37 falsos profetas_falsas_doctrinas (Estudio Bíblico en 2 Corintios)
Comentario bíblico de William Mac Donald Nuevo Testamento 2ª corintios
Transcript of Comentario bíblico de William Mac Donald Nuevo Testamento 2ª corintios
COMENTARIO BÍBLICO
DE
WILLIAM MacDONALD
Editorial CLIE
2ª CORINTIOS
William MacDonald
Título original en inglés: Believer’s Bible Commentary
Algunos de los materiales de esta obra fueron editados previamente por Harold Shaw
Publishers y Walterick Publishers, y han sido empleados con su permiso. No obstante, han
sido revisados, expandidos y editados considerablemente.
Publicado originalmente en dos tomos, Antiguo y Nuevo Testamento.
Traductores de la versión española del Antiguo Testamento:
Neria Díez, Donald Harris, Carlos Tomás Knott, José Antonio Septién.
Editor y revisor de traducciones: Carlos Tomás Knott.
Traductor de la versión española del Nuevo Testamento:
Santiago Escuain.
Copyright © 2004 por CLIE para esta edición completa en español.
Este comentario se basa en la traducción Reina Valera, revisión de 1960.
Copyright © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas.
Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de esta versión.
«BAS » indica que la cita es de la versión Biblia de las Américas,
Copyright © 1986 The Lockman Foundation.
Los esquemas y otros gráficos son propiedad de William MacDonald.
Depósito Legal:
ISBN: 978-84-8267-410-0
Clasifíquese:
98 HERMENÉUTICA:
Comentarios completos de toda la Biblia
C.T.C. 01-02-0098-04
Referencia: 22.45.73
Prefacio del autor
El propósito del Comentario Bíblico de William MacDonald es darle al lector cristiano
medio un conocimiento básico del mensaje de la Sagrada Biblia. También tiene como
propósito estimular un amor y apetito por la Biblia de modo que el creyente deseará
profundizar más en sus tesoros inagotables. Confío en que los eruditos encuentren alimento
para sus almas, pero deberán tener en consideración y comprender que el libro no fue
escrito primariamente para ellos.
Todos los libros han sido complementados con introducciones, notas y bibliografías.
A excepción de Salmos, Proverbios y Eclesiastés, la exposición del Antiguo
Testamento se presenta principalmente de párrafo en párrafo en lugar de versículo por
versículo. Los comentarios sobre el texto son aumentados por aplicaciones prácticas de las
verdades espirituales, y por un estudio sobre tipos y figuras cuando es apropiado.
Los pasajes que señalan al Redentor venidero reciben trato especial y se comentan con
más detalle. El trato de los libros de Salmos, Proverbios y Eclesiastés es versículo por
versículo, porque no se prestan a condensación, o bien porque la mayoría de los creyentes
desea estudiarlos con más detalle.
Hemos intentado enfrentar los textos problemáticos y cuando es posible dar
explicaciones alternativas. Muchos de estos pasajes ocasionan desesperación en los
comentaristas, y debemos confesar que en tales textos todavía «vemos por espejo,
oscuramente».
Pero la misma Palabra de Dios, iluminada por el Espíritu Santo de Dios, es más
importante que cualquier comentario sobre ella. Sin ella no hay vida, crecimiento, santidad
ni servicio aceptable. Debemos leerla, estudiarla, memorizarla, meditar sobre ella y sobre
todo obedecerla. Como alguien bien ha dicho: «La obediencia es el órgano del
conocimiento espiritual».
Willian McDonald
Introducción del editor
«No menospreciéis los comentarios». Éste fue el consejo de un profesor de la Biblia a
sus alumnos en Emmaus Bible School (Escuela Bíblica Emaús) en la década de los 50. Al
menos un alumno se ha acordado de estas palabras a lo largo de los años posteriores. El
profesor era William MacDonald, autor del Comentario Bíblico. El alumno era el editor de
la versión original del Comentario en inglés, Arthur Farstad, quien en aquel entonces estaba
en su primer año de estudios. Sólo había leído un comentario en su vida: En los Lugares
Celestiales (Efesios) por H. A. Ironside. Cuando era joven leía ese comentario cada noche
durante un verano, y así Farstad descubrió qué es un comentario.
¿Qué es un comentario?
¿Qué es exactamente un comentario y por qué no debemos menospreciarlo? Un editor
cristiano hizo una lista de quince tipos de libros relacionados con la Biblia. No debería
extrañar, entonces, si algunas personas no saben describir la diferencia entre un comentario,
una Biblia de estudio, una concordancia, un atlas, un interlineal y un diccionario bíblico,
nombrando sólo cinco categorías.
Aunque sea una perogrullada, un comentario comenta, es decir, hace un comentario que
ayuda a entender el texto, versículo por versículo o de párrafo en párrafo. Algunos
cristianos desprecian los comentarios y dicen: «sólo quiero leer la Biblia misma y escuchar
una predicación». Suena a piadoso, pero no lo es. Un comentario meramente pone por
impreso la mejor (y más difícil) clase de exposición bíblica: la enseñanza y predicación de
la Palabra de Dios versículo por versículo. Algunos comentarios (por ejemplo, los de
Ironside) son literalmente sermones impresos. Además, las más grandes exposiciones de la
Biblia de todas las edades y lenguas están disponibles en forma de libro en inglés (tarea que
todavía nos incumbe en castellano). Desafortunadamente, muchos son tan largos, tan
antiguos y difíciles que el lector cristiano corriente se desanima y no saca mucho provecho.
Y ésta es una de las razones de ser del Comentario Bíblico de William MacDonald.
Tipos de comentarios
Teóricamente, cualquier persona interesada en la Biblia podría escribir un comentario.
Por esta razón, hay toda una gama de comentarios desde lo muy liberal hasta lo muy
conservador, con todos los matices de pensamientos en el intermedio. El Comentario
Bíblico de William MacDonald es un comentario muy conservador, que acepta la Biblia
como la Palabra de Dios inspirada e inerrante, y totalmente suficiente para la fe y la
práctica.
Un comentario podría ser muy técnico (con detalles menudos de la sintaxis del griego y
hebreo), o tan sencillo como una reseña. Este comentario está entre estos dos extremos.
Cuando hacen falta comentarios técnicos, se hallan en las notas al final de cada libro. El
escritor comenta seriamente los detalles del texto sin evadir las partes difíciles y las
aplicaciones convincentes. El hermano MacDonald escribe con una riqueza de exposición.
La meta no es producir una clase de cristianos nominales con comprensión mínima y sin
mucho compromiso, sino más bien discípulos.
Los comentarios también suelen distinguirse según su «escuela teológica»:
conservadora o liberal, protestante o católico romano, premilenial o amilenial. Este
comentario es conservador, protestante y premilenial.
Cómo emplear este libro
Hay varias formas de acercarse al Comentario Bíblico de William MacDonald.
Sugerimos el siguiente orden como provechoso:
Hojear: Si le gusta la Biblia o la ama, le gustará hojear este libro, leyendo un poco en
diferentes lugares y disfrutándolo así de forma rápida, apreciando el sentido general de la
obra.
Un Pasaje específico: Puede que tengas una duda o pregunta acerca de un versículo o
párrafo, y que necesites ayuda sobre este punto. Búscalo en el lugar apropiado en el
contexto y seguramente hallarás material bueno.
Una doctrina: Si estudia la creación, el día de reposo, los pactos, las dispensaciones, o
el ángel de JEHOVÁ, busque los pasajes que tratan estos temas. El índice indica los ensayos
que hay sobre esta clase de tema. En el caso de algo que no aparezca en el índice, use una
concordancia para localizar las palabras claves que le guiarán a los pasajes centrales que
tratan el punto en cuestión.
Un libro de la Biblia: Quizá en su congregación estudian un libro del Antiguo
Testamento. Será grandemente enriquecido en sus estudios (y tendrá algo que contribuir si
hay oportunidad) si durante la semana antes de cada estudio lee la porción correspondiente
en el comentario.
Toda la Biblia: Tarde o temprano cada cristiano debe leer toda la Biblia, comenzando
en el principio y continuando hasta el final, sin saltar pasajes. A lo largo de la lectura se
encontrarán textos difíciles. Un comentario cuidadoso y conservador como éste puede ser
de mucha ayuda.
El estudio de la Biblia puede parecerle al principio como «trigo molido», es decir:
nutritivo pero seco, pero si persevera y progresa, ¡vendrá a ser como «tarta de chocolate»!
El consejo del hermano MacDonald, dado hace tantos años: «no menospreciéis los
comentarios», todavía es válido. Habiendo estudiado cuidadosamente sus comentarios
sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento, puedo decir lo siguiente: «¡disfrútelo!».
Abreviaturas
Abreviaturas de libros de la Biblia
Libros del Antiguo Testamento
Gn. Génesis
Éx. Éxodo
Lv. Levítico
Nm. Números
Dt. Deuteronomio
Jos. Josué
Jue. Jueces
Rt. Rut
1 S. 1 Samuel
2 S. 2 Samuel
1 R. 1 Reyes
2 R. 2 Reyes
1 Cr. 1 Crónicas
2 Cr. 2 Crónicas
Esd. Esdras
Neh. Nehemías
Est. Ester
Job Job
Sal. Salmos
Pr. Proverbios
Ec. Eclesiastés
Cnt. Cantares
Is. Isaías
Jer. Jeremías
Lm. Lamentaciones
Ez. Ezequiel
Dn. Daniel
Os. Oseas
Jl. Joel
Am. Amós
Abd. Abdías
Jon. Jonás
Mi. Miqueas
Nah. Nahúm
Hab. Habacuc
Sof. Sofonías
Hag. Hageo
Zac. Zacarías
Mal. Malaquías
Libros del Nuevo Testamento
Mt. Mateo
Mr. Marcos
Lc. Lucas
Jn. Juan
Hch. Hechos
Ro. Romanos
1 Co. 1 Corintios
2 Co. 2 Corintios
Gá. Gálatas
Ef. Efesios
Fil. Filipenses
Col. Colosenses
1 Ts. 1 Tesalonicenses
2 Ts. 2 Tesalonicenses
1 Ti. 1 Timoteo
2 Ti. 2 Timoteo
Tit. Tito
Flm. Filemón
He. Hebreos
Stg. Santiago
1 P. 1 Pedro
2 P. 2 Pedro
1 Jn. 1 Juan
2 Jn. 2 Juan
3 Jn. 3 Juan
Jud. Judas
Ap. Apocalipsis
Abreviaturas de versiones de la Biblia, traducciones y paráfrasis
ASV American Standard Version
BAS Biblia de las Américas
FWG Biblia Numérica de F. W. Grant
JBP Paráfrasis de J. B. Phillips
JND New Translation de John Nelson Darby
KJV King James Version
KSW An Expanded Translation de Kenneth S. Wuest
LB Living Bible (paráfrasis de la Biblia, que existe en castellano como
La Biblia al Día)
NASB New American Standard Bible
NEB New English Bible
NIV New International Version
NKJV New King James Version
R.V. Revised Version (Inglaterra)
RSV Revised Standard Version
RV Reina-Valera, revisión de 1909
RVR Reina-Valera, revisión de 1960
RVR77 Reina-Valera, revisión de 1977
V.M. Versión Moderna de H. B. Pratt
Otras abreviaturas
a.C. Antes de Cristo
Aram. Arameo
AT Antiguo Testamento
c. circa, alrededor
cap. capítulo
caps. capítulos
CBC Comentario Bíblico
cf. confer, comparar
d.C. después de Cristo
e.g. exempli gratia, por ejemplo
ed. editado, edición, editor
eds. editores
et al. et allii, aliæ, alia, y otros
fem. femenino
Gr. griego
i.e. id. est, esto es
ibid. ibidem, en el mismo lugar
ICC International Critical Commentary
lit. literalmente
LXX Septuaginta (antigua versión gr. del AT)
M Texto Mayoritario
marg. margen, lectura marginal
masc. masculino
ms., mss., manuscrito(s)
MT Texto Masorético
NCI Nuevo Comentario Internacional
NT Nuevo Testamento
NU NT griego de Nestle-Aland/S. Bíblicas Unidas
p.ej. por ejemplo
pág., págs. página(s)
s.e. sin editorial, sin lugar de publicación
s.f. sin fecha
TBC Tyndale Bible Commentary
Trad. Traducido, traductor
v., vv. versículo(s)
vol(s). volumen, volúmenes
vs. versus, frente a
Transliteración de palabras hebreas
El Comentario al Antiguo Testamento, habiendo sido hecho para el cristiano medio que
no ha estudiado el hebreo, emplea sólo unas pocas palabras hebreas en el texto y unas
cuantas más en las notas finales.
El Alfabeto Hebreo
Letra hebrea Nombre Equivalente en inglés
Álef ´
Bet b (v)
Guímel g
Dálet d
He h
Vau w
Zain z
Chet h
Tet t
Yod y
Caf k (kh con la h aspirada)
Lámed l
Mem m
Nun n
Sámec s
Ayín ´
Pe p (ph)
Tsade ts
Cof q
Resh r
Sin s
Shin sh (con la h aspirada)
Tau t (th)
El hebreo del Antiguo Testamento tiene veintidós letras, todas consonantes; los rollos
bíblicos más viejos no tenían vocales. Estos «puntos vocales», como se les llama, fueron
inventados y colocados durante el siglo VII d.C. El hebreo se escribe de derecha a
izquierda, lo opuesto a idiomas occidentales tales como español e inglés.
Hemos empleado un sistema simplificado de transliteración (similar al que usan en el
estado de Israel en tiempos modernos y las transliteraciones populares). Por ejemplo,
cuando «bet» es pronunciado como la «v» en inglés, ponemos una «v» en la transliteración.
Transliteración de palabras griegas
Nombre griego Letra griega Equivalente en inglés
alfa α a
beta β b
gamma γ g, ng
delta δ d
épsilon ε e (corta)
tseta ζ ts
eta η e (larga)
zeta θ z
iota ι i
kappa κ k
lambda λ l
mu μ m
nu ν n
xi ξ x
ómicron ο o
pi π p
rho π r
sigma σ s
tau τ t
ípsilon υ u, y
fi φ f
ji χ j
psi ψ ps
omega ω o (larga)
LA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS
Introducción
«Para mí, la transparencia de la revelación de Pablo [en 2 Corintios] es sin par en
toda la literatura sagrada.»
Sadler
I. Su singular puesto en el Canon
Si 1 Corintios es muy ampliamente estudiada y tomada como base de predicación, 2
Corintios es muy descuidada por los predicadores. Y sin embargo se trata de una epístola de
gran importancia. Es indudable que su estilo de difícil traducción e irónico han ayudado a
su descuido. El gran número de palabras en itálica en las versiones cuidadosas muestra
cuánto se ha de suplir para hacer que esta carta tan emotiva sea comprensible en la lengua
traducida.
Esta epístola es difícil. El significado de muchos versículos es oscuro, por decir poco.
Hay varias explicaciones: (1) Pablo emplea mucha sátira, pero es a veces difícil saber
cuándo lo hace. (2) Para entender del todo algunas secciones, necesitaríamos alguna
información adicional sobre los viajes de Pablo, los de sus compañeros y las cartas que
escribió. (3) Es una epístola intensamente personal, y las palabras brotan con frecuencia del
corazón. Y éstas no son siempre las más fáciles de entender.
Pero estas dificultades no deberían desalentarnos. Afortunadamente, no afectan a las
verdades básicas de la Epístola, sino sólo a los detalles.
Finalmente, 2 Corintios es una epístola muy amada y muy citada. Después de haberla
estudiado, el lector entenderá la razón.
II. Paternidad
Que Pablo escribió 2 Corintios no lo niega prácticamente nadie, aunque algunos tienen
teorías de «interpolaciones» aquí y allá. Sin embargo, la unidad de la Carta (¡con las típicas
digresiones paulinas!) es evidente.
La evidencia externa de 2 Corintios es fuerte, pero algo más tardía que la que se posee
para 1 Corintios. Cosa sorprendente, Clemente de Roma no cita de ella, pero sí lo hacen
Policarpo, Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y Cipriano. Marción la relaciona
como la tercera de las diez Epístolas Paulinas que él acepta. También aparece en el Canon
de Muratori. La evidencia de 2 Corintios es abundante desde el 175 d.C. en adelante.
La evidencia interna de su paternidad paulina es abrumadora. Aparte de Filemón, es la
carta más personal y menos doctrinal de Pablo. Las detalladas referencias personales, los
rasgos peculiares del apóstol, y los lazos evidentemente estrechos con 1 Corintios, Gálatas,
Romanos y Hechos, todo ello sustenta la postura tradicional de que Pablo escribió esta
Carta. Están en clara evidencia el mismo escritor y la misma congregación universalmente
reconocidos en la Primera Epístola.
III. Fecha
2 Corintios fue probablemente escrita poco menos de un año después de 1 Corintios,
desde Macedonia (algunas notas al pie en traducciones tempranas especifican Filipos). Una
fecha comúnmente aceptada es la del 57 d.C., pero muchos escogen el 55 o el 56. Harnack
optó por el 53.
IV. Trasfondo y Tema
Una razón por la que estamos tan enamorados de 2 Corintios es que es tan personal.
Parece que nos aproximamos más al corazón de Pablo aquí que en ninguno de sus otros
escritos. Sentimos algo del tremendo entusiasmo que tenía por la obra del Señor.
Percibimos un sentido de la dignidad del más grande llamamiento de la vida. Leemos con
callado asombro el catálogo de padecimientos que soportó. Experimentamos el ardiente
rubor de indignación con el que respondió a sus desfachatados detractores. En suma, Pablo
parece introducirnos en todos los secretos de su alma.
La primera visita de Pablo a Corinto se registra en Hechos 18. Tuvo lugar en su
Segundo Viaje Misionero, poco después de haber pronunciado su memorable discurso en
Atenas, en la Colina de Marte.
En Corinto, Pablo trabajó como fabricante de tiendas junto con Aquila y Priscila, y
predicó el evangelio en la sinagoga. Silas y Timoteo llegaron de Macedonia para unirse a él
en esta obra evangelística, que duró al menos dieciocho meses (Hch. 18:11).
Cuando la mayoría de judíos rechazaron su predicación, Pablo se volvió a los gentiles.
Al irse salvando almas —tanto judíos como gentiles—, los líderes judíos llevaron al apóstol
ante el procónsul, Galión. Pero éste desechó juzgar aquel asunto, negando tener jurisdicción
alguna sobre aquellas cuestiones.
Después del juicio, Pablo se quedó mucho tiempo en Corinto, y luego partió para
Cencrea, Éfeso y el largo viaje de regreso a Cesarea y Antioquía.
En su Tercer Viaje Misionero, volvió a Éfeso y se quedó allá durante dos años. Durante
esta estancia, le visitó una delegación de Corinto, pidiendo consejo a Pablo acerca de
muchas cuestiones. Fue en respuesta a estas cuestiones que escribió 1 Corintios.
Más tarde, el apóstol se sintió muy ansioso por saber cómo los corintios habían
reaccionado ante su Carta, especialmente ante la sección tratando de la disciplina sobre un
miembro caído en pecado. De modo que partió de Éfeso hacia Tróade, donde esperaba
encontrar a Tito. Pero al no hallarlo, pasó a Macedonia. Fue allí que llegó Tito con las
nuevas, buenas y malas. Los santos habían disciplinado al creyente caído en pecado —y la
disciplina había tenido como resultado su restauración espiritual—. Éstas eran las buenas
noticias. Pero los cristianos no habían mandado el dinero para los santos necesitados en
Jerusalén, como se habían propuesto. Esto no era tan bueno. Finalmente, Tito informó que
los falsos maestros estaban activos en Corinto, minando la obra del apóstol y poniendo en
duda su autoridad como siervo de Cristo. ¡Éstas eran las malas noticias!
Éstas son, pues, las circunstancias que suscitaron la Segunda Epístola a los Corintios,
escrita desde Macedonia.
En la Primera Epístola, vemos a Pablo primariamente como un maestro, pero en la
Segunda Epístola actúa como pastor. Si el lector presta atención, oirá el pálpito del corazón
de quien realmente amaba al pueblo de Dios y se daba por el bien de ellos.
De modo que embarquémonos en esta gran aventura, y al estudiar estos «pensamientos
que respiran y palabras que arden», hagámoslo con una oración pidiendo la iluminación del
Espíritu Santo de Dios.
BOSQUEJO
I. EXPOSICIÓN DEL MINISTERIO POR PARTE DE PABLO (Caps. 1–7)
A. Salutación (1:1–2)
B. El ministerio de consolación en el padecimiento (1:3–11)
C. Explicación del cambio de planes de Pablo (1:12–2:17)
D. Las credenciales de Pablo para el ministerio (3:1–5)
E. Contraste del Antiguo y Nuevo Pacto (3:6–18)
F. Obligación de predicar un evangelio claro (4:1–6)
G. Un vaso de barro con un destino celestial (4:7–18)
H. Viviendo a la luz del Tribunal de Cristo (5:1–10)
I. La buena conciencia de Pablo en el ministerio (5:11–21).
J. La conducta de Pablo en el ministerio (6:3–10)
K. El llamamiento de Pablo a la franqueza y al afecto (6:11–13)
L. El llamamiento de Pablo a la separación escrituraria (6:14–7:1)
M. El gozo de Pablo ante las buenas noticias de Corinto (7:2–16)
II. LA EXHORTACIÓN DE PABLO A FINALIZAR LA COLECTA PARA LOS
SANTOS DE JERUSALÉN (Caps. 8, 9)
A. Buenos ejemplos de dádivas generosas (8:1–9)
B. Buen consejo para finalizar la colecta (8:10–11)
C. Tres buenos principios de donación generosa (8:12–15)
D. Tres buenos hermanos para preparar la colecta (8:16–24)
E. Llamamiento a los corintios para que hagan justicia a la jactancia de Pablo de
ellos (9:1–5)
F. Las buenas recompensas de la donación generosa (9:6–15)
III. LA VINDICACIÓN DE PABLO DE SU APOSTOLADO (Caps. 10–13)
A. Réplica de Pablo a sus acusadores (10:1–12)
B. El principio de Pablo: Abrir nuevos territorios para Cristo (10:13–16)
C. La suprema meta de Pablo: La alabanza de parte del Señor (10:17–18)
D. La declaración de Pablo de su apostolado (11:1–15)
E. Los padecimientos de Pablo por Cristo sustentan su apostolado (11:16–33)
F. Las revelaciones a Pablo sustentan su apostolado (12:1–10)
G. Las señales de Pablo sustentan su apostolado (12:11–13)
H. La visita pendiente de Pablo a Corinto (12:14–13:1)
I. El apostolado de Pablo apoyado por los mismos corintios (13:2–6)
J. El deseo de Pablo de hacer bien a los corintios (13:7–10)
K. La gentil despedida trinitaria de Pablo (13:11–14)
Comentario
I. EXPOSICIÓN DEL MINISTERIO POR PARTE DE
PABLO (Caps. 1–7)
A. Salutación (1:1–2)
1:1 Pablo se presenta al principio de su carta como apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios. Es importante que toque esta nota al principio mismo, porque los había
en Corinto que suscitaban la cuestión de si Pablo había sido jamás verdaderamente
comisionado por el Señor. Su respuesta es que ni había escogido el ministerio por su propia
voluntad, ni había sido ordenado por los hombres, sino que había sido enviado a la obra por
Cristo Jesús por la voluntad de Dios. Su llamamiento al apostolado tuvo lugar en el
llamamiento de Damasco. Fue una experiencia inolvidable en su vida, y fue la conciencia
de este llamamiento divino que sostuvo al apóstol durante muchas horas amargas. A
menudo, cuando se sentía apremiado desmesuradamente en el servicio de Cristo, podría
haber abandonado y vuelto a casa, si no hubiese tenido la certidumbre del llamamiento
divino.
El hecho de que Timoteo es mencionado en el versículo 1 no significa que él ayudase a
redactar la Carta. Sólo significa que estaba con Pablo cuando fue escrita. Aparte de esto,
hay una gran incertidumbre acerca de los movimientos de Timoteo durante este período.
La carta se dirige a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que
están en toda Acaya. La expresión iglesia de Dios significa que era una asamblea de
creyentes que pertenecía a Dios. No era una asamblea pagana, ni una congregación no
religiosa de personas, sino una agrupación de cristianos nacidos de nuevo, llamados afuera
del mundo para pertenecer al Señor. Es indudable que Pablo, al escribir estas palabras,
recordó cómo había ido al principio a Corinto a predicar allí el evangelio. Hombres y
mujeres hundidos en la idolatría y sensualidad habían confiado en Jesucristo como Señor, y
habían sido salvados por Su gracia maravillosa. A pesar de todas las dificultades que habían
luego sobrevenido en la asamblea en Corinto, indudablemente el corazón del apóstol se
regocijaba al pensar en el inmenso cambio que había venido a las vidas de estas amadas
personas. La carta se dirige no solo a Corinto, sino a todos los santos que están en toda
Acaya. Acaya constituía la parte meridional de Grecia, mientras que Macedonia, que
también encontraremos mencionada en esta Epístola, era la sección septentrional de aquel
mismo país.
1:2 Gracia y paz constituyen un hermoso saludo que hemos llegado a asociar con el
amado Apóstol Pablo. Cuando desea describir su mayor deseo para el pueblo de Dios, no
desea para ellos cosas materiales como oro o plata. Sabe demasiado bien que estas cosas
pueden desvanecerse en un instante. Más bien desea para ellos bendiciones espirituales
como gracia y paz, que incluyen todo bien de que pueda gozar un pecador a este lado del
cielo. Denney dice: «La gracia es la primera y la última palabra del evangelio; y la paz —
una perfecta integridad espiritual— es la obra acabada de Cristo en el alma». Estas
bendiciones provienen de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Dios nuestro
Padre es la fuente, y el Señor Jesucristo es el canal. Pablo no vacila en poner al Señor
Jesucristo al lado de Dios nuestro Padre, porque, como miembro de la Trinidad, Cristo es
igual al Padre.
B. El ministerio de consolación en el padecimiento (1:3–11)
1:3 Desde el versículo 3 hasta el 11, el apóstol estalla en acción de gracias por la
consolación que le ha venido en medio de su angustia y aflicción. Indudablemente, la
consolación era las buenas noticias que Tito le había traído a Macedonia. El apóstol pasa
luego a mostrar que tanto si está afligido como consolado, todo se vuelve para el final bien
de los creyentes a los que ministra. La acción de gracias se dirige al Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo. Este es el pleno título de Dios en el NT. Ya no se trata más de
«el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Ahora es el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo. Este nombre, de pasada, implica la gran verdad de que el Señor
Jesús es a la vez Dios y Hombre. Dios es el Dios de nuestro Señor Jesucristo: esto se refiere
a Su relación con Jesús, el Hijo del Hombre. Pero Dios es también el Padre de nuestro
Señor Jesucristo: esto se refiere a Su relación con Cristo el Hijo de Dios. Además, Dios es
descrito como Padre de misericordias y Dios de toda consolación. Es de Él que
provienen todas las misericordias y consolaciones.
1:4 En todas sus aflicciones, Pablo era consciente de la presencia consoladora de Dios.
Aquí da una de las muchas razones por las que Dios le consolaba. Era para que a su vez él
pudiese consolar a otros por medio de la consolación con que él era consolado por Dios.
Para nosotros, el término «consolación» significa generalmente consuelo en tiempo de
dolor. Pero tal como se emplea en el NT, tiene un sentido más amplio. Se refiere al aliento
y a la exhortación que proceden de uno que está a nuestro lado en tiempo de necesidad. En
este versículo tenemos una lección práctica para todos nosotros. Tendríamos que recordar
cuando somos consolados que deberíamos pasar esta consolación a otros. No deberíamos
evitar el lecho del dolor de nadie, ni la casa de luto, sino acudir al lado de cualquiera que
necesite nuestro aliento. No somos consolados para nuestra comodidad, sino para que
seamos consoladores.
1:5 La razón por la que Pablo puede consolar a otros es que la consolación de Cristo es
idéntica a los padecimientos que se soportan por Él. Los padecimientos de Cristo no
puede significar aquí los padecimientos expiatorios del Salvador, que fueron singulares y
que nadie puede compartir. Pero los cristianos pueden sufrir y sufren debido a su asociación
con el Señor Jesús. Sufren vituperios, rechazos, hostilidad, odio, negaciones, traiciones, etc.
Estos son designados como los padecimientos de Cristo porque Él los sufrió cuando
estaba en la tierra y porque sigue soportándolos cuando los miembros de Su Cuerpo los
padecen. Él es afligido en todas nuestras aflicciones (véase Is. 63:9). Pero lo que Pablo
argumenta aquí es que hay una rica compensación por todos estos sufrimientos, esto es, hay
una participación correspondiente en la consolación de Cristo y esta consolación es
abundante y suficiente.
1:6 El apóstol podía ver el bien surgiendo tanto de sus aflicciones como de su
consolación. Ambas quedaban santificadas por la cruz. Si él estaba atribulado, tenía como
resultado la consolación y salvación de los santos —no la salvación de sus almas, sino la
fuerza que los ayudaría a pasar a través de sus pruebas—. Serían alentados y retados por la
paciencia de Pablo, y razonarían que si Dios le había dado gracia para sus padecimientos,
también a ellos les daría gracia. Cuando Samuel Rutherford se encontraba en la «cava de la
adversidad», como tantas veces le sucedió, comenzaba a buscar los «mejores vinos» del
Señor. Quizá aprendió esto por el ejemplo de Pablo, que siempre parecía poder ver el arco
iris a través de sus lágrimas.
La consolación que el apóstol recibió llenaría a los corintios de consolación y los
inspiraría a soportar con paciencia la misma clase de persecución que él. Solamente los que
han pasado una profunda prueba saben cómo poder hablar una palabra adecuada a otros que
son llamados a pasar por la misma. Una madre que ha perdido un hijo único puede mejor
consolar a otra madre que acaba de sufrir esta desgarradora pérdida. O, mejor aún, un Padre
que ha perdido un Hijo único es quien mejor puede consolar a los que han perdido a seres
queridos.
1:7 El apóstol expresa ahora su confianza de que así como los corintios habían
conocido lo que era sufrir por Cristo, así ellos experimentarían la ayuda consoladora de
Cristo. Los sufrimientos nunca vienen solos sobre el cristiano. Siempre son seguidos por la
consolación de Cristo. Como Pablo, también nosotros podemos estar confiados de esto.
La Biblia al Día parafrasea los versículos 3–7 de la siguiente manera:
¡Qué maravilloso es nuestro Dios! Él es Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las
misericordias y Dios de las consolaciones que tan maravillosamente se nos ofrecen en
nuestras dificultades y pruebas. ¿Y por qué se nos consuela? Para que cuando nos
encontremos a alguien en problemas, falto de consuelo y aliento, podamos impartirle la
misma ayuda y el mismo consuelo que Dios nos prodigó. … En medio de nuestras
tribulaciones Dios nos ha consolado para vuestro bien; para que podamos, basados en la
experiencia, enseñaros la ternura con que Dios puede consolaros cuando tengáis que pasar
por los mismos sufrimientos. A su debido tiempo os dará fortaleza para resistir.
