¿Cómo no temblar? Jacques Derrida

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    Acta Poetica 30-2OTOO

    2009

    Cmo no temblar?

    Jacques Derrida

    Agradecemos innitamente a Marguerite Derrida por facilitarnos esta con-ferencia, publicada pstumamente en 2006, y darnos la oportunidad de pu-blicar por primera vez en espaol este texto que Derrida tembl y pens en2004, poco antes de su muerte.*

    Palabrasclave: temblor, muerte, responsabilidad

    We deeply thank Marguerite Derrida for sharing with us this conference,published posthumously in 2006, and giving us the opportunity to publishfor the rst time in Spanish this text that Derrida trembled and thought in2004, shortly before his death.

    Keywords: tremble, death, responsability.

    Fecha de recepcin: 06 de junio de 2010Fecha de aceptacin: 22 de julio de 2010

    * Agradecemos igualmente a Mireille Calle-Gruber, quien nos ayud acontactar a Marguerite Derrida, y a Melina Balczar por su apoyo en esteencuentro.

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    Acta Poetica 30-2OTOO

    2009

    Jacques Derrida

    Cmo no temblar?

    Traduccin de Esther Cohen*

    Cmo no temblar?Hace veinte aos en Jerusaln, que en la actualidad sigue sien-

    do uno de los epicentros de los sesmos que sacuden a todo elmundo, haba comenzado una conferencia con una frase en laque la sintaxis era ms o menos la misma, y deca, para comen-

    zar, cmo no hablar.1Hoy digo: cmo no temblar.An antes de comenzar, y para ya no hablarles de m, querra

    relatar dos pequeas ancdotas, dos pequeas cosas que me su-cedieron (arrives2)y lo que sucede, si algo sucede, sucedeimprevisiblemente, ya que un acontecimiento, lo que sucede,o quien llega, es siempre imprevisto, dos acontecimientos

    * Agradezco profundamente a Cristina Azuela el tiempo dedicado a dis-cutir conmigo cada palabra del texto de Derrida. Sin su ayuda, este texto nosera el mismo.

    1Cfr. J. Derrida, Comment ne pas parler. Dngations.2No obstante la cantidad de signicados que implica el verbo arriver,

    (llegar, lograr, alcanzar, pasar, suceder, acontecer), he optado por traducirloen la mayora de los casos por suceder. El autor juega con estos mltiplessignicados, pero despus de una lectura atenta, considero que lo que desta-ca Derrida en el caso del temblor es su caracterstica de pasividad frente alacontecimiento del temblor, del pensamiento y de la muerte.

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    relacionados con el temblor: un temblor de miedo y el miedodel temblor.

    Durante la guerra, en 1942-1943, por nica vez en mi vida,sent lo que llamamos fsicamente, literalmente, propiamente,un temblor del cuerpo. Fue durante los bombardeos. En Argeliahaba bombardeos todas las noches, a menudo de aviones italia-nos; nos refugibamos en casa de un vecino, y un da, recuer-do que tena exactamente doce aos, mis rodillas se pusierona temblar de manera incontenible. Temblaba de miedo. Y des-pus, este verano y, como se dice, por el efecto secundario de

    una quimioterapia, me di cuenta un da que mi mano temblabay que no poda continuar escribiendo, ya no lograba rmar yera aterrador, en particular para alguien que consagra su vida aescribir. No temblaba de miedo, pero tena miedo de temblar,de ese temblor que me suceda. Entonces, se puede temblar demiedo y se puede tener miedo de temblar.

