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Conunasuertedepudor,Sakidauntonodetrivialidadarelatoscuyaíntimatrama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia deénfasispuederecordarlasdeliciosascomediasdeWilde.

Su Inglaterra era aquélla de la clase media victoriana, regida por laorganizacióndel tedioypor la repetición infinitadeciertoshábitos.Conunhumorácido,esencialmenteinglés,Sakihasatirizadoaesasociedad.

JorgeLuisBorges

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Saki

LareticenciadeladyAnneLaBibliotecadeBabel-28

ePubr1.2orhi24.11.14

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Títulosoriginales:TheReticenceofLadyAnneTheStory-TellerTheLumber-RoomGabriel-ErnestTobermoryTheFrameTheUnrest-CureThePeaceofMowsleBartonQuailSeedTheOpenWindowSredniVashtarTheInterlopersSaki,1910Traducción:JesúsCabanillas

Editordigital:orhiCorreccióndeerratas:LedoePubbaser1.2

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Prólogo

ComoThackeray,comoKiplingycomo tantosotros ingleses ilustres,HectorHughMunronacióenelOrienteyconocióenInglaterraeldesamparodeunaniñezvividalejos de los padres y, en su caso, severamente vigilada por dos rígidas tías. Sunombre, Munro, corresponde a una antigua familia escocesa; su sobrenombreliterario, Saki, de las Rubáiyát (la palabra en persa quiere decir copero). Segúntestimonio de su hermana Ethel, las tías tutelares, Augusta y Carlota, eranimparcialmente detestables; el hecho de que odiaran a los animales puede no serajenoalamorqueMunrosiemprelesprofesó.Ensuobraabundanlasaborreciblesyarbitrarias personas mayores cuya sola presencia frustra la vida de quienes lasrodean y la amistad de los animales, en la que siempre hay algo de magia.CompletadasueducaciónuniversitariaenInglaterra,volvióasupatria,Birmania,paraocuparuncargoenlapolicíamilitar.Sieteataquesdefiebreenpocomásdeunaño,loforzaronaregresar.EnLondresejercióelperiodismo.SeinicióenlasátirapolíticaenlaWestminsterGazetteyentre1902y1908fuecorresponsaldelMorningPostenPolonia,enRusiayenParís.Enestaciudadaprendióagozardelabuenacomida y a despreciar lamala literatura.A la edad de cuarenta y cuatro años en1914 fue, honrosamente, uno de los cien mil voluntarios que Inglaterra envió aFrancia.Sirvió,comosoldadoraso,lomataronenelinviernode1916enelataqueaBeaumont-Hamel. Se dice que sus últimas palabras fueron: Put out that bloodycigarette, “Apaguen esemaldito cigarrillo”. No es imposible que se refiriera a laguerra.Suvidafuecosmopolita,perotodasuobra(conlaexcepcióndeunsolocuentoqueyacomentaremos)sesitúaenInglaterra,enlaInglaterradesumelancólicainfancia.Nunca se evadió del todo de aquella época, cuya irremediable desventura fue sumaterialiteraria.Estehechonadatienedesingular;ladesdichaes,segúnsesabe,unodeloselementosdelapoesía.LaInglaterra,padecidayaprovechadaporél,erala de la clase media victoriana, regida por la organización del tedio y por larepetición infinita de ciertos hábitos. Con un humor ácido, esencialmente inglés,Munrohasatirizadoaesasociedad.Elprimerrelatodeestaserie,LareticenciadeLadyAnne,juegaasersatírico,pero,bruscamente, es atroz. El narrador de cuentos se burla de las convenciones delapólogoydelahipócritabondad.Laniñezdesdichadadelautorvuelveaapareceren El cuarto trastero, que prefigura a Sredni Vasthar y que, en algún momento,recuerdalaadmirablePuertaenelmurodeWells.Másalládelosrasgossatíricosaque nos ha habituado el autor, la pieza titulada Gabriel-Ernest renueva un mitouniversal, eludiendo todo arcaísmo. Un animal es también el protagonista deTobermoryy,extrañamente,esteanimalesunaamenazaporloquetienedehumanoyderazonable.Elmarcoesunaextravaganciasinprecedentes,quesepamos,enlaliteratura.Mientrasesdeleznable,elhéroeesvalioso;cuandorecobrasudignidad,

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ya no es nadie. Los protagonistas de Cura de desasosiego ignoran el argumentoesencial;noasíellectorqueledasugenerosaydivertidacomplicidad.EnLapazdeMowsleBartonsentimosintensamentelosingulardelconceptodebruja,enelqueseaúnan el poder, la magia, la ignorancia, la maldad, la miseria y la decrepitud.Mixtura para codornices insinúa, desde el extraño título, la arbitrariedad y laestupidezdelaconductadeloshombres.NolosobrenaturalsinolasimulacióndelosobrenaturaleseltemabásicodeLapuertaabierta.Sinembargo,situviéramosqueelegirdosdeloscuentosdenuestraantología(ynadanosobliga,porcierto,aesadualidad),destacaríamosSredniVastharyLosintrusos.Elprimero,acasocomotodobuencuento,esambiguo:cabesuponerqueSredniVastharerarealmenteundiosyqueeldesventuradoniñolointuía,perotambiéneslícitalahipótesisdequeelcultodelniñohizodelhurónunadivinidad,tampocoestáprohibidopensarquelafuerzadelanimalprocededelniñoqueseríarealmenteeldiosyquenolosabe.Estábienque el hurón vuelva a lo desconocido de donde vino; no menos admirable es ladesproporciónentrelaalegríadelniñoliberadoyelhechotrivialdeprepararseunatostada.Del tododiferentees la fábulaquese titulaLos intrusos.Ocurre, comoelPrinceOttodeStevenson,enesaboscosaysecretaEuropaCentralquecorrespondemenos a la geografía que a la imaginación. Nunca sabremos si procede de unaexperienciapersonal;lasentimoscomounahistoriafueradeltiempoquetienequehaberse dado muchas veces y en formas muy diversas. Los caracteres no existenfuera de la trama, pero ese rasgo la favorece, ya que es propio del mito y de laleyenda. El título prefigura la línea final que, sin embargo, es asombrosa ysingularmente patética. Para Dios, no para los hombres, los dos enemigos, que,esencialmente,sonélmismo,sesalvan.Conunasuertedepudor,Sakidauntonodetrivialidadarelatoscuyaíntimatramaes amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puederecordarlasdeliciosascomediasdeWilde.

JorgeLuisBorges

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LareticenciadeladyAnne

Egbert entró en el gabinete, espaciosoy sucintamente iluminado, conel airedeunhombrequenoestásegurodesiseadentraenunpalomaroenunafábricadebombasysehallapreparadoparaambaseventualidades.Elinsignificantealtercadodomésticohabidoantelamesadelalmuerzohabíasedisputadosinllegaratérminodefinitivoyel problema era saber hasta qué punto lady Anne se hallaba en disposición dereiniciarocesarlashostilidades.Suposturaenelsofá,juntoalamesadelté,eradeuna rigidez un tanto artificiosa; en la penumbra de un atardecer de diciembre losquevedos de Egbert no le eran materialmente de gran utilidad para distinguir laexpresióndesurostro.Enunintentoporrompercualquierhieloquepudieraflotarenlasuperficieformulóunaobservaciónacercadeunatenueluzlitúrgica.LadyAnneoélmismosolíanhacerestaobservaciónentrelas4.30ylas6delastardesdeinviernoodefinesdeotoño;formabapartedesuvidaconyugal.NoexistíaunaréplicaestablecidaparaellayladyAnnenodioninguna.DonTarquinioestabatumbadosobrelaalfombra,alamordelachimenea,conunasoberbiaindiferenciaanteelposiblemalhumordeladyAnne.Supedigree era tan intachablementepersacomoelde laalfombray supilosocollarínentraba en la gloria de su segundo invierno. El joven criado, que tenía tendenciasrenacentistas,lehabíaacristianadocomoDonTarquinio.Abandonadosasímismos,EgbertyladyAnneinfaliblementelehabríanpuestoFluff,peronoeranobstinados.Egbertsesirvióunpocode té.Comonohabía lamenor trazadequeelsilencioserompiera a iniciativade ladyAnne, se armódevalor para realizar otroyermáqueoesfuerzo[1].—La observación que hice durante el almuerzo tenía una intención puramenteacadémica —anunció—; pareces atribuirle una significación innecesariamentepersonal.LadyAnnemantuvo su defensiva barrera de silencio. Displicentemente, el pinzónreal colmó el intervalo con un aire de Ifigenia en Táuride. Egbert lo reconocióinmediatamente,yaqueeraelúnicoairequesilbabaelpinzónyhabíallegadoasusmanosconlareputacióndesilbarla.TantoEgbertcomoladyAnnehubieranpreferidoalgodeTheYeomanof theGuard[2], que era su ópera favorita.Enmateria de arteteníanungusto similar.Ambos se inclinabanpor lo sinceroy explícito en arte; uncuadro,porejemplo,que lodijera todopor símismo,con lagenerosaayudade sutítulo.Uncorceldeguerra sin jinete, conel arnésenevidenteestragoque irrumpedando tumbos por un patio lleno de pálidas y desfallecientes mujeres y con laanotación, al margen, de “Malas noticias”, sugería a sus mentes una meridianainterpretación de catástrofe militar. Les permitía apreciar lo que se trataba detransmitiryexplicárseloasusamigosdeinteligenciamásobtusa.El silencio se prolongaba. Por regla general, el enojo de lady Anne se tornaba

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articulado y acentuadamente voluble al cabo de cuatro minutos de mutismointroductorio.Egbert tomó la jarra de la lecheyvertióparte de su contenido en elplatillo de Don Tarquinio; como el platillo ya estaba lleno hasta los bordes elresultado fue un patético rebosamiento. Don Tarquinio lo contempló con unsorprendido interés que se desvaneció en una artificiosa impasibilidad cuando fuerequeridoporEgbertparaacercarseyengullirpartedelasustanciaderramada.DonTarquinio estaba preparado para desempeñarmuchos papeles en la vida pero el deaspiradoraenlalimpiezadealfombrasnoeraunodeellos.—¿Nocreesquenosestamosportandocomounostontos?—dijoEgbertjovialmente.SiladyAnnelocreíaasínolodijo.—Meatrevoadecirqueenparte laculpaha sidomía—prosiguióEgbertconunajovialidadqueseevaporaba—.Despuésde todo, tansólosoyhumano, tú lo sabes.Parecesolvidarquetansólosoyhumano.Insistíasobreestepuntocomosihubierahabidoinfundadasinsinuacionesdequeensuconformaciónhabíarasgossatíricos,conapéndicescaprinosallídondelohumanoterminaba.Elpinzónrealcomenzódenuevosuairede IfigeniaenTáuride.Egbertempezó a sentirse deprimido. Lady Anne no se tomaba su té. Tal vez se sintieraindispuesta. Sin embargo, cuando lady Anne se sentía indispuesta no solía serreticentealrespecto.“Nadiesabeloquesufroacausadelaindigestión”,eraunadesusaseveraciones favoritas;pero la faltadeconocimientosólopodíadeberseaunadefectuosaaudición;elmontantede la informacióndisponiblesobreel temahabríaproporcionadomaterialsuficienteparaunamonografía.EvidentementeladyAnnenosesentíaindispuesta.Egbert empezóaconsiderarqueestaba siendo tratadodeunmodopoco razonable;naturalmente,empezóahacerconcesiones.—Me atrevo a decir—observó, adoptando una posición sobre la alfombra situadaante la chimenea tan centrada como logró persuadir a Don Tarquinio que lepermitiese—, que se me puede censurar. Estoy dispuesto, si con ello puedorestablecerlascosasenunasituaciónmásfeliz,aintentarenmendarme.Se preguntaba vagamente cómo sería posible tal cosa. Las tentaciones se lepresentaban, en su madurez, de forma esporádica y no muy acuciantes, como undesmañado aprendiz de carnicero que pide un regalo navideño en febrero sin unarazónmáshalagüeñaqueelnohaberlorecibidoendiciembre.Noteníamásintencióndesucumbiraaquéllasquedecomprarloscubiertosdepescadoolasestolasdepielquelasseñorasseveíanobligadasasacrificarpormediodelascolumnasdeanunciosa lo largode losdocemesesdelaño.Sinembargo,habíaalgode impresionanteenestarenuncianosolicitadaaunosexcesosposiblementelatentes.LadyAnnenodiolamenormuestradeestarimpresionada.Egbert la miró nerviosamente a través de sus lentes. Llevar la peor parte en unacontroversia con ella no era una experiencia nueva. Llevar la peor parte en unmonólogoeraunahumillantenovedad.

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—Iré avestirmepara la cena—anunció conunavoz en la que intentódeslizar unciertodejedeseveridad.Ya en la puerta, un postrer acceso de debilidad le impulsó a hacer una ulteriorapelación.—¿Noestaremossiendomuytontos?—Unmemo—fueelcomentariomentaldeDonTarquinioalcerrarselapuertatraslaretiradadeEgbert.Luego,alzóalairesusaterciopeladasgarrasdelanterasybrincóconagilidadaunaestanteríasituadajustamentedebajodelajauladelpinzónreal.Eralaprimeravezqueparecíaadvertirlaexistenciadelpájaro,perodesplegabaunplandeacciónpreconcebido,conlaprecisióndeunamaduradeliberación.Elpinzónreal,que se imaginaba a sí mismo como algo parecido a un déspota, súbitamente seconfinóenunatercerapartedesuradiodeacciónnormalparasumirseluegoenundesvalido aleteo y en un estridente piar. Había costado veintisiete chelines, jaulaaparte,peroladyAnnenohizoelmenorgestodeiraintervenir.Llevabamuertadoshoras.

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Elnarradordecuentos

Eraunatardesofocanteyenelvagónreinabalaconsiguienteatmósferadebochorno.LasiguienteparadaseríaTemplecombe,alcabodecasiunahora.Losocupantesdelvagóneranunachiquilla,unachiquillamáspequeñayunchiquillo.Una tíade losniñosocupabaunasientoenunextremoyelasientodelextremoopuestoloocupabaunjovencaballeroqueeraajenoalgrupo,perolaschiquillasyelchiquilloocupabanostensiblemente todo el compartimiento.Tanto la tía como los niñosmanteníanuntipode conversación restringidaypersistenteque recordaba a las efusionesdeunamosca doméstica inasequible al desaliento. Aparentemente, la mayor parte de lasobservaciones de la tía comenzaba por “No” y casi todas las observaciones de losniños empezaban con “¿Por qué?”. El joven caballero no pronunciaba una solapalabra.—No, Cyril, no —exclamó la tía cuando el muchachito empezó a chupetear lasalmohadillasdelasiento,levantandounanubedepolvoacadabufido.—Venamirarporlaventanilla—añadió.Elniñoseencaminódemalaganahacialaventana.—¿Porquésellevanlasovejasdeeseprado?—inquirió.—Supongo que se las llevan a otro prado en que haya más hierba —dijo la tíaquedamente.—Perosihaymuchahierbaeneseprado—protestóelniño—;nohaymásquehierbaenél.Tía,enesepradohaymuchísimahierba.—Talvezlahierbadelotropradoesmejor—sugiriólatíasandiamente.—¿Porquéesmejor?—brotólainmediataeinevitablepregunta.—¡Oh,miraesasvacas!—exclamólatía.Encasitodosloscampos,atodololargodelavía,habíavacasybueyes,peroella lodijocomosivolcarasuatenciónsobreunarareza.—¿Porquéesmejorlahierbadelotroprado?—persistióCyril.En el rostro del joven caballero el entrecejo tornábase un profundo ceño. Era unhombreinsensibleyantipático,decidiólatíaparasusadentros.Sesentíatotalmenteincapazdellegaraalgunadecisiónsatisfactoriaacercadelahierbadelotroprado.Lamáspequeñade las chiquillas originóunadiversión al comenzar el recitadode“En el camino de Mandalay”. Se sabía tan sólo el primer verso pero extraía elmáximopartidodesulimitadoconocimiento.Repetíaelversounayotravez,comounamelopea,peroconunavozresueltayperfectamenteaudible.Aljovencaballeroseleantojabaaquellocomosialguienhubierahechounaapuestaconellaaquenoera capaz de repetir el verso en voz alta dosmil veces sin parar.Quienquiera quehubierahechoelenviteprobablementeperderíalaapuesta.—Venid aquí y escuchad mi cuento—dijo la tía, después de que el caballero lahubieramiradopordosvecesyunavezaltiradordellamada.Los niños se encaminaron displicentemente hacia el extremo del vagón en que se

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hallaba la tía. Evidentemente, su reputación como narradora no rayaba alto en suestima.Convozbajayconfidencial, interrumpida frecuentementepor sonorasypetulantespreguntasdesusoyentes,dioprincipioauncuentoanodinoylastimosamentefaltodeinterésacercadeunaniñaqueerabuenayquedebidoasubondadsehacíaamigadetodoelmundoyquealapostreseveíaasalvodeuntoroenfurecidoacargodeunoscuantossalvadoresqueadmirabansucaráctermoral.—¿Esquenolahabríansalvadosinohubierasidobuena?—preguntólamayordelas niñas. Era exactamente la pregunta que el joven caballero hubiera queridoformular.—Bueno, pues sí —admitió la tía a regañadientes—, pero no creo que hubierancorridoensuayudacontantapremurasinolahubierantenidoentanaltoaprecio.—Es el cuentomás estúpido que he oído jamás—dijo lamayor de las niñas coninfinitaconvicción.—Yo,despuésdeoírelprincipio,yanoheescuchadomás.Eratanestúpido—dijoCyril.La más pequeña de las chiquillas no hizo ningún comentario explícito acerca delcuentoperohacíaunlargoratoquehabíareemprendidoenunsusurrolarepeticióndesuversofavorito.—Nopareceusted tenerungranéxitocomonarradora—dijosúbitamenteel jovencaballerodesdesuextremo.Latíaseerizóeninstantáneadefensaanteaquelataqueinesperado.—Esmuydifícilcontarcuentosquelosniñospuedanalavezcomprenderydisfrutar—dijocontiesura.—Noestoydeacuerdoconusted—replicóeljovencaballero.—Talvezaustedlegustaríacontarlesuncuento—fue,asuvez,laréplicadelatía.—Cuéntenosuncuento—pidiólamayordelasniñas.—Érase una vez —comenzó el joven—, una niñita llamada Bertha que eraextraordinariamentebuena.Elinterésinfantil,momentáneamentedespertado,empezóadecaeralinstante;todoslos cuentos parecían horriblemente similares, independientemente de quién loscontara.—Hacía todo lo que lemandaban, decía siempre la verdad,mantenía sus vestidoslimpios, se comía las gachas como si fueran tartas de confitura, se aprendía lasleccionesperfectamenteyerademodaleseducados.—¿Eraguapa?—preguntólamayordelasniñas.—No tan guapa como vosotras —respondió el joven—, pero era horriblementebuena.Se produjo un movimiento de reacción a favor del cuento; la palabra horribleasociada con bondad era una novedad que se recomendaba por sí sola. Parecíaintroducirunaaureoladeautenticidadquesehallabaausentedeloscuentosinfantiles

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delatía.—Era tan buena—prosiguió el joven—, que ganó varias medallas a causa de subondad, las cuales se prendía siempre en el vestido. Tenía una medalla a laobediencia, otra a la puntualidad y una tercera por su buena conducta. Eran unasmedallasgrandes,demetal,ytintineabanunasconotrasalandar.Ningúnotroniñodelaciudadenquevivía tenía tantasmedallas,demodoquetodoelmundoestabaenteradodequeaquelladebíaserunaniñasuperbuena.—Horriblementebuena—acotóCyril.—Todoelmundohablabadesubondad,yelpríncipedeaquelpaísoyóhablardelcasoydijoquepuestoqueeratanbuenaselepermitiríapasearunavezalasemanaporsuparque,quesehallabaenlasafuerasdelaciudad.Eraunhermosoparqueyjamásselehabíapermitidoelaccesoaniñoalguno,demodoqueeraungranhonorparaBerthaqueleautorizasenaentrar.—¿Habíaovejasenelparque?—preguntóCyril.—No—dijoeljoven—,nohabíaovejas.—¿Yporquénohabíaovejas?—surgió la inevitablepreguntaderivadadeaquellarespuesta.Latíasepermitióunasonrisaquepodríahabersidodescritacomounamueca.—Enelparquenohabíaovejasporque—dijoel caballero—lamadredelpríncipehabíasoñadounavezqueasuhijolemataríaounaovejaounrelojqueselecaeríaencima. Por esa razón, el príncipe no tenía ovejas en su parque ni relojes en supalacio.Latíacontuvounaboqueadadeadmiración.—¿Yalpríncipelematóunaovejaounreloj?—inquirióCyril.—Aúnvive,asíquenopodemossabersielsueñoseconvertiráenrealidad—dijoeljoven con despreocupación—; sea como fuere, en el parque no había ovejas perohabíamontonesdecerditoscorreteandoportodaspartes.—¿Dequécoloreran?—Negrosconlacabezablanca,blancosconmotasnegras,totalmentenegros,grisesconmanchasblancasyalgunoseranblancosporcompleto.Elnarradorhizounapausaafindepermitirqueenlaimaginacióndelosniñoscalaraunaideaglobaldelostesorosdelparque;luegoresumió:—Berthasepusobastantetristealdescubrirqueenelparquenohabíaflores.Habíaprometidoasustías,conlágrimasenlosojos,quenocortaríaningunadelasfloresdelgentilpríncipeysehabíapropuestocumplirsupromesa,asíquelehizosentirsecomounatontaelcomprobarquenohabíafloresquecortar.—¿Yporquénohabíaflores?—Porque los cerdos se las habían comido todas—replicóprontamente el joven—.Losjardineroslehabíanadvertidoalpríncipequenoesposibletenercerdosyflores,asíqueaquéldecidiótenercerdosynoflores.Hubo un murmullo de aprobación ante la excelente decisión del príncipe; mucha

