· CONFERENCiA XVI. ¿Eres tú el que ha de venir 6 debemos esperar á otro? (Mat., XI, 3·) Tales...

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ABQLOGIA CRISTIANISMO, Dn. FRAKC!SCO IIETfiNGER. http://www.obrascatolicas.com

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ABQLOGIA

CRISTIANISMO,

Dn. FRAKC!SCO IIETfiNGER.

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Dm!OSTRACIOX CRISTIANA

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ENCICLOPEDIA CATÓLICA,

DUW�TRAC!ON CR!�T!ANAI Dr, FRANCfS*'II'E''f'IINGER,

VERTIDA DE L.� G.' ED.IC!O)! GERMANIO A ...

O. F. Ir. "IIYUSO.

TO�"'.Z• ClOH L. Cl!!<IUR� ICLISil.TIOl•

DIRECCION Y ADMINISTRACION. PEZ, 91 MADRID.

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CONFERENCiA XVI.

¿Eres tú el que ha de venir 6 debemos esperar á otro ? ( Mat. , XI, 3·) Tales la pre­gunta que el tiltimo y el mayor profeta de Israel , San Juan , d.ntes de morir, dirigió, por medio de clos de sus discípulos , á Je­sucristo. En ella ha expresado el deseo ar­diente de su pueblo de ver por fin á. Aquel que babia sido prometido, y h idea vital , la Yerdadera y más profunda razón de ser del pueblo de Israel. Pero en Israel se nos presenta un fenómeno tan particular y' tan maravilloso , que la historia de la hu­manidad no ��-Y!l __ �_g��-�-º--ti�IJlp_lo.

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-·-Pueblo pastor y nóm:ula en un principio,

y a¡;dcultor despues, lsra�l no debe el rango que ocupa;-ent.re bs dem1s naciones á grandes empre!S::�=s ni· á s�I profunda ha­bilidad política,.ni ú sangrientas y bárbaras conquistas, como:AJ�:il:ia, BabilQniay Roma. Nunca se distingu.ió.por_sl!SACI.elantos en las bellas arte::;, ni· p:>1· lás escudas filosóficas, como Grecia, i e�p;is._�Qntu-¡-jas.tll:y. s.uscep­tible de lo .bt:llo·;�ajo:tod�:sus formas, ni en su · se:no llP!ltecen gr�ndes filósofos que reunan tn torno suyo num�l.'osns disci­pulos;. una grPAP�dQ:SJJ.�hist.�da se pasa sin i·evolucione�j�ni •ti'ástomps· potiticos, descansand9 cada uno tratlquilamenle á la sombra �.s.u.rii'iB.iYJd.C:a!J¡bigu�:a. (JII Rey. IV,·e:;.) Yr 9it1,!eJPbJlrgO; lsrael'QCupa un lugar muy irnpG.I'Umteicn·ct mundo; su in­Jluencia ha pcnetrad.o.-de una manera pro­funda, elicu y Q.uradem en la \•ida de las demás nacionesj .y ese puchlo oscuro pero elegido por Dioo, marcado con su sello y esCogido para ser.el mudo depositado de la \·erdad, eq medio de los d�scnfrenados vi­cios é inJinitos desvaríos del paganismo, es

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-7-el primer actor del drama uni\·ersal.

Si se compara b. literatura del r�nHgu'l Tcstam-;nto con las liter:a:f.ui'M'fmganas de Ori·�nte, se reconocc,�tipifhto·qci6 c.n·n:qué­Jla domina un ¡lodcr distinto :d� h. natura­lu;m divinizad:r:clcl·-p:tglli}Hnnol' Es- ·un!i·li­tcratura:(qit��nb'Jtim�ftl'fállpi:n·Iá .OObri!dad y h sinceridad-de s\1 c:>tilp, por la pure�:t de su moral y pOr la univcrsaiidad de ras y de intcri.!lft!& q.ue:ali�aa .. JE.!r'la litera­htra del cspititru'"ldre�p:refididQ de Ia::m:ateria. dd espíritu que se<-J:cconOcd ,·<!'U'DitiS ,. un pode¡· supé!'Í'Qil'itth. tratnralcza. Ciena­mcnte eua·!;boptJMeonil Jl.l;;:atak�Mft�erteia

sensual, ¡nf:la!�f�lilt!tJbflü!iOftbt. ''clt!�'lltn1ita­clor0!.8, ni, hult.lanam;en'tú!l1ablat:ldl!l, cLpres­tigio impone'J\rl!ei·de�loSrr.!J.Ibj¡J(tsr;in·dlÍ'éll r-11ó, la literat.ura. hél!il!tá:itn�nt�:-SJJ'-lhed-ida y su� límites fijoS t!n el DiOS'pctsonal y (mico de la revelncion, c(Ue-existc··á la vez en ¡a

historia y sobl'e la -historia. A la manera que el genio helénico· supo reducir á las proporciones de la belleza humana las crea· ciones gigantescas y casi siempre mons-

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-·-1tUo!':aS é incoherentes ele los pueblos Orien-tales, asi en Israel !-ie engrandece la verdad dh·ina poco tl pOco., sin ruido y sin brillo,

pura y silenciosa t'n·;tne;dio d-!l cáos de la mitología !mlurnlista y ranlástica de dichos

pueblos, ( DelifjzSeh�' ro;;;c :;obre: el Gb�.,

56.) Los hebrcdil'sé:1ms p'r�Sentan entre to­daS las naciones de Ori.:ntc. como un pue­blo sbbrio en :in�iG rüe -n:t�iones. embl'ia­gadas. Los demas pueblos·guiados por una imagtnacion Jo¡±a-..¡rhCJ:b1aL1·considerada aten­tamente los cl�!ltlentos del mundo, y pL'O­curado im·�st-i�fcÜ'�i&rfgenes y. su fm; r' Ci'iiyúfl�Os'e [lticl:esfd\!>:ei>te- ·grafl todo, se­gtt!.an, ni propiO. tiempo que se entregaban con clelirio'ája-.g�nsualidad 6 el. la mortifi­caeioh1;:todas:·kl�éift:O:�mieht0S Y' todas las cotivulsioncs deJltf.''·:itla unh•ersal, las vi­cisitl1dt:s anualés· dé· ·la naturaleza que n'ltlertr}' renace-"ineé$antemente, y ·la lucha

terrible de los g-¿nitiS' buenos y de la luz

contra lo;; génios.dc las tinieblas y del mal. Los hebreos veían estas locuras con entera indiferencia: cierto que el Dios fuerte y celoso, que quiere la justicia del corazon y

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castiga el pecado , había creado el mundo y hecho nacer las_ plantas,y,-los animales , á fin de que todo fuera buerio; pero esta creacion, débil expres:iou d!! sg gloria eter­na, no absorv1a..el.p.eusatni�.to cl�-J.sr�el: para él.Dios.el'a un i:>i�.Jibr.e.1 per�onal.é bistóric��J.I\.nat.url®ea,¿�\L:J��b�J.,·, y la hurnan.i.d��:I:Jú:QfJt��C«D lüfP�Udad s.u ·pue· blo· el.�gidq,,;[4trnl;lb.ltn et:.oJ.>jeto privilegia­do de SQ pl:9.ti4.encja,

Les :Ju:.b�,;llill�rlr_!!.Qb.�AdO�.�edo el lujo de mitos-i'fild!WJi@a:ln.IJ.tJ:I�i�tJ{sJHIC &9· hrecotrgab;m .. ta.n)111,Hilment� a11s demás re­ligiones de k-�nt-igiltdád.,:-4.6'1 de no ocu­parse máo..q!le A<\>tm¡..,IO! phjhl'l"l• :. ot4;l mundo inUe��Q'l" [lr;h¡ierhrri�:�&ti�y,¡&d, {1(;-:: cado; no se sent��t:I:$!:it.AA<los,.PQr el tQI' bellino ve.rtigiiztatPJd�·.un.IL:IDr�j,q.c;ipJliet!'.r.:: na y fatal 'leJa JWituDtle�MJMt\litln9Jl'��s en el movimiento pt·o�iVQ-®l!l;his;oria.

dos los p:lehlo�t'tle�fllun�o,antiguo esliill a j o el rugo d� la mlt�cu:ale�l\_1divinizada;

Rólo Israel elE:l�a su mir.nda JlOI" encima del uni,·e¡·so pru-::r. ver á Dios, poi' más que liemble ante su imponen le majt;stad ( Lot-

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-10-zc; .\likrolwsmo;, !Ir, 1.; ��mismo Hei­nc s:=: ve precis!tdo á h-,c:!r esta preciosa confesion: ��lucho ha disminuido mi prc­d.Ueccion por Gi"fici:av porque ahora he comprend·ido qm:i!loifgriegos 1Ú'InCi:i. pasaron del �st!l,!o de la·inl\tneia,:mieáhns que los judios··s�- noS :�roselrtnñ"-1si:! prc.:·cbmo hombres de cará<:tct· energit:o y;:de ·valor indoillab"Je¡.¡p 1:! s1rr�rn.Bú"J.n f.:J

·Segun la -opifi.té!Vd"e Rehb.n(éJ1:fitÍeblo de Isre.elr;.'y.t:íl" g:dnitrttlrih::raza .SCf11iticá, se siente 'ar·nistradtJ":-}10"f iiatumli!.Sa.-:'a:} mono­tei-smo.· (-Jow.tn.R �f��g;; .iJ3smJUo.�.-.... B$l�•PerlfiQ ht ria.!-iitiiltnt'dlE::c-es1:a ·)aser­ciOJÍ: .al refeJ·i:l'tío-s.;vttur •continuas défec­cion-eS d-c:..lo&l jud�OS')l•�yend-o;¡ crr·=tnedio de:lr...m&/ lut::hálrrift�eH:mtrri�tfla:•idolátliay nos"iprescnta á �Wpt!&feitau ocupado� cons­tnnt.e·mente, ya:-en;·sost�nel"los, ya en vol­

\'erlos ��l.l-eultcvdo:l \'lftdadero- Dios. No es más afr"ittuñado Max IJunckex

cuando trat'l. de 'C:.tiil.icar c�,te h-�cbo: "en manifiesta· opo�ícion éon el culto sensua­lista de las diYinidadt--s de la genemcion y del nacimiento 1 -propit�s de otro� pueblos

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igualmente semiticos 1 como los sirios y fenicios, 5e fue clesenvalviendo, con mtls profundidad y segun 1!!. idea �spiritunlista, el conccplo de la e,&enoi�t de; ),' ehoy¡í , de a¡;uerdo con el re�ll{!!.miento inU�i'hQ ele los ]lrofebs� (llistqY. _tlt;.·l¡� A:¡tfg.c I.,·.version

de Ayu.!_io-:de" ·¡SSo·�ÓJ).,,··J?sta.�J.ntitesis'·cs efectiV<\tJlC�tg:J.l.y·1h!Hihf.!�1:ptto·lo.J�ue desea· mos S9.ber es precisamente la ca:Jsa que la In. produficlo.-,¡¡.q\,li; ·.i.A!fa$Q:.�.'l .verdad-se opone �XpQnt4"Ml\m�nttuLJ.,.. IJJ.§n�ir.a, las buenas costul)1bfft3dÍ �cinJP..Ql'�icl�d 1 y·� buen grano·á l.a.ci�aiia ó á. las ·J�a1as,hier­

bas? Sack ;(.l1P.f/P.,fiÍ#ti'-lr.;·:l5/.J ;hacc:sol.u-e esto una·ob&�tt.w�joQ!¡JilU)'��i.nM.: ���¿�­mo, pues, puede fwnul's(!:ert el.-&"el].b dtUJn pueblo, tan 1:!-ft.clo...�.o ,cQtno s:us \J'pcinos· los Callaneo�;.4onl¡¡.;;is\�f� Y ¡!Í.Ir.SI,I,f!·•IPt<�s sensu¡\les, u.n�:-lite.r(ltu.ra.-:J!J,:)a .que�·reina el com�dimie.Gto, h. rar.on·-y la e(¡uidnd� áun hácia los cxlrangeros, una literatura en la que se lm desplegado si�mprc ltt más poderosa imaginacion en al.tbm· á Diol3 como el que cb. la victoria, y ante el que conYienc humillarse profun<hmtente 1 por-

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-H-que su mirada s� ofende con la mcno1· mmcha, aunque sea ocu[la? \ D..:-ut. xxm, 7� Juec., xr,·27, I� . . . Rey . ...-, r.S, rg) ¿Có_mo se explica _que est�' ¡'meblo, hn pro­peÓ so .á caer en los rriá� groseros "clesórcle· nes, y á c_ntr��a�:�,� 'á1 Iá �cnsuali�a:cl, hiya producido una s.:ti&'J d� '"11bfos. históricos que clan

_ t_cs�imÓ�id".�d_Iürii 'él ��s�10, �­

lJUC expresan éon.'t.ocla ciarida:d unt�,:óposi­cion raéljcal "ehhJ.f!:4"if? r�léihíQ:éidn�ii' 'iiatú.­tural�s·'y sU: mféi6q_· ¡íj·h�Wk�nCi_I\F?' Seme­jantes' fen6in�i10�·:d��1á !fitératni·a so·� cos1s clem:�.sfado ·pt·ofUridil.� 'Y g,:aridetP phl:;t" po­clerse· c-;{]lli�á¡I �ffi. étfHM'lS�addiaSl&tern:ts, colllo· e\ nafs1:�midfiiorCftP\t�S aiit'o;'Cs, 6 su direccihii ptlrtidíiáftHd;C�píritU. _Solo una e�\1iid.d0ri:· JiaY r:p'ó'?r\Hifi Y le_l{t}üe la rcli­gloW'rPo�il:i\�1� 'iií2B:.'e�. ar la· ;,¿z··historia y h�vetií::io'n / h<t ''éht!dhtradO. allí' en hora

��:}����ra�.� -��--!���-¡��lio fijo r dura-

Posterionnente · H:iP ctc!:mdstrado taml1ien i\fax �fü.l\e¡· la: i\1(C·Onsf�teD.ci� de la hipfl· lesis de Rcñan "ll.?;Úa_I;OiT, .:!9J '1: «para la

multit{ul puede tener 'iso algo má:; cicntí-

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li�o d oir hahlilr de in�tinlfJ n�unutci�la en \'CZ de proclanlú bgétiiJam�nte la ,·erdad re,·clada de un Dios vi,·o r lmic�. Pero eso que :-e !�ama in�lil�.t.? . . Ts,.ftf<!-S? mé

.nQS; mis­

tcriof->O que la re\·el;tci9ll? Se concibe si­quiera hexi�tenc¡f\ 'de, �n ipsqni:O._c�ue no haya �e;�g�,o����j�l ¡!fiJ������Pir�cion ó sugcstion . .det,ep����4a? Y quieri es el c¡uc ha implant.ado en .cÍ espidtu de los semibs la �é .en·��<.sOl�,J?it?� ?;f�.?��� ff}: m_ismo re· \'clado1· l)rt¡p¡��1,iA�Ri��dg;¡aJd1����,¡�-� de lus •�rios la creenc��· ep )J?i�W1JR.�:"di,���.�? .Era posible. que.:cl j¡�s.tintQ 1r:onoteis_t� de la raza sc�¡t.��;:· ��rr���:a�j�uln��:��,o !}� os� ctJrccie�.o, .S9!�¡�gt�¡fr�EH����11b�jH _.�1 !n­flujo del instit¡to pol.itcis�a.dc laxaza aria,

ó que esl� _úl��fllR --��c��F· �l.e.. -�! :�ancra aniquiladq gu,e:-'?.r,JwJjp,s �..JilP������-;���jr á las colinas ,dr;r. J�nt�a�et:l?-il �::?.��,r. �nte loti ídolos extranget"Os y los griegos y'romanos, por el contrario 1 llegara� á trasformarse

en celosos cristiano_s ?-Los peces no \'llelan mm..:a ni jamás los t;"atos han ca;o:ado ranas, En lnn diíidlcs cuestiones nos ,·emos en· red¡\dos 1 cuando e!npleamos palabras de-

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-H-jándonos seducir por el sonido sin atender al significado.�

Tamhicn �n ·estn ocasion h:�. creido Stmuss dar con la solucion del: problema, aunque no ha hecho otrn cosa que aumentar con una más el n(uf.le"r.ó··f1e�slls extnimb6ticils teor1as (l .. a� �nt,ljl·''fN{clJ;:c;·.··ro�1. «Asi

como en un principio la: pTo·ph ·unica con· ciencia es la qttélá.nÍi�·aJ-puebl.,.:¡m�elita y lefortáleció eD:iJa! l�elh!t1cb1lloii' d.emás, de igual: manera riildit CnitO y hómenage á un: solo Dios, dCl <ilie· ib espe1·aba todo·; 6 mt.jor dicho; su·bios:rioo'étá.-�otrk eOS� que su·pt-opla coneiÉ!fitlü.Od%htlkaaa. ·Es vcirdad CfUC et\;"frentc clJ tiSte lJibS lÍnico y Cll OpO• sic'iorr á:l'cl estabaif.lbs dioses de los otros phiblowuMirl�\!J.il!fie� #V1flti;�ri·'éóntacto; lmn:libSCSJde 1Qétd.l5ü�; CannnuaS en opo­sicioii al Dios dé: 1Isrh.el � pe1-o 1.lnicamente en concepto (le diti!le� :nulos y falsos, de seres débiles y !halos' destinados á sucum� bh· bajo el pcdel' ·del ·Dios único ele los hebreos 1 á: perecer poi' completo dejando libre el campo altínico Dios venlaclero .•.•• Este Dios (mico , por lo mismo que es

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-15-uno , se elel·aní. por encima de la natura· leza que es una pluralidad de fenómenos y fuerzas� elcmci.on que c.l jmcblo ju:lí:o rcalita pauhtinamcntc, Y· �tm ccn rcpq�­nancia, p<n·� �le_.,_U)lfi\�-�unne.ra , .oontot�nte, exclusiva y S99 j:..'l,Ola, l}líl}"OI; Jirmexa cuanto mar.or cp�.: el, {'_b;ttip?.Jqtlo_ d,e -las h:ib.us veci�P,��tR911r.�Pflli �¡-�uer;luchar y más. ?-P�gnflP:s .. ��n:�:m __ et:.\ -_cul�o clc sus gro­

se1:9s í�clos; �-��t'f_�y,�: in):í.gs;ne§c de estos

eran odiq��� � l�r!j}I�HP.��' P-Qii; ,r;,u�·a ra;,:on se est�bleció -��ylij�i;j.qp¡d� (a,�l'.i.q�.rhasta Ja imágC!l S��_,!'ll;·ll]i_s¡l'(l¡:hf¡)ios..: BJ;iCll}t-o.·Qe aquello_s --�0.�5}\:.-rl�. ��1nJlk�mleí:;a > de�qe­rando um¡.�¡:}íW&Sr:dl.Q.I §f��lsi"P-Y.;r;.o,f:raliJ �ll abyec�to .ser���� u�� P.rlieni�: 1DP.� ro.·e®!iidllrl que aparecer in�iW.I"�.· 4-:Jm�:�ot�lorcs del Dios único -�l.��:n\�tmrnw��dQ.;Íl:t. n�tU!:ale·za; es \"erüad ·que �HP.S �JP.,)�triJ:n¡:�I)E!,n1�n <i:.ul� to espiritual, pe�·q"§in c�\ll;9;gg¡; �kBJJ,s·ritos predominaba .b .. mvwa�·ll'.·4� cs�fi.�Pllreza, en \ln principio �xtC!"llll,·*>O. d,�sftrt.•�lla la in· terna, medi�.te,.u_¡1�. ah!¡orcion sm:esiva y cada \"eb más pro�.mda.; de �::sla manera el Dio.;: único se trasformó en scn�ro legisla•

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-lfi-dor; el m1muLehimo fue l<l cs..::uela matriz de h moralidad y de la ¡1ur..:xn. n Todo!i los datos en que esta argumenlacion se funda

contradicen manifiestamente los hechos con­signados en la Hi:rtor;a de lsrael, segun hiein¡os nota1· anteriormente. Por utra parte Stramr.o no hace más' que exponer aquí /Q l}lf;J ha succditlo1 no el pm �':¡.:;mucho mé·

nos dá la razon· ·.de -por qu.! precisamente se desarrolló y teriirlrió de un modo tan

\'enturoso este proceso religioso en la na� cion israelita y sólo en ella. De suerte que1 segun Stl'auss, el monoteísmo seria legítimo

fruto del odio q\1&-la ���horda israelita B profesaba ú las demás tribus; es decir que ánicamente porque eStas adoraban mucho:; dioses· y pilra dáiles en la cabeza, si se nos deja pasar esta frase \'Ulgar, proclamaron

los israelitas un solo Dios!!! La doctrina tiene mucho de peregrina pero no es razo­nable ni siquiera ingeniosa.

El G�nt:sis no refiere solamente la histo­ria nncional de ls¡-ael, sino h Historia del genero humauC'. Este carácter peculinr le distingue de todos los cscdlo':i históricos de

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-l/-los 1)ueblos antiguoa. Por eso ünicamente el Gt:nesis nos pone C!J.: «aQ1ino de poder di":>tinguir el elemento hist:Jriéo de la mez·

eh mí.tic1 ea las tradl..;iQ.nes de los íodios, de los egipcios y·de j.ea. Qhinos.

Autl en el supuesto de que se ideara al­guna expl¡cacion . satisia.c�l"ia del m�mo• f.cÍ�jmO he� .... fl��r¡a_�paz de expl i ­car como resultado de itül.ncncias puramente naturales el con�epto de la creacion que te­

nía este Pl.J�b�o, · �;-.:e_qto _de t.Qdo �le mento

extraño , pu.r<r y s.�!Jij.g!�-a·:I;Ui.�.� pudieron jamás desanolla.J.Ie lo.s aYtoxis de los si�t.c­

mas más id�les d� l¡¡_ao�igüedad, doctrina profundisiin;a qQe�e! ��-s_'*ell!ng' á pe­sar de hallat'se ilustrado- por. la cla.risima luz de la revelacion..J.l�� �_tortura de la inteligencia» ? ..• . . '"-·- ... . . .

Desde sus pr�:n�ras ·fr-!l9eljl, la Escritura Santa coloc:a á, Israel sepa1:ado d� los de­más pueblos , á.w1 los más insb·uidos en filosol1a, como !os gri�gos por ejemplo, dán·Jolc una idea tan clara y bn pura de la dh·inidaJ, que tlni..::ament� recurriendo á la revclacion pued� explicarse. Y esa mis-

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- i8-d1a revelacion , que resplandece ya en las obras divinas exh·aordinarias, los mila­

gt'OSIJ'a en per:lhtih:S:eSCogidas, los profe­taS'· consl�tuye �d1pcí1Siimiento'ftindamen­tal'"dc todd. la' ;lliSI!fuíú · dc1 "e:rte pUeblo, pefiSii.riiíenl'o: (¡it�tÓdcdo: t�irOrmi Y ·conipe-netrri�:-_; : ! u �h ·¡ :- . . 1 •• ,

ÉStO (;s lo qtic:' hi�hd.:ho· {t ·. isl'ael más gianirebqtfel11ocRfSI"I� p\ie.bloS·\"edhos·; por que: á. ningJno .S& ·11ií.n:c:bi.hi:Mo 'tit{a 'mision tai1 St.ibtirile.eorh'CJUiJS(i\Ja!. Y·así: como so­brepujá á tocl'o!H6'S,Jfni�bloS pdr su·ednca­

ci6n 'rcligióSa';-ile'Ía liiJisrti:a1·tn!hdta: �aven­taj�·t:on:·m.ublitPu>tlm.a�'jj.oiSu 'idl!a moral, cori.tcnidit en su·tibfQ•i¡,efla lh·, idea pUI'a y s'ubli�c , Hhrri- i11�fuparabl� , en el" que se \\'áH�!i d•lñlld�o f é)l¡iues<ó!l' todos los deb�rcs de l�JJVrdW? asi ¡nÜ>Iica como priva_qa·, y �ti 'diqud'iri�: í-élaciories mútuas

de arit& :f1de 'cihi.áó �'ere ;1cy y -de Súbdito, de i-ico· y dc· i'Jo�i'd�Fñomdre y ele In mu­jer, estan marcát'ta!> ·idn una seguridad, una dclicadciá.Ojl' hri� "tltilzura que no tiene igual ni attn sémCjanté en ninguna otra lc­gislacion, J.,os qu� quie:ren hacer un arma

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-lU-de ciertos hechos del.Antiguo Testamento, de la poligamia., por ejemplo, oh:idan que Dios toleraba estas cost.umbrcs � causa del endurccimicnl.o de c;s� P4�blo, y. que el Decálogo, l� ley fu¡u�_a.t_».ept�l· de la vida patriarcal, ha sido y .será_ s"i��pre. la. base de nul!stra sociedad y de su civilizacion y moralid�!�.l�a,.,ley1¡_J!)RS¡¡.j,4f<'l � pcupa .. un �ér­mino medio cntJ:e l.a divina providencia que regia �t los P-atriarca� y Ja n�tigÍon crh¡­tiana y �>�. h.al)f\• int.ilp.am�n_4i.J'e:��ci�nada con amba..c;, Con�iep.�;�l�et!Y\lR.1qu� po­dían servir al �ndiddu<? de estímulo para alcanza�· un _grad9, .. ����,.;�:Ho." de moralid_ad, por más qu� .. �s1;�q.W�d9:us" qp�o��·'·. �as sombras en ciU:e.'e.nv«;>lV�-�odo lo espiritual hacian que no llegas� � ¡>� �'?tal CU:ffipli­micnto aquell� q1,1� <;gri�tjttW_e S� fin Ael hombre y de �-�"i��d:;;�,�Bt�e}lerg, ��:.c. 146), Israel es, segÚ!J.)a e,.'>presion aplica­da á uno de sus Profet�� �n varon de los deseos (D�n., IX, 23.\ Es el pueblo del porvenir , cscogi�P,llOf la PmYidencia para sen·ir de cxpresion yiy�y;dc constante ma­nifestacion de la idea religiosa, de la con ...

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-:m-ciencia del pecado despertada por la ley y de la esperanza d�l Redentor, prefigura<la

ya en los sacrilicios , ci.1ya p1·omcsa formaba la base y la raZ6n'de 'ser de la ley mosaica. 'l'qdos'Ios pu�htos �e 1a antit:tiedad vi"ian

sumi�9s e� 'In; Jt'H:�feia, ·y' el 'abatimiento, Uora':ldo una ·¡:;¡f�d '('feJ�r� P�ra ·siempre per· dida 1 y Un pon·eni'Í' C�cla ''CZ más sombrío; para convencerse.de esto net hay más que hoj�ar las obi-a�·de-rH.Oracio·, (m, 6); de Séneca; (Qli •

. 'nat.�: 1i1), de Plinio el Viejo,

(His� nat., Yir, ¡6·); de J?linio el Jóven (Ep., VI, 20 );'tde•1J.tviena:j,:'(Sat., XII!, 19; xv, '70 Y/ ··lt'fil:'yaño' ·s'c buscará en los escr.itos de Ci�eron ·una sola exp1·esion que indique 1� m�s .)igtira ·c�mlianza en el me­

Jor�:ri·lient.o;�pragtosi\'-b ·:de la 'humanidad. Los d.o� potoi(06 :sU: filosofía, entre los que se ve constantemen te lanzado en uno ú otro sentido,· son·i'!e-1 pesar ·por la desaparicioa del pasado Y la rcsig:nicion con respecto al presente. B (Mérivate, /lisf., de l. Nllh 1 1,

538). Solo Israel ,·islumbra, lleno de esperanza,

una futura cdr.d de oro, y aspira á elhL

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-.!1-con tanlo más ardor_,_ cuanto más desespe­rado ap_u·ece el present� .. �srael es el seno malcrno 1 en donde deQ1a, deSa¡:rollarsc la sah:a.cion del mund9- . .s�¡;;:rc,t� ·é. invi�ible­menlc, pero de .u9,¡t �.P�B�fa.. :ponstante y progresi\'a: LA �lud xr�e de . los_ jJ.:!�íos. (]uan_Iv._, .. ��·) rAf..:.,.���üiD!�IP.íl!!J .".���en y Madre, �s:·cHJ �P,e!,� -)'ir�J.,.119t�J:P,endio del verdadero Israel.

La mision.de-.��,s�� ,

p��('t ·�� Preparar el camino al.M_e_f� '<.m� e� ,,J�r!!� �� �!-�n do h ley,» (Rqn� ,.)�'�:JI �'Pr �i_Sion .reli­giosa se manil)esta:.en _toda� suS in,stitucio­nes 1 penetr.a:y :�J.n\i!�ntW!{l., s_u, �i�a c;:ivil y politica, 1�? ��P. !t�:PúBJ��ffile.��P.�[�V,�da, y cc.nstituye el;-fon4o ... pr.op!o. y !=!>C!7-Ri�;l de su existencia. _C_ri�W,�Pf;�:o::.i

_sqó ,como en

germen en ���·���Af�drr-.;e!;P�8�pW1.,'l'?das las doctrinas ;J.'C:V':\¡ld_�s:�f.���,.�u,�r�}Q_, sus prácticas religiosas )' .. sus grand�s persona­ges, no son m:"1s (}UC HgJ,I;-a.� e tda vez más signilicativas y más e\·¡denles del Salvador quo.: l1ahía de Ycnir (Hebr., x, 1.) Los pro­fetas no recibían más que rayos dispersos . Crislo r.:� todo luz por virtud propia y por

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;,. .. o5J2-lo mismo es todo misterio para e 1 mundo. Los profetas no hacían más que prodigios aislados; Jes·ús·es::un' supremo y contínuo milagro ; :en ehtntig11o Testamento se con·

'cedian· cierta.-..gm.cia.s; Jesús es'·la gracia pCx:Soniftcada: qtie.:ha:,..1·ev.estido :forma.hu­·nlana:o'-(Col. ¡ 1·;¡(26-.�JJÍ 1!im;.JIL;l :t6.;rj!lall, r, ·¡¡.) A pesar de su-·aislamiento. político

y religioso, Israel se halla .penetntdo:i:l.e la persuo.sioi:J de que-..stt·Jile}igiqnseP.ia:un "dta la religibn uD.iveirsaL;: ·pudiendo con's.iderarse

·boülO:el·Cristiani!lmo.en desarrollo, Y. como e8ta·relig:ion �o;:eiJ¡a:lcpuOOQQtG..<l!lt respíl'itu

·,naeiónaJ·p"ni.�lilflltibf- de ·un. ·desenvolvi­"rbiénto puTamtnt'é natural, no muere Como ·las religiones -páganas, que se. altet·an y per.edenl·coniatidl&eiones·de-Jae:que son re· ligiortes párti.t:ul.ttreS:. ; Israel muere como pueblo¡ su religion .por- el contrario, al ser arrancada ·del�sttel:o- en que había nacido y repudiada por �-mayor· parte del pueblo, es ctiando coniienza á le\'antar el vuelo y á recorrer triunfalmente la tierra.

Sus leyes, sus- instituciones teocráticas y su historia de dos mil años, hacen de

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Israel el gran profeta:< universal que atra­Yiesa toda.tn·vid�nle·:ladaiumanidail; es un árbol plantado por' la ·¡n-::��nQ··.de Dios· que crece á. medida qúc ':tr;i.So\t:rtendos �iglos,

y extümde cada 1o"Cx:másn;;�s Jmn<is ha�ta el

momento· en" cjue;:llegadu.Jn, plenitud· de·los

tienlpos•¡ da: el. más· he;�i'uo:¡;o y.'enná:. .saolu­dable·�e:Jk!dOsiJlbsJfl'UtO:sh ·�:V:.erluii divino hcého: lrotnb�. r;!!!;r! :,;; ��ci;..:' !"

El Apcistol oom{nu:a·;.eon;J níucht oportu­nida4'e;t•paga:.Oi"s'm0'Jty $ÚS?.fábidas :al ólivo

estéril o Ocebuclre¡¡�reH¡:arcickiei:Oiinútil de una nntU.raleza·&wrpfnpioi:vporoi:"Jfpecado. ( Rom; ;·::h, Et7;..j; &lhellihg,· -�n�picl.tirWse en las pnla!Jras, Ht!®m l?!thlw¡;-d48J1134riÍ.ldos Uifercrites::>eultl�t:�;s cle.BtlflS�sOS.'�és¡ ITC· li�ioncs·silvestrcs.::w.,La;�histbria.:.:dc <Israel, por el contt·aíiG·¡�is Jn.>"t�ai"ll!Jl :r>lroi;WJ-a de l)ios� es•un ka�entG:¿i¡bbal1tadcll"'lJ"ro­tcgic\o incet�u:bte-rncntú''{J®"t�slv fnniuo rpode­rosa. La lwrrcra: d!f Istr·tu.Y le•1la·.1de"fendido de los ataques in.vaSorcs del politcismo y y dd culto ele la: natural::�Za; · .( Ed. y, 2. Sal. LXX•X, 9, 15) a:=;f cerno contra la obs­tinacion y dureza de corazou de un pueblo

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_,_ que tendh siempre {1 r.:..:l<:r en la ido\ntría.

� Jer., U, JO.) Esta inces1.ntc rclacion al

porrenir y e�t<l: . P!'Cf!�:ra:::ion pcrm mente para recibirle, que constituyen casi tod:1 la importan�ia y sig1�ificacion profunda del pueblo

_hehreo, �fiA�t��a y �nanifiesta, en

ciertos p>!rioJos y rnqin:t:rotP�·S!)lemnes de su hi_'itoria, por boca, de los profetas, men­sajeros. c_scogjdQ§�·A1Hum�99s. �or. Dios omniJ?otepte, de -���-··Jl?.,E!.Oera .m4s. clara, �definida, e;� d\sqursos que describen COJ?. precision l0li:-r�sg9s fundamentales del fut�ro reino. d� �Jpm. . ··( :- · ·

Este concier�RWti_mo y p_rofundo entre el Anti_g1:1o y el )íuey� 'l;�l!ta�cnto, entre la Ie"y_y -��- Eval}¡;cliq-�..: 1'».J�rc_ Mois�s y Jesu­c�to, .. es� g:.t;�!?¡S��rmonía qL!C abarca millares d¡: ailo_s., pr.u.eba el origen di\·ü1o de ambos órdenes �e �alvacion ya que sólo puede concebir�'!- y �11�qu·la. una inteligen�

cia ante ll cual "«-mil añ?S scm como l'll dia ,¡. (<Si un solo hombre, hubi-!rn for· mado un libro de }a<; predlccionc:.; r.::hti,·a;; á }..:sucri")to, prccb;ando bien el tiempo !.. h nul.nl.:ra c.n que d;!bía aparcca, y Je-

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-2&-sucrislo hubiese venido en conformidad

con estas profecías, tendria¡nos en eso U¡:J,a prueba de infinita fuerza. Pero aquí ocurre una cos'l. mucho mis máiavi!losa: una sel'ie de hombres� durante cuatro mil años, vienen constantemente y sin varia­cbn uno en pos de ·oh'O,. prediciendo el mismo -acontetiri:ifént6.;¡¡Jrrt'·ascal·, l. c. u, xx ). Las profechts · reh.th·as á Cristo son como el resliltlido necesario ele los desig­nios que DiOS· quer1a- 1l1cer ejecutar por medio de Israet�<t{o<:•so#;Iambígnas como los oráculos paganos ' ni PI'O\'Íenen de una embriaguez inconScienle-ó de -una sobre'­cxcitncion orgiás'!ie8.1:.Sbrílá/eX'Pfesioit Ot�i'a é inleligentc de' los ·oeeretó� i:le1 ti1 d rvi'na misericordia, e::-:presion presen'f:ad<l: en el humilde lenguaje -lníinaiibi, -.pero;qileihdi'ca cada día con mayOr'�lál'ida'd' Y:'JlrécisiOit el reino de Aquel que ha de Yenir, hasta que aparo::ce Ran Juan, el (!!timo ¡wofeta de Israel, y con él llega el pueblo escogido al tt:rmino de su historia. l.":1a vez ,-enido Cristo ó el :\fesías, Israel desaparece de la historia; su constitucion y sus institucio�

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-'2G-nes teocráticas, su templo , sus sace:·doles y sus sacrific.ios, todo cae como se desmo� rona la envoltura material, desde el punto (JUC la abandona el atina. Los Yerdaderos h ij os de Abraham, los ,-cnladet'os ·¡�rae litas son los discípülós-c�e jc!'>úS 'j los mie1Ubros de su nuevo reino;

Las anteriores ·oonsicleraciones-'nos de­muestran sufilúéntt:Ínefffe:-cuáffJ)aderosa es la prúeba sacáda 'Clé::las profect:i:s,.·us el es­píritu·:dc Dio:f-et·qué·ha pintado en rasgos rnuy claros, pól�pata.hras y ilor SlnitiolOs, en la historia ;delltosr.:�tiS} 'lh '-'figurá ·de su Hijo qúe ctfllií�td"*nirl/!t ;.nn de"-que, á su

·aparlcion , pU<Íiésenrisrael y tOdoo los pue· blds -reconoc6r. f coJHiertéza·., -aN.Iésias pro­

' metido': y:!Ia-:•fi!gutttí'llu�usta·'rcli! ·jesucristo proyécta sü sOnibJ:it' iámr ántcs"" de hace¡· su aparicion: real tm-la tierra. Po¡• las profecias apal·�ceJesucrist&"t:omo·eJ alma· del rmcblo d..:: Israel, y toclit la historia de este pueblo da testimonio 'en f:n·cr de Aquel, que es su única razon de ser, Dividimos la prueba tomad:�. ele las profecía� en las tres Sif:uien­tes proposiciones;

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-21-1." La esperanza_ mesiánica es univer­

sal, así entJ;c.los judios.cOf!lO entre los

paganos.

2: La espcranz11,. m¡;siánica se apoya

en las predicciones,�.dqs .. profctas. 3·ft La.c�>pcranr-a m-;:oiánica. �e c\lmplc

exclusivamente en Jesú�(�f:t fta�f.!,¡eth.? Abr&:IJ19#��·�MtiW.ras� .y:·c.n --todns .sus

partes en�01ltr�mos.·la ex:pr.;;sio.Jl,•(le los

ardientes deseos DO�!J�;l\'!HJ.i�:¡�,,,del .. Mesías

prometi«;;o.;, ·�11- �; �sp¡;fjlp._¡:a.�, �:P.·: _para la nacion juclia .. un

··�.PRMtgq�:r{Wo.J;J::¡IQo ,pa­

trimonio , .su ¡;oQ.�U�.lé.y su apoyp en los infortu¡liQs; ;Ji• · � .. ·�u� �eJ�be, ·, tln eJcvacion mera! que=alj:���·1l;.Ia�p�f��,cJe.l:���� era un acQD.tecim_iento· de ta:l·m�n�ra pre;. visto, qt1e los·sac��l�tes�:l'Os Je\'�tas y el

pueblo, siempr�;·jo,q;l,l;iet9�r�'c.Cl,'ey�.n;lo -v�r en cada hombre.e�'ttrao�iJlalñ.o.al·pJ.·ometi­do Redentor·, preguntaron .d. Sin Jmm: « ¿ Quien eres tú? Pero d reconociU y no negó; antes bien confesó: �o soy el Cris­to u; y sus mismos discípulos lcpr.::guntaron

tambien: <1 ¿eres tu el que ha de \'enir ó es­peramos á otro?,, (ju. 1, I!J, �o. Lllc. m,

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- 28 -I S . ) La mi:sm'l S :lmlrit"'lll l habla de la \'en ida del S:th•ador com'J d e una pred ic­

cion ·cuyo cu �1pl i miento · era esperado con certe?.a en U :l periOdo muy. breve, ( j u . I r 1 25 . ) Y no se trata aquí e n maneca alguna

de un conceptO .gt!nerat . · ·indetermina,lo , con fuso y vago , . "ni !_simplemente' del ideal

de un. porven ir ·mejor-., -deseado :)' soñado por un patt'ioHsln!OC¡fa.niitico;r exá.l.tado ; los deta.ll�s más. ptecisGlsé!Bl!lbl:e, Su ·:venida, su genealogía, el tiempO y el lugar ele l:iU na­cimiento , los títulos.'c¡ue debía llevar y los hechos Pe ·su . . v.ida úa.oigenend�.ente cono­

cRlos:.: :pMl · la!'{ �uélios;·contcmp01:áneos de

Jesucri sto. El racionalismo hn procurado

-.detma.tw·alindn..iüett,mcs.iánica , apelando ·ai: -snpuestb- :.iddtUsmD!· segun aparece cla­t·améllte en laSi:obras:.de.sus· corifcos I3aur , f Crftica.·. ) Stab.cl,in: :(Las .profecia.s . . . ) y otros·.- StrausS:: · ( Tt:ori-a. 1 , .. 2 3 2 ) pretende

que no existen -profecías me·siáo icas 1 y que

lo que se llama asFri.o era más que un prc· sentimiento que agitaba á las intel igí::ncias pri\•ilegiadas de l a nacion j udia , que entre­

veta , en u n porvenir lejano , un desarro l lo

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- �� -considerable de la religion de Yehová. � Sin

embargo , algunos años ántes , el mismo aulor procuraba apoyar sU h

.ipótesis de la

vid:t míticll de Jesús enJ. .. 1.s . :profecbs me­s iá tl icas que los cvahgelísba..� , apro,·cchán­dose de la coincidencia de la época 1 habian

aplicado. á su·macs�ro-je&t"ts ; y así és- .como se crc6 1� Dg.ura:..del_Salvadot·, o Éi ( Jes(t s ) debia realizar todas las profecías mesiánicas

del Antiguo Testamento ; él debía responder por consecnl!lnCiil al. b�cet"o me,siá;nico tra­

zado mucho- -tierilpo. ¡án:tM; ipor-ios Judios » ( l . c . 1. 73 ) . De donde iésulta que unas veces no existe entre;Jo� judios la . espe­ratu:a mesiánica; , : t:n.tlinto q.tte . otras . . hace descansar todo et edifidib :de· esta hipótesis mítica en la esperanza del �1csias ! ! AtlÍ es como el · error·;.se:; . .contradice á� s.Lmismo. Por lo demás , la idea: ;del ; :Mi:sías no · tiene parecido en la hiStoria universal , ya que

nunca u n puebla pagaDo ha creado , por la sola reHexion , unn. idea semejante y aún entre los génios mis aventaja4os de Grecia y de I talia que 1 presenciando la decadencia

de su pátria , rugían de cólera y de deses ..

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- :lO -peracion por no poder detenerl a , ninguno

ele ello�; alberg-ó en su pecho la esperanza de un por\'cnir triejo¡· ; y cómo nó? si Cicemn y .Tácito coasidcrnban: la vida como una gl.'an bufonada , y , S�ncca , los .!los PHnios y Dion Casio PSP�WmL�on.cl más profundo desaliento el !in :4� . . $1J. ¡;!Kh;.tell,ciJI,:{Lang:en , El. }lultii.�;,:o . . • jgx . Hancbcrg- , llr"�t. d.: /Ir. i'C<•el. , .548 • . Sdl.'üteJI¡¡¡¡J/m&1UJt , t((; Historia, dd N�tcPO Tesl._,:s.úo)L�� 1'oc1'" !a. ant iglte­cla� indoc�tropea-b.abia.: colocadQ el paraiso

en .los. orlgetÍc� c)e . la ·l�umanidad ; todos sus poetas habían llorado,· �a-. .de!fa.paricion de un� �a4 d�:Qrg¡ C!M:'f¡ �vglv:ía; pero Israel colocaba la �cl���-. . �Jc; :91'0 �n el porvenir • ( RI}Ilé]-11 ,. 1 . c . I .J;..J . . i . -

�Wi !'!S.o:,i P.li�JS\ll).;�i'&Rii t ppr :lierod�s, los docjQ¡�es de l�)eJ�. ):: 19.S .sacc�·d�tes desig­n aron sin vacila r : �.tJug�-: en que debía nace)H;l Ct:istQ; ��(!JJ.;.el :p1:o.feta ).Jiqueas , d ebía nacer c;o �_s::lqg�, ciudad de J udá; sal!.)da de b r�z�ulc P.avi d ; por cura ra ­zon se dudaba que PY.tliera veni1· de Galilea. ( Mat . , 1 1 1 6 , � . J u . V U 1 . 4 l -4J· VI , Ij j 1-.Iat. X\:1 ; s ; Lúe. X:XT ! I , 2 - J ) . ü debía

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- at -ser rey en Israel; el gran Profeta y el gran sacerdote , el Hijo de · Di0s , armado del poder del Padre Eterno · y · .revelaría ltll:\ vida d iv ina . 1�1 fund:t!Ía ·un imperio �e sal· Yacion eterna·, en el , (lU¿-;se ve1·í a · aparecer

u n nuewt orden de cJsas lnll'amcnte�celes­tial , y s\1 pueblo s�ría Ubr.nd0 ·POI' ÍU:dc,$US pecados. · iU, par..:irlt�m.b , . t"eb1a1:ía .·sobre su pueblo en el se110 d'c· una fe:¡icidad que no tcmlria fm , -}' que tlesde· llil'ael · Se difuncl i ­r í a pot , todaSH>láSORa1Ud.mlsr;- � 1lfi.,�;I; i 4 ; Luc. I . 77 : fj"\l,.[!�WJ:t..l1l;J-M:¡p¡J 3�F:Mb.t.- m ,

2 . I I ; Ltl. r¡.. 7S-71J') .' " 1'n"!0 ¡ r . . , . ; _ r � - - 1 Esta fé én et.'NiE!Síá& q.Ue1 haLía d e · venil·

se manifi"esta�-ctiH una �iada�yprediSion cspecialísimas, en e l d.nfidd de Xaétíi'fa:S"} Recorriendo con -su mit'áelá la Séric no in te. rrumpida de'·I6S'-JWOfet'il.� q_ue-há�� ��ár.ecídó en Israel, desde éli)Wihdipi<VhÜ:Stá eiifin:1de su historia; el .santo1 ariciano \1'� q\.tella,;obra de la salvacion etbpie:Zn-! �iJ\ el· nacimiento de San Juan Bautista , · 'el p�ccursot• del !llesías , que dehe 'a-parece1· hit.'ll pronto. El justo � imeon recibe en sus brazos, con ac·

cioncs de gracias , al Mesias· rccien nacido

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- 32 -á quien había esperado por tanto tiempo y deseado tan ardieatemen t� , y quiere y'J. salir gustoso de este m_Wldo , porqu;;:. sus ojos han visto la sal�d, la gloda de lsrael y la luz de las naeio�� ( Lu. r, 68; 11 , J O � J l ) . Finalmente,_-�-� Juan 11�� l a aten­cien hacia el MCs��j ·.al . �pe�ar su vida públi�a , el _cual viene en pós_ de é�, pero que, s;in emba.rM•i�! �a,n�i9f_ 4 . . �1 -, por­que es el Hijo .�eJ)joa, �!JlQ ���e;ñOr �o In. revelado. (]u ; I , 34),

Mas no son únie:a,ment� es,tas ideas , tocadas accide_f!-��� J ;co� -� pasa-4& en _ los · :E�lios, · las que . prueban que la esperanza 4�1 �Iesías existía en todo el puéb�Q j �:�-dí� á!J._t�s �e Jesucristo y en su tiempo •. );�.:��as;ls- caldeas de Onkclos sobre. el Pentateuco y sobre los profetas por Jonatar;-be� -L' si el , demuestran hasta la saciedad lo universal y profunda que era semeja�te esperanza; porque �¡ bien es cierto que _estos escritos no son realmente anteriores á Jesucristo , no lo e s ménos que existí3.n ya en su tiempo , y que eran leidos por el pueblo y su veracidad se

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- ::JJ

halb perfectamente atestiguada por el pres·

tigio de que goZaban en et · pueblo j udío ; pues p1·ecisamente estos escl'itos contienen ,

en muchos pasajes, la: expl'esion bien de­terminada y claramente·, défihida de· la idea

mesiánica ( Ebrard ,. Crili�:<�, 653 ) ; y Onkc­los ( Núm-. XXIV, }--diee;.-. .. !C..'uáfldó se Ie ­\'antará. ei �ey\q;aJia&rifi!·IJSrRei �.-� ¿ .Cuándo será ungido el J\.JeS[aS silido de Israel ? » t:n escolio- poslerioi parafrasea as1.e1 vers1culo

30 , vr del Deuterono '¡a,: ,e·sr rucreis d i s ­persados histila.:r.m�íniáád'es-l:lel cielo , la palabra de Dios os reu'nWí ,' Y Os "IteY'atá po1· In mano del · reY- Mesías. � En es tes fuentes 1Jebió]osefo·ia'·liiSfóñide'Sá-pue� blo ' en la t:unl�inti a1Qs!¡mfk,siote§y:uos falsos :\I�sías que se habian suce!ii\•amcnte

an u nciado COIDO erfün'da.doretPertidO-de ia nueva alianz� ; (:' ·rfi'dlc¡r:r·f ·t'a<ron�-por la que el pueblo seduCido ; aúncjue con t a nta frccttenda en�añn:d6 ; coritinuábá creyendo

á lodos aquellos que se le presental1�n atrihuy¡,;nclose ta:l ca-rácter. Es que leía las profecías ele Dnniel , y bajo la prcsion de los acontecimientos exh:rion:s , se adhc·

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- 34. -rín cada yez más estrechamente A. las promesas de los Profdas. Comprendía , segun la expresion · del citado histo1·iador , que estas profeeíRS/Ei.si ·cemo las demás ele los libros sailtPS"'; ' :nnuhCiaba�l que' un g1an doriliilador �aldrbi.u de� Isi-ae1; ; (Bdl. · Jud. VI 1 5: ) Josefo'¡ 1?ll fffl fCl•NidUlñl.• al empera­dor , aplica esta ¡worecía :á Vespasiano ; pero él irtiltntO-'corifiéW.' que'esba::interpreta� cion es : cOntriLrki "lrf1á!'i tM.CllciOiles de su pueblo ( A1ztigÍ X"l ' rf1i.'Dos:iib!;OS religiosos judíos-de los i{lUitnoS · tie-mpos . ini:lie!i.il la venida det·Mesias;�d.. etbcJ.uO&!Cimo· ar­ticukfdC-fé, -bmral's�1'v'etn�'e·l'Sej-er�lekaj-tob , esp'eae de catecismo- el'.l· fdima de diálogo ( Cílrp!!: , . Jutrud. iu · Tl!�o!. J ud: �- IX• ) Lo miim.o -di€� M'oiimbwrtJéaií(cnd� :comentario de .Ji Miscbn¡a··t Shfih'edriil';·x 1 * 1 . Bel11' 1 L(J ¡·el, de Jlois. 4 ) .· ·TS:r:iibiCn en· las oraciones qúff!<Sé redaeta�Óll1:k:n · · tienipo: de Esdras para: uso de las-}odtog'1 tituladas � Shmoneh Es re 1 . , se deStnca ; ' tle urta manera espccial 1 la prorunda -eSpérariza del Mesías , · e m ­pleando expresiones que ·nos recuerdan las del cántico de Zacarías. El mismo deseo

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- 3¡j -de ver ni S:tlvador se halla expr::sado en las oraciones de los /;,'J.g,ad¡� de la Pascua , entre la tercera y cuarta copa ( JI is!m:lh Dera-joth , n· , 3• Gellurra)�eJ_. .zS. Jlislm:.U1 , Pt:sctj x , 6 . ) De csta;1m;meJ'a la idea me­siánica , . entepdida en llll'· sentido �arnal por la mayor p�_rte_ P�: t p��bJq _.,b�breo , y rcducicla áJ�s proJ?g:Wi,qnes.de una· rt:stau­racion puramel!t!;_ polít�ca , _es clccir la in· terpret�ion ._e�i�l�nt!;mf!n�c �t?r.cida de las profecías ' J9-�; rJ�_. ,�_{l�l>� · -�e. ��s . .indecibles desgracias que:�;Y.,-e�og¡J.9¡�_m;I�·ael de�pues de la muertt'; . de Jc_sucristo. ·Dcspues de haber rech�@9:A-Jt;,s,ÍI§ p_o_rque no respon­día á sus esP.�ri\_.qz� ��fm-!l?h..l!>!!! judíos se precipita�n · en. -�ZQS _de l , prim� im postor , que les Jll'Qffi�tí�- · la dominacion universal y les ��ci�'ª\>J:: J!U-ª r��,el!op_. IJero estas frccueqt�'-' rj:Q�"O.��s. ,:J}i�icrq.r;¡ ·caer sobre toda la nacion la cól_c1u- de Roma , que destruyú el te!Tlplp y dispersó á Israel por todo el mundo. Po1: otra parte se hallaban tanto más inclinados á ,.Cl. r..n el ammcio del �Iestas la promesa de una grandeza tcl'restre , cuanto que los llrofctas

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- :113 -habían empleado par,t describir el reino de Cristo , hs e:-: presiones , las formas , los p�r!\c;m"aj<.:s 1 l¡¡.s_ i���ti�ucioncs y los stmbolos �cL\ntiguo TcsttúD.cil�o. Los profetas ha­hlaban in9�sanf��W-��e c1e l t t_eóct;aciajudía1 de_I. ré�· de ·�:·�-f��rl�-'&.�¡hf?m�):t�� y sus \•ic-tonas1 de SJOn y lo: mo11tann: del templo , de la rl.!union · - todOs Ciud�d S�rih. ·g:'ilis habíañ · =jj¡.gr tal .es. Ia tij,plógti\���k' ·maba el fo�dq �el ·csti�o\�L:ofétiCo , �! tjue

_ se ha.

e�plc�cl� ��Il:l:�,i��·;1 ··pod,PO�hs_'�eces_, para

i��n�s_e,�tar· y e�P!;e��(ra.s_ ideas cristianas Cn e) Nuc,-o -TcSl�leiito, · cristo es el rey S�i:é' cl _ trqn:o· de ·David ( Lu�. , _r , 32 . ) L9�r���-6�teSn!?i�� :�l : I�r�éí · espi ritual ����-���\�; GJ;.�����-�L� JN��"�l ·��::� ffi_CÍltO PrOC�n·M l_lá._6'emos entrever la vida futura , sird�nd�sc''dc im�ígo.:ncs tomadas ele la yid�t pr��dnrc_; .. S:u�to Tomis dá de ello la si:;uienlc raxo1� :. ( 1 1 , Qu. C L X I I I , 2 . )

� Por el clón de profccia mueslra el Es­� pír i lu :->anlo ni hombre lo que c.;tá sobre

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- 3i -ll e l poder natura l ; ¡;na� con sus facultades 11 naturales puecie el ltom�!:� form:u cicr­� tas especies de las �osas � _. E_l hombre piensa y hab la de l a c�i.'·.i_ít_i,c1a4· en _ lenguaje hum:mo. Y así d��lía 4�, -�

,�V.�P�;!Csto que la Igles i� d�_ la �.Uel(a aii

_?-riip. es I� legí�i�a

cont inuacic;¡� y ��- - �Orilp_\e�ei�to. , de !srael , y todo �� .-¡'�es�ilfo�i1�1e�_�Ó' � ·· f.<!�:njácion perfectísim�·3.e r�_ tg1esia_ de Jesuc;:risto es u n cUmplírriiCntO. �pó.tin�ildo y· cada vez más compietb dci' l�S ·

. . · · · 'eit ' efecto , lo qu� -�s��i . _ ' (�'iíF ofif�'�cjg}f�;:��,c�n resaltar d� un ,.':t1o�o e�ral y relác10nan

inmedia · ' ' ' ,., . , J ' .!IJ.>.��·i.9i�m del :�re·

�t�J��t�,'t.f� f2if.� 9r. �-�· e�l)l�, e�,e�

net.-ado la noticii �,,;� <le '\" : ;�t; i!� debía velt i r <i fun :lar Ún� .Jitl·�v:t edad de oro sobre la t ierra , csPer�n?.:t. muy �ene1·a· li1-:�.dn y e'xtendicla en 'liCm11o de Jesucristo. Sc¡;m1 una ¿mtigui t�·ad icion religiosa , consignada en escri tos Sa!:rados 1 se crcia

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- 3$ -generalmente , que, pornquel mismotiempo, el Oriente mejoraría , y que de la Judea s:�ldrían lo<> sei\oi"es del mundo ( Tacit. A1 1 . v. 13 ) . � Habíase · prop�gado p o r t o d o el Oriente la antigua y consta;1te opinion de que estaba consignado: en los deStinos , que por aquel ticmpci'ltl JMcit iba á dar direc­tores al mundo � (bt'.J!itti Vesft; c . IV ; Id. il� Octav. XCIV: Dióit' e'2sibi, 1-lislm•; Rom. ,

· XLV , r. Josefa;' Dé'·'beU: 'yu'd; ·; vi; 5 , 4 ), Y Ciceron ( De iJ¡"; 111 5'4· ) · dice. de üha mn­ncra positiva que , seg(m antiguaS profecías, debía apareCCl' un rej� .a:l;q�e S'erla preciso someterse' páraL&tViii'Sé : y se hacía á sí mismo esta pregunta « ¿ Cu<U será ese rey , y cuando ap�recerJ.'? � Vi�·giiio describe esa .nUeva edad· de ·ó'r01�lÍ� la Sibi'iá' había pt·e­clicl�o en la qu'e···ri'aCcría mi niño misterioso, hijo de ·la diVinidad , el cual renovaría el mundo , initbu·íi ' 13 serpiente , horl'Rría l0s pecados y hd'í·hi �·cinar la paz en toda la tierra. ( E'glag. , IV ) : n Ya �tparece la (¡ l t i ­m:t edad del canto ele Cumas ; de nuevo empieza la gran sucesion de los t iempos .: y la virgen vuel\'c una vez más y vuelve e l

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- 3il -

rcilln.do el� Saturno.; ya dcscicnclc del su: hlimc cielo una gencracion nucya , �La des· cripcion de Virgilio rcspopde. á la que había chdo Is:l.í.as . ( .Yf i J . : :9 .- ) · ele la época mesiánica. Vil�giJ,.iq,,'5é·FII:l!lPfu4t . esta pre· diccion - po�· . el . ,nacimJ.C..I_ltq. ele un hij!). dcl Cónst,�l - : Ep!jan,; -�.stfl. L W.efl.q:P.l'JH�b.:J.·��e se esperaba -qQ�:,· p��- · ¡p�!í.spna;. _determinada traería tan v�n�ur9sa época ( August. De

ci<•. D�/ . x, ':?7i' : '#P:L q..v. ): )?�g�n� todas

las apariei�,C�1 ,'fl._P.9�t':\ ! *f: l�f�D:t.u� bebió

esas cs¡1cra.J."!r.ar, � ��WJ?.l.l'SS�l!�.rm:JqJ!. -� el I i l>ro terce1:o �� )a� SiJ�iJ!\8·1 Cl:IY.P. rc¡clap9i:on se coloca e1� . la :�Hn9;,4el. , �egun,dC? _siglo

ántcs de J��u_cd�jq ,, Y;J�99,��)P.J rV.�#��­nios de la f?ib_ila .. �Qno�!h'\:�)íL �D;�Sf.Y1�ad con e l nomb�·e de: Eritr¡.:a. ( I�huy�mii;ll�r , La p;wfic, m�s!tfu.., �r,%..ff..gJmPf.i �� Y,i.t-g. ) La obscrvaci�n �LU� hJ!.����H,;tO_P:io ·�e� e ,.q�e todos se hallaban pCn�tra�lqs .por Ja esPe­ranza de un rey que . . Ja. · Na:l:uraleza iba á dar al mundo, nos prucln , sin género algu­

no c\1! duda, quc. s� habLa apnclemclo de todo el plll'hio romano el prc�.cnt im icnto de lln z;randc y próximo acontecimiento.

