CONFERENCIA SOBRE DERECHO REGISTRAL DICTADA POR EL

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CONFERENCIA SOBRE "DERECHO REGISTRAL" DICTADA POR EL LIC. DAVID FIGUEROA MÁRQUEZ EN LA JORNADA NOTARIAL DEL SURESTE, CIUDAD DE MÉRIDA, OCTUBRE 3 DE 1998 DERECHO REGISTRAL El Registro Público surgió de la necesidad de dar certeza, se- guridad pública y protección oficial a los derechos inscribibles, tanto para la tranquilidad de la persona como para una mejor com- prensión en las relaciones sociales y jurídicas, buscando una firme garantía para la realización de su derecho. Esta es la forma tradicional de iniciar una conferencia sobre Derecho Registral pero, si ustedes lo permiten, sostengamos el día de hoy, más que una conferencia, una plática sobre ese "Derecho Registral". El Derecho Registral es una rama del derecho con la que los notarios mayor trato tenemos. De acuerdo a nuestro sistema jurí- dico, los actos, una vez que nacen, ante notario, deben ir en vía de testimonio al Registro para obtener su inscripción y, consecuen- temente, su oponibilidad frente a terceros. Notario y registro son, en nuestro país, instituciones baluartes de la SEGURIDAD JUR~DICA. En estos momentos que la confianza, que de- riva muchas veces de la seguridad, es cuestionada, resulta impor- tante que nosotros les demos, a las instituciones que tenemos, su justa dimensión legal para los fines para los cuales, específicamente, se establecen y que, de acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico son, primordialmente, la seguridad jurídica. El fin último de nuestro derecho no es, todos lo sabemos, la justicia, ni la igualdad es la CERTEZA sobre los actos que se cele- www.juridicas.unam.mx Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM http://biblio.juridicas.unam.mx Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 113, México, 1999. DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.

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CONFERENCIA SOBRE "DERECHO REGISTRAL" DICTADA POR EL LIC. DAVID FIGUEROA

MÁRQUEZ EN LA JORNADA NOTARIAL DEL SURESTE, CIUDAD DE MÉRIDA,

OCTUBRE 3 DE 1998

DERECHO REGISTRAL

El Registro Público surgió de la necesidad de dar certeza, se- guridad pública y protección oficial a los derechos inscribibles, tanto para la tranquilidad de la persona como para una mejor com- prensión en las relaciones sociales y jurídicas, buscando una firme garantía para la realización de su derecho.

Esta es la forma tradicional de iniciar una conferencia sobre Derecho Registral pero, si ustedes lo permiten, sostengamos el día de hoy, más que una conferencia, una plática sobre ese "Derecho Registral".

El Derecho Registral es una rama del derecho con la que los notarios mayor trato tenemos. De acuerdo a nuestro sistema jurí- dico, los actos, una vez que nacen, ante notario, deben ir en vía de testimonio al Registro para obtener su inscripción y, consecuen- temente, su oponibilidad frente a terceros.

Notario y registro son, en nuestro país, instituciones baluartes de la SEGURIDAD JUR~DICA. En estos momentos que la confianza, que de- riva muchas veces de la seguridad, es cuestionada, resulta impor- tante que nosotros les demos, a las instituciones que tenemos, su justa dimensión legal para los fines para los cuales, específicamente, se establecen y que, de acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico son, primordialmente, la seguridad jurídica.

El fin último de nuestro derecho no es, todos lo sabemos, la justicia, ni la igualdad es la CERTEZA sobre los actos que se cele-

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bran y sobre los derechos y las obligaciones que se contraen. De ahí viene la importancia del registro que hace que esa certeza sea, además de existente, OPONIBLE y que crea una obligación pasiva en toda la sociedad, consistente en tener conocimiento y conciencia de los actos que son materia de inscripción, toda vez que les puede resultar benéfico o perjudicial, dependiendo de la esfera en que, en cierto momento, determinada gente se establezca respecto de algún bien, alguna persona o algún derecho.