1:8 Habiendo hablado en términos generales de la aflicción y de la consolación, Pablo
menciona ahora de manera más específica una severa prueba por la que había pasado
recientemente. No quiere que los hermanos corintios ignoren la tribulación que le
sobrevino en Asia. (Asia no significa aquí el continente, sino una provincia en la parte
occidental de lo que ahora es Asia Menor.) ¿Cuál era la tribulación a la que se refiere el
apóstol aquí? Quizá se refiere al peligroso motín que tuvo lugar en Éfeso (Hch. 19:23–41).
Algunos sugieren que debió ser una enfermedad mortífera, y otros piensan que podría
referirse a desalentadoras noticias de Corinto. Afortunadamente, el valor y disfrute de un
pasaje así no depende de conocer los detalles exactos.
Pero el problema era de tal magnitud que Pablo se sintió sumamente agobiado, y tan
por encima de la ordinaria capacidad natural de aguante que incluso perdió la esperanza
de conservar la vida.
La paráfrasis de Phillips de este versículo sirve de ayuda: «En aquel tiempo estuvimos
del todo abrumados; la carga era mayor de lo que podíamos sobrellevar; de hecho, nos
decíamos que éste era el fin».
1:9 La perspectiva del apóstol era tan negra que tenía los sentimientos de un hombre
sentenciado a muerte. Si alguien le hubiese preguntado: «¿Va a ser vida o muerte?», habría
tenido que contestar: «Muerte». Dios dejó que Su siervo fuese llevado a este punto extremo
para que no estuviese confiado en sí mismo, sino en Dios que resucita a los muertos. La
designación el Dios que resucita a los muertos se emplea aquí indudablemente como
sinónimo del Dios Todopoderoso. Aquel que puede resucitar a los muertos es la única
esperanza para alguien que está condenado a morir, como el apóstol consideraba que lo
estaba.
1:10 En la tradición de la mayoría de los manuscritos, Pablo habla de liberación en sus
tres tiempos: pretérito (libró), presente (nos libra), y futuro (nos librará). Si lo que está a
la vista es el motín de Éfeso, entonces Pablo se refiere a la forma en que se detuvo de
repente y él salió bien librado (Hch. 20:1). El apóstol sabe que el mismo Dios que le libró
en el pasado puede también librarlo día por día, y que le librará una y otra vez hasta el
gran momento final en que será totalmente liberado de las tribulaciones y persecuciones de
este mundo.
1:11 Aquí Pablo supone generosamente que los corintios habían estado orando por él
mientras que él pasaba por este tiempo de profundas pruebas. En realidad, muchos de los
creyentes se habían convertido en detractores del gran apóstol, y podía haber graves dudas
acerca de si le estaban recordando en absoluto ante el trono de la gracia. Sin embargo, está
dispuesto a otorgarles el beneficio de la duda. La expresión el don concedido a nosotros
por medio de muchos se refiere al don de la liberación de Pablo que fue conseguida por
las oraciones de muchas personas. Ve su escape como un resultado directo de la
intercesión de los santos. Dice que debido a que muchos habían orado, que muchas
personas pueden ahora dar gracias por haber recibido esta respuesta a sus oraciones.
C. Explicación del cambio de planes de Pablo (1:12–2:17)
1:12 La razón por la que Pablo cree que puede apoyarse en las oraciones de los
creyentes es que siempre ha sido sincero en sus tratos con ellos. Puede jactarse de su
integridad para con ellos, y su conciencia da testimonio del hecho de que su conducta
estaba caracterizada por sencillez y sinceridad, es decir, la genuinidad transparente que
proviene de Dios. No se rebajaba a los métodos de la sabiduría carnal de los hombres del
mundo, sino que actuaba abiertamente delante de todos con la fuerza inmerecida (la gracia)
que Dios suplía. Esto hubiese debido ser sobre todo evidente para los corintios.
1:13 La integridad que había caracterizado a sus tratos pasados con los corintios es
también cierta de esta carta. Les está escribiendo justo lo que les quiere decir. No tienen
necesidad de leer entre líneas. El sentido está sobre la superficie, es sencillo y evidente. Es
exactamente lo que leen o entienden, y espera que seguirán reconociéndolo hasta el fin, es
decir, mientras vivan.
1:14 La asamblea en Corinto había reconocido en parte a Pablo, es decir, algunos de
los creyentes le habían reconocido, pero no todos. Los leales comprendían estas dos
realidades: que se gloriarían en él y que él se gloriaría de ellos en el día del Señor Jesús.
El día del Señor Jesús mira adelante de manera particular al Tribunal de Cristo, cuando el
servicio de los redimidos será evaluado y recompensado. Cuando Pablo miraba adelante a
aquel tribunal, veía invariablemente los rostros de aquellos que habían sido salvados por
medio de su ministerio. Ellos serían su gozo y corona de gozo, y ellos, a su vez, se
regocijarían de que él hubiese sido el instrumento de Dios para llevarlos a Cristo.
1:15 La expresión con esta confianza significa con la confianza de que se regocijaban
en él como verdadero apóstol de Jesucristo, y como uno cuya sinceridad estaba más allá de
toda cuestión. Quería acudir a ellos con la certidumbre de su confianza, estima y afecto.
Quería ir primero a ellos antes de ir a Macedonia, y luego de nuevo al regresar de allí. Así
tendrían una segunda gracia en el sentido de dos visitas en lugar de una.
1:16 Este «segundo beneficio» se explica adicionalmente en el versículo 16. Como se
menciona, el plan era que cuando Pablo dejase Éfeso pasaría por allá dirigiéndose a Acaya,
donde estaba Corinto, y luego viajaría al norte a Macedonia. Después de haber predicado
allá, volvería sobre sus pasos hacia Corinto. Esperaba que los creyentes corintios le
ayudarían luego para su regreso a Judea —es probable que mediante su hospitalidad y
oraciones, pero no con su dinero, pues más adelante expresa su decisión de no aceptar
dinero de parte de ellos (11:7–10).
1:17 El plan original nunca se cumplió. Viajó de Éfeso a Tróade, y no encontrando a
Tito, pasó directamente a Macedonia, omitiendo Corinto de su intinerario. Así que aquí
pregunta: «Así que, al proponerme esto, ¿usé quizá de ligereza?». Esto es posiblemente
lo que con toda exactitud estaban diciendo sus detractores. «¡Veleidoso y cambiante Pablo!
¿Cómo podría un hombre así ser un verdadero apóstol?». El apóstol reta a los corintios
acerca de si no es fiable. Cuando planea, ¿acaso lo hace según la carne, para que haya en
él Sí en un momento y No en el siguiente? ¿Está conducido sencillamente por
consideraciones de comodidad y conveniencia? Phillip recoge este espíritu con la
paráfrasis: «Por el hecho de que debiésemos cambiar de plan, ¿significa que somos
veleidosos? ¿Creéis que planeo con falsedad, diciendo ―Sí‖ pero con la intención de
―No‖?».
1:18 Pablo parece pasar de su palabra acerca de sus planes de viaje a su predicación.
Quizá sus detractores decían que si no era de fiar en su conversación, que su predicación
tampoco podría ser de fiar.
1:19 Pablo argumenta que sus acciones no eran insinceras, porque el Salvador que él
predicaba era el Divino e Inmutable en quien no hay vacilación ni mudanza. Cuando visitó
por primera vez Corinto con Silvano y Timoteo (Hch. 18:5), predicaron al fiable Hijo de
Dios. «El mensaje no era vacilante porque tenía que ver con el Hijo de Dios que no era
mudable.» El argumento es que nadie que predique al Señor Jesús en el Espíritu podría
actuar como sus detractores le habían acusado. Denney dice: «La argumentación de Pablo
aquí podría ser usada por un hipócrita, pero ningún detractor podría jamás haberla
inventado». ¿Cómo podría él predicar a un Dios fiel y ser él mismo infiel a su propia
palabra?
1:20 Todas las promesas de Dios, no importa cuántas sean, tienen su cumplimiento en
Cristo. Todos los que encuentran en Él el cumplimiento de las promesas de Dios añaden su
Amén:
Abrimos nuestras Biblias en una promesa, miramos a Dios, y Dios nos dice: «Podéis
tener todo esto por medio de Cristo». Confiamos en Cristo, decimos «Amén» a Dios. Dios
nos habla por medio de Cristo, y creemos en Cristo; Cristo se extiende hacia nosotros y la
fe se proyecta hacia él, y cada promesa de Dios se cumple en Jesucristo. En y por medio de
Él nos apropiamos de ellas y las tomamos para nosotros, y decimos: «Sí, Señor; confío en
ti». Éste es el sí creyente.
Todo esto es para la gloria de Dios. Denney escribe: «Él es glorificado cuando las
almas humanas se hacen conscientes de que ha hablado el bien acerca de ellos más allá de
sus más desbocadas imaginaciones, y cuando aquel bien es visto como indubitablemente
seguro y firme en Su Hijo».
Las cuatro palabras, por medio de nosotros, recuerdan a los corintios que era por
medio de la predicación de hombres como Silvano, Timoteo y Pablo que habían podido
llegar a aferrarse a las promesas de Dios en Cristo. Si el apóstol era falso, como le acusaban
sus enemigos, ¿podía ser entonces que Dios hubiese empleado a un hombre falso y
mentiroso para llevar a cabo unos resultados tan maravillosos? La respuesta, naturalmente,
es que no.
1:21 Luego Pablo muestra que los corintios y él estaban unidos en el mismo manojo de
vida. Dios los había establecido en la fe, confirmándolos en Cristo por el ministerio de la
palabra de Dios. Igualmente los había ungido con el Espíritu, capacitándolos,
fortaleciéndolos y enseñándoles.
1:22 Él también los había sellado y les había dado las arras del Espíritu en sus
corazones. Aquí tenemos dos ministerios adicionales del Espíritu Santo. El sello es la
marca de propiedad y la seguridad. El Espíritu que mora en el creyente es la marca de que
el creyente pertenece ahora a Dios, y está eternamente a seguro. El sello, naturalmente, es
invisible. Las personas no saben que somos cristianos porque llevemos alguna marca
externa, sino sólo por las evidencias de una vida llena del Espíritu. Dios también les ha
dado las arras del Espíritu en sus corazones, como prenda de que toda la herencia ha de
seguir. Cuando Dios salva a alguien, le da el Espíritu Santo para morar en él. Con tanta
certidumbre como que alguien recibe el Espíritu con la misma certidumbre entrará en la
plena herencia de Dios. La misma clase de bendiciones que el Espíritu Santo hace reales en
nuestras vidas en la actualidad serán nuestras en una plena medida en un día todavía futuro.
1:23 Desde el versículo 23 hasta el versículo 4 del capítulo 2, Pablo regresa a la
acusación de vacilación que se había hecho contra él y da una explicación directa de por
qué no había visitado Corinto tal como se había planeado. Ya que nadie podía discernir los
verdaderos motivos interiores de la acción de Pablo, toma a Dios por testigo de este hecho.
Si el apóstol hubiese visitado Corinto cuando lo había planeado, habría tenido que tratar de
manera muy firme con la situación allá. Habría tenido que reprender personalmente a los
santos por su negligencia y tolerancia del pecado en la asamblea. Había sido por ser
indulgente con ellos, y ahorrarles dolor y tristeza, que Pablo había retrasado su viaje a
Corinto.
1:24 Pero, habiendo dicho esto, el Apóstol Pablo no quería que nadie pensase que
actuaba como dictador sobre los corintios. De modo que añade aquí: No es que
pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que estamos contribuyendo a vuestro
gozo; porque por la fe estáis firmes. No se trataba de que el apóstol quisiera dominar
sobre la fe cristiana de ellos. No quería que pensasen en él como un tirano. Más bien, él y
sus colaboradores eran meramente ayudadores de su gozo, es decir, sólo quería hacer lo que
pudiese serles de ayuda en su caminar cristiano y así añadir a la dicha de ellos.
La última parte del versículo 24 puede también traducirse «porque en fe estáis firmes».
Es decir, no tenían necesidad de ser corregidos en cuanto a su fe, porque en esta esfera
estaban bien firmes. Las cuestiones que buscaba corregir no eran de doctrina tanto como de
conducta práctica en la iglesia.
2:1 Este versículo prosigue el pensamiento de los dos últimos versículos del capítulo 1.
Pablo explica luego que la razón por la que no fue a Corinto como había planeado era que
no quería causarles la tristeza que seguiría inevitablemente a una reprensión de su parte.
Las palabras decidí… no ir otra vez a vosotros con tristeza parecen indicar que ya había
hecho una visita dolorosa o penosa después de la primera visita registrada en Hechos 18:1–
17. Esta visita intermedia puede también estar indicada en 2 Corintios 12:14; 13:1.
2:2 Si el apóstol viniese a Corinto con una reprensión personal a los cristianos,
naturalmente que los entristecería. En este caso, también él sería entristecido, porque ellos
eran precisamente aquellos a los que buscaba para gozo. Tal como lo expresa Ryrie: «Si os
hago daño, ¿quién me quedará para alegrarme sino personas tristes? Esto no daría
consolación alguna».
2:3 En vez de causar esta mutua tristeza con una visita personal, el Apóstol Pablo había
decidido escribir una carta. Su esperanza era que la carta lograse los resultados apetecidos,
que los corintios ejercitasen disciplina en relación con el hermano culpable, y que la
siguiente visita de Pablo no estuviese nublada por relaciones tensas entre él y aquellas
personas a las que quería tan entrañablemente.
¿Se refiere la carta mencionada en la última parte del versículo 3 a la Primera Epístola
de Pablo a los Corintios, o a alguna otra carta que ya no existe en la actualidad? Muchos
piensan que no podría tratarse de 1 Corintios por la descripción en el versículo 4, de que
había sido escrita con mucha aflicción y angustia de corazón, y con muchas lágrimas. Otros
expertos piensan que la descripción concuerda muy bien con la Primera Epístola. Es posible
que Pablo escribiese una carta dura a Corinto, carta que ya no existe. Se podría conjeturar
que la escribió después de la penosa visita (2 Co. 2:1) y que designó a Tito para que la
entregase. Esta carta puede ser la mencionada en 2:4, 9; 7:8, 12.
Sea cual sea la postura correcta, el pensamiento en el versículo 3 es que Pablo les
escribió como lo hizo de modo que cuando les visitase, no debiera tener tristeza por el
dolor de aquellos que más bien debiesen darle gozo. Tenía confianza de que las mismas
cosas que le daban gozo a él les darían gozo también a todos ellos. En el contexto, esto
significa que la piadosa administración del problema de disciplina resultaría en un mutuo
regocijo.
2:4 En este versículo tenemos un buen atisbo del corazón de un gran pastor. Pablo se
sentía profundamente apenado por el hecho de que se había tolerado pecado en la asamblea
en Corinto. Le causaba mucha tribulación y angustia del corazón, y ardientes lágrimas
de dolor cayeron por sus mejillas. Es evidente que el apóstol se sentía más afectado por el
pecado en Corinto que los mismos corintios. Ellos no debían interpretar esta carta como un
intento de herir los sentimientos de ellos, sino como una prueba de su amor para con ellos.
Esperaba que, por su escrito, tendrían tiempo suficiente para remediar la situación, de modo
que su posterior visita a ellos sería gozosa. «Fieles son las heridas del que ama.» No
deberíamos resentirnos si somos aconsejados o advertidos de una manera piadosa. Más
bien, deberíamos darnos cuenta de que cualquier persona que haga esto tiene realmente un
interés en nosotros. Deberíamos tomar las reprensiones justas como de parte del Señor, y
deberíamos sentirnos agradecidos por ellas.
2:5 Desde el versículo 5 hasta el 11, el apóstol se refiere de manera más directa al
incidente que había causado la dificultad. Observemos la gracia extrema y la consideración
cristiana que muestra. Ni una vez nombra la ofensa ni al culpable. La expresión si alguno
me ha causado tristeza puede referirse al incestuoso de 1 Corintios 5:1 o a algún otro que
había causado problemas en la asamblea. Supondremos que se refiere al primero. Pablo no
lo consideraba como una ofensa personal contra sí mismo. Había causado tristeza a todos
los creyentes en cierto modo.
2:6 Los creyentes en Corinto habían acordado la acción disciplinaria para el culpable.
Aparentemente, lo habían excomulgado de la iglesia. Como resultado de esta acción se
había verdaderamente arrepentido y había sido restaurado al Señor. Ahora Pablo les dice a
los corintios que este castigo (V.M.) había sido suficiente. No debían prolongar la acción
innecesariamente. En la última parte del versículo encontramos la expresión hecho «por los
más» (lit., véase V.M., «de muchos», y RV y RVR, «por muchos»). Algunos creen que «los
muchos» significa la mayoría (véase RVR77). Otros insisten en que se refiere a todos los
miembros excepto el que recibe la disciplina. Estos últimos niegan que una decisión de la
mayoría sea suficiente para las cosas de la iglesia. Dicen que cuando se permite que dirija
el Espíritu Santo, debería haber una acción unánime.
2:7–8 Ahora que el hombre se ha arrepentido de manera genuina, los corintios deberían
perdonarle y tratar de fortalecerle, recibiéndole otra vez a su comunión. Si no hacían esto,
había peligro de que fuese consumido de demasiada tristeza, esto es, que pudiera
desesperar de la realidad de su perdón y que se hundiese bajo una depresión y desaliento.
Los corintios podían reafirmar su amor hacia él abriendo sus brazos de par en par y
recibiéndole de nuevo con gozo y ternura.
2:9 Al escribir la Primera Epístola a los Corintios, Pablo había puesto a prueba a los
santos. Aquí tenían una oportunidad para que ellos mostrasen si eran obedientes a la
palabra del Señor, tal como el Apóstol Pablo se la había ministrado. Él había sugerido en
aquel tiempo que debían poner al hombre fuera de la comunión de la iglesia. Esto era
exactamente lo que ellos habían hecho, demostrando así ser verdaderamente obedientes.
Ahora Pablo quería que diesen otro paso, es decir, que recibiesen de nuevo a aquel hombre.
2:10 Phillips parafrasea el versículo 10: «Si perdonáis a alguien, tened la certeza que yo
también lo perdono. Hasta allá donde yo tuviese algo de que perdonar personalmente, le
perdono, como delante de Cristo». Pablo quiere que los santos sepan que está del todo en
comunión con ellos al perdonar ellos al culpable arrepentido. Si él tenía algo que perdonar,
lo hace por causa de los corintios, y como en presencia de Cristo.
El énfasis en esta carta sobre disciplina de la iglesia es un índice de su importancia.
Pero es un tema muy descuidado, en la actualidad, en muchas iglesias evangélicas. Es otro
caso donde se puede dar una profesión de creer en la inspiración de las Escrituras, pero
rechazar obedecerlas cuando nos conviene.
2:11 Así como hay peligro para una asamblea si no adopta medidas disciplinarias
cuando son precisas, también hay peligro en no ejercer el perdón cuando ha tenido lugar un
verdadero arrepentimiento. Satanás está siempre listo a meterse en una situación como ésta
con su astucia. En el primer caso, arruinará el testimonio de una asamblea por medio de la
tolerancia hacia el pecado. En el segundo, abrumará a la persona arrepentida con excesivo
dolor, si la asamblea no le restaura. Si Satanás no puede destruir por inmoralidad, lo
intentará por el dolor abrumador que sigue al arrepentimiento.
Comentando acerca de la expresión pues no ignoramos sus maquinaciones, J. Sidlow
Baxter dice:
Satanás emplea toda forma de estratagemas para apartar a las almas de la verdad: un
cedazo para «sacudirlos» (Lc. 22:31); «maquinaciones» para entramparlos (como en
nuestro texto); «malas hierbas» para «ahogar» (Mt. 13:22); «estratagemas» para intrigar
(Ef. 6:11); rugidos de león para aterrorizar (1 P. 5:8); el disfraz de un ángel para engañar (2
Co. 11:14) y «lazos» para atraparlos (2 Ti. 2:26).
2:12 Pablo reanuda ahora el tema de su cambio de planes que había dejado en el
versículo 4. No había ido a Corinto, al contrario de lo que había dicho primero. Los
anteriores versículos explicaban que si no había visitado Corinto había sido para evitar
hacerlo en un duro espíritu de reprensión. En los versículos 12 al 17, Pablo dice
exactamente qué le sucedió en este importante momento en su ministerio. Como se ha
mencionado antes, Pablo había dejado Éfeso dirigiéndose a Tróade con la esperanza de
hallar allí a Tito y de saber noticias de Corinto. Cuando llegó a Tróade, se le abrió alguna
maravillosa puerta de oportunidad de parte del Señor para predicar el evangelio de Cristo.
2:13 A pesar de esta oportunidad dorada, el espíritu de Pablo estaba agobiado. Tito no
estaba allí para recibirle. La carga de la iglesia de Corinto gravitaba pesadamente sobre el
corazón del apóstol. ¿Debería quedarse en Tróade para predicar el evangelio de Cristo?
¿Debería proseguir su camino hacia Macedonia? Había tomado su decisión; pasaría a
Macedonia. Uno se pregunta cuál debía ser la reacción de los corintios al leer estas
palabras. ¿Se dieron cuenta, quizá algo avergonzados, de que la conducta de ellos había
causado tanto agobio en la vida del apóstol, lo que tuvo como resultado que rehusase una
maravillosa oportunidad evangelística para poder enterarse de su condición espiritual?
2:14 Pablo no estaba derrotado. Allí donde fuese en el servicio de Cristo, había victoria.
Y así prorrumpe en acción de gracias: Pero gracias a Dios, quien siempre nos lleva en
triunfo en Cristo Jesús. A. T. Robertson dice:
Sin una palabra de explicación, Pablo salta del Pantano del Desaliento y emprende el
vuelo, como ave, a las alturas del gozo. Asciende como águila, con un orgulloso escarnio
del valle debajo de él.
Pablo toma aquí su figura de los desfiles triunfales de los conquistadores romanos. Al
volver a la patria tras gloriosas victorias, arrastraban a sus cautivos por las calles de la
capital. A los lados iban portadores de incienso, y el olor del incienso impregnaba la
escena. De modo que Pablo dibuja al Señor marchando como vencedor de Tróade a
Macedonia, y llevando al apóstol en Su desfile. Allí donde el Señor vaya, por medio de Sus
siervos hay victoria.
El olor del conocimiento de Cristo es difundido en todo lugar por el apóstol.
F. B. Meyer escribe:
Allí donde fuesen, los hombres conocían mejor a Jesús; el encanto del carácter del
Maestro se hacía más aparente. Los hombres se hacían conscientes de un sutil aroma que
impregnaba el aire, y que los atraía al Hombre de Nazaret.
Así, Pablo no piensa que haya sufrido una derrota en su guerra contra Satanás, sino que
el Señor ha conseguido una victoria y que Pablo la comparte.
2:15 En las procesiones triunfales a las que se refiere Pablo, la fragancia del incienso
significaba una gloriosa victoria para los que habían conquistado, pero también tragedia
para los cautivos. Así, el apóstol observa que la predicación del evangelio tiene un doble
efecto. Significa una cosa entre los que se salvan, y otra muy diferente entre los que se
pierden. Para los que lo aceptan, es una prenda de un glorioso futuro; para otros es un
presagio de condenación. Pero en ambos casos Dios es glorificado, porque para Él es olor
de la gracia en un caso, y de la justicia en el otro.
F. B. Meyer lo expresa bien:
Así, cuando se nos dice que podemos ser para Dios aroma de Cristo, ha de significar
que podemos vivir de tal manera que recordemos a Dios lo que Jesús era en Su vida en la
carne. Era como si, al contemplarnos Dios de día en día, viese a Jesús en nosotros, y
recordar (hablando a la manera de los hombres) aquella bendita vida que fue dada como
ofrenda y sacrificio a Dios como aroma grato.
2:16 Para los salvos, los cristianos son olor de vida para vida, pero para los que
perecen, olor de muerte para muerte. Somos lo que Phillips llama «la refrescante
fragancia de la vida misma», llevando vida a los que creen, pero «el mortífero olor de la
condenación» a los que rehúsan creer. Este doble efecto queda hermosamente ilustrado en
un incidente en el AT. Cuando el arca de Dios fue tomada por los filisteos, causó muerte y
destrucción mientras estuvo entre ellos (1 S. 5). Pero cuando fue devuelta a la casa de
Obed-Edom, le trajo bendición y prosperidad para él y para su casa (2 S. 6:11). Al
contemplar Pablo la inmensa responsabilidad de predicar el mensaje que tiene unas
consecuencias tan enormes, clama: Y para estas cosas, ¿quién está capacitado?
2:17 La relación entre el versículo 17 y el 16 se ve mejor si suplimos las palabras
«Nosotros lo estamos». «Para estas cosas, ¿quién está capacitado? Nosotros lo estamos,
porque no somos como la mayoría que trafican con la palabra de Dios, etc.» (Pero esto
debe seguir siendo comprendido en conexión con 3:5, donde Pablo afirma que su
competencia proviene de Dios.) El término la mayoría se refiere a los maestros judaizantes
que trataban de apartar a los corintios del apóstol. ¿Cómo eran estos hombres? Dice Pablo
que traficaban, mercadeaban o comerciaban con la palabra de Dios. Tenían motivos
mercenarios. Trataban de convertir el ministerio en una profesión lucrativa. Esta misma
palabra traducida «traficar» se empleaba también de los que adulteraban el vino, a menudo
añadiéndole otras cosas. Y así estos falsos maestros trataban de adulterar la palabra de Dios
añadiéndole sus propias doctrinas. Intentaban, por ejemplo, mezclar la ley y la gracia.
Pablo no era de los que adulteraban la palabra de Dios o traficaban con ella. Más bien,
podía describir su ministerio con cuatro significativas expresiones. La primera es con
sinceridad. Esto significa «con transparencia». Su ministerio era sincero y franco. No
había trucos ni subterfugios en relación con ello. Todo estaba abierto de par en par.
Robertson explica de manera llena de humor el sentido de esta expresión: «Las fresas de
Pablo eran tan buenas en el fondo de la caja como encima».
Segundo, describe su servicio como de parte de Dios. En otras palabras, todo lo que
decía era de parte de Dios. Dios era la fuente de su mensaje, y era de Dios que derivaba la
fuerza para proseguir. Luego añade delante de Dios. Esto significa que el apóstol servía al
Señor, consciente de que Dios estaba siempre contemplándole. Tenía un alto sentido de
responsabilidad para con Dios, y se daba cuenta de que nada se podía ocultar a la mirada de
Dios. Finalmente, añade: hablamos en Cristo. Esto significa que hablaba en el nombre de
Cristo, con la autoridad de Cristo, y como portavoz de Cristo.
D. Las credenciales de Pablo para el ministerio (3:1–5)
3:1 En la última parte de 2:17, el apóstol ha empleado cuatro expresiones distintas para
describir su ministerio. Se da cuenta de que esto podría parecer a algunos, especialmente a
sus detractores, como si estuviese alabándose a sí mismo. Y por esta razón comienza este
capítulo con esta pregunta: ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros
mismos? El otra vez no implica que se hubiese alabado antes. Más bien, sencillamente
significa que había sido acusado de hacerlo, y ahora anticipa la repetición de tal acusación
contra él.
¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o
de parte de vosotros? El algunos a los que se está refiriendo aquí Pablo son los falsos
maestros de 2:17. Habían llegado a Corinto con cartas de recomendación, quizá
procedentes de Jerusalén. Y es posible que cuando salieron de Corinto llevasen consigo
cartas de recomendación de la asamblea allá. Las cartas de recomendación eran desde
luego usadas en la iglesia primitiva por parte de los cristianos que iban de un lugar a otro.
El apóstol no trata en absoluto de desalentar esta práctica en este versículo. Más bien está
diciendo con una cierta sutileza que ¡lo único que tenían los falsos maestros que los
recomendase eran las cartas que llevaban! Aparte de esto no tenían otras credenciales.
3:2 Los judaizantes que habían llegado a Corinto suscitaban cuestiones acerca de la
autoridad apostólica. Negaban que fuese un verdadero siervo de Cristo. Quizá suscitaron
tales dudas en las mentes de los corintios a fin de que pidiesen una carta de recomendación
al Apóstol Pablo la próxima vez que los visitase. Él ya les ha preguntado si acaso él
necesitaba tal carta. ¿Acaso no había ido a Corinto cuando ellos eran idólatras paganos?
¿Acaso no los había conducido él a Cristo? ¿No había puesto el Señor Su sello sobre el
ministerio del apóstol dándole preciosas almas en Corinto? Esta es la respuesta. Los
corintios mismos eran carta del apóstol, escrita en su corazón, pero conocida y leída por
todos los hombres. En su caso no había necesidad de una carta escrita con pluma y tinta.
Ellos eran el fruto de su ministerio, y eran objeto entrañable de su afecto. No sólo esto, sino
que la carta que ellos eran era conocida y leída por todos los hombres en el sentido de que
su conversión era un hecho bien sabido en toda la región. La gente se había dado cuenta del
cambio que había sobrevenido a estas personas, y que se habían vuelto de los ídolos a Dios
y que ahora estaban viviendo vidas separadas. Ellos eran la evidencia del ministerio divino
de Pablo.
3:3 A primera vista, el versículo 3 parece contradecir el versículo 2. Pablo había dicho
que los corintios eran su carta. Ahora dice que son carta de Cristo. En el versículo 2 dice
que la carta está escrita en su corazón; en la última parte del 3 parece claro que Cristo ha
escrito la carta en los corazones de los corintios mismos. ¿Cómo pueden conciliarse estas
diferencias? La respuesta es que en el versículo 2 Pablo está diciendo que los corintios eran
su carta de recomendación. El versículo 3 nos da la explicación. Quizá podríamos ver la
conexión uniendo estos dos versículos de la siguiente manera: «Vosotros sois nuestra carta
… porque es manifiesto que sois carta de Cristo». En otras palabras, los corintios eran la
carta de recomendación de Pablo porque era evidente para todos que el Señor había hecho
una obra de gracia en sus vidas. Eran evidentemente cristianos. Por cuanto Pablo había sido
el instrumento humano para traerlos al Señor, ellos eran sus credenciales. Éste es el
pensamiento en la expresión expedida por nosotros. Es el Señor Jesús quien había hecho
la obra en sus vidas, pero lo había hecho por medio del ministerio de Pablo.
Las cartas de recomendación empleadas por los enemigos de Pablo estaban escritas con
tinta; la Pablo estaba escrita con el Espíritu del Dios vivo, y era por ello divina.
Naturalmente, la tinta está sujeta a desvanecimiento, borrado y destrucción, pero cuando el
Espíritu de Dios escribe en los corazones humanos, es para siempre. Pablo añade que la
epístola de Cristo ha sido escrita no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones
de carne. Las personas que visitaban Corinto no veían la epístola de Cristo grabada sobre
un gran monumento en medio de la plaza del mercado, sino que la carta estaba escrita en
los corazones y vidas de los cristianos allí.
Al contrastar Pablo las tablas de piedra y las tablas que son corazones de carne, hay
poca duda que tenía también en mente la diferencia entre la ley y el evangelio. La ley,
naturalmente, había sido inscrita en tablas de piedra en el Monte Sinaí, pero bajo el
evangelio Dios logra la obediencia por el mensaje de la gracia y del amor que escribe en los
corazones humanos. Pablo pronto tratará acerca de esta cuestión, y por ello sólo alude a la
misma aquí.
