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Conocimiento Manuel Campos Havidich P01/79006/00610

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ConocimientoManuel Campos Havidich

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Índice

Introducción .............................................................................................. 5

Objetivos ..................................................................................................... 6

1. Conocimiento ..................................................................................... 7

2. Certeza ................................................................................................. 9

3. Escepticismo ....................................................................................... 11

4. Relativismo ......................................................................................... 13

5. Problemas con la propuesta cartesiana ...................................... 14

6. Internismo y externismo ................................................................ 16

7. Doctrinas internistas del conocimiento: fundamentismo ..... 17

8. Doctrinas internistas del conocimiento: coherentismo ......... 19

9. Problemas con el internismo ......................................................... 20

10. Teorías externistas del conocimiento .......................................... 21

11. Causalidad y fiabilidad ................................................................... 22

12. Teleología y conocimiento ............................................................. 24

Actividades ................................................................................................. 25

Ejercicios de autoevaluación ................................................................. 25

Solucionario ............................................................................................... 26

Bibliografía ................................................................................................ 26

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Introducción

Este último módulo didáctico se centrará en la idea de conocimiento. Puesto

que ya hemos dado una visión general de algunos de los componentes de esta

idea en los módulos anteriores, ahora estamos preparados para examinar dife-

rentes puntos de vista sobre qué es el conocimiento, desde posturas que entien-

den que el conocimiento tiene que implicar certeza –lo que nos llevará a hablar

un poco del tema del escepticismo–, a puntos de vista más contemporáneos que

se acercan a la idea de saber tanto desde perspectivas internistas, que entienden

el conocimiento como creencia justificada en términos de razones, como exter-

nistas, que se centran sobre todo en las condiciones externas al agente que tie-

nen que darse para que estemos dispuestos a decir de éste que conoce.

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Objetivos

Con este módulo didáctico se pretenden alcanzar los siguientes objetivos:

1. Familiarizar al estudiante con la caracterización clásica del conocimiento.

2. Exponer los rasgos centrales de la propuesta cartesiana sobre el saber y ver

cómo se derivan posturas escépticas y relativistas.

3. Realizar una crítica de la idea de que el conocimiento tiene que involucrar

certeza.

4. Evaluar las posturas internistas sobre el saber.

5. Caracterizar los puntos de vista externistas con especial énfasis en la pos-

tura teleológica de cariz biologicista.

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1. Conocimiento

En el módulo anterior hablamos de creencias y de cómo las justificamos.

Como sabemos, tenemos que entender las creencias como estados representa-

cionales de la mente del agente que lo ayudan a moverse por el mundo. Las

creencias nos sirven para acumular información que después podemos utilizar

cuando la necesitemos. Las creencias, como todas las representaciones, pueden

ser verdaderas o falsas. Actuar sobre la base de creencias verdaderas contribuye

al éxito del agente. Éste, por lo tanto, estará interesado en adquirir creencias que

sean verdaderas. Para hacerlo, intentará justificarlas. Como hemos visto, justifi-

car puede entenderse en principio en términos de aportar razones en favor de

la verdad de una creencia. El agente tratará, por lo tanto, de adquirir creencias

que estén justificadas al máximo.

¿Qué papel tiene el conocimiento en todo este modelo? ¿Qué es el conocimien-

to? ¿Tiene que ver con la creencia, la verdad, la justificación? Quizá la mejor

manera de acercarse a la respuesta a estas preguntas sea reflexionar sobre cuán-

do utilizamos, en situaciones ordinarias, expresiones como conocimiento, saber

y términos relacionados. Como veremos, también en este caso nos encontrare-

mos con que el uso de estos términos es ambiguo, y que tras estos términos hay

varios conceptos. Sin embargo, de momento tratamos de ver si podemos dis-

tinguir algunas de las características centrales del conocimiento.

Habitualmente decimos que la gente sabe cosas, y no sólo la gente. Pensemos

que nuestro perro sabe dónde tiene la comida y dónde está la puerta. Imaginad

que observamos la siguiente situación. Vemos que la puerta está cerrada y pre-

guntamos a alguien si lo está. Vemos que esta persona mira la puerta y nos

contesta que sí. Pues bien, sobre esta persona diremos que no sólo cree que la

puerta está cerrada, sino que lo sabe. Por lo tanto, de entrada parece que si al-

guien sabe una cosa, también tiene que creerlo. Así pues, el saber parece un

tipo de creencia. Decimos que algunas creencias constituyen saber.

¿Nos sirven todas las creencias? Imaginad que la persona del ejemplo anterior

está situada de manera que no puede ver la puerta, pero que, de hecho, la puer-

ta no está cerrada. Aun así, le parece que sí y nos lo dice. Nos encontramos,

por lo tanto, ante una situación en la que la persona tiene una creencia falsa

sobre la puerta. ¿Qué diremos entonces? ¿Diremos que sabe que la puerta está

cerrada? Parece que sería incorrecto decirlo. Parece que la persona no puede

saberlo, por mucho que lo crea, y la razón por la que no puede saberlo es por-

que no es así. Es decir, no puede saberlo porque no es cierto: la puerta no está

cerrada. Así pues, parece que no todas las creencias constituyen saber, y que

existe una condición que tienen que cumplir para que podamos considerarlas

saber. La condición es que sean ciertas, verdaderas.