    Cmo no temblar?Cmo hacer para no temblar? Literalmente o como gu-

    ra, porque esta cuestin, en apariencia estrictamente retrica,no es secundaria. Hay que explicar a la vez la posibilidad y

    justicacin del uso (metafrico o no, catacrtico o noy lametfora y la catacresis permiten tambin la comparacin conlos desplazamientos tectnicos, con las sorpresas que puedereservar un terreno que se deslizao un terremoto); hay que ex-plicar, entonces, a la vez, esa posibilidad y justicacin del uso

    (metafrico o no, catacrtico o no) del sustantivo tremor, delverbo temblar, del adjetivo o del atributo, es decir, del sus-tantivo tremor,3a saber, del trazo trazadopor una mano tem-blorosa, del trmolo que la mano del instrumentista imprimeintencionalmente, activamente, temblando sobre la cuerda delvioln o del rgano, es decir, del trmolo de la voz por la cualel cantante, el orador, el sacerdote, el cantor o el rabino revelan

    3 En el original t.r.e.m.b.l..

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    la emocin, o an ms, en el cdigo de la tipografa, de esalnea sinuosa que alterna lo grueso y lo delgado, o an ms,el nombre del rbol que llamamos lamo tembln (Zitterpa-ppelen alemn), ese lamo de corteza lisa, de tronco recto cuyashojas provistas de delgados pecolos se estremecen con el msleve soplo; hay que, entonces, deca, explicar la posibilidad y

    justicar el uso de todas esas guras ms all de su literalidadfsica o, ms precisamente, corporal, ya sea que se trate del pro-pio cuerpo del viviente humano o no, animal, vegetal o divinoo del cuerpo o de la corteza terrestre; este ltimo ejemplo, el

    del terremoto, no se reduce, tratar de mostrarlo, a un ejemploen una serie, ya que una cierta excepcionalidad le conere unprivilegio paradjico en esta retricaembrollada.

    El terremoto, el sesmo, la sacudida ssmica y sus rplicaspueden convertirse en metforas para designar toda mutacinperturbadora(social, psquica, poltica, geopoltica, potica, ar-tstica) que obliga a cambiar de terreno brutalmente, es decir,imprevisiblemente. Si yo mismo he usado y abusado a menudo

    de esta gura o de ese lxico ssmico, lo que veo en ste, y tra-tar de explicarme, es algo ms o distinto que una salida fcil oque una aproximacin retrica.

    No podemos no temblar en el momento de pensar, de escribiry, sobre todo, de tomar la palabra, en particular cuando a faltade fuerza y de tiempo, lo hacemos de manera ms o menos im-provisada; y sobre todo cuando se trata de interrogarse, como a

    menudo estuve tentado a hacerlo en el pasado, explcitamente,literalmente, y de manera sistemtica, sobre el sentido, los sen-tidos, los diferentes sentidos, a veces heterogneos, as comosobre la esencia del temblor, sobre lo que quiere decir temblar.

    Acabo de decir cmo no temblar? y despus no podemosno temblar. Preciso: parece quefuerapreciso temblar. Se debeen el doble sentido de la necesidad o de la obligacin irresisti-ble, pero hay que hacerlo, tambin, en el sentido del deber, del

    pudor, de la decencia y de la modestia, tambin del valor, incluso

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    ah donde se tiembla de miedo. El hay que del deber, el hayque deber y temblar: comprendo por ello que se debe aceptarla falla, el fracaso, el desfallecimiento, la fault line como sedira en ingls, para nombrar la lnea del terreno amenazadopor el terremoto y falter 4signica dudar, tartamudear, ha-blar con voz entrecortada. Parece entonces que fuera precisotemblar, no escoger temblar, como por deber, sino ceder ante lanecesidad del desfallecimiento, de la debilidad, abandonandotoda complacencia o todo sentimiento ingenuoo inocente detener una rme capacidad, o el dogmatismo de saber dnde

    se est parado, toda presuncin segura acerca del temblor; nohay que hacer como si se supiera lo que quiere decir temblar,o saber lo que es verdaderamente temblar, en verdad, ya queel temblor se mantendr siempre heterogneo al saber, es elnico saber posible al respecto. Sabemos que no sabremos ja-ms nada esencial al respecto, incluso si sabemos algo, inclusosi podemos parlotear, discutir al respecto. El pensamiento deltemblor es una experiencia singular del no-saber; y preciso an

    ms, despus de haber dicho: hay que temblar, no temblamosjams lo suciente cuando proponemos un discurso, una lo-sofa o una poltica del temblor, agrego que el temblor, si esque existe, excede todo hay que, toda decisin voluntaria yorganizada, todo deber bajo la forma de la tica, del derechoy de la poltica. La experiencia del temblor es siempre la ex-periencia de una pasividad absoluta, absolutamente expuesta,