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gentehabríaoptadoporlaotraposibilidad.—En el parque habíamontones demuchas otras cosas deliciosas.Había estanquesconpecesdoradosyazulesyverdes,yárbolesconbellísimospapagayosquedecíanespontáneamente frases agudas y colibríes que entonaban todas las melodíaspopulares delmomento.Bertha paseaba por doquiera y disfrutaba enormemente, ypensabaparasusadentros:“Sinofueratanextraordinariamentebuenanomehabríanpermitidoentrarenestehermosoparqueygozarde todocuantoenélseve”,ysusmedallastintineabanunasconotrasalcaminaryleayudabanarecordarlobuenísimaqueenverdadera.Enaquelmomento,unenormelobosecolabaenelparqueaversilograbaatraparunlechoncitobiengordoparalacena.—¿Dequé color era?—preguntaron los niños, enmedio de un súbito arranquedeinterés.—Todoéldecolorfango,conlalenguanegrayunosojosgrispálidoquebrillabanconinefableferocidad.LoprimeroquevioenelparquefueaBertha;sudelantalerataninmaculadamenteblancoeimpolutoqueseladistinguíadesdeunagrandistancia.Bertha vio al loboque se dirigía cautelosamente hacia ella y empezó a desear quejamás le hubieran franqueado la entrada al parque. Echó a correr con todas susfuerzasyelloboselanzótraselladandograndessaltosyzancadas.Laniñaconsiguióllegaraunespesomacizodemirtosyseocultóenlomásdensodelosarbustos.Elloboseacercóolfateandoentrelaenramada,consuenormelenguanegracolgándolefuera de la boca y los ojos gris pálido relampagueando de rabia. Bertha estabaterriblemente asustada y pensaba para sus adentros: “Si no hubiera sido tanextraordinariamente buena en estos momentos estaría felizmente a salvo en laciudad”.Noobstante,elaromadelmirtoeratanfuertequeellobonopodíaolernadadonde Bertha estaba escondida y los arbustos eran tan espesos que podría haberestado rondando en torno a ellos muchísimo tiempo sin llegar a vislumbrarla, demodoquesepensóqueseríamejorlargarseyatraparuncerditoensulugar.Berthatemblabaunabarbaridadteniendoalloboolisqueandoyhusmeandotancercadeellayconeltemblorlamedalladelaobedienciatintineócontralasmedallasalabuenaconducta y a la puntualidad. El lobo se alejaba ya cuando oyó el sonido de lasmedallastintineandoysedetuvoaescuchar;lasmedallastintinearonnuevamenteenunarbustomuycercadeél.Seabalanzó sobre la espesuracon losojosgrispálidorelampagueando de ferocidad y triunfo, arrastró aBertha fuera de allí y la devoróhastaelúltimobocado.Todoloquequedódeellafueronsuszapatos,algunostrozosdevestidoylastresmedallasporserbuena.—¿Resultómuertoalgúncerdito?—No,todosescaparon.—El cuento empezómal—dijo lamás pequeña de las chiquillas—, pero tiene unfinalmuybonito.—Es el cuento más bonito que he oído nunca —dijo la mayor de las niñas coninmensadecisión.

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—Eselúnicocuentobonitoqueheoídojamás—dijoCyril.Unaopinióndisidenteprovinodelatía.—¡Uncuentoaltamenteimpropioparacontaraunoschiquillos!Haminadoustedelefectodeañosdeesmeradaenseñanza.—En cualquier caso—respondió el joven caballero recogiendo sus pertenencias ypreparándose para abandonar el vagón—, les he mantenido callados durante diezminutos,queesmásdeloqueustedescapazdehacer.“¡Pobre mujer!”, pensó para sus adentros mientras caminaba por el andén de laestacióndeTemplecombe;“¡porlomenosdurantelospróximosseismeseslavanaasaltarenpúblicoconlasolicituddeuncuentoimpropio!”.

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Elcuartotrastero

Losniñosibanair,comoespecialdeferencia,alaplayadeJagborough.Nicholasnoseríadelapartida;estabacastigado.Aquellamismamañanahabíarehusadotomarsesunutritivalecheconsopasconelfundamento,aparentementefrívolo,dequeenellahabíaunarana.Personasmayoresqueélenedad,saberygobierno lehabíandichoquenoeraposiblequehubieraunaranaensulecheconsopasyquenodebíadecirdisparates; no obstante, el niño persistió en proclamar aquello que tenía todas lastrazas de ser un inmenso disparate y llegó a describir, incluso, con gran detalle lacoloraciónyelmoteadodelasupuestarana.ElladodramáticodelincidenteestuvoenquehabíarealmenteunaranaeneltazóndelecheconsopasdeNicholas;lahabíapuestoélmismo,demodoquesesentíalegitimadoparasaberlo.Elpecadodecogeruna rana del jardín y ponerla dentro de un nutritivo tazón de leche con sopas fuedesmesuradamentemagnificado,peroelhechoquemásclaramentedestacabaentodoaquelasunto,talycomosepresentabaenlamentedeNicholas,eraquelaspersonasmayoresenedad,saberygobiernohabíandemostradoestarenelmásostensibleerrorrespectoacuestionesacercadelascualeshabíanexhibidolamásabsolutaseguridad.—Decíaisquenoeraposiblequehubieraunaranaenmilecheconsopas;habíaunaranaenmilecheconsopas—repetía,conlainsistenciadeunhábilestrategaquenotieneintenciónderetirarsedeunterrenoqueleespropicio.Así,pues,asuprimo,asuprimayasuanodinohermanitoibanallevarlesalaplayade Jagborough aquella tarde y él se quedaría en casa. La tía de sus primos, queinsistía,medianteuninjustificableesfuerzodesuimaginación,enintitularsetambiéntía suya, había planeado rápidamente la excursión a Jagborough a fin de hacerlepatenteaNicholaslasdeliciasqueseperdíacontodajusticiaacausadesudeplorableconductaduranteeldesayuno.Teníaporcostumbre,siemprequeeracastigadoalgunode los niños, improvisar algún acontecimiento de naturaleza festiva de la que eltransgresor era excluido implacablemente; si todos los niños incurrían en pecadocolectivo, eran informados inmediatamente de la presencia de un circo en algunalocalidad de los alrededores, un circo de una excelencia sin rival e incontableselefantes al que, de no haber sido por su depravación, les habrían llevado aquelmismodía.Alllegarelmomentodelapartida,elrostrodeNicholasfueescrutadoenbuscadealgunaslágrimasdecorosas.Larealidadfue,sinembargo,quetodoelllantolopusosuprimita, que sedesolló la rodilla dolorosamente contra el estribodel carruaje alencaramarseaél.—Qué alaridos daba—dijo Nicholas regocijado, en el momento en que el grupoiniciólamarchadesprovistodeesaexaltacióndelosánimosquedeberíahaberestadopresente.—Selepasaráenseguida—dijolasoi-disant tía—;vaaserunatardegloriosaparacorretearporesahermosísimaplaya.¡Cómovanadisfrutar!

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—Bobby no disfrutarámucho, ni va a corrermucho tampoco—dijoNicholas conunatorvarisita—;lasbotaslehacendaño.Leaprietandemasiado.—¿Porquénomedijoquelehacíandaño?—preguntólatíaconunaciertaaspereza.—Telodijodosveces,perotúnoleescuchabas.Ocurreconfrecuenciaquenonosescuchascuandotedecimosalgoimportante.—Te abstendrás de entrar en el huerto de las grosellas—dijo la tía cambiando detema.—¿Porqué?—preguntóNicholas.—Porqueestáscastigado—dijopomposamentelatía.Nicholas no acababa de admitir que el argumento fuera concluyente; se sentíaperfectamente capaz de estar al mismo tiempo castigado y en el huerto de lasgrosellas.Su rostro adoptóuna expresiónde ingente contumacia.Para la tíaquedóclaro que el niño estaba decidido a entrar en el huerto de las grosellas “sólo”, talcomosedecíaparasusadentros,“porquelehedichoquenoentre”.Elhuertode lasgrosellas teníadospuertasdeaccesoyquienquieraquesehubieradeslizadodentroyfueradereducidotamaño,comoeraNicholas,podíadesaparecerfácilmentede lavistaentre lasembozadorasplantacionesdealcachofas, losvaralesde frambuesas y otros arbustos frutales. La tía teníamuchas otras cosas que haceraquellatardeperodedicóunaodoshorasarealizartrivialesoperacionesdejardineríaentre losmacizosyplantelesde flores,desdedonde teníaa lavista lasdospuertasqueconducíanalparaísoprohibido.Eraunamujerdeescasasideasperodeunagrancapacidaddeconcentración.Nicholashizounaodossalidasaljardíndelanterosiguiendounasinuosatrayectoria,conobviorecatodesusintenciones,endirecciónhaciaunauotradelaspuertas,peroincapaz por el momento de burlar la vigilancia de la tía. En realidad, no tenía lamenor intención de entrar en el huerto de las grosellas pero era extremadamenteconvenienteparaélquesutíacreyeraquelatenía;dichacreencialamantendríaensuautoimpuestatareadecentineladurantelamayorpartedelatarde.Trasconfirmaryfortalecer plenamente las sospechas de la tía,Nicholas regresó solapadamente a lacasa y puso en práctica inmediatamente un plan de acción que había germinadolargamente en su cabeza. En la biblioteca, encaramándose a una silla, era posiblealcanzarunarepisaenlaqueseencontrabaunagranllavederelevanteaspecto.Lallave era todo lo relevante que su aspectodelataba; era el instrumentoqueponía asalvodeincursionesnoautorizadaslosmisteriosdelcuartotrastero,franqueandoelpasoalastíasyaotraspersonasigualmenteprivilegiadas.Nicholasnoteníamuchaexperienciaenelartedeencajarlasllavesenlascerradurasyhacerlasgirarperoenlosdíasprecedenteshabíapracticadounpococonlallavedelapuertadelcuartodeestudio;noeraamigodeconfiarenlasuerteyelazar.Lallavegirócondificultadenla cerradura, pero giró. La puerta se abrió y Nicholas se halló en un territoriodesconocido,comparadoconelcualelhuertodelasgrosellaseraundeleiterancio,unmeroplacermaterial.

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Nicholashabíaimaginadounayotravezcómoseríaelcuartotrastero,aquellaregióntan cuidadosamente precintada para los ojos juveniles y respecto a la cual laspreguntasnoobtenían respuesta.Aquello estabaa la alturade sus expectativas.Enprimerlugareraamplioyestabatenuementeiluminado,yaquelaúnicafuentedeluzla proporcionaba una alta ventana que daba sobre el jardín prohibido. En segundolugar,erauncúmulodetesorosinimaginados.Laautoproclamadatíaeraunadeesaspersonasquepiensanquelascosassedesgastanconelusoylasreleganalpolvoylahumedad como forma de preservarlas. Las zonas de la casa queNicholas conocíamejor eran un tanto desoladas y tristonas pero aquí había cosasmaravillosas paradeleite de la vista. Ante todo y lo primero, había un tapiz enmarcado queevidentemente aspiraba a ser una mampara. Para Nicholas era una historia viva,palpitante; se sentó sobre un hato de cortinas indias, esplendentes de coloresmaravillososbajounacapadepolvo,yseabsorbióencadadetalledelasimágenesdeltapiz.Unhombre,ataviadoconropasdecazadealgúnremotopasado,acababadeatravesaraunciervoconunaflecha;nodebíahabersidountiromuydifícilporqueelciervo estaba a sólo uno o dos pasos de él; enmedio de la espesa vegetación quesugería el dibujo no debía haber sido difícil acercarse a un ciervo que corre y eraevidentequelosdosperrosmoteadosqueseuníanimpetuosamentealapersecuciónhabían sido entrenados para seguir la pista hasta elmomento de disparar el dardo.Aquellapartedelaimageneramanifiestaaunqueinteresante,pero,¿veíaelcazador,comolosveíaNicholas,aaquelloscuatro lobosque,porelbosque,seabalanzabanhaciaélatodacarrera?Debíahabermásqueaquelloscuatroocultosentrelosárbolesy, en cualquier caso, ¿serían capaces el hombre y sus perros de habérselas con loscuatro lobossi leatacaban?Alhombresólo lequedabandosflechasensualjabaypodíaerrareltiroconunadeellasoconambas;todocuantoeraposiblesaberacercadesuhabilidadcomotiradoreraquelehabíadadoaunciervoenormeaunadistanciaridículamentecorta.Nicholaspermaneciósentadodurantelargosyextáticosminutosbarajandolasposibilidadesdelaescena;sentíaseinclinadoapensarquehabíamásdecuatrolobosyqueelhombreysusperrossehallabanenunaprieto.Perohabíaotrosobjetosdeliciosose interesantesquereclamabansuatención:unossingularescandelabrosretorcidosenformadeserpienteyunateteraqueremedabaunpato de porcelana, por cuyo pico abierto era presumible que brotara el té. ¡Quédeslucida y disforme parecía, en comparación, la tetera con que le servían a él!Yhabía una caja demadera de sándalo tallada, envuelta ceñidamente con aromáticoalgodóncrudo,yentrelascapasdealgodónhabíapequeñasfiguritasdelatón,torosgibosos, pavos reales y duendes, todos ellos gratos a la vista y al tacto. Menosprometedoraenaparienciaeraunagrancajacuadradadelisastapasnegras.Nicholasechóunvistazoyheteaquíqueestaballenadepolícromosgrabadosdeaves.¡Yquéaves! En el jardín y en los senderos por los que Nicholas solía pasear se habíaencontrado con algunos pájaros, entre los cuales los más grandes eran algunaocasional urraca o una paloma torcaz; aquí había garzas y avutardas, milanos,

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tucanes, alcaravanes, urogallos, íbises, faisanes dorados, una completa galería deretratos de criaturas inimaginables. Y mientras admiraba el colorido del patomandarín y le imputaba una biografía, la voz de su tía, vociferando su nombre demodoestridente,lellegódesdelosconfinesdelhuertodelasgrosellas.Lasospechase había ido abriendo paso en la mujer ante tan prolongada desaparición y habíallegadoa la conclusióndequeelniñohabía saltado lavalla al amparodel setodelilos; en aquellosmomentos hallábase empeñada en una búsqueda impetuosa y untantodesesperanzadaentrelasalcachofasylosvaralesdeframbuesas.—¡Nicholas,Nicholas!—gritaba—.Debes salir de ahí al instante.Es inútil que teescondasahí,puedovertecuandoquiera.Probablementeeralaprimeravezenveinteañosquealguiensonreíaenaquelcuartotrastero.Alpoco,lasirritadasreiteracionesdelnombredeNicholasdejaronpasoaunalaridoyaunaestentóreallamadaparaquealguienacudierainmediatamente.Nicholascerróel libro y sacudió sobre él parte del polvo de una pila de periódicos próxima y lorepusoensulugar.Luegosaliódelahabitación,echólallavealapuertayvolvióacolocarlaexactamentedondelahabíaencontrado.Latíaestabaaúnpronunciandoagritossunombrecuandoelniñoapareciódisplicentementeeneljardíndelantero.—¿Quiénllama?—preguntó.—Yo—le llegó la respuesta desde el otro lado delmuro—. ¿Nome oías? Estababuscándote en el huerto de las grosellas yme he caído en el depósito del agua delluvia. Afortunadamente no tiene agua, pero las paredes están resbaladizas y nopuedosalir.Traelaescaleraqueestádebajodelcerezo…—Me han dicho que no entre en el huerto de las grosellas —replicó Nicholasrápidamente.—Fuiyoquientedijoquenoentrarasyahoratedigoquepuedesentrar—lellególavozdesdeeldepósitodeaguadelluvia,untantoimpaciente.—Tuvoznosuenacomoladelatía—objetóNicholas—;túdebesserelMaligno,tentándomeparaqueseadesobediente.LatíamediceamenudoqueelMalignometientayqueyosiemprecaigo.Estaveznovoyacaer.—Nodigastonterías—respondiólaprisioneradeldepósito—;veytraelaescalera.—¿Habrámermeladadefresasparaelté?—preguntóNicholasinocentemente.—Porsupuestoquelahabrá—dijolatía,decidiendoparasusadentrosqueNicholasnilaprobaría.—Ahora sé que eres elMalignoy nomi tía—exclamóNicholas jubilosamente—.Cuandolepedimosayeralatíamermeladadefresasdijoquenohabía.Yoséquehaycuatrotarrosenladespensaporqueloshevistoyporsupuestotúsabesqueestánallí,pero ella no lo sabe, porque dijo que no había ninguno. ¡Ah, Demonio, te hasdelatadotúsolo!Habíauna insólita fruiciónenpoderhablarauna tíacomosiseestuvierahablandocon el Maligno pero Nicholas sabía, con su infantil discernimiento, que tales

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fruicionesnoibanaserperdonadas.Sealejódeallíruidosamenteyfueunadoncellaqueibaenbuscadeperejilquien,porpuracasualidad,rescatóalatíadeldepósitodeaguadelluvia.Aquelatardecereltésetomóenmediodeunominososilencio.AlllegarlosniñosalaplayadeJagborough lamareahabíasubidoasumáximonivel,demodoquenohabía habido arena sobre la que jugar, una circunstancia que la tía no habíacontempladoensuprecipitaciónpororganizarlaexpediciónpunitiva.La estrechezde las botas deBobbyhabía causado sus desastrosos efectos sobre elánimodelniñodurantetodalatardeyenconjuntonopodíadecirsequeloschiquilloshubierandisfrutadograncosa.Latíaobservabaelgélidomutismodequienhasufridounaindignaeinmerecidadetencióndetreintaycincominutosdentrodeundepósitodeaguadelluvia.EncuantoaNicholas,tambiénélestabasilencioso,absorto,comoquien tiene muchas cosas en qué pensar; era posible, consideraba, que el cazadorlograraescaparjuntoconsussabuesosmientrasloslobossedabanunfestínacostadelciervoabatido.

