Conductas aula modificado

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TÉCNICAS COMPORTAMENTALES APLICADAS AL AULA Los premios Para que las conductas positivas de los niños aumenten (trabajar sentado, no cometer errores, jugar sin pelearse, etc.), los profesores deben buscar formas de recompensar a sus alumnos. Las recompensas materiales no son aconsejables en el contexto del aula. En primer lugar, porque las recompensas sociales, como la felicitación del profesor o de los compañeros, y la satisfacción del trabajo bien hecho suelen ser suficientes para incrementar estas conductas y son mucho más naturales. En segundo lugar, porque la cantidad de chicos no permite costear al profesor tal cantidad de refuerzos. El profesor tiene, básicamente las siguientes recompensas a su alcance: Privilegios de clase como borrar la pizarra, cerrar con llave, repartir el material o hacer recados. Dedicar especial atención a un alumno (a todos les gusta sentirse atendidos de forma especial respecto del montón). Otorgar puntos individuales. Otorgar puntos de grupo. Organizar autorregistros de rendimiento (el niño apunta en un registro cada vez que ha conseguido un objetivo propuesto y sólo el hecho de que lo anote mejorará su comportamiento). El reconocimiento público tanto ante los demás niños como ante los padres u otros profesores. Los privilegios de clase (borrar la pizarra, quedarse a recoger con el profesor, etc.) deben utilizarse para situaciones especiales y puntuarse a elección del profesor: un niño que lleva esforzándose mucho tiempo y que un día consigue un rendimiento especial, otro que se siente marginado, aquel que debe ser motivado esta mañana para que cambie de actitud, otro que está pasando por un mal trago emocional (una operación de su madre, el divorcio de sus padres, el rechazo de los compañeros, etc.). No es aconsejable utilizar estos privilegios como premio a una conducta que requiera un entrenamiento prolongado para un niño que gane determinados puntos por trabajar. Son muchos los niños que conseguirán portarse bien y pocos los privilegios a repartir. Por ejemplo, si Javi consigue

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TÉCNICAS COMPORTAMENTALES APLICADAS AL AULA

Los premios

Para que las conductas positivas de los niños aumenten (trabajar sentado, no cometer

errores, jugar sin pelearse, etc.), los profesores deben buscar formas de recompensar a sus

alumnos. Las recompensas materiales no son aconsejables en el contexto del aula. En primer

lugar, porque las recompensas sociales, como la felicitación del profesor o de los compañeros,

y la satisfacción del trabajo bien hecho suelen ser suficientes para incrementar estas conductas

y son mucho más naturales. En segundo lugar, porque la cantidad de chicos no permite costear

al profesor tal cantidad de refuerzos.

El profesor tiene, básicamente las siguientes recompensas a su alcance:

Privilegios de clase como borrar la pizarra, cerrar con llave, repartir el material o hacer

recados.

Dedicar especial atención a un alumno (a todos les gusta sentirse atendidos de forma

especial respecto del montón).

Otorgar puntos individuales.

Otorgar puntos de grupo.

Organizar autorregistros de rendimiento (el niño apunta en un registro cada vez que ha

conseguido un objetivo propuesto y sólo el hecho de que lo anote mejorará su

comportamiento).

El reconocimiento público tanto ante los demás niños como ante los padres u otros

profesores.

Los privilegios de clase (borrar la pizarra, quedarse a recoger con el profesor, etc.)

deben utilizarse para situaciones especiales y puntuarse a elección del profesor: un niño que

lleva esforzándose mucho tiempo y que un día consigue un rendimiento especial, otro que se

siente marginado, aquel que debe ser motivado esta mañana para que cambie de actitud, otro

que está pasando por un mal trago emocional (una operación de su madre, el divorcio de sus

padres, el rechazo de los compañeros, etc.). No es aconsejable utilizar estos privilegios como

premio a una conducta que requiera un entrenamiento prolongado para un niño que gane

determinados puntos por trabajar. Son muchos los niños que conseguirán portarse bien y pocos

los privilegios a repartir. Por ejemplo, si Javi consigue 10 puntos por esforzarse en la letra y

desea canjear esos puntos para ser «encargado de borrar la pizarra» puede encontrarse con

que hay más niños que han elegido ese mismo premio y que deberá esperar más de un mes

para poder satisfacerlo. El profesor debe utilizar estas actividades no como premios

sistemáticos, sino como premios «comodín» que sirvan para reforzar comportamientos

puntuales en el aula.