    absolutamente vulnerable, pasiva ante un pasado irreversibleas como ante un porvenirimprevisible.Tiemblo entonces, pero yo mismo no estoy seguro de tener

    el derecho de decir y de pensar yo tiemblo. Ni siquiera estoyseguro de que este enunciado no sea ya una falta o un descono-cimiento de lo que un temblor digno de ese nombre desestabi-liza, corroe desde una falla subterrnea a la autoridad, corroe la

    4falteren el original. El trmino podra relacionarse con falla (N. T.).

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    continuidad, la identidad del yo y sobre todo del yo comosujeto, como sustancia o soporte, sostn, sustrato, fundacinsubterrnea de una experiencia en la que el temblor no serams que un accidente, un atributo, un momento pasajero. Yotiemblo debe en principio querer decir que el yo mismo yano est seguro de ser lo que es, como un cogito que acompa-ara a todas mis representaciones (diran aqu al unsono Des-cartes y Kant). El temblor digno de ese nombre hace temblar aun yo al punto en que ya no puede plantearse como el sujeto(activo o pasivo) de un temblor violento que le sucede, de un

    acontecimiento que lo priva de su dominio, de su voluntad, desu libertad, por lo tanto, de su derecho a la ipseidad, ya sea alpoder de pensar o de decirse autoafectivamente yo y, como losignica toda ipseidad, el poder a secas, al yo puedo a secaso al yo puedo saber, yo puedo decidir, yo puedo asumiruna responsabilidad que sea solamente ma y no la de otro.Temblar hace temblar la autonoma del yo, lo instala bajo la leydel otroheterolgicamente. Reconocer, como lo hago aqu,

    que tiemblo, es admitir que el ego mismo no resiste a lo quelo sacudeas y lo amenaza en su facultad de decir legtimamen-te yo.

    Es como si yo se pusiera a balbucir, a hablar atropellada-mente, a ya no encontrar ni formar sus palabras, como si el yotartamudeara, incapaz de terminar la frase autoposicional que

    justamente interrumpe el temblor. Entonces, lo que sucede al

    yo, lo que me sucede cuando tiemblo, es que yo no tengo,ni de hecho ni por derecho, el poder de decir o de pensar yoo la ipseidad del yo. Si como acabo de hacerlo, a manerade ejemplo, dijera yo tiemblo, sera una suerte de misti-cacin o de ilusin trascendental, una gran estupidez, inclusosi, respetando el carcter especcamente intransitivo del ver-bo temblar, yo lo completara, lo determinara con la ayudade complementos que no seran los complementos de objeto

    directo de un verbo transitivo. Nuestra gramtica nos permite

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    decir, en rigor, hago temblar a alguien, o an ms, alguien oalguna cosa me hace temblar (solamente en este sentido pue-do entonces ser, en efecto, sujeto, pero no en el sentido de unsujeto dueo de s mismo, sino de sujeto sometido al temblor).Pero la gramtica francesa priva al temblar de toda transiti-vidad: el verbo temblar es intransitivo. No nos autoriza decirtiemblo a alguna cosa o tiemblo a alguien, aunque la leyde la lengua francesa nos permita decir (complemento directo)tiemblo de fro, tiemblo de miedo, tiemblo ante la cats-trofe que se anuncia o an ms y sobre todo, tiemblo ante el

    otro, ante aqulla o aqul, por ejemplo: tiemblo de miedo ode temorfrente a mi padre, frente a mi maestro o frente a Diosque no est aqu, regresar a eso. Un ejemplo entre otros,otro entre otros. Tratar de sugerir ahora, y hasta demostrarque ms all de la tradicin abrahmica que nos lega, al menosdesde san Pablo a Kierkegaard, el temor o el temblor ante Dios,una suerte de quakerismouniversal (el quaker es alguien quetiembla ante la palabra de Dios), sugerir pues que todo temblor

    de manera literal o metonmica, tiembla ante Dios, o ms an:Dios es en principio el nombre que nombra aquello ante lo quesiempre temblamos, lo sepamos o no. O ms an, Dios es elnombre de todo otro que, como todo otro, y como todo otro estodo otro, hace temblar.

