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 4871  Β iblia Coment ada.  Texto de la Nácar-Colunga.  Epístolas Paulinas, por Lorenzo Turrado. Tomo VI b. Para Usos Internos y Didácticos Solamente Adaptación pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol. Contenido: Epístola 1 a los Corintios. Introduccion. La iglesia de Corinto. Ocasión de la Carta. Estructura o plan general de la carta. Perspectivas doctrinales. A) La resurrección de Jesucristo. B) La resurrección de los cristianos.

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    iblia Comentada. Texto de la Ncar-Colunga.

    Epstolas Paulinas,por Lorenzo Turrado.

    Tomo VI b.

    Para Usos Internos y Didcticos SolamenteAdaptacin pedaggica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

    Contenido:

    Epstola 1 a los Corintios.Introduccion.

    La iglesia de Corinto. Ocasin de la Carta. Estructura o plan general de la carta.Perspectivas doctrinales. A) La resurreccin de Jesucristo. B) La resurreccin de loscristianos.

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    Introduccin, 1:1-9.Saludo Epistolar, 1:1-3. Accin de gracias a Dios, 1:4-9.

    I. Correccin de Abusos, 1:10-6:20.Los bandos o partidos entre los fieles, 1:10-16. La sabidura del mundo y la de Dios,1:17-31. Cmo fue la predicacin de Pablo en Corinto, 2:1-5. Amplia descripcin de la

    sabidura de Dios, 2:6-16. Infancia espiritual de los corintios, 3:1-4. Naturaleza delministerio apostlico, 3:5-17. No hay que dejarse guiar de la sabidura humana, 3:18-23.Los apstoles son responsables slo ante Dios, 4:1-5. Pablo y Apolo, ejemplo para loscorintios, 4:6-13. Paternas amonestaciones de Pablo, 4:14-21. El caso del incestuoso, 5:1-5. Arrojemos de nosotros la vieja levadura, 5:6-8. Sobre el trato con los pecadorespblicos, 5:9-13. Los pleitos ante tribunales paganos, 6:1-11. El pecado de fornicacin,6:12-20.

    I I . R e s p u e s t a a C o n s u l t a s d e l o s C o r i n t i o s . Matrimonio y continencia, 7:1-9. Indisolubilidad del matrimonio y privilegio paulino,7:10-16. La conversin al cristianismo y la condicin social, 7:17-24. Excelencia de lavirginidad sobre el matrimonio, 7:25.-35 Consejo a los padres que tienen hijas solteras ya

    mayores, 7:36-38, Consejo a las viadas, 7:39-40. De los dolotitos o carnes inmoladasa, los dolos, 8:1-13. El ejemplo de Pablo, 9:1-27. El ejemplo de lo sucedido a losisraelitas, 10:1-13. Conclusin de la cuestin de los idolotitos, 10:14-33. El velo de lasmujeres en los actos de culto, 11:1-16. La celebracin de la cena eucarstica, 11:17-34.Los carismas o dones espirituales, 12:1-11. La comparacin con el cuerpo humano,12:12-31. Himno a la caridad, 13:1-13. Superioridad del carisma de profeca sobre el delenguas, 14:1-25. Normas prcticas para el aso de los carismas, 14:26-40. La resurreccinde los muertos, 15:1-19. Cristo, primicias de nuestra resurreccin, 15:20-23. Otraspruebas de la resurreccin, 15:29-34. Modo de la resurreccin, 15:35-53. Himno final devictoria, 15:54-58.

    Epilogo, 16:1-24.La Colecta en Favor de los Fieles de Jerusaln, 16:1-4. Planes de viaje, 16:5-12.Exhortaciones y saludo final, 16:13-24.

    E p s t o l a 2 a l o s C o r i n t i o s . Introduccin.

    Entorno histrico. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivasdoctrinales. Condicin de los muertos en el tiempo que media hasta la parusia.

    Introduccin, 1:1-1:1.Salado epistolar, 1:1-2. Accin de gracias, 1:3-11.

    I. Apologa de Pablo y de su Apostolado, 1:12-7:16.No hay doblez en lo que ensea, 1:12-14. Por qu no ha ido a Corinto, 1:15-24. La carta aen lgrimas, 2-1-11. Inquietud por tener noticias de los corintios, 2:12-17. Las cartascomendaticias de Pablo, 3:1-3. Ministerio de la letra y ministerio del espritu, 3:4-18.Pablo, heraldo de la verdad, 4:1-6. Vasos de barro en las manos de Dios, 4:7-18. Firmeesperanza de los ministros del Evangelio, 5:1-10. La caridad de Cristo, resorte delapostolado, 5:11-21. Azares apostlicos de Pablo, 6:1-10. Vibrante llamada a lareconciliacin y a la enmienda, 6:11-18. Alegra por las buenas noticias que le dio Tito,7:1-16.

    II. La Colecta en Favor de los Fieles de Jerusaln, 8:1-9:15.

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    Llamada a la generosidad de los corintios, 8:1-15. Recomendacin de Tito y sus doscompaeros, 8:16-24. Nueva llamada a la generosidad, 9:1-5. La limosna, fuente debendiciones, 9:6-15.

    III. Pablo y sus Adversarios, 10:1-13:10.Har valer su autoridad, 10:1-11. No ha usurpado campos de nadie, 10:12-18. Excusas

    Por Tener Que Alabarse, 11:1-15. Sigue glorindose de su obra apostlica, 11:16-33. Lasrevelaciones divinas de Pablo, 12:1-10. Por qu ha hecho su apologa, 12:11-21.Exhortaciones varias en relacin con su prxima visita, 13:1-10.

    Epilogo, 13:11-13.E p s t o l a a l o s G a l a t a s . Introduccion.

    Los glatas. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivas doctrinales. Lalibertad cristiana.

    Introduccin, 1:1-10.Salado epistolar, 1:1-5. Dolorido reproche los glatas, 1:6-10.

    I. Autoridad Apostlica de Pablo, 1:11-2:21.

    Pablo llamado al Apostolado Directamente por Dios, 1:11-24. La asamblea o concilio deJerusaln, 2:1-10. El incidente de Antioqua, 2:11-14. Apretada sntesis del evangelio dePablo, 2:15-21.

    II. Justificacin por la Fe, 3:1-4:31.La experiencia de los glatas: evidencia de los hechos, 3:1-5. Por la fe entramos participar de las bendiciones, 3:6-14. Las promesas hechas a Abraham y la Ley, 3:15-25.Conclusin: la verdadera descendencia de Abraham, 3:26-29. Las dos situacionesreligiosas de la humanidad, 4:1-11. Emotiva exhortacin a los glatas, 4:12-20. Laalegora de Agar y de Sara, 4:21-31.

    III. Consecuencias Morales, 5:1-6:10.Es necesario elegir: o judos o cristianos, 5:1-12. El precepto de la caridad, plenitud de laLey, 5:13-15. Carne y espritu, 5:16-26. Consejos varios, 6:1-10. Eplogo escrito de puoy letra del Apstol, 6:11-18.

    E p s t o l a s d e l a C a u t i v i d a d . E p s t o l a a l o s E f e s i o s . Introduccin.

    Quines son los Efesios. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivasdoctrinales.

    Introduccin, 1:1-2.Saludo epistolar, 1:1-2.

    I. El Plan Divino de Salud, 1:3-3:21.El misterio en los designios eternos de Dios, 1:3-14. Grandeza de la esperanzacristiana, 1:15-23. El poder de Dios en los cristianos, 2:1-10. Unin de judos y degentiles en Cristo, 2:11-22. Misin confiada a Pablo, 3:1-13. Oracin de Pablo, 3:14-21.

    II. Consecuencias Morales, 4:1-6:20.Exhortacin a la unidad, 4:1-6. Diversidad de dones dentro de la unidad del Cuerpomstico, 4:7-16. La vida nueva en Cristo, 4:17-32. Advertencias generales a los cristianos,5:1-20. La vida familiar: marido y mujer, 5:21-33. Padres e hijos, 6:1-4. Amos y siervos,6:5-9. La armadura del cristiano, 6:10-20.

    Epilogo, 6:21-24.

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    Noticias personales, 6:21-22. Bendicin final, 6:23-24.E p s t o l a a l o s F i l i p e n s e s . Introduccin.

    La Iglesia de Filipos. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivasdoctrinales.

    Introduccin, 1:1-11.Saludo epistolar, 1:1-2. Accin de gracias y oracin por los filipenses, 1:3-11.I. Noticias sobre su situacin, 1:12-26.

    La cautividad de Pablo est contribuyendo al progreso del Evangelio, 1:12-20. Confianzade prxima liberacin, 1:21-26.

    II. Exhortacin a llevar una vida digna, 1:27-2:18.Constancia en el combate por la fe, 1:27-30. Vibrante llamada a la unidad en la humildad,2:1-11. Vida de santidad en medio de un mundo perverso, 2:12-18.

    III. Proyectos de Viajes, 2:19-30.Probable viaje de Timoteo, y posiblemente tambin de Pablo, a Filipos, 2:19-24. Viaje deEpafrodito, restablecido ya de su enfermedad, 2:25-30.

    IV. Exhortacin Final, 3:1-4:9.Cuidado con los judaizantes, 3:1-16. Cuidado con los que aspiran a lo terreno, 3:17-21.Llamada a la concordia y al gozo espiritual, 4:1-9.

    Epilogo, 4:10-23.Agradecimiento por los socorros recibidos, 4:10-20. Saludos y bendicin final, 4:21-23.

    E p s t o l a a l o s C o l o s e n s e s . Introduccion.

    La iglesia de Colosas. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivasdoctrinales.

    Introduccin, 1:1-14.Saludo epistolar, 1:1-2. Accin de gracias y oracin por los colosenses, 1:3-14.

    I. Dignidad Supereminente de Crist, 1:15-2:23.La persona de Cristo, 1:15-20. La obra redentora de Cristo y los colosenses, 1:21-23.Participacin de Pablo en la obra de Cristo, 1:24-29. Preocupacin de Pablo por la fe delos colosenses, 2:1-15. El falso ascetismo que quieren imponerles, 2:16-23.

    II. Consecuencias Morales, 3:1-4:6.La unin con Cristo, principio de vida nueva, 3:1-17. Deberes familiares: marido y mujer,padres e hijos amos y siervos, 3:18-25. Espritu apostlico, 4:1-6.

    Epilogo, 4:7-18.Noticias personales, 4:7-9. Salados, 4:10-17. Bendicin final, 4:18.

    E p s t o l a 1 a l o s T e s a l o n i c e n s e s . Introduccin.

    La iglesia de Tesalnica. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivasdoctrinales.

    Introduccin, 1:1-10.Saludo epistolar, 1:1. Accin de gracias por la conversin de los tesalonicenses, 1:2-10.Accin de gracias por la conversin de los tesalonicenses, 1:2-10.

    I. Pablo y los Tesalonicenses, 2:1-3:13.

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    Cmo fue la predicacin de Pablo en Tesalnica, 2:1-12 Correspondencia por parte de lostesalonicenses, 2:13-16. Vivo deseo de volver verles, 2:17-20. Envo de Timoteo aTesalnica, 3:1-13.

    II. Exhortaciones Morales, 4:1-5:22.Santidad de vida, 4:1-12. La condicin de los muertos en la parusa, 4:13-18.

    Incertidumbre sobre el tiempo de la parusa, 5:1-11. Amonestaciones varias, 5:12-22.Epilogo, 5:23-28.Oracin por los tesalonicenses, 5:23-24. Ultimas recomendaciones y bendicin final,5:25-28.

    E p s t o l a 2 a l o s T e s a l o n i c e n s e s . Introduccin.

    Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivas doctrinales.Introduccin, 1:1-12.

    Saludo epistolar, 1:1-2. Accin de gracias a Dios, 1:3-12.I. La Parusa o Segunda Venida de Jesucristo, 2:1-17.

    La parusa y sus signos precursores, 2:1-12. Constancia en la fe, 2:13-17.

    II. Exhortaciones Morales, 3:1-15.Demanda de oraciones y confianza en los, tesalonicenses, 3:1-5. Cuidado con los que noquieren trabajar, 3:6-15.

    Epilogo.Saludos y bendicin final, 3:16-18.

