Como vivir el ecumenimso

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3 ¿Cómo vivir el ecumenismo? Después de haber analizado el ecumenismo desde distintas perspectivas: histórica, teológica, pastoral, litúrgica…, nos preguntamos ¿Cómo podemos vivir, en lo cotidiano, el ecumenismo? La práctica del ecumenismo, como bien sabemos, obedece ante todo al deseo de Jesús de que “todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17, 21). De la unidad de los cristianos, por lo tanto, depende nuestra credibilidad ante el mundo. Desde el inicio, hay que reconocer con dolor, las divisiones no se hicieron esperar en el seno de la Iglesia. La manera de entender la fe en Cristo, el modo de obrar y, otras veces, el deseo de dominar o de figurar fueron sus principales causas. Pero esta tendencia se agudizó al comenzar el segundo milenio con la división entre Ortodoxos y Católicos; y, más tarde, en el S. XVI, con la Reforma protestante. Con el pasar del tiempo, estas divisiones han crecido en un ambiente de mutuas acusaciones, persecuciones y condenas. Una realidad que constituye un pecado en la Iglesia y un escándalo ante el mundo social y cultural que vivimos. A principios del S. XX, ante la urgente necesidad de evangelizar, se inició, en el ámbito Protestante, un proceso de búsqueda de Unidad de los cristianos; a lo cual, más tarde, se sumó la Iglesia Católica. Como fruto de estos esfuerzos, surgió el Consejo Mundial de Iglesias. La unidad que se busca se basa el reconocimiento de lo común a todas las Iglesias, como la fe en Jesucristo y el amor fraterno; y, también, en el respeto de la diversidad de dones, servicios y formas de vivir y celebrar

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¿Cómo vivir el ecumenismo?

Después de haber analizado el ecumenismo desde distintas perspectivas: histórica, teológica, pastoral, litúrgica…, nos preguntamos ¿Cómo podemos vivir, en lo cotidiano, el ecumenismo?

La práctica del ecumenismo, como bien sabemos, obedece ante todo al deseo de Jesús de que “todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17, 21). De la unidad de los cristianos, por lo tanto, depende nuestra credibilidad ante el mundo.

Desde el inicio, hay que reconocer con dolor, las divisiones no se hicieron esperar en el seno de la Iglesia. La manera de entender la fe en Cristo, el modo de obrar y, otras veces, el deseo de dominar o de figurar fueron sus principales causas. Pero esta tendencia se agudizó al comenzar el segundo milenio con la división entre Ortodoxos y Católicos; y, más tarde, en el S. XVI, con la Reforma protestante. Con el pasar del tiempo, estas divisiones han crecido en un ambiente de mutuas acusaciones, persecuciones y condenas. Una realidad que constituye un pecado en la Iglesia y un escándalo ante el mundo social y cultural que vivimos.

A principios del S. XX, ante la urgente necesidad de evangelizar, se inició, en el ámbito Protestante, un proceso de búsqueda de Unidad de los cristianos; a lo cual, más tarde, se sumó la Iglesia Católica. Como fruto de estos esfuerzos, surgió el Consejo Mundial de Iglesias.

La unidad que se busca se basa el reconocimiento de lo común a todas las Iglesias, como la fe en Jesucristo y el amor fraterno; y, también, en el respeto de la diversidad de dones, servicios y formas de vivir y celebrar

El método más práctico para superar las divisiones entre los cristianos, ha sido y sigue siendo el del diálogo. Un diálogo que se da, principalmente, en el ámbito espiritual, en lo vida cotidiana y también en el de la reflexión teológica.

El Ecumenismo espiritual nace de la convicción de que es el Espíritu Santo el protagonista principal de la unidad. Esta es la razón por la que se da una enorme importancia a las jornadas de oración entre los cristianos. Por esta razón, cada año se organiza la Semana de oración por la unidad de los cristianos, del 18 al 25 de enero. Los textos y oraciones son preparados conjuntamente por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión fe y Constitución del Consejo Mundial de las Iglesias. El Ecumenismo de la vida, por su parte, consiste en el compromiso de trabajar juntos por el bien de la Comunidad. Con este propósito, existen muchos proyectos sociales y ecológicos. Entre ellos, los que tiene que ver con el valor de la vida, la paz, la justicia, el

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alimento y la vivienda, entre otros. Igualmente, el cuidado de la naturaleza es una tarea que compete a todos los cristianos independientemente de la denominación de Iglesia que se tenga.

El Ecumenismo teológico tiene que ver con la reflexión sobre algunos puntos controvertidos. Este tipo de ecumenismo es el más difícil, justamente porque tiene que ver con verdades y valores fundamentales para cada una de las Iglesias.

