Conhecimento e Identidad

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FRENIA, Vol. VII-2007 109 CONOCIMIENTO E IDENTIDAD EN FERNANDO PESSOA Antonio Diéguez Psiquiatra C.S.M. Hortaleza Resumen: Se plantea una reflexión sobre los diferentes modos de explorar el problema de la identi- dad personal. La filosofía, la ciencia o la religión han venido realizando propuestas desde registros epistemológicos más o menos convencionales. El psicoanálisis, solapado con al- gunas de estas narrativas aporta elementos de indiscutible valor coincidentes con la intui- ción poética sobre el yo. Aunque se revisan de manera somera algunas de las tradiciones epistemológicas aludidas el estudio toma como referencia principal la producción poética de Fernando Pessoa. Palabras clave: poesía, filosofía, identidad, yo, Pessoa. KNOWLEDGE AND IDENTITY IN FERNANDO PESSOA Abstract: A reflection on the different ways of exploring the personal identity problems is conside- red. The philosophy, science and religion have been making proposals from more or less conventional epistemological registers. The psychoanalysis, mixed with some of these na- rratives, provides elements of indisputable value coincident with the poetic intuition on the ego. Although some of the mentioned epistemological traditions are revised in a superficial way, the study takes as main reference the poetic production of Fernando Pessoa. Key words: poetry, philosophy, identity, the ego, pessoa.

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Fernando Pessoa,Identidade,Ensaio

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  • FRENIA, Vol. VII-2007 109

    CONOCIMIENTO E IDENTIDAD EN FERNANDO PESSOA

    Antonio Diguez Psiquiatra C.S.M. Hortaleza

    Resumen:

    Se plantea una reflexin sobre los diferentes modos de explorar el problema de la identi-

    dad personal. La filosofa, la ciencia o la religin han venido realizando propuestas desde

    registros epistemolgicos ms o menos convencionales. El psicoanlisis, solapado con al-

    gunas de estas narrativas aporta elementos de indiscutible valor coincidentes con la intui-

    cin potica sobre el yo. Aunque se revisan de manera somera algunas de las tradiciones

    epistemolgicas aludidas el estudio toma como referencia principal la produccin potica

    de Fernando Pessoa.

    Palabras clave: poesa, filosofa, identidad, yo, Pessoa.

    KNOWLEDGE AND IDENTITY IN FERNANDO PESSOA

    Abstract:

    A reflection on the different ways of exploring the personal identity problems is conside-

    red. The philosophy, science and religion have been making proposals from more or less

    conventional epistemological registers. The psychoanalysis, mixed with some of these na-

    rratives, provides elements of indisputable value coincident with the poetic intuition on the

    ego. Although some of the mentioned epistemological traditions are revised in a superficial

    way, the study takes as main reference the poetic production of Fernando Pessoa.

    Key words: poetry, philosophy, identity, the ego, pessoa.

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    INTRODUCCIN

    Si partimos de la aplicacin de una mirada escptica hacia cualesquiera nocio-

    nes o presentaciones de la realidad es posible que a continuacin, llevados por un espritu pirroniano, sintamos la necesidad de proceder a algn tipo de indagacin sobre las mismas. En ese proceso podemos investigar sobre problemas ya definidos p.ej. en este trabajo se plantea la cuestin de la identidad y, desde los registros epistemolgicos habituales, buscar para ellos soluciones o respuestas, si no ms acer-tadas, quiz ms satisfactorias. Otra posibilidad, solo al alcance de inteligencias poco comunes, es formular autnticos problemas nuevos, lo que para la clarividencia pes-soana de lvaro de Campos conlleva normalmente su solucin, pues 1. Sin embargo, no debe parecernos poco am-biciosa la opcin de acometer problemas ya conocidos mediante una utilizacin dis-tinta del vocabulario con que se enuncian, de suerte que nos podamos formular preguntas sobre el problema de manera diferente. Nuevas formulaciones que nos resulten, si no ms esclarecedoras, al menos ilustrativas de la necesidad de modificar los viejos trminos en los que el problema se vena planteando. Es en esa redescrip-cin permanente, como podemos encontrarla en la complejidad de la obra de Fer-nando Pessoa donde se da la posibilidad de vislumbrar aquello que de ninguna otra manera podremos aprehender.

    Cuando el lenguaje cientfico o la reflexin filosfica han afrontado la cuestin de la identidad individual no han obtenido mejores frutos que los recogidos en el arte o en la literatura. Tambin es cierto que aunque Freud adelanta que , solo el psicoanlisis ms despojado de pretensio-nes cientifistas ofrece aproximaciones sobre el problema del yo que impactan el ima-ginario de manera comparable a como lo hacen Borges, Walt Whitman, la vertiente potica de Kierkegaard o, muy particularmente, Fernando Pessoa. En efecto, es a tra-