La institución tiene una vigencia tal que va cambiando y mo- dificándose con el devenir del tiempo, pero no por ello deja de ser, al fin y al cabo, un bastión de la historia; una historia cons- tante, una historia actual, una historia vigente y esa historia deriva de la necesidad que hay de dejar constancia de las cosas.

Hablar sobre Derecho Registral, no solamente es hacer referen- cia a un conjunto de normas que tienen un carácter dual, tanto PRI- VADO, porque nacen de un ordenamiento de carácter privado, como el Código Civil, que regula relaciones entre particulares, como PÚBLI- co, porque las mismas se visten con el concepto de orden público que impide que los particulares las alteren o modifiquen y porque los mismos particulares deben sujetarse, para la inscripción que se desee obtener, al procedimiento establecido en el Reglamento del Registro Público de la Propiedad, que al ser ordenamiento ADJETI- VO, forma parte del Derecho Administrativo que necesariamente es DE- RECHO PÚBLICO y que establece planos desiguales en las relaciones que regula, esto es, de supra a subordinación.

Tampoco es sólo discutir si debe denominarse DERECHO INMO- BILIARIO, porque sean los inmuebles, según algunos, la materia cen- tral de su regulación; DERECHO PUBLICITARIO, porque se refiera a la publicidad, que podría confundirse con una rama de la mercado- tecnia, según otros; o DERECHO HIPOTECARIO, considerando la nor- ma de la que proviene, esto es, la Ley Hipotecaria Española.

No es exclusivamente referirse a sus antecedentes, como los GRIEGOS, donde, originariamente, las transmisiones de bienes, las constituciones de derechos y gravámenes se celebraban en presen- cia de testigos, para después dar lugar al MNEMON (antecedente del notario) y, posteriormente, a la publicidad de los gravámenes de los predios mediante la fijación de las OROI, que eran tablones de madera o mármol que se colocaban en los predios mismos o en las plazas públicas; los EGIPCIOS, con los funcionarios encargados de llevar registro de los bienes, primordialmente los inmuebles y para efectos fiscales, y el ESCRIBA que además tenía una actividad de

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registrador; los ROMANOS con la Di iüRE CESSiO, la MANCIPATZO y la TRA- DLVO, solemnes las dos primeras y absolutamente informal la Últi- ma con tan sólo la intención de transferencia; los ALEMANES, con el Código Civil Prusiano del siglo XWI, que crea la necesidad de registrar los actos jurídicos de relevancia para la sociedad; los ES- PAROLES, con la ROBRACI~N, ratificación ante fedatario de los actos celebrados por las partes para, en vía de documentos, presentarse al registro de hipotecas para su inscripción, el OFICIO DE HIPOTECAS, institución que nos llega en virtud de la colonización y que per- manece en vigor aún después de la Independencia, en virtud de lo dispuesto por el artículo segundo del Decreto Provisional Polí- tico del Imperio Mexicano de 1822; y por Último los MEXICANOS, con el Código Civil de 1870 del Distrito Federal y del territorio de Baja California, en donde se crea ya, específicamente, la institución del Registro Público de la Propiedad, con un SISTEMA DECLARATIVO, a través de libros previamente encuadernados y, a partir de 1978, mediante folios u hojas sueltas que no requieren de tal procedi- miento.

Hablar de DERECHO REGISTRAL es algo más que eso, es algo más que unos cuantos artículos que se encuentran casi siempre al final de la última parte del último Libro del Código Civil (en el caso de este bello Estado, tan sólo 27 artículos del título octavo del Libro Tercero, se refieren a nuestra materia); es reflexionar sobre la re- volución actual derivada del avance de la informática, que nos en- vuelve en una dinámica contra la cual no podemos ni debemos remar; es reconocer la utilización de esta tecnología para la elabo- ración de los documentos, su conservación, reproducción e incluso, contratación.

La contratación electrónica es un tema que no podemos sos- layar, primero, porque los más de los contratos mercantiles se llevan a cabo por vía electrónica y es importante que estén revestidos de certeza y seguridad jurídicas (transferencias electrónicas de fondos, por ejemplo y ¡vaya! hasta los impuestos y derechos los podemos pagar por esa vía) y, después, porque los notarios debemos in- volucrarnos en las nuevas tecnologías para, con su uso, adaptarlas a nuestro ordenamiento jurídico.

