Cómo Hablar Bien en Público
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CÓMO HABLAR BIEN ,
EN PUBLICO
Jorge Yarce
Yarce Maya, Jorge, 1940-Cómo hablar bien en público I Jorge Yarce Maya.
-- Edición Javier R. Mahecha López. -- Bogotá: Panamericana Editorial, 20°7.
212 p.: il.; 17 cm. -- (Interés general) ISBN 978-958-30-2667-6 lo Oratoria 2. Retórica 3. Elocuencia 4. Comunicación
oral!. Mahecha Lópa, Javier R., ed. III. Tí!. IV. Serie. 808.51 cd 21 ed. AII 30801
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
Editor Panamericana Editorial Ltda.
Dirección editorial Coneado Zuluaga
Edición Javier R. Mahecha Lópe2
Diseño y diagramación Lápiz & Lapis
Primera edición, marzo de 2008
© Jorge Yarce Maya [email protected] © Panamericana Editorial Ltda. Calle 12 No. 34-20 Tels.: 3603077 - 2770100 Fax: (57 1) 2373805 Correo electrónico: [email protected] www.panamericanaeditorial.com Bogotá, D.C., Colombia
ISBN 978-958-30-2667-6
Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin permiso del Edimc.
Impreso por Panamericana Formas e Impresos S. A. Calle 65 No. 95-28, Tels: 4302110 - 4300355, Fax: (57 1) 2763008 Bogotá, D.C., Colombia Quien sólo actúa como impresor. Impreso en Colombia Printed in COÚJmbia
La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana. Un poco como las grandes actitudes
inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos. En cambio, y posteriormente,
la vida me aclaró los libros.
-M. Yourcenar, Memorias de Adriano.
Contenido
INTRODUCCIÓN: EL SECRETO DEL ÉXITO 13
CAPÍTULO 1: No SOY UN ORADOR 19
La capacidad de hablar en público 19 El miedo y la timidez: causas y remedios 23 Control del cuerpo 24 Conocer el tema 27 Lanzarse al agua 28 Lo que no se debe hacer 29 Cómo se prepara un orador 30 Cualidades del buen orador 31 Virtudes del orador 38 Otros consejos 43
CAPÍTULO 11: LA MAGIA DE LA VOZ 47
Un estilo personal 49 Cómo perfeccionar el estilo 55 Hablar bien: arte y técnica 57 Articulación y pronunciación 61 Ejercicio 1 62 Cantar para hablar bien 62 Ejercicio 2 64 Ejercicio 3 65 Ejercicio 4 67 Ejercicio 5 67 Ejercicio 6 68
Ejercicio 7 La respiración: consejos prácticos Ejercicio 8 La respiración ayuda a la voz Ejercicio 9 Ejercicio 10
CAPÍTULO III: CÓMO ME PREPARO
70 71 74 75 76 76
PARA HABLAR EN PÚBLICO 79
Preparación intelectual 80 Una estructura recomendable 85 a. ¡ Caramba! 86 b. Eso nos afecta 92 c. Por ejemplo. . . 93 d. De acuerdo con lo expuesto 96 Cómo ensayar "en seco" 98 Ejercicio 1 100 La presentación 101 Ejercicio 2 104 Consejos para diferentes tipos de intervenciones 105
CAPÍTULO IV: EL LENGUAJE DE LOS GESTOS 109
Los gestos 110 El rostro 113 El movimiento de las manos 115 La posición corporal 117 Contacto visual 118 Algo de actuación 119 Ejercicio 1 120
Ejercicio 2 121 Más actuación 122 Ejercicio 3 125 Presencia física 125 El atuendo 126 Algunas reglas para el uso del micrófono 128 Cómo hablar frente a las cámaras 129
CAPÍTULO V: CÓMO UTILIZAR
LOS RECURSOS AUDIOVISUALES
El tablero o pizarrón El papelógrafo Las presentaciones digitales Proyecciones de video El proyector de acetatos El proyector de diapositivas Sonovisos y multimedios
ApÉNDICES
ApÉNDICE 1: CÓMO ESCRIBIR LOS TEXTOS
DE SUS INTERVENCIONES
Leer para escribir bien Ejercicio 1 Vocabulario Ejercicio 2 Expresión escrita Ejercicio 3 Algunas normas indispensables Ejercicio 4
