CONFRONTACIÓN

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CONFRONTACIÓN ELLEN G. WHITE Publicado originalmente en Inglés bajo del título Redención; o Las Tentaciones de Cristo en el Desierto

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libro sobre como el conflicto cosmico nos abarca a todos y como librarnos de él.

Transcript of CONFRONTACIÓN

CONFRONTATION

CONFRONTACINELLEN G. WHITE

Publicado originalmente en Ingls bajo del ttulo

Redencin; o

Las Tentaciones de Cristo en el Desierto

Publicado por el MinisterioEL EVANGELIO ETERNO

3116 East Cedar LaneCrete, Illinois, 60417, USA2006

CONFRONTACIN

Traduccin al Espaol Copyright ( 2006

Derechos Reservados Hugo R. Gambetta

Todas las citas de las Santas Escrituras han sido tomadas de la Versin Reina-Valera 1960, usada con permiso de los editores.

Diseo de la Portada: Daniel Gambetta

Imprenta: Dickinson Press Inc.

Grand Rapids, Michigan

En breve: CONFRONTACIN, es una descripcin de las tentaciones

que afront Cristo en el desierto. Se remonta al iniciodel gran conflicto entre Cristo y Satans, sus episodios

descollantes y la gran victoria final. Es una presentacin del plan de salvacin desde el marco del gran conflicto.

Primera Impresin en espaol: 10.000 Ejemplares

Precio del ejemplar suelto: $5.99

Archvese:

1. Literatura Cristiana 2. Biografa 3: Biografa de Jess 4: Tentaciones en el DesiertoI. White, Ellen Gould Harmon, 1827-1915. II. Ttulo: ConfrontacinLibrary of Congress Cataloging-in-Publication Data:

English Title: CONFRONTATION

Includes index.I. White, Ellen Gould Harmon, 1827-1915. II. Title: Confrontation

1. Christian Literature 2. Biography 3: Biography of Jesus 4. Wilderness TemptationsISBN

NOTA DEL TRADUCTOR Y EDITOR

Es con verdadera alegra que presentamos al pueblo hispano esta pequea obra del caudal de la inspiracin de la mensajera del Seor, Elena de White.

Fue publicada originalmente en 1875 y reimpresa en ingls en 1971. Pero nunca haba sido traducida ni publicada en espaol.

Para facilitar la concordancia de las pginas del idioma ingls en la edicin en espaol, hemos escogido dejar entre corchetes { } la informacin de las pginas y prrafos correspondientes a la edicin inglesa de 1971. Esperamos que esto sea de utilidad para localizar las citas deseadas.

Es de vital importancia que esta ltima generacin de la descendencia de la mujer, aquellos contra quienes el dragn se llen de ira, y se fue a hacer guerra contra el resto [remanente] de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apoc. 12:17) comprendamos a cabalidad el formidable poder y astucia del enemigo contra quien nos enfrentamos, y conociendo sus estratagemas y sofismas, podamos salir vencedores por medio de la fe de Jess (Apoc. 14:12).

Es por eso que esta obrita sale a la luz en espaol en este momento crucial de la historia, cuando hemos de perfeccionar caracteres santos que puedan estar en pie en la presencia de un Dios santo cuando haya cesado la mediacin de Cristo en el santuario. (CS 478) Y en este librito Cristo nos muestra que s podemos lograrlo:

Aunque no tena ninguna mancha de pecado en su carcter, sin embargo consinti en conectar nuestra naturaleza humana cada con su divinidad. Al tomar sobre s mismo la humanidad, honr a la humanidad. Al tomar nuestra naturaleza cada, mostr lo que sta podra llegar a ser si aceptaba la amplia provisin que l haba hecho para ello, y al ser hecha partcipe de la naturaleza divina. . . Cristo venci como hombre las tentaciones. Cada hombre puede vencer como Cristo venci. Mensajes Selectos, Tomo 3, pgs. 151, 154.Hugo R. Gambetta

Cristo No Tuvo Ninguna Ventaja Sobre Nosotros

No necesitamos colocar la obediencia de Cristo en una categora especial, como si fuera algo a lo cual l estuviera peculiarmente adaptado por su naturaleza divina particular, porque l se present delante de Dios como representante del hombre y fue tentado como el sustituto y la garanta del ser humano. Si Cristo hubiera tenido poder especial que el hombre no tiene el privilegio de poseer, Satans se hubiera valido de este argumento. La obra de Cristo refutara las afirmaciones de Satans de que l dominaba al hombre, y el Seor poda hacer esto solamente de la manera en que lo hizo: como hombre, tentado como hombre, prestando la obediencia de un hombre...

Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verdadero ser humano. En nuestras conclusiones cometemos muchos errores debido a nuestras opiniones equivocadas acerca de la naturaleza humana de nuestro Seor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza humana un poder que es imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satans, destruimos el carcter completo de su humanidad. El da a todos los que lo reciben por la fe, su gracia y su poder que les atribuye. La obediencia de Cristo a su Padre era [y es] la misma obediencia que se requera del hombre.

El hombre no puede vencer las tentaciones de Satans sin que el poder divino se combine con su capacidad. Tal ocurra tambin con Cristo Jess: l poda echar mano del poder divino. El no vino a nuestro mundo para prestar obediencia como un dios menor a otro mayor, sino como un hombre que deba obedecer la santa ley de Dios. Y de esta manera l es nuestro ejemplo. Mensajes Selectos, Tomo 3, pgs.157-158CONFRONTACINPREFACIO En diferentes ocasiones Ellen G. White escribi sobre la tentacin y la cada del hombre, el plan de redencin, y de la victoria de Cristo en el desierto de la tentacin. En 1874 y 1875, en una serie de 13 artculos publicados en la Revista Adventista, trat estos tpicos a fondo. En estos artculos dedic ms atencin a las lecciones extradas de la experiencia del hombre y de Jesucristo al hacer frente a la tentacin, que a la secuencia de los eventos histricos. La serie concluye con aplicaciones prcticas a situaciones del tiempo presente. {Con 5.1} Estos artculos, con algunos prrafos aadidos por la autora, se publicaron ms adelante en un panfleto de 96 pginas y llegaron a constituir el segundo de ocho panfletos que forman la serie de Redencin, publicada en 1878. Los otros siete panfletos contienen materiales publicados simultneamente en los volmenes dos y tres de la serie Espritu de Profeca, ms tarde reemplazados por la obra maestra de Elena de White titulada El Deseado de Todas las Gentes. {Con 5.2} El panfleto nmero dos de la serie Redencin, escrito muy aparte de los otros, en el sentido de que trata en su totalidad el tema de la tentacin, aporta una contribucin nica a la coleccin de materiales de Elena de White disponibles al presente. {Con 5.3} En la primera impresin algunos artculos llevaban subttulos; y muchos no. En esta edicin se sigue un plan uniforme. Se moderniz el uso de maysculas y la ortografa, y algunos prrafos demasiado extensos se dividieron para facilitar su lectura. El contenido, sin embargo, se ha reproducido a exactitud en su totalidad. {Con 5.4} En esta impresin atractiva el lector encontrar nimo y lecciones prcticas apropiadas para estos tiempos. {Con 5.5} Comisin de Fidecomisos de los Escritos de Elena White. En el desierto de la tentacin Satans vino a Cristo como un ngel de las cortes de Dios. Fue por sus palabras, no por su apariencia, que el Salva-dor reconoci al enemigo. - Revista Adventista, 22 de Julio de 1909.

INDICE DE CONTENIDOConfrontacin en el Desierto

5Adn y Eva en su Hogar Ednico

10El Examen de Prueba

12El Paraso Perdido

15El Plan de Redencin

16Sacrificios y Ofrendas

21Apetito y Pasin

24Una Amenaza Para el Reino de Satans27La Tentacin

31Cristo Como un Segundo Adn

32Terribles Efectos del Pecado Sobre el Hombre34La Primera Tentacin de Cristo

36El Significado de la Prueba

37Cristo No Realiz Milagro Alguno en Su Favor40Cristo No Entr en Discusin con la Tentacin41Victoria a Travs de Cristo

45La Segunda Tentacin

47El Pecado de la Presuncin

48Cristo Nuestra Esperanza y Nuestro Ejemplo50La Tercera Tentacin

51El Fin de las Tentaciones de Cristo

55La Temperancia Cristiana

57La Auto-Indulgencia Bajo un Manto Religioso64Ms de Una Cada

73Salud y Felicidad

76Fuego Extrao

80Apresuramiento Presuntuoso y Fe Inteligente84Espiritismo

86El Desarrollo del Carcter

93CONFRONTACIN EN EL DESIERTO Despus de su bautismo en el Jordn, Jess fue llevado por el Espritu al desierto para ser tentado por el diablo. Al ascender del agua, se postr en la rivera del Jordn y suplic al Gran Eterno por fuerzas para soportar el conflicto con el enemigo cado. Al abrirse los cielos y el descenso de la gloria excelsa atestigu de su carcter divino. La voz venida del Padre declar la relacin ntima entre Cristo y Su Majestad Infinita: Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento. Pronto iniciara la misin de Cristo. Pero primero deba apartarse de las atareadas escenas de la vida a un desierto desolado con el propsito especfico de hacer frente a la triple prueba de la tentacin en favor de aquellos a quienes haba venido a redimir. {Con 9.1}

Satans, quien fuera una vez un ngel honrado en el cielo, haba ambicionado los honores ms exaltados que Dios haba conferido sobre Su Hijo. Se volvi envidioso de Cristo, y manifest a los ngeles, quienes le honraban como un querubn protector, que l no reciba el honor que le haba sido conferido, el cual demandaba su exaltada posicin. Declar que deba ser exaltado en honra igual a la de Cristo. Satans consigui simpatizantes. Se le unieron en su rebelin ngeles del cielo, quienes con su lder cayeron de su estado santo y exaltado, y fueron, por consiguiente, expulsados del cielo junto con l. {Con 9.2}

ADN Y EVA EN SU HOGAR EDNICO

Dios, en consulta con Su Hijo, formul el plan de crear al hombre en Su propia imagen. El hombre sera puesto a prueba. Sera examinado y probado; y si pasaba la prueba de Dios, y se mantena leal y fiel en medio de esa primera prueba, no sera acosado con continuas tentaciones, pero sera elevado a una posicin igual a los ngeles y sera hecho de all en adelante inmortal. {Con 10.1}

