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¿Comunistas oanarquistas?

“No es solamente en sus respuestas, sinoen las propias preguntas donde había unamistificación”

(K. Marx, “La ideología alemana”)

No queremos alistarnos a ningún cate-cismo sea del tipo que sea. Esto no sig-nifica que rechacemos la necesidad dedotarnos de una teoría revolucionariaque guíe y beba de nuestra práctica.Más bien al contrario, creemos que unade las cosas que nos ha llevado al puntoactual es una falta de análisis y de teoríaque se ha intentado compensar, envano, con un exceso de activismo. Enmuchos casos, los esfuerzos necesariospara dotarnos de esta teoría han sidodespreciados como “cosas de intelec-tuales” dejándolos precisamente enmanos de éstos. Se desprecia así toda latradición de autoeducación y autofor-mación de los explotados que va desdelos que leían a los demás en las fábricas,a los ateneos libertarios. El intelectual,como cualquier especialista, no deja deser la personificación de una visión dela realidad que pretende que teoría ypráctica pueden desarrollarse separa-das. Nada más lejos de la realidad. Esnecesario que empecemos a construirnuestro arsenal teórico para tener unapráctica efectiva que nos anime y no unvagar titubeante que nos frustre.

Es en este sentido en el que nos nega-mos a etiquetarnos como comunistas oanarquistas, como si colgarnos un carte-

lito nos convirtiera en poseedores oguardianes de cualquier ortodoxia.Pretendemos ser revolucionarios, que-remos acabar con el capitalismo y esono se consigue simplemente llamándosede una forma u otra, como quien invocaun extraño conjuro. Para ser revolucio-nario hay que desarrollar una teoríarevolucionaria, y llevarla a la práctica.

Rechazar etiquetarnos no significa queveamos necesario empezar de cero.Debemos recuperar críticamente toda laexperiencia histórica de la lucha contrala dominación. Sacar las lecciones váli-das para avanzar hoy, sin pretenderaplicar mecánicamente esquemas que situvieron su momento no se adaptan a larealidad actual. Pero, repetimos, estetrabajo no puede ir desligado de unaintervención material en la realidad.

Entendemos que “el comunismo no esun estado que debe implantarse, unideal al que ha de sujetarse la realidad.Nosotros llamamos comunismo almovimiento real que anula y supera alestado de cosas actual.” Y es hacia laconstrucción de ese movimiento haciadonde dirigimos nuestros esfuerzos.Ese movimiento no puede ser más queuna anticipación de la sociedad a la queaspiramos. Un movimiento en el quenos organicemos horizontalmente, sinintermediarios, con delegados revoca-bles. Donde todos decidamos las tareasy asumamos las responsabilidades queimplican. Luchando contra las imposi-ciones y el condicionamiento ideológicode esta sociedad: el machismo, la inde-cisión, la baja autoestima, etc…Esto no

implica aislarse del resto del mundo,sino al contrario proyectarse en él a tra-vés de la solidaridad y la reciprocidad.No somos cristianos. No ofrecemos cari-dad, sino nuestra solidaridad comoexplotados y sólo esperamos lo mismo acambio. Si aún pensamos que “nopuede combatirse la alienación bajo for-mas alienadas” es porque sabemos quete conviertes en lo que haces. Si quere-mos llegar a una sociedad igualitariagestionada colectivamente sólo lo hare-mos a través de un movimiento queactúe hoy de la forma más parecidaposible.

Entendemos que años y años de gru-púsculos leninistas, estalinistas, maoís-tas, aarghhh... hacen que a la gente lechirríe la palabra comunismo pero noestamos dispuestos a dejar que estosasquerosos falsifiquen la historia con suideología barata.

Lo mismo decimos de la anarquía,“...guárdese bien de creer que laAnarquía es un dogma, una doctrinainatacable, indiscutible, venerada por susadeptos como el Corán por los musulma-nes. No. La libertad absoluta que reivin-dicamos desarrolla sin cesar nuestrasideas, las eleva sobre horizontes nuevos(de acuerdo con el cerebro de los diferen-tes individuos) y las saca de los estrechosmarcos de toda reglamentación y codifi-cación” (Emile Henry en una carta aldirector de su prisión). Curiosamente, apesar de años de anarquistas de bibliote-ca, costras y guardianes de ortodoxias ymomias varias a nadie parece chirriarletanto la palabra anarquía.

Clase y obrerismo

Ya en el primer número dijimos queéramos muy conscientes de que hablarde revolución, de clases, etc. sin profun-dizar y concretizar era insuficiente paracualquier proyecto revolucionario. Noes nuestra intención recuperar una fra-seología y una estética pasada de modapara consumo de militantes quemados.Nuestra intención es recuperar concep-tos y herramientas teóricas que nos ayu-den a analizar e intervenir en la reali-dad. Esta recuperación en ningún modopuede ser una aceptación incondicionalde viejos dogmas sino una reapropia-ción crítica del proyecto revolucionariodel que nos sentimos herederos. Por esomismo no nos hemos conformado condefiniciones de manual o ideologíastranquilizadoras y hemos preferidohablar de clases y de revolución asu-miendo las contradicciones que implicano definirlas en profundidad. Lo hemoshecho porque creemos en la realidad delas clases sociales, en la posibilidad y lanecesidad de una revolución y en larelación entre ambas. Dicho esto, no cre-

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emos que vayamos a solucionar (y espe-ramos que nadie nos lo esté pidiendo)cuestiones que llevan planteadas 150años en el primer número de una publi-cación, no estamos tan flipados. Sólopretendemos contribuir a su clarifica-ción a través de nuestros análisis teóri-cos y nuestra práctica política. Por quesi de algo estamos seguros es de queestas cuestiones (la revolución, la luchade clases, las organización…) no seresolverán desde las torres de marfil delos intelectuales si no que serán la con-frontación práctica de la teoría con larealidad y la autocrítica constante desus resultados lo que permitirá superarnuestras contradicciones y resolver losproblemas que se nos irán planteando.

Es cierto que hemos hecho mucho hin-capié en el tema de las clases sociales,fundamentalmente por que nosotrosmismos lo necesitamos. Los que escribi-mos estos papeles venimos de experien-cias militantes que en los últimos diezaños se han reclamado libertarias, autó-nomas y antiautoritarias. Lo queramoso no hemos heredado sus aciertos y susfallos así como de aquellas experienciasque no vivimos pero que dieron lugar alas anteriores. La mayoría de estas expe-riencias se construyeron sobre una baseidentitaria (“nosotros los anarquistas,los autónomos, los antifas, los oku-pas…”) que se basaban tanto sobre unosmínimos políticos, como sobre criteriosestéticos y vitales, y que permitía encon-

trar un apoyo comunitario allí donde seestaba imponiendo el aislamiento portodos los medios (desde la heroína, elparo y la represión de los 80, a los cen-tros comerciales, la precariedad y larepresión de los 90). Esta perspectivaidentitaria que permitía forjar lazoshacia dentro rompía simultáneamentelos lazos hacia fuera convirtiendo losmovimientos en islas dentro del aisla-miento generalizado. Las limitacionesde basar la acción política en identida-des se hacían patentes cuando se inten-taba ir más allá de ellas. Desde los difu-sos y genéricos “vecinos” de las okupasa “los barrios” en los que no se sabemuy bien quién debía autoorganizarse.El efecto del aislamiento y el mayorinterés de muchos por los aspectos lúdi-co-festivos y estéticos del asunto quepor su dimensión política entre otrascosas convertían los movimientos iden-titarios en guetos. Todavía algunos pre-tenden “salir del gueto” (duelen losoídos de las veces que uno escucha estafrase) apelando a identidades que abar-carían a sectores sociales más amplioscomo “los precarios”1 o la despreciableidea de “ciudadanía”.