    L a s C a r t a s P a s t o r a l e s . E p s t o l a 1 a T i m o e . Introduccin.

    Breve Biografa de Timoteo. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Perspectivasdoctrinales. Saludo epistolar, 1:1-2. El peligro de los falsos doctores, 1:3-11. Digresinpersonal y amonestacin a Timoteo, 1:12-20. En las asambleas litrgicas: oracin portodos los hombres, 2:1-7. Modo de orar, 2:8-15. Eleccin de ministros sagrados: losobispos, 3:1-7. Los diconos, 3:8-13. La Iglesia, columna y sostn de la verdad, 3:14-16.Los falsos doctores y modo de combatirlos, 4:1-16. Modo de comportarse con los fieles,5:1-16. Los presbteros, 5:17-25. Los siervos, 6:1-2. Nueva puesta en guardia contra losfalsos doctores, 6:3-19. Eplogo: Guarda el depsito! 6:20-21. La gracia sea convosotros.

    E p s t o l a 2 a T i m o t e o . Introduccion.

    Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Saludo epistolar, 1:1-2. Accin de graciasa Dios por la fe de Timoteo, 1:3-5. Motivos que deben animar a Timoteo, 1:6-18. Totalentrega al ministerio, 2:1-13. Lucha contra el peligro de los falsos doctores, 2:14-26.Puesta en guardia contra los seudoprofetas, 3:1-17, Solemne exhortacin final a Timoteo,4:1-8. Noticias personales, 4:9-18. Saludos y bendicin final, 4:19-22.

    E p s t o l a a T i t o . Introduccin.

    Breve Biografa de Tito. Ocasin de la carta. Estructura o plan general. Saludo epistolar,1:1-4. Seleccin de presbteros dignos, 1:5-9. Lucha contra los falsos doctores, 1:10-16.Deberes propios de cada estado, 2:1-10. Fundamento dogmtico de estas exigencias,

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    2:11-15. Deberes generales del cristiano, 3:1-11. Noticias varias, 3:12-14. Saludos ybendicin final, 3:15.

    E p s t o l a a F i l e m o n . Introduccin.

    Filemn, destinatario de la carta. Ocasin de la carta. Estructura de la carta. Perspectivas

    doctrinales. Salado epistolar, 1-3. Accin de gracias, 4-7. Peticin a favor de Onsimo, 8-21. Encargo de alojamiento y saludos, 22-25.E p s t o l a a l o s H e b r e o s . Introduccin.

    El problemtico autor de la carta. Los destinatarios. Estructura temtica y literaria.Perspectivas doctrinales.

    Superioridad de la Religin Cristiana, 1:1-10:18.El Hijo de Dios, postrer enviado del Padre, 1:1-4. Cristo, superior a los ngeles, 1:5-14.Exhortacin a perseverar en la fe recibida, 2:1-4. La kenosis o humillacin temporal deCristo, 2:5-18. Cristo superior a Moiss, 3:1-6. Nueva exhortacin a la perseverancia enla fe, 3:7-19. Cuidemos de no ser excluidos del descanso de Dios, 4:1-13. Jesucristo

    nuestro sumo sacerdote, 4:14-16. Requisito de todo sumo sacerdote, 5:1-10. Dificultad deexplicar este tema a los destinatarios, 5:11-14. Plan que el autor piensa seguir, 6:1-8.Palabras de esperanza y de aliento, 6:9-20. Melquisedec figura proftica, 7:1-3Melquisedec superior Abraham y a Lev, 7:4-10. El sacerdocio levtico sustituido por elde Cristo, 7:11-25. Cristo el gran sacerdote eternamente perfecto, 7:26-28. Elsantuario celeste, 8:1-5. La alianza nueva, 8:6-13. El santuario y los sacrificios mosaicos,9:1-14. La sangre de Cristo sello de la nueva alianza, 9:15-22. Eficacia eterna delsacrificio nico de Cristo, 9:23-28. Recapitulacin: Superioridad del sacrificio de Cristo,10:1-18.

    II. Exhortacin a la Perseverancia, 10:19-12:29.Firme confianza de que llegaremos a la meta, 10:19-25. Peligro de apoetasa, 10:26-31.Recuerdo del pasado, 10:32-39. Encomio de la fe, 11:1-3. Los justos de la edad primitiva,11:4-7. Los patriarcas, 11:8-22. Moiss, 11:23-29. Los jueces y los profetas, 11:30-40. Elejemplo de Cristo, 12:1-3. Pedagoga divina, 12:4-13. Fidelidad a las exigencias de lanueva alianza, 12:14-29.

    Apndice.Recomendaciones Particulares, 13:1-19. Salados y bendicin final, 13:20-25.

    Al Lector.Nota a la Segunda Edicin.Abreviaturas.Libros de la Biblia. Abreviaturas de revistas y libros.

    Epstola 1 a los Corintios.

    Introduccin.

    La iglesia de Corinto.

    La carta est escrita a la iglesia de Dios en Corinto (1:2). Era Corinto a la sazn una delas ciudades ms importantes del imperio romano. Situada en el istmo que une a Grecia con elPeloponeso, tena doble puerto, uno mirando hacia Oriente (Cencreas), en el mar Egeo, y otromirando hacia Occidente (Lequeo), en el mar Jnico, con un extraordinario movimiento comer-

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    cial. Se calcula que el nmero de sus habitantes sobrepasaba el medio milln. Otros datos sobreesta ciudad ya los indicamos al comentar Act 18:1. All hablamos tambin de su corrupcin,que se haba hecho proverbial en el mundo antiguo.

    San Pablo fund esta cristiandad en su segundo viaje misional (50-53), llegando proba-blemente a Corinto a principios del ao 51 o quizs fines del 50, y permaneciendo all hasta fines

    del 52, aproximadamente dos aos (cf. Act 18:11.18). De las vicisitudes de esta fundacin hablaSan Lucas en Act 18:1-18, a cuyo comentario remitimos. Parece que el Apstol sufri all mu-chos sinsabores y persecuciones, tales que el mismo Jess, aparecindosele en visin, hubo deanimarle diciendo: No temas, sino habla y no calles; yo estoy contigo y nadie se atrever ahacerte mal, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso (Act 18:9-10). De hecho, lacomunidad cristiana de Corinto, con grupos tambin fuera de la capital (cf. 2 Cor 1:1; 11, 10),debi de ser de las ms numerosas entre las fundadas por el Apstol, a juzgar por los datos que elmismo Apstol nos suministra en sus dos cartas. Parece que predominaba completamente el ele-mento gentil sobre el judo (cf. 1 Cor 12:2; Act 18:6-8), y, en su inmensa mayora, los converti-dos eran de condicin humilde (cf. 1 Cor 1:26-29), aunque no faltasen algunos de buena posicin(cf. 1 Cor 1:16; 11:17-34). El elemento femenino deba de ser bastante importante (cf. 11:1-16;

    14:34-36). Al ao, ms o menos, de haber dejado San Pablo a Corinto, lleg all Apolo, judoalejandrino rnuy versado en la Sagrada Escritura, que continu la evangelizacin comenzadapor Pablo (cf. Act 18:27-28; 1 Cor 3:4-6). Algn tiempo despus, no podemos concretar cunto,regres a Efeso, donde se junt con San Pablo (cf. 1 Cor 16:12). Es probable que, a no muchadistancia de Apolo, llegasen tambin a Corinto otros evangelizadores, judos palestinenses quese haban convertido a la fe,pero cuya ortodoxia doctrinal dejaba mucho que desear. San Pablose encara directamente con ellos en los cuatro ltimos captulos de su segunda carta a los Corin-tios, llamndoles falsos apstoles y obreros engaosos, que se disfrazan de apstoles de Cristo(2 Cor 11:13). No est claro, sin embargo, si estos falsos apstoles, de procedencia juda (cf. 2Cor 11:22), que atacaban descaradamente la persona de Pablo y sus ttulos de apstol (cf. 2 Cor10:9-10; 11:5-7; 12:11-13), haban llegado a Corinto antes ya de escribir el Apstol su primeracarta a los Corintios. Damos como probable que s, y que a ellos ha de atribuirse no poca parte enlos abusos y divisiones entre los fieles que San Pablo trata de corregir (cf. 1 Cor 1:10-12; 4:18-19; 9:1-3). Eso no impide que su accin fuese en un principio menos virulenta contra Pablo quedespus.

    Ocasin de la Carta.

    Sabemos que San Pablo escribe esta carta estando en Efeso, donde piensa permanecerhasta Pentecosts, para luego ir a Corinto a travs de Macedonia (cf. 1 Cor 16:5-8). Estos datosson definitivos. Evidentemente nos hallamos en el tercer viaje misional del Apstol (53-58), yconcretamente durante su estancia en Efeso (cf. Act 19:1-40), que se prolong cerca de tres aos(cf. Act 19:8.10.22; 20:31). En ningn otro momento de la vida del Apstol podran encuadrarse.

    Todo hace suponer, adems, que era ya al finalde su estancia en aquella ciudad. Eso pide la ex-presin me quedar hasta Pentecosts (1 Cor 16:8), y eso dejan entrever otros dos datos: el deque Apolo ha vuelto ya de Corinto (1 Cor 16:12; cf. Act 19:1), y el de que el Apstol manda sa-ludos de las iglesias de Asia (1 Cor 16:19), cosa que supone que llevaba ya all largo tiempo deevangelizacin (cf. Act 19:10). Sera, pues, el ao 57. La fiesta de Pentecosts, que el Apstoltoma como punto de referencia, deba de estar cerca. Es probable que nos hallemos en plenasfiestas pascuales, con lo que adquieren ms naturalidad las imgenes tomadas de dichas ceremo-nias con que el Apstol describe a los Corintios nuestra renovacin espiritual (cf. 1 Cor 5:7-8).

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    Tambin el lenguaje con que les exhorta a renunciarse a s mismos, tomndolo de la vida depor-tiva (cf. 1 Cor 9:24-27), adquiere ms vida, si suponemos que la carta est escrita por esas fechasde primavera, cuando la ciudad toda de Corinto estaba pendiente de los juegos stmicos que allse celebraban.

    La ocasin de la carta puede determinarse con bastante facilidad: noticias, no del todo

    buenas, que sobre la comunidad cristiana de Corinto recibe el Apstol. Abusos que es necesa-rio corregir y dudas a las que es preciso responder. Quin le dio esas noticias?Sabemos que la comunicacin entre Efeso y Corinto, ciudades entre s muy prximas y

    de gran movimiento comercial, era constante. Es obvio, pues, suponer que el Apstol, ya desdeel principio de su estancia en Efeso, tena noticias, por uno u otro conducto, de la iglesia de Co-rinto. De hecho, antes que la actual, les haba escrito ya otra carta, hoy perdida, en la que tam-bin trataba de corregir abusos (cf. 1 Cor 5:9). Incluso hay autores que suponen una rpida visitadel Apstol a Corinto, que le habra servido de informacin directa (cf. 1 Cor 16:7; 2 Cor 12:14).Creemos, sin embargo, que esa visita, antes de la actual primera epstola a los Corintios, debeexcluirse, pues la manera de hablar del Apstol da claramente a entender que est informado node modo personal directo, sino por dicho de otros (cf. 1:1 ; 5,; 11:18). Entre los informadores se

    cita expresamente a los de Cloe (i,n), es decir, familiares o criados de Cloe. Tambin pudo in-formarle Apolo, que haba regresado ya de Corinto (16:12). Igualmente le informaran Estfanas,Fortunato y Acaico, especie de representantes de los corintios, que parece llevaban incluso pre-guntas concretas por escrito (cf, 7:1; 16:17-18). Estos, y sin duda otros no nombrados, dan a Pa-blo noticias que le producen seria inquietud: existencia de facciones o partidos dentro de la co-munidad (1:1), laxitud en materia de impureza, hasta el punto de que un cristiano viva escanda-losamente con su madrastra sin que la comunidad tomase ninguna determinacin (5:2), pleitosante tribunales paganos (6:1), demasiada libertad de las mujeres en las asambleas litrgicas(11:16; 14:36), conducta poco caritativa de algunos en la celebracin de la cena del Seor (i1:20). Le enteraron tambin de ciertas dudas y disputas tocante a puntos doctrinales, tales comomatrimonio y virginidad (7:1), carnes inmoladas a los dolos (8:1), uso de los carismas (12:1),resurreccin de los muertos (15:12). Todos estos puntos, abusos y dudas los va tratando Pablo ensu carta.