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- 40 -La idea y la espcran;m mesiánicas que­

dan 5UJicicnlementc demostrad a s ; es , pues , un hecho ·i.ncontcstable. Pero de �l<mde provien_e : u na)con.viccion tan univer· sal , tan profl;l¡Hl a!Ue:nte arraigada , que pasa. .á �·avésA�<-10� aiglo�J sin· aHet'arse , y á la que el mur •. do:i!:le.·adhiere con un amor

siempl'c nuevo y· c1ue. jamás se debilita ? No

hay. Jll(t� ,que. JI.Qilo§qla A-az:op.qUe pue�a .ex­plicar semej,nta' .-.f¡w.óroeao� ·L-a · .esperanza

del M.esías hahla J>idó infundida en los co­razones por la p"J!o.fecía , y una série nume·

rosa de profetoaJa,�Ma .eultindo, desa­rrollado.,: .alimtnlad.Q,i:y .. conse1·va.do viva. lsráel espera. al Redentor , por<JUC el Re­

den toa'. le había:·sido prometido y su espe­r-.n;�e. apPyaJ.e&Il�.rpJtdfecíap ,qile se ha­bían repetido d�rantc .varios siglos.

DeSde las pri.J:r?.erns:ili\giilas de sus libros santos , .leía. al is�elita la promesa del Sal· vador c¡ue dcbítl. : nacer de la mujer para aplastar la cabeza . de la sctpiente. ( Gén. m, 1 5 ) : 'u.Ene.tni�tndes pond ré entre ti y la mujer , y entre tu linaje y su linaje ; ella queba·anl.ará tu cabeza , y tú pondrás a�c-

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- .J.t -chanz:ls á su calcaihr. � Po1· ser esta l a primera profec!a, que anuncia la salvacion , se l lama proto · evangelio. Linaje 6 raza no signi!ica aqu1 una nacion·í deScen dencia en genera l , sino un individUó', como lo com­prueban otros muchos -pasajes · bíblicOs (n. Reg. vn ; I2i r . P<�.ralip·· '.· · XVII·,- n, '1:2 ; Genes; � · :x.VJ,�zyi;JllxodlJj_l}l:�" ; -�I : L·évit. , xxr , 1 7 ; IV. Reg. , xvn:, 20 ¡ Ezeq. , · x x , S · ) y segun s e d�sp1'en,le· tainbien · de l - empleo de la proposiCiGtU'tlritiVn,que . ,de,nO seras! , estaria construida: �enuiJllk&t.i ll.1rts . veces se promete -la venida dél qUe'habia":dtrl!.ptalStar la serpiente. Como {djol d"e. -la mujer , des.:. cender:í de . ·Abra,ham!� ! ;Yt l Será-n . . ,beriditos todos los p�ehl�de;·Jq tieilra:�n; fu,Simien� te , es deci r , por.algqno de .tu raza , le dice el Señor. Veiunos! .a.lguti"GS" "pilsage&.�_tm que se repite y aclara ·t8,.:jnjsnra-Jptiot)1eak:([Oeil'. , x n , 3 ; xvm , 18 ;xxu. ÍS: ) : a · ·rodOs:tos púe· blos de la tierra sentn- benditos e n . tí y e.l tu linaje. e ( Gal . , m , 16 . ) : .« Las promesas se hall hecho á Abraham y á su simiente , que es Cristo . ( Luc. 1, 72 , 73 ) : u Ten ien­do presente su alianza y conforme :al jura-

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- ·12 -

mcnto que ha hecho 1Í. nuestro padre Ahra­

ham ..• » ( Lu . I , 5 � , 55 , ) : � acordándose

de su misericord ia , acogió á Israe l su sicJ;"­vo; segun la promesa que h!zo á nuestros padres, á Abraham y Íl su descendencia por los siglos de los . siglbs . � ( ] u .. n u , s6 ) : u Abrahani vuestro padre ardió en deseos dtJ vcr.cstc día mioJ vióle y se llenó de go­

zo •: ' ( Act. 111 ¡ 25 )�-:lli�l'llso:tr.e.tt sQi,s hijos de los profetas' y. 1os· ,l'i�.rétleroS; d e ' .la· alianza que hizo 'Dios coh vu�tr.os padres, dicien­do á Abrabam:: en 1u d escendencia será11 benditas , todrudal:is:PS.eio.n.es-. ·de : la tierra. � Estfb:prom�d � lieeo;v6 á Isna.c y á Jacob y� estandO estei ·en·;·Sll lecho de muerte, la tra�mite á J.ud�.,. aLmismo tiempo que de­

·terroiaa ·ln<oétoob. A4lrJa íVenida �el :Mesías que· tendrá lUgar eh el · momc.nto en <¡ue

faltare el cetro :dtl .Ju(lá , es decir , cuando

penliera: su iñd'épcndencia el pueblo j udío. ( G Gn. , XX\'1 1 + ; ' XXVI I I � 14; XLIX , l O ) : � No será qu,itado de' Jud<l. el cetro ( es cl>!ci r , d poder i n depend ieutc , la ctu tonomía pol í t i ­ca ) , r el..:: su mus lo d c;mdillo, hasta que

Yenga el que ha de ser enviado y (1 scnl. b

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- 43 -espcctacion de las gente!'l . » t Ezcq. , xxi , zs ' ¡ Así , en h épo-::n de los patriarcas que abra­

za del año 2 . ooo al r.soo antes de Jesucris­

to , tenemos ya una descripcion licl del

Mesías venidero , lri. cual ·se nos p!'esenta más precisa y más clara todm•.ía en .tiempo de Moisés. Ent6nce5;· es: · cuando.Balaam,

queriendo aln•k�u:bOca '}iara: proferh· blas­

femias, ·vé trasformarse s.u impia p:'llabra en pred icc ion anunciadora del Mesías, ven­

cedm· de los · '�neniigoS' de·· Isrnel. p �um. X X I V , 1 7 } : • Ltor.\'été ,nmás·;:nU·ahora; le

miraré , niás no de 'cerca. De Jacolniilcerii. una est!'eUa , . y 'dC Isr�l s�. levanta.r[L una vara, y heriltá: .:t�:tbS';<cruur�lit·fuls de 1Mila.>b� o La última .rebelion · ' dc 'los �jitdloS -f.tié :pro­movida 131 años despues de Jesucristo por Bar Cojba , el · hijo de! ·Ja;.EStrella, · falso Mesías que pretendió ... plU:arse:Ja' ·antetior profecía , ( Mat. n, :2 } : a dónde está el rey rccicnnacitlo ele los j udíos ? · porquc nosotros

vimos en Oriente su estrel l a. y hemos ven i ­do con el fi n de adorarle. 1 1 .lacmíns l lama al esperado ;\Ic�ías 4• So\ nacic !lte de lo al­

to , � ( Luc. l , 7S l y en el A pocalipsis ( x xH ,

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- 14 -I6) se k nombra � Lucero bril lante de la mallanu (11 . Pctr . 1 , 19) • .\Ioisés mori­bundo _ le ammcia como el gran profeta que Dios susci tarí:t á la manera que, de en me· dio de su pueblo : , le �abía suscitado á é ! y que seria el_ l:��:�s.en�_ante de Dios en L.1. tierra , el mcdiñdei· ', �� égndador de la nue­va alianza y el lcg{slador (bct.1 t . XYI I I , 1 5 , 18 ) : u Tu Señ��¡_pi�;te¡ ��sci�ar� �n profe­ta de tu nacion ;y . �e. �n����o ·9e". tus hcr­manGs , como yo�; J Ul Girás . . . y- ·les hablará todo lo Ctue yo le mandare » . ( ju . , x, 1 9 ; VI ' If ) :: n _y,tc P�rliw,�rron : ér,�s t ú e l Pro­���!'IJ� , ?��e. �s . eQ¡vq.;d__ad el pr?feta que ha de venir á este .mundo � ( Act. I I I , 2:2: ) : P�¡·qu� f-I?isé�:d]Jg" : ;/;J'?�eta os levantará el S«rñ<!,�, vu.e�tr_o11pig5¡_ �� e�tre vuestros hcr­mano_s , como yo ? �.El oireis en todo cuan­tO . os. dijere. � .'( tqdos los Profetas desde SaiJlu.Cl hau

· p_{eMchp; cstos días � ( v, -�6. )

� Pon¡ue si crcyé,�ei� ·� Moisés, tamb ien me cxeeriais á mí, ptl�s él cscrihíó de mí � ( ).!at. , xvu, 5 )_ : � Este es mi Hijo amado , en quien yo mucho me he complacido ; es ­cuchad le . n La coroparacion con )lois és, el

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- 15 -m�diador y el fundador de la antibLHL al ian · za , pru .::b l. que no se trata a_qui d� !l. vocl. ­c ion de bs Profd'ls ni �e la profecía en general ( D:.:utcl". xxx1�· , _ ±o ) : � Ni despues se vi6 j &..mis en Isia-e} · u n ' l1rofeta como Moisés , con quien co.nvers.ase el S�fior cara <'L cara. » Lós reyes que nláS;t"a.rde goberna� ron á Jsráet · -'fm!�n··-'tathtiie� ; h�fi.�ui·a · del fu turo Rey, unil"do p:>r Dios _ para reinar sobre el pucbio ·d� ·.su: el$'!e6io"n ;· el Mesías , es decir ; ei .Ungíd'Ó'4_él' Sefio�.--ét; · retoi\o de DaviQ , el Rey 1egf�ft�6�'&2Ógi�6 po_1'

_Dios ,

el R�·y victoriosO , el Su rilO l)oritf!ice ' y el p�rfccto repréSerltb.rl(e" .iiC:Díos C n la t ierra. Su dominadO� , :���e:ttiéi'4J:i�-�rr0s)nejbrfs y más dichoso-s,·· ihitá'Ai : Bt!lMamgkt�;;?:I•o�· dos los reyes y t9do� �os � puéblos de la tierra . le rcmlírll.ti . ' 1\�en�!e.' · ' -SU . ·yt�ida será una gracia"'Pañi1LfWs n:hciOriti�' ;y su reino una era d� inlu� );. de hcndiciun·. N'u­mcrosísimos pasajes def Antig-u.o r Nue\·o Testamento desarrollan este can'tctcr del Mcsb.s ( r i . Reg. ; VI I , 4 2 , ) : � Lemntaré en pós de tí u n hijo tuyo , que procederá de tus entraña'> 1 y afirmaré :;;u reino. Este edi·

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- 411 -licará una c:�sa á mi nom l>rc , y yo estable­cer¡,; para siempre el trono de su reino. J ) ( Luc. I , 32 ) : u El S::lioa· Dios le dnrít el

trono de s :J padre . David y reinará. en In casa de Jacob eternam:.:ntc. 11 Jes�s es este hijo de David .. (.Mat. I , 1 ; :-;,;., JO. 3 1 . xxr ,

9 ; XXI I , .�2 . :Mar; X I , I O , .:-\poc. X X U , 16 . , v , 5 ; I I I , 7 ) üi�amos aun otro tes­timonio igu:l.lmente.esplícito � t\ct. x r , 31 ) ;

� Pero como David era:. Pl·ofeta y srLbía que Dios le había prom�Lido :con juramento , que uno ele su descendencia se había de sentar

sobre· su tronO ,. preYicmlo, la . resun·eccion de Cristo dijo; : .qué· ·ui fué detenido en el sepulcro ni su carne pacleci0 corrupcion . � ( 1-Icbr. r , 5 ) : � Y.o se.rC p.:ulrc suyo y él se­rá ··hijo mioo n.: Da11icl es una imágen tan acabada de Jesucristo que n o pocas veces se designa al mismo Salvador con ese nom­bre (Ez. XKK l V ; · i33-:2.j. ; XXXVI I 1 �q. jer, xxx , CJ • Ü.i, l l l. , s ) ; y bien probada está la descendencia del S..:ilor de In familia de David , segun la came (:\Iat. x , r . Luc, I I I 1 23 ) . Pero oigamos nuevos testimo­nios ( �alm. I I , 1 , :! ) : " ¿ Por qué brama -

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- -n -ron las genlcs y los pueblos medi taron cosas vanas ? Se h:vantaron los reycH ele la tierra y se mancomunat:on los príncipes contra el Señor y contra.su .Cristo. ' ( Mat. xxi i , .. � I - 45 ) : e Y estando juntos los fari­seos , les prcgunt6 Jesús diciendo : ¿ Qué os parece del Cdsto ? ¿ Ue quién .es hij o ? Dí­cenle : De Davicl'.' iW�les � Pues ¿ cómo Da­vid e n espí ritu lo llama S:.:!iior dicio.!ndo : Dijo ei .St:i'iOI' á mi· Selior : Si¡jntate á mi derecha , hasta: que ·poñ.ga ·á · .tus enemigos por peana de tus:.h.ptear.:..Bu.es: . Si David le llama SeiiOI' , ¿ cómo· es su hij o ? '' { S::�.lm. crx , 1 ) : u De Sión · liará. s_alir el Scilm· el cetro de tu podtiv¡.;.dqmH:ra::.tí¡:,enmedio rde tns enemigos . . :Contig-0: &.:.i{t el -principado en el dí:l de tu podet• cn'tre los- resplandores ele los santo s ; dcl- s�ml',li.ntl.ccnb te .engen­

dré ántca del lucero:' dé 'la.JRiKfíima:.:l!� :��.Juró el Se1im· y no �:.-e arrepen tirá : · T u eres sn­Cci'Clotc eternamente_ , · St:gun e l órden

-de

Mclqu isedec h . » � i\sí tambien Cristo no se g- lorilicó á sí mismo para hac..:rsc Pontíf ice , si no aquel que le d ij 0 : Tú eres mi h ij 0 ; hoy t e he cngcnllrado. Como tambil!ll dice

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- ·1>:1 -

cn otro lugar : Tú eres s::Lccrdote etl.!rna­mente , segun el órden de Mclc¡uisedech . n ( Hebr. ,v, s; I , s ; Act. ,XII I l 3 t . s 6 ) : � m &eñor que está á t u derech:�. , destruirá á los reyes en el di:t de la ira. juzgará á las na­ciones, multipUcará las ruinas y estrellará contra el suelo las cabezas de muchos. Del torrente beberá en el camino , por lo cual levantará tan alto ¡JJ.:.c;abeza .( Salm. LXXI ,

4 ) : Juzgará á lo' pobrt:S del pueblo , y hará salvos á los hijos de los pobres , y humilla­rá al calumniador. Y él permanecerá tan�o

como el sol y la. lpna ;-dc.,generacion en ge­neracipn. » ( Mat. XVI ., 1 8 ) : � y yo te digo que "tú eres Pl!dro , y sobre esta piedra edi­ficaré mi Iglesi a , y .las }lUcrtas del infierno no_vreval�.cerá.n.«on.t.ra ella. ' ( XXVI I I , I 9 ) : dd , pues, y enseñad á todas las gentes . . . yo esloy con vo�otros todos los días hast a la. consumacion de los siglos. • � Descende­rá como la lluvia sobre el vellodao , y co­mo llo\Üna que ,;otea sobre la tierra. Y dominará de m:u- á mar , y ch:sd;,:: el rio has· La los términos de b redondez de la tierra. Delante de d 5C postmní.n los de miopía '

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- 4.�1 -y sus encrni�os lamerán la tierra. Los re­yes de Társis y de las islas le ofrecerán do­nes ; los reyes d e .\rabiay de Sabá. le traerán presentes. Y le adorarán todos los.principes de la tierra ; .todas las naciones le servirán , porque librará al pobre del poderoso , al pobre que no tenia ayudador. Se compade­cerá del pobrelyidtJ: ·ddstfalicio, Y hará sal­vas sus almas· •• Sea su nombre bendito por los siglos ; su nombre durará tanto como el sol . Y serán bendi�a.s. en:él tOdas las tribus dC la t ierra j tOdaS ms:gentes:te·cnsalzarán, D En aparente oposicion coh este retrato de un Sacerdote Rey glorioso y potcnl.:: , y de

la monarquía . universal. .que-debe fundar, en la cual todM los pueblos haflafán·ta sal­vadon y la bcndician , se coloca e l anuncio , en aparienc:i..1. contradictorio, de un Mesías cargado :le humillaciones- .y sufr-imientos. Ya los salmos nos representan e!!.ta imágen del :VJcsías que padece con msgos tan evi­

dentes que parecen más bien una historia r.:\·anhdica , u n retrato d e la pa.;;ion de Jcsu­cri�;to que una profcda ( �alm., X l\ I , 13 ) : " Dios

miv , d,um.ré durante d dí:t , y no me oirás ;

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- 50 -durante b. noche , y no por ncce{lad mi a .

Yo soy .qn gusano y no hombre; o¡ll'ob io el e

¡os homb�:cs: y. . descrzho de la plebe. 11 ( jtt. , xix::;.-3 ) : " Y :$Uli0 Jesús llevando una co¡·o· natCte ·cspinas:, y . qn manto ·�le · púrpura . . Y Pilnt_os:tesr elijO[): rV.cd nquí el h01Ubre� . .l) (S • :...-xr¡¡'8 ) � u{l'odoS IÓS1<¡uu.mc. :�.-cian · hicieron

burla de. m í .;.JmblD,ro n · cOlt lo� l,,bíos , y me­

,neatqn: liN.Cabtz�J.d :(:\hl_t. , :\X\'I.t:, J9 ) ! • Y loS • .qne; . . pasabdó :le l!.tl'S�abltn .y· moViendo sus: :cabczas y! !diiñcnd o : j _.'\h l ü't , el que ·deiruluyés < el'it.en:lplq -..c le Dios y . Ie rcedifi­caS :cn• -tr..:s clías;;nmth·¡¡.W, · ái. ü .mismo ; si

.el'e& Hij9 , ddl�II!SjJ:dascicni:lci de. la cruz. Asillnism :> :, · itisultámloh:: también los prín·

cipes el a los saadrelotc::. .con los · escribas y anejanosy. W!túoJnd; ,k.,.GtlrGls ;s$l:vó, y á sí

IIÚIImO"DO�sCP.fll'lede saivar; si es .el rey de Israe l , descienda ahora de la cruz y le erce­

relliGS�.;Confiq u!nclDi�s ;. lí.brelo ahora , si le nma:. m (S: · i.\.-n¡¡·Jjll:J«<Espcr,·� �n el Sei':ior , librclc ; sáln:le puesto que le ama. . . . . �le han cercado muchos becerros ; toros gordos me hari : siliiii:Jbl, )".'_ han-

soltado contra mí

el clra�nn .. éoffio �g.u� l1c sido derramado,

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_ ;,I -y :;e han d�.!scnc�tjado todo:1 mis huesos. Mi corazon se ha vuelto como cera , <¡ue se de­

rrite dentro de mis entrañas. Secóse como un tic:;to mi v igo r , y mi lengua. se pegó á mis fáuct::;, o (j u. , xu ,. 2l:i ) : 11 Jesús dijo : Ten�o s�d. 11 « 1-Ioratlnron mis manos y mis

piés ; con tnron toJos mis huesos. Se repar· licron mis vestidurns•,:}l'i sob1'e mi túnica t::ch:t.ron suc:rtcs; � (}.u¡ X I :\ , xG, 23, 2..¡.): ( I ) � salió ¡xtra d l1.0.gar q u e se llama Calvario, y en hebreo Gólgotlu • . Y a l li lo crucifica­ron. . . . . Los soldados,,. �espués de_ haber cruciticado <Í. Jesús, tomaron sus vestidu­ras, y las hiciet'On cuatro pnrtc:-., para cada soldado su parte. Mas. b1 .túnica no tt�nía costurn, sino · que . ém) · OOdaJ.tegida:, desde arriba. Y d ijeron unos á otros: Xo la par­tamos; mas echemos suert9s sobre . ella, cuya será.•

El j usto será humillado , ultrnjado y cargado de oprobios; sufrirá más que hom-

( 1 ) El cambio do CJ , oi on Criri os una. allct"lh f" imt in,.pir:ula ¡1or el oaio <lo los rabinos ni cris• tirmiiJJl\o ( Dclitrr:sch, G'QIJ!Jn, iilon· di� ..l'd.)

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- 52 -brc a lguno haya sufrido; será menosprc � ciado y tratado por sus enemigos como el deséeho de la plebe. Sus calumniadores se regocijan con· sus toimcntos y se rien de sus dolo1'es ¡ se reparten sus vestidos , y se ccha ·suertc �obre· su túnica. "Él sufre una pasion cruef�i iilfiisi3.í que sinl: para ex� piar. la pena mereCidA por los demás hom­bres , que es--pár�_todos fuente abundante ae· bemlicion�s� • . . Ytt#e,, �Por r�� :voiun tad ue Dios les clc�·a: á ·la dma :de la gloria; tales son_ los m�goS pdn�ipalcs · de la figura d e l l{cdentOr dblii:nte , ".figura �n ·hcque se ha� uan· perrc��i�i����iite �puestos . de relieve efirlin isteri o . S:acé!·do:tal del Mesías , y el papel ele :\.Icd i·aloi· de ac¡tl c l que es victima y Sa-cri:ic'adoL; �Vfrl.iiimi Y tiempo. Toda la prCfhndid�J.-l)f!H1'!. ?.��ca : m'csi:lnica se nos maniJicsla c a ''JSb' ·¡fkura (ld Salvador su­JH"endo , sai¡"sri�iCrÚlo y reconcil i : ndo á DiOs con tOS hO'riitit·�s · , · d�-;1 Mesías media­dor y f¡_m:la•.l"Or dda'_nuem alianza , y que , po1· sus vo l un larias hmnillacioncs , expía los pecados dd put:Llu y denLch·c la paz, Por �,;so s�L pu�iou y �ll mu..:rlc son un ma-

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- 53 -nant ial de hcnd_icio�c�, y,,,�l � : _g\'a,�ias p11'a todos ; pues lacias b:1 na�i�n.�s _ _ se cvn\·..:r ­tirán y adorar{m al \'crclí!flt;x�D¡�s. U:hlm. XXI , 23 ) 1 <,\.n_un?i�r..::, _ tp!!!P�Hllj�e . � ,mi� hcr· m mos ; y en �c�i_q _d� la)�].:: �j_.,_tc. �la_bp.­rC. Yo;;o:t.ros.lo!?. 1\1\J:C tc��:�l )��ño-5 • · :a�a.­badl c ; gl_o�;iJ¡f'}:�!�t.yYQ�5\�JlPJ Rfi>H�!1Picntcs todos ele Jacob. ; . . . �#f4ile to.dq . el li 1i'tje cle I srael , porque . :no. dcsp�c.ci� ni .desatencl ió la súpl ica dCI l�?�:��F � : : .n�- �Íl�-��': 9� . :mí su rostro ; ant�s a�.í� �W� �?1fJm\� f�,�-�� pyó ; ; · Se acordarán del S�_ijpr�y �e . . ®nwerlirán á Í�l todos los conflq�s ele. ir.._Üc;rra i y sC pos-�r

ea�: ;;�;e��-�����:��;,����������:���

mente , pues por toda la .ticrra sal iú el so­nido de ellos , y l�_ast¡¡.: �qS· , .�abos: de

. - 1.�: re­

dondez de la Yerr� i\t�-;,�rli-Rt'l�b' , - : ,' :<· : . ; . La idea del 1\��SI.,S ap;:.m��.(l �f'r�� día m:í.s

clara y e(lmplet� en h spnc'i_C..n"dfl �le j!ll''ñ�l , merced á la� prcdiccfqp�� .dC . lo!! profetaS que aparecieron clefipi.t�· de. )os ' �auÜvcrios de Asiria \" Babi!Op.ia: ( cÍe\ . 7 � 3·· 5 3{¡ antes ele Jesucri� t (l , ) �I i (!ll.��c;. P!·cd icc (jll.c nacerá en Helem ( '" , 2 ) : (< Y tu' , lklcm ele Ju ·

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- i•l -dá , pequeiía eres entre los mi l lares , pci'O de tí saldrá e l que sea clomimldOI· en Israel . y la sal ida de él clesdt: el pri ncipio , desde los días de l a eternidad o . Cuya cont1rma­cion vemos en ( :Hat. , r r , 6 ) : � Y convo­cando Herodes todOs los príncipes ele lo!! sacerdotes y Jos eScribas del pueblo , les pregt.Jntaba dónde _ly1hia ele n acer el Cristo. Y ellos le digéron': · en · Belein cl e Jud á , porque asi está escrito p o r el profeta. >) Una virgen , segun la pr�diccion de I snins , le dará á luz de u n :t manera mi lagrosa.

( vr r , 1 4 ) : • Por· eso el .mismo Señor os dará una señ:tl. He aquí c¡ ue concebirá una virgen y parirá un hijo , y será llamado su nombre Emmanuel ( Dios con nosotl·os ) � Cuyo testimonio COncuerda á maravil la con ( Mat. , r , 20 ; Luc. , r , J S ) : <• Y respon ­diendo el angel , la dijo : El Espíritu San lo vendrá sobre U., y te hal'á. sombra la \' irtud

del Altísimo. Y ¡lor eso lo Santo c¡uc nacerá d e tí , será llamado Ilijo de Dios » ( !.Ii g . , v. r ), La señal dada por el profeta al rey desalentado es CjtJc Israel no pe1·cecrá , mientras no se cumpli era la prediccion del

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- 5�l -:'1Jcsías naci cli) de la Virgen l Teodord. , In Isaí. , n r , I4 ). En E»o��� . ( _IH . r¡ \ y en ls!lías ! K X X\'I J , _..¡o,.}§� 1W�di�� · �m :;u ­ceso posteri0r aún , H�fH'�!����� ; c�H:PO: · signo

de que la prufccía l l�gará á cumplirse; ·y e n Isaías { n n t ó J S\:':..in;l iq.!: c.qp.; �ef.�rcu­cia al mi\�1�9 J?mfBi!JJtlj!�,¡ .por��l'!�Ufll Yiene · h R�slpQ�� 1: �ql , ,tiemp� .en. e¡ u e ha de venir la S;d_vac�11 . .El,.}fe��: . . Cl?tÚi de­signado �n c s W, paS¡:1j�JY:... ��· } �;� · .6 • . como la aparicio!�· d�Ji?i�flll 4rj;f.?-Pl!1�;�Y..rllPm· brc , en boca dc¡ .p_r.o��-" �fF JM'.I1Sep,t!I:.,, : J �e­gun el uso �C; l!l: lqqgu_; l¡p�ráica, . el C�J.rác­tcr del indi'r·id1:J,Q1¡ Y.1;�W. Sf i U.Iffl·,J;\\!�1;.1}-��ion vaga y �u!l\�,P�r, l;f.RI C¡\1Jl1i�� �iR��-1 es el que dá -los no!JlbfS:Jk·· rP.'?r:- r eJ�?�PJO , .-\braham ( padre .d�. :!� ·IH.Jll�.���) ,,!(_;!ji J�gar de :\bram { G6t� : .' ?'P,� �1M ;; ��·�cJ. l ,c��l¡la­ticnte de Dios ) •;. en . I�S;!l C�!f�fipJlJ fS\ét.l • , ::-.:xx n , .28 ) ; Pedro. ¡ ro�a,, .�:r-f�A¡.;)q.J�). en lugar d<: Simon ( Jn, '· :r ,: : +:::? ;, .;\t�t� ; .- x n , JB ), El nombre de D.imr �J?� jg-pa la esencia ele l)ios :nismo, s�gun �c rl!n:l� o ! hombre y le m·mil icsta s u p0der (. Exocl . , x x r J I , � � : Y I I I 1 ,') , I X 1 5 1 6 ) : clc donde se inJiere

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- {)li -que el profeta n o podía nombmr Emm:tn u c l á un s imp le mort:tl . Él t::i el m i s m 1 Dios que se nrm i fi c s t t en In c a rn e : e s el Salva­dor del pu �hlo ; tJ reúm: en su pcrson:J. to­d o s los t:amctcn:s divinos : es rey , es pro­ft!ta, es saccnlot,: r ,·íct ima á la n�z; 1!1 sufrirá y morirá á fin de s:�.tisfaccl' por el mun,lo. t• l'or cuanto h:�. nacido un niño para nosotros , y .un hijo se ha dado á no­

sotros , r h ·sobcrania: se ha puesto sobre

sus hombros , y será- liamado su nombre , Admirable , Consej ero , Dios , Fuerte , Pa­

dre del siglo ,·enidcro , Pdncipe de h pa7. • ( Is. rx , 6 ) ¡ Y :adetnás ( Is. , r x , 7 ) : Se sentará sobre el sol io ele David y posee1·ú su · rcino para nlir.nzarh: y consolidarle, ha­ciemlo reí1mr la, equidad y la j usticia desde

ahora y para siempre. � · Todos los hombres serán s:m l i fi c <tdos por C l , pues que den·a­ma su sangre volm:taliamcnte pClr los pcr�ados d e todos. Pero. de su h u m i llacinn saldrá :m cx altacion y s u t r i u n fo , r ele su m u crl.:: la Yida parn todfls hs hom­bres. Úl e s el que pn::mulg-a t·:i. la l ey <le la n ucn. i\ l irmza , y el rp 1c gu i !'lt'á :í los

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- 57 -pueblos á la j usticia. ( Iso.. , XLIX , 6 ) : �· Yo ll! he establecido para que seas luz do.! las naciones , y difundas mi sal vJ.cion

Insta los extremos de la tierra 11 ( Lúe. , 1 1 , 32 ) : G Luz para ahimbrar.á .los gen·

tilcs , y para gloria de tu pueblo IsraeL '

Su muerte ignominiosa no será. má{3 qué el preludio de sil..:v.ictoria:;¡ .y.- su· ! reino ;. <JUe abarcará todos los · p ueblos y todos los

t iempos no tendrá nunca fin. · Oi gamos los

testimonios de la. Sagrada $scritura : ( Is.

L r r r , I ) « ¿ Quién , }l,a,·:ci:ei.doJ :..eQ. - nuestras palabras ? .¿ Y el brazo dct: S�ñOI' á (Juién ha sido revelado ? Y subirá como ramito cle­

hnte de é l , )7cotlio iaizjdc: tierJ'a .sedienta; no hay buen -pare01;:r 'en él' " .:lli hermosi:Jta., ­y le vimos , y no era de mirar y le echa­mos de ménos. Dcspreciado. :y .el . p0$trero de los hombres , va.1:on · Q,e. dolorés ,. y q11e sabe de trabajos ; y como escondido su

rostro y despreciado , por lo que no hicimos aprecio de l:l. En verdad t omó sobre si nuestras enfermedad es , y d c=trgt'J con

nuestros dolores , y nosotros le repuhmos "omo leproso . r herido de Dio�> y hmni l la-

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clo. � ( J u . , xu , 5 ): � Y l ' i lat •1 :) les elijo: Ved aquí a l hombre. � = ( ls . l . e , ) : � ?IIas él fué llagado por n uesta-as iniquidaU;;:s , <JUebran • tado fué p0r nuestros pecados : el c::tstigo para uur:stra paz fué. sobre d , y con sus cardenales fuimos sariados. � ( �lat. , xxxv1 , 26 , 2H ) : � Este es mi cuerpo , que se­rá entregado por vos:Jtros ; esta es mi snogre que será-: dtii[Qmatla p o r muchos

para la rcmision .ele los pecados ». í J u . , r , 29 ) : G Yió Juan á Jcs(¡s venir ft d , y le dijo:

I-1� aquí el cordero de Dios , h<i aqLJÍ el c¡ue

quita lo.'>. peca.doa;delrmundo. n ( l s. l . e ) : � Todos · nosotrOs nos· extraviamos , como oVej ás , cada uno se desvió por su camiuo ;

y cargó· .el Señor ¡ ·sobre él la i n i q u idad de todos · nosotros. f;¡, se : ofreció porque d mismo Jo quiso . y. no abrió su boca. � ( j u . ·, x , 1 ¡ , 1 8 1 : · 11 Poder tengo para po­ner mi alma , y poder tengo para YO!n:rla

{L tomar u ( :\lat. , xxn , 53 ) : � ¿ Por ventura

piemms q u ;; n o puedo rogar (t mi Padre , y me dará ahora mismo mt'ts <le <lace legiones

de ángeles ? • 1 Is . l . e ) : (< Conv) m·eja scdt J l evadQ al matadero , y como cordero de-

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- ¡j!J -lantc del que lo trasqu ila cnmudcccrcí. , y no abrirá su boca. •> ( Mat. , xxYI I , IZ y

r.¡. l : o Y cotn;l le acusasen · tos príncipes ele los sacerdotes , y los ·anci�.n:os·, nada res M pond itJ. Entonces le cli� Pilatos: ¿ No oyes cuantos test imon ios dicen ·contra tí ? ·Y·no

e t'cspondi6 . á pala"bra.· alguna·, .de ·modo CJUC se m1ravntlFe'l ·presidcntc en �ran ma·

ncra. � ( Ts. l . e): � A;J lado de mal.hechores

se le di6 septlltura. y· su. sepulei-a· era c: t ·dc un rico, aunque ·n� ·h'abí� ; ·cometido injus­t ic ia n i cx is t la fniSMa'd• rm sU b:ol!a � ( Mat. , xxv u , 57 , f¡o )": o Y ctumdo llegó la tarde vino un honibre: · ricB"de < A:rimathea , l la­mado José , el·�euat.�em.�tambieil.J.disclpulo de Jesús. FA te llegó· á Pilatos·; y le "pidió el cuerpo de Jesús, PilatOS eatonccs mandó que se le diese�el . cuerp"Q. Y ,·tomando José el cuerpo lo cnVolvití·'én una'sábann l impi i 1 . Y lo puso en un sepulcro nuc\"O"" ·quci h>r.bb

hecho ahri1· en una peña. u . ( Is . l . e ) : � El Señor quiso quebrantarle ·con trab;�jos ; mas lueg-o que ofreciere su alma , como ofrenda por e l pecado , ven\ una descendencia muy d u radera , y la \'Olllntad del Señor será

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- illl -cumpliUa. por su mano ; porque �u al m:l. lr1

paLlccido , mirará y será l>O.ciacla , por su

COllOCimicnto justificará él ÍL ln <lchOS 1 }" f J m i s m o l h:: vará sus :pecados, Por tanto le dar.! c o m o porcion ú hen:::ncia ·una gl'an muchedumbre y 'repattiní. los despojos de los fu�rte s , porque cntrég6 su alma á la muerte , y c. : m los malvados fu:: con tado ,

y el cargó con: los ;pecados ere , muchos , y rogó por los transgi·csores. � ( Mat. , x x v i t , 38) : ft Entonces crucificaron dos ladrones

con t:l , uno á l:J. derecha, y otro á la iz· qu ierda. � · ¡ j (;

La interptetacion taéi"om.lisla , q u e q u ie1'e ver en e11ta profecía el destino ele Israel 6 de las profecías en general , cae po1· el solo hec\10 de (JU.e.lo:� sufrimientos de este jLtsto, dcl .serYidor de Yehotoí , son un::t expiacion

por los pecados: del mundo , lo cual no se ¡mcde clec-il' do!. pueblo culpable , ni ele lns Profetas mismOS., <JUC e:=ran pccadOI'es como todos los hombres.-..· ( "ls; n , 5 : T.Xl Y , 5 ). Esta p rctliccion se· cstribifj por lo ménns < ¡ u i n i \:: ntns aiios antes " d e J esucristo , á q u ien se r..:Ji..:-1·.:: iud udabLmcn!e cnmo se

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- 61 -hacc no tar e u los Hechos apostólicos. Segun ha observado el Rab ino Isaac Abravancl

( + r48I ) , al exponer este pasagc ( D e · litzsch , Apologética. , 367 ) , « la cucst ion primera consiste en averiguar á quien se relicre esto. profeda; Los expositores cris·

lianos la refieren á ac¡ucl hombre que fué crucificade en · Jerusatom' al 'finar el tiempo del se�undo .templo ; mas Jonatan la re· fie:·e al f�tlu·c )Jesias ; taLes tambien laopi·

nion de los sábios de. nuestras Mid rashi m . � Con esto queda .igtmlmbnte refutada la opin ion expuesta por Strauss en su nueva Vid,e , segutl · ln cuál - los d isdpulos del

Señor no .admitierdm. iooola.;pel·teneeiente al concepto mesiánico el signo · de · la l'a­sion , de la muerte violenta ofrecida como

sacrilicio expintm·io •. . En: ·tod-a el Anti­guo Testamento 'apenas &e ; encontra1'á un concepto que tan bien se .amblde á la diaw léctica in terna como el del 1, Siervo de Dios. � Examinado poi' su más í n fima bn· se el �ien·o de D ios· no es otro c¡ue todo Israe l ; �egun su signilicaciott i n tema lo

son los Ycnladcros i�racli tas , y aquilatando

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- o� -má.s ese :;i¡.:ni!1cado lo es d futuro Cristo , en el que tiene su comph:mcnto la ,·oca­cion intermediaria universal de h.mel , por cuanto Dios obra por 1� 1 , que procede

de Isntc l , la Rcdcncion del mismo Ismcl en primer término , al mi�mo tiempo que la de todo el gét�éro hu mano . l h niel , para consolar á s;t pur.:hlo dmantc el c :m ­ti\•erio d e Uabilo.nia , 1 :: dc�cubrc e l l i n d e los cuatro gt·andcn ilppeFios , así rio , babi­

l6nico , persa , griego y romano , y des pues demuestra la monarquía u n i versal que ha de dumr et�rnamente ·, que el Dios del

cielo debe fundm en . la tien·a , cstabledén­iiolti.: sobrc las ruinas de las otl'as , desig­n8.mlo, al mismo tiempo, la �poca en que

oo¡nenzurá. oste i·eino . .dct Mesins. l'nrticndo

ele. los �ctcnta:.a.ños."del :cauliverio de ll:1bi ­

Jonia , predicho por Jeremías , an uncia el

a<lvcnimicnto .de h· libcrtad completa y de

la \"enladcrn salmoion de Israel , cle¡;pues

de un lrascur:so-" de. · setenta semanas de

a�ios , á contar . desde la fcdm del decreto

ClllC ordenaba hl rcedilicacion de Jcrusalem. Entonces será quitada l::l prevaricacion ,

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- 6:1 -r�cslruido el pecado , perdonada la iniqui­

dad , manilicstu h. etema justicia r cum­

} l l ida la profecía ; entonces será ung-ido el

nuevo Santo d� los s.anlos. Despucs de se­senta y uuev..: semanas cumplidas , en m e ­d io de la úl t ima semana con firmará el

Cristo su aiianza con mu9;10s , se abolirán las nnligun�:� ofrcndruqr \os Sa.ctilicios·, será mo.lcrto el 1Iesia':, y bien -pronto un pueblo

cxtrang-cro dc vusiadt y dt:slruirá la ciu dad

y cl snntuado .• (.Dan. , .. u ; · H , 45 ) : � Mas

en los dias :de aqut:llO.s.:1'ciu0s. . .cl:Dios del

cielo levantará un reino que · no se.rá jamás destruido , y este . rcino no . pa:;ará á otro pueblo , sino qJJ.e. "<JU.Cbtaotará. y. a.t:abará todos esos iroperi0S,J ;m'as)cl,i:D:isrbo ¡¡ubsis­t irú para si�rilpre ; .segnil. lo.. .quc viste,. que del monte se dcsgaj ú.. sin mn.no.w1a piedra , y desmenuzó el bart<Q: , ·Nq:l (hiorl:o·,7 el co·

bre , y la plata ¡ y. el ol·o ¡ ilc l .estn:· mn.ncra d gran l>ios mosb:ú al rey hs . cosas que han de Yen i r dcspucs . .11 Scgu11. Fiado Jo­

s<.:fo \ Antiq. , u , l:l ) , se manifestó á l!. lc­jamlro esta profecía p:u·a probarle que

Daniel había hablado de é l . Segun eJ Tal -

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- 6·! -mud , jonatán , hijo de Usiel , no tradujo las profecías de Daniel al caldeo , como los demás libros santos , porque oyó una voz .del cielo que le díj o : Detente ( Bava Me­gUla, fol. 3 , r . ) Porque, observa el comen­tador : n aquí está consignado el anuncio del Mesias , e es decir , del Cristo. ( Jl ieros.­Scllabbat, xv, 3; Lightf. opp. posth. , c. IIl , § 2 y Sepp , Vida. , IV , 280 ) Oigamos aún á Daniel ( IX , 24 ) : «Se han fijado se­tenta semanas para tu pueblo, y para tu santa ciudad al fin de las cuales se acabará la preva.ricacion , y tendrá fin el pecado 1 y será borrada. la inaldad , y vendrá la justi­cia perdurable , y tendrá cumplimiento la vision y la profecia , y se1·á ungido el San­to de los santos. Sabe , pues , y nota aten­tamente : desde la salida de la Ord en , para que jerusalem sea otra vez edificada 1 hasta Cristo pdncipe , serán siete semanas , y sesenta y dos semanas; y de nuevo será edificada la plaza , y los muros en tiempos de angustia. Y despues de las sesenta y dos semanas será muel't.o . el Cristo j no será más suyo el pueblo que le negará.. Y un

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- U5 -pueblo con un caudillo que v..::ndrá , des· truirá la ciudad r el santuario : y su fin será la devastacion , y dcspues del l in de h. guerra vcndnl h desp;l;,J.c�qn . decre tada. Y afirmant su alianua,;qaq n�uch0s en una semana; y en medi·> de �st1 �emana ce.:;ará la hostia y �1 sa.cri Jlciq;· . .Y •.. 'JCf� en el tem· plo la abprninl\ci!ltQ.: f:<l�[ 1�. c�esoladon ; y durará la desolacion ha..,ta _la consumacion y el fin. » t .?lié). t-. ��uv :l . � 5) : « Por tanto cuando viéreis _ q� J.!l. ��bppl:in�ion de la desohcion , que (ll� �jJ!�'\\ P.Ot: - el :profeta Daniel está t:ll c l lLtgax sa!ltO ; el que)�;. entienda . » L�s jjcmanns de. aiios son

' de

siete aiios , segup·J�i�Y;� NR¡��,���Vit� ,

x x �- . 8 ) . Los retru�cos .y .-_lOi!!- ro:man�S ,� conocían tamhicn , r el Ta�mud .las emplea toda\'Ía mucho g1á::; _tg_�·�, :I&s :,mis���,f:S+.-:­b inos , Saadia.· QAAfi:;�( ,.4JQ�qr.!$�a,�- �'!-��� otros , han explic.:'1 .. do este t�xto por seníanas de años en su comentar·iP �Obre I)o.ulicl. Del mismo modo qu..:: 11ictc d í a,.s f9- rman 1:111a se· m :m n , así siete afros formaban una semana de años que. tel'minaba con .un ni10 d e sá· bado , en el que ni &e sembraba ni se hacía

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- 66 -recoleccion. Despues de siete semanas de años llegabá'un año de sáb:uio mucho más· solemn� aún ; era el jubileo en el que se hacia una restitucion universal de los bie� fles , en el que todos los esclavos recobra­ban su libertad y el Estado j u dio celebraba por decirlG asi , su renacimiento. ( Scpp , Vida, 1 , 128 ; :Michaelis. Der. mos, , 11 , 4 ) En otros pasages de la Sagrada Escritura se encuentran profecías muy espesiales , has­ta con indicaciones cronológiéas , como en Génesis, ( X V , 13 ) donde se fija en 4oo años la permanencia de los israelitas en Egipto¡ en Isaias ( xxm , 15. r ¡ ) donde se anuncia que Tiro , destruida y asolada 1 volverá á ft�:�­recer después de un periodo de ¡o años ; el mismo Profeta ( vu , 8) anuncia que Efraim dejará de formar un pueblo despues de tras· curridos 65 años y en otro lugar ( XXXVIII , 5 ) predice que se prolongará aún quince años la vida de Ezciquias¡ y Jeremías ( xxv , u ) predice los setenta años de la cautivi­dad de Babilonia ( Hengstenberg , Auten­ticidad de Daniel , x¡6. Aubeden, El prof. Da11, 71 ) . Jerem1as había indicado ya el

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- 61 -tiempo en que el Señor concluiría con su pueblo una nueva alianza máS intima, más elevada y más espiritual , que la que había celebrado con él por medio de Moisés , (Je­rem. , xxx i , J I ) : o He aqui que vendrá tl t:empo , dice el Señor , y haré una nueva �ianza con h casa de IsraeJ , y con la. easa de Judá ; no segun el plCto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto , pacto que invalidaron , y yo dominé sobre ellos. Mas este será el pacto· que haré con la casa de Israel despues de aquellos días , dice el Señor¡ Imprimiré mi ley en sus entrañas , yo la escribir6 en sus corazones : y yo seré su Dios , y ellos serán mi pueblo. 1) Pero Ageo predice de una manera mucho más precisa que en el templo edificado por Zo­robabel, despues del segundo cautiverio , se verla aparecer el Dios por el que suspiran las naciones como jamás había sido dado conteD)plarle en el santuario de Saloman. ( Ag. , u , 1 - ro ) : o Porque esto dice el Se• ñor de los ejércitos : Aón falta un poco 1 y yo conmoveré el cielo 1 y la tierra , y el

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- o� -mar y todo el universo. Y moveré todas las gentes y ven.drá el Deseado de todas las gentes , y h�:nchiré esh cas3. de gloria , · dice el Señor de los ejércitos. Grande será la gloria de esta última casa , más que la de la primera. 1) La palabra gloria { dóxa , J u. , r , I4. dóxa Kiirtz� , r . Ti m . , v , r 6 , ) tie­ne una signiticacion determinada, en este paralelo entre el antiguo y el nuevo temp lo ; es el simbolo de la presencia real de Dios sobre el arca y en su templo , en la colum· na de humo y en la columna de fuego. ('m. Reg. , VIII-, ro , u: ) : i Acaeció , pues , que luego que salieron los sacerdotes del san­tuario , una niebla llenó la casa del Señor , y los sacerdotes no podían estar ni atender á su ministerio á causa de la nube; porque la. gloria de Dios babia llenado la casa del Señor. » (Exod. , XXIV , 17 ) : 11 Y la imágen de la gloria del Señor era como un fuego ardiendo sobre la cima del moute á la vista de los hijos de Israel . ' Lo mismq viene á decirse en otros pasages (Exod. , X L , 34• , Núm. x1v , r o ; Is. V I , 3 ) .

L a aparicion más notable d e Dios , e s su

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- GO -. Encamacion en Cristo; por eso San Juan dice ( r, 14 ) : - Y hemos visto su gloria )) (dóxa), Mas el Salvador no vendria ro � deado de pompa y magnificencia segun anuncia Zacarías ( rx , g·to ) : o: Rcigocijate mucho, hija de Sien ; canta , hija de Jeru­salem; mira que lu rey vendrá á tí , Justo y Salvador: vendrá pobre y sentado sobre una asna , á saber , sobr� un pollino hijo de asna . . . Y anunciará la paz á los gentes y dominará desde un mar á otro y desde el rio hasta los confines de la. tierra. rt ( Mat.-, XXI , 7 ) : • Y trajeron la asna y el pollino ; y pusieron sobre ellos sus vestidos, y le hicieron �rentar encima. • Él ea el buen pastor que tiene piedad de su rebaño extra· viado , y que viene para darle pastos salu­dables; pero los ingratos le rechazan y esti· man su persona en el vil precio del salarii: anual de un criado: en treinta monedas de platJ.. Esta plata , munumento d�l crimen de su pueblo , fué arrojada en un lugar impuro cerca del templo : entonces quecló rota la antigua alianza. de Dios con Israel , y éste , el rebaño , fué dispersado. ( Zacar. ,

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- '70 -X I , 1 2 ) : • Y les dije á ellos : Si parece bien á vuestros ojos , dadme mi salario ; y si no dejadle estar. Y pesaron por mi salario treinta siclos de plata, Y me dijo el Señor : Échalo al a1farero , ese bello precio en que me apreciaron. ' ( Mat, , xxvu , 2 ) : • En� tonces Júdns , qúe le habla entregado , cuando vi6 que Jesl•s había sido condena­do , movido de arrepentimiento , volvió las treinta monedas de plata á los principes de los sacerdotes y á los ancianos. Y com­praron con ellas el campo de un alfarero , para sepultura de los extrangeros. • Y al­gun dfa Israel confesará. como su mayor crimen el haber dado muerte al justo , segun la expresion de Zacarías ( xu , 10 ) : « Y pondrán los ojos en mi á quien traspa­saron. &

· El último anillo de la cadena profética es Malaquías ( m , I ): • He aquí que yo envío mi angel , el cua"l preparará el camino ante mi faz, y luego vendrá á su templo el Do­minador, á quien busca is, y el angel de la alianza , tan deseado por vosotros. Vedle hoy que vie:) e , dice el Señor de los ejérci-

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- 7! -tos. Hé aqui pm· qué yo os enviaré el profe� ta Elias , antes que venga el dia grande y tremendo del Señor. » Él crea.ni un nuevo sacerdocio , despues de haber rechazado á. los hijos de Aaron ( Mat. , xvn , 9 ) : t Y sus discipulos le preguntaron y dijeron : ¿ Pues por qué .dicen los escribas que EU.as debe venir p r i m e r o ? Y él respondi6. y dijo: Elías en verdad ha de venir , antes de mi segunda venida , y restablecerá todas las cosas. Mas yo os digo que ya vine Elías y no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Asi tambien ha� rán ellos padecer al Hijo del hombre. ' El angel de que habla Malaquias es el precur­sor enviado por Dios para preparar el cami­no á Aquel que espera Israel , á la manera que Elías aparecerá. predicando penitencia antes del gran día. Y los sacerdotes de la n11eva alianza presentarán á Dios , desde el Oriente hasta el Occidente , una ofrenda sin m:�.ncha , á un en medio ele los gentiles, Poa· esto se hallan claramente anunciados , asi la itbrogacion de la antigüa ley y el carácter tipico , y por lo tanto transitorio ,

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- V! -del 6rden de cosas fundado por el Antiguo Testamento , como el establecimiento por el Mesias, de una nueva economía de la salvacion. · ( Mal. , I , ro , I r ) , u No está mi voluntad en vosotros , dice el Señor de los ej!!rcitos, ni recibiré ofrenda alguna de vuestra mano. Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone , grande es mi nombre entre las gentes , y en todo lugar se sacrifica y ofrece á mi nombre ofrenda pura , (1) porque gt·ande es mi nombre en­tre las naciones . • ( lbid , m , 3 ; ) : • Y purificará ·los hijos de Levi", y los acrisolará como oro y como plata y ellos ofrecerán al Señor sacrificios con justicia. � ( Lu. , xxn , Ig , 1. Cor. 1 XI , 24 ) : � Este es mi cuerpo , que será entregado por vosotros , haced esto en memoria de mí. � Lo que prueba que aquí se trata de un sacrificio real , es que esto se dice por antítesis al antiguo · sacrificio. Si no se tratara más que del sa­crificio interno , de la oracion , esta profecía no contendcla nada de nuevo , no habría

{t) Litarl\lmente: incienso . • . y Minja purn,

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- 13 -habido necesidad de un nuevo cuerpo de . sacerdotes , ni se hubiera podido llamar inmaculada á la hostia , porque la ora­cien del hombre no lo es; la misma ex­presion hebrea U injaJ, indica un sacrificio real .

El pueblo tenía de esta manera ante los ojos una imagen completa del futuro Me­sías , que le hacia mirar el porvenir COn confianza y observar las señales de los tiempos. Este espejo del porvenir , puesto ante los ojos del pueblo , . esta pintura maravillosa , en la que habian dado su pincelada cada uno de los pa·ofetas en el largo trascurso de los .siglos , representaba fielmente , y rasgo por rasgo , á aquel que babia de venir. Si por la naturaleza misma de toda profecta , la figura del �:Iesías se hallaba todavía rodeada de una especie "ile claro-oscuro , si no se hallaban resueltos aun todos los problemas , su semejanza , sin embargo , estaba bastante pronunciada , á fin de qnc todo hombre de corazon recto , todo verdadero israelita en cuyo cora.zon no hubiera falsedad ni apetitos camales ,

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- n -segun dijo el mismo Jesucristo á N:1tha: niel , pudiera reconocerl: y decir : Jesús de Nazareth es el Mes1as que debe venir , y en él y solo en él , hallan las profecias su cumplimiento - (Ju . , 1, 47 . ) Jesús se pre­senta declarando que es el Cristo, el Me­sías anunciado. Jesús ( Salvador , hebreo Yefh!Í!i ) designa su mision ; Mesías (jris­tós � ungido) su djgnidad. Él es el un­gido por excelencia , lleno del espirítu de Dios. � Yo sé que viene el Mesías , • le dice la Samaritana ( Ju . , z v , 25 ). Y Jes(Js la responde : � soy yo , (¡ue hablo contigo , , � Mirad , vamos á Jerusalem , y serán cum­plidas todas las cosas c¡ue escribieron los profetas del Hijo del hombre. • ( Lu , xvm , 31 ). Jestls se llama el Hijo del hom­bre , porque este es el nombre bajo el cual había sido anunciado ; Él es ( Dan. , VII , 13 , 14 ) el que aparece despues de la caida de los cuatro grandes imperios y recibe de Dios una gloria y un pode1· eternos. Es el Hijo del hombre , en la acepcion más emi­nente y ámplia de la palabra , el nuevo Adam , el jefe de la nueva generacion , de

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- 75 -la humanidad regenerada. « Y comenzando desde Moisés y de todos los profetas les explica todo lo que han dicho de Él las Escrituras Sagradas )) ( Lu. , xxiv , 27 ), Él manifestó su dignidad de Mesias y de Rey de los judios ante el supremo tribunal de su nacion , declaracion que fué el cargo principal de la acusacion dada contra Él y el titulo que se le puso e'n la cruz ( Ju. , xrx , 1 2 ) ; segun el dicho explícito de S. Mateo ( xxvu , 37 ). : ' Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: Este es Jes4s , el Rey de los judios, » ( Mnt. XXVI 1 63 Act. XVII 1 7 • )

Jesús de Nazareth e s el verdadero Me� sias ; pues todas las indicaciones de los tiempos marcados en las profecías , relati� vas al advenimiento del Mesías , le desig� nan claramente. En efecto : Él aparece en el momento en que Israel pierde su auto­nomia polttica , poco tiempo antes de la completa disolucion del Estado judío, y al expirar las sesenta y nueve semanas de años, á contar del decreto que ordena la reconstrucciC'n del templo, segun la profe­cla de Daniel ( Gén. , XLIX , Io ) , Ya el idu·

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- 76 -meo Her6des hizo poner durante su reina­do en Judea , un águila de oro sobre la puerta principal del templo, como signo de la supremacía romana. Despues de su muerte acaecida el año 750 de Roma, su hijo Arquelao gobernó algun tiempo la Ju· lllea , la Samaria y la Idumea en calidad de Ethna¡·ca; pcl'O no tardó en ser desterrado. Entonces la Judea fué incorporada á Siria , y regida por un procurador romano. « No conocemos otro soberano que CéS'lr , � di­cen los sumos sacerdotes y los acusadores del Señor. Los gobernadores heredaron el poder rea l ¡ y aunque el Sanhedrín conser­vó todavia una especie de autoridad en ma· teria de religion , probablemente aún el de· recho de hacer apedrear al culpable de un crimen previsto por la ley de Moisés , que­dó reservado al goberna.dor el derecho de vida y muerte en las causas politicas, se­gun se desprende claramente del pasaj e : � Y todos gritaron : ¡ Que sea crucificado ! ( Mat. , xxVI I , 23 ; Dcellingc r , H1g. y Jud. 766.-El cr. y la lgl. , 457· Jos. Flav. An· tiquit. xx , 9 ) , Apenas babia pasado una

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- 77 -gencracion 1 cuando la ruina de jerusalem y ele su templo 1 bajo Vespasiario , el año 70 despues de Jesucristo 1 arrastró en su destruccion los últimos vestigios de la auto­nomía política de los j udios. Segun hace notar un ingenioso escritor 1 u el tiempo de la primerA venida de Jesucristo está. pre­dicho ; el tiemPo de la segunda no lo está , porque la pdm�m debía verilicarse sin os­tentacion· ni aparato , en medio de una pro­fmtda humildad , pero la segunda debe ser manifiesta de tal inodo , que sus mismos enemigos la reconocerán. 4 ( Pascal P,;us. , I I , 8.0) �

Aclararemos aún más la cuestion crono-16gica. ( Dan. , u: , 2-f. , 2 7 ) Esdras obtu­vo el permiso de volver á Jerusalem y de reedificar la ciudad el año vigésimo del rei­nado de Artájerjes Longimano , el año 298 de Roma, 458 antes ele Jesucristo. (r Esdl". , 7 - 1 0 y 'l'eocloret. á este l . ) Añadamos al año 298 sesenta y nueve semanas de años , es decir , cuatrocientos ochenta y tres años , y la aparicion de Jesús en la vida pública habría tenido lugu· el año 78 I de Roma.