Nosotros pretendemos romper contodo esto, no basarnos en identidadesconstruídas sobre criterios estéticos,gustos musicales o sobre el “ser antago-nistas” sino partir de realidades socialesque consideramos claves para el funcio-namiento de la sociedad actual y por

1 Por supuesto la precariedad en sí no es una identidad, si no una condición socio-económi-ca. El problema es que algunos intentan producir a partir de ésta una identidad en la quereconocerse: lo precario.

tanto claves también para que deje defuncionar. Recuperar la perspectiva declase (aún en su más difusa y genéricaaproximación) nos parece un primerpaso en este sentido. Habernos criadoen los “guetos” políticos nos impone lanecesidad de insistir en esta idea, perotambién nos hace correr el peligro deconvertir “lo proletario” en una nuevaidentidad, sólo que más guay. Tambiéndebemos estar atentos para no caer conla fe del converso en ningún tipo deobrerismo. Creer que existen las clases yreivindicarnos del proletariado sólo nospuede convertir en obreristas a los ojosde los que sólo han oído hablar de clasesa los leninistas, estalinistas y demás ran-cios. Nuestra postura no pasa por miti-ficar a la clase trabajadora, por creerlanecesitada de una conciencia inyectadao poseedora de un espontaneísmomágico e infalible. No, si algo tenemosclaro es nuestro rechazo a estas cómicas

simplificaciones. Sabemos que el prole-tariado o es revolucionario o no es naday por eso creemos hoy por hoy una delas tareas de los revolucionarios es con-tribuir a la reconstrucción de ese prole-tariado revolucionario a partir de unaclase trabajadora en descomposición.En nuestra opinión, esa reconstrucciónsólo puede hacerse en y mediante losconflictos a los que continuamente nosenfrentamos.

Esta posición de clase no es irreconci-liable con la militancia “habitual”,nosotros no queremos “salir del gueto”,queremos acabar con él, destruirlo paratransformarlo en una comunidad realde lucha en la que la gente se relacionecolectivamente por y para actuar ydebatir. Igual que somos conscientes desus limitaciones, debilidades y miserias,somos conscientes de sus potencialida-des y fortalezas. Todos sabemos que el

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número de gente que hace cosas dismi-nuye exponencialmente con la edad. Sibien es cierto que algunos casos seexplican por la “radicalidad juvenil”que todo el mundo se echa en cara porInternet, no es menos cierto que mucharadicalidad se queda en juvenil porqueel gueto y su activismo por el activismoson frustrantes. La gente se quemaporque las cosas se hacen sin pensar yluego no salen, por las asambleas detres horas que no llegan a ningún lado,por los trepas, los listos, los ultracríticosparalizantes y los que se comprometenconstantemente a cosas que luegonunca hacen. Mucha gente se acerca alas asambleas sin una idea clara de loque quiere conseguir. Su participaciónes escasa y su iniciativa nula, lo quereproduce situaciones de delegacionis-mo y que las cosas no surjan como unproceso colectivo, sino que unos acabantirando palante y otros van a remolque,lo que, por cierto, quema bastante tantoa unos como a otros. Todo esto produceun movimiento más ficticio que real enel que mucha gente carece de proyectopolítico propio y se dedica a una derivamilitante de asamblea en asamblea.

Construir un movimiento políticoserio a partir de las ruinas de los guetospolíticos puede ser un primer objetivo acorto plazo complementario a la partici-pación en conflictos con el objetivo deintentar romper el aislamiento al quenos ha condenado el capitalismo.

Madrid, junio del 2007

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El objetivo de este texto es abrir eldebate y la reflexión crítica sobre lascondiciones laborales actuales, sus con-secuencias y su influencia en las luchasen los curros, siendo conscientes entodo momento de la totalidad, de la pre-carización de las condiciones de vidaque va más allá de ser un hipotecado oun asalariado. Pretende además ir másallá, planteando la necesidad de la abo-lición del trabajo asalariado y del ordenburgués que sustenta y para ello quere-mos empezar con una reflexión sobre loacertado o desacertado de las teorías yposturas antitrabajo.

En principio la crítica antitrabajopuede parecer objetivamente subversi-va en un mundo organizado entorno aél 1 , donde quien tiene trabajo, aún aveces en las condiciones más misera-bles, lo defiende con uñas y dientes, yquien no lo tiene lo reclama como dere-cho por la necesidad de una remunera-ción económica. No es que haya ganasde sufrir trabajando para que los patro-nes se lleven la mejor parte, sino que serechaza algo de por si peor que la explo-tación: la marginación y el paro.

En primer lugar, nos planteamos lainutilidad de la cómoda crítica del anti-trabajo precisamente fuera del trabajo ynos preguntamos por qué tantos hacengala de su trabajo como temporero,

empleándose en las condiciones másmiserables con la excusa de su limitadoconsumo, rechazando cualquier luchaen el terreno laboral mientras se escu-dan en el discurso de “el trabajo es unamierda y cuanto menos relación tenga-mos con él, mejor”. Si bien eso es ciertoen parte, no es menos cierto que antes odespués dichas personas vuelven atener relaciones laborales (temporales ono) de nuevo en condiciones misera-bles. 2

Luchar en el terreno laboral no sólosignifica revindicar mejoras para nos-otros, sino que creemos que puedenhacerse muchas otras cosas en ese terre-no. En cualquier caso nos parece igualde indefendible que conformarse traba-jando sin más deseos que vender nues-tra fuerza de trabajo más cara. Enambos casos no es una posición revolu-cionaria como clase, sino una opciónindividual que nada tiene que ver con larevolución, sino con el rechazo al chan-taje capitalista, con lo cual no podemoshablar de una solución colectiva el tra-bajar sólo cuando necesitamos el sala-rio. En definitiva, nos preguntamoscómo podemos ser ajenos a la organiza-ción social, siendo el trabajo la base deésta y donde la condición de salariadoes general. Más aun cuando el panora-ma que tenemos es tan miserable hoydía y otros miran para otro lado.

LA ESCLAVITUD ASALARIADA

1 Recordemos que la base del beneficio capitalista es la plusvalía, que no es si no el valorproducido en el tiempo de trabajo no pagado al trabajador.

2 Precarización y temporalidad por otra parte que le viene muy bien al sistema de produc-ción capitalista, ya que permite unos mayores beneficios económicos y que ha permitido des-estructurar al proletariado en detrimento de la lucha de clases

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Accidentes laborales como el de DavidMarín 3 nos hacen dudar de la seriedadde tales discursos cuando todos (enmayor o menos medida) nos tenemosque enfrentar a la precariedad y a lainferioridad frente al patrón, cada vezmás manifiesta, y cada vez más salvaje.No utilizamos los accidentes laboralescon un matiz sentimentalón, dado quelo sucedido ya legitima el discurso sinla necesidad de caer en la lágrima fácil,pero nos negamos a volver la espaldaante los flagrantes casos de explotaciónextrema que ahogan cada vez más a lajuventud. Una juventud que en sumayoría acepta el papel de trabajador-explotado con el deseo de escalar en sunivel consumista y que pocas veces seenfrenta a la clase explotadora parapoder ser contratada por ella, y que enuna minoría rechaza ser explotada, perono se enfrenta a sus condiciones con-tractuales sino que se cobija en el frágily temporal manto de los subsidios,prestaciones o los curros de mierda. Sinembargo todos sabemos que somosexplotados y lo vamos a seguir siendo,con la única incógnita de si las condicio-nes van a ser más o menos desfavora-bles respecto a otros. Es sintomático quea los jóvenes cada vez les interese

menos el contenido de las ReformasLaborales firmadas por los sindicatosoficiales a instancias de la Patronal y suimpacto en el mercado laboral, al cualaccedemos antes o después de maneradesigual. El resultado es un trabajadorajeno a los intereses colectivos y quemira sistemáticamente hacia otro lado.Es por ello que nos gustaría elaborar unanálisis a través de unos puntos funda-mentales para comprender la cuestiónde la esclavitud asalariada y cuáles sonesas cadenas. En este primer acerca-miento queremos hacer especial hinca-pié en las condiciones de vida de ciertajuventud entre la que nos incluimos.

3 El pasado 23 de Junio de 2006 David Marín, de 23 años, perdió la vida trabajando, mientras sedesmontaba el escenario de los 40 Principales en el Vicente Calderón. Una barra de hierro impacta-ba en su cabeza y después de 5 días en coma falleció.Minutos después del accidente la empresa PASE PRODUCCIONES S.L. aligeró el desmontaje delas instalaciones para que no se pudiera comprobar la falta total de medidas de seguridad y seencargó de repartir los cascos para evitar faltas ante una posible inspección. No tenía contrato y lepagaban 5€ la hora. Sólo un casco habría bastado para evitar su muerte.Las medidas de desinformación concluyeron que el concierto de los 40 Principales fue un éxito, sinmencionar la muerte de David. Además el pasado 23 de Julio el periódico EL PAÍS, sacaba unpequeño reportaje sobre la historia de David, en el que de nuevo ocultaban que el accidente sehabía producido en el concierto de Los 40 Principales.

