Composición tema 1

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TEMA 1 CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS, SOCIALES Y ECONÓMICAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN. LA POLÍTICA CENTRALIZADORA DE LOS BORBONES. DOC. 1: TESTIMONIO DE PABLO OLAVIDE El tema sobre el que vamos a realizar la composición es “Características políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen. La política centralizadora de los Borbones” cuya cronología abarca desde la segunda mitad del siglo XV hasta el siglo XVIII, pero antes de iniciar su desarrollo vamos a analizar brevemente las fuentes que se presentan. Se trata de una fuente primaria. Es un texto de naturaleza histórica circunstancial y de contenido social. Está fechado en el siglo XVIII durante el reinado de Carlos III. Su autor es Pablo de Olavide, intendente de Sevilla durante el reinado de Carlos III en el siglo XVIII. Al tratarse de un testimonio, el destinario es la persona o las personas con las que estuviese manteniendo el diálogo, teniendo una finalidad crítica. El documento nos relata la precaria situación de los jornaleros durante el Antiguo Régimen, cuyas condiciones de vida resultaban míseras. Trabajaban para los señores cuando el tiempo lo permitía y, cuando no resultaba posible, llegaban a sufrir de hambre y falta de asilo por lo que se veían forzados a mendigar. Desde la segunda mitad del siglo XV hasta el siglo XVIII, Europa se vio inmersa en el Antiguo Régimen, un conjunto de rasgos políticos, sociales, económicos y jurídicos caracterizado por un sistema social basado en una división estamental, privilegiados y no privilegiados); un sistema económico fundamentado en la agricultura y la ganadería que contaba con técnicas arcaicas y poco productivas; y un sistema político asentado en el absolutismo monárquico. La demografía española se caracterizó por sus altas tasas de natalidad y mortalidad (escaso crecimiento de la población), y la gran crisis demográfica del siglo XVII debido a las hambrunas, epidemias, guerras, expulsión de los moriscos, celibato eclesiástico… Esta situación mejoró durante el siglo XVIII ante las medidas reformistas de los Borbones. Por otro

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TEMA 1

CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS, SOCIALES Y ECONÓMICAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN. LA POLÍTICA CENTRALIZADORA DE LOS BORBONES.

DOC. 1: TESTIMONIO DE PABLO OLAVIDE

El tema sobre el que vamos a realizar la composición es “Características políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen. La política centralizadora de los Borbones” cuya cronología abarca desde la segunda mitad del siglo XV hasta el siglo XVIII, pero antes de iniciar su desarrollo vamos a analizar brevemente las fuentes que se presentan. Se trata de una fuente primaria. Es un texto de naturaleza histórica circunstancial y de contenido social. Está fechado en el siglo XVIII durante el reinado de Carlos III. Su autor es Pablo de Olavide, intendente de Sevilla durante el reinado de Carlos III en el siglo XVIII. Al tratarse de un testimonio, el destinario es la persona o las personas con las que estuviese manteniendo el diálogo, teniendo una finalidad crítica. El documento nos relata la precaria situación de los jornaleros durante el Antiguo Régimen, cuyas condiciones de vida resultaban míseras. Trabajaban para los señores cuando el tiempo lo permitía y, cuando no resultaba posible, llegaban a sufrir de hambre y falta de asilo por lo que se veían forzados a mendigar.

Desde la segunda mitad del siglo XV hasta el siglo XVIII, Europa se vio inmersa en el Antiguo Régimen, un conjunto de rasgos políticos, sociales, económicos y jurídicos caracterizado por un sistema social basado en una división estamental, privilegiados y no privilegiados); un sistema económico fundamentado en la agricultura y la ganadería que contaba con técnicas arcaicas y poco productivas; y un sistema político asentado en el absolutismo monárquico.

La demografía española se caracterizó por sus altas tasas de natalidad y mortalidad (escaso crecimiento de la población), y la gran crisis demográfica del siglo XVII debido a las hambrunas, epidemias, guerras, expulsión de los moriscos, celibato eclesiástico… Esta situación mejoró durante el siglo XVIII ante las medidas reformistas de los Borbones. Por otro lado, la distribución de la población era muy distinta a la actual, aunque a partir del siglo XVII comenzó a destacar la periferia.

El absolutismo fue el sistema político vigente y el rey, con plenos poderes, era considerado de origen divino. El territorio estaba formado por distintos reinos que contaban con sus propios fueros e instituciones. La administración, descentralizada y compleja, se caracterizaba por la presencia de los Consejos (temáticos, destacando el Consejo de Estado y el de la Inquisición; o territoriales) y las Cortes, sometidas al interés del rey. Por otro lado, el sistema de de justicia estaba formado por las Chancillerías, las Audiencias (creadas para aligerar la actividad de las Chancillerías) y los Tribunales Locales. La Administración Local se basaba en los Cabildos Municipales y contaba con dos tipos de municipios: de realengo (tierras libres) o señoriales (tierras pertenecientes a la nobleza o el clero).

Además, los reyes contaban con personas de su máxima confianza, como los virreyes, secretarios o validos, que asumían funciones de gobierno.