Adn y Eva salieron de las manos de su Creador dotados de perfeccin en todo aspecto fsico, mental y espiritual. Dios les plant un jardn, y los rodeo de todo aquello que era hermoso y atractivo a la vista, todo aquello que requeran sus necesidades fsicas. Esta santa pareja mir un mundo jams superado en hermosura y gloria. El benevolente Creador les haba dado evidencias de Su bondad y amor al proveerles de frutas, vegetales y granos, y al hacer crecer de la tierra toda variedad de rboles para sus necesidades y su deleite y hermosura. {Con 10.2}

La santa pareja contempl la naturaleza en un panorama de insuperable hermosura. La tierra de color marrn estaba vestida de una alfombra de verde vivo, decorada con una variedad sin fin de flores que se reproducan por s mismas. Arbustos, flores y enredaderas que se arrastraban por el suelo, deleitaban los sentidos con su hermosura y fragancia. Las muchas variedades de elevados rboles estaban cargados de deliciosos frutos de toda especie, adaptados para agradar el gusto y satisfacer las necesidades de la feliz pareja, Adn y Eva. Dios provey este hogar ednico para nuestros primeros padres, dndoles as evidencias inconfundibles de Su gran amor y cuidado por ellos. {Con 10.3}

Adn fue Coronado como rey en el Edn. Se le dio dominio sobre toda criatura que Dios haba creado. Dios bendijo a Adn y Eva con inteligencia tal como no le fue dada a ninguna otra criatura. Coloc a Adn como legtimo soberano sobre todas las obras de Sus manos. El hombre, hecho a la imagen divina, poda contemplar y apreciar las gloriosas obras de Dios en la naturaleza. {Con 10.4}

Adn y Eva podan rastrear la destreza y la gloria de Dios en cada brizna de hierba, en cada arbusto y cada flor. La hermosura natural que los rodeaban reflejaba, como un espejo, la sabidura, la excelencia y el amor de su Padre Celestial. Y sus cnticos de cario y alabanza se elevaban dulce y reverentemente hacia el cielo, armonizando con los cnticos de los exaltados ngeles, y con los de los alegres pjaros que gorjeaban sus trinos sin ninguna ansiedad. No haba enfermedad alguna, ni decaimiento, ni muerte. La vida se vea en todo aquello sobre lo cual se posaban los ojos. La atmsfera misma estaba preada de vida. La vida estaba en cada hoja, en cada flor, en cada rbol. {Con 11.1}

Y como el Seor saba que Adn no podia ser feliz sin una labor a la que dedicarse, le di la placentera tarea de adornar y cuidar el jardn. Y as, al atender las cosas hermosas y tiles que le rodeaban, podra contemplar la bondad y la Gloria de Dios en sus obras creadas. Adn rebosaba de temas que contemplar en las obras de Dios en el Edn, que era el cielo en miniatura. Dios no form al hombre tan solo para contemplar sus gloriosas obras; por eso le dio manos para la labor, al mismo tiempo que una mente y un corazn para la contemplacin. {Con 11.2}

Si la felicidad del hombre hubiese consistido en hacer nada, el Creador no le hubiese dado a Adn su obra sealada. Pero el hombre haba de encontrar felicidad en el trabajo, as como en la meditacin. Adn poda espaciarse en la idea sublime de que fue creado a la imagen de Dios, para ser como l en justicia y santidad. Su mente era capaz de ser cultivada, expandida, refinada y ennoblecida continuamente; porque Dios era su maestro, y los ngeles sus compaeros. {Con 11.3}

EL EXAMEN DE PRUEBA

El Seor coloc al hombre en la posicin de ser probado, para que pudiese formar un carcter de firme integridad, para su propia felicidad y para la Gloria de su Creador. l dot a Adn con poderes mentales superiores a cualquier otra criatura que hubiese creado. Sus poderes mentales eran apenas inferiores a los de los ngeles. Adn poda familiarizarse con lo sublime y glorioso de la naturaleza, y llegar a comprender el carcter de su Padre Celestial a travs de sus obras creadas. En medio de las glorias del Edn, todo aquello sobre lo cual se posaban sus ojos testificaba del amor e infinito poder de su Padre. {Con 12.1}

La primera leccin moral que se le dio a Adn fue la del dominio propio, el negarse a s mismo. Las riendas del gobierno propio le fueron puestas en sus manos. Su juicio, razn y consciencia no deban ser influenciadas. Tom pues, Jehov Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edn, para que lo labrara y lo guardase. Y mand Jehov Dios al hombre, diciendo: De todo rbol del huerto podrs comer; mas del rbol de la ciencia del bien y del mal no comers; porque el da que de l comieres, ciertamente morirs. (Gn. 2:15-17). {Con 12.2}

Se le permiti a Adn y Eva comer de todo rbol del huerto, excepto uno. Solo haba una prohibicin. El rbol prohibido era tan atractivo y hermoso como cualquiera de los rboles del huerto. Se le llamaba el rbol del conocimiento, porque al tomar de ese rbol, del cual Dios haba dicho no comers de l, tendran un conocimiento del pecado, una experiencia en la desobediencia. {Con 12.3}

Eva se separ del lado de su esposo, contemplando las hermosas cosas de la naturaleza, deleitando sus sentidos con los colores y las fragancias de las flores, y admirando la hermosura de los rboles y arbustos. Pensaba en las restricciones que Dios haba puesto con respecto al rbol del conocimiento. Se senta satisfecha con todas las preciosuras y abundancia de bienes que Dios haba provisto para la gratificacin de toda necesidad y deseo. Todas estas cosas, deca ella, nos fueron dadas para nuestro deleite. Todas son nuestras, pues Dios ha dicho, De todo rbol del huerto podrs comer; mas del rbol de la ciencia del bien y del mal no comers. (Gn. 2:16-17). {Con 12.4}

Eva haba divagado hasta llegar cerca del rbol prohibido, y su curiosidad se despert por saber como se poda ocultar la muerte en el fruto de este bello rbol. Se sorprendi de escuchar sus mismas preguntas expresadas y repetidas por una voz extraa. Con que Dios os ha dicho: No comis de todo rbol del huerto? (Gn.3:1) Eva no se daba cuenta de que haba revelado sus pensamientos en forma audible conversando con s misma; y por consiguiente, se asombr grandemente de escuchar sus propias dudas repetidas por una serpiente. En realidad pens que la serpiente tenan conocimiento de sus pensamientos, y que deba de ser muy sabia. {Con 13.1}

Le contest: Del fruto de los rboles del huerto podemos comer; pero del fruto del rbol que est en medio del huerto dijo Dios: No comeris de l, ni le tocaris, para que no muris. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriris; sino que sabe Dios que el da que comis de l, sern abiertos vuestros ojos, y seris como Dios, sabiendo elo bien y el mal. (Gn. 3:2-5). {Con 13.2}

Aqu el padre de la mentira hizo su aseveracin en contradiccin directa a la palabra expresa de Dios. Satans le asegur a Eva que haba sido creada inmortal, y que no haba posibilidad alguna de que muriese. Le dijo que Dios saba que si ella y su esposo coman del rbol del conocimiento, su entendimiento se iluminara, se expandira, sera ennoblecido, hacindolos igual a l mismo. Y la serpiente dijo a Eva que el mandato de Dios, prohibindoles comer del rbol del conocimiento, les fue dado para mantenerlos en tal estado de subordinacin que no pudiesen conseguir conocimiento, que era poder. Le asegur que el fruto de este rbol era deseable ms que cualquier otro rbol en el huerto para hacerlos sabios, y para exaltarlos a la igualdad con el mismo Dios. Dios os ha negado el fruto de ese rbol, que, de todos los rboles, es el ms codiciable por su delicioso sabor y su influencia estimulante. {Con 13.3}

Eva pens que el discurso de la serpiente era muy sabio, y que la prohibicin de Dios era injusta. Mir con deseo anhelante al rbol cargado de frutos que se miraban muy deliciosos. La serpiente estaba comiendo el fruto con aparente delicia. Dese con vehemencia este fruto sobre cualquier otra variedad que Dios le haba dado con perfecto derecho de usar. {Con 14.1}

Eva haba ido ms all de las palabras del mandato de Dios, aadiendo ms de lo que l haba dicho. Dios haba dicho a Adn y Eva, Mas del rbol de la ciencia del bien y del mal no comers, porque el da que de l comieres, ciertamente morirs. En su discusin con la serpiente, Eva haba aadido ni le tocaris. Y aqu se manifest la sutileza de la serpiente. Esta declaracin de Eva le dio ventaja; arranc el fruto y lo coloc en su mano, usando sus propias palabras, le dijo: l dijo que si lo tocabas, seguramente moriras. Ya ves, no te sobrevino ningn mal al tocar el fruto, ni tampoco sufrirs ningn mal al comerlo. {Con 14.2}

Cediendo al sofisma engaoso del diablo en forma de serpiente, Eva comi del fruto, y no sinti ningn dao inmediato. Entonces arranc el fruto por s misma y para su esposo. Y vio la mujer que el rbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y rbol codiciable para alcanzar la sabidura; y tom de su fruto, y comi; y dio tambin a su marido, el cual comi as como ella. (Gn. 3:6). {Con 14.3}

Adn y Eva debieran haber estado perfectamente satisfechos con su conocimiento de Dios derivado de sus obras creadas y recibido por la instruccin de los santos ngeles. Pero se despert su curiosidad por compenetrarse con aquello que Dios design que no tuviesen conocimiento alguno. Era para su propia felicidad que fuesen ignorantes del pecado. El elevado estado de conocimiento que pensaron adquirir comiendo el fruto prohibido, los arroj en la degradacin del pecado y la culpabilidad. {Con 15.1}

EL PARASO PERDIDOAdn fue expulsado del Edn, y los ngeles que, antes de su transgresin, haban sido asignados para cuidarlo en su hogar ednico, ahora fueron asignados a guardar las puertas del paraso y el camino del rbol de la vida (Gn. 3:24), no fuese que regresase, y lograse acceso al rbol de la vida, y as el pecado fuese inmortalizado. {Con 15.2}

El pecado forz al hombre fuera del paraso; y fue el pecado la causa por la cual el paraso fue removido de la tierra. Como consecuencia de la transgresin de la ley de Dios, Adn perdi el paraso. En obediencia a la ley del Padre, y a travs de la fe en la sangre expiatoria de Su Hijo, el paraso puede ser reconquistado. Arrepentimiento para con Dios", por su ley que ha sido transgredida, y fe en nuestro Seor Jesucristo (Hech. 20:21) como el nico Redentor del hombre, es lo nico que ser aceptable ante Dios. A pesar de la pecaminosidad del hombre, los mritos del precioso Hijo de Dios en su favor es lo nico que es aceptable ante el Padre. {Con 15.3}