Hoy día, términos como "fax", "PC" (personal computer) , "procesador de textos", "informática", "software", "navegar en internet", "digitalizar" y "scanner", entre otros, nos resultan absolutamente familiares y, podríamos afirmar, casi indispensables en un léxico jurídico que, antaño, se ufanaba de sus latinajos y

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ahora se esmera por otorgar a aquéllos carta de naturalización castellanizándolos. No sin razón, en breve, podremos encontrar en el Diccionario de la Lengua Española, el término "Faxear" como acción y efecto de transmitir por vía telefónica: textos, dibujos o gráficos.

El Derecho Registral no es ajeno a este estado de cosas, es más, permítaseme afirmar que casi es su precursor y no es temeraria mi afirmación, pues bástenos tan solo recordar a las famosas "OROI" a que nos referimos hace unos minutos, que dieron vida a la REA- LIDAD TABULAR, esto es, al MUNDO DE LA REGISTRACI~N; un mundo donde viven seres que, físicamente, pudieran ya no existir y no obs- tante ello, tener la presencia suficiente para impedir una transmi- sión en la que no han "consentido" (ejemplo de esto, las enajena- ciones que pretenden realizarse por los herederos cuyo carácter aún no ha sido inscrito a fin de lograr un tracto continuo); mundo donde se interrelacionan, a veces, personas diferentes a las propie- tarias de las cosas o titulares de los derechos de acuerdo a la rea- lidad; y donde impera la APARIENCIA JUIÚDICA que legitima, incluso, a quien no tenga derecho respecto de lo inscrito; y que para su coincidencia con el MUNDO REAL se han instaurado mecanismos tales como las anotaciones preventivas, ejemplo de ellas, el aviso preven- tivo a que alude el artículo 3016 del Código Civil para el Distrito Federal y su correlativo, el artículo 2179 del Código Civil del Esta- do de Yucatán y que, por lo que respecta al Estado de Carnpeche, jNO EXISTE!, puesto que el artículo 2909 se refiere a un supuesto distinto al que los dos primeros artículos contemplan.

Al lado de la REALIDAD TABULAR podemos hablar de la W D A D VIRTUAL, con un efecto similar a la anterior, esto es, IRREAL, pero que permite a una persona interactuar a tal grado con una compu- tadota que, por medio de un casco que se coloque en la cabe- za, con dos monitores y sonido estereofónico, le crea el efecto del mundo virtual y, así, entra y recorre un entorno tridimensional producido por la computadora, de manera que, virtualmente, ca- mina, abre archivos, consulta información, sube por escaleras o ascensores, dialoga con algún informante, etcétera.

Con este estado de cosas, resulta interesante someter a análisis algunos PRINCIPIOS REGISTRALES, piedra angular de todo el sistema registral, para determinar qué tan vigentes a estas fechas resultan o qué adecuaciones deben sufrir, para ajustarse a los tiempos modernos, o recibir los embates de los mismos.