    Adems de la carta, Pablo ha enviado a Corinto a Timoteo, con el fin de que les traiga ala memoria cules son sus caminos en Cristo Jess y cul su enseanza por doquier en todas lasiglesias (1 Cor 4:17). No est claro si esta ida de Timoteo a Corinto fue decidida por el Apstolantes de que pensara en escribirles la carta, cuya ocasin inmediata habra sido la llegada de Es-tfanas y de sus dos compaeros con preguntas concretas de parte de los corintios, o fue decididajunto con la carta, escrita precisamente para hacer a Timoteo ms fcil su cometido. Desde luego,San Pablo da claramente a entender que la carta llegar a Corinto antes que Timoteo (cf. 1 Cor16:10). Lo ms probable es que el viaje de Timoteo sea un viaje proyectado y decidido antes dela carta, el mismo a que se alude en Act 19:22 y que inclua no slo a Corinto, sino tambin otrasciudades 124.

    Estructura o plan general de la carta.

    Se ve claro, despus de lo dicho, que la carta primera a los Corintios no es una carta detesis, como lo son la carta a los Romanos o la carta a los Glatas. Los temas tocados por San Pa-blo son mltiples y sumamente variados. Abusos de muy diversa ndole que trata de corregir (1-6), y puntos doctrinales que trata de aclarar (7-15). El tono empleado es el de un padre ofendido,que busca hacer tornar a sus hijos al recto camino, valindose de todos los medios a su alcance,

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    usando a veces tono severo (cf. 5:5), a veces carioso (cf. 4:14), segn juzgue convenir mejor encada caso.

    Damos a continuacin el plan general de la carta:Introduccin (1:1-9).Saludo epistolar (1:1-3) y accin de gracias (1:4-9).

    I. Correccin de abusos (1:10-6:20).a) Los partidos y divisiones entre los fieles (1:10-4:21).b) El caso del incestuoso (5:1-13).c) Los pleitos ante tribunales paganos (6:1-11).d) El pecado de fornicacin (6:12-20).

    II. Respuesta a consultas de los corintios (7:1-15:58).a) Matrimonio y virginidad (7:1-40).b) Carnes sacrificadas a los dolos (8:1-11:1).c) Reuniones litrgicas (11:2-34).d) Dones carismticos (12:1-14:40).e) Resurreccin de los muertos (15:1-58).Eplogo (16:1-24).Colecta (16:1-4), planes de viaje (16:5-12), exhortaciones y saludo final (16:13-24).

    Perspectivas doctrinales.

    Al pasar de las cartas a los Tesalonicenses, primeros escritos de Pablo, a las de los Corin-tios, parece que entramos en un mundo religioso nuevo. Es en Corinto, ciudad en la que elApstol se detuvo por espacio de dos aos (cf. Act 18:11-18), donde se produce de manera abier-ta el choque entre el mensaje escatolgico que vena predicando el cristianismo y el pensa-miento religioso de los griegos. Como escribe Cerfaux, Corinto seala la gran experiencia dela implantacin del cristianismo en almas griegas de tendencias intelectualistas, platnicas y ms-

    ticas.

    125

    Como genuinos griegos, los corintios propendan a pensar en trminos de filosofa, noexenta de cierto misticismo, orientando su inters hacia la gnosis o conocimiento, viendo enPablo y dems apstoles algo as como jefes de escuela de una nueva filosofa de carcter reli-gioso 126. Por lo que hace a la vida prctica, era muy marcada en ellos la propensin a la libertade independencia para juzgar de todo y experimentarlo todo, por encima de los escrpulos de losdbiles (cf. 6:12-13; 8:1-13). Un punto que se resistan a admitirera el de la resurreccin cor-poral de los muertos (cf. 15:12), verdad de la que sin duda les haba hablado Pablo durante suestancia entre ellos.

    Pues bien, estas tendencias del espritu griego, que afloran constantemente en nuestracarta, son las que dan ocasin al Apstol para desarrollar su teologa poniendo a punto, con ca-

    rcter universal, la presentacin del mensaje cristiano que vena predicando. Puede decirse,en frase de Cerfaux, que las cartas a los Corintios sealan una encrucijada en la teologa pauli-na. A esos corintios demasiado orgullosos por su ciencia (cf. 4:8-10; 8:1-2), les dice que no esen la sabidura humana (filosofa unida a la elocuencia) donde deben poner su confianza,pues sta, ms que llevar al conocimiento de Dios, ha engendrado de hecho la idolatra y elpecado (1:21; cf. Rom 1:18-32) o, lo que viene a ser lo mismo, se ha convertido en instrumentode los poderes de este siglo (2:6-8; cf. Gal 4:8-i i; Ef 4:17-19); de ah que Dios haya decididosalvar a los seres humanos por la locura de la cruz (cf. 1:17-31).

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    Aqu tenemos la que podemos considerar como idea central de esta carta: la locura de lacruz 127. De esta idea Pablo hace derivar consecuencias en todas direcciones. Comenzar por de-cir a los corintios que la existencia misma de divisiones y partidos entre ellos prefiriendo unos aun predicador y otros a otro, no tiene otra raz sino que no atiende a cul es la verdadera natura-leza del mensaje evanglico (cf. 1:10-13); igual se diga de esa libertad que se arrogan para juzgar

    de todo, trtese de los predicadores (cf. 4:1-5) o de las relaciones sexuales (cf. 6:12-20) o de lacomida de ciertos manjares (cf. 8:8-13). La misma resurreccin de los muertos la apoya Pablo,no en razonamientos de sabidura humana, sino en nuestra vinculacin a Cristo (cf. 15:12-17),del que somos pertenencia (cf. 1:13; 3:23; 6:15; 7:22-23; 12:27), Y donde se halla el genuinofundamento de la tica cristiana, que el mismo Pablo llama ley de Cristo (cf. 9, 21). En con-sonancia con esta idea, Pablo har frecuentes llamamientos a que se observen las tradicionesvenidas de Cristo; esto no slo cuando se trata de doctrinas que pudiramos llamar dogmticas,como en el caso de la indisolubilidad del matrimonio (cf. 7:10) o de la muerte y resurreccin deCristo (cf. 15:3:11), sino tambin cuando se trata de ritos religiosos, como el del modo de cele-brar la cena eucarstica (cf. 11:20-25), o simplemente de costumbres que han venido haciendoley, como en el caso del velo de las mujeres y de su silencio en las asambleas litrgicas (cf.

    11:16.14.34). Ni toca a los fieles, apoyados en sabidura humana, juzgar a los Apstoles, sinoque es Dios quien los juzgar en funcin de su fidelidad (cf. 3, 10-15; 4:1-5; 7:25). Es esta fide-lidad precisamente la que inserta a los Apstoles en la tradicin que viene de Cristo 128.

    Tal es, a nuestro juicio, la idea directriz de esta importante carta de Pablo. Importante, noya slo bajo el punto de vista histrico, permitindonos formar una idea bastante completa decmo era la vida de las primitivas comunidades cristianas, con sus luces y sus sombras, sino par-ticularmente y sobre todo bajo el punto de vista doctrinal. El Pablo telogo aparece aqu per-fectamente hermanado con el Pablo pastor de almas. Son situaciones concretas y casos particula-res los que Pablo ha de resolver, pero lo hace acudiendo a los grandes principios y poniendo derelieve aspectos esenciales del pensamiento cristiano, con valor permanente para todos los tiem-pos.

    De los temas concretos aludidos en esta carta nos vamos a fijar en tres: la eucarista, loscarismas y la resurreccin de los muertos.

    La Eucarista. Pablo alude al tema de la Eucarista en dos pasajes de la carta. Prime-ramente al hablar de las comidas sacrificiales paganas, en las que el cristiano no puede participar,y a las que contrapone la comida eucarstica (cf. 10:16-22); luego, al tratar de corregir los abusosen que han cado los corintios cuando celebran la eucarista (cf. 11:17-34). La importancia quepara nosotros, cristianos, tienen estos pasajes es extraordinaria: se trata del testimonio ms anti-guo que poseemos sobre la institucin de la Eucarista por Cristo y sobre la prctica de lamisma en la Iglesia129.

    En efecto, como ya indicamos ms arriba, la carta est escrita probablemente en la pri-mavera del ao 57, pero el Apstol afirma que esto que ahora dice a los corintios no es nuevo,sino que ya se lo haba transmitido de palabra cuando estuvo entre ellos (11:23; cf. Act 18:1-18), es decir, que nos remontamos a los aos 50-52, unos veinte aos despus de la muerte deCristo. No es claro a qu alude concretamente Pablo con esa afirmacin de que l ha recibidodelSeor lo que les ha transmitido (cf. 11:23). Hay autores (Cornely, Lemonnyer, Sickenber-ger) que, dado el relieve que da a su afirmacin (yo he recibido.), creen que el Apstol estrefirindose a las grandes revelaciones con que fue favorecido por el Seor a raz ya de suconversin en Damasco (cf. Act 9:15-16; 26, 16-18; Gal 1:12); sin embargo, otros muchos (Alio,Huby, Hring) creen que est refirindose, no a que lo haya recibido del Seor en esas revelacio-

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    nes hechas a l, sino ms bien a travs de la tradicin o catequesis apostlica, es decir, deforma slo mediata. Eso parecen insinuar los trminos recibir y transmitir () y(), clsicos ya en el judasmo para designar la transmisin de una tradicin; y esoindicara tambin, segn algunos autores, el uso de la preposicin y no ),( 1:23), comodando a entender que lo ha recibido de parte del Seor (), pero no de boca del Seor ().

    Quizs esto ltimo sea sutilizar demasiado, pues San Pablo no suele bajar a tantas finuras grama-ticales en el uso de las preposiciones 130. De todos modos, l lo ha recibido del Seor, y unacosa no se opone a la otra: las revelaciones hechas a l no excluyen otras informaciones a travsde la catequesis apostlica y de testigos directos del acontecimiento (cf. Gal 1:11-12, compa-rado con 1 Cor 15:1-11). Este sera nuestro caso.

    Pues bien, qu es lo que ensea San Pablo sobre la Eucarista? 131 Lo primero que adver-timos es que las frmulas con que Pablo describe la institucin de la eucarista por Cristo (11:23-26) son muy semejantes a las de Lucas (cf. Lc 22:19-20), que sabemos fue su discpulo (cf. Col4:14; 2 Tim 4:11), con diferencias en cambio ms marcadas respecto de las frmulas de Mateo yMarcos (cf. Mt 26:26-28; Mc 14:22-24), que representaran otra corriente de tradicin. Es proba-ble que las frmulas de Mateo-Marcos procedan de las comunidadespalestinenses, mientras que

    las de Pablo-Lucas procederan de las comunidades helenistas; de ah que cambien el por mu-chos (cf. Mt 26:28; Mc 14:24) en por vosotros (cf. Lc 22:19-20; 1 Cor 11:23) Y el bendecir(cf. Mt 26:26; Mc 14, 22) en dar gracias (cf. Lc 22:19; 1 Cor 11:24), pues las expresiones deMateo-Marcos, de profunda raigambre semtica, se prestaban a ser mal interpretadas por odosgriegos. Otra cosa que advertimos es que slo Pablo y Lucas (1 Cor 11:24-25; Lc 22:19) hablande mandato de Cristo de que repitamos lo hecho por El; el silencio de Mateo-Marcos quizs ten-ga su explicacin en que esa orden o mandato de Cristo no se recitaba en las celebraciones litr-gicas, pues, como muy bien se ha dicho, una prescripcin no se cita, sino que se pone por obra.

    En cuanto a sealar cules eran las enseanzas de Pablo sobre la Eucarista, aparte estaafirmacin fundamental de que es algo instituido por Cristo, creo que podemos reducirlas a trespuntos principales: carcter sacrificial, presencia real de Cristo, influjo en la vida de cada uno yen la de la Iglesia.