Satn se propuso triunfar al tentar a Adn y Eva, que estaban sin pecado. Y pudo alcanzar an a esta santa pareja con mejor xito que cualquier otro medio, a travs del medio del apetito. El fruto del rbol prohibido les pareci agradable a los ojos y fruto codiciable al paladar (gusto). Comieron y cayeron. Transgredieron el justo mandamiento de Dios y llegaron a ser pecadores. El triunfo de Satans fue completo. Desde all en adelante tendra terreno de ventaja sobre la raza humana. Se lisonjeaba a s mismo de que, a travs de su artimaa, haba frustrado el propsito de Dios en la creacin del hombre. {Con 15.4}

Satans se jact con triunfantes alardes ante Cristo y ante los ngeles leales que haba tenido xito en lograr que una porcin de los ngeles del cielo se unieran con l en su desafiante rebelin; y ahora que haba tenido xito en vencer a Adn y Eva, declare que su hogar del Edn le perteneca. Orgullosamente se vanagloriaba de que el mundo que Dios haba hecho era ahora su dominio: que al haber conquistado a Adn, el monarca del mundo, haban conquistador a la raza humana como sus sbditos, y ahora deba tomar posesin del Edn, hacindolo su centro de comando, y que all establecera su trono y sera el monarca del mundo. {Con 16.1}

Inmediatamente se tomaron medidas en el cielo para derrotar a Satans en sus planes. Poderosos ngeles, con rayos de luz a manera de espadas encendidas que se revolvan por todos lados (Gn. 3:24) fueron colocados como centinelas para guardar el camino al rbol de la vida, para que Satans y la pareja culpable no se acercasen. Adn y Eva haban perdido todo derecho a su hermoso hogar en el Edn, y fueron expulsados del mismo. La tierra fue maldita por causa del pecado de Adn, y de all en adelante producira cardos y espinas. (Gn. 3:17-18). Mientras viviese, Adn quedara expuesto a las tentaciones de Satans, y finalmente pasara mediante la muerte al polvo nuevamente. {Con 16.2}

EL PLAN DE REDENCIN

Se celebr un concilio en el cielo, el resultado del cual fue que el precioso Hijo de Dios se comprometi a redimir al hombre de la maldicin y la desgracia del fracaso de Adn, y conquistar a Satans. Oh, maravillosa condescendencia! La Majestad del cielo, por amor y piedad al hombre cado, se propuso llegar a ser su sustituto y garante. Cargara la culpabilidad del hombre. Soportara sobre S mismo la ira de Su Padre, que de otra manera hubiese cado sobre el hombre por su desobediencia. {Con 16.3}

La ley de Dios no poda ser alterada. No poda ser abolida, ni ceder en lo ms mnimo en sus demandas, para alcanzar al hombre en su estado cado. El hombre qued separado de Dios por la transgresin de su expreso mandato, an cuando Dios le haba hecho saber a Adn las consecuencias de tal transgresin. El pecado de Adn trajo un estado de cosas deplorable. Ahora Satans tendra control ilimitado sobre la raza humana a menos que un ser ms poderoso que Satans antes de su cada, entrase en el campo de batalla, conquistase a Satn y rescatase el hombre. {Con 17.1}

El alma divina de Cristo se llen de piedad por la pareja cada. Al presentrsele su condicin miserable y desvalida, al ver que por causa de la transgresin de la ley de Dios haban cado bajo el poder y el control del prncipe de las tinieblas, Cristo propuso el nico medio que sera aceptable ante Dios, que les concedera una nueva oportunidad, y los pondra nuevamente bajo condicin de prueba. Cristo condescendi en dejar de lado su honor, su autoridad como rey, Su gloria con el Padre, y humillarse a s mismo hasta la humanidad, y entrar en contienda con el poderoso prncipe de las tinieblas, para poder redimir al hombre. A travs de Su humillacin y pobreza, Cristo se identificara con las debilidades de la raza cada, y mediante una firme obediencia demostrara que el hombre puede redimir el vergonzoso fracaso de Adn, y por su humilde obediencia recobrar el Edn perdido. {Con 17.2}

La gran obra de la redencin solo podra llevarse a cabo por el Redentor tomando el lugar del Adn cado. Con los pecados del mundo colocados sobre l, recorrera el mismo terreno donde Adn tropez. Soportara una prueba infinitamente ms severa que la que Adn fracas no pudiendo soportar. Vencera en favor del hombre, y conquistara al tentador, para que, mediante Su obediencia, la pureza de Su carcter y Su integridad resuelta, pudiese imputar Su justicia al hombre, para que, a travs de Su nombre, el hombre pudiese vencer el enemigo por su propia cuenta. {Con 17.3}

Qu amor! Qu admirable condescendencia! El Rey de gloria propone humillarse a s mismo y rebajarse a la humanidad cada! Colocara sus pies en las mismas pisadas de Adn. Tomara la naturaleza cada del hombre, y entrara a lidiar con el poderoso enemigo que triunf sobre Adn. Vencera a Satans, y al hacerlo abrira el camino para la redencin de la vergenza del fracaso y la cada de Adn, para todos los que creyesen en l. {Con 18.1}

ngeles que fueron puestos a prueba haban sido engaados por Satans, y haban sido arrastrados con l en la gran rebelin en el cielo contra Cristo. No pudieron soportar la prueba a la que fueron expuestos, y cayeron. Entonces Adn fue creado a la imagen de Dios y puesto a prueba. Tena un organismo perfectamente desarrollado. Todas sus facultades eran perfectamente armoniosas. En todas sus emociones, palabras y acciones, haba perfecta conformidad con la voluntad de su Hacedor. Despus que Dios hubo hecho toda provisin para la felicidad del hombre, y hubo suplido todos sus deseos, puso a prueba su lealtad. Si la santa pareja obedeca, la raza, despus de un tiempo, sera hecha igual a los ngeles. Pero cuando Adn y Eva fracasaron esta prueba, Cristo se propuso llegar a ser una ofrenda voluntaria por el hombre. {Con 18.2}

Satans saba que si Cristo era en verdad el Hijo de Dios, el Redentor del mundo, que no sera para nada bueno para l que el Seor hubiese dejado las cortes reales del cielo para venir a un mundo cado. Tema que su propio poder habra de ser limitado de all en adelante, y que su arteros engaos seran percibidos y expuestos, y su influencia sobre el hombre quedara debilitada. Tema que su dominio y control de los reinos de este mundo fuesen impugnados. Se acordaba de las palabras que Jehov le haba dirigido cuando fue emplazado ante su presencia con Adn y Eva, a quienes haba arruinado con sus engaos mentirosos, Y pondr enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya; sta te herir en la cabeza, y t le herirs en el calcaar. (Gn. 3:15) Esta declaracin contena la primera promesa del evangelio para el hombre. {Con 18.3}

Satans no comprendi en su totalidad estas palabras cuando fueron pronunciadas por primera vez. Saba que contenan una maldicin para l, por haber seducido a la santa pareja. Y cuando Cristo se manifest en la tierra, Satans temi que Este era en verdad Aquel prometido que limitara su poder y finalmente lo destruira. {Con 19.2}

Satans manifest inters especial en observar el desarrollo de los eventos inmediatamente despus de la cada de Adn, para darse cuenta cmo su obra haba afectado al reino de Dios, y qu hara el Seor con Adn por su desobediencia. {Con 19.3}

Al emprender la obra de llegar a ser el Redentor de la raza, el Hijo de Dios coloc a Adn en una nueva relacin con su Creador. Todava estaba en su posicin de cado, pero una puerta de esperanza se abri delante de l. La ira de Dios todava penda sobre Adn, pero la ejecucin de la sentencia de muerte fue diferida, y la indignacin de Dios qued restringida porque Cristo emprendi la obra de llegar a ser el Redentor del hombre. Cristo cargara la ira de Dios, que justamente deba caer sobre el hombre. Lleg a ser un refugio para el hombre, y a pesar de que el hombre era en verdad un criminal, merecedor de la ira de Dios, sin embargo, por la fe en Cristo, poda correr al refugio que se le ofreca y estar seguro. En medio de la muerte haba vida si el hombre escoga aceptarla. El santo e infinito Dios, que habita en luz inaccesible, ya no podra hablar con el hombre. Ya no poda haber comunicacin directa entre el hombre y su Hacedor. {Con 19.4}

Dios se contiene, por un tiempo, de ejecutar la sentencia de muerte pronunciada sobre el hombre. Satans se congratula de haber roto para siempre el vnculo entre el cielo y la tierra. Pero en esto estaba tremendamente equivocado y habra de quedar chasqueado. El Padre haba entregado al mundo en las manos de Su Hijo, para que l lo redimiese de la maldicin y la desgracia del fracaso y la cada de Adn. Tan slo a travs de Cristo puede ahora el hombre hallar acceso a Dios. Y tan solo a travs de Cristo tendr el Seor comunicacin con el hombre. {Con 20.1}

Cristo se ofreci voluntariamente para mantener y vindicar la santidad de la ley divina. No habra de hacer a un lado ni siquiera la demanda ms insignificante de la ley en la obra de redencin del hombre, por el contrario, para salvar al hombre y mantener al mismo tiempo las sagradas demandas y la justicia de la ley de Su Padre, se dio a Si Mismo como sacrificio por la culpa del hombre. Ni en la menor instancia se apart la vida de Cristo de las demandas de la ley de Su Padre, sino que, a travs de una constante obediencia a todos sus preceptos y muriendo por los pecados de aquellos que la haban transgredido, Cristo estableci la inmutabilidad de esa ley. {Con 20.2}

Despus de la transgresin de Adn, Satans vio que la ruina estaba completa. La raza humana cayo en una condicin deplorable. El hombre qued cortado de toda comunin con Dios. El designio de Satans era que la condicin del hombre llegase a ser la misma que la de los ngeles cados, en rebelin contra Dios, sin siquiera un rayo de esperanza. Razonaba que si Dios perdonaba al hombre pecador que haba creado, tendra que perdonarlo a l y a sus ngeles y recibirlos nuevamente a favor con l. Pero qued chasqueado. {Con 20.3}

