Cómo Se Relaciona La Comunicación en El Cambio Social

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Cómo se relaciona la comunicación en el cambio social La comunicación para el cambio social es una comunicación ética, es decir, de la identidad y de la afirmación de valores; amplifica las voces ocultas o negadas, y busca potenciar su presencia en la esfera pública. Recupera el diálogo y la participación como ejes centrales; ambos elementos existían entrelazados con otros modelos y paradigmas y estaban presentes en la teoría como en un gran número de experiencias concretas, pero no tenían carta de ciudadanía entre los modelos dominantes, de modo que no alimentaron suficientemente la reflexión. Esta comunicación que comienza ahora a recuperar terreno es como el cuarto mosquetero, presente junto a los otros tres, aunque no se le cuenta todavía. Entra un poco más tarde en escena, pero su contribución es definitiva. Recupera aprendizaje de experiencias comunitarias en el Tercer Mundo. Proceso de diálogo y debate, basado en la tolerancia, respeto, equidad, justicia social y participación activa de los actores. Rechaza los modelos de comunicación verticales, masivos y jerárquicos. Apoya el fortalecimiento comunitario y proceso local de toma de decisiones. Desde el año 2000, en un contexto de globalización e Internet como respuesta a la comunicación para el desarrollo, diversos actores en América Latina vienen apostando a la comunicación para el cambio social, como un nuevo paradigma que intenta construir un auténtico diálogo, estimular la participación, construir ciudadanía, democratizar la comunicación, devolver la palabra y convertir a los sujetos como actores centrales y agentes de su propio desarrollo humano y social. La comunicación para el cambio social es participativa, surge de la sociedad, se basa en la propia cultura (respeto a las lenguas, y la historia), busca alianzas y establece redes, y además se define como “la apuesta cultural de cambio, se requiere legitimar y promover una actitud frente a la vida asumiendo: el desarrollo como meta personal y colectiva; una mirada común: gestando una identidad comunicativa que mire al futuro; un estilo de actuación basándose en el diálogo y la concertación” (Calandria: 2005). La comunicación para el cambio social apuesta a la equidad de género y visibilización de las mujeres, etnias y niñez, y concibe la comunicación no desde el mediacentrismo comercial y partidario, sino que apuesta a otras formas de comunicación y construcción de imaginarios sociales y culturales por medio de la comunicación alternativa: asambleas de base, teatro, cabildos, uso de Internet, edu-entretenimiento, campañas y medios de comunicación con un modelo de sociedad civil, y basismo. Regulación jurídica de los medios de comunicación masiva

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Cómo se relaciona la comunicación en el cambio social

La comunicación para el cambio social es una comunicación ética, es decir, de la identidad y de la afirmación de valores; amplifica las voces ocultas o negadas, y busca potenciar su presencia en la esfera pública. Recupera el diálogo y la participación como ejes centrales; ambos elementos existían entrelazados con otros modelos y paradigmas y estaban presentes en la teoría como en un gran número de experiencias concretas, pero no tenían carta de ciudadanía entre los modelos dominantes, de modo que no alimentaron suficientemente la reflexión. Esta comunicación que comienza ahora a recuperar terreno es como el cuarto mosquetero, presente junto a los otros tres, aunque no se le cuenta todavía. Entra un poco más tarde en escena, pero su contribución es definitiva.

Recupera aprendizaje de experiencias comunitarias en el Tercer Mundo.

Proceso de diálogo y debate, basado en la tolerancia, respeto, equidad, justicia social y participación activa de los actores.

Rechaza los modelos de comunicación verticales, masivos y jerárquicos.

Apoya el fortalecimiento comunitario y proceso local de toma de decisiones.

Desde el año 2000, en un contexto de globalización e Internet como respuesta a la comunicación para el desarrollo, diversos actores en América Latina vienen apostando a la comunicación para el cambio social, como un nuevo paradigma que intenta construir un auténtico diálogo, estimular la participación, construir ciudadanía, democratizar la comunicación, devolver la palabra y convertir a los sujetos como actores centrales y agentes de su propio desarrollo humano y social.

La comunicación para el cambio social es participativa, surge de la sociedad, se basa en la propia cultura (respeto a las lenguas, y la historia), busca alianzas y establece redes, y además se define como “la apuesta cultural de cambio, se requiere legitimar y promover una actitud frente a la vida asumiendo: el desarrollo como meta personal y colectiva; una mirada común: gestando una identidad comunicativa que mire al futuro; un estilo de actuación basándose en el diálogo y la concertación” (Calandria: 2005).

La comunicación para el cambio social apuesta a la equidad de género y visibilización de las mujeres, etnias y niñez, y concibe la comunicación no desde el mediacentrismo comercial y partidario, sino que apuesta a otras formas de comunicación y construcción de imaginarios sociales y culturales por medio de la comunicación alternativa: asambleas de base, teatro, cabildos, uso de Internet, edu-entretenimiento, campañas y medios de comunicación con un modelo de sociedad civil, y basismo.

Regulación jurídica de los medios de comunicación masiva

Ahora bien, en el marco de la ley los medios de comunicación están naturalmente obligados a conducirse con apego puntual a las leyes que los regulan, pero dentro de ello, está también cumplir con su función social, la cual -entre otros objetivos- contempla que la radio y la televisión deben ser precisamente promotores de la cultura de la legalidad entre los ciudadanos a los que llegan sus transmisiones.

Es decir, los medios no pueden limitarse sólo a cumplir con las disposiciones jurídicas que los rigen, sino que tienen la obligación de fungir también como agentes de divulgación y de promoción de los valores que dan cohesión y que animan el avance de la sociedad, entre ellos precisamente la cultura de la legalidad, la libertad de expresión, el derecho a la información, la tolerancia y el resto de los valores propios de la democracia.