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20 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08 Léeme 7 C on un pie en el estribo echo la vista atrás a la larga cade- na de años de trabajo en el centro y lo que veo no me parece malo. Creo que he cumplido razonable- mente con lo que me era exigible. Tal vez algo más, particularmente en los años en que ocupé cargos directivos: tres años fui Jefe de Estudios, tres años Director (etapa cuya crónica hice en el libro conme- morativo del 75º aniversario) y cinco años Secretario. Pero no debo ponerme yo la nota. En cuanto a lo que he recibido, podría decir que he aprendido tanto o más de lo que he enseña- do, entre otras cosas porque una de las mejores formas de aprender es intentar enseñar a otros lo poco que uno sabe. Aparte de eso es una gran suerte disponer de compañeros especia- listas en las más diversas ramas del conocimiento, dispuestos a satisfacer la curiosidad intelectual de uno. Ha sido igualmente una suerte ser parte de esta comunidad que es el instituto, formada por estamentos diferentes e imprescindibles: alum- nos, padres, profesores, cargos directivos (con Severino al frente tantos años afortunadamente), conserjes, limpiadores y limpiado- ras, Carmen Cardiel en el bar (que también se despide este año)... Tanta variedad, multiplicada por el movimiento de los traslados, es una gran fuente de riqueza huma- na. Aunque ha habido momentos de conflicto, la tónica ha sido la convi- vencia pacífica y agradable. En lo que a mí respecta, estoy agradeci- do por el afecto con que me he sentido tratado en general en todos los tramos de mi larga estancia en el centro. Esto es seguramente lo más agra- dable de lo vivido en estos años y lo que más echaré de menos en el futuro. También echaré de menos algunas clases armoniosas donde se juntan la espontaneidad y fluidez en la comunicación con la corrección y el interés por aprender. No echaré de menos, en cambio, esas otras clases donde hay que luchar continuamente (generalmen- te contra una ínfima minoría) para lograr un mínimo espacio para la comunicación de contenidos. Como el apóstol san Pablo (aun- que a otra escala, naturalmente) puedo decir: Bonum certamen cer- tavi, cursum consumavi, fidem ser- vavi. "He combatido un noble com- bate, he terminado mi carrera, he conservado la fe". Ahora dedicaré mi tiempo a lectu- ras y tareas postergadas durante años. Estaré disponible, si la direc- ción del centro lo considera conve- niente, para echar una mano en alguna tarea menor o en asuntos relacionados con el latín... No esta- José Santos Fernández, profesor del Departamento de Latín Con un pie en el estribo por José Santos Fernández

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20 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08Léeme 7

Con un pie en el estribo echola vista atrás a la larga cade-na de años de trabajo en el

centro y lo que veo no me parecemalo.

Creo que he cumplido razonable-mente con lo que me era exigible.Tal vez algo más, particularmenteen los años en que ocupé cargosdirectivos: tres años fui Jefe deEstudios, tres años Director (etapacuya crónica hice en el libro conme-morativo del 75º aniversario) ycinco años Secretario. Pero nodebo ponerme yo la nota.

En cuanto a lo que he recibido,podría decir que he aprendidotanto o más de lo que he enseña-do, entre otras cosas porque unade las mejores formas de aprenderes intentar enseñar a otros lo pocoque uno sabe.

Aparte de eso es una gran suertedisponer de compañeros especia-listas en las más diversas ramas

del conocimiento, dispuestos asatisfacer la curiosidad intelectualde uno.

Ha sido igualmente una suerte serparte de esta comunidad que es elinstituto, formada por estamentosdiferentes e imprescindibles: alum-nos, padres, profesores, cargosdirectivos (con Severino al frentetantos años afortunadamente),conserjes, limpiadores y limpiado-ras, Carmen Cardiel en el bar (quetambién se despide este año)...Tanta variedad, multiplicada por elmovimiento de los traslados, esuna gran fuente de riqueza huma-na.

Aunque ha habido momentos deconflicto, la tónica ha sido la convi-vencia pacífica y agradable. En loque a mí respecta, estoy agradeci-do por el afecto con que me hesentido tratado en general en todoslos tramos de mi larga estancia enel centro.

Esto es seguramente lo más agra-dable de lo vivido en estos años y

lo que más echaré de menos en elfuturo.

También echaré de menos algunasclases armoniosas donde se juntanla espontaneidad y fluidez en lacomunicación con la corrección y elinterés por aprender.

No echaré de menos, en cambio,esas otras clases donde hay queluchar continuamente (generalmen-te contra una ínfima minoría) paralograr un mínimo espacio para lacomunicación de contenidos.

Como el apóstol san Pablo (aun-que a otra escala, naturalmente)puedo decir: Bonum certamen cer-tavi, cursum consumavi, fidem ser-vavi. "He combatido un noble com-bate, he terminado mi carrera, heconservado la fe".