Lecturas complementarias

S. Haack (1993). Evidencia e investigación. Madrid: Tecnos.R. Giere (1979). Understanding Scientific Reasoning. Holt, Rinehartand Winston, Inc.

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Sin embargo, ¿todas las creencias ciertas son saber? Cambiemos todavía una

vez más el ejemplo anterior y consideremos una situación en la que, con la

puerta cerrada, preguntamos a nuestro interlocutor si piensa que lo está, y él,

de espaldas a la puerta, sin mirarla, sin antes haberla visto cerrada y, en defi-

nitiva, sin ninguna razón para concluir que está cerrada, cree que sí lo está. En

este caso diríamos que esta persona no sabe realmente que la puerta está ce-

rrada, por mucho que lo crea y que su creencia sea correcta. Lo que parece fal-

tarle, para que podamos considerar que sabe que la puerta está cerrada, es

tener alguna justificación de lo que cree: tener razones que le hagan creer que

la puerta está cerrada.

Como sabemos del módulo anterior, la justificación de una creencia no garan-

tiza su verdad. Estar justificado en una creencia hace más probable que la creencia

sea cierta, pero una justificación puede ser correcta y, no obstante, conducir a

una creencia falsa. Por otra parte, también sabemos que la justificación, en es-

pecial cuando se trata de creencias que hemos obtenido por medio de argumen-

tos inductivos, es una cuestión de grados: una creencia puede estar más o menos

justificada. Cuanto más justificada esté una creencia, más motivos tenemos para

comprometernos con su verdad. Esto no quiere decir que a veces no nos com-

prometamos con la verdad de una creencia de manera injustificada –porque

algo ha fallado en el proceso que nos ha llevado a este compromiso. Así, una

creencia puede estar injustificada aunque sea muy firme (es decir, por muy con-

vencida que la persona esté de su corrección y de su justificación).

Así pues, necesitamos tres elementos para poder decir que sabemos algo.

Necesitamos creerlo, necesitamos que sea verdad y nuestra creencia tie-

ne que estar justificada.

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2. Certeza

El hecho de que una creencia pueda estar justificada en diferentes grados pro-

voca que nos preguntemos: ¿hasta qué punto tiene que estar justificada una

creencia para que la consideremos saber? Una de las posiciones sobre este

tema que ha tenido más influencia en la historia del pensamiento es la que

postula que sólo podemos decir que sabemos algo si lo creemos, si es cierto y,

además, si poseemos una justificación tal que hace que tengamos certeza de

su verdad. Saber, según este punto de vista, implicaría posesión de una garan-

tía de verdad.

Este punto de vista ha tenido un enorme peso en la historia de la filosofía. Una

de las razones por las que la condición de certeza parecía central era porque el

saber matemático es de tal manera que permite acceder a este tipo de garantía de

verdad. Las verdades de la matemática parecen autoevidentes y, por compara-

ción con los resultados de esta disciplina, parecía inadecuado otorgar la con-

dición de saber a todo lo que fuera menos seguro.

Quizá el representante más importante de esta línea de pensamiento es Descar-

tes. Este autor se plantea el proyecto de fundamentar el conocimiento sobre ba-

ses sólidas, y para hacerlo propone revisar, primero, hasta qué punto diferentes

candidatos que explican lo que es conocer están fundamentados en realidad.

Por ejemplo, se pregunta si el saber derivado de los sentidos es en realidad saber,

si podemos tener certeza sobre lo que vemos, tocamos, oímos, etc. La manera

como determina si tenemos certeza sobre un área determinada es planteándose

si podemos dudar de sus contenidos. Así, por ejemplo, está claro que podemos

dudar de la información que nos transmiten los sentidos. En muchas ocasiones,

los sentidos nos han engañado y no tenemos ningún motivo para pensar que

ahora no lo están haciendo.

Así pues, el criterio de justificación que utiliza Descartes es el de la indudabi-

lidad. Nada de lo que pueda dudarse es saber, y no es saber porque no es algo

de lo que tengamos certeza (no podemos tener certeza de algo si podemos du-

dar de ese algo). Además, Descartes cree que si no se puede dudar de una cosa

es porque tenemos una total certeza de ella, por lo que tiene que ser verdad.

Sobre la base del método de la duda, Descartes cuestiona todo tipo de saber,

incluido el matemático, y concluye, finalmente, que de lo único de lo que no

puede dudar es de que duda, de que piensa, de la misma actividad mental. En

todo caso, éste no es tanto el punto que aquí nos interesa como el del modelo

general del conocimiento en el que se inscribe el punto de vista cartesiano.

Este modelo, como hemos reiterado, es que no se tiene conocimiento a menos

que se tenga certeza.

Lectura complementaria

R. Descartes. Meditacions metafísiques. Barcelona: Laia.

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Este mismo tipo de modelo del conocimiento es el que predomina en toda la

epistemología clásica, y en particular entre los empiristas británicos (Locke, Hume,

Berkeley), que siguen a Descartes en la idea de que las únicas verdades que po-

demos conocer con certeza, y por lo tanto conocer realmente, son verdades

sobre nuestras experiencias internas, y no sobre el mundo externo, lo que les lle-

va a adoptar una postura escéptica sobre éste: podemos dudar de las cosas exter-

nas, por lo que no tenemos en realidad razones para creer en su existencia.

