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CONOCIMIENTO Y USO DE LAS PLANTAS MEDICINALES EN EL MUNICIPIO DE ZIPACÓN, CUNDINAMARCA ANDREA DEL PILAR RAMÍREZ QUIROGA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS CARRERA BIOLOGÍA BOGOTÁ D.C

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CONOCIMIENTO Y USO DE LAS PLANTAS MEDICINALES EN EL MUNICIPIO DE

ZIPACÓN, CUNDINAMARCA

ANDREA DEL PILAR RAMÍREZ QUIROGA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS

CARRERA BIOLOGÍA

BOGOTÁ D.C

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CONOCIMIENTO Y USO DE LAS PLANTAS MEDICINALES EN EL MUNICIPIO DE

ZIPACÓN, CUNDINAMARCA

ANDREA DEL PILAR RAMÍREZ QUIROGA

_______________________ _______________________

Dra. Ingrid Schuler Dra. Andrea Forero

Decana Académica Directora de la Carrera de Biología

Facultad de Ciencias Facultad de Ciencias

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NOTA DE ADVERTENCIA

Artículo 23 de la Resolución No 13 de Julio de 1946

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus

trabajos de tesis. Solo velará por que no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica

y por que la tesis no contenga ataques personales contra persona alguna, antes bien se vea en ellas

el anhelo de buscar la verdad y la justicia”

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1. RESUMEN

Se realizó una investigación etnobotánica en Zipacón, municipio perteneciente al departamento

de Cundinamarca, Colombia, respecto al grado de conocimiento y de uso que tienen los

habitantes sobre las plantas medicinales. Para tal efecto, se elaboró un listado de plantas

medicinales que se emplean con mayor frecuencia y se comparó el grado de conocimiento entre

los habitantes tanto de la parte rural como de la urbana. Se emplearon técnicas de entrevistas

semiestructuradas y estructuradas a conocedores especializados como curanderos y vendedores.

De las 40 entrevistas que se hicieron, la mitad fueron en el casco urbano y las restantes en la parte

rural. Por último se hizo un análisis de la información. En cuanto al grado de conocimiento se

encontró que sin importar el lugar de residencia las personas reconocen las mismas plantas como

medicinales, mientras que en cuanto al grado de uso se encontró que los habitantes del área rural

no emplean las mismas plantas medicinales que las personas del área urbana. Por otro lado se

encontró que la mayoría de las especies con las que se obtuvo la lista de referencia pertenecen a

la familia Asteraceae, Lamiaceae, Rutaceae y Apiaceae.

2. INTRODUCCIÓN

El conocimiento y uso de las plantas medicinales de las comunidades descendientes de indígenas,

se ha transformado por procesos de aculturación, de desplazamiento y de mestizaje. La

transmisión ancestral de este conocimiento se ha venido perdiendo de generación en generación,

sin embargo, este saber es aún rescatable. Es el caso de Zipacón, antiguo territorio de los Muiscas

y ahora tierra de mestizos.

El municipio de Zipacón fue asentamiento de comunidades indígenas prehispánicas (Correal y

Pinto, 1983) que dejaron un legado cultural importante para sus descendientes, dentro del cual

está las prácticas ancestrales de las plantas medicinales como herramienta terapéutica. Es

relevante enfatizar que todas las etnias indígenas de nuestro país muestran como característica

común el manejo de un sistemas médico tradicional (Zuluaga, 1992) que ha sido heredado a las

poblaciones actuales, pero también es relevante destacar que este saber se ha deteriorado por

procesos principalmente de aculturación. Y más aún, este conocimiento está grandemente

debilitado en las poblaciones que han perdido su identidad como indígena y han pasado a ser

catalogados como mestizos.

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El objetivo principal del presente estudio fue identificar el grado de conocimiento y el grado de

uso que tiene los habitantes de Zipacón sobre las plantas medicinales. Y los objetivos específicos

fueron: elaborar un listado de plantas medicinales que se emplean con mayor frecuencia y hacer

una comparación entre el grado de conocimiento y el grado de uso entre los habitantes de la parte

rural y urbana. La naturaleza del estudio es dado por los parámetros de la etnobotánica y de la

medicina popular. Este último concepto se define como “un conjunto amorfo de conocimientos

médicos que el pueblo adapta según las circunstancias históricas y culturales del momento…Su

transmisión es local y oral; no tiene una cabeza médica propiamente dicha” (Zuluaga, 122:1994b)

Etimológicamente la etnobotánica viene del griego “etnos”, pueblo o raza y de “botáne”, hierba,

definición dada por Wikipedia. Entonces, la etnobotánica es una disciplina que estudia la relación

planta- hombre, mediante el uso y manejo que éste ha dado al recurso botánico y que a través del

tiempo ha incorporado a su cultura (Ocampo et al., 1992). Otros autores, la definen con un

criterio más amplio como “la interrelación entre…botánica, antropología, química, medicina,

farma-cología, toxicología, nutrición, agronomía, ecología, evolución, sociología, lingüística,

historia y arqueología.” (Rodríguez, 5:2007)

En Colombia, los estudios etnobotánicos sobre poblaciones indígenas se inicia en 1860 con la

obra de Florentino Vezga (Zuluaga, 1994a; Gonzáles et al., s.f.). Posteriormente, entre 1980 y

2002 se han estudiado 1210 plantas y 398 plantas medicinales en comunidades indígenas por 6

autores colombianos (Forero P., 2004). También es importante mencionar investigaciones

llevadas a cabo sobre otros sectores de la población colombiana como Plantas útiles de Colombia

escrita por Enrique Pérez Arbeláez y Flora Medicinal de Colombia de Hernando García Barriga

(Gonzáles et al., s.f.)

En cuanto a las investigaciones realizadas en Cundinamarca tenemos especialmente dos trabajos

el de Bibiana González, Marcela Mora, Myriam Clavijo (encontrado en línea sin fecha), y el de

Ángela Jaramillo Gómez del 2003.

