Cómo Practicar El Cristianismo Zen

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¿Cómo practicar el Cristianismo Zen? Introducción y aclaraciones El Zen Cristiano podríamos definirlo como “un camino de despertar a la realidad esencial de todo, de Dios, que ningún sentido puede captar ni ninguna inteligencia comprender si no es através de la contemplación y la vivencia interior”. El silencio, la oración y la contemplación son las bases de este camino. La práctica del Zen, es una forma de recogimiento e introspección en el Alma, así como un camino de conocimiento interior hacia la comunión directa con la Divinidad. Y justamente como sostuvimos que es una práctica, requiere de constancia, tiempo, dedicación y disciplina. Su práctica arrebata el corazón: no se basa en teorías. Es importante tener en claro que si no está dispuesto a dedicarle un tiempo suficiente, la práctica no solo no produce sus frutos, sino que decepcionan a quien se acerca a este camino y dan la falsa creencia de que es imposible, lo que no es ni más ni menos que alguna excusa que lo único que logra es mantenernos en la ignorancia de la Verdad, que radica en nuestro interior. Para ir explicando un poco en que consiste el Zen Cristiano y de como uno puede practicarlo, entendemos que hay cuatro tipos de prácticas fundamentales: 1) El Zazen, “sentarse a solas con el misterio”. 2) El Samu, o realizar un trabajo con atención, “vivir el ahora, el momento presente, el aquí y ahora” . 3) Teisho, Exposición de la enseñanza por parte de quien guía. 4) Dokusan, guía personal. Se transmite dentro de un marco de vida ética. Zen sin vida ética lleva al desastre. De ahí que

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Una guía para practicar la contemplación cristiana en diálogo con el zen.

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¿Cómo practicar el Cristianismo Zen?

Introducción y aclaraciones  El Zen Cristiano podríamos definirlo como “un camino de despertar a la realidad esencial de todo, de Dios, que ningún sentido puede captar ni ninguna inteligencia comprender si no es através de la contemplación y la vivencia interior”.  El silencio, la oración y la contemplación son las bases de este camino. 

La práctica del Zen, es una forma de recogimiento e introspección en el Alma, así como un camino de conocimiento interior hacia la comunión directa con la Divinidad. 

Y justamente como sostuvimos que es una práctica, requiere de constancia, tiempo, dedicación y disciplina. Su práctica arrebata el corazón: no se basa en teorías. 

Es importante tener en claro que si no está dispuesto a dedicarle un tiempo suficiente, la práctica no solo no produce sus frutos, sino que decepcionan a quien se acerca a este camino y dan la falsa creencia de que es imposible, lo que no es ni más ni menos que alguna excusa que lo único que logra es mantenernos en la ignorancia de la Verdad, que radica en nuestro interior.

Para ir explicando un poco en que consiste el Zen Cristiano y de como uno puede practicarlo, entendemos que hay cuatro tipos de prácticas fundamentales:

1) El Zazen, “sentarse a solas con el misterio”.2) El Samu, o realizar un trabajo con atención, “vivir el ahora, el momento presente, el aquí y ahora” .3) Teisho, Exposición de la enseñanza por parte de quien guía.4) Dokusan, guía personal. Se transmite dentro de un marco de vida ética. Zen sin vida ética lleva al desastre. De ahí que quien emprende el camino, para ser aceptado como discípulo, haya de comprometerse a vivir una vida recta.

Estas prácticas necesitan de acompañamiento y guía, porque llegan muy hondo, a lo más hondo del ser humano. Es algo que va más allá del psicoanálisis. Ese acompañamiento se hace en grupo y de manera personal. Existe mucho material al que uno puede recurrir, como así también personas a las que consultarles, y es muy util hacerlo.

La idea es volverse hacia uno mismo, y allí “estar a solas con la noticia”, como decía San Juan de la Cruz. Es como cultivar las raíces de un árbol: cuanto más se las cuida, mejores frutos da.

La vida para muchos es lo que yo puedo conseguir, lo que yo puedo ganar, ante cualquier fracaso, me deprimo. En cambio, si la vida es otra cosa, todo cambia. El Cristianismo Zen nos enseña que la vida es otra cosa: es ese misterio, que va más allá de lo que ven mis ojos

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y que sólo se puede contemplar con lo que los Victorinos, un grupo de místicos cristianos franceses del siglo XII, decían que se percibe con lo que llamaban “el ojo del alma”.  Ellos decían que Dios nos había creado con tres ojos: los de la cara, para ver las cosas materiales; el de la razón, para entenderlas, y el del alma, para ver las cosas del espíritu. Al ser expulsados del paraíso los dos primeros siguieron funcionando, aunque a veces enferman o se nublan. En cambio, el ojo de la contemplación, ni siquiera se abre. Sin embargo, es importante cultivarle para comprender toda la realidad, no sólo la material. El Zen-Cristiano es una forma de cultivar ese “ojo del alma”.