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- 78 -Segun los cálc:ulos más prob'lbles , Jesús nació el ,p.ño 7 50 de Roma. Habiendo sido sacrificado el Mesias en la mitad de la 70.11 semana , la muerte de Jesús tuvo lugar el año ¡84. Los comentaristas han encontra­do grandes diflcultades para fijar exacta­mente el punto de partida de esta profecía , tanto más, cuanto que el permiso de re­construir la ciudad se. dió por dos veces , en el sétimo y en el vigésimo año del rei­nado de Artajerjes. ( Nehem, , I I , I ) Pero estas diferencias de algunos años nada sig· nifi.can con relacion á la crenologia en ge­neral. Porque á.un suponiendo que cada israelita y discípulo del Señor no conociera exactamente la cronología , podía, sin em· bargo , darse cuenta de la época en que debía aparecer el Señor de una manera muy aproximada , lo cual prueba además la espectacion febril que precedió á la ve� nida de jesús, ( Luc. r. GS ; u , 2G). • Al� gunos creen tener razones p:ara. fijar antes 6 despues el principio del reinado de Arta� jerjes ó la muerte del Señor . . . Pero los pocos años s')bre que pudieJ:a versar la diferencia,

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- 'i9 -en un periodo de cuatrocientos noventa , no constituirían nunca un!l: cuestion i m ­portante. Mas Dios h a cortado l a dificultad , si es que la había , por una decision que no admite réplica. Un acontecimiento mani­fiesto nos coloca sobre los refinamientos de los cronólogos : la ruina total de la nacion judáica 1 que sígilio·tan de cerca á la muer­te de Jesucristo , hace que lOs. menos pers­picaces conozcan el cumplimiento de la pro­fecía. » (Bossuet , Discurso, u.) Jcsusristo aparece en el segundotemploconstruidopor Zorobabel despues del cautiverio , Y el cual debía tener la gloria de ser visitado por el Mesías antes de su destruccion definitiva , segun 1!1 prMiccion de Ageo ( I I 1 6-9)� Él viene cuando el sacerdocio de Aaron servía todavía el santuario , sacerdoci� que iba á ser bien pronto abrogado , con todo el con· junto del culto mosiiico , y reemplazado por un sacerdocio y por un culto nuevos 1 como lo habia anunciado Malaquías ( I , x o , I I ; I I I 1 3 ) ; Él viene después que el precursor ha predicado penitencia segun el espíl'itu de Elías , y cuando todo Israel suspiraba

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- so -ardientemente p;,r aquél qll� debh ven i r. (M!tlaq. , I I I 1 r ; Luc. , r , 76 ) : ft Y t(J , niño , serás llam1do profeta del Altí simo, porque ir.i.s ante la faz del Señor á apare­jar sus caminas » ( Mat. , r u , r . ) : « Y en aquellos días vino el Bautista , predi e ando en el desierto de Judea , y diciendo : Ha­ced penitencia p�rque se acerca el reino de los cic::los . . . Porque ya está puesta la segur á la raiz de los árboles . . . y., en verdad os bautizo en agua para penitenci a ¡ mas el que debe venir en pós de mí , es más po­deroso que yo. • ( J-u. , ·r , 30 ) . '!'odas los hechos y circunstancias prueban cuán im­pacientemente se esperaba al Mesías ; lo mismo las manifestaciones del pueblo que los enviados del Sanhedrin á S. Juan Bau­tista. ( Ma� . , XVI 1 I 4 1 I 7 i XI 1 I 4 i Mar. 1 VI , I j j VI I I , 28 ¡ I X , I l j Luc. , I X , 8 ; Ju . , I , I g . )

E n Jesús s e m<�.nifiestan todos los carac­téres con que deQcriben los profetas al Mesias. Es hijo de Abraham , de la tribu de J udá , de la familia de David , nacido en Belem_de una. Vírgen , y su venida á este

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- SI -mundo fué tan humilde y sin bri U o como han sido admirables su vida públ ica y sus obras, ( Gen. , XII , 3i XVIII , r8; Mat. , I , i ; XLI X , 1 0 1 I , 2 ; 11, Reg, , VI I 1 l 2 j Miq. ,·

v , z ; Mat. , u , 6 ; Is. , vn , u ; Mat. , r , zo ; Zac. , rx , g , ro ; Mat. , xx r , S i Is. , rx , 6; Ju. , xv , 24 ) : �t Si no hubiese hecho entre ellos obras que ninguno otro ha he­cho , no tendrian pecado. � Segun estaba predicho , sufrió la ignominia , el dnlor y la muerte ; pero tambien subió á la gloria. En efecto ; todas las circunstancias de su pasion se habían predicho minuciosamente. ( Salm. , XXI j ls. , LI I I j Zacar. , IX . ) n Él será rechazado por los jefes de la sinagoga , entregado por sus comensales , abofeteado , escupido y escarnecido , y se le dará á be­ber hiel. • ( Salm. , cxvr r , zz; X L , r o ; LXVI I I , zz ; Isai . , L , 6 ) . Despues · de su muerte , la ciudad y el templo son arrui· nados, los hijos de Israel se dispersan

entre todos los pueblos , y permanecen sin rey y sin princip:: , sin sacrificio y sin altar , sin Efod y sin Terafines. ( Os. , X I I ,

4 , ). Establécese una nueva alianza , uq

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1- 82 --f nuevo sacerdocio y un nuevo sacrilicio , y es predicado el Mesías á los gentíles , que afluyen de todos los extremos de la tierra ·para adorarle ( Mal. , t , 1 0 , t i ; Mat . , XXVI , 26 ; I . Cor. , XI 1 24- i Is. , LX , 6I j L.XI I , 63 ; Rom. , x , t 8 ) . Jesús , pues , es el verdadero Mesías , y solo él puede serlo. Fué anunciado un Mesías , y los judíos y los paganos le han esperado , pero si es cierto que ha sido predicho y que se le ha espe­rado , no lo es menos que ya ha aparecido. Él debía nacer en Isn1.el , nacion dividida en tribus , cada una de las cuales podia seguir , con entera certeza, su genealog1a hasta Abraham¡ y al Mesias muy princi .. palmeo te se pide exacta cuenta de su ge­nealog1a, De aqui se infiere que ha debido venir por necesidad cuando aón subsist1a la antigua organizacion político-religiosa de dicho pueblo; pero esta ha sufrido un completo trastorno hace · mucho tiempo ; Y"Se- ha hecho imposible para siempre despues de la dispersion de los judios, Él debía visitar á Israel en una época en que pe llevaban todavia al templo las ofrendas

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- 81 -exigidas por la ley , en que los hijos de Aaron continuaban formando el cuerpo sacerdotal y los levitas una!tribu)eparada , ·y en que estuviese todavía en pié el templo, á fin de que sirviese de punto de reunion á tOdos los que observaran el culto , del cual era la condicion fundamental é in�ispensa­ble. Hoy todos los privilegiOs están aboli· dos ; es verdad que el pueblo judío tiene todavfa la ley , pero esta no tiene significa� cion ni aplicacion sino en el supuesto de que aún existan el templo y la autonomia política. Sin eso no tiene razón de ser. De aquí proviene la contradiccion , fatalmente inherente al pueblo judio , �e que ; basado en el porvenir, y debiendo progresar por su misma naturaleza , se haila encel·rado en el culto de la letra muerta y de ceremo· nias privadas de su signiRcacion 1 y se ha sobrevivido á a1 mismo sin haber alcanzado su desarrollo. No pudiendo cumplir real:­mente las prescripciones de la ley 1 se ha contentado con la apariencia y con el formalismo externo rabínico¡ y, poseyendo el espíl'itu nacional en el más alto grado 1

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- 84 -está condenado á andar disperso por to � do el mundo. El mismo Talmud ( Schcett� gen , Di Mcssia, v, 489 ) , confiesa que han trascurrido ya los periodos mesiánicos. El Rabbí ha di,cho : 11 Todos los términos tienen su fin ; » y el mismo Maimonides :K�nfiesa que : � Los sábios , -sea bendita su memoria , nos han prohibido calcular la época de )a venida del Mesias , porque el pueblo se ha escandalizado de ver que ha pasado el término fijo y que no ha aparecí· do. Por eso dicen los sábios : ¡ Malditas sean las almas de los que calculan las épocas , porque son un motivo de están· dale para el pueblo. � (1 ggc.rctl' lmttcman , 1251 41 Sepp. Vida de ]eso , I V , 281 ; SchOttgen , 1: c. ) , Pues bien , todas estas circunstancias concurren á maravilla en la venida de Jesucristo.

Todas las indicadas instituciones desa­parecieron para siempre al poco tiempo de la muerte de Jesús , y aun se prohibió á los judios entrar en la nueva ciudad lElia Ca­pitalina , que el emperador Adriano edificó el año 131 sobre el lugar de la antigua je-

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- 85 -rusalem , completamente destruida y arra� sada. 11 Una vez al año, el día del aniver­sario de la destruccion de la ciudad se vé á un pueblo caminar tristemente , y á viejos, cubiertos de cenizas y con los vestidos ras· gados, llorar sobre las ruinas del templo. Entonces , ·si quieren detenerse algún tiem· po , el despiadado -soldado les exige una g¡·atifi.cacion , y les hace pagar sus lágri­mas. » ( Hieronym. In Soph. , : u . ) Los cautiverios de Asiria y de Babilonia no ad­miten comparacion con el estaclo actual de los judíos ; pues estas pruebas fueron de corta duracion 1 y Dios suscitaba entonces profetas para consolar 4 los vencidos y volverles la esperanza. Esta circunstancia arranca á Holdheim la siguiente confesion: « un estado de cosas que hace más de diez y ocho siglos ha salido del circulo de la sociedad humana y del dominio · de la historia 1 no puede , en manera alguna, con­siderarse como provisional 6 transitorio D (La l.:y ccremo1�ial Clt al rci11o dcl Mcsfas . ) Miqueas é Isaias florecieron durante el el cautiverio de Asiria; Jeremias y Daniel

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- so -durante el de Babilonia , y ellos anuncian al pueblo su próxima libertad, Los juclios volvieron de estos destierros con todas sus instituciones , con su organizacion po­lítico religiosa entera ¡ así el pueblo quedó , como antes , dividido. en tribus y en fa­milias ¡ Le vi continuaba dando los sel:­vidores del templo ; Aaron los sact:rdotes� y la raza de David esperaba cori la mismA. confianza que siempre al Meslas , que de­bía salir de �u estirpe. Por consiguiente , después de la destruccion de la ciudad y del templo ¡ despues de la supresion de las funciones sacerdotales y de la dispersion de Israel entre los pueblos , el Mesía., no puede ya. aparecer en las circunstancias que., segun las profeclas , debian acompa­ñar ineludiblemente á su venida, De donde se infiere que , 6 la prediccion y la espe­ranza del Mesías no tienen objeto y son una· vana ilusion , lo que para nosotros es inadmisible , pcesto que contradice ade­m.ts hechos probados al crisol de la cri­tica más exigente y lo que los judios mis­mos estan léjos de conceder ; ó ha hecho

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- 87 -necesariamente su aparicion en la tierra.

Entre los pretendientes al título de Me� síns , Jesús de Nazareth es el único en quien se 1-ealizan todas las predicciones. Sólo Jesús es el Cristo; s6lo él puede ser el Mesías. Por eso el último objeto de la profecía en Israel fué mostrar el cumpli� miento de todas las predicciones prof6ticas en la persona de Jesús , haciendo ver la perfecta armonía entre el l\Iesias descrito por los profetas y la persona hist6l'ica del SeJiOJ', Dios no deja á. la multitud igno� l'ante el cuidado de aplicar los datos ptofé­ticos al presente , ni de eatablecer la com­paraeion entre la idea mesiánica y la personalidad real del SalvadOr; Juan , el último y el mayor profeta de Israel , se pre­senta .después ele 1:11 silencie. de la profecla de doscientos cincuenta años y él señala , como con el dedo , la realizacion de las promesas, el parecido de las figuras con el modelo y su pe1·fecta conformidad. 11 He aquí el cordero de Dios , he aquí el que quita los�pecados del mundo� , ( Ju . , x , 29) son sus palabras, La obra pl'Ofética que

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- ss -babia comenzado en la aurora de la histo­ria , halla en él su remate y su consuma­cien. No dice como sus predecesores : Ven� drá , sino : -Vedle. Asi es que el último de los profetas es el primero que publica la venida del Mes1as y que cree en él. ( Ju. ; 1 1 3-f ) : • Y yo le vi , y dí testimonio de que este es el hijo de Dios. e Lo mismo dice el himno de la Iglesia: • Ceteri tantum cecinere Vatum-Corde pr2sago jubar affu­turom ,-Tu quidem m un di scelus auferen­tem - Indice prodis. • Efectivamente ; los demás profetas no hicieron más que anun­ciar la venida del Salvador, como por un presagio del corazon; Juan le señala con el dedo.

Pero ¿ por qué ha. rechazado Israel al Mesias y corrido en p6s de su perdicion , toda vez que , habiendo venido Jesús al mundo , toda la economía del Antiguo Tes­tamento había alcanzado su fin y no tenía ya razon de ser ? Facil es la respuesta. En primer lugar , se había predicho que la mayor parte del pueblo le rechazarla. La rebelion que estalló , poco despues de la

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- 89 -muerte del Salvador, el año 66 despues de Jesucristo , y que tuvo por resultado h destruccion de la ciudad y del templo , no hiz.J más queejccutar la sentencia que:Israel mismo habla pedido que cayera sobre su ca­beza. ( Mat. , xxvr r , 25 ) : • Caiga su san­gre sobre nosotros y sobre nuestro� hijos. • Además , este acontecimiento quitó el obs­táculo que retenia hasta entonces cautiva á la naciente Iglesh¡ ya que durante este tiempo había recogido en su seno todos los mejores elementos de la sinagoga , todos los verdadel"os hijos de Abraham. La San­tísima Vírgen , que era una personificacion de Israel, Isabel , Ana, Zacarlas , Simeon , Natanael, los Ap6stoles del Señor y los millilres de hombres que creyeron en él eran los verdaderos israelitas (Ju, r , 48 ) . Para ser israelita, segun la carne , bastaba el nacimiento; mas , para ser confesor de Jesucristo , se necesitaba tener una fe libre, ¿ Por qué , pues , admirarse de que no fue­ran elevados todos á esta bienaventurada fe ? En cuanto á la repulsion de que fué objeto el Salvador, provenía de In depra-

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- oo -vacion de costumbres que invadía á casi todo el pueblo , y de una adhesion exage­rada á la letra y á la forma exterior de la ley. Josefo no� puede ser más explícito sobre este particulaL' ( BeU. , ]1«1. VI , 2 ) : � No puedo menos de manifestar lo que en mi opinion reclamaba semejante estado de cosas ¡ pero creo que si hubieran tardado los romanos en castigar á esta raza per­versa, la hubiera aniquilado un temblor de tierra, un diluvio 6 los fuegos de Sodoma ¡ porque las gene¡·aciones asi casti¡:,'Udas no fueron tan impias y tan criminales como ella. » Las palabras de San Esteban mori­bundo son el j uido de Israel , confirmado posteriormente por toda la historia. » Duros de cerviz é incircuncisos de corazon y de orej�s , vosotros resistís siempre al Espíri­tu Santo , y sois lo mismo que fueron vuestros padres. ¿A cuál de los pro retas no persiguieron vuestros padres? Ellos mata­ron .á los que anunciaban la ve11ida del Justo , del cual vosotros habeis sido trai­dores y homicidas. � ( Act. , VI I , s r ) Y Jeremías se lamenta diciendo : ( I I , 30. )

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- !H -o Vuestra espada flcab6 con lo'llestros profe­tas. e ft Ellos se apartaron de tí , Señor, y meno& preciaron tu ley , y .mataron á tus profetas , que los conjuraban para que se convirtiesen á ti , » son palabras de Nehe· mías (u Esdr. , xx , 26) .

Agréguese á -esto que la direccion del p ueblo estaba completamente eo manos de los farh.eos y de los sacerdotes sus aliados ¡ y que en esta época hasta la dignidad de sumo sacerdote se hallaba corrompida y era venal; en tan to que los fariseos estaban h inchados con su conocimiento de la. ley, contentos de sí mismos porque observaban p untualmente su letra; y persuadidos de que eran los escogidos y los privilegiados de Dios. En semejante disposicion de es­

p íritu , debían ver con profunda envidia que Je5ús extendiese peco á poco su circulo de accion entre el pueblo ; y las reformas morales que este galileo , para ellos igno· rante , llevaba á cabo, con rapidez extraor­dinaria , herían asimismo profundamente á estos cscb.vos de la ley; El , que no es­taba instruido en sus escuelas, ni admitía

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- 92 -su interpretacion tradicioml de los lib¡·os santos, tenía la audacia de humillarles con frecuencia en el templo con respuestas tan oportunas como acertadas. ( 1\lat. , xx x , x6 , 23 ; XXI I , I ] . ) Así su-:edió que' , como sondeaba los corazones y respondía más bien á sus penumientos que á sus discur­sos , su penetrante palabra, al manifestar el interior de sus almas, encendió en sus corazones un odio salvajC , tan implacable que no halló satisfaccion más que en su muerte . (]u. , XI, 47· Dcellinger Cristo .. 13. ) Todos los profetas fueron mártires, segun el testimonio de San Esteban ; ( Act. , v:cr , 5 1 ) y el más grande , y por mejor decido , e l Rey de los profetas , Cristo , debia ser tambien el Rey de los mártires. La gracia inefable que dispensó al mundo por su Encarnacion , inflam;) la rabia de los espíritus impuros, y les excitó al combate. Tal fué siempre el efecto de la gracia ; atrae hácia si todos los sen ti· mientas noble!3 , al paso que las más in­dignas pasiones se endurecen en el mnl; obra á la

' manera que el sol que ablan-

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- 93 - ., da ciertas sustancias y endurece C'tras.

Pero lo que dominaba en el ánimo de casi todo el pueblo judío era la esperanza de un poderoso rey de la tierra , de un libel"tado[ politice y de un conquistador destinado á hac¡.r triunfar á Israel de todos sus enemigos. E�>ta idea preconc�bida , profundamente arraigada en el ánimo de los judíos carnales , no permitia ver el Mesías prometido en aquel que no se pre· sentara á la cabeza de un poderoso y victo· rioso ejército. No se atendla en las profecias mesiánicas sino á aquello que halagaba la vanidad nacional, el amor propio y el odio al extrangero, y se cerraban los ojos t todo lo que no pud_iera interpretarse en este sentido. Se ol\'idaba de tal manera la otra série de profecias, las que representan al Salvador pobre , humillado , sufriendo co-­mo el servidor del Señor, que , en desprecio de las tradiciones de un tiempo mejor , se atribuían á otro personaje completamente distinto.

Unicamente aquel que , por la profecía del � Siervo de Dios 11 , que es glorificada

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por la Pasion y la muerte , babia llegado á comprender que sólo poa· este camino debia realizarse el plan divino de la Salvacion , se hallaba preparado para nr en Jes(as al Mesias prometido bajo la modesta y humil­de apariencia del Siervo d� Dios. ( Schrett­gen , Horasl:ehr. VI, rn. Con. DJ r.:p. h�b. , I , xvn . ) En lo.s últimos tiempos se dis­tinguieron dos Mesías : el Mesias hijo de de David , y el Mesías hijo . de José. Esta misma division de la persona del .Mesías nos hace suponer como más antigua la idea de que el camino del Mesias tenia que pa­sar por el suplicio de la muerte ( Berthold , Crislolog, , 75 ) . Los mismos discípulos del Señor solo á duras penas lograron habi­tuarse á la idea de un Meaias sufl'iendo y

crucificado , á pesar de su trato incesante con el Señor durante b·es años consecuti­vos. ( .Mat, 1 XVI 1 22 ; XVI I 1 22; Luc. 1 XVI I I , 3-1-i Act. , XXVI , 23 ) . Tambien tu­vieron ellos dificultad para distinguir entre la primera y la segunda venida del Mesías. Toda profecla viene á ser un conocimiento parcial del asunt.o: � porc¡ue ahora. nuestro

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- 93 -conocimiento es imperfecto é imperfecta la profecía - ( r Cor; X I I I , g ) ; por eso las profecias van acompruiadas de algo enig· mático , son como una lámpara que brilla en la Oscuridad (Iren. C . Hrer. I V , 2 1 . Orig. i n Joan. vr , ¡ z ). Segun y a hizo no· tar S. Tomás ( Sum. I I , II. c, 171 , 2. 4), como la iluminacion de los profetas no era ni habitual ni general , el porvenir aparece en cada profecía sólo parcialmente y á ve· ces presenta contradicciones aparentes; al

· mismo tiempo sucesos que se hallan entre sí muy distantes a parecen , en la perspec· ti va profética , como en inmediata sucesion cronológica ; á lo que Debe ·en parte atri­buirse su oscuridad. ( Reusch , bJtrod. 86.) En las pl·ofec ías ·mesiánicas aparecen como realizados hec hos que han de ocurrir á la conclusion de los tiempos ,. como el triunfo definitivo del reino de Dios que a6n esta­mos esperan do y se nos presenta ya reali­zado con la venida del Mesías , cuyo reino se describe con caracteres tomados de Da­vid y de la magnificencia Salom6nica. o.Los profetas componen la prediccion de las co-

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- · -sas futuras de tal manera que , hablando en tiempo presente, mezclan en su lengua� ge ambas épocas y predican así la gloria del reino de Cristo� (Hieron. In Mal. 1). De esta" manera muchos, :esperando este glorio� so triunfo, se olvidaron de que el reino del Señor es, ante todo, una soberanía sobre las almas. P11ede verse la idea material y gro­sera que , aun en nuestros dtas, se for­man los judíos del Mesfas y de sus obras. tales como la montaña de las Olivas, sepa· rada en dos, la victoria sobre Gog y ldagog, en el MwJimen jidei de Wagenseil, ( Tela ig1ua Sattm. , t6. )

Isrc.el nos orrece el ejemplo de un Estado esencialmente religioso , como Roma el de una religion de Estado }'i'tan difícil era á uno y otro elevarse hasta la idea de una religion universal , que descanse en la distincion de la vida religiosa y de la vida politica y civil. Pero Cristo no se apareció á la cabeza de un ejército , ni excitó á la guerra contra los aborrecidos romanos ; como que venia para obrar una restauracion moral y no política; esta. fué la causa. do

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- 97 -que se le rechazara. Fué enviado para anunciar la buena ·nuev a á los ge 11tiles, no para hacerlos eso::lavos del pueblo elegido ; y á los ojos de los fariseos , s emej ·m te designio m�recía la m :.1-:rte. ( Act. , XXII , 2 1 , 22 ) : 11 Y m! dijo el SeñJI' : Vé , pJr que yo te enviaré á las naciones de léjo!J. Y le b:lbían escuchado,hütalesta palabra , mas levantaron entónces el grito , diciendo : Quita del mundo a tal hombre , porque no es j usto que Viva. t Con esto queda dem,s· trado porqué Israel ha reclm:n.do al Mesias,

Hasta aquí no hemos considerado m is que bajo un aspecto las pruebas que se sacan de las prof�cí�:; 1el cumplimiento de todas en Jesucristp, M1.S jesucristo es, á eu vez , un profeta i�bn profeta mayor que Moi::.és , y que todos los demás·profetas ¡ · es el profeta y el flllldadbr .de · · la nueva alianza, el autor de la nueva ley. Del m ismo modo que el pr&feta del Antiguo Testamento vislumbrab::�. en s�;� vision pro ­fética la historia del porven ir 1 como p;:e ­sente 1 y la exponía en sus principales rasgos ante· las curios9.S miradas de su

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- lB -pueblo , que de este modo se informaba de la razon y del fin de los caminos por los cuales le conduela D ios , así tambien Jesucristo , al responder i sus discípulos , les indicaba , con segura mano , el plan de nuevo templo de Dios en la tierra , su por\•enir y el de la Iglesia que iba i fun­dar. Su palabra profética , como un rasgo luminoso , penetraba hasta el mú lejano porvenir , y aunque deja envueltas las cosas secundarias bajo un espeso velo , permitía distinguir con precision los gran­des acontecimientos y los puntos culmi­nantes de la histOria de su Iglesia.

En efecto ; Jesús predice lo que debe sucederle á Él mismo , así como á sus Ap6stoles , su pasionliJII!m resurreccion ; anuncia la negacion de San Pedro , cuando éste no podía siquiera creer en ella y la traicion de J údas , que ninguno de los discipulos sospechaba. Abramos los E van­gelios : ( Mat. , XVII , 2I ; XX , 1 8 ; Marc . , x , 33 ; Luc. , IX , 44 ; Ju . , x , 17 : ) R He aqut , nosotros subimos á Jerusalem, y el .Hijo del hombre será entregado á los pr1n·

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- 99 -cip:s de los sacerdotes , y á los escribas , y � los ancianos , y le sentenciarán á muerte , y le entregarán á los gentiles, le escarne­cer4n , y le escupirán , y le azotarán , y le quitarán la vida ; y al t�. d1a resuci-­tará. � ( Mat. , x , 1 7 ; Luc. , xxr , u ) : o: Ellos os harán comparecer en sus audien­chs y os azotará.n en sus sinagogas , y sereis llevados ante los gobernadores y loa. reyes por causa de mí 1 en testimonio á ellos y á los gentiles. • ( Mat. , xxvr , 32-34 ) : e Respondi6 Pedro y le dijo : Aunque todos se escandalizaren en tí , yo nunca me escandalizaré. Jesús le dij o : En ver· dad te digo , que esta noche , antes que cante el gallo , me negarás tres veces. • (Ju. , XII I , 21 ) : o: Habiendo dicho Jesús estas cosas se turb6 en su corazon , y abiertam�nte declar6 y dijo : En verdad , en verdad os digo , que uno de vosotros me h_ará traicion. » ( Ju. , xui , 28 , 29 ) ..ttsi� mismo predice tambien la suerte de su pueblo y la destruccion de la ciudad y del templo , indicando las circunstancias que debían acompañarla : • Estos hechos s;

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- l�l -cumplirán ántes que pase . esta generacion ( Mat: , x!.Iv , 3 � } , se levantarb falsos profetas ; no quedará. piedra sobre piedra del templo ( Luc. , XIII , 2, 22 ) , é Israel slft'á dispersado para siempre entre los pue­blos . • (Mat. , XXIV 1 . 2 i M1.rc. , xm , 2 ¡

Luc. , x rx , 42-44 ; xx.i: , 6 ; i\Iat . , xx1v , 25 ) : « Ved que os lo he dich'l de ante­mano. • ( Luc, , .x111, 43 ., . 44 ) : • Porque vendrán días contra ti en que tus enemigos te cercarán de trincheras y te pondrán cerco, y te estrecharán por todas partes ; y te derribarán en tietra , y t tus hijos que están dentro �e tí , y no dejarán en tí piedra sobre picidra , por cu anto nO cono­ciste el tiempo de tu visitacion. o ( M!l.t. ,

XXIV , 5 ) : • Porque veniftil'n muchos e11 mi nombre y dirán : Yo soy el Crist!l ; y á muchos engañarán. � ( xxn• , 2 � ) : u Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profe-

4,.as. • ( Luc. , XXI , 2 4 ) : , y c:terán á filo de --�da , y serb llevados en cautivedo á tódiit¡ I_as naciones , ]el'Usalem será hollada de �� gentiles hash qu� se cumplan los tiem�s de las naciones . l )

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- i O l -Jesucl"isto ha predicho todos estos hechos

con la certeza tranquila y profunda que caracteriza cada una de sus palabras. Como se vG , el porvenir está presente para él ; es un libro abierto en el que lee , de la mist!'a manera que lee en la vida m!s íntima y más secreta de cada homl>r� (j.u. , . I , 4 8�

so ) : ' Nathanael le djjo : l De dónde me conoces ? Respondió Jesús y le dijo : Antes que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera. •· < Ju. , V[ , 71 , 7z I I 1 . :z..¡. ; Mat. , rx , 4 ) : « Mas el mismo Jesús no se fiaba de ellos , porque los co� nocía á todos. ' Ya. prediga uno de lo acontecimientos que trastOrnaron y ca m· biaron la fáz de la tierra , 6 ya obre un prodigio ó la accíon más ordinaria , reina siempre en él la misma calma divina ; ya produzca un milagro en · el 6rden de la naturaleza , como una curacion repentina , ó bien en el imperio de los espíritus , como una profecía, nada le admira. Es que lo sobrenatural es para. él natural , y Jesu· cristo hacía sus predicciones en una época y en circunstancias en '¡Ue la terrib

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- 102 - j catástrofe que iba á cael' sobre el pueblo· judío , lejos de ser prevista por nadie , pa­recla contraria á todos los cálculos de la

�olitica humana. Y sin embargo, la historia confirma el

cumplimiento de tollas sus profeclas. El pueblo , segun cuenta Josefo , seguia con una ciega credulidad al primer impostor que se presentaba como profeta , como precursor del Mesías ó como el Mesh.s mismo. A partir' de 'fheudas , que apareció muy poco despues de la muerte de Jesu · cristo , el año 45 , no se pasa un período de diez años sin que se presenten falsos pro· fetas y falsos :\Iesías. ( J os. , Bell. Jud. , II , lJ i YI , s ; Antig. , :xx , 7 ) · Mientras estaba ardiendo el templo seis mil hombres seguía11 á un falso profeta que , prometién· deles la salvaci on , les condujo á un lugar inmediato al templo , donde todos hallaron la muerte. Los contemporáneos de Jes(IS presenciaron la ruina de la ciudad y del templo , toda vez que la rebe:ion estalló el año 66 de la era cristiana. Varios prodigios habían anunciado el acontecimiento. ( Luc. ,

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- i\)3 -XXI , u . ) ft Y habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo. » • Por la noche, dice Tácito (A m,. , v, I3 ) , se veían ejér­citos que combatían , el resplandor de las armas , el t e m p 1 o iluminado repentina­mente por el fuego que venía de lo alto , las puertas del �antuario se abrtan por sí misma s ' y una voz sobrehumana anunció que la divinidad se iba , y por la parte de arriba se oyó un ruido como de muchos que salían . » (Josefa, vr , 5 ) . Siete años consecutivos dur6 la guCITI. con un furor indecible , cada palmo de terreno ganado por Tito y sus romanos les costaba un combate , el encarnizamiento inexorable de los sitiadores y la indomable exasperacioÓ de los sitiados , mostraban todo el odio que se proresaban mútuamente judíos y roma­nos , los dos pueblos más orgullosos de la tierra. El número de los muertos se elevó á un millon segun el cálculo de ]osero , y cerca de noventa mil se vendieron como esclavos. ( Bell. jud . , VI , g ) ; cumpli6n­dose el dicho trasmitido por San Lucas ( xxr , z4 ) : � Y serán llevados en cautiverio

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- iM -1 á todas las naciones . » La peste y el ham� bre causaron todavia más muertos que el hierro , segu11 estaba tambien predicho • . ( Luc. , xxi , 23 ) : e Mas ¡ ay d e las preña� das y de las que den de niamar en aquellos días ! » Maria , la hij!l- del noble Eleazar, mató y asó á su propio hijo , dando la m i ­t ad de él á una turba da soldados ham� brientos; hasta en el campamento romano causó horror la narracion de este l'epug­nante suceso ( Jos. BelJ. vr , 3 ) . A pesar de la. política romana , que ordinariamente respetaba las capitales y .s�bre todo los santuarios nacionales , y no obstante las órdenes formales de Tito , que queria sal� var el templo , ciudad y templo fueron destruidos. Muy al contrario sabemos que la dominacion i'omana nada hizo perder de su antiguo explendor á Siracusa, Antio · quía y Alejandr:a. Gran número de judíos , que tenían su dolJlicilio fuera de Je¡·usalem, pero á quienes la celebracion de la fiesta de la Páscua babia atraiclo á la ciudad santa , pereci�ron igualmente. Sólo los cristianos , acordándose de la prediccion del Señor ,

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- lf'il -habtan abandonado la poblacion y retirá· dose á Pella', colonia griega de la otra parte del Jordán. ( Eus. H. E. , m , 5 ; Epif. , De pont. et mens. v } ; porque se les habia dic�·10 ( Luc. , xxi , 20 ) : a Cuando viereis á Jerusalem cercada de �n ejército , entonces sabed que su desolacion está cerca. Ent6nces los ..que ·· estén en Judea huyan á los montes. � Paa·a la naciente Iglesia , empeñada en una lucha á muerte con la sinagoga, el cumplimiento de la profecía de su divino Maestro , de tan terri· ble y manifiesta manera , debi6 ser un mo· tivo poderoso de confianza ; al contrario , para los judf.os un objeto do reflexion qae no dejarla. de quebrantar la tenacidad de muchos. Los judios , al rechazar el Cristia· nisrno , acarrearon.la caida de Jerusalem¡ porque si hubieran admitido la nueva reli · gion , habrlan observado muy distinta con· ducta, no hubiera estallado la revolucion suscitada por el ódio. El cumplimiento tan súbito y tan exacto de esta profecía , es una prueba tan poderosa , que el ateismo moderno ha tratado de crludirla. Strauss

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- 1(6 -pretende ( Vida , 11 , 367 ) que esta. predic­cion se hizo despues de verificado el su­ceso. Pero la época en que se redactaron os Evangelios , muy anterior á los hechos

predichos , contradice semejante asercion. El mismo Strauss admite que los Evange­os se han compuest'l , en el espacio de

treinta años , despues de la muerte de Jesucristo ; lo que prueba que ya se leyeron en Jerusalem antes de la destruccion de la ciudad. ( Strauss. , l. c. , 66 ) . Los Evan­gelios refieren , además , detalles y circuns­tancias anteriores :6. dicha destruccion , con· una verdad que no hubiera podido imitar t'.n historiador posterior á este aconteci­miento , porque todo se cambió y trastornó despues. Otro hecho viene aón á atestiguar dicha profecía¡ es la emigracion de los cristianos , cuando nadie sospechaba el fin desgraciado de Jerusalem , y que de esa manera se libraron de· la catástrofe. Final· mente , si esta profecía se hubiera com· puesto post eve11tnm , llevaría un carácter más histórico , y la sentencia que condena á Israel no cataría en tan íntima. relacion

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- to1 -con la prcdiccion del juicio universal , como lo vemos sobre todo en San Mateo , ( xxiv , 29 ) . Por otra parte el cumplimiento de la profecía no fué pasajero 1 sino permanente. Tres siglos más tarde , los judíos , de acuerdo con el emperador Juliano, inten­taron reedificar el templo y dar asl un mentís al EvaDgelio , reconstituyendo el culto mosáico. Pero, segun refiere el histo­riador Sócrates 1 mientras que ellos acti ­vaban la. recon&truccion del· monumento , Cirilo , obispo ent6nces de Jerusalem , acordándose de las pal abras del Se1ior 1 anunció que bien pronto no quedaría piedra sobre piedra ; y en efecto , dwmite la. noche tuvo lugar un temblor de tierra. que des­truyó los antiguos cimientos del templo á la vez que las construcciones nuevas • . • El fuego del cielo devoró toda la obra .. : con­sumió las herramientas de los trabajadores, y el fuego continuó sus extragos un dia entero (Sócrates , H . E. , m , 2 0 ) . Importa p¡ucho consignar que todos los historiado­res cristianos están de acuerdo en la expo· sicion de estos hechos; Sozomeno (H. n . ,

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- !03 - · 'v" 1 . 2 2 ) TeodGreto , (u , E. III , ) Rufino ( ti , B . 1, 38) San Ambrosio , ( Ep. XL. Qd Tlt.eodos, ) San Crisóstomo (Exp. i1& Ps. ex , 4i Quod Cristus. si' De11s ¡ Opp: v , 764 , Homil. LX'íVI , in Matth : ) , San G1·egorio Nacianceno ( Ora t. I I , in Jul. ) , el arriano Filostorgio , (H . E, VII , g ) , y finalmente el pagano Amiano . ( xx i i i , r . ) � Mientras que A lipio , dice este último , prQseguía. ardientemente su oQra, con ayuda del pro ­cónsul , estallaron repentinamente globos de fuego en medio de los trabajadores, al lado de los cimientos y' .en distintas oca­siones , y abrasaron á muchq� é hicieron el Jugar inaccesible : como todos los elemen­tos pa1·eclan cocj.ura.rse tenazmente ccn­tra esta obra , fué preciso abandonarla. e ( Dieringer, Hech. div. del Cr. , :r , 380 , Gibbon , Hist. de ¡,¡ caicla . . . xv ) . Estos fenómenos pueden explifa¡·se natu1·almente por un temblor de tierra 6 por trata1'Se de un suelo abundante en betun , mas no por eso deja de verse en éllos bien patente la in� tervencion providencial, que resplandece en el concurso. de los hechos particulares

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- �VJ -que constituyen el acontecimiento total. El que semejante fenómeno ae produjera pre· cisamente en aquel tiempo , �n tal fin , en medio- de tales circunstancias y haya tenido por resultado el cumplimiento y la confirmacion reiterada de las antiguas profecias, esto es lo que hay de;divino en el suceso ; tambien la ' predicha disperSion de Israel entre todos los puei.Jlos , tal como se pres �nta en la histori a , es decir , ímica en su género y aún Cbntraria 4 la ley general de la historia , segun la tjue laS naciones Yencidas son absorvidas por la nacionali­dad má.s fuerte de los vencedore s , es un fen6m�no de naturaleziftan ·milagrosa· q�uc s1lo b costumbre, la preocupacion 6 la estupidez pueden mirar!;�. con indiferencia. Es un hecho constante que " los p�eblos subyug1.dos perecen ; SOlo Israer' no pere­cerá ; debe _ p e r m a.n e c e r disperso en el m cm:lo sin c:on f:mdirs� con hs demás na­dJn'�S , co :no utn sombra qu;: sigue á la c r u .� donde quiera q11c. se levanta , y como ll �l tes:igo , mudo pero elocuente , de la his­toria evángelica , que confies!l á su pesar

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- uo -que Jesús es el Mesías, que muestra á la vista de todos su propia reprobacion , y

aparece como instrumento misterioso de los planes divinos ; « porque cuando todos los pueblos hayan abrazado la verdad cris· tiana , entonces se salvará tambien Israel.t ( Rom. , X I , 25 , 26. ) • De manera que los mismos que han rechazado y crucificado á Jesucristo que les ha,servido de escándalo , son los que guardan los libros que dán tes· timonio de Él y que anunci1n y predicen que él será recharado y objeto de escándalo: Dios ha escogido este pueblo animado de tan extraordinario celó y de tan inquebran­table tenacidad para difundir , por todo el mundo , los libros que contienen las profe· cias sobre Jesucristo y presentar ese testi­monio vivo á la vista de todos » ( Pascal Pens. I I , 8 ) , Ya expresó San Agustin un pensamiento análogo cuando dijo : « Andan acá y allá con los ojos Vendados , para dar testimonio fehaciente de estas cona. Por esta razon no han sido destruidGs tan por completo que no quedase rastro de su secta; antes por el contrario andan disper ...

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- 11 1 -sos por los diferentes paises , á fin de que , . llevando consigo las profecias que anuncian la gracia que se nos ha dispen sado , nos precediesen en todas partes para mejor convencer .i los infieles . , , No han perecido , sino que se les ha dispersado . . • por sua libros son nuestros comprobad ores , en sus corazones nuestros enemigos y nuestros testigos por sus códices. , ( De Fid. YI, n . g . )

Finalmente Jesucristo an uncia l a propa6 gacion de su doctrina por toda la tierra , y la perpétua duracion de su Iglesia , i tra­vés de los siglos , hasta el fin del mundo. • Recibireis la virtud del Espíritu Santo , que d.esctmded. sobre vosotros , y me sereia testigos en Jerusalem y en toda la Judea y Samaria, y hasta las extremidades de la tierra. a ( Act. , I , 8; ju. , xu , 32 ) : • Cuan· do yo sea alzado de la tierra , todo lo atrae-­ré á mi mismo. » ( Mat. xxzv , 1 4 ) : • Y será predicado este Evangelio por todo el mun­do, en testimonio á todas las gentes. o Si Platon y Sócrates hubieran sido llamados á dar su opinion sobre estas palabras proféti·

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- m -eas del Señor , las habrian ere ido de reali­z;.r.cion imposible; pero si las hubiesen visto cumplidas , habrian reconocido con certeza en este hecho h m1no de Dios. Pues bien , apen1s lnbian tra3cunido trescientOs años d�spues de esta -prediccion , y ya estaba realizada. San P11.blo tuv-O , 'antes de morir , la satisfaccion de ver que el Evangelio ha­bía penetrado ·�¡ la Iliria, · ( Rom. , xv , 9 · ) , y que la fé de los romanos era predi­cada en todas partes, A fines del siglo 1 , el Cristianismo , segun refiere Plinio , había nvadido todo � .imp�rio hasta el punto de

haber cesado fas fiestas de los dioses y es­tar desiertos sus templos ( Ep. l ib . , x, ep. xcvn ) : El con si� era como peligrosas las persecuciones dii-iiufas contra los cristianos por su fé , • visto "el gran número de per­sonas de todas edades , de todos los sexos y de todas las condiciones que se hallan envueltas en esta aousacioJl. Lns ciudades y los campos han sido invadidos por esta peste abominable de la supersticion cri s ­tiana ; falta poco para que los templos se Yean aba11donados por completo y caigan

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- 1 1 3 -en desuso las fiestas. • « Se les encu entra en todas partes, dice Séneca , y los venci­dos han impuesto sus leyes á los vellcedo .. res. • A fines del Siglo u podía decir ya Te.�.·� tuliano : • S o m o s de ayer y ya hemos invadido todo vuestro imperio : ciudades , islas , palacios , senado , foro; s6lo os deja. .. mos vuestros templos. •- (Apolog. ,xxx.vu ) : « Tpdos los pueblo� creen e n Jesucristo , dice en otra parte ( C. Jud . , c. vu ) ; los p:uto.s , los medos , los elamitas, los ha­bitantes de Mesopotamia , de Anneni a , d e Frigia , (le 'Capadocia , del Ponto , del Asia Menor , de la Fanfilia , del Egip .. to ., del A frica , hast4· maa . allá de Cirene; las tribus de los gétulos y de los moros, todas las provincias de Espa1ia, las dife­rentes naciones de la Galia, y hasta luga­res inaccesibles t los romanos en la Gran Breta1ia , están sometidos á. las leyes de Cristo. Añadid los sármatas, los dacios , los germanos , los escitas y los habitantes de las islas apartadas, cuyos nombres ape· nas conocemos. o Y á principios del mi·smo siglo 1 1 decia ya San Justino ( Dial. c.

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- 114 -Tryph. I I7 ) : (l No hay una sola nacion , ni bárbara ni helena , en la que no se diri.,. jan hoy las oraciones á Dios , Padre del Universo , en el nombre de Jesús Cl'uci­ficado, ,

Jesucristo anuncia Ia. dul'acion de Sil Igle· sia en medio y á través de todas sus perse­cuciones , que no la faltará� nunca { L\JC. , xx1 , u; ju. xv, 20 ) : • Si á mí me han per­seguido , os perseguirán tambien á �·oso­tras . o { Mat. , xx1v, g ) : � Todos los pueblos os odiarán po1· mi .nombre; 11 « Sereis opri­midos en el mundo ; pero tened confianza , yo he vencido al mundo . • (]u. , xvi , 3 3 ) . Pe1'0 luego viene la firmeza q u e la Iglesia ha podido oponer siempre á sus persegui­dores : ft Tu eres Pedro , y sobre esta piedra edifi�aré mi Iglesia , y las puertas del in­fiemo no prevalecerán contra ella. o-e Yo estoy con \o'osotros todos los dias hasta la consumacion de los siglos. D ( Mat. , xvr, x 8 ¡ xxvm , 2 0 ) , Toda obra humana lleva nece­sariamente el sello de lo finito , y está cir­cunscrita á los limites del tiempo y del espaCio, Por tanto la universalidad de la

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- 115 -Iglesia y su propagacion por tod l h. tierra muestran ya su car.1cter divino, y la dura� cion indefectible de esla misma Iglesia , sobre la que corre sin dejar h

·u:lh. el tiem­

po , que todo lo sepulta , t •)do b tl'astorna , y arrastra toclo _1� q_u� _�s1t�aJ. , _mani­fiesta en o ti-o sendd5 'Sil 1 ·origen celestial. Segun la oportun:1 exprcsion de Sa11 Hila­rio : « La Iglesia se distingue por caracteres muy especiales; ':eríce - �Í.ndo más se la hiere , es reconocida cuando se Ia

·acusa y

se mantiene firm� cuando se la abandona. '' ( D� Trilt, vr r , 4 ) . �11: �fec�o ; h_an, tr J.SCU­rrido casi dos mil i.i'ió�·;

· :y

:la hrst�ria· · ha

confirmado plenamente las palabras del Se­ñor. Por su propaga�ion primero , y por su duracion despues , la Iglesh cristiana es dos veces la obra de DioS , y. p,resenta una doble prueba de h. divinidad de Jesucristo. Objeto de las profecías , es la obra de Dios , porque s6lo Dios podia predecirla; reali� zacion de las profecías, es tambien la obra de Dios, porque s6lo Dios podia rea11zar lo que se ha hecho , y vencer los obstáculos inherentes á la naturaleza de las cosas 1�

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- HG -prescindiendo de los que resultaban de las circunstancias particulares de los tiempos y

d� la situacion del mundo. Él ha vencido verdaderamente al mundo.

La revelacion cOntiene las promesas de la salvación � - · pefo· Ia -sa:J.vacion no aparece consumada y perfecta si no en el porvenir ; por eso la revelacio11 es necesariamente profética. Tambien· en el 'Antiguo - Testa­mento , en cada nuevo periodo de la revela· cien se manifiesta un elemento profético , hasta que Dan iel anuncia de una m anera precisa la époéa ·en que aparecerá el Sal\"a­dor. Hé aqui por qué Cristo, que com pleta la revelacion , completa al mismo tiempo la profecla . • Asf. todas estas cosas , las cono ­cemos réalizadas tal como antes las hemos leido en las profecías ; y así como los prime­ros cristianos eran me, vides á creer por los milagros, porque aún no pudieron ser testi· gos de estos sucesos , asi nosotros , habién· dese realizado ya estas cosas , tal como las leimo�t en los libros escritos mucho tiempo antes que tuvieran lugar , en los cuales se predija·on todM las venide1·as q,ue ahora se

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- t t7 -\'Cn ya como presentes , nos edificamos pa� ra admitir la fe, á. fin de que creamos tam· bien, sin vacilacion alguna, las qu:! aún han de venir , manteniéndolas tambien y p.!rse­verando en el Seilor. Pu� a\Ín se anuncian en las mismas Sagradas Escrituras tribuh­ciones futuras , y aquel último dia del juicio en el que tocios lounOfl.� deJas.dos ciu­dades han de resuéitar , · Con sus propios cuerpos y han ele dar cuenta. de su vida ante el tribunal del Sumo Juez Jesucristo. » ( De catcch. r1ldib. 24 ) o �si .� Jos jpdios de Palestina y Alejandría representan los dos falsos extremos en la interpretacion de la idea mesiáoica , . de la,_�� ,.m�nera , cOn respecto t la· esjatologia Se disputan ,el cS.mpo dos opiniones opuestas: la de um. interpretacion grosera material y la de un concepto espiritualista del dogg¡a. Espere­mos tambien t que la realizacioit de esta prOfecía nos · dé la clave de su perfecia y total inteligencia.

Al modo que Israel podi<t contemplar su prapia historh en et espejo de las prof..:chs, h Iglesia tiene igual vent:J.j a , porque el

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- ! lB -Señor la ha explicado no solamente su por4 venir , sino tambien el último juicio 1 en rasgos rrQfundamente significativos. La · primera parte de su prediccion , es decir , el destino y el juicio de Israe l , la propaga­cien y duracion de su Igles.i n , se halla al presente cumplid a , lo cu�l , segun la justa observacion de San Agustin , nos dá la se­guridad y la certeza de que la segunda par­te de la misma p��cciop. , que se refiere á la segunda vC:nida y al ó.ltimo juicio , al­canzará tambien su cumplimiento.

Los contemporáneos de Jesús tuvieron la dicha inestim�ble Pe verle á él, el Hijo del hombre , y de

·ser testigos inmediatos

de sus milag1·os; sobre este punto han sido más favorecidos que nosotros , que no co­nocemos sus acciones divinas más que por la historia. Pero bajo otro Pl.!Dto de vista , somos má_s dichosos que ellos , porque ve ­mos, por no!>otros mhm9s , el incontestable y doble milagro del cumplimiento de sus profecías , milagro que en la actualidad hace impresion en los ojos que le ven , y que sólo Dios ha podido predecir y cumpl

_ir.

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- 1 19 -o No ·sa necesita otra prueb� , para recono�

cer la verdad de la religion cristian a ; el cumplimiento de las profecias es un mila .. gro permanente & ( Pase. Ptns. r r , 3 ). 'l'ambien le habia precedido San Agustin en el desarrollo de este argumento : « Los ha· bitantes de Judea que en aquel tiempo se encontraron fieles 1 aprendieron como tes­tigos presenciales· el n&.cimiento admirable del Señor 1 de una virgen , la Pasion , resu­rreccion X ascension de Jesucristo , junta� mente con todos sus dichos y hechos divi­nos. Vosotros no habeiS .. visto estas cosas. Pues contemplad estas cosas, prestad aten­cien á ellas, pensad en lo que estais viendo, cosas que no se os cUentan como pasadas ni se os anuncian como futuras , sino que se os muestran como presentes. Acaso os parece cosa baladí 6 de poca monta , y juz­gais que no es un milagro divino- 6 que es insignificante , el que todo el género huma­no corra en pos de uno que fué crucificado? No habeis presenciado el hecho predicho y cumplido acerca del nacimiento humano de Jesucristo : • hé aquí que una virgen con-

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- 1� -cebh·á. y parid un hij o , » pero veis cum· plida la palabra divina c¡ue se predijo á

Abraham: " en tu descendencia serán ben­ditas todas las gentes. • No veis lo que se predijo acerca de los milagros de Cristo : ' venid y ved las obras del Señor; los pro -digios que ha hecho en la tierra ( Sal. XL\' , 9 ) ; � pero veis cumplido el dicho : ' píde­me y te daré los pueblos por herencia. • No habeis presenciado el cumplimiento de lo que se predijo de la Pasion de Jesucris­to : � han taladrado mis manos y mis pies , se pudieron contar todos mis huesos; mas ellos.. me contemplaron y me miraron ; re­partieron entre sí mis vestidos y sobre mi túni;a echaron suertes ; � pero sois testi­gos de lo que se predijo en el mismo salmo y que ahora se h� cumplido : • Recordará y se com•ertirá al Señor toda la e.dension de ]a tierra ; y se postrarán ante su acatamien­to las familias todas de las gentes. » ( Ps. ni , 1 7 - 1 9 : 28) . No habeis visto el cum­plimiento de lo que se predijo ace1·ca de la resurreccion : � dormí y cogí el sueño , y re· sucité y el Se1ior está conmigo , � pero es-

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- i2: -"tais viendo su Iglesia, á h. que se refiere esta ob·a profecía , ya cumplid t : fi Señor , Dios mio , á ti vendrán las gentes de los C."(· tremas de la tierra y dirán : · en ·verdad que nuestros padres dieron culto á falaces:ido­los. » Mirad estas cosas, que terieis que ver aunque no querais ... Os mos.tramos las co­sas que se han proflrtizado ; siquiera no po· damos hacer que veai s , con vuestros propios ojos , las cosas que se han cumplido , porque no somos capaces de poner ante vuestra visto. hs cosas ya_ pasadas. t (Aug. De FUI. 4 ). En todo esto se descubre igualmente una disposicion de h sabid.uria divina, por­que en ningun tiempo han· dejado . . de ser admirablemente fidedignos sus testimonios ( Sal . , xeu , 5 ) .

� L a Iglesia Católica ( Bossuet , DisctU'· so , I I , fin ) llena· todos·los siglos·preceden· tes con una continuidad que no puede dis­putársela. La sucesion de Moisés y de los partriarcas forma una miSma série con la de Jesucristo. Ser esperado , v�nir y ser reconocido por una posteridad que durará lo que el mundo ; hé aquí los caracteres del

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Mes(as , en quien creemos . Jesucristo exis· tió ayer , existe hoy y existh·á en los siglos de lol;:6iglos, Cuatro 6 cinco hechos autén· ticos , y .más claros que la luz del sol , ha­cen ver que nuestra religion es tan antigua como el mundo. Ellos manifiestan , por consiguiente , que la Iglesia no tiene otro autor que Aquél que ha fundado el univer· so , y que , teniendo todas las cosas en su man.o , solamente Él ha podido comenz11r y dar fin á un plan , en el que estaD. com� prendidos todos los siglos.»

SUPLEMENTO,-G Todo el paganismo an­tiguo y modernq t�nia. una profecía cuyo orígen se remontaba hasta el prime1· pa­triarca: del g¿ncro humano , segun la cun l , a l cabo de un largo periodo , cuando l a ini· quidad hubiera llegado á su colmo , cesaria la edad de hierro del pec:..do y de la mise­ria , y serian destruidos los dioses que du· rante ese período habian dominado al gé· nero humano, cual demonios malignos y envidiosos. Al fin ele este tiempo aparecerá un gran rey y héi'Oe poderoso salido de la descendencia. de la prime1·a muger , pero al

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- l23 -mismo tiempo de origen divino , que ven� drá á. quebranta1· Ia caben del demonio y á in•.ugurar una nueva edad de felicidad y de inocencia , semejante á la primitiva edad del mundo. • ( Lüken , 1, e, 3 5 1 ) .

Enh•e los antiguos pueblos civilizados , particularmente entre los persas, encontra· mos 1� pintura de una nueva edad del mun· do , de una restauracion de la humanidad. • Llegará un tiempo en que será. aniquila� do Ahriman , y la tierz:a será entonces jus� ta y una , y se establecerá un reino habitado por hombres dichosoS· de una misma len� guao � ( Plut. De Isid. et Os, 47· Luc, , I I I , s: Is. XL , J ) . o. Este periodo se halla descrito tambien en el Avesta y en el libro b·adicional del parsismo Bundehesh ; Ahri • man se ved obligado á. someterse y á pre s­tar homenaje á Ormud 1 ( Zend-Avesta , traduc, de Kleuker, I I I , 104 ) . En los últi­mos tiempos vendrá un hombre l�mado Oshanderbega , es decir , el hombre del mundo , que ln1'á florecer la r�ligion y la justicia en b. tierra , y resta.blecerá y puri­ficará la verdadera creencia, ( Kleuker , l.

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- m -

c. n , 273 : nyde , De religione vet. Per· sar. Oxford, 1 700 , 382 ; ) ( Ayuso , Los pueblos iranios y Zoroastro, pags. 183 sig. )

Entre los indios la muger de Kassyapa , el primer hombre, se llama Diti , como ma· dre de los ma�os gigante$ , y Aditi como madre de los buenos espíritus. Como Diti , an:ojada del paraic>o por una falta , se la� mentára amargamente 1 su esposo Kassya­pa la predice que su posleridad no sei'Ía to­talmente destruida , y que de ella nacería un hijo que estaria lleno de virtud y de sa· biduria, por quien lo� dioses serian venga­dos de los gigatl.te!f."'ResPecto de Aditi , la muger antes de la caida , el mismo Vishnu la predijo que la nacel"Ía un hijo que comba· tiría con lo.s gigantes y .los mataría (Baga· �!4dg. ; I, s6 , III, IJJ) . Terminada la actual edad del pecado , debe aparecer Vishnu en el décimo A \·atara. ( B�1ddha ha aparecido en el noveno ) bajo el nombre de J<alki , á fin de hacer qu� desaparezcan todos los males y de restabl:::cer la edad de fe­licidad , tal como r.:: inaba al principio del mundo ( Ragavadg. r, 206 ; 1\:leuk::r, Mem.

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- 125 -asi. 1, 185 ¡ Wurm, Hist. de la rel. ind. pag. 240 ) .

Segun h a hecho notar Remusat , l a idea de que ha de venir al IJlUDd.o un gran san­to � halla universalmente eit la China des· de el siglo VI antes de nuestra era ( Obser­vaciones sc;t�. �! libro �S:radQ de los chi­nos , Chung-fU�g ; · ·és ·aécir; el medio inva­riable. Notici¡J y Extractos de Ma111iscritrn , x , 158 ) . El mismo Confucio afirmaba que el verdaderO Santo , · de quien él se hacia pasar por menujero , vendria de Occidente ( A . Remusat , l . c. , qJ - I H ) . Y D.:sgu i ­gnes afii·ma que en,q��' existe una creen· cia muy antigua 'de· que .. aebe Sustituir otra. religion á la de los idolos, que ha desnatu· ralizado á la antigua ( Afem. Acml. l11scripc. XLV 1 543 ) ,

Entre los egipcios 1 e l antagonismo entre Osiris y Tyfon fué en un principio comple· tamente físico ; pero más tarde fué á la vez f!sico y moral. O rus 1 hijo de Isis 1 la pri­mera madre , el vengador de Osiris , 6 me­jor dicho el mismo Osiris resucitado , es perseguido desde &u infanda con su madre

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- !28 -por Set- Tyfon , v precipitado á las pl·ofun­didades del abismo ; pero bien pronto sale de e}tas , y encadena y mata á. la se•·piente Tyfon ( Plut. De Isid. ct Os. x ix ) . Diodoro ( I I I , 73 ) refiere la leyenda de los libyos1 entre los cuales existia el ortCulo de Júpi­ter Ammon. Expulsado de su reino , Am· mon babia anuncia.Elo i su pueblo que, des· pues de trascurrir algun tiempo, vendria al mundo su hijo I>ioniso ( Osíris ) , e l cual restablecería su soberan1a hereditaria, se harla dueño de toda la tieíta y seria reco­nocido por Dios.

Entre los griegos, Prometeo , pasa por haber formado al hc mbre y es tenido por el hombre primitivo; él representa á toda la humanidad , á la que salva cuando Júpiter la quiere perder. Irritado Júpiter , cuyo po· der será destruido un día, le sujeta á una roca en la que un �guila le devora las en­trañas. Prometeo babia previsto este supli­cio y hubiera podido evitarle_; pero el sen­timiento que tiene de su inmortalidad le h1. ce supelior d. su propio destino , y exclama : � Yo he osado salvar la humanidad 1 yo la

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- 12'7 -he arrancado de la dominacion infernal , y

hé aqu1 por qué sufro estos tormentos. Por socorrer al hombre , me he- atraido eatas desgracias . '

Entonces manifiesta el oráculo , de que él solo tenia conocimiento , que predice el fin de la dominacion . de jópiter, el dios falso , y vé venir de léjos á Hércules su li­bertador¡ por más que el mismo Prometeo , segun el anuncio de Mercurio, no podia obtener su libert¡y:i 4 no ser que un dios muriese voluntariamente por él. � No espe· res , le dice Hermes , el fin de tu suplicio , mientras no aparezca ·un dioS que tome so· brc si tus males , y quiera bajar por ti á la oscura mansion del Hades y á los tenebro­sos abismos del 'fá1taro. � Esto se cumplió cu:mdo Jiron , el hijo de Crono , el más justo y el mú sábio de los centauros , se sacrificó por él ( Hesiod. , obr. y di. XLI I ¡

Esquil. , P"I'Oll,. cxn::, 44-3-546 ; Mxxv; Apo­lodor. , n , s, 4 ; Buttmann, El 111ito de [{(,.. wles; Creuzer , Simbólica, n , 270 ; Daub y Creuzer , EstluUos, 305 ) : Segun el espí­ritu de la antigua mitologia, se puede ver

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- 128 -en Jesucristo al Hércules pred icho qt1e ma� tó al águila y libró á Prometeo encadentLdo,

Lo� Germm10s consideraban á Od in como el primer hombre ; hab1a caido y estab:t encadenado en las profundidades de la t ie­

rra ; pero como el Prometeo griego , sería tambien l ibertado al fin del mundo ( Gdmm . . Vitol. 5·�o ) .