Extraído del panfleto convocando a las concentraciones de protesta del 23 de septiembre de 2006 ydel 22 de junio de 2007.

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Una juventud esclava: el futuro es vuestro y las

cadenas también

“Ésta era la nueva España moderna: tra-bajadores retirados jugando al dominó delunes a viernes y bailando pasodobles el finde semana en los clubs de la tercera edad, ysus hijos tragando cervezas en el margen deuna vida sin futuro”.

Cuando hablamos de la condición deasalariado hablamos de vender nuestrotiempo empleando nuestras habilidadespara ganarnos la vida, cuyo control aca-bamos perdiendo, y supeditándolo albeneficio económico de la empresa o elpatrón de turno, y cuando hablamos deesclavitud lo hacemos desde el punto devista de que dentro del actual ordencapitalista no hay más solución que des-truirlo o no dejaremos de ser esclavospor muchas cadenas que nos quitemos.

Para comprender la cuestión del traba-jo como pilar de la sociedad capitalista,hay que explicar un poco el recorridoque hacemos desde la escuela, uno delos primeros espacios de ideologizacióny aislamiento colectivo. “La escolariza-ción masiva y universal, y más tarde la uni-versidad, lejos de fortalecer la capacidad deanálisis colectivo de la clase trabajadoratiende más bien al desclasamiento de losjóvenes generando nuevas fracturas socialesentre grupos de asalariados y difumina laconciencia de clase. “

(Del pleno empleo a la plena precariedad).

Una gran parte de la clase obrera no sereconoce como tal sino que se sientemás cómoda considerándose clasemedia, dejando la categoría de clase

obrera limitada a los trabajadoresmanuales, obreros de la construcción ypoco más.

Tras su paso por la enseñanza, laentrada de los jóvenes en el mercadolaboral tiene lugar en las peores condi-ciones. Suelen estar más sujetos a con-tratos temporales y el desempleo estambién mucho mayor entre los jóve-nes, lo que provoca que los trabajadorespertenecientes a esta franja de edad sesitúen en "una posición más vulnerablepara expresar sus preocupaciones sobresu seguridad y salud en el trabajo". Enotras palabras negarte a subir una altu-ra para desempeñar tu trabajo o negartea echar más horas extras, así como cum-plir órdenes o funciones que nada tie-nen que ver con tu trabajo te puede cos-tar caro, aunque no tanto como correrese riesgo. Cumplir las órdenes delpatrón o quedarte sin curro: es el chan-taje capitalista y su violenta realidad.Realidad que tiene como consecuenciaque los jóvenes europeos de edadescomprendidas entre los 18 y los 24 años,sufran un accidente laboral grave cadaminuto y una muerte en el puesto detrabajo cada dos días. Además, tienenun 50% más de probabilidades de sufrirun accidente laboral que los trabajado-res del resto de las franjas de edad,según los datos presentados por eldirector de la Agencia Europea para laSeguridad y la Salud en el Trabajo.Probablemente sepamos de lo que noshablan los medios de comunicaciónporque conocemos alguno de esoscasos. Desgraciadamente nos tocanmuy de cerca.

Un factor importante en esta situaciónes que muchas familias mantienen, total

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o parcialmente, a sus hijos hasta unaedad muy avanzada, lo que facilita quemuchos jóvenes soporten empleos pre-carios y bajos salarios durante muchosaños. Ese papel de “colchón de apoyo”está siendo una de las claves en paísescomo España para que el paro o la pre-cariedad no se hayan convertido en eldetonante de estallidos violentos y de laradicalización del conflicto social. Estasituación no es más reflejo de una frac-tura en lo que a las condiciones labora-les se refiere que se expresa muy clara-mente (aunque no exclusivamente) anivel generacional.

Esta fractura generacional tiene susraíces en una serie de reformas labora-les impulsadas por la crisis económicaque se inició en los 70 de la que la bur-guesía española señaló como causa elalto coste de la fuerza de trabajo, laexcusa perfecta para un ataque contralas condiciones laborales de la clase tra-bajadora. A los desmemoriados amigosdel voto útil nos gustaría recordarlesque todas y cada una de las reformaslaborales más brutales fueron llevadas acabo por el PSOE.

Para entender cómo fue posible seme-jante caída en picado de las condicioneslaborales hay que tener en cuenta variospuntos. El primero es la ya mencionadacrisis económica mundial de los setenta-ochenta que es la causa. El segundo es elpapel de los sindicatos como encarga-

dos de que se llevase a cabo sin conflic-to social significativo. Finalmente, estepapel no puede entenderse si no separte de la derrota política de las luchasautónomas de la clase trabajadora en losaños 70 que tienen su cenit en los suce-sos de Vitoria en 1976.

Es esta derrota, en la que tienen granparte de responsabilidad los sindicatos(junto con la represión, el estallido de lacrisis y otros factores) lo que posibilitaque éstos acaben imponiéndose como“interlocutores válidos” dispuestos aser los ejecutores de las reformas labora-les en los tajos. El resultado de su acciónserá una clase obrera en descomposi-ción que ha degenerado en la segmenta-ción y el aislamiento, la insolidaridad, laindiferencia, la pasividad… ésa es laherencia de hoy en día. Un terreno estu-pendo para las prácticas de controlsocial, represión (en el trabajo y fuera deél) y la disciplina. 4

Todo este desarrollo hace que la divi-sión generacional se manifieste dentrode la clase trabajadora no sólo como unaestúpida cuestión de gustos musicales ymodas si no como una división real ygeneralizada entre fijos y eventuales,entre contratados y subcontratados.División que empresarios y sindicatosno dudan en utilizar para sus interesesparticulares. Los empresarios utilizan-do a los sectores más precarizados paraasustar a los que tienen mejores condi-

4 Resulta curioso que hoy día cualquiera puede ver en los enfrentamientos entre los astille-ros y la policía, entre barricadas y tirachinas, un halo romántico que en su papel de especta-dor otro trabajador ve una defensa heroica del “pan de sus hijos”, mientras cuando ve preci-samente a su hijo atacando a la policía en medio de una barricada no ve sino un vándalomaleante. Precisamente esa labor moralizante (valores burgueses) es el resultado del sistemadisciplinario (dentro y fuera del trabajo de nuevo).

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ciones laborales y para romper cual-quier esbozo de solidaridad real. Lossindicatos, no dudando en muchoscasos en utilizar a los eventuales y sub-contratados como moneda de cambiopara asegurar las prejubilaciones o laestabilidad de los sectores de los queobtienen sus afiliados.

En el fondo, esta división generacionalno es más que una manifestación másde la estrategia general de la burguesíapara controlar al proletariado: extender,ampliar y reforzar toda una serie dedivisiones entre hombres y mujeres,entre inmigrantes y nativos, entre fijosy temporales, entre categorías salarialesde forma que seamos incapaces de reco-nocer nuestros intereses comunes en losconflictos y por tanto de establecer lazoscomunitarios y solidarios que nos per-mitan enfrentarnos a nuestros enemigosde clase: políticos, empresarios, sindica-tos...

Durante los últimos 20 años los secto-res que se han reclamado autónomos orevolucionarios así como la gran mayo-ría de la izquierda extraparlamentariade todo pelaje se han mantenido al mar-gen de las luchas laborales, prefiriendoinvolucrarse en otras luchas como elecologismo/antidesarollismo, la okupa-ción, el antimilitarismo, luchas estu-diantiles, el antifascismo, etc. Cuando seha dado, la movilización laboral ha sidoescasa y la mayoría de las veces bajo elala de anarcosindicatos minoritarios encasos muy puntuales. No criticamostanto que se hayan llevado a cabo estasluchas como la especialización, la sobre-dimensión de algunas y sobre todo suparcialismo en el sentido de que no seha sido capaz de integrar y vertebrartodas estas luchas en un marco generalque permita relacionarlas y coordinar-las dentro de un proyecto y una estrate-gia a medio y largo plazo. Para nosotrossólo la lucha de clases puede ser talmarco integrador.

Creemos necesario volver a intentarllevar las luchas laborales al terreno delenfrentamiento y el conflicto social, nosólo porque nuestra condición de prole-tarios nos obliga a trabajar y necesita-mos mejorar las condiciones en las quelo hacemos, sino también porque el tra-bajo es la base en torno a la que gira lasociedad capitalista y por tanto uno delos puntos donde se le puede hacer másdaño.