    1 LOURENO, E., (2006), Pessoa revisitado, lectura estructurante del drama en gente, Valencia, Pre-textos, p. 9. Esta excelente obra, as como el no menos elogiado estudio, ya clsico, del poeta Angel Crespo, recin reeditado [CRESPO, A., (2007), La vida plural de Fernando Pessoa, Barcelona, Seix Barral] cubren bien el objetivo de una cierta familiarizacin con algunos aspectos biogrficos de inters en la vida del poeta portugus y sobre todo con sus escritos, tanto los heternimos como los realizados en su propio nombre. No obstante y aunque pueda resultar obvio, al tratarse de una de las cumbres literarias del siglo XX, las referencias a los estudios sobre diferentes aspectos de su obra seran interminables. Harold Bloom reconoce en la estudiosa portuguesa Maria Irene Ramalho de Sousa Santos, a la crtica cannica de Pessoa. Por otra parte, es necesario sealar desde este primer momento que en este trabajo se ha evitado hasta donde resulta posible separar el estudio del pensamien-to y la obra del escritor de los acontecimientos reales de la vida de Fernando Pessoa, con la intencin de eludir el tan visitado gnero patogrfico. Un trabajo que, al contrario, se centra ms bien en la problemtica psiquitrica o psicopatolgica de este poeta es el de GARCA, M.X., ANGOSTO, T., (1999), Los heternimos de Fernando Pessoa y la bsqueda de la estabilidad, R.A.E.N., 69, 133-148.

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    vs de sus heternimos cmo el poeta portugus (se) responde de la nica manera po-sible, quizs, a la que se nos antoja ms complicada de las principales preguntas kan-tianas: . El psicoanlisis, y en particular J. Lacan, hace suya y fertiliza la feliz intuicin de Rimbaud, , con la que el poeta francs expres la imposibilidad de capturar el magma de identificaciones que nos constituye. Pessoa escribe a travs del filsofo Antonio Mora 2, mostrando como en tantos otros lugares de su obra la identidad como nocin necesariamente plural, ligando alteridad e identidad como anverso y reverso inseparables de un mismo perso-naje en permanente recreacin. Si la identidad nunca se puede atrapar por hallarse en cambio permanente, la alteridad tampoco, porque corren a la par. Su inevitable condi-cin contextual, contingente, y la radical circunstancialidad del yo convierten en intil el intento de plasmar una instantnea de esa imposible identidad monoltica.

    Pero, de sobra es conocido, los gigantes tambin caminan sobre los hombros de otros gigantes, y tanto en la obra del pensador francs como en la creacin potica pes-soana queda bien reflejada la enseanza hegeliana, desarrollada en la segunda seccin de Fenomenologa del espritu, sobre la autoconciencia3, en la que rechaza que yo = yo.

    EL LUGAR DEL ORCULO: POESA O METAFSICA Cuando pensamos en la metafsica, la moral o la ciencia como mbitos disciplina-

    res diferenciados encontramos que ninguno de ellos ha resuelto sus propias aspiracio-nes a dar respuestas trascendentes y universales. Sin embargo, cuando todos ellos convergen en la creacin potica despojada de cualquier pretensin de mostrar que el mundo o el yo tienen alguna suerte de naturaleza intrnseca, es probable que, paradji-camente, el resultado vaya ms all de lo esttico, si es que esto ltimo no es en s mismo trascendente. Forzando las palabras: puede haber un rastro de objetividad que satisfaga al metafsico en un ejercicio como la actividad potica nacido de la ms pura subjetividad? En parecidos trminos, Sartre se plantea el interrogante a propsito de Kierkegaard, encontrando que para el dans la paradoja consiste en que se descubre lo absoluto en lo relativo, lo universal en lo singular. Su reflexin nos resulta til para lo que iremos abordando ms adelante: 4.

    2 CRESPO (2007), p. 134. 3 HEGEL, G.W.F., (1966), Fenomenologa del espritu, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, pp. 105-139. 4 SARTRE, J.-P., (1980), El universal singular, en SARTRE, HEIDEGGER, JASPERS Y OTROS, Kierke-

    gaard vivo, Madrid, Alianza Editorial, pp. 17-49, p. 33.

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    Si el lenguaje de la metafsica, particularmente desde Nietzsche, puede resultar inadecuado, la poesa es, en cambio, el modelo de un lenguaje no objetivante, no reducido a simple instrumento de informacin. Un registro desde el que poder captu-rar los universales, la esencia, el sentido, la verdad, o bien que nos revele la vacuidad de dichas nociones. En su manifestacin ms sublime, una expresin que frente a lo simplemente bello, Kant situara en los lmites del conocimiento discursivo5.

    En Canto de m mismo (seccin 17), probablemente el poema ms importante de Walt Whitman, poeta cannico norteamericano, podemos encontrar de manera clara y sencilla esa aspiracin de trascendencia y alma del universo, la misma del metafsico:

    Estos son en verdad los pensamientos de los hombres de todas las pocas y de todos los pases:

    no son mis pensamientos originales,

    Y si no fuesen igualmente tus pensamientos, no valdran nada, o casi nada,

    Si no son el enigma y la solucin del enigma, no valen nada,

    Si no son cercanos y remotos al mismo tiempo, no valen nada,

    Esta es la hierba que brota dondequiera que hay tierra y dondequiera que hay Agua,

    Este es el aire comn que baa al globo6.

    Inaugurada por Platn7, la vieja disputa entre filosofa y poesa por el lugar del

    orculo no pudo zanjarse con Wittgenstein y Heidegger, aunque Nietzsche, su prede-cesor inmediato ms inspirado en estas lides, y muy frecuentado por Pessoa sos-pechaba que slo los poetas pueden apreciar verdaderamente la contingencia8, con lo que a la par advierte sobre el carcter inalcanzable de algn absoluto. No obstante, an aceptando esto, la ventaja del poeta es dudosa si reparamos en la tensin existente entre trascendencia y originalidad en el acto creativo (osea, entre trascendencia y acto creativo sin ms). Desde el momento en que la originalidad del poeta guarda relacin con el reconocimiento de la contingencia est sentando de manera implcita (y contra-dictoria) alguna verdad inmutable, trascendente. En otras palabras, el acto creativo supremo, que por definicin comporta originalidad, cambio, solo puede ser trascenden-te si se torna definitivo y universal, incompatible con nuevos actos creativos.