    Por lo que hace al carcter sacrificialde la eucarista, Pablo es muy claro en el primerode los pasajes (10:14-22) al situarlo dentro de la lnea de los manjares propios de los sacrificios.Tambin en el segundo pasaje (11:23-29) deja entender claramente el carcter sacrificial cuandohabla de comer el cuerpo y beber la sangre, expresiones que estn evocando la separacin vio-lenta del cuerpo y de la sangre, es decir, que Pablo no slo piensa en Cristo, sino en Cristo queentrega su cuerpo y derrama su sangre por la salvacin de todos los humanos. Cristo sehace presente en el estado de inmolacin, siendo luego dado en alimento a los cristianos comolas vctimas en los convites sacrificiales. Todo ello recibe esplndida confirmacin en esas otrasexpresiones por vosotros. nueva alianza en mi sangre (11:24.25), con referencia a la antiguaalianza sellada con sangre (cf. Ex 24:8) y tambin probablemente a la entrega a muerte en favornuestro de que habla Isaas (Is 53:12; cf. 42:6; 49:8).

    La otra verdad, es a saber, presencia realde Cristo en la eucarista, no est menos acen-tuada. Esas expresiones comer., beber, que Pablo repite varias veces aplicadas al cuerpo y san-gre de Cristo (cf. 11:26-29), estn sealando que las palabras de la institucin esto es mi cuerpoindican una realidad, y perderan su fuerza si slo se tratase de presencia espiritual o simblica;ni habra razn para hablar de pecados contra el cuerpo y la sangre del Seor (cf. 11:27-32),sino ms bien contra el Seor, a quien simbolizara el pan y el vino. Tambin en el primero delos pasajes alusivos a la eucarista (10:16-17) las expresiones comunin (hoinonia) con la

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    sangre. con el cuerpo de Cristo, que Pablo no usa al referirse a los sacrificios judos o paganos,est como sealando que no se trata de una comunin con la divinidad de tipo slo moral, co-mo en el caso de los sacrificios judos o paganos, sino de algo nticamente real, que tendr inclu-so la virtud de unir a los participantes no slo con Cristo, sino tambin entre s (v.17). C-mo se realice, sin embargo, esa transformacin del pan y vino en cuerpo y sangre de Cristo,

    Pablo no lo dice nunca.Finalmente, el influjo de la eucarista en la vida del cristiano est tambin en Pablomuy acentuado. No ya slo por su insistencia en recordarnos que Cristo se da en forma de pany vino, lo cual implcitamente est dando a entender que la eucarista es un rito de nutricin ytiene por fin dar la vida, sino tambin, por anttesis, por el hecho de su insistencia en los castigoscontra los profanadores de la eucarista, castigos que afectan incluso a la salud y vida corporal(cf. 11:30-32). Esta idea de la eucarista pan de vida est desarrollada maravillosamente en SanJuan (cf. Jn 6:1-59). Pablo aade todava que la eucarista tiene tambin influjo en la vida de laIglesia, llegando a decir que presisamente por ser uno el pan y participar todos de ese nico pan,formamos todos un solo cuerpo, que es la Iglesia (10:17; cf. Col 1:18; 2:19), idea sta que me-recera ms amplio comentario, y de que ya hablaremos en la introduccin a la carta a los Efe-

    sios. Pablo, pues, no considera la eucarista mirando slo al pasado, como recuerdo de lo quehizo Cristo, sino tambin mirando al presente, como actualizacin del hecho pasado, que se haceoperante all donde se realiza el recuerdo; o dicho de otra manera, no se trata de una simple con-memoracin, sino de una conmemoracin que hace presente el objeto del recuerdo. Y todavams. Pablo ve en la eucarista una proyeccin tambin hacia el futuro, diciendo que con la cele-bracin de la eucarista anunciamos la muerte del Seor hasta que El venga (11:26); es decir,con la celebracin de la eucarista hacemos presente a Cristo en estado de sacrificio reden-tor, cual si el sacrificio se produjese en este momento, lo cual seguir hacindose hasta la paru-sa, momento en que Jess volver a encontrarse ostensible y definitivamente con los suyos.

    Todava queda una ltima cuestin que intencionadamente hemos ido soslayando para noentrar en terreno discutido, pero de la que conviene tambin decir algo. Nos referimos a la cues-tin del gape, es decir, a si lo aludido aqu por San Pablo que suceda entre los corintios (cf.11:20-22) tiene o no algo que ver con esa comida de hermandad en favor de los pobres, cuyosgastos sufragaba la iglesia o algn cristiano generoso, y de la que hay claros testimonios en si-glos posteriores 132. La opinin tradicional, que incluso actualmente sostienen la mayora de losautores, responde en sentido afirmativo, dando por hecho que las primitivas comunidades cris-tianas, a imitacin del Seor en la ltima cena, al rito propiamente eucarstico hacan precederuna comida, de la que todos los fieles participaban en seal de hermandad, y a la que pronto co-menz a llamarse gape, es decir, caridad. Una prueba la tendramos en la comunidad mismade Jerusaln, conforme se cuenta en los Hechos (cf. Act 2:46). Los corintios no haran sino se-guir la costumbre de las dems iglesias, pero con la diferencia de que haban dejado introducirtodos esos abusos de que se queja San Pablo. Lo que el Apstol, pues, les manda, no es que su-priman la comida, sino que corrijan los abusos.

    Contra esta manera de pensar se levant Batiffol133, y a l han seguido despus otros mu-chos autores (Goossens, Ladeuze, Coppens). Dicen estos autores que hasta despus de mediadoel siglo n no consta siquiera de la existencia del gape, y que no hay documento alguno por elque pueda probarse que estuviera nunca unido a la celebracin de la eucarista. Suponer quelo estuvo en un principio es algo totalmente apriorstico. Lo que aqu San Pablo critica en los co-rintios no son simplemente los abusos, sino la comida misma que unan a la eucarista, debido

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    probablemente a infiltraciones de los paganos, quienes apenas conceban un sacrificio sin el co-rrespondiente banquete sagrado. Quiere que la reunin eucarstica sea exclusivamente eucarsti-ca, nada de comidas que la acompaen. Su argumentacin sera la siguiente: Os reuns para co-mer la cena del Seor, pero eso que hacis ya no es la cena del Seorporque la cena del Seor,la que l mand, fue de esta y de esta manera (v.23-26). Lo que afirma en el v.22 es clara prueba

    de que es ste su pensamiento. Cierto que en el v.33 da normas en orden al futuro, para cuandose junten para comer; pero es obvio tomar esa frase como equivalente de comer la cena del Se-or, igual que en el v.20. As, ms o menos, se expresan estos autores. Confesamos que las ra-zones alegadas son de mucho peso, y, aunque no pueda darse la cosa por resuelta, a esta manerade ver nos inclinamos tambin nosotros. Ni se arguya con la costumbre de la primitiva iglesiade Jerusaln, pues se fue un caso del todo aparte, como ya explicamos en su lugar (cf. Act2:42; 20:7).

    Los carismas. Es en esta primera carta a los corintios, de entre todos sus escritos, don-de San Pablo trata con ms detencin y amplitud el tema de los carismas 134. De las diecisisveces que el trmino carisma () aparece en sus cartas, siete lo estn en esta primeracarta a los corintios: 1:7; 7:7; 12:4.9.28.30.31. Las nueve restantes son: 2 Cor 1:11; Rom 1:11;

    5:15.16; 6:23; 11:29; 12:6; 1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6.Si damos una mirada de conjunto a todos estos pasajes, nos daremos cuenta en seguida deque Pablo toma este trmino en un sentido muy amplio, viniendo a equivalera don gratuito queviene de Dios, trtese de la obra redentora de Cristo en general (Rom 5, 15-16), o de la vidaeterna (Rom 6:23), o de los privilegios a los israelitas (Rom 11:29), 6 de una proteccin divinaen medio de peligros (2 Cor 1:11), de gracia para vivir honestamente en el propio estado (1Cor 7:7), o de la gracia concedida a los dirigentes de la comunidad mediante la imposicin demanos (1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6). Dentro de este amplio marco de dones gratuitos de Dios, Pa-blo se fija de modo particular en esos dones que miran directamente a la propagacin delEvangelio y al desarrollo de la Iglesia, como son todos los relativos a funciones de ministerio(apstoles, profetas, doctores, evangelistas, pastores) y a diversas actividades necesarias para buen funcionamiento de una comunidad (enseanza, obras de misericordia, exhortacin, mi-lagros, etc.). Listas de estos carismas, sin que Pablo tenga intencin de hacer una enumeracincompleta, las hallamos en: 1 Cor 12:8-10.28-30; Rom 12:6-8; Ef 4:11. En el texto de Efesios nose emplea el trmino carismas, pero es claro que se est aludiendo a ellos, igual que en Corin-tios y Romanos.

    Es precisamente en Corinto donde Pablo hubo de enfrentarse con el problema pastoralplanteado por los carismas.El hecho de los carismas, as en general, no tena por qu llamar laatencin al cristiano. Ya en el Antiguo Testamento se habla de que la presencia del Espritu deDios en el hombre se manifestaba de varias maneras (cf. Jue 14:19; i Re 18:22:28; Ez 3:12), yJoel anuncia la universalidad de esa efusin en la poca mesinica (Jl 3:1-5; cf. Act 2, 15-21).Tambin Jesucristo, segn las narraciones evanglicas, haba prometido esos dones a su Iglesia(cf. Mc 16:17-18), de cuyo cumplimiento son buena prueba varios pasajes del libro de losHechos (cf. Act 2:4; 6:8; 8:7; 10:46; 19:6; 21:9). Generalmente la actuacin del Espritu tenalugar a travs de la razn y de la conciencia humana (cf. Act 6:8; 21:9), pero a veces tambin porencima de ellas (Act 19:6; cf. 1 Cor 14:13-14). Parece que en las iglesias paulinas, al menos enalgunas de ellas, como en esta de los corintios, el uso de los carismas haba adquirido tal desarro-llo y amplitud que en las asambleas fue necesario estableceruna especie de liturgia para ellos(cf. 1 Cor 14:26-32).

    No es necesario decir que Pablo tena en gran estima los carismas (cf. 1 Tes 5:19-20).

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    Ninguna tesis tan central en su teologa como la de la gratuidadde la bendicion divina, y elhecho y experiencia de los carismas no era sino una consecuencia y desarrollo de esa te-sis. Pero es obvio suponer que tuviera una preocupacin: la de que los fieles cuidasen de discer-nirqu carismas eran autnticos y cules no (cf. 1 Tes 5:21-22; 2 Tes 2:2). Este problema, alo que parece, adquiri especial gravedad entre los cristianos de Corinto, donde las infiltraciones

    paganas estaban metindose por todas partes: en la celebracin de la eucarista (cf. 11:18-22), enlas concesiones respecto de los idolatras (cf. 10:20-21), en la relajacin de costumbres (cf. 5:1-2;6:12-23), Y parece que tambin en la prctica intemperante de hablar en lenguas (cf. 13:1;14:18-23), mixtificando peligrosamente las cosas bajo el influjo de fenmenos semejantes enciertos cultos orgisticos de los paganos (cf. 12:2-3).

    Tal es la ocasin que mueve a Pablo a tratar el tema de los carismas. Y, como es normaen l, no se queda en simple casuista para aquella situacin concreta, sino que se eleva a losprincipios, con la vista puesta sobre todo en esos carismas que miran a la utilidad comn, queera de donde poda venir la desorientacin.

    Pues bien, cul es la doctrina que Pablo propone? Su afirmacin bsica la podramosenunciar as: unidad y diversidadde los carismas, es decir, Pablo afirma que, aunque los caris-

    mas son muy diversos (cf. 12:8-10:28-30), todos vienen del mismo y nico Espritu (cf.12:11); de ah su unidad profunda, sin que pueda haber choque entre ellos. Esta unidad la ve SanPablo, adems, en el hecho de que todos los carismas van dirigidos por el Espritu hacia el mis-mo fin, es decir, a la comn utilidad (cf. 12:7), idea que desarrolla maravillosamente valindosede la comparacin con el cuerpo humano: al igual que en el cuerpo humano hay gran variedad demiembros, unos ms nobles y otros menos, pero todos necesarios y en mutua concordia en ordenal bien del conjunto, as el Espritu otorga diversos carismas a unos y otros individuos en orden aconcurrir todos a la utilidad de la Iglesia, cuerpo de Cristo (cf. 12, 12-30). Todava aadir, co-mo consecuencia de lo anterior, que de entre los carismas debemos aspirar no a los que puedanparecer ms vistosos, sino a los de mayor utilidad en el plano comunitario (cf. 12:31; 14:1-3)

    Tales son las afirmaciones principales con que Pablo pone de relieve la naturaleza de loscarismas y su importante papel en la vida de la Iglesia. Sin embargo, falta la segunda parte: c-mo discernir los carismas autnticos de los que no lo son?