Ahora dedicaré mi tiempo a lectu-ras y tareas postergadas duranteaños. Estaré disponible, si la direc-ción del centro lo considera conve-niente, para echar una mano enalguna tarea menor o en asuntosrelacionados con el latín... No esta-

José Santos Fernández, profesor delDepartamento de Latín

Con un pieen el estribopor José Santos Fernández

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21Léeme 7IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08

En esta revista vamos a propo-neros nuevos libros, que paranosotros han supuesto

mucho y que esperamos que paravosotros signifiquen algo similar.Son sólo algunos de los libros quehemos leído, pero también unos delos mejores, y pretendemos quepodáis conocer las maravillosashistorias que estos contienen. Haylibros de todos los estilos y paratodos los gustos que podéis descu-brir con un poco de interés. Son lossiguientes…

(Ana María González 3º B)

Los alumnos de 3º de ESO segui-mos leyendo, descubriendo nuevasmaravillas mediante la lectura, ima-ginando paraísos, historias que nosemocionan, nos hacen reír, llorar…La lectura ha llegado a meternosen un mundo del que nadie quieresalir, cada libro que leemos es unmágico tesoro con el que a vecesnos sentimos identificados, perotambién hay ocasiones en las quenos quedamos perplejas porquejamás habíamos imaginado esefinal, o tragedia, o romance…

Os animo a que sigáis leyendo ,porque es un don que nadie nospuede quitar..

(Patricia Hernando Núñez 3º B)

Estimados lectores de la revista:

Al igual que en el trimestre ante-rior, de nuevo se ha elaborado unalista con los libros leídos en el insti-tuto, con un resumen adjunto de

estos. Desde la revista animamosno sólo a leer los que aquí estánexpuestos, sino a que elijan uste-des los libros que quieren leer, esdecir, que realicen una lecturaindependiente.

(Carlos Medina Martín 3º B)

Como veis seguimos leyendo, y noporque nos obliguen, sino porquenos gusta. Hay gente que dice queleer es aburrido, pero no, no es quesea así, sino que no habéis encon-trado el tema que os gusta y osdais por vencidos. Yo creo que

podíais intentarlo, buscar un librocon el argumento que creáis tenta-dor y veréis que divertido es leer.¡Os lo aseguro!

(Mª del Mar Jiménez 3º A)

Pues nosotros aquí seguimos conla lectura, al pie del cañón, parademostrar a todos que a la juven-tud actual sí que nos gusta leer, y,por qué no decirlo, le encantacuando coge un libro interesante yno puede dejarlo hasta terminar.

(Mª Rosa Ibáñez 3º B)

por Alumnos de 3º de ESO

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22 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08Léeme 7

1. “CREPÚSCULO”(Stephenie Meyer)Bella, una chica de 16 años, va a

Forks a vivir con su padre que es elcomisario del pueblo; comienza lasclases en el instituto y ya desde elprimer momento siente una tre-menda atracción por EdwardCullen. Edward presenta un com-portamiento un poco extraño, aun-que ocupa en clase la misma mesaque Bella, siempre intenta quedar-se lo más alejado posible de ella, aveces falta a clase sin motivos apa-rentes y casi no le dirige la palabra.Bella descubre todo lo que aEdward le interesa, más de lo quele interesa reconocer.

Las cosas cambian cuandoEdward salva a Bella de ser atrope-llada por un coche en el patio delinstituto: la velocidad y la fortalezadel chico no tienen explicaciónhumana. Bella comienza a pregun-tar a Edward y éste le respondecon evasivas, pero la insistencia deBella, que ahora reconoce que estáperdidamente enamorada de él, irádando luz a un misterio escondidodurante mucho tiempo.

Ha sido un libro muy interesante,manteniendo la intriga durante

todo el relato, de forma que tehace sentir todo lo que cuenta. Enningún momento me he aburrido ylos personajes están tan bien des-critos que te hace imaginar todo loque ocurre a lo largo de la historia.

(Ana Mª González 3º B)

2. “EL NIÑO DEL PIJAMA DERAYAS” (John Boyne)Cuenta la historia de un niño de

nueve años que vive con su familiaen la ciudad. En una casa grandedonde desde la ventana se ve todala ciudad, donde tiene sus amigos.Pero un día llega del colegio y lecomunican que se va a mudar, quese van de la ciudad. Su nueva casano le gusta, no tiene nadie conquien jugar, no tiene vecinos, esuna casa en medio del campo, soli-taria; lo único que se ve desde laventana es una verja. Al final elniño se hace amigo de otro niñoque está al otro lado del la valla ytiene un traje con rayas. El final noes esperado.

El libro me ha gustado mucho, esmuy fácil de leer.

(Virginia Bajo 3º D)

3. “MARINA” (Carlos RuizZafón)El protagonista y Marina tratan de

investigar sobre la vida de "LaDama de negro", una mujer quecada primero de mes se acerca alcementerio totalmente vestida denegro y cubierta con un velo queoculta su rostro. Todas sus perte-nencias están marcadas con unamariposa negra. El misterio se irádesvelando y otros diferentes apa-recerán envueltos en intriga yterror.

Es un libro que combina a la per-fección el terror, la intriga y elamor. Me decidí a leerlo por reco-mendación de una amiga y dehecho yo también lo recomendaríaa todo el público, pero especial-mente a quien le haya gustado el"Príncipe de la niebla" de este

mismo autor. Me he integrado per-fectamente en la historia como unprotagonista más, sintiendo susmiedos, temores y decepciones,pero también sus alegrías.Libros como éste te ayudan a des-

arrollar tu imaginación, aumentantu interés por la lectura y sobretodo dejan un bonito recuerdo enla memoria.

(Virginia García Muñoz 3º B)

4. “EL NOMBRE DE LAROSA” (Humberto Eco)Esta historia es narrada por Adso

de Melk, un aprendiz de Guillermode Baskerville. Éstos llegan a unaabadía donde suceden crímenesque entre ambos comienzan a des-cifrar. Cuando llegan allí, ven queha muerto un ilustrador de la aba-día por extrañas causas. Durantesu estancia en la abadía, van suce-diendo diversas muertes…

Me ha resultado un libro muy inte-resante y misterioso, ya que narraacontecimientos de intriga e inves-tigaciones. También he de decirque a veces me ha costado unpoco. Pero si tengo que resumir, haestado muy bien, lo recomiendo atodos los que les guste la fusiónentre relato policiaco y novela his-tórica.

