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12 4. ORACIÓN El Himno de la carta a los Colosenses es alabanza a Dios por Cristo. El Himno utiliza la visión del mundo propia de una cultu- ra que se siente gobernada por las fuerzas de los astros y de la naturaleza. En medio de esa cultura, la experiencia de Cristo es llamada a la paz, a la responsabilidad, a la dignidad. Recitamos juntos y nos hacemos eco de una u otra frase. Actuali- zamos el texto recordando cual son las “fuerzas” que esclavizan hoy: Bendito seas, Padre, que nos has hecho entrar en el Reino de tu Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz. Col 1, 13-20 1 Un Pueblo, en estado permanente de misión Dimensión Misionera CUADERNILLO SINODAL 11 Como levadura en la masa No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. Rm 12, 2

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4. ORACIÓN

El Himno de la carta a los Colosenses es alabanza a Dios por

Cristo. El Himno utiliza la visión del mundo propia de una cultu-

ra que se siente gobernada por las fuerzas de los astros y de la

naturaleza. En medio de esa cultura, la experiencia de Cristo es

llamada a la paz, a la responsabilidad, a la dignidad.

Recitamos juntos y nos hacemos eco de una u otra frase. Actuali-

zamos el texto recordando cual son las “fuerzas” que esclavizan

hoy:

Bendito seas, Padre, que nos has hecho entrar en el Reino de tu Hijo muy querido,

en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.

Él es la Imagen del Dios invisible,

el Primogénito de toda la creación,

porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra,

los seres visibles y los invisibles,

Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades:

todo fue creado por medio de él y para él.

Él existe antes que todas las cosas

y todo subsiste en él. Él es también la Cabeza del Cuerpo,

es decir, de la Iglesia.

Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos,

a fin de que él tuviera la primacía en todo,

porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud.

Por él quiso reconciliar consigo

todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

Col 1, 13-20

1

Un Pueblo,

en estado permanente de misión Dimensión Misionera

CUADERNILLO SINODAL 11

Como levadura en la masa

No tomen como modelo a este mundo.

Por el contrario,

transfórmense interiormente

renovando su mentalidad, a

fin de que puedan discernir

cuál es la voluntad de Dios:

lo que es bueno,

lo que le agrada,

lo perfecto.

Rm 12, 2

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PRESENTACIÓN

Continuamos nuestra reflexión y nuestras propuestas sobre la ta-

rea evangelizadora de la Iglesia Diocesana, sobre la misión de

cada uno de los llamados a ser discípulos, a vivir la fe en este de-

partamento de Cortés cuando celebramos los 50 años de esta Igle-

sia particular.

Al instituir en 1982 el Pontifico Consejo para la Cultura escribía

el Papa Juan Pablo II: una fe que no se convierte en cultura es

una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vi-

vida con fidelidad ». Recordamos la parábola de Jesús que da tí-

tulo a este cuadernillo y continuamos nuestra reflexión y discerni-

miento releyendo el texto de Evangelii Nuntiandi (EN) ya citado

al final del cuadernillo anterior:

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a to-

dos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar

desde dentro, renovar a la misma humanidad: "He aquí que hago

nuevas todas las cosas”. Pero la verdad es que no hay humani-

dad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la no-

vedad del bautismo y de la vida según el Evangelio. La finalidad

de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si

hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que

la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Men-

saje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la con-

ciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la

que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos. EN

18.

Transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad, como

levadura en la masa, con la sola fuerza del Evangelio… ¿Cómo

respondemos a esa misión? Invocamos al Espíritu de Jesús y, en

paz, dejamos que nos guíe.

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C.- Desde dentro. Como levadura en la masa. En un proceso que nos exige fe, confianza en el Señor, constancia, fidelidad, amor y memo-

ria permanente de Jesús, Hijo de Dios que no se avergüenza de lla-

marse hermano nuestro, ni de estar en medio de nosotros como el

que sirve.

3. EN CAMINO

(Actuar: Nuestras Propuestas)

1.- No podemos hablar de una sola cultura en

nuestra diócesis. Reflexionemos y señalemos

la diversidad. ¿Hay culturas entre nosotros

poco escuchadas? ¿Qué hacer?

2.- ¿Qué valores son más centrales entre nosotros, en este grupo,

en nuestra colonia? ¿Cuáles deben ser transformados?

3.- Escuchar es un arte. ¿Tenemos personas y cauces en la parro-

quia, en la diócesis que presten atención permanente a una reali-

dad cultural que cambia a gran velocidad?

4.- ¿Qué valores necesitamos apropiarnos y fomentar para que

vaya surgiendo una cultura de solidaridad, vocacional y del saber

vivir?