Los mej icanos creian que e l padre d e s u raza y su dios benéfico Quetz�lcoatl , vol­

veria un dia á consolarles r á devolverles su primitiva fe licidad. Entonces cesaría la antigua religion con sus .11acrificios huma­nos 1 y se ofrecerian dones i nocentes como e n e l ori:;<.!n de l mundo ( Humbolt , /.11.� con!ilf.:r. ! S , 1 , 265 ; Chn·igero , S!oi'i.'l di Messico u 1 I I , ) . Los peruanos tenian la. misma creencia respecto del primer hombre \'irakocha ( Garcilaso de la Vega , Ilis!ori,& d.: los Jnms , v, :zS) .

� La perfecta conformidad de estas leyen· das , revela una fuente histórka comun 1 que data del tiempo en que el hombre , pri· vado de su primera felicidad , obtuvo la pro·

mesa de que habia de veuir un hé1·oe á

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- 129 -quebrantar la cabeza de la serpiente , y restablecer al hombre en su primitivo est a· do; de aqui nacen eso§ presentimientos y esa esperanza de una gran' restauracidh y y de una era de felicidad 1 que encontramos esparcidos en todas las naciones (Tholuck , La doctriM; 237 ),

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CONFERENCIA XVH.

LA PALABRA Y LA OBRA DE CRISTO.

Cuando , despu� ·�muchos siglos de

guerra, vi6 al fin Roma posh·ados á. sus pies ;i todos los pueblos á la sazon conocidos , y en la capital del mundo fué elevado Au-81:1Sto al trono imperial , entonces , des pues de un periodo de largas y continuadas guer� ras , cesó por vez primera el ruido de las ar� mas y reinó la paz en el mundo. Un silen­cio misterioso se obró en toda la tierra, como si se prepará.ra. un grande y extraor­dinario acontecimiento, y maravillosos pre­sentimientos de un porvenir nuevo y gran· diosa embargaban á todos los pueblos. Lá

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- 13[ -humanidad entera se hallaba en an mo­m�nto de espectaciol!, solemne ; pero en Judea se encontraban agi� los cspí,ri­tus, como en ninguna otra parfe1 po1· la esperanza de grandiosos acontecimientos : De entre los- judíos debía salir uno que­poseyera el dominio universal (:Jo�. , Bell. Ju.-1. v, 3 ; m, 8). Los hebreos leian en sus profetas que el Deseado de las nacio­nes apareCeria despues de ).m trascurso de seténta semanas de &ño.s , cuando hubiere faltado el cetro dctJudá ; y cuanto más pe­sára sobre ellos el yugo extrangero , más próxima debia estaT la época de su liber­tad, 11 Un presentimien:t01agitabá al mUndo entero , de que algo nuevo é inesperado iba i suceder , algo que nadie podía sospec;har siquiera. Los pueblos y sas religiones esta­ban reducidos al silenCici por la supremacía politica de Roma. El muado callaba, y es­perabA con ansiedad los futuros aconteci� mientes. ' (Schelling. Filos. de la rev. , 11 , ISJ ) .

¿ Eres tú el que ha de venir , 6 debemos esperar á. otro ? Esta pregunta , dirigida por

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- 132 -San Juan al St:ñor ( Mat. , x1 , 3 ) , era la miSma que hacía todo el mundo antiguo. ¿ Cuándo aparecerá

. e 1 Deseado? ¿ Cómo

aparecerá ? ¿ Quién será? Desde que Augus· to había subido al trono de los Césares , imagináronse los escritores de la época que la profecía se cumpliría en una persona se· mejante á él. La suerte del mundo estaba en su mano ; su voluntad imperaba de Oriente á Occidente , su nombre resonaba en todos los labio s , y la adulacion se aprea· taba ya á erigirle al� . Pero al iado del dorado trono del César eiiciste un humilde pesebre, y, mientras que Su brazo poderoso gobierna la nave del mundo é impera sobre sus millones de habitantes, un niño olvi­dado del mundo descansa en el regazo de una pobre madre. Bien merecen citarse aquí estas palabras' tan sencillas como elo­cuentes del �.fartirologio romano : � En el año cuadragésimo segundo del Imperio d e Octavio Augusto, estando en paz todo el orbe , en la edad sexta del mundo , Jesu­cristo , Dios eterno , Hijo del eterno Padre , queriendo &antifi.car el mundo con su pia-_

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- f 33 -dos1simo" advenimiento , habiendo sido eon· cebido por obra del Espíritu Santo , n8.ce , hecho hombre, de Maria Virgen , en Be­lem de Judá . M ( Martir. Rom. ) . ¿ Puede ima­ginarse mayor contraste ? Augusto en Ro­ma y el recien nacido de Belem ; alli todo lo que ha prod"ucido la tierra de más rico , de más grande y de más poderoso ; aqu1 1o más pobre , lo más humilde y desvalido , bajo la figura de un niño que den·ama lá­grimas como los hijos de los hombres. Y luego , mientras qu: Tiberio se entrega en la isla de Caprea {orgías que jamás había presenciado el mu.ndo , léjos de Roma su­fre el otro en la cruz la muerte afrentosa de los criminales.

Pero dejemos trascurrh· algunos años ; ¿ qué ha pasado ? El imperio de los Césares está en ruinas; el cetro del mundo se es­capa de sus. débiles manos , y poéo despues n o quedan ya restos siquiera de tan altivos dominadores. Se ha fundado un nuevo rei­no más vasto y más poderoso ; un nuevo nombre se escucha ya en todos los labios y vive en todos los corazo3nes. ¿ Cuál es ese

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- 1M -nombre· bendito de siglo en siglo á medida que Sucesi\·amente se ha ido'engrandecien� do su reinado ? Es el del pobre niño lie Belem , del crucificado del Gólgotha , Je­sucristo. ¿Y c6mo ha podido ocurrir tan ;xtraño contraste? ¡ A�1 ! Es �e la grande� za de los unos era una grandeza terrestre , y por consiguiente , lim itada y perecedera , como todo lo que viene del hombre, al pa­so que b otra era la obra ·de Dios , que la ha marcado como tal con el sello de la in� mortalidad. Él era , pues , el esperado de las naciones , porque Sócrates y Platon , Virgilio y Ciceron , · · todos .. los pueblos , en suma , le esperaban. Él no espera; antes por el contrario de¡:lara que el esperado ha llegado , que El es el esperado. El mundo se le ha opuesto , pero los siglos le han he� cho justicia ; y el tiemp o , que derrumba todas las graudezas de la tierra, ·ha sido su mas brillante justificacion. La divinidad de Jesucristo se demuestra por dos clases de argumentos : primero , por sus p8.labras ; segundo por sus obras. Aquellas anuncian estas, y estas confirman aquellas. Consi -

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- i3il -dcremos unas y otras empezando por las palabras del Señor.

¿ Qué testimonio dá. Jesús de sí mismo? El evangelista San Mateo se encarga de e.xponérnosle ( xvx , IJ-I7 ) : o Habiendo venido tm día Jesús á los alrededores de Cesárea de Filij,o , preguntó á sus disclpu­los y les . dijo : ¿ QuiED dicen los hombres que es el hijo del hombre ? Y ellos respon­dieron : Los más que Juan el Bautista , los otros que Elias , los otros empero que Je­remías 6 alguno de los profetas. Y Jesús les dice : Y vosotros ¿ Quién decís Que soy y6 ? Rispondió Simon Pedro , y dij o : Tú eres Cristo , el Hijo de Dios vivo . Y res­pondiendo Jesús le dijo : Bienaventurado eres SimCin , hijo de Joná , porque ni la sangre ni la cune te lo han revelado , sino mi Padre , que está en los cielos. •

Examinemos este pasage. Si alguno de­bía saber de una manera precisa é induda­ble quien era Jesús , eran sus discípulos. En efecto; ellos le siguieron durante tres años , por todas pattes , paso á paso , reco­giendo todas sus palabras¡ ha.bian sido es-

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- 136 - ·

ogidos por Él para llevar s u nombre á. todos los pueblos, pa1·a se1· su.� testigos por toda la tierra , y morir por afinnar la verdad de su testimonio ( Mat. , xxvx r r , xg ¡ Act. , r , 8; Luc. , xxrv , 47 , 48 ) ; y creen en Él como en el Hijo del Dios vivo. Si esta ex · presion de Hijo de Dios no hubiera tenido sino un sentido general y Yago , suscepti­ble de aplicarse á �na criatura en su cali­dad de obra de Dios , 6 bien en el sentido de muy amado , de favorecido por Dios , la profesiof\. de fé de Pedro no se hubiera di­ferenciado de la de los demás hombres. ¿ Por qué , pues , le dijo el Señor : « Eres biena.,.·enturado y esta confesion no provie­ne ele tí , sino de mi Padre ? � Todos los demás disclpulos le rinden el mismo home­naje que Pedro. " Señot mio y Dios mio , • exclama Tomás cayendo á los piés del Se­flor. 11 En el principio , existía el Verbo , y el Verbo existía en Dios , y el Verbo era Dios . . . Y el Verbo se hizo carne y habit6 entre nosotros . . . Tanto amó Dios al mun­do , que le di6 sil Hijo único, � son las pa­labras con que le conA. esa Juan ( xx , :z8 ;

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- t37 -I , I ; t r i , r 6 ) , San Pablo le llama el ·hijo único de Dios en quien y por quien todo ha sido creado ; ( Rom. , VI II , 32 ; Gal . , I V , 4 ; Col. , r , I6 ) el cual , por su Encar­nacion , se despojó de su dignidad de Dios y se abatió hasta el hombre ; aquel ante quien debe doblarse toda rodilla; cuyo ad­venimiento ·es el advenimiento glorioso de nuestro gran Dios ; es Dios manifestado en la carne , y Dios ensalzado en la eternidad ( Filip. ' I I ' 6 - 8 ; Tit. , II ' II-13 ; y I Ti­mot. ' I I I ' r6 ; Rom. , IX , s ) . Sa¡ Mateo le llama , o Dios con nosotros » , y todos los demás evangelistas empiezan su relato con un testimonio claro y manifiestQ de la divi­nidad de Jesucristo ( Mat. , r , 23 ;Marc . , I , r , Luc. , r , 3 2 ) . Y lo que ellos creían lo enseñaron , y lo que en�eñaron lo resu­mieron en el Simbo lo de los Ap6stoles: 11 Creo en Jesucristo , su {mico Hijo , nues­tro Señor » ; y lo que creyeron y enseñá­ron , lo confirmároc con su muerte. Los documentos más fidedignos de la antigüe­dad nos autorizan á afirmar que el SíMbo­lo A post61ico se ha conservado escrupu-

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- i3B -lonmente en su identidad en la Iglesia romana, desde los Apóstoles hasta nuestros dias. Aunque entonces no se haya consig­nado por escrito, es, sin embargo , cierto qué esta breve e:��:presion de fé era la que ha· cían repetir á los catecúmenos (1. Cor. xv , 3·4 ; Hebr. , \'J, I·3 ; Irec.., Adv. Iiaeres. , I ,

20 ; Tert. , De Pra'JSCr. , 37 ) Notoria es la fidelidad con que los antiguos trasmitían sus creencias por tradicion oral.

Mas como Jesucristo vino al mundo para salvar á \V pueblo , debía afirmu· de un modo solemne su divinidad ante ese mismo pueblo , y manifestar tambien clara y so­lemnemente quién era , á la faz de sus ene­migos. Pues bien , Él declara explícitamen­te que es el Señor omnipotente de la crea· cion y del hombre , del cielo y del mundo de los espíritus; que preexiste desde toda la eternidad á las criaturas; que es la luz y la vida del mundo , el dispensador de la vida eterna, semejante en todo á su Padre , que tiene derecho á que se le invoque y se le tributen los mismos homenajes ; declara tambien que en Él había tenido cumpli-

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- :139 -miento la profecía de Isaias , segun la cual debía venir el mismo Dios á salvar á su pueblo. Él es legislador y rey del universo , que pel."dona los pecados y resucita á los muertos , es el j uez infalible y omnisciente del mundo , está en el cielo Y en la tieJ:ra , y se le deben el mismo honor 1 la misma fE y la misma confianza que· á su Padre. Abramos los Evangelios y alli encontrare­mos explícitas declaraciones suyas sobre todos estos punt-os : ( Ju. 1 v, 1 7 ) « Mi Jla­dre no cesa de obrar hasta ahora 1 ¡yo tam· bien obro. • ; ( Mat. 1 vm , 3 ) : • Quiero; sé curado. • ( Mat. , xxv1 31 ) : � vendrá el Hi· jo del hombre en. su magestad1 y todos los ángeles con .�Sl. n ( Id. , xvl , Ig ) : «Y á ti te doy las llaves del reino de los cielos. » ( xxvm , 18 ) : « Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. • ( ju. , VIII , 58 ) : (l. Antes que Abraham existiera , yo soy. ·· ( Ibid. , x1v, 6 ) : « Yo soy el camino , la verdad y la vida. • (Ju. 1 x , 29 ) : u Nadie puede arrebatar mis ovejas de la mano de mi padre. Mas como ( x , 30) mi Padre y yo no somos más que uno (x, zS}, ninguno las

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- ita -arrebatará de entre mis manos , y yo las doy a vida eterna. » Claro está que todo este

razonamiento sería falso , si la unidad con el Padre no fu�ra mis que una unidad mo­ral y nó una unidad real. ( Ju. , xrv , q ) : • L o que pidiéreis e n m i nombre , se os concederá. ( Id . , IX , 35 ) : ¿ Crees en el Hijo de Dios ? Y él respondió diciendo : Creo en Él , Señor. Y postrándose, le ado­ró. » ( Mat. , XI , v; Luc. , IV , 2r; Mat . , V 1 I j XI 1 27-30 ¡ ju. , VIII 1 3 6 ; Mat. , IX 1 2 ) • Ten . confianza, perdonados te son tus pecados. � ( Ju. , · V , 21 , 22 ; x, 28 ;

ru , 13 ): e: Y ni.oguno subió al cielo , sino t!l que descendió del cielo, el Hijo del hombre , que está. en el cielo » ( Mat. , xm , I ¡ Ju. , v , 23 ) : e: Para que todos honren al Hijo como honran al padre. » ( Ju. vi , 29 ; xtv , I ) : • No se turbe vuestro corazon. Creed en Dios y creed tambien en mt. !)

Permitanos el racionalismo la suposicion de que se apareció la Divinidad, ó habló por boca de un hombre , ¿ podría expresarse de distinto modo que lo hace Jesús ? ¿ Po­dría emplear expresiones má.s enérgicas y

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- 141 -más sublimes para afirmar su divina esen� cia ante el mundo de una manera más con· vincent¡: ? Sin embargo , no es esto todavía bastante; M Rodeáronle en una ocasion los judíos y le dijeron : ¿ Hasta cuando nos tendrás en la incertidumbre ? Si eres el Cristo , dinoslo claramente. Jesús les res­pondió : e Os lo digo y · no me creeis. Las obras que hago en nombre de mi Padre , dan testimonio de mí. Yo y el Padre so­mas una misma Cosa. Entonces los judíos tomaron piedras para apedrearle. Jcsíts les respondió : Muchas obras buenas os he mostrado de mi Padre : ¿ Por cuál de ellas me apedreais ? Los j udios le respondieron : No te apedreamos por la buena obra , sino por la blasfemia , y porque, siendo hombre, te haces Dios » ( Ju. , x , 30 ) •Ellos debie· �an haberle replicado , observa San Atana­sia ( Narrat. de Col/C. Nic, Opp. , I , 249 ) , diciéndole : Pero ¿ por qué t e has hecho hombre siendo evidente que eres Dios ? Porque sus obras revelaban su divinidad. • El pueblo le habia comprendido ; veía que no se anunciaba como un hombre fa.vo1-e-_

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;... 142 .:;: cido por el cielo 6 como un enviado de Dios , sino como Dios mismo.

Pero Jesús debía dar testimonio de sí mismo de una manera mucho más solem� ne. (! Todo hombre , dice el Apóstol , está sometido á las potestades superiores; por· que no hay potestad sino de Dios . • ( Rom., XI u , I , ). La providencia ha e;tablecido dos poderes para qu� sirvan de base á todo el edificio social : el poder temporal y el poder espiritual. Pues bien : Jesús iba á verse obligado á dar testimonio de su per� sona ante el supremo representante de cada uno de estos dos poderes. El gobierno de Israel había pasado á manos de los roma� nos ; por cuya razon comparece. jesús ante su gobeJ.'Ilador Poncio Pilatos. • Tenemoa una ley , dicen los judíos , y segun e&taley debe morir porque se ha llamado Hijo de Dios.---¿ Eres tú el rey de los judios ? le pregunta Pilatos. Y Jesús le responde: Tú lo dices , yo lo soy , pero mi 1-eino no es de este mundo. • (ju. , xix , ¡; XVI I I ,

36¡ Mat. , XXVI I , I I ) .

Ya solo falta un tribunal ante el cual

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- 143 -tenga que declarar Jesús su calidad de Hijo de Dios , el Sanhedrin , el supremo tribunal de Israel para todas las cuestiones religio � sas. Pues bien ; el Señor aparece ante él; el sumo sacerdote se levanta de su asiento y le hace la pregunta más grande y más im­portante que se ha hecho en un tribu� nal de justicia : • Yo te. conjuro en el nom­bre de Dios vivo que nos digas se eres Cristo, el Hijo de Dios. � Esta pregunta era decisiva , como hecha por un tribunal cuya autoridad había reconocido el misl11G Jesús y al que estaba sometido , segun la carne , en su calidad de hijo del hombre. Ante una pregunta de este g6nero , la respuesta debia ser tan clara como precisa, En efecto; el Señor no pronunc\f más que que dos palabras : Tu d�isli; pero estas dos palabras abrazan toda la historia del mundo, todo el juicio del universo. Jesds responde : Yo lo soy ( M:at. , XXI I I , � : XXVI , 64 ) . Y para dar aún á su eKpresion mayo1· peso añade : 11 Y os declaro que vereis dentro de pocQ al Hijo del hombre sentado á la'dies­tra de la magestad de Dios , y que vendrá

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.J.:· · - tu -sobre las nubes del cielo. J) En las primeras. palabras , alude Jesús á Daniel ( VII , 13 ; 11 , 14 ) , y declara al mismo tiempo que es el Mesías anunciado por este profeta, que viene á tomar posesion de Su reino. Él es el hombre ideal , el padre de la nueva gene ­racion , el nuevo A da.m . En las últimas palabras declara Jes(ls que es el Cristo que participa con Dios del trono celestial , gobierna á los ángeles y á los hombres , y vendrá un-día á juzgar al mundo y á sus rlcusadores.

Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras , diciendo : ¡ Ha blasfemado ! y todos exclamaron á la vez : ¡ Reo es de muerte !

Esta ,.respuesta del Señor decide del tiempo y de la eternidad , y divide á los hombres en dos campos : los creyen�es y los incrédulos. El creyente se postra �nte él y, lleno de respeto y sumision , exclama : 1'u eres Cristo , el Hijo de Dios vivo. El incrédulo dice : Ha blasfemado de Dios. No es posible término medio.-El racionalismo del siglo pasado habla p1·ocurado eludir

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- 140 - ·. � este dilema ; negó l a divinidarl d e Jesús ; pero venc ido por el pocler de la verdad no puede negar la grandeza de su manifesta· c ion . Por eso le �pdlida el más sábio , el mej o r , e l más j usto de · lós mortales , el ideal de la humanidad que n adie ha supe ­rado y c¡ue será siempre i!l8,CCesible, Mas szmcjante h ipocresÍ!l eS hiadmisible, porque Jesús debía saber qu ien era ; e l fanático cura razon se halla turbada , hasta e l ex­tremo de no poder afirmar su personalidad , no merece el dictado ele sábio , n i siquiera el de racional , sino el d� loco. Además es imposible hallar en la vida de Jesús , tal como nos la pintan los evangelistas , un solo rasgo de fanatísm o ; por el contrario , lo q_ue le caracteriza sobre todo es el buen sentido , la calma , la moderacion , la cla· ridad y la circunspeccion. La conclusion que se deduce , por lo tanto , es esta : O Jesucdsto es el Hijo d i! Dios , como lo ha

aíirmado , baj o una terrible imprecacion , el día ele su nuertc , en presencia de! ciclo y de la tierra , ó no lo es; y entonces no podremos ménos de excla.mar horrorizados

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- 1(6 -como el sumo sacerdote : ¡Ha blasfemado t ¡Reo es de muerte! No hay medio ; ó Hijo de Dios , 6 Ímpostor. Pero H.enan , que entien­de las cosas de muy distinta manera que to� dos los críticos modernos , �os lanza esta insipida evasiva·: ·. « lÍJI. O�te sería así , pero en Oriente , n6: » ¡ Como si en Oriente se pudiera mentir sin dejar de ser sincero, y la sinceridad fuese una cuestion de lati­tud y de clima ! Pero oigámosle á él : e La admiracion de sus discípulos le arrastraba y le sacaba fuera de sí . . . Embriagado del amor infinito , se olvidaba de la pesada cadena que tiene al espíritu cautivo , y sal­vaba de un salto el abismo , infranqueable para la mayor parte , que la medianía de las facult«des humanas coloca entre el hombre y Dios ... Para nosotros , razas pro· fundamente serias , la conviccion significa la sinceridad consigo mismo. Pero esta sinceridad no tiene sentido en los pueblos orientales, poco habituados á las delicade· zas del esp1ritu critico. La verdad material tiene poquísimo precio para el oriental que todo lo vé á través de sus ideas , de sus

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- !47 -intereses , de sus pasiones. La f¿ de las m'lsas 1� hizo taum1turgo y Jesús , aunque iJ.bía que no había tal cosa , se dejó_ llevar por la corrienk La única culpable en se­mejante caso es la humanidad que quiere ser engañada . . . e ( l . c. 27� h Así le ve�os adoptar el titulo ��-· ¡ aun cuan­do sabia muy bieri �óe no lo era , y se sirve de la inocente pretension de haber conocido desde el cielo los corazones de los hom­bres. ! Tal es la tosca y mal trazada ca­ricatura que hace Renan del Santo de los Santos , á la que pone la corona con estas insipidas palabras : • Descansa ahora en tu gloria, noble iniciador! Tu obra está acabada , tu divinidad asegurada � ( 1 ) . Ahora consideremos , siquiera sea á la ligem. , la persona que ·dá este testi­monio de sí propio : es el S6r mis puro ,

( 1 1 La. frescura de este esoritor para decir desatinos es verdaderamente asombrosa. Ahora snlimos con que los orientales no hllll conocido mmca lo que es sinceridad , ni verdad, ni aiqnior n sentido comun l ! Y loa modernos se toman tR.D. enorme trabajo para estudiar sus literaturas l y recojer, con ttxqui.sito ouid:t.do, eus dichos y

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- i48 -el más sábio, el mejor y el más hu­milde que jamás ha visto la tierra. ¿ Es posible siquiera imaginar que haya podido mentir y engañar? ¿ Puede admitirse que haya podido abrpgarse títulos y prerrogati· vas que jamás ae a,trpvier9n á pretender paca s1 locos tan embriagados por el Ol'· gullo 1 como Caligula ó Heli6gabalo ? Es verdad que se di�-á un pueblo , á quien habían degradado y hecho descender á. la condicion de esclavo , ordenándole que les adorase como á dioses; y sin embargo 1 las sacioncs � admiraban de locura sem.e· jan te .

Pues bien , las pretensiones de Jesús son mucho más exorbitant�s. El politeísmo d6cil de los romanos admitía una infinidad

sus ereencins . . . Lástimn. do tiemp o , do tra­bojo y do dinero omplendos en cosas de tnn poca monta. Y á esto se lla.ma. criticn. ! ! ! Y fl.lóso ·

f: n;o:tbi=:n�.• ��::o�8 d: "'f�11}���m�1:11Jt\:�d; ����ene��:fi!�:��� d� !�S:":abi����:. ' :������ comnn! Más consecuencia y móuos pala.breria 1 eaballerc s de la. razon! l � · del Tr. ¡

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- 149 -de divinidades , á las que se erigían otros tantos templos y altáres ; aquello no era , por tanto , más que una participacion en la adoracion. Pero nada ten{a que ver con esto la idea de Jesús ; él echa por tierra los altares de los falsos dioses; no rece� noce.más que un solo Dios , Creador del cielo y de la tiet'3; y sin embargo se atreve á proclamarse en Israel , en medio de este pueblo tan arrogante por el monoteísmo que le consideraba como su herencia sa� grada, igual en dignidad y en naturaleza al Dios único. �o , jamás ha visto el mundo una pretension tan inaudita , ni ha registrado nunca la historia un ejemplo de ambician tan increible. Semejante hecho 6 tiene que ser verdadero 6 es el más tre­mendo y diab61ico embuste , el orgullo más infernal y más loco que jamás han ca· bido en cerebro humano. Digasenos cuando hombre alguno ha llevado tan allá sus ambiciones. La historia no conoce un solo ejemplo ; porque Confucio se hizo pasar solamente por restaurador de las antiguas crencias , sin que tuviese remotamente la

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- 100 -pretension de hacer de su persona el punto crítico de su religion ; Zoroastro tampoco se atribu� prerrogativas divinas , mos­trándose constantemente como criatura en un todo sumisa á Ormuz. ( I ) Uno solo ha llegado á t21 extrell,lO , y ese es el que para nosotros es un mfJdelo de humildad su­blime é inimitable ; el 'c¡ �m nos admira por la profundidad de sus humillaciones áun en el momento que manifiesta tal preten­sion ; el que es la verdad misma ; el que ha hecho á sus enemigos una pregunta que nadie se ha atrevido á hacer : ft ¿ Quién de vosotros me convencerá. de un solo pe­cado ? o

Y ¿ quién es el que tie11e pretension se­mejante ? ¿ Es un emperador romano que huelJa bajo sus plantas á millones de esclavos ? No; bien léjos de esto ; y sin

{ i ) Y Boddhn., si no rinde culto á uno. divini ­dn.d determinada, tampoco os6 coloMreo 4 s mismo en el trono del Sér Snpromo , por más que , no encontrando en sn sistoma otro Dios , sus aecnaces le hayan tributado, al ménos en algtm.os paises, honores d1vinoa. ( N. del Tr.)

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- 15 L -embargo , esos soberbios conquistadores no exigían los henares divinos más que de su pueblo y de sus contemporáneos. �Iuy al contrario ; El quiere ser adorado en todos los tiempos , y por todas las naciones : � Id por todo el universo , y anunciad el Evan­gelio á todas las criaturas , 11 les dice á sus Apóstoles (Ma:rc. ,-xvr , ·rs ) . Él á quien no se conoce más que como el hijo del car ­pintero y á cuya madre habf.an visto todos pobre y humilde; é1 , en fin , que muere en una cruz como el último de los criminales , es el que exige que se le adore , y que espera con una calma y una seguridad in­quebrantables que el mundo ha de ereel' en él , y que le invocará. postfado ante el ma­dero de la cruz en que está crucificado.

Si la declaracion de Cristo fué una men· tira , debC? conside.rársele como el orgullo­so , el demente , y áun el criminal más monstruoso que jamás ha visto el mundo. Se ha pretendido que el sabio de Nazareth babia adoptado las miras y hs preocupa­ciones de su época á fin de faciÍitar la pro­pagacion de su doctl'ina. Es decir que la

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- 15.2 -mentira daña la verdad al mundo y la blns· femia llevaría al conocimiento de Dios ! Schenkel, 1lmo Renan ,

.opina tambien que

Jesús no crey6 que fuera de su deber ilus­trar al pueblo acerca de la supersticion en que caía , viendo en él un taumaturga y al Mesias ( l . e;. 6¡ ) , por-que • sin cie1to aco· modamiento no había enseñanza posible. • (373 ) « Jesús no quería apropiarse la mi­sien que los profetaS· habian ti"azado al Me­sías ( 136 ) ; únicamente podía dejar que se aplicáran á su persona y á su modo de vi­vir las ideas mesiánicas del Antiguo Tes­tamento , ya ifd'l!l "estié- eri: el íinico medio . Qe hacer que aceptára su doctrina una grnn parte dt: Israel y de llegar así á su objeto. • ( 1371 166 ). En -estos términos hablan Re­nao y Schenkel de aquel que ha dado este precepto : 11 Decid : Sí ó nó » . ( Mat. , v , 37) Si Strauss t iene razon alguna vez en su vida , es al hablar del oropel y de la falsa moneda de Schenkel , � á quien segun él , sobran palabras á falta de ideas � . ( Strauss , Los medios , J 865 ) . Uno de los más prGfun­dos conocedores de la literatura hebrea, se

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- i53 -ve precisado á confesar que ni la creencia en la Trinidai ni el dogma de la Encarna· cion se hallan consignados exflícitamente en dicha literatura , y afhma que Jesucris­to tuvo s6lo que amoldarse á l:as preo· cupaciones corrientes. En el Sohar ; la obra principal de la Kabbala , se expresa la ne­cesidad de desanollar un concepto más vivo de Dios que el .que ofrece el monoteís­mo abstracto ; pero esta obra no se remonta más allá del siglo XIII . MaS por lo que respecta á la Encarnacion-de Dios en Jesu­CJ.'isto , en vano se buscará en toda la lite­ratura cabalistica expresiones que repre­senten al Mesias - ·eomo:·.Encamacion del hijo de DioS y que" anuncien la uniOn·&¡ .. postática de la divinidad en el Hijo del hombre. Este concepto es tan extraño á la Kabbala como lo fué al alejandrinis­mo que alcanza los primeros tiempos del cristianismo. ( Delitzsch , Apolog, 440 ). Pero , áun prescindiendo de las expresadas' consideraciones , la doctrina entera de Je­sós se opone á este género de acomoda­mientos , toda vez que está en evidente

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- IM -contra.diccion lo mismo con las preocupacio­nes de los jud1os que con las ideas paganas acerca dt' la divinidad ; por cuanto lastima en lo más '-"Í\'0 á sus conciudadanos al con­denar su ideal de un Mesías carnal , y se hacía incomprensible á los gentiles , al pre· sentarles un Dios crucificado ! para los unos era un escándalo ; para los otros una locu­ra. ( r Cor. , I , 2 3 ) Los paganos califican la fé cristiana de stultitia ( Cipr. Epis. ad Demetr. ) , amen tia ( Plinio , Carta á Traj. ) , dementia ( Tertu. Apolog. r. 27 ) . furiosa opinio ( Minuc. Fel. Oclau. , c. xr , ) ; locura y rudeza. ( Gregor. Nacianz. , Serm. r. in Julia1�.) El racionalismo ha buscado un nuevo subterfugio. Tal vez , se dice , Je­sús no haya pronunciado ninguna de las frases relativas á su divinidad, y hayan sido los Evangelistas los que las han puesto en su boca. Mas tambien queda refutada esta evasiva por los hechos y argumentos brillantísimos expuestos an­teriormente , acerca de la CL'edibilidad de la historia evangélica. Por lo. demás se­mejante hipótesis carece en si misma de

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- HlO -todo fundamento¡ porque si se borra n de los EvangelioR todas las palabras que salen de la boca del Señor , · en las que se ven resplandecer destellos de poder y de grandeza sobrehumanos , si se hacen des­aparecer las expresiones que se refieren á su divinidad y magnificencia, y todos los hechos milagmsos· q_Qe. son·, á la vez , cum· plimiento de las ·profecías , qué es lo qut. resta entonces de sus palabra s ? Y quien se· ría en tal caso capaz de deducir lo que ha enseñado Jesucristo , y_ .de. saber si el que allí habla es , en general , el « sabio de Na· zareth , • el a hombre de dimensiones gi­gantescas "O , segun la. expresion de Renan ? Examinemos , por óltimo , las circunstan­cias en medio de las cuales dió Jes(ts ese testimonio de su persona. Es un hecho incontestable que Jesús � ha llamado .Dios, y que el mundo ha creido en Él. ¿ Qué se­creta virtud ha podido dar á sus palabras este poder ? ¿ Quién ha podido crear este nuevo mundo , salido , lleno de vida y de vigor, del sepulcro de un hombre muerto en la cruz 1 del suplicio de los criminales?

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- lbG -El hombre dispone de tres poderes con

cuyo auxilio se adquie1·e toda gmndeza terrestre r el poder de la materia 1 el de los sentidos y el del espíritu. El poder de la materia es la fuerza bruta; el de los senti· dos es la. .p�ion ; el del espirito son las artes y las dencias. Con la primera , Babi­lonia y Roma conquistaron el mundo , Mahom1 se !Sirvió á la vez de la fuerza de la materia y dei poder de los sentidos para extender su doctrina , haciendo una espan­tosa carnicerla en las naciones , y desen­cadenando las pasiQnes más terribles del hombre; el tercef poder di6 á Grecia una incontestable superioridad en el mundo

· antiguo ; pues su fllosofia y sus artes llega· ron á. ser la escuela de los pueblos. Ahora bien : ¿ De quE poder 6 de qué medios se ha valido Jesús para fundar y consolidar sU reino ?

En pdmer lug�r , rechaza de una manera expllcita toda violencia; asi le oimos decir : u Vuelve la espada á su lugfl r , porque to­dos los que toma1·en espada, á espada mo­rirán . » ( Mat. , xxn , 52 ) e Dad al C6sar lo

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- !57 -que es del César , � ( Marc, , XII , 1 7 ) res· pende á la pregunta insidiosa: de los escri­bas y fariseos , y por estas P!llabras ha fi­jado para siempre la situacion y actitud de su Iglesia respecto del poder ttmporal. Él rechaza tambien todo movimiento desenfre· nado de las pasiones , y hasta el más ligero pensamiento de iinputeza 6 de odio. Hé aquí sus palabras : � Pero yo os digo que to· do aquél que se enoja con su hermano , obli· gado será á j uicio. • ( Mat. , v , z8 , zz) « El

que'1to lleve su ruz Y no me siga, no pU;ede ser mi discípulo. � ( Luc. , XIV 1 2 7 ) Tal es la divisa que ha puesto en su bandera .. De suerte que á la sensualidad opone el · des .. prendimiento , y á la satisfaccion de las pa­sioneS la mortificacion. Se desdeña igual­mente de empleaL' el tercer poder , el del espíritu : � Yo os glorifico-�� inio , Se­ñor del cielo y de h. tierra , pori}ue escon­diste estas cosas á los sabios y entendidos , y las has revelado á los pequeños � ( Luc. , x , 2r ) . Hé aquí las fuerza!! de que dispo­nen Él, el Hijo del carpintero , y sus doce galileos, pescadores y w:tesanos 1 para obrar

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- 11>8 -la mayor revolucion que ha p1-esenciado el mundo (Dcellinge¡· , El Crist. y la Igl. u ).

Jesucristq rehu;a , pues , emplear la fuer· za humana , cualquiera que ella sea; rom­pe la espada qúe se desenvaina para defen­derle , promete la cruz 'á los suyos por toda recompensa , y confunde la sabiduría hu­mana , oponiéndola la aparente locura de la cruz; y sin embargo , tiene. la celleza de que establecerá sobre firme base su reino, y que este se extenderá , segun lo ha pre¡. dicho, hasta las extremidades de la tierra. Él morirá , pero de su. muerte saldrá la vi­da¡ la piedra de su sepulcro será la piedra angular de su reino , y su poder resplande· cerá más que nunca , cuando se hubiere ausentado de lO's suyos. (Ju; , xu , 32 ) ; u Cuando yo fuere alzado de la tierra , todo lo atraeré á mí mi!Jmo. e

Tal es , en resumen , la palabra de Jesús , tal el testimonio que dá de si mismo. He� mos considerado el sentido que encierra. esta palabra., la persona del que la pronuncia y las circunstancias en que la profiere. uCreedme á mi , dice Napoleon en Santa Elena, pues

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- i5'-j -yo conozco bien á los hombre s ; ahora bien, yo O!l declaro que Jesucristo es más que hombre . » . La pabbra de jef;IÚS , no ptwcle

s::r más que la de un Dios , Porque en otro caso habrla que decir que era la de un de­mente. Pero es verdaderamente la palabra de un Dios , porque !J. comprueba, la con­firma y la justifica por sus obras. Exami­nemos , pues , la obra de Cristo. Para for­marnos una idea de su i mportaHcia y de su clilicultad , remontémonos por un momento á la .. época en que los discípulos se separa­ron para cumplir su m ision . Representé­monos al Aposta! San Pedro llegando á Ro· ma , para predicar en ella la religion del Dios crucificado; ved á ese extrangero cu­bierto de poh·o , pobremente vestido , con las manos callosas y endurecidas por el trabaj o , atravesar las puerirllt de la opulen­ta capital del mundo. Lo primero que lla· ma su atencion es el Capitolio y el sober· bio templo de Júpiter , que domina toda la ciudad y como que simboliza toda la gran­deza de aquella capital del Universo cono­cido ; á derecha é izquierda magnílic0s pa·

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- {(!O -lacios de marmol.; todas las plazas decora· das con estátuas d e los diose s ; y sobre todas ellas descueJla la magestuosa c(tpu la del l-'"anteon , tl.)mplo donde se dá culto á todos los dioses del paganismo. Cna turba innumerable corre al anfiteatro á embria­garse con la sangre de los gladiadores mo­ril.mndos , s e agolpa ¡¡ los teatros para re­crearse en la grosera mimica de los cómi­cos y sat;isfacer sus bajas pasiones, y se precipit3. al circo para aplaudir á un co­chero fa\·orito. Paumt �l circ�nscs , tal es el grito de esta muchedumbre envilecida c¡ue no tiene otro m6vil que las pasio­nes más :•bycdas. \ l )

Supongamos que alguno de esa ociosa turba se accrCaJll extranjero , uno de los

muchos miles quot;:1liluíalf "tQjio�lc.s d ías á la populosa c iudad , y.s� pone á'pro.!gunbrle por mera curiosidad. · Oigamos la conver­sacion .

l) f-i< · .:{Lll• Jos ,lut.os tn(!'"}lrobables . l:• ¡ ·ohla · ('iNI de J : ,)ll\a � e "hwnba..en nq•wlh� Cp<w:• :"t do . .; mil lones do hal:ilnutcs . la mitn(l ole lo:; cuaJo:; l"ra.n c�chwos.

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- tnt -R .. - ¿ Poclría saberse- extranjero , qué

asunto te trae á Roma ? . · P. --Ycng-o á predicar el verdadero Dios ,

que es aquí desconocido , i. echar por tierra á los falsos d ioses.

R . -Xuc\'a y atrevida es h <.:mpr esa , en Vl!rdad , pero ¿ de dónde vienes ? ¿ cuál es tu pátri a ?

P. -Yo pertenezco á un pueblo á quien detestais y menosprcciais , y al que habcis expulsado de Roma , mis compatriotas es� tan relegados al otro lado del Tiber , soy j udío ( I ) .

R.--Serás , por lo visto 1 uno de los prin· cipales de tu nacion , u n personaje consi­..derable y de distincion.

P.-¿ Ves en la ori l la del rio.

aq ue l los pescadore s ? Es!! f�é mi oficio. La mayor parte de mi .-.a líe _pasado pescando y componiendo mis redes. Yo no poseo oro ni pl ata.

¡ l ) Los csc¡·itorcs ¡·omn.nos . fil•lsofos , h i s l o · t·iatlores, otc . . no h a b l a n tlc los judios gino rm¡ cl mayor <lespror:it>. Yóarosc Ciceron, /SIInocA, '!'ll.ci­to , Juvcnnl , lloracio, Pot:l'io, etc.

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- {62 -R . -Pero despues que abandon aste tu

oficio , habr,í.s cons1:;;ra,lo nl :�ua tiempo al estudio de la ¡;ahidmia ; lnb:·á� frecuen tado las escuelas de los fi l.Jsofo s , y apren d ido su elocuencia .

P. --Xo , t o d o e s o m� es completamente desconocido.

R.-Entonces es ele suyo muy atractÍ\'O al culto de tu Dios , para que no tengas ne­cesidad ni de la sabidurh ni de la elocue n ­cia , á fin de ganar á los homb res.

P.-Tampoco ; predico á un Dios cru· cificado como uU malhecho¡• entr.:: dos criminales ( 1 ) ,

R.-¿ Y qué anuncias rl e parte de tu Dios ?

J?.-Una doctrina que parece u n a locura á los hombres orgul losos y sens uales ; y · rrr. ··

{ 1 ) Ln crur:i11xion no Cl'a cnstigo do ol"igen ü cm¡J lco,iuclio; Cl"flo ¡wo¡Jin. rlo los rom:uws; y se to­nin. J?Ol' ol "mn� i '!nomiuioso )' más cru�l d e Jos auphcios como hnco r.otnr Utccron ( i n Ym·rom, ,., 04), por eso ti vio llama Ir. crnz " leño tlesg¡·a­cindo, ,. "a1·hol i n reliz : , cstalnl destinarlo !t. los esclavos , Landidos Mesiuc3 y sedic;osos. ( Ar­uob, "dv. G. 1 . Hl) .

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- 163 -que tleclara la guerra á todos los ,·icios que tienen t�mplos en esta ciu dad.

R . -- ¿ Y prctcn,t:::> p¡·cdicar aquí esta doctrina y lnccr pros� l i tos ?

P, -;\quí y en to:la la ti erra. R.- ¿ Y por cuan lo t ie mpo ? P . - S iempre. . _ R.-Entonces tié'óes' p;a�·;:oSos protec ­

tores, y cuentas con el apoyo de lo¡:¡ ricos , de los hombres de crédito , de los filósofos , ó tal V.!Z del mismo Ct:sar.

P.---A los ricos les p�ecl ico' Que despre� c ien y abandonen sus riquezas ; á los li ló­

sofos que sometan su . ;r.�2fjlp., a� _y_ugo de �a fe; al Emperador que· sé ·cr�spoje de su �ig� nidacl ele sumo sacerdote y de jefe de su pueblo en el dominio religioso.

R . -Pero entonces eS de suponer que todos se con citarán contra t íf y ¿ qué ba­rás tu entonces ?

P.--:\Iorir por mi fé ( Gerbet, JJosqu-Jjo , I 2 ) . Celso, hizo ya notar muy particular­mente la oposicion manifiesta de este pro­yecto con las ideas paganas. � Tienen la loca pretcm.ion , dice este auto r , de ex ten-

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- 16-t -

der su doctrina por todo el m undo. Pe1'0 ¿ qué hombre que esté dotado de sent ido comun podrá ad mi t ir q u e tod os los pueblos de la tierra , griegos y bárbaro s , puedan ser llevados á abrazar una misma rel igion ?.t ( Orig, Cels. , 1 1 , 46; m, 5 + ) ,

Si c l .:\ p6stol no expu so s u designio baj o esta forma, es sin e mbargo indudable que d.ebieron . tene"r lugar . . conversaciones pare� cidas en su fondo á la anterior, entre los paganos y los crist ianos del prime1· siglo .

En efecto , los Ap1'lstoles habian recibido la mision 4e echar por tierra el paganismo , vencer al j udaísmo y leYan tar la Iglesia cristiana sobre las nlinas de ambos , puesto

que cuando ellos apru·ecen en el mundo , todo el género human o , á excepcion del pueblo judio , estaba sumerg ido en la ido�

latria. Fruto del pecado y de la sensual i ­dad , las religiones paganas tenían , por decirlo así , mil brazos para seducir y cau ­tivar al hombre , dando satisface ion á to � das sus inclinaciones , halagando á la vez el orgu llo y la sensualidad y enlozando el culto de la d ivin idad con todí\s las seduc-

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- 165 -ciones y los placeres de la vida ; y de esa manera respondían á la neceshlad religiosa al mismo tiempo q11e á las más bajas incli­naciones de la naturaleza. Así es que los dioses no eran más que personificaciones de los fenómenos naturalcll y áun con fre­cuencia groseras representaciones de la na· tu raleza pervertida y _de biS in alaS pasiones , que así sacaban de la religion un alimento siempre nuevo, Lucirme ( Amor. LJli ) dice de un asqueroso panegírico de los vicios más repugnañtes·; qu·e· píi�de · · Cori.síd"erarae como una de las más honestas oraciones que se pronuncia"n en al abanza de los dio­ses ; Plauto (Poe11. , . I , 2, x: z o ; rv , 2 , 27 ; v, 3 , IJ ; ) deSéribe la ·influencia que el culto de Venus ejercía en la COJTompida juve11tud y Dion isio de Halicárn� condena l l mitología como perjudicial para las cos­tumln·es ( n, 90 ) : · · ¡o mis� . dice O v idio ( Trist . , H, 2S7 ) , y Platon destierra los mitos griegos d e :m rep(Lbl ica ( Uejmb! . , 11 , 3 7 7 ). Los actos del culto eran al mismo tiempo Hcstas pop_ulares y naciomles cele­bradas con sacrillcios , en las .qne se des-

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- t66 -plegaba gran aparato , formando parte in� tegrante de ellas diversiones de música y gimnasia y representaciones teatrales. En las fiestas religiosas de Grecia , los pugila­tos, las luchas, los certámenes ó concursos, y los coros, cn - .sp.ma , la pompa e.xterioL', constituian CI principal elemento de la so­lcmnidad j po1· cuya mzo11 eran considera · das esas fiestas �mo. el .pas�tiempo más agradable de la vida trelénica , y su repeti­don periódica s e esperaba con impaciencia y se saludaba con trasportes de alegría ( Dcellinger, 1?��-f Ifttd. , ZI4 ) .

Todo romano· tenía parte en la victoria que celebraba el triun fador cuando subia s:l templo de ]ijpite¡·, que se alzaba en el Capitolio, en un :�arre tirado por doce ca· ha.llos blancos . .Esto halagaba su orgullo, y todos sus sentidos ansiaban presenciar estas solemnidades de los dioses , en las que se festejaba juntamente á Dios y á la. materia, al placer y á la religion , en me­dio de danza s , de cánticos y de espectácu· los embriagadores. Tertuliano refiere que muchos paganos no abrazaban el Catolicis·

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- !67 ..;..; m o pOl' lo mismo que prohib'i:t los espec .. táculos públicos. ( De Spect, 12 ), La impor·

tancia suma que tenia la renunc ia de las • pompas de Satanás " que de bia hacer e l neófito al recibir el bautismo , !ie, Compren• de mejor teniendo en cuenta que se l lama­ban pompa8 los disfraces· mitológicos lmpios y á \'eces obsceriOS 1'<¡UC' · I!Ie ·usaban en los teatros ( Tert. l. c. 7 ) . El arte habta deco· rado con esplendidez- los · teni.plos·, y los ídolos dcsplega.batr 1HR� miradas Seducidas todas las gracias , lóS ílt'i'acti!.Ms :y las be­l lezas de la forma. El Júpiter Olímpico de Fidias , era una de las maravillas del m un· do , y bastah;.. s6Io m'i�i1e · p'ara. :alejar. la tristeza ó el dolor. El gri�ko · ap�11dh su historia nacional y religiosa en la lectur a de l a s obras maestras de Sófocles , de Pin· daro y de HOmero ; y lAs clásitZil.s creacio­nes de 1'ucidides y l:le Herod.oto " te revela· ban la grandeza de su patria y de sus d ioses. Todo esto debía llenar su corazon de justo orgullo 1 hasta el punto de parecerle una traicion á la patria y que era renegar de su pasado , y de toda su personalidad , el re-.

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- !88 -nunciar á 5U religion y á sus dioses ; a st decía un pagano á un discípulo de la Cl'll?.: « Es para nosotros muy duro abandonar las

t1·adicioncs de nuestros mayores» ( Aug.

Ep. 3 2 ) Víllemain ha.. expresado con s u acostum­

brada elocuencia ·el poder df'l pagan ismo sobre las almas ( C11adm, 5 7 ) : u ¡ Cuán tos obstáculos se ()p�nian todavía á la p1·omul· gacion de un nuevo · Culto ! En cualqu ier punto del imperio conservaban todo su po· der algunos ritos antiguos ó algunas su·

persticia11es locales . : . Pueblos enteros se hallaban sumtdos en la más grosera igno­rancia y eran demasiado estúpidos para desconfiar de semejantes fábulas. Oh·os se babfan acostumbrado á un culto .sin debe­res y á una vida de pasiones y de placeres. El viejo politeísmo fm·mnba todavía el fon­do de la sociedad romana ; sus temp los y sus ídolos estaban , en todas partes , á la

vista , sus poetas ocupaban la imaginacion

deslumbrada, y st1s fiestas eran el espec� táculo de la muchedumbre ; en todo se mez· ciaba, bien como un uso , b bien como un

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- !d -placer; brillaba sob1·e las ense1ias de las le· giones y se1·vía de ornato en las bodas y en

l o s funerales. Posteriormente eDsangrentú les circos y los teatros. El politeísmo había

· sobrevivido á la misma incredulidad que él

inspirab a ; se había conyertido en una es­pecie de hipoc¡·esia pública , pr.ofesada 1por el Estado , y su. deGadeJ:).cia.-, HBtenida· .por e l poder , por el interés y por el hábito , parecía hecha para durar tanto como la del imperio . • : • "· :: . -· . :

Es evidente que. una:religion2dt!!t$te gé· nero no podía crear ninguna doctrina mo· ral propiamente dicha. A través de la os­cu¡·a conf.usioa· d�. las?le)l'ehdae:·� rp.ik!s.rno se descubre, BinO raras Veces laHdeft · de \ID órden moral un iversal ; por eso el griego y el romano iban á bu scar los pre_e¡:ptos de la moral y de la vida- en l$8 escuelaS· = .filo� s6ficas , y no en aque l los que guardaban el

depósito de las leyendas religiosas, es decir, los sacerdotes. Todo lo que emanaba de es­ta fuente no podía menos de ser contrario á las costumbres. � Nadie , dice Platon, se de­je adoctrinar y engañ ar por los mitólogo¡,¡ ,

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- I'IQ -ni · se figure que robar no es cometer el

· mal , bajo el pretexto de imitar á los dio­aeil •'o. (Legg. , XII , p . 9+I ) Notorio es que

_ se invocaba á· LG.vinia y á Mercurio para llevar á cabo con felicidad un· robo 6 una supercheda, en cuyas artes se creian ser maestros estos·periottajes- ,: que se venera­ban en los altares ( Horacio , Ep. r , x6.). Las precita:das¡pa.lQ.brás ponen de: relieve el prfu.cipio-·y ·l�ptofandá l'ÍlÍZ de · Ia·.áepra� ciori "de las costuJp:bres · éntre los paganos.

-Dem6stenes nos dice claramente hasta.'don· de llegaba t:stil .depr&vacion<; ·ar.justiftCar u�-:aial el�-wn:IU c!ortesanas ante todo el pueblo ateniense reunido ( Demosth. e. Neli8Y. Ora,,:áte •. ,. v , 578 ) . Y es que las malas costumbres:no.teBian ·importancia ·¡¡ los ojos de los pa:ga.nos;, , sino - cu"lindalasti­mabnn los derecbos particulares;.{ Cicer, , De unt. Deor. ; t ; 28 , y Orat. pro Coel. , 20 ; Ojg, 1 XXV , tit, VII , 48 , tit, 1 V 1 Quin• til. l11stit. , v:r , 3 ); Al paganismo le faltaba. principalmente la conciencia profunda , 6 á lo menos una idea clara del mal, como mancha moral, 'y de la culpabilidad del mis ..

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- i'7l -mo. El cual se justificaba y aún se atribuía á los dioses siempre que revistiera una f ar­ma bella , y la mancha.. · que . el sacri&crio debía purificar era · .una.J cosa •puramente mecánica y exterior�J como el , sacrificio mismo.

IndudablemeQte. ,_. tod0"Y Jo:·q�H: -�es.i :capaz de implanta{ rpnú�oatif�una religion en las' almaS:, todp - lo:(¡Ue ,puéde: darla e.'C­P.Jend�r.y,[eyestitla de ,prest-igio 1 se ·hallaba reunido· en.Jos-&tdtQftr.pilgaDBs.. ;lías:ldeas, las preocupaoionea .f"· lml rhtbitfla-:tlel'-paga­nismo habíap. echado ptofundas· raíces en las almas; .se-había;.mamado:-. es.ta. rc:ligion ton . la \l�e.hfbmatem&irlJ':I.renióJar¡ herencia preciosa., :y·/ sagrada ·de.· ' lo s < . ·ábt.epaslidos. Desde los tiempos más-· remotos 1 tenían los romanos la coatum'brcrd��f R.Cer,szcrificios t los manes de ·.S:UB': 1lnte.p:asa.\io,s.j y el hija· veneraba el a'lDlJ. .de. �U! p a-dre\ c.Gmo una divinidad. La religion-era: s considerB.tla como la condicion y el fundamen to del bieneStar

público y particular , y á ella se atribulan la grandeza y las conqui stas de la patria ; la misma Roma se.crei.á deudora á su rel i-

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- i7.2 -gion ele la conquista del mundo. Una de las acqsaciones dirigidas con más frecuencia co�trq. Jos cristiaatos , consistía e n hncerles respOnsables de todas las desga·acias públi � cas que sobrevenían , como guerras, pes� tes , hambres , der1·otas , temblores de tiena, con las cuales los dioses , irritados por el abandono en que se les dejaba , afligían á los mortales (1'!4-·tul •. Apol, c. xr... ; Arnob . ad-p:. Gene. , r , 6;.juS.t; A.,Pol. 1, u. Cypr. L . ad Dem. init ; T.ito Liv. I, jS ; C ic . , De 1'at. Deor. u r , 2 ) . El vencedor o frecía á la di· vinidad sus �'?reg�,i;�!o� te�pi?� de los dio�s estaban cubiertos· de . inscripCiones , y eran ricos en donativos piadosos , ofreci­

dos en l"econoFioReQto de una supuesta proteccíon 6 be��ciq r.e_cibido ; en parti­cular se citan l.ugafE;s fam osos por supues ­

tos milagros y pl'etendidos oráculos, como el templo de Esculapio en Epid auro ( Tito Liv. , 1 1 , x1v , zS ) , y los cle �\polo en Delfos, Didimo ( llorado , r Od. v; Just . , Iiistor. , L, xx1v , u ), Se con!-.ervaban entre el pueblo leyendas de castigos para el que despreciaba á los dioses , y e:\traor�

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- n:� -dinarios beneficios para sus fieles adorado· res ( just i n . , xx1:-.: , 8). La piedad del romano y s u culto á los dioses estaban i n ­disolublemente un idos , 6 mejor dicho , no formaban más que una soh cosa con su amor á la patria y h gloria. La muerte en el campo de batalla era para él un sacri ­licio que ofreda á loS dioses ( Val. Ma" . , vu r , r . - Ovid. , Fast. , r v , 3 r 9 ) . No se entNba en campana sin consulta¡· los aus­

picios . y la' inftuenciá db · los augures ·era muy grande en la guerra; 'Las predicciones ele victorias que hacían estos auspices lle ­

naban al romano de yalor, y aumentaban su confianza en los diOSéá ; laS entrañas de las víctimas , el vuelo de las aves ; todas estas observaciones y prácticas exactas y detenidas estrechaban los lazos que unían al soldado con la antigua religio n . E l campa· mento era tambien un templo , y cuanto más honrado era el s'rvicio militar, más poderosamente obraba e n los espíritus la creencia e n los dioses. E n la vida civil se hallaban mezcladas multitud de prácticas ,

de natur2leza polít ica á· la vez que relig:iosa.

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- m -. Las asambleas del pueblo , h1 cleccion de " los magistrados , la form:t. d.:::l sufragio popular , todo esto comenzaba p::n· los aus­picios que s:1ntificaban estos actos .

En los tiempos que siguieron á la repú­blica , se cre6 una nueva forma de culto en la apOteosis de los emperadores , á qu ienes la ndulac ion erigió altares en todas partes. Este culto llegó · á__.. ser un instrumento de t irania , y tin me<licierDpteado, con frecuen­

cia, para afianzar mucho !más las cadenas de la escluitud , ya que no sacrificar á César era reput ado pa( ímpiedad ; ;i la vez que un C:rhnen de lé"sa magcstad. No es por lo lanto , extmño que la ru ina d e la anti­gua re l igion y el advenimiento de una nueva - pareciesen :111 · a:iltiguo patriotismo la calamidad más· térrible y más grave que podía amenazar á la república. De aquí el que naciese bien pronto en los espi­ritus , llenos ya de enojosos presentimien­tos , la idea de que los cristianos eran la causa del malestai general c¡ue afligía al imperio , puesto que !lie creía que se había

provocado la cólera de los dioses por el

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- !':S -menosprecio en que habían caido , y por la veneracion, siempre en aumento , que obte·

nía un nuem Dios , enemigo suyo . Esta errónea opin ion cstab:t. tan universalmente extendida , que casi todos los apologistas d e los prilmros siglos , como Tertuliano ( Apol. XL, 41 ) . Taciano ( Orat! c. '"¡uo, IV. ) , Orígenes ( C! Cel�-: ; u r , I j ) , Arno­bio ( r in i t . , r r r , : q . ) , S�n A gustin ( De civ. Dei , r , 1 5 , 3 0 ; I I , �. 3; m, r, t ¡ , 20,-Serm: , �x.x.":r . ), , . q[q�i� . .(!'':'aef. y I I ,

3 ; V I , r . ) y otros , s e vieron .obligados á combatirla y por eso se creyó que la res­tauracion del culto f'agan9 '· intentada por Juliano deten�i1� _.,¡ irPp�r}9- F.� ,�,p�ndi�p.�e de su ruina ( L'ibaii . r , sz9 ) . Estabapr.ohi· bido , bajo pena de muerte ú de dest ien·o , i ntroducir cultos nuevos Cn el Estado. ( Cic. , Da Legg. I I 1 � ) : 11 Que .