Para finalizar, y como hemos visto en el módulo anterior, el método de las

ciencias no garantiza la verdad de sus conclusiones. Se trata de un método fa-

lible. Nunca podemos tener certeza en la conclusión de un argumento induc-

tivo porque siempre existen otras explicaciones de los mismos datos sobre los

cuales se ha basado el argumento. Entonces, según el punto de vista cartesia-

no, cualquier empresa basada en el método inductivo, y en particular las cien-

cias empíricas, será una empresa cuyos resultados no podrán calificarse nunca

de saber porque nos faltará la certeza con respecto a éstos que tiene que acom-

pañar cualquier forma de conocimiento. (Descartes no se compromete con

una postura escéptica como la que hemos descrito en el último párrafo. Salva

la posibilidad de conocimiento basándose en la idea de que Dios no podría

querer engañarnos.)

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3. Escepticismo

¿Qué factor interviene para que la idea cartesiana de saber tenga tanto presti-

gio? Quizá un hecho que dé apoyo a esta idea sea que el criterio cartesiano de

certeza parece estar detrás de algunos de los usos ordinarios de la palabra saber.

Considerad el siguiente caso: si nos preguntamos si sabemos que tenemos ma-

nos sin más, todos (todos los que de hecho las tenemos, claro está) diríamos

que sí lo sabemos. Sin embargo, es fácil construir un argumento que demostra-

ra que no lo sabemos en realidad. Por ejemplo, considerad la posibilidad de que

no fueseis realmente seres humanos completos, sino simples cerebros manipu-

lados por científicos de manera que tuvierais las experiencias de un ser humano

completo (para abreviar, llamaremos a esta hipótesis la hipótesis del cerebro en el

matraz –brain in a vat, en inglés). Pensad ahora en el siguiente argumento:

Si soy un cerebro dentro de un matraz no tengo manos.

Sin embargo, no sé que no soy un cerebro dentro de un matraz.

Por lo tanto, no sé que tengo manos.

La primera premisa está clara. La segunda, parece que también: ninguno de

nosotros puede asegurar que no es un cerebro dentro de un matraz. De estas

dos premisas parece derivarse la conclusión. La conclusión contradice una

afirmación que hemos quedado que todos haríamos sin problemas: todos (los

que tenemos manos) diríamos que sabemos que tenemos manos.

Éste es un ejemplo típico del argumento escéptico tradicional –lo que utiliza-

mos, por ejemplo, para argumentar contra la existencia del mundo externo.

¿Por qué resulta tan convincente? Pues bien, es un argumento que claramente

utiliza en la segunda premisa una idea de saber que involucra certeza. No sa-

bemos que no somos un cerebro dentro de un matraz porque no estamos se-

guros de no serlo, no tenemos certeza de ello. Para explicarlo en términos

cartesianos, podemos dudar de que no seamos cerebros dentro de matraces. En

cambio, antes del argumento estábamos dispuestos a aceptar sin ningún pro-

blema que sabemos que tenemos manos. ¿Cómo es posible?

Bien, parece claro que al aceptar que sabemos que tenemos manos utilizamos

otro concepto de saber, uno que no exige certeza. Así pues, parece que lo que

pasa en este caso es que utilizamos dos conceptos de saber diferentes en un

mismo argumento y, como consecuencia, llegamos a conclusiones paradóji-

cas. El punto que conviene enfatizar en este caso es que el concepto cartesiano

es uno que utilizamos de forma ordinaria, por ejemplo cuando aceptamos la

segunda premisa del anterior argumento. Este hecho es quizá una de las razo-

Lectura complementaria

H. Putnam (1981). Reason, Truth and History. Cambridge: Cambridge University Press.

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nes por las que el punto de vista escéptico ha tenido tanta fuerza, porque se

basa en un concepto de saber que utilizamos habitualmente. Si no estamos se-

guros de algo no podemos decir que lo sabemos, y si podemos dudar de algo

es que no estamos seguros de ello. Por lo tanto, no sabemos nada.

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4. Relativismo

El punto de vista escéptico que, como hemos visto, presupone un concepto de

saber que involucra la idea de certeza ha sido enfatizado por las posiciones re-

lativistas contemporáneas que, por una parte, parecen aceptar, de manera un

poco sorprendente, la presuposición de certeza, cartesiana y, por otra parte,

tienen como objetivo argumentar que el conocimiento del mundo es imposi-

ble y, en particular, que la ciencia es una empresa ilegítima que bajo la preten-

sión de un acceso neutro a la estructura de la realidad sólo esconde intereses

económicos y políticos. Los relativistas se basan en resultados conocidos y acep-

tados universalmente para extraer conclusiones que prueban el carácter ilegíti-

mo de la empresa científica.

Así, por ejemplo, prueban que no podemos tener conocimiento del mundo so-

bre la base de los hechos aceptados de que nuestro conocimiento del mundo

se produce de forma inductiva, y que los resultados de método inductivo son

siempre falibles. Si una explicación obtenida inductivamente es falible, enton-

ces no podemos estar seguros de la misma: en realidad, podría ser incorrecta.

Por lo tanto, esta explicación no puede constituir realmente conocimiento del

mundo. La evidencia que tenemos sobre cómo es el mundo es siempre com-

patible con diferentes explicaciones. Por lo tanto, no podemos tener una total

seguridad de que ninguna de estas teorías sea la correcta. Por lo tanto, no po-

demos conocer realmente el mundo.