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Gabriel-Ernest

—Ensusbosqueshayunanimal salvaje—dijoCunningham,elartista,mientras lellevaban a la estación. Fue esta la única observación que había hecho durante eltrayecto;perosusilenciohabíapasado inadvertido, todavezqueVanCheelehabíahabladoincesantemente.—Unoodoszorrosvagabundosyalgunacomadrejaafincada.Nadaextraordinario—replicóVanCheele.Elartistanadadijo.—¿Quéquisousteddecirconlodeanimalsalvaje?—dijomástardeVanCheele,yaenelandén.—Nada.Imaginacionesmías.Yaestáaquíeltren—respondióCunningham.AquellatardeVanCheeleemprendióunadesusfrecuentescaminatasporlosbosquesdesupropiedad.Ensuestudioteníaunalcaravándisecadoyconocíalosnombresdebuennúmerode flores silvestres,por loque talvezestaba justificadoque su tía ledescribieracomoungrannaturalista.Encualquiercaso,eraungranandarín.Teníaporcostumbre tomarmentalmentenotadecuantoveíadurantesuspaseos,no tantopor el propósito de contribuir a la ciencia contemporánea como para procurarseulteriores temas de conversación. Cuando las campanillas azules empezaban aflorecerteníapornormainformardelhechoatodoelmundo;talvezlaestacióndelaño ya había puesto en guardia a sus oyentes acerca de la verosimilitud de talacontecimiento, pero, en definitiva, aquéllos sentían que había sido absolutamentesinceroconellos.LoquecontemplóVanCheeleenaquellaprecisa tarde fue, sinembargo,algomuyalejadodelmarcohabitualde susexperiencias.Sobreun rellanodepiedra lisaquesobresalíaporencimadeunaprofundaalbercaexistenteenmediodeunbosquecilloderobleshallábasetendido,secandoalsolvoluptuosamentesusatezadosmiembros,unmuchacho de unos dieciséis años. Su cabelleramojada, partida en dos por unarecientezambullida,sedesparramabaalrededordelacabeza,ysusojoscastañoclaro,tanclarosquehabíaenellosundestellocasiatigrado,sevolvieronhaciaVanCheeleobservándoleconciertadisplicencia.EraunaaparicióninesperadayVanCheelesehallóinmersoenelinsólitoprocesodepensar antes de hablar. ¿De qué lugar de la tierra provendría aquel muchacho deaspectoasilvestrado?Lamujerdelmolinerohabíaperdidounniñohacíadosmesesysedabaporsupuestoqueselohabíatragadoelcanaldelmolino,peronoeramásqueunbebé,nounmozalbeteyacrecido.—¿Quéhacesaquí?—lepreguntó.—Tomarelsol,obviamente—respondióeljoven.—¿Dóndevives?—Aquí,enestosbosques.—Nopuedesvivirenestosbosques—dijoVanCheele.—Sonunosbosquesmuyagradables—replicóelmuchachoconuntonoauspicioso

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enlavoz.—Pero,¿dóndeduermesporlanoche?—Noduermodenoche;escuandomásocupadoestoy.VanCheeleempezóa tenerelmortificante sentimientodequeestabaenzarzándoseconunproblemaquelerehuía.—¿Dequétealimentas?—inquirió.—Decarne—dijoelmuchacho,ypronunciólapalabraconunalentafruición,comosilaestuvieradegustando.—¿Carne?¿Quéclasedecarne?—Puestoqueleinteresa,deconejo,avessilvestres,liebres,avesdecorral,corderoscuandoesépoca,niñoscuandoconsigoalguno;normalmenteestánbienguardadosencasapor lanoche,queescuandocazomayormente.Yahacesusbuenosdosmesesquenoheprobadocarnedeniño.Haciendocasoomisodelcarácterhumorísticodelaúltimaobservación,VanCheeletratódellevaraljovenhaciaeltemadelaposiblecazafurtiva.—Hablasmuyalaligeraaldecirquecomesliebres.Lasliebresdenuestrosmontesnosedejanatraparfácilmente.—Porlanochecazoacuatropatas—fuelarespuestauntantocríptica.—¿Deboentenderlocomounainsinuacióndequecazasconperro?—aventuróVanCheele.Elmuchacho se volvió lentamentehasta quedar tumbadode espaldas y emitió unarisita queda y lúgubre que sonó con el timbre delicioso de un cloqueo y ladesagradableresonanciadeungruñido.—Nocreoqueningúnperrosemostraramuyávidodemicompañía,especialmentedenoche.Van Cheele empezó a sentir que verdaderamente había algo misterioso en aqueladolescentedeojosylenguajeinsólitos.—No puedo consentir que permanezcas en estos bosques —declaró en tonoautoritario.—Meparecequepreferiríaustedtenermeaquíquenoensucasa—replicóeljoven.Laperspectivadeesteanimalsalvajeydesnudoensucasaprimorosamenteordenadaeraciertamentealarmante.—Sinotevasyoteobligaréahacerlo—dijoVanCheele.El muchacho se volvió como un relámpago, se zambulló en la alberca y en uninstante impulsósucuerpohúmedoyrelucientehastamediocaminode laorillaenque se encontraba Van Cheele. En una nutria el movimiento no hubiera resultadodestacable;enunmuchacho,VanCheelelohallóuntantosobrecogedor.Leresbalóelpiealhacerunademánderetrocesoyseencontrócasi tendidosobre laescurridizariberacubiertadehierbaconaquellosatigradosojosamarillentosnomuydistantesdeél. Casi instintivamente levantó el brazo amedias hacia la garganta. Elmuchachovolvió a reírse, con una risa en la que el gruñido casi había hecho desaparecer el

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cloqueoy luego,conunodeaquellosmovimientosasombrosamentefulgurantes,seprecipitófueradesuvistaatravésdeladúctilespesurademalezayhelechos.—¡Quéanimal tanextraordinariamente salvaje!—exclamóVanCheelemientras seenderezaba.YrecordóentonceslaobservacióndeCunningham:“Ensusbosqueshayunanimalsalvaje”.Caminandolentamentehacialacasa,VanCheeleempezóadarvueltasensucabezaadiversosacontecimientoslocalesquepodíandaralgunapistadelaexistenciadeestepasmosomuchachoasilvestrado.Algo había estado esquilmando la caza de los bosques en los últimos tiempos, sehabían echado en falta aves en los corrales, las liebres habían empezado a hacersesorprendentementeescasasylehabíanllegadoquejasdequealgunoscorderoshabíansido materialmente arrebatados de las colinas. ¿Sería posible que este muchachosalvajeestuvieracazandorealmenteporaquellastierrasencompañíadealgúnarteroperro ladrón? Había hablado de “cazar a cuatro patas” por la noche pero luego,tambiénhabíainsinuadoqueningúnperroseavendríaasucompañía,“especialmentedenoche”.Verdaderamente,eradesconcertante.Luego,mientrasVanCheelerecorríamentalmentelasdiversasdepredacionesquesehabíancometidoduranteelúltimoolosdosúltimosmeses,sedetuvobruscamenteenseco,tantoensupaseocomoensusespeculaciones.Elniñoque faltaba enelmolinodesdedosmeses atrás…sehabíaaceptadolateoríadequehabíacaídoalcanaldelmolinoyhabíasidoarrastrado;perolamadremantuvosiemprequehabíaoídoungritoprocedentedelapartetraseradelacasa, en dirección opuesta al agua. Era impensable, desde luego, pero hubierapreferidoqueelmuchachonohubiesehechoaquellainsólitaobservaciónacercadelacarnedeniñoquehabíacomidohacíadosmeses.Esascosastanpavorosasnodebendecirsenienbroma.VanCheele,contrariamenteasucostumbrehabitual,nosesentíaprocliveamostrarsemuy comunicativo acerca del descubrimiento que había hecho en el bosque. Suposicióndeconcejaldelaparroquiayjuezdepazseveríauntantocomprometidaporelhechodealbergarensuspropiedadesaunsujetodetandudosareputación;existíaincluso laposibilidaddeque lepresentarana supuertaunaelevada facturapor loscorderos y las gallinas desaparecidos. Aquella noche, durante la cena, estuvoinusualmentesilencioso.—¿Quéhasidodetu lengua?—Ledijosu tía—.Cualquieradiríaquehasvistounlobo.VanCheele,quenoestabafamiliarizadoconesteviejodicho,hallóestaobservaciónun tanto desatinada; si hubiera visto un lobo en sus propiedades su lengua habríaestadoextraordinariamenteactivaconelasunto.A la mañana siguiente, durante el desayuno, Van Cheele era consciente de que elsentimiento de desasosiego que le había suscitado el episodio del día anterior nohabía desaparecido totalmente y resolvió trasladarse en tren hasta la vecina ciudadepiscopal, buscar a Cunningham y oír de sus propios labios lo que había visto y

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propiciado su observación acerca de un animal salvaje en sus bosques. Una veztomadaestaresolución,recuperóparcialmentesujovialidadysepusoatararearporlo bajo una melodía alegre y ligera al encaminarse con despreocupación hacia elgabinete donde todas las mañanas fumaba su consabido cigarrillo. Al entrar en laestancia lamelodíadejópaso abruptamente auna invocaciónpiadosa.Grácilmentetendido sobre la otomana, en una postura de casi desmedida lasitud, se hallaba eljovendelosbosques.EstabamássecoquelaúltimavezquelevieraVanCheeleperoporlodemásnoseapreciabaningunaotravariaciónensuatavío.—¿Cómoteatrevesaveniraquí?—preguntófuriosamenteVanCheele.—Ustedme dijo que no podía quedarme en el bosque—replicó calmosamente elmuchacho.—Peronoquevinierasaquí.¡Sitevieramitía!Yafindeaminoraraquellacatástrofe,VanCheele,contodapremura,ocultócuantopudo de su nada bienvenido huésped bajo los pliegues delMorning Post. En esemomentoentrósutíaenlahabitación.—Éste es un pobre muchacho que ha extraviado el camino… y ha perdido lamemoria.No sabe quién es ni de dónde viene…—explicó desesperadamenteVanCheele, dirigiendo aprensivasmiradas al rostro de aquel indigente por ver si iba aañadiralgúninoportunocandorasusotrasinclinacionesprimitivas.LaseñoritaVanCheeleexperimentóunvivointerés.—Talvezsuropainteriorestémarcada—sugirió.—Pareceserquelahaperdidoensumayorparte—dijoVanCheeledandofrenéticosmanotazosalMorningPostparacolocarloensusitio.Un niño desnudo y sin hogar conmovía a la señorita Van Cheele tan cálidamentecomoungatitoextraviadoounperrillodesamparado.—Debemos hacer por él cuanto sea posible —decidió, y al poco un mensajero,despachadoalarectoría,dondeteníanunmozojoven,estabadevueltaconuntrajede criado y los imprescindibles complementos de camisa, zapatos, cuello, etc.Vestido, lavado y peinado, a los ojos de Van Cheele el muchacho no quedabadespojadodeningunodelosmotivosdereceloperosutíaloencontrabaencantador.—Tenemosquellamarledealgúnmodohastaquesepamosquiénesrealmente—dijo—.CreoqueGabriel-Ernestsondosnombresagradablesyapropiados.Van Cheele se avino a ello pero íntimamente tenía sus dudas acerca de si se losaplicabaaunjovenagradableyapropiado.Susrecelosnosevieronaminoradosporelhechodeque su juiciosoyancianospaniel salieradeestampidade la casanadamásllegarelmuchachoyestuvieraahoratemblandoyladrandodesesperadamenteenlaotrapuntadelparque,mientraselcanario,vocalmentetanlaboriosoporlocomúncomoelpropioVanCheele,selimitaraaemitirunospocosyaterrorizadoschillidos.MásquenuncaestabaresueltoaconsultarconCunninghamsinpérdidadetiempo.En tanto se encaminaba a la estación su tía estaba disponiendo queGabriel-Ernestdebía ayudarla a entretener a los miembros infantiles de su escuela dominical

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mientrastomabaneltéaquellatarde.Cunninghamalprincipionosemostrómuydispuestoasercomunicativo.—Mimadremuriódeunadolenciamental—explicó—;así,pues,comprenderáporqué soy remiso a sostener cualquier cosadenaturaleza inverosímilmente fantásticaquehayapodidoverocreerquehevisto.—Pero,¿quéfueloqueviousted?—insistióVanCheele.—Loquecreíver fuealgo tanextraordinarioqueningúnhombreensusano juiciopuedehonrarloconlaconfianzadequehayasucedidorealmente.Laúltimatardequeestuveconustedhallábamemedioocultoentrelamasadearbustosquehayjuntoalapuertadelparquecontemplandoeldesfallecienteatardecercuandosúbitamentetuvelavisióndeunmuchachodesnudo,aquientoméporunbañistadelacercanaalberca,quesedestacabasobrela laderapeladaycontemplabatambiénlapuestadesol.Supostura resultaba hasta tal punto evocadora de algún fauno selvático de los mitospaganos que inmediatamente pensé en agenciármelo como modelo y un instantedespués pensé que debía saludarle. Pero justamente en aquel momento el sol sehundió lejosdenuestravistay elnaranjay el rosado sedesvanecierondelpaisaje,dejándolo todo frío y gris. En ese mismo instante ocurrió algo asombroso… ¡elmuchachotambiénsedesvaneció!—¡Cómo!¡Desvanecidoenlanada!—preguntóVanCheeleconexcitación.—No;éstaeslapartemáspavorosadetodo—respondióelartista—.Sobrelapeladaladeradondehabíaestadoelmuchachounmomentoanteshabíaunenormelobo,decolor negruzco, colmillos relucientes y ojos amarillos y crueles. Puede ustedsuponer…PeroVanCheelenosedetuvoparaalgotanfútilcomosuponer.Dirigíaseyaatodavelocidadhacialaestación.Rechazólaideadeuntelegrama.“Gabriel-Ernestesunhombrelobo”eraunintentodesesperadamenteinadecuadodeplantearsusituaciónysu tíapensaríaqueeraunaespeciedemensajecifradodeque se lehabíaolvidadoentregarlelallave.Suúnicaesperanzaerallegaracasaantesdelocaso.Elcochequetomó al término de su viaje en tren le trasladó con lo que se le antojó unadesesperante lentitud por los caminos rurales, que aparecían rosa y malva con elrubor del sol poniente. Su tía estaba recogiendo algunos restos de mermelada ypastelescuandollegó.—¿DóndeestáGabriel-Ernest?—vociferócasi.—Ha ido a llevar a su casa al pequeño de los Toop —dijo su tía—. Se estabahaciendotantardequenomepareciósegurodejarlequevolvierasolo.Quéhermosoatardecer,¿verdad?PeroVanCheele, pese a no ser indiferente al fulgor del cielo por occidente, no sedetuvo a discutir su belleza.A una velocidad para la cual apenas si estaba dotadoechóacorrerporelangostosenderoqueconducíaalacasadelosToop.Aunladodiscurríalacorrientedelcanaldelmolinoyalotroseextendíaladesnudaladera.Unmortecinocercodesolrojizoveíaseaúnenelhorizonteylapróximacurvadebería

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ponerle al alcance de la vista a la mal avenida pareja que andaba persiguiendo.Luego,súbitamenteelcolorseescapódelascosasyunaluzgrisáceaseinstalóconun súbito estremecimiento sobre el paisaje. Van Cheele oyó un agudo gemido deterrorycesóensucarrera.Nuncamásvolvió a saberse del pequeñoToopni deGabriel-Ernest pero las ropasabandonadasporéstefueronhalladasenelcamino,loqueindujoadarporsentadoqueelniñohabíacaídoalaguayeljovensehabíadesnudadoysehabíaarrojadotrasélenunvanoesfuerzoporsalvarle.VanCheeleyalgunospeonesquesehallabanenaquelmomento en las cercanías atestiguaron haber oído un agudo gemido infantilprocedente de las proximidades del lugar en que se hallaron las ropas. La señoraToop, que tenía otros once hijos, se resignó decorosamente a tan sensible pérdidapero la señorita Van Cheele lloró sinceramente a su malogrado expósito. Poriniciativasuyasecolocóenlaiglesiaparroquialunaplacadelatónalamemoriade“Gabriel-Ernest,unmuchachodesconocidoquevalientemente sacrificó suvidaporotro”.VanCheelehacíaconcesionesasutíaencasitodoperorehusódeplanocontribuiralaplacaconmemorativadeGabriel-Ernest.

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Tobermory

Era una tarde gélida y lluviosa de fines de agosto, esa estación incierta en que lasperdicessehallanaúnasalvooconservadasenlaneverayenquenoseencuentracaza alguna, amenosque se confinepor el norte con elCanal deBristol, en cuyocaso se puede galopar legalmente tras unos rollizos venados. La fiesta de LadyBlemley no confinaba al norte con el Canal deBristol, por lo que aquella precisatardetodossushuéspedessehallabancongregadosentornoalamesadelté.Y,pesealoinciertodelaestaciónylotrivialdelaocasión,nohabíaentrelaconcurrencialamenortrazadeesacansinadesazónqueconllevaelpavoralapianolayunresignadoanhelodebridgesubastado.Lanadadisimuladayboquiabiertaatencióndetodosloscircunstantes estaba pendiente de la personalidad meramente negativa del señorCorneliusAppin. De todos los invitados de Lady Blemley era el que ostentaba lareputaciónmásdifusa.Alguienhabíadichoqueera“eficiente”yellolehabíavalidouna invitación, con lamoderada expectativa, por parte de su anfitriona, de que almenosciertadosisdeeficienciacontribuiríaalgeneralsolaz.HastalahoradeltédeaquelmismodíaLadyBlemleyhabíasidoincapazdedescubrirporquéderroteros,siesqueloshabía,discurríasueficiencia.Noeraingenioso,nicampeóndecroquet,nitenía poderes hipnóticos ni era organizador de representaciones teatrales deaficionados.Tampocosuaspectoexternosugeríaeltipodehombrealquelasmujeresestán dispuestas a perdonar una generosa cuota de deficiencia mental. Hallábase,pues, reducidoaserunescuetoseñorAppinyelCorneliusparecíaunamuestradediáfana jactanciabautismal.Yen aquelmomento reivindicaba el haber aportado almundoundescubrimientoalladodelcuallainvencióndelapólvora,delaimprentaydelalocomotoraavapornoeransinodesdeñablesbagatelas.Lacienciahabíaestadodando pasos inciertos en múltiples direcciones durante las últimas décadas peroaquello parecía más bien pertenecer al dominio de los milagros que al de losdescubrimientoscientíficos.—¿Y realmentequiereustedque creamos—estabadiciendoSirWilfried—quehadescubierto usted un método para instruir a los animales en el arte del lenguajehumanoyqueelviejoyqueridoTobermoryha resultadosersuprimeréxitocomopupilo?—Esunacuestiónenlaqueheestadotrabajandodurantelosúltimosdiecisieteaños—dijoelseñorAppin—,perosolamenteenlospostrerosochoonuevemesesmehevistorecompensadoconvisosdeéxito.Porsupuesto,heexperimentadoconmilesdeanimales, pero últimamente sólo con gatos, esasmaravillosas criaturas que se hanadaptado tan prodigiosamente a nuestra civilización conservando almismo tiempotodos sus instintos salvajes altamente desarrollados. Entre los gatos, uno semuevesiempreenelsenodeunintelectosuperiordelmismomodoquesemueveunoenelgatuperio de los seres humanos, y cuando conocí a Tobermory hace una semana,comprendíalinstantequemehallabaenpresenciadeunsupergatodeextraordinaria

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inteligencia.Yahabíayorecorridogranpartedelcaminohaciaeléxitoenrecientesexperimentos;conTobermory,comolellamanustedes,hellegadoalameta.ElseñorAppinconcluyósuenfáticaafirmaciónconunavozenlaqueseesforzóporsuprimirtodainflexióntriunfante.Nadiearticuló“¡Yunrábano!”,aunqueloslabiosdeClodoveosemovieronenunasilábicacontorsiónqueprobablemente invocabaaesascrucíferasconincredulidad.—¿Quiereusteddecir—preguntólaseñoritaResker trasunabrevepausa—quehaenseñado a Tobermory a decir y a comprender expresiones sencillas de una solasílaba?—Mi querida señoritaResker—dijo pacientemente el taumaturgo—, se enseña deesaformafragmentariaalosniñospequeños,alossalvajesyalosadultosretrasados;unavezquese resuelveelproblemade la iniciaciónconunanimalde inteligenciaaltamente desarrollada ya no son necesarios esos métodos para ir al tran-tran.Tobermorypuedeutilizarnuestrolenguajeconabsolutacorrección.Esta vez Clodoveo dijo bien distintamente: “¡Mil rábanos!”. SirWilfried era máseducadoperoigualmenteescéptico.—¿No seríamejor traer al gato y que juzgáramos por nosotrosmismos?—sugirióLadyBlemley.SirWilfriedfueenbuscadelanimalytodoslospresentessehundieronenlalánguidaexpectacióndeiraasistiraunventriloquismodesalónmásomenoshabilidoso.SirWilfriedreingresóenlaestanciaunminutodespuésconelrostroblancodebajodesubronceadoyconlosojosdilatadosdeexcitación.—¡Rediez,escierto!Su agitación era inequívocamente genuina y sus oyentes tuvieron un movimientoprominentedeavivadointerés.Desplomándosesobreunsillón,prosiguiósinaliento:—Meloencontrédormitandoenlasalitadefumarylellaméparaquefueraatomarelté.Guiñólosojosconsugestohabitualyyoledije“Vamos,Toby;nonoshagasesperar”, y, ¡rediez!, pronunció claramente con la vozmás espantosamente naturalquevendríacuandoledieralagana.¡Casimequedodepiedra!Appin había estado predicando a un auditorio absolutamente incrédulo; lasaseveracionesdeSirWilfriedprovocaronunaconversióninstantánea.Selevantóunbabélico coro de horrísonas exclamaciones, en medio del cual el científicopermaneciómudo,paladeandoelprimerfrutodesuextraordinariohallazgo.Enmitad del clamor Tobermory hizo su aparición en la sala y con aterciopeladospasosyestudiadaindiferenciasedeslizóporenmediodelgrupo,queestabasentadoentornoalamesadelté.Unsúbitosilenciodelasitudyaprensiónseabatiósobreloscircunstantes.Habíaalgoasícomounciertoelementodeturbaciónendirigirseenunplanodeigualdadaungatodereconocidahabilidadvocal.—¿Quieresunpocodeleche,Tobermory?—preguntóLadyBlemleyconuntonode

