Conquista Yucatán II

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    “ En el Once Ahau se comienza la cuenta, porque en este

     Katún se estaba cuando llegaron los Dzules, los que

    venían de Oriente. Entonces empezó el ristianismo

    tambi!n. "or el Oriente acaba su curso #chcaansihó es el asiento del Katún.”

    (hilam $alam de huma%el )

    A partir del último cuarto del siglo XVIII, la sociedad maya se vio sometida a

    lo que Nancy . !arriss denomina “la segunda conquista” y que, en muc"os

    aspectos, tuvo e#ectos tan cruciales como la del siglo XVI. $as re#ormas %or%&nicasen las colonias que pretend'an, so%re todo, re#orar su poder y crear un dominio ms

    concreto que se tradu*ese en un #ortalecimiento de sus #inanas, inauguraron un

    nuevo asalto al orden social maya que se completar'a con la legislaci&n li%eral del

    +ico independiente. -a*o la %andera de la moderniaci&n y del ideal ilustrado de

    la igualdad y la li%ertad individual se atac& #rontalmente a cualquier estructura

    corporativa que socavase estos principios.

    $a reorganiaci&n administrativa, el levantamiento de las restricciones que

    limita%an el comercio y el ataque a cualquier instituci&n corporativa que restringiese

    el aprovec"amiento de la orona de las potencialidades econ&micas de los /einos

    de Indias constituyeron los pilares de una nueva etapa de eplotaci&n colonial,

    durante la cual el rea maya, y especialmente el 0ucatn, esta%a llamada a

    a%andonar el aislamiento y posici&n marginal que la "a%'a caracteriado. $as

    re#ormas %or%&nicas, como a#irma !arriss, rompieron las %arreas que "a%'a aislado

    al 0ucatn del resto del sistema imperial y a la ve integraron ms plenamente a los

    mayas en el r+gimen colonial local.

    !ue precisamente esta situaci&n peri#+rica y de “retraso” en el sistema

    imperial "ispnico, la que propici& la adaptaci&n de los mayas a la nueva realidad

    impuesta por la conquista, y de c&mo lograron so%revivir a las presiones

    desestructuradoras de la misma, con la concurrencia de la voluntad de resistir y de

    las condiciones espec'#icas de la implantaci&n de la sociedad indiana. 1n estesentido, la particular asimilaci&n que de la religi&n cat&lica impuesta por los

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    espa2oles, "icieron los mayas constituye uno de los elementos #undamentales de los

    laos integradores que #ueron te*iendo durante los tres siglos de dominio colonial y

    que !arriss denomina signi#icativamente “empresa colectiva de supervivencia”.

    1mpresa, que el advenimiento de una era “neocolonial” amena& #rontalmenteaunque de una manera distinta y, si se quiere, ms amenaadora aún que la llegada

    de los espa2oles en el XVI.

    uando en 3435 se inicia la conquista del 0ucatn, las "uestes de los

    onte*o tratan de implantar sus instituciones en medio de un territorio que cre'an

    repleto de metales preciosos y tam%i+n de in#ieles. Adue2arse de los unos y convertir 

    a los otros era la tarea. 6ero, a di#erencia del +ico entral, los mayas no ten'an

    una estructura imperial que pudiese dominarse rpidamente mediante el epediente

    de controlar su centro de poder. 1l territorio esta%a #ragmentado en unidades

    aut&nomas con distintos grados de co"esi&n lo que, unido a las condiciones del

    terreno, adversas a las armas y tcticas militares de los espa2oles7 as' como a la

    tena resistencia en algunas onas y la desalentadora ausencia del reclamo del oro7

    "io de la conquista una tarea intermina%le que, aunque se considera #inaliada en

    3485 tras el aplastamiento de la su%levaci&n a gran escala en las regiones central y

    oriental, no #ue completa y as' permaneci& en toda la +poca colonial.

    $a escase de recursos eporta%les y el consecuente %a*o nivel de

    inmigraci&n espa2ola, convirtieron el tri%uto y sus variantes, a trav+s del sistema de

    encomiendas en la %ase de un r+gimen colonial que, a di#erencia de las onas

    nucleares de los /einos de Indias, perdur& casi "asta el #inal de la +poca colonial.