5.- Como insistiremos en los temas siguientes necesitamos ahon-

dar en la Doctrina Social de la Iglesia ¿Qué podemos hacer para

que sea más conocida entre nosotros?

6.- Aparecida indica propuestas para que la proclamación del

Evangelio suscite cambios y genere culturas de vida y solidari-

dad, por ejemplo en 464-469. El tiempo del que ahora dispone-

mos en nuestros grupos sinodales es escaso para repasar todas

esas propuestas. Sobre algunas de ellas volveremos en los tres

últimos cuadernillos. Pero sí podemos comprometernos a seguir

estudiando y profundizando las propuestas de Aparecida

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7.3 Cultura del bien vivir frente a cultura de consumir.

“Nos pasamos la vida haciendo trabajos que no nos gustan, para poder comprar cosas que no necesitamos con las que presumir ante personas

que no nos interesan”. Pero comprar, consumir, gastar se convierten en

una obsesión que los grandes dioses publicitarios alimentan constante-mente. Tenemos el reto de mostrar cómo la “buena vida” no se com-

pra, ni la alegría se consume…Es necesario compartir el mensaje de

que vivir sencillamente hace posible que todos podamos sencillamente vivir. La alegría de vivir es signo de sabiduría.

8.- Pues la salvación aportada por Jesucristo debe

ser luz y fuerza para todos los anhelos, las situacio-

nes gozosas o sufridas, las cuestiones presentes en las

culturas respectivas de los pueblos. DA 477 Llegados aquí podemos ver con claridad que evangelizar es inseparable

de iluminar y transformar a las personas en su cultura. Recordemos tres cauces que orientan la espiritualidad del evangelizador y su fideli-

dad al Espíritu de Jesús.

A.-Escuchar. Como Jesús. Invocando cada día a Jesús de Nazaret. Ha-

ciendo memoria de sus treinta años ocultos en una pequeña aldea,

de un pequeño país, en un rincón del Imperio Romano. Eso es lo que le permite hablar “con autoridad”, como nadie ha hablado. No

hay evangelización sin escucha. No hay misión sin reconocimiento

de la propia cultura y sin acogida atenta de la realidad del otro. Re-cordamos el comienzo de la Constitución conciliar GS: Los gozos y

las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nues-

tro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de

Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en

su corazón

B.- Con la sola fuerza del Evangelio. Es importante que las culturas

cambien pero no se trata de conseguir esto imponiendo, buscando el poder, entrando en el juego de las “argollas”. No hay una “cultura

católica” que deba imponerse; no hay un Estado “católico” que sea

modelo; no se trata de dominar. No somos señores de la fe sino cooperadores de la alegría. 2 Cor 1,24

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1. ENCRUCIJADA

(Mirar la realidad)

1.- Francisco se ha ido a los Estados. A él le gustaba ir a la cele-

bración los domingos en su aldea pero aquí se encuentra per-

dido en la iglesia y no solo por el inglés. Le parece que la

gente actúa de otras maneras que no comprende. Le han ha-

blado de que hay celebraciones en español y ahí está más

contento aunque también le sorprenden algunos modos de

orar y cantar de cubanos o de otros grupos.

2.- Domitila se encuentra muy preocupada porque ha oído a unos

señores de fuera decir que se ha perdido la cultura católica,

que las canciones en las misas reflejan la incultura de la gente

y que es una vergüenza que ni los padres ni nadie sepa cantar

gregoriano.

3.- En la homilía el padre ha dicho que el cuidar la limpieza, el

orden, la higiene en cada casa es una exigencia del Evangelio.

La gente ha comentado que eso será importante pero que hay

muchos que no lo valoran porque así es su cultura y que no

ven qué tenga que ver el evangelio con eso.

4.- Geovanny solo escucha música “cristiana” aunque a veces le

resulta aburridos algunos “coritos”, pero considera que puesto

que nombran y alaban a Jesús eso es lo importante.

5.- En la familia Pérez ven bastante televisión pero están preocu-

pados por lo que los niños dicen de los anuncios y porque so-

lo quieren que les compren cosas y se visten y hablan como

los artistas.

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2. BRÚJULA Y MAPA (Juzgar:

Conocer la enseñanza de la Iglesia)

1.- ¿Qué entendemos por cultura?

Utilizamos la palabra “cultura” con significados diversos aunque

relacionados entre sí. Por eso se hace necesario recordar en qué

sentido habla la EN o Aparecida de la cultura y de su evangeliza-

ción.