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vozuntantoforzado.—Me da igual—fue la respuesta, deslizada en un tono de suave indiferencia. Untemblorde sofocadaexcitación sedifundió entre losoyentesyhuboque excusar aLadyBlemleyporrellenarelplatillodelecheconmanountantoinsegura.—Metemoquehederramadobastante—dijoentonodedisculpa.—Despuésdetodo,laAxminster[3]noesmía—fuelaréplicadeTobermory.Unnuevosilencioseabatiósobreelgrupo,alcabodelcuallaseñoritaResker,consusmejoresmodales de visitadora de distrito, preguntó si le había resultado difícilaprender el lenguajehumano.Tobermory lamiró francamenteporunos instantesyluegofijóserenamentesumiradaenunpuntolejano.Eraevidentequeesasenojosaspreguntasquedabanfueradesuesquemadevida.—¿Quépiensasdelainteligenciahumana?—inquirióMavisPellingtontenuemente.—¿Delainteligenciadequiénenparticular?—preguntóTobermoryconfrialdad.—Oh,bueno,delamía,porejemplo—dijoMavisconunatímidarisita.—Me coloca usted en una situación embarazosa—dijo Tobermory, cuyos tono yactitud no sugerían, por cierto, elmenor atisbo de embarazo—.Cuando se insinuóquefueraustedinvitadaaestafiesta,SirWilfriedarguyóqueeraustedlamujermásmentecatadetodoelcírculodesusconocidosyqueexistíaunaclaradiferenciaentrelahospitalidadylaatenciónalosdébilesmentales.LadyBlemleyreplicóquelafaltade capacidadmental de usted era justamente la cualidad que le valía la invitación,puestoqueustederalaúnicapersonaqueseleocurríalosuficientementeidiotacomopara comprarles el coche viejo. Ya sabe usted, aquel al que llamanLa envidia deSísifoporquevatanricamentecuestaarriba,siseleempuja.LasprotestasdeLadyBlemleyhabríanquizásurtidoalgúnefectosiaquellamismamañananohubierasugeridocasualmentequeelcocheencuestióneraexactamenteloqueMavisnecesitabaparasucasadeDevonshire.ElmayorBarfieldseadelantóimpetuosamenteenunamaniobradediversión.—¿Quétalvantusretozosconlagatitadelunaresporlosestablos,eh?Todos advirtieron el desatino en el mismo instante en que las palabras fueronpronunciadas.—Esas cosas, normalmente, no se discuten en público —dijo Tobermoryglacialmente—.Unasomeraobservacióndesucomportamientodesdequeestáustedenestacasameinduceapensarqueencontraríaustedinconvenienteelqueyohicieraderivarlaconversaciónhaciasusasuntillos.Elpánicoquesobrevinonofueexclusivodelmayor.—¿Querríasiraversilacocineratieneyalistatucena?—sugirióapresuradamenteLadyBlemley,afectandoignorarelhechodequeaúnfaltabanporlomenosdoshorasparalacenadeTobermory.—Gracias—dijoTobermory—,aúnestádemasiadocercanoelté.Noquieromorirdeindigestión.—Losgatostienennuevevidas,yasabes—dijoSirWilfriedcordialmente.

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—Talvez—replicóTobermory—,perosólounhígado.—¡Adelaida!—dijolaseñoraCornett—.¿Estástratandodeanimaralgatoaquesevayaycotilleesobrenosotrosenlasaladelaservidumbre?La verdad es que el pánico se había hecho general. Una estrecha balaustradaornamentaldiscurríapordelantedelasventanasdelosdormitoriosenlasTorresyserecordócondesalientoqueaquéllahabíaconstituidoelpaseofavoritodeTobermoryyporconsiguientehabíapodidoobservaralaspalomasysabeDiosquéotrascosasademás. Si se propusiera hacer memoria, en su actual condición de hablador, elresultado podía ser algo más que desconcertante. La señora Cornett, que pasabamuchotiempodelantedesutocadorycuyocaráctereraacreditadoporserdeíndoleerrático aunque puntilloso, parecía tan desazonada como el mayor. La señoritaScrawen, que escribía una poesía ferozmente tierna y llevaba una vida sin tacha,hacíagalasimplementedesuirritación;elqueesmetódicoyvirtuosoenprivadonoaspira necesariamente a que todo el mundo se entere. Bertie van Tahn, que a losdiecisieteañoserayatandepravadoquehabíadesistidodeserpeor,setransformóenuna desvaída sombra de un blanco gardenia, pero no cometió el error de salirprecipitadamente de la pieza, como Odo Finsberry, un joven caballero del que sesabíaqueestabaestudiandoparaclérigoyqueposiblementesehabíasentidoturbadoante la ideade los escándalos ajenosquepodía oír.Clodoveo tuvo la presencia deánimo para mantener un exterior sereno; para su coleto, calculaba cuánto tiempollevaría el procurarse una caja de ratones de fantasía a través de la agenciaIntercambioyComercio,amododepagoporsusilencio.Inclusoenunasituacióndelicadacomolapresente,AgnesReskernopodíasoportarelpermanecertantotiempoensegundoplano.—¿Porquéhabrévenidoaquíjamás?—preguntódramáticamente.Tobermoryaprovechólaoportunidadinmediatamente.—AjuzgarporloqueledijoustedayeralaseñoraCornettenelcampodecroquet,estaba usted aquí por la comida.Describió usted a losBlemley como las personasmáslerdasqueconoce,perodijotambiénqueeranlosuficientementeavisadoscomopara tener una cocinera de primera fila; de otro modo, se encontrarían condificultadesparaconseguirquealguienvinieraporsegundavez.—¡Nohayentodoesoniunasolapalabradeverdad!ApeloalaseñoraCornett…—exclamóAgnesconfundida.—LaseñoraCornettlerepitiódespuéslaobservacióndeustedaBertievanTahn—prosiguióTobermory—,yañadió:“EsamujeresunaPeregrinadelHambrehabitual;iríaacualquierlugarporcuatrocomidasaldía”,yBertievanTahndijo…Alllegaraestepuntolacrónica,misericordiosamente,cesó.Tobermoryhabíatenidolavisiónfugazdelgatazoamarillodelarectoríaencaminándoseporenmediodelamalezahaciauncostadodelestablo.Enuninstanteseesfumóporlapuertadeljardín.Con la desaparición de su, en exceso, brillante pupilo, Cornelius Appin se vioacosadoporuntorbellinodeagriasreconvenciones,ávidosinterrogantesyespantadas

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súplicas. Toda la responsabilidad de la situación era suya y debía impedir que lascosasfueranamás.¿PodríatransmitirTobermorysuhabilidadaotrosgatos?,fuelaprimera pregunta a la que tuvo que responder. Era posible, replicó, que hubierainiciado a su amiga íntima, la gata del establo, en su nueva habilidad, pero eraimprobablequehubiesealcanzadounamayordifusiónhastaelmomentopresente.—Pues—dijolaseñoraCornett—,puedequeTobermoryseaungatomuyvaliosoyunagrancompañía,peronodudoqueestarásdeacuerdo,Adelaida,enqueesprecisodesembarazarsedeélsindemora,asícomodelagatadelestablo.—¿No creerás que he disfrutadomucho del último cuarto de hora, verdad?—dijoagriamente Lady Blemley—. Mi marido y yo le tenemos mucho apego aTobermory…oalmenosseloteníamosantesdequeadquirieseesahorribleaptitud;peroahora,desdeluego,loúnicoquesepuedehaceresterminarconélcuantoantes.—Podemos ponerle estricnina en las sobras que se toma como cena —dijo SirWilfried—yyomismoiréyahogaréalagatadelestablo.Elcocherosellevaráundisgustoporquedarsesingataperolediréqueunaespeciedesarnamuycontagiosahaatacadoalosdosgatosyquetenemosmiedodequesetransmitaalasperreras.—¡Peromigrandescubrimiento!—arguyóelseñorAppin—.Despuésdetantosañosdeinvestigacionesyexperiencias.—Puede usted ir y experimentar con los terneros de la granja, que están bajo unadecuado control —dijo la señora Cornett—, o con los elefantes del parquezoológico.Dicenquesonenormementeinteligentesyademástienenlaventajadequenoandanarrastrándosealrededordenuestrosdormitoriosnidebajodenuestrassillas,entreotrascosas.UnarcángelproclamandoelMilenioenplenoéxtasisydescubriendodeprontoquetalcosachocaimperdonablementeconlasregatasdeHenleyyhabrádeserpospuestoindefinidamente,apenassisehabríasentidomásabatidoqueCorneliusAppinantelaacogidadispensadaasuportentosohallazgo.Laopiniónpública,sinembargo,estabacontra él; de hecho, si se hubiera consultado el sentir general sobre el asunto esprobablequeunaampliaminoríadevotoshubieraestadoafavordeincluirleaélenladietadeestricnina.Unos preparativos dispuestos con eficiente disciplina y el nervioso deseo de verculminado el asunto evitó la inmediata dispersión de la concurrencia, pero aquellanochelacenanofueningunagloria.SirWilfriedhabíapasadounmalratoconlagatadelestabloysubsiguientementeconelcochero.AgnesReskerlimitóostensiblementesucolaciónaligerosbocadosdeunaausteratostadaquemordisqueabacomosifueraun enemigo personal, mientras Mavis Pellington guardaba un resentido silenciodurantetodalacomida.LadyBlemleymantuvounciertoflujodealgoqueabrigabalaesperanzafueraunaconversación,perosuatenciónestabafijaenelvestíbulo.Unplatollenodetrozosdepescadocuidadosamenteembadurnadoshallábasedispuestojuntoalaparador,peropasaronlosentremeses,losdulcesylospostresyTobermorynoaparecióniporelcomedornienlacocina.Lasepulcralcenafuejovialcomparada

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con la subsecuente vigilia en la salita de fumar. La comida y la bebida habíanproporcionado almenos una distracción y un paliativo de la turbación reinante.Elbridgeestabadescartado,habidacuentadelatensióndenerviosydeánimoreinantey,luegoqueOdoFinsberryofrecieraunalúgubreinterpretaciónde“Melisendaenelbosque”, lamúsica había quedado tácitamente excluida. A las once los criados sefueronaacostar,anunciandoque lapequeñaventanade ladespensahabíaquedadoabierta como de costumbre para uso privado de Tobermory. Los invitados leíanaplicadamenteladiariahornadadeperiódicosyrevistasyrecaíangradualmenteenla“Biblioteca de Badminton” y en los volúmenes encuadernados de “Punch”. LadyBlemleyhacíaperiódicasvisitasaladespensaregresandosiempreconunaexpresióndenegligenteabatimientoqueseanticipabaacualquier interrogatorio.AlasdosenpuntoClodoveorompióelsilencioreinante.—Noregresaráestanoche.Probablementeestáenlaredaccióndelperiódicolocalenestosmomentos,dictandolaprimeraentregadesusmemorias.NoincluiránellibrodeLadyComo-quiera-que-se-llame.Seráelacontecimientodeldía.TrashacerestacontribuciónalaalegríageneralClodoveosefueadormir.Alargosintervalos,losdiversosintegrantesdelareuniónsiguieronsuejemplo.Los criados que sirvieron el té por lamañana temprano dieron idéntica noticia enrespuestaaidénticaspreguntas.Tobermorynohabíaregresado.Eldesayunofue,sicabe,unafunciónaúnmásdesagradablequelohabíasidolacenaperoantesdequeconcluyeralasituaciónsealivió.TrajeronelcuerpodeTobermoryprocedente del bosquecillo donde un jardinero acababa de encontrarlo. Por lasdentelladas que había en su pescuezo y el pelaje amarillo que cubría sus garrasresultabaevidentequehabíacaídoendesigualcombateconelgatazodelarectoría.Amediodía lamayorpartede los invitadoshabíaabandonado lasTorresydespuésdel almuerzo Lady Blemley había recuperado el ánimo lo suficiente como paraescribirunanotaextremadamentedesabridaa larectoríaacercade lapérdidadesuvaliosoanimalitodoméstico.Tobermory había sido el único pupilo de Appin que alcanzara el éxito y estabadestinado a no tener sucesor. Algunas semanas más tarde, un elefante del parquezoológicodeDresdequehastaentoncesnohabíamostradosignosdeirritabilidadseescapó y dio muerte a un inglés que, al parecer, había estado importunándole. ElapellidodelavíctimafuetranscritodevariasmanerasenlosperiódicoscomoOppinyEppelinperosunombre,Cornelius,fuecorrectamentereseñado.—Siestabaexperimentandolosverbosirregularesalemanesconelpobreanimal—dijoClodoveo—,selotienebienmerecido.

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Elmarco

—Mefastidialajergaartísticadeesaseñora—ledijoClodoveoalamigoperiodista—.Tienelamaníadereferirseaciertoscuadrosdiciendoque“setemetenenlapiel”,comosisetrataradealgúntipodesarpullido.—Esomerecuerda—dijoelperiodista—lahistoriadeHenriDeplis.¿Nuncatelahecontado?Clodoveonegóconlacabeza.—Henri Deplis era, en razón de su nacimiento, súbdito del Gran Ducado deLuxemburgo. Tras una madura reflexión se dedicó a viajante de comercio. SuactividadmercantillellevóconfrecuenciamásalládeloslímitesdelGranDucadoyhallábasea lasazónenunaciudaddelnortede Italiacuandodesucasa le llegó lanoticiadequelehabíacorrespondidounlegadodelaherenciadeunlejanoparientequehabíafallecido.”Noeraunlegadoimportante,nisiquieradesdeelmodestopuntodevistadeHenriDeplis,peroleincitóaciertasprodigalidadesaparentementeinocuas.Concretamente,le indujoapatrocinarelarte local, representadopor lasagujasde tatuardelSignorAndreaPincini.ElSignorPincinieratalvezelmaestromássobresalientequeItaliahayatenidojamásenelartedeltatuaje,perolascircunstanciashabíanlereducidoatalnecesidadquepor la sumade seiscientos francos se pusogustosamente a cubrir eldorsodesucliente,desdelaalturadelaclavículahastalacintura,conunabrillanterepresentación de la caída de Ícaro. El grabado, una vez concluido, supuso unapequeña decepción paraMonsieurDeplis, que estaba convencido de que Ícaro eraunaplazafuertetomadaporWallensteindurantelaGuerradelosTreintaAños,peroquedómásquesatisfechoconlaejecucióndelaobra,quetodoscuantostuvieronelprivilegiodecontemplarproclamabancomolaobramaestradePincini.”Representóparaélsuesfuerzomásarduoypostrero.Sinesperarsiquieraacobrarloelilustreartíficeabandonóéstavidayfueenterradobajounahistoriadalápidacuyosalados querubines le habrían dejado disponible un espacio particularmente escasoparaelejerciciodesuartefavorito.Quedaba,sinembargo,laviudadePincini,alaqueseadeudabanlosseiscientosfrancos.DeellosurgiólagrancrisisenlavidadeHenri Deplis, viajante de comercio. El legado, a fuerza de sufrir pequeños peronumerososdetrimentos,quedóreducidoaunacantidadrealmenteinsignificanteytraspagaruna apremiante facturadevinoy algunasotras cuentasmenores lequedaronpoco más de 430 francos que ofrecer a la viuda. La dama hizo patente su justaindignación,notanto,aclaróoportunamente,acausadelapropuestamenguade170francos cuanto por la pretensión demenoscabar el valor de la ya reconocida obramaestra de su difunto esposo. En el plazo de una semanaDeplis viose obligado arebajar su oferta a 405 francos, circunstancia que atizó la indignación de la viudahasta lafuria.Tuvoladamaporrotas lasnegociacionesparalaventadelaobradearte y algunos días más tarde Deplis, con un sentimiento de consternación, tuvo

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conocimiento de que se la había ofrecido a la municipalidad de Bérgamo, la cualhabía aceptado complacida.AlejóseDeplis de aquella región lomás sigilosamentequepudoysesintiófrancamentealiviadocuandolosimperativosdesuquehacerlellevaronaRoma,dondeabrigabalaesperanzadequesuidentidadyladelafamosailustraciónfuesenignoradas.”Perocargabaa susespaldasconelgeniodeldifunto.Ciertodía, al aparecerenelhumeantepasillodeunosbañosturcos,fueconminadoalinstanteavestirsedenuevoporelpropietario,queeradelnortedeItaliayqueseopusorotundamenteapermitirque la celebrada Caída de Ícaro fuera exhibida en público sin permiso de lamunicipalidad de Bérgamo. El interés del público y la vigilancia oficial seincrementaronamedidaqueelasuntotuvounamásampliadivulgaciónyDeplissevioimposibilitadohastaparadarseelmásmínimochapuzónenelmaroenlosríos,aunenelmásardientemediodía,sinirembutidohastaelcuelloenunsólidotrajedebaño.Másadelante, lasautoridadesdeBérgamo llegarona laconviccióndequeelagua salada podría resultar perjudicial para la obra maestra y consiguieron uninterdictoporunplazoilimitadoqueprohibíaterminantementebañarseenelmaralacosadoviajantedecomercio.Sintióse,porello,fervientementeagradecidocuandolafirmaparalaquetrabajabaleasignóunanuevaáreadeactividadenlascercaníasdeBurdeos.Sugratitud,sinembargo,cesóabruptamenteenlafronterafranco-italiana.Un mandamiento imperativo de carácter oficial vetó su salida y se le recordóseveramentelarigurosaleyqueprohíbelaexportacióndeobrasdearteitalianas.”Sucediéronse las conversaciones diplomáticas entre los gobiernos luxemburgués eitaliano y por unmomento la situación europea se nubló con la posibilidad de unconflicto. Pero el gobierno italiano se mantuvo firme; rehusó la más mínimaimplicacióneneldestinoeinclusolapropiaexistenciadeHenriDeplis,viajantedecomercio,perosemantuvoinamovibleensudecisióndequeLacaídadeÍcaro(deldifuntoPincini,Andrea),propiedadalpresentedelamunicipalidaddeBérgamo,nosalieradelpaís.”Laconmociónfueremitiendoconeltiempo,peroeldesventuradoDeplis,queeradenaturalretraído,hallóseunavezmás,pocosmesesmástarde,enelojodelhuracándeuna furiosa controversia. Cierto alemán, experto en arte, que había obtenido de lamunicipalidad de Bérgamo autorización para examinar la famosa obra maestra,declaróquese tratabadeunPinciniespurio,probablementeobradealgúnaprendizquehabríaempleadoaquélensusúltimosaños.Obviamente,eltestimoniodeDeplissobreelparticularcarecíadetodovalor,yaquehabíapermanecidobajolosefectosdelosacostumbradosnarcóticosduranteellargoprocesodelapuncióndeldibujo.Eldirectordeunarevistadearteitalianarefutólasaseveracionesdelexpertoalemánylanzóseaprobarquesuvidaprivadanosecompadecíaconningunamodernapautadeladecencia. ItaliayAlemaniaenplenoseenzarzaronenladisputayel restodeEuropavioseprontamenteinmersoeneldebate.SucediéronseborrascosasescenasenelParlamentoespañolylaUniversidaddeCopenhagueotorgóunamedalladeoroal

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experto alemán (enviando luego una comisión para examinar las pruebas sobre elterreno), mientras en París dos estudiantes polacos se suicidaban para poner demanifiestoloquepensabanellosdelcaso.”Entretanto,elinfortunadobastidorhumanonohabíamejoradosucondiciónynadatuvo de sorprendente que derivase hacia las filas de los anarquistas italianos. Almenosencuatroocasiones fueconducidohasta la fronteraencalidaddeextranjeropeligrosoeindeseableperosiemprefueremitidodevueltacomoLacaídadeÍcaro(atribuido a Pincini, Andrea; comienzos del siglo XX). Por fin, un día, durante uncongreso anarquista en Génova, uno de sus camaradas, en el calor del debate, leestampóenlaespaldaunaampolladelíquidocorrosivo.Lacamisarojaquellevabapuesta mitigó sus efectos pero el Ícaro quedó tan deteriorado que resultabairreconocible. Su atacante sufrió una severa reconvención por la agresión a uncamaradaanarquistayfuecondenadoasieteañosdecárcelporladestruccióndeuntesoro artístico nacional. Tan pronto como estuvo en condiciones de abandonar elhospital,HenriDeplisfuepuestoenlafronteracomoextranjeroindeseable.”PorlascallesmásplácidasdeParís,especialmenteenlavecindaddelMinisteriodeBellasArtes,podéistropezarosenocasionesconunhombredeaspectoacongojadoydeprimidoque,anadaqueledirijáis lapalabra,osresponderáconunligeroacentoluxemburgués.AlimentalailusióndeserunodelosbrazosperdidosdelaVenusdeMiloyabrigalaesperanzadellegarapersuadiralgobiernofrancésdequelecompre.Entodoslosdemásextremosyocreoqueestátolerablementecuerdo”.