No nos hagamos ilusiones, no es tareafácil. Por un lado nos encontraremos alos sindicatos, burocratizados y corrom-pidos desde el poder a través de sub-venciones y cargos políticos, fomentan-do la confluencia de los trabajadores

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con la empresa, empezando por nego-ciar convenios colectivos en base a laproductividad de los propios trabajado-res, es decir, anunciando mejores condi-ciones cuanto mejores sean los resulta-dos económicos de la empresa, vendien-do a algunos para beneficio de otros,buscando colocar a sus afiliados aun acosta del despido de los más débiles,dividiendo, separando, llevando la pro-testa por el terreno legal y judicial, evi-tando que se lleven a cabo cualquierpráctica que pueda escapar a su control,manteniendo el enfrentamiento directodentro de los límites del espectáculotelevisado, quemando a la gente enmovilizaciones estériles...

Por otro lado las condiciones precariasnos obligan a recuperar viejas formas delucha y a inventarnos otras nuevas.¿Qué sentido tiene reivindicar comoexplotados el derecho a la libre asocia-ción o a la sindicación en el marco deuna relaciones laborales de “bajocoste”? Bajo coste porque los trabajado-res temporales pueden ser legalmentelibres de afiliarse a un sindicato, perolos empresarios son igualmente libresde no renovarles el contrato. Vemosaquí que lo realmente importante es laimposición de una clase sobre otra, ladictadura del capital bajo la caretademócrata y liberal.

No estamos planteando una moviliza-ción general por la abolición del trabajoasalariado sino más bien volver a colo-car la cuestión laboral en el sitio privile-giado que se merece en tanto que eje entorno al que giran tanto nuestras vidas(bien por tener que trabajar o por bus-carnos la vida para no trabajar) como lasociedad capitalista; teniendo en claroen todo momento que no pretendemos

quedarnos en el estrecho marco de lasreivindicaciones y las mejoras si no queentendemos los conflictos laboralescomo una manera de extender la auto-organización asamblearia, las prácticasautónomas, la conciencia y la perspecti-va de clase, la centralidad del enfrenta-miento, la solidaridad, la clarificaciónde los intereses colectivos, la construc-ción de los lazos comunitarios y en defi-nitiva, el rearme del proletariado y desu proyecto revolucionario.

Debemos pasar de las luchas reivin-dicativas a las luchas de carácter políti-co revolucionario, para lo cual hay quecomunicarse con nuestros semejantes,los explotados. Que nadie vea un dis-curso obrerista donde hay ruptura, yque nadie vea ruptura donde hay undiscurso integrador.

Debemos pasar por la construcciónde lazos generacionales para volver acrear solidaridad en la clase trabajado-ra.

POR LA ABOLICIÓN DEL TRABAJO ASALARIADO

POR LA PRÁCTICA REVOLUCIONARIA

Uníos, Hermanxs Proletarixs!!

Esperamos que este acercamiento a lacuestión de la esclavitud asalariada seacomprendido como lo que es, un análi-sis y una reflexión de lo que estamosviviendo. Está escrito en primera perso-na y ése es el valor que tiene precisa-mente, que está escrito por esclavos quequieren dinamitar su condición de pro-letarios.

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Empezamos aquí un texto que no pre-tende crear una nueva ideología (el anti-ciudadanismo) que nos sirva comoexcusa por una parte para sentirnossegur@s de nosotr@s mism@s y por otropara justificar la parálisis permanenteen la que algunos parecen hallarse.Muchos utilizan el ciudadanismo comouna herramienta multiusos para criticartodo tipo de prácticas de la izquierda.No seremos nosotros quienes defenda-mos a esta izquierda pero sí que nosparece que a la hora de abordar la críti-ca se necesita un análisis más riguroso.Se podría comparar con lo ocurrido conla palabra ‘fascista’ que de designar a unmovimiento político concreto se ha con-vertido en un apelativo de todo lo malo:el PP es fascista, la policía es fascista, elestado es fascista, el puré de mi madrees fascista…

Queremos y es nuestra intención poneren cuestión el orden social y criticamosal ciudadanismo por ser una falsa críti-ca del mismo. Entender nos serviráluego para poder cambiar el mundo,empezar a tratar de entender es reesta-blecer la comunicación con aquello quenos rodea. Porque nuestra intención esconstruir un proyecto revolucionarioque transforme las condiciones de vida,basándose como decíamos en la reali-dad de lo que nos rodea. Y nuestra críti-ca al ciudadanismo se hace en cuantofalsa conciencia y en cuanto movimien-to reaccionario que contribuye a ahogarlo que todavía sólo está en germen.

Debemos salirnos del pensamientodominante.

Y es aquí donde este texto ha de inser-tarse.

Intentemos definir eso deciudadanismo

El estatuto jurídico de “ciudadano” hapasado de ser entendido como naturalde un Estado, a adquirir un contenidopositivo. En cuanto atributo, ciudadanodescribe en general todo lo que es apli-cado y consciente de sus responsabili-dades, e indica una cierta dosis de leal-tad política, en tanto que la antigualucha de clases se ha visto sustituida porla participación política de los ciudada-nos. En cuanto adjetivo “ciudadano”describe en general todo lo que esbueno y generoso y más generalmentecomo se decía antaño “social”.

Por ciudadanismo y siguiendo aAlain C1 entendemos una ideologíacuyos rasgos principales son: 1º la cre-encia de que la democracia es capaz deoponerse al capitalismo; 2º el proyectode reforzar el Estado para poner enmarcha esta política; 3º los ciudadanoscomo base activa de esta política.

La finalidad expresa del ciudadanismoes humanizar el capitalismo, volverlomás justo, proporcionarle de algunaforma un suplemento de alma y en cier-to modo de manifestar la sumisión

CADA VEZ ES MÁS DIFICIL...

1 Alain C. El impasse ciudadanista

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democráticamente. La lucha de clases essustituida aquí por la participación polí-tica de los ciudadanos, que no sólo debenelegir a sus representantes, sino ademásactuar constantemente para hacer pre-sión sobre ellos, con el fin de que apli-quen aquello para lo que fueron elegidos.

Naturalmente los ciudadanos no debenen ningún caso sustituir a los poderespúblicos. El ciudadanismo se desarrollacomo ideología producida necesaria-mente por una sociedad que no concibeperspectivas de superación del sistema.Se trata pues de una servidumbre volun-taria; es la oposición a casi nada (a lo quees más obviamente falso e injusto delcapitalismo) y a solicitar “control ciuda-dano” para todos los extremos cruelesdel capitalismo.

Una gran aspiración estratégica del ciu-dadanismo consiste en encontrar pro-puestas que tengan la virtud de aglutinaruna inmensa mayoría social en contra dela minoría de políticos financieros y aca-démicos neoliberales del pensamientoúnico que orientan la dirección de la glo-balización. La adopción del pacifismocomo principio indiscutible de acciónpurgó de las asambleas y las manifesta-ciones a los radicales, pero su objetivoprincipal era el diálogo con el poder. Noquerían enfrentarse a nada; no aspirabana cambiar el mundo sino a participar ensu gestión. Con ellos otra gestión capita-lista era posible. Lo que pretendían refor-mar no eran más que los mecanismos decooptación de la clase dominante. De ahílos determinados discursos ciudadanistade auge reciente en los Foros, como elque postula democratizar la globaliza-ción, contribuyen a esta misma operaciónde reabsorción por la vía de convalidar

las exigencias antagonistas en derechosconsagrados en alguna suerte deConstitución global. Que la lucha por losservicios públicos contra su mercantiliza-ción se resuelva en una Declaración deDerechos en la futura Constitución euro-pea puede parecer un ejercicio de realis-mo pero es seguro que contribuye areproducir los mecanismos de delega-ción y mediación que son la fuente de laaceptación social del dominio capitalista.Se pueden ahorrar los realistas sus tenta-ciones sarcásticas: lo anterior no implicarenuncia alguna al ejercicio de los dere-chos hasta el límite de sus posibilidades.

El viejo movimiento revolucionariomanifestaba el vínculo que unía capita-lismo y proletariado. Hasta el más explo-tado de los obreros podía sentirse depo-sitario, a través de su trabajo, de unmundo futuro en el que el trabajo domi-naría al capital. Las organizaciones obre-ras (partidos, sindicatos, ateneos) eran almismo tiempo una familia y el germende un nuevo orden social, por lo quetodos los trabajadores podían sentirsevinculados a la comunidad obrera delpresente y del futuro. La transformacio-nes del modo de producción capitalistade los últimos veinte años han pulveriza-do todo esto y han generado la separa-ción de los individuos.