La atención del profesor es uno de los refuerzos más deseados por todos los niños,

hasta el punto que muchos de ellos prefieren portarse mal para que el profesor les dedique

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una atención especial («cada vez que me dice que me siente, mi nombre resuena en toda la

clase y si no lo hago, todos levanta la mirada hacia mí, eso siempre es mejor que pasar

desapercibido»). Si el profesor ignora las malas conductas y está atento a prestar atención a

las buenas conductas, sus alumnos mejorarán notablemente.

Algunas formas de reforzar con atención pueden ser: decir a un alumno que venga a

enseñarnos la tarea cada vez que termine un ejercicio, una sonrisa o un guiño de aprobación a

un chico que está trabajando, poner las manos en los hombros de un chico que está

atendiendo mientras explicamos, unas palabras de aliento por la mañana antes de empezar a

trabajar, una charla en privado, interesarnos por lo que está haciendo, pararse a observar el

trabajo que está realizando un niño mientras paseamos por la clase, etc.

Los puntos individuales. Los puntos permiten que el niño observe cómo va

consiguiendo un objetivo que antes le costaba mucho esfuerzo. Los puntos permiten al profesor

reforzar más específicamente las conductas de los niños. En el caso de la situación del aula, los

puntos no pueden ser canjeados por premios materiales (el profesor se arruinaría y organizarlo

sería una locura), pero sí permiten un refuerzo indirecto si el profesor comunica con una nota a

los padres el número de puntos que ha conseguido un niño. De esta forma, el niño obtiene una

recompensa y el profesor no se complica la vida.

Los puntos de grupo. Para simplificar el cumplimiento de algunas conductas podemos

plantearnos premiar al grupo por su comportamiento general. Los puntos de grupo sólo se ganan

si todo el mundo colabora. Si el grupo tiene problemas para conseguir que un niño participe

positivamente, debemos ofrecerle estrategias para que todos le ayuden a conseguirlo. Los pun-

tos de grupo conseguidos se pueden canjear por actividades sencillas al gusto de todos: una

hora para jugar con plastilina, poder traer comics una tarde para la hora de lectura, 30

minutos contando chistes, una hora en el gimnasio haciendo juegos que favorezcan la

colaboración, una hora de baile y música, una minifíesta con patatas y coca-cola sin cafeína,

una película de vídeo, un fin de semana sin deberes, una hora de taller de teatro, etc.

Los puntos de grupo suelen ser útiles para:

Conseguir que respeten el turno de palabra en una asamblea. Los alumnos deben recordarse

unos a otros que hay que levantar la mano y respetar al que está hablando. Si han procedido

correctamente el profesor puede anotar en un cartel un punto de grupo que será canjeado

por una actividad que les guste a todos.

Conseguir que todos estén preparados con el equipo de gimnasia puesto antes de que

termine de sonar una canción.

El compromiso de jugar un día chicos y chicas mezclados.

Silencio absoluto y seguir trabajando cuando entra otro profesor a hablar con el titular de la

clase.

Seguir trabajando en silencio cuando se quedan un momento solos mientras el profesor se

ausenta de clase.

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Para cada sesión de entrenamiento de «silencio absoluto» durante 5 minutos mientras

realizamos una actividad (por ejemplo, pintamos).

Bajar ordenadamente y sin peleas al comedor.

Confeccionar un mural conjuntamente sin peleas y desacuerdos.

Saber discutir un conflicto entre compañeros sin exaltarse inadecuadamente.

Si algunas de estas sugerencias nos parecen aplicables a nuestro grupo de clase

confeccionaremos un cartel con casillas para anotar los puntos de grupo que vayan

consiguiendo. Pero ¡atención!, cada conducta tendrá su registro y sus puntos correspondientes

y, en ningún caso un punto ganado puede ser eliminado por un mal comportamiento. Si, por

ejemplo, los chicos no respetan el turno de palabra ese día, no habrá punto en el cartel «nos

respetamos al hablar», pero no quitaremos ninguno de los puntos conseguidos con

anterioridad. En caso de que el comportamiento haya sido extremadamente intolerable,

podemos castigarlos haciéndoles permanecer, por ejemplo, cinco minutos con los brazos

cruzados y en silencio mientras «se entrenan en saber esperar», pero los puntos ganados

permanecerán en su cartel.