(Marta Gayubo 3º B)

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23Léeme 7IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08

5. “FUNDACIÓN IMPERIO”(Isaac Asimov)En este volumen, el 2º de la trilo-

gía de la Fundación, Terminus, elplaneta capital de la PrimeraFundación, deberá enfrentarse aun nuevo peligro tras derrotar a loscuatro Reinos que le rodeaban: elimperio de Trantor. Una nueva cam-paña militar, dirigida por el últimogran general imperial Bel Riase,intenta reconquistar la periferia dela galaxia ocupada por laFundación. Finalmente las fuerzasde la phicohistoria derrotan alimperio de manera definitiva. En lasegunda parte del libro, surge unanueva crisis Seldon, que es aprove-chada por un peligroso individuopara conquistar la Fundación. ElMulo, un extraño mutante con lacapacidad de controlar las emocio-nes, se embarca en la búsquedade la Segunda Fundación, únicoenemigo que puede derrotarle.

El libro me ha gustado. La historiatiene numerosos giros de argumen-to que hacen que la localización dela 2ª Fundación sea sorprendente.Además la forma en la que descri-be a una sociedad en crisis el autorme ha gustado.

(Carlos Medina Martín 3º B)

6. LA SOMBRA DEL VIENTO(Carlos Ruiz Zafón)En mitad de la posguerra, el padre

de Daniel le lleva al cementerio delos Libros Olvidados, porque ha lle-gado la hora de que elija un libropara leer y cuidar. Elige uno escritopor Julián Carax, titulado “LaSombra del Viento". A partir deentonces, Daniel intenta revivir lavida de Julián Carax, que muchosno quieren que salga a la luz, y quele llevará a vivir numerosas aventu-ras por las calles de Barcelona.

Este es uno de los libros que heleído que más me ha gustado, yaque mezcla realismo y aventura, yte engancha desde el principio. Se

lo recomiendo a cualquiera, pueses un libro muy ameno y entreteni-do, que seguro os gustará.

(Sofía Palacios Herrera 3º A)

7. “LA CATEDRAL DEL MAR”(Ildefonso Falcones)

Cuenta la historia de una familiaestrechamente relacionada con laconstrucción de una Catedral enBarcelona, pagada por el pueblo.

Todo comienza con la huida aBarcelona de un padre con su hijode unos meses de edad y cuenta lavida y la cantidad de cosas que lepasa a este y las cosas que vansucediendo en la Barcelona delsiglo XIV.

Me ha gustado mucho, me encan-ta este tipo de novelas, que cuen-tan cómo era la vida en la EdadMedia, basándose en hechos rea-les, como la construcción de unaIglesia, en este caso en Barcelona.Además me parece que es muyinteresante conocer cómo eran lascostumbres en otras épocas.

(Virginia Rodríguez Ortega 3º D)

8. “ESTRELLA, ESTRELLITA:¡CUÁNDO SE DARÁ CUENTAQUE SOY SU MEDIA NARAN-JA!” (Rosie Rushton)Son tres amigas que se conocen

desde hace mucho tiempo y pasande los chicos porque nunca se hanenamorado, pero un día van decompras y una de las chicas va amirar las colonias, ve a un chico yse empezó a enamorar…

Me ha gustado mucho este libro.Se le recomiendo a todo el mundo,sobre todo a las chicas.

(Alicia Juez 3ºA)

9. “EL REY DE LAS COSASPEQUEÑAS” (LuisPiedrahita)Es una recopilación de monólogos

de Luis P. Aprovecha muy bien lascosas más absurdas de la vida

para provocar la risa. Estas cosas,obviamente estúpidas y hogareñas,casi nunca se recuerdan, pero haymuchas que son muy graciosas.Luis P. se aprovecha de esta situa-ción para hacer sus monólogosinimitables.

(Alfonso González de la Rubia 3º B)

10. “HARRY POTTER Y ELCÁLIZ DE FUEGO” (J. K.Rowling)Tras otro abominable verano con

Dursley, Harry se dispone a iniciarel cuarto curso en Hogwarts, lafamosa escuela de magia y hechi-cería. A sus 14 años a Harry le gus-taría ser un joven mago como losdemás y dedicarse a aprender nue-vos sortilegios, encontrarse con susamigos Ron y Hermione y asistircon ellos a los Mundiales deQuidditch. Sin embargo, al llegar alcolegio le espera una gran sorpresaque le obligará a enfrentarse a losdesafíos más temibles de toda suvida.

El libro me ha gustado bastanteporque tiene muchas aventuras;me identifico mucho con Harry.