En el transcurso de su expansión, el capi-talismo tuvo que destruir las antiguascomunidades de origen campesino paracrear la clase obrera que necesitaba. Yjusto después de haberla creado, debedestruirla de nuevo, y se encuentra con elproblema de integrar a millones de indi-viduos en su mundo.

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Proponer al “ciudadano” como vínculomanifiesta la existencia de un vacío, omejor dicho, que incumbe ahora al capi-talismo, y únicamente a él, la tarea deintegrar a esos miles de millones de per-sonas que se encuentran privadas de lacomunidad. Y debemos constatar que,hasta ahora, lo consigue a duras penas.Sin embargo, se sigue percibiendo alcapitalismo como una fuerza exterior yhostil a la humanidad, ya sea porque lapriva de pan o porque la priva de “sen-tido”. En las sociedades capitalistasavanzadas esto se manifiesta mediantela fuga de individuos separados hacia loque los sociólogos denominan “la esferaprivada”, es decir, el ocio, la familia o loque queda de ella, la pandilla de ami-gos, etc. De esta forma, se desarrollalógicamente un mercado de la separa-ción, que se materializa en las herra-mientas de comunicación-consumo.Pero en el mundo de las mercancías, eseconsumo del “estar juntos” acaba sien-do un “poseer solo” que vuelve a caeren la separación que en un principiodebía paliar.

El propio trabajo, que constituye siem-pre la principal fuerza de integracióndel capital, se percibe cada vez máscomo una obligación exterior y ya sólosirve de un modo muy marginal paradibujar la identidad de individuos cadavez más perdidos en la masa y cada vezmás faltos de identidad propia. En elmomento en que las profesionesdesaparecen y se ven reemplazadas porfunciones que no requieren ningunacompetencia particular, esta situaciónno es nada sorprendente. El “mundodel trabajo” también se ha convertidoen el de la incompetencia. Algunas per-sonas perciben esta dinámica de des-cualificación como algo decadente perotambién conlleva una desmoralizacióndel trabajo, considerado por todo elmundo como algo vacío de sentido,puramente arbitrario, una obligaciónexterior, una explotación. La moral deltrabajo que compartían antiguamenteburguesía y proletariado se está dilu-yendo en el movimiento de la integra-ción capitalista.

Democracia como oposicióndel capitalismo

Los ciudadanos constituyen entonces labase activa de esta política por lo que sepropone un control ciudadano de lasinstancias nacionales e internacionales,como si fuera el déficit de democracia loque produce la explotación. Pero estaidea de los ciudadanos se mueve entreel individualismo extremo y la masa. Lapalabra ciudadano subraya la indivi-dualidad de la persona, la ausencia decualquier aspecto colectivo. La acciónheroíca del individuo consciente por-que sí, sin relación alguna con una ads-cripción de clase se sigue de la compli-cidad de la masa: Igual que cualquierpartido, pensaron que el número demanifestantes, de votantes o de mensa-jes SMS bastaba para justificar sus pre-tensiones políticas. Sin embargo, sentar-se sobre las masas es como sentarsesobre un dedo. El mismo tedio que lasmueve, las paraliza. Despolitizadas pordefinición, no son ni pueden ser ningúnsujeto político dispuesto en todomomento a seguir a sus dirigentes. Lasmasas no quieren hacer política, quie-ren ser objeto de la política; no quierencambiar la sociedad, en todo caso quie-ren que alguien se ocupe de ellas; poreso son masas.

En los países más desarrollados, el ciu-dadanismo se concentra esencialmentealrededor de un deseo de democraciamás directa, “participativa”, de unademocracia de “ciudadanos”.Naturalmente no proponen ningúnmodo de conseguirlo, y este deseo dedemocracia directa acaba, como siem-pre, ante las urnas o en la abstención

impotente.

Una de las fuerzas del ciudadanismoreside en ese carácter esencialmentemoral, por no decir moralizador. Pasafácilmente de la denuncia de la “crisis”a la propuesta de “repartir los frutos delcrecimiento” sin tener en cuenta loshechos y sin realizar ningún análisis. Loque cuenta es tener la posición más“cívica” posible, es decir, la más genero-sa, la más moral. Y por supuesto, todo elmundo se posiciona por la paz, contra laguerra, contra la “mala comida”, por la“buena comida”, contra la miseria, porla riqueza. En resumen, más vale serrico y gozar de buena salud en tiemposde paz, que ser pobre y estar enfermo entiempos de guerra.

La propuesta es pues de un posibilismopragmático deliciosamente cercano a lasocialdemocracia. Dados los problemasde desafección de la política, crisis de lademocracia representativa, la aprecia-ción alarmada de que los partidos “nofuncionan como tendrían que funcio-nar” y el anhelo de la opinión publicada(que no pública) de una política honesta(unidad perdida de la moral y la políti-ca), no sólo basta con modificar el siste-ma de listas electorales, sino ante todolograr una mayor participación y portanto implicación, gracias a la exigenciade eficacia, coherencia y representativi-dad. De este modo nos podemos encon-trar en la literatura ciudadanista pro-puestas como las que siguen:

- Se busca la participación activa en elsistema político (a) o al menos que cam-bie el sistema de participación democrá-tica [la ciudadanía está harta de que nose la tenga en cuenta] (b) e incluso que

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se admita la inclusión de los movimien-tos sociales (c) para alcanzar un reforza-miento de las instituciones, del consen-so y la legitimidad social de las políti-cas, buscando en cierta forma la reformade las culturas políticas y técnicas.Frente a ello se situaría la desobedienciacivil, de forma más o menos violenta. Setrata de una organización estructuralque canaliza las demandas de los movi-mientos sociales y de la acción colectivaen forma de: creación de foros, consejos,estructuras asociativas consolidadas.

- Importancia del gobierno local en labúsqueda de la participación (ideologí-as de la glocalización…). Se trataría dereformular el llamado “pacto del bien-estar”, pero buscando no sólo la infor-mación del ciudadano, sino la forma-ción e integración. En cuanto a las fór-mulas, cabe destacar:

1º Consejos institucionales: de la juven-tud, de la mujer. Mesas de Convivencia.Asociaciones de Vecinos: ya existentes.

2º Consejos consultivos, audiencias yfórums (Barcelona). Juntas de distritoparticipativas: a desarrollar.

3º Jurados ciudadanos y núcleos deintervención participativa.Presupuestos participativos: futuribles.

4º Asociaciones en forma de acciónpública: crear servicios en los ámbitosdonde éstos no existen o son insuficien-tes.

- Vertebración de la sociedad, garantíade las democracias occidentales por lapérdida de autoridad y garantías defuncionamiento de las instituciones tra-

dicionales (cohesión e integración socialpor ejemplo en el caso de inmigrantes,jóvenes, etc.)

- Los agentes político-institucionalesencauzan y transforman dichas deman-das en propuestas concretas en el parla-mento. Además pueden ofrecer res-puestas políticas de cambio real a talesinquietudes, formar a los líderes, apor-tar los valores históricos y el conoci-miento útil de la experiencia en la ges-tión municipal y parlamentaria. En defi-nitiva, de lo que se trata es de aportarsoluciones a los problemas que se plan-tean al sistema político.

Los ciudadanistas proponen una res-puesta irrisoria cuando intentan recom-poner el vínculo que unía antiguamentea la “clase obrera” mediante otro queuniese a los “ciudadanos”, es decir, elEstado. La voluntad de reconstituirdicho vínculo a través del Estado semanifiesta en el nacionalismo latente delos ciudadanistas. Se sustituye el capitalabstracto y sin rostro por figuras nacio-nales. Pero el Estado sólo puede propo-ner símbolos y sucedáneos a esos víncu-los, puesto que él mismo está saturadode capital, por así decirlo, y tan sólopuede agitar sus símbolos en el sentidoque le dicta la lógica capitalista a la quepertenece.