3:4 Habiendo escuchado a Pablo hablar con tal confianza acerca de su apostolado y el
ministerio que el Señor le había encomendado, bien podríamos preguntar: «¿Cómo te
atreves a hablar con tanta certidumbre acerca de esto, Pablo?». La respuesta se da aquí en el
versículo 4. La defensa de su apostolado podría parecer una autoalabanza, pero aquí niega
tal cosa. Dice que su confianza es para con Dios, es decir, una confianza que puede resistir
al escrutinio de Dios. No tiene ninguna confianza en sí mismo, ni en sus propias
capacidades, pero mediante Cristo, y en la obra que Cristo ha obrado en las vidas de los
corintios, él encuentra prueba de la realidad de su ministerio. El destacable cambio en las
vidas de los corintios era lo que recomendaba al apóstol.
3:5 Aquí, una vez más, Pablo niega cualquier competencia en o de sí mismo que lo
pudiera capacitar para considerarse como apóstol de Jesucristo. El poder de su ministerio
no procedía de dentro, sino de lo alto. El apóstol no se sentía impelido a buscar crédito para
sí mismo. Se daba cuenta de que si Dios no le había hecho suficiente para el ministerio,
entonces no se lograría nada.
E. Contraste del Antiguo y Nuevo Pacto (3:6–18)
3:6 Habiendo tratado acerca de sus propias credenciales y su capacitación para el
ministerio, Pablo emprende ahora una explicación extensa del ministerio mismo. En los
versículos que siguen, contrasta el Viejo Pacto (la ley) con el nuevo pacto (el evangelio).
Hay buenas razones por las que debería hacerlo en este punto. Los que le criticaban tan
duramente en Corinto eran los judaizantes. Eran los que trataban de mezclar la ley y la
gracia. Enseñaban a los cristianos que habían de observar unas ciertas porciones de la Ley
de Moisés para poder ser plenamente aceptados por Dios. Y así el apóstol pasa a demostrar
la superioridad del Nuevo Pacto sobre el Viejo. Introduce sus observaciones diciendo que
Dios le ha hecho competente como ministro de un nuevo pacto. Un pacto, naturalmente, es
una promesa, un acuerdo, o un testamento. El Viejo Pacto era el sistema legal entregado por
Dios a Moisés. Bajo el mismo, la bendición quedaba condicionada a la obediencia. Era un
pacto de obras. Era un acuerdo entre Dios y el hombre, en el sentido de que si el hombre
cumplía con su parte, Dios cumpliría también la suya. Pero debido a que dependía del
hombre, no podía producir justicia. El nuevo pacto es el evangelio. Bajo el mismo, Dios se
compromete a bendecir libremente al hombre por Su gracia por medio de la redención que
es en Cristo Jesús. Todo lo que está bajo el Nuevo Pacto depende de Dios y no del hombre.
Por ello, el Nuevo Pacto puede conseguir aquello que el Viejo jamás podría conseguir.
Pablo presenta varios y notables contrastes entre la ley y el evangelio. Comienza aquí
en el versículo 6 con el primero, diciendo: No de la letra, sino del Espíritu; porque la
letra mata, pero el espíritu vivifica. Esto se interpreta en amplios sectores como
significando que si sólo se toman las palabras externas y literales de la Escritura y se quiere
ser obediente a la letra sin desear ser obediente al pleno espíritu del pasaje, que entonces
hace más daño que beneficio. Los fariseos eran una ilustración de ello. Eran escrupulosos
en su práctica del diezmo hasta lo más mínimo, pero no mostraban misericordia y amor a
los otros (Mt. 23:23). Aunque ésta es una aplicación válida del pasaje, no es su
interpretación. En el versículo 6, la letra se refiere a la Ley de Moisés, y el espíritu se
refiere al evangelio de la gracia de Dios. Cuando Pablo dice que la letra mata, se está
refiriendo al ministerio de la ley. Ésta condena a todos los que dejan de mantener sus santos
preceptos. «Por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (Ro. 3:20). «Maldito todo
aquel que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas»
(Gá. 3:10). Dios nunca dispuso la ley como medio de dar vida; su propósito era llevar al
conocimiento del pecado y redargüir de pecado. El Nuevo Pacto es aquí llamado espíritu.
Representa el cumplimiento espiritual de los tipos y de las sombras del Viejo Pacto. Lo que
la ley exigía pero jamás podía producir lo lleva ahora a cabo el evangelio.
J. M. Davies sumariza:
Este ministerio de la «letra» que mata queda ilustrado en los tres mil muertos en el
Sinaí, cuando la inauguración del Viejo Pacto, y el ministerio del Espíritu, vivificador,
queda ilustrado con los tres mil salvos en el día de Pentecostés.
3:7 Los versículos 7 y 8 prosiguen el contraste entre los dos pactos. Aquí el apóstol
contrasta en particular la gloria que acompañó a la promulgación de la ley con la gloria
relacionada con el evangelio. Las palabras gloria y glorioso se encuentran en los capítulos
3 y 4 en diecisiete ocasiones. El Viejo Pacto es llamado el ministerio de muerte grabado
con letras en piedras. Esto sólo puede referirse a los Diez Mandamientos. Amenazaban
con la muerte a todos los que no los guardasen (Éx. 19:13). Pablo no dice que no hubo
gloria relacionada con la promulgación de la ley. Desde luego la hubo. Cuando Dios dio los
Diez Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí, hubo grandes manifestaciones de la
presencia y poder de Dios (Éx. 19). De hecho, cuando Moisés estuvo en la presencia de
Dios, su propio rostro comenzó a resplandecer, dando un reflejo del esplendor de Dios. Así,
los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria
de su rostro. Era demasiado resplandeciente para que pudiesen mirarlo fijamente. Pero
luego Pablo añade las significativas palabras, la cual [gloria] había de perecer. Esto
significa que el brillante resplandor que aparecía en el rostro de Moisés no era permanente.
Era una gloria pasajera, temporal. El sentido espiritual de ello es que la gloria del Viejo
Pacto era temporal. La ley tuvo una función muy concreta. Fue dada para revelar el pecado.
Fue una exhibición de las santas demandas de Dios, y en este sentido fue gloriosa. Pero fue
dada hasta la venida de Cristo, que es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree (Ro.
10:4). La ley era una sombra; Él es la sustancia. La ley era una imagen de cosas mejores
que habían de venir, y estas cosas encuentran su realidad en el Salvador del mundo.
3:8 Ahora, si la ley tuvo este carácter glorioso, ¿cuánto más glorioso es el ministerio
del Espíritu? La expresión el ministerio del Espíritu se refiere al evangelio. El Espíritu de
Dios obra por medio de la predicación del evangelio, y a su vez el Espíritu de Dios es
ministrado a quienes reciben las buenas nuevas de salvación. La forma verbal aquí, en será
con gloria, no expresa tiempo futuro sino la consecuencia inevitable. Si existe un hecho o
condición, lo otro seguirá indefectiblemente.
3:9 Aquí, el Viejo Pacto recibe el nombre de el ministerio de condenación. Este era el
resultado: trajo condenación a todos los hombres, porque nadie podía guardar la ley a la
perfección. Pero había una cierta gloria relacionada con él. Tenía un verdadero propósito y
una verdadera utilidad para aquel tiempo. Pero el ministerio de justificación abunda
mucho más… en gloria. Dice Hodge: «La ministración de justicia es aquella ministración
que revela una justicia por la que los hombres son justificados, y con ello liberados de la
condenación pronunciada contra ellos por la ley». Las glorias del evangelio no son la clase
que atraen a la mirada física, sino aquellas profundas y permanentes excelencias que atraen
al espíritu. Las glorias del Calvario eclipsan de lejos a las glorias del Sinaí.
3:10 Aunque en un sentido la ley fue gloriosa, cuando se compara con la gloria más
eminente del Nuevo Pacto, no fue en realidad gloriosa. Este versículo nos da una
contrastada comparación y dice que cuando ambos pactos son puestos uno al lado del otro,
uno de ellos eclipsa totalmente al otro; es decir, el Nuevo Pacto sobrepasa al Viejo. Dice A.
T. Robertson: «La mayor gloria empaña a la menor. En un punto, al menos, el viejo no
parece haber tenido gloria en absoluto, debido a la superabundante gloria del nuevo pacto».
Y Denney: «Cuando el sol resplandece con toda su fuerza, no hay otra gloria en el cielo».
3:11 Porque si lo que es pasajero tuvo [lit., fue con] gloria, mucho más aquello que
permanece en gloria (lit.). Deberíamos observar las dos preposiciones, con y en. El
pensamiento es que la gloria acompañó a la promulgación de la ley, pero que es el elemento
mismo del Nuevo Pacto. La gloria asistió cuando se promulgó el Viejo Pacto, pero el
evangelio de la gracia de Dios es glorioso por sí mismo.
Contrasta también el carácter transitorio y fugaz de la ley con el carácter permanente
del evangelio. Lo que es pasajero solamente puede referirse a los Diez Mandamientos —
«el ministerio de muerte grabado con letras en piedras» (v. 7) —. Así, este versículo refuta
las pretensiones de los Adventistas del Séptimo Día, que dicen que lo que ha quedado
invalidado es la ley ceremonial, pero no los Diez Mandamientos.
3:12 La esperanza a la que se refiere Pablo aquí es la aguzada convicción de que la
gloria del evangelio nunca se desvanecerá ni se empañará. Debido a esta intensa
certidumbre, habla la palabra con mucha franqueza. Nada tenía que ocultar. No hay razón
para usar velo alguno. En muchas religiones del mundo actual hay supuestos misterios. Los
nuevos convertidos han de ser iniciados en estos profundos secretos. Pasan de un orden al
siguiente. Pero con el evangelio no es así. Todo es claro y todo está abierto. El evangelio
habla con llaneza y plena seguridad acerca de cuestiones como la salvación, la Trinidad, el
cielo y el infierno.
3:13 Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su propio rostro, para que los
hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que era pasajero. El trasfondo del
versículo 13 se encuentra en Éxodo 34:29–35. Allí aprendemos que cuando Moisés
descendió del Monte Sinaí, después de haber estado en presencia del Señor, no sabía que su
rostro resplandecía. Los hijos de Israel tuvieron miedo de acercarse a él debido a la gloria
de su rostro. Pero él les invitó a que se acercasen, y así lo hicieron. Luego les dio como
mandamientos todo lo que el Señor le había mandado. En Éxodo 34:33 leemos: «Cuando
Moisés acabó de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro». En 2 Corintios 3:13, el
apóstol explica por qué Moisés hizo esto: para que los hijos de Israel no fijaran la vista
en el fin de aquello que era pasajero. Estaba ya entonces desvaneciéndose, y Moisés no
quería que viesen el fin de aquello. No es que Moisés quisiera velar la gloria misma, sino el
desvanecimiento de la gloria. F. W. Grant lo ha dicho de forma muy hermosa: «La gloria
sobre el rostro de Moisés ha de dejar paso a la gloria de otro Rostro». Esto ha tenido lugar
con la venida del Señor Jesucristo. El resultado es que el ministro del Nuevo Pacto no ha de
ocultar su rostro. La gloria del evangelio nunca se desvanecerá ni se empañará.
3:14 Pero sus pensamientos se embotaron. Los hijos de Israel no se dieron cuenta del
verdadero sentido de lo que estaba haciendo Moisés. Y a lo largo de los siglos así ha
sucedido con el pueblo judío. Incluso en tiempos de Pablo se aferraban a la ley como medio
de salvación, y no estaban dispuestos a aceptar al Señor Jesucristo.
Porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo
no descubierto. En otras palabras, en el tiempo en que estaba escribiendo el apóstol,
cuando los judíos leían el antiguo pacto, el Antiguo Testamento, no descubrían el secreto
que Moisés había escondido a sus antecesores debajo del velo. No se dieron cuenta de que
la gloria de la ley era pasajera, y que la ley había encontrado su fin en el Señor Jesucristo.
El cual desaparece en Cristo. Algunos sugieren que el antecedente aquí, el cual, no es
el velo, sino el viejo pacto que queda abolido en Cristo. Un significado aún más probable es
que es la dificultad para comprender el viejo pacto lo que desaparece cuando alguien
acude a Cristo. Hodge lo dice bien:
Las Escrituras del Antiguo Testamento son inteligibles únicamente cuando se
comprenden como prediciendo y prefigurando a Cristo. El conocimiento de Cristo… quita
el velo del Antiguo Testamento.
3:15 Aquí la figura cambia ligeramente. En la ilustración del Antiguo Testamento, el
velo estaba sobre el rostro de Moisés, pero ahora hay un velo puesto sobre el corazón del
pueblo judío. Ellos aún están tratando de obtener la justicia sobre el principio de hacer,
nunca dándose cuenta de que la obra ha sido ya acabada por el Salvador en la cruz del
Calvario. Están tratando de conseguir la salvación por sus propios méritos, sin darse cuenta
de que la ley los condena totalmente y que deberían huir a los brazos del Señor en busca de
misericordia y gracia.
3:16 El alguno en el versículo 16 puede referirse al corazón de un judío individual, o
puede referirse a Israel nacionalmente. Cuando uno u otro se vuelvan al Señor, aceptando a
Jesús como el Mesías, entonces el velo se quita, la oscuridad se va. Entonces amanece la
verdad de que todos los tipos y sombras de la ley encuentran su cumplimiento en el amado
Hijo de Dios, el Mesías de Israel. Si lo que está a la vista es la nación de Israel, entonces el
versículo señala a un día aún futuro en el que un remanente creyente se volverá al Señor,
como está profetizado en Romanos 11:25, 26, 32.
3:17 Pablo ha estado enfatizando que Cristo es la clave del AT. Aquí vuelve a enfatizar
esta verdad diciendo: Ahora bien, el Señor es el Espíritu. La mayoría de las versiones
ponen aquí Espíritu en mayúsculas, interpretándolo como el Espíritu Santo. Pero el
contexto sugiere que el Señor es el espíritu del AT, así como «el testimonio de Jesús es el
espíritu de la profecía» (Ap. 19:10). Todos los tipos y sombras del AT encuentran su
cumplimiento en Cristo. Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad significa que
allí donde Jesucristo es reconocido como Señor o Jehová, allí hay libertad, es decir,
libertad frente a la esclavitud de la ley, libertad para la comprensión de las Escrituras, y
libertad para contemplar Su rostro sin velo interpuesto.
3:18 En el Viejo Pacto, sólo a Moisés le fue permitido ver la gloria del Señor. Bajo el
Nuevo Pacto, todos nosotros tenemos el privilegio de mirar… la gloria del Señor. El
rostro de Moisés tuvo que ser velado después de terminar de hablar con el pueblo, pero
nosotros podemos tener cara descubierta. Podemos mantener nuestra cara descubierta
confesando y abandonando el pecado, siendo totalmente francos con Dios y con nosotros
mismos. Como dijo una vez un veterano misionero a la India, hemos de «dejar caer los
velos del pecado, del fingimiento, de toda hipocresía, de falsas apariencias, de todo intento
de contemporización, de toda medida a medias, de todo ―Sí pero No‖».
El siguiente paso es mirar como en un espejo la gloria del Señor. El espejo es la
palabra de Dios. Al acudir a la Biblia, vemos al Señor Jesús revelado en todo Su esplendor.
Todavía no lo vemos cara a cara, sino sólo tal como se presenta en la palabra como espejo.
Y observemos que es la gloria del Señor la que contemplamos. Aquí Pablo no está
pensando tanto en la hermosura moral de Jesús como Hombre en la tierra, sino en Su gloria
presente, exaltado a la diestra de Dios.
La gloria de Cristo, como observa Denney, es:
Que Él comparte el trono del Padre, que Él es el Cabeza de la Iglesia, poseedor y dador
de toda la plenitud de la gracia divina, el Juez venidero del mundo, vencedor sobre todo
poder hostil, intercesor en favor de los Suyos, y, en resumen, portador de toda la majestad
que pertenece a Su regio oficio.
Al ocuparnos con la gloria del resucitado, ascendido y exaltado Señor Jesucristo, vamos
siendo transformados… a la misma imagen. Aquí tenemos en una palabra el secreto de
la santidad cristiana —ocuparnos con Cristo. No por ocuparnos con el yo: esto sólo trae
derrota. No por ocuparnos con otros: esto trae desaliento. Sino por ocuparnos con la gloria
del Señor; así es como vamos asemejándonos más a Él.
Este maravilloso proceso de transformación tiene lugar de gloria en gloria, es decir, de
un grado de gloria a otro. No es cosa de un cambio instantáneo. No hay experiencia en la
vida cristiana que nos haga reproducir Su imagen en un momento. Es un proceso, no una
crisis. No es como la gloria en desvanecimiento de la ley, sino una gloria siempre creciente.
El poder para este maravilloso proceso es el Santo Espíritu de Dios —como por el
Espíritu del Señor (RVR) —. Al contemplar al Señor de la gloria, deteniéndonos en Él,
mirándolo atentamente, observándolo con adoración, el Espíritu del Señor obra en nuestra
vida el maravilloso milagro de una conformidad creciente a Cristo.
Darby hace la observación de cómo Esteban fue cambiado con su contemplación:
Lo vemos en Esteban cuando es apedreado, y mira arriba y ve la gloria de Dios y Jesús.
Cristo había dicho: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»; y la contemplación
de Jesús en la gloria de Dios saca de Esteban esta oración: «Señor, no les tomes en cuenta
este pecado». Y de nuevo en la cruz, Cristo dice: «Padre, en mis manos encomiendo mi
espíritu»; y Esteban dice: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Es transformado a imagen de
Cristo.
Consideremos entonces la trascendente gloria del Nuevo Pacto. Mientras que sólo un
hombre tuvo la gloria en su rostro en el Antiguo Pacto, en la actualidad es el privilegio,
adquirido por la sangre de Cristo, de cada hijo de Dios. Asimismo, en lugar de meramente
reflejar la gloria de Dios en nuestros rostros, todos nosotros en el Nuevo Pacto vamos
siendo realmente transformados (lit., metamorfoseados) a la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor. En tanto que el rostro de Moisés reflejaba la gloria, los nuestros irradian
gloria desde el interior.
Así Pablo lleva a su fin su exposición tan mística y profundamente espiritual del Nuevo
Pacto en contraste con el Viejo.
F. Obligación de predicar un evangelio claro (4:1–6)
4:1 En los primeros seis versículos del capítulo 4, Pablo destaca la solemne
responsabilidad de cada siervo de Cristo de presentar llanamente el mensaje del evangelio.
No puede haber velo alguno. Nada debe ser oculto ni misterioso. Todo ha de ser claro,
sincero y franco.
Pablo se había referido a la maravillosa manera con la que Dios le había capacitado
para ser un siervo idóneo del Nuevo Pacto. Ahora reanuda el hilo del pensamiento desde
este punto. La conciencia de la gran dignidad del ministerio cristiano impide desmayar a
un hombre como Pablo. Claro, hay mucho para desalentar y deprimir en el servicio
cristiano, pero el Señor da misericordia y gracia para ayudar en tiempo de necesidad. Así,
sea cual sea el desaliento, los alientos son siempre mayores.
Pablo no desmayaba. No actuaba con cobardía, sino de manera valerosa, haciendo
frente a barreras aparentemente insuperables.
4:2 Phillips da una paráfrasis pintoresca del versículo 2:
No empleamos malabarismos ni trucos ingeniosos, ni manipulamos insinceramente la
Palabra de Dios. Hablamos la llana verdad y así nos recomendamos a nosotros mismos a
toda conciencia humana en presencia de Dios.
Es indudable que una vez más aquí el apóstol está pensando en los falsos maestros que
habían entrado en la iglesia de Corinto. Sus métodos eran los mismos que siempre emplean
las fuerzas del mal, es decir, vergonzosas seducciones a pecar, habilidosas manipulaciones
de la verdad, empleo de sofismas y adulteración de la palabra de Dios. Con respecto a la
última expresión, ni adulterando la palabra de Dios, Pablo indudablemente está
refiriéndose al favorito pasatiempo de estos hombres: tratar de mezclar la ley y la gracia.
El método del apóstol era muy diferente. No se expresaba con las palabras sino por la
manifestación de la verdad recomendándonos a nosotros mismos ante toda conciencia
humana en la presencia de Dios. La manifestación de la verdad puede adoptar dos
formas. Manifestamos la verdad cuando la expresamos de una manera llana y
comprensible. Pero también la manifestamos cuando la vivimos en nuestras vidas delante
de otros de modo que puedan verla por nuestro ejemplo. Pablo empleaba ambos métodos.
Predicaba el evangelio, y obedecía el evangelio en su propia vida. Al hacerlo así, trataba de
recomendarse a sí mismo ante toda conciencia humana en la presencia de Dios.
4:3 El apóstol ha estado hablando del gran cuidado que ha manifestado al tratar de
poner en claro la verdad de Dios a los hombres, tanto por precepto como por práctica. Si el
evangelio está aún encubierto o escondido para algunos, desde luego no es por culpa de
Dios, y Pablo no quiere que sea tampoco por culpa suya. Y sin embargo, al escribir estas
palabras, es consciente de que hay aquellos que sencillamente no parecen comprenderlo.
¿Quiénes son? Son los que se pierden. ¿Por qué están cegados así? La respuesta la da el
siguiente versículo.
4:4 Satanás es el culpable. Aquí es llamado el dios de este mundo. Ha conseguido
poner un velo sobre las mentes de los incrédulos. Querría mantenerlos en perpetuas
tinieblas, para que no les resplandezca la iluminación del evangelio de la gloria de
Cristo y sean salvos.
En nuestro universo físico, el sol está siempre resplandeciendo. No siempre lo vemos,
pero la razón de ello es que algo se interpone entre el sol y nosotros. Así es con el
evangelio. La luz del evangelio está siempre resplandeciendo. Dios está siempre tratando
de resplandecer en los corazones de los hombres. Pero Satanás pone varias barreras entre
los incrédulos y Dios. Puede que sea la nube de la soberbia, de la rebelión o de la propia
justicia, o cualquiera de otro centenar de cosas. Pero todas estas sirven de manera eficaz
para obstaculizar la luz del evangelio e impedir que resplandezca. Sencillamente, Satanás
no quiere que los hombres sean salvos.
El evangelio tiene que ver con Cristo en la gloria. No es el Carpintero de Nazaret
quien es presentado a la vista de los creyentes. No es simplemente Cristo extendido en la
oprobiosa cruz. Es el Señor Jesucristo quien ha muerto, quien ha sido sepultado y quien ha
resucitado, y quien está ahora a la diestra de Dios en el cielo. Él es el objeto de la fe del
creyente, el glorificado Hijo de Dios en el cielo.
4:5 En este versículo tenemos tanto el tema más pobre para el predicador como el más
excelso. El más pobre es nosotros mismos, mientras que el más excelso es Jesucristo el
Señor.
Aparentemente, los judaizantes tenían un gran hábito de predicar acerca de sí mismos.
Pablo se separa de una compañía así. No quiere malgastar el tiempo de la gente predicando
acerca de un tema tan indigno. Su tema era Jesucristo como Señor. Trataba de llevar a
hombres y mujeres al puesto donde estuviesen dispuestos a doblar la rodilla ante Jesucristo
y rendirle el homenaje como Señor de sus vidas.
El apóstol introdujo a su equipo como siervos vuestros por amor de Jesús. Con ello,
se ocultaba cuidadosamente con sus colaboradores contra el fondo. Eran sólo esclavos,
listos para ayudar en cualquier manera que llevase a hombres al Señor Jesús.
4:6 Pablo compara aquí la conversión de un pecador con la entrada de la luz en el
amanecer de la creación.
Dios originalmente mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz. Dijo: «Sea la
luz. Y fue la luz» (Gn. 1:3).
Ahora Pablo dice aquí que el mismo Dios que originalmente mandó que de las
tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones. Esto es
muy hermoso. En la primera creación Dios mandó que resplandeciese la luz. Pero en la
nueva creación es Dios mismo quien resplandece en nuestros corazones. ¡Cuánto más
personal es esto!
Los acontecimientos en la primera parte de Génesis 1 son una ilustración de lo que
sucede en la nueva creación. Dios originalmente creó al hombre como ser inocente. Pero
entró el pecado, y con ello vinieron las negras tinieblas.
Al predicarse el evangelio, el Espíritu de Dios entra en el corazón de la persona, así
como se movía sobre la faz del abismo tras la creación original.
Luego Dios resplandece en el corazón de esta persona, mostrándole que es un pecador
culpable y que necesita un Salvador. «La creación material en Génesis comenzó con la luz,
y lo mismo sucede con la creación espiritual. Dios ―resplandece en nuestros corazones‖ por
el Espíritu Santo, y entonces comienza la vida espiritual» (Seleccionado).
El versículo prosigue explicándonos por qué Dios resplandeció en nuestros
corazones. Se nos dice: Para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la
faz de Jesucristo. En otras palabras, Dios no resplandece en nuestros corazones
simplemente para darnos este conocimiento, sino más bien para que por medio de nosotros
este conocimiento pueda resplandecer a otros. «No somos los terminales de nuestras
bendiciones o experiencias, sino los canales» (Seleccionado).
Una ilustración escrituraria de esto la encontramos en la vida del mismo Pablo. En el
camino de Damasco, Dios resplandeció en su corazón. Se dio cuenta de que Aquel a quien
él había aborrecido y quien él creía que estaba sepultado en un sepulcro de Judea era en
realidad el Señor de la gloria. Desde aquel día prosiguió para extender la luz del
conocimiento de la gloria de Dios tal como se ve en la faz de Jesucristo.
G. Un vaso de barro con un destino celestial (4:7–18)
4:7 Habiendo hablado de la obligación de dar el mensaje de una manera llana, el
Apóstol Pablo piensa ahora en el instrumento humano a quien se había encomendado el
maravilloso evangelio. El tesoro es el glorioso mensaje del evangelio. Los vasos de arcilla,
en cambio, son los frágiles cuerpos humanos. Es inmenso el contraste entre lo uno y lo otro.
El evangelio es como un precioso diamante que resplandece y brilla allá donde se le dé la
vuelta.
¡Y pensar que un diamante tan precioso ha sido confiado a un vaso tan frágil y
quebradizo!
Vasos de arcilla, pobres y descompuestos
Mas conteniendo riquezas inconcebibles;
Tesoros del cielo brillando esplendentes
¡Cristo en Sus santos aquí revelado!
Vasos, quebrados y rotos, mas conteniendo
Riquezas que a los hambrientos siglos
Con mano generosa y abierta se ofrecen:
El Hijo de Dios: Su Don inefable.
Qué más lugar demos, humildes y mansos,
Inobservados y no conocidos,
Mas para Dios vasos más santos,
¡De Cristo llenos, y sólo de Él!
¡Nada terreno que la Gloria empañe!
¡Nada del yo para ocultar la luz!
Expresando la historia admirable de Cristo,
Rotos y vacíos ¡llenados de Él!
Tr. Frances Bevan
¿Por qué ha ordenado Dios que este tesoro esté en vasos de arcilla? La respuesta es:
Para que la excelencia del poder sea de Dios, y no procedente de nosotros. Dios no
quiere que los hombres se ocupen con el instrumento humano, sino con Su propio poder y
grandeza. Y por ello encomienda deliberadamente el mensaje del evangelio a personas
débiles, a menudo nada atractivas. Toda alabanza y gloria ha de ir al Creador, no a la
criatura.
Un gozo secreto es hallar
La tarea asignada más allá de nuestro poder.
Porque así, si algún bien se alcanza,
La alabanza Suya de cierto es, no nuestra.
Houghton
Dice Jowett:
Hay algo que no está bien cuando el vaso priva de su gloria al tesoro, cuando el cofre
atrae más atención que la joya que guarda. Se da un énfasis muy perverso cuando la imagen
queda subordinada al marco y cuando los cubiertos que se usan en un banquete suplantan a
la comida. Hay algo mortífero en el servicio cristiano cuando «la excelencia del poder» es
la nuestra y no de Dios. Tal excelencia es de carácter muy pasajero, y se marchitará tan
rápido como la verde hierba, y pasará al olvido.
Al escribir Pablo el versículo 7, es casi seguro que estaba pensando en un incidente en
Jueces 7. Allí se dice que Gedeón equipó a su ejército con trompetas, cántaros vacíos y
antorchas dentro de los cántaros. Al dar la señal, sus hombres habían de tocar las trompetas
y romper los cántaros. Cuando rompieron los cántaros, las antorchas resplandecieron. Esto
aterrorizó al enemigo. Pensaron que tenían un gran ejército sobre ellos, en lugar de sólo
trescientos hombres. La lección es que así como en el caso de Gedeón la luz sólo
resplandeció con los cántaros rotos, así en relación con el evangelio. Sólo cuando los
instrumentos humanos quedan quebrantados y sometidos al Señor puede resplandecer el
evangelio a través de nosotros en toda su magnificencia.
4:8 El apóstol pasa ahora a explicar que debido a que el tesoro había sido encomendado
a vasos de arcilla, hay por una parte una aparente derrota, y en cambio, por la otra, hay una
victoria perpetua. Hay debilidad para todas las apariencias externas, pero en realidad hay
una fuerza incomparable. Cuando dice: Estamos atribulados en todo, mas no
estrechados, significa que se siente constantemente atribulado por los adversarios y las
dificultades, pero no totalmente estorbado para no poder proclamar el mensaje con libertad.
En apuros, mas no desesperados. Desde el punto de vista humano, Pablo muchas
veces no sabía qué posible solución debería poner a sus dificultades, y sin embargo el Señor
nunca le dejó llegar al lugar de la desesperación. Nunca fue llevado a un lugar tan angosto
que no pudiera salir.
4:9 Perseguidos, mas no desamparados. En ocasiones podía sentir el ardiente aliento
del enemigo a su espalda, pero el Señor nunca lo abandonó a sus enemigos. Derribados,
pero no destruidos significa que Pablo fue muchas veces gravemente «herido en acción»,
pero el Señor volvió a levantarle para ir con las gloriosas nuevas del evangelio.
El New Bible Commentary parafrasea de este modo los versículos 8 y 9: «Encerrados,
pero no incapacitados; sin saber qué hacer, pero jamás despojados de toda esperanza;
perseguidos por los hombres, pero nunca abandonados por Dios; a menudo abatidos, pero
nunca acabados».
Podríamos preguntarnos por qué el Señor dejó que Su siervo pasase por tales pruebas y
aflicciones. Podríamos pensar que podría haber servido al Señor con mayor eficacia si le
hubiese permitido que su camino quedase exento de problemas. Pero la Escritura nos
enseña precisamente lo contrario. Dios, en Su maravillosa sabiduría, ve apropiado dejar que
Sus siervos sean tocados por enfermedades, dolores, aflicciones, persecuciones, dificultades
y angustias. Todo ello está dispuesto para quebrantar el cántaro de barro, para que la luz del
evangelio pueda resplandecer con más claridad.