La presente investigación está organizada en varias secciones. La primera aborda la justificación

y plantamientos del problema; la segunda expone los conceptos de etnobotánica y plantas

medicinales, destacando las obras más significativas en el orden internacional, nacional y

departamental; la tercera da cuenta el objetivo general y los específicos; la cuarta describe las

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herramientas metodológicas que se emplearon en esta investigación; la quinta presenta los

resultados alcanzados; la sexta plantea algunos puntos de discusión y enumeran las conclusiones;

y finalmente, en la séptima sección se presenta la bibliografía consultada.

3. JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La etnobotánica es la ciencia que estudia la relación entre las culturas y las plantas, una de sus

ramas estudia la medicina tradicional que tiene como característica el uso de las plantas

medicinales como herramienta terapéutica (Zuluaga, 1994) ya que estas ejercen una actividad

benéfica sobre el organismo disminuyendo o neutralizando las enfermedades (Olaya & Méndez,

2003). Las plantas medicinales fueron conocidas y utilizadas en el pasado por las culturas

indígenas quienes aprendieron a servirse de ellas preparando remedios para todo tipo de dolencias

y enfermedades (La Rotta, 1986).

Este conocimiento y uso de plantas medicinales en los indígenas fue heredado a algunas

poblaciones de Colombia (Zuluaga, 1994). Es el caso de Zipacón, municipio de Cundinamarca

que fue habitado por importantes comunidades indígenas que dejaron un legado cultural en el uso

de las plantas medicinales (Correal y Pinto, 1983). Sin embargo como en muchas poblaciones del

país este legado se ha visto afectado por procesos de aculturación que han llevado a su pérdida

progresiva (La Rotta, 1986). Partiendo del hecho que el conocimiento y el uso son dos aspectos

complementarios en la medicina popular y que las plantas medicinales son esenciales para su

bienestar; es necesario analizar las transformaciones que estos aspectos han tenido a medida que

las personas cambian su contexto sociocultural, o por la validez de sus creencias disminuye, o por

el deterioro de su medio ambiente, la presente investigación busca estudiar las variaciones en el

conocimiento y uso de las plantas medicinales en los habitantes del municipio de Zipacón.

4. MARCO TEÓRICO

4.1 Etnobotánica

4.1.1 Generalidades

La historia del Viejo Mundo nos cuenta que el griego Dioscórides publicó un catálogo de 600

plantas con tales características que hoy en día la academia lo clasificaría como un trabajo

etnobotánico. Igualmente, en los siguientes siglos, otros estudiosos orientados bajo estos mismos

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parámetros publicaron nuevas obras. Sin embargo el término etnobotánica fue acuñado por

primera vez por el norteamericano John Williams Harshberger en 1896 quien definió a esta

ciencia como “el estudio de las plantas utilizadas por los primitivos aborígenes” (Zuluaga, 1994a)

Algunos científicos estudiosos de la etnobotánica han dado numerosas definiciones a esta ciencia

siempre encaminadas a la utilización de las plantas dentro de las culturas indígenas. Hoy en día

parece más apropiado hablar del estudio de las relaciones entre el hombre y los recursos

vegetales, relaciones que son producidas por el ser humano, cualquiera que sea su condición; no

solo el indígena, sino también el negro, el campesino y los habitantes de las grandes ciudades

(Zuluaga, 1994a).

La etnobotánica contempla de manera amplia el recurso vegetal utilizado por las diferentes

culturas para satisfacer distintas necesidades (Zuluaga, 1994a), es así como ésta empieza a

fragmentarse en distintas especialidades, como el estudio de las plantas usadas en artesanías, en

construcción, como alimento, como combustible, como forraje, psicotrópicas, tóxicas,

medicinales, entre otras. También se subdivide según el enfoque que tenga el especialista,

entonces podemos encontrar términos como paleoetnobotánica, arqueoetnobotánica, agro-

etnobotánica, eco-etnobotánica, tecno-etnobotánica, gastro-etnobotánica, fármaco-etnobotánica y

socio-etnobotánica.

Si bien la etnobotánica se ha aplicado en diferentes culturas y en cada cultura a estudiado los

distintos usos de las plantas, se ha encontrado que en la mayoría de los casos ha predominado el

interés sobre plantas de uso medicinal (Hill, 1965). Éstas son vegetales que tienen actividad

benéfica sobre el organismo y sirven para disminuir o neutralizar las enfermedades (Olaya &

Méndez, 2003).

Podemos concluir que la etnobotánica, específicamente la rama que estudia las plantas

medicinales, relaciona de una manera muy estrecha las áreas de las ciencias biológicas con áreas

de las ciencias de la salud y con áreas de las ciencias sociales y humanas.

4.1.2 Etnobotánica Medicinal en Colombia

La etnobotánica se inicia en Colombia con Florentino Vezga y su obra Botánica Indígena de

1860 en el que afirmaba que el conocimiento popular sobre hierbas medicinales tuvo su origen en

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el indígena e insistió en la recuperación del saber tradicional, por ser éste de capital importancia

para la medicina moderna (Zuluaga, 1994a). Sin embargo, muchos años pasaron para que la

etnobotánica llegara a ocupar un lugar entre las grandes ciencias. Ello se logró gracias al aporte

investigativo de tres importantes figuras: el padre Marcelino Castellvi, Silvio Yepes y Richard

Evans Schultes.

El padre Marcelino Castellvi fundó el Centro de Investigaciones Lingüísticas y Etnográficas de la

Amazonía Colombiana (CIELA) y publicó un trabajo sobre plantas medicinales empleadas por

los indígenas del Valle del Sibundoy; Silvio Yepes cofundador de la Sociedad Colombiana de

Etnología quien en su obra Introducción a la Etnobotánica en Colombia reconoció la importancia

del estudio de los nombres de las plantas, el folclor botánico y el simbolismo vegetal; por último

Richard Evans Shultes quien emprendió investigaciones sobre plantas usadas por los indígenas

(Zuluaga, 1994a).

Una vez estas tres figuras abrieron el camino, las investigaciones entre las diferentes

comunidades indígenas del país comenzaron a tomar fuerza hacia los años 60 (Zuluaga, 1994a).