Esta ideología se manifiesta a través deuna nebulosa de asociaciones, de sindi-catos, de órganos de prensa, de partidospolíticos. Lo difícil es decir en cuáles nose manifiesta. En Francia tenemos aso-ciaciones como ATTAC o “Le MondeDiplomatique”. Aquí tenemos a todaslas plataformas, foros, consejos y estruc-turas asociativas más o menos consoli-

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dadas que imaginarse uno pueda. A laextrema izquierda del ciudadanismo,podemos incluir incluso los movimien-tos libertarios, que en la mayoría de loscasos van a remolque de los movimien-tos ciudadanistas para añadir su granode arena ácrata, pero que se hallan dehecho en el mismo terreno. A escalamundial, tenemos movimientos comoGreenpeace, Amnistía, etc., y todosaquellos sindicatos, asociaciones, lob-bies, tercermundistas, etc., que se hanido encontrando en los sucesivos foros oanticumbres desde los tiempos deSeattle.

Su relación con el Estado

La relación del ciudadanismo con elEstado es a la vez de oposición y deapoyo, pongamos de apoyo crítico.Puede oponerse al Estado, pero nopuede prescindir de la legitimidad quele ofrece. Los movimientos ciudadanis-tas deben convertirse rápidamente eninterlocutores y para ello, algunas vecesdeben emprender acciones “radicales”,es decir, ilegales o espectaculares. Setrata a la vez de situarse en posición devíctima, de coger al Estado en falta (esdecir, oponer el Estado ideal al Estadoreal) y de llegar lo más rápidamenteposible a la mesa de negociaciones.Naturalmente, todo esto debe sucederbajo la mirada de las cámaras. El enfren-tamiento ya no es como en otros tiem-pos el momento en que se mide la rela-ción de fuerzas, sino que consiste enuna legitimación simbólica.

El propio Estado acepta generosamenteestas prácticas, y cualquiera puede hoyhacer una pequeña manifestación, por

ejemplo, bloquear la periferia y ser reci-bido oficialmente a continuación paraexponer sus reivindicaciones.

Asimismo, algunas prácticas ciudada-nistas son promovidas directamentepor el Estado, como lo demuestran las“conferencias ciudadanas” o “los deba-tes de ciudadanos” con las cuales elEstado se arroga el “dar la palabra a losciudadanos”. Es interesante ver hastaqué punto este movimiento se conformacon cualquier sucedáneo de diálogo, yestán dispuestos a ceder en cualquiercosa con tal de que se les escuche y quelos expertos hayan “atendido a susinquietudes”. El Estado desempeñaaquí el papel de mediador entre la“sociedad civil” y las instancias econó-micas, del mismo modo que los ciuda-danistas harán de intermediarios entreel programa del Estado (que no es otracosa que la correa de transmisión de ladinámica del capital) revisado de formacrítica, y la “sociedad civil”.

El proyecto de reforzar el Estado (o losEstados) para poner en marcha estapolítica de participación democrática,de ahí que postulen volver atrás la mar-cha del desarrollo capitalista: la tenden-cia a favor de la recuperación del Estadodel bienestar y las políticas keynesianas,la denuncia de los excesos de la finan-ciarización de la economía frente a lasvirtudes de la economía productiva, laspropuestas para gravar fiscalmente eltráfico de capital (Tasa Tobin: ¿quién vaa empezar a gravar capitales?, el primerEstado que lo haga va a la quiebra) o las“distintas” modalidades de integracióneconómica. El ciudadanismo entiendeque el Estado democrático es un medioválido para paliar -incluso para acabar

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con- las desigualdades sociales. Dadoque éste sufre grandes presiones delCapital -llámese grandes corporacioneso empresas multinacionales-, postulaque para contrarrestar tan malvadainfluencia se hace imprescindible unamayor atención del hombre de a pie alos asuntos de Estado y que obligue algobierno a realizar políticas sociales.Los ciudadanos no sólo deben elegirrepresentantes sino presionarles paraque actúen como corresponde. Estossocialdemócratas de nuevo cuño, quemiran con nostalgia a la edad doradadel Estado del bienestar, no son cons-cientes de que las reformas tendentes aun mayor poder adquisitivo de los tra-bajadores históricamente se hanimplantado para la recuperación delcapitalismo tras la crisis económica ysólo en parte, para mermar la radicali-dad de una clase obrera que amenazabacon hacer la revolución, pero nunca porla acción de la ciudadanía en tanto tal. Apesar de ello se empeñan en exigir unamayor intervención de la población enla res pública. Y es que parece que igno-ren aquello sobre lo que los revolucio-narios venimos advirtiendo desde hacesiglo y medio: La integración de lasluchas sociales en las estructuras delEstado -lo que se reclama como demo-cracia participativa- no es sino garantíade la desintegración de las mismas. Elciudadanismo, no obstante, tenderásiempre a jugar el papel de mediadorentre los movimientos sociales y elEstado, desde el reconocimiento de queéste último, el Estado, puede ser elmediador neutro entre el capital y losmovimientos sociales.

En el ciudadanismo encontramos puesuna fuerte defensa del sector público y

no como cuestionamiento de la lógicacapitalista en general, tal y como semanifiesta en el servicio público. Ladefensa de dicho sector implica lógica-mente que se considera que dicho sectorestá, o debería estar, fuera de la lógicacapitalista. Se puede constatar queincluso las acciones más generosas oradicales de este movimiento conteníanlos mismos límites. Abastecer gratuita-mente todos los hogares de electricidad,es una cosa: reflexionar sobre la produc-ción y el uso de la energía es otra.Plantear el tema de la renta básica o delsalario social en casos extremos es unacuestión de necesidad perentoria, perohay que conceder que siempre sedesarrolla dentro del horizonte de unEstado (capitalista) omnipresente.La antimundialización desempeña unpapel muy importante en esta recons-trucción ideológica. Su idea central esque el capital transnacional ha concen-trado demasiados poderes que nopuede o no sabe gestionar y que esto sehace demasiado peligroso para el equi-librio económico. Contra el "ultralibera-lismo incontrolado", todos los ciudada-nos son llamados, en un tono que oscilaentre el miserabilismo y la culpabiliza-ción, a convertirse en los co-gestores dela economía mundial, por medio de lapresión y del control ciudadano. Setrata de ir más allá del voto, pero sinsalirse, claro está, del campo de juegodemocrático. Facilidad pues en conver-tirse en un auténtico partido del Estado,idea madre de la intelectualidad estatis-ta, ansiosa por inventar un nuevo dis-curso políticamente correcto y posibilis-ta más allá de las habituales coartadaspacifistas, feministas o ecologistas.Uno puede con toda tranquilidad, mos-trarse “radical”. Uno puede hacer tran-

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quilamente de consejero crítico delPríncipe, sin tener que afrontar las difi-cultades de gobernar. Uno puedelamentar eternamente la falta de“voluntad política” en materia nuclear,de inmigración o de salud pública, sinnecesidad de considerar, en lo másmínimo, lo que un Estado puede hacerefectivamente en el contexto capitalista.

Para acabar...

El ideal organizativo del ciudadanismobusca siempre un ámbito en el que que-pan todas las manifestaciones del dis-curso (excepto las que se aproximan a laviolencia). Claro que se trata de discur-sos despojados de su carácter preforma-tivo: son pura semántica. El lenguaje sevuelve cada vez más apologético, unapura máquina lingüística llena de fór-mulas verbales adecuadas donde lanimiedad –enviar mensajes, votar, nave-gar por la red, amontonarse- se convier-te en lucidez histórica y heroísmo.Debajo de lo que se cree es un movi-miento, si se quitan las cámaras y losmedios de comunicación, se puedecomprobar que retrata de un movimien-to creado artificialmente por dichosmedios. El espacio de lucha no son yalas fábricas, la calle, el barrio, la metró-polis…, sino los medios de comunica-ción. De ahí que le venga muy bien esaespecie de cajón de sastre, de sustitutosdel concepto de clase que sería la multi-tud: una suerte de conglomerado deinsatisfacción o marginalidad que es loque piensa alguien como Negri, cadavez más figura de la izquierda ciudada-na.

La participación ciudadana se caracteri-

za además por su capacidad para edu-car y concienciar a la ciudadanía.Disponer de esta ciudadanía, además,no únicamente mejora el funcionamien-to de los instrumentos participativossino del conjunto de la comunidad. Esdecir, la participación tiene como objeti-vo directo escuchar a los ciudadanos,aunque indirectamente sirve para algoquizá más importante: generar el capitalsocial que garantizará el buenfuncionamiento de nuestra sociedad.Desde que se popularizara el conceptode capital social como un conjunto decaracterísticas intangibles de una comu-nidad (densidad asociativa, niveles deconfianza, etc.) útiles para explicar susrendimientos institucionales, económi-cos y sociales, el gran interrogante hasido cómo fomentarlo.