4:10 La vida del siervo de Dios es de constante muerte. Como el Señor Jesús mismo,
en Su vida, estuvo constantemente expuesto a la violencia y persecución, los que siguen
Sus pisadas se encontrarán con el mismo tratamiento. Pero esto no significa derrota. Es el
camino de la victoria. La bendición llega a los demás al morir así a diario.
Es solamente de esta manera que la vida de Jesús puede hacerse patente en nuestros
cuerpos. La vida de Jesús no significa primariamente aquí Su vida como Hombre en la
tierra, sino Su actual vida como el exaltado Hijo de Dios en el cielo. ¿Cómo puede el
mundo ver la vida de Cristo cuando Él no está presente de manera personal o física en el
mundo en la actualidad? La respuesta es que al padecer nosotros los cristianos en el
servicio del Señor, Su vida se manifiesta en nuestros cuerpos.
4:11 Este pensamiento de vida surgiendo de la muerte continua en este v. 11. Es uno
de los más profundos principios de nuestra existencia. La carne que comemos y por la que
vivimos nos viene por medio de la muerte de animales. Y así sucede también en el ámbito
espiritual. «La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia.» Cuanto más es perseguida
la iglesia, cuanto más es afligida y cazada y acosada, tanto más se esparce el cristianismo.
Sin embargo, nos es difícil aceptar esta verdad. Cuando un siervo del Señor sufre una
violencia, normalmente lo consideramos una tragedia. En realidad, esta es la manera
normal en que Dios actúa, no una excepción. La constante exposición a muerte por causa
de Jesús es la forma divina en la que la vida de Jesús se manifiesta en nuestra carne
mortal.
4:12 Aquí el apóstol recapitula todo lo que ha dicho recordando a los corintios que era
mediante los constantes padecimientos que él había sufrido que les había venido la vida.
Para poder llegar Pablo a Corinto con el evangelio, tuvo que sufrir grandes penalidades.
Pero había valido la pena, porque ellos habían confiado en el Señor Jesús y tenían ahora la
vida eterna. Los padecimientos físicos y las pérdidas de Pablo significaban beneficio
espiritual para otros. Robertson dice: «Su muerte obraba para bien de aquellos que fueron
beneficiados con su ministerio».
A menudo tenemos la tendencia de clamar al Señor en nuestras enfermedades para ser
librados de ellas y poder así servirle mejor. Quizá deberíamos a veces agradecer al Señor
por tales aflicciones en nuestras vidas, y gloriarnos en nuestras debilidades, para que el
poder de Cristo se manifieste en nosotros.
4:13 El apóstol ha estado hablando de la constante fragilidad y debilidad del vaso
humano al que ha sido confiado el evangelio. ¿Cuál es entonces su actitud para con todo
esto? ¿Está derrotado, desalentado y desmayado? La respuesta es no. La fe le capacita para
seguir predicando el evangelio; sabe que más allá de los padecimientos de esta vida se
abren glorias inefables.
En el Salmo 116:10 el salmista dice: Creí, por lo cual hablé. Él confió en el Señor, y
por ello lo que dijo fue resultado de aquella fe profundamente asentada. Pablo está aquí
diciendo que lo mismo es cierto en su caso. Tenía el mismo espíritu de fe que el salmista
tenía cuando pronunció estas palabras, y dice: Nosotros también creemos, por lo cual
también hablamos.
Las aflicciones y persecuciones de la vida de Pablo no cerraron su boca. Siempre que
hay una verdadera fe tiene que haber la expresión de la misma. No puede quedar en
silencio.
Si en Jesucristo confías,
De Él de cierto hablarás;
Aunque te humille en gran manera,
Si le amas, dilo así.
Si en Jesús crees tú,
Y al Salvador recibes,
Al Espíritu no contristes;
Sin demora, dilo ya.
4:14 Si nos parece cosa extraña que Pablo no se sintiese movido por el constante
peligro de muerte, encontramos la respuesta de ello en el versículo 14. Éste es el secreto de
su intrepidez al pronunciar el mensaje cristiano. Sabía que esta vida no era todo. Sabía que
el creyente tenía la certeza de la resurrección. El mismo Dios que resucitó al Señor Jesús
también resucitará con Jesús al mismo apóstol Pablo y lo presentará juntamente con los
corintios.
4:15 Con la cierta y segura esperanza de la resurrección delante de él, el apóstol estaba
dispuesto a sufrir terribles penalidades. Sabía que todos estos padecimientos tenían un
doble resultado. Abundaban en bendición para los corintios, y con ello hacían que
sobreabundase la acción de gracias para gloria de Dios. Estos dos motivos movían a
Pablo en todo lo que decía y hacía. Estaba ocupado con la gloria de Dios y con la
bendición de sus semejantes.
Pablo se daba cuenta de que cuanto más padecía, tanto más la gracia de Dios se hacía
disponible para los otros. Cuanto más personas eran salvadas, tanto más acción de gracias
ascendía a Dios. Y cuanto más acción de gracias ascendía a Dios, tanto más era Dios
glorificado.
La Biblia al Día parece capturar el espíritu del versículo en esta paráfrasis:
Los dolores que padecemos los padecemos por vuestro bien. Y mientras más sean los
que de vosotros acepten a Cristo, más gracias habrá que dar a Dios por su gran bondad, y
mayor gloria recibirá el Señor.
4:16 Pablo había estado explicando su buena disposición a sufrir toda clase de
dificultades y peligros porque tenía delante de él la esperanza cierta de la resurrección. Por
lo cual no desmayaba. Aunque por una parte estaba actuando constantemente el proceso de
deterioro físico, por la otra había en cambio una renovación espiritual que le capacitaba
para proseguir a pesar de todas las circunstancias adversas.
El hecho de que este nuestro hombre exterior va decayendo precisa de poca
explicación. ¡Lo vemos de forma muy evidente en nuestros cuerpos! Pero Pablo se regocija
aquí en el hecho de que Dios envía suministros diarios de poder para el servicio cristiano.
Así es cierto, como dijo Miguel Ángel, que «cuanto más mármol se va quitando, más va
creciendo la estatua».
Ironside comenta:
Se nos dice que nuestros cuerpos materiales son totalmente cambiados cada siete
años… Sin embargo tenemos la conciencia de ser las mismas personas. Nuestra
personalidad no sufre cambios con el paso de los años, y así sucederá con respecto al
cambio más grande que ha de venir. La misma vida tenemos en la mariposa que la que
estaba en el gusano.
4:17 Después de leer las terribles aflicciones que soportó el Apóstol Pablo, puede
parecernos difícil comprender cómo podía referirse a ellas como una leve tribulación. En
un sentido no fueron en absoluto leves. Fueron acerbas y crueles.
Pero la explicación reside en la comparación que hace Pablo. Las aflicciones
contempladas por sí mismas podrían ser muy intensas, pero al compararlas con el eterno
peso de gloria que tenemos por delante, son ligeras. Asimismo, la leve tribulación es
momentánea, mientras que la gloria es eterna. Las lecciones que aprendemos a través de
aflicciones en este mundo resultarán en un rico fruto para nosotros en el mundo venidero.
Moorehead observa: «Mientras estamos en el mundo entra en nosotros; entraremos en
el gozo cuando estemos allá. Unas pocas gotas aquí; todo un océano allá».
Hay una pirámide en este versículo que, como ha observado F. E. Marsh, no fatiga al
cansado escalador, sino que da un indecible descanso y consuelo a su alma.
Gloria
Peso de Gloria
Eterno peso de gloria
Excelente y eterno peso de gloria
Más excelente y eterno peso de gloria
Cada vez más excelente y eterno peso de gloria.
4:18 En este versículo, poner la mira no describe meramente la visión humana; más
bien comunica la idea de considerar algo como importante. Por lo que respecta a las cosas
que se ven, no son la meta de nuestra existencia. Aquí se hace referencia primordialmente a
las dificultades, pruebas y padecimientos que Pablo soportó. Tales cosas eran incidentales a
su ministerio. El gran objetivo de su ministerio era aquello que no se ve. Esto podría incluir
la gloria de Cristo, la bendición de nuestros semejantes y la recompensa que espera al fiel
siervo de Cristo ante Su Tribunal. Jowett comenta:
Poder ver lo primero es vista; poder ver lo segundo es clarividencia. El primer modo de
visión es natural; el segundo modo es espiritual. El órgano primario en el primer
discernimiento es el intelecto; el órgano primario en el segundo discernimiento es la fe.…
A través de las Escrituras se nos presenta continuamente este contraste entre vista y
clarividencia, y en todas partes se nos enseña a medir la parquedad y escasez de la primera,
y a contraponerla bajo la plenitud e inclusividad de la segunda.
H. Viviendo a la luz del Tribunal de Cristo (5:1–10)
Los versículos que siguen están estrechamente vinculados con lo que ha venido antes.
Pablo ha estado hablando de sus padecimientos y tribulaciones de entonces, y de la futura
gloria que se extendía delante de él. Esto le lleva cara a cara ante el tema de la muerte. En
esta sección tenemos uno de los más grandes desarrollos en la palabra de Dios acerca de la
cuestión de la muerte, y de la relación que el cristiano tiene con ella.
5:1 En el versículo 1 el apóstol habla de nuestro presente cuerpo mortal como nuestra
morada terrestre, este tabernáculo. Un tabernáculo no es una morada permanente, sino
portátil, para peregrinos y viajeros.
La muerte es designada como la disolución de este tabernáculo, o tienda. La tienda se
deshace en el momento de la muerte. El cuerpo va al sepulcro, mientras que el espíritu y el
alma del creyente pasan a estar con el Señor.
Pablo comienza el capítulo con la certidumbre de que si su morada terrestre … se
deshace (como resultado de los padecimientos mencionados en el capítulo precedente),
sabe que tiene un edificio de Dios, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Observemos la distinción entre el tabernáculo y el edificio. La tienda, el tabernáculo
temporal, se deshace, pero hay una casa nueva y permanente que espera al creyente en la
tierra más allá de las dolencias. Este es el edificio de Dios, en el sentido de que Dios es
quien nos lo da.
Además, es una casa no hecha con manos. ¿Por qué ha de decir Pablo tal cosa?
Nuestros actuales cuerpos no fueron hechos con manos; ¿por qué, entonces, ha de enfatizar
que nuestros futuros cuerpos glorificados no serán hechos con manos? La respuesta es que
la expresión no hecha con manos significa «no de esta creación». Esto queda clarificado
en Hebreos 9:11, donde leemos: «Pero estando ya presente Cristo, como sumo sacerdote de
los bienes venideros, entró por otro más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de
manos, es decir, no de esta creación». Lo que Pablo dice es que en tanto que nuestros
actuales cuerpos son apropiados para la vida en esta tierra, nuestros cuerpos futuros,
glorificados, no serán de esta creación. Estarán especialmente pensados para la vida en el
cielo.
El futuro cuerpo del creyente es también descrito como eterno, en los cielos. Es un
cuerpo que no estará más sometido a las enfermedades, al deterioro y a la muerte, sino que
permanecerá para siempre en nuestro hogar celestial.
Podría sonar por este versículo como si el creyente recibiese este edificio de Dios en el
momento en que muere, pero no es así. No recibe su cuerpo glorificado hasta que Cristo
vuelve a por Su iglesia (1 Ts. 4:13–18). Lo que le sucede al creyente es esto: en el momento
de su muerte, su espíritu y alma van a estar con Cristo, donde goza conscientemente de las
glorias del cielo. Su cuerpo es puesto en el sepulcro. Cuando el Señor vuelva, el polvo será
levantado del sepulcro, Dios lo conformará en un nuevo cuerpo, glorificado, y entonces
será reunido con el espíritu y el alma. Entre la muerte y la venida de Cristo a por Sus
santos, se puede decir que el creyente está descarnado. Pero esto no significa que no sea
totalmente consciente de todo el goce y gloria del cielo. ¡Lo es!
Antes de dejar el versículo 1, deberíamos mencionar que hay tres interpretaciones
principales de la casa no hecha con manos, eterna, en los cielos:
1. Que se trata del mismo cielo.
2. Un cuerpo intermedio entre la muerte y la resurrección.
3. El cuerpo glorificado.
La casa difícilmente puede ser el mismo cielo, porque se dice de él que es eterno en los
cielos y «del cielo» (5:2 lit., y cf. V.M.). Por lo que respecta a un cuerpo intermedio, las
Escrituras nunca mencionan un tal cuerpo. Además, la casa no hecha con manos es descrita
como eterna en los cielos, lo que no sería el caso con un cuerpo intermedio. La tercera
postura —que la casa es el cuerpo de resurrección en gloria— parece ser la correcta.
5:2 En esta morada, nuestro presente cuerpo mortal, a veces gemimos impelidos por
la forma en que nos limita y estorba a nuestras vidas espirituales. Lo que deseamos con
anhelo es ser revestidos de nuestra morada que es del cielo (V.M.).
En este versículo, el apóstol parece cambiar su figura de un tabernáculo o tienda a un
vestido. Una explicación que se ha sugerido para ello es que Pablo era fabricante de
tiendas, y se daba cuenta que para los vestidos se empleaba un material similar. En todo
caso, queda claro el sentido de que anhelaba recibir su cuerpo glorificado.
5:3 ¿Qué significa desnudos en este versículo? ¿Significa que la persona, aunque
salvada, quedará sin recompensa ante el Tribunal de Cristo? ¿O significa que el salvo no
tiene un cuerpo de resurrección entre el tiempo de la muerte y la resurrección, y que está
desnudo en el sentido de que es un espíritu descarnado?
Este escritor comprende esto como significando descarnado o desvestido. Pablo está
diciendo que su deseo anhelante es no por la muerte y el estado descarnado que conlleva,
sino más bien por la venida del Señor Jesús cuando todos los que hayan muerto recibirán
sus cuerpos glorificados.
5:4 El versículo 4 parece confirmar esta interpretación del versículo 3, El apóstol dice
que los que estamos en este tabernáculo actual terrenal gemimos con pesadumbre, por
cuanto no queremos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido
por la vida. En otras palabras, no esperaba con anhelo el estado entre la muerte y el
arrebatamiento como la esperanza ideal del creyente, sino a eso que tendrá lugar en el
Arrebatamiento, cuando los creyentes recibirán un cuerpo que ya no estará más sujeto a la
muerte.
5:5 Es Dios… que nos dispuso para esto mismo, es decir, para la redención del
cuerpo. Será la culminación de Sus gloriosos propósitos para nosotros. Somos hoy
redimidos por lo que respecta a nuestro espíritu y alma, pero luego la redención incluirá
también el cuerpo. Sólo piensa acerca de esto: Dios nos hizo con esta meta a la vista, el
estado glorificado, ¡una casa no hecha con manos, eterna en el cielo!
¿Y cómo podemos estar seguros de que tendremos un cuerpo glorificado? La respuesta
es que Dios… nos ha dado las arras o garantía del Espíritu. Como ya se ha explicado
antes, el hecho de que cada creyente posee el Espíritu de Dios morando en él es prenda de
que se cumplirán todas las promesas de Dios al creyente. Él es la prenda de lo que ha de
venir. El Espíritu de Dios es Él mismo, arras o garantía de que aquello que Dios ya nos ha
dado en parte vendrá a ser un día plenamente nuestro.
5:6 Era la profunda certidumbre de estas preciosas realidades lo que hacía que Pablo
tuviese siempre buen ánimo. Sabía que en tanto que estuviese en el cuerpo estaba ausente
del Señor. Desde luego, éste no era el estado ideal para Pablo, pero estaba dispuesto a que
fuese así si podía servir a Cristo aquí abajo y ser de ayuda para el pueblo de Dios.
5:7 El hecho de que por fe andamos, y no por vista, es prueba abundante de que
estamos ausentes del Señor. Nunca hemos visto al Señor con nuestros ojos físicos. Es
solamente por la fe que le hemos podido ver. Mientras estemos en el cuerpo tenemos una
vida que es menos cercana e íntima que la vida de la verdadera contemplación.
5:8 El versículo 8 reanuda el pensamiento del versículo 6 y lo finaliza. Pablo se siente
animado a la vista de la bienaventurada esperanza que tiene delante de él, y puede decir que
preferiría estar ausente del cuerpo, y estar presente con el Señor (cf. V.M.). Tiene lo que
Bernardo llama un caso de «añoranza celestial».
Este versículo parecería contradecir lo que el apóstol acababa de decir. En el versículo
precedente estaba anhelando el cuerpo glorificado. Pero aquí dice que está dispuesto a estar
ausente del cuerpo, y estar presente con el Señor (cf. V.M.), es decir, a estar en el estado
descarnado que existe entre la muerte y el Arrebatamiento.
Pero no hay contradicción. Hay tres posibilidades para el cristiano, y es sencillamente
cuestión de qué es lo más preferible. Tenemos la vida presente en la tierra en este cuerpo
mortal. Hay el estado entre la muerte y la venida de Cristo, un estado descarnado, pero en el
que el espíritu y el alma gozan de forma consciente de la presencia de Cristo. Finalmente,
hay la consumación de nuestra salvación, cuando recibiremos nuestros cuerpos glorificados
al regreso del Señor. En este pasaje, sencillamente, Pablo enseña que el primer estado es
buen, el segundo mejor, y el tercero, el mejor de todos.
5:9 Los creyentes deberían tener como objetivo ser agradables al Señor. Aunque su
salvación no depende de las obras, en el día venidero su recompensa sí será directamente
proporcional a su fidelidad al Señor. Un creyente debería siempre recordar que la fe está
vinculada con la salvación, y que las obras están vinculadas con la recompensa. Es salvo
por la gracia por medio de la fe, no por obras. Pero cuando es salvo, debería tener ambición
de obrar buenas obras, y por ello recibirá recompensas.
Observemos que Pablo anhelaba serle agradable, fuese ausente o presente. Esto
significa que su servicio en la tierra tenía el propósito primario de agradar el corazón de su
Señor, fuese que Pablo estuviese aquí aún en la tierra, o compareciendo ante el Tribunal de
Cristo.
5:10 Un motivo para agradar a Cristo es que todos nosotros debemos comparecer
ante Su tribunal. En realidad no se trata sólo de comparecer allá, sino de ser
manifestados (V.M.). La NEB dice correctamente: «Todos hemos de tener nuestras vidas
abiertas delante del tribunal de Cristo». Una cosa es ir a la consulta de un médico, y otra
muy distinta es que nos haga una radiografía. El tribunal de Cristo revelará nuestras vidas
de servicio para Cristo de manera exacta como han sido. Se pasará revista no sólo a la
cantidad de nuestro servicio, sino también a su calidad, e incluso a los mismos motivos que
lo impulsaron.
Aunque los pecados después de la conversión tendrán un efecto sobre nuestro servicio,
los pecados del creyente, como tales, no serán traídos a examen para juicio en esta solemne
ocasión. Este juicio tuvo lugar hace más de 1900 años, cuando el Señor Jesús llevó nuestros
pecados sobre Su cuerpo en el madero. Él pagó plenamente la deuda contraída por nuestros
pecados, y Dios nunca traerá de nuevo estos pecados a juicio (Jn. 5:24). El tribunal de
Cristo tiene que ver con nuestro servicio para el Señor. No se pondrá en cuestión si hemos
sido salvos o no; esto ya es cosa asegurada. Pero en aquella ocasión será cuestión de
recompensa y de pérdida.
I. La buena conciencia de Pablo en el ministerio (5:11–21)
5:11 Este versículo se toma comúnmente como significando que por cuanto Pablo era
consciente del terrible juicio de Dios sobre el pecado y los horrores del infierno, iba por
todas partes tratando de persuadir a los hombres a que aceptasen el evangelio. Aunque eso
es cierto, creemos que este no es el sentido primario de este pasaje en concreto.
Pablo no se refiere tanto aquí al terror del Señor sobre los inconversos como a la
maravilla reverente con la que trataba de servir al Señor y agradarle. Por lo que a Dios
respecta, el apóstol sabe que su vida es un libro abierto. Pero él querría que los corintios
quedasen también persuadidos de su integridad y fidelidad en el ministerio del evangelio. Y
por eso viene a decir:
Por cuanto conocemos el temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres
acerca de nuestra integridad y sinceridad como ministros de Cristo. Pero que tengamos
éxito o no al persuadir a Cristo, somos bien conocidos por Dios. ¡Y esperamos que será así
en las conciencias de vosotros los corintios también!
Esta explicación parece ajustarse mejor con el contexto.
5:12 Pablo se da cuenta de inmediato que lo que acaba de decir podría ser mal
interpretado como autoalabanza. No quiere que nadie piense que se entrega a tal práctica.
Por eso añade: No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros. Esto no significa que
jamás se hubiese recomendado a sí mismo a ellos, sino que lo habían acusado una vez y
otra de hacerlo, y aquí trata de sacarles tal idea de la cabeza.
¿Por qué entonces ha estado haciendo una defensa tan prolongada de su ministerio? La
respuesta de Pablo es: Os damos pretexto para gloriaros de nosotros, para que tengáis
con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. No estaba
interesado en recomendarse a sí mismo. Se daba cuenta, más bien, de que estaba siendo
duramente criticado por los falsos maestros en presencia de los santos de Corinto. Quería
que los creyentes supiesen cómo responder a aquellos ataques contra él, y por ello les daba
esta información, para que pudiesen defenderle cuando fuese condenado en presencia de
ellos.
Describe a aquellos detractores como los que se glorían en las apariencias y no en el
corazón (comparar 1 S. 16:7). En otras palabras, estaban interesados en exhibiciones
externas, pero no en las realidades internas, en la integridad y honradez. La apariencia
física o la elocuencia o un aparente celo lo eran todo para ellos. «Para los externalistas, las
apariencias superficiales lo eran todo, y la sinceridad de corazón no contaba para nada»
(Seleccionado).
5:13 Parece por este versículo que el apóstol había sido acusado de locura, fanatismo, y
varias formas de perturbación mental. No niega él que viviese en lo que Denney ha
designado como un estado «de tensión espiritual». Sencillamente dice que si estaba loco,
era para Dios. Todo lo que pudiese parecer locura para sus detractores era en realidad su
profunda devoción de corazón para con el Señor. Se sentía consumido por una pasión por
las cosas de Dios. En cambio, si era cuerdo, era por causa de los corintios. Lo que el
versículo dice, en resumen, es que toda la conducta de Pablo podía explicarse de dos
maneras: O bien era celo por Dios, o era por el bienestar de sus hermanos en la fe. En
ambos casos, sus motivos eran totalmente altruistas. ¿Podrían sus detractores decir lo
mismo de sí mismos?
5:14 Nadie que estudie la vida del apóstol puede dejar de preguntarse qué le hacía
servir de una manera tan infatigable y desprendida. Aquí, en una de las más magnas
secciones de todas sus cartas, da la respuesta: el amor de Cristo.
¿Se refiere aquí el amor de Cristo a Su amor para con nosotros, o a nuestro amor para
con Él? No puede haber duda alguna de que se trata de Su amor para con nosotros. La única
razón por la que nosotros amamos es porque Él nos amó primero. Es Su amor lo que nos
apremia, nos mueve adelante, como una persona es impelida en medio de una multitud de
compradores en tiempo de Navidad. Al contemplar Pablo el maravilloso amor que Cristo
le había mostrado, no podía dejar de sentirse movido adelante en el servicio de su
maravilloso Señor.
Al morir por todos, Jesús actuó como nuestro Representante. Cuando Él murió, todos
morimos —en Él—. Así como el pecado de Adán vino a ser el pecado de su posteridad, del
mismo modo la muerte de Cristo vino a ser la muerte de aquellos que creen en Él (Ro.
5:12–21; 1 Co. 15:21, 22).
5:15 El argumento del apóstol es irresistible. Cristo por todos murió. ¿Por qué murió
por todos? Para que los que viven por la fe en Él ya no vivan para sí, sino para aquel
que murió y resucitó por ellos. El Salvador no murió por nosotros para que pudiésemos
proseguir viviendo nuestras propias vidas mezquinas y egoístas según las queramos vivir.
Más bien, murió para que en adelante le diésemos nuestras vidas en amante y feliz
devoción.
Denney explica:
Al morir nuestra muerte, Cristo ha hecho por nosotros algo tan inmenso en amor que
deberíamos ser de Él, y sólo de Él para siempre. Hacernos de Él es el mismo objeto de Su
muerte.
5:16 Quizá Pablo se esté refiriendo de nuevo al versículo 12, donde describía a sus
detractores como aquellos que se glorían en las apariencias y no en el corazón. Ahora
reanuda este tema enseñando que cuando acudimos a Cristo, hay una nueva creación. De
aquí en adelante no juzgamos a los hombres de una manera carnal, terrenal, según las
apariencias, las credenciales humanas o el origen nacional. Los vemos como preciosas
almas por las que murió Cristo. Añadía que incluso si hubiese conocido a Cristo … según
la carne, es decir, meramente como otro hombre, ya no le conocía más de aquella manera.
Dicho en otras palabras, una cosa fue conocer a Jesús como vecino en el pueblo de Nazaret,
o siquiera como mesías terrenal, y otra muy distinta conocer al Cristo glorificado que está
actualmente a la diestra de Dios. Conocemos al Señor Jesús más íntimamente y de manera
más verdadera como nos ha sido revelado por medio de la palabra por el Espíritu que le
conocieron aquellos que le juzgaron simplemente por las apariencias humanas cuando
estuvo en la tierra.
David Smith comenta:
Aunque el Apóstol había compartido aquel ideal judío de un Mesías secular, había
llegado ahora a un concepto más sublime. Cristo era para él el Salvador resucitado y
glorificado, ciertamente no conocido según la carne, sino según el espíritu; no por
tradiciones históricas, sino por una comunión inmediata y vital.
5:17 Si alguno está en Cristo, es decir, si es salvo, nueva criatura es. Antes de
producirse la conversión, uno podría haber juzgado a otros en base de normas humanas.
Pero ahora todo eso ha cambiado. Las maneras viejas de juzgar han pasado; he aquí,
todas son hechas nuevas.
Este versículo es uno de los favoritos de los que han renacido recientemente, y a
menudo se cita en testimonios personales. A veces, al citarse así, da una falsa impresión.
Los que oyen pueden llegar a pensar que cuando uno es salvo, los viejos hábitos, los malos
pensamientos y las miradas concupiscentes se han acabado para siempre, y que todo viene a
ser literalmente nuevo en la vida de aquella persona. Sabemos que no es cierto. El versículo
no describe la práctica del creyente, sino su posición. Observemos que dice que si alguno
está en Cristo. Las palabras en Cristo son la clave del pasaje. En Cristo… las cosas viejas
pasaron y todas son hechas nuevas. ¡Desafortunadamente, «en mí» esto aún no es todo
cierto! Pero al ir creciendo en la vida cristiana, deseo que mi práctica pueda irse
correspondiendo más y más con mi posición. Un día, cuando vuelva el Señor Jesús, ambas
cosas irán en perfecto acuerdo.
5:18 Todo proviene de Dios. Él es la Fuente y el Autor de todo ello. No hay lugar para
la jactancia humana. Es este mismo Dios que nos reconcilió consigo mismo por medio de
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.
De esta espléndida manera se enuncia la doctrina bíblica de la reconciliación en A New
and Concibe Bible Dictionary:
Por la muerte del Señor Jesús en la cruz, Dios anuló en gracia la distancia que el pecado
había introducido entre Él y el hombre, para que todas las cosas pudiesen ser, por medio de
Cristo, presentadas en conformidad a él mismo. Los creyentes son ya reconciliados, por
medio de la muerte de Cristo, para ser presentados santos, irreprochables e irreprensibles
(una nueva creación). Dios estaba en Cristo, cuando Cristo estaba en la tierra, reconciliando
al mundo a Sí mismo, no imputando a los hombres sus transgresiones; pero ahora que el
amor de Dios ha quedado plenamente revelado en la cruz, el testimonio ha salido por todo
el mundo, rogando a los hombres que se reconcilien con Dios. El fin es que Dios tenga Su
beneplácito en el hombre.
5:19 El ministerio de reconciliación es aquí explicado como el mensaje de que Dios
estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo. Hay dos posibles formas de
comprender esta declaración, y las dos son bíblicamente correctas. Primero, podemos
pensar en ello como diciendo que Dios estaba en Cristo en el sentido de que el Señor
Jesucristo es Deidad. Esto es ciertamente verdad. Pero también podríamos comprenderlo
como significando que Dios estaba, en Cristo, reconciliando consigo al mundo. En otras
palabras, Él estaba reconciliando al mundo, pero lo estaba haciendo en la persona del
Señor Jesucristo.
Aceptemos la interpretación que aceptemos, queda clara la verdad de que Dios estaba
activamente eliminando la causa del extrañamiento que se había interpuesto entre Él y el
hombre afrontando la cuestión del pecado. Dios no necesita ser reconciliado, pero el
hombre sí necesita ser reconciliado con Él.
No tomándoles en cuenta a los hombres sus transgresiones. En una primera lectura,
parecería que este versículo enseña la salvación universal, que todos los hombres son
salvados por la obra de Cristo. Pero una enseñanza así estaría en total desacuerdo con el
resto de la palabra de Dios. Dios ha provisto un camino por el que a los hombres se les
puede no tener en cuenta sus transgresiones, pero en tanto que el camino está disponible
para todos, es efectivo sólo para aquellos que están en Cristo. Las transgresiones de los
inconversos desde luego les son tenidas en cuenta, pero en el momento en que esos
hombres confían en el Señor Jesús como Salvador, son contados como justos en Él, y les
son borrados sus pecados.
Además de Su obra de reconciliación, Dios encargó a Sus siervos la palabra de
reconciliación. En otras palabras, les ha confiado el maravilloso privilegio de salir y
predicar este glorioso mensaje a todos en todas partes. No dio a los ángeles esta sagrada
comisión, sino al pobre, débil hombre.
5:20 En el anterior versículo el apóstol dice que le ha sido encomendado el mensaje de
la reconciliación. Ha sido enviado para predicar este mensaje a la humanidad. Sugeriríamos
nosotros que desde 5:20 hasta 6:2 tenemos un sumario de la palabra de reconciliación. En
otras palabras, Pablo nos deja escuchar el mensaje que él predicaba a los inconversos al ir
de país en país y de continente en continente. Es importante ver esto. Pablo no está aquí
diciendo a los corintios que se reconcilien con Dios. Ya son creyentes en el Señor Jesús.
Pero les está diciendo que éste es el mensaje que predica a los inconversos allí donde va.
Un embajador es un ministro de estado, que representa a su propio gobernante en un
país extranjero. Pablo siempre se refiere al ministerio cristiano como un llamamiento
excelso y digno. Aquí se asemeja a un enviado comisionado por Cristo ante el mundo en el
que vivimos. Era un portavoz de Dios, y Dios rogaba por medio de él. Este parece un
lenguaje más bien extraño que aplicar a un embajador. Generalmente no pensamos en un
embajador como rogando, pero ésta es la gloria del evangelio, que con él, Dios está
realmente rogando, de rodillas y con los ojos bañados en lágrimas, que los hombres y
mujeres se reconcilien con Él. Si existe alguna enemistad, existe de parte del hombre. Dios
ha eliminado todas las barreras a la completa comunión entre Él y el hombre. El Señor ha
hecho todo lo que podía hacer. Ahora el hombre debe rendir sus armas de rebelión, ha de
cesar en su terca revuelta, y debe reconciliarse con Dios.
