ConreliusCastoriadis,Laepocadelconformismogeneralizado(obligatoria)

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La época del conformismo generalizado Cornelius Castoriadis Al presentar este simposio, Claudio Veliz señalaba que "la mentalidad de nuestra o demasiado rápida o demasiado letárgica; cambia demasiado o no lo suficiente; da la confusión al equ! oco". #stas caracter!sticas no son accidentales. Como tamp son el lanzamiento el é$ito de las marcas "posindustrial" "posmode proporcionan una caracterización perfecta de la patética incapacidad de nuestra pensarse como algo positi o, o incluso como transición. As!, es lle ada a definirse simplemente como "pos%algo", por referencia a lo que &a sido a no es, a autoglorificarse con la curiosa afirmación de que su sentido es la ausencia de se estilo la falta de estilo. "#n fin %proclamaba un arquitecto mu conocido durante conferencia en 'ue a (or) en abril de *+ -% el posmodernismo nos &a librado de la del estilo." 'o obstante, &a que &acer cierta distinción entrelos términos "posindustrial" "posmoderno", a que &a algo en la realidad que corresponde al término "posindus #n s!ntesis, al menos en los pa!ses ricos pero no solamente en éstos/, la produ cualquiera sea el sentido de esta palabra/ abandona los altos &ornos las ie0a sucias para olcarse en comple0os cada ez más automatizados en los di ersos "ser icios". #ste proceso %pre isto, por lo menos, medio siglo atrás% &ab!a sido muc&o tiempo considerado portador de promesas e$traordinarias para el po traba0o de la ida &umana. 1e dec!a que la duración del traba0o iba a ser asomb reducida su naturaleza, fundamentalmente transformada. 2a automatización el tratamiento electrónico de los datos iban a transformar la ie0a labor industrial alienante, en un campo abierto a la libre e$presión de la in enti a la creati id traba0ador. 3e &ec&o, nada de todo eso se &izo realidad. 2as posibilidades ofrecidas por las tecnolog!as permanecen confinadas a un grupo estrec&o de 0ó enes especialistas "inteligentes". 2a naturaleza del traba0o no &a cambiado para la masa asalariados, se trate de la industria o de los ser icios. 4ás bien lo contrario5 la "industrialización" a la antigua &a in adido las grandes empresas de lo industriales, donde el ritmo de traba0o las tasas de rendimiento quedan sometid control mecánico e impersonal. #l empleo en la industria propiamente di decadencia desde &ace décadas; los obreros "redundantes" admirable e$presión de economistas anglosa0ones/ los 0ó enes sólo &an podido encontrar empleo en indus "ser icios" de segunda clase, con ba0as remuneraciones. #ntre * 67 a *+67, la e$t la semana de traba0o fue reducida de 89 a 67 &oras menos del 6: por ciento/. 3e esa duración queda prácticamente constante, a pesar de una aceleración considerab incremento del producto por &ora obrero. 2os obreros que, de esta manera, pasan a "redundantes" permanecen desocupados esencialmente en #uropa occidental/ o, mal bien, deben encontrar colocación en "ser icios" mal pagos sobre todo <nidos/. 3e todas maneras, no de0a de ser cierto que, al menos potencialmente, algo esenci

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La poca del conformismo generalizado