(Mario Aguilera 3º A)

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24 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08Léeme 7

La familia de Darío

por Sergio García Muñoz

Premio 1º de Prosa, Categoría C, Concurso Cervantes 2008

Era feliz Pepinillo. Reía portodo, se regocijaba pormenos. Su mirar, falto de la

chispa del intelecto, reflejaba unbrillo jubiloso. Tenía algo de tristesu alegría... Su padre, Darío eltabernero, no permitía que se jun-tara con los demás chiquillos, quie-nes encontraban cruel divertimien-to en hacer mofa del desgraciado.Sentía Darío por su hijo un profun-do amor de padre y hasta llegó aenseñarle cosas que parecía unmilagro que las hubiese podidoaprender. Y es que el pequeño res-coldo de inteligencia que aún que-daba en el bobo se le encendía enimitar, como un pobre mono, a supadre. La madre era una mujer dearmas tomar. Tenía anchos los bra-zos y fornido el pecho. Era ella eltemor de la taberna pues, a la horade pagar la consumición, ¡ay! pobredel infeliz que sobrepasara de susdineros. Con ella no había contem-placiones de ningún tipo y procura-ba arreglar cuentas en el acto pesea lo que hiciera falta. No eranpocos los que habían abandonadoaquel lugar en paños menores trashaber tenido que apoquinar con

sus ropas. Incluso un día, en queun forastero solicitó cama y sopacaliente sin poder afrontar el gasto,Ramona, que así se llamaba, sehizo con su corcel zaino encerrán-dolo en la cuadra y cobrándose asíel pago del extranjero que, por másque prometió entre sollozos volver ysaldar sus deudas, tuvo que aban-donar la aldea a pie mientrasRamona sentenciaba orgullosa:"más vale pájaro en mano queciento volando", segura de su argu-mento, como si el que fuera unrefrán que oía decir a su madrepudiera considerarse suficienterazón de peso.

Ramona era una mujer entrada enaños que, pese a su saludable apa-riencia, sólo había gestado abortosy niños que nacían muertos o dura-ban escasos días. Pepinillo era elúnico vástago que había logradosobrevivir, aunque por mismodeseo de su madre hubiera preferi-do parirle muerto antes que imbé-cil. No pocas eran las discusionesque por motivo de su descendenciamantenía el matrimonio. A Darío leconmovía profundamente aquellode "angelitos al cielo" salido delabios de su mujer cada vez que sepresentaba inerte el fruto de nueve

meses.

−Ya se’ á al siguiente −animabacon total indiferencia a su marido.

−Deberías reposar más los emba-razos, mujer. No conviene queestés sirviendo vino minutos antesde parir y mucho menos que armesesas trifulcas con los deudores.

−¡Lo que faltaba! Y permitir queesos cochinos borrachos nos robennuestro sudor ¡eso jamás! ¡Jamás!−repetía con los ojos inyectados ensangre.

Y, uno tras otro, subían al cielo losangelitos...

Era Ramona una mujer fuerte decarácter y así como empleaba lospuños con sus deudores, intimabaen la alcoba con sus más fielesacreedores. No era extraño que alacabar una partida de julepe quese hubiera dado bien, cogiera unprovinciano a Ramona por el brazoy subieran juntos al altillo para sal-dar cuentas, como ella misma seexcusaba ante su marido.

−¿Pero no ves que está mancillan-do tu lecho? ¡Que te la está dando!

−¡Por Dios, cállate! Mi mujer yaquel señor están revisando factu-ras.

−Ya lo creo que sí, como que esSergio García Muñoz, alumno de 2º B deBachillerato

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25Léeme 7IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08

una ramera.

Y Darío, encolerizado, echaba apuntapiés de la taberna a quienosara referirse así a su mujer.

Era éste, el de la infidelidad, untema peliagudo. En cierta ocasión,Darío llegó a confesarme que, enverdad, prefería ignorar y ser feliz asaber demasiado y sentirse desgra-ciado. Él quería ser como su hijoPepinillo, y llevar siempre una son-risa en la boca y correr tras lasmariposas y los sueños... Paranada, y pese a su avanzada edad,era partidario de la actitud contem-plativa. −Hacer, hacer... ¡y no pen-

sar!− Solía decir en un murmullocuando las voces amigas le invita-ban al merecido reposo y descan-so. Bien comprendí yo, ya desdeentonces, que Darío huía de pensarocioso y a solas, que algún pensa-miento le perseguía.

***

Ocurrió un día que Pepinillo regre-saba a la taberna, siendo medio-día, cuando se vio sorprendido porla turba de pilluelos que salían dela escuela. Pepinillo comenzó a

correr camino adelante, mas suspiernecitas cortas e insegurosmovimientos permitieron a sus per-seguidores darle alcance.

−¿Qué llevas ahí? -le preguntó unniño con cara de ratón.

−Naaa... naaa... −balbuceó el tontoque tartamudeaba siempre que laemoción le desbordaba mientrasse acercaba al pecho, con másfuerza todavía, la cría de calandriaque había encontrado en su diariopasear.

−¡Pepinillo no sabe hablar! −ycomenzaban a corear con susinfantiles vocecillas aquello de: "nosabe, no sabe, ni nunca aprenderá,orejas de burro le vamos a poner."El chico, asustado y turbado, inten-

tó adelantarse pero una vez másllegaron hasta él. Los chavales lorodearon y comenzaron a empujar-lo hasta que uno de ellos consiguióarrebatarle de las manos el pajari-llo y de una patada, lo echó al riba-zo próximo. Pepinillo, enrabietado,comenzó a arremeter contra susacosadores lanzando mordiscos alaire y espumeando una baba epi-léptica. Todos huyeron asustados algrito de :

−¡Loco, loco Pepinillo!

Todavía tuvo fuerzas para perse-guirlos a la carrera unos metros,aunque enseguida desistió entre-gándose a la búsqueda de su ami-guito entre los cañaverales.