135
136 138 142 150 154 157 159
165
167 168 170 172 178 180 183 187
ApÉNDICE 11: CÓMO MEJORAR
EL ESTILO EN SUS INTERVENCIONES 191
Sobre el estilo 191 Cualidades del buen estilo 194 Cuatro reglas 201 Ejercicio 1 201 Algunos vicios que es necesario evitar 202 Ejercicio 2 207 Ejercicio 3 208
BIBLIOGRAFÍA 209
Introducción
EL SECRETO DEL ÉXITO
Tal vez usted haya visto el siguiente espectáculo mientras conduce automóvil con las ventanas abiertas por una carretera: de repente se introduce una mosca que revolotea un momento y luego, a lo largo de cuarenta o más kilómetros, insiste en salir por el vidrio delantero contra el cual se golpea constantemente. Por fin, y casi por agotamiento, se marcha sin dificultad por una de las ventanas, pues todas estaban abiertas.
A usted le puede ocurrir algo parecido a lo de la mosca. Se empeña en que no sabe hablar en público y, por eso, evita todas las oportunidades. Incluso no se preocupa demasiado de que no se le entienda, bien sea en una simple conversación, en una reunión, en una clase, en una junta o en un comité
-en los que a veces no se entera de lo que los otros dicen y ellos de lo que usted expresa.
y su reacción más frecuente es: "Me da miedo hablar, es que tengo una voz muy fea", "loro viejo no aprende a hablar", "esas cosas son para políticos, actores o curas".
Usted tiene a la mano las salidas para remediar esos problemas y poder expresarse muy bien, algo
indispensable para mejorar en su trabajo profesional y en la visión que los demás tienen de usted, y para superar ese complejo de inferioridad, que no tiene razón de ser. Decídase pronto porque están en peligro sus ambiciones de superación.
Piénselo bien. Apóyese en lo bueno que tiene. Por ejemplo, su voz no es tan mala como parece, pero debe educarla un poco y verá los cambios tan favorables. Se ayuda con los gestos y tiene gracia. Esta es una de sus fortalezas. Explótela. Cada vez está más claro que el lenguaje de los gestos es mayor que el de las palabras. Lo que pasa es que a usted le ocurre lo de la mosca: las salidas están ahí pero no las ve.
Y, sobre todo, usted tiene de qué hablar, no es ningún "pintado en la pared" y, si no, pregúnteles a sus amigos, a quienes usted les parece una persona simpática y comunicativa, aunque a veces no le entiendan del todo bien los chistes que cuenta.
En cuanto al miedo, todos lo sentimos, así hayamos hablado miles de veces en público. Sentir miedo significa que usted siente el peso de la responsabilidad de lo que va a decir. El miedo, bien administrado, produce resultados increíbles. Pregúnteselo si quiere a los actores de cine, teatro o televisión, a los animadores y presentadores de esos medios, a los políticos, a los estadistas de todos los niveles, a conferenciantes con mucha cancha. Conclusión: no hay que tenerle miedo al miedo, sino superarlo.
Si usted se fija bien, la mayoría de los problemas de la humanidad se reducen a una mala comunicación. ¿Cuántos desacuerdos o confusiones son sólo producto de usar incorrectamente las palabras?
Por otra parte, no es difícil comprobar que a quienes saben expresarse bien les resulta fácil comunicarse acertadamente en todos los campos, y se les abren muchas puertas, tienen muchos amigos y son personas simpáticas y agradables.
