Como Quiere Dios Que Lo Sirvamos

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L a respuesta a esta pregunta la encontramos en la Palabra de Dios, porque la Biblia nos enseña cómo hemos de servir a Dios. - Con todo el corazón. «Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová con todo tu corazón y con toda tu alma?» (Deut. 10:12). Hoy también Dios nos pide a Sus hijos, salvados por la obra perfecta de Cristo, que lo sirvamos con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma. Esto nos habla de una vida completamente entregada a Él porque Dios actúa a través de nosotros. Él quiere utilizar nuestros labios, nuestras manos, nuestros pies, todo nuestro ser, para servir a las personas que nos rodean. Pero siempre debemos estar en plena dependencia de Él; porque como dijo Jesús: «separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:5). - De buena gana. David le pide a su hijo Salomón: «Reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario» (1 Crón. 28:9). Dios escudriña nuestro corazón y nuestros pensamientos. A Él no lo podemos engañar, por tanto no debemos servir al Señor por obligación ni tampoco como una carga. Si así lo hacemos, no sirve. Debemos hacerlo de todo corazón y con nuestra voluntad rendida en obediencia, buscando complacer a Dios en todo. - Buscando Su gloria. Pablo nos recomienda: «Hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Cor. 10:31). Todo lo que hagamos debe ser hecho buscando Su gloria. Jesús nunca utilizó Su poder en beneficio propio sino que siempre lo hizo buscando la gloria del Padre. Nosotras también, siguiendo Su ejemplo, debemos buscar la gloria de Dios, el beneficio y la salvación de todos los que nos rodean. - Con amor. «Servíos por amor los unos a los otros» (Gál 5:13). Necesitamos olvidarnos de nosotras mismas y pensar en los demás. Debemos hacerlo con el mismo amor con que el Señor Jesús nos amó a nosotras. Hay una canción que refleja esa enseñanza: Muchas veces di todo mi amor y mi pan Pero fui defraudada y no quise dar más Sin embargo no pude vivir sin amar Y aprendí que perder es ganar. Jesucristo me enseña cómo he de vivir Él dio todo lo suyo sin guardar para sí A pesar del desprecio Su amor entregó En la cruz el perdón me alcanzó. Quiero vivir como Cristo lo exige de mí Y voy a dar aunque no tenga más para dar Voy a entregar hasta mi última gota de amor Pues no quiero defraudar al Señor. ¿Cómo quiere Dios que lo sirvamos? por Selva Martin de Calabretta

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  • La respuesta a esta pregunta la encontramos en la Palabra de Dios, porque la Biblia nos ensea cmo hemos de servir a Dios.

    - Con todo el corazn. Ahora, pues, Israel, qu pide Jehov tu Dios de ti, sino que temas a Jehov tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehov con todo tu corazn y con toda tu alma? (Deut. 10:12). Hoy tambin Dios nos pide a Sus hijos, salvados por la obra perfecta de Cristo, que lo sirvamos con todo nuestro corazn y con toda nuestra alma. Esto nos habla de una vida completamente entregada a l porque Dios acta a travs de nosotros. l quiere utilizar nuestros labios, nuestras manos, nuestros pies, todo nuestro ser, para servir a las personas que nos rodean. Pero siempre debemos estar en plena dependencia de l; porque como dijo Jess: separados de m nada podis hacer (Juan 15:5).

    - De buena gana. David le pide a su hijo Salomn: Reconoce al Dios de tu padre, y srvele con corazn perfecto y con nimo voluntario (1 Crn. 28:9). Dios escudria nuestro corazn y nuestros pensamientos. A l no lo podemos engaar, por tanto no debemos servir al Seor por obligacin ni tampoco como una carga. Si as lo hacemos, no sirve. Debemos hacerlo de todo corazn y con nuestra voluntad rendida en obediencia, buscando complacer a Dios en todo.

    - Buscando Su gloria. Pablo nos recomienda:

    Hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). Todo lo que hagamos debe ser hecho buscando Su gloria. Jess nunca utiliz Su poder en beneficio propio sino que siempre lo hizo buscando la gloria del Padre. Nosotras tambin, siguiendo Su ejemplo, debemos buscar la gloria de Dios, el beneficio y la salvacin de todos los que nos rodean.

