PREMIADOS:

CATEGORÍA TERCER CICLO

1er Premio: Elena Cortés Terán (6º EP)Accésit: Héctor García Zamora (6º EP)

CATEGORÍA SEGUNDO CICLO DE ESO

1er Premio: María Herrera Bellido (4º ESO)Accésit: Marta Campos Puerto (4º ESO)

Las historias de mi abuela

Hoy tengo que pasar el día en casa de mi abuela porque mis padres tienen mucho trabajo y no estarán en casa hasta las nueve y media .Tengo que hacer tarea, pero si la termino a tiempo a lo mejor puedo escuchar entera una de las fascinantes historias de la vida de mi abuela.Subí por el ascensor a la cuarta planta del edificio donde viven mis abuelos y recorrí el largo pasillo hasta que me detuve en una pequeña puerta que tenía una alfombra en la que ponía “Welcome”que significa bienvenido en inglés. Di varios toques con los nudillos hasta que oí el sonido de las llaves al girar. Mi abuelo abrió la puerta con una acogedora sonrisa que me invitaba a entrar en la casa, traspasé el umbral y dejé las maletas en el hueco que queda entre la puerta y una pequeña mesa situada a la izquierda con varias fotos de la familia. Hay una de ellas que siempre me llama la atención: en ella aparece mi abuela de joven, cuando tenía más o menos mi edad,pelo castaño, ojos azules y una sonrisa brillante; a decir verdad,no me extraña que mi abuelo se enamorara de ella. Fui al comedor, mi abuela estaba sentada en el centro de la mesa, así que me acerqué a saludarla. Los platos y los cubiertos estaban colocados, así que me senté al lado de mi abuela.-¿Qué hay de comer?-pregunté.-Creo que tu abuelo ha hecho Bistec.-afirmó mi abuela

-¿No le vas a ayudar?-le dije-el abuelo apenas sabe cocinar.-Tiene que aprender, en mi época no hacía casi nada: yo hacía la comida, cuidaba de tu madre y de tus tíos...y él se limitaba a trabajar en sus negocios y cuidar el huerto que teníamos.-Así que quieres que aprenda a hacer cosas que no hacía antes.-Exacto.El abuelo entró en la sala con un plato que tenía varios bistecs puestos de forma que hacían un círculo, yo cogí uno y lo puse en mi plato, tenía prisa por hacer la tarea, así que me lo comí muy rápido y me tomé el postre.Me acerqué a la entrada y cogí las maletas,me las llevé al salón y saqué la agenda y los libros de mates. Los abrí por la página y empecé a hacer los ejercicios que tenía apuntados en la agenda, al poco tiempo llegó mi abuela y me preguntó:-¿Qué haces?-Tarea de mates.-contesté.-Bueno, ¿te importa que ponga un poco la televisión?, es la hora de mi novela favorita.-No, en absoluto.La abuela encendió la televisión y puso el canal 5.Yo seguí haciendo los ejercicios de matemáticas.Cuando terminé la tarea le dije que me contara una de sus historias. La abuela empezó:-Bueno, esta vez te voy a hablar de cuando yo era muy pequeña,no había ordenadores, ni teléfonos móviles, ni televisión, mi familia y yo vivíamos en una pequeña casa de madera en un pequeño pueblecillo. Tu tatarabuelo trabajaba para una familia más rica y ese sueldo