    Iglesia y orona, a trav+s de sus agentes, y encomenderos compet'an en la

    etracci&n de %ienes, servicios, y tra%a*o de una po%laci&n sedentaria y organiada

    en una *erarqu'a social %ien de#inida, permitiendo a los espa2oles asentarse como

    se2ores sin tener que eplotar directamente el entorno #'sico ni crear una estructura

    de control pol'tico y social completamente nueva. 1s lo que !arriss denomina

    sistema de dominio indirecto que pasa%a por de*ar en manos de la +lite maya la

    administraci&n de los núcleos de po%laci&n ind'gena.

    1sto no signi#ic&, desde la perspectiva maya, un paliativo de los e#ectos

    desintegradores del dominio colonial en el orden social. 9us estructuras pol'ticas

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    #ueron #ragmentadas en comunidades aut&nomas y dentro de estas comunidades y de

    sus grupos de parentesco, la co"esi&n #ue socavada por las eigencias espa2olas y

     por los modos, coercitivos, en que estas se aplicaron. $as tensiones se o%servan no

    tanto en un en#rentamiento a%ierto

    3

    , sino en la respuesta callada y constante de la"uida de los ind'genas "acia onas #ronterias y milpas ale*adas del control espa2ol.

    on todo, la dependencia de la sociedad "ispana respecto a los ind'genas para

    su propia supervivencia *unto con la pol'tica “protectora” de la orona que en el

    0ucatn lleg& incluso a o%viar el nom%ramiento de corregidores de indios,

    determin& el mantenimiento de la *erarqu'a maya, despo*ada eso s' de cualquier 

    connotaci&n pol'tica o religiosa de la etapa anterior. 1ncargada de recaudar y

    administrar el tri%uto, administrar los %ienes comunales, dirimir los con#lictos entre

    ind'genas en el m%ito de la ca%ecera y, con el tiempo y una apropiada

    “cristianiaci&n”, adquirirn cierto papel religioso como maestros cantores y

    enca%eando las co#rad'as. :e alguna manera y con un nuevo signi#icado, la

    sociedad maya se re"io en su esquema %sico; una +lite dirigente, la de los %ata%es

    que, di#erenciados de los mace"uales, esta%an dotados de autoridad y prestigio

    dentro de sus comunidades, administrando *usticia, organiando las prestaciones y

    servicios a los espa2oles, redistri%uyendo los ecedentes y, quis lo ms decisivo

    en nuestra opini&n, e*erciendo su papel tradicional de mediadores entre lo sagrado,

    a"ora representado #undamentalmente por los santos, y el pue%lo. $a oportunidad

    que las condiciones espec'#icas y el ritmo del desarrollo de la sociedad indiana en el

    0ucatn, #ue aprovec"ada para mitigar la desestructuraci&n social y econ&mica y la

    destrucci&n de los re#erentes sim%&licos que la conquista y evangeliaci&n

    supusieron para el mundo maya. 1ste proceso no estuvo eento de con#lictos, tanto

    con los espa2oles, especialmente en la di#'cil asimilaci&n de un catolicismo

    eclusivista y %astante a%truso en algunos de sus planteamientos teol&gicos7 como

    en el interior de los nuevos agrupamientos en los que empearon a convivir mayas

    de distintas comunidades, algunas de ellas protagonistas de las end+micas guerras

    que caracteria%an el maya% pre"ispnico.

    3 $as re%eliones, como la de ane< en 3=53, #ueron escasas7 pero !arriss nos recuerda que >$as pala%ras

    y los actos de los participantes en la ?uerra de astas del siglo XIX demuestran que una importante proporci&n de los mayas yucatecos aún no se "a%'a resignado a lo que, despu+s de tres siglos, segu'an

    considerando una dominaci&n etran*era@

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    omo "emos sugerido al principio de este tra%a*o, la asimilaci&n que de la

    religi&n y el culto que impusieron los conquistadores "icieron los mayas, constituy&

    el e*e #undamental de esta reestructuraci&n del mundo maya so%re nuevos supuestos,

    aunque asentados en lo #undamental de la cosmovisi&n ind'gena. 6ara !arriss, la

    introducci&n del cristianismo produ*o una crisis ms grave que la devastaci&n de la

    guerra y la dominaci&n pol'tica. 1ig'a de ellos, incluso con coerci&n y violencia, el

    rec"ao total de lo que constitu'a el sentido del mundo y de ellos mismos como

    colectividad a cam%io de la aceptaci&n de un pu2ado de dogmas para los que no

    encontra%an acomodo en su cosmovisi&n, y de unos rituales en lo que lo único que

    se espera%a de ellos es su participaci&n pasiva y so%re los que no ten'an ningún tipo

    de control.

