lo  que  acontece.  La  paciencia  es  una   disciplina   extremadamente   di cil,   precisamente   porque   contrarresta  nuestra  irreflexiva  tendencia  a  huir  o  a  comba r.  Cuando  somos  tes gos  de  

un  accidente  en  la  carretera,  algo  en  nuestro  interior  nos  mueve  a  pisar  el  acele-­‐rador.  Cuando  alguien  nos  plantea  un  problema  delicado,  algo  en  nuestro   inte-­‐rior  nos  impulsa  a  tratar  de  cambiar  de  conversación... Y  si  no  podemos  huir,  comba mos...  La  paciencia  nos  exige  superar   la  al-­‐terna va   entre   huir   y   comba r...La   paciencia   supone   resis r,   soportar,   prestar  suma  atención  a  cuanto  se  nos  presenta  aquí  y  ahora.  La  paciencia  significa  dete-­‐nerse  en   la   carretera   cuando  alguien  necesita   atención   inmediata.   La  paciencia  significa  superar  el  miedo  a  tratar  un  tema  delicado  y  controver do...  En  suma,  la  paciencia  es  estar  dispuesto  a  dejarse   influenciar,   aun   cuando  ello   requiera   re-­‐nunciar  a  mantener  el  control  y  exija  introducirse  en  territorio  desconocido...  La  paciencia  es  la  cualidad  de  quienes  cons tuyen  el  suelo  fér l  en  el  que  la  semilla  puede  producir  «el  céntuplo».  «Estas  son  personas»,  dice  Jesús,  «de  corazón  no-­‐ble  y  generoso  que,  después  de  haber  oído  la  Palabra,  la  conservan  y  fruc fican  abundante   ente   gracias   a   su   perseverancia   (hypomoné)»   (Le   8,15)”   (Donald   P.  

McNeill,  Douglas  A.  Morrison,  Henri  J.M.  Nouwen.