Expresarse es comunicar, participar, compartir, poner en común ideas, sentimientos, opiniones, necesidades, etc. Las relaciones humanas se basan, en un alto porcentaje, en una correcta comunicación. Quien logra expresarse bien, se comunica bien y tiene garantizada una buena dosis de éxito en la vida.
Expresarse bien es una necesidad perentoria de la persona hoy en día. Sólo requiere tiempo y esfuerzo, porque ya invirtió dinero en comprar este libro. Usted puede y debe llegar a hablar muy bien, empleando las herramientas adecuadas para lograrlo. Recuerde, además, que el ser humano se está expresando constantemente con palabras, gestos, signos, actitudes y movimientos.
Tal vez tenga usted la tentación de argumentar que la cosa no es tan fácil. Correcto. Pero eso depende de cada uno. A algunos puede resultarles sencillo, a otros difícil, pero a nadie imposible. Si hacerlo con éxito fuera tan natural como el crecimiento de las plantas o el aumento de estatura de un hombre, usted no estaría ocupado en esta lectura. Lo invito a vivir una auténtica aventura a lo largo de todo el libro.
No le pido que haga grandes esfuerzos, sino que vea y oiga cómo se expresa usted y practique los ejercicios poco a poco. Se va a sorprender de los resultados tan positivos. Olvídese por completo de
que hablar bien en público o escribir bien es algo innato o que se aprende sólo leyendo libros.
Lo mejor de todo es que la vida diaria está llena de oportunidades para poner a prueba su capacidad de expresión. A través de esas experiencias, se va a dar cuenta de sus aciertos o fortalezas y de sus debilidades o defectos que debe corregir. Así como el trompetista no aprende a interpretar las piezas de Louis Amstrong leyendo libros sobre jazz, usted no aprenderá a expresarse por el hecho de leer este libro, sino practicando diariamente, siguiendo al pie de la letra lo que aquí se le dice. Ya verá lo fácil y divertido que es.
Este libro le ofrece unas nociones básicas, le señala algunos ejercicios prácticos y lo orienta hacia el logro de una capacidad de expresión que cubra sus necesidades. Esto es suficiente y es mucho. Estamos seguros de poder decirle que cualquier persona, con un poco de entrenamiento, es capaz de salir airosa frente a tal desafío.
Que usted escriba como García Márquez, hable como lo hacía Cicerón, maneje su cuerpo como Marcel Marceau y, por añadidura, tenga la voz de Plácido Domingo, no es objeto de esta obra. Se trata sencillamente de cómo hablar bien en público, no de figurar en los Guiness Records. Lo primero le deparará, sin duda, enormes satisfacciones; lo otro sólo son malabares circenses .
De su disciplina y esfuerzo dependen los resultados. ¡Adelante !
Agradezco a mis inmediatos colaboradores en la preparación de este libro: Carlos Gustavo Pardo,
Juan Manuel Parra, Manuel y Leonardo Grajales Olarte y Jaime Cifuentes. A Jota Mario Valencia, quien me hizo valiosas observaciones y sugerencias, y a Javier Mahecha, de la editorial Panamericana por su trabajo y aporte al libro.
El autor
Capítulo 1
No SOY UN ORADOR
Hablar en público es una actividad que nos toca a todos . Vivimos en sociedad, rodeados de personas, y expresarnos y comunicarnos con ellas es lo más natural del mundo.
-Me encanta conversar. También a mí. A través de las páginas del libro
estableceremos un agradable diálogo para que de veras usted compruebe que su capacidad de expresarse bien irá en aumento, día tras día y conforme siga las explicaciones y haga los ejercicios que le proponemos aquí.
La capacidad de hablar en público
-Cuando voy a reuniones participo de la conversación con gusto y sin problemas, pero, cuando se trata de hablar en público, no sé qué me pasa. Soy incapaz de hacerlo.