    Desde que me enter que nuestro amigo douard Glissant noshaba propuesto este tema temible (que hace temblar) y que me

    invitaba a hablar de ello en Italia, es decir, en italiano, en todocaso por referencia a una lengua o a una potica de tradicinitaliana, y a hacerlo, ms precisamente, en una institucin italo-europea de diseodonde no se impeda jams asociar la msicay la escritura, la pintura y la poesa, tanto artes que requieren eluso de los dedos y de la mano como artes que piensan y se pien-san como una cierta experiencia de la mano; me equivoquentonces al suponer quedetrs de este tema, el Paraso no estaba

    lejos? (en Italia, pues, repito, y en estos lugares consagrados por

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    nuestros amigos, el diseador y pintor, Valerio y Camillaqueanan el diseo y la msica). Quiero decir el Paraso de Dantey esos versos del libro XIII (76-78), conocidos por todos:

    Ma la natura la d sempre scena,Smilmente operando a lartistaCh a labito de larte ha man ch trema.5

    No puedo reconstruir aqu el contexto inmediato de estosversos, ni la losofa en general, ni la losofa del arte o lapotica, ni la onto-teologa implicadas por Dante en esta aser-cin sobre el necesario temblor de la mano de un artista quetiene, sin embargo, el hbito y la experiencia de su arte. Peroyo dira que la verdad profunda que se dice a travs de estosversos de Dante es que el artista es alguien que se convierte enartista ah donde la mano tiembla, es decir, donde l no sabeen el fondo lo que va a suceder o que aquello que va a sucederle es dictado por el otro. El momento propiamente artstico de

    la obra de arte es el momento en que la mano tiembla porqueel artista ya no tiene el dominio, porque lo que le sucede y lesorprende como verticalmente le viene del otro. El artista no esresponsable. Puede ser responsable de su saber, de su tcnica,no es responsable de aquello que es lo ms irreductible de suarte y que viene del otro y que hace temblar su mano. Y enton-ces, hay ah, en ese temblor, una alianza de responsabilidad yde irresponsabilidad: porque el artista sabe que va a tener queasumir la responsabilidad, es decir, rmar aquello mismo de loque no es responsable, que le viene del otro.

    Temblar. Qu hacemos cuando temblamos? Qu es lo quehace temblar?

    5 Pero la naturaleza es siempre imperfecta, operando a semejanza delartista que posee su arte, pero le tiembla la mano.

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    Un secreto siempre hace temblar. No solamente estremecer-se o sentir escalofros, cosa que sucede tambin alguna vez,sino temblar. El estremecimiento puede ciertamente manifestarel miedo, la angustia, la aprehensin ante la muerte, cuandonos estremecemos con anticipacin frente al anuncio de lo queva a venir. Pero puede ser ligero, a or de piel, cuando el es-tremecimiento anuncia el placer o el goce. Momento de pasaje,tiempo suspendido de la seduccin. Un estremecimiento no essiempre muy grave, a veces es discreto, apenas sensible, unpoco epifenomenal. Prepara ms bien que seguir al aconteci-

    miento. El agua, decimos, se estremece antes de hervir; es loque llamamos la seduccin: una pre-ebullicin supercial, unaagitacin preliminar y visible.

    Como en el terremoto o cuando uno tiembla con todos susmiembros, el temblor, al menos en tanto que seal o sntoma,ya tuvo lugar. Ya no es preliminar, incluso si al estremecer elcuerpo violentamente e imprimirle una tremulacin incontrola-ble, el acontecimiento que hace temblar anuncia y amenaza de

    nuevo. La violencia va a desencadenarse otra vez, un trauma-tismo podra continuar repitindose. A pesar de lo diferentesque son entre ellos, el temor, el miedo, la ansiedad, el terror, elpnico o la angustia ya han comenzado en el temblor, y lo quelos ha provocado contina o amenaza con continuar hacindo-nos temblar. La mayora de las veces no sabemos y no vemosel origenpor tanto, secretode lo que cae sobre nosotros.