La poca del conformismo generalizado

Cornelius Castoriadis

Al presentar este simposio, Claudio Veliz sealaba que "la mentalidad de nuestra poca... es o demasiado rpida o demasiado letrgica; cambia demasiado o no lo suficiente; da lugar a la confusin y al equvoco". Estas caractersticas no son accidentales. Como tampoco los son el lanzamiento y el xito de las marcas "posindustrial" y "posmoderno". Ambas proporcionan una caracterizacin perfecta de la pattica incapacidad de nuestra poca para pensarse como algo positivo, o incluso como transicin. As, es llevada a definirse simplemente como "pos-algo", por referencia a lo que ha sido y ya no es, y a autoglorificarse con la curiosa afirmacin de que su sentido es la ausencia de sentido y su estilo la falta de estilo. "En fin -proclamaba un arquitecto muy conocido durante una conferencia en Nueva York en abril de 1986- el posmodernismo nos ha librado de la tirana del estilo."No obstante, hay que hacer cierta distincin entre los trminos "posindustrial" y "posmoderno", ya que hay algo en la realidad que corresponde al trmino "posindustrial". En sntesis, al menos en los pases ricos (pero no solamente en stos), la produccin (cualquiera sea el sentido de esta palabra) abandona los altos hornos y las viejas fbricas sucias para volcarse en complejos cada vez ms automatizados y en los diversos "servicios". Este proceso -previsto, por lo menos, medio siglo atrs- haba sido durante mucho tiempo considerado portador de promesas extraordinarias para el porvenir del trabajo y de la vida humana. Se deca que la duracin del trabajo iba a ser asombrosamente reducida y su naturaleza, fundamentalmente transformada. La automatizacin y el tratamiento electrnico de los datos iban a transformar la vieja labor industrial, repetitiva y alienante, en un campo abierto a la libre expresin de la inventiva y la creatividad del trabajador.De hecho, nada de todo eso se hizo realidad. Las posibilidades ofrecidas por las nuevas tecnologas permanecen confinadas a un grupo estrecho de jvenes especialistas "inteligentes". La naturaleza del trabajo no ha cambiado para la masa de los otros asalariados, se trate de la industria o de los servicios. Ms bien lo contrario: la "industrializacin" a la antigua ha invadido las grandes empresas de los sectores no industriales, donde el ritmo de trabajo y las tasas de rendimiento quedan sometidas a un control mecnico e impersonal. El empleo en la industria propiamente dicha est en decadencia desde hace dcadas; los obreros "redundantes" (admirable expresin de los economistas anglosajones) y los jvenes slo han podido encontrar empleo en industrias de "servicios" de segunda clase, con bajas remuneraciones. Entre 1840 a 1940, la extensin de la semana de trabajo fue reducida de 72 a 40 horas (menos del 45 por ciento). Desde 1940, esa duracin queda prcticamente constante, a pesar de una aceleracin considerable del incremento del producto por hora/obrero. Los obreros que, de esta manera, pasan a ser "redundantes" permanecen desocupados (esencialmente en Europa occidental) o, mal que bien, deben encontrar colocacin en "servicios" mal pagos (sobre todo en los Estados Unidos).De todas maneras, no deja de ser cierto que, al menos potencialmente, algo esencial est cambiando en la relacin de la humanidad -la humanidad rica-con la produccin material. Por primera vez despus de miles de aos, la produccin "primaria" y "secundaria" -agricultura, minas y manufacturas, transportes-absorben menos de un cuarto del inputtolal de trabajo (y de los trabajadores), e incluso podran utilizar slo la mitad de ese cuarto, si no existiese el increble despilfarro incorporado al sistema (campesinos subvencionados para que no produzcan, industrias o fbricas obsoletas mantenidas en actividad, etctera). Ms an, podran absorber una cantidad desdeable del tiempo humano, sin la fabricacin continua de nuevas "necesidades" y la obsolescencia incorporada, desde la construccin, a la mayor parte de los productos que actualmente se fabrican. En suma, una sociedad -tericamente- de tiempo libre est al alcance de la mano, mientras que una sociedad que haga posible para cada cual un trabajo personal y creativo parece tan lejana como durante el siglo XIX.IIToda designacin es convencional; lo absurdo del trmino "posmoderno" no lo hace menos evidente. Con frecuencia, se deja de lado que dicha expresin es un derivado. Ya el trmino "moderno" es desafortunado, y su inadecuacin no poda dejar de manifestarse con el correr del tiempo. Qu podra haber despus de la modernidad? Un perodo que se designa como moderno slo puede indicar que la Historia ha llegado a su fin, y que los hombres vivirn en adelante un presente perpetuo.El trmino "moderno" expresa una actitud profundamente auto (o ego) cntrica. La proclamacin de "nosotros somos los modernos" tiende a anular todo desarrollo ulterior verdadero. Ms que eso, contiene una curiosa antinomia. El componente imaginario -y consciente de s- del trmino implica la autocaracterizacin de la modernidad como apertura indefinida al porvenir, y, no obstante, esa caracterizacin slo tiene sentido en relacin al pasado. Ellos eran los antiguos, nosotros somos los modernos. Cmo habr que llamar entonces a los que vengan despus de nosotros? El trmino slo adquiere sentido, sobre la hiptesis absurda de que el perodo autoproclamado