El día se había dado bien y Darío yyo volvíamos de la ciudad trashaber cobrado unas rentas de unpiso que heredamos tiempo atrás.Poco antes de llegar a la taberna ycobrar fuerzas apagando la sed ysaciando el apetito, nos detuvo enel camino el chapoteo torpe de unacriatura en el barro. Nos asoma-mos esperando encontrar una resque hubiera quedado atrapada enel pegajoso cieno. La cara deespanto de Darío echó por tierratales presentimientos al reconocerlos alaridos de su hijo entre lamarabunta de cañas...

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26 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08Léeme 7

−¡Pepinillo, aguanta! −gritó elpadre a la vez que se entregaba ala búsqueda de su hijo con la ideade poner fin a su agonía. Se lanzópor entre los juncos, bajó casirodando la pendiente de una de lasorillas de la acequia, y se vio meti-do en el agua hasta la cintura conlos pies en el barro. Ante sus ojoscruzábanse las cañas formandoapretada bóveda, casi al ras delagua. Delante de él sonaba en lalobreguez un chapoteo sordo, comosi un perro se revolcara acequiaabajo... ¡Allí estaba su retoño!

Remontó victorioso el ribazo con elpequeño en sus brazos, agarrándo-sele fuertemente al cuello, y dejan-do olvidadas las alpargatas en ellégamo del lecho, con los pantalo-nes pegados a la carne, tirantes,pesados, dificultando los movimien-tos, recibiendo en el rostro el bofe-tón de las cañas tronchadas, losarañazos de las hojas rígidas y cor-tantes.

No hubo tiempo para explicaciones

de ningún tipo. Su ansia era llegarcuanto antes a la taberna parasecar al pobre de Pepinillo. Tenía lacarita nacarada y los labios moradi-tos... y no cesaba de tiritar y gesti-cular en intento de pronunciar pala-bra.

Abrió la puerta de una patada y,de dos zancadas, atravesó la largaestancia y subió las escaleras,volando cada cuatro peldaños, consu hijo en brazos.

−¿Pero qué mojca le ha picaoahora a’ste? −me preguntóRamona asomando la cabeza porla puerta del estrecho cuarto reser-vado a los fogones.

−Es Pepinillo, se cayó en una ace-quia.

−Baah... ¿y pa’eso tanta alborote-ría? Ya se’á pa’ menos...

Darío lo dejó con delicadeza sobresu catre y enseguida trajo un barre-ño con agua tibia y un brasero.Poco a poco, fue limpiando alpequeño de aquella costra cetrina

de limo seco que aferrábase a supielecita arrugada y flácida. Perono había manera de que entrara encalor. Lejos de apaciguarse, la tiri-tona aumentaba.

−Baja corriendo a por un tazón decaldo −me ordenó.

Volví a subir, acompañado en estaocasión por Ramona que, por pri-mera, vez tenía ante sus ojos a lacriatura después de su trágico acci-dente.

−Ha cogío frío... un costipaíllo, námás − y volvió a bajarse presta, nosea que algún truhán marchara sinpagar aprovechando su ausencia.

***

Pasaban los días y, por más que elmédico acudía y se embolsabaduros a cuenta de su diagnóstico,Pepinillo no recobraba las fuerzas.El chico se moría; bastaba verlopara convencerse. El pobre apenassi se movía: únicamente su pechocontinuaba elevándose con penosoestertor. Sus labios tomaban untinte violáceo y sus ojos, casi cerra-dos, dejaban entrever un globoempañado e inmóvil. Eran unosojos que ya no miraban, y su more-na carita parecía ennegrecida pormisteriosa lobreguez, como sisobre ella proyectasen su sombralas alas de la muerte. Lo único quebrillaba en su cabeza eran los peli-tos rubios, tendidos sobre las almo-hadas, y en esta madeja rizosaquebrábanse con extraña luz el res-plandor del candil. La madre lanza-ba gemidos desesperados cualleona dolida que intenta llamar laatención.

−Mi único hijo... −sollozaba.

Darío, absorto, apretando lospuños, mordiéndose los labios, conla vista fija en aquel cuerpecito, alque tantas angustias y estremeci-mientos costaba soltar la vida. Susojos secos, agitados por nerviosoparpadeo, la frente inclinada sobresu hijo, ofrecían una expresión aúnmás dolorosa que los lamentos desu madre.

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27Léeme 7IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08

Acaeció una tarde que el chicocobró fuerzas milagrosamente lle-gando incluso a levantarse un ratodel lecho. Darío ordenó inmediata-mente llamar de nuevo al médicoquien le aconsejó no aferrarse a laesperanza de sanación.

−La mejoría de la muerte, ná más-concluyó Ramona tras interpretar,más que entender, el diagnósticodel doctor.

Darío sufrió mucho estas palabrasde su esposa y en toda la tarde nose despegó de su hijo. Al caer latarde y establecerse la noche,Pepinillo empezó a delirar querien-do echarse del lecho en agitadosespasmos y revolviendo en tornolos espantados ojos. Duró aquellotres largas horas que a Darío leparecieron eternidades. Al fin, elpequeño pareció sosegarse. Ya nose revolcaba entre las sábanas, nisollozaba lastimeramente... parecíadescansar. Darío, presintiendo elfin de todo aquello, fue a buscar asu esposa para poder despedir asu último angelito. Llegó ante laentrada de la alcoba, donde elladormía desde que Pepinillo habíaenfermado, y llamó a la puerta. Almomento, detrás de la pared se

oyó un alboroto de tropiezos y pri-sas que a Darío le despertaron lasospecha.

−Ramona, ¿ocurre algo?