5:21 Este versículo nos da el fundamento doctrinal de nuestra reconciliación. ¿Cómo ha
hecho Dios posible la reconciliación? ¿Cómo puede Él recibir a culpables pecadores que
acuden a Él con arrepentimiento y fe? La respuesta es que el Señor Jesús ha afrontado de
manera efectiva con toda la cuestión de nuestros pecados, de modo que ahora podemos
quedar reconciliados con Dios.
En otras palabras, Dios hizo que Cristo fuese hecho pecado por nosotros, aunque
Cristo no conoció pecado personalmente, para que nosotros fuésemos hechos justicia de
Dios en él.
Debemos guardarnos de cualquier idea de que en la cruz del Calvario el Señor
Jesucristo llegase realmente a ser pecador en Sí mismo. Tal idea es falsa. Nuestros pecados
fueron puestos sobre Él, pero no estuvieron en Él. Lo que sucedió es que Dios hizo de Él
una ofrenda por el pecado en nuestro favor. Al confiar en Él, somos considerados justos por
Dios. Las demandas de la ley han quedado plenamente satisfechas por nuestro Sustituto.
¡Qué bienaventurada verdad, que Aquel que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, por nosotros que no conocíamos justicia, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él! Ninguna lengua mortal podrá jamás agradecer a Dios de forma
suficiente por una gracia tan inenarrable.
6:1 Algunos entienden que Pablo se dirige a los corintios, alentándolos para que hagan
pleno uso de la gracia que les había sido mostrada. Más bien creemos que Pablo está aún
explicando el mensaje que predicaba a los inconversos. Ya ha mostrado a los incrédulos la
maravillosa gracia que Dios les ofrece. Ahora les ruega que no reciban en vano tal gracia.
No deberían dejar que la semilla del evangelio cayese en tierra estéril, sino que deberían
responder a un mensaje tan maravilloso recibiendo al Salvador que les es proclamado.
6:2 Pablo cita ahora Isaías 49:8. Si retrocedemos y estudiamos aquel capítulo,
descubrimos que Dios está con una controversia con Su pueblo debido a su rechazo del
Mesías. En el versículo 7 vemos al Señor Jesús rechazado por la nación, y sabemos que este
rechazamiento llevó a Su muerte. Pero luego en el versículo 8 tenemos las palabras de
Jehová, asegurando al Señor Jesús que Su oración ha sido oída y que Dios le ayudará y
preservará.
En día de salvación te he socorrido. Esto se refiere a la resurrección del Señor
Jesucristo. El tiempo favorable y el día de salvación son introducidos por la resurrección
de Cristo de entre los muertos.
En su predicación del evangelio, Pablo se aferra a esta maravillosa verdad y anuncia a
sus oyentes inconversos: He aquí ahora el tiempo favorable; he aquí ahora el día de
salvación. En otras palabras: la era de la que había profetizado Isaías como el día de
salvación ha llegado ya, por lo que Pablo apremia a los hombres a confiar en el Salvador
mientras es todavía el día de salvación.
J. La conducta de Pablo en el ministerio (6:3–10)
6:3 Aquí Pablo pasa del mensaje que predicaba a su propia conducta en el ministerio
cristiano. Se daba cuenta de que siempre hay quienes buscan excusas para no escuchar el
mensaje de salvación, y si pueden encontrar esta excusa en la vida inconsecuente del
predicador, tanto mejor. Por eso recuerda a los corintios que no daba a nadie ninguna
ocasión de tropiezo, para que el ministerio no fuese desacreditado. Como ya hemos
observado, el ministerio no se refiere aquí a un oficio eclesiástico especial y dignificado,
sino más bien al servicio de Cristo. No está involucrada ninguna idea de ordenación
humana. El ministerio pertenece a todos los que son de Cristo.
6:4 En los versículos 4 al 10 el apóstol describe la forma en que trataba de desempeñar
su ministerio —que estaba por encima de toda reprensión—. Consciente de que era siervo
del Altísimo, siempre trataba de conducirse de una manera digna de tal llamamiento.
Acerca de esta sección, Denney comenta de manera elocuente:
Son rotas dentro de él las fuentes del gran abismo al pensar en lo que está en juego. Está
en toda estrechez, al comenzar, y puede hablar sólo con palabras inconexas, una a la vez;
pero antes de acabar ha conseguido su libertad, y derrama su alma de manera irreprimible.
Los vv. 4 y 5 describen las penalidades físicas que soportó Pablo y que demostraban
que era un sincero y fiel siervo del Señor. Los dos siguientes versículos tienen que ver con
las gracias cristianas que manifestaba. Luego, en los vv. 8 al 10, da una lista de las
experiencias contrastadas tan típicas del ministerio cristiano.
En mucha paciencia describe indudablemente la longanimidad de Pablo para con los
individuos, las iglesias locales, y todas las aflicciones calculadas para hacerlo apartar de su
camino de fidelidad.
Tribulaciones podría referirse a persecuciones reales que había sufrido por el nombre
de Cristo.
Necesidades comunica la idea de privaciones que había sufrido, es probable que de
alimentos, vestido y alojamiento.
Estrecheces bien podría incluir las circunstancias desfavorables en las que a menudo se
encontraba.
6:5 Pablo recibió muchos azotes, como se afirma en Hechos 16:23. Sus cárceles son
luego mencionadas en 2 Corintios 11:23, e indudablemente los tumultos se refieren a los
motines y a las acciones sediciosas que a menudo se desencadenaban por su predicación del
evangelio. (El mensaje de que los gentiles podían ser salvos de la misma manera que los
judíos causó algunas de las más violentas asonadas.) Los trabajos de Pablo podrían incluir
su fabricación de tiendas y, sin duda, otras formas de trabajos manuales, por no decir nada
de sus viajes. Desvelos describe su constante necesidad de estar alerta contra las añagazas
del diablo y frente a los esfuerzos de sus enemigos para dañarle. Ayunos podría incluir
abstinencia voluntaria de alimento, pero aquí más probablemente significa hambre forzada
por pobreza.
6:6 El ministerio de Pablo era conducido en pureza, es decir, en castidad y santidad.
Nunca le podrían acusar con razón de ninguna inmoralidad.
También era conducido en conocimiento, y esto quizá se refiere al hecho de que no era
un ministerio de ignorancia, sino de un conocimiento impartido sobrenaturalmente. Esto se
muestra de manera maravillosa en la amplitud de la verdad divina que se revela en las
Epístolas de Pablo.
¡Los corintios no necesitaban prueba alguna de su longanimidad! El modo paciente
con la que había soportado sus pecados y fracasos debería haber sido prueba suficiente! La
benignidad de Pablo se mostraba en la desprendida entrega de sí mismo por otros, en su
amante actitud con el pueblo de Dios, y en su actitud afable.
La expresión en el Espíritu Santo significa sin duda que todo lo que Pablo hacía lo
hacía en el poder del Espíritu y sujeto a Él.
En amor sincero sugiere que el amor que era tan evidente en la vida del Apóstol Pablo
para con los demás no era fingido ni hipócrita, sino genuino. Caracterizaba todas sus
acciones.
6:7 En palabra de verdad puede indicar que todo el ministerio de Pablo era llevado a
cabo en obediencia a la palabra de verdad, o puede significar que era un ministerio
honrado, consecuente con el tipo de mensaje que predicaba, esto es, la palabra de verdad.
En poder de Dios significa indudablemente que el apóstol no llevaba a cabo su trabajo
con sus propias fuerzas, sino en una simple dependencia en las fuerzas que Dios suministra.
Algunos han sugerido que esto puede ser una referencia a los milagros que el apóstol estaba
dotado para hacer porque era apóstol.
Con armas de justicia, como las descritas en Efesios 6:14–18. Dan la imagen de un
carácter recto y consecuente. Alguien ha dicho: «Cuando un hombre está revestido de
justicia práctica, es inexpugnable». Si nuestra conciencia está limpia de mal para con Dios
y los hombres, el diablo tiene poco asidero.
Hay alguna duda acerca del exacto significado de la expresión para la mano derecha y
para la izquierda. Una de las más probables explicaciones es que en la guerra antigua la
espada se sostenía con la mano derecha y el escudo con la izquierda. La espada habla de
combate ofensivo y el escudo del defensivo. En tal caso, Pablo estaría diciendo aquí que un
buen carácter cristiano es la mejor arma de ataque y de defensa.
6:8 Aquí y en los versículos 9 y 10 Pablo describe algunos de los acusados contrastes
que se encuentran en el servicio para el Señor Jesús. El verdadero discípulo experimenta las
cumbres y los valles, así como todo el territorio que se encuentra entre ambos puntos. Es
una vida a través de gloria y de deshonor, de victoria y aparente derrota, de alabanza y
vilipendio. El verdadero siervo de Dios es objeto de calumnia y de buena fama. Algunos
hablan bien de su celo y valor, mientras otros sólo tienen reprobación para el mismo. Es
tratado como engañador o impostor, pero es veraz. No es un impostor, sino un genuino
siervo del Dios Altísimo.
6:9 En cierto sentido y por lo que al mundo respecta, Pablo era desconocido, no
apreciado y mal comprendido, pero era bien conocido por Dios y por sus hermanos en la
fe.
Su vida, como moribundos, era de un diario morir, ¡mas he aquí que vivía!
Amenazado, cazado, acosado, perseguido y encarcelado, conseguía de nuevo su libertad
sólo para predicar el evangelio con mayor celo. Esto se enfatiza adicionalmente con la
expresión como castigados, mas no entregados a la muerte. Castigados tiene que ver
aquí con el castigo que sufrió a manos de los hombres. Muchas veces, quizá, pensaron que
habían llevado su tumultuosa vida a su fin, ¡sólo para oír de sus hazañas por Cristo en otras
ciudades!
6:10 Había tristeza con respecto a este ministerio, pero Pablo estaba siempre gozoso.
Es innecesario decir que se entristecía por el rechazo del mensaje del evangelio, por los
fracasos del pueblo de Dios y por sus propios fracasos. Pero, cuando pensaba en el Señor y
en las promesas de Dios, siempre había causas para mirar arriba y gozarse.
Pablo era menesteroso por lo que respecta a los bienes de este mundo. No leemos en
ninguna parte que tuviese propiedades y riquezas. Pero, ¡pensemos en las vidas que han
sido enriquecidas por medio de su ministerio! Aunque no poseía nada, en cierto sentido
tenía todo lo que verdaderamente vale la pena.
«Con estas frases culminantes —dice A. T. Robertson—, Pablo suelta su imaginación y
la hace jugar como rayos en las nubes.»
K. El llamamiento de Pablo a la franqueza y al afecto (6:11–13)
6:11 Y ahora el apóstol prorrumpe en un apasionado llamamiento a los corintios para
que le abran sus corazones. Había abierto su boca de manera franca y sincera, hablándoles
del amor que les tenía. Por cuanto de la abundancia del corazón habla la boca, la boca
abierta de Pablo hablaba de un corazón ensanchado con afecto por esta gente. Este sentido
general del versículo queda indicado por las siguientes palabras: nuestro corazón se ha
ensanchado, es decir, está listo para recibirlos en amor.
Tal como dijo Tozer: «Pablo era un hombre pequeño con una vida interior inmensa;
este gran corazón estaba a menudo herido por la estrechez de sus discípulos. La
contemplación de sus almas encogidas le hacía sufrir en gran manera».
6:12 Cualquier freno en el afecto entre los corintios y Pablo no residía en él, sino en
ellos. Ellos podrían tenerle un amor limitado, de modo que no estaban seguros de si debían
recibirle o no, pero él no estaba en absoluto limitado en su amor para con ellos. La falta de
amor estaba en el lado de ellos, no en el de Pablo.
6:13 Si querían compensar su amor hacia ellos (él está hablando a los que eran sus hijos
en la fe), debían dejar que su afecto para con él fuese más ancho. Pablo tenía para con ellos
los sentimientos de un padre. Debían amarle como su padre en la fe. Sólo Dios podía
conseguir esto, pero debían permitirle que lo hiciese en sus vidas.
La traducción de Moffatt presenta bien la idea de los versículos 11 al 13:
Oh, corintios, no retengo nada de vosotros; mi corazón está abierto de par en par para
vosotros. ¿Frenos? Están en vosotros, no en mí. ¡Buen negocio, como dicen los niños!
Abridme vuestro corazón.
L. El llamamiento de Pablo a la separación escrituraria (6:14–7:1)
6:14 La relación entre los versículos 13 y 14 es esta: Pablo les ha pedido a los santos
que sean abiertos en su afecto para con él. Ahora les explica que una forma de hacer esto es
separarse de toda clase de pecado e injusticia. Es indudable que está pensando en parte de
los falsos maestros que habían invadido la asamblea en Corinto.
La mención del yugo desigual es una reminiscencia de Deuteronomio 22:10: «No ararás
con buey y con asno juntos». El buey era un animal limpio y el asno impuro, y su paso y
tirón son desiguales. Como contraste, cuando los creyentes son enyugados con el Señor
Jesús, descubren que Su yugo es fácil, y que Su carga es ligera (Mt. 11:29, 30).
Esta sección de 2 Corintios es uno de los pasajes clave en toda la palabra de Dios acerca
de la cuestión de la separación. Es una clara instrucción de que el creyente debe separarse
de incrédulos, de la iniquidad, de las tinieblas, de Belial, de los ídolos.
Desde luego, se refiere a la relación matrimonial. Una persona cristiana no debería
contraer matrimonio con una persona inconversa. Sin embargo, cuando una persona
creyente está ya casada con una persona no creyente, este pasaje no justifica la separación
ni el divorcio. La voluntad de Dios, en tal caso, es que se mantenga la relación matrimonial
con vistas a la posible salvación de la parte inconversa (1 Co. 7:12–16).
Además de lo anterior, también es de aplicación a los negocios. Un cristiano no debería
participar como socio con alguien que no conoce al Señor. Se aplica de forma clara a las
sociedades secretas o a las fraternidades: ¿Cómo puede alguien que es fiel a Cristo andar de
manera consecuente en asociación allí donde el nombre del Señor Jesús no es bien acogido?
Su aplicación a la vida social sería como sigue: Un cristiano debería mantener contacto con
los inconversos en un esfuerzo por ganarlos a Cristo, pero nunca debería participar de sus
placeres pecaminosos ni en ninguna de sus actividades en el sentido de que los pueda llevar
a hacer pensar que no es diferente de ellos. Luego, esta sección sería de aplicación también
a cuestiones religiosas: Un fiel seguidor de Cristo no querrá ser miembro de una iglesia
donde a sabiendas se admiten incrédulos como miembros.
Los versículos 14 hasta el 16 abarcan todas las importantes relaciones de la vida:
Justicia e injusticia describen toda la esfera de conducta moral.
Luz y tinieblas tienen que ver con el conocimiento de las cosas de Dios.
Cristo y Belial tienen que ver con el ámbito de la autoridad, en otras palabras, la
persona o cosa a quien uno reconoce como amo en su vida.
Creyente e incrédulo tienen que ver con el ámbito de la fe.
El santuario de Dios y los ídolos comprenden toda la cuestión del culto.
La justicia y la injusticia no pueden tener comunión: son opuestos morales. Tampoco
puede la luz tener comunión… con las tinieblas. Cuando la luz entra en una estancia, las
tinieblas se desvanecen. Ambas no pueden existir juntas a la vez.
6:15 El nombre Belial significa «indignidad» o «maldad». Aquí tenemos un nombre del
Malo. ¿Puede jamás haber paz entre Cristo y Satanás? ¡Claro que no! Tampoco puede
haber comunión entre un creyente y un incrédulo. Intentarlo es cometer traición contra el
Señor.
6:16 Los ídolos no tienen nada que ver con el santuario de Dios. Siendo así, ¿cómo
pueden los creyentes mantener contacto con ídolos, cuando son ellos el santuario del Dios
viviente? Naturalmente, aquí ídolos se refiere no sólo a imágenes talladas, sino a todo
aquello que se interponga entre el alma y Cristo. Podría ser el dinero, el placer, la fama, o
las cosas materiales.
El apóstol encuentra abundantes pruebas de que somos el templo del Dios viviente en
pasajes como Éxodo 29:45, Levítico 26:12 y Ezequiel 37:27. Dice Denney:
[Pablo] espera que los cristianos sean tan fervorosos como los judíos en mantener
inviolada la santidad de la casa de Dios; y ahora nos dice que esta casa somos nosotros;
somos nosotros mismos los que hemos de mantenernos sin mancha del mundo.
6:17 Siendo esto así, Pablo hace un desafiante llamamiento a salir. Cita Isaías 52:11.
Aquí tenemos las llanas instrucciones de Dios a Su pueblo acerca de la separación del mal.
Los cristianos no deben quedarse en medio de él, como parte de él, a fin de remediarlo. El
programa de Dios es salir. En este versículo, lo inmundo es primariamente el mundo
pagano, sin duda, pero se aplica también a toda forma de mal, sea comercial, social o
religioso.
Este versículo no debería emplearse para enseñar separación de otros creyentes. Los
cristianos son exhortados a «mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz».
6:18 A menudo es muy difícil para los cristianos cortar lazos que han existido durante
años para ser obedientes a la palabra de Dios. Parece que Dios prevé esta dificultad en el
versículo 18. En el versículo 17 ya había dicho: «Yo os acogeré», y ahora añade: «Y seré
para vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor
Todopoderoso».
La recompensa por mantenerse con Cristo fuera del campamento del mal es conocer la
comunión con el Padre de una manera nueva y más entrañable. Esto no significa que
vengamos a ser hijos e hijas por la obediencia a Su palabra, sino que somos
manifiestamente Sus hijos e hijas cuando nos conducimos de esta forma, y
experimentaremos los gozos y deleites de esta condición de hijos de una manera que nunca
antes habíamos podido.
«La bienaventuranza de la verdadera separación no es otra cosa que la gloriosa
compañía del mismo gran Dios» (Seleccionado).
El problema se suele dar de manera frecuente y en todos lugares entre los cristianos
evangélicos pertenecientes a iglesias liberales y neo-ortodoxas. Preguntan una y otra vez:
«¿Qué debo hacer?». La respuesta de Dios está aquí. Deberían dejar aquel círculo de
comunión en el que Jesús no es honrado y exaltado como Hijo bienamado de Dios y
Salvador del mundo. Podrán hacer más por Dios fuera de tal círculo de comunión que lo
que jamás conseguirán dentro de él.
7:1 Este versículo está íntimamente ligado con lo que le precede. No comienza un
nuevo párrafo, sino que da fin al párrafo que comenzó con 6:14.
Las promesas a las que se hace referencia en este versículo son las citadas en los
versículos 17 y 18 del capítulo anterior. «Yo os acogeré… seré para vosotros por Padre…
me seréis por hijos e hijas.» A la vista de estas maravillosas promesas de Dios, deberíamos
limpiarnos de toda contaminación de carne y de espíritu. La contaminación de la carne
incluye toda forma de impureza física, mientras que la contaminación del espíritu abarca la
vida interior, los motivos y los pensamientos.
Pero Dios no sólo da el aspecto negativo, sino que también tenemos el positivo.
Perfeccionando la santidad en el temor de Dios. No sólo se nos dice que echemos a un
lado aquello que contamina, sino que debemos ir más y más amoldándonos al Señor
Jesucristo en nuestras vidas diarias. Este versículo no sugiere que sea jamás posible llegar a
ser perfectamente santos mientras estamos aquí en la tierra. La santificación práctica es un
proceso que prosigue a todo lo largo de nuestra vida. Vamos creciendo en la semejanza al
Señor Jesucristo hasta aquel día que le veremos cara a cara, y entonces seremos como Él
por toda la eternidad. Es al tener un temor reverente o maravilla ante Dios que tenemos un
deseo en nuestros corazones de llegar a ser santos. Que aprendamos a decir, con el piadoso
McCheyne: «Señor, hazme tan santo como sea posible para alguien a este lado del cielo».
M. El gozo de Pablo ante las buenas noticias de Corinto (7:2–16)
7:2 Admitidnos, o, Recibidnos en vuestro corazón (V.M., cf. BAS). No había razón
alguna por la que los corintios no pudiesen hacerlo, prosigue Pablo, porque a nadie había
agraviado, ni a nadie había corrompido, ni a nadie había explotado. Dijesen lo que
dijesen sus críticos, el Apóstol Pablo no había dañado a nadie, ni se había aprovechado de
nadie en lo económico.
7:3 Nada de lo que ha dicho o está diciendo Pablo tiene por objeto condenar a los
corintios en modo alguno. Les había asegurado una y otra vez que su profundo afecto por
ellos proseguiría en la vida y en la muerte.
7:4 Por cuanto se sentía tan íntimamente ligado a los santos en Corinto, el apóstol se
sentía con libertad de usar de mucha franqueza al dirigirse directamente a ellos. Pero si
era grande su franqueza con ellos, también lo era su gloriarse de ellos ante los demás. Así
que ellos no debían malinterpretar su manera directa de hablar como una indicación de falta
de amor; al contrario, debían darse cuenta de que estaba verdaderamente orgulloso de ellos
y que hablaba muy bien de ellos allá donde iba. Probablemente el aspecto particular de su
vida cristiana que suscitaba un sincero elogio de Pablo era su bien dispuesta actitud en
relación con la colecta para los santos pobres en Jerusalén. El apóstol pasará a tratar
directamente esta cuestión, pero ahora sólo hace una alusión de pasada a ello.
Lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.
Estas expresiones se explican en los versículos que siguen. ¿Por qué sentía Pablo tanto
gozo en medio de todas sus tribulaciones? La respuesta es que Tito le había traído buenas
nuevas acerca de los corintios, y que para él esto resultó ser una fuente de inmenso ánimo y
aliento.
7:5 Hemos citado ya cómo Pablo partió de Éfeso y se dirigió a Tróade en busca de Tito.
Al no encontrarlo allí, pasó a Macedonia. Ahora explica que ni su llegada a Macedonia le
dio el reposo que buscaba. Seguía agitado, atribulado, perseguido. De fuera, el enemigo
martilleaba sin misericordia, mientras que de dentro había aquellos temores y ansiedades
—todo ello, sin duda, conectado con el hecho de que no había aún conseguido encontrar a
Tito.
7:6 Entonces intervino Dios y consoló a Pablo con la visita de Tito. Fue en este
momento en que el apóstol experimentó la verdad de Proverbios 27:17: «Hierro con hierro
se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo». Imaginemos el gozoso encuentro de
estos dos devotos siervos de Cristo. ¡Las preguntas de Pablo amontonándose y Tito
tratando de responder a ellas tan rápido como podía! (Véase también Pr. 25:25).
7:7 Pero no sólo fue por la gozosa reunión con su amigo que estaba Pablo tal gozoso;
más bien fue por saber cómo Tito había recibido consolación con la respuesta de los
corintios a la carta de Pablo.
Eran buenas las noticias de que los corintios anhelaban ver al Apóstol Pablo. Esto era a
pesar de los decididos esfuerzos de los falsos maestros por enfriar el afecto de los santos
por Pablo. No sólo tenían anhelo por verle, sino que evidenciaban un verdadero pesar. Este
pesar podría deberse a la actitud negligente que habían adoptado al tolerar el pecado en la
asamblea, o puede que se debiese a la angustia y ansiedad que habían ocasionado al
apóstol. Además de este pesar, Tito informó de su verdadera consideración para con Pablo
y su anhelo por complacerle.
Así, el regocijo del apóstol no era solamente por la llegada de Tito, sino por estas
evidencias de que los corintios habían sido obedientes a las instrucciones de Pablo y que
seguían sintiendo un verdadero afecto por él.
7:8 Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces me pesó;
porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó.
La carta a que se refiere Pablo puede ser la que conocemos como 1 Corintios, o puede
que sea una segunda carta, que no haya llegado a nosotros, y en la que confrontara a los
santos con una cierta severidad.
Con respecto al pesar de Pablo acerca de haber escrito la carta, se debería aclarar este
punto. Suponiendo que la referencia es a 1 Corintios, no afecta en absoluto a la cuestión de
la inspiración. Lo que el apóstol escribió son los mandamientos mismos del Señor; pero
Pablo era con todo un hombre, susceptible a los desalientos y ansiedades de los otros
hombres. Williams comenta:
La distinción entre el escritor y la inspiración aparece en el versículo 8. Él sabía que su
primera carta estaba inspirada. Sus palabras eran «los mandamientos del Señor», pero como
el hombre débil, ansioso y afectuoso que era, temía por si el efecto de las comunicaciones
pudiese ser el de enajenarle los afectos de los corintios y causarles pesar. Este es un
interesante ejemplo de la diferencia entre la individualidad del Profeta y el mensaje del
Espíritu Santo que le ha sido dado.
Recapitulando: lo que Pablo está diciendo es lo siguiente: Cuando los corintios leyeron
su carta al principio, les fue como una reprensión, y se sintieron pesarosos. Después de
haberles enviado la carta, el apóstol previó la reacción de ellos y se entristeció. Observemos
que no era consciente de haber cometido mal alguno. Más bien, se entristeció que al llevar a
cabo esta obra para el Señor, fuese necesario que otros fuesen a veces entristecidos
temporalmente a fin de que se pudiesen obrar los propósitos de Dios en sus vidas.
En la última parte del versículo 8, Pablo destaca que aunque habían sido contristados
por la carta, que ello era sólo por algún tiempo. El primer efecto de la carta fue apenarlos,
pero este pesar no persistió.
Todo el proceso que el apóstol describe aquí puede asemejarse a la acción de un
cirujano. Para poder quitar un órgano peligrosamente infectado del cuerpo humano, le es
necesario cortar muy hondo en la carne. No se regocija por causar este dolor al paciente,
aunque sabe que se tiene que hacer para que el paciente recobre la salud. Y de manera
especial si el paciente es un buen amigo, el cirujano es bien consciente del sufrimiento
necesario. Pero es también sabedor que este sufrimiento es sólo temporal, y está dispuesto a
que sea así para que el resultado final sea favorable.
7:9 Pablo se gozaba no porque los corintios hubiesen sido contristados, sino porque
su pesar temporal los había llevado al arrepentimiento. En otras palabras: su pesar los
llevó a una manera diferente de ver las cosas, lo que resultó en un cambio de vida. El
arrepentimiento, dice Hodge, «no es meramente un cambio de propósito, sino que incluye
un cambio de corazón que lleva a apartarse del pecado con dolor y con odio contra este
pecado, para allegarse a Dios».
El dolor de los corintios era según la voluntad de Dios; era la clase de dolor que Dios
gusta de ver. Debido a que su dolor y su arrepentimiento fueron de una naturaleza genuina,
según Dios, no sufrieron malos efectos permanentes por la reprensión que les había sido
administrada por el Apóstol Pablo.
7:10 Este versículo contrasta la tristeza según Dios y la tristeza del mundo. Tristeza
según Dios denota aquel pesar que entra en la vida de alguien tras haber cometido un
pecado y que le lleva al arrepentimiento. Se da cuenta de que Dios le está hablando, y se
pone del lado de Dios contra sí mismo y contra su pecado.
Cuando Pablo dice que la tristeza según Dios produce un arrepentimiento para
salvación no está necesariamente pensando en la salvación del alma (aunque este podría ser
también el caso). A fin de cuentas, los corintios eran ya salvos. Pero aquí se emplea el
término salvación para describir la liberación de todo tipo de pecado, servidumbre o
aflicción en la vida de alguien.
Hay la cuestión de si la expresión de que no hay que tener pesar se refiere al
arrepentimiento o a la salvación. Por cuanto es igualmente cierto que nadie jamás lamenta
el arrepentimiento ni la salvación, podemos dejar esta cuestión sin resolver.
La tristeza del mundo no es verdadero arrepentimiento, sino mero remordimiento.
Produce amargura, dureza, desesperanza y, al final, muerte. Eso queda ilustrado con la
vida de Judas. Él no sintió pesar por las consecuencias de su pecado sobre el Señor Jesús,
sino sólo remordimientos por la terrible cosecha que había recogido para sí mismo por tal
pecado.
7:11 El apóstol apunta a la experiencia de los corintios como un ejemplo de lo que
había dicho en la primera parte del versículo 10. Esto mismo que les había dicho acerca de
la tristeza según Dios se manifestaba en sus vidas. Hoy podríamos decirlo así: «Como
evidencia de este mismo hecho de que fuisteis contristados según Dios». Luego pasa a
enunciar varios resultados de su dolor según Dios.
Primero, produjo en ellos diligencia, o cuidado solícito. Si este pasaje hace referencia al
caso de disciplina descrito en la primera epístola, entonces esta expresión significa que
aunque al principio habían sido indiferentes, después quedaron enormemente preocupados
por todo aquel asunto.
En segundo lugar, dice, qué disculpas [produjo en vosotros]. Esto no significa que
tratasen de justificarse o disculparse, sino que al tomar una resuelta acción trataron de
limpiarse de cualquier culpa adicional o complicidad en aquella cuestión. Su cambio de
actitud condujo a este cambio en su rumbo.
Qué indignación puede referirse a su actitud para con el pecador debido a la deshonra
que había hecho recaer sobre el nombre de Cristo. Pero lo más probable es que se refiera a
la actitud de ellos para consigo mismos por haber llegado a permitir que tal cosa continuase
durante tanto tiempo sin emprender acción acerca de ello.
Qué temor se refiere indudablemente a que actuaron en el temor del Señor, pero
también puede incluir el pensamiento de que temiesen una visita del apóstol, si tenía que
venir con una vara.
Qué ardiente afecto significa literalmente, «¡Qué anhelo!». La mayoría de los
comentaristas están de acuerdo en que esto se refiere a un verdadero deseo que había sido
suscitado en sus almas de que Pablo les visitase. Sin embargo, podría también significar un
intenso deseo de enderezar la situación y corregir el mal.
Qué celo ha sido variamente explicado como significando celo por la gloria de Dios,
por la restauración del pecador, por su propia purificación de contaminación en el asunto, o
por ponerse del lado del apóstol.
Qué vindicación significa «qué castigo o qué venganza». El pensamiento es
simplemente que emprendieron una acción correctiva sobre el culpable en la asamblea.
Estaban decididos a castigar el pecado.
Pablo añade a continuación: En todo os habéis mostrado inocentes en el asunto.
Naturalmente, no debemos entender por esto que nunca habían tenido culpa alguna, sino
sencillamente que habían hecho todo lo que estaba en su mano para tomar la acción
apropiada y actuar como debieran haberlo hecho al principio.
7:12 En este versículo tenemos cuatro problemas principales. Primero, ¿a qué carta se
refiere Pablo en su expresión Os escribí? Segundo, ¿quién es el hombre que cometió el
agravio? Tercero, ¿quién es el que lo padeció? Finalmente, ¿cómo se debería traducir la
última parte del versículo, nuestra solicitud que tenemos por vosotros, o «vuestra
solicitud por nosotros»?
La carta podría ser la que conocemos como 1 Corintios, o podría ser otra carta posterior
que no ha llegado hasta nosotros. El malhechor podría ser el incestuoso de 1 Corintios 5 o
algún otro rebelde en la iglesia. Si Pablo está refiriéndose al incestuoso, entonces el que
había recibido el daño era el propio padre del hombre. Si el culpable era otra persona,
entonces el agraviado sería el mismo Pablo, o alguna persona no identificada.