En definitiva, la participación sirve a losgobernantes en la medida que favorecela creación de la materia prima adecua-da para el desarrollo de sus comunida-des. Esta materia prima, este capitalsocial se refiere a una ciudadanía queadquiere madurez democrática y dina-mismo socioeconómico a través de lapropia participación en los asuntoscolectivos. Una participación que, por lotanto, no únicamente sirve para facilitarla prestación de determinados servicioso para legitimar determinadas decisio-nes, sino para promocionar determina-das conductas y actitudes ciudadanas.

Hoy no se puede cambiar nada sin cam-biarlo todo.

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En los últimos meses desde Rupturahemos empezado a tomar contacto conmenores encerrad@s, y con personas quetrabajan o han trabajado en lugaresdonde se les encierra.

En el número anterior, a raíz de los suce-sos de Alcorcón hacíamos una reflexiónde cómo por algunos instantes habíamossentido que compartíamos objetivos(armar la de dios) con algunos grupos dechavales. Ahora hacemos un análisis delo que está pasando con lo que los soció-logos llaman “menores en situación deriesgo” internad@s en centros de reforma(cárceles) o de adaptación psico-social(psiquiátricos). En cierta medida, los artí-culos y el potencial revolucionario deestos conflictos están relacionados.

¿Qué está pasando...?

Con la Ley del Menor, l@schic@s infractores pasan a ser tratad@scomo “enfermos” o “sujetos a educar” yson puest@s en manos de distintas insti-tuciones que gestionarán las “medidaseducativas” con ell@s.

En teoría estas medidas son más suavesque con l@s adult@s, y efectivamente losperiodos de encierro son bastante másreducidos... Pero al ser tratad@s como“enfermos”, sumado a su condición de“menores”, son privados de toda capaci-dad para protestar y decidir sobre susvidas. L@s jóvenes encerrad@s están amerced completa de sus captores (másque l@s pres@s adult@s). Serán las insti-tuciones “educativas” y quiénes trabajan

para éstas, los encargados de controlarsu existencia de forma absoluta. El siste-ma de grados es parecido al de l@spres@s adult@s, pero los modos de chan-taje para pasar del régimen semi-abiertoal cerrado o viceversa son ominipresen-tes. Además, la condición de “enfermos”da vía libre también a la psiquiatrizacióny a la administración masiva de psicofár-macos a los menores sin pedir su consen-timiento.

Las instituciones privadas que se hacencargo de l@s chic@s condenad@s tienenun interés meramente económico, y portanto gastan sus energías en “contener”a l@s intern@s del modo más rentableposible, pasando por encima de muchosde los derechos que tantos motines costólograr en las cárceles.

Hay varios aspectos a destacar:

- Uso sistemático del aislamiento como mediode castigo. Cuando l@s jóvenes cometen infraccio-nes del reglamento interno (desde fugar-se hasta insultar a un educador/carcele-ro) se les mete en celdas de aislamientopor periodos que pueden durar hasta 7días e ir encadenándose de modo quehay chavales que pueden pasar en aisla-miento meses. El aislamiento se practicamucho más que las prisiones de adult@s,donde suele ser un recurso excepcional oaplicado únicamente a l@s pres@s másrebeldes. Aún así mientras l@s pres@sadult@s están sometidos a aislamientosuelen tener la posibilidad de accederuna o dos horas diarias al patio, recibirvisitas, escribir, etc l@s chic@s se ven

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REPRESIÓN A L@S MÁS JÓVENES: SITUACIÓN Y FORMAS DE RESISTENCIA

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sometid@s a “privación sensorial”, amenudo en celdas oscuras. Podemosimaginar las consecuencias devastadorasque tiene para una persona joven pasardías enteros encerrad@ en un pequeñahabitación sin más compañía que uncamastro de hierro (en algunos lugaresquitan hasta el colchón durante las horasdel día). Much@s chic@s acaban teniendoparanoias, y muchísim@s acaban autole-sionándose (cortes, cabezazos contra lasparedes, etc).

Medicación forzosa. L@s chic@s más rebeldes son atiborrad@scon psicofármacos diversos y de granpotencia bajo chantajes o amenazas, con-tra su voluntad o incluso sin su conoci-miento (introduciéndolos en la comida).Algunos de estos psicofármacos lescrean dependencias que tendrán queresolver a su salida a la calle con otrotipo de drogas.-Violación constante de la intimidad. L@s chic@s están supervisad@s a todashoras por “educadores” que les dicen dequé temas pueden o no hablar (está pro-hibido hablar de las condenas o del fun-cionamiento interno del centro, porejemplo), qué palabras emplear, quéhacer en cada momento, etc. No se per-

miten visitas más que de los familiares, yel centro decide qué llamadas se puedeno no recibir. Esto crea un aislamientosocial terrible, mucho más grave aúncuando hablamos de gente joven. Haycentros donde incluso está prohibidocualquier contacto físico entre l@sintern@s (abrazos, palmadas, etc), gene-rando una situación completamente des-tructiva.

Consecuencias

Empezamos a ver ahora las consecuen-cias que esta modalidad de encierro tienesobre l@s jóvenes. Comprobamos quechavales que entraron por pequeñosdelitos salen con unos niveles de agresi-vidad disparados, fruto de las condicio-nes tan hostiles del confinamiento.Vemos que la psiquiatrización va tenien-do efectos secundarios sobre su sistemanervioso, y que much@s se acostumbranuna vez intern@s a consumir sustanciaspsicotrópicas como vía de escape, yasean legales o ilegales. Los efectos emo-cionales del hipercontrol, la privaciónsensorial y los malos tratos son másvariados, pero evidentemente no sonpositivos. (pesadillas, paranoias de per-

secución, baja autoestima, descontrol delos impulsos, depresiones, peleas fre-cuentes...).

Una prueba más de los efectos negativosdel internamiento en centros es el granporcentaje de jóvenes que dan el salto ala cárcel poco después de abandonarlos.

Rebeldía y formas de lucha.

La situación que se vive en el día a día delos centros de menores está siendo aca-llada, pero aún así cada cierto tiempovan saliendo noticias al exterior. Losmotines, huelgas de hambre, plantes,autolesiones, etc, son el último recurso alque recurren l@s jóvenes... y son emplea-dos a todas horas.

L@s menores han sido siempre l@s másrebeldes, y de hecho algunas personasopinan que la Ley del Menor se creóentre otros motivos para apaciguar lasprisiones de adult@s, donde los módulosjuveniles han sido siempre los más pro-pensos a la lucha.

Desde hace años grupos como laCoordinadora de Barrios o las Madrescontra la Droga han luchado por sacar aluz lo que está ocurriendo. Por nuestraparte, vemos que puede estarse fraguan-do un movimiento de solidaridad conelementos comunes con estos grupos,pero también con diferencias importan-tes.Pensamos que la forma en que se haorganizado la solidaridad hasta ahora noha servido para frenar el avance de estemodelo porque se ha asumido uno de lospuntos fuertes de los que hablábamosantes: la idea de que los menores no tie-nen capacidad plena de decidir o luchar.Desde nuestro punto de vista (y lo deci-

mos con máximo respeto a quienes sehan dejado la piel en esta lucha) se partede un paternalismo excesivo hacia l@sjóvenes represaliad@s.

Nosotr@s entendemos que la rebeldía yaestá en marcha (lo dicen los constantesmotines, fugas, agresiones a educadoreso vigilantes...) y que como revoluciona-ri@s nuestra función es apoyarla y ayu-dar a l@s chic@s a tomar una perspectivaglobal de lo que sucede. Transmitir elmensaje de que lo que les está ocurrien-do no sólo es injusto con ell@s como indi-vidu@s, sino que es un ataque colectivoque sufren como jóvenes pobres, margi-nad@s y/o rebeldes. La respuesta paraser efectiva tendrá que ser, por tanto, lomás colectiva posible. La solución, másallá de los casos individuales, pasa porun cambio social que ataque las condi-ciones de vida que les llevaron a los cen-tros.

Vemos necesario organizarnos en tresvías:

-Por el respeto a los derechos humanos. Fin del aislamiento, la medicación forzo-sa, la violación de la intimidad y las pali-zas.