    Tenemos miedo del miedo, estamos angustiados por la angustiay temblamos. Temblamos en esta extraa repeticin queune un pasado innegable. Un golpe tuvo lugar, un traumatismonos ha afectado ya en un futuro no anticipable, anticipado perono anticipable, aprehendido pero justamente, y por ello existeel futuro, aprehendido como imprevisible, impredecible, tancercano como inaccesible. Incluso si creemos saber lo que vaa suceder, el nuevo instante, el acontecimiento de esta llegada

    permanece virgen, an inaccesible, en el fondo, invivible. En

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    la repeticin de lo que permanece impredecible, al principiotemblamos por no saber de dnde ha venido ya el golpe,desdednde fue dado (el buen o mal golpe, a veces el bueno al igualque el malo) y de no saber, un secreto duplicado,y de no sabersi va a continuar, recomenzar, insistir, repetirse: si, cmo, dnde,cundo. Y cul es la razn de este golpe. Tiemblo entonces detener an miedo de aquello que ya me da miedo y que no veo nipreveo. Tiemblo ante lo que excede mi ver y mi saber mientrasque eso me concierne hasta lo msprofundo,hasta el alma y,como se dice, hasta los huesos. Dirigido hacia lo que engaa

    tanto el ver como el saber, el temblor es realmente una expe-riencia del secreto o del misterio, pero otro secreto, otro enigmau otro misterio viene a sellar la experiencia invivible agregan-do un sello o un ocultamiento de ms al tremor (la palabra la-tina para temblor, de tremo, que en griego como en latn quieredecir tiemblo, estoy agitado por temblores; en griego tambinexiste trom: tiemblo, me estremezco, temo; y trmos, es eltemblor, el temor, el terror. Tremendus, tremendum, como en

    el mysterium tremendum, en latn [adjetivo verbal de tremo]loque hace temblar, lo aterrador, lo angustiante, lo terrorco).

    De dnde viene el sello suplementario? No se sabepor qutemblamos. El lmite del saber ya no concierne solamente ala causa o al acontecimiento, a lo desconocido, lo invisible oignoradoque nos hace temblar. No sabemos tampoco por queso produce este sntoma, una cierta agitacin irreprimible del

    cuerpo, la inestabilidad incontrolable de los miembros, este tre-mor de la piel o de los msculos. Por qu lo incoercible tomaesta forma? Por qu el terror hace temblar mientras que pode-mos tambin temblar de fro, y por qu estas manifestacionessiolgicas anlogas traducen experiencias y afectos que notienen, aparentemente al menos, nada en comn? Esta sinto-matologa es tan enigmtica como la de las lgrimas. Incluso sisupiramos por qu lloramos, en qu situacin y para signicar

    qu (lloro porque he perdido a uno de los mos, el nio llora

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    porque le han pegado o porque no lo quieren: se acongoja, sequeja, pide o se deja consolar), eso no explicara sin embargoque las glndulas lagrimales comiencen a secretar esas gotasde agua que asoman a los ojos y no en otro lugar, la boca o lasorejas. Habra entonces que abrir nuevas vas en el pensamien-to del cuerpo, sin disociar los registros del discurso (del pen-samiento, la losofa, las ciencias bio-gentico-psicoanalticas,la loy la ontognesis) para acercarse un da a lo que hacetemblar o a lo que hace llorar, a esta causa que no es la causa l-tima, que podemos llamar Dios o la muerte (Dios es la causa del

    mysterium tremendum, y la muerte dada es siempre lo que hacetemblar o tambin lo que hace llorar), pero la causa ms cercana,no la causa cercana, es decir, el accidente o la circunstancia, sinola causa ms cercana a nuestro cuerpo, eso mismo que hace queen ese momento temblemos o lloremos en lugar de hacer otracosa. Qu es lo que se metaforiza o se gura entonces? Ququiere decir el cuerpo, suponiendo que pudiramos an hablaraqu de cuerpo, de decir y de retrica?