moderno durar siempre y de que el porvenir no ser ms que un presente prolongado -lo que, por otra parte, contradice plenamente las pretensiones explcitas de la modernidad.Una breve discusin de dos tentativas contemporneas, tendientes a dar un contenido preciso al trmino modernidad, puede proporcionar un punto de partida provechoso. Ambas se caracterizan por no precuparse por los cambios de la realidad socio-histrica, sino por los cambios (reales o supuestos) de la actitud de los pensadores (filsofos), con respecto a la realidad. De manera que, son tpicas de la tendencia contempornea de los autores al auto-encierro: los escritores escriben sobre escritores, para el uso de otros escritores. As, Foucaultl afirma que la modernidad comienza con Kant (especialmente, con El conflicto de las facultades y Qu es la ilustracin?), porque con Kant, por primera vez, el filsofo se interesa por el presente histrico efectivo, comienza a "leer los peridicos", etctera. (Cf. la frase de Hegel sobre la lectura del diario como "plegaria realista de la maana"). La modernidad seria as la conciencia de la historicidad de la poca en la que se vive, concepcin totalmente inadecuada. La historicidad de su poca era clara para Fereles (no hay ms que leer el Epitafio en Tucdides) y para Platn, como lo era para Tcito o para Gregorio de Tours (mundus senescif). Desde la perspectiva de Foucault, la novedad consistira en que, a partir de Kant, la relacin con el presente ya no es concebida en trminos de comparacin de valor ("estamos en la decadencia", "qu modelo deberamos seguir?"), no "longitudinalmente", sino en una "relacin sagital" con la propia actualidad. Pero las comparaciones de valor son evidentes en Kant, para quien la historia slo puede ser pensada en trminos de un progreso, del cual la Ilustracin constituye un momento cardinal. (Evidentemente, esto es todava ms claro para Hegel). Que la "relacin sagital" se oponga a la evaluacin, slo puede significar lo siguiente: el pensamiento, abandonando su funcin crtica, tiende a adoptar sus criterios junto a la realidad histrica, tal como es. Es cierto que esta tendencia se agudiza durante los siglos XIX y XX (Hegel, Marx, Nietzsche -incluso si los dos ltimos se oponen a la realidad inmediata en nombre de una realidad ms real, la realidad del maana: comunismo, o superhombre). Pero esa tendencia constituye en s misma mr problema en la modernidad; ni por un instante se podra considerar que agota el pensamiento de la Ilustracin y el perodo posterior, menos an las tendencias socio-histricas efectivas de los dos ltimos siglos.Igualmente discutible es la tentativa de Habermas de captar lo esencial de la problemtica de la modernidad, tomando como referencia casi exclusiva a Hegel: "Hegel fue el primer filsofo que desarroll con toda claridad un concepto de modernidad; esa es la razn por la que debemos remontarnos a l2..." Una vez ms, la historia efectiva es reemplazada por la historia de las ideas, luchas y conflictos reales que slo existen a travs de su plida representacin en las antinomias del sistema. As, cuando Habermas escribe que "es en su teora (se refiere a Hegel) donde en principio aparece esa constelacin conceptual que une modernidad, conciencia del tiempo y racionalidad3", lo que parece molestarle es que la "racionalidad" est hinchada de espritu absoluto; no se da cuenta de que es justamente esa unificacin lo que constituye la ilusin hegeliana. No solamente los ipsissima verba de Hegel, sino la estructura, la dinmica y la lgica de conjunto de su filosofa conducen al tema antimoderno por excelencia: un "fin de la historia" ya prximo y un Saber absoluto incorporado en el sistema hegeliano, despus del cual no queda ms que hacer "trabajo emprico".A decir verdad, Hegel representa la oposicin total a la modernidad, en el seno de la modernidad o, ms bien, la oposicin total al pensamiento greco-occidental dentro del mismo. Con l se celebra por primera vez solemnemente el matrimonio ilegtimo entre Razn y Realidad, y el Presente se construye como la recoleccin sin remanente de las encarnaciones sucesivas de la Razn. Hegel escribe que "la filosofa es su propia poca (histrica) conceptualizada en el pensamiento". La filosofa es la verdad de la poca. Pero lo propio de la "poca" -antes y despus de Hegel- ha sido la emergencia, no slo en el pensamiento sino tambin en la actividad histrica efectiva, de una escisin interna explcita, manifiesta en la autoimpugnacin de la poca y el cuestionamiento de las formas instituidas existentes. Lo propio de la "poca" ha sido la lucha entre monarqua y democracia, entre la propiedad y los movimientos sociales, entre el dogma y la crtica, entre la Academia y la innovacin artstica, etctera. La filosofa puede ser el pensamiento de la poca, ya sea tratando de reconciliar -verbalmente- esas oposiciones, lo que la conduce necesariamente a un conservadurismo del tipo de aquel alcanzado por Hegel en la Filosofa del derecho; ya sea permane ciendo fiel a su funcin crtica, caso en el que la idea que slo se aviene a conceptualizar la poca aparece como descabellada. La crtica implica una relativa toma de distancia con respecto al objeto; si la filosofa debe ir ms all del periodismo, esa crtica presupone la creacin de nuevas ideas, de nuevas normas, de nuevas formas de pensamiento que establezcan esa distancia.