El divino Hijo de Dios vio que ningn otro brazo podra salvar al hombre cado, sino su propio brazo, y se propuso ayudar al hombre. Abandon a los ngeles cados a perecer en su rebelin, pero extendi su mano para rescatar al hombre que pereca. Los ngeles que se rebelaron fueron tratados de acuerdo con la luz y la experiencia que haban disfrutado abundantemente en el cielo. Satans, el cabecilla de los ngeles cados, una vez tena una posicin exaltada en el cielo. Segua en honor a Cristo. El conocimiento que l y sus ngeles que cayeron con l tenan del carcter de Dios, de Su bondad, Su misericordia, sabidura y excelsa gloria, hicieron que su culpa fuese imperdonable. {Con 21.1} No haba esperanza posible para la redencin de aquellos que haban sido testigos y haban gozado de la gloria inefable del cielo, y que, habiendo visto la terrible majestad de Dios, y en presencia de toda esta gloria, se haban rebelado contra l. No haba nuevas y maravillosas exhibiciones del excelso poder de Dios que pudiesen impresionarlos ms profundamente que las que ya haban experimentado. Si se pudieron rebelar en la misma presencia de la gloria inefable, no podan ser colocados en una condicin ms favorable para ser puestos a prueba. No haba en reserva fuerza ms poderosa, ni mayores alturas ni profundidades de gloria infinita que pudiesen subyugar sus celosas dudas y su murmuracin rebelde. Su culpa y su castigo seran en proporcin a sus exaltados privilegios en las cortes celestiales. {Con 21.2} SACRIFICIOS Y OFRENDAS El hombre cado, por su culpa, ya no poda venir directamente ante Dios con sus splicas; porque su transgresin de la ley divina haba levantado una barrera impenetrable entre el santo Dios y el trasgresor. Pero se ide un plan para que la sentencia de muerte cayese sobre un Sustituto. En el plan de salvacin tena que haber derramamiento de sangre, pues la muerte es la consecuencia del pecado del hombre. Los animales para ofrendas de sacrificio prefiguraban a Cristo. En la vctima inmolada, el hombre deba ver, temporalmente, el cumplimiento de la Palabra de Dios ciertamente morirs. Y el chorrear de la sangre de la vctima simbolizara la expiacin. No haba virtud alguna en la sangre de los animales; pero el derramamiento de la sangre de los animales sealara hacia el futuro, hacia el Redentor que un da vendra alo mundo a morir por los pecados de los hombres. Y as Cristo vindicara en su totalidad la ley de Su Padre. {Con 21.3}

Satans observaba con intenso inters cada evento en relacin con las ofrendas de sacrificio. La devocin y la solemnidad conectadas con el derramamiento de la sangre de la vctima le causaban gran ansiedad. Para l, esta ceremonia estaba revestida de misterio; pero no era un alumno lerdo, y pronto comprendi que las ofrendas de sacrificio tipificaban alguna futura expiacin para el hombre. Se dio cuenta que estas ofrendas significaban arrepentimiento del pecado. Esto no estaba de acuerdo con sus propsitos, y de inmediato comenz a trabajar en el corazn de Can, para arrastrarlo a la rebelin contra las ofrendas de sacrificio que prefiguraban al Redentor que venidero. {Con 22.1}

El arrepentimiento de Adn, evidenciado por su dolor por su transgresin y su esperanza de salvacin a travs de Cristo, mostrados por sus obras en los sacrificios ofrecidos, fueron un chasco para Satans. Esperaba que Adn se le uniese para siempre en murmurar contra Dios y en rebelarse contra su autoridad. Can y Abel llegaron a ser representantes de dos grandes clases. Abel, como sacerdote, con fe solemne ofreci su sacrificio. Can estuvo dispuesto a ofrecer el fruto de su tierra, pero se neg a conectar con su ofrenda la sangre de animales. Su corazn no quiso mostrar arrepentimiento por el pecado, ni fe en un Salvador, ofreciendo la sangre de animales. Se neg a reconocer su necesidad de un Redentor. Para su corazn orgulloso, esto mostraba dependencia y humillacin. {Con 22.2} Pero Abel, por fe en un futuro Redentor, ofreci a Dios ms excelente sacrificio que Can (Heb. 11:4). Al ofrecer la sangre de animales significaba que era pecador y que tena pecados que abandonar, que era penitente y crea en la eficacia de la sangre del futuro gran sacrificio. Satans es el padre de la incredulidad, de la murmuracin y la rebelin. Llen a Can de dudas y enojo contra su inocente hermano, y contra Dios porque su sacrificio fue rechazado y el de Abel acepto. Y mat a su hermano en su enojo y locura. {Con 23.1}

Las ofrendas de sacrificio fueron instituidas como un pacto constante para el hombre de la promesa del perdn de Dios a travs del gran sacrificio que habra de realizarse, tipificado por la sangre de animales. A travs de esta ceremonia el hombre mostraba arrepentimiento, obediencia y fe en el Redentor que vendra. Lo que hizo que la ofrenda de Can fuese ofensiva para Dios fue su falta de sumisin y obediencia al mandato que Dios haba establecido. El pensaba que su propio plan, de ofrecer a Dios meramente el fruto de la tierra, era ms noble, y no tan humillante como la sangre de bestias, que mostraban dependencia en otro, expresando as su propia debilidad y pecaminosidad. Can menospreci la sangre de la expiacin. (Heb.10:29) {Con 23.2}

Al transgredir la ley de Jehov, Adn haba abierto la puerta para Satans, quien haba plantado su bandera en medio de la primera familia. Se le hizo sentir, en verdad, que la paga del pecado es muerte. Satans haba planeado conseguir el Edn engaando a nuestros primeros padres; pero en esto se vio chasqueado. En lugar de asegurarse el Edn para si, ahora tema que pudiese perder todo lo que haba reclamado como suyo en el Edn. Su sagacidad le llev a rastrear el significado de estas ofrendas, que sealaban al hombre hacia un Redentor, y al presente eran una expiacin en figura de los pecados del hombre cado, abriendo una puerta de esperanza para la raza. {Con 23.3}

La rebelin de Satans contra Dios se torn ms determinada. Trabaj, en su guerra contra el reino de Dios, con perseverancia y fuerzas dignas de una mejor causa. {Con 24.1}

APETITO Y PASIN El mundo en los das de No se corrompi de tal manera por la indulgencia al apetito y la pasin degradante, que Dios destruy sus habitantes por las aguas del Diluvio. Y cuando los hombres se volvieron a multiplicar sobre la tierra, la indulgencia en el vino hasta la intoxicacin pervirti los sentidos y prepar el camino para el consumo excesivo de carne y el fortalecimiento de las pasiones animales. Los hombres se levantaron a si mismos contra el Dios del cielo; y dedicaron sus facultades y oportunidades para glorificarse a si mismos en lugar de honrar a su Creador. Satans encontr fcil acceso al corazn de los hombres. les un estudiante diligente de la Biblia y est mucho ms familiarizado con las profecas que muchos maestros de religin. l sabe que le conviene mantenerse bien informado de los propsitos revelados de Dios, para poder frustrar los planes del Infinito. {Con 24.2}

As los infieles estudian ms diligentemente las Escrituras que algunos que profesan ser guiados por ellas. Algunos de los impos escudrian las Escrituras para familiarizarse con las verdades bblicas y as poder armarse de argumentos para hacer ver que la Biblia se contradice a si misma. Y muchos cristianos profesos son tan ignorantes de la Palabra de Dios, porque descuidan su estudio, que estn cegados por el razonamiento engaoso de aquellos que pervierten las sagradas verdades para desviar las almas del consejo de Dios en Su Palabra. {Con 24.3}

Satans vio en las ofrendas simblicas el Redentor esperado que rescatara al hombre de bajo su control. Traz sus planes bien profundos, para dominar los corazones de los hombres de generacin en generacin y para cegar su entendimiento de las profecas, para que cuando Jess viniera, la gente se negase a aceptarlo como su Salvador. {Con 25.1}

Dios escogi a Moiss para sacar a su pueblo de su esclavitud en la tierra de Egipto, para que pudiesen consagrarse a Su servicio con corazones perfectos y para ser su especial tesoro. Moiss era su lder visible, mientras que Cristo se mantuvo como cabeza de las huestes de Israel como su Lder invisible. Si siempre se hubiesen percatado de esto, no se hubiesen rebelado ni hubiesen provocado a Dios en el desierto mediante sus murmuraciones irrazonables. Dios le dijo a Moiss: He aqu yo envo mi ngel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Gurdate delante de l, y oye su voz; no le seas rebelde; porque l no perdonar vuestra rebelin, porque mi nombre est en l. (Exo. 23:20-21). {Con 25.2}

Cuando Cristo, como el ngel guiador y protector, condescendi en guiar las huestes de Israel a travs del desierto hacia Canan, Satans se sinti provocado, porque senta que su poder no podra controlarlos tan bien. Pero cuando vio que los ejrcitos de Israel se dejaban influenciar fcilmente y podan ser incitados a rebelin por sus sugerencias, esperaba arrastrarlos a murmurar y pecar para atraer sobre ellos la ira de Dios. Y cuando vio que los hombres se sometan a su poder, se volvi audaz en sus tentaciones, incitndolos al crimen y la violencia. A travs de las artimaas de Satans, cada generacin se fue volviendo ms dbil en poder fsico, mental y moral. Esto le dio nimo a pensar que podra salir exitoso en su guerra contra Cristo en persona, cuando l se manifestase. {Con 25.3}

Unos pocos en cada generacin a partir de Adn, resistieron todo artificio y se destacaron como nobles representantes de lo que le es posible hacer al hombre, y llegar a ser, a travs de la ayuda de Cristo cooperando con el esfuerzo humano, para poder vencer el poder de Satn. Enoc y Elas son los representantes correctos de lo que la raza humana puede llegar a ser a travs de la fe en nuestro Seor Jesucristo. Satans se vio grandemente disturbado porque estos nobles, santos hombres se mantuvieron sin mancha en medio de la contaminacin moral que los rodeaba, perfeccionando caracteres justos, y siendo tenidos por dignos de ser trasladados al cielo. Ya que se haban mantenido firmes en su poder moral, en noble rectitud, venciendo las tentaciones de Satans, l no pudo arrastrarlos bajo el dominio de la muerte. Se sinti triunfante al lograr vencer a Moiss con sus tentaciones, de que pudo manchar su ilustre carcter y arrastrarlo al pecado de adjudicarse a si mismo, frente al pueblo, la gloria que le perteneca a Dios. {Con 26.1}