    Pablo propone primeramente un criterio de carcter general: no ser verdadero carism-tico quien no confiese la soberana de Cristo (12:3; cf. 8:6). Considera Pablo que esa confe-sin es como compendio de toda la fe cristiana y santo y sea de la ortodoxia. Prcticamente esel mismo criterio de que habla tambin San Juan (cf. 1 Jn 4:1-3) y, en el fondo, se equivale conel propuesto ya en el Antiguo Testamento para discernir a los verdaderos profetas (cf. Dt 13:2-6).Es claro, sin embargo, que este criterio perfectamente vlido, pues, nada que se oponga a laverdadera fe puede proceder del Espritu no siempre resultar suficiente. Qu hacer enton-ces? Poco despus habla Pablo del carisma de discernimiento de espritus (12:10), es decir, quetambin para esto pone un carisma, pero cmo distinguiremos al que realmente lo tiene?

    Pablo no sigue adelante ni vemos que se proponga la cuestin. Sin embargo, dada su ma-nera de actuar, tomando decisiones tambin en lo tocante a los carismas (cf. 1 Cor 14:37-40; 2Tes 2:2-3; Gal 1:7-8; Fil 3:15), es claro que l personalmente y es de creer que lo mismopiense de los dems apstoles (cf. 1 Cor 15:1-11; Gal 2:1-9) se siente con autoridad para juz-gar de la autenticidad de los carismas al menos en forma negativa; es decir, para juzgar de losque no lo son. Podramos, pues, decir que, en realidad, se considera revestido del carisma dediscernimiento de espritus.

    Creemos que, dentro del tema de los carismas, este punto es de suma importancia prc-

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    tica, por lo que convendr que nos detengamos un poco en l. Primeramente tratemos de preci-sar la terminologa, pues no pocas veces el no hacerlo suele ser causa de ambigedades y des-orientacin. En efecto, mientras en la terminologa tradicional solemos llamar carismas sola-mente a esos dones que el Espritu, cuando le place, concede a determinados fieles sin media-cin alguna humana, trtese de fieles que desempean funciones ministeriales o de quienes no

    desempean ninguna, en la terminologa de Pablo no es as, sino que, como antes ya dijimos, Pa-blo toma el trmino carisma en sentido mucho ms amplio, equivalente prcticamente a dondel Espritu, incluyendo ah, por consiguiente, tambin los servicios o ministerios en bien de laIglesia 135. Donde los telogos, al referirse a los superiores o dirigentes eclesisticos, han venidohablando de gracia de estado, Pablo habla simplemente de carisma (cf. 1 Cor 12:28-30; Rom12:6-8; Ef 1:11; 1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6), e igualmente habla de carisma (cf. 1 Cor 7:7) dondenosotros segn la terminologa tradicional hablaramos ms bien de gracia sacramental. ParaPablo son carismas no slo el don del Espritu para hacer milagros (gracia especial extraordi-naria) o para consolar (gracia especial nada llamativa), sino tambin el don del Espritu para elrecto desempeo de una funcin eclesistica: apstol, profeta, doctor, obispo, dicono. Ni ad-mite que pueda haber ministerio sin carisma, pues el fiel necesita de ese don o ayuda divina sin

    la cual nada puede hacer (cf. 1 Cor 3:5; 2 Cor 3, 5-6; 1 Tim 4:14).Esto supuesto, vengamos ya a nuestra cuestin. Evidentemente, para Pablo el apostola-do, de que l se considera investido, es un carisma, como es un carisma la profeca o el donde lenguas; pero no es simplemente un carisma ms de entre los carismas, sino que tiene carac-tersticas nicas, en cuanto que arranca de una misin confiada a l directamente por Cristo. Esese llamamiento directo por Cristo lo que pone a Pablo al mismo nivel de los Doce (cf. Gal 1:1; 1Cor 9:1; 15:7-9), con funciones caractersticas y privilegiadas: Tanto yo como ellos (los Doce)esto predicamos y esto habis credo. Os lo he dicho antes, y ahora de nuevo os lo digo: si algunoos predica otro evangelio distinto del que habis recibido, sea anatema (1 Cor 15:11; Gal 1:8).Cierto que existen otros carismas, que el Espritu distribuye segn quiere (1 Cor 12:11), y delos que Pablo dir a los tesalonicenses: No apaguis el Espritu (1 Tes 5:19), pero nunca estoscarismas aparecen desvinculados del carisma de apostolado, al que muy bien podemos conside-rar como don supremo del Espritu, concedido directamente por Cristo a Pablo y a los Doce. Confrase incisiva dir a los corintios: Si alguno cree ser profeta o estar dotado de algn carisma,reconocer que esto que os escribo es precepto del Seor (1 Cor 14:37).

    Esto hace que, mientras otros carismticos bastaba con que pensasen en desarrollar el mi-nisterio o servicio que el Espritu les confiaba, como poda ser la misin de consolar, o de exhor-tar, o de profetizar, o de hablar en lenguas, Pablo y los Doce, en virtud misma del carisma deapostolado, se sienten con responsabilidad general (cf. Gal 1:12-16; Rom 15:15-16; 1 Cor 9:1-2; 15:1-11; 2 Cor 5:20; Act 18; Mt 28:18-20; Jn 20:21) y con autoridad () para tomar de-cisiones (cf. 2 Cor 10:8; 13:10) e incluso juzgar de la autenticidad de los carismas (cf. 2 Tes 2:2-3; Gal 1:7-8). Esa misma responsabilidad general har que los apstoles piensen muy pronto encolaboradores. El caso de Pablo es claro, y conocemos los nombres de muchos de ellos: Tito,Timoteo, Lucas, Silas., por los que no pocas veces se hace incluso representar (cf. 1 Tes 3:2; 1Cor 4:17; 16:11; 2 Cor 7:6-14).

    La resurreccin de los muertos. Se ha dicho, y no sin razn, que la doctrina sobre laresurreccin de los muertos es como la clave de bveda del pensamiento religioso de Pablo, don-de culminan su cristologa, su soteriologa y su antropologa 136. Tres facetas del mensaje evan-glico que hallamos ah directamente implicadas. El tema, pues, es sumamente importante, y Pa-blo, ante las vacilaciones de algunos fieles, va a afrontarlo directamente 137.

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    Que entre los fieles de Corinto hubiese quienes negaban la resurreccin de los muertos esalgo que afirma claramente Pablo (cf. 15:12.29.34). Ni ello debe causarnos demasiada sorpresa;es una ms de las infiltraciones paganas que venan poniendo en peligro la fe de aquella comuni-dad. Ya en el discurso de Atenas, segn refiere el libro de los Hechos, cuando Pablo hace alusina la resurreccin de los muertos, la acogida no puede ser ms desalentadora: Unos se echaron a

    rer y otros le dijeron: Te oiremos sobre esto otra vez (Act 17:32), como dndole a entender queno perdiera el tiempo. Y es que nada ms opuesto al espiritualismo griego que la idea de una re-surreccin corporal. Platnicos y pitagricos, concordes en afirmar la inmortalidad del almahumana, eran contrarios, no menos que los epicreos, a esa idea de resurreccin corporal, quetenan por algo absurdo. En el mundo griego era corriente la expresin -, dando aentender que el cuerpo no era ms que una tumba en que estaba encerrada el alma. Con la muerteprecisamente era cmo el hombre se libraba de esa crcel o tumba; de ah lo absurdo de una resu-rreccin, pues sera como volver a encarcelar al alma despus de haber conseguido la liberacin.

    Pablo se da cuenta del problema y, sin cambiar en lo ms mnimo su constante afirmacinde que habr resurreccin corporal, subraya el aspecto espiritual de los resucitados, haciendo in-tervenir la nocin de cuerpo espiritual(cf. 15:44), nocin afn en cierto modo a la que represen-

    taba el alma para los griegos, deshaciendo as las naturales objeciones contra una reanimacinmaterial de los cuerpos. En el fondo es lo mismo que, segn las narraciones evanglicas, habahecho ya Jesucristo respondiendo a una pregunta de los saduceos, que negaban tambin la resu-rreccin; sern como ngeles de Dios (Mt 22:30).

    Notemos tambin que Pablo habla siempre de resurreccin de los muertos (cf.15:12.13.15.16.21.32.35.42.52), no de resurreccin del cuerpo o de la carne, como parecerapedir una concepcin antropolgica puramente griega, con ese marcado dualismo entre almainmortal y cuerpo corruptible, crcel de aqulla 138. Para Pablo, es el hombre todo entero el queha recibido la promesa de salud, y l es el que muere; ni la muerte debe ser considerada sim-plemente, al estilo griego, como liberacin del alma que sale de la crcel del cuerpo, sinoms bien como algo que es castigo del pecado y que produce una situacin violenta en el hom-bre, situacin que slo terminar en la resurreccin corporal al final de los tiempos (cf. 15:21-24.54-57). Hay, pues, una concepcin unitaria del hombre, sin que eso impida cierto dualismoque permitir al yo o ncleo fundamental del hombre seguir viviendo junto a Cristo despus dela muerte corporal, punto ste que expondremos luego con ms detalle al comentar el pasaje de 2Cor 5:6-8.

    Hechas estas observaciones preliminares, vengamos ya concretamente a la exposicin dePablo sobre la resurreccin de los muertos. Su punto de partida es el hecho de la resurreccin deCristo (15:1-11); de ah deducir, como consecuencia inevitable139, la realidad de nuestra resu-rreccin (15:12-58).

    A) La resurreccin de Jesucristo.

    Si es importante el testimonio que Pablo nos da en esta carta sobre la eucarista, a menosde treinta aos de la muerte de Jesucristo, no lo es menos el que en esta misma carta nos da sobrela resurreccin, acontecimiento verdaderamente central en el cristianismo. Igual que entonces(cf. 11:23), Pablo vuelve a usar los trminos recibir y transmitir (cf. 15:3), con referencia acuatro afirmaciones fundamentales sobre Jesucristo: muri - fue sepultado resucit- se apare-ci,que forman el cuadro completo del acontecimiento pascual. De singular relieve es su afir-macin: Tanto yo como ellos (los Doce) esto predicamos y esto habis credo (15:11), y elhecho de sealar que vivan an muchos de los que haban sido testigos de las apariciones del

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    Resucitado (15:6), dato ste puesto sin duda por Pablo con la manifiesta intencin de hacer msostensible el valor de su testimonio sobre la resurreccin.

    Actualmente existe una tendencia muy difundida, cuyos exponentes ms calificados po-demos ver en R. Bultmann y W. Marxsen, que trata de explicar la resurreccin de Jesucristo nocomo algo objetivo tocante a Jess, sino como algo subjetivo tocante a los apstoles, los

    cuales han credo en la resurreccin. Segn Bultmann, todas esas narraciones neotestamentariassobre la resurreccin de Jesucristo no son sino la descripcin en lenguaje mitolgico de la fe pas-cual, es a saber, la fe de que la muerte de Jess en la cruz no fue una muerte humana ordinaria,sino un acontecimiento de salvacin para los hombres que creen en Cristo. Qu es lo que hayadetrs de eso es imposible saberlo, y adems no nos interesa, pues la fe no se funda sobrehechos, es ms, stos la comprometen y la hacen vana. De ah la frmula pregnante de Bult-mann: Jess ha resucitado en el kerigma, es decir, del acontecimiento de la cruz debemos pasaral acontecimiento de la fe pascual, sin que haya que poner ningn acontecimiento intermedio enla persona de Jess 140.