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El sistema económico se fundamentaba en la agricultura y la ganadería. La agricultura era de escasa productividad, empleaba técnicas arcaicas y se centraba el cultivo de la trilogía mediterránea. Tal y como observamos en el documento a comentar, las tierras pertenecían al clero y la nobleza. Mientras, la ganadería era de carácter extensivo y trashumante. Destacó la Mesta, una asamblea de ganaderos creada por Alfonso X para defender sus intereses y que contaba con grandes privilegios (no pagaban impuestos de paso, tenían sus propias jueces…) El comercio y la artesanía, dedicada a la fabricación textil, la siderurgia y la metalurgia, no tuvieron un gran desarrollo en España. Hay que destacar, por otro lado, la gran crisis económica del s. XVII que empeoró notablemente estos sectores.

La sociedad, estamental, estaba dividida en privilegiados (nobleza y clero; no pagaban impuestos, tenían tribunales propios…) y no privilegiados (pueblo). El nacimiento determinaba el pertenecer a uno u otro estamento. La nobleza era muy escasa y estaba formada por la alta nobleza (Grandes de España), baja nobleza e hidalgos. Eran propietarios de grandes tierras mediante el sistema de señoríos, se regían por la ley del mayorazgo y podían acceder al cargo de valido.

El clero, con gran control ideológico, se dividía según su función en clero regular y clero secular; y por un lado se encontraba el alto clero (hijos segundones de la nobleza, dueños de tierras y con derecho recibir el diezmo) y por el otro el bajo clero (más plebeyo).

Centrándonos en los no privilegiados encontramos el pueblo, formado por la burguesía, las clases populares urbanas (organizadas en gremios) y en su mayoría el campesinado. Las condiciones de este último, como podemos ver reflejado en el texto, eran muy penosas, al límite de la subsistencia. Muy pocos eran propietarios, el resto arrendatarios y en su mayoría, jornaleros en las tierras señoriales. Además, debían pagar altos impuesto como el diezmo.

Con la muerte sin descendencia de Carlos II comienza la Guerra de Sucesión Española, que enfrentó por el trono a Felipe de Anjou (respaldado por Castilla y Francia) y al archiduque Carlos de Austria (apoyado por Aragón ante el temor a perder sus fueros y estados europeos que querían evitar la unión franco-española). Destaca la pérdida de Menorca y Gibraltar ante los británicos y la Batalla de Almansa con victoria borbónica. Con la muerte del hermano del archiduque, éste se convierte en emperador de Austria. Se firma el Tratado de Utrech y la Paz de Rastadt, con los que finaliza la guerra y Felipe V queda proclamado como rey de España.

Durante los reinados de Felipe V y Fernando VI, se inicia una política centralista caracterizada por los Decretos de Nueva Planta, un conjunto de leyes con el que se eliminaban los fueros (excepto en Navarra y territorios vascos, castigando así a la Corona de Aragón por el no apoyo a Felipe V) y se unificaba y castellanizaba España. Se reforma, además, la Administración estableciendo tres escalones: Central (ilimitando el poder real y sustituyendo a los Consejos por Secretarías de Despacho), Territorial (dividiendo el país en provincias controladas por Capitanes Generales, Audiencias, Intendentes y Corregidores) y Local (los municipios son dirigidos por alcaldes elegidos por el rey). Otras medidas fueron la reforma fiscal del marqués de la Ensenada, con la cual los privilegiados debían pagar impuestos, aunque no se llevó a cabo; la reforma del ejército y el regalismo, con el que se ejercía un mayor control sobre la Iglesia.

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En la segunda mitad del siglo XVIII da comienzo el Despotismo Ilustrado, con lo que se introducían medidas reformistas de la Ilustración respetando la esencia del absolutismo. Carlos III reinó acompañado de ministros ilustrados, como Olavide (autor del fragmento que comentamos), Floridablanca o Jovellanos, y que iniciaron una serie de reformas modernizadoras en el país. Destacan las económicas, como aumentar la recaudación fiscal y desarrollar el liberalismo económico (hecho que junto a unas medidas en la vestimenta del pueblo desencadenó el Motín de Esquilache); agrarias (criticaban el mayorazgo, los regímenes señoriales y la Mesta); sociales (se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País) o religiosas (se acentuó el regalismo). Por otro lado, se firmaron los Pactos de Familia con Francia y dio comienzo el cuestionamiento del Antiguo Régimen.

Muere Carlos III y finaliza con él la estabilidad de los Borbones y del Antiguo Régimen. Su sucesor es Carlos IV que, debido a su ineptitud política, dejó a cargo de los asuntos políticos a su mujer María Luisa de Parma y a diversos validos como Floridablanca, Aranda o Godoy. El reinado coincidió con el estallido de la Revolución francesa, por lo que Floridablanca se vio obligado a imponer un “cordón sanitario” con el fin de evitar que el movimiento llegara a España. Los años siguientes se caracterizaron por la guerra contra Francia, finalizada con la Paz de Basilea, y tras la cual se firmaron los Tratados de San Ildefonso, con los que ambos países se aliaron declarando la guerra a Inglaterra y Portugal. Finalmente en 1808, y gracias a la firma previa del Tratado de Fontainebleu, Napoleón decide beneficiarse de la debilidad de la Corona española y dar un giro a su política exterior, iniciándose así una nueva etapa en la historia de España.