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Pero antes de entrar en materia, simplemente recordemos que el Registro Público de la Propiedad no obra de oficio, debe soli- citársele su intervención, que es lo que se conoce como principio de rogación; su petición debe ser presentando un título que de- berá ser otorgado por el titular del asiento anterior, lo que se conoce como principio de tracto sucesivo; a su vez dicho título tiene que ser válido, esto es, debe llenar los requisitos exigidos por las leyes para su registro, lo que es el llamado principio de legali- dad; dentro de esto se procede a analizar si el titular del derecho afectado consiente en que se transmita su dominio o constituya un derecho real sobre el mismo, lo que se denomina como principio de consentimiento. Estudiados estos dos últimos presupuestos se procede a realizar la consignación gráfica de ese acto para su cons- tancia y recuerdo, siendo el asiento principal, definitivo y completo que da constancia en el Registro de la Propiedad de una situación real o personal sobre el inmueble de que se trate, nombrándose esto como principio de inscripción; esta inscripción debe precisar claramente la finca, que es la base física de la inscripción, el dere- cho, que es el contenido jurídico y económico de la misma y la persona que puede ejercer el derecho, o sea, el titular del mismo, lo que se designa como principio de especialidad; requisito indis- pensable es que ese título tiene que ingresar al Registro primero que otro que le sea incompatible y que ingrese con posterioridad para que tenga preferencia, lo que es la prioridad registral. Ya ins- crito ese título su inscripción gozará de una presunción de veraci- dad que se mantiene hasta en tanto no se demuestre la discordan- cia entre el registro y la verdad extraregistral, o sea, el principio de legitimación que es la esencia y ser del Registro Público de la Pro- piedad y otro principio, el de la fe pública registra1 solidiza la crea- ción de esa institución ya que éste constituye la manifestación más importante de la presunción de exactitud del registro pues se repu- ta exacto en beneficio del adquirente que contrató confiado en el con- tenido de sus asientos y, en consecuencia, se le protege en su ad- quisición.

Ahora sí, entremos en materia:

Analicemos el PRINCIPIO de PUBLICIDAD, que es el que revela la situación jurídica de los inmuebles y autoriza a toda persona, sea o no tercero registral o interesado, a revisar los asientos del regis- tro (que es la publicidad material) y a tener constancias de los mismos (o sea, la publicidad formal). Si la institución del registro

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no existiera, sería casi imposible conocer quién es el titular de un inmueble o un derecho y cuáles son los gravámenes o cargas que lo limitan; se requeriría llevar a cabo la conocida prueba "del dia- blo", que implica el examen del título a través de todos sus ante- cedentes hasta llegar al propietario original. Recordemos que, en países como el nuestro, que tenemos un sistema declarativo, lo no registrado sí existe y produce todos sus efectos entre las partes, a diferencia de los sistemas de registro constitutivo, donde lo no re- gistrado no existe.

Y en relación con este punto, hagamos un paréntesis para comentar el artículo 2095 del Código Civil del Estado de Yucatán. Se@" este precepto, "La hipoteca no produce efecto alguno legal, sino desde la fecha y hora en que fuere debidamente registrada", en otras palabras, en materia de hipotecas, en este bello Estado de Yucatán, el sistema declarativo que adopta el derecho registral mexicano, sufre una excepción para dar cabida al sistema consti- tutivo, pues no basta que la hipoteca se convenga entre las partes y se otorgue en la forma prescrita en el artículo 20'73 para que valga, o sea, para que produzca efectos legales, al menos, entre las mismas partes; se requiere siempre de su inscripción para que pro- duzca tales efectos o lo que es lo mismo, en este caso la inscrip ción es un requisito de validez que, expresamente, no contempla el artículo 991 del Código Civil al referirse a ellos; por lo que, en tal virtud, la inscripción adquiere un carácter constitutivo.

Pero continuemos, este principio de publicidad, en la era de la informática, experimenta una importante expansión. La red de in- ternet es la llave de acceso al mundo de la información, de todo tipo; así pues, cómodamente sentado desde el despacho propio puede verse o un programa de televisión o de radio, o consultar un folio real; basta solamente pagar la suscripción o los derechos, por regla general mediante un pago anual, accesar a la página de internet del Registro Público de la Propiedad y consultar lo que se quiera. La publicidad material a su máxima expresión, puesto que ya no se requiere asistir a la oficina del Registro Público de la Propiedad o del Comercio para tal efecto; y ya no hay necesi- dad de pedir los voluminosos, pesados y, a veces, polvosos libros, para consultar lo que se desee.

En una primera reflexión, podríamos afirmar que esta situación en lo más mínimo altera los derechos que otorga la inscripción, tales como la presunción de titularidad a favor del inscrito o apa-

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riencia jurídica y la oponibilidad frente a otro no inscrito o protec- ción para la persona que recibe sus beneficios. Al contrario, ex- pondría ante mayor número de ojos tales beneficios y, en este or- den de ideas, resulta útil.