El Zen-Cristiano es un camino de liberación, sí. Y el silencio es parte fundamental de este camino. No sólo durante el zazen. En la vida diaria. Un cristiano que tiene experiencia del silencio y llega a una cierta iluminación, no tiene la misma experiencia que un budista. Es decir, experimentan lo mismo, la misma realidad última, pero cada uno la percibe desde un punto de vista diferente. El silencio Zen no trata de eliminar recuerdos, sentimientos o sensaciones. No se trata de aniquilar los sentidos, sino de iluminarlos.

Se trata de concentrarse en algo para mirarlo, prescindiendo de lo demás, pero sin eliminarlo. Eso, en la práctica, cuesta, porque, cuanto más silencio hagas, más pensamientos acuden a tu mente.

Para explicarlo, yo pongo el ejemplo de un río: Yo quiero atravesarlo hasta llegar a la otra orilla, que sería la iluminación. Si me empeño en hacer que se pare la corriente, no consigo nada. Tirarme a la corriente y dejarme llevar tampoco me hace alcanzar mi objetivo. Lo mejor es tender una cuerda. En el Zen, esa cuerda es la respiración, la concentración en la respiración. Con esa cuerda paso al otro lado. Si hay mucha corriente, lo noto. Puede haber hasta ramas, y hojas, pero yo sigo agarrado a la cuerda para pasar al otro lado. Es como un barco. La mar puede estar tranquila o revuelta, pero si el piloto mantiene el rumbo llega a donde quiere ir.

¿Cómo practicar el Zen Cristiano?

1) Cuando practique zazen busque un lugar tranquilo donde pueda sentarse sin distracciones. Lo ideal es que no sea ni muy oscuro ni muy luminoso; templado en invierno y fresco en verano. El sitio para sentarse debe estar limpio y ordenado. Si es posible, puede tener un pequeño altar con un crucifijo, flores, piedras, un pequeño Buda (símbolo de la paz interior y la disciplina del método), una estatua o pintura de Jesús o de María: esto queda a gusto del practicante. Lo ideal es que sea  situada en el centro de la sala, aunque si no hay ningún disponible vale cualquier sector. También, cuando sea posible, coloque una ofrenda de flores en el altar y queme incienso o sahumerios.

2) Le recomendamos que evite sentarse en zazen cuando no haya dormido suficiente o cuando se encuentre físicamente cansado. Antes de sentarse, coma moderadamente y evite el alcohol. Lávese la cara y los pies puede ayudarle para sentirse fresco. También es útil que  antes de meditar intente lavarse cara, manos y pies y pase sus manos húmedas por la nuca a modo de ablución (solo si le es posible). 

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3) Le recomendamos que evite llevar ropa sucia o vestimenta lujosa o cara. Lo ideal es que lleve la ropa amplia pero con pulcritud. Estamos poniéndonos en la presencia del Mismísimo Dios y si bien no tenemos nada que aparentar, tampoco es recomendable presentarse de una manera desprolija. 

4) Coloque una alfombra gruesa frente a la pared o frente a su altar y ponga un zafu sobre él (zafu es el cojín de meditación que mantiene la pelvis recta- no vale cualquier cojín). Si le es posible siéntese colocando la base de la columna vertebral en el centro del zafu, de forma que la mitad del zafu quede detrás de usted. Después de cruzar las piernas, apoye sus rodillas firmemente en la alfombra.

5) Fije la mirada en un punto y no se desvié de ese punto, no lo juzgue ni argumente solo cabalgue en la respiración. Si le resulta más cómodo, puede dejar los ojos entre abiertos y mirar a 45 grados hacia abajo o, por el contrario, cerrar sus ojos mientras mantiene la mirada fija en esta misma dirección.

6) En cuanto a la forma de ubicar sus piernas, le recomendamos:

6.1) Cruzado de las piernas posición loto completa: Coloque su pie derecho sobre su muslo izquierdo y luego su pie izquierdo sobre su muslo derecho. Cruce sus piernas para que las puntas de los dedos de los pies y el borde externo de los muslos formen una línea continua.