Cristo resucit a Moiss, y se lo llev al cielo. Esto enfureci a Satans, y acus al Hijo de Dios de invadir su dominio y saquear la tumba de su legtima presa. Dice Judas de la resurreccin de Moiss: "Pero cuando el arcngel Miguel contenda con el diablo, disputando con l por el cuerpo de Moiss, no se atrevi a proferir juicio de maldicin contra l, sino que dijo: El Seor te reprenda.(Judas 9). {Con 26.2}

Cuando Satans tiene xito en tentar a hombres a quienes Dios ha honrado especialmente a cometer dolorosos pecados, l triunfa; porque ha obtenido una gran victoria y le ha hecho dao al reino de Cristo. {Con 26.3}

UNA AMENAZA PARA EL REINO DE SATANS Al nacimiento de Cristo, Satans vio las llanuras de Beln iluminadas con la brillante gloria de una multitud de ngeles celestiales. Escuch su canto: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, y buena voluntad para con los hombres! (Luc. 2:14). El prncipe de las tinieblas vio a los asombrados pastores llenos de miedo al ver las llanuras iluminadas. Temblaron ante las exhibiciones de deslumbrante gloria, que los dej perplejos y con sus sentidos aturdidos. Hasta el mismo jefe rebelde tembl ante la proclamacin del ngel a los pastores: No temis, porque he aqu os doy nuevas de gran gozo, que ser para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Seor. (Luc. 2: 10-11). Satn haba tenido gran xito en idear un plan para arruinar a los hombres, y se haba vuelto ms osado y poderoso. Haba controlado las mentes y los cuerpos de los hombres desde Adn hasta la primera venida de Cristo. Pero ahora Satans estaba perturbado y alarmado por su reino y por su vida. {Con 27.1}

Satans saba que el cntico de los mensajeros celestiales proclamando el advenimiento del Salvador a un mundo cado, y el gozo expresado por este gran evento, no presagiaban nada bueno para l. Oscuros y ominosos presentimientos se despertaron en su mente sobre la influencia que este advenimiento al mundo tendra sobre su reino. Se preguntaba si ste no sera Aquel que vendra a desafiar su poder y derrocar su reino. Desde su mismo nacimiento consider a Cristo como su rival. Despert la envidia y los celos de Herodes para que destruyese a Cristo, insinundole que su poder y su reino le seran entregados a este nuevo Rey. Satans imbuy a Herodes con los mismos sentimientos y temores que disturbaban su propia mente. Inspir a la corrupta mente de Herodes a matar todos los nios en Beln de dos aos hacia abajo, pensando que ese plan tendra xito en eliminar de la tierra al infante Rey. {Con 27.2}

Pero, contra sus planes, Satans ve un poder superior obrando. Jos fue advertido en un sueo que huyera a Egipto, para que en una tierra pagana encontrase asilo para el Redentor del mundo. Satans sigui a Jess desde su infancia hasta su niez y de su niez hasta su edad viril, inventando medios y maneras de seducirlo a apartarse de Su lealtad a Dios, para vencerlo con sus sutiles tentaciones. La pureza inmaculada de la niez, juventud y adultez de Cristo, que Satans no poda manchar, le incomodaba en sobremanera. Todos sus dardos y flechas de tentacin caan frente al Hijo de Dios sin daarlo. Y cuando descubri que todas sus tentaciones no lograban disuadir a Cristo de su resoluta integridad, ni estropear la pureza inmaculada del joven Galileo, lo pona perplejo y enfurecido. Consideraba a este joven como un enemigo a quien temer y recelar. {Con 28.1}

El hecho de que hubiera uno que caminara por esta tierra con el poder moral de soportar todas sus tentaciones, de resistir todos sus atractivos sobornos para seducirlo a pecar, uno sobre el cual no pudiese obtener ventaja alguna para separarlo de Dios, atisbaba y enardeca su majestad satnica. {Con 28.2}

La niez, juventud y virilidad de Juan, quien vino en el espritu y el poder de Elas para realizar una obra especial en preparar el camino para el Redentor del mundo estuvieron marcadas de firmeza y rectitud moral. Satans no pudo doblegar su integridad. Y cuando la voz de este profeta se dej or en el desierto, Preparad el camino del Seor, enderezad sus sendas (Luc. 3:4), Satans temi por su reino. Sinti que la voz, que resonaba como trompeta en el desierto, haca que los pecadores bajo su control temblasen. Vio que su poder sobre muchos haba sido quebrantado. La pecaminosidad del pecado se revelaba de forma tal que los hombres se alarmaban; y algunos, arrepintindose de sus pecados, hallaban el favor de Dios y obtenan poder moral para resistir sus tentaciones. {Con 28.3} l se hallaba presente cuando Cristo se present a Juan para ser bautizado. Escuch la voz majestuosa que reson desde el cielo como el eco de estrepitosos truenos. Vio los rayos destellar desde un cielo sin nubes, y escuch las imponentes palabras de Jehov: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. (Mat. 3:17) Vio el resplandor de la gloria del Padre protegiendo la figura de Jess, y as sealando en medio de la multitud a Aquel a quien l reconoca como Su Hijo con inconfundible seguridad. Las circunstancias relacionadas con esta escena bautismal despertaron el odio ms intenso en el pecho de Satn. l saba ahora sin lugar a dudas que a menos que pudiese vencer a cristo, de all en adelante su poder sera limitado. Comprendi que la comunicacin del trono de Dios significaba que el cielo estaba ms accesible al hombre. {Con 29.1}

Cuando Satans arrastr al hombre al pecado, tena esperanzas de que el aborrecimiento de Dios hacia el pecado lo separara para siempre del hombre, y rompiese el vnculo entre el cielo y la tierra. Los cielos abiertos, en conexin con la voz de Dios dirigindose a Su Hijo, era como un redoble de muerte para Satn. Tema que ahora Dios unira al hombre ms completamente a Si mismo, y que le dara poder para vencer sus maquinaciones. Y justamente para este propsito haba venido Cristo desde las cortes reales a la tierra. Satans estaba bien familiarizado con la posicin de honor que Cristo ocupaba en el cielo como el Hijo de Dios, el amado del Padre. Y el hecho que l dejase el cielo, y viniese a este mundo como hombre, lo llenaba de recelo y temor por su seguridad. No poda entender el misterio de este gran sacrificio en beneficio del hombre cado. El saba que el valor del cielo exceda con creces las expectativas y el aprecio del hombre cado. Los tesoros ms costosos del mundo, saba, no se comparaban con su valor. Y l haba perdido, por su rebelin, todas las riquezas y las glorias puras del cielo, y por eso estaba determinado a vengarse causando que tantos como pudiese subestimasen el cielo y colocasen sus afectos sobre los tesoros terrenales. {Con 29.2} El alma egosta de Satans no poda comprender que pudiese existir tal benevolencia y amor por la raza engaada que indujese al Prncipe del cielo a abandonar Su hogar y venir a un mundo infestado con el pecado y agostado por la maldicin. l tena conocimiento del valor inestimable de las riquezas eternas que el hombre no posea. Haba experimentado la satisfaccin pura, la paz, la exaltada santidad, y los goces inefables de la morada celestial. Antes de su rebelin, haba experimentado la satisfaccin de la aprobacin completa de Dios. Tuvo antes una percepcin completa de la gloria que rodeaba al Padre, y saba que no haba lmite a Su poder. {Con 30.1}

Satans saba lo que haba perdido. Ahora tema que su imperio sobre el mundo fuese impugnado, su derecho disputado, y su poder quebrantado. Saba, por la profeca, que se predeca un Salvador y que Su reino no se establecera con triunfo terrenal ni con mundano honor ni pompa. Saba que antiguas profecas anunciaban un reino que el Prncipe del cielo establecera sobre la tierra, que l reclamaba como su dominio. Este reino incluira todos los reinos del mundo, y entonces su poder y su Gloria cesaran y recibira su pago por los pecados que haba introducido al mundo, y por la miseria que haba causado al hombre. l saba que todo lo concerniente a su prosperidad dependa de su xito o fracaso en hacer caer a Cristo con sus tentaciones en el desierto. Us contra Cristo todo ardid y toda la fuerza de sus poderosas tentaciones para seducirlo y separarlo de Su fidelidad. {Con 30.2}

Es imposible para el hombre comprender la fuerza de las tentaciones de Satans contra el Hijo de Dios. Cada tentacin que parece afligir tanto al hombre en su vida cotidiana, que parece ser tan difcil de resistir y vencer, fue impuesta con toda su fuerza sobre el Hijo de Dios, en un grado de intensidad tanto mayor como la excelencia de su carcter era superior a la del hombre cado. {Con 31.1}

Cristo fue tentado en cada punto como nosotros somos tentados. Como representante del hombre, soport el examen ms severo y las pruebas ms azarosas de parte de Dios. Se enfrent a la fuerza ms poderosa de Satans. Cristo fue probado y venci sus ms arteras tentaciones en beneficio del hombre. Es imposible que el hombre sea tentado ms de lo que pueda soportar si se apoya sobre Cristo, el Infinito Conquistador. {Con 31.2} LA TENTACIN En el desierto desolado, Cristo no se encontraba en una posicin tan favorable para soportar las tentaciones de Satans como lo estuvo Adn cuando fue tentado en el Edn. El Hijo de Dios se humill a Si mismo y tom la naturaleza del hombre despus que la raza se haba apartado cuatro mil aos del Edn, de su estado original de pureza y rectitud. El pecado haba estado dejando sus horrendas marcas sobre la raza por siglos; la degeneracin fsica, mental y moral prevaleca en toda la familia humana. {Con 31.3}

Cuando Adn fue asaltado por el tentador en el Edn, no tena sobre s mancha alguna de pecado. Compareca ante Dios en toda la fortaleza de su perfecta virilidad. Todos los rganos y facultades de su ser estaban perfectamente desarrollados, y armoniosamente balanceados. {Con 31.4} Cristo, en el desierto de la tentacin, compareci en lugar de Adn para afrontar la prueba en la que l fracas. Fue aqu donde Cristo venci en favor del picador, cuatro mil aos despus de que Adn le diese la espalda a la luz de su hogar. Separada de la presencia de Dios, la familia humana se haba ido desviando, con cada generacin sucesiva, cada vez ms de la pureza, sabidura y conocimiento originales que Adn posea en el Edn. Cristo asumi los pecados y las flaquezas de la raza tal y como existan cuan l vino a la tierra a ayudar al hombre. A favor de la raza humana, con las debilidades del hombre cado sobre l, haba de soportar las tentaciones de Satans en todo punto en que el hombre pudiese ser atacado. {Con 32.1}