Los autorregistros de rendimiento. Está demostrado que uno de los refuerzos más

poderosos para cualquier niño por pequeño que sea, es poder comprobar que controla o ha

aprendido algo que antes ignoraba. Es importante que el profesor pueda dar a los niños la

oportunidad de comprobar que han mejorado a través de un registro o comparando tareas

realizadas antes y después. Veamos algunos ejemplos:

Guardar la primera copia realizada a principio de curso y repetirla tres meses después para

que comparen la calidad de la letra.

Confeccionar un cartel para cada tabla de multiplicar y que los niños que ya se saben una de

ellas puedan escribir su nombre en el cartel correspondiente.

Hacer que los niños confeccionen una lista con las palabras de ortografía que han escrito

mal en los últimos cinco dictados, hacérselas practicar en casa y dictárselas de nuevo unas

semanas después para que puedan comprobar que ya las conocen.

Fabricar con cartulina un separador de libros en el que puedan ir apuntando todos los libros

que van leyendo a medida que los terminan.

Autorregistros en los que puedan poner una cruz o colorear una casilla cada vez que realicen

la conducta que se han propuesto conseguir, (cada niño tendrá sus objetivos individuales),

por ejemplo, cuando «termino una tarea», «cada vez que llego a tiempo a clase», «cada vez

que no he tenido problemas en la cola del comedor», «cada vez que jugando al fútbol he

aceptado de buenos modos que me digan que he cometido una falta», «cada vez que he

jugado con alguien nuevo en el recreo», etc.

El reconocimiento público de una mejora es efectivo porque comprende: la atención de otra

persona (el adulto o los compañeros) y el reconocimiento de una mejora en el rendimiento. El

reconocimiento social es algo que ya conocían los profesores de nuestros abuelos. Recordamos

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todos cómo antiguamente se situaba a los niños por puestos de forma que el más cercano a la

pizarra era el que mejor rendimiento tenía en la clase y el peor se situaba el último, al lado de la

puerta. Este sistema competitivo estimulaba a algunos niños, generalmente a los que se sentían lo

suficientemente capaces como para superar a otro y desvalorizaba y desanimaba al resto. El

reconocimiento público al que nos referimos, debe estar basado siempre en el reconocimiento a la

mejora individual y al esfuerzo. De este modo, toda la clase puede felicitar a David porque por

primera vez ha conseguido hacer una división bien, a Santi por saberse por fin todas las tablas de

multiplicar, a Sara porque ya se acerca a los niños a pedirles que le dejen jugar o a Elena que ha

conseguido un premio jugando al ajedrez en un campeonato de su barrio. De este modo, se

enseña a los niños a sentirse bien por el éxito conseguido por un compañero, porque «su éxito no

determina mi fracaso y su fracaso no determina mi éxito». Cada uno compite consigo mismo.

Algunas formas de reconocimiento público pueden ser:

Comentarios positivos en alto directamente dirigidos a los niños.

Comentarios en privado cuando entra un profesor a clase con el niño presente (haciendo

como si no supiéramos que nos oye).

Permitir que el niño vaya a enseñarle la tarea o el registro de puntos conseguidos al

coordinador, al orientador o a otro profesor de su mismo curso.

Mostrar la tarea a una clase de niños más pequeños (un cuento bien escrito puede ser leído

a los pequeños).

Notas para casa destacando los aspectos positivos.

Un aplauso o felicitación de toda la clase.

Un trabajo de clase colgado en el corcho.

Una copia del cuento que inventé para que cada compañero se lo lleve a casa.

Para que las conductas negativas desaparezcan el profesor también puede utilizar: el

tiempo fuera de refuerzo positivo, la hipercorrección, la retirada de atención del profesor y

aplicar un castigo que sea una consecuencia negativa de la conducta.

El tiempo fuera de refuerzo positivo

El tiempo fuera de refuerzo positivo es una técnica de control de la conducta que sirve para

eliminar todos aquellos comportamientos negativos que están motivados por el deseo del niño

de llamar la atención del profesor. En este caso, el niño se porta mal porque recibe un premio:

la atención del profesor y de los compañeros (aunque esta atención sea en forma de regañina o

castigo público).

El objetivo del tiempo fuera de refuerzo positivo consiste en la retirada de atención o la

retirada física del niño del lugar en donde está recibiendo el refuerzo (la atención) para evitar

que una conducta negativa se repita. El mensaje de fondo que el niño debe recibir es «si

actúas bien, estaré contigo, te haré participar, me fijaré en tu trabajo, te sonreiré... si molestas

o te portas mal, no te haré caso, no te regañaré para que te sientas protagonista, no estaré a

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tu lado». Este mensaje debe quedar implícito en nuestras actuaciones, nunca debe ser

formulado al niño con estas palabras.