Pero pensemos ¿qué pasaría si una persona con suficientes conocimientos en el manejo de los diferentes "softwares" y con el ánimo de causar daño a alguien o simplemente por descuido alte- ra, en el momento de la consulta, la información que aparece y maneja en la memoria de su monitor y por alguna circunstancia altera, incluso, la información que obra en la base de datos de la oficina del Registro Público, al concluir su consulta, o sencillamente contagia con un virus al servidor del Registro?; obviamente gene- raría un conflicto que implicaría una reposición o rectificación de los datos destruidos, alterados o modifícados, con la exhibición de los títulos inscritos, si existieren, y la consecuente molestia para quien o quienes resultaron afectados por la alteración de los mismos; para lo cual, habría que normar ese procedimiento de reposición, de- terminando, incluso, los alcances y eficacia jurídicas de la inscripción repuesta. En este supuesto cabría una pregunta: ¿La ins- cripción repuesta tiene el mismo valor probatorio que la inscrip- ción original destruida o alterada? La pregunta requiere un análisis a fondo del asunto.

¿Cómo solucionar o evitar esto? Probablemente teniendo un sistema de candados de tal magnitud y potencia que evitara que estas situaciones pudieran presentarse; o bien mediante un siste- ma de vacunas que rechazara cualquier virus externo, o tal vez, modificando el Reglamento del Registro Público de la Propiedad de manera tal que, por cada inscripción que se realice, se obten- ga un respaldo de la misma en un archivo de uso exclusivo de la Dirección o en una cinta de respaldo que pudiera almacenarse en lugar seguro y ajeno a la posibilidad de toda consulta, con la ne- cesaria actualización de los datos que almacene. Ta,mbién podría reglamentarse que cada usuario, previo al acceso a la página co- rrespondiente, aplicara un sistema antivirus a su computadora bajo la pena, en caso contrario, de ver interrumpida la señal en el momento que se detectase el incumplimiento de esta obligación y esto, no es hablar de "computadoras inteligentes", sino dotar a la computadora de una mayor capacidad lógica, para que responda siempre de una determinada manera ante la presencia de ciertas instrucciones.

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A guisa de comentarios, Xavier Arredondo nos refiere que den- tro del área de la "Inteligencia artificial", se encuentra "la robóti- ca", que estudia a los "robots", máquinas de quehaceres específi- cos controlados por una computadora, que se encuentran ya trabajando en talleres de ensamblaje de aviones, barcos o automó- viles, por ejemplo.

Pasemos ahora al PRINCIPIO de INSCRIPCI~N, que se refiere a todo asiento efectuado en el Registro, mediante el cual se hace del conocimiento público, la situación que guardan los bienes derechos inscritos.

Inscribir, según Sánchez Román, significa constatar o afirmar de un modo indubitable y por CUALQUIER PROCEDIMIENTO, la existen- cia de un hecho y, en sentido jurídico, significa tomar razón de un hecho que sirva para producir efectos jurídicos.

Los derechos, nacidos extraregistralmente, al inscribirse, adquie- ren mayor firmeza y protección, por la fuerza probatoria que el registro les da. De esta manera se discute si la inscripción es obli- gatoria o potestativa y se concluye, conforme a nuestro sistema, que es potestativa, puesto que no se exige coercitivamente, no se prac- tica de oficio y sólo ratifica los actos realizados fuera del Registro, los que surten efectos entre las partes, independientemente, de la inscripción. No es obligatoria, pero si es recomendable efectuarla, dada la oponibilidad frente a terceros, que nace ipso facto.

El término inscripción, sabemos, tiene dos acepciones: una que se aplica en contraposición a transcripción y otra que la emplea en sentido de anotación y que tiene distintas interpretaciones, como son: Inmatriculación o inscripción primera de la finca, inscripción propiamente dicha, cancelación, anotación preventiva, nota margi- nal, nota de presentación y aviso notarial.

La inscripción puede realizarse mediante la transcripción del tí- tulo a inscribir o bien, mediante la anotación de un extracto del mismo. Definitivamente resulta conveniente el segundo, pues bas- ta que se satisfagan los requisitos que, suscintamente, señale el Re- glamento del Registro Público de la Propiedad, para que se entien- da inscrita la totalidad del documento.