    Ante la pro"i%ici&n de recrear su propia "istoria, la compulsi&n de

    supervivencia condu*o a inventar #ormas ci#radas de conservaci&n de su antigua

    tradici&n campesina, entreverndolas con las tradiciones religiosas europeas. $a

    memoria ind'gena se convirti& en una memoria marginada, perseguida y

    contingente. $a conquista que%rant& el canon ind'gena que "asta entonces "a%'a de

    servido para relatar el nacimiento maravilloso del cosmos, el origen de los seres

    "umanos y la #undaci&n de los reinos. 1n su lugar, la conquista impuso la

    interpretaci&n cristiana de la "istoria y la idea de un desarrollo lineal del devenir 

    "umano.

    no de los instrumentos ms sutiles para %orrar la memoria ind'gena e

    implantar la cristiana #ue la manipulaci&n del calendario. 6oco a poco las

    #estividades ind'genas que cele%ra%an el #in de la estaci&n seca y la llegada de las

    lluvias, las #iestas de la siem%ra y la cosec"a de los granos, las ceremonias

    consagradas a la caa y la recolecci&n de #rutos, #ueron sustituidas por cele%raciones

    cristianas. $a #iesta dedicada al dios tutelar del pue%lo y a los dioses patronos del

    lina*e #ue reemplaada por la #iesta del santo patrono cristiano que se impuso al

     pue%lo.

    $os mayas tuvieron que actualiar sus mecanismos orales y visuales para

    recordar el pasado, adquirieron algunas de las t+cnicas europeas para registrar los

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    "ec"os "ist&ricos e inventaron nuevas #ormas de conmemorar sus tradiciones y

    transmitirlas a sus descendientes.

    $a p+rdida de las antiguas instituciones que conserva%an la memoria ind'gena

    llev& a los pue%los a aceptar las creencias religiosas, las normas pol'ticas y la

    organiaci&n social espa2olas, pero adaptndolas ingeniosamente a sus propias

    tradiciones. $os dioses y santos cristianos #ueron #este*ados en los pue%los ind'genas

    mediante ritos y ceremonias ancestrales. Btras veces, como en el caso de la pasi&n y

    muerte de Cesucristo en la 9emana 9anta la ceremonia cristiana se encu%ri& con ritos

    campesinos ind'genas; se trans#orm& en una #iesta que reun'a a la mayor'a de la

    gente del pue%lo, #ortalec'a su solidaridad y re#ora%a su identidad.

    1n el m%ito privado, dom+stico, el cristianismo no cre& grandes con#lictos

    entre conducta y creencia, s&lo cam%ios menores que no a#ecta%an en lo

    #undamental a la relaci&n cotidiana de los ind'genas con su entorno inmediato; la

    milpa, la en#ermedad,

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    $a Iglesia y las comunidades ind'genas, como entidades corporativas

    de#inidas *ur'dicamente, con privilegios legales epresos y grandes cantidades de

     %ienes corporativos, constituir'an uno de los o%*etivos esenciales de los

    re#ormadores primero y de sus "erederos li%erales despu+s.

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    (David Branding: Una iglesia asediada: el obispado de Michoacán, 1749-

    1810. México: Fondo de Cultura Económica, 1994

    1sta pol'tica no solamente aca%& con la aliana tradicional entre el sacerdocio

    y el imperio, sino que ena*en& a los pue%los. $a devoci&n popular, #ruto del

    catolicismo %arroco, esta%a estrec"amente relacionada con las &rdenes religiosas y

    las co#rad'as, con una religiosidad #estiva y demostrativa que re%asa%a las #ronteras

    clasistas, +tnicas y seuales. $a seculariaci&n de las parroquias y la epulsi&n de

    los *esuitas #ueron prolongadas por la di#usi&n del estilo neoclsico en oposici&n al

    c"urrigueresco (35DEF35GE), que provoca%a el goo y la devoci&n de las masas.

    :e manera concomitante, ministros y #uncionarios se lanaron contra las

    co#rad'as, >meollo mismo del catolicismo postridentino, una cultura religiosa que

    "a%'a logrado enrolar a los laicos en demostraciones pú%licas de su #e y en el

    mantenimiento de la liturgia con toda pompa y esplendor@.