De igual manera se comenzó a profundizar el conocimiento gracias a estudios de otras ciencias.

Es así que en el siglo XVIII se conocían ya las propiedades curativas de las plantas, su efecto

sobre el organismo y su modo de aplicación, pero se desconocían sus principios activos

(Fonnegra & Jiménez, 2006). Con el desarrollo de las teorías de la evolución y la herencia

genética, el uso del microscopio y el nacimiento de ciencias como la fitoquímica y de técnicas

como el análisis instrumental, fue posible el reconocimiento y el aislamiento de los principios

activos de muchas plantas medicinales (Fonnegra & Jiménez, 2006).

Más adelante hacia 1985 se realizó en Bogotá el Simposio Latinoamericano de Etnobotánica y en

1987 el Congreso Nacional de Etnobotánica llevado a cabo en Santa Marta, en estas se resaltó la

importancia de esta ciencia y de sus investigaciones en América Latina (Zuluaga, 1994a). Con el

avance en las investigaciones, las plantas medicinales se convirtieron en una herramienta eficaz

para el tratamiento de enfermedades, hasta adquirir el nombre de medicina tradicional (Fonnegra

& Jiménez, 2006).

En los últimos años el Ministerio de la Protección Social de Colombia ha lanzado los decretos

1524 del 12 de julio de 1990, 677 del 26 de abril de 1995, 2266 del 15 de julio de 2004 y 3553

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del 10 de octubre de 2004, en los que se han establecido los requisitos para la fabricación, envase,

almacenamiento y expendio de los productos naturales de uso terapéutico tradicional, el listado

inicial de plantas medicinales, los usos aceptados y la droga o parte de la planta de utilidad

terapéutica (Fonnegra & Jiménez, 2006).

4.1.3 Etnobotánica Medicinal en Cundinamarca

Encontramos primero cuatro tesis de grado de la Universidad Javeriana. Facultad de Enfermería,

elaboradas en 1994, cuyo eje central fue la enfermedad: Plantas medicinales, primer recurso de

las familias en la zona rural de Tena frente a las enfermedades más sentidas de Martha Patricia

Celis Reyes; Plantas medicinales, primer recurso de las familias en la zona rural de Nemocón

frente a las enfermedades más sentidas de Maria Cristina Méndez de Cuellar; Plantas

medicinales, primer recurso de las familias en la zona rural frente a las enfermedades más

sentidas en el municipio de Guatavita de Jenny Angélica Rincón Alfonso; y Plantas medicinales,

primer recurso de las familias en la zona rural de Bojacá a las enfermedades más sentidas de

Jenny Gamboa Murcia.

De la Universidad Pedagógica Nacional tenemos la obra de Bibiana González, Marcela Mora,

Myriam Clavijo, titulado Estudio Etnobótanico de las Plantas Medicinales empleadas por la

Comunidad Rural de Zaque- Municipio de Gachetá, Cundinamarca. Trabajo que fue encontrado

en línea sin fecha y digitalizado por Red Académica. Esta investigación resalta que los aportes

más significativos sobre el conocimiento de las plantas medicinales lo tienen las personas

mayores. Encontraron 71 especies y se ordenaron de acuerdo a la frecuencia de uso.

Se destaca también el trabajo de grado del 2003, de la Pontificia Universidad Javeriana, de la

carrera de Biología, Plantas medicinales en los jardines de las veredas Mancilla, la Tribuna,

Pueblo Viejo y Tierra Morada (Facatativa Cundinamarca), de Ángela Jaramillo Gómez. La

autora encontró especialistas de este saber popular como yerbateros, parteros y sobanderos que se

caracterizan por ser personas de la tercera edad. Elaboró una lista de 60 especies de plantas

medicinales.

En los últimos años el municipio de Cota se ha convertido en foco de atención por el proceso

reivindicativo y de identidad étnica que parte de está comunidad está llevando a cabo. De allí

encontramos dos investigaciones sobre nuestro interés La primera del doctor Germán Zuluaga

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titulada Investigación histórica y etnobotánica de la flora medicinal en el municipio de Cota, de

1995; y una más reciente del 2000, Caracterización biológica y cultural de la flora medicinal del

resguardo indígena de Cota Cundinamarca, es un trabajo de grado de la Universidad Javeriana,

cuyo autor es R. Forero.

4.2 Plantas Medicinales

El conocimiento y el uso de las plantas medicinales son casi tan antiguos como el mismo hombre.

El hombre poco a poco fue descubriendo las cualidades sanadoras de las plantas a través de

eventos al azar y, tal vez, de otros más experimentales. Luego comenzó a acumular este

conocimiento no solo como individuo sino como parte de una colectividad.

A raíz de la conquista española el conocimiento terapéutico tradicional se fragmentó o se

desminuyó o en casos extremos se perdió. Los grupos nativos sobrevivientes conocieron, en esa

convivencia impuesta, otras plantas medicinales, sus usos y otra manera de ver la medicina.

Luego, frente a la modernidad lo tradicional se catalogó como atrasado, inapropiado y se prefirió

la medicina institucionalizada. Ahora, en nuestros días el conocimiento sobre el uso de las plantas

medicinales se está valorando como una alternativa de sanación.

4.2.1 Formas de preparación

Teniendo en cuenta que la forma de preparación es un indicador que se usó para establecer el

grado de conocimiento, la siguiente es una información que expone Olaya & Méndez (2003) en

su guía de plantas y productos medicinales las siguientes formas de preparación, algunas de estás

se tomaron como referente para la elaboración de la encuesta

Infusión o Agua Aromática: Es la forma más sencilla de emplear las plantas medicinales. Se

prepara tomando unos gramos de la planta y añadiéndolos al agua cuando esté en punto de

ebullición; se deja reposar, se cuela y se consume.

Decocción: Es la forma más efectiva de obtener los constituyentes activos de una planta. Se

realiza colocando unos gramos de la planta en agua fría y se coloca a hervir durante un tiempo;

después se cuela. Se puede consumir fría o caliente.