Adn estaba rodeado de todo lo que su corazn pudiese anhelar. Toda necesidad estaba suplida. No haba pecado alguno, ni seales de decadencia en el glorioso Edn. Los ngeles de Dios conversaban libremente y amorosamente con la santa pareja. Las alegres aves cantoras gorjeaban libremente sus felices cnticos de alabanza a su Creador. Las pacficas bestias en su dichosa inocencia jugaban en torno a Adn y Eva, obedientes a su palabra. Adn se hallaba en la perfeccin de su virilidad, la ms noble de todas las obras del Creador. Estaba hecho a la imagen de Dios, tan solo un poco menor que los ngeles. {Con 32.2} CRISTO COMO UN SEGUNDO ADN Qu contraste presentaba el Segundo Adn al entrar en el lbrego desierto para enfrentarse a Satans sin ayuda alguna. Desde la cada, hasta el perodo del advenimiento de Cristo a la tierra, la raza haba ido disminuyendo en tamao y vigor fsico, y hundindose ms en la escala de valores morales. Para poder elevar al hombre cado, Cristo deba alcanzarlo donde l se encontraba. Tom la naturaleza humana, y asumi todas las flaquezas y degeneraciones de la raza humana. El que no conoci pecado, por nosotros se hizo pecado. (2 Cor. 5:21) Se humill a S mismo a las profundidades ms bajas de la miseria humana, para que pudiese estar calificado para alcanzar al hombre y sacarlo de la degradacin en la cual el pecado lo haba hundido. {Con 32.3} "Porque convena a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvacin de ellos. (Heb. 2: 10) {Con 33.1}

"Y aunque era Hijo, por lo que padeci aprendi la obediencia, y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvacin para todos los que le obedecen." (Heb. 5:8,9) {Con 33.2}

"Por lo cual deba ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto l mismo padeci siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados." (Heb. 2:17, 18) {Con 33.3}

"Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo segn nuestra semejanza, pero sin pecado." (Heb. 4:15) {Con 33.4}

Satans haba estado en guerra con el gobierno de Dios desde que se rebel por primera vez. El xito que haba tenido en tentar a Adn y Eva en el Edn al introducir el pecado en el mundo haba envalentonado a este archienemigo; y orgullosamente se haba jactado ante los ngeles celestiales que cuando Cristo apareciese, tomando la naturaleza del hombre, sera ms dbil que l, y que seguramente lo vencera por su poder. {Con 33.5}

Se regocijaba en el hecho de que Adn y Eva no haban podido resistir sus insinuaciones en el Edn cuando les apel a su apetito. De la misma manera haba vencido a los habitantes del mundo antiguo, a travs de la indulgencia del apetito lujurioso y las pasiones corruptas. A travs de la gratificacin del apetito haba hecho caer a los israelitas. Se vanagloriaba de que ni el mismo Hijo de Dios, que estaba con Moiss y Josu, haba podido resistir su poder, ni haba podido guiar a su pueblo escogido a Canan; porque prcticamente todos los que haban salido de Egipto murieron en el desierto; tambin de que haba tentado al manso hombre Moiss a adjudicarse la gloria que le perteneca a Dios. Haba inducido a David y a Salomn, quienes haban sido especialmente favorecidos de Dios, a incurrir en el desagrado de Dios a travs de la indulgencia del apetito y la pasin. Y haca alardes que tambin tendra xito en arruinar el propsito de Dios para la salvacin del hombre a travs de Jesucristo. {Con 33.6}

En el desierto de la tentacin, Cristo estuvo sin comida alguna por cuarenta das. Moiss haba estado en ocasiones especiales sin comida por el mismo tiempo. Pero no haba sufrido las angustias del hambre. No haba sido tentado y hostigado por un vil y poderoso enemigo como lo fuera el Hijo de Dios. Haba sido elevado por encima de lo humano, y haba sido especialmente sustentado por la gloria de Dios que lo arropaba. {Con 34.1}

TERRIBLES EFECTOS DEL PECADO SOBRE EL HOMBRE Satans haba tenido tanto xito al engaar a los ngeles de Dios y al arruinar al noble Adn, que pens que tambin habra de tener xito en vencer a Cristo en su humillacin. Contemplaba con gozosa satisfaccin los resultados de sus tentaciones, y el aumento del pecado por la continua transgresin de la ley de Dios por ms de cuatro mil aos. Haba logrado la ruina de nuestros primeros padres, trayendo pecado y muerte al mundo, y arrastrado a la ruina a multitudes de todas las edades, pases y clases. Por medio de su poder haba controlado ciudades y naciones hasta que sus pecados haban provocado la ira de Dios para que las destruyese por fuego, agua, terremotos, espada y pestilencia.

A travs de sus subterfugios y sus incansables esfuerzos haba controlado el apetito, excitado y fortalecido las pasiones a tal espantoso grado que haba mutilado y casi obliterado la imagen de Dios en el hombre. Su dignidad fsica y moral estaban destruidas a tal magnitud que llevaba tan solo un plido reflejo del carcter y de la noble perfeccin en su porte de lo que fuera Adn en el Edn. {Con 34.2}

Para el tiempo de la primera venida de Cristo, Satans haba degradado al hombre de su exaltada pureza original, y haba opacado ese refinado carcter por medio del pecado. El hombre que Dios haba creado como soberano en el Edn, Satn lo haba transformado en un esclavo en la tierra gimiendo bajo la maldicin del pecado. El halo de gloria con que Dios haba dotado al santo Adn para cubrirlo cual manto de luz, haba desaparecido despus de su transgresin. La luz de la gloria divina no poda cubrir la desobediencia ni el pecado. En lugar de salud y plenitud de bendiciones, la pobreza, la enfermedad y el sufrimiento de todo tipo eran la porcin de los hijos de Adn. {Con 35.1}

A travs de su poder seductor Satans haba arrastrado a los hombres a vanas filosofas, a poner en duda y finalmente rechazar la revelacin divina y la existencia de Dios. Contemplaba a lo ancho de un mundo de miseria moral y a una raza expuesta a la ira de un Dios que vengara el pecado. Con triunfo diablico se espaciaba en el hecho de que haba tenido tanto xito en oscurecer la senda de tantos, y los haba empujado a transgredir la ley de Dios. Revesta el pecado con atracciones agradables para asegurarse la ruina de muchos. {Con 35.2}

Pero su artimaa de mayor xito para engaar al hombre consiste en encubrir sus verdaderos propsitos y su verdadero carcter hacindose pasar como amigo del hombre benefactor de la raza. Adula a los hombres con la agradable fbula de que no existe el rebelde adversario, que no hay un enemigo mortal de quien deben cuidarse, y que la existencia de un diablo personal es pura ficcin; y escondiendo as su existencia, est amontonando a miles bajo su control. Est engaando a muchos as como trat de engaar a Cristo, dicindoles que es un ngel del cielo, que est realizando una buena obra a favor de la humanidad. Y las masas estn tan ciegas por el pecado que no pueden discernir los ardides de Satans, y lo honran como si fuese un ngel celestial mientras l lleva a cabo su ruina eterna. {Con 35.3}

LA PRIMERA TENTACIN DE CRISTO Cristo haba entrado al mundo como el destructor de Satans y el Redentor de los cautivos sujetos a su poder. Habra de dejar un ejemplo por su propia vida victoriosa que el hombre pudiese seguir, y as vencer las tentaciones de Satans. {Con 36.1}

Tan pronto como Cristo entr al desierto de tentacin su semblante cambi. Haban desaparecido la gloria y el esplendor que se reflejaron del trono de Dios y de su rostro cuando los cielos se abrieron ante l, y la voz del Padre lo reconoci como Su Hijo muy amado en quien se complaca. El peso de los pecados del mundo abrumaban su alma, y su rostro expresaba dolor indecible, una angustia profunda como jams haba experimentado el hombre cado. Sinti sobre s la abrumante marea de miseria que inundaba al mundo. Percibi la fuerza del apetito excesivamente gratificado de la pasin impa que controlaba al mundo y que haba trado sobre el hombre dolor inenarrable. {Con 36.2}

La indulgencia del apetito se haba aumentado y fortalecido con el paso de cada generacin sucesiva desde la transgresin de Adn, hasta que la raza estaba tan debilitada en su vigor moral que no poda vencer en su propia fuerza. Cristo, a favor de la raza humana, deba vencer el apetito soportando la prueba ms potente exactamente sobre este punto. Deba recorrer el sendero de la tentacin solo, sin que hubiese nadie que le ayudase, nadie que lo confortase ni lo sustentase. Peleara slo contra las fuerzas de las tinieblas. {Con 36.3}

Siendo que el hombre, en su fuerza humana no poda resistir el poder de las tentaciones de Satans, Jess se ofreci a realizar la obra y cargar el peso en favor del hombre, venciendo la fuerza del apetito en su lugar. A favor del hombre debera negarse a s mismo, demostrar perseverancia y firmeza de principios que fuesen superiores a los consumidores sufrimientos del hambre. Deba demostrar una fuerza de control ms fuerte que el hambre y an que la muerte. {Con 37.1}

EL SIGNIFICADO DE LA PRUEBA When Christ bore the test of temptation upon the point of appetite He did not stand in beautiful Eden, as did Adam, with the light and love of God seen in everything His eye rested upon; but He was in a barren, desolate wilderness, surrounded with wild beasts. Everything around Him was repulsive. With these surroundings, He fasted forty days and forty nights, "and in those days he did eat nothing." He was emaciated through long fasting and felt the keenest sense of hunger. His visage was indeed marred more than the sons of men. {Con 37.2}

Christ thus entered upon His life of conflict to overcome the mighty foe, in bearing the very test which Adam failed to endure, that through successful conflict He might break the power of Satan and redeem the race from the disgrace of the fall. {Con 37.3}

All was lost when Adam yielded to the power of appetite. The Redeemer, in whom both the human and the divine were united, stood in Adam's place and endured a terrible fast of nearly six weeks. The length of this fast is the strongest evidence of the great sinfulness of debased appetite and the power it has upon the human family. {Con 37.4}

The humanity of Christ reached to the very depths of human wretchedness and identified itself with the weaknesses and necessities of fallen man, while His divine nature grasped the Eternal. His work in bearing the guilt of man's transgression was not to give him license to continue to violate the law of God; for transgression made man a debtor to the law, and Christ Himself was paying this debt by His own suffering. The trials and sufferings of Christ were to impress man with a sense of his great sin in breaking the law of God, and to bring him to repentance and obedience to that law, and through obedience to acceptance with God. He would impute His righteousness to man and so raise him in moral value with God that his efforts to keep the divine law would be acceptable. Christ's work was to reconcile man to God through His human nature, and God to man through His divine nature. {Con 38.1}