No creo que usted sea incapaz. El hecho de que pueda conversar o dialogar demuestra que no tie-
[19]
ne, en principio, ningún problema grave de comunicación. Si podemos participar en una conversación, podemos hablar en público. Sobre todo si se empieza por intervenciones sencillas, por ejemplo, por una charla breve. Es obvio que una conferencia o un discurso exigen mucho más, pero también se llega a dominar las técnicas para hacerlo muy bien. Veremos enseguida normas prácticas, válidas en principio para cualquier tipo de intervención en público. Más adelante mencionaremos características propias que diferencian una forma u otra.
-Pero no es lo mismo . . . Por supuesto que no. Pero s i e s capaz de conver
sar, puede comunicarse de cualquier otro modo.
-No comprendo. Veamos. La capacidad de hablar en público es a
la vez innata y adquirida. Esto significa que se necesita una disposición natural y, al tiempo, un aprendizaje. Este, en primer lugar, se apoya en aquella. La disposición natural la tenemos casi todos. Sin ella no podríamos ni expresarnos ni comunicarnos con los demás. Que usted converse normalmente, aunque sea tímido, demuestra que posee esa disposición.
En cuanto al aprendizaje, lo podemos adquirir. Este aprendizaje comprende tres puntos clave.
-¿ Cuáles son ? Ezequiel Ander y María José Aguilar mencionan
los siguientes:
[20]
1. Tener una personalidad bien definida. La falta de carácter impide la comunicación de todo mensaje. Sólo siendo nosotros mismos podemos establecer un contacto auténtico con los demás. El primer paso es, pues, aprender a ser. Desarrollar nuestra personalidad, porque es ella la que comunica.
2. Tener algo que decir. No basta con tener una personalidad atrayente. Si hemos de hablar en público, tendremos que decir algo y saber lo que decimos. Si no, peor para nosotros. Debemos, en segundo lugar, aprender a aprender. Para ello hace falta estudiar, leer, vivir. Todo esto es apropiarnos de los distintos tipos de saber que comparte la humanidad.
�. Tener una forma de decir lo que queremos comunicar. Hay que saber cómo expresar las cosas, de acuerdo con el tema, el público y su propia personalidad. Para esto hay que aprender a hacer. Es decir, adquirir técnicas de expresión que faciliten y enriquezcan la transmisión de su mensaje.
-Entonces, no basta con conocer técnicas. Claro que no. Observe que las hemos dejado en
último lugar. No es que no tengan importancia, al contrario, sirven muchísimo. Lo que pasa es que hay otros factores que importan más: su personalidad y sus conocimientos.
Sin duda, habrá usted visto alguna vez oradores que parecen fingidos y no les creemos lo que dicen, aunque se expresen con fluidez . Otros, por el con-
[21)
trario, convencen y agradan de inmediato, aunque no se expresen a la perfección.
-¿Por qué ocurre esto ? Porque los primeros no se han dado a conocer a
sí mismos -por temor, falta de preparación o de experiencia, etc.-, mientras los segundos se han mostrado tal como son.
En el pasado, un buen orador era el que hablaba con palabras floridas, usaba complicadas construcciones literarias y hacía toda clase de malabarismos verbales. Hoy, el buen orador es el que sabe comunicarse directamente con su público de forma espontánea y personal, es decir, el que sabe crear cierto clima de confianza y calidez entre su público y él. Y para esto se necesita, ante todo, personalidad.
El buen orador es capaz de abrir su corazón al público y darse a conocer como él es, lo cual no impide que hable con toda inteligencia. No tiene que entretenerse en más formalidades que en las estrictamente necesarias, y sabe desembarazarse de las que afectan su contacto con el público.
-Pero no siempre es fácil Hablar con espontaneidad se dificulta cuando
no se tienen los conocimientos necesarios ni bien asimilados. Cuando se domina un tema, dirigirse al público se facilita notablemente. No olvide que conocer a fondo el tema da confianza, la cual puede acentuarse más aún si se manejan con naturalidad algunas técnicas básicas de expresión.
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