'nadie t u ­

v i e s e en particul�¡�.r d ioses ¡ y que no se diese culto á dioses nuevos ú extraños si no eran conocidos del público n ( Tertul. Apol. X I I I 1 3 4 i XXXV, 3 8 ) . Se llamaba á los partidarios del crucificado lwst�s publici , factio illicita; Los cristianos declaraban que

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- 176 -no podían tributar al Emperador honores divinos ; pero que pedían por su salud , que satisfacían escrupulosamente los impuestos y honraban al soberano como representante de Dios en la tierra , mas n o como á Dios. Ellos estaban dispuestos á ejecutar fiel­nr�tc todas las órdenes que no fuesen cou· tracias á la ley de Dios. ¿ Qui�n no se ima· gina escuchar aqui ciertas acusaciones de nuestra época , en las · que se procura repre­sentar al Estado como la suprema divi­nidad y la fuente de todo derecho ? El ' antiguo m u n d o romano , basado por c o m • pleto sobre el politeísmo, no se equivocó al presenti1· qu:: su. caida coincidiria con el triunfo del Cristianismo; por eso miraba como un deber inneludible perseguir y exterminar á los cristianos : • Bórrese hasta el nombre de los cristianos (1ue han derri ­bado la república , � se d ij o en una inscrip · cion del emperador Diocleciano. ( Haver­camp , 1"u no!. ad 1'ertuUúmi Apotog. , I I . ) � La locura del Galileo h a estado á punto de trastorna¡· todas las:cosas , � dice juliano el Apóstata, ( Ep. 1 V I I , p . IO ).

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- l i7 -Y sin embargo á In vista !>alta que no es

el crist ian ismo el que aceleró la ruina del imperio romano , sino la misma Roma , sus

emperadores , sus filósofos , sus sacerdotes, s�1 pueblo entero , todos los cuales se con� j u raron para oponerse y sustraersl! por completo á la bent:fica inlluencia deLcris·

t ianismo que lo purificaba y lo renovaba todo, a Solo el fanatísmo ciego ha sido capaz de afmnar quo el cristianismo h& con vertido en ruinas el imperio romano. A pes:t.r de las fuerzas qu:! derrochó el

Estado romano en su ciega lucha con la

rel igion de Jes:J.cristo , es i ndudable que aún recibió vigor de la influencia cristiana, sin la cu:d hubiera indudablemente sucum� bido en el si .�b II r b:ljo e l nihilismo de la. incred ul i;:bd y de la supersticion más brutales . � {Keim, Rom:r.y d crist . , r88r , a ).

Si examinamos con detenimieo.to la cues� tio n , VCI'emos que todo parecía haberse

1:nnj urado para m'lntcn�r y a lirmar el po· l ilei s m :> ; el cielo y h tierra , los dioses y los hombres , la patria y la familia , la re� ligion y el arte , la historia y la educacion,

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- t.i8 -la incl i iHtCion y el hábi to , formaball COMO el suelo fecundo en doncl � el 11agan i smo tenia sus rak..:s , y del CJlle recibía su al i ­mento. s�.�un la oportuna cxprcsion ele De Maisil'c , i' no hay inst ituci on puramente hum�na que �l!=anc�

:. gran duracion si se

pdiiéli de 'aelle'í·ihf para combat irla el ca­dalso , la rawn r. la sát ira , ó sea la fuerza br�ta , _ _ Ia Ciehda:y�t;., r burl a ·,de las muche­dum�rés. � N�de/tül.�fi!. á ia Vf:r�iid , prc,·eer que" semejante estado de cosas había ele ce­der bien pronto el pu�sto <Í. una nueva doc­tl'ina d�stinada _á ,trasformar completamente á Iii fíum�nid·ac1:eíi :Stf maÍ1�ra de pcnsnr , en sus scnl im ieritos , r t;n s u conducta. El poder con el e¡ u e el paganísmo encadenaba á hS alma_s , cohSi�tíá)recisarncnte en que sat isfacía en ápari�nda la necesidad rel i­giosa. El org-ullo y la sensualidad , por sí solos , no huhici·an ej ercido scmcj:ultc i m ­perio , pero es q u e l alcs pasiones se halla­ban consagradas por la rcligion , por la historia y llOl" el cullo ; la sensualidad se había hecho rcligio¡,a , y la religion scn­

�ual. De esta manera , la 1 ·clig;ion , mcz-.!la-

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- 178 -da con los sentimientos más sinceros del hombre , como el amor á la patria y res­peto á los antepasados , habia penetrado con ellos hasta el fondo de las almas.

Pues bien ; en este mundo , gangrenado y paganizado hasta la médula más intima de la vida , es donde se presenta el Apos­tol. Él anuncia una doctrina que, por su misma naturaleza , d.ebia tropezar con mul­titud de obstáculos; doctrina nueva, inau­dita , incomprensible , que exige una fé y

una sumision puras y sencillas ; doctrina que es necesario hacer admitir á masas en· teramente incapaces de conc�.bir siquiera un:�. idea algo elevada de 'Dios , y á las cla· ses superiores devoradas por el excepticis­mo y la indiferencia. La doctrina de un Dios crucificado parecía una cosa absoluta· mente despreciable á los paganos , que no podían figurarse á la divinidad sino mdea­da de gloria y magestad. Cclso, además de 'echat' en cara á los cristiauos la novedad de su doctrina, dice ; � que adoran U!( cri ­minal digno de menosprecio y condenado á b última pena » ( Orig. , x , 2 6 ¡ I I , 5 , 8 ¡

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- 180 -9 · 3 1 ; Arnob . , a:lv. Gt.�nf . , r , g r . ) ; otros como !ll inucio Felix l ÜC!tl , ' . , r x ) , les acu­san de abandonar al \'erdadc1·o Dios por adorar á u n hombre ; por cuya razon c:-.cla­ma el autor c itado : � Merecen la cruz que Rdoran·� (A rnob-:j �I, 23; Orig. l . c . m, 3 � ).

Seg(¡n vimos añtes la adoracion del Crti· cificado llegó á equipararse á la adoracion de un asno ( Tertul. A�olog. r x , 1 6 ) . Y á una fé de esta nahíf�feza añade el :\postal la moral más sublime , moral cuyas exigen· cias parecían exorb i tantes é imposibles á la naturaleza humana ( Just. , Dirr.! . _x ) ; él pe­netra· hastá. lO niás'· p'tofundo · del COl'nzon , y hasta los más secretos pensamientos del alma ; prescl"ibe las pdvac ioncs , la alme­ga:cion y la: m��tific�cíon , prohibe la ven­

ganza·, y ordena et amor hacia todos los hombre s ; en cambio no promete ningu na recompensa en eSte mundo : tocio lo refie1·e

á la vida futura o El pagano Cecil ia dá tes­timonio de ello p.·linuc. l . c. •·m; x u ) : « Ve. .. s6tros estais siempre reunidos y angustia­

dos : os privais hasta de las más inocentes aleg1·ías; jamás se os vé en el circo ni en

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- l >l l -

los festines pí1 blicos. Estais pálidos , aco­hardado:; r sois d ign os de láslima .. , Cnn

falsa y vana esperanza les aluc ina y les qu i ta los goces d e l presente. »

El c ul to qnc quedan los Apóstoles sus­tituir á las pomposas fiestas paganas y á todos sus seductores cncaJ:�los � era senci ­c i l lo , penoso y d�poJ*4o de todo aquello que pudiera arrastrar al · hombre carnal. A los ojos de los pon tilices paganos , cuyo gefe era el Empera.d_o�:,r l'·. e.n med�o Qe la civil izacion del siglo de . . . Augusto, de . un gusto tan fino y t an delicado , que había llegado al colmo de b. pc1�ccion en las ar· tes y en las . cie"ncias , .. 198� ;¡p6��oks -d� la nueva 1·el igion cmn hombres groseros , bárbaros , y. lo q u e es mucho �áf; grave y desfavorable , j udíos. Porfuio. se sorprendi6 al Yer á Orígenes , que ,es4lba muy versado en la l iteratura gJ"icga , abrazada religion de los bárbaros ( Eus. H. E .• , yr ; r g ) ; y el emperador Jul iano opo1te , ni Cristianis­mo la literatura griega y su influencia en todo el m undo . Horado r otros escritores nos clcmucstr;m has la c¡ue ptmto s e dcspre-

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- l82 -ciaba á los judíos en Ruma. Porfil'io llama al Cristianismo atrevimiento bárbaro, N ; y

segun Gelso o el Cristianismo es bueno á lo más para los ignorantes y los tontos ; es una Heligion báa·barao ( Or, l . e , r, 2) . ¡ Qué inferiores debían parecer en el len� guaje , en los modales y en todas lal-exte,.._ rioridades al romano pulido con el trato de los filósofos y de los retóricos é instruidos en todas las bellas aJ:tes ! (Id. l. c . vr , 2 ¡ _\rnob , l . c, r , 59 ; Clem . , Alej . , Strom,, 1 , 3 44- ; Lactanc. Jt�sl. divi11. v , I ; VI , 21 ; August. Doctr. dw. , n , 1 3 ; Teodor. De GrtUc. affect, CIW. x. init. ) . En . cuanto á

sus prosélitos, estaban escogidos , al decir de los paganos , de entre la hez del pueblo; eran pobres artesanos , esclavos , mujeres supersticiosas; y ' no se vé ir en pos de ellos más que populacho cubierto de hara­pos y descalzo , • segun se afirma en el díá· lago Filopatris atribuido á Luciano ( 21 , 25 ; Minuc. Oct!UJ, , v , 8 , u ) ; como no adoraban á dioses visibles , se les acusaba de ateismo , y por eso se les echaba la cul­pa de todas las desgracias públicas. Sus

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- 183 -asambleas, que no podían tener lu�ar sino cle noche y en secreto , por temor <Í las per· secucioncs , dah:m ocasion á las m:is gra­ves acusacione s : se les calificaba de ladro­nes , envenenadores , saCrilegos f"profana .. dores de las tumbas , en donde se rcunfan , al deéif' de sus enemigos , para conspi�ar, para entregarse á la' prá:�Ca-·dd Vh:{O'S Con· trn la naturaleza , y' ¡):trá c� lcbrar los festi· nes de Thyesto. « ¡ Aniquilad á los ateos ! � gritaba el pUebi� �: la in:'!!eí.·te d e San Poli­carpo. ( Just. A¡),' r , ' 6'(Matt.'1S:fldJ.Yco , Ix, y X I I I ) « El Ponto esbl .lleno ··de' Cristianos y de ateos � escribe Luciano ( :�lcxandr. xxv) . « i\Inéstrálrte-'á'iftí' DiO's� 'íPCHc·é el •pá­gano Autolyeó :,rTé&Aló ''('.·td''M1rto!-:I i:; ' z ; Arnob , I I I , 28 ; Athcnag. Lcg: r \- : Jnst . ; Afiulog. I , ó ; Eus. �l. E. ' i:v)��15_: C_els: ap. Orig . , u r , 5 9 ; �finUc .. Fcl. xn ;

Tertul. , Apolog. xvr , · 39 , · •}O ; ·Athcnag. Le.�. p. chr. , c . xxxv ; ' Téó'fYíd. ' 'AU tol. , I I I , -� : Tertn ! . , ad Nat. , r , 7 ) : � Ta n ­t o s n i •'íos degollados , tantos panes ofrec i­dos , tantas an torchas apagadas , tantos errores en los matrimonios . � ( Minuc. Fel,

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- 184. - . Oclat!, Ix ) : � Preséntaseles u n niño . . . cuya

sangre chupan , cuyos miembros esparcen á los cuatro vientos ; estos son los sacri fi ­cios para cuya celebracion se congregan . o Pero á semejantes acusacione3 responcle1 por todos, Teófilo diciendo ( l . c. 1 1 1 , 15 ) : ' E ntre nosob·os reinan la templanza y la castid ad ; nosotros observamos estricta­mente las leyes del matrimonio , proscribi­mos la injusticia "y el pecado , cumplimos la ley y adoramos á Dios penetrados de profun do respeto á s u omn ipotencia . • El gobie1·n o , por otra parte, creyó necesaria su intervenoion , á fin de atajar tan som­brio como peligroso fanatismo , que ame­nazaba echar por tierra el culto idolátri­co de los antepasados , y hasta las leyes fundament�les del imperio , y que, al negar los honores di vinos al Emperador divin i­zado , no retrocedía ante el crimen de lesa magestad. Táci to llama á la fé cristiana � supersticion d igna de ser abolida » ( Ann. x.v 1 44); e hombres dados á una supersticion nueva y maléfica � dice Suetonio ( l 'it11 l\'e­rOII. r 6 ) ; y !'linio el jO,·cn ( Ep. x , 9 7 ) :

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- 185 -� Superstic ion maligna � ( Tácit. An. xvr 1 .2 ¿ ; Tertul . Apol. xxxr v , 3 5 ; .M in . Fel. ,

O.:t!lY. \' ! I I ) : n Homhres de un lnndo de­sesperado , ilícito y pernicioso. • l Tertul ) : � � o conviene que existais , • se les decía. N e ron , Trajano, Marco Aurelio impusieron castigos �horrendos á muchos cristianos p a ra intim idados , pero Decio , V�leriano y D iocJeciano trataron de aniquilar la Igle­sia cristiana , que amenazaba acabar con todas las instituciones paganas . Desde Trajano y Marco Aurelio, que publicaron

leyes excepcionales contra la religion de de Jesucristo , negando á sus adeptos la tolerancia que se otorgaba 4 to.da.s las reli� giones , hasta el reinado de Constantino , vi vieron los cristianos como proJJ;critos , se· gun la letra de la ley á lo nlénos ; toda acuncion contra eUos era legal , y sólo de­pendía del capricho de los emperadores ad­mitirla ó rechazarla. ( Rcumont , Hist. de H.om . I , 458 ) . Tal es el mundo que los Apóstoles tenían (j Ue someter á la f¿ ; que no solo debía ser anunciado Jesucristo en Roma y en Grecia , á los galos y á los

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- 186 -germanos, sino al universo entero . Los mismos j udios no se h"bían atrevido á ele· vnrse hasta la idea de una religion un iver­sal ; y por lo que respecta d. los paganos , como Celso , por ejemplo , consideraban

como una utopia y una qui mera j¡•¡·ealiza­hle el que :la humanidad entera �stuviera unida bajo una sola rcligii'Jn, Y la cruz de­bla vencer en el momento en que el mundo

entonces conoddo hab'ia llepdo ·al apogeo de su cultura , dé· su ciencia , á la vez que de su cotTUpcion ; en una época en que RO· ma era la señora de ·toda la tiei•ta : y en· que estaba · eont:bri.tra.'db · to'do el ·podet: en manos de una sola persona ; cuando el sa­ber y las letras se habían extendido por to­das partes t y las obras de los filósofos y de los histOriadores,- de los Ol'a4ores y de los poetas andaban en manos de todos. A estos hombres , habituados tl hablar y A discuti r , á j uzgaL· y dudar ele todo , se les anuncia una fé que pitte la se11cillez del niño ; se les pL-opone misterios , se les exi­ge una sumision pura y sencilh de su inte4 ligcncia y asi se quiere cautivar su razon.

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- 187 -Han pasado la vida entregados á todos los placeres sensuales; e l vicio ha llega do á se1· para el los una segunda naturalez a , y se trata de hacerles aceptar la moral más ex:tricta y de prohibirles hasta el pensa � miepto de los placeres á los que se habían entregad� hasta entonces con pasion fre­nética. En efecto 1 oigamos al Apostol ( Ephes. , IV, 1 7 1 24 ; V, 8 ) : � Yo OS ad� vierto y os conjuro en el Señor que no v i ­vais como los gentiles , · que siguen en su conducta la vanidad de .sus pensamientos. Despojaos del hombre viejo y revestios del hombre nuevo que ha sido ct-eado segun Dios en justi�ia. y , .,.IJ.·¡$Uilti<Ut.ó. \!erdade­ra. Porque ántes estábais en . tinieblas y hoy sois luz en Nuestro Setior. •

Por donde se vé que , la razon y el cora­zon 1 la cultura intelect1,1al y leos hábitos sensuales, los poderes materiales y los es­pirituales se hallaban coaligados contra la naciente f�. Y los más poderosos persona.­jes estaban interesaclos en combatirla; en primer lugar 1 el Emperadoa· , que se sentía amenazado en su dignidad y en su poder

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- iSS -y q u ! calil'icab:m , coml) lo hizo Marco Aurelio , , l a constancia de los cristianos , de temt.cidad digna de cast igo t PNs ¡,�,tiitón , c , u ) ; los gobernadores de provincias que veían en el culto de los dios�s uno de los elementos constitutivos del órden civi.l , y por con:;:�uiente pCl"seguian, á sangre y fue­go, á los parti darios ele h nueva religion ; las poderosas corpoxaeiones de sacerdotes cuyas influyentes ramificaciones se exte n ­dian p o r todas partes ( Act . x u . 2..¡. ) ; y finalmente hs escuelas Iilosóücas,�de donde salieron los m{ts �erri/J:les adversarios 1 au-

·

tares de libelos infamatorios y desprecia­bles contra los cristianos , como Celso, filó­sofo epicúreo , que Jlot·ece hácia e l año 1 5 0 1 de cuyas obras tenemos muestras en h . refutacion (Íue d�

·. ella� hizo Origenes; Fi­

lost!·ato , autor de la \'ida de 1\polonio de Tiana , escrita con el intento de oponerla á la Vida de Jesucristo ; Porfirio , discípulo de Plotino y fundador d e la escu>!la neo­platón i c a , muet.to 304 aiios despues de je­sucristo , q llí: escribiú una obra en � Quince libt.'os contra los cristianos ; � y precisa-

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- 1 (1.8 -mente , com() es notorio , el neoplatonismo , por ser al parecer, el sistema m á s próx imo al cristb.n ism:J , y por haber alucinado á muchos haciéndoles creer que prtaentaría ung, reli;{ion n u � \·a en la que estarinn con­tenidos los fundamentos para la regenera­don del ··decaido i mperio , a_liado además con los poderes politit'oS� ·era : e¡ más temi­ble adversario de la religion cristiana. En ­tre sus i mplacables enemigos figuran tnm­bien: Hierócles 1 gobemad·or de Bitinia bajo D iocleci8.no , aUtot .

de!ún�libro " titu­

lado « Discursos vc¡·daderos G : Luciano de Sa.mosata , que floreció 200 ailos despues de J . c. y tom!l" córi" rretfuenci.a: á. " los ·cris­tianos por blanCo ·de Sus Sátiras : y por ú l ­timo juliano el .-\pósto ta , que escribió una obra en siete libros contra el Cristianismo ( Kellncr , Helc1� . ·y · crist'.' " I 866"). Vemos ,

pues , que el Cristianismo tenia por enemi­gos á tcdos aquellos que pretendían pasar por representantes de la ci\" i l izacion y del buen gusto , y á los que, orgullosos de las rit¡uezas y glolias de la literatura nacional, como Juliano 1 menospreciaban el lenguaje

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- iN -inculto de los groseros g\lileos , hombres de baja estofa y pobres artesanos. Y cuan ­do se enmohecieron las armas de la ciencia; cuando se redujo al silencio la crítica y se agotaron todos los inmensos recursos que ofreáa una civilizacion refinada hasta el más alto grado ; cuando se vió que el des-

. dt:n y la mofa 1 aunque prodigados con exceso sobre la._muchedumbre de los nuevos creyentes , no 'l.c8:baban ·con ellos , el ódill empuñó la espada con horrible saña. Por diez veces se recrudeció con furor la per­secucion , y millones: . . -de mirtires caye1·on bajo el hacha del· verdugo, dcspues de re-8nados ti inauditos tormentos. Segun las A.cia si11�ora marlyrum del sábio critico Ruinad , el númera· de "t1Ctimas se elevó á muchos millones . ('P-rej. 3 ) . Tácito , ha_...

blando de los cristianos muedott por N e ­ron, u s a l a exprcsion «"inmensa multitu cl . • Plinio mostró tambien intranquilidad ¡>or uu gran multitud � ( Tertul. , u ) . Una turb:t. innumerable fué martirizada en tiem­po de DiocleciallO ( Eus. H , B . , VI I I , 4 ) , segun Lactancia ( D� morte pcrse�. 1 XVI ) :

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..... lti -G se alortnenlaba toda la tierra y, fuera de las Galias , se habian cebado en ellas tres bes tias desde el Oriente al Ocaso . ''

Pero las p::rsccuciones mism:t.s son una bu.::na prueba de la d ivinidad del Cristia­nísmo. Para que no hub ieran tenido Wgar, h ubiera sido necesario que la humanidad fuese de naturaleza angél ica , ó que la doc· trina cristiana fuera una men tira inYen

tada para halagar las pasiones y los senti­dos. �las con)Q ,p,i lo . . uno ,ni ·lo otro es verdadero , la persecucien era inevitable. Y así vemos que el paganí:imo puso e n j ue· go todos sus recursos. para el combate ; la fuerza materjal ,. Ja, .fu.erza. id.c los sentidos y el poder de la inteligencia. Condujo con tra el Cristianísmo todas las fuerzas humanas co:�.ligadas á la vez. Su posicion agresiva y defensiva contr� j.esucJ•isto fué la más fol'­midable que jamás ha tenido · en . aus ml.­

nos el hombre. En c uanto á la Iglesia cris· tiana , se hal laba por compldo destituida de medios naturales y de los motivos que

mueven al espíritu humano. Si , pues , á pes�r de elltO , la victoria de la fé cristiana

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- l!J2· -

h:l sido ��o.lpidn, compleh y d� un empuje irresistible, es neczSl.rio atrib�irl-t á fue r � z a s sup�rior�s qu! com!utían invi s i b l e � mente por el la y " h. somzthn las nacio nes. Y esto es lo que en efecto se ha verificado, Jesucristo ha v:encido.

S:!gUn la oportuna obs:!rvacion de San Ger,"mimo « e l }Iaestro s:: h:llln cl avado en la ct117. , y los disclpulos en los gárfiou

( Ep. ·cx.x ad Hedib.). Y no bien ha trascur; rido un siglo, cuando se levanta la cruz por todas partes y l:t Iglesia traspas_1. 1os limi·

tes del imperio .r.omano. El aiio 6g s:. der­rumba el templo de "J úpitet· cilpitol ino ; el 70 cae por tierra el de Jerusalem : estos eran los dos templos mi!-1 suntuo:-;os del mundo anterior á la aparicion de Jesucristo; y su t•uina fué. c'Jmo'k seiial que hizo· ver á los pueblos que lo an_tigno h1.bía terminado

y qu� era llegado el tiempo de las promesas del Señor. E11 efecto ; dcspues de tres· cientos ail.os de luchas y de diez horrendas

persecuciones , la. religion de la cruz sube al trono de los sei'iores del mundo , y t:l vicarie de Jesucristo en la tierra , que había

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- · 193 -

entra.do descalzo y con la cabeza desnuda , ocupa bien pronto et tugar de los Césares. La Roma. pagana sucumbe y es presa de Jos bÚ'h!U'OB , y esclava su)'a : pero la lglew sia , no s61o Permanece en pié , sino que se extiende eada día más entre los mismos bárbaros. Fúndanse nuevos estados y le­ván�anse nuevos imperios:-�bre las ru"inat del mund(t antiguo ; todos abrazan la fé del crucificado. Aquellos se desploman hu vez, pero la Iglesia subsiste� y:crece, 'Y .-se en­sancha. K ay que cerrar' los ojos. •· la-luz de la evidencia para no ver que la existencia y la estabilidad de la_ Iglesia, es la obra en­teramente divina!_quc jes\Wri�«mUJl:u& á través de los siglos , y · que ha. seialado como el sello visible de su divina rnision. • A fin de que conozca el mundo que vos me habeis enviado• (;Ju:. , ix.VI._I , -23•) « Si no creeis en el milagro:, _ ( �.dóqMPJOY'ie­ne que en siglos ilUstrados é incrb:lul06 á. la vez , respecto á todo lo que pareciera increi:­ble • haya creído el mundo , sin milagros, hechos completamente increibles ? ¿ Me di­réis que tales hechos eran creiblcs y que

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- 19-1 -por eso les creyeron ? Entonces , ¿ por qué no les creeis tambien ,·r¡sotros ? En una palabra , oicl nuestro razonamiento : ó se ha establecido un hecho in creilJle é invisible sobre otros hechos incrcibles 1 pero �in em· bar¡o ·real.es y visibles , ó este hecho , de tal manera creibie que no necesita ser atestiguado por milagros , pone de mani­fiesto el exceso de vuestra.. iiJCredulidad. En uno Y otro ca!IO et" incrédufo está juz­gado o ( Aug. JJe cii'it. xx i i , S ) . 6 'l'odos los cristianos corrían al martirio , todos los pueblos corrían al bautismo ; la historia de lqs primero� tjeQ¡p'os eS u n milagro contí­nuo � ( RÓusseau·, R,;.<;j. al 7ey d.: Polonia ) .

Gibbon , y dcspues de él gran número el e autores , han intentado explicar el desano­llo tan rápido dCI. Ci-is"tianismo por medios naturales y matCriáteS. Lejos de nosotros el pensamiento de negar que hay<m contri­buido :i favorecer la pmp!'lg-acion de n u e s ­t r a fé , l a s circunstancias y el estado social y político del mundo de entónce s , pero de una manera muy secundaria. ( Gibbon , hist¡ de: la d�·c, r ¡ ¡6, ) Strauss , en su última

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- i05 -T'1",la de Jw1s no vé en el Cristianismo más que el fruto producido por lodo el árbol de la gran fami l i a humana y llegado á su ma­

durez. Los argumentos que aduce en f:t\"Or de t•sta teoría sólo prueban la facultad que ha tenido el Cristíanísmo de desarrollt�.rse 1 pero únicamente despues de hallarse esta­blecido y fundado. Ya EUsebio (D�m. e<'.

I II 1 6 , ),..-hace notar 1 con fundamento 1 que la monarquía unh•e¡·sal fundada por los romanos habla hecho desaparecer las bar­reras que separaban i los pueblos, y faci­litado de esa manera las comunicaciones 1 y que los Ap6stoles pudieron en un principio enseñar con toda libertad y desplegar sin traba alguna su valor 1 su entusia.Snló , su abnegac ion y su buena voluntad en fa\"Of del Crucificado . La espantosa disolucion de las costumbres Y la decadencia moral y religiosa hadan que ·todos los corazones rectos y sinceros suspirasen por un estado mej or , y luego , la tiranía bajo la q u : mian , c o n t o d o e l imperio , mi l lones d e esclaYos , hacta desear ard ien temente l a. emancipacion . Tambien la d ifusion de lafi

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- UJG -ideas mesiánicas 1 así entre los paganos como entre los j udíos 1 había despertado la ateneion del mundo y los admirables ejem­plOs de grandeza de alma 1 de mansedum­bre 1 de caridad 1 de p1.1reza y de elevacion morar que oféecí,ap. los cristianos en los primeros siglos , debián excitar la admira­don de los paganos hácia una religion que tS.les virtudes · · prdduc:ta. Finalmente 1 el heroísmo que mostraban los mártires y los confesores én medio ele los más crueles tormentos , hé::ría tambien vivamente la i�gina�;ion· de . l�s··· · q�e taleS ·actos pre ­SenCi�b"ah j.' Ié$''iíaCla entrever e"n aquellos hechos la intervcncion divina. ft Ved como sé aman unos á: a:h"Qs., exclamaban los gen­ií'fés·al ver á lciY.biStinnos. � (Tertul. , A.pol. ix , 39 ) . Juli::ulC) tXpresa· su admiracion respecto á la ,;ida santa de los cristianos 1 y al afecto fraternal que se profesaban unos á ot1·os 1 y se les presenta como ejemplo á tos paganos. ( Ep. xxx1x ad Arsac . ) • Es co·Sa que sorprende , dice Luciano ( D.: mort¡; Pcr:;g¡•, I I ' s6¡. ) ' c6mo se ayudan mútuamente en la desgracia. � ft La mnyor

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- i97 -parte , dice Galeno ( Abulfeda , !listo;·. an­t�islamica , 109 ) , no se hallan en estado de discutir sobt'C filosoih , pero viven como ftlósofos. Todos ios días �o.mos �estigos de su desprecio á la muerte y d.e su castidad ; y gran número de ellos se conservan '.'ir­geoes durant� to�� s� y��a� ,)9,Q# ... mug��s t ienen los cr_i_!¡;p!ln9�1! � ; ��¡;.l�!Íí�. , qllanio lleno de admir�cion; ( Chrys. qJ '<!id. ju-

"ioJ·. , 2). _ ' , , __ , _ . . . . , Mas precisaty�nt�,e��R)�pp��fs� . • �� tan ­

tas circunstancias: .ext�rior�_s_, favoJ¡ables á la predi cacion de la doc�ri�a cdstifi!'-�.:P�n:e de m1nifies_to. U l�é!- ;di_sp.<?�1ic�op p�r�icuiar de la Divina P�y��P'?��� , r�9ifle�c!� , ¡Clue nos demue.stra . la �elaci,<?Il: �ntim:t. ,que b;:is_­te entre el des'anollo histórico de la huma­nidad y la obra d� la r�d�p.�OD1, pero que no basta sin emho:u-,go,. por s!- sol� ,_ p�ra explicar la prop���don e{�c�.i:��1d,�11�� �� ," _e� tantos espirituS , en tan _ppco. tiempo , en . medio de obstáculos tin numerosos y tan fuertes , y á pen.r de la care11Ci:t absoluta de medios naturales. Los que . á t:s�o opo ­nen que en el Oriente , en China , en la

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- 1118 -India , no h� conservado el Cristiattismb su imperio en las costumbres , se fundan en .motivos completament,. superficiales, La, gracia supone siempre una naturaleza dispuesta para 1·ecibirla , y un pueblo entre� gado,. Ql ma..terlalis.nlo,,. como es d chino , no podrá convertirse-por entero al Cristia­nismo ; . m�entras no deje de ser lo que és no hah\'A má,s que :oo_nversj.ones aisladas; _pero es lQ. cier� que j á::pesar de todas las per­secuciones de qÜe ha sido objeto el Cristia·

nismo , se ha conservado en China 1 y ha produ,cido DUil)eJ,',fSQSJ mártires , hasta en nuetil'OB dias; �Soherzer , Inmoralidad chi­na. ) En el Japon habia abrazado tambien la «�ligion cristiana gran parte de la pobla­cio�·;í y no fué extj�pada sino po1· efecto de una sangrienta persecucion y la . expulsion de todos los extrangeros ; con la libertad ha vuelto á propagarse alli la religion cristia­na, como se propagaría en China y en la In­dia. Por lo demás , así como al considerar la universal propagacion del Cris tianismo , no debemos pasar por alto los factores hist6-ricos que hayan podido favorecerla , de la

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- i99 � misma manera debemos hacer resaltar los elementos y concauslft que se han opuesto y se oponen á .au difusion por todos los ámbitos del globo , toda vez que Dios no hace desaparecer las condiCiones naturales en n inguno de los dos casos. Así vemos que tambien en Jos primertis·· siglos de· la

predicacion del Cristiánisntb''S'e ·wrifl.có Slf propagacion en algunos pueblos de ·una manera lenta , perq segura y, al fin , fué definitivo su · · triunfo .:&'O� �Pplig«Rislho. Aunque los aleman-es- Vivii:!tOn;, i desde: la victoria obtenida por Clodoveo en 496 , bajo la constante ·inlluencia. · de las ideas cristianas , no �ued6;eJ.:•C'risti'á'n�' dífe L '

ño del campo en la ·region · rin�ridion:ifde Alemo.nia hasta finar el siglo· -IX . ( Hefele , La introduc . del Crist . . . H�rgenrcether, Hist. de la Iglesia , t. nt , Vetsion de Ayu· so , r886 ) .

Siendo iguales l a s condiciones · naturales en ambos , po1· qué razon no se han pl'Opa­gado el e�toicismo ó el 1)latonismo con tan· ta intensidad , y tan extraordinaria rapidez como el Oristhtnismo ? Po1· qué es la reli -

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- 2)0 -gion de Jesucristo la tmica que tiene ver4 dadero apostolado, que ha concebida- la idea de la propaganda en una extension tan vasta y la ha realizado de tan mara­villosa manera ? � Por qué no adora ya nadie como Dios á Apelo ? » ( Lact. Inst. v , 2 ) El mismo Hausrath se ve ''precisado á confesar : • En· otros momentos históricos y· · para otras ideas han existido tambien clrcunstancias· fav'orables, condiciOJles que hubieran facilitado su propagacion , suce4 sos cuya realizacion lleva consigo gm.ndes cataclismos 6 cambios radicales, y sin em­baa·go no se · lra; =drigínado .de ahi" ninguna religion nueva. • (I-lisl. d<!l .V. T. J¡rol. ) Lo que hay es que un efecto tan fuera. del 6rden natural presupone la existencia de una causa igualmente :extraordinaria. Aun cuando la corrupcion de costumbres , en sí considerada , puede producir en individua­lidades el deseo de que se realice un cam­bio en el e:;tado de cosas de aquella época , pero no e1·a en modo alguno causa suficien­te para conseguir que se abrazara la reli ­'¡ion cristian a , con todos sus principios y

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- jjl)l -consecu>!ncias , y sobre todo con todas sus exitencias morales y prácticas; ya que tal depravacion es para las masas un poderoso obstáculo á la admision de sa-nas doctrinas. Por otra parte , el estoicismo , oon el neo­platonismo y los cultos de Oriente , habían atraido h!cia si todos los mejores elemen­tos del paganismo. y pa.a:eclan ofrecerles una satisfaccion intelectual bastante. Asi es que Celso y los neo- platónicos miraban la doctrina. de Plat�n como .muy superior á la de Cristo. ( Orig. ·e, Celsif; : v J , .I , t6 : VI I , 61 , Aug., De civ, xn: ; 23 ; Doctr. christ. , Il , . 28 ) . Por lo dem{s , en los in­dividuos. como en.loa. pueWoi1Jikd�praYa­cion moral forma siempre, . el .mayor obs­táculo para cualquier mejora. La historia no ofrece ningun ejemplo de un pueblEJ moralmente decaído que sQ baya levantado y regenerado por si mismo ; �¡�.ntes por el contrario , sigue la ley de Ja- graved,ad , y la velocidad de su marcha hácia el preci ­picio aumenta á medida que cae. Merece llamar toda nuestra atencion el hecho por demás notable de que precisamente los me·

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- !02 "'" jores Emperadote;s romanos, como Traja .. no y "larco Aurelio , fueron los que publi� caron las leyes excepcionales contra los cristianos; y que ellos , lo mismo que des� pues Juliano , que se propUsic1-on como es� pecialisimo objeto 4e- &.11 política restaurar la graude2:a y poderío que en otro tiempo tuvo el imperio , vetan en el· Cristianismo el m{.s peligroso enemigo del Estado. Eso nos demuestra quth r.un 1IoS hombres me� nos cRStiga� por la corrupcion de cos­tumbres se hallaban dominados por el mismo fanatismo-que·) ,¡HSpirandd á la mul· titud· . la .idea· de' ·-�&' lds CriStiaD.os eran la causa de todas las desgracias y males que. sobrevenian al Imperio , los impul­saba- :á ' un mismO : 'ftii: el- de destruir la nueva religion.

En cuanto á la grandeza moral y á la conducta puramente celestial de los cris� tianos , son tambien el erecto de un poder completamente sobrenatural , y emanan de la misma plenitud de poder que los mila­gros y dones sob1·enaturales , de suerte que , como est9s , nos conducen , una vez .más , á

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- 2{)3 -la mano omnipotente de Dios, Numerosí� simas testimonios confirman In ex istencia de esos dones sobrenaturales desde los pri­m;;:ros momentos de la apariciC'n det · Cris­tianismo . .-\demás de los hechos Apostóli­cos ( 1 1 1 , 7 j V, 5; JX , 33 o 40) los atestiguan San Justino {).poi. I I , e, 8 ; Dial. c. 'l'ryh . , n , Bs) Tertuliano ( Apol . xxu r ; D e spectac, , xxrx ) ; San Ireneo ( Adv. J/¡t�Jr. , u, 3 1 , 3 2 ) ; .Eusebio ( H . E. v , ? ) Y los mismos'paganos confie� estc:>s mila­gros ( Origen , C. Ce ls . , 1; 6; Arnob, C. Gent. , 1, 3 ) ; Lanctancio ( Inst. , IV, 27 ) San Atanasia (Dt i11car. Verbi , 47· 48) y los j udíos tambiep los reconocen (Talm., Tt'aot, Avoda Zara ) ; siendo , pol' consiguiente , una nueva señal de L1. divinidad del Cris­tian ismo y de la de su fundador.

Donoso Cortés ha dicho , con mucha ra­:wn : ( Ensayo 6¡) � Nuesb:o Señor Jesu­crislo n o venció al mundo con su maravi­llosa doctrina . Si no hubiern sido otra cosa sino u n hombre de doctrina maravillosa , el mundo le hubiera admirado un momento y hubiera echado en elvido despues 1 á la

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- 204 -doctrina y á su autor. �Iaravillosa y todo � como era su Coctrina , no h siguieron sino

gentes sencillas ; cayó en e l desprecio de la pa�te m�s granada del pueblo j udío , y d u ­rante la Y i d a del Maestro f u é ignorada d e l género humano. o

�.Nuestro Señor Jesucristo no venci6 al mundo con sus mi lagros ; pueS de los mis­mos que le viero� �u�a,r , con solo su q.tte­rer , la naturaleza de J�s cosas, "andar sobre las aguas , aqui�b�.r

'io� �ares , sosegar los viento s , m�ndar á la vida y á la muerte , unos le llamaron . .Pi�·�· ' otros de�.onio , otros presti4igita�.O:r y hechicero. »

· � Nuestro Señor Jesucristo no venció al mundo porque se J1ubieran cumplido en él las antiguas profecí.as ; pues la sinagoga , que er� sU depositária,

.no se convirti6 , n i

se convirtii:ron l o s doctores que las sabian de memoria , ni se convirtieron hs muche­Cumbrcs , que las lnbian aprendido de los doctores. »

� Nuestro Señor Jesucristo no venció al mundo con la verdad , toda vez qu � el día en que h Yerdad tomó carne , el pueblo ju-

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- 205 -dío la maldij o , la negó y la crucificó en el Cal vario. � ( I )

Por lo que hace á los esclavos , la apari ­cion del Cristianismo babia hecho induda­blemente que sonara para ellos la hora d e la libe1-tad , y en su interés estaba el con ­\·erti1·se á la oueva relígipn. Pero es me­nester considerar , por ·otd." párÍ:e , que esta muchedumbre tan n Umerosa no sólo se ha· llab� dese_reciada por todos , sino que era , con j usticia ' la mas despreciable porque era tambien la más degC:neta.i:la, c:ie tal ma­nera que , en Grecia como en Roma , era una de las causas princ_ipales de la corrup· cion moral reinante. (:orrOI'lÍ.pidos por los amos , esto.Slniserables eran á la vez para ellos instrumentos eflcacísimos de corrup­cion. Procedentes de todos los paises , for­maban una sociedad en la que Cada uno lle· va ha, por su parte , los defectos y los vicios de su nacion y raza , de rilanera que com­ponian como un gran capital de la corrup-

( i l L:�o citndn ob1a. encierr:�. idons muy pro .. fumlas , 11. pesnr de sus frecuontes ¡Jaradojas.

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- 206 -cion humana , de que cada uno aportaba elementos ignorados dt! los demás. La dis· tincion que el derecho romano establece entre e l escla\'0 1/0t'ilim y el vdemtor es ra· mejor prueba de la influ�ncia que la escla­vitud ejercía sobre los siervos , áun en la misma Roma (Dig. XXXIX 1 41 IÚ; § 3 •

Dcellinger , l . c . ) . Un esclaYo que llevaba un año de sel'Vicio era ya un 'f!elrJrator , es decir , una cosa despreciable , un sér de­gradado y de menos valor ; es decir que un año de esclavitud ba�;taba para perder á un hombre y hacer de él un objeto que , co­mo otra mercancía cualquiera , perdía por el uso su valor primero. Segun Zumpt ( L a pobl. a l l t , 6o ) , en tiempo de Jesucristo b a ­bia en R o ll) a d o s esclavos por cada hombre libre. Bunsen fija su número en más dt: quinientos mil. ( Drellinger , Pag. y J�td. ?I J ) � :\o había,.dos mil hombres qu�tuvie· sen haber propio·� dice Ciceron ( Dc"ojic. , I I , 2l ) ; y ;¡;egun Juvenal � había particu­lares que tenian muchos miles de escla\·os á su disposidon B ( Sat. m , qo ) . Por oÚa parte , si bien el Cristianismo proclamaba

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- 207 -su libertad interna, fundada en el principio de la. igua ldad de los hombres , pero no les eximía del deber de la obed ienc ia y del tra­

·bajo ¡¡crvi l , antes , muy al contrario , se le inculcaba con particul�r energía, Nada más distante de los Apóstoles d e la nueva dCJctrilla que proclamar u los derechos del hombre � con el fin de, 1:omper , ab irato y de Un modo violento , las cadenas de la es· cla�itud. ( r )

Caando s e comparan la histol'ia antigua

¡ 1 j P¡mto a;; c.sto de capitalisima importan . da 1 ¡mra comprender la enorme clistnncia t¡ltC �ii:n�n�ol�� �����9;e�fu'j��

ae��: �t�t��t��i

bttddllismo qüo nlgnnos cqnitJnrnn , sin criterio ,

:a�o:!�������;�����{�U:t�� ��i����!�ns�<iu\1�:a1� los c�clavos, toda Ycz qnc carccin de medios ¡m· "rn l"ompcr ele l1ocho é inmc(liatamente sns cade-

��ts;��J������n;:����n;&tr�e����i�!����m��;�! derlat ni mncho menOs npreein•·ln; JlOr o! con · trnrio Bndtlha gnn•) dcslle lu�go In \-Ohmtnd do lDilGhos rnr:ha-1 i nd ius nl ,ol iP.udo el snrcl'llocio h1·alumlnico al que , tlc Ol"(linnrio. ahulTCri:m; e n tnnlo que r.ou In . abolicion 1·cnl y efectiva. de } ¡ � odiosa teoría i lc lns cns t n s 1 n�1·njo 4 sn bnndern A I n inmensa mucbodumbrc do los sudrns y alin il llO IJOCos vnisyas. ( N. dQI Tr. ·¡

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- 2t"JS -y la moderna , se desc1,1bre un fenómeno que llama desde luego la atencion del ob­servador imparcial ; y es que ántes del na­cimiento de Jesucristo el bien vá siempre decreciendo , mientras que , á partir de di· · cha fecha, es el mal el que á su vez decre· ce progresivamente. No quiere decir esto , , que semejante crecimiento y dismiu,ucion se efectuen manifiestamente y con 'anta regularidad que pqe!fan apreciarse año por año ; pel'o del mismo modo que el desarro­llo de la naturaleza orgánica está compren­dido por entero en dQS · términ�, · que son la expansion y la contraccion , y toda la . vida s e desarrolla mediante estos cambios , así tambien en la historia del antiguo mun­do vemos que los pueblos caminan unos en pós de otros á la civi�acion , y que se ele· van y sucumben sin q� ninguno de ellos llegue á la altura del pueblo que le prece­dió. Puede comparárseles á cadenas de montafias cuyas cimas decrecen á medida que se alejan del punto culminante. Si nos colocamos en el centro mismo de la histo­ria , es decir , en la época del nacimiento

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- 209 -de Jesucdsto , y tendemos nu ,•straS mi m­das sobre los pueblos qúe han existido a�t ­tcs y despucs de nosO.ttOs , contemplam.,s tl'as de nos(ltros , en:ptitner té1·mino , á l•lS

romanos , despueN .i ' tair:'kriegoS y detl'.b> de estos á los p ueblos di:!' Oriente ; y si les

comparamos bajo el punto -de vista de 1M luces.,..de la f11erzá y ·d�'l13.""b01'1tili.d moml ,

notaremGs que �icmprc pertenc�e la pabm

al pueblo más antiguo , tlegUit la justa ob­

ser\'acicin de H(nacio f·�i ?..Eta's ·patentum , pej or avis , tnlit-Nos · neqn'ib¡�·.,: rriox ch­turos - Progeniem \·itiosiore"ri'l· $. { Horac. , Od. , m , 6 ) : nuestro!� padrea· fueron peór·�s que nues:troi-ibf:ICio:é/Yle:!IIO@rOS1-&G'fn.os aú!l peores y : nuestros bijO� io< séráh - mas qüe nosotros.

El profeb Daniel representa los grandes

Imperios del mll11d8ntiguo bajo la flgur::1 de una estátua con la ·caben de oro ¡ los

brazos y el pecho de plata ; el vientr� y Jos muslos de cobre , las piernas de-· hierro y una parte de los p ies de h ierro y lá ,pt'Fa

de arcilla. Es imposible hallar una irMgen más admirable y l'ica , y una expresion más

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- 210 -completa de la verd ad. Precisamente cuan . do el n ú mero d e l o s dioses era ya incalcu ­

lable , y el e�oi,.;mo del pecado se había mostmdo en toda su cxaberancia de feal­dad y de Crueldad , es cuando se manifestó el amor. et.erno. bajo la ligura de hombre para curar las

.heridas del g¿nero hu mano

y traer la unidad , la caridad y la .paz á la tierra ( �IOller , �;;posiúun dd G;rist. 1 2 9 ) ,

El Cristianismo no puede s e r p o r tanto una continuacion pw-amenlc humana del des· arrollo de la humaniJad , n i simplemente un grado más el�ya�o del progreso natu­ral, ú un paso más en cl.J camino de una ci ... · i l izacion humana , porc¡u� no ha \'Cnido paulatinamente al mundo , ni iÍ. consccuen· cia de un movi.J:D:iento ó de trasformaciones sucesh·as , porq�e no aparece gradualmente antes bien , semejanW¡.á u n astro resplande­ciente que \"icne á i luminar repentinamente una noche oscura , e l Cristianismo , á par­tir de su aparicion en el mundo , lanzó desJ¡� luego una plenitud y una irradiacion de ideas nUc\·as , que ám1 hoy día están sobre n uestra ra.zon , y que nos comunican

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- !31 1 -incesantemente nuevas fuerzas para ele· varnos al conocimiento de lo ,·erdadero . E l Cristianismo apareció en una época respec· to de la cual Platon hacia votos. por la in­tervencion d iv ina , c o m o el (mico remedio que podía c\'it4r que pereciera el mundo entre las oleadas de corrupcion que le inun­

daban ; en una época en cJÚe la l ibertad había degenerado en despotismo , y la rel i · gion en incredulidad , y en supcrsticion. En este estado se hallábilt't las cOsas , cuan­do de repente , de una mez(¡uina aldea de la provincia más despreciable salieron tor-' rentes de luz , como no los habian siquiera concebido los · sabios · y ]o's "hon:ibtes niás virtuosos de la antigiiedad, De las capas más ínfimas de la sociedad se levantó un elemento poderoso , ¡•enovador y de una energía que el mun�' no habla imaginado. Es verdad que la P1'0Videncia , había pre­parado muchos siglos antes el terreno en que debía desenvolverse , pero la fuente de donde procede la purísima corriente de la

religion cristiana , no es de este mundo, Por muy favorablemente que juzguemos 1"

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- 21� ·-

antigua sabiduría pag:ma y por m uchCl:> progresos que queramos at ribu ida , hay u n <l distancia inmensa entre e l la y e l Crisl ia­nismo , un insondab le abisnn qu :.:: sólo era capaz de llenar la Eterna Sabiduría . Por eso el Cristian isll'!o no sería nada si no hu­biese hecho su apariciOn en el mundo á s e ­mejilnza d� M.���luisedck ; & in tene1· pa.:lrc ·el� Ía Üerra.� Lá. !?P.nstaocia d� los mártires cra·, . . �S.egun la t:XPi·eSion de Tertulian o , una Semilla de cris�ia�os ; pero es al mismo tiemP

'o una pr�eba de la di vinidad de la

��li�i01_1 c"riSti�":D-· En efecto , sea que con ­

,sidefemb� 10: utli\•e"rsalidad , 6 la prolong�­da duraciOn 'da b pcrsecucion y la i n n u ­trl_,�-�able m.�.�he,��mbre de estos testigos de sangre, de _t9da ed�d , de t o d a condicion , de todo sexo ; 6)os átroces tormentos nunca imaginados antes en mcdin de los cuales se les hacía perecer 1 y el caracter propio del mártir cristiano , es decir 1 la manera de soportar tales suplicios , nos vemos obligados á confesar que no se e ncu�n ­tra c:n la historia absolutamente nada , que pueda ponerse en paralelo con esa

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- 213 -· •

manifestacion extraordinaria y g•·andiosa. Los mártires d�n testimonio de la vida

y de las obr..ts de Jesús , segun sus propi!ts p:lhbras : � Sereis mis testigos. en Jerusa � lem , en Judea , en Samaria y ' hasta las extremidades de h t ierra . » .( Act, I , 8 ) El Señor lnbía pré.J icho co� . pe_rfecta séguri· d:lcl , Jos su frimicnto_s� ��j��/��r���s ·y h victori l fin:�.l de la JgiC!sia , , rii_�rced � su vJ.lor inq¡1ebra.otable ( ).�a� .

:'

. x , · r6 ; Ju . ,

x v r , 2 , 33 ) . �� -�u:�?�o -�1-�.ll:)t�F:�?� · no hay más que abrii' la h.istO�i8. parí. 'conve.n· ccr;;e de que no

·h.1 tenid� .. �e.U�j'aó.te. · La

primera pcrs�cucion. ��vo l�gar, baj? el �·ei-mdo de N�ron·, · .6.� ��o.�,.d��f���- ·g.�)¿e�� -­cristo ; la décima y t í•ltima $?i ,' , 9�Jó el reinado de Dicclecia.no. Los . "rflismos pag.l­no'> r-; e enc-lrg.u·on ya �.e . �ecl��z�r. lA: · . i í, -; ( ­p ida ascrc ion d� D�w�ll ��pe�(o �Í ��íguo número de los mllrliies. (Ruid . . A¡;:t. sine. pr;ef. ; S:!n. Ep. XI\' ' :" orig: �� � c.· VI�I ' 39 ; Lactan t. De morte per� . ; )Hn. Fe l . , Oct . , x x x m : 'J'ertul . , Apolog. x n ) . G�lon io ( De SS. mart . cruciat . ) ha hecho la descrip­cion de lodo� los géneros de tQrtu l'tts ql:ie

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- .214 -�

el paganismo , tan fecundo bajo este punto de vista , empleó contra los mártires. Se­gun la expresion (le Lactando ( 1 . c . v, 1 8 ) � apenas pueden soportar semejantes tor­mentos los ladrones de caminos ó los hom·

bres de una fuerza poco comun , sin que el dolor les arranque · grandes' quejidos ; ul paso que los ni ños y las vírgenes cristianas los sobrellevaban en silencio , y ni á un el fuego más intenSO· .E!ra CJ�,paz de arrancarles un quejido. N

Y nótese bien que allí no vemos la em­bl'iaguez de los fanáti� 1 sino sang¡·e fría , calma , l,:Jeidez y ur¡.� plena y entera pose· sion de si mismo ; el fanatísmo no se pro · duce 1 por decirlo as¡ , más que de una manera epidémica , se localiza y no inflama relath•amente sino á un pequeño número de sectarios ¡ Cl) los márt ires vemos , por el contrario , que mil lones de homb1·es des· pliegan una lirmezn á toda prueba durante muchos siglos y en todos los puntos dd un iverso. Tampoco vemos allí nada que se parezca á la insensibilidad , la indifer¡;:m:ia tenaz 1 arrot;ante y fria del estoicísmo ¡ los

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- :?!:> -mártires ¡ por el contmrio , tienen mu .. chas veces necesidad de que se les ex horte á la constancia y al menosprecio del dolor y de la muerte. Léanse , ·en p1·ueba de esto , las actas de Santa Blancliila·, Sé.ilta:Perpé­tua y Santa Felicitas; de San Ignacio Y de San Policarpo ; tampoco se ·\"é en ellos un ardor indiscretO .de; Có:ttér<:t&RemPiaTilertte en busca de la mllerte. 6 1lroVóCar la perse­cucion ; antes po1· eléontmrio, ·hUyen éuan­tas veces se lo permite el deber ¡ �"y ·iJUnca· confian en sus prOpi"dS� fl:l.léfzl"is-: { A't1til"i1:as:·, Apol. dr1 j11g. , Cypriari : - ·Ej.. 6·, 55·," 69 ; Hpist. Ecless; Sm_mt-. , n-." �� ¡ -ciein.. Alex·, Strom. , 'I V , ·4/�ó'y:;®l li.ndt!f� 'ifldi:pt"eci· pita locamente en �usCé:'de- �ltis·Peligl'ós:�(ll' vanos fantasmas de su - i-1llagimicion ; los mártires mueren pór hechoSti.litétüicamente comprobados y diéen' 'có'mo ' loll: Apóstoles : � Estamos obligados á: · confeSar lo que hemos visto y lo que herri.Os " O ido ·� (Atl, 1 V , 20 . ) De suerte que los tnártire:-s no mueren solamente por ideas : mueren tam ­bien por hechos . cuya ventad han debido m:cesariamenle comprobar , antes de deci-

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- i:l6 -dirse '- creer en ellos y derramar su sangre para sostenerlo s , puesto que semejantes hechos se habían realizado poco antes á la vista del mundo j udío y del mundo pagano , y si hubieran sido falsos los hubieran reco­nocido fácilmente. Por otra parte , vemos una constancia en el ma.rtir;o que dura nüs de trcscie11tos años continuados sin desmentine , y que. se. sostiene no s .)lo en el .primet' ma�ento; de entusiasmo y arre· bato , sino durante muchos años , á pesar de todas las vicisitudes y contrariedades y de todos los cambio.s· de disposiciones posi­bles ;· en. el aiSlamiCñ.to y el olvido , léjos de todos los hermanos , en circunstancias en (J UC l a perseverancia en la confesion de la f:.': n o podía . .producir glol"ia alguna n i h. apostasía c:LU3ar,ninguna deshonra , cuando la estimacion de los pariente s , todavía paganos , la aprobacion ele las j ueces y la protcccion del Emperador , acompa1iada de toda chse de ventajas temporales , ofrecían rica compensacion á la nfrcnta que por su apostasía se hubiesen atraido de parte de

los cristianos. u Montones de huesos , ex-

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- 211 -clama Prudencia en el siglo IV ( Perid�fi'­

Hym. , x r ) , yacen esparcidos por e\ suelo ,

y el nombre de aquellos á quienes pertene­cieron quedará desconoc ido para siempre.

Me acuerdo haber visto en un solo paraje los esqueletos ele sesenta c 1·ist ianos , cu ­

yos nombres solo conocía Jesucristo . � Pero aún debemos rect�rdar una circuns ­

tancia que ab1·i llanta más el mé1·ito d e

martir. Cuando este muere por su fé, n o t i ene , para alentar su :nlor , : los mismos

motivos que sostienen .en· el . cadalso al condenado político. Este debe necenria­

mente mori r ; aquél podria salvar s u vida con una sola palabr.t-¡:.eQn un: siniple mo­

vimiento de Ja ma110 1 Q. mediante la ne­cla.racio n del j uez , sin verse precisado

á renegar explícitamente de la fé , como

los l lamados libdlatici ( Cypr. De exf1ort.

271 ). El condenado politice se vé ro­

deado de las simpatías y del aprecio de

un·t gran parte , y con f1-ecuencia de la

parte m:is d igna de la poblacion ; el cris­

tiano era rechaZido po1· todos y entre­gado á la ignominia , pot• cuanto le habían

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- 218 -condenado las leyes del Estado ( Cic. De legg. , II 1 8 , Lib. I X 1 30 ; XXV , I ), Todos hacian causa comun con la república, y se sentían amenazados por los cristianos en sus más caras convicciones ; por eso eran objeto de odio , de horrol' y de menosprecio. Tácito ( xv , 44) les llama , � execracion del género humano. 1 (\ Cristianos ad leo ­nes ! 11 tal era el grito del pueblo que con frecuencia aguardaba la sentencia del Ma­gistrado para arrastrarles al suplicio. Ni áun el honor podía darles una compensa­cien por t.l sacrificio de su· vida , pe!lrque hasta su misma muerte era objeto de afrenta y de burla. De una inscripcion encontrada en la casa número �6 del \'ico dei lupa­nari de Pompeya , . aunque muy borrada por estar escl'ita con carbon , se leen aún las voces : . . . ::.-.;¡ , . . Gaudi . . . hristiai . . . ( igni gaude christiane ) , (1 palabras en c¡ue debe­mos reconocer un sang1·icnto sarcasmo que puede referirse , segun todas las aparien­cias , á la feroz persecucion de Nemn á los cristianos 6 en general á la quema de dis­cípulos de jesucristo. o ( Overbeck , Pom -

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- .210 -pej i , u , 1 1 5 ) . Pero Dios , que Yelaba por

ellos , no les dejaba desfal lecer , y In con ­fesion de los mártires iba casi siempre acompa1iada de mi lagros que multiplicaban las conversiones , hasta el punto de que el emperador Juliano ordenó que cesara la persecucion , porque no serv1a más que

para aumentaJ' el número deJos· cristianos. Eusebio ( u. E. , libo vm , L. De mart. Palest . ) ¡ Lactancia ( De mort . persec . pass . ) y H.uinart , lo han:demostta4o hasta la evidencia. . 11 _At-otméntadoos ,, martiri·­

zadnos, crucificadnos-, qúemadno s , excla­ma 'ferluliano (Apol. 11lt. ) ; aumentamos á medida _q.ue nos ilesh'uis-: , • La· sangre de los mártires es la semilla de · tós cristia­nos. � ( Arnob . C . Gmt. , u, 3 ; Lact . 1 . e, v , 23 ; ] ust. Apol. I I , u. ) Los milagros que con frecuencia glorificabi!l!l la muerte de los mártires , no ·eran la única causa de las conversiones que seguían á. estas sangrientas ejecuciones en los que las pre ­senciaban. 11 El valoJ' y la heróica constan­cia de los pacientes , obraba como una eficacísima y poderosa predicacion ; ¿ quié11

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- 21!0 -podria asistir á un espectáculo semejante sin experimentar la necesidad de profundi­zar los motiv.:�s de tal fenómeno ? ¿ quién ha e.umin.1d o j -1más nu>!strd docb·ina e11 to­dos s u :; detal l :s sin convertirse á nuestra fé ; y que ne.Jfito no ha deseado ardiente­mente dar s u vida pot su nueva creen.cia ? a

I lá.se dicho qu� to:la per�ecucion es ven· tajosa para el que la suf�e ; pero semejante añrmat.ion es verda4era . en ciertos casos ; segun la índole de la persecucion y la na­turaleza del objeto perseguido. Las perse · cuciones de los Estad�s - . m9derno11., si se e:"ceptúan Rusia. y: la Revolucion ü·ancesa , cuyas persecucio�t�s tienen muchos puntos de contacto co� las ; provocadas por los emperadores rom'¡l,no& , ;l legw sal� á cierto grad o en .el que. p1�yocan quejas de una parte y el interés de otr<1. , pero nunca lle� gan á despertar el terror; excitan e l ardor de lo:; combatientes sin ani(J U Í I.trlos. � Creeis , escribe Diderot á Hume e n r¡68 , c¡ J e nuestra intolerancia e!!! (avor.tblo á los prú· gresos del espíritu ; �� y el fil6:oafo escocés 1 tenia razon. t A. de Tocqu�\· i l le , El Esf.