Por otro lado, tampoco podemos probar nunca que una explicación sea inco-

rrecta. Para hacerlo tendríamos que derivar predicciones que después no se

cumplieran; es decir, comprobar en el ámbito empírico que la explicación no

funciona. Sin embargo, como sabemos, las predicciones no se derivan normal-

mente de un modelo aislado, sino de la combinación del modelo con otras te-

sis ya aceptadas. Que una predicción sea fallida no se puede cargar de manera

exclusiva al modelo explicativo bajo contrastación. Por lo tanto, no se puede

probar que este modelo sea falso.

En definitiva, ni la ciencia sirve para probar la verdad de las explicaciones que

fabrica ni su falsedad, lo que demuestra su carácter de impostura.

Lectura complementaria

L. Laudan. La ciencia y el relativismo. Madrid: Alianza Editorial.

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5. Problemas con la propuesta cartesiana

La noción cartesiana de conocimiento, aunque parezca coincidir con una de

las formas ordinarias de entender este término, no es la única y no es, posible-

mente, la más interesante desde el punto de vista teórico: no parece ser la que

nos permite entender la realidad que nos rodea de la mejor forma posible.

Por una parte, acepta la idea de que certeza, indudabilidad, implica verdad. Es

decir, relaciona de una manera inadecuada una noción psicológica con una no-

ción semántica, cuando éstas parecen ser independientes. Si es verdad lo que

hemos visto en módulos anteriores, la noción de verdad es independiente por

completo de nociones psicológicas como pueden ser la de certeza o la de indu-

dabilidad. Que tengamos certeza sobre algo no implica que ese algo sea cierto.

Que lo sea depende sólo de cómo es el mundo y no de nuestra imposibilidad

de duda. Certeza e indudabilidad dependen de nuestras capacidades cognitivas,

y nadie ha demostrado hasta ahora que éstas se ejerzan de ninguna manera de

forma infalible. De hecho, éstas son limitadas, de manera que no existe ninguna

garantía de que el hecho de que algo sea indudable garantice que sea verdad.

Por ejemplo, recordemos que no puede haber ningún método ampliativo de

razonamiento del tipo que se aplican en ciencia y, en general, en el conoci-

miento del mundo externo, que garantice la verdad de sus resultados. La argu-

mentación ampliativa va de premisas a conclusiones con más información.

No importa la cantidad de evidencia en favor de una conclusión, ésta siempre

puede resultar falsa. En suma, no existe conocimiento infalible del mundo.

Por otro lado, que podamos dudar de algo no quiere decir que no sepamos ese

algo. Como mínimo, existe una noción de saber de uso habitual que no impli-

ca certeza o indudabilidad. De hecho, yo diría que ésta es la noción de uso más

frecuente. Es la que antes hemos utilizado cuando hemos juzgado que sabe-

mos que tenemos manos, y la que utilizamos en la mayoría de las adscripcio-

nes de saber que usamos en la vida diaria, desde cuando decimos que sabemos

dónde están las llaves a cuando decimos que el gato sabe que llueve. En parti-

cular, la propuesta cartesiana descarta como saber la ciencia, dado que, como

acabamos de ver, no existe ningún método de justificación científico que ga-

rantice la verdad de sus resultados.

Si aceptamos la propuesta cartesiana, tenemos que concluir, por lo tanto, que

no sabemos la mayoría de las cosas que creemos que sabemos. De hecho, no

sabemos casi nada. En este sentido, el concepto cartesiano de saber está muy

alejado de nuestra práctica ordinaria mayoritaria de uso del término saber y tér-

minos relacionados. El criterio de certeza parece en general un criterio excesi-

vo. Pensad en las atribuciones de saber que normalmente hacemos de la gente

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y los animales con los que nos relacionamos. ¿Qué es lo que parece haber tras

estas atribuciones? ¿A qué tipo de fenómeno nos referimos? De lo que se trata

ahora es de ver si podemos encontrar un concepto alternativo de saber que no

implique el criterio de certeza y que responda de forma más fiel a las adscrip-

ciones ordinarias de saber. Queremos un concepto más próximo al uso ordi-

nario y más teóricamente fructífero que el cartesiano. Y, de hecho, este último

ya hace tiempo que ha sido abandonado como centro de reflexión en teoría

del conocimiento.

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6. Internismo y externismo

Las propuestas teóricas contemporáneas sobre la idea de saber abandonan el

criterio de certeza de la epistemología cartesiana predominante durante tanto

tiempo. Es decir, para estas teorías, el hecho de tener certeza sobre algo no es

una condición para saber ese algo. Sin embargo, se trata de teorías que parten

del punto de vista de que la idea de conocimiento puede analizarse en térmi-

nos de los conceptos de creencia, verdad y justificación, tal como hemos visto

al principio de este módulo.

Para entender mejor esta distinción entre internismo y externismo, pensad en

el hecho de cómo podemos saber si alguien cree que el ordenador está encen-

dido. Por ejemplo, podemos preguntarle si lo cree. Sin embargo, nunca lo sa-

bremos de la manera que él lo sabe: él tiene un acceso directo a su saber sobre

el hecho de que el ordenador está encendido que nosotros no podemos com-

partir. Según el punto de vista internista sobre el saber, la justificación tiene

que producirse en términos de razones que son internas al agente, en el senti-

do de que son directamente accesibles a éste. En cambio, según un punto de

vista externista, la explicación sobre en qué consiste el saber tiene que darse

en términos de características externas al agente: el agente sabe si satisface

ciertas condiciones a las que no tiene por qué tener acceso directo.