Se inscribe lo que, reducidamente, señala la ley y se tiene por inscrito todo. Esto lo apunto por una situación que sucede en la ciudad de México, respecto de los créditos que otorgan las dife- rentes instituciones del sistema financiero, en los que se marcan intereses a tasas variables y, en algunos casos, se establecen los montos máximos a cobrar por concepto de intereses.

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Por lo que respecta a los créditos de Fovi, el Banco de México ha considerado que los intereses a cobrar, tratándose de los re- financiamientos que se otorgan para mantener un índice de in- terés normal, o más o menos el mismo en el transcurso del crédito, puede llegar a un quinientos por ciento del crédito inicial; esto provoca un problema puesto que la mayoría de los registrado- res pretenden cobrar derechos por el total del refinanciamien- to y no por el crédito dispuesto, que es mucho menor y que pro- vocaría el pago de derechos subsidiados, lo que significa menores ingresos.

Considerando este sistema de inscripción, por extracto, no debe presentarse este problema, pues basta con que se haga un extracto del documento a inscribir, para que se entienda inscrito en su to- talidad y, consecuentemente, oponible frente a terceros en su con- texto general.

Ahora bien, por otro lado, preguntémonos: <qué la inscripción de algunos documentos no podríamos efectuarla desde nuestra ofi- cina, mediante formas precodificadas y utilizando la red de internet, dado que los derechos por la inscripción ya se pueden pagar por vía electrónica?

Aparentemente esto es una aberración y válidamente podría argumentarse que, en ese caso, el notario es juez y parte, puesto que estaríamos autocalificando nuestros documentos y esta labor, necesariamente, corresponde a un tercero, en el caso, el registrador; o bien, que la labor de registrar corresponde a un funcionario del Estado, que el notario no es.

Pero, <qué acaso la calificación de los documentos no se refiere, exclusivamente, a dos elementos que son: a) La identidad de los in- teresados y de la finca, y b) La capacidad y validez formal de los do- cumentos presentados?; y (no son estos elementos parte de la la- bor que diariamente realizamos los notarios en el ejercicio de nuestra función y de nuestra responsabilidad exclusiva? o es que, en esos supuestos ¿compartimos nuestra responsabilidad con el regis trador? ¿Qué no conforme a nuestro sistema jurídico, la inscripción no purga los vicios que pudiera tener el documento inscrito?

Considero importante reflexionar sobre este tema y tomar en cuenta que, en algunos casos, esta posibilidad agilizaría las tran- sacciones; por ejemplo, la inscripción de un poder general o para otorgar y suscribir títulos de crédito, que otorgara tanto una per- sona moral como una física; la inscripción de la constitución de una asociación civil; la cancelación de una hipoteca; la inscripción

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de una acta de protocolización de una asamblea de accionistas que aprueba estados financieros y designa administrador único o geren- tes, por citar algunos, se podría efectuar en minutos y con absoluta certeza y seguridad. Preguntémonos, no qué nos ofrece el marco legal de nuestro país para implementar este sistema, sino, más bien, qué podemos ofrecer a ese marco legal para solucionar los incon- venientes que presenta para poder implantar este sistema.

Tal vez la idea no sea del todo descabellada y requiera sola- mente una cezuda reflexión, de manera que, si se aceptara, origi- naria una verdadera reforma legislativa, tanto en el aspecto sustan- tivo como adjetivo, que diera vida a un nuevo sistema registra1 que interactuara con los solicitantes y prestadores del servicio a fin de hacer más expedito el servicio y descansara, en parte, en un gru- po de profesionales del derecho, como los notarios, que tenemos, como principio toral de nuestro ejercicio, el conocimiento preciso y exacto de las leyes y como garantía del mismo, la responsabili- dad personal y profesional, que, difícilmente, se encuentra en otros profesionistas.