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- ��� -a11 l . 183 ). Lo c¡ue acabc\ mOs de decir n o :> pone en condiciones de 1-efu tar muchas objeciones hechas contra la prueba que los teólogos sacan del martirio para demostrar

la divinidad del Cristianh.mo. El Corán no presupone en sus adeptos el nlor del hlartiA.o y hasta les permite renegar de la creencia muslímica· en caso de peligro ( Sur. xvr , n o ) . Po1· lo que hace al valor del soldado en el combate , se e:.:plica natu ­ralmente ; la .deshoni'a 1e retiene·, at · paso qu"e la ambiciBn , los honores , ·e-1 6dio , el tumulto y la embriaguez del momentO con­curren para alentarle y levantarle sobre SÍ mismo ; eso apárte ·de,·qüe -no tiene -ante sus ojos más qué la eventualidad de la muerte. Cun.ndo e l criminal 6 el má1tir político suben al cadalso , su rcsignacion se funda en la fatalidad , que no les permite, ni aún á precio ·de una deshonra. evitar la muerte ; y por otra pa11te , el sentimiento del honor dá al último una especie de con­suelo. Cuando la ,·iuda del indio se prec i ­p i taba en las llamas , sabía que la muerte casi instantánea la salvaba de la afrenta que

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- 2<2 -sobre ella recaerla si la rehusaba. Ved , pOt' el contrario, al mártir cristiano; á C'ada momento puede sustraerse á la muerte ¡ su apostasia es un honor , su muerte una ig· nominia , y , léjos de ser un fanático á quien ha vuelto insensible la pasion , ningun motivo humano le obliga á morit·. Se hin recordado á este propósitó los suplicios que se aplican volurttar-iamente los indios 6 los llama-dos fakirs.�Pero ; · sobre que la fábula y el mito entran por mucho en semejantes relaciones , segun el�testimonio de viageros fidedignos, sólo_los Jtombres de-la cásta más infame son -los que , pagados por los ricos y poderosos , se entregan á semejantes laceraciones , y .vienen á ser de.esa manera objeto de adoracion· para el pueblo ; es preciso añadir oi esto qUe , embriagados la mayor parte del tiempo por el 6pio , han perdido toda sensibilidad . Los j udios que sufrieron persecuciones , durante la edad Media , . son fen6menos ahola.dos , (jUe , ade· más , no tanto deben considerarse como mártires de su religion cuanto como Yícti� mas del fanatismo politice ; el espíritu

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- 223 -peculiar de este pueblo , la costumbre y la educacion y s u misma ley son otros tantos poderosos motivos que los inducen á vivir alejados de los cristianos , que son para ellos seres aborrecibles. Por lo demás han sido siempre libres para emigrar 6 para somet.erse , como aconteció. en España. No es posible encontrarla,menor al'mlogia entre esos fanáticos y aquellos á quienes damos el nombre de m�rtires , e s decir , testigos de sangre, P9I:Q\1�.•6rroan . .-un... hecho visi­ble hi�t6rico. Ellos. 4esPreciaron la muer· te , dice San Ig11acio, .porque han visto al Resucitatlo. (Ad S.Jnxm. c. 3 ) . u El mártir dá , al mism.o ti�ropo•,J:I'® clases de . testi ­monio : uno por sí mismo , en cuanto que demuestra que se mantiene unido á Dios por s u fidelidad á J4 verdadera fé ; contra su ad versado , para. demostrarle que son vanos los esfuerzos con que trata. de . apar­tarle del objeto de su amot·; y por el Señor , te!itifica la virtud convincente que posee su doctrina , superio1· á todos los horrores de la muerte más dolorosa·; por ese medio confirma particularmente In verdad de la

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- 224. -doctril!a cristiana , demostrando al mismo tiempo el poder de Dios , á qu ien sirve �on tan fe1-voroso anhelo. • ( Clem. Al. 1 . c. , tv. 4 ) . Por donde claramente se vé que la palabra y la obra de Cristo ; el plan de Ia religion y la realizacion de ese plan forman la última y más sublime prueba ·de la divi· na mision del Seilor ; son á la \'eZ una profecia y un milagro . Se ha intentado oponer el desarrollo ri:pido del islamismo al de la religion cristia n a ; pero toda com ­paracion es imposible. Mahoma...,-rio tuvo siquiera el más . remoto presentin\iento de una religion universal , ·ni 8.nuncia tampoco de una manera precin el éxito de Su em­presa. Es verdad que su religion se ex.· tendió , en pocó tiempo , entre todas las tribus de Arabia, y poco despues en g1·an parte de Oriente y Occidente , pero por medios enteramente opuestos á. los del Cristianismo. • Los pueblos de Oriente suspiraban , dice u n testigo nada sospe· choao ' ( Latrent ' E!ltudios' V' soG ) por una religion de este mundo , una religion de. conquista y de placeres sensuales, cuyo

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- 225 -instrumento de p1·edicacion era el alfanje . )) El mismo ).!ahorna pertenecía á una fami­l ia poderosa y considerad a , y su cas::t­miento con Jadisha le hizo uno de los más ricos negociantes de Meca . Y luego su religion no ha creado nada , no contien e m i s q u e algunas nociones muy superficiales acerca del hombre y de Dios ; carece de lar.o de u nion , y se halla fraccionada en mil sectas di.fe.rentes , siendo e n parte u n retroceso -á. l11 (é; d e losa;ntigu9s_ patl'iarcas. Su moral halaga todas' las•:ma.las· pasiones , y sus vi�tudes no son otra cosa que las costumbres nacipnp.ies qtJe se vením1 prac­ticando mu�h<L ti�rnpQ;,il1l�Ítt.: : y que . han pasado á cqnstituir. hdbitoso Sut misio ­nes consistían .en e."'Cpedicione." gucn·eras y ¡levastadorns , que n.o encontl·aron resis­tencia gracias á la esp��;ntosa corrupcion de los pueblos , á aus rivalidades, y su fé se imponía con la punta de la cimitarra.

En realidad de verdad , • cualquiera pnedc hacer lo e¡ u e ha hecho Mahoma ; porque él no ha obrado mi lagms , ni tam­poco se anunció previamente su aparicion • • •

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- 220 -Mahoma ha establecido su soberanía, ms.· tanda ; Jesucristo , entregánJose como vic­tima por los suyos , los medios que ha empleado Mahoma para ''encer son pura­mente humanos , Jesucristo se vale de medios y procedimientos segun los cuales , humanamente hablando , era forzoso su­cumbir y perecer ; tan grande es la oposi­cion que existe entre ambos . . . Es preciso por consiguiente· decir que , puesto que Mahoma: ha triunlado, el Cristianismo debía perecer, li no habe1· sido sostenido por una fuerza puramente divina u ( Pascaf;·l; c:· x r , 13 ) , • La teligiótr ·m�hoin:etaria·; que no babia inás que det alrange , obra todavía sobre los hombres con el espíritu destruc­tor que la ha fundado D ( :Montesquieu , Et;p. 'de liu léy� 'xXxifi ' l z ) . Pero el Cristia­nismo , por el' "ci:íritrario ¡ se- e.'i:tiende y se propaga , á pesar de enseñar todo lo que repugna y descorazona al ho¡nhre: la po­breza, la humildad , la abnegacion , en una palabra , la cruz ; y esto cuando una corrupcion mónstruosa , autorizada por la religion y por el ejemplo de los sábios ,

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- 227 -invadía con sus inmundas olas hasta el santuario de los templos ; cu:mdo , segun la frase exacta del m ¡ smo �Iontesquieu ( l . c . n I , 9 ) � n o tenía el amor más que una fornu que no :•·� puede re\·e lar ; » cu a n do u n Tibcrio, u n Calíg:ula y un Heliogábalo m a n ­chaban con sus monstrusos vicios la p\u-pu­ra ele los Cesare s , segun las gráficas des­cripciones de Tácit o , Jm'e!ml , Suetonio y Lueinno que les han entregado al desprecio de la posteridad j cuando los patricios ro­manos alimentaban: Jo� pece� de sus

. es tan ­

ques con la carne ·d e · suS esclavoS , y el populacho se embriagaba á la vista lle los sangrientos com�tes __ del circo. En tonces es cuando el Crist(O.':l_�s� se leyanta, se desarrolla y triunfa· ante el un iverso con­vertido por sus mil lones de mirt ires . Pero hay más ; todo e l que _::¡.�raz..1.ba la religion cristiana era , en cierto sentido , márt i r ; puesto q u e l a abrazaba.contra s u s inclir,a­ciones naturales y con

't.ra sus costumbre s ;

toda vez q u e s e entregaba á u n a abncgacion constante y á u n combate sin t L·egua contm r.¡us pasiones. Ast es que el Ctb.tianis:no

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- 228 -tenía que destruir tantos ídolos como cora· zones amantes de si mismos y sensuales encontraba ; e porque más fácil es decir: Los. dioses que hasta aqui he adorado no sbn nada , que decir , reconocer y confesar este otro ; hasta hoy toda mi vida , todo mi h'abajo y todo mi ser nada han sido. • ( Fenelon ) 11 Ántes estabais en tinieblas'. • ( Ephes. v, 8 ) . El que pretenda , por con· siguiente , que-eta:oosa.fá.Cil que el mundo se convirtiera al · Cristianisnio , que in· tente convertü· el corazon de un sólo .hom· bre , haciendo que bosque la que antes evitaba y que ': ame ' · 1ó ·qUe · antes natural· mente aborrec1a ; porque esto es lo que ha hecho el Cristianismo en el mundo pa • gano.

Para tea·minar ; · teaumamos brevemente estas consideraciones. Aun cuando la reli· gion cristiana hubiera gozado desde su pdncipio de universal favor , de todas las protecciones y de todos los apoyos ten·enos, aun cuando los Ap6stoles hubieran poseído la ventaja de una arrebatadora elocuencia, todo el prestigio del saber y todos los do·

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- 2!9 -nes del génio con todas las excelencias de un nacimiento i lustre , no por eso hubiera sido el éxito que obtuvieron m6nos sor­prendente y ml!nos maravilloso. Porque una trasformacion semejante del mundo siempre será un milagro , a(m admitiendo

la cooperac io n de todas las fuerzas nn.tura· les , que no existió en el hecho de que hablamos . ¿Qué será , J'Ues , s i tiC considera

· lo que eran los Apóstoles , l·?S pocos medios naturales de que dispouían y los numerosos obstácu:os que ten ían que vence1·? Y un triunfo comp leto obtenido en tales cond i ­cienes , u n a rcvolucion sem �j ;ulle ob:·ada en la religion , en 1 · s ·costumbres , en las leyes , en los h:ib itos , en· las opiniones , en las preocup1c iones , en l ts inc \ intciones y en los scnlimi�ntos , )' un camUio t�n com· pleto del espíritu y del CO!"aZOn en una m u � chedumbre innumerable , ¡ no h :�. ele ser milagro ! Este portento es más grande que cu:�lquiera o�ro m ilagro vi:iiblc qu.! lnya po:lido obrar Dios en la mtumkz 1 ; es l i prueba de su poder in finito y de b. sob:!ra� nía absoluta que ejer�e en el mundo el� los

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- !JO -espíritus , por medio de la que dispone de los coraznncs ccmo de las olas del mar,

G Aunque no tuvieramos los testimonios de los Profct:'ts acerca de Jesucristo y de la Iglesia , ¿ quién no estaría , sin embargo , dispuesto á creer que ha debido mani­festarse al !'1U!Hlo una re\·ciacion d iYina , al \'er que el universo adora al (mico Dios verdadero , que Rb�ndoru. los d ioses falsos , que destruye sus templos 6 cambia su eles· tino , y que renuncia á b.s supersticiones más arraigadas ? ¿Y quien ha podido pro­ducir semejante fe\•olucion ? Un hombre despreciado , aprisionado , maniatado , azo­tado con varas , insul tado y muerto al fin por sus conciudadanos ; luego discípulos pescadores y publicanos , sencillos e: igno­rantes , á q uiencs había escogido para predicar su Enngelio y anunciar su resur­reccion , de la e¡ u e habían sido testigos : ellos fuet·on fiel!:S hasta h muerte y com­batieron con h. pacienc ia devolviendo bien por mal , y llegaron á ser los vencedores no dando la muerte , sino recibiéndola. Con medios , al parecer , tan despreciables se ha

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- 931 -trasformado el mundo , haciéndole a:ioptar una nueva creencia, y se han convertido los corazones al Evangelio : hombres y mugeres, grandes y peq����s 1

.. _s_ál:iios é ig�

norantes , fuertes y débiles , nobles y ple­beyos , todos la han adoptado , y la Iglesia se ha difund_i!lo de tal_ m�era ,entre loS pueblos , y liá ·echá.d�;�in Pirii�';;da� táices , que tod� las sectas y todos los errores que intentan �e!l:trui� e� �ul�.o. ca�ólico se revis­ten del clantQ �de ia v_����. i�á�lana. ¿ Cómo hubiera con'seguido el ' Cfücificad'o un re­sultado semejante si Dios no se hubiera hecho hombre. �n ��- -�er�.o?a? ( Aug. De fide 1 VII)� . . . · · • · . , , : .:_· : •;; : ; _1�. : • '.'; .�·_..', ::.-, . .. . .

· Preguntemos aún c<?n 'San . Juán 1 Cris6s­tomo : ¿ � Cu�l es , pues , la· obra que , por confesion misma de ,�?s paganoS , . tiene por autor á ] e�ucris�o ? La fun4acion de 18. gran familia cristiana , � li 9,U:e ,Pertenecen las innumerables igleSias repartidas p or toda la superficie de la tie1·ra, este es un hecho que nadie puede negar , ni aún lós mismos paganos. Pues bien , de este hecho hemos de partir para mostrar el poder y

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- ID -probar la divinidad de Jesucristo , No es , en verdad, un hombre quien hubiera po· dido , en tan poco tiempo y á pesar de obstáculos de todo género , penetrar al mundo de su pensamiento y levantarle á una perfecdon �9:'1 elevada librándole de la corrupcion , precisamente cuando el mun� do est·'l.bl sum ido , despues de tantos si­glos y tan profundamente, en el error y en el .�al •. ,:E;� _b� · :d�dp . :esta libertad de los hijos de Dio 3 , no sólo á los romanos , sino tambien á los p_et·sas y á los bárbaros. Y ha triunfado en. :�ta- empresa sin recur­rir á l:J..S . 8.!-m�s.L sjn gastar dinero , sin poner en movimiento ejé1·citos y sin encen· der la guerra; once discipulos de condi­cio.� qscua:a: y despr�ii!-ble , ignorantes á la vez que sencillo� , : sig ; medios de defensa , con los pies descalzos y no poseyendo más que una sola túnica , le bastaron al princi· pio. ¿ Y qué es lo que ha realizado ? per· suadir á los hombres de todas las naciones t que emplearan su inteligencia , no s6lo en hs co3as presentes 1 sino en las cosas futuras ; á que desecharan las leyes de su�

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- !133 -padres, extirparan costumbres antiquisi­mas y profundamente arraigadas ; á que abandonaran un génerO de vida muy có­modo por abrazar las severidades y las austeridades de la ley ovangélica. He aqui lo que ha hecho ; y esto á pesa(de haberse desencadenado todo contra él , y ·de haber sufrido el infame· suplicio ·de h cruz y una muerte ignominiosa.

• Es innegable que los judíos, despues de sacrificar á Jesucristo,. ·han hecho todo lo posible por impedir su obra � �y Sin embargo el Evangelio s� ha extendido por toda la tierra; la comuL1idad cristiana crece más y más cada dia , y ¡ cosa admirable ! no es so­lamente aquí donde :iforece , · sino hasta en la Persia , que esti dando en la actualidad á la Iglesia infinidad de mártires. La pre­dicacion evangélica ha· hecho maltsos cor- _ Ceros de estos pueblos , que eran antes lobos feroces ; de modo que en la actualidad meditan estos bárbaros en la inmortalidad del alma , en la resurreccion y en los bie­nes inefables que esperamos. Y no sólo se ha obtenido tal éxito en las ciudades , sino

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- 23< -hasta en Cll desiel'to 1 en las aldeas y en los campos , y en las islas , y en los puertos, y en los arsenales marítimos. Y no solamente los pobres , sino los grandes y aún los que ciñen sus sienes con la diadema , son hoy súbditos fidelísimos-del Crucificado. • ( Quotl chr. sit. D. v. 735) .

• Lo que hace m�s admirable á la reli­gion .cristiana :.c;s _qqe simples pescadore� hayan podido hacer creer á los hombres eO dogmas que ni Platon ni los filósofos de su tiempo habían siquiera imaginado; que elevasen . .t -cyiados� .y .sirvientas , pobres esclavos 11 tal grado de sabiduría, que los haclan émulos de los ángeles, lo cual es evidente prueba de que estaban inspirados por Dios. Se obje41, q�;�e persuadlan , con ayuda de promesas exageradas hasta la lo­cura , á gentes sencillas é ignorantes como ellos ; pero ¿ qué locura ni que estupidez hay en enseñar que el alma es inmortal ; que despues de esta vida habrá un juicio imparcial en el que hemos de dar cuenta de nuestras palabras , de nuestros pensa� mientos y de nuestros actos á Dios , que

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- 235 -penetr:t los secretos , y que hemos de \·er á los buenos recompensados y castigados á lo.> m;�. los? Aquí no hay ninguna locura , sino un:t elevada filosofía; porqu� induda· b!emente que lmy gran de y profunda sabi· rhui:t en despreciar lo presente , en estimar la virtud , en no buscar su reeompensa acá. abaj o , sino en colocar más altas sus espe· ranz;!s ; en tener el alma tan firme y tan fiel que los males de la _vida no quebranten su confian:>:a en el porveníf. o ·( lbo Homil. \'I I , 8. b�. Ep. I. Cor . )

o Pero todo esto no se ha hecho al acaso , sino que se babia anunciado con mucha anticip.1cion ; \•oy · ií. demOstl'a.Í'lo; · y . para que no se dude de la sinceridad de mi pa· labra , �;acaré mis pruebas de los libros de los j udíos que han crucificado á JesUcristo, y pondré ante los ojos de los infieles los testimonios que acreditan que las Escritu· ras se consermn hoy en dia hasta entre ese mismo pueblo . . . �

S v PLE�m�To . - Eusebio ha descl'ito con gran elocuencia los efectos de la predica· cien e\•angélica ( Prtu}ar; 6t•, I V , 4 ),

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- !1!6 -• La predicacion de Nuestra Señor ha

elevado á los griegos y á los birbaros , que la han recibido con un corazon recto , al más alto grado de sabiduría. Al presente ponen todos sus esfuerzos en vivir ordena� damente , así es que velan hasta sobre sus ojos , no miran nada que no sea honesto y moral , y desarraigan de sus corazones el menor pensamiento Jmpuro. No cometen perjurios., porque 1;Yá no juran ; evitan la mentira y confiesan la verdad. Una mu� cbedumbre· innumerable de bombi'es, de mujeres , de ·:jóvenes:, de. esclavos y de hombres. librea.,:¡:de··'Jiohles y de plebeyos , de bárbaro�; y de griegos a8ttye de todos los lugares y de · todos los paises á fin de aprender las regljls !de bien vivir , y vienen en · masa a t: esc:a�h!i":-los: discursos que- les enseñan á evitai no· sólo las acciones abo­minables , sino hasta los malos pensamien� tos. Todos aprenden á perdonar generosa­mente las inj urias , á no vengarse , á aplacar su cólera y á partir con los pobres sus riquezas y sus bienes . Y obsérvese que no ha tenido lugar esto solamente entre

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- .237 -los griegos , sino que los bárbaros más groseros que se han persuadido , por la pre· dicacion evangélica , de la necesidad de re· nunciar á sus costumbres salvajes , y hoy profeSan principios y doctrinas dignas de filósofos , por ejemplo: la inmortalidad del alma y la vida eterna y biena.venturada reservada á los qué han. vivido en la pie .. dad , por amor á la vida eterna desprecian elta vida miserable. Vírgenes tiernas, jó­venes delicados dan al presente ey¡tre "nos­otros la prueba de la inmortalidad., no de palabra , sino con sus obras. Asimismo creen todos en una Providencia que rige y gobic:rna el UniversO.-• :J � ··

Con el seductor y pomposo título : 11 La Bible dans l ' Inde , Vie de Jeseus Christna. • ha publicado el francés M. Jacolliot un libro en el que, con sofismas yfalsos argumentos , pretende probar que nuestra · civjlizacion , nuestras leyendas y tradiciones 1 nuestros mismos dioses provienen de la India y han llegado hasta nosotros, en emigraciones su­cesivas, á través del Egipto, de la Persia : de Judea, Grecia y de Italia. Jacolliot pre-

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- 238 -tende haber encontrado los libros del Anti­guo y Xucvo Testamento en los Vedas in­dios ; ( encontrar es ! ) ; y habla de manuscri­tos qne le han mostrado los Brahmanes que confirman h pretendida analogía. ( r) A lli

f 1 ) Hn.jo In. iutoligeu�e <lireccion d<:! varÍO!! otientnl istns . espeein.lmento tlel muv e¡•u<littl }lnx �lUllcr so hnn hecho }lMr¡uis:\s cñ bn.;en. <lo mnnuecTito!l, y entre lo!! cento11n.rM que han 1\o­gn.clo ya li. Euro,p:�.. CO)UO fruto tl" esn. reciente propaganda., no 'hay uno solo que pntobe hu teoriaa del llo.mlln�o cl'itico fr:tncós . • llr¡n, fiel \', Cong. inlcm. 1lc Orit•nt. ' ' · p. 1 2:1 sigs. fg!) siga. y otros . Y en Ultimo te•·mino esns nnaloglu ,

:'u;�r��nt����s!::!n.����nd�·�;�� \��iite�:t���

Í:y ������io�tóe:��n¿ �:�\�:i:!';�:b11�sqd!

1�r!��r�l(1�1 sA�ti;��

s�J::��n:1111t�1� W!��

it��:

�esprociables escritos del n.ventm·ero Jacol\io t , deen.creditn.doa en todos l o s paises , <londe e o cultivan los bnonos estudios, hn.n encontrado un

�����1:d�e =g�:�;�J�zci�1ii�·�:n;!Hii1:a: �:

Oriente, }lOl' cuanto laoy es el tinico c¡no ignol'(!, qne ese mal caballero l1a falsillca<lo ó hwcuta.do textos sn.nskritos IJII& no ex.islen mis quo en su tmnginacJon , ¡1arn. {lo Os:\ manera puUtr en •ruiar ñ. los incautos ó iguo¡·antC!I y. eon armas tnn fa!· Ras como ruines, soat.cne1· lo3 paralelos_que pre -:���tO:�h�¡�?¡�¡���re/d!���},�,Y,�r�������::e¡�

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- 2911 -ha leido la historia de Ada m y Eva ; para él :Manu, :\linos , 2-.'fanes y Moisés son un m ismo person::.ge ; los bmhmanes no son más que sucesores de un gran reformador por nombre Cristn a ; hace deriva¡· e l hebreo del sanskri t , Yehovah de Zeus , con el que i dentifica los vocablos Jesús é Isis. Segun él los Apóstoles estudiaron los Vedas. Pe­I'O es el caso que los - textos citados por Ja­colliot son invenciones suyas , y sus eti ­mologias no ti�nen valol' filológico alguno. Segun la oportuna. óbi¡�iery�ion de Y. Mü­ller u es indudable que JacoUiot ha descu ­bierto ya á estas horas que ha sido victima de una mistificacion que le honra muy po­co , y debiera deciin'oid"ráJW��én� el modo cómo eso ha sucedido; Por más que aun

do la poesln. legendaria. �e los inclios¡ entre la purle:hnn. y por todo\!! conceptos admirable Vir�

���;�;.la!"6 :=���;:,n:, a:��t���!. :: !�� dns lns mttolog.lns, no vcnian á. &el" otrll eootn' que personificaciones del vicio más \'ergonl!oso. !\o­cosario es haber }lerdido el gnato y el sentido comnn para establecer en aorio semejantes pnrn. · lelos. Únicn.Tncnto el espíritu do secta 'es capax tle o.rro.strar á tau cn"lrmes tlesatinos. (N. fiel '!' r . )

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- 240 -despues de dar este honroso paso no dudo que algunos continuarán citando sus pre­tendidos testimonios , y que todavía halla­remos los vocablos • Adima » y • Ha va • en algun libro y sobre todo en más de un dis· curso popular. • ( I )

( 1 ) LeocionQa sobre la cieno, d e la nlig. ��6.

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CONFERENCIA XVI!l .

LA PERSO);:\ DE jESl'CRISTO.

En las anteriores conferencias se ha des· arrollado ante nuestras miradas la man i ­festacion m á s potente , m á s grandiosa y más profunda que jamás ha presenciado el mundo , es decir , la obt•a sin igual del Cristianismo. Í-:1 ha. entrado en el mundo

cuando este se hallaln e n la pendiente de su ru ina ; y se ha. . apoderado del género humano que , deseSperando de sí mismo , segun la notable cxpresion del Apóstol ( Ephes . , rv, I 7 ) , se h:tbía precipitado en

el torbellino devorador c1 c pasiones sin n lt ­

mero , y le h a regenerado por completo. Él ha l lenado con su soplo creador todas

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las esferas de la vida , la ciencia y el arte , In familia y el Estad o , la vida oculta del del a lma y la opin ion pública , q l le es el pensamiento del mundo , y por doquiera ha hecho germinar instituciones nuevas y nue\·as formas de vida.

El Cristianismo. ha clespbgado un poder sin scm.:jantc en la historia. Pronto van á cumplirse dos mil aiios de�de que comenzó esta grandiosa regeneracion del género hu4 mano , y esos veinte siglos han sido otros tantos períodos de luchas y de combates sostenidos por los d iscípulos del Crucifica­do. Tres \"eces ha cambiado desde entonces la faz de la tierra , y cada -uno de esos pe­ríodos ha \'isto á la Iglesia empeñada en una guerra á muerte. La sofistica pagana , sostenida por la �spada imperial ; la herejía de la Edad Media , coaligada con la barbarie y la corrupcion de costumbres , con la falsa filosofía, trayendo en pós suyo el despotis­mo y la anarquía; tales son los poderes con los que ha tenido que combatir la Iglesia, Pero la espada ele la persccucion hace mu­chos u:los que se hizo pedazos ; las. herejías

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- 24.3 -yacen en el olvido y 1 en último término, todas las revoluciones han reportado venta· jas á la Iglesia ; ella sola perm!l.nece en pié e n medio de un mundo lleno de ruinas y de esc0mbrr.os. ¿ Q u i én la ha dado el poder que tiene de atravesar así las llamas sin quemar­se , de levantarse con nuevo vigor cuando parece más próx ima á perecer 1 y de mos­trarse con mayor fuerza cuando se la había ju7gado más déb i l ?

Toda creacion del hombre lleva _necesa­riamente el doble carácter de lo humano ; y nunca es , n i enteramente v�rdadera , ni

completamente buena. En efecto ; ¿ qué es la vida humana sino un continuo esfuerzo para alcanzar la verdad 1 y un incesante combate en pró del bien ? ¿ Dónde hallar un hombre cuyo espíritu no se halle oscurecido por alguna sombra de error, y cuyo cora­zon no esté turbado por algun desordenado movimiento ? Por eso no bien entra una obra humana en el dominio de la publici­dad , cuando la crítica se apodera de ella '­fin de depurar el oro de la verdad y sepa­l'ill'le de las escorias del error : filosofías ,

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- 2t4 -sistemas religiosos , teorias políticas , nada escapa á la mirada penetrante de la crítica. El brillo que refleja toda obra nueva , dura muy poco ; y, desde el momento qut se ha deslustrado , la obra no es más que un re­cuerdo que se relega á los monumentos de la historia , para aumentar la série de los ef­l'Orcs humanos.

No su,ce4��:.�IQO con el Cristianismo. Atacado incesant�ente por todo el poder de la inteligencia , examinado y contrasta­do mil. veces por los génios más profundos de todos _ los sigJ.o�1� • . ha resistido constante y victoriosa�te á la prueba. Ni un ápice de su doctrina ha sucumbido al fuego de­voradol· de la crj:tica; pues los modernos incrédulos.noJ;¡.�. Jlecho en ella más mella que los antiguoa Celsos , . PorJirios, Hiero­eles y Lucianqs en los siglos I I I y IV. Se· guo la preciosa confesiou de Thiers ft mien­tras que el pagani&mo no se halla en estado de sostener un solo instante el e.'(ámen de de la crítica, el Cl'istianismo subsi&te áun despues que Descartes ha establecido el fundamento del conocimiento humano, que

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- 2·i5 -Galileo ha descubierto el movimiento de la tierra , Newton la ley de la gravitacion uni· versal; que Voltaire y Rousseau han echado por tierra los tronos ; y todos los hombres de estad o , sin ocuparse de juzgar los dog ­mas , ansían que continúe subsistiendo • (De la prop. I V , 7 ) ; · ÉJ. es- to·d:o· Verdad , santidad y grandeza moraV L�fvista· más perspicaz no puede descubrir siquiera una apariencia de fa�edad en su doctrina , y su moral es de tal pllte'za q.ué/:rio' u ·ha des ­cubierto en él nada , ni ·liuhás pequeñi man­

cha, que pueda empañar su brillo. Pero el Cristi�ismo no es nada sin Je­

sucristo , comO (¡üe 'itO�et·futs:qñ� Ia� ·doc ­trina de la persona y de ra: obra 'de · cristo . La persona del Redentor es el centro de todo el Cristianismo ; de ella parten y á ella convergen to:las las fuerzas espirit11ales y morales ; y su doctrina moral no es una va·

na ficcion 6 una próducciOn fantástica y vada que se desvanezca ante cualquier ob­servacion un poco atc11ta, ni tampoco una moral abstracta y puramente ideal ; es la imágen misma de JesucriSto, nuestro mo-

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- 246 -delo y nuestro vivo ideal , ideal que se ha realizado en la historia , que se ha hecho hombre, que ha pasado á b·avés de esta vi­da de una manera verdaderame11te huma­na, y que ha sido semejante á nosotros en todo , á excepcion del pecado. Toda la g¡·an­deza moral del hombre consiste en aproxi­marse lo más que le sea posible á este mo­delo· concreto y verdaderamente humano , infinitamente elevado sobre nosotros , pero que permanece á la vez infinitamente pró­ximo á nosotros. Una simple mirada que echemos aobre l1: imágen de jest'la tal como nos le pintan los Evange!.].os e n rasgos sen· cillos 1 la co"ntemplacion de su vida tal como empezó y terminó en el gran día de la pu­blicidad y á la vista de todo un pueblo 1 puede , áu11 sin milagro alguno , mostrar­nos claramente y de un modo inefable la resplandeciente manifestacion de su ca­rácter divino. Todos los acontecimientos extraordinarios ·Y ma¡·avillosos que se han realizado en su historia , hallan su ex­plicacion y confirmacion en el gran mila­gro de su vida única , incomparable , sobre-

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- 241 -natural y divina. En el mundo montl es u n milagro la apal'icion de Dios en forma h u ­mana.

Contemplemos , en prhner ·Iugar , la ma­nifestacion exterior de Jes(IS • .- Él se ano­nadó á si mismo , tomando la forma de esclavo , y ha sido·. · .verdaderO·· · ·ltGmbre � ( Philipp. , I I , 7 ) . . · ¡ Y qu6 hombre ! Jesús de Nazareth es hombre hasta e l punto de que los débiles en la:-fé se-esca:n:daliZ:an a{m

ahora de su hllmildad,:;t:dmo én"&tro:t-iem­po los j udíos y sus m ismos disctpulos; En efecto; Él nace de una muger pobre , h u ­milde , desconocid a ; 4: la qué -está sumiso , cumpliendo para

· con· elta 'tbdos··tos d·eberes de la piedad filial hasta su (dtilila hora ; en su nacimiento presenta su madre la ofren­da propia de los pobres 1 con ella soporta la pobreza , y, como haría un hombre vulgar ,

vá de ciudad en e iudad , por el p:tis de Ga.­lHe:t , cuyos habitantes eran considerados como gentes ¡•udas y groseras , y desprecia­das como tales. Lhmábasele el Hijo del car­pintero ( Mat. , XI u 1 55 ) , 6 simplemente el carpintero ( Marc. , VI , J ) ; pues , educa-

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- 24a -do en el taller de su padre putativo , pare­ce que le ayild6 en su trabajo. Él no había tenido como San Pablo , la ventaja de sen­tarse á los pies de un Gamaliel á fin de ser iniciado en los misterios de la Escritura Santa. Nada indica , ni remotamente , que haya recibido lecciones de persona alguna instruida , 6 me jO!' d icho , todo prueba cla­l'atnente lo contrario. Y los judíos se mara­villaban y dccian-: l De dónde ha sacado semejante cie11Ci 1 , siendo as1 que no ha es· tudiado ? (J u , , vrr , I5 ) . Él se encontraba , pues , fuera del circulo de las tradiciones, y no tenia en favor suyo la· recomendacion de ningun c�lebre maestro cuyas lecciones hubiese escuchado. Toda su infancia y su juventud se pasan en la oscuridad , · téjos de las escuelas y de lOs doctores ; no se le vé aparecer más que una sola vez , á la edad ele doce años , en t'l templo , en donde pro ­duce extrJ.ord inaria admiracion y asombro por la profundidad de sus respuestas. Y ; como este incidente se borró muy pronto y completamente de la memoria de sus compatriotas , sn sorpresa fu·� general cuan-

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- �ou9 :-

do , llegado á la eda.d de treinta años , la edad de los legisladores , dió principio á su enseñanza. ¿ De dónde le viene , decían , esta sabiduría y este poder ? ¿ No es el Hijo del carpintero ? ¿ �o se llama su madre Ma­ría ? ¿ No conocemJs á sUi hermanos San­tiago y José , Simon y Judas ? (r) ¿De dón­de le viene todo esto ? De esa manera le tomaban como un objeto de escándalo ( ).fat . , XI I I , 57 ) ; unos le achacaban falta de juicio y querían atarle ( Marc. , Ill , 2t ) , m ientras que otros 1 maravillados de su u­biduría , le suponían vag.1mente Ull ol'igen sobrenatural. e. Muchos de los (JUe le escu ­chaban , completamente sorprendidos de sus

doctrinas, decian : ¿De dónde le vienen to­das estas cosas ? ¿ Qué sabiduria es ésta que se le ha dado ? ¿ De dónde proviene que In· gan tantas maravillas sus m 1nos ? • ( Luc. , I V , 2 a ; Marc. , VI , 2) 0.3 do11de claramen ·

co;�cim:�?: J.�ih,�s ¡j;b:���s s:��n��� 'J.f:re�� \ l: X \" 1 1 , l"J6. Ju . • X I X , 2:; ) , lt�. hermnnn. de la. :\ola• dro do Jcstis , la. 011posn. de Cloofa.s tenin. varios hijos, do lo.s cuales (los se lla.mnbnn Santiago y Josó .

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- 250 -

te se infiere que todo lo que ciertos erudi­tos han dicho aceren del procedimiento educativo de Jesús , es un míto que se opo· ne abiertamente al testimonio explicito de la Sagrada Escritura. Jesucristo tiene en sí mismo todo· ·saber porque es la verdad misma. Él no tiene siquiera aparie11cia ni belleza ( Is. , LI I I , 2 ) ; vá creciendo y pasa por todoS - los periodos del desarrollo humáno ; hasta la edad de hombre ma­duro permanece humilde y oculto <i los ojos de la muchedumbre , y, sin embargo de que á penas le conocemos más que por 1as obras de Sus tl·es años de vida pública , no hay en la historia personaje que nos sea más familiar y simpático. Él participa de todas las necesidades de la vida , tomando parte con sus discípulos, sin que tuvie1·a que hacerse fuerza, ántes bien con toda sencillez y mansedumb1-e , en todas sus pe· nas y en todos sus trabajos. Fatigado por un largo viaje , se sienta y pide un vaso de agua para calmar su sed , de suerte que él se fatiga cuando la. naturaleza humana se siente debilitada. Su corazon es compasivo

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- 2M -y accesible á. todas las nobles emociones de la amistad , y el Apósto.l virgen es tan fa­milia!' con él , que descansa sobre su pecho. Siéntese atraido por la pureza .de su natu ­raleza hác,ia la infancia, á la que pertenece el reino de los cielos. Penetrado de un ver­dadero y profund,� s4,Q.tj�_�ntQ1nitu.ral:; se expresa en parábolas y habla por medio de figuras y similes tomados de la vida de la na­turaleza-y � J,s fiqJP,b.J;C;S , .. ¡wr sereste. me­dio familiar li. .tod.os¡1MlS:oyeg.�.;· ·®mo que todo lo terreno es imagen. tan a61o de lo ce· lestial , el mundo sensible figur.a del invi ­sible del .q\le é;l,���q,p���e.y en el que vive. VWa4en.men�e: hombre� en-todas sus acciones, y en todos sus sentimientos , SO· porta el dol0r y la carga que pesa sobre toda la humanidad ; asi le vemos llora,r en la sepultura de Lázaro , y- loa que- le rodean, al observar su .dolor , - Q ipeo.:; ·Ned· cómo le amaba ( Ju. , XI , 35 ). Él sufre como nunca hombre alguno ha podido sufrir 1 y su al· ma, sumergida en la tristeza y en el abati­miento 1 experimenta una angustia que nin· guna otra ha experimentado; por áltimo

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- !ra2 -muere abandonado en Ia cruz. Su vida , sus sufrimiento1· y su muerte , �n causa de que muchos le abandonen , no pUdiendo reconocer bajo la figura de u n esclavo al Mesias anunciado. Todo en él !lleva , de manera tan evidente , impreso el sello de la humanidad y de li i'ealidad ; y obsérvese que los evangelistas t'efieren sólo lo qu� han visto , lo� heehOlfY loS 11ichos de Jesús , sin añadir nada: de -se' páite. Él fambien teme los sufrimientos y tiembla ante la muerte , • Es menester que yo sea bautizado , con un bautismo; j y '�rHoc m� siento' angustia· do hasta que se:cüfilplá"! ·1 = ( r.Uc. ·, x n , so ) . • Triste -e3tá mi alm"l huta la muerte . . . ; Pa· dre m.io·, si es posible , pas' de mi este cá­liu ( Mat. , xxvX"� ·_38; 39) . Pero al mismo tieinpo se· hic!·stipérior '-:lbS sufriinientos, no con una est6ic3. apa�ia 6 una fingida in· diferencia, sino fortalecido por un socorro celestial y poniendo su vida y su voluntad en manos de su Padre.

De esta inaiíerá. "ap·arece Jesó.s .i lo3 ojos de sus contemporárieos, y má.s tarde ante la historia. Nada desacostumbrado y extraer·

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- 253 -dinario señala su vida exterior, y sin em � bargo , bajo una apariencia tan sencilla , se oculta li Santo de los Santos. La perfec­cion artistica de la forma ,no recomienda su enseñanza, como recomienda , por ejern· plo , la de un Platon , cuyas obras son mo­delos de belleza literaria, -9� ca��va .á. los entendimientos con profundas éoncepciones filosóficas. Sus discursos son sencillos; ha· bla cuando se l.e ofree;e ocasion favorable , sin artificio .� . P�J1: .. �guqa, unas veces t éste , otras á �qLJ

-él, . ya á la mul·

titud , ya en secreto , ora en la sinagoga , y tambien al aire libr� • . �o . busqueis en sus discursos las .grac�� ��;�i,Wla. �locuen· cia armoniosa y grave de un D�m6atenes , ni el brillo y la magnificencia de un Cice­ron. Pero todo lo que dice es s�udable , benéfico y lleno de sentido, de una modes· tia y d6 una .hwni!�-� ,s�rPiéD:4entes , al mismo tiempo que de una. grañ.deza y de una sublimidad incomprensibles. Todos los que le escuchan quedan asombrados , y confiesan que nunca hombre alg�o habl6 de esa mane1·a (Ju. , vn , 46 ) , Y sus pe."".

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- 2M -labras tienen el poder de trastornar el mundo y de reno var por completo á la hu­manidad.

Pero si nos aproximamos para ver más de cerca la persona de Jesús , conocemos desde luego que penetramos en un santua­rio. Y sin embargo , ninguna voz nos dice como en otro tiempo á Moisés : Quítate el calzado porque el lugar que pisas es santo (E;�;od. , I I I 1 5�; p01• el contrario , Jesús nos invita á ello diciéndonos: Venid á mí todos los que trabajais y cstais cargados , y yo os aliviaré ( Mat. , , XI , 28 ). ¡ Qué grato es i los hombres- �rcarse al Hijo del hombre y cuánto bien se disfrUta en su presencia ! ¡ Qué inefable nobleza irradia de esa figura 1 á pesar de ser la figura de un hombre 1 ¡ Qué- máge�tad tan poderosa le rodea !

Lo primero que hiere nuestra vista cuan ­do se considera esta adorable figura es su humildad. ¡ Qué palabra tan bella es la humildad 1 ¡ los antiguos no la conocian , porque no ten1an' siquiera idea de lo que , desde Jesucristo , conocemos y designamos

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con esa palabra. La palabra humildn.d ha sido cread� por la influencia del Cristianismo en nuestro lenguaje. H"milit!ls, en el ver­dadero sentido latino , significa bajeza de condicion ó de sentimientos ( Ciceron , Q 11 . Tusc. v , zo ) ; pero muy luego recibió e11 los historiadores cristianos una significa­cion más elev,\da, sirviéndo!i.e �e �Ha para designar la más bella de ías virtudes. La vida de Jesús se halla impregnada en ella , y la humildad constituye el fundam:!nto sólido y firme sobre el q�e �e apoyan todas sus palabras y sus obras , y sus discursos y sus acciones todas , desde el día de su na­cimiento hasta la l?!lZ.� Es una _humildad que el mundo no conoc1a 1 ·ni· presentía, ni había escuchado anteriormente, y que le escandalizaba, por lo mi:;¡mo que no com­prendía la grandeza que se ocultaba Uajo este abatimiento voluntario y desconocido. Él nace en un p�sebre y lleva la librea de la pobreza. Su vida es la de un hombre del pueblo que vive del trabajo de sus manos , luchando siempre con la necesidad y la in• digencia ; no le falta ninguna de las inco ..

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modidades de la vida , ántes bii:n soporta todo su peso y gusta todas sus amarguras. Se le vé , como al último de los criados , arrodillarse y lavar los pies de sus discipu· los ; es maltratado de una manera horrenda, paesto al nivel de los mayores pecadores , por bajo de un homicida ; es mofado , es· carnecido , escupido, y todo lo sufre en si· lencio. Aquél <;u ya palabra es omnipotente , se calla.siempre que no tiene un fin moral que obtener. Llevado ante Pilatos · y ante Herodes , guarda si lencio ; los cortesanos se mofan de él como de un demente ó idiota , humillacion más pl"ofunda todavia qu� la de ser condenado á morir la muerte de los esclavos , y sin embargo se calla. • Cuando se le maltrat6 , no abrió su boca para quejarse • ( Is . , LII I , 7). Él huye cuando quieren hacerle Rey ; pero no a5i cuando se halla en el camino del Calvario.

Cuatrocientos años ántes de nuestra era , quiso el génio más levantado <le la anti· güedad trazar el reb-ato ideal del j usto , y parece haberse-propuesto representar , rasgo po:r rasgo , á Jes¡¡�ri!itO ( Platon , Republ ; ;

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- 257 -n 1 3ú1 J : � Al iado del inj usto , coloquemos

al j usto : hombre recto, sencillo y generoso , que se esfuerza pOI' ser 1 y no por aparentar ser virtuoso r bneno. Quitémoslc todavía la reputacion de hombre de bien ; porque 1 si fuera consi derado como justo , se le pro ·

digarían honores y recompensas por tal concepto , y no sabríamos si era lo que es por amor á la j usticia ó á los honores y las 1·ecompensas . Despojl:mosle, pues , de todo , m�nos de la j usticia , y pongámosle en contradiccion con su propia dignidad , de suerte que , sin haber cometido nada que sea inj usto , pase sin embargo , por el ma­yor criminal , y para q� la prueba sea segura , que no se dej e llevar de la mala op in ion que de Cl s e tiene , qm: s�a inqne· hrantablc hasta la muerte , y .c onsiderado durante toda su vida como injusto , á pesar de ser soberanamente j ustc . , . Al ver á un h ombre tan perfecto , los que prefieren la inj u slici :t á la j ustici a , querrán que sea azotado , atormentado , encadenado , que se le saquen los ojos , que sufra todo lo que se

puede sufri r , y, por úllimo 1 c1uc Qluenl. en

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- 208 -una horca para que sea en toda t·ealiclad justo y no sólo en apariencia » ( Is. LXI r , 9 ). Platon presintió, pues , la excelencia de una j us ticia que sufre sin (jUej arse , la grandEZ:t de una virtud que no percibe la mirada humana , )' su concepcion es la concepcion más elevada á que ha podido llegar el antiguo mundo , al buscar el ideal del j usto: Y sin.· embargo , 1 cuánto dista este· ideal del abatimiento voluntario , de la abnegacion completa C incondicional que vemos en Jesucl'isto , y de la pronta y ·al e ­

gre sumision á !11. voluntad de su Padre : e< NO se haga lo :é:J.Ue"yb ·quiero , sino lo que tu quieres » ( Marc. , X IV , 5 6 ) , Pero áun cuando se

· hubieran elevado los antiguos

mucho más , y hubiesen concebido un ideal todavía más puró y· más telestial , sólo se­t1a una bella ficcion que no salió nunca de la imaginacion creadora , que ha permane­cido en la region de las ideas , en la que se desVanecen y confunden toclos los rasgos individuales , que no ha existido realmente en la tierra , y que se ha presentado inutil­mente para su imitacion á un mundo des-

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- 259 -fallecido y viejo , sin poderle dar el poder de realiz:..rla , ni el \'igur y la certeza que necesitub:t p:U"a que tuviera vidot. Por eso cl cscspcraban los pagaitos de' ver rca liz:J.do jamá"i M:mcjantc ideal de j u sticia. o Por lo c¡ue toca it nosotm,;, d ice t:no de los m�j o · res , no hemos hallfl.d9 �9.9-<1:-"��A S:�bi� per­fecto ; solo sabemos_, _ por la ·fJlosofia 1 las cualidades que deben aclamarl e , si es que alguna vez llega á presentar:;e en la tierra » ( Cic. 1 T�C!J.l. . . �I 1 " 2;¡_,_ 5�_lt- �· . : · . e

De esta h11mildad , que. �e olvidaba de si misma , nacía otra \'irtud distinta 1 igull­mente he1·mosa:1 la m_ausedumbre inm:!nsa que conserva.ba - ,�1} �qq,Jh1pa.rt�.1 � sus relaciones con sus discípulos y con sus adversarios , con sus amigos y con sus enemigos , con los f1eles y los infieles. Constantemente_ afable y_ bueno . lleva la paz á sus .amigos �1

-c_r*·�� -J :n �us casas ;

lleno de admiracion y · miramiento Mcia ellos y de una paci�ncia que n�da deja que desear , tolera todas sus n ;¡¡uezas, y se acomocla á la debilidad de su entendi­miento tan ta.rJ,:, en comprender sus di vi nas

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- 260 -enseñanzas (Marc. I , 22 ) , Él habla con autoridad , no como quien duda y vacila , sino como quien sabe y tiene seguridad ; no cómo· quien busca , sino como quien poséé la verdad. Su palabra es tranquila , breve y decisiva, No -busqueis en él la pa� labta de fuego de ''lln Isaias que �e lanza como un torbellino de llamas, ni tampoco la del rigid� · Ece�u�el'; · que lo conmueve todo con: su Voz déftTueno. Muy al contra­rio , 1 cuán dulces Y conmovedoras son las palabras de Jesucristo , y que suave per­fume de paz exhalabáil:! Muy· pot · cima de las nubes y, dé· liíí 'iis'Cuhis liieblas de las pasiones humanas,'su espíritu habita siem­pre en las alturas serenas , donde jamás se oculta el sol' de la divinidad. Ningun afecto desarreglado : nibguna 'émocion' perjudicial turba la limpidez de stl alma ; "SU cOrazon está demasiado elevado para que pueda siquiera tocar la pasion el borde de Su alma. AUn cuando se sienta inflamado de santa cólera , poi' ejemplo , conb"a los mer­caderes del templo , porque el celo de la casa de su Padre le devora , ¡ qué comedi-

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- 201 -miento r qué delicada indu lgencia descu� bre ! Echa por tierra las ffi(!sas de los cambiantl.!s ; pero á los que \·cndian palomas pnm el sacriíicio , les d ice : Salid de aquí

( J u . , u , 1 6 ) . San Juan es el ún ico que

hace observar cslc detalle , al parecer in­signilican tc , pero que sin embargo carac ­

teriza e l modo de SCl" y obrar del Seflor. En efecto ; este hecho nos dá á entender f!Ue , animado por la indignacion de la di­\"in a justicia , dirige su palabra á l o s hipó ­critas y les dese11mascara y les confunde ; todavía , en med io clel dolor que experimen­ta por el sacrilegio y la profanacion de las cosas santas , se oye vibrar la nota siempre

dominante de la caridad , que prefiere la sal\"acion á la muerte. Al insu ltarle un criado ele la manera más brutal é irritante , se con lenta con esta apacible respuesta : si he hablado mal , muéstrame el mal que he dicho ; pero si he habhdo bien ¿ por qué me hieres ? (]u . , X\"!II , 23 ) . L"n discípu lo le niega tres veces , y n o tiene para �1 una palabra de cólera , antes bien , sólo se con ­tenta con una mirada llena de infinito do-

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- 262 -Ior que le penetra hasta el fondo de su alma. ,\1 ap1·o:-:imársele el tra idor que viene á entregarle , no deja oir más que esta dulce quej:t : ¿ Judas , ccn b�so de paz en­tregas a l I l ij o <lcl hombre ? ( Luc. , XX I I , 4S ) , Y aun esta queja misma l e anuncia la gracia que está d if;pucsto á concederle en el tHtimo ir: nce; es una exho1tacion á la conversion y a l arrepentimiento.

� En las antiguas historias de los j udíos ( r u Reg. , X I X , I I - I 2 ) se lée que , des ­pues de haber combatido uno de los más celosos d e fen sores ele la ley , durante toda su vida , los invasores cxtrngos de la ido· latría , se rdiró :1! desierto del Sinai , y alli pidió <l Dio:; que le mostrara una seña l de su presenda •. La tierra tembló al punto ; pero Dlos no estaba en el temblor de la tierra; levan tóse cl!!spue;; u n torbellino , pero tampoco el torbel lino ind icó la aproxi­macion de Dios ; dcj..Jsc senth· por último una lijcra brisa, y era que Dios acababa de pasar en este soplo lijeru del viento del Oeste. Así ha sucedido con Jesucristo. ( Mi.iller , Ilist. wtiv . 1 r x , 6 ) , En el Cruci�

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iicado , coronado de espinas , acibarado con h hiel y u l trajado pot· sus enemigo¡; , en el instante mismo que pide por ellos , se o b � serva un fcnúmeno de caridad y e l e a m o r t�n sobrehum :mo y tnn extraordinario , que es preciso ó �partar de él l n. vista , ó caer de rodil las y adorarle. Y obs6rvz:se que esht

mans::dumbrc , dispp.esta siempie 4 perdo­n a r , como lo cxp�t·imcn taron :O.hgdalen::J , la muger adúltera y los mismos verdugos , n o proviene 1 en modo alg:m!? , de falta de cará�.:ter y de gravedad mol·al; po1·el contra� rio , ella vá acolll�lañall<\ siempre de una cnergia p:trticulat• y de ardiente celo. Es preciso , pues 1 buscar en o�¡:a r arte el fun· darnento de estas cualidadessQbrehumanas.

Esta. humildad sin límites , y esta dul­zura única y verdaderamen te celestial

·, lle ­

nan de asombro y de confusion á la vez que atraen á todo homhre , que , al considerar la vida Jesús , echa una mirada sobt·e sí mismo ; porque estas virtudes no son más que la manifestaóon y la prueba de un po· dcr de amor infinito , qu;! , semej an te á un río , sal� de sU cora;.:"on. c 'i. fin de inundar el

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- 26!1: -mundo y llenarle de bendiciones. Su cora� zon encerraba el amor más puro , el, más profundO , el más delicado , e l más pode� roso y el más generoso que se ha visto ja� más en la tierra. Abramos los Evangelios y veremos demostrada esta verdad en todas sus páginas. « El Hijo del hombre no ha venido pa;·a ser servido, sino para servir y dar su Yida por la redencion de muchos e ( Mat , , xx ·, 28) . 11 Y uno_de los disdpulos , al cual amaba Jesús , estaba recostado á la mesa en e l seno de Jesús � ( Ju. , xru , 23 ) ft Y como vi6 Jesús á su Madre y al discípulo que amab 'l. , que estaba al pié de la ·cruz , dijo á su Madre : :l\Iuger , he ahí tu

hijo. Despues dijo al discípulo : He ahí tu Madre o ( Ju. , xrx , 26 , 27 ) . u Habiendo amado á los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin 11 (ju. , XI I I , I ) , � Ve � nid á mí todos � ( Mat. , xr , zS) . Él s e mueve á compasion cuando vé a l pueblo , que vaga á la ventu1·a como u11 rebaño sin pastor. El más pequeño , el último de los hombres es su hermano. � Vé á mis herma� nos y dilcs » ( Juan xx , 1 7 ) , Y el pobre

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- 265 -sobre quien caen , con todo su peso abru­mado!', las miserias y las necesidades de la vida , es el objeto constante de su solicitud , de su compasion y de su cariño. Su conmi­seracion para con los

, desgraciados que

viven en las tinieblas del pecado y del error es inmensa. S u vida entera no es más que un acto continuo., de caridad ; que ha hecho que de él se diga : " ha ido haciendo beneficios por todas partes por donde ha pasado !) (Act. x • . 38 ) ; elogiQ de todo pun­to nuevo pMa el mundo,.. y que no hubiera so11a_do adquirir ningun sábio de la anti­güedad. Pero lo que distingue principal­mente su amor de caa:lquier otro es la m anera con que recibe á los que es­tán cansados y cargados de sufrimientos ; no lo hace con un interés secundario y de un modo ineficaz , sino mostrando siempre un poder irresistible : 11 yo os aliviaré ; � " hallareis el reposo para vuestras almas; o � y os dará al Espiritu de verdad á quien el mundo no puede recibir , porque no le Vé ni le conoce ¡ N � y nadie os quitará vuestro gozo , N � yo no he venido á llamar á loa

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- 266 -j ustos sino á los pecado1'e:1 ; � « el Hijo del

hombre ha venido á busc1r y á salva1· 1o que

había perdido . » ( l\ht. x r , 2S. 29. Ju. xvx , 17. X V I , . U . �larc. I I , 1 7 . Luc, X I X 1 r o ) ,

Jesús amaba c o n t a l ternur:t á sus discí­

pu los , que la víspera de su pas ion , en la hora más 'iolemne de su vid:t , permiti,J al que m"is am:tba que se rccostira en su pe­

cho. Pero su predileccion fu.! para los po­bres pecadores , objeto principal de su mi­sien , porque no h� venido , dice , para aquellos qu� están sanos , sino para los en­fermos ( Uat. , X I , �8 ) ; así es que deja los noventa y nueve j ustos para ir en busc1. del

pecador extraviado . Su nmor le 1\evu á la

desolada casa en que lloran los pach-es so­bre el cadáver de · su hijíl ; Ú-L vé á la viuda que , transida "de doloa· , sigu¡: en pós del féretro <le su único h ij o , y , movido á com­pasion , le devuelve el encanto de su cora­zon ; f� l vo.! á Zaqu�o , uno de los principales pufll icanos , á quien odiab=r. , desprecialn y detestaba tocio el pueblo , y le dice : n Des­ciende presto , porque es menestet· hospe­

darme hoy en tu casa Q ( Luc. , xxr , s ) .

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- 28'7 -Le pre�entan Utla muger adúltera que ha si­do hallada en el acto de cometer el delito , se preparan á aplicarla la pena impuesta por la ley : la lapidacitln ( Le vi t. , xx , ro , Deut. xxr I , .22 ) ; no se levanta entre la multitud una sola vo.�. para excusarla , mas él , el Santo de los Santos- la dice : 11 Vete y no vuelvas ·á. pecar •�(Ju;·; · v n r , r r )

·

Cuando en el convite se arroja �Iagdalena á sus .Pies , se apartan todos los asistentes temiendo l'hancharse eon el contacto de una cortesana ; que por lal' era tenida en la ciudad , pero ti, que es la pur�za misma , la recibe y la anunci� su pe1'don , porque ha amado mucho ( Luc;,; VU¡! ·47) •. Desde lo alto del templo dirige sus miradas tristes sobre Jerusalem , semejante á una madre abandonada por el hijo de su mayor predi­leccion , llora sobre « su ciudad , o que le ha rechazado, y que , bien pronto , le ha de preparat· una muerte cruel ; y) mientras sus discípulos llaman sobre la ingrata ciudad las maldiciones del cielo , él no hace más que prorrumpir en lastimeros acentos com� estos : � ¡ Jerusalem, Jerusalem , que matas

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- m -á los profetas y apedreas á aquellos que son enviados á t í 1 ¡ Cuántas veces quise reunir á tus hijos , como la gallina reune á sus polluelos debaj6 de las alas , y no has querido ! •1 ¡ Y cuándo llegó cerca , al ver la ciudad , lloró sobre ella diciendo : o ¡ Ah , si tú reconocieses siquiera en este tu d1a lo que puede traerte la. paz ! » ( Luc. , XIX . 41, 42 : Mat. 1 X X I I I , 37 ) . Más tarde , estando clavado en la cruz , sumidO en un mar de dolores , olvidándose de si mi8lllo ,• dirige una mirada compasiva , simbolo del per� don , al A postal que le babia negado; y luego , en medio de sus horrendos tormen­tos , no se olvida de consolar á las santas mugeres que , durante su agonia, están llo­rando ;.. sus pies ; , piensa en su Madre y se la confía á su discípulo más amado , y salva el alma del ladran arrepentido que espira junto á él. En medio de los tormentos y de las angustias de la muerte , burlado é inju· riado por una horda furiosa, su última ex· clamacion es una palabra de misericordia : « Pcrdónalos , Señor , que no saben lo que se hacen � ( Luc. , XXI I I , 34) .

