Concepto de Género

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1. Género, Cultura y Filosofía Feminista Género El género representa una de las categorías más importantes en el pensamiento feminista, la cual se viene usando como categoría de análisis a partir de los años 70 del siglo pasado, con unas raíces que podríamos extender hasta muy lejos, pero como no podemos pretender agotar el tema en este trabajo, diremos, sin ir más atrás, que provienen del siglo XVII, con el pensamiento del cartesiano Poulain de la Barre, que en tres de sus principales textos: en 1673 “Sobre la Igualdad de los Dos Sexos”, en 1674 “Sobre la Educación de las Damas para la Conducta del Espíritu de las Ciencias y en las Costumbres” y en 1675 “Sobre la Excelencia de los Hombres contra la Igualdad de los Sexos”, se enzarza en la polémica con los partidarios de la inferioridad de las mujeres, tal como ya lo había hecho Christine de Pisan, en su libro La Ciudad de las Mujeres en 1405 . En ambos casos, el punto central de la argumentación buscaba demostrar que la desigualdad social entre hombres y mujeres no es consecuencia de la desigualdad natural o biológica sino consecuencia de la desigualdad político-social, que es un arbitrario producto humano. Es decir, que a partir de este momento se da a conocer, que el género, aunque no se lo nombre como tal, pues como concepto acuñado no existe todavía, no es un hecho natural, sino que ha surgido históricamente. Una construcción socio-cultural que fue asumida o impuesta, según del lado desde que lo veamos, como algo natural. A partir del siglo XVIII se puede decir que es pujante la reflexión en torno a la condición de la mujer con respecto al varón, tal como puede apreciarse en las polémicas y escritos de Condorcet, Madame de Lambert, Theroigne de Méricourt y Olympe de Gouges entre tantas y tantos pensadores(as) que defendieron y exigieron la igualdad de derechos para las mujeres y se enfrentaron a la concepción androcéntrica de la inferioridad de las mismas, es decir, que a partir de este siglo se comienza formalmente y ya sistemáticamente a desmontar ideológicamente la concepción de la inferioridad femenina. No podemos olvidar, para esa misma época La Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792), de la inglesa Mary Wollstonecraft. A partir del siglo XIX quizás no se dieron cambios fuertes en sus inicios, pero sí a mediados del mismo, a pesar de la reinante misoginia de la filosofía de “calidad”, la de los varones, única reconocida como tal: (Hegel, Schopenhauer, Nietzsche, entre otros). Se dan obras que intentan reaccionar frente a este pensamiento, como es el caso de Stuart Mill con su obra La Sujeción de la Mujer. Como Stuart Mill, los filósofos sociales tanto en Francia como en Inglaterra (Saint Simon, Fourier, Owen), fueron muy sensibles a estas cuestiones de la defensa de los derechos femeninos. En todas las luchas de este siglo no podemos dejar de mencionar a la anarquista Louise Michel, líder de la Comuna de Paris, o a mujeres como Flora Tristan, Pauline Roland, Jeanne Déroin, o la gran George Sand que hizo feminismo desde sus novelas y participó durante un tiempo muy activamente en la política. El Siglo XX marcará pauta por las luchas de las sufragistas, particularmente virulentas en Inglaterra, con las mujeres de la familia Pankhurst a la cabeza. A partir de los años 40 de ese siglo hay que mencionar la enorme influencia de la obra de Simone de Beavoir “El Segundo Sexo” Es con su afirmación tajante, “no se nace mujer se llega a serlo”, como se

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FILOSOFIA DEL GÉNERO

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1. Género, Cultura y Filosofía Feminista Género

El género representa una de las categorías más importantes en el pensamiento feminista, la cual se viene usando como categoría de análisis a partir de los años 70 del siglo pasado, con unas raíces que podríamos extender hasta muy lejos, pero como no podemos pretender agotar el tema en este trabajo, diremos, sin ir más atrás, que provienen del siglo XVII, con el pensamiento del cartesiano Poulain de la Barre, que en tres de sus principales textos: en 1673 “Sobre la Igualdad de los Dos Sexos”, en 1674 “Sobre la Educación de las Damas para la Conducta del Espíritu de las Ciencias y en las Costumbres” y en 1675 “Sobre la Excelencia de los Hombres contra la Igualdad de los Sexos”, se enzarza en la polémica con los partidarios de la inferioridad de las mujeres, tal como ya lo había hecho Christine de Pisan, en su libro La Ciudad de las Mujeres en 1405 . En ambos casos, el punto central de la argumentación buscaba demostrar que la desigualdad social entre hombres y mujeres no es consecuencia de la desigualdad natural o biológica sino consecuencia de la desigualdad político-social, que es un arbitrario producto humano. Es decir, que a partir de este momento se da a conocer, que el género, aunque no se lo nombre como tal, pues como concepto acuñado no existe todavía, no es un hecho natural, sino que ha surgido históricamente. Una construcción socio-cultural que fue asumida o impuesta, según del lado desde que lo veamos, como algo natural.