La Iglesia católica, por su parte, desde el Concilio Vaticano II en adelante, ha entrado en relaciones fraternas con todas las Iglesias de Oriente y las Comunidades eclesiales de Occidente. Con la mayor parte de ellas, ha organizado diálogos teológicos bilaterales, que han llevado a encontrar convergencias o incluso consenso en diversos puntos y a profundizar así los vínculos de comunión.

Con las Iglesias ortodoxas, la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico comenzó, en octubre de 2009, el estudio de un tema crucial en el diálogo entre católicos y ortodoxos: El papel del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio, es decir, en el tiempo en el que los cristianos de Oriente y Occidente vivían en la comunión plena. Este estudio se extenderá a continuación al segundo milenio.

Con las Comunidades eclesiales de Occidente se han examinado los resultados alcanzados en los diversos diálogos en estos cuarenta años, especialmente, con la Comunión Anglicana, la Federación Luterana Mundial, la Alianza Reformada Mundial y el Consejo Mundial Metodista.

En 1982, la Comisión Fe y Constitución, del Consejo Mundial de las Iglesias, reunida en Lima, aprobó un documento intitulado: “Bautismo, Eucaristía y Ministerio” (BEM). Es un que ha servido de base para muchos acuerdos de "reconocimiento mutuo" entre las iglesias. No obstante el paso del tiempo, sigue siendo una importante referencia.

El 31 de octubre, de 1999, la Iglesia Católica y la Iglesia Luterana realizaron una declaración conjunta sobre la Justificación, que fue precisamente uno de los que provocó la separación de los cristianos en el S. XVI. La fecha escogida para la firma era simbólica; pues el 31 de octubre de 1517, Martín Lutero publicó sus 95 tesis de Wittemberg. “El texto, que firmaron el cardenal Edward Idriss Cassidy, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y el obispo Christian Krause, presidente de la Federación Luterana Mundial, recoge los frutos de 30 años de diálogo surgidos tras el Concilio Vaticano II”.

El 30 de noviembre, del 2006, el Papa Benedicto XVI y el Patriarca de Constantinopla Bartolomé I firmaron una Declaración común. Ambos expresaron una profunda alegría por la reanudación del diálogo teológico, después de una interrupción de varios años, desde el 2000. En Belgrado, estuvieron presentes todas las Iglesias ortodoxas, excepto el Patriarcado de Bulgaria. La participación de los miembros constituyó el primer

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elemento positivo de la apertura de la nueva fase (cfr. «L'Osservatore Romano», 8 de diciembre de 2006, p. 6).

En ella, “se trazan varias líneas de compromiso para promover la comunión plena, como la promoción de la paz, la defensa de los derechos de la persona humana creada a imagen de Dios, la salvaguardia de la creación y el testimonio cristiano común”. Los dos signatarios declararon: "Afirmamos unánimemente la necesidad de perseverar en el camino de un diálogo teológico constructivo. En efecto, a pesar de las dificultades que se han constatado, este es uno de los caminos fundamentales de que disponemos para restablecer la unidad tan anhelada del cuerpo eclesial en torno al altar del Señor, así como para reforzar la credibilidad del mensaje cristiano en una época de cambios en las sociedades en que vivimos, pero también de grandes búsquedas espirituales por parte de un gran número de nuestros contemporáneos, que también están preocupados ante la creciente globalización, que a veces amenaza al hombre incluso en su existencia y en su relación con Dios y con el mundo" (n. 4: «L'Osservatore Romano», edición en lengua española, 22 de diciembre de 2006, p. 7).

Una experienciaLa experiencia de la Fraternidad Ecuménica, de Quito, desde 1996 hasta la presente fecha, ha sido muy aleccionadora. Un día al mes, se reúnen Sacerdotes, pastores y laicas y laicos, de una manera rotativa, en las diferentes Iglesias. En este encuentro, conocido como “desayuno ecuménico”, se comparte el pan, se ora, se reflexiona sobre un tema previamente convenido y se concluye con una oración. Generalmente, la Iglesia anfitriona da a conocer su vida, organización proyectos.

Esta práctica ha ayudado enormemente a superar muchos miedos y prejuicios y, también, a comprometerse en acciones comunes, como en la organización de la semana de oración por la unidad de los cristianos, en marchas por la paz, en gestos de solidaridad con personas en situaciones difíciles y en la superación de conflictos que surgían entre miembros de las comunidades católicas y evangélicas.

La búsqueda de la unidad entre los cristianos, como podemos apreciar, no es tan fácil. Pero si creemos en la acción del Espíritu Santo en cada una de las Iglesias y trabajamos por esta noble causa, entonces veremos que sí es posible. Esta convicción y decisión, justamente, nos impulsarán a buscar los modos y métodos más apropiados para vivir el ecumenismo en las tres dimensiones anotadas.