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Lacuradedesasosiego

Enlaredecilladelvagóndeferrocarril,justoenfrentedeClodoveo,habíaunasólidabolsadeviajeconunaetiquetacuidadosamenterotuladaenlaqueaparecíainscrito:“J.P.Huddle.LaConejera.Tilfield, juntoaSlowborough”. Inmediatamentedebajode la redecilla hallábase la personificación humana de la etiqueta, un individuomacizoy circunspecto, vestido con circunspeccióny de circunspecta conversación.Inclusosintenerencuentasuconversación(dirigidaaunamigosentadoasuladoyqueversabaprincipalmentesobretemascomolotardíodelosjacintosromanosolapropagacióndelsarampiónenlarectoría),podíaapreciarseconbastantefidelidadeltemperamentoyelhorizontementaldelpropietariodelabolsadeviaje.Noobstante,parecíarenuenteadejaralgúndetallealaimaginacióndelobservadorcasualyprontosuconversaciónsehizopersonaleintrospectiva.—Noséloquepasa—ledijoasuamigo—,apenassirebasoloscuarentaperotengolaimpresióndehabermeasentadoenunprofundosurcodemedianayañejaedad.Mihermana presenta lamisma tendencia.Nos gusta que todo esté exactamente en sulugar acostumbrado; nos gusta que las cosas se produzcan exactamente a la horaprevista;nosgustaquetodoseanormal,ordenado,puntual,metódico,almilímetro,alminuto.Nosafligeynos trastornaelquenoseaasí.Porejemplo,puestosa traeracolaciónunafutesa,unzorzalhahechosunidoañotrasañoenelsaucequehayenelpradillo;esteaño,porrazonesquenoestánclaras,loestáhaciendoenlahiedradelmurodel jardín.Hemoshabladopoco sobre ello, pero creoqueambos sentimoselcambiocomoinnecesarioeinclusountantoirritante.—Talvez—dijoelamigo—setratadeotrozorzal.—Yalohemospensado—dijoJ.P.Huddle—,ymeparecequenoscausaaunmayorfastidio.Nosentimoslanecesidaddeuncambiodezorzalaestasalturasdenuestrasvidas;y,sinembargo,comoyahedicho,apenassihemosalcanzadolaedadenqueesascosasdebieranproducirnosunserioimpacto.—Loqueustedesnecesitan—dijoelamigo—esunacuradedesasosiego.—¿Unacuradedesasosiego?Nuncaheoídohablardetalcosa.—Ustedhabráoídohablardecurasdereposoososiegoparapersonasquebrantadaspor la tensión de las preocupaciones excesivas y la vida extenuante; pues bien,ustedes padecen un exceso de reposo y placidez y precisan el tipo de tratamientoopuesto.—Pero,¿adóndedirigirmeparatalcosa?—Bien,puedeustedpresentarsecomocandidatoorangistaporKilkenny[4]ohaceruncurso de inspección zonal en uno de los barrios apaches de París, o puede darconferenciasenBerlínparademostrarquelamayorpartedelamúsicadeWagnerfuecompuestaporGambetta[5];ysiempretieneelinteriordeMarruecosparaviajar.Noobstante,paraquesearealmenteefectiva,lacuradedesasosiegohayquehacerlaen

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casa.Cómopodríanhacerlaustedes…notengonilamenoridea.Enestepuntode la conversación fuecuandoClodoveoquedógalvanizadoporunaviva atención. Después de todo, la visita de dos días a un anciano pariente deSlowborough no prometía ser muy apasionante. Antes de que el tren se detuvierahabíadecoradoelpuñoizquierdodesucamisaconla inscripción“J.P.Huddle.LaConejera.Tilfield,juntoaSlowborough”.Dosdíasmástarde,durantelamañana,elseñorHuddleirrumpióenlavidaprivadadesuhermana,queestabaleyendoLavidaruralenelgabinete.Eraneldía,lahorayel lugardestinadosaLavidarural y la intrusión resultabaabsolutamente irregular,peroelseñorHuddleteníaenlamanountelegramayenaquellacasalostelegramaseran tenidos por provenientes de la mano de Dios. Este telegrama en particularpresentabaconcomitanciasconlanaturalezadelhuracán.“Obispoexaminandoclaseconfirmaciónenvecindadimposiblealojarseenrectoríadebidosarampiónsolicitasuhospitalidadenviandosecretariotomardisposiciones”.—Apenas conozco al obispo; tan sólo he hablado una vez con él—exclamó J. P.Huddle,conelaireexculpatoriodequienadviertedemasiado tarde lo indiscretodedirigir la palabra a obispos desconocidos. La señorita Huddle fue la primera enrehacerse.Ledisgustabanloshuracanestanpococomoasuhermanoperosuinstintofemeninoledecíaquealoshuracaneshayquedarlesdecomer.—Podemosprepararelpatofríoconcurry—dijo.Noeraaquéleldíaprevistoparaelcurry,peroelligerorevestimientoanaranjadosignificabaunaligeradesviacióndelanormayelhábito.Suhermanonadadijoperosusojosleexpresarongratitudporsudenuedo.—Unjovencaballerodeseaverles—anuncióladoncella.—¡El secretario!—susurraron los Huddle al unísono; instantáneamente adoptaronuna actitud rígida que proclamaba que, pese a considerar culpables a todos losdesconocidos,estabandispuestosaoír loque tuvieranquealegarensudefensa.Eljovencaballero,queseintrodujoenlaestanciaconunaciertaaltaneríaelegante,norespondía en modo alguno a la idea que los Huddle tenían formada acerca delsecretario de un obispo; no les cabía en la cabeza que los fondos episcopalesfinanciaran un artículo tan costosamente tapizado cuando había tantas otrassolicitudes de recursos.El rostro resultaba fugazmente familiar; si el señorHuddlehubieraprestadomásatenciónalcompañerodeviajesentadojustamenteenfrentedeélenelvagóndeferrocarrildosdíasantes,talvezhubiesereconocidoaClodoveoensuactualvisitante.—¿Es usted el secretario del obispo? —preguntó Huddle, tornándoseconscientementerespetuoso.—Susecretarioconfidencial—respondióClodoveo—.PuedenllamarmeStanislaus;miapellidonoimporta.ElobispoyelcoronelAlbertitalvezvenganaalmorzar.Yomequedaréaquí,entodocaso.Aquellosonabacasicomoelprogramadeunavisitareal.

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—Elobispoestápasandoexamenaunaclasedeconfirmaciónenlascercanías,¿noesasí?—preguntólaseñoritaHuddle.—Talparece—fuelaenigmáticarespuesta,seguidadelasolicituddeunmapaagranescaladelalocalidad.Clodoveo se hallaba aún inmerso en el estudio aparentemente profundo del mapacuando llegó otro telegrama. Iba dirigido al “Príncipe Stanislaus, huésped de losHuddle,LaConejera,etc.”.Clodoveoechóunvistazoasucontenidoyanunció:—ElobispoyAlbertinovendránhastaestanoche,másbientarde—luegosevolvióaescrutarnuevamenteelmapa.El almuerzo no fue una ceremoniamuy festiva. El principesco secretario comió ybebió con buen apetito pero desalentó severamente cualquier conversación. Altérmino de la comida esbozó súbitamente una sonrisa radiante, agradeció a suanfitriona tan delicioso refrigerio y besó su mano con respetuoso embeleso. LaseñoritaHuddlefueincapazderesolverparasusadentrossitalacciónteníaelsabordeunacortesíaaloLuisXIVoalareprensibleactitudromanarespectoalassabinas.Aqueldíano le tocaba jaquecapero tuvo la impresióndeque las circunstancias laexcusabanyseretiróasuhabitaciónparatenertodalajaquecaquelefueraposibleantes de la llegada del obispo. Clodoveo, tras indagar acerca de la oficina detelégrafosmáspróxima,desaparecióalinstantecarreteraabajo.El señorHuddle se lo encontró en el vestíbulo dos horasmás tarde y le preguntócuándollegaríaelobispo.—EstáenlabibliotecaconAlberti—fuelarespuesta.—Pero, ¿por qué no me lo han dicho? ¡No sabía que hubiera venido!—exclamóHuddle.—Nadiesabequeestáaquí—dijoClodoveo—;cuantomássecretoguardemossobreelasunto,mejor,ybajoningúnconceptoleinterrumpaenlabiblioteca;esassonsusórdenes.—Pero,¿aquévienetodoestemisterio?¿YquiénesAlberti?¿Novaatomareltéelobispo?—¡Elobispopersiguesangre,noté!—¡Sangre!—balbuceóHuddle,quenoalcanzabaaprogresarenlacomprensióndelhuracán.—EstanochevaaserunagrannocheenlahistoriadelaCristiandad—dijoClodoveo—.Vamosamasacraratodoslosjudíosdelosalrededores.—¡Masacrara los judíos!—dijoHuddlecon indignación—.¿Quiereusteddecirmequehayunalzamientogeneralcontraellos?—No,esunaideadelobispo;enestosmomentosestádisponiendotodoslosdetalles.—Pero…elobispoesunhombretantolerante,tanhumano.—Eso es precisamente lo que realzará los efectos de su acción. La sensación seráenorme.Eso,almenos,tambiénlocreíaHuddle.

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—¡Leahorcarán!—exclamóconconvicción.—Leesperaunautomóvilparallevarlealacosta,dondeestádispuestounbarcodevapor.—Peronohaynitreintajudíosentodalavecindad—protestóHuddle,cuyocerebro,bajo los repetidos impactos del día, funcionaba con las fluctuaciones del hilotelegráficoduranteunterremoto.—Tenemos veintiséis en nuestra lista—dijo Clodoveo aludiendo a un manojo denotas—.Podemosocupamosdeellosperfectamente.—¿QuiereusteddecirmequeplaneanutilizarlaviolenciacontraunhombrecomoSirLeonBirberry?—tartajeóHuddle—.Es uno de los hombresmás respetados de laregión.—Está en nuestra lista —dijo Clodoveo con displicencia—; después de todo,disponemosdehombresdeconfianzaparallevaracabonuestratarea,demodoqueno tenemos que contar con la ayuda local. Y tenemos algunos boy-scouts quecolaboranconnosotroscomoayudantes.—¡Boy-scouts!—Sí; cuando se enteraron de que se trataba dematar de verdad semostraronmásentusiastasaúnqueloshombres.—¡EstoseráunborrónenelsigloXX!—Ysucasaseráeltintero.¿SedaustedcuentadequelamitaddelosperiódicosdeEuropaydelosEstadosUnidospublicaránimágenesdeella?Porcierto,heremitidounas fotografíassuyasydesuhermanaqueencontréen labibliotecaalMartinyaDieWoche,esperoquenoleimporte.Ytambiénunapuntedelaescalera;lamayormatanzaseproduciráprobablementeenlaescalera.Las emociones que se iban apoderando del cerebro de J. P. Huddle eran de unaintensidadcasiexcesivacomoparaplasmarlasenpalabrasperoacertóabalbucear:—Enestacasanohayjudíos.—Noporelmomento.—Iréalapolicía—exclamóHuddleconunasúbitaenergía.—Entrelosarbustoshayapostadosdiezhombresquetienenordendedispararcontraquienquiera que abandone la casa sin una señal de autorización pormi parte.Otropiquete armado se halla emboscado cerca de la puerta principal. Los boy-scoutsvigilanlapartetrasera.Enestepuntoseoyóelalegreululardeunabocinadesdelacalle.HuddleseprecipitóhaciaelvestíbuloconlasensacióndeunhombrequesedespiertadeunapesadillayalcanzóacontemplaraSirLeonBirberryquellegabaconduciendosucoche.—Recibísutelegrama—dijo—.¿Quésucede?¿Telegrama?Aquelparecíasereldíadelostelegramas.“Vengaaquíinmediatamente.Urgente.JamesHuddle”,decía,ensíntesis,elmensajequeseofrecióalosojosasombradosdeHuddle.—¡Ahora lo comprendo todo!—exclamó de pronto, con una voz sacudida por la

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agitación,yconunamiradadeagoníaendirecciónalaespesuratiródelasombradoBirberry hacia el interior de la casa. Se acababa de servir el té en el salón peroHuddle, ahora totalmente presa del pánico, arrastró a su quejumbroso huéspedescalerasarribayporuninstantetodalacasaquedósubsumidaenaquellaregióndemomentánea seguridad. Sólo Clodoveo hizo los honores a la mesa del té con supresencia; evidentemente, los fanáticos hallábanse en la biblioteca demasiadoabsortosensusmonstruosasmaquinacionescomoparacederalsolazdeunatazadeté y unas tostadas. El joven caballero se levantó en una ocasión para atender a lallamada de la campanilla en la puerta principal y franquear el paso al señor PaulIsaacs, zapatero y coadjutor de la parroquia, que también había recibido unacompulsivainvitaciónparaacudiraLaConejera.Conunatrozderrochedecortesía,difícilmentesuperableporalgúnBorgia,elsecretarioescoltóalnuevocautivodesuredhastalamesetadelaescalera,dondeleaguardabasuinvoluntarioanfitrión.Lo que sobrevino luego fue una larga vigilia de suspenso y espera. En una o dosocasiones Clodoveo abandonó la casa para llegarse hasta la espesura, regresandosiempre a la biblioteca, con el evidente propósito de dar un breve parte. En unaocasiónsehizocargodelcorreodemanosdelcarterovespertinoylollevóhastaloaltodelaescaleraconpuntillosacortesía.Trasunanuevaausenciaascendióhastalamitaddelaescaleraparalanzarunanuncio.—Losboy-scoutsentendieronmalmiseñalyhandadomuertealcartero.Tengopocaprácticaenestetipodecosas,yasaben.Lapróximavezloharémejor.Ladoncella,queteníacompromisomatrimonialconelcarterovespertino,dioriendasueltaaunclamorosolamento.—Recuerda que tu ama tiene dolor de cabeza—le dijo J. P.Huddle. (El dolor decabezadelaseñoritaHuddleibapeor.)Clodoveo descendió la escalera rápidamente y tras una breve visita a la bibliotecaregresóconotromensaje.—El obispo lamenta saber que la señorita Huddle padece dolor de cabeza. Estáimpartiendo órdenes para que, en lamedida de lo posible, no se utilicen armas defuegocercadelacasa; todamuertequeseanecesariadentrodelacasaseharáconarmablanca.Elobisponocomprendeporquéunhombrenohadeseruncaballeroademásdeuncristiano.Ésta fue la última vez que vieron a Clodoveo; eran casi las siete y a su ancianoparientelegustabaquesevistieraparalacena.Pero,peseaqueleshabíaabandonadoparasiempre,losacechantesindiciosdesupresenciarondaronporlazonaaltadelacasadurante las largashorasdevigilia nocturnay cualquier crujidode la escalera,cualquier susurro del viento en la espesura iba cargado de un horrible significado.Hacia las siete de la mañana, el hijo del jardinero y el cartero convencieronfinalmentealosinsomnesdequeelsigloXXseguíaimpoluto.—Nocreo—musitóClodoveocuandountrenmadrugadorlellevabaderegresoalaciudad—queesténenmodoalgunoagradecidosporlacuradedesasosiego.

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LapazdeMowsleBarton

CreftonLockyerhallábasesentadoasusanchas,tantodecuerpocomodeespíritu,enlapequeñafranjadeterreno,mitadhuertomitadjardín,quecolindabaconelcorralenMowsleBarton.Despuésde la tensiónyel fragorde largosañosdevidaurbanaelsosiegoylapazdeaquelcaseróncircundadodelomasasaltaronsussentidosconunaintensidad casi dramática. El tiempo y el espacio parecían perder su sentido y suapremio:losminutossediluíanenhorasylospradosybarbechosformabandeclivesenladistancia,suaveeimperceptiblemente.Losmatojosdesetovivoirrumpíanentrelas flores del jardín y las flores trepadoras y los arbustos del jardín lanzaban sucontraofensiva contra el corral y la vereda.Gallinas de aspecto soñoliento y patossolemnesyabsortossentíansecomoencasayafueraenelpatio,enelhuertooenlacarretera; nada parecía pertenecer definitivamente a ninguna parte; ni siquiera laspuertasseencontrabanforzosamentesobresusgoznes.Ysobretodoaquelescenarioplaneabaunasensacióndepazqueteníaunacalidadcasimágica.Porlatardeseteníalasensacióndequesiemprehabíasidoporlatarde;duranteelcrepúsculoseteníalacerteza de que nunca había habido sino crepúsculo. Crefton Lockyer hallábasesentadoasusanchasenelrústicobancosituadobajounañosonísperoydecidióqueaquí estaba esevaraderovital que sumente sehabía representado tanvivamenteyqueenlosúltimostiempossusfatigadosyajetreadossentidoshabíananheladotanamenudo. Fijaría su residencia estable entre aquella gente sencilla y amistosa,incrementando gradualmente las modestas comodidades de las que le agradaríarodearseperoadaptándosetodoloposibleasusmodosdevida.Mientras maduraba reposadamente en su cabeza esta resolución, una provectaancianaacercábasecojeandoconpasoinseguroporenmediodelhuerto.Reconocióen ella a una de las mujeres de la casa, la madre o acaso la suegra de la señoraSpurfield,sucasera,yrápidamentesepusoapensarenbuscadealgunaobservaciónagradablequedirigirle.Lamujerseleadelantó.—Hayalgoescritocontizaenaquellapuertadeallá,alfondo.¿Quédice?Lamujerhablabadeunaformaimpersonalydesvaída,comosilapreguntahubieraestadoensuslabiosduranteañosylomejorfueradesembarazarsedeella.Susojos,sinembargo,mirabanconimpacienciaporencimade lacabezadeCreftonhacia lapuerta de un pequeño henil que constituía la avanzadilla de una dispersa hilera deedificacionesdelagranja.“Martha Pillamon es una vieja bruja”, fue la declaración con que tropezó elinquisitivo escrutinio de Crefton, y vaciló por unmomento antes de dar a aquellaaseveraciónunamásampliapublicidad.Porloquesabíadesuinterlocutor,debíaserla mismísima Martha la persona con la que estaba hablando. Era posible que elapellidodesolteradelaseñoraSpurfieldfueraPillamon.Yaquellaenjutaymacilentaancianaquesehallabajuntoaélciertamentecumplíalasespecificacioneslocalesencuantoalaspectoexteriordeunabruja.

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—DicealgoacercadeunatalMarthaPillamon—explicócautelosamente.—¿Quédice?—Es muy irrespetuoso —dijo Crefton—, dice que es una bruja. Esas cosas nodeberíanescribirse.—Es cierta, cada una de esas palabras —replicó su oyente con una considerablesatisfacción,añadiendoamododenotadescriptivapropia—:Elviejoescuerzo.Ymientrassealejabacojeandoporelcorralibagritandoconsuvozcascada:—¡MarthaPillamonesunaviejabruja!—¿Ha oído lo que ha dicho?—masculló una voz tenue y colérica a espaldas deCrefton. Al girarse rápidamente pudo contemplar a otra vetusta anciana, flaca yarrugada,delcolordelpergaminoy,evidentemente,enunestadodevivairritación.ObviamentesetratabadeMarthaPillamonenpersona.Elhuertoparecíaserellugarfavoritoparapaseardelasmujeresdeavanzadaedadquehabíaenelvecindario.—¡Esmentira,mentiracochina!—continuólatenuevoz—.BetsyCrootsíqueesunavieja bruja. Ella y su hermana, la sucia rata. Les echaré un maleficio, las viejaschinchorras.Segúnsealejabarenqueandodespaciosamentesuvistacaptólainscripcióndetizaenlapuertadelhenil.—¿Quéhayescritoallí?—preguntóvolviéndosehaciaCrefton.—Vote a Soarker —respondió éste con la pusilánime osadía de los pacificadoresexperimentados.Laancianarezongóalgoyelrefunfuño,juntoconsuviejopañolónrojo,seperdierongradualmenteentrelosárboles.Creftonseincorporóalinstanteyseencaminóhaciala casa. De algún modo, buena parte de la paz parecía haberse esfumado delambiente.El alegre bullicio de la hora del té en la cocina, queCrefton había encontrado tanplacentero en tardes anteriores, parecía haberse agriado hoy en una cierta desazónmelancólica.Entornoalamesareinabaunlánguidoypenososilencioyelpropioté,cuando Crefton lo probó, era una insulsa y tibia cocción que habría alejado todoánimodejuergadeuncarnaval.—No sirve de nada quejarse del té —dijo prontamente la señora Spurfield, alquedarsesuhuéspedcontemplandolatazaconairedecortésinterrogante—.Elaguanollegaahervirenlamarmita,esaeslapuraverdad.Crefton se volvió hacia el hogar, donde un fuego insólitamente vivo hallábasecubiertoporunamarmitanegraquedejabaescaparunafinaespiraldevaporporunresquicioperoque,porlodemás,parecíaignorarlaaccióndelacrepitantehogueraqueteníadebajo.—Lleva ahímás de una hora y no hervirá—dijo la señoraSpurfield, añadiendo amododeconcluyenteexplicación—:Estamosembrujados.—MarthaPillamonesquien lohahecho—intervinoentoncessuancianamadre—;yoharélomismoconeseviejoescuerzo.Leecharéunmaleficio.