Podemos dividir estas teorías en dos grandes grupos. Por un lado, se en-

cuentran las teorías internistas del saber, según las cuales la justificación

del saber es interna, es decir, se da en términos de razones directamente

accesibles al agente –razones que el agente podría aducir como propias–.

Por el otro, están las teorías externistas, según las cuales la única forma

de entender en qué consiste justificar una conclusión es recurrir a facto-

res externos que nos expliquen cómo se genera el conocimiento. Estos

factores no tienen que ser accesibles al agente en forma de razones y, de

hecho, éste puede desconocerlos por completo.

Lecturas complementarias

A.C. Grayling (1995). Philosophy. Oxford: Oxford University Press.S. Haack (1993). Evidencia e investigación. Madrid: Tecnos.

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7. Doctrinas internistas del conocimiento: fundamentismo

Como decíamos, las teorías internistas del conocimiento se basan en la idea

de que la justificación tiene que darse en términos de razones directamente ac-

cesibles al agente (es decir, accesibles de la manera como tenemos acceso a

nuestros pensamientos o a nuestras percepciones).

Podemos distinguir dos tipos de teorías internistas: fundamentismo y cohe-

rentismo. El fundamentismo se caracteriza por la idea de que existen dos tipos

de creencias: fundamentadoras y no fundamentadoras. Las primeras creencias

no reciben su justificación de otras creencias, es decir, no son la conclusión de

argumentos que tengan como premisas otras creencias. Entre éstas se encuen-

tran, de manera central, las creencias sobre las cosas que percibimos. Las

creencias no fundamentadoras, por otra parte, están justificadas en términos

de otras creencias.

Existen problemas con la propuesta internista que conciernen a cada uno de

este tipo de creencias. Por una parte, tenemos las creencias fundamentadoras.

¿Cuál es su justificación? La respuesta usual es que estas creencias son autovi-

dentes, que se justifican a sí mismas. Sin embargo, no está muy claro en qué

podría consistir esto, excepto quizá en el hecho de que simplemente existen

creencias cuya posesión implica su verdad. Sin embargo, la existencia de es-

tas creencias es muy problemática. Lo es en especial por el caso de las creencias

perceptivas, dado que sabemos por experiencia cómo pueden engañarnos los

sentidos (y naturalmente las creencias sobre lo que podemos percibir son im-

portantes candidatas a ser creencias fundamentadoras de nuestro conocimien-

to sobre el mundo externo).

Por otra lado, tenemos la cuestión de cómo se justifican las creencias no funda-

mentadoras. En esencia, el problema deriva aquí de la justificación inductiva

que, como sabemos, es un tipo de justificación falible: la verdad de las premisas

de un argumento inductivo correcto no garantiza la verdad de su conclusión.

En particular, como hemos visto, la inclusión de nueva información puede pro-

vocar la variación de la conclusión de un argumento inductivo: puede contra-

rrestar la evidencia que hasta entonces se tenía en favor de la conclusión

(recordemos el ejemplo de las esmeraldas del módulo anterior).

Por lo tanto, parece que la propuesta del fundamentista falla por el problema

de la existencia de creencias fundamentadoras, sobre todo de cariz perceptivo,

cuya autojustificación no es obvia, y porque no podemos decir que las creen-

cias fundamentadoras, en el caso de argumentos inductivos, estén en realidad

justificadas sólo en términos de un conjunto de creencias fundamentadoras,

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sino que necesitamos la condición añadida de que no haya otra evidencia que

contrarreste la suministrada por este conjunto –como mínimo en el ámbito

del resto de las creencias que tiene el agente. Esta condición añadida es incom-

patible con la idea de los fundamentistas de que la justificación de las creencias

no fundamentadoras se produce sólo en términos de creencias fundamenta-

doras; el problema relacionado con la justificación inductiva implicaría que,

aparte de creencias fundamentadoras, la justificación de una creencia no fun-

damentadora dependería de la ausencia de evidencia negativa.

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8. Doctrinas internistas del conocimiento: coherentismo

La situación anterior nos lleva al coherentismo. Según este punto de vista, sólo

existe un tipo de justificación para las creencias: la justificación sobre la base

de otras creencias; una creencia está justificada si es coherente con el resto de

las creencias que tenemos. Sin embargo, ¿cómo puede entenderse esta cohe-

rencia? Parece que tenemos que entenderla involucrando dos elementos. Por

una parte, parece que el resto de las creencias que tenemos –o una parte de este

resto– debería constituir evidencia en favor de la creencia que se pretende jus-

tificar. Por otra parte, en el seno del resto de las creencias debe darse una au-

sencia de evidencia que pueda contrarrestar la evidencia positiva en favor de

la creencia que se intenta justificar.