III

No tengo la intencin de proponer nuevos nombres para el perodo llamado moderno ni para el que le sigue. Me limitar a proponer una nueva periodizacin o, ms exactamente, una nueva caracterizacin de las divisiones ms o menos admitidas de la historia de Europa occidental (que incluye, obviamente, la historia de los Estados Unidos). Apenas es necesario recordar el carcter esquemtico de toda periodizacin, los riesgos de descuidar las continuidades y las conexiones, o el elemento "subjetivo" que siempre implica. Este se manifiesta bsicamente en los criterios elegidos para la divisin de los perodos, criterios que condensan los presupuestos filosficos y tericos del investigador. Evidentemente, esa "subjetividad" es inevitable y debe ser reconocida como tal. La mejor manera de hacerle frente es que esos presupuestos se vuelvan tan explcitos como sea posible. Mis propios presupuestos se pueden formular as:

-la individualidad de un perodo se debe buscar en la especificidad de las significaciones imaginarias que genera y que lo dominan;

-sin descuidar la complejidad polifnica y extraordinariamente rica del universo histrico que se despliega en Europa occidental, a partir del siglo XII, la mejor manera de captar su especificidad es relacionndola con la significacin y el proyecto de la autonoma (social e individual). La emergencia de ese proyecto es lo que marca la ruptura con la "verdadera" Edad Media4.Desde este punto de vista, se pueden distinguir tres perodos: la emergencia (constitucin) de Occidente; la poca crtica ("moderna"); la retirada al conformismo.1. La emergencia (constitucin) de Occidente (del siglo XII a principios del siglo XVIII).

La autoconstitucin de la protoburguesa, la construccin y el crecimiento de las nuevas ciudades (o el cambio de carcter de aquellas que ya existan), la reivindicacin de una suerte de autonoma poltica (desde los derechos comunales hasta el autogobierno completo, segn el caso y las circunstan cias) van acompaados de nuevas actitudes psquicas, mentales, intelectuales, artsticas, que preparan el terreno para los explosivos resultados del redescubrimiento y de la recepcin del derecho romano, de Aristteles y, luego, del conjunto de la herencia griega subsistente. La tradicin y la autoridad pierden gradualmente su carcter sagrado; la innovacin deja de ser denigracin (lo que haba sido durante toda la "verdadera" Edad Media). Incluso si es bajo una forma embrionaria, y si debe pasar constantemente por compromisos con los poderes establecidos (Iglesia y monarqua), el proyecto de autonoma social e individual resurge luego de un eclipse de quince siglos. Un equilibrio difcil e inestable, entre ese movimiento socio-histrico y el orden tradicional (ms o menos reformado), se alcanza durante el siglo XVII, el siglo "clsico".

2.La poca crtica ("moderna"): autonoma y capitalismo.

