8/18/2019 Con Lucía

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Con Lucía

Creo que fue el jueves que advertí de modounívoco que había muerto. No había sido unamuerte cualquiera, desde luego, se trataba deuna muerte que llegó con deliberada inocenciasin que apenas me diese cuenta. Casi como unsonámbulo, me había movido durante todosestos días, estos meses, hasta que este jueves,al despertar, me dije "ya está, eres un muerto". esta comprobación apenas me afectó. !e lamisma manera en la que nuestros ojos seacostumbran a un fulgor deslumbrante, la ideade estar muerto hio que incluso sonriera. Noimportaba, siempre tenía a #ucía.$ace mucho yo poseía un gato. %ste gato sellamaba &rfeo y se e'travió el mismo día en elque empec( a morir o a despertar. $abía salido

con (l, costumbre de lunes, al )ardin du #u'embourg   a pasear. *l iba adelante y yodetrás suyo, distraído con los viejos que jugabanal ajedre, los hombres que corrían, losestudiantillos que leían un libro o, simplemente,los desocupados que jugaban a la petanque .Cuando quise reparar en el gato, este ya noestaba. !espu(s de haber caminado unos metroscon preocupación, suspir( aliviado al verlo en elregao de una mujer. Con cínico rubor meacerqu( a ella para balbucear unas disculpas.%lla no dijo nada, tenía los ojos irritados, había

estado llorando. +ampoco dijo nada cuando mesent(, sin saber por qu(, a su lado. espondía amis preguntas sin mirarme, los ojos fijos en ellieno que tenía al frente- a ratos le daba unapincelada. %ra pintora y vivía sola, desde hacíaocho meses en aris. %lla había perdido, mesesantes apenas, a su novio /0ntonio, el nombre/,ahogado en las 0ntillas, y a mí me había dejadomi esposa1 por orfandad, la empatía fueinmediata. Conversamos largo, entre silenciosrotos por el murmullo de los árboles y algunasrisas. 0 la hora de irme, tras concertar unencuentro, no advertí que dejaba, el diablo sabedónde, a &rfeo.#ucía, con quien vivo, ahora sí de verdad, desdeel jueves, tiene lentas manos afiladas y unacomo enso2ación que le da a sus movimientos lalentitud de quien se siente desubicado. +ieneunos ojos pardos muy hondos que con dificultadcambian de e'presión. $ay en su físico y en susademanes una urgencia sin argumentos, mássólida que cualquier palabra. 3uiá, esto sea loque más se resalta en su pintura junto con esab4squeda muda de un lugar, un pasado. 5nab4squeda que en el mundo objetivo encuentra

aquello que despierta su memoria y la agita enimágenes, colores de su paleta, imágenes quelleva al lieno como vaporiadas, entrevistas,acaso reiteradas. 6ivía, vive, en un peque2o piso

del 78e, un piso que le servía tambi(n comoatelier . 90 este lugar no fui sino para ver micara por primera ve.:;i nuestra relación empeó por una casualidad no continuó sino gracias a la premeditación.remeditación que hilvanaba mi inter(s que lallevaba al cine, a un caf( o, acaso, a pasear porChamp de

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#legu( agitado, preso de la ilusión. ;in embargo,al ver a ese hombre mirándome desde el lieno,como un recuerdo confuso, no pude dejar desentirme molesto. >3u( parecido había entre (l

 y yo? 0penas había semejana en el cabello y@Cuando estuve a punto de increparle, #ucía seabalanó a besarme. ";abía que te gustaría",

dijo entre risas.;i guard( indignación, esta no duró más de dossemanas. 0caso tres. Cada ve que iba al atelier me reconocía más en (l.