As soon as the long fast of Christ commenced, Satan was at hand with his temptations. He came to Christ enshrouded in light, claiming to be one of the angels from the throne of God, sent upon an errand of mercy to sympathize with Him and to relieve Him of His suffering condition. He tried to make Christ believe that God did not require Him to pass through the self-denial and sufferings He anticipated; that he had been sent from heaven to bear to Him the message that God only designed to prove His willingness to endure. {Con 38.2}

Satan told Christ that He was to set his feet in the blood-stained path but not to travel it, that like Abraham He was tested to show His perfect obedience. He also stated that he was the angel that stayed the hand of Abraham as the knife was raised to slay Isaac, and he had now come to save His life; that it was not necessary for Him to endure this painful hunger and death from starvation; and that he would help Him bear the work in the plan of salvation. {Con 38.3}

The Son of God turned from all these artful temptations and was steadfast in His purpose to carry out in every particular, in the spirit and in the very letter, the plan which had been devised for the redemption of the fallen race. But Satan had manifold temptations prepared to ensnare Christ and obtain advantage of Him; if he failed in one temptation, he would try another. He thought he would succeed, because Christ had humbled Himself as a man. He flattered himself that his assumed character as one of the heavenly angels could not be discerned. He feigned to doubt the divinity of Christ because of His emaciated appearance and unpleasant surroundings. {Con 39.1}

Christ knew that in taking the nature of man He would not be equal in appearance to the angels of heaven. Satan urged that if He was indeed the Son of God He should give him evidence of His exalted character. He approached Christ with temptations upon appetite. He had overcome Adam upon this point, and he had controlled his descendants, and through indulgence of appetite, had led them to provoke God by iniquity until their crimes were so great that the Lord destroyed them from off the earth by the waters of the Flood. {Con 39.2}

Under Satan's direct temptations the children of Israel suffered appetite to control reason, and they were, through indulgence, led to commit grievous sins which awakened the wrath of God against them, and they fell in the wilderness. He thought that he should be successful in overcoming Christ with the same temptation. Satan told Christ that one of the exalted angels had been exiled to the earth, that His appearance indicated that, instead of His being the king of heaven, He was the angel fallen, and that this explained His emaciated and distressed appearance. {Con 39.3}

CRISTO NO REALIZ MILAGRO ALGUNO EN SU FAVOR He then called the attention of Christ to his own attractive appearance, clothed with light and strong in power. He claimed to be a messenger direct from the throne of heaven, and asserted that he had a right to demand of Christ evidences of His being the Son of God. Satan would fain disbelieve, if he could, the words that came from heaven to the Son of God at His baptism. He determined to overcome Christ and if possible make his own kingdom and life secure. His first temptation to Christ was upon appetite. He had, upon this point, almost entire control of the world, and his temptations were so adapted to the circumstances and surroundings of Christ that his temptations upon appetite were almost overpowering. {Con 40.1}

Christ could have worked a miracle in His own behalf; but this would not have been in accordance with the plan of salvation. The many miracles in the life of Christ show His power to work miracles for the benefit of suffering humanity. By a miracle of mercy He fed five thousand at once with five loaves and two small fishes. Therefore He had the power to work a miracle and satisfy His own hunger. Satan flattered himself that he could lead Christ to doubt the words spoken from heaven at His baptism. If he could tempt Him to question His sonship, and doubt the truth of the word spoken by His Father, he would gain a great victory. {Con 40.2}

He found Christ in the desolate wilderness without companions, without food, and in actual suffering. His surroundings were most melancholy and repulsive. Satan suggested to Christ that God would not leave His Son in this condition of want and suffering. He hoped to shake the confidence of Christ in His Father, who had permitted Him to be brought into this condition of extreme suffering in the desert, where the feet of man had never trod. Satan hoped that he could insinuate doubts as to His Father's love, which would find a lodgment in the mind of Christ, and that under the force of despondency and extreme hunger He would exert His miraculous power in His own behalf and take Himself out of the hands of His heavenly Father. This was indeed a temptation to Christ. But He cherished it not for a moment. He did not for a single moment doubt His heavenly Father's love, although He was bowed down with inexpressible anguish. Satan's temptations, though skillfully devised, did not move the integrity of God's dear Son. His abiding confidence in His Father could not be shaken. {Con 41.1} CRISTO NO ENTRO EN DISCUSIN CON LA TENTACIN Jesus did not condescend to explain to His enemy how He was the Son of God, and in what manner as such He was to act. In an insulting, taunting manner Satan referred to the present weakness and the distressed appearance of Christ in contrast with his own strength and glory. He taunted Christ with being a poor representative of the angels, much less of their exalted Commander, the acknowledged King in the royal courts, and that His present appearance indicated that He was forsaken of God and man. He said that if Christ was indeed the Son of God, the monarch of heaven, He had power equal with God, and He could give him evidence of this and relieve His hunger by working a miracle, by changing the stone just at His feet into bread. Satan promised that if Christ would do this he would at once yield his claims of superiority, and that the contest between himself and Christ should there be forever ended. {Con 41.2}

Christ did not appear to notice the reviling taunts of Satan. He was not provoked to give him proofs of His power, but meekly bore his insults without retaliation. The words spoken from heaven at His baptism were precious evidence to Him that His Father approved the steps He was taking in the plan of salvation, as man's substitute and surety. The opening heavens and descent of the heavenly dove were assurances that His Father would unite His power in heaven with that of His Son upon the earth to rescue man from the control of Satan, and that God accepted the effort of Christ to link earth to heaven, and finite man to the infinite God. {Con 42.1}

The tokens received from His Father were inexpressibly precious to the Son of God through all His severe sufferings and the terrible conflict with the rebel chief. And while enduring the test of God in the wilderness, and through His entire ministry, He had nothing to do in convincing Satan of His power and that He was the Savior of the world. Satan had sufficient evidence of His exalted station. His unwillingness to ascribe to Jesus the honor due to Him, and to manifest submission as a subordinate, ripened into rebellion against God and shut him out of heaven. {Con 42.2}

It was not part of the mission of Christ to exercise His divine power for His own benefit, to relieve Himself of suffering. This He had volunteered to take upon Himself. He had condescended to take man's nature, and He was to suffer the inconveniences, ills, and afflictions of the human family. He was not to perform miracles on His own account; He came to save others. The object of His mission was to bring blessings, hope, and life to the afflicted and oppressed. He was to bear the burdens and griefs of suffering humanity. {Con 42.3}

Although Christ was suffering the keenest pangs of hunger, He withstood the temptation. He repulsed Satan with the same scripture He had given Moses to repeat to rebellious Israel when their diet was restricted and they were clamoring for flesh meats in the wilderness, "Man shall not live by bread alone, but by every word that proceedeth out of the mouth of God." In this declaration, and also by His example, Christ would show man that hunger for temporal food was not the greatest calamity that could befall him. Satan flattered our first parents that eating the fruit which God had forbidden them would bring to them great good, and would insure them against death, the very opposite of the truth which God had declared to them. "But of the tree of the knowledge of good and evil, thou shalt not eat of it; for in the day that thou eatest thereof thou shalt surely die." If Adam had been obedient he would have known neither want, sorrow, nor death. {Con 43.1}

If the people who lived before the Flood had been obedient to the word of God they would not have perished by the waters of the Flood. If the Israelites had been obedient to the words of God, He would have bestowed upon them special blessings. But they fell in consequence of the indulgence of appetite and passion. They would not be obedient to the words of God. Indulgence of perverted appetite led them into numerous and grievous sins. If they had made the requirements of God their first consideration, and their physical wants secondary, in submission to God's choice of proper food for them, not one of them would have fallen in the wilderness. They would have been established in the goodly land of Canaan, a holy, happy people with not a feeble one in all their tribes. {Con 43.2}

The Savior of the world became sin for the race. In becoming man's substitute Christ did not manifest His power as the Son of God, but ranked Himself among the sons of men. He was to bear the trial of temptation as a man, in man's behalf, under the most trying circumstances, and leave an example of faith and perfect trust in His heavenly Father. Christ knew that His Father would supply Him food when it would be for His glory. He would not in this severe ordeal, when hunger pressed Him beyond measure, prematurely diminish one particle of the trial allotted to Him by exercising His divine power. {Con 44.1}

Fallen man when brought into straightened places could not have the power to work miracles on his own behalf, to save himself from pain or anguish, or to give himself victory over his enemies. It was the purpose of God to test and prove the race, and give them an opportunity to develop character by bringing them frequently into trying positions to test their faith and confidence in His love and power. The life of Christ was a perfect pattern. He was ever, by His example and teachings, teaching man that God was his dependence, and that in Him should be his faith and firm trust. {Con 44.2}

Christ knew that Satan was a liar from the beginning, and it required strong self-control to listen to the propositions of this insulting deceiver and not instantly rebuke his bold assumptions. Satan was expecting that the Son of God would in His extreme weakness and agony of spirit give him an opportunity to obtain advantage over Him by provoking Him to engage in controversy with him. He designed to pervert the words of Christ and claim advantage, and call to his aid his fallen angels to use their utmost power to prevail against and overcome Him. {Con 44.3}

The Savior of the world had no controversy with Satan, who was expelled from heaven because he was no longer worthy of a place there. He who could influence the angels of God against their Supreme Ruler, and against His Son, their loved Commander, and enlist their sympathy for himself, was capable of any deception. Four thousand years he had been warring against the government of God and had lost none of his skill or power to tempt and deceive. {Con 45.1}

VICTORIA MEDIANTE CRISTO Because man fallen could not overcome Satan with his human strength, Christ came from the royal courts of heaven to help him with His human and divine strength combined. Christ knew that Adam in Eden with his superior advantages might have withstood the temptations of Satan and conquered him. He also knew that it was not possible for man out of Eden, separated from the light and love of God since the fall, to resist the temptations of Satan in his own strength. In order to bring hope to man, and save him from complete ruin, He humbled Himself to take man's nature, that with His divine power combined with the human He might reach man where he is. He obtained for the fallen sons and daughters of Adam that strength which it is impossible for them to gain for themselves, that in His name they might overcome the temptations of Satan. {Con 45.2}

The exalted Son of God in assuming humanity draws Himself near to man by standing as the sinner's substitute. He identifies Himself with the sufferings and afflictions of men. He was tempted in all points as man is tempted, that He might know how to succor those who should be tempted. Christ overcame on the sinner's behalf. {Con 46.1}