En el siglo XVIII se opera un giro decisivo; la poca que toma conciencia de s misma con la Ilustracin se prolonga hasta las dos guerras mundiales del siglo XX. El proyecto de autonoma se radicaliza, tanto en el campo social y poltico como en el intelectual. Se cuestionan las formas polticas establecidas; se crean formas nuevas que implican rupturas radicales con el pasado. Con el desarrollo del movimiento, la contestacin invade otros dominios, ms all del estrictamente poltico: las formas de propiedad, la organizacin de la economa, la familia, la posicin de las mujeres y las relaciones entre los sexos, la educacin y el estatuto de los jvenes. Por primera vez en la era cristiana, la filosofa rompe definitivamente con la teologa (hasta Leibniz, al menos, los filsofos no marginales se sienten obligados a proveerse de las "pruebas" de la existencia de Dios, etctera). Se produce una enorme aceleracin del trabajo y una expansin de los campos de la ciencia racional. En literatura, como en las artes, la creacin de nuevas formas no hace ms que proliferar; sta se persigue conscientemente a s misma.Al mismo tiempo, se crea una nueva realidad socio-econmica -en s misma un "hecho social total": el capitalismo. El capitalismo no es simplemente la interminable acumulacin por la acumulacin, sino la transformacin implacable de las condiciones y de los medios de acumulacin, la revolucin perpetua de la produccin, del comercio, de las finanzas y del consumo. Encarna una nueva significacin en el imaginario social: la expansin ilimitada del "dominio racional". Despus de un tiempo, esa significacin penetra y tiende a informar a la totalidad de la vida social (por ejemplo, el Estado, los ejrcitos, la educacin, etctera). Mediante el crecimiento de la institucin capitalista bsica -la empresa-, se materializa en un nuevo tipo de organizacin burocrtico-jerrquica; gradualmente, la burocracia gerencial-tcnica se convierte en la portadora por excelencia delproyecto capitalista.El perodo "moderno" (1750-1950) se puede definir cabalmente por la lucha, pero tambin por la confusin y la contaminacin mutua entre esas dos significaciones imaginarias: autonoma por un lado, expansin ilimitada del "dominio racional", por el otro. Ambas conllevan una existencia ambigua, bajo el techo comn de la "Razn". En su acepcin capitalista, el sentido de "Razn" es claro: es el "entendimiento" (el Verstand en el sentido de Kant y de Hegel), es decir lo que yo llamo la lgica conjuntista-identitaria, que esencialmente se encarna en la cuantificacin y conduce a la fetichizacin del "crecimiento" por s misma. A partir del postulado oculto (y, en apariencia, evidente) de que el nico objeto de la economa es producir ms (outputs) con menos (inputs), nada debe ser un obstculo en el proceso de maximizacin: ni la "naturaleza" fsica o humana, ni la tradicin, ni otros "valores". Todo es convocado ante el tribunal de la Razn (productiva) y debe demostrar su derecho a la existencia a partir del criterio de la expansin ilimitada del "dominio racional". El capitalismo se vuelve as un movimiento perpetuo de auto-re-institucin de la sociedad considerada "racional", pero esencialmente ciega, por el uso irrestricto de medios (pseudo-) racionales con vistas a un solo fin (pseudo-) racional.Pero para los movimientos socio-histricos que manifiestan el proyecto de autonoma social e histrica, la "Razn" significa, desde el punto de partida, la distincin tajante entre factum y jus. Esa distincin se convierte en el arma principal contra la tradicin (contra la pretensin de continuar con el stat quo, simplemente porque est instalado) y se prolonga en la afirmacin de la posibilidad y el derecho de los individuos y la colectividad de encontrar (o de producir), por s mismos, los principios que ordenen sus vidas. No obstante, la Razn, proceso abierto de crtica y de elucidacin, se transforma bastante rpido, por un lado, en computacin mecnica y uniformadora (ya manifiesta durante la Revolucin Francesa) y, por otro, en sistema universal y pretendidamente exhaustivo (intencin claramente legible en Marx y que afectar en forma decisiva al movimiento socialista). Esa transformacin plantea problemas complejos, profundos y obscuros que no pueden ser discutidos aqu. Slo sealaremos dos puntos. El primero concierne a la influencia universalmente invasora de la "racionalidad" y de la "racionalizacin" capitalistas. El segundo se relaciona con la tendencia nefasta -y casi inevitable- del pensamiento a buscar fundamentos absolutos, certidumbres absolutas, proyectos exhaustivos. La lgica conjuntista-identitaria crea las ilusiones de la autofundacin, de la necesidad y de la universalidad. La "Razn" -en realidad, el entendimiento- se presenta entonces como el fundamento autosuficiente de la actividad humana, la que sin aqulla descubrira que no posee otro fundamento que ella misma. Y la contrapartida (y "garanta") "objetiva" de esa "Razn" se debe descubrir en las cosas mismas. As, la Historia es Razn, la Razn "se realiza" en la historia humana, ya linealmente (Kant, Condorcet, Comte, etctera), ya "dialcticamente" (Hegel, Marx). El resultado final es que el capitalismo, el liberalismo y el movimiento revolucionario clsico comparten el imaginario del Progreso y la creencia en que la potencia material y tcnica, como tal, es la causa o condicin decisiva para la felicidad o la emancipacin humana (inmediatamente o, despus de un plazo, en un futuro ya descontado desde ahora).A pesar de esas contaminaciones recprocas, las caractersticas esenciales de la poca son la oposicin y la tensin entre las dos significaciones centrales: por un lado, autonoma individual y social y, por otro, expansin ilimitada del "dominio racional". La expresin efectiva de esa tensin se encuentra en el despliegue y la persistencia del conflicto poltico, social e ideolgico. Como he intentado demostrarlo en otra parte5, ese conflicto fue, en s mismo, la principal fuerza motora para el desarrollo dinmico de la sociedad occidental durante esa poca, y la condicin sine qua non para la expansin del capitalismo y la limitacin de los irracionalismos de la "racionalizacin" capitalista. Es una sociedad turbulenta -realmente turbulenta, intelectual y espiritualmente- la que constituy el medio favorable para la afiebrada creacin cultural y artstica de la poca "moderna".3. La retirada al conformismo.