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Jarabes: Son una forma de conservar las infusiones y las decocciones, añadiendo miel o azúcar.

Generalmente se calienta la misma cantidad de infusión o decocción y el endulzante, se agita, se

disuelve bien hasta tener la consistencia de almíbar, se deja enfriar y se almacena en frascos

oscuros.

Lociones: Son una mezcla a base de agua que se aplica sobre la piel como remedio para refrescar

o calmar inflamaciones o irritaciones. La preparación varía de acuerdo con la mezcla que se va a

hacer. Una loción podría incluir agua de rosas, tintura de árnica y aceite esencial de lavanda.

Ungüentos: Se usan en la piel. Su base es la vaselina o la cera de abejas, las que no son

absorbidas por la piel sino que forman una capa protectora sobre ella.

Cremas: Buscan una absorción rápida de las propiedades de las plantas. Es una mezcla de agua

con grasas o aceites. Primero se funde la cera, que puede ser de abeja, y se mezcla con agua en un

recipiente al baño maría; se añaden las hierbas y se calienta durante unas tres horas a fuego lento.

Luego se filtra y se revuelve constantemente hasta que se enfríe, por último se envasa.

Aceites de Infusión: Los ingredientes activos de las plantas se pueden extraer en aceite para

usarlos en masajes, cremas y ungüentos. Se preparan en caliente y en frío.

Los aceites de infusión en frío consisten en llenar un frasco con las flores y hojas de la planta,

luego se vierte un aceite de buena calidad hasta cubrirlo. El frasco se deja en reposo, agitando a

diario por un periodo no inferior a un mes en lugar fresco y oscuro, luego se filtra exprimiendo a

fondo la materia vegetal y se almacena.

Los aceites de infusión consisten en calentar la mezcla de aceite y planta, y se colocan a fuego, a

baño maría, después se cuela y se almacena en un lugar fresco y oscuro.

4.2.2 Acción Terapéutica

Teniendo en cuenta que la acción terapéutica es un indicador que se usó para establecer el grado

de conocimiento, la siguiente es una información que expone Fonnegra y Jiménez (2006) expone

en su libro Plantas medicinales aprobadas en Colombia las siguientes acciones terapéuticas de

las plantas medicinales, algunas de estas se incluirán en la encuesta

Analgésico: Alivia o calma el dolor, al actuar sobre los centros nerviosos.

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Antiemético: Detiene o evita las náuseas y el vómito.

Antiespasmódico: Sirve para calmar o evitar los espasmos o convulsiones.

Antiinflamatoria: Reduce las inflamaciones, oponiéndose a las reacciones orgánicas productoras

de edemas.

Antirreumático: Previene o cura las personas con reumatismo.

Antiséptico: Sustancia que previene o detiene la putrefacción o la infección.

Antiviral: Se opone al desarrollo de los virus.

Astringente: Sustancia que constriñe, seca y limpia. Disminuye la acción laxa de los intestinos.

Contrae los tejidos y las mucosas con lo cual modera las secreciones.

Carminativo: Previene la formación de gases en el tubo digestivo o contribuye a su eliminación.

Cicatrizante: Sustancia que cierra una herida; promueve o produce la cicatrización

Diurético: Sustancia que actúa favorablemente sobre los riñones, ya que tiene la virtud de

aumentar la secreción y excreción de la orina.

Emoliente: Medicamento de uso externo que tiene la propiedad de ablandar una parte inflamada.

Expectorante: Medicamento que posee la propiedad de favorecer la expulsión de secreciones,

mucosidades y flemas que se depositan en la garganta o en el aparato respiratorio, controlando así

la tos.

Febrífugo: Remedio que quita o disminuye la fiebre, y regula la frecuencia del pulso.

Fungicida: Que destruye los hongos o sus esporas.

Hepático: Ayuda a las funciones del hígado y de la vesícula biliar.

Purgante: Que actúa como laxante o purgativo sin causar irritaciones.

Sedante: Medicamento que calma o alivia dolores, excitaciones nerviosas e hiperactividad. Actúa

como calmante.

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Tónico: Remedio que fortifica o vigoriza la actividad de los órganos. Reconstituyente en los

casos de agotamiento y debilidad general

3. Área de Estudio: Geografía, Población, Vegetación y Clima

El área de estudio comprende parte del municipio de Zipacón, perteneciente al departamento de

Cundinamarca, cuya cabecera municipal está localizada a los 4° 46’ de latitud Norte y 74° 23´ de

longitud al Oeste de Greenwich, y se encuentra a una altura de 2550 sobre el nivel del mar

(Correal, 1983). El área municipal es de 53 km2 y limita con los siguientes municipios: por el

Norte con Facatativá, por el Oriente con Bojacá, por el sur con La Mesa y por el Occidente con

Anolaima. Los límites establecidos fueron dados por ordenanza 36 de 31 de julio de 1945 por el

Instituto Agustín Codazzi.

Según el censo realizado en el 2005 por el DANE Zipacón cuenta con un total de 4.916

habitantes, de los cuales 2.542 son hombres y 2.374 son mujeres.

Fuente: http://zipacon-cundinamarca.gov.co

Gran parte del territorio es montañoso, sin embargo también se encuentran algunas formas planas

(Correal y Pinto, 1983). Los cerros de la Blanca, Manjuí y Mirador son algunos de sus accidentes

geográficos (Correal y Pinto, 1983).

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En algunas áreas de Zipacón se puede diferenciar el bosque seco montañoso, cuyas condiciones

climáticas corresponden al piso térmico frío con un promedio anual de lluvias entre 500 mm y

1000 mm y temperaturas entre 12° y 18° C (Espinal & Montenegro, 1963).

Como actividades económicas tiene principalmente la agricultura, ganadería y explotación de las

minas de carbón (Correal y Pinto, 1983). Pero, según reza en la página Web del municipio, cuya

última actualización es del 22 de febrero de 2009, la economía actual esta basada en la

agricultura, la ganadería y el turismo cultural.

De acuerdo a la página Web del municipio de Zipacón, se encuentras los siguientes sitios de

interés ecológico y turístico:

• Granja ecológica Sebastopol: ubicada en la hacienda del mismo nombre en la vereda El

Chircal.