−¡Ya va! −rugió, sin duda, molestapor la interrupción.

Salió en camisón, con la melenaalborotada, echada sobre el rostro,las mejillas cárdenas y respirandotodavía entrecortadamente. En elsegundo en que la mujer abrió lapuerta, Darío pudo ver por encimade su hombro unos zapatos debuen caballero que se dejaban aso-mar debajo de la cama y, al fondo,detrás de las cortinas, parecíaesconderse una silueta tensa y ate-morizada que hacía estremecerselos lienzos. Ramona, de un bastoempujón, acompañó a Darío hastala habitación del chico que dormíacon carita de degollado

−No le molestemos, que descanse-susurró Ramona mesando los rizosde Pepinillo en escena artificiosa-mente maternal. Y volvióse a laalcoba.

Darío permaneció en la habitaciónvelando a su hijo, reflexionando...¡qué terrible es pensar! Al rozar elalba, Pepinillo se desveló comen-

zando a susurrar:

−¡Papá, papaíto!

−Sí, hijo, aquí estoy.

Pepinillo gesticulaba pero no emi-tía sonido inteligible alguno. Estirólos brazos al aire reclamando elabrazo paternal. Darío se echósobre él delicadamente llevándose-lo al pecho. En sus ojitos pudo ver...no era mirada aquello; era una gra-titud plena, el agradecimiento pro-fundo... amor hecho raciocinio;consciencia, aquella, que recono-cía, que glorificaba. Darío le besóen la frente y Pepinillo sonrió ycerró su ventanita al cielo. No pudocontenerse el padre y lloró. Enparte no era dolor; su desafortuna-do hijo había marchado feliz, acom-pañado... ¿Qué le quedaba a élahora? ¿Qué, sino una esposa insa-tisfecha, sino un futuro menguan-te? Y abandonado, a todas estasideas, se durmió el padre abrazadoal hijo huido.

Cantó el gallo y comenzaron ainundar la habitación los primerosrayos del día. Al ir a despertar aDarío, me encontré con que tam-bién había marchado conPepinillo... Desbordado por la amar-gura, le hice saber a Ramona la

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28 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08Léeme 7

triste nueva de la ausencia de sufamilia.

−En verdá aquel hombre amaba asu hijo... ¡Que la tristeza no nos cie-gue! A llamar al señor cura, quehoy tenemos entierro pero a lasemana que viene boda, ¡me casocon Gregorio! El muerto al hoyo y elvivo al bollo.

−¡Hay que ver! ¡Qué loba! −excla-mó sin vergüenza su misma herma-na Tecla.

−¡Qué loba ni qué lobo!

−El Señor tomará nota, no se olvi-da de estas cosas.

−¡Ea! ¡Eso sí que no! En nada hepecado, faltaría más ¡vamos!

¿No había ella de ser buena cris-tiana? Si el mismo Santísimo Cielohabía escuchado sus plegarias: for-mar una familia, pero una familiaque diera fruto. En cierta medidasentía la muerte de Darío, era unhombre delicado, fácilmente mane-jable... ¡pero todo no podía ser!. Yavendría Gregorio que, aunque unpoco más testarudo, le podría darhijos que emplear en hacer de lapequeña taberna su soñado hostal.

Cerré mis oídos a tan absurdo diá-logo y marché donde yacían mi her-mano y mi sobrino. Las sábanasarrebujadas en tensión, varias píl-doras esparcidas sobre la mesilla,un vaso de agua derramado por elsuelo, una silla volcada en angulo-sa posición que proyectaba grotes-cas sombras sobre la pared a la luzdel candil agonizante que las hacíadesaparecer caprichosamente,batiéndose en duelo con la luz delnuevo día. Terrible entorno aquélque continuaba reflejando laangustia que había acechado a losdos en vida...

Allí el padre, allí el hijo y, entreambos, un abrazo ajeno a todaangustia.

Caí de rodillas en medio de aque-lla habitación, clavado en el dolor.El universo entero era testigo...¿Qué sentido dar a la vida, enton-ces? ¿De qué sirvió el amor pater-nal sino para sufrir y mal morir?

Demasiadas preguntas sobre laexistencia. Abruma contemplarcómo los demás se limitan a ver lavida pasar, sin respuesta, en unalucha constante, en un egoísmo rei-nante... Mas no quiero hacer deello mi tristeza, ya estoy cansado.

Y sintiendo todavía el calor de mi

hermano y mi sobrino en elambiente, dispuse todo lo necesa-rio para amortajarlos.

Así hemos encontrado el mundo...¡y así lo dejaremos!

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29Léeme 7IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08

Sakura

por Diego Perdiguero Trillo

Premio 2º de Prosa, Categoría C, Concurso Cervantes 2008

"Es 19 de Abril en Kioto yhoy hay un día despeja-do. El protocolo de Kioto

sigue en marcha pero parece quealgunos países contaminan…"

Katsugiro apagó la radio.

Iba conduciendo por la carretera ytenía planeado pasar un día ocioso.Su coche funcionaba con energíasolar. Él se consideraba bastanteecológico, haciendo honor a su ciu-dad, y su alto puesto empresarial lepermitía comprarse un vehículocomo ése.

En los asientos traseros llevaba untrípode metálico y una cámara foto-gráfica con distintos objetivos inter-

cambiables. La fotografía era suhobby, su pasión. Se disponía a iral santuario de Kinkaku-ji, elPabellón Dorado, y captar la belle-za de aquel símbolo nacional. Teníatreinta años, un sueldo alto, espo-sa, dos hijos y tiempo libre ¡No sepodía quejar!