Así, por ejemplo, consideremos el caso de una creencia como la creencia de que

el libro que tenemos al lado es amarillo. Podemos fundamentar positivamente

esta creencia sobre la base de la evidencia perceptiva, creemos que es amarillo

porque creemos que lo vemos y que vemos que es amarillo. Sin embargo, según

el coherentismo, este tipo de evidencia no es suficiente para fundamentar nues-

tra creencia, dado que es contrarrestable en términos del hecho de que, por

ejemplo, podríamos estar soñando que vemos un libro amarillo. Por lo tanto, es

preciso que consideremos si no tenemos ninguna evidencia negativa que pueda

contrarrestar la mencionada evidencia positiva; por ejemplo, si podemos en-

contrar evidencia en favor de la idea de que soñamos. Si no podemos encontrar-

la y no podemos, por lo tanto, contrarrestar la evidencia positiva, puede

concluirse que sabemos que tenemos al lado un libro amarillo.

Por lo tanto, el coherentismo tiene en cuenta la posibilidad de existencia de

evidencia negativa. Además, no presupone la existencia de las problemáticas

creencias fundamentadoras: para esta teoría, toda creencia tiene que justificar-

se en términos del resto de las creencias que tiene el agente.

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9. Problemas con el internismo

Podemos mencionar dos tipos de problemas con las propuestas internistas. Por

una parte, tenemos el problema de cómo justificar la percepción, a la que ya

hemos hecho referencia en el módulo anterior. Según los modelos internistas

del conocimiento, la justificación se produce siempre en términos de razones.

Por otro lado, está claro que la percepción es la base causal sobre la que se ge-

neran nuestras creencias. No obstante, no se puede hablar de nuestros estados

perceptivos como si fueran razones. Por ejemplo, podemos decir que creemos

que al lado tenemos un libro amarillo porque creemos que lo vemos. Cuando

decimos esto, justificamos nuestra creencia de que al lado tenemos el libro en

términos de nuestra creencia de que lo vemos. Sin embargo, ¿qué justifica esta

última creencia? Está claro que lo que ha causado la idea de que vemos el libro

es nuestro estado perceptivo, pero este estado no es una creencia, no es una ra-

zón. Por decirlo en una frase: no podemos aducir el estado de nuestra retina,

de los nervios que llevan información de la retina al cerebro, etc., como justi-

ficación de nuestra creencia de que vemos el libro a nuestro lado.

Parecería, pues, que existe un momento en el que la posibilidad de suministrar

evidencia positiva se acaba, y que lo que hay más allá (nuestros estados per-

ceptivos), aunque tenga un carácter representacional, no pertenece al orden

de las razones. Por otra parte, está claro que el hecho de que percibimos el libro

debería tener un papel en la explicación de por qué sabemos que tenemos el

libro al lado. Parece natural decir que parte de lo que provoca que se pueda

decir que sabemos que el libro está a nuestro lado tiene que ver con que el libro

ha causado en nosotros una serie de estados representacionales que han cul-

minado en nuestra creencia de que lo tenemos al lado.

Por otra parte, el problema con las propuestas internistas sobre lo que es co-

nocer consiste en que parecen dejar una parte de la cuestión sin contestar: ex-

plican qué es saber en términos de justificación sobre la base de razones (y no

se plantea el hecho de que podamos decir que un agente que cree de forma

justificada algo como cierto lo sepa), pero esto deja abierta la cuestión de por

qué justificar en estos términos genera conocimiento. ¿Por qué, por ejemplo,

el hecho de inferir de forma inductiva a partir de evidencia empírica genera

creencias que calificamos como conocimiento? Parecería que tuviera que ha-

ber una explicación más general de por qué determinados tipos de actividad,

como en este caso la percepción y la justificación sobre la base de razones, ge-

neran conocimiento.

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10. Teorías externistas del conocimiento

Creer es una manera de representarse el mundo. Esta capacidad se ha desarrollado

de forma evolutiva porque ha resultado ventajosa para los organismos que la

poseen. En particular, es ventajoso para un organismo adquirir estados doxás-

ticos que sean correctos –que sean verdaderos– porque esto le permite guiar su

conducta de manera adecuada a la realidad. Existen varios mecanismos de ge-

neración de estos estados doxásticos, de estas creencias. Estos mecanismos se

han señalado por su naturaleza para funcionar en determinadas condiciones.

Según este punto de vista, cuando un organismo llega a creer algo que es cierto

sobre la base de la utilización de estos mecanismos de generación de creencias

en condiciones normales, podemos decir que lo sabe.

Uno de estos mecanismos de generación de creencias es la percepción. Otro

de estos mecanismos es la derivación de creencias a partir de otras creencias

mediante algún tipo de inferencia –es decir, la justificación a partir de razones.

Sin embargo, lo que provoca que una creencia sea saber no consiste en que

esté justificada a partir de razones, sino en que se haya originado mediante al-

guno de estos mecanismos generadores de creencias (mecanismos que inclu-

yen, naturalmente, la inferencia a partir de razones).

Sería un tipo de caracterización del conocimiento como ésta la que nos permi-

tiría explicar en qué consiste justificar y por qué las reglas de inferencia lo hacen.

Las propuestas internistas no parecen ir demasiado lejos cuando se ocupan de

este tema.

Ahora bien, este tipo de caracterización sobre lo que es saber no es internista.