• Monte Nativo Boca del Monte: Ubicado en el sector de agua fría a un kilómetro del

centro del municipio.

• Nacedero del Río Bahamón: Vía puerto Rico.

• Laguna Verde: ubicado en la vereda Laguna Verde.

• El cerro de oro o monte de oro: Costado occidente de Zipacón en la finca La María.

• Cabalgatas Airaco: Camino al molino, es una finca que ofrece diversas posibilidades,

entre ellas hospedaje, cabalgatas, caminatas ecológicas entre otras.

• Granja ecológica Pueblo Viejo: Ubicada en la vereda del mismo nombre.

• Centro de investigación agropecuario: Se encuentra ubicado en la vereda El Chircal.

4.3 Aspecto Histórico

El municipio de Zipacón, a la llegada de los conquistadores españoles, pertenecía al territorio de

la etnia Muisca. Acerca de la denominación de ésta sociedad indígena se debe aclarar que, por la

mayoría de estudiosos, se la ha llamado Chibcha o Muisca. Sin embargo, si seguimos los datos

aportados por los cronistas como Fray Pedro Simón y Juan Rodríguez Freyle, se concluye que el

nombre más adecuado es Muisca, que quiere decir hombre o gente; mientras que el vocablo

Chibcha se refiere al nombre del idioma que hablaban (Zubiria, 1986).

Zipacón formaba parte de la confederación de Bacatá, que era la más extensa de las cinco que

conformaba la organización política social de los Muiscas. Algunas etnias caribes, que eran sus

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vecinos, “hacían frecuentes incursiones y guerras de invasión a esta región, en cuyos límites con

los panches, hacia el sur, existían sitios de vigilancia llamados “guechas” (Ochoa; 197:1983).

Zipacón era uno de ellos.

En tiempos de la conquista el área de Zipacón se destacaba como una de las guarniciones

fronterizas más importantes del territorio muisca (Correal y Pinto, 1983). Velandia (1982) se

refiere a Zipacón como una de las más importantes posesiones muiscas en la frontera con los

panches; por allí solían invadir las tierras de la Sabana.

Zipacón constituía una de las tantas plazas fuerte que tenían los muiscas, para defender al reino

de sus invasores (Correal y Pinto, 1983). Hacia 1470 los panches incursionaron sobre las

provincias de Zipacón y el municipio de Tena; estos hechos obligaron al soberano muisca

denominado Zipa, a emprender acciones militares contra estas tribus, obligándolas a replegarse

hacia sus territorios de origen (Correal y Pinto, 1983). Sin embargo, más adelante los panches

logran invadir los pueblos de Zipacón, Tibacuy, Subia y Tena. Según Restrepo (1979) “los pocos

guerreros chibcha que se atrevieron a salir en la defensa de sus hogares fueron sacrificados por

sus enemigos”. Luego, Hernán Pérez de Quesada emprendió batalla contra los panches hasta

sacarlos de ese territorio. (Correal y Pinto, 1983). Posteriormente, Gonzalo Jiménez de Quesada

comanda otra entrada para recuperar territorio muisca, junto con el Zipa (Correal y Pinto, 1983).

El pueblo de Zipacón se fundó entre 1550 y 1551, pero según Correal y Pinto (1983), el pueblo

de Zipacón se consolidó en 1601 a raíz de la construcción de la iglesia de piedra y teja de barro.

Entre los acontecimientos históricos de singular importancia ocurridos en el siglo XVIII debe

señalarse la extinción del poblado de Zipacón a fines de 1775, quedando abandonado el rancherío

y siendo agregados sus indios al pueblo de Bojacá.

El siguiente recuento histórico es dado de acuerdo a la página Web de la gobernación de

Cundinamarca:

Zipacón fue dominio de los Chibchas, quienes mantenían allí una guarnición

para espiar a los Panches, que por el Boquerón de este lado solían invadir

frecuentemente su territorio. Se dice que el Zipa acostumbraba pasar sus horas

de meditación y de tristeza allí, por lo cual se le ha dado a la palabra Zipacón el

significado de Llanto del Zipa, aunque en el diccionario Chibcha de Joaquín

Acosta Ortegón quiere decir aliado de nuestro padre.

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El poblado es de la era precolombina. Sus tierras fueron colonizadas en 1630, y

el 11 de Noviembre de 1639 se erigió en Parroquia por el arzobispo Fray

Cristóbal de Torres; fue primer párroco el bachiller Bernabé de Osorio, en 1651

le sucedió fray Jerónimo de Poveda y Másmeala, que lo fue hasta 1675, en que

lo remplazó Pedro de Urretauzqui, quien duró allí treinta y tres años.

El Padre Urretauzqui desarrolló una labor más allá de su simple mandato

espiritual en bien de la comunidad en todos sus aspectos. Intensificó las

festividades religiosas y el comercio, pues entones Zipacón era una plaza de

intercambio de Productos de la tierra fría y caliente, estableció las primeras

escuelas, dedicándose a la alfabetización de niños y adultos, organizó los bienes

de la Parroquia, especialmente sus numerosas fincas, que puso a cargo del

mayordomo don Juan Clavijo, y con su producido dotó y mejoró la Iglesia, en

la que se encuentran aún verdaderas joyas de la pintura colonial, entre estas el

cuadro de Nuestra Señora de Monguí, adquirido en 1818.

El 2 de Mayo de 1805 los cuantiosos bienes raíces de la Iglesia fueron

traspasados ante notario público al prócer de Zipacón don José Antonio Rubio.