    $o etraordinario de los últimos a2os de pa& "ispnica #ue el grado en que la

    corona intervino sistemticamente en todos los ramos de la vida eclesistica. 0a no

    considera%a a la iglesia como principal pilar de su autoridad so%re la sociedad. Ve'a

    en ella un o%stculo al desarrollo econ&mico, un #reno a su poder y un rico %ot'n.

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    (Flore!cano, Enri"ue. Memoria indígena, México. 1999

    $a memoria ind'gena se convirti& en una memoria marginada, perseguida y

    contingente. $a conquista que%rant& el canon ind'gena que "asta entonces "a%'a de

    servido para relatar el nacimiento maravilloso del cosmos, el origen de los seres

    "umanos y la #undaci&n de los reinos. 1n su lugar, la conquista impuso la

    interpretaci&n cristiana de la "istoria y la idea de un desarrollo lineal del devenir 

    "umano.

    6ese a la intensa trans#ormaci&n que la sociedad ind'gena eperimenta en

    estos a2os, la visi&n etnoc+ntrica que "a dominado los estudios "ist&ricos s&lo

    contempl& los cam%ios inducidos por los actores europeos. 1n los relatos del

    conquistador o del cronista europeo, el indio no era su*eto de la "istoria; aparec'a

    como un mero re#le*o de la acci&n de sus vencedores. 9e presenta al indio como

    seres pasivos.

    Al d'a siguiente de la onquista se mani#est& el empe2o de los vencedores

     por "acer desaparecer los antiguos dioses, templos, cultos y memorias ind'genas, y

     poner en su lugar sus equivalentes cristianos. 9u ideal #ue convertir a los indios

    gentiles en verdaderos cristianos.

    no de los instrumentos ms sutiles para %orrar la memoria ind'gena e

    implantar la cristiana #ue la mani#ulación del calendario. 6oco a poco las

    #estividades ind'genas que cele%ra%an el #in de la estaci&n seca y la llegada de las

    lluvias, las #iestas de la siem%ra y la cosec"a de los granos, las ceremonias

    consagradas a la caa y la recolecci&n de #rutos, #ueron sustituidas por cele%raciones

    cristianas. $a #iesta dedicada al dios tutelar del pue%lo y a los dioses patronos dellina*e #ue reemplaada por la #iesta del santo patrono cristiano que se impuso al

     pue%lo. :esde mediados del XVI casi todos los pue%los ind'genas #ueron %autiados

    con el nom%re de un santo cristiano.

    1l siguiente paso #ue la gigantesca empresa del desarraigo, al o%ligar a los

     pue%los ind'genas a de*ar sus asientos ancestrales y u%icarse en nuevos lugares. $as

    “$e#%&lica! de 'ndio!” aislaron a la po%laci&n ind'gena del con*unto social. $a

    consecuencia mayor de esta pol'tica de congregaci&n #ue la p+rdida de la memoria

    +tnica y el desarrollo de una nueva memoria "ist&rica, la "istoria del pue%lo,

    vinculada a los derec"os ancestrales so%re la tierra.

    $a memoria asentada en las tierras comunales se acendr& durante los tres

    siglos del virreinato porque la tierra continu& siendo el sost+n de los pue%los y el

     %ien ms apreciado. $o que ms tarde se llam& emorial de agravios de los pue%los

    ind'genas es la suma de los intermina%les pleitos por la de#ensa de las tierras que sus

    representantes promovieron ante los tri%unales y el Cugado ?eneral de Indios.

    $a p+rdida de las antiguas instituciones que conserva%an la memoria ind'gena

    llev& a los pue%los a aceptar las creencias religiosas, las normas pol'ticas y la

    organiaci&n social espa2olas, pero adaptndolas ingeniosamente a sus propias

    tradiciones. $os dioses y santos cristianos #ueron #este*ados en los pue%los ind'genas

    mediante ritos y ceremonias ancestrales. Btras veces, como en el caso de la pasi&n ymuerte de Cesucristo en la 9emana 9anta, o de la #iesta en "onor de la 9anta ru (D

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    de ayo), la ceremonia cristiana se encu%ri& con ritos campesinos ind'genas; se

    trans#orm& en una #iesta que reun'a a la mayor'a de las gente del pue%lo, #ortalec'a

    su solidaridad y re#ora%a su identidad.