Antes de utilizarlo, debemos de asegurarnos de que lo que persigue el niño con su mal

comportamiento es que le prestemos atención. Después, y para realizarlo correctamente se

deben tener en cuenta los siguientes pasos:

1. El profesor planteará de antemano unas normas para toda la clase. Estas normas dictaminan

que «cualquier niño que haga tonterías o moleste en clase deberá salir fuera un rato hasta

que tenga ganas de trabajar.»

2. De este modo cuando un niño interrumpa de cualquier modo el trabajo de clase, el

profesor no tendrá que darle explicaciones. Le cogerá del brazo y sin mirarle, mientras

continúa la explicación mirando a los demás, le colocará fuera de la clase. (Recordemos

que es una medida basada en la retirada de atención).

3. Pasados cinco minutos (no es necesario mucho más) el profesor dirá a otro niño que vaya

a buscarle y le ponga al día en la tarea que se esté realizando (de este modo el profesor

tampoco tiene que prestarle atención).

4. Una vez que el niño se pone a trabajar, el profesor le prestará atención discretamente. Se

paseará por las mesas y se parará un rato a ver lo que hace, le dirá que algo está muy bien, le

acariciará la cabeza mientras pasea, o le enviará a repartir el material. Esta última parte es de

vital importancia. Si negamos la atención a un niño que desea protagonismo pero no se la

damos cuando se porta bien, no tardará mucho en volver a portarse mal.

La retirada de atención del profesor

La retirada de atención debe aplicarse también en aquellos casos en los que el niño desea

llamar la atención del profesor de una forma inadecuada pero sólo en los casos en que al niño

no le importa la atención de sus compañeros. Es útil por ejemplo: cuando un niño desea ser el

primero en contestar a una pregunta y se levanta gritando «yo, seño, yo, yo...», cuando se

levanta constantemente sin terminar la tarea y pregunta tonterías que sabe, para que le hagan

caso, cuando trata de chirvarse de algo que ha hecho otro, cuando el profesor pregunta a un

compañero y él da la respuesta en lugar de callarse, etc. En estas ocasiones, el profesor puede

ignorar al niño sin necesidad de expulsarle de clase (no es necesario porque el niño sólo desea

atención del profesor) y presta la atención sólo cuando su comportamiento cambie. Por

ejemplo, si la consigna es «no vengas a mi mesa hasta que hayas terminado este ejercicio»

debemos actuar de la siguiente manera. Si el niño acude a la mesa antes de terminar, le

ignoraremos, es decir, no le miraremos, no le diremos que vuelva a su sitio, no le responderemos

a nada que nos pregunte, etc. Si, resignado, vuelve a su mesa y se sienta a trabajar, reforzare-

mos esa conducta prestándole atención, por ejemplo, paseándonos entre las mesas

observando su trabajo y el de los demás y animándole a continuar.

El castigo como consecuencia directa de la mala conducta

Resulta de mucha utilidad porque el niño no valora el castigo como una venganza del

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profesor sino como una consecuencia directa de su comportamiento, consecuencia que deberá

evitar en el futuro. Veamos unos ejemplos:

Conducta negativa Castigo

El niño trae juguetes al colegio y no los

deja a primera hora en la estantería de

los juguetes hasta el recreo. El profesor le

pilla con ellos en clase.

«Como te cuesta mucho esperar una

hora y media hasta el recreo deberás

entrenarte a esperar. Yo guardaré en

mi mesa el juguete, te lo daré mañana,

tú lo colocarás en la estantería y espe-

rarás hasta el recreo».

El niño se pelea por ser el primero en la

fila para bajar al comedor, empuja y

tropieza.

«El ser el primero te crea mucha

ansiedad, será mejor que compruebes

que uno no se muere si no es el primero

en la fila. Colócate el último».

El niño no reconoce las faltas que hace

cuando juega al fútbol. Los compañeros

se enfadan.

Se ponen normas al respecto y se

acuerda que cada vez que no acepte la

opinión del grupo respecto a si ha

hecho falta o no, será expulsado del

partido. Al día siguiente se le dará una

nueva oportunidad para jugar. Si esta

vez acepta bien la opinión de los demás

se le permitirá seguir jugando. Si se

repite el mal comportamiento se le vol-

verá a expulsar.