Las gentes recuerdan hoy y consta en el folleto sobre Zipacón escrito por el

Padre Eugenio Andrade Valderrama, a don José Antonio Rubio como uno de

los primeros abanderados de la libertad de los esclavos en Colombia. Dice "Al

desaparecer sus padres, D. Pedro Rubio y Dña. Toribia León, convocó como

primogénito a sus hermanos José, Pedro, Catalino, Josefa, Joaquina, Guadalupe

y Rita, para promover la partición de los valiosos bienes heredados. Fiados en

la rectitud del hermano mayor, le otorgaron pleno poder para el reparto. Fue así

como el prócer distribuyó entre ellos tierras, ganados, alhajas y dineros,

reservándose para sí nada más que los muchos esclavos que hacían parte del

patrimonio. El reparto fue elevado a escritura pública, y a los pocos días la

familia vio con asombro como José Antonio manumitía a todos los esclavos y

se quedaba sin patrimonio alguno".

Don José Antonio Rubio nació en Zipacón en 1763 y murió en 1839.

Dice el citado folleto que en Jurisdicción de Zipacón se formaron los pueblos

de La Florida y Cachipay, hoy de Anolaima, y los de La Capilla y El Ocaso,

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que Aún le pertenecen. El padre Poveda organizó una misión en el sitio llamado

La Puerta de Cachipay, y edificó una capilla en Anatolí es hoy vereda del

municipio de La Mesa. En su jurisdicción se encuentra la Inspección

Departamental de Policía de El Ocaso, creada por Ordenanzas 25 de 1948 y 16

de 1961.

Históricamente, se destacan dos noticias sobre plantas. El uno en relación a la importancia de

Zipacón, pues, según datos arqueológicos obtenidos en un yacimiento, se encontró evidencias de

maíz asociado a grupos de agricultores tempranos del altiplano cundiboyacense, con fechas de

1320 a.C. (Correal y Pinto, 1983). El otro se refiere al uso medicinal de tres plantas de los

muiscas: la coca (Erytroxilon coca), el borrachero (Brugmancia candida) y el tabaco (Nicotiana

tabacun) (Zubiria, 133-135:1986).

5. OBJETIVOS

5.1 OBJETIVO GENERAL

Estudiar el grado de conocimiento y el grado de uso que los habitantes del área rural y urbana de

Zipacón tienen respecto a las plantas medicinales.

5.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Elaborar un listado preliminar de las plantas medicinales empleadas en el municipio de Zipacón.

Comparar el grado de conocimiento y el grado de uso que los habitantes del área urbana y rural

de Zipacón tienen sobre las plantas medicinales.

6. METODOLOGÍA

El proceso metodológico consistió en una serie de fases: de documentación, de campo, de

laboratorio y de análisis.

En la primera, se hizo una revisión bibliografía tomando como eje temático, plantas medicinales,

etnobotánica, Zipacón, Chibcha y Muisca, en la biblioteca de la Universidad Javeriana, en las

bibliotecas de Bibliored y en la Web. Es de anotar que existe un vacío en investigaciones sobre

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Zipacón, solo se encontró un estudio arqueológico de Correal y Pinto (1983) y dos brevísimos

artículos del 2003 en la Revista Colombiana de Folclor sobre Macramé y Pañolones y La Danza

del Espantapájaros de Juan Manuel Marta.

De acuerdo con la metodología expuesta por Cunningham en el 2002 se realizó una primera fase

de campo para conocer el área de estudio, los lugares y personas que podrían apoyar el trabajo

durante su desarrollo. En la segunda fase de campo se realizaron entrevistas semiestructuradas

(Cunningham, 2002) con vendedores de plantas medicinales en la plaza de mercado del casco

urbano de Zipacón, y con un medico homeópata que tiene su consultorio allí. El tema versó

sobre las plantas medicinales empleadas con mayor frecuencia, su nombre y la categoría de

acción terapéutica y de empleo. Con esta información se elaboró un listado de plantas

medicinales, se tomaron fotografías de las mismas plantas y se elaboró la lista de referencia. Las

fotografías y la lista de referencia sirvieron para apoyar el trabajo del primer y segundo objetivo.

La encuesta se aplicó a 40 personas, mujeres que fueran amas de casa, 20 del casco urbano y 20

de la parte rural de Zipacón.

El cuestionario que se aplicó estaba dividido en dos partes: la primera, se refería al grado de

conocimiento de las plantas medicinales. Las preguntas se basaron en una definición previa y

fueron de tipo dicotómico o de opción múltiple (ver Anexo 1. Parte A). La segunda parte del

cuestionario, se relacionaba con el grado de uso de las plantas medicinales. De igual forma, las

preguntas se basaron en una definición previa y fueron de tipo dicotómico (ver Anexo 1. Parte

B). Las dos partes del cuestionario se aplicaron para 24 plantas medicinales seleccionadas a partir

del listado realizado previamente.

Parámetros básicos

Grado de conocimiento: Se define como el nivel que tienen las personas sobre el conocimiento

de las plantas medicinales, independiente que usen las plantas para tratar alguna dolencia. Para la

investigación el grado de conocimiento se cuantificó teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

reconocimiento de la planta como una planta medicinal, conocimiento sobre la acción terapéutica

y sobre el modo de empleo.

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Grado de uso: Se define como la acción de aplicar o emplear las plantas medicinales para tratar

dolencias. Para la investigación se cuantificó teniendo en cuenta el número de veces que se ha

usado una planta medicinal en el último año.

7. RESULTADOS

Especies medicinales registradas

Con base en las en las entrevistas semi-estructuradas a vendedores y al médico homeópata, se

estableció una lista de 24 especies de plantas medicinales como las usadas con mayor frecuencia

(Anexo 1). En este listado están incluidas especies como Sechium edule, Chrysanthemun

parthenium, Vasconcella pubescens, Citrus limón y Aloe sp. La mayoría de las especies

pertenecen a la familia Asteraceae, Lamiaceae, Rutaceae y Apiaceae. La mayoría de especies son

foráneas e introducidas.

Grado de conocimiento

Para establecer el grado de conocimiento se tuvieron en cuenta tres variables: reconocimiento de

la planta como medicinal, acción terapéutica y modo de empleo.

En cuanto al reconocimiento de las plantas como medicinales, y según la prueba de ji cuadrada,

se encontró que no existen diferencias significativas entre las respuestas de las personas del área

rural y urbana (χ2: 15.591; g.l. 23; p: 0.87221), es decir, que sin importar el lugar de residencia

las personas reconocen las mismas plantas como medicinales.