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—Se pondrá a hervir a su tiempo—protestó Crefton, ignorando las insinuacionesacercademalignasinfluencias—.Talvezelcarbónestéhúmedo.—No hervirá a tiempo para la cena, ni para el desayuno de mañana, ni aunmanteniendoelfuegoencendidotodalanoche—dijolaseñoraSpurfield.Yasífue.Los moradores de la casa subsistieron a base de alimentos fritos y asados y tégentilmente preparado en una casa de la vecindad y trasladado a moderadatemperatura.—Supongo que nos dejará usted, ahora que las cosas se han puesto incómodas—observólaseñoraSpurfieldduranteeldesayuno—;haygentequedesertaencuantoempiezanlasdificultades.Creftondescartóapresuradamentecualquierinmediatocambiodeplanes;sedijoasímismo,sinembargo,quelainicialcordialidaddetratohabíadesertadodelacasaenbuenamedida.Miradassuspicaces,silencioshurañosofrasespunzantesestabanalaordendeldía.Encuantoalaancianamadre,estabatodoeldíasentadaenlacocinaoenel jardínrezongandoamenazasymaleficioscontraMarthaPillamon.Habíaalgode terrorífico y lastimero en el espectáculo de aquellos viejos y frágiles retazos dehumanidad consagrando sus últimas y mortecinas energías a la tarea de hacersedesdichadas una a otra. El aborrecimiento parecía ser la única facultad que habíasobrevividoconvigoreintensidadsinmenguadondetodolodemássedesmoronabaconunaordenadaysimétricadecadencia.Ylomáspavorosodetodoeraqueaquelhórridoymalsanopoderparecíadestilarsedesurencorysusexecraciones.Todaslasexplicaciones escépticas eran incapaces de alterar el hecho indudable de que ni lamarmita ni la cacerola alcanzaban el punto de ebullición aun sobre el fuego másabrasador.Creftonseasiócuantopudoalateoríadealgunafallaenelcarbón,peroelfuego de leña dio el mismo resultado, y cuando una marmita pequeña con uninfiernillodealcoholincorporado,quesolicitómedianteunpropio,mostrólamismaobstinadanegativaenpermitir laebulliciónasucontenidosintióquehabíaentradosúbitamente en contacto con algún aspecto insospechado ymaligno de las fuerzasocultas.Avariasmillasdedistancia,atravésdeunportilloentreloscerros,alcanzabaa divisar una carretera por la que circulaban en ocasiones los automóviles y, sinembargo,aquí,atanescasadistanciadelasarteriasdelacivilizaciónmásavanzada,habíaunviejocaserónencantadodondealgotaninequívococomolabrujeríaparecíaadquirirunvirtualimperio.Al cruzar el jardín hacia los senderosmás apartados de la granja, donde esperabarecuperarlareconfortantesensacióndeapacibilidadcuyaausenciaeratanostensibleen torno a la casa y al hogar—especialmente al hogar—,Crefton pasó junto a laanciana madre, que permanecía sentada y murmurando para su coleto. “Que sehundanalnadar,quesehundanalnadar”,repetíaunayotravez,comounniñoquerepiteunalecciónamediasaprendida.Ydetiempoentiempoestallabaenunaagudacarcajadaenlaqueresonabaunanotademalignidadnadagrataaloído.Creftonsesintiómásalegrecuandosehallódondeyanopodíaoírla,enmediodelacalmayla

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soledad de los recónditos y frondosos senderos que parecían no conducir a partealguna;unodeellos,másangostoyescondidoqueelresto,atrajosuspasosysentíaseyacasialbordedelhastíocuandodescubrióque,enrealidad,eracomounasendaenminiaturaqueconducíaaunamoradahumana.Unacabañadeaspectoabandonado,conundescuidadohuertecillodecolesyunospocosmanzanosañosos,selevantabaen un recodo donde un arroyuelo de rápida corriente se ensanchaba en un trechoformandounacharcaderegulartamañoantesdecontinuarsucarreraentrelossaucesquehabíanrefrenadosucurso.Creftonseapoyóeneltroncodeunárbolycontemplóporencimadelosturbulentosremolinosdelacharcalapequeñayhumildecasitaquetenía enfrente; elúnico signodevidaprocedíadeunabreveprocesióndepatosdedeslucido aspecto que se encaminaban en fila hacia el borde de las aguas. Haysiempre algo fascinante en la forma en que un pato se trasmuta en un instante detorpey lento anadeador sobre la tierra engrácil yvivaznadador sobre las aguasyCrefton aguardó con cierta atención contenida para observar cómo se lanzaba a lasuperficiedelacharcaelqueencabezabalafila.Eraconscientealmismotiempo,porun curioso instinto premonitorio, de que algo extraño y enojoso estaba a punto desuceder. El pato se abalanzó confiadamente al agua e inmediatamente se revolvióbajo la superficie. La cabeza apareció por un instante y volvió a sumergirsenuevamente,dejandounrosariodeburbujasensuestela,mientraslasalasylaspatasbatían el agua en un desmañado torbellino. El pato se ahogaba, obviamente. Alpronto,Crefton pensó que debía haberse enganchado con algún hierbajo o que eraatacado desde dentro por algún lucio o una rata de agua. Pero no había sangreflotando en la superficie y aquel cuerpo en frenética agitación recorrió todo elperímetro de la charca sin la menor traba de maraña alguna. Para entonces, unsegundopatosezambullíayunsegundocuerpopugnaba,serevolvíayagitababajola superficie. Había algo de particularmente lastimero en la visión de los picosjadeantes que asomaban de vez en vez sobre las aguas, a modo de aterrorizadaprotesta por esta traición de un elemento fiable y familiar. Crefton contempló conalgoparecido al horror cómoun tercer pato seposó sobre el bordey se zambulló,para correr el mismo sino que los otros dos. Se sintió casi aliviado cuando losrestantescomponentesdelabandada,tardíamentealarmadosporlaconmocióndeloscuerpos que se ahogaban lentamente, se irguieron con sus enhiestos y atirantadospescuezosydesaparecierondelominosoescenario,graznandoconunamarcadanotade desasosiego al desfilar. En esemismomomento Crefton advirtió que no era elúnico testigo humano de la escena; una anciana encorvada y macilenta, a la quereconocióalinstantecomoMarthaPillamon,desiniestrareputación,habíacubiertoapaso renqueante el sendero que conducía al borde de las aguas y contemplabafijamente el horripilante torbellino de aves moribundas que se desplazaba enprocelosocortejocircundandolacharca.Alcabodeunmomentosuvozresonóconunaagudanotadetrémulaira:—EsBetsyCroot quienhahecho esto, la vieja rata.Le echaréunmaleficio, ya lo

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verás.Crefton se retiró silenciosamente, con la duda de si la anciana habría advertido supresencia.AntesinclusodequeaquellaproclamaralaculpabilidaddeBetsyCroot,elsusurradosortilegiodeestaúltima,“Quesehundanalnadar”,habíarelampagueadoinquietantementeensucerebro.Fue,sinembargo,laamenazafinaldeunvindicativomaleficio loque invadió totalmente sucerebrocon riesgodeexcluir cualquierotropensamientooidea.Sucapacidadderaciociniomostrábaseimpotenteparadescartarlasamenazasdeaquellasviejascomadrescomoside fútilesdisputas se tratara.LacasadeMowsleBarton se hallaba amerceddel rencor deuna sañuda ancianaqueparecía capaz de materializar sus resquemores personales de una manera hartoefectivaynoeraposiblepredecirquémodalidadrevestiríasuvenganzaporlostrespatos ahogados.Comomiembrode la casa, el propioCreftonpodíaverse afectadoporunavisitageneralizadaypordemásinsufribledelacóleradeMarthaPillamon.Porsupuesto,eraconscientedequeestabadandopábuloaabsurdasfantasías,peroelcomportamientode lamarmitaconhornillo incorporadoy laescenade lacharca lehabían descorazonado grandemente. Y la vaguedad de la alarma se sumaba a susterrores; cuando se admite por una vez a lo imposible en las especulaciones, susposibilidadessetomanprácticamenteilimitadas.AlamañanasiguienteCreftonselevantótempranocomodecostumbre,altérminodeunadelasnochesmásinquietasquehabíapasadoenlagranja.Susaguzadossentidosdetectaronrápidamenteesasutilatmósferadeestonomarchadeltodobienquereinaen una casa agobiada. Las vacas habían sido ordeñadas pero seguían en confusotropel en el patio esperando con impaciencia ser conducidas al campo y el averíodomésticopersistíaenunmachacónyquejosorecordatoriodelretrasoenlahoradecomer; la bomba de agua del patio, que habitualmente emitía a intervalos suestridente melodía durante las primeras horas de la mañana, estaba hoyominosamente silenciosa.Dentrode lamismacasahabía intermitentementeun iryvenir de pasos, voces apresuradas que se alzaban y se extinguían y largos,desazonadossilencios.Crefton terminódevestirseysedirigióhaciaelarranquedeunaestrechaescalera.Alcanzóaoírunavozdesvaídayquejumbrosa,unavozenlaquesehabíainfiltradounapavorosalasitud,yreconocióalaseñoraSpurfield.—Semarchará, seguro—estaba diciendo la voz—; hay muchos que se largan encuantosepresentalacrudaadversidad.Creftonsintióqueprobablementeeraunodeesosmuchosyquehabíamomentosenqueeraaconsejableserfielalmodelo.Regresóasuhabitación,reunióyguardósusescasaspertenencias,depositósobrelamesael importedesualojamientoysalióporunapuerta traseraquedabaalpatio.Una turbamulta de aves surgió expectante ante él, que sustrayéndose a su afanosaatenciónseapresuró,aresguardodelestablo,lapocilgaylosalmiares,hastallegarala senda situada a espaldasde lagranja.Una caminatadeunospocosminutosquesóloelconsiderablepesodesusportemanteauximpidióqueseconvirtieraenabierta

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carreralecondujohastalacarreterageneral,dondeunautobúsmadrugadorlealcanzóprontoyletrasladórápidamentealavecinaciudad.Enunacurvadelacarreteratuvounaúltimavisióndelagranja;lasviejastechumbresabuhardilladasyloshenilesconsuscubiertasdepaja,elhuertodesparramadoyelníspero,consubancodemadera,serecortabanconunaclaridadcasiespectralenlatempranaluzdelamañanaysobretodo el conjunto se cernía esa atmósfera de mágica posesión que Crefton,erróneamente,habíatomadoporpaz.El bullicio y el estruendo de la estación de Paddington hirieron sus oídos con unprotectorsaludodebienvenida.—Estasapreturasyestasprisassonmuymalasparanuestrosnervios—comentóuncompañerodeviaje—;amídenmelapazyelsilenciodelcampo.Creftondeclinómentalmentesucuotadeaquelanheladobienestar.Unasaladebailebien atestada y esplendorosamente iluminada, donde se estuviera ejecutando unaexuberante interpretación de la “1812” por una aguerrida orquesta se le presentócomolomáspróximoasuidealdeunsedanteparalosnervios.

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Mixturaparacodornices

—Elpanoramanoesmuyhalagüeñoparanosotros,lospequeñoscomerciantes—lesdijo el señor Scarrick al artista y a su hermana, que habían tomado sendashabitaciones encimade un almacénde comestibles en un suburbio de la ciudad—.Losgrandesestablecimientosofrecenalpúblicounaseriedeatractivosquenosotrosno podemos permitirnos ni siquiera en pequeña escala… salas de lectura, salas dejuegos,gramófonosyDios sabequémás.En la actualidad, lagenteno se animaacomprar media libra de azúcar si no es escuchando a Harry Lauder o con losresultadosdelcricketaustralianoalavista.ConlasexistenciasquehemosingresadoenalmacéndecaraalasNavidadesdeberíamostenermediadocenadedependientesahogados de trabajo pero, en realidad,mi sobrino Jimmy y yo podemos atenderlotodo sobradamente. Es unamercancíamuy estimable, además, siempre que puedadarlesalidaenunpardesemanas,peronohaylamenorprobabilidaddequetalcosaocurra…amenosque la líneadeLondresquedeatascadapor lanieveduranteunaquincena, antes deNochebuena. Había pensado en la posibilidad de contratar a laseñoritaLuffcombepara dar unos recitales por las tardes; tuvoungran éxito en lafiestadeCorreosrecitando“LosdesigniosdelapequeñaBeatriz”.—No se me ocurre nada menos apropiado para convertir su tienda en un centrocomercial de moda —dijo el artista con un auténtico sobresalto—. Si estuvieratratando de decidir entre losméritos de unas ciruelas deCarlsbad y de unos higosconfitadoscomopostredeinvierno,meexasperaríaquemispensamientossevierancomplicadosconlosdesigniosdelapequeñaBeatrizdeserunÁngeldeLuzounagirl-scout.No—prosiguió—,elanhelodeobteneralgoadicionalacambiodenadaesuna de las pasiones dominantes de la clientela femenina, pero es algo que usted,efectivamente,nopuedepermitirse.¿Porquénoapelaraotroinstintoquedominanosóloalaclientelafemeninasinotambiénalamasculina,dehechoatodoelgénerohumano?—¿Cuáleseseinstinto,caballero?—dijoelcomerciante.

LaseñoraGreyesylaseñoritaFrittenacababandeperdereltrendelas2.18paraelcentroy,puestoquenohabríaningúnotrohastalas3.12,selesocurrióquetambiénpodíanhacerlacompradecomestiblesenlatiendadeScarrick.Nohabíaenellonadadesensacional,enesoestabandeacuerdo,peroharíanlacompraalfinyalcabo.Durantealgunosminutostuvieronlatiendacasiparaellassolas,enloqueserefiereaclientes,peromientrasdebatíanlasvirtudesydefectosdedosmarcascompetidorasde pasta de anchoas les sobresaltó una orden, pronunciada desde el otro lado delmostrador,deseisgranadasyunpaquetedemixturaparacodornices.Ningunodelosdosartículosteníandemandahabitualenaquelvecindario.Igualmenteinusualeseranelestiloy laaparienciadelcliente;deunosdieciséisañosdeedad,piel aceitunada

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oscura,grandesojospardosycabellocortoyespesodecolornegroazulado,podríahaberse ganado la vida comomodelopara artistas.Dehecho, eso es justamente loqueera.Elcalderodelatónforjadoquepresentópararecibirsucompraera,sinlugaradudas, lamás asombrosavariaciónde labolsademallao la cestade la compra,típicas de la civilización suburbial, que el resto de los clientes había visto jamás.Arrojó una pieza de oro, aparentemente de alguna exótica moneda, encima delmostradorynoparecióendisposicióndeaguardarunaposiblevuelta.—Ayernopaguéelvinoy loshigos—dijo—;guarde loquesobrapara lasfuturascompras.—Extraño aspecto el de ese muchacho, ¿no? —dijo interrogativamente la señoraGreyesaltenderoapenaselclientehubosalido.—Extranjero, según creo —respondió el señor Scarrick con un laconismo muydistantedesusmodaleshabitualmentecomunicativos.—Quierounalibraymediadelmejorcaféquetenga—dijounavozautoritariaunosinstantesmás tarde. El que hablaba era un hombre alto, de rostro imponente y deaspecto ostensiblemente foráneo, destacable, entre otras cosas, por una barbatotalmentenegra,recortadasegúnunestilomásenbogaenlaantiguaAsiriaqueenunsuburbiodelaactualLondres.—¿Ha estado aquí comprando granadas un muchacho de tez oscura? —preguntórepentinamente,mientraslepesabanelcafé.Lasdosdamasestuvieronapuntodedarunsaltoalescucharqueeltenderorespondíaconunaimpávidanegativa.—Tenemosgranadasenexistencia—prosiguió—,peronadielashapedido.—Micriadovendráaporelcafé,comodecostumbre—dijoelcomprador,sacandounamoneda de unmonedero demaravillosa filigrana. Como si se le ocurriera derepentedisparólapregunta:—¿Tieneusted,quizá,mixturaparacodornices?—No—respondióeltenderosinvacilar—,notenemos.—¿Qué va a negar ahora? —preguntó la señora Greyes en un susurro. Lo queagravaba el asunto era que el señor Scarrick había presidido recientemente unaconferenciasobreSavonarola.Eldesconocidosedeslizófueradelatiendasubiéndoseelcuellodeespesoastracándesuenormeabrigo,conaire,segúnlodescribiríamástardelaseñoritaFritten,deunsátrapatrasaplazarunSanhedrin.Noestabaellamuyseguradesiformóalgunavezparte de las competencias de un sátrapa tan curiosa función pero el símil trasladófielmentesupensamientoaunampliocírculodeconocidos.—Nohayquepreocuparsedeldelas3.12—dijolaseñoraGreyes—;vamosacontarestoencasadeLauraLipping.Hoyrecibe.Cuando,aldíasiguiente,elmuchachodetezoscuraentróenlatiendaconsucalderodelatónparalacompra,habíaunbuenpuñadodeclientes,loscuales,ensumayoría,dabanlaimpresióndeestarprolongandolasoperacionesdecompraconelairedelas

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personasquenotienenmuchoenquéocuparsutiempo.Conunavozqueseoyóportodoel local, tal vezporque todoelmundoestaba a la escucha,pidióuna librademielyunpaquetedemixturaparacodornices.—¡Másmixturaparacodornices!—dijolaseñoritaFritten—.Esascodornicesdebensermuyvoraces,oesquenosetrataenabsolutodemixturaparacodornices.—Yo creo que es opio y que el hombre de la barba es un detective —dijobrillantementelaseñoraGreyes.—Nolocreo—dijoLauraLipping—.Estoyseguradequetienealgoqueverconeltronoportugués.—Esmás probable que sea una intriga persa a favor del exSha—dijo la señoritaFritten—;elhombredelabarbapertenecealpartidogubernamental.Lamixturaparacodornices,porsupuesto,esunacontraseña;PersiaestácasialladodePalestinaylascodornicesaparecenenelAntiguoTestamento,yasabes.—Sóloasociadasaunmilagro—dijosubieninformadahermanapequeña—.Entodomomentomehaparecidoqueestoformapartedeunaintrigaamorosa.Elmuchachoquetantointerésyespeculaciónhabíaconcitadosobresíestabaapuntode partir con sus compras cuando Jimmy, el sobrino aprendiz que desde su puestodetrásdelmostradordelquesoyeljamónteníaunaexcelentepanorámicadelacalle,seplantóanteél.—TenemosunasmagníficasnaranjasdeJaffa—dijoapresuradamente,señalandoalrincónenquesehallabanapiladas,trasunaelevadamuralladelatasdegalletas.Eraevidentequeen laobservaciónhabíamásde loqueeloídopercibía.Elmuchachocorrióhacialasnaranjasconelentusiasmodeunhurónqueencuentraencasaaunafamiliadeconejosdespuésdeuninfructuosodíadebúsquedasubterránea.Casienelmismo momento, el hombre de la barba irrumpió en la tienda y por encima delmostradorbarbotóunapeticióndeunalibradedátilesyunalatadelmejorhalvah[6]deEsmirna.Nilamásintrépidaamadecasadelalocalidadhabíaoídohablarjamásdelhalvah,peroaparentementeelseñorScarrickestabaendisposicióndeofrecerlamejorvariedaddeEsmirnasinvacilarunsoloinstante.—Debemos estar viviendo en Las mil y una noches —dijo la señorita Fritten,excitada.—¡Calla!Escucha—instólaseñoraGreyes.—¿Havenidohoy elmuchachode tez oscura de que le hablé ayer?—preguntó eldesconocido.—Hoyhemostenidoenlatiendamásgentedelahabitual—dijoelseñorScarrick—,peronorecuerdoaunmuchachocomoelqueusteddescribe.La señora Greyes y la señorita Fritten, triunfalmente, miraron en derredor a susamigas.Porsupuesto,eradeplorablequealguientrataraalaverdadcomounartículotemporalyexcusablementefueradecirculación,perosesintierongratificadasporqueel vivido relato del tráfico de falsedades del señor Scarrick recibiera unaconfirmacióndeprimeramano.