Le quitó un paquete de cromos a su

compañero de mesa.

Deberá aprender a compartir. Le regalará

cinco cromos que no tenga repetidos.

La práctica positiva

Realizar la conducta que se ha incumplido varias veces o en una intensidad exagerada

puede ser muy útil. Veamos unos ejemplos:

Conducta Práctica positiva

El niño corre por los pasillos cuando está

prohibido hacerlo.

Cada vez que corra, recorrerá el pasillo

cinco veces andando muy despacio.

El niño desordena todos los libros de la

biblioteca.

Deberá ordenarlos todos y ser el

encargado de revisar para que queden

ordenados todos los días durante una

semana.

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El niño rompe un cuento. Deberá reparar ese cuento y será

encargado de reparar todos los cuentos

que se rompan durante un mes. Si el

cuento no se puede reparar deberá

pagarlo de su bolsillo.

El niño pinta las paredes, tira agua por

todo el baño y lo ensucia.

Dedicará parte del recreo a limpiar

escrupulosamente todo el baño.

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El autorrefuerzo positivo colectivo para el control del comportamiento y la mejora

del rendimiento escolar (sistematizar el refuerzo individual con puntos en el

contexto de clase)

El niño problemático no suele ser reforzado muy habitualmente. Sus conductas (de

atención, comportamiento en clase, rendimiento, autocontrol, etc.) no alcanzan, en la

mayoría de las ocasiones, lo que el entorno considera normal para un niño de su edad. Sus

esfuerzos por controlar y corregir sus conductas, cuando los hay, suelen pasar desapercibidos

por los adultos y los compañeros y, por lo general, no se refuerzan. Como resultado se produce

una ausencia de refuerzo de las conductas positivas del niño, lo que unido al refuerzo de las

conductas negativas, conduce a un empeoramiento progresivo de su comportamiento en el

aula.

Para corregir esta situación proponemos un sistema de contingencias (premios) basado en

«estrellas o puntos» que sirva para reforzar a cada niño de forma individual. Este sistema lo

hemos denominado autorrefuerzo colectivo. Autorrefuerzo, porque es el niño el que anota

los puntos que consigue y colabora en la selección de las conductas que quiere mejorar (se

autopremia) y colectivo, porque debe (o puede) ser realizado no sólo con los problemáticos

sino con todos los niños del aula.

Los objetivos que perseguimos con esta actividad son los siguientes:

1. Favorecer el refuerzo de conductas adecuadas en el aula.

2. Generalizar al resto de los niños de la clase el beneficio de esta técnica.

3. Integrar el tratamiento del niño problemático dentro de la clase.

4. Eliminar, en lo posible, el ambiente de competitividad que generalmente se produce

en el aula.

5. Favorecer el refuerzo entre compañeros.

El procedimiento puede ser el siguiente:

1. La tutora ayudará a los niños a hacer una lista de aquellas conductas en las que desean

mejorar, por ejemplo: colorear mejor, hacer mejor la letra, no pelearse en el recreo,

obedecer a su tutora, etc. La tutora se sentará con los alumnos para ayudarles a definir

de forma concreta cada una de las conductas de forma que puedan ganarse estrellas si

consiguen cumplirlas.

Ejemplo: Elena quiere mejorar en cuentas. El profesor ojea su

cuaderno y observa que la nota máxima que tiene es un 5. Elena

escribirá en su papel «me podré una estrella si saco en cuentas un 5 o

más nota» (si pusiera una nota demasiado alta, es probable que no

consiga muchas estrellas y que tire la toalla). Además, se compromete a

repasar las tablas del 3 y del 7 en casa con mamá. Así que debajo escribe

«cada día que traiga una nota de mamá diciendo que repasé las tablas

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me pondré una estrella».

Estas dos conductas se evalúan por separado, es decir, Elena obtiene

una estrella por mejorar en el producto «en las cuentas» y otra por trabajar

en el proceso, «estudiarse las tablas». De esta forma es prácticamente

imposible que no mejore.

2. Una vez definidas las conductas los niños las pasarán a una hoja, con ayuda de su

tutora, que contendrá la siguiente información

a. Nombre del niño.

b. El objetivo que desea conseguir: la conducta descrita debe estar definida

correctamente, en términos positivos (por ejemplo, «trabajar sentado 10

minutos» en lugar de «no levantarme de la silla en diez minutos») y ser lo más

específica posible (por ejemplo, «estar callado, sentado y trabajando con todos»

en lugar de «portarme bien»). Los objetivos a conseguir deberán tener un

carácter totalmente individual, se premia el esfuerzo realizado por cada uno.

c. El número de estrellas que se pretenden conseguir: el número de estrellas se

establece, en un primer momento, en cinco pero posteriormente lo acordarán el

niño y la tutora. Se dibujarán casillas en donde anotarlas.

d. Espacio para dibujar las estrellas que se vayan consiguiendo.