Aparcó el coche a las afueras delos jardines y cogió su cámara defotos. Los colores blancos y rosasteñían la zona y un fuerte olor apolen impregnaba el ambiente. Eraprimavera y los cerezos habían flo-recido, otro de los símbolos deJapón. Una suave brisa mecía lasramas de los árboles y llevaba elaroma de lado a lado, colándoseentre los troncos y aturdiendo a losvisitantes.

De camino al santuario Katsugiro

tomó algunas fotos de los cerezos;unos pétalos revoloteando, unasramas formando siniestras formas,como si de entrelazados brazos setrataran…

Tampoco había demasiada gentevisitando el lugar: algún que otrodeportista en bicicleta o corriendo,un pequeño grupo de turistas occi-dentales y un par de budistas quehabían ido allí a meditar. Eso legustó a Katsugiro, nadie que lediese codazos ni masas de genteque le atosigasen; así podía hacerlas fotos tranquilamente.

Al final del camino se encontró enun claro con un estanque, el Kioko-chi (espejo de agua), y en el centro,el santuario. Era un estanque deagua totalmente calmada, casi cris-talina, y unas minúsculas islas flo-Diego Perdiguero Trillo, alumno de 1º D

de Bachillerato

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30 IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08Léeme 7

taban con arbustos encima. El san-tuario era una maravilla; un pisocon las puertas de madera y otrosdos pisos cubiertos de oro puro,adornados con un tejado de tejasde caoba. Pero nada comparadocon lo que adornaba su interior.

Después de sacar unas cuantasfotos al estanque y al santuariodesde el exterior, pasó por unestrecho puente de madera queunía el templo con la otra orilla delestanque y entró al edificio. Erauna pena pero dentro no se podíanhacer fotos así que le puso la tapaal objetivo y se colgó la cámara alcuello. El primer piso, la "Cámarade las aguas", le evocó a la clásicadecoración japonesa. Era básica-mente una habitación rodeada poruna baranda. En el segundo, llama-do la Torre de las Ondas del Viento,era de estilo samurai y el últimopiso, el único con ventanas, de esti-lo Zen, albergaba unas figuras deBuda.

Una vez visto todo, Katsugiro, conun sentimiento de satisfacción ypaz interior que le recorría todo elcuerpo, dio media vuelta y cogió elcoche para volver a casa.

***

Asano Mishima, 35 años.

He malgastado mi vida.

En el momento en que nací, mivida no hizo mas que empeorar.Unos hombres me compraron acambio de un puñado de yenes. Noles culpo a mis padres, ellos ape-nas tenían dinero para alimentarse.A los ocho años mi corazón ya nosentía nada, me mandaban algunacosa y mi dedo apretaba el gatillode la pistola sin vacilar.

Alcancé la mayoría de edad y mehice alguien importante entre losque me compraron de pequeño yen ese momento me perdí del todo;drogas, ajustes de cuentas,robos…Un día, por la calle, un hom-bre me paró y me preguntó algo.

Era un hombre imponente, llevabael pelo rapado al cero, unos ojososcuros, capaces de intimidar acualquiera, y un tatuaje de un dra-gón asomaba la cabeza, enroscán-dose por el cuello, por encima deuna gabardina de color gris.

−He oído hablar de ti −dijo aquelhombre con una voz ronca.Encendió un pitillo y aspiró la pri-mera calada con fuerza. −Esagente con los que trabajas no sonnada. Ven conmigo y conseguirásmucho más.

Durante esa época yo sólo queríapoder, dinero y chicas, así quecuando aquel hombre me ofreciótodo eso y más, no me lo pensédos veces.

−De acuerdo, lo otro ya me queda-ba pequeño ¿Cuándo empiezo?

−Bien, bien, veo que empiezas confuerza, pero acuérdate que en estegrupo somos una familia y los erro-res se pagan caros −dijo el extraño.Hizo un gesto con el dedo meñiqueque no conseguí entender en aquelmomento. −Mañana por la noche

pásate por la sala de juego en estamisma calle y conocerás al jefe deeste barrio.

Ahora mismo, en el presente,paseo por las calles bajo la lluvia.Intento reflexionar pero no sé cómosalir de ésta. Mi corazón ha vueltoa florecer como una flor de loto,pero en el peor momento. ¡Quierovivir, poder ver los cerezos del añosiguiente, beber sake, conocer auna chica que me quiera…! Pero sisigo así…

Ya me falta un dedo, pero si inten-to salir de los yakuza de nuevo…me parece que va a ser algo másque eso.

Me han mandado otro trabajo; porlo visto el jefe estuvo ayer pasean-do por los jardines del PabellónDorado y alguien le fotografió. Mehan dicho que si esas fotos salen ala luz desvelarán la identidad dellíder de los yakuza y eso no sepuede permitir, así que debo mataral fotógrafo.

Pero no quiero seguir matando, nosé qué hacer, estoy en un callejónsin salida.

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31Léeme 7IES Cardenal Sandoval y Rojas 2007-08

***

Katsugiro estaba en una habita-ción pequeña. Una luz roja ilumina-ba a duras penas el cuarto y reci-pientes llenos de líquidos químicoslo hacían más pequeño aún.Acababa de salir de trabajar y sedisponía a revelar sus magníficasfotos de su visita al PabellónDorado. Con unas pinzas cogió lasfotos una a una y las sumergió enuno de esos extraños líquidos paradespués colgarlas con pinzas enuna cuerda que atravesaba toda lahabitación.