A partir del siglo XVIII se puede decir que es pujante la reflexión en torno a la condición de la mujer con respecto al varón, tal como puede apreciarse en las polémicas y escritos de Condorcet, Madame de Lambert, Theroigne de Méricourt y Olympe de Gouges entre tantas y tantos pensadores(as) que defendieron y exigieron la igualdad de derechos para las mujeres y se enfrentaron a la concepción androcéntrica de la inferioridad de las mismas, es decir, que a partir de este siglo se comienza formalmente y ya sistemáticamente a desmontar ideológicamente la concepción de la inferioridad femenina. No podemos olvidar, para esa misma época La Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792), de la inglesa Mary Wollstonecraft.

A partir del siglo XIX quizás no se dieron cambios fuertes en sus inicios, pero sí a mediados del mismo, a pesar de la reinante misoginia de la filosofía de “calidad”, la de los varones, única reconocida como tal: (Hegel, Schopenhauer, Nietzsche, entre otros). Se dan obras que intentan reaccionar frente a este pensamiento, como es el caso de Stuart Mill con su obra La Sujeción de la Mujer. Como Stuart Mill, los filósofos sociales tanto en Francia como en Inglaterra (Saint Simon, Fourier, Owen), fueron muy sensibles a estas cuestiones de la defensa de los derechos femeninos. En todas las luchas de este siglo no podemos dejar de mencionar a la anarquista Louise Michel, líder de la Comuna de Paris, o a mujeres como Flora Tristan, Pauline Roland, Jeanne Déroin, o la gran George Sand que hizo feminismo desde sus novelas y participó durante un tiempo muy activamente en la política.

El Siglo XX marcará pauta por las luchas de las sufragistas, particularmente virulentas en Inglaterra, con las mujeres de la familia Pankhurst a la cabeza. A partir de los años 40 de ese siglo hay que mencionar la enorme influencia de la obra de Simone de Beavoir “El Segundo Sexo” Es con su afirmación tajante, “no se nace mujer se llega a serlo”, como se

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da la aproximación real del concepto de género. Sin embargo, aunque el concepto se encuentra implícito en la obra de Beauvoir, no será sino entre los años 70 y 80 que haga su entrada en el mundo académico, lentamente pero en forma segura, a pesar de las reticencias y de las dificultades epistemológicas que todo nuevo concepto trae consigo. Así nos lo hace ver la Historiadora Joan Scott, una de las primeras en manejar el género con magistral claridad.

“El interés en el género como categoría analítica ha surgido sólo a finales del siglo XX: Está ausente del importante conjunto de teorías sociales formuladas desde el siglo XVIII hasta comienzos del actual. A decir verdad, algunas de esas teorías construyeron su lógica sobre analogías a la oposición de hombre y mujer, otras reconocieron una “cuestión de la mujer”, y otras, por último, se plantearon la formación de la identidad sexual subjetiva, pero en ningún caso hizo su aparición el género como forma de hablar de los sistemas de relaciones sociales o sexuales. Esta omisión puede explicar en parte la dificultad que han tenido las feministas contemporáneas para incorporar el término género en los cuerpos teóricos existentes y para convencer a los partidarios de una u otras escuelas teóricas de que el género pertenece a su vocabulario. El término género forma parte de una tentativa de las feministas contemporáneas para reivindicar un territorio definidor específico, de insistir en la insuficiencia de los cuerpos teóricos existentes para explicar la persistente desigualdad entre mujeres y hombres. Me parece significativo que el uso de la palabra género haya surgido en un momento de gran confusión epistemológica, que en algunos casos adopta la forma de una desviación desde los paradigmas científicos a los literarios entre quienes se dedican a las ciencias sociales”…1

La introducción de los estudios de género supone una redefinición de todos los grandes temas de las ciencias sociales, comienza a recorrer todos los niveles y ámbitos de la sociedad y empieza a ganar fuerza en cuanto a espacio y nuevas teorías se refiere. A través de este empuje que se basa específicamente en el cuestionamiento de los mecanismos de poder patriarcales, genera una base sólida en lo que será ya como fórmula consagrada los estudios de género.

Ahora bien, el género como categoría y como metodología, viene a continuar esa

crítica que ya había iniciado Poulain de la Barre con la convicción de que el mismo es producto de una construcción cultural. A través de las estudiosas feministas académicas norteamericanas primero, del mundo entero después, el género se convirtió en una categoría de análisis, no sólo de la filosofía feminista sino de todas las Ciencias Sociales, pues es una categoría que incluye a todos los sujetos sociales.