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Figura 1. Frecuencia con la que fueron reconocidas las plantas en la zona rural y urbana.

La figura 1 muestra la primera variable, reconocimiento de las plantas medicinales, del grado de

conocimiento que tienen las personas entrevistadas tanto en la zona urbana como en la rural.

En la zona rural las plantas que se reconocieron con mayor frecuencia fueron: caléndula, limón,

papayuela; el cuarto puesto lo ocupan guatila y sábila; el quinto manzanilla y malva; el sexto

puesto lo ocupan diente de león y ortiga; y el séptimo ruda, hierbabuena y saúco. Por otro lado,

en la zona urbana las plantas que se reconocieron con mayor frecuencia fueron: caléndula y

sábila ocuparon el primer lugar; luego siguieron saúco, manzanilla; en cuarto lugar limón y

guatila; en el quinto puesto están papayuela y llantén; el sexto lo comparten ruda, hierbabuena,

mejorana, romero, ortiga, canelón, malva y verbena. Es de notar que la caléndula ocupó el primer

puesto tanto en la parte urbana como rural.

Al comparar el reconocimiento en las dos zonas, dentro de las plantas con mayor frecuencia de

reconocimiento se encuentran la caléndula, limón, papayuela, guatila, sábila y manzanilla

coinciden en las 6 más frecuentes. Es notorio que el saúco ocupó el segundo puesto en la zona

urbana, mientras en la rural el séptimo puesto.

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Figura 2. Frecuencia de la categoría acción terapéutica en la zona rural y urbana.

Para la variable acción terapéutica, la Figura 2 muestra que las categorías, analgésico y otros

fueron los más frecuentes tanto para la zona rural como la urbana. También es relevante destacar

que las dos categorías mencionadas son más frecuente en la zona urbana que en la rural. Es

notorio que la acción terapéutica diurética está ausente en la zona rural.

Figura 3. Frecuencia del modo de empleo en la zona rural y urbana.

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Para el indicador modo de empleo, la Figura 3 muestra que la categoría infusión fue la más

frecuente, seguida de la categoría otros y decocción. Las frecuencias de las categorías fueron

levemente mayores en la zona urbana con excepción en la categoría otros. Además, es notorio

que el modo de empleo en jarabe no está en la zona rural.

Grado de uso

Para establecer el grado de uso en el municipio de Zipacón se tuvieron en cuenta los siguientes

indicadores de variables: uso de la planta en forma medicinal y la intensidad de uso (veces al

año).

En cuanto al uso de las plantas como medicinales, de acuerdo a la prueba de ji cuadrada, se

encontró que si existen diferencias significativas entre las respuestas de las personas del área

rural y urbana (χ2: 46.18; g.l. 22; p: 0.0019). Es decir, que las personas del área rural no emplean

las mismas plantas medicinales que las personas del área urbana.

La Figura 4, muestra que para este indicador las plantas más usadas en la zona rural fueron,

limón, caléndula, papayuela, manzanilla, y un grupo de cinco plantas que tuvieron los mismos

valores que son: ruda, guatila, ortiga, sábila y malva. Para la zona urbana, las plantas más usadas

fueron: saúco y sábila compartieron el primer puesto; siguieron limón, caléndula, guatila,

hierbabuena, manzanilla; y finalmente, un grupo de tres plantas, ortiga, mejorana y papayuela,

tuvieron los mismos valores.

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Figura 4. Uso de las plantas en forma medicinal en la zona rural y urbana.

Al comparar el uso en la zona rural y urbana, dentro de las plantas con mayor frecuencia de

reconocimiento se encuentran el limón, caléndula, papayuela, manzanilla, guatila, ortiga y sábila

que coinciden con mayor uso en las dos zonas.

Para el indicador intensidad de uso (veces al año que se usa), la Figura 5 muestra la categoría de

1 a 90 veces como la más frecuente tanto en la zona rural como en la urbana, sin embargo la

segunda categoría más frecuente en la zona rural es la de 91 a 181 veces, mientras que en la zona

urbana es la de 273 a 365 veces y en las dos zonas la categoría menos frecuente fue la de 182 a

272 veces.

Figura 5. Número de veces de uso en la zona rural y urbana

Al comparar el número de veces en la zona rural y urbana, se observa una gran diferencia entre la

frecuencia de uso para la categoría 1 a 90 veces en la dos zonas, siendo notablemente mayor en la

zona rural, al igual que en la categoría 91 a 181 veces pero con una diferencia menor.

8. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Teniendo como base las afirmaciones de la sección anterior, a continuación se hace una serie de

consideraciones.

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Si comparamos las especies registradas en este trabajo, con las 60 especies que encontró

una tesista en Facatativa (Jaramillo, 2003), se ve que de las 24 registradas es Zipacón, hay

cuatro que están ausentes en dicho trabajo –guatila, limón, ajo y cola de caballo-. Una

posible explicación es que el ajo y el limón se compren en el mercado o que su cultivo no

sea en los jardines, lugar donde se realizó el estudio. En cuanto a la guatila, puede ser

cultivada fuera del jardín, o comprada en los mercados, o que no es considerada como una

planta medicinal; y la cola de caballo, que es silvestre, es posible que no crezca en el área

de estudio, o que sea comprada. La comparación es válida dada la cercanía de las dos

poblaciones, y por tener una historia en común ya que ambas fueron territorio muisca y

colonizadas por españoles. Al cotejar con el trabajo de González y otros (s.f.), es

interesante destacar, que la guatila y el papayuelo no están reportadas como plantas

medicinales. El limón, el ajenjo, el toronjil, la mejorana, el ajo, el romero, la ortiga, el

perejil, la borraja y la malva tampoco están dentro de las 51 plantas medicinales que

encontraron las anteriores investigadoras.

Al analizar el origen de las especies registradas, se observa que las únicas plantas

medicinales reportadas como plantas americanas son la guatila y el papayuelo. Respecto a

la guatila, según Patiño (1963), y de acuerdo a la etimología del nombre dado en México

chayote, viene de la lengua de los aztecas, dato que precisa el origen de la guatila. En

cuanto al papayuelo, el lugar de origen se sitúa en la cordillera oriental de Colombia

(Jaramillo, 2003).