era lo que nos mantenía. Mi madre trabajaba continuamente en casa,hacía la comida,y cuidaba de mí y de mis siete hermanos y hermanas.-¿Erais ocho?-dije sorprendido.-Sí,bueno, un día me dio por preguntarle a mi madre por qué no le daban dinero por hacer todas las tareas de la casa, ya sabes, de pequeños todos somos muy curiosos. Ella me dijo que eso no era un trabajo por el que te pagan y yo le dije que era injusto, mi madre me explicó que en aquella época sólo los hombres podían trabajar y que teníamos mucha suerte de que mi padre tuviera un trabajo...-Te he traído la merienda-dijo el abuelo.Me dio la merienda y se sentó a escuchar a la abuela.-Bueno yo le dije a todos mis hermanos y hermanas que eso era una injusticia y planeamos ir a la plaza del Ayuntamiento a quejarnos, a la mañana siguiente, todos nos fuimos a la plaza del ayuntamiento y empezamos a gritar a los cuatro vientos que las mujeres trabajan mucho y no les pagan nada,que a muchas familias les falta el dinero por eso,etc. Nuestra madre se volvió loca buscándonos y luego creyó que nos fuimos con nuestro padre y cuando se fue a la plaza a comprar nos vio a los ocho e intentó llevarnos a casa, pero no podía con todos y nos quedamos allí; cada vez se unía más gente,incluyendo a nuestra madre. El Alcalde salió para ver qué ocurría para que hubiera tanto ruido. Luego se dirigió a nosotros diciendo:”¿Que pasa aquí?¿Que queréis?”.Nosotros le contamos lo que ocurría y no conseguimos exactamente lo que queríamos pero el Alcalde permitió que las

mujeres trabajaran en otras casa limpiando y cocinando a cambio de una cantidad de dinero. FinSonó el timbre de la puerta, eran mis padres, me despedí de mis abuelos y volví a mi casa, había pasado la mejor tarde de la historia y también he aprendido por qué ahora las mujeres pueden trabajar en cualquier cosa,y es porque el primer paso hacia esto ¡lo dio mi abuela! FIN

Elena Cortés Terán 6º A

LA MUJER TRABAJADORA

Cuando me senté ante el ordenador para escribir esta redacción sobre “la mujer trabajadora” no tenía ni idea de lo que iba a escribir, pero pensando, pensando, se me ocurrieron algunas historias que contar. Podría contar la historia de mi madre que la pobre cuando trabaja fuera de casa, en la inmobiliaria, sale de trabajar a la misma hora que yo del colegio y tiene que venir corriendo por la carretera para recogerme a mi en mi cole y luego a mi hermana en el suyo, para llegar a casa y comer la comida que, por supuesto, hizo la noche anterior… recoge la cocina, pone la lavadora, plancha, limpia y ordena la casa, nos ayuda a hacer los deberes, va a la compra y vuelve a hacer la comida del dia siguiente… Ella siempre pide nuestra colaboración porque, como ella dice “yo sola no puedo con lo de dentro y lo de fuera” , creo que colaboramos, sobre todo mi padre, pero no obstante mi madre es el motor y la cabeza pensante de toda la familia. También se me ocurre contar la historia de mi tia, que está separada y tiene una niña pequeña, mi prima, y que para ella es aún más difícil y necesario trabajar en la calle porque está sola y necesita su sueldo para poder vivir ella y su hija. Siempre anda pidiendo favores para que alguien se quede con su hija por las tardes mientras ella está trabajando.Menos mal que mi abuela está siempre dispuesta...Podría contar muchas historias como estas, de muchas mujeres que conozco que trabajan, pero lo más importante para mí de todo esto,

fue descubrir lo que mi madre me contó cuando yo le pregunté, por qué no existía un día del hombre trabajador y sí se celebra el día 8 de marzo, el día de la mujer trabajadora.Me ha contado, que no hace mucho tiempo, en nuestro país, las mujeres eran consideradas como seres inferiores a los hombres. No tenian apenas la posibilidad de ir al colegio o a la Universidad para prepararse, casi siempre se quedaban en casa realizando las tareas del hogar, que era, supuestamente, para lo único que valían. Como no tenían la preparación necesaria, no podían acceder a ningún puesto de trabajo y si, aún con todo en su contra, alguna llegaba, nunca podían ser jefas, ocupar cargos importantes y por supuesto, siempre ganaban menos dinero que los hombres, y que en la mayoria de los casos, se les asignaban puestos de secretaria o ayudantes de algún hombre.De hecho, en mi familia, mi madre, es la primera generación que ha podido ir a la Universidad.Todavía esta situación, se da en algunos países del mundo, en los que a la mujer, no se le permite trabajar, para que no se hagan con un sueldo y de esta manera, poder liberarse del dominio que tienen sobre ella, su padre, o su marido. Pero a pesar de todo esto, hubo unas mujeres que no se dejaron dominar y que lucharon para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y como consecuencia, la igualdad en derechos y obligaciones, lucharon con su ejemplo demostrando que la mujer está igualmente capacitada que el hombre para desempeñar cualquier trabajo y ocupar cualquier puesto. Hubo muchas manifestaciones y poco a poco se consiguió que las leyes recogieran todas sus peticiones.