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—Ya nunca podré creerle cuanto me diga acerca de la ausencia de sustanciascolorantesenlamermelada—susurrótrágicamenteunatíadelaseñoraGreyes.Elmisteriosodesconocidosefue;LauraLippingpercibiócontodaclaridadunbufidoderabiacontenidadetrásdelespesobigoteyelcuellodeastracánsubido.Alcabodeun prudente intervalo, el buscador de naranjas emergió de detrás de las latas degalletasconlaaparienciadehaberfracasadoensuafándeencontraralgunaparticularnaranja que satisfaciese sus exigencias. También él se marchó y la tienda se fuevaciandopocoapocodesusabigarradosychismososclientes.Erael“díaderecibir”deEmilyYorlingylasclientasensumayoríaseencaminaronhaciasusaloncito.Irdirectamente de una expedición para comprar a una reunión en torno al té eraconocidolocalmentecomo“vivirenplenavorágine”.Alatardesiguientehuboquecontrataradosdependientesysusserviciosfueroncadavezmássolicitados;latiendahallábaseabarrotada.Lagentecomprabaycomprabayparecíanoconcluirnuncaconsuslistas.JamáselseñorScarrickhabíaencontradotanescasa dificultad para embarcar a los clientes en nuevas experiencias de artículosalimenticios.Inclusoaquellasmujerescuyascompraserandemodestasproporcionesandaban haciendo tiempo antes de irse a sus casas como si en ellas les esperasenmaridos brutales y borrachos. La tarde había discurrido sin incidentes y había unperceptible zumbidode excitación incontrolada cuandounmuchachode tezoscuracon un caldero de latón en la mano entró en la tienda. La excitación pareciócomunicarse incluso al señor Scarrick; abandonando inopinadamente a una señoraque hacía erráticas preguntas acerca de la vida doméstica del pato de Bombay,interceptó al recién llegado camino del acostumbrado mostrador y le informó, enmediodeunsilenciomortal,quesehabíaterminadolamixturaparacodornices.Elmuchacho,nerviosamente,recorrióconlavistatodalatiendaysevolvióvacilantepara marcharse. Nuevamente fue interceptado, esta vez por el sobrino, que surgióvelozmente desde detrás de su mostrador y le dijo algo acerca de una especie denaranjasdemejorcalidad.Lavacilacióndelmuchachoseesfumó;seabalanzócasialacarrerahacialapenumbradelrincóndelasnaranjas.Hubounexpectantegirodelaatención pública hacia la puerta y el desconocido alto y barbado hizo una entradarealmente espectacular. La tía de la señora Greyes declaró más tarde que sesorprendióa símisma repitiendo subconscientemente: “El asirio irrumpiócomounloboenelaprisco”enunsusurro,yasílocreyerontodos.Elreciénllegadofueinterceptadoasimismoantesdellegaralmostrador,peronoporel señorScarricko su ayudante.Unadamaportadora de un tupidovelo, en la quenadie hasta entonces había reparado, se levantó lánguidamente de su asiento y lesaludóconvozclaraypenetrante.—¿Suexcelenciahacelacompraporsímismo?—dijo.—Ordeno yomismo las cosas—explicó el interpelado—. Tengo dificultades parahacermecomprenderpormiscriados.Envozmásbaja,peroperfectamenteaudibleaún,laveladadamaleproporcionóuna

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informacióninusitada.—Aquí tienenunas excelentesnaranjasde Jaffa.—Luego, conuna risita reticente,saliódelatienda.El hombre volvió la vista en derredor por toda la tienda y al fin, fijando los ojosinstintivamenteenlabarreradelatasdegalletas,lepreguntóenvozaltaaltendero:—¿Tieneusted,quizás,buenasnaranjasdeJaffa?Todo el mundo esperaba una instantánea negativa por parte del señor Scarrickrespectoalasexistenciasdenaranjas.Antesdequepudieracontestar,sinembargo,elmuchachosurgiódesusantuario.Conelcalderodelatónvacíopordelante,selanzóhacialacalle.Surostrofuedescritomástarde,enformadiversa,comoembozadoporuna estudiada indiferencia, cubierto por una palidez cadavérica e inflamado dedesafío.Algunosdijeronquelecastañeteabanlosdientes,otrosquesaliósilbandoelhimnonacionalpersa.Nohuboerror,sinembargo,encuantoalefectoproducidoporelencuentroenelhombrequeparecíahaberloprovocado.Siunperrorabiosoounaserpiente de cascabel se le hubieran acercado de repente apenas si hubiera podidodesplegarunaccesodeterrormayor.Susairesdeautoridadyfirmezaseesfumaron,suszancadascedieronlugaraunpasofurtivoysinrumbo,comoeldeunanimalquebusca un resquicio por donde huir. Con gesto aturdido y displicente hizo algunosencargosalazarqueeltenderosimulóanotarensulibro.Devezencuando,salíaalacalle, miraba con ansiedad en todas direcciones y volvía a entrar rápidamentecontinuando con su simulacro de compras. No regresó de una de aquellas salidas.HabíaseprecipitadoenlaoscuridadyniélnielmuchachodelatezoscuraniladamadelvelofueronvistosmásporlasexpectantesmultitudesquesiguieronabarrotandoelestablecimientodeScarricklosdíassubsiguientes.

—Nuncapodréagradecérselobastanteaustedyasuhermana—dijoeltendero.—Nos hemos divertido mucho —dijo el artista modestamente—, y en cuanto almodelo,hasidounaagradabledistraccióndelatareadeposardurantehoraspara“ElperdidoHylas”.—Encualquiercaso—añadióel tendero—, insistoenpagarel alquilerde labarbanegra.

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Lapuertaabierta

—Mi tía bajará al instante, señorNuttel—dijo la jovencita de quince años y grancompostura—. Entretanto, tendrá que hacer un esfuerzo y conformarse con micompañía.Framton Nuttel se esforzó en pronunciar las palabras justas que pudieran halagardebidamente a la sobrina sin indebidomenoscabo de la tía por venir. Íntimamentedudaba más que nunca de que esas visitas formales a una serie de absolutosdesconocidosfuerandealgunautilidadparalacuradenerviosquesesuponíaestabainiciando.—Sé muy bien cómo va a ser —había dicho su hermana mientras él hacía lospreparativos para emigrar hacia su retiro rural—: te aburrirás y no hablarás conningún alma viviente y tus nervios se pondrán peor que nunca a causa deldecaimiento. Te daré cartas de presentación para toda la gente que conozco allí.Algunaspersonas,hastadondepuedorecordar,eranbastanteagradables.FramtonsepreguntabasilaseñoraSappleton,ladamaaquienhabíaidoapresentarunadelascartas,perteneceríaalacategoríadeagradables.—¿Conoceustedamuchagenteporaquí?—preguntólasobrina,cuandoestimóqueyahabíantenidosuficientecomuniónsilenciosa.—Apenasanadie—dijoFramton—.Mihermanaestuvoaquí,en la rectoría,¿sabeusted?,haceunoscuatroañosymediocartasdepresentaciónparaalgunaspersonas.Estaúltimaafirmaciónlaformulóenuntonodeclarapesadumbre.—¿Entonces no conoce usted prácticamente nada acerca demi tía?—prosiguió lajovenycircunspectadamita.—Sólosunombreydirección—admitióelvisitante.Sentíacuriosidadporsabersilaseñora Sappleton era casada o viuda. En la estancia reinaba algo indefinible queparecíasugerirunapresenciamasculina.—Sugrantragediaocurrióhacetresaños—dijolajoven—.Esodebióserdespuésdelaestanciadelahermanadeusted.—¿Su tragedia?—preguntó Framton. De algúnmodo, las tragedias parecían estarfueradelugarenesteplácidoparajerural.—Talvezsepregunteustedporquémantenemosabiertadeparenparaquellapuertaenuna tarde de octubre—dijo la sobrina señalandounapuerta cristalera quedabasobreelcésped.—Está bastante templado para esta época del año —dijo Framton—. Pero, ¿esapuertatienealgoqueverconlatragedia?—Por esa puerta, hoy hace tres años, salieron su marido y sus tres hermanospequeñosparauna jornadadecaza.Nunca regresaron.Cuandocruzabanelpáramocaminodesuterrenofavoritopara tirara lasagachadizas los tresfueronengullidosporunaciénaga traicionera.Había sidounverano terriblementehúmedo, ¿sabe?,ylugaresenlosqueduranteañosnohabíapeligroalgunosehundíansúbitamente,sin

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previoaviso.Suscuerposnuncafueronhallados.Estofuelomáshorribledetodo—en este punto la voz de la joven perdió su aplomo y se tornó temblorosamentehumana—.Lapobretíaaúncreequealgúndíaregresarán,ellosyelpequeñospanielcastañoquedesapareció juntoconellos,yatravesaránesapuerta talycomosolíanhacerlo. Por eso la puerta permanece abierta por las tardes hasta que se hacecompletamentedenoche.Lapobreyqueridatíamehacontadomuchasvecescómopartieron,sumaridoconsucapoteblanco impermeablebajoelbrazo,yRonnie,suhermanomáspequeño,cantando“Bertie,¿porquébrincas?”paraimportunarlacomosiempre, ya que ella decía que le atacaba a los nervios. ¿Sabe?, algunas veces, entardesplacidasysosegadascomoestacasillegoatenerelhormigueantesentimientodequetodosellosvanatrasponeresapuerta…Se interrumpió con un ligero estremecimiento. Fue un alivio para Framton elmomentoenquelatíairrumpióenlahabitaciónconunestallidodedisculpasporlatardanzaenhacersuaparición.—ConfíoenqueVerahayasidocapazdeentretenerle—dijo.—Haestadomuyinteresante—dijoFramtonasuvez.—Esperoquenolemolesteesapuertaabierta—dijovivamentelaseñoraSappleton—.Mimaridoymishermanosvolverándelacazaysiempreentranporahí.Hoyhanidoaagachadizasalasmarismas,asíquemepondránperdidasmispobresalfombras.Muypropiodehombres,¿noesasí?Continuóalegrementesufacundacharlaacercadelacazaylaescasezdeavesylasperspectivas de patos para el invierno. A Framton todo aquello le resultabasencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo parcialmentevictorioso,pordesviarlaconversaciónhaciauntemamenosmacabro;eraconscientedequesuanfitrionanoleprestabamásqueunapartedesuatenciónydequesusojosse dirigían, por encima de él, hacia la puerta abierta y el césped posterior.Ciertamente, era una desdichada coincidencia que hubiera ido a visitarla en esetrágicoaniversario.—Los médicos han coincidido en prescribirme un reposo total, abstención deexcitaciónmentalyevitartodasuertedeejerciciofísicoviolento—anuncióFramton,queseafanabaenlailusión,tolerablementeextendida,dequelosextrañosabsolutosylosconocimientoscasualessientenavidezporlosmenoresdetallesdelosalifafesydolenciasqueleaquejanauno,suscausasysutratamiento—.Encuantoaladieta,noestánmuydeacuerdo—concluyó.—¿No?—dijo la señora Sappleton con una voz que sólo en el último momentoreemplazó a un bostezo. Luego, su atención se avivó con súbita alerta… pero nohacialoquedecíaFramton.—¡Ahíestán,porfin!—exclamó—.¡Justoatiempoparaelté!Yparecequevienencubiertosdebarrohastalosojos.Framton sintió un leve escalofrío y se volvió hacia la sobrina con unamirada queintentaba transmitir una comprensiva simpatía. La joven tenía lamirada fija en la

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puertaabiertaconunaterradoazoramientoreflejadoensusojos.Enunestremecedorimpulso de inefable pavor, Framton osciló sobre su asiento y miró en la mismadirección.En medio de la creciente oscuridad del crepúsculo tres figuras marchaban por elpradoendirecciónalapuerta;lastresllevabanescopetasbajoelbrazoyunadeellasibacargadaademásconuncapoteblancocolocadosobre loshombros.Unagotadospaniel castaño les pisaba los talones. Se acercaron a la casa sin hacer ruido yentoncesunaroncavozjuvenilelevósucantoenmediodelastinieblas:—Hedicho,Bertie,¿porquébrincas?Framtonaferróenloquecidamentesubastónysusombrero.Elvestíbulo,elsenderodegravaylapuertaprincipalfueronetapasoscuramentepercibidasensupresurosaretirada.Unciclistaquecirculabaporlacallehubodeprecipitarsesobreunsetoparaevitarlainminentecolisión.—Yaestamosaquí,querida—dijoelportadordelmackintoshblanco,traspasandolapuerta—.Un tanto embarrados pero pasablemente secos. ¿Quién era ese que saliócomounrayoalentrarnosotros?—Un hombremuy singular, un tal señor Nuttel—dijo la señora Sappleton—.Nosabe hablar más que de sus enfermedades y salió como una exhalación sin unapalabradedespedidani excusa al llegarvosotros.Cualquieradiríaquehavistounfantasma.—Yo creo que ha sido el spaniel —dijo calmosamente la sobrina—. Estuvodiciéndomequelesteníahorroralosperros.Enciertaocasión,unajauríadeperrospariaslepersiguióporlasorillasdelGangeshastauncementerioytuvoquepasarlanoche en una fosa recién cavada con esas criaturas gruñéndole, mostrándole losdientesyechandoespumarajosporencimadesucabeza.Suficienteparahacerperderlosnerviosacualquiera.Lafabulacióninstantáneaerasuespecialidad.

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SredniVashtar

Conradinteníadiezañosyelmédicohabíaexpuestosuopiniónprofesionaldequeelmuchachonoviviríaotroscinco.Eldoctoreraunhombreuntuosoycascadoyapenascontaba para nada, pero su opinión fue corroborada por la señora De Ropp, quecontabaparacasi todo.La señoraDeRopperaprimay tutoradeConradinya losojos de éste representaba esas tres quintas partes del mundo que son inevitables,desagradablesyreales;lasotrasdosquintaspartes,enperpetuoantagonismoconlasanteriores, se compendiaban en sí mismo y su imaginación. Conradin daba porsentadoquecualquierdíasucumbiríaalapresiónagobiantedelasfastidiosascosasinevitables, tales como la enfermedad, las melindrosas restricciones y laomnipresentenecedad.Denoserporsuimaginación,desbocadaporlaespueladelasoledad,habríasucumbidolargotiempoatrás.LaseñoraDeRoppnosehabíaconfesadoasímisma,niensusmomentosdemáximasinceridad, que le disgustaba Conradin, pese a ser oscuramente consciente de quecontrariarle “por su propio bien” era una tarea que no encontraba particularmenteenojosa.Conradin la odiaba con una desesperada sinceridad que era perfectamentecapaz de ocultar. Aquellos escasos placeres que podía agenciarse por sí mismoincorporabanunafruiciónadicionalgraciasalaprobabilidaddequedesagradaranasututorayéstaquedabatotalmentefueradelreinodesuimaginación;comounacosainmundaquenohallaríaaccesoalguno.Poco atractivo hallaba el muchacho en el languideciente y desangelado jardín,atalayadoportantasventanasdispuestasaabrirseconunmensajedenohagasestooaquellooconel recordatoriodeque tocaba talocualmedicina.Lospocosárbolesfrutales conque contaba estabanpreservados celosamente del alcance de sumano,como si fueran especímenes únicos en su género que floreciesen en medio de unárido baldío; probablemente habría sido difícil encontrar a un frutero que hubieseofrecidodiezchelinesportodalacosechaanual.Sinembargo,enunrincónperdido,casiocultaporunalúgubremaleza,habíaunacasetadeherramientasderespetablesproporciones y Conradin halló entre sus paredes un refugio, algo que en diversosaspectosparticipabadelacondicióndesaladejuegosydecatedral.Lahabíapobladocon una legión de fantasmas familiares, en parte evocados por fragmentos de lahistoriayenparteporsupropiocerebro,perotambiénblasonabadedosinquilinosdecarne y hueso. En uno de sus rincones vivía una gallina Houdan de plumajedesportilladoalaqueelmocitoprodigabauncariñoqueapenassiteníaotroobjetodeefusión. Más sumida aún en la penumbra hallábase una conejera de grandesproporcionesdivididaendoscompartimientos,unodeloscualespresentabaunfrentedeapretadosbarrotesdehierro.Eraéstalamoradadeunhuróndegrantamañoque,en cierta ocasión, un amiguito, aprendiz de carnicero, le había hecho llegar bajocuerda,conjaulaytodo,hastasuactualemplazamiento,acambiodeciertacantidaddepequeñaspiezasdeplata largamenteatesoradasen secreto.Conradin le teníaun

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pavor terrible a aquella bestia elástica de afiladas garras, pero constituía su máspreciada posesión. Su sola presencia en la caseta de las herramientas era un gozosecreto y sobrecogedor a ocultar escrupulosamente del conocimiento de la Mujer,comomentalmentedenominabaa suprima.Yciertodía,Dios sabeapartirdequéhilos, tejió para el animal un nombre fabuloso y desde aquel momento quedóconvertidoenundiosyunareligión.LaMujersededicabaalareligiónunavezporsemanaenunaiglesiapróximayllevabaconellaaConradin,pero,paraéste,aquelservicioreligiosoeraunaliturgiaajenaenlaCasadeRimmon.Todoslosjueves,enmediodel oscuroy enmohecido silenciode la cabañadeherramientas, se postrabaconmísticoyelaboradoceremonialantelaconejerademaderaenquemorabaSredniVashtar,elgranhurón.Floresrojascuandoeraeltiempoybayasescarlataeninviernoeranlasofrendasdepositadasantesualtar,pueseraundiosqueponíaespecialénfasisenelladotorvoeinquietantedelascosas,todolocontrariodelareligióndelaMujer,que, hasta donde Conradin era capaz de apreciar, iba muy lejos en la direcciónopuesta.Yenlasfestividadesdestacadasesparcíanuezmoscadaenpolvofrentealajaula,siendounodelosalicientesdelaofrendaelquelanuezmoscadafuerarobada.Estasfestividadessepresentabandeformairregularyteníanlugarfundamentalmentepara celebrar algún acontecimiento casual. En cierta ocasión, cuando la señoraDeRopp padeció un agudo dolor de muelas durante tres días, Conradin prolongó lacelebraciónlostresdíascompletosycasi llegóapersuadirsedequeSredniVashtarerapersonalmenteresponsabledeldolordemuelas;siéstesehubieraprolongadoundíamás,laprovisióndenuezmoscadasehabríaagotado.Nunca toleraba que la gallina asistiera al culto de Sredni Vashtar. Mucho tiempoatrás,Conradin había llegado a la conclusiónde que la gallina era anabaptista.Nopretendía él tener lamás remota idea de cómo era un anabaptista pero abrigaba laesperanzadequefueraalgoreprensibleypocorespetable.LaseñoraDeRopperalareferenciaenqueélbasabaydetestabatodarespetabilidad.Transcurrido un cierto tiempo, la fascinación de Conradin por la caseta deherramientas empezó a llamar la atención de su tutora. “No le conviene andartrasteando por ahí haga el tiempo que haga”, decidió enseguida, y una mañana,duranteeldesayunoanuncióquehabíavendido lagallinay se lahabían llevado lanocheanterior.EscrutóelrostrodeConradinconsusojosmiopes,alaesperadeunestallido de rabia y dolor que se hallaba pronta a rebatir con un gran caudal deexcelentespreceptosyrazonamientos.PeroConradinnadadijo;nohabíacosaalgunaque decir. Algo, tal vez, en la palidez de su rostro le originó un momentáneoescrúpulodeconciencia,puesaquellatarde,conelté,habíatostadas,unaexquisitezque habitualmente estaba proscrita, sobre la base de que le sentaban mal al niño,ademásdequehacerlas“causabamolestias”,unpecadomortalasusfemeninosojosdeclasemedia.—Creí que te gustaban las tostadas —exclamó con aire ofendido al ver que elmuchachonolastocaba.