    Aunque Platn, conciliador, no haba resuelto el problema, prefiri pensar que , para as concluir que 9.

    5 GARCA MORENTE, M. (1917), La filosofa de Kant. Una introduccin a la filosofa, Madrid, Librera General de Victoriano Surez, p. 311.

    6 WHITMAN, W., (1979), Hojas de hierba, Barcelona, Organizacin editorial Novaro, p. 133. 7 GUTHRIE, W.K.C. (1990), Historia de la filosofa griega. IV. Platn. El hombre y sus dilogos: primera

    poca, Madrid, Gredos, p. 522. 8 RORTY, R., (2001), Contingencia, irona y solidaridad, Barcelona, Paids, p. 46. 9 GUTHRIE, (1990), p. 530.

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    Desde luego as lo hizo Fernando Pessoa, entregando a la creacin potica todas las oportunidades de varias vidas, o mejor, de varias existencias. Y aunque para Harold Bloom resulte criticable la poesa 10, Heidegger, que la eleva a esencia de todas las artes, sita a la poesa en su confe-rencia sobre Hlderlin nada menos que como 11. Tambin Pessoa sinti muy claramente la inspiracin filosfica: 12. La poesa como nica forma posible de manifestacin del ser, o mejor dicho, como ms ade-lante veremos del no-ser, frente a la fe o a la razn. Porque si no hay respuesta en la fe escribe en El libro del desasosiego tampoco podemos buscarla en la razn, por-que esta 13.

    Sin embargo 14. Resulta muy ilustrativa, en fin, la distincin realizada por Pessoa en tres nmeros sucesivos de A guia, bajo el ttulo La nueva poesa portuguesa desde una perpectiva psicolgica, entre la filosofa como pensamiento individual y la filosofa como pensamiento potico, tras lo que el poeta portugus sentencia: 15. Podramos aventurar que Pessoa parece estar dando aqu mayor legitimidad a la creacin producto directo de lo que el psicoanlisis denomina proceso primario, si-tundolo en la misma gnesis de la produccin potica, pues surge

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    fondo oculto del alma>16. No obstante tambin el poeta, como el filsofo, matiza ahora no solo revela sino que a la vez tambin esconde 17. En el extremo, esa imposibilidad de aspirar a algn rigor en la expresin de lo ms profundo queda bien reflejada en el apotegma de Nietzsche: 18.

    El lugar que reclama Pessoa para la poesa es el que en la cultura tradicional-mente haban ocupado la religin y la filosofa, el mismo que la Ilustracin haba reclamado para la ciencia. Aquello que los romnticos expresaban al afirmar que la imaginacin, y no la razn, es la facultad humana fundamental, defendiendo que la mejor manera de aproximarnos a la idea de que el mundo o el yo tienen o no una naturaleza intrnseca, es modificando el uso del lenguaje, jugando con el vocabula-rio, y no a travs del talento de argumentar bien.

    Tradicionalmente se ha supuesto que los filsofos, en oposicin a los poetas, ofrecen una base de nuestras obligaciones morales para con los dems, y se les ha atribuido una racionalidad consistente en ser capaces de mostrar la validez univer-sal de sus propias posiciones particulares. Sin embargo, tanto Nietzsche como Fou-cault, filsofos de obligada consulta para entender a Pessoa, reclaman los privilegios del poeta al espetarnos . Desde esa misma tradicin posmoderna y aunque Zaratustra poeta, advierte que 19, la doctrina heideggeriana nos recuerda Vattimo concibe la poesa como , porque 20.

    En este punto el planteamiento del autor de Ser y tiempo est enraizado en una tradicin crtica de la metafsica que en su presentacin ms acabada o, al menos, ms inteligible nos conduce al neopragmatismo rortyano, y que inicia sus pasos de

    16 Tiene inters, al respecto, el trabajo de GUILLAUMIN, J. (1978), La creacin artstica y la elabora-cin consciente de lo inconsciente con consideraciones particulares sobre la creacin potica, en ANZIEU, D. y otros, Psicoanlisis del genio creador, Buenos Aires, Vancu, pp. 242-275.

    17 PESSOA (2003), p. 45. 18 BLOOM (2005), p. 158. 19 NIETZSCHE, F. (2004), As hablaba Zaratustra, Bogot, Panamericana editorial, p. 139. 20 VATTIMO, G. (2000), El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenutica en la cultura posmoderna, Barcelona,

    Gedisa, 2000, p. 62. Algunos autores, como p. ej. Alain Badiou acreditan al pensamiento de Heidegger como el nico, hasta nuestros das, ; vase al respecto el reciente ensayo de LACOUE-LABARTHE, PH., (2007), Heidegger.La poltica del poema, Madrid, Trotta, p. 35.