Fué entonces cuando empezamos a ver de forma natural a mujeres en el ejército, camioneras, alcaldesas, mujeres en la construcción… y en todas las profesiones.Mi madre cuando terminó sus estudios trabajó, pero cuando tuvo a mi hermana decidió libremente dejar de trabajar para estar pendiente de nuestra educación y de la familia y ahora, que ya somos mayores y no la necesitamos tanto ha vuelto a trabajar. Ella me explica que trabajar fuera de casa la hace libre e independiente, no solo porque gana dinero sino también porque se siente útil, tiene aspiraciones, se relaciona a diario con otras personas y colabora con la sociedad. Ahora entiendo el significado de esos chistes que llaman machistas o feministas y creo que a partir de ahora me harán menos gracia cuando me los cuenten.Estoy muy orgulloso de ser como soy, de la educación que he recibido y de vivir en el país que vivo.Me da risa solo imaginarme que después de comer, yo me fuera a ver la tele y mi madre y mi hermana recogieran la mesa, me da risa pensar que yo aspirase a ser veterinario, como quiero ser, y mi hermana todo lo más pudiera ser modista, me da la risa pensar que yo pensara que mi abuela, mis tías, mis primas, mi madre o mi hermana son incapaces de hacer y ser lo mismo o màs que yo.Me cuesta imaginarme que mi cole no tenga una directora sino un director, me cuesta pensar que mi médico no fuera una doctora sino un doctor, me cuesta pensar que tuviera que prescindir de mi seño Marta, me cuesta pensar en mi guardería, en mi preescolar y en mi primer y segundo ciclo de primaria sin mis profesoras…

Esta conversación con mi madre me ha hecho reflexionar sobre lo que es en realidad “la mujer trabajadora”, que no es una mujer que trabaja sino una mujer que a lo largo de la historia ha luchado por su derecho a trabajar en igualdad de condiciones, una lucha que aún no ha terminado en muchos lugares del mundo.Esta conversación no me ha convencido de nada porque yo realmente creo que mujer y hombre son iguales y que el puesto de trabajo debe ser para aquel que demuestre su preparación y capacidad para desarrollarlo independientemente del sexo que se tenga.Ahora sí comprendo que se festeje el “día de la mujer trabajadora” como recordatorio de la larga lucha que ha mantenido las mujeres para poder incorporarse a las empresas y a todos los puestos de trabajo que la sociedad necesita.Ese dia no solo felicitaré a las mujeres que trabajan sino tendremos que felicitarnos todos los españoles por vivir en un país con una sociedad moderna, con unas leyes justas que nos tratan a todos por igual ya seamos hombres o mujeres.