    Ante la pro"i%ici&n de recrear su propia "istoria, la compulsi&n de

    supervivencia condu*o a inventar #ormas ci#radas de conservaci&n de su antiguatradici&n campesina, entreverndolas con las tradiciones religiosas europeas.

    1n otros casos, cuando estas #ormas sincr+ticas y mestias #allaron, los

     pue%los enca%earon movimientos radicales de indigeniaci&n de los santos, cultos y

    ritos cristianos que se les "a%'an impuesto, y promovieron una %úsqueda de nuevos

    s'm%olos comunitarios so%re los cuales asentar sus vacilantes identidades. $a Virgen

    de ?uadalupe es un e*emplo de los innumera%les movimientos religiosos que en

    diversas partes de Nueva 1spa2a trataron de "acer de los santos y cultos europeos,

    santos y cultos ind'genas. Aunque en sus inicios s&lo trataron de invertir el orden

    religioso, terminaron por impulsar una inversi&n del orden social y pol'tico. 1n

    ninguna otra convulsi&n social se epres& una cr'tica tan aguda de la dominaci&nque padec'an los ind'genas, ni #ue tan co"erente la respuesta para aca%ar con eses

    in*usticias; erradicar los dioses etra2os, crear un culto y un sacerdocio aut&ctonos,

    suprimir el tri%uto y la *usticia de los espa2oles, esta%lecer un go%ierno ind'gena,

    organiar un e*+rcito dotado de armas im%ati%les, aca%ar con la gente %lanca y

    coronar esa marca eterminadora con la instauraci&n de un milenio ind'gena.

    6ero el mayor en#rentamiento de los grupos ind'genas tradicionales se

     produ*o cuando se cre& el estadoFnaci&n. Al contrario de la naci&n "ist&rica, aqu+l es

    conce%ido como una asociaci&n de individuos que se unen li%remente para construir 

    un proyecto. 0a no ser un comple*o te*ido de grupos, culturas y tradiciones #ormado

    a lo largo de la "istoria, sino un conglomerado de individuos que se asumen iguales.$u's Villoro; >Hrompe con la nación tradicional. 'n pueblo (icticio de individuos

    abstractos reemplaza a los pueblos reales) una nación construida, a las naciones

    históricas.@

    1l proyecto de estadoFnaci&n que madur& en +ico en la segunda mitad del

    XIX se impuso como misi&n someter la diversidad de la naci&n a la unidad del

    estado. $os constructores del estado an"ela%an una naci&n desprendida de las

    comunidades "ist&ricas que "a%'an #ormado a la naci&n plural.

    &mo se eplica que al ca%o de 4EE a2os de imposici&n de nuevos dioses, cultos yreg'menes pol'ticos, el estado espa2ol, la iglesia cat&lica y los go%iernos nacionales

    no pudieran cam%iar las antiguas creencias de los ind'genasJ $a respuesta se

    encuentra en las estructuras internas so%re las que reposan estos pue%los. $a prctica

    de sem%rar, regar, desyer%ar, proteger, cosec"ar y almacenar el ma' "a sido la tarea

    colectiva a%sor%ente de los ind'genas desde "ace 4EEE a2os por lo menos. 1sta

    costum%re #ue la que cre& el v'nculo milenario entre el campesino y la milpa, entre

    el ser "umano y la tierra que lo alimenta. 1sta prctica cotidiana #or*& los laos de

    identidad que unieron a un campesino con otro, y #ue el crisol donde nacieron las

    #ormas de vida campesina que perduraron "asta nuestros d'as.

    1l cultivo del ma' es sin&nimo de identidad ind'gena. $a relaci&n con la milpa #ueel cord&n que at& al campesino con el ciclo agr'cola regulado por el movimiento del

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    sol y la uni&n de estos dos mecanismos ordenadores #i*& el lugar donde vivir, el

    tama2o de la #amilia, los ciclos de tra%a*o, la dieta alimenticia, la dependencia ante

    los cam%ios de la naturalea, el culta a los #en&menos que interven'an en la

    germinaci&n de las plantas y la idea de que so%revivir, es so%re todo una empresa

    colectiva. $a identidad ind'gena como dice !arriss >no es m*s que el con+unto de

    h*bitos que día a día cumplen de modo solidario la (amilia % la aldea campesina .@