    Qu es lo que hace temblar en el mysterium tremendum?Es el don del amor innito, la disimetra entre la mirada divinaque me ve y yo mismo que no veo aquello mismo que me mira,es la muerte de lo irremplazable dada y sobrellevada, es la des-proporcin entre el don innito y mi nitud, la responsabilidadcomo culpabilidad, el pecado, la salvacin,el arrepentimientoy el sacricio. Al igual que el ttulo de Kierkegaard, Temor y

    temblor, el mysterium tremendum comporta una referencia almenos indirecta e implcita a san Pablo.Ahora, para ganar tiempo, paso a san Pablo.En la epstola a los Filipenses (2:12), se pide a los discpu-

    los que trabajen por su salvacinenel temor y en el temblor.Debern obrar para su salvacin sabiendo que Dios decide: elOtro no tiene ninguna razn para darnos y ninguna cuenta querendirnos, ni razones que compartir con nosotros. Tememos y

    temblamos porque estamos ya en las manos de Dios, libres sin

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    embargo de trabajar, pero en las manos y bajo la mirada de Diosa quien no vemos, y de quien no conocemos ni las voluntadesni las decisiones por venir, ni las razones de querer esto o lootro; nuestra vida o nuestra muerte, nuestra perdicin o nuestrasalvacin. Tememos y temblamos ante el secreto inaccesible deun Dios que decide por nosotros, mientras que nosotros somossin embargo responsables, es decir, libres de decidir, de traba-

    jar, de asumir nuestra vida y nuestra muerte.Pablo dice, y ste es uno de sus adioses de los que habl-

    bamos:

    As pues, queridos mos, de la misma manera que habis obe-decido siempre, no slo cuando estaba presente sino muchoms ahora que estoy ausente [ non ut in praesentia mei tantum,sed multo magis nunc in absentia mea; m hos en t parousa

    mou mnon all nn poll mllon en t apousa mou], trabajadcon temor y temblor [cum metu et tremore; met phbou katrmou]por vuestra salvacin (Flp. 2:12).

    Primera explicacin del temor y del temblor, de ese temory temblor: se pide a los discpulos trabajar por su salvacinnoen presencia (parousa) sino en ausencia (apousa) del maestro:sin ver ni saber, sin comprender la ley o las razones de la ley.Sin saber de dnde viene todo ello y lo que nos espera, estamosabandonados a la soledad absoluta. Nadie puede hablar connosotros, nadie puede hablar por nosotros, debemos hacernos

    cargo de nosotros, cada uno debe encargarse (auf sich nehmen[tomar a su cargo],deca Heidegger respecto de la muerte, denuestra muerte, de lo que es siempre mi muerte y de la cualnadie puede hacerse cargo en mi lugar). Pero hay algo an msgrave en el origen de este temblor: si Pablo dice adis y seausenta demandando obedecer, al ordenar en verdad obedecer(ya que no se pide obedecer, se ordena), es porque Dios mis-mo est ausente, oculto y silencioso, separado, secretoen el

    momento en que hay que obedecerlo. Dios no da sus razo-

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    nes, acta como l lo entiende, no tiene que dar sus razones nicompartir nada con nosotros: ni sus motivos, si es que existen,ni sus deliberaciones, ni siquiera sus decisiones. l no seraDios de otra manera, no tendramos nada que ver con el Otrocomo Dios o con Dios como todo otro. Si el otro compartieracon nosotros sus razones explicndonoslas, si nos hablara todoel tiempo sin ningn secreto, no sera el otro, estaramos en unelemento de homogeneidad: en la homologa, es decir, en lomonolgico. El discurso es tambin un elemento de lo Mismo.No hablamos con Dios ni a Dios; no hablamos con Dios ni a

    Dios como con los hombres o con nuestros semejantes. Pablocontina, en efecto: Pues Dios es quien obra en vosotros elquerer y el obrar, como bien le parece (Flp. 2:13).