Las dos guerras mundiales, la emergencia del totalitarismo, la cada del movimiento obrero (resultado y, a la vez, condicin para el deslizamiento catastrfico hacia el leninismo/stalinismo), la decadencia de la mitologa del Progreso marcan la entrada de las sociedades occidentales a una tercera fase.Considerada a la distancia, desde la perspectiva que se tiene a fines de los ochenta, el perodo que se da a partir de 1950 se caracteriza bsicamente por la evanescencia del conflicto social, poltico e ideolgico. Sin duda alguna, el totalitarismo comunista est siempre ah, pero aparece cada vez ms como una amenaza externa, y su "ideologa" padece una pulverizacin sin precedentes. Tambin es cierto que los ltimos cuarenta aos han visto el nacimiento de importantes movimientos con efectos duraderos (mujeres, minoras, estudiantes y jvenes). Esos movimientos, sin embargo, han resultado semifracasos; ninguno de ellos ha podido proponer una nueva visin de la sociedad, ni hacer frente al problema poltico global como tal. Despus de los movimientos de los aos sesenta, el proyecto de autonoma parece estar sufriendo un eclipse total. Se puede considerar esto como una evolucin coyuntural, de corto plazo. Pero esa interpretacin es poco probable, ante el peso creciente de la privatizacin, de la despolitizacin y del"individualismo" en las sociedades contemporneas. La atrofia completa de la imaginacin poltica se completa con un grave sntoma concomitante. La pauperizacin intelectual tanto de los "socialistas" como de los "conservadores" es aterradora. Los "socialistas" no tienen nada para decir, y la calidad intelectual de la produccin de los voceros del liberalismo econmico, desde hace quince aos, hara que Smith, Constant o Mili se revolcasen en sus tumbas. Ronald Reagan ha sido una obra maestra de simbolismo histrico.Intentar establecer relaciones causales entre los diversos aspectos y elementos de la situacin no tendra sentido. Pero he sealado ms arriba la concomitancia entre la turbulencia social, poltica e ideolgica de la poca "moderna" y las explosiones creativas que la caracterizan, en el campo del arte y la cultura. Tambin, para el perodo presente, es suficiente con sealar los hechos. La situacin despus de 1950 es la de una decadencia manifiesta de la creacin intelectual. En filosofa, el comentario y la interpretacin textuales e histricos de los autores del pasado cumplen la funcin de sustitutos del pensamiento. Esto ya comienza con el segundo Heidegger y despus ha sido teorizado, de manera aparentemente opuesta pero conduciendo a los mismos resultados, como "hermenutica" y "deconstruccin". Un paso suplementario ha sido la reciente glorificacin del "pensamiento dbil" (pensiero dbale). Toda crtica sera aqu desplazada; se estara obligado a admirar la candidez de esa confesin de impotencia radical, si no estuviese acompaada de "teorizaciones" resbaladizas. Evidentemente, la expansin cientfica contina, pero uno puede preguntarse si no se trata de la continuacin intersticial de un movimiento puesto en marcha hace mucho tiempo. Las proezas tericas del primer tercio del siglo -relatividad, quntica- no han tenido paralelo desde hace cincuenta aos. (Quiz la trada terica de los fractales, del caos y de las catstrofes constituye la excepcin.) Uno de los campos ms activos de la ciencia contempornea, donde se alcanzan resultados de enorme importancia, es la cosmologa; pero el motor de esta actividad es la explosin tcnica observacional, mientras que su marco terico sigue siendo siempre la relatividad y las ecuaciones de Friedmann, escritas a comienzos de los aos veinte. Igualmente llamativa es la pobreza de la elaboracin terica y filosfica de las implicaciones formidables de la fsica moderna (que, como se sabe, ponen en tela de juicio la mayora de los postulados del pensamiento heredado). Pero el progreso tcnico contina e incluso se acelera.Si el perodo moderno, tal como se lo ha definido ms arriba, se puede caracterizar, en el dominio del arte, como la bsqueda consciente de s mismo en forma novedosa, esa bsqueda es ahora explcita y categricamente abandonada. El eclecticismo y el retroceso a las obras del pasado han adquirido la dignidad de programas. Cuando Donald Barthelme escriba "el collage es el principio bsico de todo arte del siglo XX", se equivocaba en la datacin (Proust, Kafka, Rilke, Matisse no tienen nada que ver con el "collage"), pero no en cuanto al sentido del "posmodernismo". El arte "posmoderno" brinda un gran servicio: hacer ver el indudable valor del artemoderno.