Importante resulta, en este esquema, no olvidar la firma que es el elemento que da autenticidad a la inscripción y responsabiliza a quien la efectúa; firma que, conforme a nuestra legislación ac- tual, necesariamente debe asentarse, de manera autógrafa, en la ins- cripción y que tendría el efecto, en algunos casos, de ratificar la inscripción efectuada por vía remota, a fin de garantizar al notario actuante que el asiento obra en la memoria del servidor central del Registro Público e impreso en una hoja que formará parte del folio correspondiente, del cual, el notario, podría contar con un ejemplar para constancia.

La firma autógrafa, con todos sus inconvenientes, aún contie- ne atributos que la hacen recomendable, tales como servir de prue- ba que la persona que la puso, lo hizo deliberadamente, por ejem- plo; pero al lado de ésta y con tendencia a desplazarla, aparece la firma digital, muy atractiva para las transacciones electrónicas y que, según los entendidos, es la unión de una clave privada y una clave pública, que interactúan entre los que las poseen y conocen y ge- neran un número único con el contenido del documento, prácti- camente inviolable.

En el caso de las transacciones electrónicas, una de las partes, a quien podríamos identificar como "emitente", manda su mensaje utilizando la clave pública de la otra parte, al que identificaremos como "receptor" y "firma digitalmente" el mensaje con su clave

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privada; así el receptor usa su propia clave privada para descifrar el mensaje y usa la clave pública del emitente para verificar la fir- ma digital. La firma electrónica consiste en una serie de carac- teres elaborados mediante procesos matemáticos y realiza un resu- men codificado del mensaje, contiene fecha y hora de envío, la identidad del remitente y del receptor, por lo que cualquiera aje- no a ese contrato que intente descifrarlo, al no conocer la clave que le permita descifrarlo no lo va a poder interpretar.

La firma digital hoy, es un hecho; la cultura basada en el pa- pel está siendo desplazada por la cultura de medios electrónicos, al grado tal que, a estos días, según datos de Infosel, el 13% de las transacciones comerciales se realizan por teléfono o internet, se espera que, en dos años, las mismas alcancen un monto equi- valente a 600 billones de dólares y sólo cinco años después, ascien- dan a 1.5 trillones de dólares.

El uso de una clave pública para reconocer una firma digital propone la intervención de una tercera parte confiable, que com- pruebe que los portadores de esas claves públicas son quienes se supone deben ser: Sin este tercero certificante de que cada parte es quien dice ser; sería imposible para las demás partes participan- tes en la operación por internet saber si ciertamente el poseedor de esa clave pública es realmente el titular o un impostor. El ter- cero, conocido como "autoridad certificadora", constituye el respal- do confiable para garantizar todo tipo de actividades comerciales o no que se realicen por la red de internet; ese tercero, es el notario.

Derivado de los avances que México ha tenido en la comer- cialización cibernética, impulsados tanto por el sector financiero como por el gubernamental, donde destacan el Sistema Electrónico de Compras de la Secretaría de Contraloría, los Sistemas de De- claración de Impuestos por Internet de la Secretaría de Hacienda, y la Modernización de Registros Públicos de Comercio a cargo de la Secofi, a partir del mes de julio entró en operación la primera Red de certificación Digital (RCD), que permite, tanto a las em- presas como a las personas físicas que realicen transacciones co- merciales por internet, obtener seguridad en sus operaciones; se- guridad que les brinda el notario, que certifica las firmas digitales que los usuarios del comercio electrónico deben tener registrada para poder vender y comprar por internet.

Las nuevas tecnologías han hecho impacto en casi todas las actividades humanas y la actividad notarial no es la excepción; su

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función asesora, informativa, formativa y autenticante, sigue sien- do útil a la sociedad; el documento informático reclama su dere- cho a ser considerado entre los instrumentos a tomar en cuenta por la técnica notarial para el mejor cumplimiento de su función; el acceso de los notarios y de otros particulares, por vía remota, al acervo e información registrales, son ya una realidad; el futuro hoy es presente y mañana, lógico es, será historia; no dejemos que la historia nos rebase, más bien ihagamos historial!

Muchas gracias por su atención.

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