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    manera explcita en el encuentro entre nihilismo y pragmatismo de finales del siglo XIX21. Ah, en esas mismas coordenadas filosficas est situado Pessoa, inexplica-blemente subestimado en este aspecto por algn autor como Rendueles que en el interesante captulo que le dedica en Egolatra califica como pretenciosas y triviales determinadas consideraciones del poeta portugus que en la actualidad cobran la vigencia que tuvieron hace un siglo: 22. Una posicin antiepistemolgica neta aparece en sus escritos orto y hete-ronmicos de manera tan abundante que acaba convirtindose en uno de los denominadores comunes que recorren su obra: 23.

    Pero ya nos recordaba anteriormente que, aunque con inspiracin filosfica, l es un poeta y es obvio que ese es el registro desde el que plasma de manera ptima la expresin de su pensamiento. Escribe lvaro de Campos:

    24

    21 Un estudio sobre la importancia de la filosofa neopragmatista dentro del marco de la llamada posmodernidad y tomando como referencia principal la obra de Richard Rorty, que -aunque aplicado a su influencia en el mbito de la salud mental- puede resultar ilustrativo de las posiciones antifundamentistas y relativistas pessoanas puede encontrarse en DIGUEZ, A. (e.p. ), Neopragmatismo y posmodernidad en psicoterapia, R.A.E.N.

    22 RENDUELES, G., (2004), Egolatra, Oviedo, KRK ediciones, p. 169. 23 PESSOA, F. (2007), La educacin del estoico, Barcelona, Acantilado, p. 61. 24 PESSOA, F. (2001), Un corazn de nadie. Antologa potica (1913-1935), Barcelona, Circulo de lecto-

    res, p. 427.

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    Poesa y Verdad, en fin, palabras que el incontestable Goethe quiso unidas para, desde su universalidad, nombrar lo ms personal e irrepetible, su autobiografa y de alguna manera su identidad: .

    HACIA UNA IDENTIDAD ESTTICA

    En la tradicin filosfica y literaria ilustradas asuntos ticos y estticos se entre-

    lazan de manera indiscernible cuando se trata de ese viaje al yo mismo llamado inves-tigacin de la propia identidad, mezcla tambin de ficcin y de experiencia. Junto a un yo de una pieza, claro y transparente, centrado y dotado de razn, fundamentado en el cartesiano, despierta un concepto de yo-mismo ms esttico que metafsico, que sospecha de la disarmona entre pasiones y deberes, cmo y qu disimular o mostrar, si ni l mismo se conoce? Se opta entonces por iluminar la complejidad misma de la existencia humana y de sus impulsos ms ntimos, ponien-do al descubierto un paisaje interior de inesperada variedad. El yo tiene una voz co-ral, no es uno, sino la suma mutable de muchos. Suma inexacta o imposible, como ensear el psicoanlisis en el tiempo ya de Pessoa, puesto que nunca podremos conocer un todo si no tenemos acceso a una de las partes.

    Los extraordinarios monlogos corales de Diderot anuncian la evolucin del su-jeto esttico (pos) moderno que, en algunos de sus mejores casos Hlderlin, Keats, Kierkegaard, Nietzsche, Rimbaud,.Pessoa, terminar siendo ejemplo vivo de esa imposibilidad de una identidad monoltica trascendental y de la condicin con-tingente y fragmentaria de un yo compuesto de muchas identidades. En Uno, ninguno y cien mil, Pirandello otro precursor de la nocin de sujeto posmoderno, elige como tema central la cuestin de la identidad vivida por el protagonista Vitangelo Moscarda. Sujeto de mltiples facetas, se percibe incapaz de oponerse a la imagen construida por los otros, pura apariencia: los cien mil perfiles de su persona. Ya para s era un don nadie delante de la opinin ajena. Perdido de s, no consigue oponerse a las imgenes construidas por los otros: las mscaras sociales. Sus personajes se debaten contra la tirana de la mscara social25.

    Esta composicin repugna, sin embargo, tanto al racionalismo y al idealismo trascendental como a la tradicin religiosa y metafsica, luego colisiona con las tradi-ciones fundamentales de la cultura occidental26. Por eso el sujeto potico encarna de

    25 JANOWSKI, J. C., (2003), Lo uno y lo mltiple en Fernando Pessoa. Una aproximacin desde la psicologa analtica, Tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, p. 30.

    26 Desde los estudios de Levy-Bruhl, en las primeras dcadas del siglo pasado, se conoce el carcter marcadamente cultural de la nocin de identidad. Al contrario que en nuestra civilizacin,

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    un modo especialmente intenso y radical las tensiones y paradojas del ciudadano (pos) moderno, convertido en el arquetipo de todo lo que reprueba la moral conser-vadora y de todo lo que es absurdo para el racionalismo positivo. Efectivamente, nada hay ms autnomo que un sujeto que se fabrica a s mismo, y puesto que la sociedad moderna basada en principios liberal-democrticos no puede prescindir del ideal ilustrado de autonoma, el sujeto potico se convierte simultneamente, como precursor de la autonoma y la libertad del individuo, en arquetipo de la identidad ideal (pos) moderna el nuevo hroe y en negacin o amenaza contra las conven-ciones y prcticas sociales que impiden o limitan su ideal. En vez de que exigir Kierkegaard, lo suyo es ser el uno y el otro, o cuantos ms mejor si tomamos como ejemplo los ms de setenta heternimos de Pessoa. Cierto es que tanto el filsofo existencialista como el creador del drama en gente viven como autn-ticas personalidades corales que transforman creativamente la fragmentariedad de su alma en autnticas obras de arte, vidas de artista que, si moral o psquicamente pare-cen imposibles, estticamente son muy fecundas. Ambos, modelo de sujeto maldito, condenado o bien a la soledad y la incomunicacin con sus coetneos o bien a pere-cer en los avatares de su guerra interior, sin que resulte extrao que el Occidente cristiano le asimile al demonio el de las mil apariencias y que su arquetipo trgi-co sea Fausto, seducido por la ambicin antinatural de serlo todo.