    En la misma lnea de interpretacin se expresa W. Marxsen. Insiste este autor en que nohay un solo testimonio neotestamentario en que se afirme que alguien vio la resurreccin de Je-

    sucristo como un hecho desarrollado ante sus ojos. Histricamente lo nico que se puede esta-blecer, una vez muerto Jess en la cruz, es que algunos hombres afirman haber tenido una expe-riencia, es a saber, la de haber visto a Jess despus de su muerte. Fue la reflexin sobre esaexperiencia la que condujo a esos hombres a la interpretacin: Jess ha resucitado. Pues bien, esainterpretacin que hacen sus discpulos es la propia de su tiempo y de su ambiente cultural; sidicha experiencia la hubieran tenido hombres griegos, ms que decir: Jess ha resucitado,hubieran dicho: Jess ha dejado su cuerpo. Nosotros, pues, que pertenecemos a otro ambientecultural, no tenemos por qu estar ligados a una interpretacin propia de otros tiempos y deotra cultura. Para nosotros la resurreccin de Jess significa sencillamente que el hecho de Jesscontina y su mensaje llega hasta nosotros en la palabra del Evangelio, como en un tiempollegaba a sus discpulos. 141

    Sin pretender hacer aqu una crtica detallada sobre este nuevo enfoque que se da a la re-surreccin de Jesucristo, tan distante de la fe tradicional, diremos slo que ciertamente no esese el pensamiento de San Pablo 142. Esa larga enumeracin de testigos que han visto al Resuci-tado, tambin fuera de los apstoles, con la coletilla de que muchos todava viven, no tiene en esecontexto otra finalidad sino la de hacer ms creble y en cierto modo garantizar ante los corintiosel hecho de la resurreccin de Jesucristo como algo real y objetivo.

    Sin embargo, notemos bien, cosa que parece olvidar Marxsen, que los apstoles, y con-cretamente Pablo, no conciben la resurreccin de Jesucristo como simple reanimacin de un ca-dver, tipo resurreccin de Lzaro (cf. Jn 11:43-44), accesible directamente a la investigacinhistrica, sino como algo perteneciente ya al mundo escatolgico y que cae fuera de la percep-cin y comprobacin normales. De ah que Pablo hable de cuerpo espiritual (15:44), Y Quelasapariciones escapen a las condiciones habituales de la vida terrestre, hasta el punto de que unosvean y otros no vean, como parece ser el caso de la aparicin de Damasco (cf. Act 9:5-7),que Pablo equipara a las de los otros apstoles (15:8). En ese sentido ningn inconveniente te-nemos en decir que la resurreccin de Jesucristo no es un hecho histrico, en cuanto que no esaccesible y cognoscible en s mismo mediante los mtodos propios de la investigacin histrica atravs de los testimonios de los que la hubiesen visto; nos basta con reconocer que es un hechorealy objetivo, independiente de la fe de los apstoles y que precede a ella. Sin embargo, porqu hemos de restringir el hecho histrico slo a los hechos que caen directamente bajo la ex-

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    periencia humana? Es que no pueden llamarse tambin histricos los hechos reales que resul-tan de la intervencin divina en el acontecer humano, y que, teniendo efectos perceptibles a laexperiencia (apariciones, tumba vaca.), le escapan, sin embargo, en su realidad profunda? Talsera el caso de la resurreccin de Jesucristo.

    B) La resurreccin de los cristianos.Si Pablo, como acabamos de exponer, habla del hecho histrico de la resurreccin de Je-

    sucristo, no es ciertamente para pararse ah. Lo que principalmente trata Pablo de hacer resaltaren el hecho de la resurreccin de Jesucristo es su valorsoteriolgico, viendo en esa resurreccinel principio de la nueva creacin o en futuro: Cristo resucita, pero resucita como primicias delos muertos, y por su unin a El viven ahora ya nueva vida y resucitarn a su tiempo todos losfieles (cf. 15:12-23). Es el nuevo Adn que arrastra en pos de s a toda la humanidad hacia la jus-ticia y la vida, de forma parecida a como Adn la haba arrastrado al pecado y a la muerte. Estaanttesis Adn-Cristo, que aqu utiliza San Pablo (cf. 15:21-22.45. 49) la encontramos amplia-mente desarrollada en Rom 5:12-21.

    La vinculacin de nuestra resurreccin a la de Cristo la expone Pablo en 1 Cor 15:12-28.

    Hay autores (Hring, Leal.) que distinguen dos como fases o etapas en su razonamiento. Prime-ramente (v.12-19) argira en pura lgica natural: si es verdad que un muerto (Cristo) ha resuci-tado, no se puede decir que los muertos no resucitan, pues nadie podr negar que de jacto adposse valet illatio; luego (v.20-28) argira en el plano sobrenatural, por el hecho de nuestra in-corporacin a Cristo, cabeza de la humanidad regenerada, que exige la resurreccin tambin delos miembros. Creemos, sin embargo, que el Apstol, ya desde el principio (v.12-13), est refi-rindose al plano sobrenatural, pues todo da la impresin de que no alude simplemente a la posi-bilidadde la resurreccin, sino a la necesidadde esa resurreccin. No concibe una sin la otra: siCristo resucit, tambin los dems, que estn unidos a El, debern resucitar.

    El estado o condicin de los resucitados lo describe Pablo en 1 Cor 15:35-53 nuestrocuerpo habr de sufrir plena transformacin, adquiriendo unas caractersticas totalmente diferen-

    tes de este cuerpo mortal y corruptible que ahora poseemos. La frase de Pablo (cf. 15:44) es:cuerpo espiritual (), expresin que parece ser contradictoria en s misma; si escuerpo, cmo puede ser espiritual? Y ciertamente habra contradiccin si Pablo identificaseespiritual con inmaterial, que es como solemos entender nosotros el trmino espiritual,partiendo de categoras filosficas griegas. Pero Pablo es semita, y cuando habla de cuerpo espi-ritual, ms que pensar en inmaterialidad, con esa separacin tan marcada entre cuerpo materialy alma espiritual, que ponan los griegos, piensa en dominio del Espritu, es decir, en un cuerpoque est totalmente bajo la accin del Espritu y goza de sus prerrogativas (incorrupcin, gloria,fortaleza, espiritualidad),libre ya de esas limitaciones y debilidades a que est sometido nuestrocuerpo actual. A ese cuerpo llama Pablo cuerpo espiritual o pneumtico, en contraposicin aste que ahora tenemos, al que llama animal o psquico, pues vive bajo la accin e influjo del

    alma o psich (15:44-46).Ante esta exposicin que hace Pablo sobre la resurreccin de los muertos, una preguntaqueda flotando: es que Pablo slo piensa en la resurreccin de los cristianos? Qu sucedercon los dems hombres e incluso con los cristianos que no hayan vivido como tales?

    En los evangelios expresamente se habla de resurreccin generalpara justos y pecadores(cf. Mt 25:31-46; Jn 5:28-29); tambin a Pablo se atribuye esta misma doctrina en Act 23:6-9 y24:14-15. Sin embargo, en sus cartas no habla nunca de la resurreccin de los pecadores. Es quePablo no crea sino en la resurreccin de los justos? As opinan algunos exegetas protestantes,

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    como J. Hring, quien, comentando 1 Cor 15:22-24, escribe: Hay que reconocer que aqu Pablono habla para nada de la resurreccin de los no elegidos.; de otra parte, nos parece claro que si elApstol hubiera credo en una resurreccin de los no elegidos, ste era el momento de hablar deello, en este captulo y en este lugar., qu suceder, pues, con los rechazados? Ya lo hemos di-cho antes: cesarn de existir junto con nuestro mundo, participando de la suerte de esas potencias

    hostiles, como la muerte, que sern aniquiladas.

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    Otros, en cambio, como R. Bultmann, sos-tienen lo contrario: Parece que Pablo esperaba la resurreccin no slo para los justos, pues,aunque 1 Cor 15:22-24 y 1 Tes 4:15-18 se presten a ser interpretados en ese sentido, a ello seoponen Rom 2:5-16 y 2 Cor 5:10-14.

    Efectivamente, tiene razn Bultmann. El hecho de que Pablo haga frecuentes alusiones aun juicio divino, al que sern tambin sometidos los pecadores cuando llegue la parusa y seestablezca la separacin definitiva entre buenos y malos (cf. 2 Tes 1:6-10; 1 Cor 3:13-15; 2 Cor5:10; Gal 6:7; Rom 2:5-16; 14:10-12), est dando por supuesta esa resurreccin general, tam-bin de los pecadores. Si explcitamente no habla nunca de ella, quizs se deba a que sus cartasson escritos ocasionales, no manuales de teologa, y lo que Pablo pretende es animar a los fielesante esa perspectiva de la resurreccin gloriosa(cf. 1 Tes 4:18; 5:11; 1 Cor 15:19.58). La razn

    alegada por Pablo es, a saber, nuestra vinculacin a Cristo participando de su misma vida en elEspritu, vale slo para los fieles, no para los pecadores; pero si existe o no otra razn aplicable atodos, buenos y malos, que sea causa no ya de tal resurreccin (la gloriosa),sino de la resurrec-cin en general, Pablo no lo incluye nunca directamente dentro de su perspectiva, aunque parececlaro que lo da por supuesto, dadas sus frecuentes alusiones al juicio divinopara justos y pe-cadores.

    Introduccin, 1:1-9.

    Saludo Epistolar, 1:1-3.

    1 Pablo, por la voluntad de Dios llamado a ser apstol de Cristo Jess, y Sostenes,hermano, 2 a la iglesia de Dios en Corinto, a los santificados en Cristo Jess, llama-dos a ser santos, con todos los que invocan el nombre de nuestro Seor Jesucristo entodo lugar, suyo y nuestro: 3 La gracia y la paz de parte de nuestro Padre, y del Se-or Jesucristo.

    Es el saludo habitual con que San Pablo suele comenzar sus cartas (cf. Rom 1:1-7), aunque mati-zndolo de diversa manera, segn las circunstancias, como es obvio. Aqu, en esta carta a los Co-rintios, recalca su condicin de apstol (v.1; cf. 9:1; 15:5-11), lo mismo que har, y ms enr-gicamente todava, en Gal 1:1, pues en una y otra ocasin sus enemigos queran despojarle de esettulo. A su nombre une el de Sostenes (v.1), personaje de quien no tenemos ms noticias.Creen muchos que se trata del archisinagogo de Corinto, a que se alude en Act 18:17, y que,convertido a la fe, se habra unido al Apstol como colaborador. Ello es posible, pero nada puedeasegurarse con certeza, tanto ms que el nombre de Sostenes era bastante corriente.

    La carta va dirigida a la iglesia de Dios en Corinto (v.2), expresin favorita de San Pablocuando habla de la comunidad cristiana, como ya hicimos notar al comentar Act 20:28. En opo-sicin con iglesia de Dios van otras dos expresiones, santificados en Cristo Jess( ) y llamados santos ( ocyois, v.2). Evidentemente elApstol est refirindose a los cristianos de Corinto, en general, de quienes dice santificados en

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    Cristo Jess en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, con lo que, muertos al pecado,entran a participar de la vida y santidad de Cristo (cf. Rom 6:2-11). Lo de llamados santos, ex-presin usada tambin en Rom 1:7, no indica simplemente que eran as designados los cristianos(cf. 6:1; 16:1; Act 11:26), sino que equivale a santos por vocacin, o lo que es lo mismo, lla-mados a ser santos, con todo lo que ese trmino santos lleva consigo (cf. Act 9:13).