En las distintas revisiones de la traducción Reina-Valera la última parte del versículo se
da así: que se os hiciese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante
de Dios. Pero la mayoría de las versiones modernas son similares a la BAS: «Para que
vuestra solicitud por nosotros se manifestara a vosotros delante de Dios».
7:13 A causa de que su carta había surtido los efectos deseados, Pablo había sido
consolado. Los corintios se habían arrepentido y se habían puesto de su lado. Además, le
alentaba el entusiasmo que Tito manifestaba acerca de los santos: tenía gozo y su espíritu
se había tranquilizado al haber estado en contacto con ellos.
7:14 Aparentemente, antes que el apóstol enviase a Tito a Corinto, le había hablado
muy bien de los creyentes allí. Ahora les dice que aquello en lo que se había gloriado no
había resultado falso. Todo lo que había dicho acerca de los corintios había sido verificado
en la experiencia de Tito en medio de ellos. Así como todo lo que el apóstol había dicho a
los corintios era cierto, también su gloriarse ante Tito había resultado verdad.
7:15 Evidentemente, Tito no sabía qué acogida tendría al llegar al sur de Grecia. Quizá
había previsto lo peor. Pero cuando llegó, los corintios le dieron una cordial bienvenida, y
no sólo eso, sino que se ganaron tanto más su afecto al mostrarse obedientes a las
instrucciones que llevó del Apóstol Pablo. Cuando el apóstol dice que recibieron a Tito con
temor y temblor, no significa un terror abyecto ni un temor de cobardía, sino con un
sentido de reverencia ante el Señor acerca de aquel asunto y con un escrupuloso deseo de
agradarle.
7:16 Cuando Pablo dice que en todo tenía confianza en los santos, no debemos tomar
sus palabras más allá de lo que él quería. Desde luego no significaba que considerase que
los corintios estuviesen más allá de la posibilidad de pecado o de fracaso. Significan más
bien que la confianza que había depositado en ellos, y de la que se había gloriado ante Tito,
no había sido en vano. Se habían demostrado dignos de su confianza. Ello indudablemente
incluye la idea de que por cuanto habían mostrado una actitud apropiada acerca de la
cuestión tratada en la Primera Epístola, se siente justificado en tener una plena confianza
en ellos.
Este versículo completa la primera sección de 2 Corintios, la cual, como hemos visto,
da una descripción del ministerio del apóstol y constituye un decidido esfuerzo por parte de
Pablo de fortalecer los vínculos que existían entre los corintios y él mismo. Los dos
siguientes capítulos tratan de «la gracia de dar».
II. LA EXHORTACIÓN DE PABLO A FINALIZAR LA
COLECTA PARA LOS SANTOS DE JERUSALÉN (Caps. 8, 9)
A. Buenos ejemplos de dádivas generosas (8:1–9)
8:1 Pablo quería que los creyentes supiesen la manera tan insólita en que la gracia de
Dios se había manifestado entre los cristianos en las iglesias de Macedonia (norte de
Grecia). Filipos y Tesalónica eran dos de las ciudades donde se habían plantado iglesias.
La manera particular con que estos macedonios mostraban que habían recibido la
gracia de Dios era por su generosidad.
8:2 Estos cristianos habían estado pasando por una gran prueba de tribulación. Por lo
general, las personas así puestas a prueba habrían tratado de ahorrar su dinero para proveer
a su futuro. Y sobre todo si no eran muy prósperos, como sucedía con los macedonios. No
tenían mucho dinero. Pero su gozo cristiano rebosaba tanto que cuando se presentó la
necesidad de los santos en Jerusalén, invirtieron toda conducta ordinaria y dieron del modo
más generoso. Pudieron combinar tribulación, gozo, pobreza y generosidad.
8:3 Había también otros rasgos singulares en su generosidad. Su dádiva no sólo alcanzó
a sus posibilidades sino que fueron más allá de sus posibilidades. Además, lo hicieron
espontáneamente, es decir, no tuvieron que ser apremiados, convencidos ni constreñidos.
8:4 Tan deseosos se mostraron acerca de esta cuestión que rogaron a Pablo tener el
privilegio de compartir en el alivio de las necesidades de los santos en Jerusalén. Quizá el
apóstol vacilaba acerca de aceptar su bondad, sabiendo cuán pobres eran ellos mismos.
Pero ellos no estuvieron dispuestos a aceptar un «no» como respuesta. Querían que se les
permitiese dar.
8:5 Probablemente Pablo había sólo anticipado o esperado que actuarían como la
mayor parte de los demás mortales: dan a regañadientes al principio, y luego aumentan la
cantidad del don según se les aplican más presiones. ¡Pero no fue este el caso de los
macedonios! Estos amados cristianos dieron primero el mayor don: se dieron a sí mismos.
Luego fue cosa fácil para ellos dar su dinero. Cuando Pablo dice que se dieron a sí mismos
primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios, está diciendo
sencillamente que primero hubo una total entrega de las vidas de ellos a Cristo, y que luego
se dieron a Pablo en el sentido de que querían ayudar en la colecta para Jerusalén. Le
vinieron a decir a Pablo: «Nos hemos dado a nosotros mismos al Señor, y ahora nos damos
a ti como administrador de Él. Nos dices qué hacer, porque tú eres un apóstol de Cristo,
nuestro Señor».
«Las contribuciones para la obra del Señor —dice G. Campbell Morgan— son sólo
valiosas en tanto que dones de aquellos que se dan a sí mismos a Dios.»
8:6 El apóstol se sentía tan emocionado por el ejemplo de los macedonios que ahora
quería que los corintios lo imitasen. De modo que dice que había exhortado a Tito para que
acabase la obra que había comenzado en Corinto. En otras palabras, cuando Tito había
visitado a los corintios por primera vez, había tratado de este tema de la colecta con ellos.
Ahora, cuando volviese, tenía instrucciones de cuidarse de que las buenas intenciones se
tradujesen en acción.
8:7 Por cuanto los corintios eran tan destacados en muchas formas (y ciertamente lo
eran), Pablo quiere ahora que sobresalgan en la cuestión de dar. Les da crédito por abundar
en fe, en palabra, en conocimiento, en toda diligencia, y en su amor para con él. En la
Primera Epístola, Pablo los había encomiado por su conocimiento y palabra. Aquí añade
otras virtudes, indudablemente como resultado de la visita de Tito.
La expresión en fe puede que describa una intensa fe en Dios, el don de la fe, o la
fidelidad en sus tratos con sus semejantes.
En palabra se refiere indudablemente a su pericia en el uso de las lenguas, tema este
que había ocupado un considerable espacio en la Primera Epístola.
En conocimiento puede referirse a su don carismático, o a la magnitud de su
comprensión de las verdades divinas.
En toda diligencia describe su celo y fervor en las cosas de Dios.
Finalmente, su amor para con Pablo es mencionado como digno de alabanza. Ahora
Pablo querría añadir otra expresión a la lista: «en toda generosidad».
Denney advierte acerca de
… aquel hombre que abunda en interés espiritual, que es ferviente, lleno de oración,
afectuoso, capaz de hablar en la iglesia, pero incapaz de separarse de su dinero.
8:8 Pablo no está mandando esto de una forma dura, legalista. Más bien, querría poner a
prueba la autenticidad de su amor, especialmente a la luz de la buena disposición o fervor
de los cristianos de Macedonia a este respecto. Cuando Pablo dice que no dice esto como
un precepto, no quiere decir con ello que no está inspirado. Sencillamente, dice que dar
debería proceder de un corazón bien dispuesto, porque «Dios ama al dador alegre».
8:9 Es en este punto que el Apóstol Pablo introduce uno de los más magnos versículos
en esta magna carta. Contra un fondo de las mezquinas circunstancias de la vida en
Macedonia y Corinto, pinta un atractivo retrato de la más generosa Persona que jamás haya
existido.
La palabra gracia se emplea en una variedad de formas en el NT, pero aquí el
significado es, sin confusión posible, el de la generosidad. ¿Cuán generoso era el Señor
Jesús? Era tan generoso que dio todo lo que poseía por nuestra causa, para que nosotros
fuésemos eternamente enriquecidos con su pobreza.
Moorehead comenta:
Él era rico en posesiones, poder, homenaje, comunión, felicidad. Se hizo de pobre
condición, en Sus circunstancias, en Sus relaciones con los hombres. A nosotros se nos
apremia dar algo de dinero, vestido, alimento. Él se dio a Sí mismo.
Este versículo nos enseña la preexistencia de Cristo. ¿Cuándo fue Él rico? ¡Desde luego
no cuando vino al mundo como el Bebé de Belén! Y desde luego no durante Sus treinta y
tres años de peregrinación como «extraño sin hogar en el mundo que Sus manos habían
hecho». Él era rico en toda la eternidad pasada, morando con el Padre en los atrios
celestiales. Pero se hizo pobre. Se refiere no sólo a Belén, sino también a Nazaret,
Getsemaní, Gabata y Gólgota. Todo eso fue por causa nuestra, para que fuésemos
enriquecidos con su pobreza.
Si esto es cierto, y desde luego lo es, debería en tal caso ser nuestro mayor gozo dar al
Señor todo lo que somos y tenemos. Ningún argumento podría ser más enérgico que éste en
medio del discurso de Pablo acerca del dar cristiano.
B. Buen consejo para finalizar la colecta (8:10–11)
8:10 Ahora el apóstol vuelve a los mismos corintios. Ellos habían pensado en hacer una
colecta para los santos pobres antes que los macedonios decidiesen participar. Los corintios
habían realmente comenzado a hacerlo antes que los macedonios comenzasen su fondo de
ayuda. Para ser consecuentes, deberían terminar lo que habían comenzado el año anterior.
Y eso les convenía, porque demostraría su sinceridad y coherencia.
8:11 Fuese cual fuese la razón de su retardo, Pablo les dice que deberían dejarla a un
lado y acabar de hacer lo que habían comenzado con la misma buena disposición. Debían
hacerlo conforme a la capacidad que tenían entonces y no según les gustaría hacerlo en el
futuro si sus riquezas aumentaban.
C. Tres buenos principios de donación generosa (8:12–15)
8:12 Parece que los corintios se habían retrasado en hacer una colecta para los santos
necesitados en Jerusalén esperando que podrían enviar más en una fecha posterior. Pero
aquí se les recuerda que no se trata en absoluto de cuánto envían. Si hay un verdadero deseo
en el corazón de tener comunión en esta buena cuestión, entonces Dios acepta su don, por
pequeño que sea. Lo que cuenta es la actitud del corazón.
8:13 El propósito de Pablo no es poner a los corintios en problemas económicos. Su
pensamiento no es que haya holgura para la iglesia de Jerusalén y que la iglesia en Corinto
tenga estrechez o sea empobrecida.
8:14 Este versículo describe el programa de Dios para el alivio de las necesidades en la
iglesia del Señor Jesucristo. El propósito del Señor es que siempre que exista una necesidad
en un área entre cristianos, que haya un flujo de fondos de otras áreas de aquel lugar
necesitado. Este constante ir y venir de fondos resultaría en una igualdad entre las iglesias
a nivel mundial.
Así, en la época en que Pablo estaba escribiendo, habría un fluir de fondos desde
Corinto, Macedonia y otros lugares a Jerusalén. Pero quizá en el futuro los santos en
Jerusalén estarían en buenas circunstancias, mientras que podría haber una clara necesidad
en Corinto. En tal caso, el flujo de fondos se invertiría. Eso es lo que Pablo significa en este
versículo. Ahora la necesidad aparecía en Jerusalén, pero en alguna ocasión futura sería en
Corinto, y en este caso otros los ayudarían.
8:15 Este principio de igualdad se enfatiza mediante una cita de Éxodo 16:18. Cuando
los hijos de Israel salieron a recoger maná, algunos pudieron recoger más que otros. Pero
no importaba. Cuando el maná era distribuido, cada hombre recibía la misma cantidad —un
homer, o alrededor de dos litros y medio—. De modo que el que recogió mucho, no
sobreabundó, y el que poco, no escaseó. Si alguien trataba de acumular maná, ¡criaba
gusanos!
Esta igualación no fue por milagros ni magia. Tuvo lugar porque los que tenían en
exceso compartían con los que no tenían suficiente. Hodge observa lo siguiente:
Esta lección… que se enseña en Éxodo y por parte de Pablo es que entre el pueblo de
Dios la sobreabundancia de uno debería ser empleada para aliviar las necesidades de otros,
y que cualquier intento por contrarrestar esta ley tendría como resultado vergüenza y
pérdida. La propiedad es como el maná; no tendrá buenos resultados acumularla.
En la misma línea tenemos esta selección de fuente desconocida:
Dios tiene la intención de que cada hombre tenga una parte de las cosas buenas de la
vida. Pero algunos recogen más, y otros menos. Los que tienen más deberían compartir con
los que tienen menos. Dios permite la desigual distribución de la propiedad, pero no para
que los ricos la gocen egoístamente, sino para que la compartan con los pobres.
D. Tres buenos hermanos para preparar la colecta (8:16–24)
8:16 En los dos siguientes versículos Tito es encomiado por la excelente actitud que
muestra en este asunto. Primero, se expresa gratitud a Dios por haber puesto en el corazón
de Tito la misma diligencia por los corintios. Pablo había encontrado un espíritu hermano
en su colaborador. Tito compartía con Pablo la misma carga que el apóstol tenía por los
corintios.
8:17 Pablo había exhortado a Tito que fuese a Corinto con esta Carta, pero la
exhortación resultó innecesaria. Tito había puesto en ello su propia voluntad.
La cláusula partió… para ir a vosotros probablemente significa «va a ir a vosotros».
Esto ilustra el tiempo aoristo epistolar, que contempla la acción no desde el momento en
que Pablo escribe la Carta, sino desde el momento en que los corintios la leen. Es indudable
que fue Tito quien llevó esta Carta a Corinto. No partió para Corinto hasta que Pablo hubo
concluido la Carta.
8:18 Los versículos 18 al 22 describen a otros dos hermanos cristianos que iban a
acompañar a Tito en su misión. El primero es descrito en los versículos 18 a 21, y el
segundo en el versículo 22. No se da el nombre de ninguno de los dos.
Esta sección de las Escrituras es de gran valor para mostrar las precauciones que tomó
el Apóstol Pablo en el manejo de los fondos, para que no hubiese base para acusarle de un
mal uso del dinero.
El primer hermano al que se hace referencia era uno cuya alabanza… se oía por
todas las iglesias por su obra en el evangelio. Hay gran diferencia de opinión acerca de
quién es el designado. Algunos dicen que Lucas, otros que Silas, y otros que Trófimo. Pero
quizá al tratar de suponer estamos perdiendo de vista todo el espíritu del pasaje. ¿Acaso no
es intencional que no se da el nombre? El verdadero discipulado frecuentemente involucra
la oscuridad. Así fue con la pequeña criada que fue tan útil para la vida del leproso
Naamán. Así fue con el muchachito que puso su almuerzo a disposición del Señor Jesús.
8:19 Este hermano innominado fue también designado por las iglesias para hacer el
viaje preciso para acompañar esta colecta. En otras palabras, fue designado para ser uno de
los mensajeros que llevasen esta contribución libremente dada. El apóstol se consideraba y
consideraba a los demás como administradores de esta obra de gracia. Lo hacía para gloria
del Señor mismo. Y ellos querían que exhibiese su buena disposición y celo por servir a
los santos pobres en Jerusalén.
8:20 El apóstol era demasiado prudente para manejar este dinero en solitario, ni para
encomendarlo a ninguna otra persona sola. Insistió en que fuese manejado por un grupo de
dos o tres o más. Es lo que quiere decir aquí en el versículo 20. Para evitar cualquier
posibilidad de calumnia o escándalo, aseguró que la gestión de esta ofrenda abundante se
hiciese de tal forma que no pudiese haber ningún tipo de maledicencia.
8:21 Procurando hacer las cosas honorablemente, asegurando que todo se hace de
una manera irreprochable. Pablo se sentía ansioso de que sus acciones fuesen honradas no
sólo delante del Señor, sino que también fuesen irreprochables delante de los hombres.
Morgan observa: «Es responsabilidad de la comunidad cristiana llevar a cabo sus
actividades de tal forma que los hombres del mundo no tengan causa de sospechar nada
contrario a la honradez en sus asuntos».
Se puede mencionar de pasada que este versículo es casi idéntico que Proverbios 3:3, 4
en la Septuaginta.
8:22 Aquí tenemos otro innominado hermano al que Pablo había designado para
ayudar en este importante asunto. Había demostrado diligencia en muchas cuestiones, y
ahora mostraba especial diligencia con respecto a esta gestión, por la mucha confianza
que tenía en los corintios.
8:23 Por ello, Pablo dice que en caso que alguien inquiera respecto a estos tres
hombres (cf. V.M.), los corintios podrían decirles que Tito era compañero y colaborador
de Pablo para con los corintios, y que los otros dos hermanos, eran mensajeros de las
iglesias, y gloria de Cristo. La expresión gloria de Cristo es desde luego una exaltada
descripción de esos hombres. Es porque eran enviados de las iglesias que reciben este
nombre. Hacen que la obra del Señor resplandezca delante de los ojos de los hombres. Son
para crédito del Señor y reflejo de Su gloria.
8:24 Viendo todo esto, los corintios debían darles una buena recepción y justificar la
jactancia del apóstol respecto a ellos confiándoles el generoso don para los santos en
Jerusalén. Esto sería para las iglesias alrededor la prueba de su amor cristiano. Phillips
traduce este versículo: «¡Que ellos, y todas las iglesias, vean cuán sincero es vuestro amor,
justificando todas las cosas buenas que hemos dicho de vosotros!».
E. Llamamiento a los corintios para que hagan justicia a la jactancia de
Pablo de ellos (9:1–5)
9:1 A Pablo le era totalmente innecesario escribir a los corintios acerca de la cuestión
de enviar ayuda económica a los santos necesitados —pero de todos modos pasó a
hacerlo—. Quizá haya en este versículo una traza de ironía. En realidad, en algunos
respectos no le era necesario escribirles. Desde el principio habían mostrado buena
voluntad para participar en la colecta para Jerusalén. Por lo que respecta a la disposición,
merecían encomio. Pero, sencillamente, no habían llevado a cabo sus intenciones
originales. Por eso es que siente necesario extenderse sobre lo superfluo.
9:2 No había duda alguna acerca de su buena voluntad. Desde el momento en que se
inició aquella cuestión habían mostrado celo y fervor. De hecho, Pablo se había gloriado de
ellos ante los cristianos en Macedonia. Les había dicho que Acaya está preparada desde
el año pasado. Acaya, la región meridional de Grecia, se emplea aquí para designar a
Corinto, por cuanto Corinto estaba situada allí. Cuando los macedonios oyeron que los
cristianos en Corinto habían estado preparados durante un año, muchos de ellos (los
macedonios) fueron estimulados; se contagiaron de la actitud dadivosa cristiana y
decidieron darse a ello de todo corazón.
9:3 Cuando Pablo dice aquí que ha enviado a los hermanos, lo que realmente significa
es que los está enviando. El tiempo pasado lo contempla desde la perspectiva de los
lectores, no del escritor. Los hermanos son los tres mencionados en el capítulo anterior:
Tito y dos cristianos innominados. Eran enviados para que la jactancia de Pablo acerca de
los corintios no fuese en vano acerca de la colecta. La misión de los tres hermanos sería
asegurar que la colecta estuviese preparada para el tiempo que Pablo llegase allá.
9:4 Cuando el apóstol hiciese el viaje al sur desde Macedonia a Corinto, no era
improbable que le acompañasen algunos de los creyentes de Macedonia. ¡Qué apuro sería
para el Apóstol Pablo si, después de toda su jactancia acerca de los corintios, llevase
algunos de los macedonios y hallasen que los corintios no habían hecho en realidad nada
acerca del don para Jerusalén! En tal caso, la confianza de Pablo en los corintios quedaría
avergonzada, por no decir que los mismos corintios tendrían entonces verdaderas razones
para avergonzarse de su negligencia. La traducción de Phillips del presente versículo está
llena de colorido:
Entre nosotros, ¡no sería bueno si algunos de los macedonios nos van a acompañar en
mi visita a vosotros, y descubren que no estáis preparados para este acto de generosidad!
Quedaríamos terriblemente avergonzados, por no decir nada de vosotros mismos, sólo por
haber estado tan confiados y orgullosos de vosotros.
9:5 Por eso es que Pablo tuvo por necesario exhortar a esos hermanos que fuesen
primero a Corinto antes que él, y preparasen primero su ofrenda generosa por ellos
antes prometida para los santos de Jerusalén.
Para que esté lista como ofrenda generosa, y no como tacañería. No hay el
pensamiento de que estos fondos tuviesen que ser exprimidos de los santos, sino que debía
ser una manifestación de su generosidad, dada de propia voluntad.
F. Las buenas recompensas de la donación generosa (9:6–15)
9:6 En los versículos 6 a 15 el Apóstol Pablo relaciona algunos de los maravillosos
beneficios y recompensas del dar cristiano. Primero, establece la ley de la cosecha. Es un
hecho bien conocido en la agricultura que es necesaria una generosa siembra de semilla si
ha de haber una cosecha generosa. Quizá el granjero está listo para echar la semilla en el
campo. Sembrará con liberalidad, o tomará algo del grano para usarlo como alimento
durante los meses venideros? El pensamiento aquí es que si lo siembra generosamente,
también segará fuera de toda proporción a lo que siembra.
Deberíamos recordar esto con respecto a la agricultura —el granjero no siega la
cantidad exacta de grano que siembra, sino mucho más en proporción. Así es con el dar
cristiano: no es una cuestión de recibir de forma exacta lo que uno ha recibido, sino de
recibir de vuelta y fuera de toda proporción a la cantidad del don. Naturalmente, el
beneficio no es tanto económico como en bendiciones espirituales.
9:7 Cada uno debe dar como se propuso en su corazón. Será necesario que considere
lo que es necesario para sus necesidades inmediatas. Tendrá que pensar de las obligaciones
justas en que incurrirá en el curso de su vida normal. Pero luego, por encima de esto, ha de
pensar en las necesidades de sus hermanos en Cristo, y de las demandas de Cristo sobre él.
Al tener en cuenta todas estas consideraciones, no debería dar con tristeza, ni por
necesidad. Es posible dar y sin embargo no sentirse feliz con ello. También es posible que
se dé bajo una presión de llamamientos emocionales o de sentirse apurado ante los demás.
Ninguna de estas cosas servirá. Dios ama al dador alegre. A menudo se ha observado que
nuestra palabra hilaridad está relacionada con la palabra traducida alegre (hilarion).
¿Es que Dios realmente necesita nuestro dinero? No: suyo es el ganado sobre miles de
montes, y si necesitase algo, no nos lo diría a nosotros (Sal. 50:10–12). Pero la actitud de
nuestro corazón es lo que sí le importa. Le encanta ver a un cristiano tan lleno del gozo del
Señor que quiere compartir con otros lo que tiene.
Dios ama al dador alegre porque, como dice Jowett:
Dar con alegría nace del amor, y por ello es un amante que ama a un amante y que se
regocija en la comunión. Dar es el lenguaje del amor; ciertamente, no tiene otro lenguaje.
«¡De tal manera amó Dios al mundo, que dio!» El amor encuentra su misma vida en darse.
Su único orgullo de poseer es el gozo de rendirse. Si el amor tiene todas las cosas, sin
embargo no posee nada.
9:8 Aquí tenemos una promesa de que si alguien realmente quiere ser generoso, Dios se
cuidará de que reciba la oportunidad para ello. Aquí se emplea el término gracia como
sinónimo de recursos. Poderoso es Dios para suplirnos de recursos de modo que no sólo
tengamos todo lo suficiente nosotros mismos, sino para que podamos compartir con otros
lo que tenemos, y así abundar para toda buena obra.
Observemos la palabra todo en este versículo: Toda gracia, siempre (es decir, en todo
tiempo), todo lo suficiente, todas las cosas, toda buena obra.
9:9 Ahora el apóstol cita del Salmo 112:9. La expresión esparció se refiere al acto de
sembrar la semilla. Este versículo describe a un hombre que ha sido generoso en su siembra
de la semilla, o de manera más particular en sus acciones de bondad. La bondad específica
a la que está dedicado es dar a los pobres. ¿Es perdedor por tal acción? ¡No! Su justicia
permanece para siempre. Esto significa que si dispersamos bondades como un sembrador
esparce su semilla, estaremos acumulando tesoros en el cielo. Los resultados de nuestra
bondad permanecerán para siempre.
9:10 Prosigue aquí la ilustración del sembrador. El mismo Dios que suministra
semilla al que siembra, y pan al que come tiene cuidado de que aquellos que siembran
bondad a otros sieguen ciertas recompensas. Primero, multiplicará vuestra sementera.
Los corintios fueron justos al dar a los santos en Jerusalén. Como resultado de aquella
dádiva recibirían fruto por vía de la recompensa eterna. Al aumentar Dios su capacidad de
dar, e incrementar ellos su generosidad, las recompensas aumentarían de manera
correspondiente.
9:11 Desde luego, queda claro por esta sección que nadie se empobrece por dar al
Señor. Más bien, cada acto de bondad tiene una acción refleja, y la recompensa es dada
fuera de toda proporción con el don que se da. Así, Pablo dice aquí que los cristianos, con
sus dádivas, serían enriquecidos en todo para adicionales exhibiciones de gran
liberalidad. Al contemplar los apóstoles y ver a los corintios creciendo en la gracia de dar,
ellos (los apóstoles) darían gracias a Dios.
9:12 Cuando el don de los corintios fuese distribuido en Jerusalén, no solamente
supliría lo que faltaba a los santos allí, sino que también resultaría en muchas acciones de
gracias a Dios. Hemos observado, una y otra vez, el énfasis que Pablo le da a las acciones
de gracias. Todo aquello que tuviese como resultado que se expresase agradecimiento al
Señor tenía una gran importancia a los ojos de Pablo.
9:13 Hay aún otros beneficios que serían el resultado de la dádiva de los corintios. Sería
una prueba definitiva para los cristianos judíos que realmente había habido una obra de
Cristo en las vidas de estos convertidos gentiles. En el pasado, los cristianos judíos habían
abrigado dudas reales acerca de convertidos como los corintios. Quizá no los consideraban
como cristianos de pleno derecho. Pero esta bondad sería para ellos una gran prueba de la
realidad de la fe de los corintios, y glorificarían a Dios por lo que el evangelio de Cristo
había hecho en Acaya, así como por la sinceridad de la contribución que se había hecho en
favor de ellos.
9:14 ¡Y esto no es todo! Seguirían dos beneficios más. Debido al don de Corinto a
Jerusalén, los cristianos judíos tendrían desde entonces solicitud para orar por los santos en
Corinto, y habría intensos lazos de afecto. Los santos en Jerusalén tendrían anhelo por los
corintios debido a la sobreabundante gracia de Dios que éstos habían mostrado.
9:15 Al llegar a este punto, ¡Pablo simplemente prorrumpe en una exclamación! Este
versículo ha sido un enigma para muchos eruditos bíblicos. No pueden ver que está
estrechamente relacionado con lo que se acaba de exponer. Y se preguntan qué es lo que se
significa por su don inefable.
Pero a nosotros nos parece que al llegar el Apóstol Pablo al final de esta sección sobre
el dar cristiano, se ve forzado a pensar en el mayor Dador de todos —el mismo Dios—.
Piensa, también, en el más grande don de todos los tiempos: el Señor Jesucristo. Y por esto
quiere dejar a sus hermanos corintios con esta excelsa nota. Ellos son hijos de Dios y
seguidores de Cristo. ¡Que sigan entonces unos ejemplos tan dignos!
III. LA VINDICACIÓN DE PABLO DE SU APOSTOLADO
(Caps. 10–13)
Los últimos cuatro capítulos de esta Epístola son primordialmente la defensa que Pablo
hace de su apostolado. Las palabras del apóstol Pedro parecen especialmente apropiadas al
describir esta porción particular de los escritos de Pablo: «En las que hay algunas cosas
difícil de comprender». Pablo está evidentemente respondiendo a acusaciones que sus
detractores han presentado contra él, pero nos vemos obligados a llegar a nuestras
conclusiones acerca de cuáles eran las acusaciones estudiando el texto de las réplicas de
Pablo. A lo largo de esta sección, el apóstol emplea mucha ironía. ¡Lo difícil es saber
precisamente cuándo la usa!
Sin embargo, es una sección de la Palabra de Dios llena de compensaciones, y desde
luego seríamos mucho más pobres sin ella.
A. Réplica de Pablo a sus acusadores (10:1–12)
10:1 En los versículos 1–6 tenemos la respuesta del apóstol a los que le habían acusado
de actuar según los métodos de los hombres del mundo.
Primero, se introduce a sí mismo sencillamente como Yo mismo, Pablo. Segundo,
ruega a los santos en lugar de actuar de una forma dictatorial. Tercero, basa su llamamiento
en la mansedumbre y clemencia de Cristo. Naturalmente, está pensando en el camino del
Señor Jesús cuando estuvo en la tierra como Hombre. Esto, de pasada, es una de las pocas
referencias de Pablo a la vida del Salvador sobre la tierra. El apóstol se suele referir a Cristo
como el Ascendido y Glorificado a la diestra de Dios.
Con una adicional descripción de sí mismo, Pablo dice: Yo que estando presente
ciertamente soy tan poca cosa entre vosotros, mas ausente soy tan atrevido para con
vosotros. Esto es evidentemente dicho con ironía. Lo que sus críticos decían era que Pablo
era cobarde cuando estaba presente con la gente, pero que cuando estaba ausente era
atrevido como un león. Su atrevimiento, según ellos, se hacía evidente en la actitud
dominante que asumía en sus cartas.
10:2 Este versículo está vinculado con la primera parte del versículo 1. Allí Pablo
comenzaba a decir que rogaba a los corintios, pero no había dicho cuál era el contenido de
su ruego. Aquí explica: Ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de
aquella osadía con que me propongo proceder resueltamente contra algunos que nos
consideran como si anduviésemos según la carne. No quería actuar con osadía para con
ellos como iba a actuar con osadía contra los que le acusaban de actuar de manera carnal.
10:3 Aquí, el pensamiento es que aunque los apóstoles vivían en cuerpos de carne, no
batallaban la guerra cristiana según métodos o motivos carnales.
10:4 Las armas de la milicia cristiana no son carnales. El cristiano, por ejemplo, no
emplea espadas, cañones ni la estrategia de la guerra moderna para extender el evangelio
cristiano de un cabo a otro de la tierra. Pero ésas no son las únicas armas carnales a las que
se refiere el apóstol. El cristiano no hace uso de la riqueza, de la gloria, del poder, de la
elocuencia ni de la astucia para conseguir sus propósitos.
Más bien, utiliza maneras de actuar poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas. La fe en el Dios viviente, la oración y la obediencia a la palabra de Dios son las
más eficaces armas de todo verdadero soldado de Jesucristo. Es por ellas que se asaltan las
fortalezas.
10:5 Aquí se dice nos cuál es el significado de «fortalezas» en el versículo 4.