    NUEVAS PREGUNTAS SOBRE EL YO

    La indiscutible utilidad principalmente en el lenguaje coloquial de la pala-

    bra para cualquier ser humano (lo que incluye al poeta) solo es comparable a las garantas de fracaso para casi cualquier intento de descifrarla. Por lo mismo, el poeta se consagra ms a redescribirla, a reformularla y no tanto a un conocimiento de la misma. An siendo conscientes de la enorme y variada carga conceptual que acompaa al vocablo desde Freud y sus epgonos doctrinales, si pensamos en las conocidas palabras de Epicuro con las que discutiendo el temor a la muerte plantea-

    tivos escribe el intelectual francs apenas se representan al individuo en s mismo (), para el primi-tivo el sentimiento vivo interno de su persona no lleva consigo un concepto riguroso de la individualidad unitaria (). El individuo slo es l mismo a condicin de ser al mismo tiempo otro que s mismo. Bajo este nuevo aspecto, lejos de ser uno, tal como nosotros lo concebimos, es a la vez uno y varios. Es pues, por as decirlo, un verdadero . LEVY-BRUHL, L., (1985), Alma primitiva, Ma-drid, Sarpe, pp. 185 y 200. En esa misma lnea, los planteamientos narrativistas en salud mental, tan de actualidad, nos recuerdan que . Puede verse -p. ej.- en LAX, W.D., (1997), Narrativa, construccionismo social y budismo, en PAKMAN, M. (comp. ), Construcciones de la expe-riencia humana, vol. II, Barcelona, Gedisa, pp. 147-171, p. 150.

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    ba un imposible encuentro con la misma encontramos un buen ejemplo de que la pala-bra es un vocablo hueco, aqu tanto como la palabra . Por lo tanto, de acuerdo con Foucault 27. Pero precisamente por tratarse de una palabra vaca, se hace posible al ser usada su automtico rellenado con todo tipo de materiales trados, pocas veces de manera consciente, de las mltiples facetas, circunstancias, posiciones, contextos, identificaciones, etc, creando un espejismo de unidad (identidad) que, no obstante, hace imposible una autodefinicin que pretenda salvar la contingencia.

    Alguna suerte de tradicin esencialista, anclada en las races de la modernidad (o existencialista) nos ha venido presentando como ms cargada de sentido la pre-gunta que otras formulaciones sobre uno mismo cuya respuesta nos hara, quizs, ms reconocibles ante nosotros mismos. La respuesta al es imposible, o bien incompleta, acaso parcial si aceptsemos la intercalacin obliga-da de algn adverbio orientativo, p. ej. o , etc. Os-cura e insondable en cualquier caso, tal como Saramago hace que se la plantee Ricardo Reis: 28. Otras preguntas como , o admiten grados muy significativos de renuncia a la introspeccin pero podran conducirnos a resultados ms prcticos. Hasta ah lleg Ortega con el perspectivismo de su conocido , que aunque fatalmente dependiente del contexto, lo har siguiendo un 29. La dimensin intrapsquica, aqu ausente, la encontramos volvien-do al ingeniero-poeta lvaro de Campos nico heternimo que permite a Pessoa la mencin positiva de la ciencia con fines argumentativos, cuando seala que nada nos resuelve el dogma de la personalidad nica heredado del cristianismo, (que pregona hay que abolir al igual que y ):

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    sonalidades de los otros, de la inmersin en corrientes y tendencias sociales y de la fijacin de rasgos hereditarios oriundos, en su mayor parte, de fenmenos de orden colectivo. As, tanto en el presente como en el futuro y en el pasado, somos parte de los otros y los otros son parte de nosotros. Para el autosentimiento cristiano, el hom-bre ms perfecto es aquel que con mayor verdad pueda decir yo soy yo: para la ciencia, el hombre ms perfecto es el que con mayor justicia pueda decir yo soy todos los otros>30. De esta manera, Pessoa deja planteado un concepto del yo radi-calmente posmoderno, en la acepcin filosfica y si se prefiere, adems crono-lgica de esta expresin, plenamente coincidente con la que contina desarrollando el construccionismo del siglo veintiuno31.

    Podr no faltar quien con mirada de psicopatlogo califique como fronteriza la experiencia yoica pessoana, pero tampoco quienes se identifiquen con los interrogantes que subyacen a la misma. As, Voloshinov: 32.

    En este contexto, no debe resultarnos nada extrao que en las introspecciones del adolescente Mrio de S-Carneiro, mucho ms que un privilegiado interlocutor de Pessoa pueda ya encontrarse con facilidad el reconocimiento de un yo cambian-te, sujeto a la contingencia:

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    mos que cambiar en el alma y puede que tambin en el cuerpo, quin sabe segn el lugar en el

    que nos encontramos>33.