IV

Partiendo de las diferentes tentativas para definir y para defender el "posmodernismo" y de cierta familiaridad con el Zeitgeist, se puede elaborar una descripcin sumaria de los artculos de fe -tericos o filosficos- de la tendencia contempornea. Para esta descripcin tomo en prstamo las excelentes formulaciones de Johann Arnason 6:1. Rechazo de la visin global de la Historia como progreso o liberacin.En s mismo, ese rechazo es correcto. Pero no es novedoso y, en manos de los "posmodernos", slo sirve para eliminar la pregunta de: resulta de ello que todos los perodos y los regmenes socio-histricos son equivalentes? Esa eliminacin conduce a su vez al agnosticismo poltico, o bien a las divertidas acrobacias que hacen los "posmodernos" o sus hermanos cuando se sienten obligados a defender la libertad, la democracia, los derechos del hombre, etctera.2. Rechazo de la idea de una razn uniforme y universal.

Aqu tambin el rechazo, en s mismo, es correcto; est muy lejos de ser novedoso; y slo sirve para ocultar el interrogante abierto por la creacin greco-occidental del logos y la razn: qu debemos pensar? Todas las maneras de pensar son equivalentes o indistintas?

3. Rechazo de la diferenciacin estricta entre las esferas culturales (por ejemplo, arte y filosofa), que se fundamentara en un nico principio subyacente de racionalidad o de funcionalidad. La posicin es confusa y mezcla desesperadamente muchas cuestiones importantes. Para no mencionar ms que una: la diferenciacin entre las esferas culturales (o su ausencia) es siempre una creacin socio-histrica, parte esencial de la institucin de conjunto de la vida, para la sociedad considerada. No puede ser ni aprobada ni rechazada en abstracto. Y tampoco el proceso de diferenciacin de las esferas culturales en el segmento greco-occidental de la historia, por ejemplo, ha expresado las consecuencias de un nico principio subyacente de racionalidad, cualquiera sea el sentido de esta palabra. En rigor, aqu slo se trata de la construccin (ilusoria y arbitraria) de Hegel. La unidad de las esferas culturales diferenciadas, en Atenas como tambin en Europa occidental, no se encuentra en un principio subyacente de racionalidad o de funcionalidad, sino en el hecho de que todas las esferas encarnan, cada una a su manera y del modo mismo de su diferenciacin, el mismo ncleo de significaciones imaginarias de la sociedad considerada.