Pablo se consideraba un soldado guerreando contra los orgullosos razonamientos de los
hombres, argumentos que se oponen a la verdad. El verdadero carácter de estos
argumentos está descrito en la expresión contra el conocimiento de Dios. Podría aplicarse
en la actualidad a los razonamientos de los científicos, evolucionistas, filósofos y
religionistas que no dejan lugar para Dios en su esquema de las cosas. Pablo no estaba
dispuesto a concederles tregua. Más bien, estaba dedicado a llevar cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo. Todas las enseñanzas y especulaciones de los
hombres deben juzgarse a la luz de las enseñanzas del Señor. Pablo no condena el
razonamiento humano como tal, pero advertiría que no debemos dejar que nuestros
intelectos sean ejercidos desafiando al Señor y desobedeciéndole.
10:6 Como soldado de Cristo, el apóstol estaba también pronto para castigar toda
desobediencia, cuando los corintios hubiesen mostrado primero su obediencia. Él no iba a
actuar contra los falsos maestros en Corinto hasta que estuviese primero seguro de la
obediencia de los creyentes en todas las cosas.
10:7 La primera oración puede ser una pregunta: ¿Veis las cosas según la apariencia
exterior? (BAS margen). O puede ser una declaración factual: «Miráis las cosas según la
apariencia» (RVR77). O puede tratarse de un imperativo: «Mirad lo que tenéis ante vuestra
vista» (RVR77 margen), es decir, «Afrontad los hechos».
Si tomamos esto como una declaración, significa que los corintios eran susceptibles a
juzgar a un hombre por si tenía o no una presencia imponente, una elocuencia
impresionante o grandes capacidades de lógica. Se sentían llevados por la apariencia
externa y no por la realidad interior.
Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, piense esto también por sí
mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. Aquí Pablo
puede que se esté refiriendo a los que decían: «Yo [soy] de Cristo» (1 Co. 1:12),
probablemente significándolo con exclusión de otros. Él responde que nadie tiene un
derecho exclusivo sobre Cristo. Él pertenece al Señor tan verdaderamente como ellos.
Fuesen quienes fuesen estos cristianos exclusivistas, Pablo no niega que perteneciesen a
Cristo. Por ello, en este pasaje difícilmente puede referirse a los falsos apóstoles y obreros
fraudulentos que se transformaban en apóstoles de Cristo (11:14). Parece que en esta Carta
Pablo está haciendo frente a distintos adversarios, algunos salvos, y otros no salvos.
10:8 Como apóstol del Señor Jesucristo, Pablo había recibido autoridad en relación
con las iglesias que había establecido. El objetivo de esta autoridad era edificar a los santos
en su santísima fe. En cambio, los falsos maestros ejercían una autoridad entre los corintios
que nunca habían recibido de parte del Señor. No sólo esto, sino que ejercían esta autoridad
de tal manera que destruían a los santos en lugar de edificarlos. De modo que Pablo dice
que incluso si se jactaba más abundantemente en la autoridad, la cual el Señor le había
dado, no sería por ello avergonzado. Sus afirmaciones serían finalmente verificadas como
ciertas.
10:9 Ha dicho esto para que no pareciese como que los quería amedrentar mediante
sus cartas. En otras palabras, si el apóstol hubiese de jactarse de su autoridad recibida de
parte de Dios, no quiere que los cristianos piensen que los quiere asustar. Esto sería caer en
manos de sus detractores. Más bien, los corintios deberían recordar que su autoridad la
había recibido para edificación, y que era en este sentido que la empleaba.
10:10 Aquí se nos permite escuchar a la misma acusación que fue presentada contra el
Apóstol Pablo. Sus oponentes le acusaban de escribir cartas amenazadoras, pero decían
que su presencia corporal era débil, y la palabra, menospreciable.
10:11 Todos los que emitían tales acusaciones deberían considerar que cuando Pablo
iba a estar presente con ellos, él sería el mismo que decían que era en sus cartas. No
significa que Pablo admitiese ser autoritario en sus cartas. Esto es lo que ellos decían acerca
de él. Pero les está diciendo que los trataría con severidad cuando los encontrase cara a
cara. No verían ninguna cobardía en él.
10:12 Es evidente que los falsos maestros tenían el hábito de compararse con otros.
Debían presentar a Pablo ante los corintios de tal manera que le convertían en objeto de
ridículo. Ellos se consideraban el círculo interior. Eran la elite. Según ellos, nadie podría
estar al lado de ellos y presentarse bajo una luz favorable. De modo que Pablo dice, con
evidente sátira: Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos
que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y
comparándose consigo mismos, no son sensatos. A pesar de la acusación de atrevimiento
que presentaron contra Pablo por su carta, aquí dice que no es tan atrevido como para
contarse entre esos que se alaban a sí mismos, o con aquellos cuya única pauta de
comparación es su propia vida.
Debería ser obvio que si la única pauta de una persona es él mismo, ¡que entonces
siempre tendrá razón! No hay lugar para la mejora. Los que hacen esto no son sensatos.
Con razón se ha dicho que «es el mal de todos los círculos cerrados y camarillas ignorar
todo lo bueno fuera de su propio partido».
B. El principio de Pablo: Abrir nuevos territorios para Cristo (10:13–
16)
10:13 En los versículos 13–16 Pablo declara su intención de gloriarse sólo en la esfera
(BAS) del ministerio que Dios le había dado. Había hecho su práctica no entrometerse en la
obra de alguna otra persona, cuando quería gloriarse. Esta es una evidente referencia a los
judaizantes. Era práctica de ellos infiltrarse en las iglesias ya establecidas por el Apóstol
Pablo o algún otro cristiano, y edificar allí sobre el fundamento de algún otro. Cuando se
jactaban, estaban en realidad jactándose de algo que era la obra de otro.
Pablo dice que no se gloriará acerca de cuestiones que no pertenecen a la esfera de su
propio servicio para Cristo. Más bien se jactará en los lugares y las personas donde Dios
hubiese honrado su ministerio. Eso incluía Corinto, por cuanto él había ido allá con el
evangelio, y como resultado se había formado una iglesia.
Arthur S. Way traduce de manera muy adecuada:
Pero Yo —Yo no me jacto de prerrogativas más allá de mi ámbito legítimo—. Me
limito dentro del ámbito de la esfera de operaciones que Dios me ha dado; y esta esfera
desde luego incluía mi misión a vosotros.
De hecho, Pablo había sido comisionado para llevar el evangelio a los gentiles.
Naturalmente, esta comisión incluiría Corinto. Los apóstoles en Jerusalén habían estado de
acuerdo, pero ahora venían falsos maestros de Jerusalén e invadían el ámbito que Dios
había dado al Apóstol Pablo.
10:14 El apóstol no se da a una jactancia excesiva. Dios le había asignado una esfera de
servicio. Esta esfera incluía Corinto. Había ido a Corinto, había predicado el evangelio, y
había plantado una iglesia. Si no hubiese llegado hasta Corinto, podría habérsele acusado
de jactarse más allá de su límite propio.
Había sufrido pruebas, aflicciones y dificultades para poder llegar a los corintios. Ahora
otros estaban invadiendo la esfera en la que él había sido pionero, y probablemente se
estaban jactando a voz en grito acerca de sus logros.
La NIV traduce así este difícil versículo: «Nosotros no vamos demasiado lejos en
nuestro gloriarnos, como sería el caso si no hubiésemos llegado hasta vosotros, porque
llegamos hasta vosotros con el evangelio de Cristo».
10:15 El apóstol está decidido a que él no va a gloriarse acerca de cosas que no sean el
resultado directo de su propio servicio para Cristo. De esto es precisamente de lo que se
habían hecho culpables los judaizantes: se gloriaban en las labores de otros. Intentaban
robar las ovejas de Pablo, difamaban su carácter, contradecían su enseñanza y asumían una
falsa autoridad.
La esperanza de Pablo era que cuando la fe de los corintios creciese y él pudiese seguir
adelante, la fe de ellos se expresaría en una ayuda práctica que le capacitaría para ir a
regiones más alejadas como apóstol de Dios. Al extender así su ministerio, seguiría su regla
de manera consecuente.
Los problemas en Corinto estaban ocupando su tiempo de tal manera que se veía
estorbado de cumplir su misión a las regiones más allá.
10:16 La regla era anunciar el evangelio en los lugares más allá de los corintios
(significando probablemente la Grecia Occidental, Italia y España) para no gloriarnos en
lo que ya estaba preparado. El Apóstol Pablo no tenía la intención de entrar en la esfera
de otro ni gloriarse en lo que otros hubiesen ya hecho antes que él llegase a algún lugar.
C. La suprema meta de Pablo: La alabanza de parte del Señor (10:17–
18)
10:17 Si alguno se gloría, que se gloríe en el Señor. Es indudable que esto significa
que debe gloriarse sólo en aquello que el Señor ha tenido a bien hacer por medio de él.
Éste parece ser el tenor general del argumento del apóstol.
10:18 A fin de cuentas, no es la autoalabanza lo que logra la aprobación de Dios. La
cuestión que los detractores de Pablo debían afrontar era esta: ¿Te ha encomiado el Señor
bendiciendo tu ministerio de forma que haya almas salvadas, santos establecidos en la fe, e
iglesias plantadas? ¿Puedes demostrar la aprobación del Señor señalando a aquellos que
han sido convertidos por medio de tu predicación? Eso es lo que cuenta. Pablo estaba
dispuesto y podía mostrar estas pruebas de la recomendación divina de su servicio.
En este y el siguiente capítulo, Pablo se permite lo que él llama insensatez. Va a
dedicarse a la insensata actividad de hablar bien de sí mismo. No es que quiera hacerlo. Era
algo realmente desagradable para él. Pero pide a los corintios que le soporten mientras se
exhibe como un insensato.
Aparentemente, los falsos maestros habían actuado alabándose desmedidamente a sí
mismos. Indudablemente habían dado maravillosos informes acerca de su servicio y de sus
éxitos espectaculares. Pablo nunca había hecho tal cosa. Había predicado a Cristo, no a sí
mismo.
Los corintios parecían preferir un ministerio jactancioso, y por ello Pablo les pide que le
permitan actuar así por un poco.
D. La declaración de Pablo de su apostolado (11:1–15)
11:1 Ojalá que me soportarais un poco de insensatez; y en verdad me soportáis (BAS). Pablo desea que le soporten mientras se da a la jactancia. Pero entonces se da
cuenta de que ya se lo permiten, por lo que su petición es innecesaria.
11:2 Da luego tres razones por las que debería hacerles esta petición. La primera es que
tenía celo por los corintios con celo de Dios. Los había desposado con un solo esposo,
para presentarlos como una virgen pura a Cristo. Pablo sentía una responsabilidad
personal en el bienestar espiritual de los santos de Corinto. Su deseo era que en un día
venidero, es decir, en el Arrebatamiento, pudiese presentarlos al Señor Jesús, sin haber sido
corrompidos por las falsas enseñanzas que entonces prevalecían. Se debía a que sentía tal
celo por ellos que estaba dispuesto a darse a lo que parecía insensatez.
11:3 La segunda razón para que Pablo accediese a actuar como un insensato era su
temor de que los santos pudiesen ser engañados y sus pensamientos fuesen extraviados
de la sincera fidelidad, pureza y devoción a Cristo. Aquí sincera fidelidad denota un
corazón ocupado con un solo objeto. Quería que estuviesen dados únicamente al Señor
Jesús, y que no permitiesen que los afectos de sus corazones fuesen arrastrados por nadie
más. También quería que fuesen sin mancha en su devoción al Señor.
El apóstol recuerda cómo la serpiente con su astucia engañó a Eva. Lo hizo apelando
a su mente o intelecto. Esto es precisamente lo que estaban haciendo los falsos maestros en
Corinto. Pablo quería que el corazón de la virgen corintia fuese sin doblez y sin mancha.
Notemos que Pablo trata el relato de Eva y la serpiente como un hecho, no un mito.
11:4 La tercera razón por la que el apóstol estaba dispuesto a darse a un poco de
insensatez era que los corintios habían mostrado buena disposición a escuchar a los falsos
maestros.
Cuando alguien llegaba a Corinto realmente predicando a otro Jesús y profesando
dispensar otro espíritu que el Espíritu Santo, y proclamando otro evangelio, los corintios
lo soportaban con buena disposición. Mostraban una amante tolerancia ante estos puntos de
vista. Pablo les está diciendo, con sarcasmo: «Si aguantáis a los demás, ¿por qué no
también a mí?».
Las palabras finales, bien lo toleráis, tienen que comprenderse como ironía. El apóstol
no está aprobando su aceptación de las herejías, sino reprendiéndolos por su credibilidad y
por su falta de discernimiento.
11:5 La razón por la que debían estar dispuestos a soportar a Pablo es que en nada
había sido inferior a los más eminentes apóstoles. La expresión más eminentes se
emplea con sarcasmos. El sentido literal (¡y muy moderno!) es «los superapóstoles».
Los Reformadores emplearon este versículo para refutar el concepto papal de que Pedro
era el principal apóstol y que los papas habían heredado esta primacía.
11:6 Aunque puede que Pablo fuese tosco en la palabra, desde luego no era corto en el
conocimiento. Esto debería haber sido evidente para los corintios, porque era del apóstol
que habían recibido su conocimiento de la fe cristiana. Fuesen cuales fuesen las
deficiencias de Pablo por lo que respecta a la elocuencia, aparentemente se había hecho
entender por parte de los santos en Corinto. Ellos mismos deberían dar testimonio de ello.
11:7 Si su tosca manera de hablar no era la razón por la que los corintios habían
adoptado una actitud tan negativa contra él, quizá era porque había cometido un mal
humillándose a sí mismo, para que ellos fuesen exaltados. El resto del versículo explica
lo que quiere decir con eso. Cuando el apóstol estuvo con los corintios, no recibió ninguna
ayuda económica de ellos. Quizá pensaban que había pecado al tomar un lugar tan humilde
para que ellos tuviesen un elevado puesto.
11:8 La expresión He despojado a otras iglesias es una figura verbal conocida como
hipérbole. Es una declaración exagerada que tiene el propósito de producir un verdadero
efecto sobre la mente. Pablo no significa con ello que literalmente robase otras iglesias;
quiere decir simplemente que mientras estaba sirviendo al Señor en Corinto, recibió ayuda
económica de otras iglesias para poder servir a los corintios sin remuneración alguna de
ellos.
11:9 Hubo ocasiones durante su estancia en Corinto en que el Apóstol Pablo estuvo en
verdadera necesidad. ¿Dio a conocer esta necesidad a los corintios, insistiendo en que le
ayudasen? Desde luego, no. Algunos hermanos que vinieron de Macedonia suplieron lo
que le faltaba en cuanto a lo material.
En todas las formas posibles, el apóstol se guardó de ser gravoso a los corintios, y era
su intención seguir en la misma línea. Con respecto a los corintios, no iba a insistir en su
derecho como apóstol a que le sostuviesen.
11:10 Pablo está decidido a que nadie le prive de ésta su gloria en las regiones de
Acaya, donde se encuentra Corinto. Sin duda se está refiriendo aquí a sus detractores, que
empleaban su abstinencia de su ayuda como argumento contra él. Decían que él se daba
cuenta de que no era un verdadero apóstol, y que por eso no insistía en que los cristianos le
sostuviesen (1 Co. 9). A pesar de las acusaciones de sus críticos, seguirá gloriándose en que
servía a los corintios sin tomar ningún dinero de ellos.
11:11 ¿Y por qué se gloria así? ¿Porque no ama a los corintios? ¡Dios sabe que no es
por eso! Su corazón estaba rebosando del más profundo afecto para con ellos. Parecía que
no importaba lo que el apóstol hiciese: se le criticaba. Si hubiese tomado dinero de los
corintios, sus detractores habrían dicho que estaba sólo predicando por lo que pudiese
conseguir de ellos. Al no tomar dinero de ellos, se sometió a la acusación de que en
realidad no los amaba. Pero el fondo de la realidad Dios lo sabe, y Pablo está satisfecho
con dejarlo en Sus manos.
11:12 Parece claro que los judaizantes esperaban, demandaban y recibían dinero de los
corintios. Lo mismo que la mayoría de dirigentes de sectas, no habrían servido sin recibir
compensación económica. Pablo estaba decidido a seguir con su práctica de no recibir
dinero de los creyentes en Corinto. Si los falsos maestros querían emprender una
competición de jactancia con él, que siguiesen esta política. Sabía que ellos nunca podrían
jactarse de servir sin compensación económica. Así, quitaba debajo de ellos esta base para
la jactancia.
11:13 La verdadera estimación de Pablo de estos hombres, contenida hasta ahora en la
carta, brota finalmente de una forma incontenible. ¡No puede refrenarse ya más! Tiene que
darles el nombre que merecen. Los tales son falsos apóstoles en el sentido de que jamás
fueron comisionados por el Señor Jesucristo. O bien asumieron el cargo por sí mismos o les
fue conferido por otros hombres. Son obreros fraudulentos, y esto describe los métodos
por los que iban de iglesia en iglesia tratando de conseguir partidarios de sus falsas
enseñanzas. Que se disfrazan de apóstoles de Cristo; pretendían representarle. Pablo no
tenía deseos de estar al mismo nivel que tales hombres.
Las cosas que el apóstol dice de estos maestros judaizantes son ciertas de los falsos
maestros en nuestro día presente. «El mal, todos lo sabemos, nunca podría tentarnos si lo
viésemos sencillamente como es; el disfraz es esencial para que tenga poder; apela al
hombre a través de ideas y esperanzas que no puede dejar de contemplar como buenas»
(Seleccionado).
11:14 El apóstol acaba de decir que sus detractores en Corinto se presentaban
falsamente como apóstoles de Cristo. Pero no se sorprende ante esto cuando piensa en las
tácticas del maestro de los tales: Y no es de extrañar, porque el mismo Satanás se
disfraza de ángel de luz.
A Satanás se le representa comúnmente en la actualidad como un ser con cuernos, de
torvo semblante, de color rojo, y con cola. Pero esto está desde luego muy lejos de la
manera en la que se presenta a los hombres.
Otros piensan en Satanás vinculándolo a los pobres borrachos, hundidos en la cloaca de
los barrios bajos. Pero también esto es una falsa impresión de cómo es Satanás.
Este versículo nos dice que se disfraza de ángel de luz. Quizá como ilustración
podríamos decir que se presenta como un ministro del evangelio, llevando una vestimenta
religiosa, y de pie ante el púlpito de una iglesia de moda. Emplea palabras religiosas como
Dios, Jesús y la Biblia. Pero engaña a sus oyentes, enseñándoles que la salvación es por
buenas obras o por mérito humano. No predica la redención por medio de la sangre de
Cristo.
11:15 J. N. Darby dijo en cierta ocasión que Satanás nunca es más satánico que cuando
lleva una Biblia. Éste es el pensamiento del versículo 15. Si Satanás se disfraza, no es
sorprendente que sus agentes también lo hagan. ¿Cómo se presentan? ¿Como falsos
maestros? ¿Como ateos? ¿Como incrédulos? La respuesta es que no. Se presentan como
ministros de justicia. Profesan ser ministros de la religión. Profesan llevar a las personas
por los caminos de la verdad y de la justicia, pero son agentes del Malo.
Su fin será conforme a sus obras. Ellos destruyen —ellos serán destruidos—. Sus
acciones llevan a los hombres a la condenación: ellos mismos serán conducidos a la
perdición eterna.
E. Los padecimientos de Pablo por Cristo sustentan su apostolado
(11:16–33)
11:16 Al decir todo esto, Pablo espera que nadie le tenga por un insensato
jactancioso. Pero si insisten en considerarlo así, que le reciban entonces como a loco, para
que él también se gloríe un poquito.
Observemos el también en la última parte de este versículo: que yo también me gloríe
un poquito. Esta palabra tiene un verdadero significado. Los falsos maestros estaban
jactándose sobremanera. Pablo viene a decir: «Incluso si vosotros me habéis de considerar
como a loco, que no lo soy, incluso en este caso recibidme, para que pueda también
jactarme como estos otros hacen».
11:17 Este versículo tiene dos posibles interpretaciones. Algunos sugieren que lo que
Pablo dice aquí, aunque fue verdaderamente inspirado, no le fue dado por mandamiento del
Señor.
La otra interpretación es que lo que Pablo hace aquí, es decir, jactarse, no… según el
Señor, y que Pablo estaba actuando con aparente insensatez al dedicarse así a jactarse de sí
mismo. Ryrie comenta: «Él se veía obligado a hacerlo, viene a decir, contra su propio
instinto natural, para poder atraer la atención de ellos hacia algunos hechos significativos».
11:18 Los corintios habían oído mucho recientemente procedente de hombres
dedicados a buscar su propia gloria según la corrompida naturaleza humana. Si los corintios
creían que los falsos maestros tenían suficiente causa para gloriarse, que considerasen
aquello de que se jactaban y vieran si estaban sobre una buena base.
11:19 Pablo recurre de nuevo a la sátira. Lo que él les pedía que hiciesen con él, lo
estaban haciendo a diario con otros. Se consideraban demasiado cuerdos para ser
engañados por los necios. Pero era precisamente esto lo que estaba sucediendo, como pasa
a explicarles.
11:20 Estaban dispuestos a tolerar al tipo de hombre que pasa a describir.
¿Quién era el hombre descrito? Es evidente por lo que sigue que era el maestro
judaizante, el falso apóstol que estaba aprovechándose de los corintios. Primero, los
esclavizó. Esto habla indudablemente de la esclavitud de la ley (Hch. 15:10). Les enseñaba
que la fe en Cristo no era suficiente para la salvación, sino que se debía obedecer también la
Ley de Moisés.
Segundo, devoraba a los santos, en el sentido de que imponía sobre ellos fuertes cargas
económicas. No los servía por amor, sino que estaba interesado en lo que pudiese conseguir
de ellos.
La expresión si alguno toma lo vuestro es una metáfora tomada de la caza y de la
pesca. El falso maestro trataba de hacerlos presa, llevándolos por donde quería.
Era característico de estos hombres que se exaltaban con orgullo y jactancia. Al
desacreditar a otros, trataban siempre de hacerse más grandes a los ojos de los hombres.
Finalmente, daban de bofetadas a los creyentes, lo que constituía una gran indignidad.
No debemos vacilar en tomar esto literalmente, porque arrogantes clérigos han practicado
el castigo físico sobre los miembros de sus parroquias como forma de mantener su
autoridad.
El apóstol se maravilla de que los corintios estuviesen dispuestos a tolerar un
tratamiento tan abusivo de parte de estos falsos maestros, y que sin embargo no estuviesen
dispuestos a soportarlo a él con sus amantes advertencias y amonestaciones.
Darby dice: «Es maravilloso lo que la gente está dispuesta a soportar de aquello que es
falso —mucho más que lo que soportarán de lo que es verdadero».
11:21 En este versículo algunos han sugerido que Pablo dice: «Así hablo, por vía de
rebajarme a mí mismo, como si cuando estaba personalmente entre vosotros hubiese sido
débil y temiendo afirmar mi autoridad de la forma que lo hacen estos hombres». Otros
sugieren que el sentido es: «Al decir esto, me menosprecio a mí mismo, porque si esto es
fortaleza, entonces he sido débil». La traducción de Phillips concuerda con esta última
postura: «Estoy casi avergonzado de decir que nunca os hice a vosotros cosas valientes
como ésas».
Pablo dice que si la manera en que actuaban los falsos maestros es verdadera fuerza,
que entonces tiene que decir, para vergüenza suya, que nunca mostró esta clase de fuerza,
sino más bien debilidad. Pero añade acto seguido que en lo que estos otros hombres
hubiesen tenido razones para tener osadía, él desde luego tenía derecho a tener la misma
osadía. Moffatt lo expresa bien con estas palabras: «Pero que se jacten lo que quieran, yo
soy igual a ellos (¡pero cuidado, que ese es el papel del necio!)». Con esta introducción el
apóstol Pablo se introduce en una de las más magnas secciones de esta Epístola, mostrando
su derecho a mantenerse como verdadero siervo del Señor Jesucristo.
Recordaremos que se había suscitado en la iglesia en Corinto la cuestión de si Pablo era
un verdadero apóstol. ¿Qué credenciales podía mostrar de que había recibido un
llamamiento divino? ¿Cómo podía demostrar para satisfacción de todos que era, por
ejemplo, igual a los doce apóstoles?
Está listo con su respuesta, pero quizá no es exactamente lo que esperaríamos. No saca
un diploma para demostrar que se ha graduado de algún seminario. Tampoco presenta una
carta oficial, firmada por los hermanos en Jerusalén, diciendo que ellos le habían ordenado
para la obra. No presenta sus logros o capacidades personales. En vez de ello, presenta ante
nosotros un conmovedor registro de los padecimientos soportados en la obra de evangelio.
No nos perdamos el drama y el patetismo de esta porción de 2 Corintios. Imaginemos al
intrépido Pablo al apresurarse incesante por tierra y mar en sus viajes misioneros,
constreñido por el amor de Cristo, y dispuesto a soportar incontables penalidades si con ello
los hombres no han de perecer por falta del evangelio de Cristo. Raras veces leeremos estos
versículos sin sentirnos profundamente conmovidos y avergonzados.
11:22 Los falsos maestros se jactaban mucho de su linaje judío. Pretendían ser hebreos
de pura sangre, israelitas y descendientes de Abraham. Continuaban laborando bajo el
engaño de que este árbol genealógico les daba favor a los ojos de Dios. No se daban cuenta
de que el antiguo pueblo de Dios, Israel, había sido ahora echado a un lado por Dios por
haber rechazado al Mesías. No se daban cuenta de que por lo que a Dios atañía, no había
ahora diferencia entre judío y gentil: todos eran pecadores, y todos precisaban de la
salvación por la fe sólo en Cristo.
De nada les servía jactarse acerca de esto. Su linaje no les daba ninguna superioridad
sobre Pablo, porque también él era hebreo, israelita y descendiente de Abraham. Pero esas
no eran las cosas que le acreditaban como apóstol de Cristo. Y por ello se apresura a la
parte principal de su argumento: en un aspecto no podrían sobrepasarlo —en penalidades y
sufrimientos.
11:23 Eran ministros de Cristo en lo referente a su profesión; él era siervo «en
devoción, trabajos y padecimientos». El Apóstol Pablo nunca podía olvidar que era
seguidor de un Salvador sufriente. Se daba cuenta de que el siervo no está por encima de su
señor, y que un apóstol no podía esperar mejor tratamiento en el mundo que el que había
recibido su Maestro. Pablo contaba que cuanto más fielmente sirviese a Cristo y
reprodujese al Salvador, tanto más abundantemente sufriría a manos de los hombres. Para
él, el sufrimiento era la marca o distintivo de los siervos de Cristo. Aunque se sentía como
si hubiera perdido el juicio al jactarse así, la necesidad exigía que hablase la verdad, y la
verdad era que estos falsos maestros no se destacaban por sus padecimientos. Habían
escogido el camino fácil. Evitaban el vituperio, la persecución y la deshonra. Por esta
razón, Pablo pensaba que no estaban en la mejor posición para atacarle como siervo de
Cristo.
Contemplemos ahora el catálogo de penalidades que Pablo enumera como apoyo de su
aserción de ser un verdadero apóstol.
En trabajos, más abundante. Aquí él piensa en el alcance de sus viajes misioneros,
cómo viajó extensamente por el área del Mediterráneo para dar a conocer a Cristo.
En azotes, sin número. Aquí tenemos una descripción de los azotes que recibió de
manos de los enemigos de Cristo, tanto paganos como judíos.
En cárceles, mucho más. El único de esos encarcelamientos registrado en la Escritura,
hasta este tiempo de la carrera de Pablo, es el de Hechos 16:23, donde él y Silas fueron
encerrados en la cárcel en Filipos. Ahora sabemos que éste fue uno de muchos
encarcelamientos, y que Pablo no desconocía los calabozos.
En peligros de muerte, muchas veces. Indudablemente, cuando Pablo escribía esto
debía estar pensando en su encuentro cara a cara con la muerte en Listra (Hch. 14:19). Pero
podía mirar atrás a otras ocasiones similares cuando la vida parecía perdida como resultado
de las persecuciones que padecía.
11:24 La Ley de Moisés prohibía a los judíos infligir más de cuarenta azotes a la vez
(Dt. 25:3). A fin de asegurar que no se quebrantase esta ley, era frecuente entre los judíos
aplicar sólo treinta y nueve azotes. Estos se infligían, naturalmente, sólo en los casos en los
que se apreciaba una gran culpa. El Apóstol Pablo nos informa aquí que su propio pueblo
conforme a la carne le había aplicado la plena medida del castigo en cinco ocasiones
diferentes.
11:25 Tres veces he sido azotado con varas. El único caso mencionado en el NT es el
que tuvo lugar en Filipos (Hch. 16:22). Pero hubo otras dos ocasiones en las que Pablo
sufrió este penoso y humillante tratamiento.
Una vez, apedreado. Indudablemente, aquí tenemos el suceso de Listra, al que ya nos
hemos referido (Hch. 14:19). Este apedreamiento fue tan severo que el cuerpo de Pablo fue
arrastrado fuera de la ciudad, dado por muerto.
Tres veces he padecido naufragio. No todas las pruebas que sufrió Pablo lo fueron
directamente de manos de los hombres. En ocasiones se vio atormentado por las
convulsiones de la naturaleza. Ninguno de los naufragios mencionados aquí ha quedado
registrado en ningún lugar. (El naufragio en Hechos 27, de camino a Roma, tuvo lugar más
adelante en la historia de Pablo.)
Una noche y un día he estado como náufrago en alta mar. De nuevo, no se registra
ninguna experiencia en Hechos que se corresponda con esto. Hay aquí la duda de si el
término aquí traducido alta mar en la RVR77, más rigurosamente «lo profundo» (BAS), se
refiere realmente al mar o a una mazmorra. Si se refiere al mar, ¿estuvo Pablo en una balsa
o en una barca abierta? Si no, sólo podría haber sobrevivido a una experiencia así en el
agua por una intervención directa y milagrosa del Señor.
11:26 En viajes, muchas veces. Si miramos los mapas al final de la mayoría de las
Biblias, encontraremos generalmente uno de ellos titulado: «Los viajes misioneros de San
Pablo». Al seguir las líneas que muestran las rutas generales que siguió, pensando lo
rudimentarios que eran los medios de transporte de aquellos tiempos, uno se da más cuenta
de la profundidad del sentido de esta expresión.
Luego Pablo pasa a relacionar ocho diferentes tipos de peligro que había encontrado.
Había peligros de ríos, con referencia a ríos y corrientes de agua fuera de madre. Había
peligros de ladrones, porque muchas de las rutas por las que viajaba estaban infestadas de
bandidos. Hacía frente a peligros de los de su propia nación, los judíos, así como de parte
de los gentiles, a los que trataba de llevar el evangelio. Había peligros en la ciudad, como
en Listra, Filipos, Corinto y Éfeso. También hacía frente a peligros en despoblado, quizá
refiriéndose a las regiones poco pobladas de Asia Menor y Europa. Tenía peligros en el
mar —de tempestades, escollos y quizá piratas—. Finalmente, había peligros entre falsos
hermanos, lo que indudablemente se refiere a los legalistas judíos que se presentaban como
maestros cristianos.