    IDENTIDAD Y UNIDAD Si nos detenemos un instante en el vocablo identidad advertiremos de inmediato

    que su uso tambin resulta problemtico. Si al preguntarme quien soy prefiero pensar en mi identidad no como un permanente proceso de autocreacin sino como algo intrnseco exclusivamente a mi persona e irrepetible, tendr que buscar esa caracters-tica nica, descartable en todos los dems seres humanos. Esa peculiaridad que, p. ej. el psicoanlisis, tras el papel estructurante jugado inicialmente por la imagen corpo-ral en la identificacin primordial (estadio del espejo), acaba situando en un singu-lar e intransferible modo de gozar34. Desde otro paradigma, no menos influyente que el anterior, la psicologa jaspersiana propugna la unidad del yo como una de las pro-piedades necesarias de la conciencia del yo frente a la conciencia de objetos35. En cambio desde el punto de vista de una psicologa de la percepcin la respuesta podra definitivamente estar en el cuerpo, que es donde Locke sita la 36, aunque de inmediato pensamos que tambin la anatoma puede ser perfecta-mente reproducible37. Por lo mismo, el autor del Ensayo sobre el entendimiento humano, acaba estableciendo la residencia de la en la conciencia misma, dando inicio a la duradera aunque algo tosca psicologa de las facultades38.

    Tras advertir la contradiccin de suponer que , Hume seal que la idea que suministra un objeto singular no es la de identidad sino la de unidad. Pero si un objeto singular no puede suminis-trar la idea de identidad, es an ms obvio que tampoco puede hacerlo una multipli-cidad de objetos diferentes. De dnde, pues, puede venir la idea de identidad? En qu puede consistir? La respuesta del filsofo britnico es que la idea de identidad es producto de un error cometido de forma natural cuando pensamos en el tiempo, osea cuando atribuimos identidad a un objeto queremos decir que el objeto existente en un momento es idntico consigo mismo en otro momento39.

    33 S-CARNEIRO, M., (2007), El cielo en llamas, Madrid, Gadir, p. 32. 34 FERNANDEZ BLANCO, M., (2006), El lenguaje del en la modernidad, (http://www_savefile.com/

    files/517277). 35 JASPERS, K., (1993), Psicopatologa general, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, p. 143-145. 36 LOCKE, J. (1994), Ensayo sobre el entendimiento humano, Santaf de Bogot, Fondo de Cultura Eco-

    nmica, p. 314. 37 En este modelo, ahora ya ni siquiera podra responderse que somos un cierto ADN. La posibi-

    lidad de la clonacin supondra el fin de la identidad como algo nico. 38 LOCKE (1994), p. 318. 39 AYER, A.J. (1988), Hume, Madrid, Alianza editorial, p. 75.

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    A.J. Ayer seala que la cuestin de la identidad personal plantea para Hume un problema que no es capaz de resolver, aunque los argumentos esgrimidos nos hacen pensar que el empirista escocs lleg hasta donde se puede en una cuestin tan pelia-guda para la filosofa. . En otros lugares de su obra afirma algo diferente por lo que Ayer seala lo antedicho como un lapsus al asegurar que . . En definitiva tambin 40. Nada que ver con la contundencia de la posicin mostrada, hacia 1930, por Freud en El males-tar en la cultura, uno de sus textos ms emblemticos: 41. Y, ya sabemos, Pessoa42.

    ACCIN, CREACIN DE S (OBRA) Y EXISTENCIA

    El poeta podra decirnos mucho acerca de la identidad si aceptamos, con Freud,

    que en los poetas tenemos a 43. Pero de la mencionada frase de Goethe con la que nos indicaba que recibe la identi-dad de sus poemas, a pesar de su autorreferencialidad, se deduce que el poeta sin el poema no es sino un simple clon mortal. Luego es la obra, la ficcin, la que otorga identidad al poeta, la que le permite crearse a s mismo. De igual forma escribe Eduardo Loureno

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    Campos son sombra de sus ficticios padres cuando es evidente precisamente lo con-trario. Alberto Caeiro, Reis, Campos, e incluso Fernando Pessoa, l mismo, slo son (qu otra cosa podran ser?) sus poemas>44. Recordemos que Foucault va an ms all cuando en su ensayo, titulado de manera significativa Qu es un autor?, po-ne en duda la existencia misma del autor, reducindolo a una pura funcin, que l llama funcin-sujeto o funcin-autor45.

    Fue Nietzsche el primero en sugerir explcitamente la exclusin de la idea de . Su definicin de la verdad como equivala a la afirmacin de que haba que abandonar la idea de por medio del lenguaje y, con ello, la idea de descubrir un contexto nico para todas las vidas humanas. l tena la esperanza plantea Rorty de que cuan-do hubisemos cado en la cuenta de que el de Platn era slo una fbula, buscaramos consuelo, en el momento de morir, no en el haber trascen-dido la condicin animal, sino en el ser esa especie peculiar de animal mortal que, al describirse a s mismo en sus propios trminos, se haba creado a s mismo. Ms exactamente, se habra creado la nica parte de s que importaba, construyendo su propia mente, osea un lenguaje propio antes de dejar que la extensin de la mente de uno sea ocupada por el lenguaje que otros seres humanos han legado46. Como dej escrito Foucault, no era otra sino esa la subjetivacin de la verdad la meta per-seguida a travs de las tcnicas estoicas del yo47. La ausencia de esa capacidad de subjetivacin necesaria para que haya proceso creativo, deviene en inexistencia, por lo que el Barn de Teive un semi-heternimo pessoano se suicida tras dejar constancia de 48.