Con la palabra cultura se indica, en sentido general,

todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus

innumerables cualidades espirituales y corporales;

procura someter el mismo orbe terrestre con su conoci-

miento y trabajo;

hace más humana la vida social, tanto en la familia como

en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las cos-

tumbres e instituciones;

finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conser-

va en sus obras grandes experiencias espirituales y aspira-

ciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a

todo el género humano…EN 20

Un texto de Aparecida nos lo recuerda con más brevedad:

La cultura, en su comprensión más extensa, representa el

modo particular con el cual los hombres y los pueblos culti-

van su relación con la naturaleza y con sus hermanos, con

ellos mismos y con Dios, a fin de lograr una existencia ple-

namente humana. En cuanto tal, es patrimonio común de

los pueblos, también de América Latina y de El Caribe. DA

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Pero el anuncio del Evangelio no puede prescindir de la cultura actual. Ésta debe ser conocida, evaluada y en cierto sentido asu-

mida por la Iglesia, con un lenguaje comprendido por nuestros

contemporáneos. Solamente así la fe cristiana podrá aparecer

como realidad pertinente y significativa de salvación. DA 480

7.- Tres retos culturales para nosotros :

Como tarea propia de nuestra misión en este departamento de Cortés y

en este momento, podemos señalar la construcción de:

7.1 Una cultura de la solidaridad frente a cultura de muerte.

Contrarrestar la cultura de muerte con la cultura cristiana de la

solidaridad es un imperativo que nos toca a todos y que fue un objetivo constante de la enseñanza social de la Iglesia. DA 480

Es evidente la omnipresencia de una “cultura” de muerte entre nosotros y nos puede llamar la atención que, frente a ella, el Documento de Apa-

recida no hable de “cultura de vida” sino de la solidaridad. Recordamos

lo leído en el número anterior: es necesario presentar a la persona hu-

mana como el centro de toda la vida personal y social para proclamar su dignidad y el llamado a compartir vida eterna. La solidaridad cristia-

na es la experiencia profunda de saberse hijo de Dios, igual en dignidad

a todo ser humano; es el reconocimiento de que nada hay tan valioso como la persona humana con la que me sé unido; es la convicción de

que la persona humana es siempre el fin y nunca un medio para mi, pa-

ra mis intereses.

7.2 Cultura vocacional frente a cultura utilitaria.

Los cambios culturales reducen lo valioso a lo útil; lo importante a lo que da poder; las tareas a la paga por realizarlas. La cultura de la utili-

dad reduce a la vida a sus funciones, a su rendimiento, a su utilidad,

como si la vida fuera un objeto con tiempo de caducidad.

Hablar de vocación es superar el reduccionismo utilitarista y considerar

a la persona viviendo cada etapa y la totalidad de su vida con pleno sen-tido.

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3.- Escuchar con atención cómo cada persona y la diversidad de pue-blos y culturas entienden su propia dignidad, la vida, el trabajo, la

familia… Escuchar con atención hará posible “inculturar” la Buena

Noticia, hacerla comprensible y capaz de transformar las personas y

sus diversas culturas.

4.- Abrir nuevos horizontes y generar nuevas respuestas en las personas

que acogen la Buena Noticia. Así la fe se hará cultura sin identifi-carse con ella aunque se encuentre tentada de hacer esa identifica-

ción.

5.- Con la inculturación de la fe, la Iglesia se enriquece con nuevas ex-

presiones y valores, manifestando y celebrando cada vez mejor el

misterio de Cristo, logrando unir más la fe con la vida y contribu-

yendo así a una catolicidad más plena, no solo geográfica, sino tam-bién cultural. DA 478

6.- La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda

alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue tam-

bién en otras épocas.

La ruptura que nos desconcierta proviene de un cambio, de unos cam-

bios culturales enormemente rápidos y globales. En este momento dos mil millones de personas tienen conexión a Internet, más personas toda-

vía, de todas las edades, abren en su casa, al encender el televisor, una

ventana al mundo y a visiones del mundo propias de culturas muy di-

versas. Miles de millones de personas en todo mundo, al igual que en-tre nosotros, reciben ahora ofertas de felicidad basadas en consumos

globalizados…

Muchos católicos se encuentran desorientados frente a este cam-

bio cultural. Compete a la Iglesia denunciar claramente

“modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y dig-nidad del hombre”. Es necesario presentar la persona humana

como el centro de toda la vida social y cultural, resaltando en

ella: la dignidad de ser imagen y semejanza de Dios y la voca-

ción a ser hijos en el Hijo, llamados a compartir su vida por toda la eternidad.

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Subrayamos algunos aspectos:

Patrimonio común de los pueblos. No propiedad de un pue-

blo frente a los otros.

Plural. Nacida de la multiplicidad de los pueblos y genera-

dora de su diversidad.