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-,- 260 -EI mismo Jesús , en las palabras arriba

citadas , compara su amor hácia el género humano al de una madre , es dccit· , á un amor que proteje , que !le sacrifica y que se consagra por completo al objeto amado , suprema expresion de este sentimiento en la tierra: Muy superior al amor del deseo que quiere recibir sin dM nada en cambio , supera tambien al de la amistad , que dá , es cierto , pero e:dge á su vez que se le pague, E l amOr mlternal quiere dat· y dar siem· pre , y hace consistir toda su dicha en el abandono y en la completa consagracion al objeto amado : es amor ae deseo , de amis­tad y de benevolencia , al mismo tiempo. La sabiduría de Saloman reconoció , como podemos hacerlo nosotros , á la madre en su amor por su hij o , ese amor al que ninguno otro puede igualarse ; pues por eso Dios le ha elegido como cxpresion de su ternura hácia los hijos de los hombres . � ¿ Puede olvidarse una madre de su hij o , dice el pro­feta ( ls. , XLI X , I 5 ) , hasta el plll\tO de re• chazm· de sí al fruto ele sus entrai'íns ? de la misma manera tampoco yo te olvidaré . �

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- 210 -En esta señal reconocemos al Creador , porque solo él pued e amar á su criatura

hnsta ese extremo . Y tul es e l amo¡• d e Je ­sús á los hcmbrcs : � es decir , tan grande , tan ge:1croso y tan profundo como tl amor de Dios á su criatura. Ko hay enfermo , pol' desesperado C)ll'! est-.! , al que no tienda una mano comp .:.si\"a ; n.i crín�cn , por horrible que parezca , para el que no tenga una pa­labra de indulgencia � de po!rdon. Con ese .,¡;orazon lleno del am01· m�s vasto se entre­ga á todos los horrores de la muerte ; por­q ue él lo quiso así ( ls, , LII I , 7 ) ; porque

quiso dar voluntan.mente su vida por la salvacion del mundo ( ]u. , \'1 , 1 2 ) . (l l:n bienhechor que pasa haciendo bien sin te­ner �1 mismo donde 1-eclinar su cabeza ; que hace que los para11ticos anden , que purifica á los leprosos , <levueh·e el oido á Jos sor­dos , la vida á los muertos , y predica el Evdngelio á los pobres ; manda á los Vientos

y al mar , y deja que se le acen1.uen los n i ­ños , los abraza y l o s bend ice ; q u e es tá en Dios j.' es Dios , y gcz;,. , como tal , d� una dicha infinita , y sin embargo piensa en los

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- 271 -desgraciados cauti1·os y Yiste la librea de la miseria por vcn il' á. visitad:;s y á re5ca­tarlcs con su sangre ; no retrocede ante nin· gun trabajo n i anlc ningun oprobio , y S\lfre hasta h mu:: 1 t c d.:! la cruz pgr real i ­z a r la obra de Dios : Hé aquí los rasgos con qu.:! nos pinta e l Evangelio á nuestro divi::.o Salvador , . Je.maristo. ·Esta sola idea merecería que uno se cl"cj ara tortu rar y mo­rir por ella. En presencia de una figura semejante, todo hombre que tenga u n co­razon recto , no puede ·hacer ot1·a cosa que dobb1' la rod i l l a y ador:tria » ( O bras del Mensagero de \\'andsbeckc r , 1 1· , 112 ) .

Tambien la antigüedad tenía su ideal del sabi o ; pero en estado de puro ideal , sin que l legara nunca á real i z arse. Y aun en los

mismos qu� enseñ:tbatl h sabiduría ¡ q ué distancia entre las palabras y las obras , entre su doctrina y su vieJa ! Ni áun el prin­cip;.! el e los sabios anl;iguos permanece fiel á su doctrina , puesto que en 11tt ú l t i m a hora rinde un postrer homenaje á las super;-�ti ­ciones nacio nales ! « Debemos un gallo á Escolapio , querido Criton ! � l Platon ·, Fed. ,

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- 272 -66. ) porque esta era la ofrenda usual que hacian lOs conValecientes al Dios de la me· dicina, al c�l'ar de su enfermedad. ¡ N€1 su� cedcuisfcon Jesucristo ! Él vive como ense­ña,' y muere como ha vivido. La más per­fecta �u.'mOllia reina.� sin desmentirse nun .. ca , entre sus pab.bras y sus ob1·as , entre sus enseñanzas y su .y ida , concier�o que no tiene otro _ejeQlW.o � la historia. El es á la Ve� . la idEia f ·�--��d� .como lo han dicho SUS historiadOl'eS eQ. pocas palabras. Jcsó.s empezó á obrar y en&::ña1· ( Act. 1, I ) .

El inundo ha,b� :�ora�o._has� entonces 1� esen¡;;ia del- .ver4adero amor; Jesús fué el primero que réveló la grandeza de un alma animada del soplo del amor , de la humildad y d'l la "1""�oduo¡�. Sólo él ha podido decir : a OS d<?Y.

'�ñ ��o,�.W,��; que os ameis_los unos_á.los oh-o,s » (]u., XIII , 34 ) , porque s6lo é l podía añadir : Como y o o s he amado. Él debla manifestar primero en su persona el poder celestial de esta nueva virtud de que el. mundo no habia tenido aún pensamie�to, de modo· que Él sólo pudo decir con entera vc:_rdad : u Aprended de m

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- 213 -

que soy manso y humilde de corazon ft ( ?l.·lat. , xr , zg ) .

¿ r._Qmo concebir q u e á. tanto amor se ha ­y a correspondido c o n 6 d i o infernal , q u e á

tanta mansedumbre y abnegacion se hayan opuesto todas las violencias de la pasion y todos los poderes de las tinieblas ? ¿ De dón· de le venía esa paciencia inagotable á éste hombre de treinta años ? Sócrates / por el contrario , aparece siempre en los �scritos de sus discipulo�; como hombre de edad avanzada. ¿ Quién ha podido dar á su cora­zon , tan amante y tan tierno , la fortaleza con que resistió los más rudos combates hasta el fin , sin debilidad y sin olvidar ja� más el sublime y santo amor que encerraba en su pecho ? Tales son las preguntas que de suyo se n.,s presentan , cuando seguimos las huellas de jesús, desde sU nacimiento hasta su muerte.

Acaso ¿ eran la seduccion irresistible del fanatismo , 6 el ardor salvaje y devorador del visionario los que le hadan insensible á. los sufrim ie ntos del alma y á los dolores del cuerpo ? Pero no hallamos la menor

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- 2'l4 -lmel\a de nacla de esto en toda su vida , tal como nos 1a exponen los Evangel ios , que lo hacen cotl un acento de \'crdad y dct.uoa imparcial idad incomparable ; antes b ien , se nb�erva pre c isamente lo contrario en todas las ¡níginas de su h islOI'i a ; en todas partes se noh la mi"srna serenidad de u n al ma tranquila y cl ::vada , la misma claridad de un espíritu �n�lt�.fB:�le , 1� misma mesura en palabras Y en 8.cciÓ. neS , y l a misma im­pasibi l idad; s� " i ntcdor es c o m o u n lago tranqu i lo , límpido é . insondable , qUe l'efle­j a la paz eterr¡.�A;� Ri9�· Semejante figura no es la de UIJ. .exaltado , tal como la histo­ria nos IC presenta , ya en los falsos Me­sías que apar�éieron dcspucs de Jesucristo , ya en los jcfCs de sectas ó fundadores de religiones de . �cm pos post�riores , como )!ahorna , To�<\s )¡lcinzer , los gefes de los anabaptistas y otro':..' Por otra parte , el fa­náticO jam{ts es humilde , porque su objeto es reina!' ; el fanático no tiene por carácter la manscdurnbn=. , sino muy al contrario , nmldic:: y persigue á sus enemigos. En me· dio de su embriaguez y desesperacion der-

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- 2i5 -rotado y acosado en todas partes , podri morir por su causa perdida , pero nunca su­frir en silencio , callarse y perdonar.

Por Yentura ¿ opuso Jesú s ! sus enemigos la suficiencia de un estóico ; una resigna­cien fría, sombría y llena de acritud ? ¿ Es­taba su corazon petrificado hasta el punto de soportar indiferente todos los dolores de la vida , como la roca de la orilla del mar , á la que envuelven las olas , sin dejar en ella huella alguna? ¿ Ó bien se halla de tal manera elevado sobre los hombres , que no llega el dolo¡· á é l , ni le alcanza la injus­t ic ia de los hombres ? Es indudable que así había soñado el ést6ico el ideal de su sábio ; pero este pretendido sábio no fué nunca más que un sér de razon , una qui­mera sin realidad , y aún irrealizable , pre ­cisamente porque está. en oposicion con la naturaleza del hombre y repugna á la ver­dad; o. Todo el que circunscribe lo bueno 1\ lo honesto es feliz en su interior, o · o. La virtud, dicen los estóicos , se basta á sí mis­ma pa1·a la felicidad ( Dióg. , VI I , 127 ;

S6n, , Ep. LXX IV) , El estóico sentia. el do-

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- 2'6 -lor , pero no le consideraba como un mal , y no podia , por consiguiente , sufrir ; asi dice Zenon , qUe no hay nada propiamente malo ( Cic. , Qu. Tusctll. r r , 1 2 , 2g ) . Po­dia desprecilirsele ó malb·atársele , pero nunca herirle ni conmoverte. La virtud del estóico es la apatía. (DiéJg. , VII , I I 7 ). Por esa razon no se conmovía del dolor ageno , segun el dicho : � la misericordia es cierto pesar por los males agenos » ( Cic. , Qu. , Tusc . , I I I , ro , 2 1 ) ; y no practica para. nada. la clemencia. ( Sén. , De clem. , J I , s ; Dióg. , ti. -vn , I 2J ) . Séneca nos dá la imágen d1fún estóico al ha.bhr de Ca­ton : ( De const. sap. , xrv, 3). • Si algu­no le hiere en el 1'0sh'O , no tiene necesidad de perdonarle; porque no se dá por ofendi­do , toda vez :�ue no lo tiene por ofensa. $ ft El stbio está completamente al abrigo de la necesidad y del dolor , y no le excede en felicida<l ni aún el mismo Júpiter. � ( Stob. , I I , xg8 ; Sénec . , De Prov. r1) : � porque el bueno sólo se diferencia de Dios en el tiem­po. � Por lo demás , Cicel'on había hecho CJnoce�.· ya la falsedad y las contradiccio-

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- 2i7 -nes de este sistema y Horacio le había to� mado tambien como asunto de 6\IS sátiras. ( Q u. Tuscul . , I I , u , 29 , Ep. , r, I . ) La moral del estoicismo conducía á un mons� truoso egoismo ; es el yo glorificado y di� vinizndo.

Jesús , por el contrario '· . perdona y pide por sus enemigos , pero siente el mal inten­sísimamente , como era �ado sentirle al al­ma pura de su purísima humanidad. Él bebe el cáliz de los dolores hasta las. h_«;ces ; le be­be gota á gota , y suf)-e �Gmo no) 1a. sufrido nadie despues de 1�1. San Esteban , el pri ­mer mártir', m uere en un momento de éx­tasis , mirando al cjelo,· qq.e.- , .6e ab.re aate sus ojos, inundado de· UD· torrente de feli­cidad celestial , y sin experimentar dolor. Millones de hombres , despu,es de él , afron­tan los supl icios cantando himnos de triun­fo y de . glori a , al paso que-parecen estar reservados par.a Jesús todos los dolores , á fin de que sea verdaderamente el Rey y l a Corona de los mártires. S . Lúe. que cuen­ta la muerte de San Estébac , refiere tam­bien los terrores y las angustias del Señor

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- .218 -á la apl'OXimacion de la muerte. � Con bau· tismo es menester que sea bautizado; y c6· mo me angustio hasta que se cumpla ! � ( Luc, , xn , so ; Marc. XIV , 33 ) : � y co­menzó á temblru: y angustiarse. ' Por eso ha pasado por todo género de amarguras y angustias; todo su cuerpo padece de una manera indecible y su alma está sumergida en profundísima tristeza , y se llena de an· gustia al pensar en la muerte, porque la naturaleza humana tiene horror á los tor­mentos y á la destruccion , y si era menes· ter una prueba de que el Hijo de Dios está c0mpletamente identificado con el Hijo del hombre , se hallará en el espanto que le causa su desamparo en todos los terrores de su lenta agonta·. • Hé aquí que ahora tenemos un pontifice que puede compade..: cerse de nosotros, porque ha sido probado y es semejante á nosotros en ;todo. • ( Hebr. rv , I j ) . Él ha querido pasar tambien por la hora más triste de la vida interior , cuan· do , suspendido en la cruz y privado de todo consuelo interior, le pareció que aun el mismo Dios le había abandonado, y cuan•

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- 21!1 -do ningun rayo de luz descendía de lo alto sobre su alma , envuelta en una lúgubre y espesa nube que le ocultaba el cielo y no le permitía sentir la presencia de Dios. Era necesario que pudiera decirnos á cada uno de nosoh'Os en cualquiera necesidad 6 do­lor : u �o hay dolor semejante .al mio � ( Jer. Lament. , r , ra-:) . · p:mis : se han pin ­tado con más fidelidad los dolores íntimos de un alma atormentada por penas intel'io­res que lo ha hecho el autor. de la Imita­cien ( I I , 9 ) : Cuando:se".disfrutan los con­suelos divinos , no es dificil menospreciar los del mundo ; pero es efecto de una gran­dísima \irtud consentiv ·en . ser privado á la vez de los cori91telos rdivinos· y'dr:> los. hu­manos , y sufrir voluntariamente por la gloria de Dios este destierro del corazon, sin pensar para nada::en .sus propios mere ­cimientos.

Pero de todas estas pruebas sale triun­fante por una obediencia sublime , y celes­tial , y aunque lleno de amargura , su ca­razon no tiene�, hasta el último momento , más que palabras de ainor y de ternura , y

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- 280 -ningun ódio ni desprecio para sus acusado· res y verdugos. Así es como á nuestro en­tender dcbia vivir, sufrir y triunfar el Justo, para . atraerse el corazon d� la humanidad X ser para todos un moddo de cariño y de padencia , de amor de Dios y del ¡u·ójimo.

�· ¿ Quién , pues , ha cnseiildo á los evan· gcli�tns hs cualidades eh: u n dma verda­deramente heróica para pintarla tan ped�c· tamente en Jesucristo ? .¿ Por qué le hacen débil en su agoitía? ¿ �o sabian describir una muerte sufrida con áaimo varonil ? Si , indudablemente , porque el mismo San Lú· cas pinta la de San Estéban que la su(re animoso por Jesucristo. Le hacen suscep­tible de temor ántes de llegar la necesidad de mori r , y despues completamente sereno. Pero nos le p1-e.s�ntan . tu�bado en su inte­rior , cuando ; por Ser asi conveniente , él lo quería , y cuando los hombres le quieren turbar , entonces permanece tranquilo . � (Pascal , Pcns. r r , r o ) .

« Con frecuencia, dice otro testigo nada sospechoso { De \Vette , Est�ICia de la fJ "istiana , § 53· ) , se ha comparado la muerte

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- 281 -de Jesús con la de Sócrates , á quien con razon se admira por su tranquila resigna­nacion y su calma , pero lo que le falta á este , á pesar de su serenidad y gran inteli­gencia , es aquel sentimiento profundo de h. <l iv in idacl , y el ilimitado amor de Dios y del hombre <¡Ut" caracteriz.a á Jesús. Su mi!!.nHI. c��Ima , en presencia de la muerte , por grande que sea , no llega á la paz divina propia del Salvador , sufriendo por la causa de Dios y de la humanidad , y lleno del profundo sentimiento de dolor Y de triunfo que le inspira tal pasion. �

¡Todo se ha consumado ! Es su grito de b·iunfo. Ha sufrido más que nadie , pero en cambio ninguna victoria hll igúatado á la suya. ¿De dónde le viene este amor y esta constancia en el sufrimiento ? Allí hay al­go único y sobrehumano , una leccion de amor tal como la humanidad no la babia recibido aún , un acto de caridad que antes hubiera parecido á los hombres una locura; Es el mismo amor divino ; es Dios , que se manifestó en este hombre y que conversó con los hombres , pues solo Dios puede

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- 282 -amaJ.' al hombre hasta este punto ; en efecto, « si la vida y la muerte de Sócrates Sl>n de un sábio , la vida y la muerte de Jesucristo son de un Diou ( Rousseau , Em. IV ) , Je­sucristo es nuestro perfecto y completo modelo en sus relaciones , tanto con Dios como con los hombres; por eso el amor de Dios es el primer mandan:J,iento de donde se deriva el segundo , que es el amor del pr6 -j imo. ( Deut. vr , s ; Mat. , xxn , 37-39 ;

Ju. vr , J8 ; r v , 3.¡. ; v , 1 9 ) . Y así como el amor de Dios y el del prójimo reasumen toda la pedeccion de la vida , y la santidad misma no es otra cosa· que el amor sublime y perfecto de Dios y del prój imo , de la misma manera Jesucristo se muestra á nuestros ojos como la corona de todos los Santos y como el Santo por excelencia. No tiene otra mision ni otro objeto que procu­rar la gloria de su Padre : � Si hn venido '­este mundo , ha sido para hacer la voluntad de su Padre y no la suya , y para tener sin cesar puestos sus ojos en lo que hace su Padre. t Su alma vive y se alimenta de su no interrumpido y secreto comercio con Dios.

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- 283 -Esta union indisoluble , esta constante co ­munidad de vida con el Padre , forma como la nota fundamental que sostiene toda la armonía de la vida de Jesús , y compenetra toda su palabra y toda su accion ; por eso no se vé un solo instante en que el mundo le cautive , le atraigan á sí las cosas ter­restres más allá de su deber , ni se rompa el lazo que le unía á su Padre. Él solo po­día decir : Orad sin cesar ( Luc. , xvr i i , r ) , porque su vida fué �a oracion oonti­nua. Por todas partes los pensamientos de la eternidad se irradian á través de la cu­bierta de su condicion mortal ; todo lo santifica , todo lo aproxima á Dios y lo contempla bajo el punto de vista divino y eterno. Consagra sus días á trabajar por la gloria de su Padre y la salvacion de los hombres , y por la noche descansa. en la oracion ( Luc. , vr , u ) ; con él y por él , hemos aprendido á orar. Su plegaria, la oracion dominical , es el modelo imperece­dero de toda oracion ; contiene todo lo que el hombre puede pedir y descubre la esen­cia misma y el verdadero espíritu de la

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- 28' -oracion , es decir , la conciencia de la union con D ios , el temor al Rey del cielo , y, al mismo tiempo , el completo abandono de sí m ismo en manos del Padre ce lest ial , la participacion desinteresada e11 el gran con­junto de la. humanidad , e l sent i m ien to del pecado , y la petici<m cid p·m wtidiano para el sostenim!euto tanto de Ct>ta vida como de la otra.

Segun la observacion de San Agus tin ( Ep . cxxx , r3 ) , cuando ommos cristiana y santam�nte , hacemos por necesid 1d las pe· ticiones que contiene la oracion dominical. Puesto que la oracion es como el intérprete de nuestros deseos ante Dios , no le pedi­mos legítimamente , sino lo que legitima ­mente podemos desear; porque no sola­mente le pedimos en la oracion dominical todo lo que podemos desea!' legítimamente, sino que lo ped imos en el órden en que de­bemos desearlo , de manera que , en esta sublime oracion , hallamos á la vez la fór­mula de nuestras peticiones y la regla de nuestros votos. En efecto , primero desea­mos el fin que nos está destinado , y des -

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- 285 -pues los medios que pueden conducimos á. él. El fiu que nos está destinado es Dios, y nuestro corazon se eleva hasta. Él de dos maneras r· por el deseo de ver brillar su obra , y por el de poseer esta gloria. Este primer deseo pertenece al amor, por el que amamos á Dios en s1 mismo , y .el. segundo al amor por el que en Dios nos amamos á nosotros mismos. De aquf la primera y se­gunda peticion de la oracion dominical : StmUficado sea el �u .nomlwe, pa,la.bras que formulan el deseo dec ver resplandecer la gloria de Dios ; y : Vénga11as d t11 rei11o, palabras que expresan el deseo de llegar á poseer la gloria. en que él-.domina.

Ahora bien ; loa medios nos conducen á. nuestro fin de dos maneras : por si mismos y accidentalmente: Los medios de la pri­mera especie, y que obran por sí mismos , consisten en el bien útil para alcanzar nuestro fin. Este bien se subdivide en dos· : uno nos conduce á nuestro fin , á la felici­dad eterna, directaé inmediatamente ; segun el mérito que gana el cielo por la obedien ­cia á Dios. Por eso pedimos en el PadrB

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- 296 -mustro : Hágase '" 'DOlwdad, así tn la tie-rra

como tm el cielo. El otro medio nos conduce al puerto de salvacion instrumenhlmente , por decirlo así , 6 de una manera mediata , como medio que nos ayuda á merecer. A esto se refiere la cuarta peticion : El pa1t

nueslro el� cada día ddJwsle hoJ•; ya Jrea el pan sacramental cuyo uso aprovecha al hombre todos los d1as y que se dá , no so ­lamente en la santa mesa , sino en todos los sacramentos; ya sea el pan corporal , que comprende todas las cosas necesarias para el sustento segun la interpretacion de San Agustin; porque as1 como la Eucaris· tía es el principal sacramento , de la misma manera el pan es el principal alimento

·.

En cuanto á los medios que nos conducen á nuestro fin accidentalmente , obran sepa· randa los obstáculos. Tres san los obstácu· los que nos alejan de la felicidad eterna: el primero es el pecado , que se opone di· rectamente á nuestra entrada en el reino celestial, conforme á estas palabras : Ni los fornicadores , ni los idólatras , ni los adídteros poseerán el reino de Dios ; y aquí

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- 2g7 -se presenta la quinta peticion : P .. rdó,anos twastras deudas, Fl segundo obstáculo es la tentacion que nos i mpide cumplir la volun· tad d ivina y por cuya razon pedimos : .Yo ;1os d,:j,;s crw· tm la tmtacion. Por último , el tercer obstáculo son las penas y trabajos que se enc.uentran en el camino de la vida, que nos impiden gozar de todos sus bienes y de aquí la sétima y última peticion : Lí � úra11os de mal ( Suma , I I , n , e . 83 , 9 ).

La oracion es la aplicacion. directa é in· mediata de la vida religiosa. Por eso Jesu� cristo no es ún icamente el ideal de la moral y el modelo ,del amo1· santo , sino que es tambien el más s.ublime!model.P de la reli· gion ; la religion misma en su manifestacion viva , y en su forma y realidad absolutas.

t:' na cosa debe sorprendernos y bastar por sí sola para hacernos suponer que allí hay algo más que un hombre. Jesús ora , pero jamás lo hace bajo el impulso de la culpa , y para implorar el perdon de los pecados. Él nos enseña á orar y nos impone á todos la obligacion de decir : Perdónanos nuestras deudas ; sólo él no ruega de este

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- 2d8 -

modo , ni pide perdon , porque no tiene ne­cesidad de él , y sabe que está siempre en su Padre y su Padre en él { ]u. x , 38 ) . ¿ Qué mortal se atrevería á hablar así ? Eso es algo más que humano, es divino.

Tal parecía Jesucristo á sus discípulos , á sus contemporáneos , y tal nos parece tambien á nosotros en el l'eb·ato que de él nos han dejado los evangelistas. Esta ele� vada dignidad, mezclada con la más apa� cible dulzura; esta serenidad celestial , unida á una metan colla embriagadora; esta magestad , que resplandece en él , áun . en medio de su más profundo abatimiento y de la abnegacion más completa ; esta ele� vacion por encima de todos los pensamien· tos y deseos de la. tierra , sin dejar por eso de tomar parte en todo lo que mueve á jú· hilo 6 dolo1· al corazon del hombre , supe� rior á. los lazos de la familia , y á la vez el mejor de los hijos ; esa gracia , que atrae y nada quita á su gravedad ; esa delicadeza tan penetrante , unida á una. dignidad que impone respeto ; ese espidtu de sacrificio , que permanece áun en medio de las tortu-

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- 28!1 -ras de la crucifixion y que arranca un grito de admiracion· al soldddo romano ; es:�. con­fianza de la vida , que desprecia la muerte ; esa intima conviccion del triunfo , cuando todas las apariencias indican la derrota: ese celo abrasador po1· la gloria de Dios , y esa circunspeccion y moderacion que se deja ver en todas sus palabras y en todas sus acciones , el empeño que pone en seguir y cumplir su gran mision ; su condescen­dencia con las debilidad:es de sus discípulos y con su apocamiento dé espíritu , ese fuego sin violencia, esa actividad infatigable sin precipitacion , esa gran sabiduría que los maestros y doctores de la' ley se admiraron. de encontrar eñ 1.10 niño de doce años , esa profunda sencillez de cora.zon ; ese hor­ror al mal, que', sin embargo , no le impide amar á los hombres . malos ; todas estas cualidades tan admirablemente armoniza­das , y que indicamos tan s6Io á la ligera , bastan para demostrar la divina armonía q ue caracterizaba su naturaleza y el per· fecto equi librio que reinaba entre todas sus facultades intelectuales y morales , que le

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- �!JO -presentan, al mi�mo tiempo, como leon y cordero. « Yo no puedo ménos de decir que una de las cos:-.s que m e encantan en el carácte1· cb Jesás es , no solamente la dul­zura de sus costumb_res y su sencU!ez , sino su amabilidad , su gracia , y at'm su ele­gancia . Úl no huía los plac�res ni las fies­tas ; asistía á b.s bodas , conversaba con las mu�eres , juga��

-��n los ni lios , y comía

con loS publican.óS. Et:a á ta: vez iltdulgente y j usto , dulce con los dt:biles y terrible con los malvados. Su moral tenía algo de atrac­tivo , cariñoso ):' �i�f.I).O.� Él tenía el corazon sensible , y e�a" JtO�_bfe de buena sociedad. Aun cuando no hubiera sido e l más sábio de ios mortales , ,hubiera sido el más ama­ble � ( Rousseau , , Carta I I I ) .

En et momeritó �n . que se dispone á se­pararse de sus discípuios . y les anuncia los m artirios y sufrimientos que les esperaban , estando t:l mismo próximo á ser entregado en manos de sus enemigos , con aquel la tranquilidad de ánimo que le era propia , dijo á los suyos , derramando sobre ellos los torrentes de paz que atesoraba : Q os dejo la

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- 2!11 -paz , os doy la pnz mia. Que Yucstro cora.� zon no se turb:: ni se nccbarde n ( Ju . x r v , 2 ¡ ) .

Cada hombre lleva en s u temp�rnme!ÜO particular una hase , dada de antemano pa­ra su desarrollo ulterior ; n1as sobi·e esta m isma base se encuentra marcado el tfm i ­te q u e no ha de traspá.Sat , Y cletermimcla la direccion c¡ue deberá seguir. Pero en Jc· sucristo no hay carácter alguno especial predominante ; · n·�· : e�tá ' 'sujirto -�· : 'ó i�guna particularidad , es supCrloi- 1 'toda"s. El sen· timiento de una confiada tranquilidad , qtte deja á cada �ia s4- aiHCci9n ( �Iat. vr , J..¡. ) y que está libre ·d'C'·cti_ill��o� , ' 'cQ�o el lirio de los campos· á iaS a"t"es · ·del" ·ci'eio, se en· cuentra en él al lado dC una inmensa y pro· funda solicitu d , de manera cfue pOdía decir , con mucha más·razrin ·q·u�:"el · a�tiguo pro­fet� : - ¿En dOride há1Iar 'Uri dólor como mi dolor ? » ( jerem. , Ltiiii�J¡t: , · : ,:i:'; · r z ; Lltc . , x r x , 4I . ) Su espíritu e!itá en poscsion de una calma que nada: en el mundo puede tur· bar , y sin embargo es susceptible de emo­cion , de amor y de celo (ju. xvr , 3 2 ; u 1

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- 292 -I 7 . ) y-ninguna de estas oposiciones rompe el equilibrio y armonía de su naturaleza. La vida activa y la vida contemplativa son .las dos únicas direcciones que se imponen á toda existencia , segun la enseñanza de la Iglesia , y las dos tienen su punto de par­tida y su modelo en -jesucristo. Segun San Agustin ( Serm. CLXx , I 4 ; CLxxrx , 4 ) , María y , Marta· personifican los dos grados de la perfeccion·Cristiana. Las dos son her­manas de Lázaro y queridas por el Señor ; en tanto que la una trabaja para El , la otra permanece sentada á sus pies contemplán­dole.

Si , pues , á primera vista consideramos con imparcial mirada la figura de Jesús , tal como la han. trazlr.do los e\•angelistas , nada veremos en ella que ofrezca exceso ó deje que desear en algun sentido ; por indi· vidualcs y concretas , por reales y llenas de vida que sean su existencia y su manires­tacion , su carácter no presenta jamás una particularidad que haga que su vida no pue· da y deba ser la vida de todos , su figura el ejemplar y modelo de la humanidad 1 el ar�

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- 293 -quetipo de la j usticia , en fin , por-el que suspiraba Plato n . 8. Cipriano ha reasu­mido los principales rasgos de la perfeccion de Jesús, (De orat, Dom., v. ) : • Hum ildad

en la conversacion , firmeza en la fé , deco· ro y comedimiento en las palabras , jusli­cia en los hechos 1 en las obras misericot·dia,

moralidad en las costumbres; no sabia Jo que era hacer daño ni toleraba que otros le hiciesen á los demás ; vivh en paz inalte ­rable con los hEirmat}os· , , ,am&ba ·�de .todo corazon á Dios n &. Jesús no es única ni principalmente un pensador , sino que es igualmente hombre de accion. Es capaz de de crear, y al rnismo..tiempq de recibir im­presiones del exterior y df: sentirlas-· inte­riormente. Es en todo igualmente grande , completo y perfecto en cuanto constituye la vida del hombre ¡ en el obrar como en el

sufrir , en el principio y en el fin , en la pa­labra como en las obras, en la vida como en la muerte. ¿ Hubiera podido un hombre realizar d e esta manera el tipo soberano de la absoluta perfcccion moral y human a ? Todo hombre lleva necesariamente impreso

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- 29> -e n su frente el signo de lo finito 1 de lo imperfecto , de lo relativo y de lo parcial ; este signo está m:�.rcado en su alma , y se

manifiesta en todas sus obras y e n todas sus acáon�s. Ln i ndi víduo n o ofrece j amás sino un fragmento del s�r hu mano univer­

sal y puro , no prese1!ta mis que una sola direccion , una sola. manera d e ser , una particubridad ,- una esp::cialidad. El ho m ­bre individual n o e s h. human idad ; esta no encuentra s u plenitud l: integridad sino en

b coleccion total de sus individuos. E l

hombre puede- indudablemente camin ar há­cia la perfecéion ·en ,todos los scntidós , pero nunca hará otra cosa sino acercarse más ó ménos á elb. , cultivar una parte de su interior, y - m ostrarse más ó ménos per­fecto en tal ó cual dire:ccion. De la misma manera que su exteri'lr tiene algo propio y particular que 1: distingu� de cualquier otro , así sucede tamhien con el carácter moral de su vida. El ideal de la hum::midad parece como partido y dividido en cada uno de sus indivíduos. En Jcs(¡s , por el contra­rio 1 contemplamos el mismo hombre ideal ;

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- 20S "'-es todo en todo , especie é indMduo á la vez : es el Hijo dd Jwmbre. Todo lo grande , noble y santo que ha vivido sobre la tierra , demuestra en su múltiple y ''ariada bclh:za esta ley fundamental de toda manifestacion puramente humana. Son los diversos rayos de una misma luz , pero no la luz misma ; es la imágen del sol de los esph·itus , tal como c3.da criatura inteligente y li bre re · ftej a , pero no el mismo sol ; son notas ais­ladas y esparcidas de la: armonía , que es la santidad y pérfeccion absolutas , pero no esta misma perfeccion. El puro y perfecto ideal no existe sino allí en donde la idea se manillesta completamente -realizada y se descubre en el hombre , n o solamente una palabra 6 un pensamiento d ivino , sino el Verbo divino , Dios mismo ; y esto es lo que el mundo ha visto en la perS<�na de Jesús , que es el explendor del Padre Eterno 1 y en quien reside la plenitud viva de la dh•i . n idad,

El mismo Strauss se vé precisado á con ­fesa• ( Conti"ov. II 1 I52 ) , á vuelta de no poca'l cont•adicciones ; e la. crítica, al con·

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- 2'-JO -ceder á los héroes que han obrado en el dominio religioso la preferencia sobre los que han ejercido su accion �:n los otros ra­mos , reconoce como indiscutible que es

imposible aventajar á Jesús en materia de religion y por consiguiente en lo que hay de máS elevado , bajo todos conceptos. s Si esto se dijese en un concepto puramente humano ó considerándole como simple mortal no seria siquiera verdad. En la últi­ma redaccion de su f"ida de Jesús le llama � bella naturaleza en el concepto familiar, o mientras que luego , siguiendo la corriente de Renan , le califica· de fanático (p. 236 ) : c¡ue « no e s e l p1·imero n i será e l último , pu"es, de la misma manera que ha tenido predecesores en Israel y en Greci a , en el Ganges y el Oxus , asi tambien los tendrá en lo sucesi\"o. » ( I ) Como se vé , Strauss

[ 1 ) Sicm¡n·c lo mismo¡ nílrma1· sin probar na• dn. K o saLemos quienes serán esos l•rc<leeeso ras , l�n el (�nnges la 1ini•�n. ílgm·n. {¡ne se destnc t con nlgun brillo es Duddha y no pne<lo ser m{\s quo uno <le esos cbnrlnlnnes que se llnmnn 61� · bios á In. violeta el quo se atreva á comparar la augusta llCrsonn. de Jesucristo, con In do un

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- 297 -es un hombre del progreso ; Jesús ha de ser un fanático y sin� embargo es el modelo del ideal de la humanidad , el que la ha ense­ñado las más hermosas virtudes � la humil­dad , la dulzura y la caridad » ( p. 626 ) .

Aun nos resta otra consideracion. Todos los génios superiores qu� hll.n aparecido sobre la tierra , fueron hijos de su tiempo y llcval"Dn el sello de su nacion ; Sócrates es exclusivamente griego por su . educacion y toda su fisonomia mPra.l ; _.4oroastro es oriental ; Duddha es indio en todas sus manifestaciones, y los profetas dejan ver en todos sus escritos e l sello de la nacio ­nalidad hebrea. - El sábi� � . Greci a , por más que se diga ,ciudadao.o del universo , nó por eso deja de ser arrastrado por la corriente de su t:poca y de su nacion ; su

J¡omi.ll·c qno,dnra.ntc s u j uvcntud, vivió enh·egado á Yolnptuosos 1•lnceres , segun cor:fesion unlmi·

�:t:l���:�!i�:e\���:�1: ����:�:l�������

do Dios ni tfo otra yj,l a , ni del n.lmn , ni de sn inmort:llidad , ni dol o1·igen del mnt1do , ni do ninguna do esa� gt·andco� euscitan:r.as (¡\le colocan ln. rcligion !lo Josnc1i.sto ll. iufiuita. nltura. sob1·e las 1 oligioncs del mundo nntigno. : ::{ del Tr. )

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- 293 -naturaleza, sus ideas religiosas y morales re,·elan en todas pa1tes i:I génio helénico en lo que tiene de propio ; su virtud lleva el tipo caracterlstico de la moralidad griega. o. El Sócrates de Jenofonte , dice Zeller 1 ( Fil. de los gr. , I I 1 74 ) , no es ese pálido ideal de la virtud en c¡ue la crítica moderna ha querido trasformarle , sino , por el con­trario , un verdadero griego de pies á ca­beza , un hombre , en fin , de carne y hueso , que dista mucho de ser un prototipo de moral para todos los tiempos. •

No sucede lo mismo. con Jesucristo. Es cierto que lleva ehello de su nacionalidad en su vida exterior , y que le lleva en la misma universalidad que le caracteriza 1 porque de otro modo no sería verdadero hombre , nacido de muger , y que vive entre los hombres , sino una pura ide1. , una sombra privada de realidad , de consisten­eh y de vida; pero la forma nacional le envuelve únicamente como un vestido , sin penetrar en su interior para determinarle y conformarte. Lo que tiene ele nacional en &U manera de ser y de enseñar , es para él

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- 299 -simplemente medio , instru mento , y no el principio ni fin de su accion.

Todo lo que constituye la raza y el l i ­nage , es para él un límite restrictivo que rompe para realizar el tipo humano en su plena y completa significacion , y para ele­var la nacionalidad - h::�.Sta · • la · humanidad , tom!lda en el mejor y· más elevado sentido de b. palabra. El obj eto de su pensamiento y de su amor no t:.s un pueblo en particular , sino la humuidad ehtel'á: r · :reunir en la unidad de un mismo · culto la humanidad reconciliada con Dios , fol"'nl.t' , con todas las naciones , tan separadas ántes , un solo reb1ño conducido p:>r-u.Q:Aólo pastor , hé aquí

lo que quiere , •lo que enseñs; por-lo que vive y por h que m'Jere.

Por eso sus compatriotas , ciegos por sus rigurosas preocupacion �s de nacionalidad y por el orgullo de ran , 1e miran como u n sér desprovisto d e nacionalidad; juzgan sus doctrinas y tendencias com:> antinacionales , y se escandalizan de ellas . 11 Lo que me ha pl.recido siempre la 'prueba intrínseca más

fue11e y de autoridad superior, impresa e n

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- 300 -la historia del Evangelio , es que el carác­ter santo y perfecto que describe , no sola­mente di Jierc de todos los tipos de perfec­cion moral que han podido concebir los que han escrito este li1>1·o , sino que es precisa­mente opuesto á ellos. En los escl'itos de los rabinos tenemos ámplios materiales para construir e l modelo de un perfecto <lector j udío , tenemos las máximas y las acciones de Hillel , de Gamaliel y de Rabbi Samue l ; muchas en gran parte imagina­rias , pero todas llevan el sello de las ideas naciona les , y están trazadas COil sujecion á una regla de perfeccion determinada. Y sin embargo , nada puede haber más dis ­tante que su:. pensamientos , sus principi•)s, sus acciones y sus caractéres de los de nues­tro divino Redentor. Amantes de reñidas controversias y de capciosas paradojas , defensores fanáticos de los privi legios y de las preocupaciones de su nacion , partida­rios celosos y obstinados de la conservacion de la más pequc1ia coma de la ley , en tanto que con sofismas se alejan de la ley misma , tales son los grandes hombres del pueblo

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- 30 [ -j udío , exacto contrapunto li i mágen refle­jada de los escribas y fariseos , CJLIC son reprobados para siempre como un:.. contrn ­

diccion manifiesta de los principios del Evangelio. ¿ De qué m:�.nera se explica que hombres sin instruccion como los evange­listas , hayan ideado el repteseotar un ca­rácter que se distingu� b:íjo tOdos los aspec· tos de su tipo nacional , y está , en completa discordancia con todos los rasgos de este mismo tipo que , sin embargo , "la costum· bre , la educacion , el patriOtísmo , la reli­gion y la naturaleza pai-ecían ll'!lber consa­grado como el más bello de todo s ? La dificultad de considerar cOmo invencion humana semejante carácter' segun lo han imaginado algunos implas, sube de punto al observar de qué manera escritores que relieren hechos diferentes , como S . Mateo y S. Juan , nos conducen , sin embargo , á la misma concepcion y á la misma repre­

sentacion . . . Sólo ha\' una manera de ex ­

plicar este hecho. L�s evangelistas deben

haber copiado , del natural , el modelo vivo

que representan , y la conformidad de laa

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- 302 -CU:J.Iidades morales que le atri buyen, no pue­de proceder sino de la exactitud ó fidel idad con que respect ivamente las han obser�

vado y copiado. Pero esto no hace más que aumentar nuestra adm iracion ; porque , se ­guramente , no era como el resto ele los hombres aque l que de esa manera se po d í a distingu i r , por el carácter , de todo lo que que estaba reconocido como más perfecte y admirable en la sociedad que le rodeaba; aquél que , colocándose por encima de todas las ideas nac ionales de perfecaion moral , no tomaba, sin embargo , nada del griego , del indio , . del ·egipcio·,c¡�del romano ; y el que , nada ha tomado d'ci otro nada tiene d e co­mun con ningun tipo conocido ni con nin· guna regla de perfeccion establecida , y sin embargo todos le ·consideran como el t ipo

y modelo por excelencia , bajo cualquier concepto que se le considere » ( \Viseniann ) .

La infl uencia de Hillel , á qu ien Geiger se atreve á comparar con ] esucristo , y que tuvo un verdadero dval en el ceremonioso Shammai no fu6 en manera alguna refcrma­dol·a, y mucho ménos crcadol'a, sino que

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;_ 303 .:.:;; se l imitó á formuhr la ley tradicion al y oral , que se componía ele una infi nidad de

prescripciones , cuyo objeto era e\"itar las infrac(.;iones de la ley de Moisés ; pero Hillel muestra una tendencia marcadísima al estudio y práctica del d�recho , ]tácia la casuística; Hillel no .. vé_más que.su nacion. Por e l contrario , la obra-d<: Jesús es u niver· salmen te religiosa , mornl y humana. Hillel trabaja sobre la letra ; Jesús sobre el espí ­

r i t u de la ley.; Este q�ita- á. Ja , Jey de Dios las restricciones, que hac ían de ella la ley particular de un pueblo ; aquél i ndica con precision los límjtes que separan á su pueblo de las dem4s n;¡�q_ne�.,(�li.tz-sth., Jesi'ís y 1-lillel, ::u , y Supl. Cqnf. ·vr:u.)f

En cuanto á la asercion de que el Cris• tianismo encierra algunos elementos de platonismo , es cierto que Jesucristo admi­tió en su doctrin�. tq4p_ lo que Jt�y en los escritos de dicho fil6sofo conforme á. la ra· zon natu:-al , y no porque Platon lo hubiera dicho , s ino porque es verdadero. Lo mismo puede afirmarse de cualquie¡· sistema : todo lo verdadero 1 bueno y bello que ellos con-

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- 304. -tenian , se encuentra en el Cristianismo , precisamente porque éste es la verdad , el bien y la belleza total y absoluta. Pero la doctrina de jesucl'isto :nada debe <i Platon ni á Aristóteles , por muy bel las y profu n ­d a s que sean l;ts doctrinas que estos h o m ­bres de génio hayan expresado ; porque � una cosa es que un hombre haga mnni· (estaciones sobre la verdad, y otra que la verdad misma se manifieste � ( C lem. Al. ,

Strom. r. 7 ) . Por eso jesucristo fué todo

para todos , para los griegos como para los bárbaros , para los hijos de Israel , como para los sahajes habitantes de los desier­tos ; su pC!'Sona y su vida, traspasando los estrechos l ímites de la nac iona lidad , se extendió á proporciones universales ; y nada tiene de comun con el helenismo , n i con el latinismo ; nada ha tomado de la India ó .del Egipto. La brillante munifestacion de su vida no h:t tenido modelo , y na<ln hay que la iguale ; por cuya rnzon es para todos

un modelo en que cada uno contempla su ideal moral , que puede ser imi tado , pero sin llegar jamás á él. " Los griegos se ha·

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- 3J5 -c�n sus discípulos 1 por más que no ha fun· d ·tdo entre ellos una ;escuela ; e l brahman 1.; venera , á pesar de que su religion es anunciada por gentes de la . más ínfima casta 1 pOl' pescadores ; y el habitante del Canadá le adora1 aunque. es de la raza blanca 1 objeto de su hon10r • . l'od.as las di· ferencias de color, de pu-ehlo y de cost u m ­bres , lil.esaparecenen jesucristo , que ha he· cho de los hijos de Adam un solo pueblo, • ( Wiseman , l. q. ) , · < · ·

Y lo que es muy digno de,�atenCion1 no es únicamente su doctl"i n :1 1 no es una teoria moral abstracta y expuesta p�r. el la que sirve de regla. . á �01:1bs Jos,:hombtes j sino su misma· vida y sus accioneS 1 SOn las que constituyen la regla por excelencia ele la virtud y de las costumbres , y la sólida base sobre la que se eleva el- ed ificio de la moral cris�iana. Las más ·sublimes figuras del Cristianismo , los santos de todas las nac iones y d e taJas las épocas , han sido tales , no tanto por haber seguido l:ts doc­trinas evangélicas , como por bo.ber copiado

y haberse apropÜldo !a vida de Je.mcristo,

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- 306 -Rllos han reproducido hasta cierto punto y han hecho renace1' en ellos mismos á Je­sucristo , es decir , al ideal de la human i ­dad hecho hombre y descendido á la tierra en forma visible ; la divinidad ó la santidad más perfecta , plenain.cntc manifiesta e11 la vida de Jesús , se ha rcvell.do de nu:;:vo en ello� en dete�mi��.ada proporcion , y de esta manera , ·su vidt 1iñ

.repro�lucido en ellos

una nueva y' Sailta� Vida á manera de ma­nifestacion sorprendente ele la divinidad . Por eso vemos q1,1e· tos Apóstoles no predi­can una mc;)fal ábstrácta ó el bien general , sino que 'presenfaif· ante los ojos del uni­verso el Bien por excelenc ia , Jesucristo , Dios. Contemplándole es como el mundo debe apren'del· ·ef tién y penetrarse de él. � Cristo ha sufridO: · '¡idr · vOsotroS á fin de que sigais sus huellas. o ( r Pet. I I , :ao ). Hé aquí en pocas palabras el tt!sÚmen de la predicacion apostólica. La imitacion de la vida doldrosa de Jesús y la meditacion sobre sus crueles surtimientos , tal ha sido la palanca que ha sacado fuera de qu1cio al mundo antiguo , y no las palabras 1 los dis�

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- 30i ....: cursos , ni las teorías. � Yo os ruego por la mansedumbre de Jesucristo e dice S, Pablo ( I I Cor. x . I , ) Esta. era la teoría á la vez que el modo de accion más poderoso.

Con mucha oportunidad hacenota1·Sainte Deuve ( Port-Ro. I I I , 350 ) : « los que lo niegan llevan en el pecado la penitencia. Examinad á los mayo1·es enemigos del Cris­tianismo de nuestros días : Federico , La Place , Gi:ithe , todos cuantos no han reco· nocido á Jesucristo , consideradlos bien y vereis que , tanto en el espíritu como en e l corazon l e s falta alguna cosa. A l o menos sea mes eco;; fieles , repitiendo , con since­ridad y sin reserva, estas palabras de M. Chaise en el prólogo de Pascal : « aún cuan­do no hubie1·a profecí:�s relativas á Jesucristo ni hubiera El mismo obrado milagr� , hay en su doctrina y en su vida alguna cosa que de tan manifiesta manera revela su divini­dad , que no puede uno ménos de sentirse encantado ; y así como no hay verdadera virtud ni rectitud de corazon sin el amor de Jesucristo , tampoco hay alteza de inteli • gencia ai delicadeza de sentimiento sin 1�·

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- 308 -admiracion de Jesucristo. u En efecto ; 'c5tc e s el lugar oportuno para dirigir una ojeada sobre los hombres más grandes que han admirado á la tierra , y se verá que los más i lustres 1 los más dignos de admiracion son eclipsados por el brillo incomparable.de Je· sl1s. Sócrates , por ejemplo , nos parece grande_ y sublime en el cuadro en que está colocado. Él declara que no está en la tierra para sí sólo ; sino tambien para el bien de su prójimo , su mision es enseñar la virtud á los bombreill , y está pronto á morir ánles que renunciar á es�a tarea, á la que se siente interiormente impulsado por la voz de su buen génio ( Plat. Apol. -fO ; Euthyd. :272¡ De Rep. , vi 1 406). Pero el prójimo para Sócrates no sori sino sus conciudadanos 1 y su amor no traspasa Io·s muros de suJciudad natal. Así ,·emos que si se negó á huiL· cuando le exhortaba á ello Criton , que lo tenía todo preparado para su e\•asion , fué por la imposibilidad en que se veía en Te· salia de seguü· su vocacion para la ense­ñanza , y de educar á sus hijos cerno verda· deros atenienses ( Plat. Crie. 5 1 ) , Quiere

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-· aoo -el bien para sus amigos , y en cambio per� sigue á sus enemigos con un ódio implaca­ble ; como que , segun él , � la virtud del homb1·e consiste en vencerá nuestros amigos por el bien que se les h�ce , y á nuestrM enemigos por el ma� que . s� les

. . ���s� P ( jenor. M cm. r r , 6_1 '35} ·su· ":"irlp�· se l i ­mita á cu!nplir su.s 'deb'efes dé · CiUdadano: por eso • obedecer á las leyes del Estado es para Sócrates �1 resú��I.l de t_odos los dcbe-r�s ; la ley y ta: �?r��. s�n¡}t�ó�.�m�s.� sus OJOS � ( Jenor. l . c. , r v , 4 1 I V , 6 . - 6 ). Jeslis , por el contrario , penetra hasta él fÓndo del corazon . . Sócr:a�.cs . no. tjenc �alor para opo ­nerse á la idpl�tfúi'�:� ... ( �r)t'I�·' S4P�rsticion general. Honrarl lq�'t1i0��� -s'e�Üti'las'Ieyes del Estado es el mejOr c..-ulto que puede tributárseles ( ����-J xv_.._ j , r � ) . Jes_ús decla­ra guerra eterna . al Crl-oi·';Y,_.!í: (tá inentira. Sócrates .muere , es Ci�rt� ,. l?:o�

.s�S convic­

ciones ¡ pero emp_a1i!i el út�tmó ni'Omento de su vida con un reconOciriií:eOto efectiYo del politeísmo. Jesús sufre la muerte más cruel y más infame , y espira lleno de valor y confianza.

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- 310 -A Socrates inventó 1 se dice , la moral :

otros ántes que él la habían puesto en prác· tica ; él no hizo más que decir lo que otros habían hecho y poner en lecciones sus ejemplos. Arístides había sido justo ántes que Sócrates hUbiese dicho lo que era la justicia ; Leónidas había muerto por .su país ántes que Sócrates hubiera hecho un deber del amor á la pátria ; los espartanos eran s6brios ántes que Sócrates alabase la so ­briedad 1 y ántes que definiese la virtud 1bundaban en Grecia hombres virtuosos, ; Pero de dónde había to mado Jesús 1 entre los suyos , esta moral elevada y pura de '(Ue él sólo ha dado las lecciones y el ejem­;>lo ? Desde el seno del más profundo fana· tismo se hizo oir la. más elevada sabiduría, y la sencillez de las virtudes más heróicas honró al más \"il de todos los pueblos, » ( Rous. Em. I \' . )

Nosotros estamos muy léjos de querer negar la gran influencia que Sócrates ejerció .::n la civiJizacion helénica 1 ni tampoco que· ;·emos sostener que nada hubiera de pro ­videncial en el papel que desempeñó. • Este

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- 3 1 1 -

filósoro , digno de admiracion , fué el único entre los griegos que penetró en el p!ristilo del templo de lo. Yerclad cristian a , n dice Eusebio hablando de Platon ( Pracp. e;.•, X I I I , q . ) San Justino ( Apol. r , 46 ) , dic.;: : « Los que como Sócrates y Herácli t o vivían segun el Verbo , eran cristianos , por más que figurasen en el d.ñgo de los ateo � . � ( Act. X I V , q - r G . ) : �' E l que en los siglos pasados ha dejado marchar á todas hs na­ciones por sus caminos , y si� embargo no ha dejado de dar testimonio de l'o que és. u M'ls no por eso es ménos cierto ·que , en comparacion de la moral cristiana y de la persona de JCsús , n,i la cloc'trjna , ni la vida ni la muerte de Sócráf�s· ·pu�deñ· satisfa­cernos. « L!t templanza , tan ponderada , observa con j usticia Zeller ( l. c . , r r , r¡ ) , no tiene nada absolutamente , ni en Plalon n i en Jenofonte , ele ese carácter ascético que se presenta desde Itiego · al espíritu de los medernos cuando se trata de esta virtud; Sócrates , no sólo no huye de los placeres sensuales , sino que se pcl"ln itc hasta el exceso de ellos ( Plat . , S)'/Jtf!os. r ¡ G ; Jenof. ,

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- 312 -Sympos. , I I , 26 ) . En cuanto á su con � t inencia , muchos pasajes , ( com:J Mem. , r . 3 , q. ; n. r , s : n. z , ..¡. ; m. r : : rv. 5 z g , S!)lmpos., t v . 3 8 , ) nos demuestran cuanto dista de las C.:!f:ll\s elementales ele nuestra moral . Sus relaciones can 1 l j uventud llevan siempre e l c � rácter nl.cion:ll he lénico . Vi­tupera bs sensualidades monstruosas y contra la natura:leza_,, que manchaban las costumbres de los griegos (jenof. , Mem. , r , 2 , 29 ; Sympo.�. v r u , rg ) ; pero no compl'cndc el comercio del espidtu y las relaciones morales sillO bajo la forma eró­tic:u ( Jenof. , Sympos. , Yn t , 2 ) : « Vemos á Sócrates , dice Zel l e1' ( l . c. 75 ) , proponer· se en su� plát ic:l.S un saber s i n n i ngun fin moral , y sin otr.o objeto que cl saher mism0; vernos qu� tiende á cnnclusioncs que no pueden m,:;no5 de s e r inmc.rales en la prá c ­t ico. . � (U c m . , I I I , r o , T I ) . Consideracion que basta por sí sola para refutar la idea qnc generalmente se forma de Sóc1·ates , como moralista popular , si no tUviésemos í1 la mano otras como el hecho siguien te : Só ­cratcs oye á uno de su amigos elogiar la

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- 31 3 -belleza de la cortesana Teodota 1 y en se� guida vá á verla con sus discípulos. Entabla con ella una conv�rs::tcion 1 que hace recaer sÓbre su Profe:;ion , y la muestra por qul! medios. podria ganar mejor -á los hombres . Sóc1·ates. no habla entónces con su acostum­brada imnía ( Lasaulx 1 Socr. y Cr. 1 04 ) ; habla formalmente 1 l o cual prt:eba que n o prohibía á sus d i scípu los e l comercio con las cortesanas , sino que se le permitía y aún aconsejaba , y esto por razones que nada tienen de moral ni de espiritual. ( Jenof. , J/,;m. , 1 , 3 , 8 ; J , 14 . ) n Si se considera , dice Drell inger ( P,tg. y Jml. 684 ) , que e s ­tas cosas se encuentran en un escrito que tiende á defender á Sócrates de la acusacion de corromper á la j uven tud , esto nos dará la medida de las id�as reinantes sobre esta materia, u � En fin , digase lo que se quiera en favor de Sbcrates , su virtud no se eleva por encima del tipo d e moralidad familia1' IÍ. los griegos. � A esto es preciso añadir la falta de hum ildad y los orgullosos elogios que á sí mismo se tributa . ( jenof. , Uem n , 8 , 4 - n , Apol . 1 - 9 , I j · I 9 ).

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- 3U -La comparacion que pretenden estable­

cer entre Jesucristo y Buddha algunos es­critores modernos como Renan , Strauss , Schopcnhauer y Bluntschly , carece de todo fundamento. Er hasta ifl'acional , por ejem­plo , el precepto buddhista relativo al amor á los demás , que hace extensivo á los ani­males y c¡ue él mismo confirmó con el ejemplo , entregándose, en mta ocasion , como presa á un" ugre · que e-staba á punto de morir de hambre ; y como éste , por su extrema debilidad no pudiera hacer mella en su cuerpo , le devoh•ió las perdidas fuer­zas , dándole á beber la sangre que se sacó abriéndose una vena ( l ) .