    Si aplicamos a Pessoa las consideraciones que Rorty realiza en el segundo vo-lumen de sus Escritos filosficos acerca de 49, podemos verlo como alguien sometido a la tensin caracterstica del intelectual romntico que tam-bin es miembro de una sociedad con sus correspondientes parmetros polticos y morales. Pero mucho ms que Foucault, Pessoa piensa que aquello que los dems entenderamos como su identidad moral ni mucho menos agota su descripcin de s mismo. No piensa que su conducta hacia los dems seres humanos sea lo ms impor-tante de s mismo, no ms desde luego que su bsqueda privada de autonoma, en definitiva su conocimiento de s, su negativa a ser exhaustivamente describible en

    44 LOURENO (2006), p. 22. 45 AGAMBEN, G. (2001), Identificacin y desidentificacin de un autor llamado Jos Bergamn, Ar-

    chipilago, 46, pp. 81-87, p. 81. 46 RORTY (2001), p. 47. 47 FOUCAULT, M. (2000), Tecnologas del yo y otros textos afines, Barcelona, Paids/I.C.E.-U.A.B., p. 73. 48 Es el subttulo de La educacin del estoico, [PESSOA, (2007)]. 49 RORTY, R. (1993), Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporneos. Escritos filosficos 2, Bar-

    celona, Paids, p. 269.

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    palabras que se apliquen a otra persona distinta de s mismo. Uno y otro comparten con Blake y Baudelaire, as como con Nietzsche y Heiddeger la necesidad de tener un s mismo que es autnomo, en el sentido de estar inventado por uno mismo. En-contrar para uno mismo palabras ciertas pero antes nunca dichas y solo aplicables a s mismo. 50.

    Pero, como Rorty nos recuerda, al abandonar la nocin tradicional de verdad Nietzsche no abandon la idea de que un individuo poda hacer remontar a su origen los rastros idiosincrsicos que llevan nuestras acciones. Slo rechaz la idea de que ese remontar fuera un proceso de descubrimiento. De acuerdo con su concepcin, al alcanzar esa suerte de conocimiento de s no llegamos a conocer una verdad que est ah afuera (o aqu adentro) desde siempre. Conceba, ms bien, el conocimiento de s como una creacin de s. El proceso de llegar a conocerse a s mismo, enfrentndose a la propia contingencia, rastreando las causas, se identifica con el proceso de inven-tar un nuevo lenguaje, osea, idear algunas metforas nuevas51. Porque como bien entendi Pessoa, toda descripcin literal de la identidad de uno osea, la utilizacin de un juego heredado de lenguaje con ese propsito necesariamente fracasar. Esto puede resultar paradjico, porque habitualmente pensamos las causas como algo que se descubre y no que se inventa.

    Identificar en nosotros mismos algn tipo de esencias absolutas y perdurables en el tiempo puede resultar tan fcil o tan difcil como creer en ellas. , escribi Rimbaud. Goethe no era un escptico y sin embargo como ya hemos visto present su identidad como inseparable de su obra. Gustav Klimt, el artista del alma, nos remite casi de manera textual al pro-verbio , en uno de los escasos textos autgrafos que se le conocen, asegurando que 52. Pessoa expresa la verdad de su identidad precisamente a travs de la creacin de identidades que al ser decla-radamente ficticias, devienen reales. A travs de ellas, ponindolas en accin, des-arrollando el drama em gente, muestra algunos de sus rostros de la manera fragmentaria y sujeta a cambio permanente que ya conocemos. Criticando una con-cepcin esttica del individualismo, escribe:

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    primera funcin de la vida es la accin>53. Pero la angustia existencial, el flirteo nihilista, el escepticismo, en fin, un exceso quizs de inquietud de s, hacen que en Pessoa esa accin rara vez vaya encaminada hacia un objetivo diferente de la bsque-da de la obra, osea de la construccin de s mismo. En cambio, desde el mismo em-peo en retratar como poeta la inasibilidad del yo, su coetneo aunque no llegaran a conocerse Csar Vallejo, muestra en su escritura una clara intencin de dirigir esa necesidad de conversin de la accin personal en fruto colectivo54 .

    La obra, pues, nos da existencia. Por eso y as lo quiso Pessoa podemos decir que tan reales son Reis, Soares, Campos o Caeiro como Fernando Antonio Nogueira Pessoa. Si apartamos por un momento el yo y no confundimos existencia con consciencia, podemos pensar que no existo-para-m-mismo, sino que se existe para alguien o por alguien (de hecho todo comienza para uno porque alguien hizo algo), y que por lo tanto es la accin, la obra la que perpeta realmente nuestra exis-tencia. En este sentido Scrates o Goethe, como Mahoma o Jesucristo, representan para nosotros realidades tangibles; existen en mi mundo del mismo modo que cual-quier persona con la que me relacion de manera significativa en el pasado o interac-to en este instante. En El ao de la muerte de Ricardo Reis, este mdico-poeta y Fernando Pessoa, que haca poco tiempo haba fallecido, tienen una agradable con-versacin, gracias a Jos Saramago que en un pasaje inmediatamente anterior re-flexiona con Reis: 55. La obra, efecto de la accin, produce identidad y a travs de ella la posibilidad de una existencia trascendente, independiente de la vida biolgica.

    JE EST UN AUTRE

    56.

