Comentario Madame Bovary

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COMENTARIO MADAME BOVARY 3ª Evaluación Literatura universal Curso 2011-12 Estaban en los altos de Thibourville, cuando de pronto los pasaron unos hombres acaballo riendo con sendos cigarros en la boca. Emma creyó reconocer al vizconde; se volvió y no percibió en el horizonte más que el movimiento de cabezas que bajaban y subían, según la desigual cadencia del trote o del galope. Un cuarto de hora más tarde hubo que pararse para arreglar con una cuerda la correa de la retranca que se había roto. Pero Carlos, echando una última ojeada al arnés, vio algo caído entre las piernas de su caballo; y recogió una cigarrera toda bordada de seda verde y con un escudo en medio como la portezuela de una carroza. -Hasta hay dos cigarros dentro -dijo-; serán para esta noche, después de cenar. -¿Así que tú fumas? -le preguntó ella. -A veces, cuando hay ocasión. Cuando llegaron a casa la cena no estaba preparada. La señora se enfadó. Anastasia contestó insolentemente. -¡Márchese! -dijo Emma-. Esto es una burla, queda despedida. De cena había sopa de cebolla, con un trozo de ternera con acederas. Carlos, sentado frente a Emma, dijo frotándose las manos con aire feliz: -¡Qué bien se está en casa! Se oía llorar a Anastasia. Él le tenía afecto a aquella pobre chica. En otro tiempo le había hecho compañía durante muchas noches, en los ocios de su viudedad. Era su primera paciente, su más antigua relación en el país. -¿La has despedido de veras? -Sí. ¿Quién me lo impide? -contestó Ernma. Después se calentaron en la cocina mientras les preparaba su habitación. Carlos se puso a fumar. Fumaba adelantando los labios, escupiendo a cada minuto, echándose atrás a cada bocanada. -Te va a hacer daño -le dijo ella desdeñosamente. Dejó su cigarro y corrió a beber en la bomba un vaso de agua fría. Emma, cogiendo la petaca, la arrojó vivamente en el fondo del armario. ¡Qué largo se hizo el día siguiente! Emma se paseó por su huertecillo, yendo y viniendo por los mismos paseos, parándose ante los arriates, ante la espaldera, ante el cura de alabastro, contemplando embobada todas estas cosas de antaño que conocía tan bien. ¡Qué lejos le parecía el baile! ¿Y quién alejaba tanto la mañana de anteayer de la noche de hoy? Su viaje a la Vaubyessard había abierto una brecha en su vida como esas grandes grietas que una tormenta en una sola noche excava a veces en las montañas. Sin embargo, se resignó; colocó cuidadosamente en la cómoda su hermoso traje y hasta sus zapatos de raso, cuya suela se había vuelto amarilla al contacto con la cera resbaladiza del suelo. Su corazón era como ellos; al roce con la riqueza, se le había pegado encima algo que ya no se borraría. El recuerdo de aquel baile fue una ocupación para Emma. Cada miércoles se decía al despertar: «¡Ah, hace ocho días... hace quince días..., hace tres semanas, yo estaba al1í!» Y poco a poco, las fisonomías se fueron confundiendo en su memoria, olvidó el aire de las contradanzas, no vio con tanta claridad las libreas y los salones; algunos detalles se le borraron, pero le quedó la añoranza. [Madame Bovary, Gustave Flaubert]

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COMENTARIO MADAME BOVARY 3ª EvaluaciónLiteratura universal Curso 2011-12

Estaban en los altos de Thibourville, cuando de pronto los pasaron unos hombres acaballo riendo con sendos cigarros en la boca. Emma creyó reconocer al vizconde; se volvió y no percibió en el horizonte más que el movimiento de cabezas que bajaban y subían, según la desigual cadencia del trote o del galope. Un cuarto de hora más tarde hubo que pararse para arreglar con una cuerda la correa de la retranca que se había roto. Pero Carlos, echando una última ojeada al arnés, vio algo caído entre las piernas de su caballo; y recogió una cigarrera toda bordada de seda verde y con un escudo en medio como la portezuela de una carroza.-Hasta hay dos cigarros dentro -dijo-; serán para esta noche, después de cenar.-¿Así que tú fumas? -le preguntó ella.-A veces, cuando hay ocasión. Cuando llegaron a casa la cena no estaba preparada. La señora se enfadó. Anastasia contestó insolentemente.-¡Márchese! -dijo Emma-. Esto es una burla, queda despedida. De cena había sopa de cebolla, con un trozo de ternera con acederas. Carlos, sentado frente a Emma, dijo frotándose las manos con aire feliz:-¡Qué bien se está en casa! Se oía llorar a Anastasia. Él le tenía afecto a aquella pobre chica. En otro tiempo le había hecho compañía durante muchas noches, en los ocios de su viudedad. Era su primera paciente, su más antigua relación en el país.-¿La has despedido de veras?-Sí. ¿Quién me lo impide? -contestó Ernma. Después se calentaron en la cocina mientras les preparaba su habitación. Carlos se puso a fumar. Fumaba adelantando los labios, escupiendo a cada minuto, echándose atrás a cada bocanada.-Te va a hacer daño -le dijo ella desdeñosamente. Dejó su cigarro y corrió a beber en la bomba un vaso de agua fría. Emma, cogiendo la petaca, la arrojó vivamente en el fondo del armario. ¡Qué largo se hizo el día siguiente! Emma se paseó por su huertecillo, yendo y viniendo por los mismos paseos, parándose ante los arriates, ante la espaldera, ante el cura de alabastro, contemplando embobada todas estas cosas de antaño que conocía tan bien. ¡Qué lejos le parecía el baile! ¿Y quién alejaba tanto la mañana de anteayer de la noche de hoy? Su viaje a la Vaubyessard había abierto una brecha en su vida como esas grandes grietas que una tormenta en una sola noche excava a veces en las montañas. Sin embargo, se resignó; colocó cuidadosamente en la cómoda su hermoso traje y hasta sus zapatos de raso, cuya suela se había vuelto amarilla al contacto con la cera resbaladiza del suelo. Su corazón era como ellos; al roce con la riqueza, se le había pegado encima algo que ya no se borraría. El recuerdo de aquel baile fue una ocupación para Emma. Cada miércoles se decía al despertar: «¡Ah, hace ocho días... hace quince días..., hace tres semanas, yo estaba al1í!» Y poco a poco, las fisonomías se fueron confundiendo en su memoria, olvidó el aire de las contradanzas, no vio con tanta claridad las libreas y los salones; algunos detalles se le borraron, pero le quedó la añoranza. [Madame Bovary, Gustave Flaubert]

ACTIVIDADES

1. Sitúa el fragmento propuesto en el argumento de la obra y comenta su relevancia

en el transcurso de ésta.

2. A la luz de este fragmento comenta las características del Realismo que se

observan, así como las técnicas narrativas que utiliza Flaubert en esta obra.