11:27 El término trabajo se refiere a la incesante actividad de Pablo, mientras que
fatiga conlleva el pensamiento del agotamiento y de los sufrimientos relacionados con el
trabajo.
En muchas noches pasadas en vela. En muchos de sus viajes sin duda tuvo que
dormir al aire libre. Pero con los peligros que le rodeaban por todas partes, le sería
necesario pasar muchas noches desvelado, en guardia por si se aproximaba algún peligro.
En hambre y sed, en muchos ayunos. El gran apóstol se veía a veces obligado a pasar
hambre y sed en sus actividades de servicio para el Señor. Aquí, ayunos puede que se
refieran a los de naturaleza voluntaria, pero más probablemente se vio forzado a ellos por
carencia de alimento.
En frío y en desnudez. Los cambios repentinos de clima, junto con el hecho de que a
menudo iba mal calzado y pobremente vestido, añadían a su vida estas formas extremas de
incomodidad.
Hodge comenta:
El más grande de los apóstoles aparece aquí ante nosotros, con su espalda lacerada por
frecuentes azotes, su cuerpo desgastado por el hambre, la sed y la intemperie; frío y mal
vestido, perseguido por judíos y gentiles, expulsado de lugar a lugar, sin ninguna morada
segura. Este pasaje, más que ningún otro, hace que incluso los más laboriosos de los
modernos ministros de Cristo se cubran el rostro con las manos, llenos de vergüenza. ¿Qué
han hecho ellos, o sufrido, que se compare con lo que hizo este apóstol? Es una consolación
saber que Pablo tiene ahora tanta preeminencia en la gloria como aquí la tuvo en
padecimientos.
11:28 Y además de otras cosas, es decir, esto es, aquellas que estaban fuera de lo
normal, excepcionales, Pablo llevaba cada día la carga constante de todas las iglesias
cristianas en su corazón. ¡Cuán significativo que esto sea la culminación de todas sus otras
pruebas! Pablo era un verdadero pastor. Amaba al pueblo de Dios y tenía cuidado de ellos.
No era un pastor asalariado, sino un verdadero subpastor del Señor Jesús. Esto es
exactamente lo que está tratando de demostrar en esta sección de la Escritura, y desde la
perspectiva de toda persona razonable, desde luego ha ganado el argumento. Su carga por
las iglesias nos recuerda este dicho: «Plantar iglesias llena el corazón de aflicción.
Componer las iglesias es una tarea de nunca acabar».
11:29 Este versículo está estrechamente ligado con el versículo anterior. En el v. 28 el
apóstol estaba diciendo que llevaba a diario el cuidado de todas las iglesias. Aquí explica lo
que quería decir. Si oye de algún cristiano que enferma, él siente esta enfermedad sobre sí
mismo. Soporta los sufrimientos de los otros en simpatía. Si sabe que se ha hecho tropezar
a algún hermano en Cristo, se indigna. Lo que afecta al pueblo de Dios le afecta también a
él. Se entristece en sus tragedias y se regocija en sus triunfos. Y todo esto agota la energía
nerviosa de un siervo de Cristo. ¡Y cuánto lo sabía Pablo!
11:30 No son sus éxitos, ni sus dones o capacidades, sino sus debilidades, sus afrentas,
las indignidades que soportó —eso es el fundamento de su gloriarse—. Estas no son las
cosas de las que la gente generalmente se jacta, o lo que lleva a la fama.
11:31 Al pensar en sus sufrimientos e indignidades, la mente de Pablo va
instintivamente al momento más humillante de toda su carrera. Si se ha de gloriar en las
cosas que tienen que ver con su debilidad, no puede dejar de mencionar la experiencia que
tuvo en Damasco. Que alguien se jacte de una experiencia tan humillante es algo tan
contrario a la naturaleza humana que Pablo invoca aquí a Dios como testigo de la veracidad
de lo que dice.
11:32 En Hechos 9:19–25 dan detalles adicionales de este episodio. Después de su
conversión cerca de Damasco, Pablo comenzó a predicar el evangelio en las sinagogas allá.
Al principio, su predicación suscitó un interés lleno de curiosidad, pero después de un
tiempo los judíos comenzaron a tramar su muerte. Pusieron guardas por las puertas de día y
de noche, para prenderle.
11:33 Una noche los discípulos tomaron al apóstol, lo pusieron en una espuerta y lo
bajaron por una abertura hecha en la muralla de la ciudad hasta el suelo fuera. Entonces
pudo huir.
Ahora bien, ¿por qué menciona Pablo este incidente? J. B. Watson sugiere:
Aprovecha aquello que los hombres hicieron causa de vergüenza y ridículo y lo pone
bajo la luz de que se trata de una prueba más de que el interés dominante de su vida era
servir al Señor Jesucristo, por causa de quien estaba dispuesto a sacrificar su orgullo
personal y a aparecer como un cobarde a los ojos de los hombres.
F. Las revelaciones a Pablo sustentan su apostolado (12:1–10)
12:1 El apóstol desearía no tener que gloriarse en absoluto. No le conviene, no es
provechoso, pero en estas circunstancias se hacía necesario. De modo que pasa de su
acontecimiento más bajo, más humillante, en su ministerio, para narrar el más alto, el más
excelso. Contará acerca de una audiencia personal con el mismo Señor.
12:2 Pablo conocía a un hombre que había tenido esta experiencia hacía catorce años.
Aunque Pablo no lo identifica, no hay duda alguna de que se está refiriendo a sí mismo. Al
hablar de una experiencia tan exaltada, no quiere citarse a sí mismo de manera directa, sino
hablar sencillamente de una manera general. El hombre a quien se refiere estaba en Cristo,
es decir, se trataba de un cristiano.
12:3 Pablo no sabe si estaba en el cuerpo, o fuera del cuerpo en aquel momento.
Algunos han conjeturado que esto pudo ser durante una de las persecuciones de Pablo,
como la que padeció en Listra. Dicen que podría realmente haber muerto e ido al cielo.
Pero el texto desde luego no demanda tal interpretación. De hecho, si Pablo no sabía si
estaba en aquel tiempo en el cuerpo, o fuera del cuerpo, es decir, vivo o muerto, ¡sería
cosa extraña que algún comentarista moderno pudiese arrojar luz adicional acerca de esta
cuestión!
Lo importante es que este hombre fue arrebatado hasta el tercer cielo. La Escritura
implica la existencia de tres cielos. El primero es la atmósfera que nos envuelve, es decir, el
cielo azul. El segundo es el cielo estelar. El tercero es el más alto cielo, donde se encuentra
el trono de Dios.
Está claro por lo que sigue que Pablo estuvo realmente en el mismo lugar de gloria que
aquel al que el Señor Jesús llevó al ladrón arrepentido tras su muerte, es decir, la morada de
Dios.
12:4 Pablo oyó el lenguaje del Paraíso y comprendió lo que se decía, pero no le fue
permitido repetir nada de ello cuando volvió a la tierra. Las palabras eran inefables en el
sentido de que eran demasiado sagradas para ser pronunciadas, y que por tanto no eran para
ser publicadas.
Escribe G. Campbell Morgan:
Hay quienes parecen deseosos de hablar de visiones y revelaciones que han tenido. La
cuestión es si tal deseo no es demostración de que esas visiones y revelaciones no son «del
Señor». Cuando son concedidas (y se conceden a los siervos de Dios bajo ciertas
circunstancias), producen una reverente reticencia. Son demasiado solemnes, demasiado
abrumadoras, para ser descritas o tratadas a la ligera, pero su efecto se hará evidente en toda
la vida y el servicio.
12:5 Al jactarse de sus debilidades, al apóstol no le importa mencionarse a sí mismo.
Pero al jactarse de visiones y revelaciones del Señor, no quiere aplicarlas de manera directa
a sí mismo, sino que prefiere hablar de la experiencia de manera impersonal, como
habiéndole sucedido a un hombre al que conocía. No estaba negando que era él quien había
tenido la experiencia, sino simplemente rehusando involucrarse de manera directa y
personal.
12:6 Hay muchas otras grandes experiencias de las que el apóstol podía gloriarse. Si
quisiera dedicarse a esta jactancia, no sería insensato por ello. Todo lo que dijese sería la
verdad. Pero no va a hacerlo porque no quiere que nadie tenga de él una idea superior a
lo que veían en él, u oyesen de él.
12:7 Toda esta sección es una precisa descripción de la vida de un siervo de Cristo.
Tiene sus momentos de profunda humillación, como el acontecimiento en Damasco. Luego
tiene sus experiencias culminantes, como la entusiasmante revelación dada a Pablo. Pero lo
normal es que cuando un siervo del Señor ha gozado alguna de estas experiencias, el Señor
le permite que sufra alguna espina en la carne. Eso es lo que tenemos aquí.
De este versículo aprendemos muchas e inapreciables lecciones. Primero, es una prueba
de que incluso las revelaciones divinas del Señor no corrigen la carne en nosotros. Incluso
después que el apóstol había escuchado el lenguaje del Paraíso, seguía teniendo la vieja
naturaleza, y estaba en peligro de caer en el lazo del orgullo. Como ha dicho R. J. Reid:
«Un hombre en Cristo» está a salvo en presencia de Dios al escuchar las intraducibles
palabras pronunciadas en el paraíso, pero necesita «una espina en su carne» al volver a la
tierra, porque la carne en él se jactaría de su experiencia paradisíaca.
¿Cuál era la espina en la carne de Pablo? Todo lo que podemos decir de cierto es que
fue alguna prueba corporal que Dios permitió que se introdujese en su vida. Es indudable
que el Señor deja en silencio a propósito cuál era esta espina, para que los afligidos y
probados santos a lo largo de los siglos pudiesen sentir una más estrecha identificación con
el apóstol en tanto que ellos sufren. Quizá era alguna forma de enfermedad de los ojos,
quizá un dolor de oídos, quizá malaria, quizá dolores de cabeza por migraña, quizá algo
relacionado con el habla de Pablo. Moorehead dice: «Su naturaleza precisa ha quedado
ocultada, quizá para que todos los que sufren aflicciones puedan ser alentados y ayudados
por la innominada pero penosa experiencia de Pablo». Nuestras pruebas pueden ser muy
diferentes de las de Pablo, pero deberían producir la misma ejercitación y los mismos
frutos.
El apóstol describe la espina en la carne como un mensajero de Satanás que le
abofetease. En cierto sentido representaba un esfuerzo de parte de Satanás para estorbar a
Pablo en la obra del Señor, y empleaba la espina para impulsar la obra del Señor
manteniendo humilde a Pablo. El servicio de éxito para Cristo depende de un siervo débil.
Cuanto más débil es, tanto más el poder de Cristo acompaña a su predicación.
12:8 Tres veces rogó Pablo al Señor que le quitase la espina en la carne.
12:9 La oración de Pablo tuvo respuesta, pero no de la manera que él esperaba. En
efecto, Dios le vino a decir a Pablo: «No te quitaré la espina, pero te daré algo mejor: te
daré gracia para soportarla. Y recuerda, Pablo, que aunque no te doy lo que pides, te doy lo
que más necesitas. Necesitas mi poder y fuerza para acompañar a tu predicación, ¿verdad?
Pues bien, la mejor manera de que esto te suceda es que seas mantenido en un puesto de
debilidad».
Ésta fue la repetida respuesta de Dios a la oración tres veces repetida de Pablo. Y sigue
siendo la mejor respuesta de Dios a su sufriente pueblo por todo el mundo. Mejor que la
eliminación de las pruebas y de los sufrimientos es el compañerismo del Hijo de Dios en
ellos, y la certidumbre de Su fuerza y gracia capacitadora.
Observemos lo que dice Dios: Bástate mi gracia. No tenemos que pedirle que haga que
Su gracia sea suficiente. ¡Ya lo es!
El apóstol queda totalmente satisfecho con la respuesta del Señor, por lo que responde:
Por tanto, de muy buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
habite en mí el poder de Cristo.
Cuando el Señor explicó la sabiduría de Sus acciones, Pablo vino a decir que así era
como él quería que fuese. De modo que, en lugar de quejarse y murmurar acerca de la
espina, prefería gloriarse en sus debilidades. Se pondría de rodillas para darle gracias al
Señor por ellas. Estaba dispuesto a soportarlas con agradecimiento si tan sólo el poder de
Cristo habitaba en él.
Bien lo expresa J. Oswald Sanders:
La filosofía del mundo es: «Lo que no se puede curar se ha de soportar». Pero Pablo,
radiante, replica: «Lo que no se puede curar se puede gozar. Gozo con las debilidades,
padecimientos, privaciones y dificultades». Tan maravillosa le resultó la gracia de Dios que
incluso acogía bien las renovadas ocasiones de recurrir a su plenitud. «Me glorío feliz … e
incluso disfruto —de mi espina.»
Emma Piechynska, esposa de un noble polaco, sufrió una vida de frustración y
desilusiones. Pero su biógrafo dio un notable tributo a su triunfante fe. «¡Hizo magníficos
ramos de las negativas de Dios!».
12:10 Hablando de manera natural, es bien imposible para nosotros complacernos en el
tipo de experiencias aquí relacionadas. Pero la clave a comprender este versículo se
encuentra en esta expresión: Por amor a Cristo. Deberíamos estar dispuestos por causa de
Él, y para impulso de Su evangelio, a soportar cosas que generalmente no soportaríamos
por nosotros mismos ni por causa de ningún otro ser amado.
Es cuando somos conscientes de nuestra propia debilidad e insignificancia que más
dependemos del poder de Dios. Y es cuando así estamos reposando sobre Él en plena
dependencia que se manifiesta Su poder en nosotros, y que somos verdaderamente fuertes.
William Wilberforce, que acaudilló la lucha para la abolición de la esclavitud en el
Imperio Británico, era físicamente débil y frágil, pero tenía una profunda fe en Dios.
Boswell dijo de él: «Vi lo que me parecía una gamba transformarse en una ballena».
En este versículo Pablo está obedeciendo la palabra de Señor en Mateo 5:11, 12. Está
regocijándose cuando los hombres le injurian y persiguen.
G. Las señales de Pablo sustentan su apostolado (12:11–13)
12:11 Al llegar a este punto, Pablo parece fatigado de su aparente jactancia. Tiene el
sentimiento de que se ha hecho un necio al gloriarse como lo ha hecho. No debiera
haberlo hecho, pero en realidad los corintios le obligaron a ello. Ellos debieran haber sido
los que le encomiasen cuando sus detractores lanzaron sus crueles ataques contra él.
Aunque él no era nada en sí mismo, ciertamente no había sido inferior a aquellos grandes
apóstoles en los que ellos se gloriaban.
12:12 Les recuerda que cuando fue a Corinto y les predicó el evangelio, Dios dio
testimonio de la predicación con las señales de apóstol. Estas señales eran poderes
milagrosos dados a los apóstoles por Dios, para que sus oyentes pudieran saber que
ciertamente habían sido enviados por el Señor.
Las palabras señales, prodigios y milagros no describen tres clases diferentes de
milagros, sino más bien los milagros contemplados en sus diferentes aspectos. Las señales
eran milagros que comunicaban un sentido concreto a la inteligencia humana. Los
prodigios, en cambio, eran tan notables que agitaban las emociones humanas. Los
milagros eran actos que evidentemente eran debidos a un poder sobrehumano.
Es bueno observar que las señales de apóstol fueron efectuadas entre ellos. Emplea la
voz pasiva. No pide crédito por ellas para sí mismo, sino que dice que Dios las hizo por
medio de él.
12:13 Por lo que atañía a la exhibición de milagros, los corintios no eran en nada
inferiores a las otras iglesias. Ellos habían sido testigos de tantos de ellos, en manos del
Apóstol Pablo, como las otras iglesias que visitó. ¿En qué sentido, entonces, habían sido
ellos inferiores a ninguna de las otras iglesias? La única diferencia que Pablo puede ver es
que no había sido carga a los corintios. Es decir, no había insistido en recibir ayuda
económica de ellos. Si esto los hacía inferiores, entonces Pablo les pide que le perdonen
este agravio. ¡Ésta era la única «señal» de apóstol en la que no insistía!
H. La visita pendiente de Pablo a Corinto (12:14–13:1)
12:14 He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros. Esto puede ser
comprendido como significando que el apóstol había estado preparado para visitar Corinto
en tres ocasiones, aunque sólo había estado allí una vez. No fue la segunda vez, porque no
quería tratar con dureza a los creyentes. Ahora está por tercera vez preparado y será su
segunda visita.
O puede significar que estuviese preparado para hacer su tercera visita. La primera se
registra en Hechos 18:1. La segunda sería la visita triste (2 Co. 2:1; 13:1). Esta sería la
tercera.
Cuando llegue, Pablo está decidido que no les será gravoso. Significa, naturalmente,
que no aceptará ningún apoyo financiero de parte de ellos. Será independiente de ellos por
lo que toca a su apoyo. La razón de ello es que no busca sus riquezas materiales, sino a
ellos mismos. Pablo estaba más interesado en las personas que en las cosas.
Por lo que a los corintios atañe, él quiere jugar el papel de un padre. No están
obligados los hijos a atesorar para los padres, sino los padres para los hijos. Esta es
una simple declaración de la vida tal como la conocemos. En el curso normal de los
acontecimientos, son los padres los que trabajan duro y con diligencia para asegurar que
los hijos tengan alimento y vestido. En general, los hijos no tienen este cuidado por los
padres. De modo que Pablo dice que querría que se le permitiese actuar como un padre
para con ellos.
Se debería ir con cuidado en no querer sacar demasiado de esta frase. No significa que
los padres deberían atesorar para el futuro de sus hijos. Esto no tiene nada que ver con las
necesidades futuras, sino con las necesidades presentes. Pablo estaba sólo pensando acerca
de la provisión de sus necesidades inmediatas mientras servía al Señor en Corinto. Estaba
decidido a que no dependería de los santos allí. No abrigaba ningún pensamiento en su
mente de que ellos debieran acumular un fondo para su vejez, ni que él debiera hacer tal
cosa para ellos.
12:15 Aquí tenemos un hermoso atisbo del inextinguible amor del Apóstol Pablo por el
pueblo de Dios en Corinto. Él estaba felizmente dispuesto a darse a sí mismo en incansable
servicio y sacrificio por sus almas, es decir, por su bienestar espiritual. Los amaba más
abundantemente que los falsos maestros que tenían en medio de ellos, pero era amado
menos por ellos. Pero esto no hacía que su amor fuese diferente. Incluso si no tenía
esperanza alguna de que su amor hacia ellos fuese correspondido, seguiría amándolos. De
esta manera estaba siguiendo al Señor de manera plena.
12:16 El apóstol recoge las mismas palabras que sus críticos estaban empleando contra
él. Ellos venían a decir: «Bueno, se debe conceder que Pablo mismo no ha tomado dinero
directamente de vosotros. Pero usó trucos para conseguirlo. Os envió delegados y ellos le
llevaron dinero».
12:17 Si no os he explotado directamente, ¿os he enviado a otros que lo hiciesen? El
apóstol pregunta directamente a los corintios si estas acusaciones eran ciertas.
12:18 Y él mismo responde a sus propias preguntas. La expresión rogué a Tito
significa probablemente apremié a Tito que os visitase. Pero Pablo no lo envió a solas.
Envió con él a otro hermano para que no pudiese haber sospechas acerca de los motivos de
Pablo. ¿Qué sucedió cuando Tito llegó a Corinto? ¿Insistió en sus derechos? ¿Pidió a los
corintios que lo apoyasen? ¿Intentó él sacar ganancia de ellos? No, parece por este pasaje
que Tito se ganaba la vida dedicándose a alguna ocupación secular. Esto es sugerido por las
preguntas, «¿No hemos procedido con el mismo espíritu y en las mismas pisadas?». En
otras palabras: tanto Tito como Pablo siguieron la misma política de dedicarse a trabajar,
para no tener que ser apoyados por los corintios.
12:19 Los corintios pensarían, por todo lo que Pablo les había dicho, que su objetivo
era sencillamente disculparse ante ellos como si ellos fuesen sus jueces. Al contrario, lo
que realmente estaba haciendo era escribirles estas cosas como en presencia de Dios, para
que fuesen edificados. Quería fortalecerlos en la vida cristiana y advertirlos en contra de los
peligros que les rodeaban. Estaba más interesado en ayudarlos que en defender su propia
reputación.
12:20 Pablo deseaba que cuando visitase Corinto pudiese encontrar a los cristianos
andando gozosos unos con otros, habiendo renunciado a los falsos maestros, y habiendo
reconocido la autoridad de los apóstoles.
También, cuando los visitase, quería acudir con gozo y no con dolor. Se sentiría muy
dolido si hallase contiendas, envidias, enojos, rivalidades, maledicencias,
murmuraciones, arrogancias, desórdenes y otras formas de conflictos carnales.
12:21 Después de todo, estos corintios eran el gozo y la corona de regocijo de Pablo.
Eran su gloria. Desde luego, no quería acudir y tener que humillarse por ellos. Tampoco
quería tener que lamentarse por muchos de los que habían pecado y no se hubiesen
arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que habían cometido.
¿A quién se refiere Pablo como los muchos que habían cometido estos pecados? Lo
único razonable es suponer que estaban en la iglesia en Corinto. En caso contrario, no
estaría tratando acerca de ellos de este modo en una carta a la iglesia. Pero no se puede
suponer que fuesen verdaderos creyentes. Se dice específicamente que practicaban (BAS)
estos pecados, y en otro pasaje Pablo deja en claro que aquellos cuya vida está
caracterizada por una conducta así no pueden heredar el reino de Dios (1 Co. 6:9, 10). El
apóstol se lamentaría por ellos porque no se habían arrepentido, y por ello tendrían que ser
excomulgados.
Darby observa que este capítulo empieza con el tercer cielo y termina con pecados viles
en la tierra. Entre ambas cosas observa que hay un remedio: el poder de Cristo habitando en
el Apóstol Pablo.
13:1 Pablo estaba a punto de visitar Corinto. Cuando lo hiciese, se investigarían los
casos de pecado entre los creyentes. Estas investigaciones procederían conforme al
principio divino establecido en Deuteronomio 19:15: Por boca de dos o de tres testigos se
decidirá todo asunto. Pablo no significaba que él sería quien llevaría a cabo el juicio. Esto
lo haría la iglesia local, y él actuaría como consejero en ello.
I. El apostolado de Pablo apoyado por los mismos corintios (13:2–6)
13:2 En su segunda visita, por otra parte no registrada, Pablo les había advertido que
trataría severamente con los culpables. Ahora, aunque ausente, les predice todo para que
cuando vaya otra vez, no será indulgente con aquellos que han estado pecando.
13:3 Los corintios habían sido engañados por los falsos maestros para dudar de que
Pablo era un verdadero apóstol. De hecho, lo habían realmente desafiado a que les diese
alguna prueba de que era un auténtico portavoz de Dios. ¿Cuáles eran sus credenciales de
que Cristo estaba verdaderamente hablando por él? El apóstol comienza su contestación
citando su impertinente petición: Puesto que buscáis una prueba de que habla Cristo en
mí…
Luego, en un paréntesis, les recuerda que Cristo se había revelado a ellos por medio de
él de un modo poderoso. No había habido nada débil en la tremenda revolución en sus
vidas, cuando creyeron el mensaje del evangelio.
13:4 Las menciones de las palabras «débil» y «poderoso» recordaron a Pablo la
paradoja de la fortaleza de debilidad que se vio en la vida del Salvador y que se ve en las
vidas de Sus siervos. Nuestro Señor fue crucificado en debilidad, y vive por el poder de
Dios. Así que Sus seguidores son débiles en sí mismos, pero el Señor manifiesta Su poder
por medio de ellos. Cuando Pablo dice: viviremos con él por el poder de Dios para con
vosotros, no se está refiriendo a la resurrección. Más bien significa que cuando los visite,
les demostrará el gran poder de Dios al tratar con los que estaban pecando. Ellos decían
que era débil y menospreciable; ¡él les mostrará que puede ser enérgico al impartir
disciplina!
13:5 Este versículo se relaciona con la primera parte del v. 3 de la siguiente manera:
«Puesto que buscáis una prueba de que habla Cristo en mí… examinaos a vosotros
mismos para ver si estáis en la fe». Ellos mismos eran la prueba de su apostolado. Había
sido por medio de él que ellos habían sido conducidos al Salvador. Si querían ver sus
credenciales, debían mirarse a sí mismos.
Es a menudo mal empleado para enseñar que debiéramos buscar dentro de nosotros
para tener la certidumbre de la salvación; pero eso podría llevar al desaliento y a las dudas.
La certidumbre de la salvación viene primero y primordialmente por la palabra de Dios. En
el momento en que confiamos en Cristo podemos saber de cierto en base a la autoridad de
la Biblia que hemos nacido de nuevo. Al pasar el tiempo, hallamos otras evidencias de la
nueva vida —un nuevo amor por la santidad, un nuevo odio contra el pecado, amor a los
hermanos, una justicia práctica, obediencia y separación del mundo.
Pero Pablo no les está pidiendo a los corintios que se dediquen a la introspección para
encontrar prueba de su salvación. Lo que les pide es que vean en su salvación una prueba
de su apostolado.
Había sólo dos posibilidades: o bien Jesucristo estaba en ellos, o bien estaban
reprobados, eran falsos. La palabra traducida reprobados se empleaba para describir
metales que bajo prueba resultaban falsos. Así que, o bien los corintios eran verdaderos
creyentes, o bien eran reprobados por no llegar a pasar la prueba.
13:6 Si llegaban a la conclusión de que estaban genuinamente salvados, entonces seguía
que el Apóstol Pablo era genuino, y no reprobado. La maravillosa transformación que
había tenido lugar en las vidas de los corintios difícilmente podría haber tenido lugar por
acción de un falso maestro.
J. El deseo de Pablo de hacer bien a los corintios (13:7–10)
13:7 Pablo prosigue ahora con la cuestión de la disciplina de los miembros de la iglesia
en Corinto que habían pecado. Dice que está orando a Dios que los creyentes no hiciesen
ninguna cosa mala. No ora por eso simplemente porque quería evitar aparecer como
reprobado, o ser contemplado bajo una mejor luz. No quiere que dejen de actuar mal
sencillamente porque luego podría señalar a su obediencia como evidencia de su autoridad.
No es por eso en absoluto. Quiere que actúen bien porque eso es lo bueno y honesto. Y
preferiría que actuasen así, aunque él pudiese aparecer como reprobado.
Una vez más tenemos evidencia aquí del altruismo de Pablo. En su vida de oración sus
pensamientos se centraban constantemente en lo que era para bien de los demás y no para
su propio reconocimiento. Si Pablo iba a Corinto con una vara, imponía su autoridad y
conseguía la obediencia a sus instrucciones tocantes a la disciplina, entonces podría
emplear esto como argumento contra los falsos maestros. Podría decir que esto era
evidencia de su legítima autoridad. Pero prefería que los corintios ejerciesen las acciones
necesarias por sí mismos, en su ausencia, incluso si ello lo ponía bajo una luz desfavorable
por lo que tocaba a los legalistas.
13:8 El dicho de este versículo se refiere posiblemente a los apóstoles. Pablo edice que
todo lo que hacen deben hacerlo con vistas al fomento de la verdad de Dios, y no con
ningún motivo egoísta a la vista. Incluso en la cuestión de la disciplina, no debe entrar
ningún pensamiento de vindicación personal. Todo debe llevarse a cabo con vistas a la
gloria de Dios y del bien de los hermanos cristianos.
13:9 Una vez más el apóstol expresa su total altruismo por lo que respectaba a los
corintios. Si su debilidad, humillación y vituperio resultaban en que fuesen fortalecidos en
las cosas de Dios, entonces se gozaba. Y mientras se gozaba así, también oraba por que
pudiesen ser perfeccionados. Con respecto al tema de los tratos con ofensores pecaminosos
en medio de ellos, Pablo oraba por el perfeccionamiento de ellos, que llegasen a ser
completos. Su ferviente deseo era que se obrase toda la voluntad de Dios en sus vidas.
Como lo expresa Hodge: «Pablo oraba por que pudiesen quedar perfectamente restaurados
del estado de confusión, contención y mal en el que habían caído».
13:10 Era con vistas a su perfeccionamiento que les escribió esta carta. Prefería escribir
estando ausente de ellos para conseguir estos resultados, mejor que cuando estuviese
presente tener que usar de severidad, tal como estaba autorizado por el Señor. Pero
incluso si llegaba a estar presente y los trataba con severidad, ello sería para la edificación
de ellos, y no para destrucción.
K. La gentil despedida trinitaria de Pablo (13:11–14)
13:11 El apóstol lleva ahora esta más bien tormentosa Epístola a un fin abrupto.
Después de desearles que tengan gozo (una salutación griega formal), les hace cuatro
exhortaciones. Primero, que se perfeccionasen o hiciesen completos. El verbo es el mismo
que el que se emplea en Mateo 4:21 de remendar redes, y puede también significar
«remendad vuestros caminos». Debían dejar de pelearse y de pecar, y debían aprender a
vivir en armonía entre sí.
Animaos puede también entenderse como «sed exhortados». Habían recibido enérgicas
amonestaciones de parte de Pablo. Aquí les está diciendo que reciban estas amonestaciones
con buen espíritu y que actúen en conformidad a las mismas.
Vivid en paz. Es evidente por 12:20 que había habido disputas y pendencias entre ellos.
Así sucede siempre cuando se permite la entrada del legalismo. Así Pablo les dijo primero
que disciplinasen a los culpables y que conviviesen en paz con sus hermanos en la fe.
Si así lo hacían, el Dios de paz y de amor estaría con ellos. Naturalmente, en un
sentido el Señor está siempre con Su pueblo. Pero esto significa que se manifestará a ellos
con una proximidad y encarecimiento especiales si son obedientes en estos respectos.
13:12 El beso santo era un saludo característico entre los cristianos en los días de los
apóstoles. Se designa como beso santo, significando que no era un mero símbolo de afecto
artificioso, sino que era sincero y puro. Sigue siendo practicado por los cristianos en
muchos países en la actualidad. No obstante, en algunos otros países, besarse entre hombres
podría interpretarse como señal de homosexualidad. La práctica de esta tradición no sería
vinculante si echase una grave sombra sobre el testimonio cristiano. En tales casos, sería
preferible un santo apretón de manos. Hodge dice:
No es un mandamiento perpetuamente obligatorio, por cuanto el espíritu del
mandamiento es que los cristianos se expresen su mutuo amor de la forma aprobada por la
era y la comunidad en la que viven.
13:13 Los saludos de todos los santos recordarían a los corintios la amplitud de la
comunión en la que habían sido introducidos, y también les diría que otras iglesias estaban
mirando para ver su crecimiento y obediencia al Señor.
13:14 Aquí tenemos una de las hermosas bendiciones del NT, y la única que incluye los
tres miembros de la Trinidad.
Lenski concluye:
Con la imagen del gran apóstol extendiendo sus manos sobre los corintios con su
profunda bendición neotestamentaria, su voz se hunde en el silencio. Pero la bendición
permanece sobre nuestros corazones.
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