    Ms difcil de explicar resulta la expresin: . con todos los que invocan el nombre denuestro Seor Jesucristo en todo lugar, suyo y nuestro (v.2). Hay quienes (Cornely, Bover) con-sideran esta frase como paralela a la de 2 Cor 1:1: . con todos los santos de toda la Acaya, y elApstol no hara sino incluir en el saludo tambin a los cristianos de Acaya, aunque no pertene-ciesen a Corinto, la capital. El que a la regin toda de Acaya llame suya y nuestra (de los loscorintios y de Pablo) podra explicarse en el sentido de que eran tierras dependientes de Corinto,la capital, y, por tanto, los corintos podan considerarlas como suyas en cierto sentido; y, de otraparte, Pablo tendra inters en recalcar que tambin l poda considerar esa regin como suya,pues se trataba de comunidades cristianas fundadas por l, donde trabaj cerca de dos aos. Nocabe duda, sin embargo, que, si tal era la intencin de San Pablo, la expresin que emple no tie-ne nada de clara. Por eso otros muchos autores (Alio, Huby, Ricciotti) juzgan ms probable que

    el Apstol est refirindose, no especficamente a los fieles de Acaya, sino a los fieles cristianosen general, en cualquier lugar que se encuentren. Su intencin sera la de recalcar la universa-lidad de la Iglesia, asociando con los corintios a los fieles todos de cualquier lugar del mundo. Lode suyo y nuestro aludira no a lugar, sino a nuestro Seor Jesucristo, como corrigindosede la expresin: he dicho muestro Seor Jesucristo, pero en realidad no he dicho bien, pues essuyo y nuestro. Esta interpretacin, que juzgamos la ms fundada, estara muy en consonanciacon el tema de los partidos, preocupacin que bulla en la mente de Pablo ya desde las primeraslneas (cf. 1:12). Era como un echar en cara a los corintios su falta de consistencia para las divi-siones y partidos, apuntando, quiz, sobre todo al partido de Cristo, como diciendo: qu absur-do!, es que no somos todos de Cristo?

    Accin de gracias a Dios, 1:4-9.4 Doy continuamente gracias a Dios por la gracia que os ha sido otorgada en CristoJess, 5 porque en El habis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todoconocimiento, 6 en la medida en que el testimonio de Cristo se consolid entre voso-tros, 7 de modo que no escaseis en don alguno, mientras llega para vosotros la ma-nifestacin de nuestro Seor Jesucristo, 8 que a su vez os confirmar plenamente,para que seis hallados irreprensibles en el da de nuestro Seor Jesucristo. 9 Puesfiel es Dios, por quien habis sido llamados a participar con su Hijo, Jesucristo, Se-or nuestro.

    Despus del saludo epistolar, la accin de gracias a Dios por los beneficios concedidos a los des-

    tinatarios. Es el modo como San Pablo suele proceder en sus cartas, y que era como una especiede captatio benevolentiae para entrar en materia (cf. Rom 1:8). Aqu, en la presente carta, dagracias a Dios por la riqueza de dones con que ha favorecido a los corintios (v.4-6), dones quedeben a la benevolencia de Dios, sobre cuya fidelidad hay que contar para conseguir la saluden el gran da del retorno glorioso de Jesucristo (v.7-9). Se ve que desde el principio orienta SanPablo su exposicin a hacer ver a los corintios que no es en la suficiencia o industria humana,sino en la gracia o favor divino, donde debemos poner nuestra ilusin y confianza.

    Habla primero de la gracia () que os ha sido otorgada en Cristo Jess

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    (v.4). Evidentemente, bajo la expresin gracia de Dios incluye San Pablo todo el conjunto dedones sobrenaturales que los corintios han recibido al convertirse, dones que les han sido otorga-dos en Cristo Jess, es decir, por su incorporacin a Jesucristo (cf. Rom 6:2-11), que es, ade-ms, quien se los ha merecido (cf. Rom 3:24-25). Luego (v.5) concreta esos dones particular-mente en dos: palabra y conocimiento (Ayos ). No es fcil determinar qu quie-

    ra incluir el Apstol bajo esos dos trminos. Hay autores (Cornely, Fillin, M. Sales) que inter-pretan el trmino palabra, al igual que en otros pasajes paulinos (cf. Gal 6:6; Ef 1:13; 1 Tes1:6), como equivalente de doctrina evanglica; y en cuanto al trmino conocimiento, nohara sino recalcar la misma idea, aludiendo a que los corintios (no necesariamente cada indivi-duo, sino la iglesia de Corinto en general) haban sido enriquecidos con un conocimiento hondode esa doctrina, dado que (v.6) la predicacin evanglica o testimonio de Cristo haba sidofirmemente consolidado entre ellos. Sin embargo, otros autores (Alio, Spicq, Bover), y cree-mos que con fundamento, juzgan ms probable que San Pablo est refirindose a los carismas decarcter literario y de carcter intelectual (cf. 12:8) con que los corintios haban sido favorecidos(cf. 14:26), y que sustituan con ventaja a las glorias literarias y filosficas, que tanto entusias-maban a algunos (cf. 3:4). Esos carismas, aadir el Apstol en una especie de parntesis expli-

    cativo, han sido otorgados a los corintios en la medida en que el testimonio de Cristo habaarraigado entre ellos, es decir, en proporcin a su fe o entrega al Evangelio (v.6). Tambin es-cribiendo a los glatas Pablo les dice que han sido favorecidos por Dios con dones extraordina-rios (Gal 3:2-5).

    El que San Pablo conmemore de modo particular los carismas de palabra y de inteli-gencia no quiere decir que su perspectiva no sea mucho ms general, como lo indican las expre-siones habis sido enriquecidos en iodo., de modo que no escaseis en don alguno (v-5-?) Su-puesta esta riqueza de dones con que los corintios han sido favorecidos, el Apstol hace una alu-sin al juicio final o victoria definitiva de los buenos, momento que los corintios deben esperarconfiados, pues Dios es fiel, y si es El quien los ha llamado a la fe y favorecido con tantos do-nes, ciertamente no dejar de completar su obra, llevndolos hasta la glorificacin final (v.7-9).Este recordar la parusa en sus exhortaciones es frecuente en San Pablo (cf. 13, 11-12), y lomismo su insistencia en pedir que seamos hallados irreprensibles (cf. Flp 1:1; 1 Tes 3:13;5:23) y en advertir que Dios es fiel (cf. 10:13; 1 Tes 5:24; 2 Tes 3:3). En cuanto a la expresinllamados a participar con su Hijo (. ), ninguna definicin mejorde lo que es el cristiano: el llamado a participar de la filiacin del Hijo, en ntima comuninde vida con El (cf. Rom 6:3-11; 8:17; Gal 3:26-28).

    124 Hay autores (Hpfl-Gut, Ricciotti) que ordenan las cosas de otra manera. Dicen que el viaje de Timoteo aludido en 1 Cor 4:17 y16:10 no es el de Act 19:22. sino otro anterior, realizado expresamente para reforzar la carta e informar luego al Apstol del resul-tado de la misma. Vuelto Timoteo a Efeso con la consiguiente informacin (cf. 1 Cor 16:11), el Apstol habra cambiado sus pla-nes, anteriormente manifestados, de ir en seguida a Corinto a travs de Macedonia (1 Cor 16:5), haciendo un rpido viaje pormar a Corinto y volviendo luego a Efeso, donde an se detuvo bastante tiempo, enviando por delante a Macedonia dos de susauxiliares, Timoteo y Erasto, conforme se indica en Act 19:22. Ello lleva consigo, claro est, que la carta primera a los Corintiosno puede estar escrita el ao 57, sino al menos un ao antes.

    Creemos que son demasiadas conjeturas, muchas de ellas sin necesidad. Lo del viaje rpido del Apstol a Corinto despus de estaprimera carta, tambin lo admitimos nosotros, conforme indicaremos a su tiempo; pero ello es independiente de la cuestin deidentificar o no identificar el viaje de Timoteo en 1 Cor 4:17 y Act 19:22.

    125 Cf. L. CERFAUX,El cristiano en San Pablo (Madrid 1965) p.13.126Hay autores, como W. Schmithals y U. Wilckens, que ven ya un verdadero gnosticismo en estos corintios con quienes se en-

    frenta San Pablo. Ese desprecio de la cruz, de la resurreccin corporal, de la debilidad carnal de Pablo. seran tpicas concepcio-nes gnsticas. Igualmente la sabidura del mundo, aludida por Pablo en los c.i-2 de su carta, no sera simplemente la sabiduraracional de la filosofa griega, sino la sabidura de los gnsticos, especie de emanacin del pleroma divino, que desciende sobrela tierra para salvar a los hombres de la dominacin de los archontes o potestades extramundanas. Sin embargo, en todas estasconclusiones parece haber mucho de artificial. De hecho, la gran mayora de los exegetas, ms que de gnosticismo prefierenhablar de pregnosti-cismo, reservando el trmino gnosticismo para esos sistemas gnsticos ya perfilados del siglo ii. En este

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    sentido, escribe Cerfaux: Los corintios, dgase hoy da lo que se quiera, no eran gnsticos; sin embargo, sus tendencias dejanya presentir los sistemas posteriores de gnosis (L. Cerfaux,Itinerario espiritual de San Pablo, Barcelona 1968, p.92).

    127 Eso no quiere decir que San Pablo lance anatema general contra la razn humana. Cuando habla de que la sabidura humana noha llegado a conocer a Dios y lo nico que ha engendrado es la idolatra y el pecado (1:21; cf Rom 1:18-32), se trata evidentemen-te degeneralizacin literaria, que no impide que el mismo Pablo deje entender que hay excepciones (cf. Rom 2:7-16). Adems,en Rom 1:20-21 expresamente est suponiendo que el hombre tiene capacidad para llegar al conocimiento de Dios; de ah que lohaga responsable de haber cado en la idolatra y el pecado. Lo que Pablo trata de acentuar es que la actividad de la inteligencia no

    puede situarse en el mismo plano que la revelacin y el mensaje de Dios, e insiste en que de hecho lo que ha engendrado es la ido-

    latra. Pero sera llevar las cosas demasiado lejos afirmar que, para Pablo, la filosofa en s, como expresin de las verdades natu-rales, es algo que los cristianos debemos evitar.128 En las cartas Pastorales se hablar de depsito que hay que custodiar (cf. 1 Tim 6, 20; 2 Tim 1:14), doctrina que coincide ple-

    namente con lo que aqu expone San Pablo, y que est ya apuntada en sus primeros escritos (cf. 1 Tes 2:13; 4:15; 2 Tes 2:15).129 Dejamos de lado la cuestin de terminologa: Como es sabido, Pablo no usa nunca el trmino de eucarista, sino el de cena del

    Seor (cf. 11:20). Parece que, en los primeros aos cristianos, la expresin ms corriente para designar la eucarista fue la defraccin del pan, como da a entender el libro de los Hechos (cf. Act 2:42; 20:7), y tambin la Didach (cf. 14:1) y San Ignaciode Antioqua (Ad, Eph. 202). Sin embargo, pronto comenz a usarse tambin el nombre de eucarista (cf. Didach, 9:1-5); IGN.ANT.,Ad Philad. 4), expresin derivada de ese dar gracias () que preceda a la fraccin y que luego se generaliz,

    prevaleciendo la idea de alabanza y agradecimiento (eucarista) sobre la de convite (fraccin del pan).130 por citar slo un ejemplo, mientras en Gal 1:1 dice que es apstol no de hombres (), en Gal 1:12 dice que su evangelio no

    lo.recibi de hombres ().131 Cf. T. De Orbiso,La eucarista en San Pablo: Est. Bibl. 5 (1946) 189-210; E. B. Allo,La synthse du dogme eucharistique chez

    S.Paul: Rev. Bibl. 30 (1921) 321-343; . ,Les rcits de l'Institution et leur portee: Lum. et Vie, 31 (1957) 49-76; M. E.Boismard,L'Eucharistie selon S. Paul: Lum. et Vie, 31 (1957) 93-106; G. Da Cruz Fernandes,Calicis eucharistici formula pauli-na: Verb. Dom. 47 (1959) 232-236; G. S. Slogan, Primitiue undPauh'ne Concepts of the Eucharistie: Cath. Bibl. Quart. 23(1961) 1-13.

    132 Cf. Caones HippoL can. 164-185; Tert.,Apol. 39: ML 1:468; San Agustn,Con/. 6:2 y Epts. 22: ML 32:719 Y 33:90.133 Gf. P. Batiffol,art. gapes: Dict. Theol. Cath., I, 001.551-556; P. Ladeuze,Pus d'gape dans la premire ptre aux Corinthiens:

    Rev. Bibl. (1904) 78-81; J. Coppens,art. eucha-ristie: Dict. Bibl. Supl., II, col.1174.134 Cf. J. Brosch,Charismen und Amter in der Urkirche (Bonn 1951); K. Wennemer,Die charismatische Begabung der Kirche nach

    dem heilige Paulus: Scholastik, 34 (1959) 503-525; L. Cerfaux, El cristiano en San Pablo (Madrid 1965) p.202-217; K. Rahner, Lo dinmico en la Iglesia (Barcelona 1964).