Héctor García Zamora 6º B

LA MUJER TRABAJADORA

Como cada mañana, a las 7:00, sonaba el despertador en el dormitorio de Isabel y Javier. Mientras Javier se afeitaba y duchaba para ir al trabajo, Isabel se encargaba de despertar a Amanda, su única hija. Les preparaba el desayuno y comenzaba a realizar las tareas domésticas, la de todos los días, como todos los días. Desde que comenzó el nuevo curso, Amanda ya iba sola al colegio.Esa mañana, después de que Javier y Amanda salieran de casa, Isabel se quedó contemplando la calle desde la ventana. Se fijó en el ir y venir de coches, de madres y padres corriendo con sus hijos de la mano, como si fueran a llegar tarde a algún sitio, de la gente esperando en la parada del autobús, de la multitud cruzando el paso de peatones…en fin, era como si la vida sólo existiera ahí fuera. No era la primera vez que Isabel anhelaba tener un trabajo fuera de casa, y recordar que dejó los estudios para trasladarse con Javier a Burgos donde él había conseguido un buen trabajo que les permitía llevar una vida bastante cómoda. Desde que Isabel era pequeña, su sueño era ser veterinaria, o pediatra, es decir, ser independiente y vivir desempeñando un trabajo, y así, de esa forma, sentirse realizada. Ella, Isabel, tenía una vida feliz al lado de su hija y su marido, pero siempre le faltó cumplir dicho sueño.

Mientras seguía mirando por la ventana, recordaba la conversación mantenida la noche anterior con Amanda. Ésta le había preguntado que por qué ella nunca había trabajado. De nuevo, esa pregunta no dejaba de provocar una cadena de respuestas, recuerdos y un sin fin de cuestiones que no paraban en su cabeza.Javier llegó a la oficina un poco antes, lo que le permitió pararse a tomar un café antes de comenzar la jornada. Se sentó en una pequeña mesa en la que empezaba a dar el sol, y en estos días de frío se agradecía. Observaba el ir y venir de las personas, hombres y mujeres, niños y abuelos. Puso toda su atención en estos últimos, abuelos y abuelas con sus nietos de la mano a los que llevaban al colegio. Ellos nunca habían necesitado de terceras personas para llevar a Amanda al colegio. Habían podido disfrutar de esa tarea como padres. Excursiones, fiestas de fin de curso, cumpleaños de amiguitos, en fin habían podido ser testigos del día a día de su hija, de lo que daban gracias a Dios por ello. Pero ahora todo era diferente, Amanda se había convertido en una niña de 12 años, cada vez más independiente. Javier pensó en Isabel, en todos los años que llevaba dedicada a su familia, a su casa, y ahora se preguntaba si esa era la vida que ella quería tener. Después de dudar un momento, cogió el teléfono, marcó el número de Isabel y…

- ¡Hola, cariño! ¿Qué tal? Preguntó Isabel.- Bien, cariño. Te llamo porque no paro de darle vueltas al tema que tratamos ayer con Amanda y me pregunto qué piensas de ello.

- La verdad es que a mí me pasa lo mismo. No dejo de pensar en el tema.

- Y…¿Qué piensas?- La verdad es que nunca había pensado en ello, pero ahora no puedo dejar de imaginarme trabajando fuera de casa. Desde que os habéis ido me ha invadido una sensación de soledad como nunca antes me había pasado. Me quedo sola, esperando que alguien me llame o que alguno de vosotros llegue a casa. Tú, aunque llegues a casa, siempre sigues atendiendo asuntos laborales desde aquí. Amanda, en cuanto comemos, se encierra en su cuarto a estudiar, sale de vez en cuando pero al rato vuelve a encerrarse, y así día tras día.

- Te entiendo, de verdad- dijo Javier- y como no dejo de pensar en ello, te llamo para que cuentes conmigo para lo que quieras. Que hagas lo que hagas apoyaré tu decisión.

- Muchas gracias – dijo Isabel- Te quiero.- Yo también te quiero, adiós.- Hasta luego.

Mientras los padres de Amanda volvían a sus quehaceres diarios, ella recibía en el colegio una charla sobre la mujer trabajadora. Al comenzar la clase y después de las presentaciones del personal que iba a impartir dicha charla, la primera pregunta que hicieron a los alumnos fue:

- Que levanten la mano aquellos de vosotros cuyas madres trabajen fuera de casa.