Decimos que un agente sabe algo no en términos del hecho de que tenga razo-

nes para creerlo, sino sobre la base del hecho de que ha llegado a creerlo basán-

dose en mecanismos generadores de creencias que han funcionado de forma

adecuada. De hecho, podría saber sin basar su saber en ninguna razón mientras

utilizara uno de estos mecanismos generadores de la manera adecuada. En efec-

to, esto es lo que parece que pasa en el caso de la percepción. Por lo tanto, se

trata de una caracterización externista del conocimiento, en términos de con-

diciones a las que el agente no tiene un acceso privilegiado, directo. De hecho,

el agente puede ser completamente ignorante sobre estas condiciones y, a pesar

de ello, saber. En cambio, en el caso de las caracterizaciones internistas del co-

nocimiento, el agente tiene que poseer las razones, no puede ignorarlas.

Así pues, parecería que sólo podemos explicar por qué llevan al conocimiento

tanto la percepción como reglas de inferencia como las inductivas, si salimos

del orden de las razones e intentamos ver el fenómeno del conocimiento desde

una perspectiva externa, como fenómeno natural.

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11. Causalidad y fiabilidad

Con el fin de solucionar problemas como los mencionados en las secciones ante-

riores nos hemos propuesto explicar qué es el conocimiento en términos no tanto

internos del agente como en términos externos, que responden a la pregunta:

¿qué condiciones se tienen que dar, aunque el agente ignore su satisfacción, para

que haya conocimiento? Según esta perspectiva externista, el conocimiento es un

fenómeno natural que depende del correcto funcionamiento de un aparato epis-

témico que incluye la percepción y cualquier otro mecanismo de generación de

creencias, y estas creencias se entienden como entidades cuya finalidad es la acu-

mulación de información correcta sobre el mundo.

La formulación más sencilla de este punto de vista externista es la llamada teo-

ría causal del conocimiento. Según esta teoría, el conocimiento es la creencia

cierta causada de una manera adecuada, donde “una manera adecuada” se en-

tiende como una manera que hace que se preserve la verdad de la creencia. Así,

por ejemplo, sabemos que tenemos un libro amarillo a nuestro lado porque el

libro está a nuestro lado y causa una cierta alteración en nuestra retina, que al

mismo tiempo provoca una determinada alteración en ciertos nervios, altera-

ción que implica que creemos que tenemos un libro amarillo a nuestro lado.

Toda esta cadena de causas y efectos es una cadena que ha preservado la ver-

dad en el siguiente sentido. El libro a nuestro lado provoca la percepción del

libro, que es una representación visual del hecho de que tenemos un libro al

lado, de manera que esta representación es verdadera. De forma similar, la

mencionada percepción causa nuestra creencia de que tenemos un libro al la-

do, que también es verdadera.

Este tipo de propuesta causal presenta dos problemas. Por una parte, no expli-

ca el conocimiento a priori, un conocimiento que no es causado por nada ex-

terno, como un libro a nuestro lado, sino que se deriva de la posesión de un

determinado aparato conceptual. Si sabemos que un tío debe tener un herma-

no, no lo sabemos porque esta creencia haya sido causada por un fenómeno

exterior que involucre a tíos y hermanos de manera que la verdad se haya pre-

servado. Lo sabemos porque sabemos lo que significa “tío”.

El otro problema surge cuando consideramos situaciones en las que la cadena

causal no es fiable. Supongamos que somos una persona con serios problemas

de vista que no podemos fiarnos de lo que creemos ver. A veces creemos que

vemos un libro amarillo a nuestro lado y no hay ninguno y, a veces, tenemos

un libro amarillo a nuestro lado y no lo vemos por más que miremos. Supon-

gamos que en una determinada ocasión el libro está a nuestro lado y lo vemos,

lo que provoca que creamos que está. En una situación como ésta, diríamos

que no sabemos que tenemos el libro al lado porque, por mucho que el libro

Lectura complementaria

R. Audi (1988). Belief, Justification and Knowledge. Wadsworth Publishing Company.

FUOC • P01/79006/00610 23 Conocimiento

haya causado nuestra creencia, la ha causado siguiendo un canal causal no fia-

ble. Creemos que tenemos el libro al lado, pero dado que no podemos fiarnos

de lo que vemos, no podemos decir que sabemos que lo tenemos.

Este tipo de problema conduce a la segunda propuesta externista de explica-

ción del fenómeno del saber. Es la teoría fiabilista del conocimiento. Según

esta teoría, sólo sabemos algo si hemos adquirido la creencia en este algo si-

guiendo un proceso fiable, es decir, un proceso que en circunstancias norma-

les tiende a preservar la verdad (y no la preserva, por casualidad, en sólo ciertas

ocasiones, como en el ejemplo anterior, en el que teníamos un déficit visual

importante). Una propuesta como ésta explicaría, además, el conocimiento a

priori dada la fiabilidad de los procesos de aprendizaje conceptual: éstos son

procesos que suelen generar creencias verdaderas, como la creencia de que

cada tío tiene un hermano.

Quizá el problema central con la propuesta fiabilista es que no explicita clara-

mente qué grado de fiabilidad debe presentar un canal para que podamos decir

que genera conocimiento. Otra manera de preguntarse por el mismo tema es

la siguiente: ¿cómo se fijan las condiciones que tienen que darse para poder

considerar la cuestión de si un canal de transmisión de información es fiable o

no? Para ilustrarlo con un ejemplo, ¿en qué medida debe ser mala mi vista para

que ésta se considere no fiable? O, dado que incluso la persona con la mejor

vista del mundo a veces puede equivocarse cuando juzga de forma visual si las

condiciones no son propicias, ¿qué condiciones son las adecuadas para deter-

minar hasta qué punto nuestra vista puede considerarse fiable? Desgraciada-

mente, las propuestas fiabilistas dejan este tipo de preguntas sin respuesta.