Estamos ante una coleccin de verdades a medias, tergiversadas para su conversin en estrategias de evasin. El valor del "posmodernismo" como teora es que refleja servilmente -y, por lo tanto, fielmente- las tendencias dominantes. Su miseria es que slo provee una simple racionalizacin, tras una apologa que se quiere sofisticada y no es ms que la expresin del conformismo y la banalidad. Concertando agradablemente con la chachara de moda sobre el "pluralismo" y el "respeto a la diferencia", conduce a la glorificacin del eclecticismo, al encubrimiento de la esterilidad, a la generalizacin del principio "cualquier cosa es igual", que Feyerabend ha proclamado tan oportunamente en otro dominio. No hay ninguna duda de que la conformidad, la esterilidad y la banalidad, en cualquier cosa, son los rasgos caractersticos de este perodo.

El "posmodernismo", la ideologa que decora a la poca con un "complemento solemne de justificacin", presenta el caso ms reciente de intelectuales que abandonan su funcin crtica y adhieren con entusiasmo a lo que est ah, simplemente porque est ah. Indudablemente, el "posmodernismo", como tendencia histrica efectiva y como teora, es la negacin del modernismo. Puesto que, efectivamente, en funcin de la antinomia ya discutida entre las dos significaciones imaginarias bsicas -la autonoma y el "dominio racional"-, y a pesar de sus contaminaciones recpocas, la crtica de las realidades instituidas nunca se detuvo durante el perodo "moderno". Y eso es exactamente lo que est desapareciendo rpidamente con la bendicin "filosfica" de los "posmodernos". La evanescencia del conflicto social y poltico en la esfera "real" encuentra su contrapartida apropiada en los campos intelectual y artstico, con la evanescencia del autntico pensamiento crtico. Como ya se dijo, ese pensamiento no puede existir slo en -y por- el establecimiento de una distancia con lo que es, que implicara la conquista de un punto de vista distinto del acordado, por consiguiente, un trabajo de creacin.

El perodo presente se puede definir entonces como la retirada general al conformismo. Conformismo que se encuentra tpicamente materializado, cuando cientos de millones de telespectadores en toda la superficie de la tierra absorben cotidianamente las mismas futilidades, pero tambin, cuando algunos "tericos" van repitiendo que no se puede "quebrar la barrera de la metafsica occidental".

VEst entendido que no basta con decir que "la modernidad es un proyecto inacabado" (Habermas). No obstante haber encarnado la significacin imaginaria capitalista de la expansin ilimitada del (pseudo-) dominio (pseudo-) racional, la modernidad est ms viva que nunca, comprometida en la carrera

frentica que conduce a la humanidad hacia los peligros ms extremos. Pero, aunque ese desarrollo del capitalismo estuvo condicionado, decididamente, por el despliegue simultneo del proyecto de la autonoma social e individual, la modernidad est acabada. Un capitalismo que se desarrolla, con el esfuerzo de afrontar una lucha continua contra el statu quo de las cadenas de fabricacin, as como contra las esferas de las ideas o del arte, y un capitalismo cuya expansin no encuentra ninguna oposicin interna efectiva son dos animales socio-histricos totalmente diferentes. Ciertamente, el proyecto de autonoma en s mismo no se ha acabado ni est terminado. Pero su trayectoria durante los dos ltimos siglos ha demostrado la inadecuacin radical, para hablar con moderacin, de los programas en que se haba encarnado -ya sea la repblica liberal, o el "socialismo" marxista-leninista.

No hace falta subrayar que la demostracin de esa inadecuacin en la experiencia histrica efectiva es una de las races de la apata poltica y de la privatizacin contemporneas. Para el resurgimiento del proyecto de autonoma, se requieren nuevos objetivos polticos y nuevas actitudes humanas, de los que por ahora los signos son escasos. Pero sera absurdo tratar de decidir si estamos viviendo un largo parntesis, o si asistimos al comienzo del fin de la historia occidental en tanto que historia esencialmente ligada al proyecto de autonoma y codeterminado por ste.

Agosto de 1989