( l l Entre l (l s cinco prect!ptos obli.¡:ntorios á toda su comunidad , figura el « no <lar muerte á ningun sOr viviente . • Sus deca.ntnda.c; bionn\'CD• turan:r;l\11 : e honrar al s1\bio ; dar !!Ólo cabida it. desoos justos ; hablar siempre r.ouformo ¡\ los d:ct:ulos de la buena educa.cion y el o la pruden ­cia. ; sostener 1\ los sttyos: dnr.limo:mn y vn·ir jus� t.nmcnte : ni.Jonocet· el pecado y huh· clo los exce­sos de In. bobi .la; amar y escttchnr I n ley; ser apn.cible y sni'l'id� ; m�pirar al dominio do si mis­m o . • . pa!•n. llegar al Nirvana; no dejarse dominar po1• el pesar» no "• pue¡len compararse con laa ad­mirables Bienaventuranzas d.e Jesucl'isto: dánde esta. sino ol elogio ¡lo In pobreza. interna ? etc,

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- :m.� -Sin cmba.l'go 1 no es por eso menos cierto

que alguno de estos moralistas , como Só­crates ( I ) aun considerados bajo el punto de ,•ista cri�tiano 1 conservan siempre un lugar elevado entre los grandes hombres que han ilustrado á la humanidad; su muer· te es el más bello y noble , ej.emplo- que el

Y erdad es que loa espiritus suporficia.les no so

�::na: p:c::�:s er:������n::p¡���8�¡d;d�:¡:

cual evidentemente no olriat.a parfeceion moral ,' orden:1. la contemplacion o.�Qtiea. y estlipidn. como med io de matar esR. act1vidad ; no admite la gracia divina, degenerando en puTo mo.terialis­mo, 8. lo. manera que su _moral. aunque pura. y en cie1to modo I!Ublime, no traspasa los limi­tes do 11n puro humanismo-¡ segun · iDdiqué htea prc.scinde de la idea de Dios , y en .el órden me­tafísico profesa. ol nil�ilisiDo 1 vid. El Nil'ttína BudclMsla .. . ); es verdad quo ense.ün. (L ebrar el bion , pero con .un fin nutirncional: el 1lo obtener la nniquilacion total del sér ; y, por Ultimo, si el ����:���:���i���e�t ��td:cid��f�:dd'I�¡;;:¿ con los del Cl·istianismo y eáqueDl!le lu consecn­noeiu. (N. del Tr.) ( 1 } I>reeisa no perder de vista., pnrn. juzga.r con in1parcia.lidn.d al filósofo griego , que es muy ¡•osterior á ZoroaBtl-o y á Bnddba , qua 1� avon· tnjan como morali�>l.as ; \' que en lill epoca se ex­tondino las colonias helEinas por todos lo.s ¡Jaises á lA suon conocido1. (N. del l'r, )

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- 816 -mun(lO pagano puede presentarnos . � Se ha

comparado su muerte con el sacrificio de otro más grande que d; 'pero éste es un paralelo que n o ha debido intentarse , por­que lRs clifer�ncias y contrastes que separan estos dos acontecimientos , llevan en sí algo más profundo , más fuerte y más ad­mirable que las semejanzas que pueden fundarse tan s6lo · en hechos puramen te su­perficiales » . ( Ocellinger , Pag. y J¡¡d, 253 ) o El u no bebe tranquilamente la cicuta ,

porque sabe que sus conciudadanos , léjos de participar del ódio de sus enemigos , le estim1n y respetan . ·Conocía tambien el afecto de sus discípulos , que no consenti­r ian separarse de s a maestro ántes de ha­ber recogido su último suspiro. E l otro

llebe has h. las heces ·un: cáliz de amargura , como jam;ís hombre alguno le babia gus­tado ; infamado , cahttnn iado , y siendo la burla de su nacion , se l 'C además abando­nado , negado y vendido por sus discípulos más queridos. El uno rodeado de numero­sos amigos que le animan , se defiende en

u n principio ante s u s jueces con valerosa

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- 31i -Íl'anquez a , pero no sin ceder algun tan lo en sus doctrinas , y despues pasa sus últi­mos momentos en medio de las pláticas filosóficas , que tanto amaba, interrogando á sus amigos y conduciéndoles, de respuesta en respuesta 1 hasta una. conclusion final que expresaba sus propias miras •. El otro , llevado de tribunal en tribunal é interroga· do , p.:rmanece silencioso á pesar de que , siendo inocente , hubiese podido fácilmente presentar una defensa.:vic.todp_sa. ;. su alma persevera b. misma áun· en medio del más desolador abandono , y durante las san ­grientas horas de la más crue l agonía. Y sin embargo , su silen4fiO , habla con .más elocuencia á Pilat o que el elegante discur­so del ateniense á sus jueces ; y la tranqui· la res ignacion de Jesús, en su lucha contra la muerte, arranca á un centurion romano y á una multitud .prev.:nida contl·a Él este grito , repetido en seguida , .por todos los ecos del universo : j Este hombre era ver· daderamente el H ijo de Dios ! ; en tanto que la muerte de Sócrates, rodeada de tod o cuanto puede hacer simpático al que la su·

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- 318 -fre , jamás ha hecho decir otra cosa sino que había muerto como convenía á un filó­sofo. & ( Wiscman , Discursos . . . I H ) � Debe pues estar ciego el que se atreva á compa­rar al hijo de Sofronisco con el hijo de Ma­ría � (Rouss. E m . r v . ) . Agreguemos á esto que la moral socrática no ha dado á la hu­manidad ningun plincipio nuevo , como lo ha hecho Jesucl·isto , y que 1'! persona del filósofo griet:,ro no ha s ido la cxpresion vh•a de sus doctrinas , con frecuencia defectuo­sas y aun falsas , y siempre sin aplicacion universal. Sócrates ; en li"n , dista mucho de ofrecernos el modelo completo de la per­feccion en todos los se'htidos. Hagamos aún una consideracion. La sem:janza que existe entre Jesucristo y Sócrates es más aparente que real , si bieri ha de sorprender á los que examinen la cuestion superficial­mente : ambos eran maestros , los dos ejel'· cieron g1·an influencia y ambos sufriei'Oll la muerte del martirio. Pero el martirio de Sócrates fué un hecho de todo punto ac­cidenta l , ó , como se dice vulgarmente , ca­s¡¡af de su vida 1 sin importancia at,una

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- m -para la humanidad , así es que en el filósofo gri,ego la d.:mosiJ·acio¡t es el todo , en tanto que su autoridad personal nada significa ; en Jesucristo sucede todo lo contrario j no se presentan demostraciones científicas por8 que tocio se halla vinculado en la autoridad de su augusta pexsona. r,�l ,eso la pel·sona de Sócrates se desvanec_e an�e la prueba filosófica; la de Jesucristo es el centro de la fé que le prest.an sus discípulos. Sócrates se esfuerza sin. Cesp.r por .�acer �esaparece1· su personalidad en presencia de la demos­tracion racional ; Jcsucdsto se hace llamaL' Rey y ::Uaestro � t ie:�e la intima_ conviccion de que estos títulQ�, le.,F�f.�Sp�n4en de de­recho. En una pa�4ra , Sócrates debe la posicion que ocupa en la historia á sus ideas , no á su �ida ; _ Jf?S':'-Cr�sto la debe á su persona, á su vi4¡¡. ��y P�!!1cipalmente.

Pero profun�icemos más .1� cuestion y busquemos la raz�n últf�� ·de la manifes� tacion de Jesús. ¿ Qué _ha y�nido á hacer en el munclo ? ¿ Qué es lo qUe. le ha determinado á salir de su retiro á la edad de treinta años? ¿ Cuál ha sido su designio ? ¿ Qué ha que�

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- 320 -rido ? ¿ Qué se ha p1·opuesto como fin de SU3 esfuerzos y de su accion ?Su natu ;aleza del fin nos dar� la ch\'e para j u 1.gar del mérilo de la intencion 1 y la grande"z.t del plan nos dará á conocer el espirito que le ha conce­bido. Llevaba en su alma u11 pensamiento infinitamente elevado y todo divino y e m ­prendía una o b r a i n m e n n 1 inaudita. Dos pensamientos le movían á obrar : el pecado y la mi.serh de la humJ.nidad , y su salva­cion y la bienaventuranza. S e tratabl. de llevar á todos los hombres la s:tlvacioa y la buena nueva , de regenerar al género huma­no 1 á todo el género humano , hasta el ú l ­t i m o de s u s indivíduos e¡ u � habite la tierra, aún en sus más apartados rincones ; de for­tificarle 1 de trasformarle hasta en lo más íntimo de su aér. Era preciso renova1· al mundo por completo y de una manera per­manellte , en su modo de pensar y de que­rer , en su rel igion y en sus costumbres , en su inteligencia , en su actividad y en todos los dominios de la vida humana. Y Él , jóven aún y de condicion humilde y oscura , se pone á ejecutar este designio con una. se:

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- 321 -gm·idad y con fianza en el éxito , que nos

admira. Emprende l a obra �in temor ni duela , pero tambien sin precau cion. ¿ Quién ha infundido en su espíritu este pen!'ia� mi ento ? ¿ Q uién ha tenido la pri mera con ­ccpcion d'! este plan extraordinario ? ¿ Quién

ha preparado , determinado y exhortado i jesl1s á ponerle en ejl!cncion ? Nadie. N' o tiene amigos que le sectmden n i un solo apoyo poderoso que le sostenga ; muy al contrario, · vé elevarse ante él -un cUmulo de preocupaciones , al parecer invencibleS y sin embargo principi a ; la e1tvidia y el ódio le declaran l a guerra y no obstante pros igue y logra su objeto.·lf.al ha. ·sido · su plan , su su designio , sn accion� · -E!trftisfhó · i::otnpara

su obra. con una pequeña semi l la m·rojada en la t ierra , que producirá un árbol frondoso, cuyas ramas se extenderán sobre todo el globo y á cuya sombra \'endrán á descansa¡• todos los pueblos . (:\·1at. 1 xn r , 3 1 . xvr , 1 8 , :SXIV , I.tJ. ; ju. X I I , 3 2 . XVI , 33 ; x , 1 6 ) . El número de sus discípulos será in� calculab le , y acudirán de todas las extremi­dades de la tierra. Su obra subsistirá para

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. ..... 3.22 -sieQ}pre , perpetuándose de edad en edad entre todos los pueblos. Toda la humanidad debe form1r un día un solo reba1io con un solo pastor. ¿ QuiGn conc i bió j amás proyec· to semejante ? El mejor de los griegos se consagra exclush·amente á su pátria , á su ciudad natal y no sabe ir más allá. Jesús abraza con su mirada á todos Jos ho01bres, su amor se e.'i.tien.de á toda la tierra , Él sólo tiene un evangelio , una buena nue­n para todos. Ac¡ut:l no ha pensado más que en los hombres libres para mejorarlos ( Plat. Prot, d e Rep. v , I , 492. ) ; Jesús llama á todos los hombres sin excepcion y con especial preferencia á los alligidos, á los oprimidos y á los pequeños. Aquél desapa­rece , y su obra es ®ten-ada con él ; Jesús sabe con certeza que el cielo y la tierra pa­sarán , pero que s u palabra no pasará. Y es un humilde galileo el que sabe y declara to­do esto. No hay término medio ; para e m­plear este lenguaje es preciso, ó ser más ó ser mén.os que un hombre. Si este discurso no es de u n Dios , es de un insensato, pero si no

es de un insensato 1 es de un :Oios Y Jesús

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evidentemente no es un insensato. l'laton , que por su elocuencia ha merecido el sobre ­nombre de divino , ¿ ha derrilndo acaso uno solo de los altares en que eran adoradas las más monstruosas , absurdas y á veces inmo­rales divinidades ? Ni é l n i los otros filósofos de la antigüedad han sospechado siquiera que fuese posible combatir- abiertamente el po­li teísmo , y que po1· el lo se debiese arrostrar, no ya la muerte , pero ni siquiera la burla y los oprobios. Ellos han tenido la verdad cautiva en la iniquidad , y en religion se han acomodado á la opinion d e la mayoi'La, á la que tanto despreciaban. Era la volun­tad de-Dios hacer. ver.;:,pór ·é:!!!perieneia 0 que la ruina de la idolatría no podía· ser obra exclllsivamente de la razon humana. Bos­suet , ( Disc. sob •. l¡J. lU.s�. tmiv. I t , xxv, ) reasume en esta . forma, las relaciones de Platon con el Cristianismo :

t .0 Platon ha destruido muchos errores p:tganos con el auxilio de la razon natural y de las antiguas tradiciones. 2.D Ha sen ­tado bastantes principios verdaderos en teo� lo�ía, cosmologia, psicología y ética , pero

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- 1124 -sólo hasta el Hmite á que puede llegar la razon humana. 3·0 Sin embargo , no ha for. mulada ni nguna de estas Yerdadcs con la infabilidad absoluta , con q11e lo ha hecho el Cristian ismo. 4.0 El Cristianismo ha puesto en el número O e est os dogmas las verdades racionales tocadas por Platon , pero de una manera mucho más compieta y bajo una forma más pura, 5.0 Plateo había presenti­do algunas de las verdades sobrenaturales del Cristianismo , sin que por eso hubiera nada verdaderamente cristiano en su doc ­trina. 6.0 Platon no está en oposicion con el Cristianismo , por más que en muchas de sus concepciones no traspasó los estrechos limites del paganismo. ( Becker , El sist. jil. d' PI. 346 ).

Ya Eusebio había hecho observar que uno de los rasgos característicos del Cristianis­mo consistía en no ser n i j udaismo , n i he­lenismo , sino la más venerable Institllcion religiosa de cuantas ha.n existido y la más antigua filosofía ( Pmep. Ev. I , 2 ) . Es in­dudable que ántes y despues de l estable­cimiento del Cristianismo , se han dicho

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- 325 -verdades que él ha admitido posterior­

mente ; pero es que no se h:t l imitado ni debía limitarse á revelar ideas desconoci­das hasta entonces, sino que ha retocado las que ya eran cOnocidas, y ha hecho de ellas un todo homogéaeo , dá!ldolas nU:!VO brillo.

Sólo en el momento de su dellnitiva cai­da fué cuando el paganismo , para contra­restar la potencia invasora del Cristianis ­mo, trat6 de representar la nueva doctrin1

como un desarrollo del Platonismo ( Ori ­gen . , C. C�ls. , V I , I , r 6 ; V I I , 6 1 , August . D� civ, XIX 1 ZJ ; De com;. I , ¡ ; D:: doclr. cJ,risl. , I I , z8; E). xxxr , 8·. ) � L::ts inves­tigaciones cientiticas qu ! , en nuestra épo ­

ca , ensanchan sin cesal' el hl)rironte i n ­telectual , h:tcen resaltar, cada día mis , e l valor absoluto del Cristianism.l ; y no e s aventurado afirmar que nuestro siglo tendt·á la gloria y h d i stincion esp::cial de lnbcr llcv:tdo la l!lz ele h crít ica á las t in i<!bln'> que en volvian la r.:: ligion y la civil iz:�.cio:l de los m is rem')tos pueblos. Pues ah:')l'a qu� hemos ¡;cnetrado la mayor part ! de los

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- 3.26 -misterios de que estaban rodeados los cul� tos extrang:eros , y que cada sábio puede , sin gran tl·abajo , examinar las creencias de los brahmanes y de los buddh istas y darse cuenta, al ménos en gran parte, de los objetos venerados por Jos griegos y los fenicio s , la a�itacion febril , e l entusias ­

mo que se había man ifestado cuando eran exhumados de su tumba algunos restos de estas antiguas religiones , se han cal" mado de repente. Las grandes verdades del Cristianismo habían perd ido por u n mo­mento su prestigio á los ojos de los eu· ropeos , y se creía encontraa· en lo9 tenebro· sos misterios ele Oriente riquezas alín no explotadas; pero bien pronto el fanatismo se vió precisado i ceder cl · campo á la sana crítica , y no está muy leja.no el tiempo en que los exploradores que se habían aven · turado en el terreno de la:; n uevas religio · nes , convencidos de la inutilidad de sus esfuerzos volverán de nuevo los ojos hácia el culto de su infancia, y reconocerán sus be­llezas y su inagotable superioridad. o ( Ha· neber: , l. c. go ).

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- 327 ..... Nada hay en la historia qu� pueda com ­

pararse con Jesús ; el lugar que en ella ocupa es único y sin igual. El concibió un proyecto que está muy pOJ' encima de la in­teligencia humana , y ti-abajó en su ejecu ­cion s in dejarse seducir por l o s atractivos del mundo n i contaminarsc_por las pasio· nes de la tierra , siendo el primero y el úl­timo que ha acometido tal cmprcsl y �que la ha realizado. ¿ Qué se sJgue de jaquí ? ¿ Que ha sido Cl más_ grande dt; los hombres ? Si, indudablemente ; pero algo � más a(m ,

pues cualquiera que se p1·ecie :de .[conocer á los hombres , confesará que allí hay más que un hombre. Ep. efecto, �st" es la im­presion que produjo doode el principio el espectáculo de su vida ¡ por eso desde que se manifestó , excitó en todos el asombro y en muchos la admiracion , la fe y la adora­ciOI�. Este sentimiento permanece aún en la humanidad , subyugada por la imponente grandeza de Jesús , que confiesa qu-:: Dios se ha aproximado á ella en la persona de Jesús , y (1ue un sér de naturaleza supel'ior al hombre ha aparecido sobre la tierra vi-

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- 328 -niendo de lo alto. Todo el que rehusa hacer esta confesion , se halla condenado á per­manecer mudo ante la figura de Jesucristo como ante un enigma eterno , y se ve pre­cisado , sin embargo , á conft:sar que este enigma es el centro y el eje sobre que gira la historia del mundo. Asi \·emos que la misma incredulidad se siente obligaJa á. dar testimonio de la incomparable perfec­cion de Jesucl'isto : por desfigurada que aparezca en lo que podría llamarse el es­pejo cóncavo de las teorias 1;acionalistas de Strauss , de Schenkel y de Renan, no por eso deja de conSerVar algunos rasgos de su inmortal y celestial belleza , que constitu­yen por si solos todo el atractivo que pue­dan tener estas obras de mentira. Tal es el agradable obr de h a'm.qbilidad de Jesús , que una sola gota de este dh·ino l icor en un mar de ment iras y de errores , de ignomi­nia y Ue suciedades , se deja aún sentir y encanta hasta á las almas incredu las. ( Heinrich, Cristo, I86. )

'fres ju icios formaron acerca de Jesús sus contemporáneos ; sus parientes y veci -

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- 329 -nos creyeron que había perdido el juicio y quisieron apoderarse de su persona. 11 Ha­biéndole oido sus parientes 1 salieron para apoderarse de él , porque decian que estaba loco u ( :\!are. 1 I I I 1 2 I . ) Renan opina de la misma manera , puesto que dice : « Por momentos se hubiera podido creer que su razon se extraviaba. � � Su conciencia había perdido algo ele su claridad primitiva ; • es verdad qu_e no afirma esto porque lo haya leido en los Evangelios sino por una mera suposicion personal. Los dactores de la ley dijeron que estaba poseido del espi­ritu maligno y que arrojaba los demonios por el poder de su jof� ( i\:Iat. , IX , 34- Marc,. I I I , 2 2 ) . Los Apóstoles le tomaron por lo que el mismo decía ser : por el Hijo de Dios y D ios al mismo tiempo. ( Mat , XVI , 1 6 ) : Simon Pedro tomó la palabra y dijo : u Tú eres Cristo hijo ele Dios v.ivo . � (ju. xx , 28) : Tomás exclamó : « � I i Se1ior y mi Dios. � L n cuarto j uiéio era y es aú11 i mposible. El primero y el segundo son evid�ntemen ­tc falsos. JesÍJS no es un insensato ; Jesús no es un instrumento del Elemonio ; todos

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- 3:10 -los hechos de su vida , s u doctrina , sus pa� labras se oponen con perfecta evidencia á semejantes suposiciones. Preciso es pues atenerse al tercer j u icio , á la confesion de les Apóstoles , que es la t'mica necesaria� mente col'lforme con la \'CI'dad.

Con objeto de poder apreciar con más profundidad y exactitucl lo que hay de d i ­v i n o en Ja persona. de Jesús , t a l como se manifestó al mundo , conSideremos de qué manera ha realizado su vasto proyecto y ha llevado á cabo su grande obra.. No ha em­pleado más que un medio único , pero es tan grande y tan sobrehumano como b obra misma que ha realizado : este medio es Él m�mo. o Yo soy el camino & ( J u . x i v , 6 ) . S e revela , abre l a boca para ma11ifestar e l maravilloso interior d e su alma ¡ cbra , á la manera que e l sol , por si mismo ; irradia su luz propia , su esencia íntima , su amor infinito , su humi ldad profunda y su abne­gacion sin límites. Y �ste sol no descendió nunca en el ocaso hasta que murió en la cruz : entonces todo estaba consumado ; por

uanto había venido para dal" testimanio de

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-· 331 -la verdad , y Él mismo es la Yerdad ( ju. XVI I I , 7 • XlV1 6),

A la manera que la inmensa bóveda del cielo permanece suspendida en las alturas, en su majestuosa inmovilidad , por encima d e todas las variaciones y trastornos de la \•ida humana , ast Jesús atraviesa las agi­taciones y miserias de este mundo sin per­der nada de la tranquilidad y pureza de su alma. Una sublimidad inefable que brilla en toda su persona y se manifiesta á través de sus humildes apariencias , inspira aún en el silencio un secreto terror á sus ene­migos , en tanto que atrae hácia si , con un irresistible encanto , á las almas sencillas y rectas , á los verdaderos ·hijos de Israel. Todos sus discursos respiran esta admirable y santa calma.

Nada hay en él de pasion , nada de pre­cipitado é inmoderado , n i de irresoluto é indeciso ; todo es exacto , sencillo y franco ; es la natural manifestacion de su espíritu , que, viviendo de su esencia divina , se halla exento de todo lo que suele turbar y confun� dir el espíritu humano , llenarle de duda

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- 832 -y de inquietud , trastornaL' nuestro corazon ; embriagarle y hacerle vacilar. Y esta inal­terable y sublime tranquilidad le acompaña durante todo el curso de su vida ; lo mismo al presentarse , en el templ o , á l<l edad de doce años , que al h1ccr su entrada solem­ne en Jerusalem , en el seno :le su familia , cuando su madre recogía y guard 1ba en el fondo de su corazon cada una de s..;.s pala­bras , ( Lúe. , I I , s r . ) que en medio de sus enemigos ; en su triunfo á través de la ciu­dad Santa como cuando es entregado á los malos tratamientos de la can1.1la y en me­dio de las horrorosas angustias de su pa­sion.

Tal es el carácter constante de sus pala· bras y de sus obras ; siempre resulta la mis­ma tranquilidad , ya sea resucitando los muertos y dominando las tempestades , ya ocupándose de proveer á las necesidades corporales de sus discípulos ; j \más halla­reis en é l sombra de violencia ni de 1 � me­nor duda. Sea grande ó pequeño lo que diga ó lo que haga , siemprl! conserva la mism� im�lcdurbable serenidad. De la mis-

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- 8::13 -ma manera que exp!'esa sencillamente y con pocas palabras los pensamientos más pro ­fundos y más sorprendentes y las \'Crdades más elevadas , así obra los más admirables milagros con calma y sin esfuerzo.

Sin depender para nada de los hombres , se halla colocado muy por encima de ellos , y teniendo sobre ellos Un dOminio absoluto se humilla ha!<ta servirles con abnegacion siu ejemplo. Es el mejor ciudadano de su pueblo , aunque exento de todas sus preo­cupaciones ; escucha los aplausos de la mul· titud entusiasmada sin que le conmuevan en lo más mínimo ; ve como se forma h astuta conjuracion de sus enemigos , y no trata de huir ni Sú atm:a siente, en realidad, la influencia del miedo , hasta que , por úl· timo , va vol untariamente al huerto de las olivas , donde ha de empezar su pasion. (: Marc. xrv , 33 ) . � A fin de comprobar la legitimidad de su humana naturaleza tom6 voluntariamente e l temo r , así como tam ­bien la tl'isteza a ( Su m. r r r , c . x v , ¡ ) . Por eso todas sus palabras y acciones llevan el sello de lo sublime. Los hombres más gran-

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- m -des se elevan , en cie1tos momentos y con trabajo , á determinadas alturas ; p�ro Jesús se muestra siempre sublime en sus palabras y sus obras ; en sus actos y en sus padeci­mientos ; en la vida y en la muerte. o. Je­sucristo habla de las cos:J.s más grandes tan sencillamente , que parece que no las ha pensado y á la vez con tal precision y clari­dad que se vé desde luego lo bien que hs co­noce. Esta claridad , unida á tan extraordi­naria r-rofundiclad y sencillez, es admirable. • ( Pascal , Pem. t i , IO. ) a Jamás hombre al·

guno ha hablado como éste hombre , 11 dicen los mismos servidores de los sacerdotes y fariseos l ]u . V I I , 46 . ) . Su vida estaba en Dios , y á Dios , como fuente de la vida , convergían todos sus pensamientos. Aun­que estaba en la tierra, permanecía en el seno de su padre , su Pl imento es hacer la voluntad de Aqu¿I ; y nada hace que no ha­ya visto ántes en el seno de su padre (ju . 5 , x g . ) Por eso su aparicion es la aparicion de Dios en la tierra. Si;mdo infalible por naturaleza', 110 teme engañarse ; 110 consul­ta ni delib

-era , y , sin cmbm·go , no se equi�

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- !35 -voca ni vacila jamás. Así es que no lleva consigo n inguna de esas debilidades i n ­herentes á la humanidad , y de l a s :J U e no está libre el génio más vigoroso y mejor do· tado; compárese si no h incertidumbre de Phton y de Sócrates cuando discuten en el Fedon sobre la inmortalidad del alma. No es (micamente el Apóstol el que le rama la fuerza y la sabiduría del Padre ( Hebr. , I , 3 . ) ; el explendor eterno de la Mag.!stad di­vin a , el Verbo que estaba desde el· princi­pio en e l seno del Padre , y que anuncia lo que allí ha visto ( Ju . I , rS . ) . No es úni­camente Él mismo e l que se llama la ver­dad y se dice enviado ·$ ,mundo ,para da1· testimonio de ella : toda la historia de su vida nos decb.ra esto mismo ; cada una de sus palabras es , al propio tiempo ; un acto regene;ador , porque Él hablaba como el que tiene autoridad ( Mat. , VII. 29. ) . Co· nocía á todos los hombres , y no necesitaba que s� le revelase lo que pasab:t. en ellos , porque lo s�bía por sí mismo. i�l conocia á la Sam:t.ritana y al publicano y leía en el al­ma_de Nathanael como en la de judas ( ] u ,

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- 336 -

I I , 2 5 , I V , I 6 1 X I I I , 27. ) . Luc. X I X , j , x , 48. D e la mismi manera que con una autoridad que no procedía n i podía proce­der del hombre , pronuncinbn esta pala­bras que le eran familiares : a En verdad , en ,.-erdad os digo ; , asi decía con In misma omnipotencia á un cadá\•er ya ..tgido : Le­vántate ( Luc. V I I I 1 5..¡., ju. X I . 43. ) ; y á otro que ya estaba en putrefaccion dentro de la tumba : Sal fuera. Si sufre sin con­moverse las persecuciones de los hipócritas fariseos , ávidos de venganza , y los opro­bios de los saduceos sumidos en el más ab· yecto materialismo , sabiendo que ninguno de ellos le arrebatará e l poder que tiene de su Padre ( ] u. x , IS . ) no muestra ménos calma y confianza en el triunfo final de su causa, cuando acercándose á algunos fieles, que alm le emn adictos , les preguntaba : ¿ Qucrcis tambien abandonarme ? ( ] u . vr , 6�. ) ¡ Tanta era la libertad en que á lodos dejab a , y tanto lo que fiaha e n el poder de la verdad ! En fin , cuando aparentemente está agobiado y desfallecido , cuando todos sus discípulos vacilan en la fé , escoge este

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- 387 -momento p11-a dec larar que su Evangelio

será predicado por toda la tierra. El ser in�

falible es un atributo que no es dado poseer á la int�ligencia humana y finib ; n Ningun mortal permanece siempre libre de error � ( Piin. H. N. \'I I . 40 ) , afirmacion que , con d i ferentes palab1·as, han hecho otros muchos sábios como Catulo { x:<I 1 , 20 ) y Ciceron ( Phil. X I I , 2 ) .

Pero Jesús está exento , no sólo d e en·or, sinó tambien de pecado. ¿ Puede el hombre estar libre de toda falta ? preguntaba uno de los más j u iciosos moralistas que ha habido fuera del Cristianismo ( Epicteto Diss. I I , u , xg. ) « N o , respondia , esto n o es posi · ble ; lo único posible 'es aSpirU á quedar exento de faltas. u· Nadie "hay , dice Kant , de quien podamos decir que está. sin pecado y demostrarlo , porque no leemos en los co • razones y sólo podemos juzgar de las accio· nes , pel'O no- de las intenciones invisi ­bles . o nEl corazon del hombre está inclinado al mal desde su juventud » dice la Escri· tura ( Gén, VII I , 2 1 . ) ¿ quién purificará al h&. pacido de semilla impura ? ' ( Job , que

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- 339 -X I V , 4· ) Todos se han apartado y se han hecho inútiles ; no hay uno c¡uc obre bien , ni une sólo . Jud íos y g�ntil::s , todos están bajo el y11go del pecado ( Ps. , x t i i , 3 ; Rom, , I I I , r g . ) ).iinguno s e halla exento de defectos , ni es irrepren siblc ; el mejor és , no aquél que está exento de defectos , sino el que tiene ménos ( Epicarmo en Philo iJJ G.mMitt , r v , 407 ¡ Séneca , De clcm. , r , 6 . ) .u A.si como e n cada granada , dice C1·a· tes ( Laerl. , vr , Bg. ) se halla por lo m6nos

un grano dañado , así lamhien en c:tda hombre se halla cuando ménos un pecado ( Libanius Ep. , . -I!)j.¡. : Petro n . S11eyr , Lxx v , 1 : ) � �inguno de nosotros dej a de pecar , somos hombres , no dioses , , Cuando los acusadores ele la . m.uger -adúltera estaban dispuestos á �pcdteada, Jesús l�s dijo es­tas importantes palabras ., que pueden apli­carse s in excepcion á todos los hombres de todos los tiempos ; ' El qne esté exento de pecado tire la primera piedra » (ju. V I I I , 7 . ) Y el mismo que así habla es el que cuando dá á sus discípulos l a fórmula de la oracion tmiversal , de la oracio11 que con-

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- 330 -viene á todos lo!; hombres , introduce és· tas palabras : Perdónanos nuestros pecados. Por eso le vemos luchar siempre y sin In menor vacilacion contra el pecado , que sabe descubrir por muy velado que se encuentre, y esta es la razon por qué uno de sus dis­cípulos , aquél á quien amaba con más ter­nura , el que al reclinarse en su pecho reci· bió la humildad y el ódio al pecado , escri­bia tambien : Q Si decimos que no tenemos pecados , nos engañamos á nosotros mis­mos , no hablamos verdad ; hacemos mentir á jesucristo , y su palabra no está en nos­otros ( Ju. I , S , I o . ) Él sólo , pues , tiene conciencia de hallarse exento del pe�ado , y es el único que jamás ha pactackl con él; el \mico que no pide el perdon de sus fal ­tas , el único que n o s e humilla ante Dios bajo el peso de sus pecados , y que no tiene que implorar el perdon de ellos , en tahto que las almas más santas sienten vivamen· te su pecabilidad , y hacen la confesion formal de este sentimiento en los términos más vivos y penetrantes. Al permitir ser bautizado en el jordan , no por eso se con·

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_,; 310 -fesó culpable. Siendo el más humilde y el

más veráz de todos los hombres , así en su vida como en su muerte , ha dicho·, sin embargo , Jo que jamás ht mbre alguno se ha atrevido á dec ir : ¿ Quién de vosotros me argüirá de pecado ? el príncipe de este mun­do no tiene parte ninguna en mi. Si obser­vais mis precepto s , perseverareis en mi amor , ast come. yo tambien he guardado los preceptos de mi Padre y perservero en su amr1r (ju. V I I I 1 46, X I V 1 JO. XV 1 IO, ) Fué tentado y probado en todos los senti­dos como n0sotros , segun confesion de los mismos Apóstoles y sin embargo no pec;:ó ( Hebr. I V , I 5 - ) Ln pureza de su Madre , de la Virgen inmaculad a , tiene su funda­mento en la impecabilidad de J cs(ts.

Tuvo que soport8.r las debilidades de sus di�cípulos , su fidelidad vacilante-, la ingra­titud y terquedad de su pueblo , el ódio de sus enemigos y la traicion de sus ami­gos , pero no pecó. Él es para los testigos de su vida el Santo y el Justo ( I. Ped. I I I 1 18 ; 1 1 j u , I I I , 7 ; I I 1 I . Act. I I I , I 4 r �xn , I 4 1 1.111 , JS ¡ ) , el 1;0rdero liin man•

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- NI -cilla ( r . Ped. r , rg . ) ; el verdadero Pontí� fice justo y santo , sin mancha ni pecado { Hebr. V I I , 26 , 27. ) ; que no tiene nece­sidad , como· los otros, de ofrecer la víctima por sus proPias culpas ; es Él mismo que , sin haber delinquid o , ha car¡:ado con los pecados de todos los de]Il.ás ( I . Ju. r n , 5 · ) ; el c¡ue no ha cometido el pecado y s� ha hecho ,-Ictima de propiciacion por los pe­cados del mundo ( r . Pe. I I , u . ) . 1'al es su santidad , que Juan Baut;sta , el S:ustero. el santo , el gran profeta , ante quien todo el pueblo se inclinaba con respeto , se re­conocía indigno de desa��r las correas de sus sandalias , es decir _ , 4e. !i!.�!:':Vi�ie OPino el último de los eSclavos ( Ltic. r u , r6. ) , Tal es c:l retrato que de Él nos han trazado sus amigos y su testimon�o está confirmado por sus enemigos. Para éstos , como para aquéllos , Jesús es ¡;1 santo y _el irreprocha.­ble. Júdas arroja el preció de su crímen á los pies ele los que le han seducido , porque ha entregado , dice , la sangre inocente ( Mát. xxvi I , 4 · ) y , muriendo presa de la desespe!'acion , le dá gloria , como los már·

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- 342 -tires se la han dado yendo á la muerte po1· su amor. Pilato se siente lleno de asombro en presencia de este augusto acusado , la grandeza que brilla en Él , por más que es­té cargado con las cadenas de los malhe­chores y de los criminales , confunde al juez romano , le cau�a profundo asombro , y declara que no encuentra en Él crímen alguno ( Luc. XXI I I , 4 . ) ; y su esposa Cláudi'i Procula , teme que la sangre de es· te j usto , si es derramada, atraiga sobre la •.:abeza del juez algun terrible castigo ( �la t. xxvr r , Ig. ). Por último el Sanhedrin , es Jeci r , un consejo compuesto de todos sus :nemigos 1 despues de haberle seguido d u ­rante tres años paso á pa,so , y de haber o b ­servado minuciosamente su· conducta , ta ­Jas sus acciones y sus palabras , á fin de .'!ncontrar en ella'> un mnti\•o de acusacion, el Sanhedri n , con su adzora mirada agu ­zada por el ódio, no descubre una somb1· a ¡ u e empañe la celestial pureza d e su vida y ele su conducta.

No puede , en manera alguna 1 decirse Jtro tanto de ciertos sábios de la antigüe -

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- 2·13 -dad que se pretende comparar á Jesucristo, Es verdad que , por ejemplo ( Jenofonte , hablando de Sócrates3 su maestro ( ).!cm . , � t r , I I ) , dice : � Jamás persona alguna ha

· 'lo b ha visto á Sócrates pronunciar una ',ra 6 ejecutar una accion contraria á h� � ··"l• » Pero nos�tros . �hemos á. qué

atenemos sobre la moral de los griegos , y cub mezqu inas y materiales eran sus ideas acerca de la divinidad, -4cr 1� vi._;�u4 y de la santidad .

Preséntase na.turaJm�nt� . una objecion , ¿ Cómo, se dirá , han podido saber sus ene· migas lo "que p�a �p lo i�ti�o d!l cara· zon de Jesús ? Y sin

"emh3rgo, es menester

penetrar hast:1 allí pa�a podCr apreciar lo que valen las acc iones y las palabras. El mismo jesí1s lo lu d icho : del corazon salen los malos pensamientos , el homicidio , el adulterio , la lujuria , el hw·to , los falsos testimonios y las blasfemias ( Aht. X\' , rg . )

Se d i r á tambien q u e s u s mismos discípu­los no han conocido la historia de su j u · ventud , que , á u n en los tres últ imos años de su vida , no han estado constantemente

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- 8{4 _, de dla y de noche á su lado , de tnl manera que pueda deci 1·se que no se les ha ocultado absolutamente n inguna de sus obras , y áun suponiendo que así haya suced ido , no ha ­bfan podido clesconer el velo que les ocul· taba los más recó nditos pensamientos de � alma. Estas objeciones son especiosas . ·• se resueh·en fáci lmente , si se las exr;':"�% de cerca. ?¿.Q""

Es indudable que no se ocul�aba }0 disdpulos cuanto se nos hace obserVa .. ellas , y que el mundo sabía todas esas ccr- · sas ántes que apareciese Kant. El decálo· go , en sus dos últimos mandamientos , ha­bía conden ado hacía mucho tiempo los pecados de p�nsamiento y de deseo ; y los salmos , que eran tan fámiiiares á los dis· cípulos como á todos los j udios , llamabatl demasiado su atencion sobre la pureza de cot·azon ,·y mostraban claramente su impor­tancia y su mlor. Mas por otra parte , su comeicio diario , íntimo y contínuo con el Señor les ponía en disposicion de conocer In sincera piedad y h verdadera santidad de su alma. Por consiguiente , cuando en

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- 345 -éstas condiciones afirman su impecabi lidad y su perfecta santidad , sin temor de que se ponga en. duda su palabra , es preciso que el espectác1,1lo ele su vida .haya ejercido so� �re ellos una impresicn de irresistible as­cendiente.

Pero no es esto to4o ; P.9S falta toda'llia un testimon io , y de tal naturaleza que no admite r¿piica. Este testimonio es el que da Jesús de si mismo ; testimonio verdadero , necesariamente verdadero. Porque suponer que se haya engañado á sí. m ismo acerca del estado de su propia conciencia 1 Él , á cuya mirada penetrante nada se oculta; Él, que tan perfectaJDente . . <;Qnocia la. �oncien­cia de los demú , qu_e sondeaba el pecado hasta en sus ú ltimos y más recón4ltos plie­gues ; que conocía la confesion que de sus pecados hablan hecho todos los profetas 1 desde Is:1Ías b:�.sta Juan Bautista; Él , que no ignoraba esta frase del salmista ( Ps. X I I I 1 3. ) ' Nad ie es justo ; " y esta otra ( Ps . , L, 7 · ) « �Ii Madre m� concibió en el pecado ; d y la otra (Job , X I V , .¡.. ) a ¿ Qu ién podrá volver plll"O al que ha nacido de se-

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- 3:16 -milla impura sino el Señor ? 11 É l 1 que per· sonificaba la humildad más profunda y más sincera , que no buscaba en todo sino la glOria de Dios , y que sacrificó su vida á la . verdad ; admitir que haya sido pecador sin saberlo , es admitir un imposible , un ab­surdo. Mucho ménos pnede decirse todavía que nos haya engañado á salúndas ; sólo el pensarlo sería un sacrilegio , porque se­ría dar un mentis al hermoso retrato que tenemos de su santa vida. Todo lo que es Jesús para nosotros 1 para todo hombre que piensa 1 y á un para aquéllos que han aban· ' donado y vendido su divinidad , negándola caería por tierra y quedaría reducido á la nada 1 puesto que no estaría fundado sino en e l orgullo , · en la mentira y en la blasfemia. Porque no hay mayor blasfemia , en efecto, por parte de un homb1-e , que atribu irse lo que no pertenece sinn á Dios , es deci r , la s · ntidad absnluta ; segun la exprcsion del mismo Salvador : � por qué me llamas bue· no? Dios sólo es el bueno ; 11 en cuyas pa­labras no quiere indicar Jesucristo que no le corresponde el calificat ivo de bueno , co·

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- U47 -mo pretenden Strauss 1 y Schenkel sino en­seii.a que Dios es la fuente de todo lo bueno ( �Jato XIX 1 1 6 ) .

P01· consiguiente 1 la infalibilidad y la impecabilidad de jes(Is son ciertas , y su vida es una manifestacion milagrosa , un milagro del órden intelectual y moral.

Antes de terminar 1 echemos una mirada retrospectiva. El mundo antiguo elevó has­ta las nubes á un pensador que realizó la idea más gr ande de' moral que ha. tenido el paganismo ; pero jamás soñó en atribuirle la infalibilidad y la impecabilidad, porcreer1 y con razon , que semejantes atributos eran cosa sobrehumana.

Dos figuras augustas y sublimes descue­llan , una al principio y la otm al fin del antiguo Testamento : Moisés , imágen pro­fética de Cristo , y Juan 1 el mayor de los hijos de los hombres hasta Jesl1s. Pero el pdmero 1 lejos de declararse impecable 1 expía por el contrario su culpa ( Nlfm. xx , 1 2 . /)�¡¡(. I , 37· ) , y declara además que ha <le venir otro que será más grande que é l ; y el último se inclina ante éste más gran-

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- 318 -de , que ya ha aparecido. No h'\ habido por lo tanto en el mundo .más que una sola persona que se haya declarado impecable ; los ApJstoles le han creido , y el mundo ha admitido lo que ántes consideraba inlposi� ble y opuesto á la naturaleza human::t. ¿ Qué es lo que ha. podido producir esta fé y hacer que se realice lo que pareció imposible ? El poder con el que se manifestó al mundo y la virtud persuasiva émanada de su vida han creado esa fe! , que han sellado millares de hombres con su sangre.

jesucristo es , por consiguiente , infalible e inpecable , porque todo error viene del pe· cado ; es único entre todos los)1ombres y aunque es homb1·e .verdadero es más que simple hombre. Su vida es un milagro en la historia de la humanidad ; un milagro del 6rden moral , en el dominio de la inteligen­cia , como es un milagro la resurreccion de un muerto en el 6rden físico. t¡ ha dicho ; e ¿ N6 sabeis que yo estoy en mi Padre y que mi Padre está en rní ? o ( Ju. XIV , ro. ) Mi Padre y yo no somos más que uno (Ju . x , 30. ) Por eso, en virtud de esta union que

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- 349 -existe entre Él y su Padre , es la luz sin sombra , la verdad sin error , la santidad sin pecado , la pureza sin mancha ; en Él se ma­nifiesta el mayor milagto del i mperio de los espíritus. Él ha sufrido la triple prueba : la prueba de laverclad , siendo así que todos Jos hombres están sujet-os á .caer en el error , la prueba de la santidad , cuando el pecado es patrimonio de la humanidad ; y por eso fué necesario que pudiera presentar igua l ­mente l a tercera� l a p¡;ueba d e l a resurrec ­cion. Y tambien la. presenta , · con infalible certeza ; y es que la muerte no es más que la deuda del pecado , y , no teniendo sobre Él ningun derecho , n,o� . debía prevalecer sobre Él , ni d�bía pei:rnanecer·ert el sepul­cro su cuerpo , quc .no había s ido mancha ­do con ningun pecado ¡ por consiguiente , su gloriosa resurreccion , supremo milagro del 6rden físi�o, no ha sido sino la conse­cuencia inmediata , la expresion exterior , el efecto necesario de su impecabilidad y

la manifestacion visible de su grandezamo ral.

Al10J"a. bi�n ; vencer la muerte 1 ea vencer

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- 350 -la creacion en lera , porque todo sér vivien� te está sujeto á la muerte. Por eso la natu· raleza le obedece como á su señor , manda á los viento:; y á las olas , á las enfermeda­des y á la muerte ; y lo que se anuncia al mundo en todos estos milagros , es el mi­lagro �n la acepcion rigurosa de la palabra , es su un ion con el Padre , el milagro de Dios hecho hombre : Por \"entura el que del seno de la humanidad saliese un dia el más puro , el más santo , el más sabio ; aquel que hace casi dos mil aiios la ha su­ministrado las ideas niá.s puras , más ele­vadas y más nobles , que ha llenado de amor su corazon y <lamina su conciencia , es un milagro menos evidente ó un hecho de más fácil explicacion que el que llamamos la Encarnacion de Dios en Cristo ? Cuanto más atentamente consideramos su vida hu­man a , con tanta mayor necesidad y fuerza se nos revela la divinidad que mora real y verdaderamente en aquella humanidad. Hé

aquí por qué el Padre está e n Él y Ih en el Padre ; porque esta unitlad de la Yida en Dios y con Dios, tal como la contempla�

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- 35:l -trago de lech� , ni la miel necesaria para cura1· una herida , ni el [aceite que se em­plea para untarse una pequeña parte del cuerpo , ni la t inta precisa para escribir dos letras ( lb. \' I l , 4 · V! I I , I. J J . o. El rabino Meir cree licito que el tullido salga con sus muletas ; José , por el cOn_tr.aiiO ; rib tO'con­siente » ( l b. V I . 8 . ) � Al empezar la oscu­ridad no debe ya el sastre lle•..-ar consigo la aguj a , pues podría , por olvido , i r cargado con ella en el sáb3.'do j "Ió" 'Mi"smo 'd�b"e hacer el escribiente con su caña � (Ih. xvr , I-3 ). En sábado no era lícito leer á la luz de una lámpara ; porque se podría C<l:er en la tenta­c ion de añadirla ·más ·aceite , y qtiebrantar el precepto que prohibe enc�néi"ér rUeio c lb. r , 3 ) . En la Mishna ( Trat. Rc::a) se discute h cuestion de si es 6 no lícito comer huevos que hubieran sido puestos en sábado y se prohibe lavar en dicho dia , Con agua fria , una herida ( lb . XXI I , 6. Cp. Mat. X I I , 9 ·

Ju. v , x . vr , 6 ) . Aún son más fútiles l as prescrip:::iones

relativas á la impureza y su purificacion. Diéronse disposiciones sobre la limpieza de

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las vasijas <le. harre r de cobre , si había de practicarse con agua de rio , de estanque G de manantial ; y se discutió hasta la cues­tion de si podía emplearse nieve para llenar un baño. La ).fishna distingue seis clases distintas de depósitos de agua , con dife ­rentes cualidades Plikvaoth vu , r . I , x - 8 ) .

A l l í se d á n minuciosos detalles sobre e l lavatorio de las manos : se describen las vasijas de que conviene tomar el agua , las propiedades del líquido r de la persona que debe verterle ; en qué casos debe lavarse toda la mano y en cuales sólo parte , cuan ­do convendrá la inmersion y en qué forma , si con la palma hácia arriba ó hácia abajo ( Cp. ).fat . xv , 2. XXI I I , 25. Marc. \'I J , 2-5. Luc. XI , 38 ) .

Los fariseos emplearon toda la agudeza de su ingenio para eludir e l cumplimiento de la ley , al mismo tiempo que alardeaban de exactitud en su observancia. Estando prohibido trasladar en sábado objetos de un recinto á otro , unían los patios de las ca­sas y las entradas por medio de vigas , alambres ó cuerdas, de manera que resultase

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- 357 -de ,·arios un solo espac io ó recinto , no sin prec isar la forma , tamaño y demás con d i ­

ciones de l a s vigas &. ( Erub i n i , I . \'1 1 1 6 ) . El precepto c:¡ u e pmhibía andm· en sábado más de dos mil \"aras ( r ) se mistificaba por

medios análogos : si el principio del sábado le sorprendía á uno á mayor distancia, po· <lía señalar como punto d e descanso un ar­bol , por ej emplo , c:¡ue se encontrase á dos mil varas y continuar marchando desde allí otras dos mil .

Este formalismo externo , á que se había

rebajado la i nterpretacion d e la ley , mataba el verdadero espÍI·i tu de la misma y pmd u ­cía resultados abí crtarilente opuestos á la moral. Conocidas sori laS quejás del Señor sobre aquellos que abusan del juramento ( )lat. xxr I I , r ú ) , y notori:;1. la \"Íciosa in ­

terpretacion que se daba á la ley que per­mitía el divorcio , suponiendo la escuela d e Hillel c:¡ue el hombre p o d í a despedir á su esposa por un simple descuido que hubies:!

{ t · J )i�tnn!lia q u o hRhfn tlo.Jl Ar!'::l <le j;¡ .\linn· "'a al • :am¡ oamcnto i�:·:�� [ ¡ ta (·J i <.:1 u.�sict· l u , Jus. :\llt, X U I 1 ti . ;

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- 358 -cometido en la preparacion de la comida y A k iba por el mero hecho de haber encon­tr:!do ot;-a. más hermosa ( Gittin n : , 1 0 . Mat . X I X , 3 • Keim , Hist. de jesú s , I I , 248 ) .

Las abluciones q u e debían practicarse por el contacto con un cadá\·er ó de un sepulcro se multiplicaron e11 términos que fuépreciso i mponer la obl igncif.lll de blanquear los se­pulcros para advertir al transeunte de su presencia. Interpretábanse al pié de la letra pasages como Exod. X I I I , 9 · 16. Deut . vr , lj , 9 ; XI , 1 8 , 20 , y se d ictaron minucio­sísimas prescr-ipciones sobxe la manera de aplicar la :Mes�sa

. �n e l pié derecho de la

puerta de. la� casa , y de colocar las Tefillin ú correas de la oracion al rededor de la mano , del brazo y de J.a �P�a; sobre el número de hilos que de

.bían componer las Zizith

( I ) y los nudos que debían hacerse en ellas

( Trat. Zizith , ed. K irchhcim ; Haneberg ,

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- 3t�l -Ant. 592. Mat. I X , 20 ¡ XIV , 3 6 ; XX I I I 5 ·

�farc. VI , 56} . Partiendo de estos principios, por los q u e

de t a n horrible manera se exteriorizaba ,

por la perversa inclinacion de los hombres,

la religion dada por el mismo Dios á su

pueblo escogido , debía aparecer• la imáao-en ideal de Jesús comó

.tina ·rftanHestación i n ­

comprensible . Los escl'ibas y fariseos h a ­bían trasformado de t a l modo la v i d a rel i ­giosa de s u ptieblo · que Se" ·la 1comparaba á un � sepulcro blanqueado· :po·r .. rue"tli y por dentro lleno de huesos de muerto:» ( Mat. XX I I I , 2¡. Luc. XI , 44 ) . Así se ve preci ­sado á confesa(el mismo Hausrath � que es completamente inútil el eiifüú�:ae lós que se propone·n explicar el origen del Cristia­nismo de circunstancias pa.sageras y tem­

porales. ' ( llist. d:�l i't. 'f. prúl. ) Nada de eso : � El Cristianismo es la obra de Cristo , no de las circunstancias , » y es el absurdo

d:.! los absurdos <¡uerer comparar á un rabi­no judío cualquiera con Jesús de Nazareth.

Algunos libre - pensadores de nuestros días, Renan , Schopenhauer , llluntschly y

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- 3"JfJ -Strauss entre otros , han pretendido esta­blecer una comparacion análoga entre nues­tro Sal \'ador y el fundador del Buddhismo, Sakyamuni . Pero aquí no existe siquiera la semejanza parc ial y meramenteextel'na que existe entre Sócrates y Jesucristo. Éste en · seña el conocimiento de liD Dios personal único ( Ju. xvu , 3 ); Buddha no tiene si­quiera nocion de un Dios distinto del mun· do , creador y ·remunerador, que rige el :miverso. Jesucristo propone al hc.mbre por premio la bienaventuranza en la vida eterna y en la presencia de Dios ; Sakyamuni po· ne el término de la vida humana en el Nir· vñna , que es la única salvacion para todo buddhista. Jesús enseña que la raiz del pe ­cado y de todo lo m 1lo está en el c01·azon ; Buddha busca el origen del mal en h ma­teria misma ( \fat. x v , xg ) ; Crista enaltece la naturaleza y la imp.Jrtancia del alm1. hu · mana que eleva al hombre á inmensa altura sobre todos los animales; Buddha, al admi· tir la teoría de la transmigracion , niega to­da diferencia esencial e:1tre el hombre y h bestia. Jesucristo hace arrancar de la fé to·

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- 3tU -da nuestra vida mora l que tiene en aquel l a su fundamento ; S!lkyamuni en!<eña una

moral sin dogm l , Ull'l religion sin Dios. Jesucristo nos enscñ!l á. buscar la salvacion

de todo m11 en la gracia del P.uire , B u :l dha erige al hombre en salvador de sí mism o . El Buddhismo ha enervadO ll . sus.pa.rtida rios , sumiéndolos eri un quietismo apático y estúpido , ha fomentado de ésta manera

el despotísmo grosero ; ha consentido , ade­más y hasta fomentado con su ru;gacion de

Dios , la idolatrla; todo lo contrário ha he· cho el Cristianismo , al que deb:n las n a ­ciones que le h a n abrazado esa colosal s u ­perioridad sobre .los demás pueblos.

Hasta ese amor uniV<ellsal -' ( maitri) que predica el Budclhismo , y por el que se le quiere ele\·ar á h. misma altura moral , y aún á mayor altura , que el Cristianis mo , carece de to:la importancia y pierde todo valor , por cuanto le hace extensh·o á las bestias , en una forma á todas luces ridícu­la , de suerte que , en vez de elevar al hombre y ennoblecerle , como lo hace la ca­

ridad cristiana, le reb:tja y le hiere en su

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- 362 digniclad. Puesto al nivel de las bestia!l , el hombre tiene por necesidad que perder

la conciencia de su ele\·ado destino , de su personalidad y naluralen moral y dejarse

arrastrar por la corriente del naturalismo que por todas partes le rodea en tan absurdo

sistema. E l buddhista no vé en esta vida terrena más c¡ue pecado y dolor ; el cristia­no 1 muy al conh·ario , <JUC por la fé en J e ­sucristo ha sido elevado á la libertad pro ­pia de los hijos de Dios , tiene ya e n este mu ndo la pr<!suncion , e l goce anticipado de l a vicl,l eterna (Ju. I I I , 1 5 ) .

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IN DICE --.. -, -, , ·:

X H . -L<I!< profccí<ls y su et.mplimUmto. i - U!J �¡ puoLio do Isrnc-1 . Su rnro\cter, su

���:���:�� !-��- ;�:��.:��7: �: . . 1�·: -�¡�� 1 - 3(1 I.n teocracia y los profeta.�. La. espe ·

l'!Utza del :Ueslns entre los judíos. Se tl.e,Iucc de los Emngelios y do lo11 c>�eritoresjutlios contemporineos . . . 30-60

Alter1ltion do la. idea. mesi4nica. Su ¡lropagncion cm� 1� p�o.uos, La. figm�l del 111esi:1s en los pt·ofetas, y el proto C \ a.ngo l i u , Ls pa.triarcna, llui· sli11, D:witl, hmí:ts, Jorcmins, Agco,

Zncnrias y )Jalaqnia>� . . , . • . . • . • . , , . 6'J�Td Cumplimiento de todns lns profecías en

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- 3Gi -

In. persona de Jeslis de Nazareth. Sus propias explicaciones . . . , . . . . . . 13�HJ.

Ln. ct-onologfa. y los atributos propios del Mesfas le designan como tal. U��cnmenteon &1 tieÍlcn cumplimien-to lns profecíns . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 -89

Estwlo tlo [srnot "despuu do In. vonidn de Je�ucriato. f:jan Junn Dnutist1� es el Ultimo profeta: y �l, pJ;�mor Apóstol de Jesucfi:s� •• f.�� qu.;.�a.n negado Ios judlos al �oS�&s: "Pc�:socuciott do

los profetas. Olio do Jo;¡ fari:n:os. Sus esporii.DZILS Jnnmla.t�!'S , , , , , , , . , . 9.) !lf

Jesucristo profet¡¡. �� �.�.P!-�\·a alianza. Predice su"porveq� _.:: , ,el d_e ¡ms após-tolea, el de Israefy"Ctl'de · la Iglesia. . 97-1 < 12

Coró.ctct• de sus prodíCcio.IÍos. S11 ctun­}llimicttto. Su l'uet·zl.. autCu�icll. para ol pt·esento� datos

·bis�óricos¡ la lglo-

sia • . • • . . . - : · .· ; • • ._.,,., � � r'M lt' , • . • • , , • • 102·12:! �11p!em�11to . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . !22-12::1 XVII . -La palabra y la o!lra 1le Cri�fo. . 13 1-i!'-tO Testimonio que Jesds dá do si mismo .

Afirma su dil'iuidn.d ante ol pueblo y nnte e l Tribunal ci�·il y n¡JigioJo do sn uacjon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131-l l l

Importancia a � SI\ testimonio deducida.

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•le Jns circun;¡tnncins que le ncom-pniinn . • . . . . . . . . . • . • • . . . . . . • . . . . . . t 4 t - tr,;>

E l 11lnn de Jesucristo. Annonfn entre sn'l palabras y SllS oiJ¡•as. . . . . . . . . . . l."JG - 1 �9

8nn Pedro en RomA.. Estado re!Jgioso. mornl y poUtico de R9roa; su deca.-tlenr.in. • . • . • • • • • • • • • • • • • '." . . . . . . . . . . :J i)!) 179

Acilsncioncs de los pa8anos contra In. lloctriua y In vida ¡le loS' cristiano�< .

Hrnndoza ¡le la mio�íon dndn por Jo ­Sllcristo A. sns Apóstoles. D.�spropor· cion de los me<lios con el ti.n . : . . . • . • :119-194

Lucha del paganismo contra. el cristia­nismo. Ensnyos é hipótesis ¡1arn. ex­plicarla por medios naturales y su refut.aeion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l!H-209

Las porseenciones. Lo� J:Íu\rtirés. Jm-portn.nciA. de Sil testimonio . . . . . . . . . 2 19 ·223

F.1 desarrollo del Isla.misino y In. pl"O• pngn�ion ¡}el Cristianismo. Conso · enencias; resUmen. . . . . . . . . . . . . . . . . 223-23:>

.'j¡�¡¡femenlo • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , • • • • , 235-240 XVIII .-l..a perBOIIa tk Jt..sua-itto. . . . . . . 2-U-:;6 1 Cristo y el Cristianismo. La. manifest&·

eion exterior de Jcsó.s. Sn vida ver . tla1ero.mente humana. . . . . . . . • . . . . . 241 -252

Un podel' que rige al mundo bajo la

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- :ll)i) -

forma mli.s sencilla. Su lmmil1lad . i;U sabiduría., Sil. tn!LDil!dnmlorc. Su ll:L· rida.d . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2iíl - 20 l

ArmonÍR. d e s u docLrin�t. y tl11 fl.l ,·ida. Motivos que lo i mpelen á. o:,rar. No es el fanrtti:mw ni el estoici�m'l . . • . , 2il ,2i9

•rodo lo que en él se m:u¡[fic�tn. es la imágen de l o sobrcnnturnl. Rn ¡·nh­cion con respecto 11. Dios. Sn orncion. Su perfcccion bn.jo todos M<JJCcfos. Su ca.lidn.1l d e pc¡·J'uclo mo1lolo. . • • . . 2i!l :1')3

-Jesús de Nrum.reth. Sücrates y Bnd­dha.. El pln.n de .Jestls. Juicio tle los contemporÁneos de .r caús sob1·o él . Manera de realizarse au plan . . . . . . . . JO:� . :!Jil

Sn calma !JJtJ.li mo en ln.s palahrM y en los hechos. Su info.libilidn.d. Su iu1• pecabilidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . �3)-340

Testimonios en favor d � su impccab i · lid.ad . . . . . . • • • . . . . . . . . . . . . . . • . • • . . . 3��3-t-7

Problema y solucion. L11. ,•ida d. o ,J estis os nn milagro inLelectnnl y moral . La ma.nifostneion do Dios en l��o ticrrn. 3-17-:ll:l

S11plcmento . • , , . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . . . :;58-36-l lndice . • , • . . • . • . • • • . . . . . . . . . . . . . • . . • . :16,'1-:100

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