Obra humana. Resultado de la visión y trabajo de las perso-

nas y grupo humanos sobre los retos de la naturaleza y de

sus propias decisiones.

Realidad viva. Recibida, renovada y transmitida por cada y

en cada generación.

Configurada y estructurada por una red de “valores”.

2.- ¿Es importante evangelizar la cultura?

Recordamos con EN que:

Importa evangelizar de manera vital, en profundidad y hasta

sus mismas raíces la cultura y las culturas del hombre, se

trata de alcanzar y transformar, con la fuerza del Evangelio,

los criterios de juicio,

los valores determinantes,

los puntos de interés,

las líneas de pensamiento,

las fuentes inspiradoras y

los modelos de vida de la humanidad,

que están en contraste con la palabra de Dios y con el

designio de salvación. EN 20

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3.- ¿Qué entendemos por evangelizar la cultura?

El Evangelio, proclamación de que Dios ama al hombre, a cada

mujer y varón, es palabra de vida y de libertad dirigida a cada

persona. Cada persona está llamada a reconocer la cercanía de Dios y de su Reino.

Sin embargo, el Reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construc-

ción del Reino no puede por menos de tomar los elementos de la

cultura y de las culturas humanas.

Jesús anunció el Reino de Dios en medio de su cultura judía con

sus matices galileos. Su anuncio provocó alegría y rechazo. Su

palabra y su vida “convirtieron” y generaron cambios profundos en sus discípulos judíos que, no sin dificultad, cambiaron su mo-

do de entenderse a sí mismos y su relación con otros pueblos.

Leamos, por ejemplo, el discurso de Pedro a la comunidad de la Iglesia madre de Jerusalén: Hch 11, 1-18.

El Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identi-fican ciertamente con la cultura y son independientes con respec-

to a todas las culturas. Pero el anuncio del Reino de Dios, de su

amor incondicional y fiel hacia todos, genera cambios profundos

en todas las personas y en cada pueblo y en sus culturas.

Pablo nos resulta modelo de ese cambio profundo y, al mismo

tiempo, nos muestra cómo el Evangelio no se identifica con una cultura, aunque fuera la “cultura” nazarena de Jesús.

Un ejemplo muy significativo: Pablo utiliza en muy pocos oca-

siones la expresión “Reino de Dios” y habla con frecuencia de “nueva creación”, de “humanidad nueva”. Del mismo modo, en

el evangelio de Juan encontramos solo una vez “Reino de Dios”

y constantemente la llamada a la “vida eterna”.

Pablo escucha e “incultura” su mensaje: lo hace comprensible

para personas no judías que viven culturas diversas. Y, al mismo tiempo, su anuncio transforma esas culturas, cambia los valores:

El esclavo es hermano, el excluido es miembro de la comunidad.

Podemos leer el breve mensaje a Filemón.

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4.- Cultura y valores

El texto de EN hablaba de “valores determinantes” y que pueden estar

en contraste con la Palabra de Dios. Toda “cultura” es un tejido de va-

lores, un entramado en el que se entrecruzan diversidad de valores. A veces decimos que se han perdido los valores, que unas personas o un

determinado grupo “no tienen valores”. Esto no es exacto. Toda perso-

na valora y en relación con lo que le resulta valioso, elige. El sicario no es que no tenga valores sino que para él es más valioso el dinero que

recibe que la persona humana. Esa valoración del dinero no es solo su-

ya, es compartida con quien le paga y con otros muchos en la sociedad nuestra. Surge así una cultura que tiene otras manifestaciones y que se

enlaza con otros “valores”: el poder, el dominio de otros…

El evangelio es incompatible con esos valores y con esa cultura de

muerte. Desde el evangelio surgen valores distintos que se viven en la

diversidad de culturas, enlazándose con otros valores.

5.- ¿Cómo evangelizar la cultura?

No es una tarea fácil ni que se realiza sin esfuerzo y dedicación. Se tra-ta de un proceso permanente que, en su misma dificultad, genera ale-

gría. Podemos señalar algunas etapas de ese proceso:

1.- Reconocer que estamos profundamente vinculados a una cultura y

dejar que la fuerza del evangelio ilumine, cuestione, transforme

nuestra visión, nuestras opciones, nuestros valores, nuestras prácti-cas de modo que genere continuamente cultura nueva e impida que

impongamos nuestra cultura como si fuera la única.

2.- Proclamar, con la alegría de la fe, el Evangelio de Jesucristo y,

que en Él, reconocemos: La dignidad humana,

La vida,

La familia,

El trabajo, La ciencia y la tecnología

El destino universal de los bienes

El medio ambiente

Todo

como Buena Noticia. DA 104-126