Es interesante constatar que en está investigación se verificó el uso medicinal de dos

plantas de origen americano y sobre todo del papayuelo que es de origen colombiano. La

guatila, en la región de Zipacón, también es conocida como papa de pobre y cidra. Dicha

planta es usada principalmente como reguladora del colesterol, de las actividades del

corazón y como analgésico. En menor medida también se utiliza para regular la tensión

arterial. El papayuelo como planta medicinal, es usada con frecuencia en Zipacón, aunque

es mayor medida en la parte rural. Ambas partes la usan principalmente como

expectorante y en la parte rural también es empleada para aliviar la gripa, aunque en

menor medida.

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Al comparar las 24 especies de plantas registradas en la investigación con las reconocidas

en el Vademécum de las plantas medicinales en Colombia, se encontró que la guatila, el

papayuelo, el limón y la borraja no están. Es necesario ampliar el vademécum, en especial

las de origen colombiano como es el caso del papayuelo; colocar fotos de todas las

plantas, para una mejor identificación; y además agregar el lugar de origen de cada

especie.

Por otro lado, en cuanto al grado de conocimiento y específicamente, en el

reconocimiento de la planta como medicinal, se aprecia que tanto en la zona rural como

urbana las mujeres coinciden en definir las seis más frecuentes (caléndula, limón,

papayuelo, guatila, sábila y manzanilla). Si bien lo anterior nos permite deducir que las

dos zonas son muy similares, en este aspecto, también debemos ver sus diferencias, como

es el caso del saúco. Dicha planta, al ocupar el segundo puesto en la zona urbano, nos dice

que su importancia es más alta que en la zona rural, en la que ocupa el séptimo lugar.

Entonces podemos decir que en general las personas reconocen las mismas plantas como

medicinales, independiente de que ellos habiten en la zona urbana o en la zona rural. Esto

tienen sentido al considerar que existe un conocimiento tradicional sobre las plantas

medicinales acumulado por los habitantes no solo de Zipacón, sino seguramente, de toda

la región. Este cúmulo de conocimiento se ha conservado con el tiempo y se puede

apreciar que aunque las personas vivan en el zona urbana aún lo conservan. Estos

resultados refutarían la frecuente concepción de que por procesos de a-culturización el

conocimiento tradicional sobre las plantas, en este caso medicinales, se ha ido perdiendo a

medida que las personas habitan en las zonas urbanas. Está conclusión se refuerza al

analizar el modo de empleo, pues no existe una diferencia significativa.

En el punto específico de acción terapéutica, se aprecia que la categoría otros, ocupa un

lugar predominante, tanto para la zona rural como la urbana. Lo que podría implicar que

las acciones terapéuticas incluidas en la entrevista fueron insuficientes para las posibles

respuestas de las mujeres. La segunda categoría más frecuente es la categoría analgésico,

para ambas zonas, lo que lleva a pensar que el síntoma de dolor es un aspecto muy

significativo para la población encuestada. Por otro lado, cuatro categorías -otros,

analgésico, antiinflamatorio y antiséptico- del total de siete categorías, predominan más

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en la parte urbana que en la rural; la categoría expectorante es más alta en la parte rural y

la categoría cicatrizante levemente mayor en la parte rural; y la categoría diurética está

ausente en la zona rural. Entonces, podemos concluir que, en general, las mujeres de la

zona urbana tienen un mayor conocimiento de acciones terapéuticas que las de la zona

rural.

En cuanto al grado de uso, por una parte se observa que no existe similitud en cuanto al

grado de importancia de las plantas usadas en ambas zonas y tampoco existe similitud en

la frecuencia de uso. Podemos concluir que si existen diferencias significativas entre las

respuestas de las mujeres del área rural y urbana. Por otra parte los habitantes de a zona

rural usan de una manera intensiva las plantas medicinales, el 83 por ciento de la muestra

poblacional, frente al 16 por ciento de la zona urbana.

Entonces, el grado de conocimiento es semejante en las dos zonas, en contraposición al

grado de uso que es significativamente distinto debido a que las mujeres de la parte rural

practican mucho más sus conocimientos sobre plantas medicinales que las mujeres de la

parte urbana. Lo que nos lleva a inferir que la práctica de medicina tradición popular corre

más peligro de perderse en la zona urbana que en la rural.

Otra conclusión, que el reconocimiento de las plantas medicinales es independiente del

uso que las personas le dan a las mismas. Lo cual sugiere que las personas conocen una

gran variedad de plantas medicinales, pero sólo usan una pequeña proporción de éstas.

Estos resultados son muy pertinentes a la luz de la tendencia actual de incentivar el

comercio de productos derivados de las plantas medicinales, pues es evidente que aunque

las personas conozcan las propiedades medicinales de las plantas no los usan con

frecuencia. Así que cualquier programa de plantas medicinales debe comenzar por

estimular el uso efectivo de estos productos y, para ello, se debe investigar a fondo las

causas que conllevan que las personas no empleen las plantas medicinales.

Los estudios etnobotánicos se deberían incentivarse más, desde una perspectiva

interdisciplinaria y con una participación más activa de los gobiernos y de las mismas

comunidades. Si bien es cierto, como en este caso, que las mujeres de la zona rural

ejercita más su conocimiento, esto no implica la calidad del mismo, pues puede estar

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distorsionado o incompleto o errado o no se puede ejercitar porque la planta ya no existe

en la región. Estas investigaciones deberían ser a largo plazo para poder profundizar en

aspectos fundamentales como el sistema de creencias asociadas a la salud/ enfermedad; en

las practicas agrícolas; en los beneficios de la utilización de planta medicinales, para

propiciar discusiones con los habitantes, para hacer un inventario no solo de las plantas

medicinales cultivadas sino también de las silvestres y de las que se venden en los

mercados; la influencia de los medios de comunicación; y en las formas populares de

transmitir el conocimiento.

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