-Por la denuncia de las condiciones que lle-van a l@s jóvenes a estar pres@s. ¿Por qué el 90% de l@s chic@s son debarrios obreros o de zonas pobres? ¿Quétipo de malos tratos llevan a l@s chavalesa salir de los centros completamente des-quiciad@s y a cometer luego actos queantes no hacían y que les acarrean conde-nas más prolongadas?

-Por la auto-organización de l@s chavales,sus familiares y sus colegas.Muchas veces l@s amig@s y familiares de

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l@s chic@s no tienen capacidad paraenterarse de lo que está ocurriendo conla persona a la que quieren, o se vensuperad@s por la burocracia. Como revo-lucionari@s, podemos mostrarles las for-mas que a nosotr@s nos funcionan pararesolver los problemas: horizontalidad,solidaridad y acción directa.

La idea es mostrar nuestra propuesta consinceridad, haciendo saber a l@s afec-tad@s que estamos en esto no por cari-dad cristiana, sino por solidaridad. Y poruna solidaridad que pretende ser de iday vuelta, es decir, creando lazos quesuperen el conflicto carcelario y abar-quen otros campos donde podamos tam-bién ayudarnos mutuamente. Nosotr@spodemos ser de ayuda en casos concre-tos, hostigando a educadores especial-mente crueles, denunciando las torturas,apoyando las protestas desde fuera, con-tactando con abogad@s, etc, y esperamosque también se nos eche un cable cuandotengamos un conflicto laboral, en elbarrio, o en cualquier otro momento enque, como explotad@s, lo necesitemos.

Por ahora, algun@s de nosotr@s hemosempezado a organizarnos de manerainformal con otra gente que tiene intere-ses parecidos. En este tiempo hemosconocido educador@s, personas que tra-bajan en lo “social”, familiares y achic@s. Evidentemente, no todo elmundo tiene la misma idea quenosotr@s, y vemos que por eso es impor-tante ir de cara y exponer desde el pri-mer momento nuestras intenciones.

¿Qué se puede hacer?

Proponemos a los grupos que quieranactuar sobre este tema intervenir de

varios modos:-Localizando a l@s jóvenes de su entor-no/barrio que están siendo sometidos aestos encierros, haciéndoles saber que noestán sol@s y que es posible luchar con-tra los atropellos.

-Investigando a las empresas que seestán haciendo de oro reprimiendo ymaltratando a la juventud. Localizando asus responsables, patrocinadores, etc, ytomando las medidas de denuncia oescarnio oportunas. Denunciando que elEstado entrega aproximadamente 219euros diarios por cada menor a estas“ONGs” conviertiendo nuestra desgra-cia en su negocio.

-Abordando a los trabajadores de loscentros, que muchas veces ni siquierason conscientes del daño que estánhaciendo. Obligándoles a asumir que l@schic@s no están sol@s y que torturar, ais-lar o medicar forzosamente a personastiene consecuencias.

-Tomando contacto con otros gruposinteresados en el mismo tema, no esnecesario que desde una perspectivarevolucionaria pero sí al menos horizon-tal y externa a las instituciones, paraextender el conflicto.

Todo lo anterior son bases para un deba-te que por nuestra parte queda abierto.Esperamos aportaciones, críticas, suge-rencias y sobre todo propuestas deacción.

Para recibir información sobre la genteque se está organizando también enMadrid con esto, podéis escribir a

[email protected]

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· Manu y Dani[compañeros represaliados por las

manifestaciones anti-LOU]

El jueves 31 de Mayo la AudienciaProvincial ha dictaminado sentenciafirme de 3 años y 6 meses de cárcel paralos detenidos en la manifestación contrala LOU celebrada en Madrid en el 2001.

Esta condena supone la culminación deuna acción represiva que ha durado6 años y que ha tenido como objetivoreprimir las voces que denuncian el sis-tema.

Esta sentencia implica la inminenteentrada en prisión de Dani y Manu, asícomo la libertad condicional para Marcos e Isra.

· Claudio Lavazza [preso anarquista]

El pasado 29 de Marzo fue objeto degraves provocaciones por parte de unfuncionario del módulo 2 de la cárcel deAlbolote [Granada], en el transcurso deun cacheo realizado sin testigos. Comoconsecuencia de este incidente, fue acu-sado de “resistencia activa a un funcio-nario” y le aplicaron aislamiento e inter-vención de las comunicaciones.

Tras presentar una queja, el Juez deVigilancia Penitenciaria de Granada lojustifica diciendo que en el registroClaudio se comió un pedazo de unacarta de cuya lectura pueden deducirse

actos preparatorios de una posible fuga.Tras 44 días de aislamiento ha sido tras-ladado a la cárcel de Teixeiro mante-niendo el 2º grado.

· Nathalie Ménigon [presa de Acción Directa]

El pasado 13 de Mayo el Tribunal deAplicación de Penas de París concedióel tercer grado penitenciario durante unaño a Nathalie Ménigon. Tras esto laFiscalía recurrió la decisión judicialparalizando la aplicación del tercergrado penitenciario retrasando sine diela excarcelación de esta compañera.Según la corte se le había concedido eserégimen abierto en base a los «esfuerzosde readaptación social» hechos por ella,pudiendo haber salido de lunes a vier-nes de la prisión para trabajar en uncentro de readaptación y regresar a lacárcel las noches y los fines de semana.

El 24 de octubre, el mismo tribunalhabía rechazado su petición de libera-ción presentada por motivos de salud.Nathalie está parcialmente hemipléjicaa consecuencia de problemas cardiovas-culares, según informes médicos facili-tados por su defensa.

· Francesco Gioia [preso anarquista]

Después de dos años de secuestro la“Justicia” italiana le absolvió de la acu-sación de pertenecer a las COR [Células

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PRESXS [ÚLTIMAS NOTICIAS]

Ofensivas Revolucionarias], así como aConstatino, Betta y Leonardo.

Enmarcados en el mismo procesoWilliam Frediani y Alessio Perondi fue-ron condenados, por pertenencia a aso-ciación subversiva, respectivamente a 5años y 8 meses y 3 años y 8 meses.

A las pocas semanas de su puesta enlibertad, Francesco volvió a ser arresta-do junto a Daniele Casalini acusados deatraco. Sus casas fueron registradas ycomunicaron a sus familiares la deten-ción. Por el momento no se tiene másinformación.

· Juan Sorroche y Nuria Pòrtulas[presxs anarquistas]

Juan tras fugarse de Italia estando enarresto domiciliario fue detenido mesesdespués por la policía española enGirona. En este mes de marzo ha sidoextraditado a Italia y conducido a unaprisión acusado de asociación subversi-va con fin de terrorismo (fue acusado,recordemos, de la quema de dos furgo-netas de la empresa Trenitalia, empresaencargada de las expulsiones de inmi-grantes). El 13 de junio fue juzgado enTrento con una petición fiscal de 4 añosy 4 meses. Para dar credibilidad a lahipótesis de asociación subversiva laacusación ha presentado 18 mil páginasque constan de informaciones extraídasde la intercepción videofonía, telefónicay ambiental realizada a compañeros. ElPM Paolo Storari, al no encontrar nadaen la investigación, ha utilizado lacorrespondencia de la cárcel y catalogade acciones terroristas el robo de la

antorcha olímpica o la pelea con un fas-cista. La sentencia saldrá el 6 de julio.

Nuria fue detenida el 7 de febrero, lasacusaciones por las que la policía asaltasu casa son pertenencia a banda armaday posesión de explosivos. La única“prueba” de cargo contra ella es un dis-quete que contiene un archivo en portu-gués que explica cómo hacer cóctelesmolotov y del que ella, en el interroga-torio que sufrió durante dos horas anteel juez el pasado 4 de junio, dijo no tenerconocimiento. Tras esto fue puesta enlibertad provisional con una fianza de15.000 euros.

· Motín en el CIE de Carabanchel

El 12 de junio se produjo un motín en elCentro de Internamiento de extranjerxsde Carabanchel. Las instalaciones delCentro Penitenciario fueron parcial-mente tomadas por los internos. Por loque se pudo saber, estos tomaron ladecisión de amotinarse para denunciarpúblicamente el trato que reciben porparte de las instituciones, sus leyes y susejecutores.

Uno de los motivos que provocarondicha sublevación fue el fallecimientode un inmigrante de origen nigerianomientras era deportado a su país de ori-gen.

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