Lectura complementaria

R. Millikan (1990). “Seismograph Readingsfor Explaining Behavior”. Philosophy and Phenomenological Research (núm. 50).

FUOC • P01/79006/00610 24 Conocimiento

12. Teleología y conocimiento

Quizá una forma de enfrentarse con estos fenómenos es volver a pensar en el

fenómeno del conocimiento desde un punto de vista biológico. Como antes he-

mos visto, nuestro aparato cognitivo ha surgido de forma evolutiva a causa de

las ventajas que suponía para los organismos que lo poseían. Esto es cierto, en

particular, en lo que concierne a los mecanismos de generación de creencias.

Antes hemos dicho que estos mecanismos han sido diseñados por la naturaleza

para funcionar en determinadas condiciones. La propuesta teleológica consiste

en que, cuando un organismo llega a creer algo que es cierto sobre la base de la

utilización de estos mecanismos de generación de creencias en las mencionadas

condiciones, podemos decir que lo sabe. Estas condiciones son las que se han

dado cuando el mecanismo de generación de creencias ha sido fijado por la evo-

lución, las condiciones de funcionamiento normal del mecanismo.

Por lo tanto, el punto importante desde la perspectiva teleológica no es el de

la fiabilidad general de los mecanismos de fijación de creencias (aunque, na-

turalmente, la naturaleza tenderá a fijar mecanismos de transmisión de infor-

mación lo más fiables posible). Lo importante para determinar si existe saber

o no es más bien que los mecanismos de generación de creencias se ejerciten

en las condiciones que han determinado su fijación evolutiva como capacida-

des epistémicas del agente.

Así, por ejemplo, el ojo de un animal nocturno y el ojo de un animal diurno se

han fijado de forma evolutiva para funcionar en condiciones muy diferentes. El

hecho de que se den unas condiciones u otras es lo que determinará si un ojo

particular funciona de manera que sea generador de conocimiento. Un ojo de

animal diurno en condiciones de total oscuridad no generará conocimiento, de la

misma manera que no lo hará un ojo enfermo. Sin embargo, lo que determina

que no lo hagan no es su poca fiabilidad, sino que no se den las condiciones ade-

cuadas para su funcionamiento, aquéllas en las que la evolución ha fijado el tipo

particular de ojo; en el caso del ojo diurno, de que haya luz.

Finalmente, podemos enfatizar que con la postura teleológica en particular,

así como con las posturas naturalistas o externistas en general, el concepto de

justificación sobre la base de razones pierde gran parte del peso que tradicio-

nalmente ha tenido a la hora de caracterizar en qué consiste el fenómeno del

conocimiento. Como contrapartida, las posturas externistas proponen una vi-

sión más general de este fenómeno que nos permite explicar, por ejemplo, el

papel de la percepción o de la inferencia como generadoras de creencias.

FUOC • P01/79006/00610 25 Conocimiento

Actividades

1. Poned ejemplos de situaciones en las que no haya conocimiento por falta de alguna de lascondiciones tradicionales asociadas a la idea de saber.

2. ¿Podéis decir algo de lo que tengáis una certeza absoluta? ¿Creéis que el hecho de que ten-gáis esta certeza influye en que sea verdad? ¿Podéis poner un ejemplo de algo de lo que nopodáis dudar? ¿El que no podáis dudar lo hace cierto?

3. ¿Tiene razón el relativista en su crítica a la empresa científica? ¿Por qué?

4. ¿Por qué la percepción representa un problema para las propuestas internistas?

Ejercicios de autoevaluación1. ¿Por qué son tan convincentes los argumentos escépticos?

2. ¿Cuál es la postura relativista con respecto a la ciencia?

3. ¿Cuál es el problema principal con la propuesta cartesiana sobre el conocimiento?

4. ¿Cuál es la diferencia entre teorías internistas y externistas del conocimiento?

5. Según la propuesta fiabilista, ¿qué condiciones se tienen que dar para que haya saber?

6. ¿En qué se diferencia la propuesta teleológica de la fiabilista?

FUOC • P01/79006/00610 26 Conocimiento

Solucionario

1. Porque se basan en uno de los conceptos de saber que utilizamos habitualmente.

2. Que se trata de una empresa ilegítima porque no puede conseguir lo que se supone que sepropone, y es además una herramienta al servicio de intereses económicos y políticos.

3. Que propone una idea de conocimiento demasiado estricta, y como consecuencia de ellano sabríamos casi nada.

4. Las primeras se basan en la idea de que la justificación se da en términos de razones direc-tamente accesibles al agente, mientras que las segundas explican la justificación en términosde factores externos al agente.

5. Según la propuesta fiabilista, sólo se sabe algo que se ha llegado a creer siguiendo un pro-ceso fiable.

6. No explica el conocimiento en términos de fiabilidad, sino en términos de las condicionesnormales de funcionamiento del aparato cognitivo.

BibliografíaAudi, R. (1988). Belief, Justification and Knowledge. Wadsworth Publishing Company.

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Haack, S. (1993). Evidencia e investigación. Madrid: Tecnos.

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Millikan, R. (1990). “Seismograph Readings for Explaining Behavior”. Philosophy and Phe-nomenological Research (núm. 50).

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