6.2) Cruzado de las piernas posición semi-loto: Simplemente coloque el pie izquierdo sobre el muslo derecho. Cuando cruce las piernas, las rodillas y la base de la columna deben formar un triangulo equilátero. Estos tres puntos soportan el peso del cuerpo.

6.3) Cruzado Piernas Principiante o Flor Abierta: Simplemente coloque la planta de los pies una sobre otra, mientras que las rodillas y la base de la columna formen un triángulo equilátero. Nuevamente estos tres puntos soportan el peso del cuerpo.

6.4) Meditación en silla:  Para personas que no logran sentarse en el suelo, se recomienda con el tiempo y la práctica se realice sentado cómodamente en una silla que mantenga la columna derecha. 7) Posturas:  Apoye firmemente ambas rodillas en la alfombra acolchada; bascule levemente la pelvis, a la altura de la quinta vértebra lumbar hacia delante, empuje las nalgas hacia afuera, las caderas hacia delante y enderece la columna. Recoja el mentón y estire el cuello como si quisiera tocar el techo. Las orejas deben estar en una línea paralela con los hombros y la nariz debe estar alineada con el ombligo. Después de enderezar la espalda, relaje los hombros, espalda, y abdomen sin cambiar de postura. Siéntese recto, sin inclinarse a la izquierda ni a la derecha, ni hacia adelante ni hacia atrás.

8) Reposo de las manos: en cuanto a la forma de ubicar las manos, le recomendamos que elija una de estas posturas

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8.1) Coloque la mano derecha, con la palma hacia arriba, sobre el pie izquierdo, y la mano izquierda, con la palma hacia arriba sobre la palma de la mano derecha. Las puntas de los dedos pulgares deben tocarse ligeramente. Coloque las puntas de los pulgares delante del ombligo y los brazos ligeramente separados del cuerpo.

8.2) Coloque las manos, una frente a otra, con los dedos entralazados, de manera que las palmas queden enfrentadas.

9) La boca: Le recomendamos, según su comodidad, que elija una de ambos formas

9.1) Mantenga la boca cerrada, colocando la lengua contra el paladar justo detrás de los dientes.

9.2) Mantenga la boca cerrada, colocando la lengua sobre la mandíbula, de manera que queda sin hacer fuerza. 10) La respiración como caballo de la meditación: Como bien aclaramos más arriba, la respiración es la cuerda que nos permitirá llegar a nuestro puerto, por lo que debemos prestar especial atención a ella. Y aquí también existen varias variantes

10.1) En un primer momento, dedique tiempo suficiente a utilizar la respiración como herramienta de relajación y concentración... para ello, inspire y espire profunda y silenciosamente algunas veces. Abra ligeramente la boca y espire suave y lentamente. Para expulsar todo el aire de los pulmones, espire desde el abdomen. Cierre la boca y continúe respirando por la nariz normalmente.

10.2) Respiración abdominal: es fundamental que durante el zazen, respire silenciosamente por la nariz. No trate de controlar la respiración. Permita la entrada y salida del aire naturalmente de forma que pueda olvidar que está respirando sin por eso dejar de prestarle atención. Permita que las respiraciones largas sean largas y que las cortas sean cortas. No haga respiraciones fuertes y ruidosas.

10.3) Después, regular la respiración y calmarse. Y ahora comienza otra de las cuestiones que más complicaciones y diferencias ha traído a quienes quisieron comenzar a meditar, pero que en sí todas sirven para lo mismo: mantener la atención atada a un solo objeto. Por eso le recomendamos que elija una de estas variantes y la mantenga hasta el final de su meditación:

10.1) Una es contar las respiraciones de manera ascendente (1, 2, 3, y así...)

10.2) Otra es contar las respiraciones de manera descentende o regresiva (10, 9, 8... y al llegar al cero, volver a empezar)

10.3) Otra es contemplar en la mente a la misma mente, es decir, centrarnos en nuestra verdadera esencia espiritual y observar como la mente es acosada por pensamientos, recuerdos, sensaciones, sentimientos, sin detenerse ni atarse a ninguno de ellos, sino simplemente contemplándolos sin hacer nada, hasta que desaparezcan, utilizando la

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respiración para mantenernos concentrados. Cuando uno toma conciencia que quedó atado a un pensamiento, simplemente volver a la respiración sin enojo ni decepción, tantas veces como sea necesario. A medida que el practicamente avanza en este tipo de meditación, la cantidad de ideas y vueltas se va reduciendo cada vez más.