    135 Esta distincin entre la terminologa tradicional y la de Pablo est sealada expresamente en el Concilio Vaticano II, el cual siguecon la terminologa tradicional. Basten estas dos citas de la Const.Lumen gentium: El Espritu. gua a la Iglesia., la provee y go-

    bierna con diversos donesjerrquicos y carismticos (n.4); y, de modo an ms explcito, algo ms adelante: El Espritu Santono slo santifica y dirige al pueblo de Dios mediante lossacramentos y los ministerios., sino que tambin distribuye gracias espe-ciales entre los fieles de cualquier condicin.; los cuales carismas. (n.12). Y es de notar que el Concilio recoge esa nocin tradi-cional de carisma, y no la de Pablo, a fin de evitar ambigedades sobre el carcter jerrquico de la Iglesia. As se deduce clara-mente de las respuestas del Relatora algunos Padres conciliares, que pedan se delimitase el significado del trmino carismacon ms claridad de lo que se haca en el texto primitivo. Dice el Relator, de parte de la Comisin doctrinal: Commissio statuitcharisma pressius definir per verba non tantum per sacramenta et ministeria. sed. gratiae speciales. Charisma apud Paulum estappellatio latissima, quae etiam vel immo praecipue ministeria comprehendit; cf. Rom 12:6-13; 1 Cor 12, 7-ii et 28-31; Eph 4:11-12. (Cf. Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum II. Schema Constitutionis De Edesia. Typis polygl. Vaticanis,1964, p.47).

    136 Cf. J. Hring,La premiare ptre de S. Paulaux Corinthiens (Neuchatel 1959) p.132.137 Cf. E. Rohde,Psych. Le cuite de I'ame chez les grecs et la croyance a iinmortalit (Pars 1928); A. J. Festugire,L'ideal religieux

    des Grecs et l'Evangile (Pars 1932); B. Allo,S. Paul et la double resurrection corporelle: Rev. Bibl. 41 (1932) 188-209; A. Feuil-let,Le mystre pascal et la resurrection des chrtiens d'aprs les ptres pauliniennes: Nouv. Rev. Theol. 79 (1957) 337-354; J.Danilou,La Resurrection (Pars 1969); P. De Surgy-P. Grelot.,La resurrection du Christ et l'exgse moderne (Pars 1969); J.KREMER,La resurreccin de Jess, fundamento y modelo de nuestra resurreccin segn San Pablo: Concil. 1970, IV, p.7-87; F.Mussner,La resurreccin de Jess (Santander 1971); X. Lpn-Dupour, Resurrection de Jess et message pascal (Pars 1971); B.Rigaux,Dieu ressuscit (Gembloux 1973).

    138 Cf. O. Cullmann,Inmortalit de I'ame ou Resurrection des morts? (Neuchatel 1956).139 Este proceder de Pablo, apoyando nuestra resurreccin en el hecho de nuestra incorporacin a Cristo y en la voluntad todopodero-

    sa de Dios (cf. 1 Cor 15:12-23.38; 1 Tes 4, 13-14; Rom 8:11; Fil 3:21), est totalmente dentro de la lnea bblica, tan distinta eneste punto de la filosofa griega. Mientras para los filsofos griegos la supervivencia* despus de la muerte surge como una ne-cesidad del hombre,para los autores bblicos surge como una necesidad divina, es decir, no porque el hombre es hombre, dotadode alma espiritual, sino porque Dios es Dios y no puede permitir que los justos, a quienes ama, se separen de El. Un reflejo bienclaro de esta concepcin lo tenemos en el modo de hablar de Cristo, al argir a los saduceos de lo equivocados que andaban ne-

    gando la resurreccin: Por lo que toca a la resurreccin , no es Dios de muertos, sino de vivos (Mc 12:26-27). Que es lo mismoque decir: Dios es inseparable de los patriarcas a causa de su fidelidad hacia ellos; ahora bien, Dios es viviente y fuente de vida,luego los Patriarcas estn vivos.

    140 Cf. R. Bultmann,Kerygma und Mythos. Das Problem der Entmythologisierung der neutestamentlichen Verkndigung (Hamburg1960).

    141 Gf. W. Marxsen,Die Auferstehung Jesu von Nazareth (Gtersloh 1968).142 Para una exposicin ms amplia, con referencia tambin a las teoras de Bultmann y de Marxsen, cf. G. DE ROSSA,U cristiano di

    oggi di fronte alia risurrezione di Cristo: Ciy. Catt. 121 (1970, III) 365-377 y 122 (1971, II) 3-17. En este artculo se da una copio-sa bibliografa de las ltimas publicaciones sobre el tema (p.36s), y se recogen las principales conclusiones del Symposium in-ternacional sobre la Resurreccin, celebrado en Roma, del 31 de marzo al 6 de abril de 1970. Segn el articulista, los participantesal Symposium (Coppens, Vgtle, Dupont, Mollat, Jeremas.) han estado de acuerdo en que 'la Resurreccin es un hecho objetivo,

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    real, independiente de la fe de los discpulos y que precede a ella. La Resurreccin significa que el Padre ha glorificado la enterahumanidad santa de Jess, comunicndole una vida nueva y trascendente* (p.369).

    143 F. GODET,Commentaire sur la i et 2 Eptre aux Corinthiens (Neuchtel144 Gf. J. Hring,La premire pitre de S.Paul aux Corinthiens (Neuchtel 1959) p.140-141.145 Cf. R. Bultmann,art. s: Theol. Wrt. zum N. T., III, p.17.

    I. Correccin de Abusos, 1:10-6:20.

    Los bandos o partidos entre los fieles, 1:10-16.10 Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Seor Jesucristo, que todos hablisigualmente, y no haya entre vosotros cismas, antes seis concordes en el mismo pen-sar y en el mismo sentir, 11 Esto, hermanos, os lo digo porque he sabido por los deCloe que hay entre vosotros discordias, 12 y cada uno de vosotros dice: Yo soy dePablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo. 13 Est dividido Cristo? O ha sidoPablo crucificado por vosotros, o habis sido bautizados en su nombre? 14 Doy gra-cias a Dios de no haber bautizado a ninguno de vosotros, si no es a Crispo y a Gayo,15 para que nadie pueda decir que habis sido bautizados en mi nombre. 16 Tambinbautic a la casa de Estfanas, mas fuera de stos no s de ningn otro.

    Despus del saludo y accin de gracias, San Pablo entra ya en materia. Lo primero que va a tratares la cuestin de los bandos o partidos en que se hallaba dividida la comunidad de Corinto, vicioel ms visible, y uno de los ms peligrosos para la comunidad. Ese espritu de partido era el quehaba llevado a la ruina a las pequeas repblicas de la antigua Grecia, y parece que segua anvivo en Corinto. No se trataba propiamente de cismas o diferencias en la fe, no obstante eltrmino empleado (, .10), sino de simples partidos o grupos rivales, formados segnlas preferencias por este o aquel predicador. El hecho de que San Pablo dirija su carta a la igle-sia de Dios en Corinto (v.2), prueba que la unidad de fe no estaba rota. Parece que los corintios,

    con ideas poco claras an sobre la naturaleza de la nueva religin, consideraban a los predicado-res evanglicos algo as como jefes de escuelas filosficas, con derecho a agrupar seguidores entorno a s. San Pablo reprueba enrgicamente esa manera de ver las cosas, exponiendo cul es laverdadera naturaleza del Evangelio y del ministerio apostlico.

    Los principales partidos o bandos parece ser que eran cuatro: de Pablo, de Apolo, de Ce-fas, de Cristo (v.12). De ello haba sido informado Pablo por los de Cloe (v.11), mujer conoci-da en Corinto, sobre la que no tenemos ms datos, y ni siquiera sabemos con seguridad si eracristiana, pero que deba de tener relaciones comerciales con Efeso, a cuya ciudad acudan confrecuencia sus empleados. La existencia de los partidos de Pablo y de Apolo se explica fcilmen-te, pues ambos personajes haban predicado en Corinto (cf. Act 18:1; 19:1), y, dado el espritupendenciero de los corintios, era fcil que hubieran surgido grupos rivales, atendiendo ms a la

    persona que a las ideas del predicador. Parece que los del partido de Apolo, el orador elocuentey perito en las Escrituras (Act 18:24), se consideraban con cierta superioridad cultural sobre losdel partido de Pablo, quien se haba presentado en Corinto no con sublimidad de elocuencia ode sabidura., sino en debilidad, temor y mucho temblor (2:1-3). Tampoco es difcil de explicarla existencia del partido de Cefas. Este Cefas es evidentemente el apstol Pedro (cf. 15, 5; Mt16:17-18; Jn 1:42). Desde luego, ello est completamente en el terreno de lo posible; tenemos,adems, la afirmacin explcita en este sentido de San Dionisio, obispo de Corinto, hacia el ao170 146. Difcil de explicar resulta la existencia del partido de Cristo. Hay autores (Cornely, M.

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    Sales, Leal) que niegan que se trate de un verdadero partido, y suponen que el Apstol alude msbien a todos aquellos fieles que, disgustados de las divisiones y ajenos a toda disputa sobre per-sonas, decan con toda razn que pertenecan a Jesucristo. Incluso hay quien supone que las pa-labras yo de Cristo estn dichas por Pablo en nombre propio contra los tres partidos preceden-tes. Sin embargo, la manera de expresarse del Apstol, hablando de los que son de Cristo en la

    misma forma con que habla de los partidos anteriores: yo de Pablo., yo de Cristo, da la impre-sin de que se trata de un verdadero partido y que tambin a ellos los consideraba reprensibles.De hecho, sta es la opinin que cada da se va haciendo ms general entre los exegetas. Proba-blemente se trata o de cristianos que se decan iluminados directamente por Cristo y no queransaber nada de intermediarios humanos (cf. 14:37); o quizs mejor de judaizantes, llegados mu-chos de ellos de Palestina, que haban conocido a Cristo personalmente (cf. 2 Cor 5:16) y se pre-ciaban de conocer mejor que nadie su autntico pensamiento. Es probable que estos judaizantes,ms extremistas que los del partido de Cefas, sean los mismos con que luego se encarar direc-tamente San Pablo en su segunda carta a los Corintios (cf. 10:7; 11:13.22-23; 12:11).

    La condena de Pablo contra todas esas divisiones es tajante: Es que est dividido Cristo? O ha sido Pablo crucificado por vosotros, o habis sido bautizados en su nombre? (v.13). Es

    decir, es absurdo andar con divisiones y banderas, cuando no hay ms que un Jesucristo, que nosredimi con su pasin y muerte, y en cuyo nombre hemos sido bautizados; somos todos perte-nencia de Cristo (cf. 3:23), y querer sustituir a Cristo por Pablo, Cefas o Apolo equivaldra a ad-mitir muchos salvadores y muchos bautismos. Sobre esta incorporacin a Cristo, con quien nosunimos por medio del bautismo, entrando a formar parte de su haber o propiedad, habla con fre-cuencia San Pablo (cf. Rom 6:3-11; 1 Cor 12:13; Gal 3:26-28; Ef 5:25-27; Col 2:12). Con singu-lar delicadeza, sin mencionar a los partidarios de Apolo o de Cefas, el Apstol habla slo de losde su partido y dice que no es Pablo el que ha sido crucificado por ellos o en cuyo nombrehan sido bautizados (v.13). A l, pues, nada le deben. Lo mismo poda haber dicho de Apolo ode Cefas, pero era ms noble callar esos respetables nombres, que no tenan culpa ni responsabi-lidad alguna en que hubieran surgido partidos, y concretar todo en s mismo. Y an aade, comorecalcando ante sus partidarios la falta de fundamento para que se llamen de Pablo, que en Co-rinto no ha bautizado sino a Crispo (cf. Act 18:8) y a Gayo (cf. Rom 16:23), con lo Que se quitatoda base, aun la ms remota, para que puedan decir que han sido bautizados en su nombre ymantengan esa especie de supersticin hacia su persona (v.14-15). Escrito lo anterior, se acuerda,advertido quizs por el mismo Estfanas, all presente (cf. 16:17), que tambin haba bautizado ala familia de Estfanas, y as lo consigna (v.16). Es interesante esta rectificacin del