Poco a poco las fotos fueron reve-lándose y en una de ellas habíaalgo que a Katsugiro no le agradó;un grupo de hombres con gabardi-nas de cuero hasta los pies y tatua-jes adornando todo su cuerpo visi-ble parecían proteger a otro másbajo que el resto.

−¿Pero qué…? Si yo hice la foto alos cerezos −se preguntó extraña-do.

Pero cuando se disponía a descol-garla, una mano con un pañohúmedo apretó con fuerza en sucara y le hizo perder el conocimien-to enseguida.

Se despertó con la vista nublada yun ligero dolor de cabeza. Intentómoverse pero una cuerda aprisio-naba sus manos. Cuando sus ojosse acostumbraron a la luz de unapequeña bombilla, se volvió histéri-co. Estaba sentado en una silla,atado de pies y manos y un hom-bre permanecía en la sombríaesquina de una habitación diáfana.

−Katsugiro Umezawa, por lo vistoayer… −dijo aquel hombre entre lassombras.

−¡Por favor no me mate, yo no hehecho nada! −gritó Katsugiro des-esperado− ¿Qué quiere, dinero? Ledaré dinero, lo que quiera, pero nome mate, se lo suplico.

La expresión del secuestrador eraextraña; parecía nervioso, preocu-pado, como si estuviese indeciso;al ver el miedo en los ojos de aquelhombre atado en la silla, se lerevolvía el estómago.

−¿Ves esto? −le preguntó ense-ñándole el muñón de su dedomeñique− Si no te mato será algomás. Tú no me puedes ayudar condinero, la única manera es matán-dote.

−¡Pero yo no he hecho nada! Porfavor, no me mate. Si lo que quierees salir del lío en el que está meti-do, yo le puedo dar dinero, puedesalir fuera del país.

−¡Claro, todo es tan fácil! Vosotroslos ricos siempre lo arregláis todocon dinero.

−¿Y vosotros? Cuando alguien noos gusta lo asesináis como si fuesebasura −protestó Katsugiro enva-lentonado.

Esa osadía la salió cara y elsecuestrador le asestó un puñetazoen la cara. La silla balanceó y alcaerse, el respaldo se hizo astillas.La boca le sabía a sangre aKatsugiro y se sentía mareado. Conla mano liberada y temblando, sacóuna cartera del bolsillo trasero desu pantalón y se la lanzó al secues-trador.

−Mira, los ricos también tenemoscorazón −le dijo ya sin miedo.Viendo cómo iban las cosas, teníaen la mente la opción de morircomo algo normal. −Esos dospequeños de la foto de la derechason mis hijos, y la de la izquierdaes mi mujer.

La cara del secuestrador palidecióy la cartera se le resbaló de lasmanos.

−¿Cómo…cómo se llama tu mujer?−preguntó tartamudeando.

−Sakura.

−¿Sakura qué más? −preguntó denuevo más nervioso que antes.

−Sakura Mishima, ¿qué te importaeso a ti?

Las piernas le temblaban alsecuestrador y cayó al suelo trasoír lo que dijo Katsugiro.

−Sakura Mishima… es… es mi her-mana −hubo un largo e incómodosilencio y después lo explicó todo−Me llamo Asano Mishima; depequeño unos delincuentes mecompraron, pero yo tenía una her-mana. Nunca volví a verla después

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de eso, pero está claro que la de lafoto es ella. ¡No puedo matar almarido de mi hermana, malditasea!

−Es imposible, ella nunca mehabló de ningún hermano…

−Porque ignora mi existencia, nose acuerda de mí, era muy peque-ña cuando yo me fui. ¡Se acabó!−dijo con fuerza y decisión, sacandouna pistola de la chaqueta yponiéndosela en la boca, notandoel frío y seco sabor del metal.−Nohay otra solución.

−¡No, no! −gritó Katsugiro entrece-rrando los ojos y esperando elruido del disparo.

Hubo otro largo pero angustiososilencio, en el que Asano manteníael dedo apretando el gatillo.

−Dime ¿Sakura es feliz contigo?−preguntó de repente Asano qui-tándose la pistola de la boca.

−Pues… −contestó Katsugirosobresaltado ante tal pregunta−Tenemos dos hijos y gozamos debuena salud.

−Eso es lo único que me hace faltasaber. Hay gente en este mundoque merece la muerte porque ya hacausado muchas a lo largo de suvida. Por favor, no le digas nada aSakura sobre mí, seguro que esmás feliz sin saber que tuvo un her-mano como yo.

Acto seguido, Asano apretaba elgatillo con decisión, sintiéndosebien consigo mismo, comprendien-do que estaba haciendo lo correc-to. Un escandaloso ruido y un fuer-te olor a pólvora es lo queKatsugiro pudo sentir antes de verel cuerpo sin vida de Asano sobreun charco de sangre.

***

−¡Katsugiro, cariño! ¿Qué te hapasado? Tienes sangre en la cara.

−Tranquila, me caí en la calle, soy

un torpe. ¿Los niños están dur-miendo ya?

−Sí, es muy tarde, ¿Dónde hasestado?

−Pensando. Sakura, ¿sabes dequé me he dado cuenta hoy? Queme ha tocado una vida que

muchos envidiarían.

−Estás muy raro, cariño, en serio.¿Dónde has estado?

−Si de verdad confías en mí noquerrás saberlo, solo te pido esefavor. Hay cosas que no se debensaber.