    No se trata aqu del testimonio ntimo de algn episodio disociativo ni de la ur-

    gente manifestacin angustiosa de una crisis de despersonalizacin que pueda zan-jarse con una sentencia psicopatolgica. Es la expresin viva y descarnada, pero sobre todo enormemente sutil de un sentimiento profundo y permanente de desasosie-

    53 PESSOA, (2007), p. 23. 54 KOVADLOFF, S. (1988), Vallejo y Pessoa: lo potico, lo poltico, Cuadernos Hispanoamericanos, 454-

    55, vol. I, pp. 87-95, p. 94. 55 SARAMAGO, (1999), p. 98. 56 PESSOA, (2002), p. 232.

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    go, una constante en la obra pessoana al situarse como espectador de su identidad y no encontrar en el yo ms que una instancia de desconocimiento.

    57. No obstante, y a pesar de estas palabras del semi-heternimo Soares, bien sabe-

    mos que no fue la inhibicin el destino de los interrogantes de Pessoa. Al contrario, como su admirado Whitman intuye que 58 y sacarlas a la luz y ponerlas en juego ser la meta de su vida y origen de su existencia: 59.

    Como el yo est en el exterior es all donde hay que buscarlo para encontrarse, o

    lo que es lo mismo, para crearse. Freud seala 60. Pessoa, otorga vida propia y enriquece esos yoes parciales, reduciendo as el dficit de identidad o expandindola, segn la expresin que Rorty utiliza refirindose a los ejemplos de Hegel o del mismo Freud61.

    Si bien es cierto que en el trasfondo de cualquier anlisis genealgico siempre se encuentra el germen freudiano, la idea pessoana de una identidad plural ha sido es-tudiada a la luz de la psicologa analtica de Jung62. Sin embargo, el planteamiento

    57 Ibid. p. 268. 58 VZQUEZ, M. A., (1988), Fernando Pessoa: Identidad y diferencia, Sevilla, Editoriales andaluzas uni-

    das, p. 53. 59 PESSOA (2002), p. 517. 60 FREUD, S. (1988b), El poeta y los sueos diurnos, en Obras Completas, vol. VI, Barcelona, Orbis,

    pp. 1343-1348, p. 1347. 61 Para Rorty, el intento de algunos individuos excepcionales de convertir su vida en una obra de ar-

    te puede adoptar una de dos formas antitticas: la bsqueda de la pureza o la bsqueda de la expansin de s mismo. La vida asctica recomendada por Platn y criticada por Nietzsche es el paradigma de la prime-ra. La vida criticada por Kierkegaard es el paradigma de esta ltima. El deseo de expandirse a s mismo es el deseo de abarcar cada vez ms posibilidades, de aprender constantemente, de dedicarse por completo a la curiosidad, de concluir habiendo concebido todas las posibilidades del pasado y del futuro. Fue la meta que compartieron, por ejemplo, Sade, Byron y Hegel. De acuerdo con esta interpretacin, Freud es un defensor de esta vida esttica, la vida de una interminable curiosidad, la vida que pretende extender sus lmites en vez de encontrar su centro [vase RORTY (1993), pp. 215-216].

    62 JANOWSKI (2003).

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    de que parece entroncado de manera mucho ms obvia con el impulso lacaniano63, desarrollado en un tiempo en el que ninguna influencia directa sobre el poeta pudo ejercer el psicoanalista francs. En el marco de la tpica lacaniana, lo imaginario se define como el lugar del yo por excelencia, co-mo un 64. Lacan explica que lo que produce el efecto de alienacin del sujeto es el hecho de que el Yo se forme por una serie de identificaciones con imagos, manejando as este concepto que toma prestado de Jung65, quien lo introdujera en 1912, coincidien-do plenamente ahora s con el despliegue de la produccin pessoana.

    El neologismo extimidad, existente ya en Lacan, recibe un tratamiento bastante enriquecedor conceptualmente por parte de J.-A. Miller, que lo convierte en una nocin menos crptica y muy til para lo que venimos tratando: 66.

    En Pessoa, la creacin heteronmica no es sino la bsqueda desde el imaginario, condenada de antemano al fracaso en su aspiracin de completud, de todos los yoes posibles, fuentes inacabables de identificaciones que nunca cristalizan en identidad. As: 67.

    Pero aunque nunca lleguen a completarla, los heternimos producen identidad, son lo xtimo del sujeto-Pessoa, 68. De esta manera en 69, la clebre frase de la carta enviada por Rimbaud a Paul Demeny el 15 de mayo de 1871, puede encontrarse un rastro comn a la inspiracin lacaniana y la intuicin del poeta de Mensagem. La huella de un yo alienado, un extrao, un yo que no pasa de ser una posibilidad, que cada vez es uno (otro) incompleto, y que la riqueza del imaginario pessoano muestra en la esencia de su multivocidad.

    63 Agradezco a Antonio Ceverino el haberme puesto sobre la pista de la importancia de los desarro-llos lacanianos para el estudio de este problema.

    64 ROUDINESCO (1998), p. 514. 65 GARRAB, J. (1996), La noche oscura del ser. Una historia de la esquizofrenia, Mxico D.F., Fondo de

    Cultura Econmica, p. 172. 66 MILLER, J.-A. (1987), Extimidad, El analiticn, pp. 13-27, p. 16-17. 67 Tomado de RENDUELES, (2004), p. 170. 68 MILLER (1987), p. 18. 69 CASADO, M. (2007), Prlogo a RIMBAUD, A., Obra potica completa, Barcelona, DVD ediciones, p. 8.