10.4) Otra forma es tomar conciencia de que una respiración larga es prolongada y que una respiración corta es breve. La respiración llega hasta el abdomen y finaliza ahí. Aunque espiración e inspiración son diferentes, ambas pasan por el abdomen. Cuando se respira abdominalmente es fácil ser consciente de la trascendencia (de la vida) y armonizar la mente.

10.5) También existe la opción de repetición mentalmente de un mantra o jaculatoria dividiéndolo en la respiración/ espiración. El mas popular fue el enseñado en la "Filocalia" y en el "relato de un peregrino ruso", conocido como la oración interior o la oración del nombre de Jesús, que consiste en, al inspiración mentalmente decir “Señor Jesus, hijo de Dios,”, y la expirar "Ten piedad de mí, pecador"

11) Como bien sostuvimos más arriba, es fundamental que no se concentre en ningún objeto en particular ni controle sus pensamientos. Si adopta una postura correcta y deja que la respiración se normalice, su mente se tranquilizará naturalmente. Cuando haya pensamientos que surgen en su mente, no se concentre en ellos ni luche contra ellos; ni los busque ni trate de escapar de ellos. Deje que los pensamientos fluyan, permitiéndoles aparecer y desaparecer libremente. Lo esencial es tomar conciencia de la distracción y del adormecimiento y regresar a la postura correcta momento a momento. Insistimos, para que los principiantes no se sientan decepcionados: es fundamental la disciplina, la práctica constante y la determinación de mantenerse el tiempo pautado.

12) Cuando termine el zazen, le recomendamos que se incline hacia adelante con las manos juntas a la altura del corazón, a modo de saludar a Jesús, a los santos de los que sea devoto, al Buda, a los seres sagrados. Después ponga sus manos con las palmas hacia arriba sobre los muslos, balancee el cuerpo varias veces, primero un poco, y luego mas pronunciadamente. Inspire profundamente. Masajee sus pies. Estire las piernas. Muévase lentamente, especialmente cuando tenga las piernas dormidas. No se ponga de pie de manera brusca.

13) Es importante que recuerde que en el momento en que está meditando, se está conectando con Dios, y por esto es fundamental que le ofrezca el tiempo de inmovilidad y silencio que va a empezar. Para eso le recomendamos que:

13.1) Agradezca y Entregue a Dios todo aquello que es y tiene, como ser su familia, trabajo, salud, etc13.2) Le pida todo aquello que necesite, siempre que sea voluntad de Dios13.3) Le exhorte que le permita alcanzar la union con Cristo y el estado de Buda13.4) Le permita conducir a todos los seres sintientes sin excepción, a este estado Iluminado13.5) Le proteja y guie en la meditación, obrando según su voluntad

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14) Es fundamental que establezca, de ante mano, el tiempo que va a dedicar a la meditación. Para esto, le recomendamos que tenga un despertador o algún otro dispositivo que le avise, de manera suave, el tiempo transcurrido. Es importante aclarar que no hay tiempos obligatorios para meditar, aunque le recomendamos que el aumento del tiempo sea paulatino, quizá empezando por 15 minutos diarios, para ir subiendo de a 5, 10 o 15 minutos, hasta llegar a la hora por sesión. 

15) Le recomendamos que trate de incorporar la meditación a su vida diaria, estableciendo momentos para poder realizarla: lo ideal sería por la mañana, antes de comenzar su rutina y de que las obligaciones lo requieran, y también un por la tarde, al volver de sus ocupaciones. Sin embargo, para comenzar, con una meditación diaria por la mañana le resultará mas que conveniente.

El sermón de la montaña*

[Texto completo: Tomado de la Biblia.] Jesús de Nazaret

Las bienaventuranzas

1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.

2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

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11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

La sal de la tierra

13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

La luz del mundo

14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús y la ley

17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Jesús y la ira

21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. 23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

Jesús y el adulterio

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27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Jesús y el divorcio

31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

Jesús y los juramentos

33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

El amor hacia los enemigos

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Jesús y la limosna

1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

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2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Jesús y la oración

5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Jesús y el ayuno

16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Tesoros en el cielo

19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

La lámpara del cuerpo

22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno

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de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?

Dios y las riquezas

24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

El afán y la ansiedad

25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

El juzgar a los demás

1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

La oración, y la regla de oro

7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le

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dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

La puerta estrecha

13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Por sus frutos los conoceréis

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

Nunca os conocí

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Los dos cimientos

24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

FIN

* El Santo Evangelio según san Mateo, La biblia, versión de Casiodoro de Reina (1569) revisada por

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Cipriano de Valera (1602). Otras revisiones: 1862, 1909 y 1960