En el aula eran 25 alumnos, y sólo 2 no levantaron la mano, Amanda y Raúl. A continuación se les preguntó por las profesiones de cada una de ellas. Mientras todos seguían participando, Amanda, distraída, recordaba a su madre. Recordaba las veces que había invitado a la madre de algún amigo a ir a casa y ésta no había podido por tener que trabajar, recordaba el deseo de Isabel de caminar, ir a un gimnasio, ir de compras, y casi siempre lo había tenido que hacer sola porque las demás trabajaban. Muchas veces habían hablado de ello y sabía que todo sería diferente si su madre trabajara, tenía la seguridad que así sería.Cuando llegó a casa, sus padres la esperaban para comer, como siempre. Durante la comida, Javier e Isabel siguieron con una conversación que, dedujo Amanda, llevaban tratando antes de que ella llegara. Ella se mantuvo al margen, pero al comprender que se trataba de la posibilidad de que su madre trabajara, el interés hizo que pusiera toda su atención en cada una de las palabras que decían.Al ver que la conversación entre sus padres llegaba a su fin, Amanda no pudo contenerse y preguntó, preocupada, qué pasaba. Isabel le cogió una mano, y con la otra le acarició la mejilla y le dijo:

- Amanda, ayer en la cena tocaste un tema que nos ha hecho plantearnos muchas cosas, hemos estado hablando y reflexionando y mamá ha decidido que a partir de mañana comenzará a buscar trabajo. ¿Qué te parece?

La cara de Amanda lo decía todo. Abrió los ojos, sorprendida, y una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Se llevó las manos a la cara y después se fundió en un abrazo con su madre.A partir de ese momento no hablaban de otra cosa. Javier le ayudaría con el curriculum y Amanda e Isabel se informarían de sitios donde podría llevarlos.Fue un mes más tarde, cuando a la salida del Instituto, una amiga de Amanda le dijo que sus padres la esperaban en el coche. Amanda salió corriendo ante la sorpresa, pero lo que no imaginaba era el motivo había llevado a sus padres a recogerla. Las ventanillas estaban bajadas y Amanda ni siquiera entró en el coche, desde fuera les preguntó qué ocurría. Isabel no pudo contenerse y gritó: ¡tengo trabajo! Amanda abrió la puerta del coche y le dio un abrazo fuerte. Javier se sentía orgulloso de sus dos mujercitas.A partir de entonces, cuando llegaban a casa, cada uno contaba cómo le había ido el día. Javier intentaba dejar el trabajo para la oficina, Amanda les contaba cómo le había ido el día en el Instituto e Isabel les explicaba lo que hacía cada día en su nuevo trabajo.La vida de su familia había cambiado. Todos ayudaban en las tareas del hogar, y los fines de semana disfrutaban juntos, iban al cine, quedaban con amigos, montaban en bicicleta…Hoy, Isabel, Javier y Amanda están de vacaciones, y mientras desayunan en la terraza observan el movimiento de los coches buscando aparcamiento, los transeúntes de allí para acá cruzando deprisa el paso de peatones, esperando el autobús…Hoy, Isabel, Javier y Amanda han conseguido hacer realidad su sueño.María Herrera Bellido 4º ESO

LA MUJER TRABAJADORA, EN SU CASA Y FUERA DE ELLA

Les voy a contar la historia de una familia que a menudo se reunía en el salón de su casa para contarse historias y vivencias.En la familia eran cinco miembros. El padre, llamado Raúl, la madre, Teresa, y sus tres hijos, Ana, Antonio y Marina.Normalmente, ellos se reunían todos los sábados por la tarde para contar sus historias. Aquel sábado, la madre pensó que estaría bien hablarles de cómo antiguamente, la mujer estaba discriminada y de cómo estaban en la actualidad, pues pronto se celebraría el Día de la Mujer Trabajadora. La madre les explicó lo que les iba a contar a los niños, y ellos aceptaron con mucho gusto. Teresa comenzó diciendo:

- Las mujeres, en tiempos pasados, estaban muy discriminadas, no se les permitía trabajar en cualquier lugar, sólo podían dedicarse a trabajar en su casa limpiando, haciendo la comida y cuidando de sus hijos, si es que tenían hijos. Tampoco podían trabajar fuera de su casa si sus maridos no les daban permiso. Había leyes que prohibían a las mujeres el ejercicio de Derechos Fundamentales. Además del Día de la Mujer Trabajadora, el 8 de Marzo de 1977 se declaró el Día de los Derechos de la Mujer.