1 Scott, Joan. “El Género: Útil para el Análisis Históric”. En Historia y Género. Ediciones Alfons el Magnánim. Institució Valenciana D’ Estudis i Investigacions. Valencia 1990, páginas 42-43.

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“la categoría género es adecuada para analizar y comprender la condición femenina y la situación de las mujeres, y lo es también para analizar la condición masculina y la situación vital de los hombres. Es decir que el género permite comprender a cualquier sujeto social cuya construcción se apoye en la significación social de su cuerpo sexuado con la carga de deberes y prohibiciones asignadas para vivir, y en la especialización vital a través de la sexualidad. Las mujeres y los hombres no conforman clases sociales o castas; por sus características pertenecen a la categoría social de género. Son sujetos de género.2

La principal propuesta de esta categoría es que permite el análisis de mujeres y hombres

vistos como seres históricos, construidos socialmente, es decir, como productos de un proceso de socialización. El género entonces lo entendemos como esa categoría que surge dentro de la filosofía feminista a partir de la idea de que lo “femenino” y lo “masculino no son hechos naturales o biológicos, sino construcciones culturales. Es decir, el propósito de los estudios de género en la teoría feminista es desmontar el prejuicio de que la biología determina lo “femenino”, mientras que lo cultural o humano es una creación masculina.

En este sentido, se puede entender por género al conjunto de rasgos adquiridos en el proceso de socialización, que diferencian a hombres y mujeres en una sociedad. Son las responsabilidades sociales, pautas de comportamiento, valores, gustos, temores actividades, expectativas, etc., que la cultura asigna en forma diferenciada a hombres y mujeres. En otras palabras, es el modo de ser hombre o mujer en una cultura determinada.

Al género se le debe la gran manifestación de rechazo que han tenido las mujeres frente al patriarcado, es el género el que consolida la crítica y hace posible que muchas ciencias como la biología no centren en ella la definición de persona. Es a partir del género como las mujeres encontraron y encuentran muchas maneras de liberación y justicia.

El discurso de género se enfrenta al pensamiento dominante del biologicismo, al discurso “natural”, de la historia contada por varones, en donde se reflejan dos espacios no compartidos: uno “privado” que se refiere al lugar correspondiente al mundo femenino y el otro espacio “público” que es el lugar por excelencia donde actúa y se desenvuelve el sexo masculino. Es a través del género en donde encontramos “el modo primario de significar las relaciones de poder”3 Cultura

Definiremos la cultura como el marco en el cual se lleva a cabo la interpretación de las personas acerca de su propio accionar y sobre lo que piensan y sienten. En este sentido, no hay maneras de entender las acciones de los demás y decidir sobre las propias sin el acceso a la cultura. De esta forma, la cultura se convierte y existe en tanto que relación social, articulada a procesos más amplios dentro una sociedad. Esta forma de reconocer la cultura

2 Lagarde, Marcela: Género y Feminismo. Desarrollo Humano y Democracia. Cuadernos Inacabados.Ediciones horas y HORAS. España 1996. pág. 29 3 Scott, Joan. Gender. A Useful Category of Historical Analisys, The American Historical Review 91 (1986) p. 1067

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nos permite tener una idea más clara del papel que ésta ha jugado en la interpretación de la representación social de mujeres y hombres en un determinado proceso de socialización.

…”a pesar de las evidencias recogidas al vivir, que muestran un sinfín de formas en que mujeres y hombres somos adiestrados, educados y disciplinados de manera permanente para ser como se debe, a pesar de las dificultades de cada quién para lograrlo, y las muestras de represión para quienes no se adecúan a los estereotipos de género, hay personas que no se convencen todavía de que no hemos nacido así, sino que a través de los procesos complejos de aculturación y endoculturación aprendemos, desarrollamos, ejercitamos y mejoramos o empeoramos las enseñanzas de género que hemos recibido de múltiples mentores”4

Las culturas han hecho lo posible por envolver a cada mujer y a cada hombre en un

sinfín de interpretaciones que conducen a una determinada comprensión de la vida y donde se pueda manejar aún lo incomprensible, en ella se producen los mitos que nos impiden mirar la verdad y descalificar lo real, y como manifiesta Lagarde, son las sociedades y las culturas, la historia y no los genes, ni la herencia, las responsables de cómo somos mujeres u hombres y de lo que ocurre entre ambos géneros.