    Comprendemos que Kierkegaard eligiera, para su ttulo, eldiscurso de un gran judo convertido, Pablo, en el momento demeditar sobre una experiencia tambin juda del Dios oculto,secreto, separado, ausente o misterioso, el mismo que, sin re-velar sus razones, decide exigir de Abraham el gesto ms cruel

    y el ms imposible, el ms insostenible: ofrecer a su hijo Isaacen sacricio. Todo eso sucede en secreto. Dios guarda silenciosobre sus razones, Abraham tambin, y el libro no est rmadopor Kierkegaard, sino por Johannes de Silentio.

    Quiero una vez ms hacer el salto hacia este extrao funciona-miento de la gura y de la cosa llamada terremoto. Sabemos loque es el terremoto en sentido literal; y luego, hay un terremoto

    gural, por ejemplo, como lo que sucede ahora en el mundo,el sesmo que sacude la fundacin misma del orden internacio-nal, del derecho internacional, todo el mundo sufre un terremo-to en la actualidad, por lo tanto el terremoto es ah una gura.

    Pero lo que querra mostrar para terminar es que el terremotocomo gura no es una gura, y dice algo esencial con respectodel temblor. El terremoto como gura no es una gura entreotras. Qu quiere decir esto?

    Hay un texto de Celan, un poema de Celan que recientemen-

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    te me interes mucho,6 que dice Die Welt ist fort, ich mussdich tragen: El mundo hapartido, yo debo cargarte.7 Cuandohe tratado de interpretar este verso que desde hace aos me fasci-na, he insistido, por una parte, en el hecho de que en el momentoen el que ya no existe el mundo, o que el mundo pierde su funda-mento,donde ya no hay sueloen el terremoto ya no hay sueloni fundamento que nos sostenga, ah donde ya no hay mun-do ni suelo, debo cargarte, tengo la responsabilidad de cargar-te porque ya no tenemos apoyo, ya no puedes pisar un sueloconable y por lo tanto tengo la responsabilidad de cargarte. O

    bien, cuando ya ests muerto y es pues un pensamiento delduelo, otra interpretacin, cuando ya no hay mundo porqueel otro est muerto, y la muerte es cada vez el n del mundo,cuando el otro est muerto, debo cargarlo segn la lgica clsicade Freud segn la cual el llamado trabajo de duelo consiste encargar consigo,en ingerir, en comer y en beber al muerto, parallevarlo dentro de uno. Cuando el mundo ya no existe debo car-garte, es mi responsabilidad ante ti: es pues una declaracin de

    responsabilidad hacia el otro amado.Pero tragen pertenece tambin al vocabulario de la gestacin

    (la madre que carga en su vientre a un nio): para el nio quean no ha nacido no existe el mundo, an no existe mundo, yah, donde no hay mundo, debo cargarte. Lo que quiere decires que ya sea que se trate de la relacin de la madre con elnio o que se trate de uno al otro, de quien sea a quien sea, la

    responsabilidad del debo cargarte supone la desaparicin, elalejamiento, el n del mundo. No existe ms responsabilidadque ah donde se halla el n del mundo, ah donde ya no haysuelo, ni tierra, ni fundamento. Para ser responsable es necesa-rio que ya no exista mundo. Entonces se puede decir: ah donde

    6Cfr. J. Derrida,Bliers. Le dialogue ininterroumpu: entre deux infnis,le pome.

    7 P. Celan, Groe, glhende Wlbung.

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    ya no hay mundo, soy responsable de ti; o bien, desde que soyresponsable de ti, y te cargo, en ese mismo momento aniquiloal mundo, ya no hay mundo; en el momento en que soy respon-sable ante ti, el mundo desaparece. Para ser verdaderamente,singularmente responsable ante la singularidad del otro es ne-cesario que ya no haya mundo.

    REFERENCIAS

    Celan

    , Paul, Groe, glhende Wlbung, enAtemwende, Suhrkamp,Frankfurt sur Main, 1967, 93 [Renverse du soufe, trad. fr. J.-P.Lefebvre, Pars, Le Seuil, 2003, 113].

    dante, Alighieri, El paraso, enLa Divina Comedia, trad. NicolsGonzlez Ruiz, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1973.

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