Por ejemplo:

Nombre del alumno

Trabajo sentado (cada 10 minutos = 1 punto o

estrella)

Termino mis trabajos

Obedezco a mi tutora

Ejemplo de registro de autorrefuerzo positivo individual. Cada niño confeccionará

un papelito o cartulina semejante en el que se reflejarán las conductas que se

desean mejorar y por las que puede ganar puntos o estrellas.

Todos los papelitos o cartulinas se irán incorporando a un gran cartel situado en una o

varias paredes de la clase, sobre el cartel figurará el mensaje: «voy a conseguirlo».

3. Cada vez que un niño ha conseguido cumplir su objetivo dibuja una estrella en su papel.

Cuando el niño ha obtenido las cinco primeras estrellas, el profesor le confeccionará

una nota de refuerzo para que la lleve a casa. Veamos un ejemplo:

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Estoy muy contenta porque Juan ha conseguido cinco estrellas por trabajar concentrado en

clase.

Estoy segura de que la próxima vez conseguirá más.

(firma y fecha)

En casa celebrarán la llegada del mensaje . (Previamente, se habla con la familia para que

conozcan esta estrategia de modificación de conducta y los objetivos que se pretenden. Así la

familia, también podrá reforzar las conductas positivas del niño desde la casa).

4. Al día siguiente el niño tacha las cinco estrellas por las que obtuvo la primera nota y se

propone conseguir un número mayor para una segunda nota (por ejemplo, ocho

estrellas). Tras la segunda nota el niño necesitará 10 y luego 14 estrellas para

conseguir las siguientes. De este modo el refuerzo se distancia. En el momento en que

el niño ya tiene que conseguir 30 estrellas se le hace razonar que ya ha adquirido la

conducta y que no necesita un refuerzo por ella. Se le propone, entonces, que piense en

otra conducta en la que tenga dificultades y el juego de las estrellas comienza otra vez.

Para prever un posible deterioro de la conducta conseguida por la retirada de los

puntos, se pensará un castigo. El castigo tiene sentido porque la conducta que se exige

debe estar ya en el repertorio de respuestas del niño.

El niño problemático, como todos, obtendrá estrellas por inhibir aquellas conductas que en

clase resulten más perturbadoras. Las estrellas sólo podrán conseguirse por realizar

correctamente la conducta propuesta y no otra, y no se pueden utilizar como castigo bajo

ningún concepto. Puede ser muy tentador decir «si trabajas te ganas una estrella, pero si haces

el tonto en clase te la quito». El niño problemático comete tal cantidad de conductas

desajustadas que si siguiéramos esta regla nos acabaría debiendo estrellas. Las estrellas son

una forma de que el niño vea de forma inequívoca que mejora. Sirven para resaltar

comportamientos positivos no para reducir negativos. Si se produce una mala conducta

tomamos otra medida, pero no le quitaremos las estrellas conseguidas.

5. Se hará especial hincapié en que:

Las estrellas ayudan a que nos demos cuenta de cuando hacemos bien aquello que nos

cuesta.

Que cada niño apunte realmente lo que le cuesta hacer.

Las conductas a anotar son tantas como el niño necesite y para cada una de ellas puede

ganarse una estrella.

El autorrefuerzo positivo es voluntario. Todos los niños pueden mejorar en algo si así lo

desean, pero en el caso de que un niño considere que no necesita mejorar

específicamente en nada, no tiene por qué seguir este sistema. Tiene suerte de no

necesitar estrellas para hacer las cosas. No obstante, la mayoría de los niños quiere ser

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reconocido por algo, en ese caso se les anima a participar porque siempre hay algo que

cueste esfuerzo: comer mejor en el comedor, acordarse de ceder el paso en las puertas,

decir por favor, ayudar a mamá, etc.

El profesor no apunta las estrellas, cada niño debe hacerlo por sí mismo puesto que el

objetivo se lo ha marcado él mismo (por supuesto, cuanto más pequeños son más guía y

más ayuda van a necesitar de su tutora).