La organización cultural sin duda ha dado los grandes pasos para la construcción

definitiva de los seres humanos no sólo a partir de las elaboraciones materiales pertinentes sino, todo lo que implica montar una ideología, filosofía, creencia etc. En la vida de los seres humanos: …”Todos los procesos de la vida son culturales, y todas las personas son cultas, son seres de cultura, aprenden cultura y generan cultura. Viven a través de su cultura. Por eso es imprescindible conocer y analizar las concepciones del mundo filosóficas, ideológicas, religiosas, científicas y éticas en la sociedad en que se ubican dichos sujetos”…5

Es por ello que el conocimiento de la cultura conduce al esclarecimiento y comprensión

del mundo y a diferenciar las vivencias de los sujetos como seres unos distintos de otros, con sus particularidades y vivencias propias.

La Filosofía Feminista La filosofía reflexiona sobre la realidad, y el tema de la mujer forma parte de su

preocupación. La filosofía feminista es la que da cuenta del feminismo como la principal reflexión que se ha realizado sobre la condición humana de las mujeres, sus propuestas y sus esperanzas. Es un pensamiento que nace desde la conciencia y la sensibilidad de expresar que sí es posible un mundo distinto donde quepamos todas y todos y donde el compromiso ético- político es de la humanidad.

La trayectoria histórica y política del feminismo es compleja porque es un problema de 4 Lagarde, Marcela. Identidad de Género y Derechos Humanos. La Construcción de las Humanas. Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Pág. 93 5 Lagarde, Marcela: Género y Feminismo. Desarrollo Humano y Democracia. Opus Citat pág. 45

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referencias y que le atañe a la filosofía explicar cual es su significado. Juana Sánchez-Gey Venegas en un estudio sobre mujer y filosofía, explica que el más profundo significado del feminismo es denunciar que la realidad ha sido vista de modo parcial y reductivista. El saber que dice qué es lo real, al tiempo que desecha las máscaras que lo aprisionan es la filosofía. Dice María Ángeles Durán a la filosofía no se le debe considerar como un tema sino como un pensar sobre la vida con la urgencia y la atención que merece lo que no se puede dejar para tratar más tarde. Porque no inventa sus preocupaciones, sino que busca desentrañar y dilucidar la claridad desde lo oscuro. En este sentido, es actualidad el debate del papel de la mujer en la sociedad, porque ha salido a la luz, ha dejado la esfera de lo privado para estar, como el hombre, en el ámbito de lo público y porque tiene algo que decir, y en tanto que dice su palabra resulta curativa y reivindicativa.

La filosofía no inventa temas sino que sale a reflexionar acerca de lo que hay. Es decir, que la filosofía es la creación de modelos de pensamiento que hagan justicia a una experiencia total (razón ontológica) y gratificante (razón ética y política) del ser humano y el desenmascaramiento de modelos parciales (razón crítica). Desde este punto de vista podemos ubicar a la filosofía feminista. La filosofía feminista remite por lo tanto, a la reflexión sobre el poder como dominio e influencia de un grupo sobre otro, esto es, a la reflexión sobre el patriarcado. El feminismo militante a través de sus diferentes reflexiones ha dejado profundas huellas filosóficas como: la crítica histórica al patriarcado como estructura básica del mundo, un acercamiento histórico-crítico del desarrollo del pensamiento occidental y el estudio de los textos escritos por mujeres para analizar las características propias de la aportación femenina.

El feminismo es un movimiento con una trayectoria ardua y compleja y con ciertos problemas de referencia, por lo tanto, si alguien debe aclarar, analizar, estudiar, y profundizar al feminismo ese alguien es la filosofía. Han existido y existen filósofas reconocidas que han emprendido esta labor de denuncia a través de la filosofía, y otras que a través de la toma de conciencia es ese pensamiento de conquista las que las ha llevado a fomentar luchas y movimientos serios en pro de alcanzar un mundo más humano.

Es decir, que las intelectuales y a través de la filosofía es que se han avocado a las más importantes denuncias, como ha sido la identificación de las coordenadas de su condición y los orígenes y las implicaciones de la diferenciación en las funciones y las identidades sexuales. Todo este trabajo se ha venido enmarcando a través de la investigación, docencia, trabajo de base comunitario, la participación de la mujer en la política etc. Y así nos dice Poza, en su interesante texto: Crisálidas y Mariposas. Mujeres, Filosofía y Educación:

“Creo que el feminismo (o los feminismos, pues son plurales) es una filosofía de la sospecha, pues viene a desvelar que el pensamiento occidental no ha integrado en sus presupuestos la cuestión del género” 6

6 Poza, A. Crisálidas y Mariposas. Mujeres, filosofía y educación. I Seminario de Filosofía Crítica. Universidad de Barcelona, 1994.