Jacob in the night vision saw earth connected with heaven by a ladder reaching to the throne of God. He saw the angels of God, clothed with garments of heavenly brightness, passing down from heaven and up to heaven upon this shining ladder. The bottom of this ladder rested upon the earth, while the top of it reached to the highest heavens and rested upon the throne of Jehovah. The brightness from the throne of God beamed down upon this ladder and reflected a light of inexpressible glory upon the earth. This ladder represented Christ, who had opened the communication between earth and heaven. {Con 46.2}

In Christ's humiliation He descended to the very depths of human woe in sympathy and pity for fallen man, which was represented to Jacob by one end of the ladder resting upon the earth, while the top of the ladder, reaching unto heaven, represents the divine power of Christ grasping the Infinite and thus linking earth to heaven and finite man to the infinite God. Through Christ the communication is opened between God and man. Angels may pass to and fro from heaven to earth with messages of love to fallen man, and to minister unto those who shall be heirs of salvation. It is through Christ alone that the heavenly messengers minister to men. {Con 46.3}

Adam and Eve in Eden were placed under most favorable circumstances. It was their privilege to hold communion with God and angels. They were without the condemnation of sin. The light of God and angels was with them and around about them. The Author of their existence was their teacher. But they fell beneath the power and temptations of the artful foe. Four thousand years had Satan been at work against the government of God, and he had obtained strength and experience from determined practice. {Con 46.4}

Fallen men had not the advantages of Adam in Eden. They had been separating from God for four thousand years. The wisdom to understand, and power to resist, the temptations of Satan had become less and less, until Satan seemed to reign triumphant in the earth. Appetite and passion, the love of the world, and presumptuous sins were the great branches of evil out of which every species of crime, violence, and corruption grew. Satan was defeated in his object to overcome Christ upon the point of appetite. And here in the wilderness Christ achieved a victory in behalf of the race upon the point of appetite, making it possible for man, in all future time in His name to overcome the strength of appetite on his own behalf. {Con 47.1} mitadLA SEGUNDA TENTACIN But Satan was not willing to cease his efforts until he had tried every means to obtain victory over the world's Redeemer. He knew that with himself all was at stake, whether he or Christ should be victor in the contest. And in order to awe Christ with his superior strength he carried Him to Jerusalem and set Him on a pinnacle of the Temple, and continued to beset Him with temptations. He again demanded of Christ that, if He was indeed the Son of God, to give him evidence by casting Himself from the dizzy height upon which he had placed Him. He urged Christ to show His confidence in the preserving

care of His Father by casting Himself down from the Temple. {Con 47.2}

In Satan's first temptation upon the point of appetite he had tried to insinuate doubts in regard to God's love and care for Christ as His Son, by presenting His surroundings and His hunger as an evidence that He was not in favor with God. He was unsuccessful in this. He next tried to take advantage of the faith and perfect trust Christ had shown in His heavenly Father, to urge Him to presumption. "If thou be the Son of God, cast thyself down: for it is written, He shall give his angels charge concerning thee: and in their hands they shall bear thee up, lest at any time thou dash thy foot against a stone." Jesus promptly answered, "It is written again, Thou shalt not tempt the Lord thy God." {Con 48.1}

EL PECADO DE LA PRESUNCIN The sin of presumption lies close beside the virtue of perfect faith and confidence in God. Satan flattered himself that he could take advantage of the humanity of Christ to urge Him over the line of trust to presumption. Upon this point many souls are wrecked. Satan tried to deceive Christ through flattery. He admitted that He was right in the wilderness in His faith and confidence that God was His Father under the most trying circumstances. He then urged Christ to give him one more proof of His entire dependence upon God, one more evidence of His faith that He was the Son of God, by casting Himself from the Temple. He told Christ that if He was indeed the Son of God He had nothing to fear, for angels were at hand to uphold Him. Satan gave evidence that he understood the Scriptures by the use he made of them. {Con 48.2}

The Redeemer of the world wavered not from His integrity, and showed that He had perfect faith in His Father's promised care. He would not put the faithfulness and love of His Father to a needless trial, although He was in the hands of an enemy and placed in a position of extreme difficulty and peril. He would not at Satan's suggestion tempt God by presumptuously experimenting on His providence. Satan had brought in Scripture which seemed appropriate for the occasion, hoping to accomplish his designs by making the application to our Savior at this special time. {Con 48.3}

Christ knew that God could indeed bear Him up if He had required Him to throw Himself from the Temple. But to do this unbidden, and to experiment upon His Father's protecting care and love because dared by Satan to do so would not show His strength of faith. Satan was well aware that if Christ could be prevailed upon, unbidden by His Father, to fling Himself from the Temple to prove His claim to His heavenly Father's protecting care, He would in the very act show the weakness of His human nature. {Con 49.1}

Christ came off victor in the second temptation. He manifested perfect confidence and trust in His Father during His severe conflict with the powerful foe. Our Redeemer, in the victory here gained, has left man a perfect pattern, showing him that his only safety is in firm trust and unwavering confidence in God in all trials and perils. He refused to presume upon the mercy of His Father by placing Himself in peril that would make it necessary for His heavenly Father to display His power to save Him from danger. This would be forcing providence on His own account, and He would not then leave for His people a perfect example of faith and firm trust in God. {Con 49.2}

Satan's object in tempting Christ was to lead Him to daring presumption, and to show human weakness that would not make Him a perfect pattern for His people. He thought that should Christ fail to bear the test of his temptations there could be no redemption for the race, and his power over them would be complete. {Con 49.3}

CRISTO NUESTRA ESPERANZA Y NUESTRO EJEMPLO The humiliation and agonizing sufferings of Christ in the wilderness of temptation were for the race. In Adam all was lost by transgression. Through Christ was man's only hope of restoration to the favor of God. Man had separated himself at such distance from God by transgression of His law that he could not humiliate himself before God in any degree proportionate to the magnitude of his sin. The Son of God could fully understand the aggravating sins of the transgressor, and in His sinless character He alone could make an acceptable atonement for man in suffering the agonizing sense of His Father's displeasure. The sorrow and anguish of the Son of God for the sins of the world were proportionate to His divine excellence and purity, as well as to the magnitude of the offense. {Con 50.1}

Christ was our example in all things. As we see His humiliation in the long trial and fast to overcome the temptation of appetite in our behalf, we are to learn how to overcome when we are tempted. If the power of appetite is so strong upon the human family and its indulgence so fearful that the Son of God subjected Himself to such a test, how important that we feel the necessity of having appetite under the control of reason. Our Savior fasted nearly six weeks that He might gain for man the victory upon the point of appetite. How can professed Christians with enlightened consciences, and with Christ before them as their pattern, yield to the indulgence of those appetites which have an enervating influence upon the mind and body? It is a painful fact that habits of self-gratification at the expense of health and moral power are at the present time holding a large share of the Christian world in the bonds of slavery. {Con 50.2}

Many who profess godliness do not inquire into the reason of Christ's long period of fasting and suffering in the wilderness. His anguish was not so much from the pangs of hunger as from His sense of the fearful result of the indulgence of appetite and passion upon the race. He knew that appetite would be man's idol and would lead him to forget God and would stand directly in the way of his salvation. {Con 51.1}

Our Savior showed perfect confidence that His heavenly Father would not suffer Him to be tempted above what He should give Him strength to endure, but would bring Him off conqueror if He patiently bore the test to which He was subjected. Christ had not of His own will placed Himself in danger. God had suffered Satan for the time being to have this power over His Son. Jesus knew that if He preserved His integrity in this extremely trying position an angel of God would be sent to relieve Him if there was no other way. He had taken humanity and was the representative of the race. {Con 51.2}

LA TERCERA TENTACIN Satan saw that he prevailed nothing with Christ in his second great temptation. "And the devil, taking him up into an high mountain, shewed unto him all the kingdoms of the world in a moment of time. And the devil said unto him, All this power will I give thee, and the glory of them: for that is delivered unto me; and to whomsoever I will I give it. If thou therefore wilt worship me, all shall be thine." {Con 51.3}

In the first two great temptations Satan had not revealed his true purposes or his character; he claimed to be an exalted messenger from the courts of heaven, but he now throws off his disguise. In a panoramic view he presented before Christ all the kingdoms of the world in the most attractive light, while he claimed to be the prince of the world. {Con 52.1}

This last temptation was the most alluring of the three. Satan knew that Christ's life must be one of sorrow, hardship, and conflict. And he thought he could take advantage of this fact to bribe Christ to yield His integrity. Satan brought all his strength to bear upon this last temptation; for this last effort was to decide his destiny as to who should be victor. He claimed the world as his dominion, and that he was the prince of the power of the air. {Con 52.2}

He bore Jesus to the top of an exceeding high mountain, and then in a panoramic view presented before Him all the kingdoms of the world that had been so long under his dominion, and offered them to Him in one great gift. He told Christ that He could come into possession of all these kingdoms without suffering or peril. Satan promises to yield his scepter and dominion, and to make Christ the rightful Ruler, for one favor from Him. All he requires in return for making over to Him the kingdoms of the world that day presented before Him, is that Christ shall do him homage as to a superior. {Con 52.3}

The eye of Jesus for a moment rested upon the glory presented before Him; but He turned away and refused to look upon the entrancing spectacle. He would not endanger His steadfast integrity by dallying with the tempter. When Satan solicited homage Christ's divine indignation was aroused, and He could no longer tolerate his blasphemous assumption or even permit him to remain in His presence. Here Christ exercised His divine authority and commanded Satan to desist. "Get thee hence, Satan: for it is written, Thou shalt worship the Lord thy God, and him only shalt thou serve." {Con 52.4}

Satan, in his pride and arrogance, had declared himself to be the rightful and permanent ruler of the world, the possessor of all its riches and glory, claiming homage of all who lived in it, as if he had created the world and all things that were therein. Said he to Christ, "All this power will I give thee, and the glory of them: for that is delivered unto me; and to whomsoever I will I give it." He endeavored to make a special contract with Christ, to make over to Him at once the whole of his claim, if He would worship him. {Con 53.1}

This insult to the Creator moved the indignation of the Son of God to rebuke and dismiss him. Satan had flattered himself in his first temptation that he had so well concealed his true character and purposes that Christ did not recognize him as the fallen rebel chief whom He had conquered and expelled from heaven. The words of dismissal from Christ, "Get thee hence, Satan," evidenced that he was known from the