Siguió hablando sobre las mujeres de hoy en día y se puso ella como ejemplo para explicarles como habían cambiado las cosas de unos años para acá. Teresa comenzó diciendo:

- Ahora os voy a hablar sobre la mujer trabajadora de hoy en día y para eso me voy a poner yo como ejemplo para que lo entendáis mejor.

Los niños continuaban escuchando atentos y en silencio la historia que su madre les estaba contando. Teresa siguió con la historia y decía:

- Para que entendáis mejor el cambio que ha habido estos años, sólo tenéis que daros cuenta que yo, una mujer casada, con tres preciosos hijos y con un marido encantador, nadie me prohíbe hacer lo que me gusta. Yo trabajo fuera de casa, tengo un puesto de trabajo y también podéis observar que soy una mujer trabajadora también en casa, ya que diariamente limpio, hago de comer, y cuido de vosotros.Bueno en resumen, ha habido una gran mejoría en cuanto a la libertad de la mujer. Ahora las mujeres somos independientes y no hace falta que le pidamos permiso a nuestros maridos para poder trabajar, ni salir a donde queramos, ni por supuesto, pedir permiso para expresar lo que sentimos, ya que todos tenemos derecho a ser libres, pero a la vez parecidos.

Cuando Teresa terminó de contarles la historia a los niños, éstos habían entendido perfectamente el mensaje que su madre les quiso mostrar. Los niños le dieron las gracias por aquella historia tan

bonita, ya que les había hecho entender cómo habían cambiado los derechos de las mujeres en estos tiempos.Teresa se alegró de que los niños hubieran entendido el mensaje que ella les quiso transmitir, y por último dijo:

- En definitiva, quiero que comprendáis, que las mujeres también tienen los mimos derechos que los hombres, aunque también es verdad que tiene mucha responsabilidad a sus espaldas porque cuidar de una familia no es sencillo y sobre todo, tienen derecho a hacer lo que crean conveniente sin que nada ni nadie se cruce en su camino y a cumplir los objetivos que quiera conseguir en su vida, ya que sólo es su vida y no la de nadie.

La moraleja de esta historia es hacer entender a todas las personas que a las mujeres no hay que discriminarlas porque sean mujeres, ya que las mujeres también pueden hacer lo mismo que hacen los hombres con la misma capacidad o incluso más que ellos, ya que todos somos personas y todos sentimos y pensamos igual de la misma manera aunque cada uno lo exprese de una manera distinta.

Esperemos que algún día se consiga que todas las mujeres del mundo sean libres, ya que el ser humano tiene unos Derechos Fundamentales que cumplir, sin distinción de sexo, pienses de una manera u otra, seas de un país u otro o tengas la religión que tengas.TODOS SOMOS IGUALES.Marta Campos Puerto 4º ESO

PREMIADOS:

1er Premio: Celia Gamboa Rodríguez (2º ESO A)2º Premio: Sandra González Falcón (2º ESO B)3er Premio: Ana Isabel Guerrero Gil (2º ESO A)

ACCÉSITS:

Alejandro Robles Pizano (5º A)Alejandro Garzón Mingorance (1º ESO B)

1er Premio: Celia Gamboa Rodríguez(2º ESO A)

2º Premio: Sandra González Falcón (2º ESO B)

3er Premio: Ana Isabel Guerrero Gil (2º ESO A)

Accésit: Alejandro Robles Pizano (5º A)

Accésit: Alejandro Garzón Mingorance (1º ESO B)