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—Enocasiones—dijoConradin.Aquellatarde,enelcobertizo,hubounainnovaciónenlaliturgiadeladeidaddelaconejera. Conradin había solido cantar sus alabanzas; aquella noche le pidió unamerced.—Hazunacosapormí,SredniVashtar.Lacosanoquedóespecificada.TodavezqueSredniVashtareraundioshabíaquedarpordescontadoquedeberíasaberlo.Yconteniendounsollozoalmirarhaciaelotrorincón,vacío,Conradinretornóalmundoquetantoodiaba.YtodaslasnochesenlaacogedoratiniebladesuhabitaciónytodaslastardesenlapenumbradelcobertizodelosaperosseelevabalaamargaletaníadeConradin:—Hazunacosapormí,SredniVashtar.LaseñoraDeRoppadvirtióquelasvisitasalcobertizonocesabanyciertodíahizounanuevagiradeinspección.—¿Quéguardasenesaconejeracerrada?—preguntó—.Parecequesoncobayas.Yomeencargarédequedesaparezcan.ConradinapretóloslabiosconfirmezaperolaMujerregistrósuhabitaciónhastadarcon la llave cuidadosamente escondida y se dirigió al instante hacia el cobertizo acompletar suhallazgo.Erauna tarde fríayConradinhabía recibido laordendenoabandonarlacasa.Desdelaventanadelextremodelcomedorsepodíaverlapuertadelcobertizo,másalládelángulodelamaleza,yallíseapostóConradin.Vioentrarala Mujer y se la imaginó luego abriendo la puerta de la sagrada conejera yescudriñandoconsusojosmiopeselespesolechodepajaenqueyacíaocultosudios.Tal vez, en su desmañada impaciencia, se pusiera a dar pinchazos en la paja conalgunacosayConradinexhalófervientementesuplegariaporúltimavez.Peroenelmomentodelasúplicasupoquenoteníafe.SupoquelaMujersaldríaalinstanteconaquellasonrisafruncida,quetantodetestaba,ensurostroyqueunahoraodosmástarde el jardinero se llevaría a sumaravilloso dios, ya nuncamás un dios sino unsimple hurón pardo dentro de una jaula. Y supo que la Mujer triunfaría siempre,como triunfaba en esemomento, y que él crecería aúnmás lánguidamente bajo suvejatorio, oprimente y superior sentido común, hasta que un día nada tendría yamayorimportanciaparaélyseconfirmaríalaopinióndeldoctor.Laceradoyafligidoporsuderrotacomenzóacantarenvozaltaydesafianteelhimnodesuamenazadoídolo:

SredniVashtarsurgió.Susdesignioseranrojosdesigniosysusdienteseranblancos.Susenemigospidieronlapazperoéllesacarreólamuerte.SredniVashtarelGallardo.

Alllegaraestepuntocesósúbitamenteensucantoyseaproximóaúnmásalcristalde la ventana. La puerta del cobertizo hallábase aún entornada, tal como había

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quedado, y los minutos fueron deslizándose. Fueron unos minutos largos, pero sedeslizaronnoobstante.Vioalosestorninossaltandoyvolandoenpequeñosgruposporelcésped;loscontóunayotravez,siempreconunojopuestoenlabamboleantepuerta.UnadoncelladecaraavinagradaentróaponerlamesaparaeltéyConradinaúncontinuabaerguidoyesperabayobservaba.Laesperanzahabía idoabriéndosepasopocoapocoensucorazónyenaquelmomentounamiradadetriunfoempezóafulgurarensusojos,quesólohabíanconocido laanhelantepacienciade laderrota.Envozbaja,conunaexultaciónfurtiva,comenzóunavezmáselpeándelavictoriayla devastación y al instante sus ojos se vieron recompensados: a través de aquellapuerta surgió un animal alargado, de corta talla, amarillo y pardo, de ojosentrecerrados a la menguante luz del día y manchas húmedas y oscuras sobre elpelaje todo en derredor de las fauces y el pescuezo.Conradin cayó de rodillas. Elmajestuosohurónseencaminóhaciaunpequeñoarroyoquecorríaporunextremodeljardín,bebióduranteunosmomentosyseperdiódevistaentrelosarbustos.TalfueeltránsitodeSredniVashtar.—El té está servido —dijo la doncella de rostro avinagrado—. ¿Dónde está laseñora?—Fuealcobertizohaceyarato—dijoConradin.YmientrasladoncellaibaallamarasuseñoraparaeltéConradinpescóuntostadordel cajón del aparador y se puso a tostar un trozo de pan.Ymientras lo tostaba yuntabademantequilla,conmuchamantequilla,ylodegustabalentamente,Conradinoíalosruidosylossilenciosqueseabatíanconsúbitosespasmosalotroladodelapuerta del comedor. Los horrísonos y disparatados alaridos de la doncella, larespuestacoraldeasombradasexclamacionesprocedentesdelazonadecocinas,lospasos intermitentes y las presurosas embajadas para recabar auxilio del exterior yluego,trasunmomentodecalma,losalarmadossollozosyelarrastrardepiesdelosquetransportabanunapesadacargaalinteriordelacasa.—¿Quién le dará la noticia al pobre niño? ¡Pormi vida que yo no soy capaz!—exclamó una voz aguda. Y mientras debatían el asunto entre ellos Conradin sepreparóotratostada.

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Losintrusos

Enmediodeunbosquedeabigarradavegetación,situadoenunparajedelosconfinesorientalesde losCárpatos, ciertanochede invierno,hallábaseunhombreenatentaobservaciónyalaescucha,comoalaesperadequealgunabestiaselváticaaparecieseensucampodevisióny,mástarde,alalcancedesurifle.Perolapiezaquemanteníatan viva su atención no era de las que figuran en los calendarios de los sportmencomo de caza legal y autorizada; Ulrich vonGradwitz patrullaba por el tenebrosobosqueenbuscadeunenemigohumano.Las tierras boscosas de Gradwitz eran de considerable extensión y estaban bienprovistasdecaza;laestrechafranjadeabruptoyfrondosobosquequeconstituíaunade sus lindes no se distinguía por la abundancia de caza que albergaba ni por lasmonteríasqueproporcionabaysinembargo,detodaslasposesionesterritorialesdesupropietario,eralamáscelosamenteguardada.Unfamosopleito,enlosdíasdesuabuelo, lohabía rescatadode laposesión ilegaldeunavecina familiadepequeñosterratenientes;lapartedesposeídanuncahabíaacatadolasentenciadeltribunalyunalarga serie de disputas por caza furtiva y escándalos similares habían agriado lasrelaciones entre las familias durante generaciones. La rivalidad vecinal habíasetornadopersonaldesdequeUlrichseconvirtieraencabezadefamilia;sihabíaenelmundounhombre al quedetestabaydeseaba todomal, ese eraGeorgZnaeym, elherederodelaquerella,infatigablecazadorfurtivoeinvasordelaarboladafrontera.Ladisensiónpodía,talvez,haberseextinguidoyhabersidoobjetodeuncompromisodenohabermediadolamalquerenciapersonalde losdoshombres.Demuchachos,ambos ansiaban la sangre, el uno del otro.De adultos, cada uno imploraba que ladesdicha cayera sobre el otro, y este invierno de flagelante viento Ulrich habíareunido a sus monteros para batir el tenebroso bosque, no en busca de presas decuatro patas sino para mantener la vigilancia sobre los furtivos que, sospechaba,andabanporaquellas tierras fronterizas.Loscorzosquenormalmentese refugiabanen las cañadas durante las tormentas de viento, aquella noche pasaban a la carreracomo saetas y habíamovimiento e inquietud entre las criaturas que solían dormirdurantelashorasdeoscuridad.Abuenseguro,habíaalgúnelementoperturbadorenelbosqueyUlrichimaginabasulugardeprocedencia.Ulrichsealejóensolitariodelosojeadoresquehabíaemboscadoenlacimadelcerroy deambuló por las empinadas pendientes en medio de la silvestre y enmarañadamaleza, atisbando entre los troncos de los árboles y acechando entre las agudastonalidadesdelvientoyelincesantebatirdelaenramadaalgunavisiónosonidodelos merodeadores. ¡Ah!, si en esta noche procelosa, en este tenebroso y solitariolugar,seencontraraconGeorgZnaeym,dehombreahombre,sintestigos…,esteeraeldeseoquedominabatodossuspensamientos.Yalrodeareltroncodeunaenormehayaseencontrófrenteafrenteconelhombrequebuscaba.Los dos hombres se quedaron mirándose durante un prolongado y silencioso

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intervalo.Ambosteníanunrifleenlamano,ambosteníanodioensucorazóny,sobretodoello,ambos teníanelhomicidioensumente.Elazar leshabíaconducidoa laposibilidad de dar rienda suelta a las pasiones de toda una vida. Pero un hombreeducado en los códigos de una civilización represiva no encuentra fácilmente elánimonecesarioparadispararcontrasuvecinoasangrefríaysinpronunciarpalabra,anomediaralgúnagraviocontrasulinajeysuhonor.Yantesdequelosinstantesdevacilacióndieranpaso a la acción, un actodeviolencia de la propiaNaturaleza seabatió sobre ambos; Un restallante alarido de la tormenta había tenido comorespuesta un furioso estallido por encima de sus cabezas y, antes de que pudieranapartarse, lamasadeunhayaabatidaseprecipitósobreellos.UlrichvonGradwitzhallósetendidosobreelsuelo,conunbrazoinmovilizadobajoelpesodesupropiocuerpo y el otro casi igualmente inutilizado por una espesa maraña de ramasahorquilladas en tanto que ambas piernas quedaban atrapadas bajo la masadesplomada.Lasfuertesbotasdecazapreservaronalospiesdequedardestrozados,pero, si bien las fracturas no eran tan serias como podrían haberlo sido, resultabacuandomenos evidente que no podríamoverse de su actual posición hasta que nollegara alguien a rescatarle. Las ramas habían azotado la piel de su rostro y habíatenidoqueapartarconelmovimientodelospárpadosalgunasgotasdesangredesuspestañasantesdeestarencondicionesdetenerunavisióngeneraldeldesastre.Asulado, tan cercaqueencircunstanciasnormaleshubierapodido tocarle, yacíaGeorgZnaeym, vivo y forcejeando pero evidentemente tan atrapado como él. Todo enderredorsuyoeraunnutridonaufragioderamajesyastillas.Elaliviodeestarvivoy laexasperacióncausadapor laforzadacautividadhicieronbrotarunaextrañamezcladepiadososvotosdegratitudyvehementesimprecacionesen los labios deUlrich.Georg,medio ciego por la sangre que corría por sus ojos,detuvoporuninstantesuforcejeoparaescucharyemitióluegounabreveeinsidiosarisita.—Asíquenoestásmuerto,comodebieras;pero,encualquiercaso,estásatrapado—exclamó—,bienatrapado.Vaya,estosíquetienegracia.UlrichvonGradwitzcogidoenlatrampaenelbosquerobado.¡Tehaalcanzadolaverdaderajusticia!Yvolvióareír,burlonayferozmente.—Estoy atrapado en mi propio bosque —replicó Ulrich—. Cuando mis hombresvenganarescatamosquizáspreferirásestarenelcepoquenoatrapadoenflagrantefurtivismoenlastierrasdetuvecino,¡afrentadoteveas!Georgguardósilenciounosinstantes;luegodijoquedamente:—¿Estássegurodequetushombresencontraránalgoquerescatar?Yotambiéntengohombresenelbosqueestanoche,siguiéndomedecerca,yllegaránaquílosprimerosa liberarnos. Cuandome hayan sacado de debajo de estasmalditas ramas no seránecesaria demasiada torpeza por su parte para hacer rodar este enorme troncojustamentesobreti.Tushombresteencontraránmuertobajounhayacaída.Porpurafórmula,enviarémicondolenciaatufamilia.

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—Es una valiosa sugerencia —replicó Ulrich con fiereza—. Mis hombres tienenorden de seguirme en el plazo de diezminutos, de los que han debido transcurrirsiete, yme sacarán de aquí…Recordaré tu sugerencia. Sólo que, como tú habráshallado la muerte cazando furtivamente en mis tierras, no creo que pueda,sinceramente,enviarningúnmensajedecondolenciaatufamilia.—Bueno—refunfuñóGeorg—, bueno. Éste es un duelo amuerte entre tú y yo ynuestrosmonteros, sinmalditos intrusos que se interpongan entre nosotros. ¡Así temuerasyteveascondenado,UlrichvonGradwitz!—Lomismotedeseo,GeorgZnaeym,saqueador,cazadorfurtivo.Losdoshombreshablabanconeldesabrimientodehallarseanteunaposiblederrota,yaqueambossabíanquepasaríamuchotiempoantesdequesushombresselanzasenensubúsquedaydieranconellos;eraunapuracuestióndesuertecuáldelaspartidasllegaríalaprimeraallugardelaescena.Paraentonces,losdoshabíanabandonadosuinútilforcejeoporliberarsedelamasaarbóreaquelesatenazaba;Ulrichlimitósuempeñoalesfuerzopordejarparcialmentelibreunbrazolobastantecercadelbolsilloexteriordesucapotecomoparasacarsupetaca de vino. Incluso después que hubo realizado esa operación transcurrió aúnlargo tiempo hasta que pudo desenroscar el tapón y trasegar algo del líquido a sugarganta. ¡Peroantojóseleun sorbocaídode los cielos!Estabanenpleno invierno,aunquehabíacaídopocanieve,graciasalocualloscautivossufríanlosrigoresdelfríomenosdeloquecabríaesperarparaaquellaépocadelaño;noobstante,elvinoresultócálidoyvivificanteparasumaltrechahumanidad;echóluegounamiradadesoslayoconalgoasícomounlatidodepiedadhaciadondesuenemigoyacíatratandode impedir que sus quejidos de dolor y extenuación traspasaran el umbral de suslabios.—¿Podrías hacerte con el frasco si te lo lanzo? —preguntó Ulrich de pronto—.Contienebuenvinoyhayquetratardeaguantarlomejorposible.Bebamos,inclusoapesardequeunodelosdosmueraestanoche.—No,apenaspuedover;tengomuchasangreapelmazadaencimadelosojos—dijoGeorg—;y,encualquiercaso,nobebovinoconunenemigo.Ulrich permaneció en silencio algunosminutos, escuchando el fatigoso alarido delviento.Ensucerebro,lentamente,ibasurgiendoyagrandándoseunaideaqueganabaenpujanzacadavezquemirabadesoslayoalhombrequeluchabatanceñudamentecontraeldolorylafatiga.EnmediodeldolorylalasitudqueelpropioUlrichsentía,elferozodiodeantañoparecíairapagándose.—Vecino—dijo al poco—, haz como te plazca si tus hombres llegan primero. Eltrato era justo. Por lo que amí respecta he cambiado de opinión. Simis hombresllegan antes será a ti a quien primero socorrerán, como huéspedmío. Nos hemospeleadocomodemoniostodanuestravidaporestaestúpidafranjadebosque,dondelosárbolesnisiquieraresistenenpieunaráfagadeviento.Tendidoaquíestanoche,pensando, he llegado a la conclusión de que hemos sido unos necios; hay cosas

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mejores en la vida que ganar una disputa sobre linderos. Vecino, si me ayudas aenterrarnuestraviejaquerella,yo…yoterogaréqueseasmiamigo.Georg Znaeym permaneció en silencio tanto tiempo que Ulrich pensó que acasohabíasucumbidoaldolordesusheridas.Alfin,hablólentayentrecortadamente.—Quépasmadosseibanaquedartodosycuántacomidillahabríaentodalaregiónsinosvieranllegarcabalgandojuntosalaplazadelmercado.NohayservivientequehayavistoaunZnaeymyaunvonGradwitzhablándoseamistosamente.Yquépazreinaríaentrelasgentesdelosbosquessipusiéramosfinanuestropleitoestanoche.Ysidecidimoshacerlaspacesentrelosnuestrosnohaynadiequeinterfiera,nohayintrusosajenos…Túvendríasapasar lanochedeSanSilvestrebajomitechoyyoasistiríaalfestínenalgúndíaseñaladoatucastillo…Novolveríaadispararunsolotiroentustierrasexceptocuandomeinvitarasytúvendríasacazarconmigoalláenlosmarjales,siemprellenosdepatosyotrasaves.Entodalacomarcanohayquienpuedaimpedirnos,sinosotroslodeseamos,hacerlaspaces.Nuncapenséquepudieraambicionar otra cosa que odiarte, en toda mi vida, pero creo que yo también hecambiadodeopiniónsobreelparticularenestaúltimamediahora.Ymeofrecistetupetacadevino…UlrichvonGradwitz,serétuamigo.Durante un rato los dos hombres permanecieron en silencio, dando vueltas en lacabeza a las maravillosas transformaciones que llevaría consigo esta dramáticareconciliación. Yacían en medio de aquel bosque frío y tenebroso, con el vientodesgarrándose en rachas espasmódicas por entre las desnudas ramas y silbando entorno a los troncos de los árboles, esperando la ayudaque traería, ahora, rescate ysocorroparaambos.Ycadaunodeellosmusitabaunaíntimaoraciónparaquefueransushombreslosprimerosenllegar,demodoquecadaunopudieraserelprimeroenmostrarsudeferenteatenciónalenemigoqueacababadeconvertirseenamigo.Alcabo,cuandoelvientoamainóporunmomento,Ulrichrompióelsilencio.—Vamos a gritar pidiendo ayuda—dijo—.Con esta calma nuestras voces puedenllegarlejos.—No iránmuy lejos entre los troncos y lamaleza—dijoGeorg—, pero podemosintentarlo.Auntiempo,pues.Amboselevaronsusvocesenunprolongadogritodecaza.—Otravezauntiempo—dijoUlrichunosminutosmástarde,despuésdeescucharenvanoalaesperadeunavozderéplica.—Creoqueestavezoigoalgo—dijoUlrich.—Yonooigomásqueesteinmundoviento—dijoGeorgroncamente.HubounnuevosilenciodevariosminutosyluegoUlrichemitióungritodealegría.—Alcanzoaverunasformasqueseacercanporelbosque.Vansiguiendoelcaminoporelquedescendílaladera.Los dos hombres alzaron sus voces con todas las fuerzas que fueron capaces dereunir.—¡Nos oyen! Se han parado. Ahora nos ven. Bajan corriendo por la ladera hacia

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nosotros—exclamóUlrich.—¿Cuántosson?—preguntóGeorg.—Nolodistingobien—dijoUlrich—.Nueveodiez.—Entoncessonlostuyos—dijoGeorg—.Yosóloteníaconmigosiete.—Vienen a toda la velocidad que les es posible, bravosmuchachos—dijo Ulrichjubilosamente.—¿Son tus hombres? —preguntó Georg—. ¿Son tus hombres? —repitió conimpacienciaalnorecibirrespuestadeUlrich.—No—dijoUlrichconuna risotada, la risotadagárrulayestridentedeunhombredesencajadoacausadeuntremebundopavor.—¿Quiénesson?—preguntóGeorgrápidamente,haciendounesfuerzoporverloqueelotrodebuenaganahubieradeseadonohabervisto.—Lobos.

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SAKI,seudónimoliterariodeHectorHughMunro(18dediciembrede1870-14denoviembrede1916),fuecuentista,novelistaydramaturgobritánico.Susagudosy,enocasiones, macabros cuentos recrearon irónicamente la sociedad y la culturavictorianasenquevivió.

Sakiesconsideradounmaestrodelrelatocorto,amenudocomparadoconO.Henryy con Dorothy Parker. Sus personajes están finamente dibujados y sus elegantestramashanrecibidomuybuenascríticas.

Describióincomparablementeasuscontemporáneosdelaclasemediavictoriana,tanestrictos en susmaneras y amantes de absurdas fórmulas y rutinas. Su sentido delhumor,cáusticoeirónico,eramuyapreciadoporJorgeLuisBorges,quienlosituabaalladodeKiplingyThackeray,comounodelosinglesesilustresnacidosenOriente.

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Notas

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[1]AYermakeffort,eneloriginal.SakieraungranconocedordelahistoriadeRusia,sobreelorigendecuyoimperioasiáticoescribióunlibro.Deaquíestapedantescaypintoresca referencia.YermakTimofeyevich fue el jefe cosaco que en el sigloXVIcomandó las avanzadillas de la penetración rusa en Siberia y consiguió algunasvictorias parciales gracias a que sus hombresportaban armasde fuego, algonuncavistoporlostártarosarmadosdeflechasqueselesenfrentaron.MurióahogadoenelríoIrtyshenagostode1584,duranteunaretiradaantelastribuslocales,acausadelpeso de la cota demalla que vestía, regalo del zar Iván IV.La expresión de Saki,obviamente irónica, podría tener su equivalente en nuestro “hercúleo” esfuerzo; deahíeladjetivoconelquedoycuentadeella.(N.delT.)<<

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[2]FamosaoperetasentimentalypatrioteradeGilbertySullivan,muypopularentrelos ingleses y especialmente los londinenses (su acción transcurre en la Torre deLondres).(N.delT.)<<

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[3] Cierta alfombra de vellones largos y suaves procedente de este distrito en elcondado inglés de Devonshire, aunque en la actualidad se confecciona enWilton,condadodeWiltshire,renombradoporsusalfombrasdesdehacesiglos.<<

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[4]CondadodelsurestedeIrlandacuyacapitales laciudadhomónima,símbolodelpatriotismo irlandés y católico frente a la dominación británica y protestante,encarnadaenlosmiembrosdelalogiadeOrange,establecidaenelnortedeIrlanda.(N.delT.)<<

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[5] Estadista francés que organizó la resistencia patriótica durante la guerra franco-prusianade1870-71ypredicadordelarevanchacontralosalemanes.(N.delT.)<<

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[6]Undulceturcohechoabasedesemillasdesésamoyfrutossecosmezcladosconmiel.(N.delT.)<<

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