    - Con amor. Servos por amor los unos a los otros (Gl 5:13). Necesitamos olvidarnos de nosotras mismas y pensar en los dems. Debemos hacerlo con el mismo amor con que el Seor Jess nos am a nosotras. Hay una cancin que refleja esa enseanza:

    Muchas veces di todo mi amor y mi panPero fui defraudada y no quise dar msSin embargo no pude vivir sin amarY aprend que perder es ganar.

    Jesucristo me ensea cmo he de vivirl dio todo lo suyo sin guardar para sA pesar del desprecio Su amor entregEn la cruz el perdn me alcanz.

    Quiero vivir como Cristo lo exige de mY voy a dar aunque no tenga ms para darVoy a entregar hasta mi ltima gota de amorPues no quiero defraudar al Seor.

    Cmo quiere Dios que lo sirvamos?por Selva Martin de Calabretta

  • Experimentamos un gozo especial cuando de corazn y por amor ayudamos a la gente. Dios merece lo mejor de cada una de nosotras. Cuando servimos a los dems, servimos a Dios.

    - Con humildad. Nada hagis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad (Fil. 2:3). La humildad debe ser para nosotras una lucha diaria. Debemos servir humildemente, no buscando el aplauso ni el reconocimiento de los dems. Servir sin egosmo ni orgullo, poniendo en primer lugar los intereses del Seor. Ninguna tarea es pequea a los ojos de Dios. La clebre frase de John Wesley lo resume a la perfeccin: Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en cualquier tiempo que puedas, a da la gente que puedas, cada vez que puedas.

    - Con alegra. Servid a Jehov con alegra (Sal. 100:2). Sin quejas, sin rezongos, sin crticas. Dios se fija con qu actitud servimos. Debemos hacerlo porque amamos al Seor y estamos agradecidas por Su favor. Servir al Seor produce en nosotras gozo, porque vemos que Dios obra, bendice y salva a otros por nuestro intermedio. La tarea a realizar no es fcil pero sabemos que hay recompensa. Hay alegra en la tierra: Los que sembraron con lgrimas, con regocijo segarn. Ir andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volver a venir con regocijo, trayendo sus gavillas (Sal. 126:5-6). No hay mayor gozo

    que asombrarnos ante el maravilloso milagro que Dios realiza, cuando un alma se convierte a Cristo por obra del Espritu Santo.

    - Con gratitud. Tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios (Heb. 12:28). Cmo no agradecer a Dios Su gran amor, que lo demostr entregando a Su amado Hijo Jess por todos nosotros, y as alcanzar nuestra salvacin eterna. Cunto costamos! Jess muri por nosotras para que nosotras vivamos para l.

    - Para el Seor. Y todo lo que hagis, hacedlo de corazn, como para el Seor y no para los hombres (Col. 3:23). Todo lo que hacemos cada da, debe ser una ofrenda para el Seor. La verdadera motivacin no debe ser agradar al hombre sino agradar a Dios.

    - En santidad. Mis ojos pondr sobre los fieles de la tierra, para que estn conmigo; el que ande en el camino de la perfeccin este me servir (Sal. 101:6). Fidelidad y perfeccin. El camino de la perfeccin es el camino de la santidad; solo as podremos ser tiles para l. Solo as seremos aptas para Su servicio.

    - En el Espritu. Porque nosotros somos los que en espritu servimos a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jess, no teniendo confianza en la carne (Fil. 3:3). Como creyentes debemos vivir en el Espritu y por el Espritu. Debemos ser controladas y guiadas por el Espritu Santo que vive en cada una de nosotras, si somos de Cristo. Sin Su gua, consejo y poder todo es en vano. Por eso, en todo tiempo, debemos servir dirigidas por el Espritu. De esta manera

  • tendremos una intuicin espiritual y un discernimiento sano y verdadero. El poder de Dios se manifestar a travs de nuestras vidas, para as realizar una tarea efectiva, que d como resultado la gloria de Dios y el bien de las almas.

    Qu estamos haciendo para nuestro Seor? Un corazn salvado es un corazn que quiere amar y servir a los dems. Si no es as, algo anda mal. Todas, sin excepcin, debemos estar ocupadas en Su obra. l nos lo pide, l lo reclama; es lo menos que cada una de nosotras podemos ofrecerle: nuestra vida, nuestro corazn, nuestra voluntad y nuestro servicio. Qu mayor privilegio que servir al Rey de reyes y Seor de seores, al ms alto y sublime, al Dios eterno y misericordioso, al Soberano, al nico y verdadero Dios, al gran Yo soy?

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