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Consecuencias jurídicas derivadas del impago de la prima del contrato de seguro José A. Badillo Arias Director de la Revista “Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro” Resumen: El contrato de seguro se configura como un contrato recíproco y sinalagmático, que origina distintas obligaciones para las partes contratantes. La obligación principal del asegurador es la reparación del daño o el pago de la indemnización, en caso de siniestro; mientras que la del tomador del seguro es pagar la prima. El artículo 14 de la Ley de Contrato de Seguro regula el pago de la prima y el artículo 15, las consecuencias derivadas del impago de la primera prima, en su apartado primero, y las del impago de las primas sucesivas, en el segundo. Esta regulación plantea en la práctica bastante conflictividad, sobre todo, en los seguros de responsabilidad civil, en los que aparecen terceros perjudicados, ajenos a la relación jurídica entre asegurador y asegurado, a los que la LCS les otorga una protección especial, que se manifiesta, fundamentalmente, en la posibilidad de ejercitar la acción directa contra el asegurador, en virtud del artículo 76 de esta ley. En este trabajo, hacemos un análisis de cómo la doctrina y, sobre todo, la jurisprudencia, solucionan los conflictos que se originan en la práctica tras el impago por parte del tomador de la prima del contrato de seguro, ya sea primera prima, primas sucesivas o primas fraccionadas. Por último, dada la actualidad de la cuestión, terminamos el trabajo aludiendo a la reforma que se está llevando a cabo de la LCS, en lo relativo al pago de la prima del seguro. Palabras clave: Primera prima del contrato de seguro; primas sucesivas del contrato de seguro; primas fraccionadas del contrato de seguro; acción directa contra el asegurador; pago de la prima; impago de la prima. Sumario: I. El pago de la prima como obligación principal del tomador/asegurado. I.1. Consideraciones generales. II. El impago de la prima. II.1. Régimen jurídico. III. El impago de la primera prima. III.1. Consideraciones generales. III.2. Facultades del asegurador en caso de impago de la prima. A) Resolución del contrato. B) Reclamación de la prima. III.3. Presupuestos para resolver el contrato o exigir el pago de la prima. A) Culpa del Asegurado. B) Inexistencia de pacto en contrario. IV Impago de las primas sucesivas. IV.1. Consideraciones generales. IV.2. Situaciones derivadas del impago de las primas sucesivas. A) Mes de gracia. B) Suspensión de efectos del contrato. C) Extinción ex lege del contrato. V. El fraccionamiento de las primas: consecuencias del impago de alguna fracción. VI. La reforma de la Ley de Contrato de Seguro. VI.1. La regulación del pago de la prima en el ALCS. A) Impago de primera prima. B) Impago de primas sucesivas. C) Fraccionamiento de primas VI.2. Una propuesta de lege ferenda. .

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Consecuencias jurídicas derivadas del impago de la prima del contrato de seguro

José A. Badillo Arias Director de la Revista “Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro”

Resumen: El contrato de seguro se configura como un contrato recíproco y sinalagmático, que origina distintas obligaciones para las partes contratantes. La obligación principal del asegurador es la reparación del daño o el pago de la indemnización, en caso de siniestro; mientras que la del tomador del seguro es pagar la prima. El artículo 14 de la Ley de Contrato de Seguro regula el pago de la prima y el artículo 15, las consecuencias derivadas del impago de la primera prima, en su apartado primero, y las del impago de las primas sucesivas, en el segundo. Esta regulación plantea en la práctica bastante conflictividad, sobre todo, en los seguros de responsabilidad civil, en los que aparecen terceros perjudicados, ajenos a la relación jurídica entre asegurador y asegurado, a los que la LCS les otorga una protección especial, que se manifiesta, fundamentalmente, en la posibilidad de ejercitar la acción directa contra el asegurador, en virtud del artículo 76 de esta ley. En este trabajo, hacemos un análisis de cómo la doctrina y, sobre todo, la jurisprudencia, solucionan los conflictos que se originan en la práctica tras el impago por parte del tomador de la prima del contrato de seguro, ya sea primera prima, primas sucesivas o primas fraccionadas. Por último, dada la actualidad de la cuestión, terminamos el trabajo aludiendo a la reforma que se está llevando a cabo de la LCS, en lo relativo al pago de la prima del seguro. Palabras clave: Primera prima del contrato de seguro; primas sucesivas del contrato de seguro; primas fraccionadas del contrato de seguro; acción directa contra el asegurador; pago de la prima; impago de la prima. Sumario:

I. El pago de la prima como obligación principal del tomador/asegurado. I.1. Consideraciones generales. II. El impago de la prima. II.1. Régimen jurídico. III. El impago de la primera prima. III.1. Consideraciones generales. III.2. Facultades del asegurador en caso de impago de la prima. A) Resolución del contrato. B) Reclamación de la prima. III.3. Presupuestos para resolver el contrato o exigir el pago de la prima. A) Culpa del Asegurado. B) Inexistencia de pacto en contrario. IV Impago de las primas sucesivas. IV.1. Consideraciones generales. IV.2. Situaciones derivadas del impago de las primas sucesivas. A) Mes de gracia. B) Suspensión de efectos del contrato. C) Extinción ex lege del contrato. V. El fraccionamiento de las primas: consecuencias del impago de alguna fracción. VI. La reforma de la Ley de Contrato de Seguro. VI.1. La regulación del pago de la prima en el ALCS. A) Impago de primera prima. B) Impago de primas sucesivas. C) Fraccionamiento de primas VI.2. Una propuesta de lege ferenda.

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I. EL PAGO DE LA PRIMA COMO PRINCIPAL OBLIGACIÓN DEL TOMADOR/ASEGURADO

I.1 Consideraciones generales

La prima es la aportación que ha de satisfacer el tomador del seguro a la entidad aseguradora, como contraprestación a la cobertura del riesgo a la que ésta se obliga por medio del contrato de seguro. Esta contraprestación consiste, según el art. 1 LCS, en que si se produce el evento cuyo riesgo es objeto de cobertura, la aseguradora está obligada, dentro de los límites pactados, a indemnizar el daño producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones convenidas. Jurídicamente, la prima constituye el elemento material más importante del contrato de seguro, por las consecuencias de índole jurídica que tiene para las partes. Desde un punto de vista técnico, se puede definir como la contribución de cada riesgo a la gran comunidad que entraña el seguro o, dicho de otro modo, el coste de la probabilidad media teórica de que haya siniestros de una determinada clase. En este sentido, Garrigues1 señala que “la prima es un elemento indispensable de la explotación en masa del seguro que hace posible el cumplimiento del asegurador de sus obligaciones, al estar respaldada en cada contrato por el conjunto de las primas percibidas”. Desde una óptica administrativa, las tarifas de primas están reguladas en el art. 25.3 del Texto Refundido de la Ley de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados (LOSSP), aprobado por el RDL 6/2004, de 29 de octubre. Este artículo se refiere a esta materia en los siguientes términos:

Las tarifas de primas deberán ser suficientes, según hipótesis actuariales razonables, para permitir a la entidad aseguradora satisfacer el conjunto de las obligaciones derivadas de los contratos de seguro y, en particular, constituir las provisiones técnicas adecuadas. Asimismo, responderán al régimen de libertad de competencia en el mercado de seguros sin que, a estos efectos, tenga el carácter de práctica restrictiva de la competencia la utilización de tarifas de primas de riesgo basadas en estadísticas comunes.

En consecuencia, la Ley, al referirse al importe de las primas, únicamente regula el importe mínimo. Al establecer el principio de suficiencia de la prima, se constituye una garantía de solvencia necesaria para el ejercicio de la actividad aseguradora, en aras del futuro cumplimiento de las obligaciones contraídas. Junto al principio de suficiencia es necesario tener en cuenta, aunque no aparecen en la actual LOSSP de forma explícita, los principios de equidad, indivisibilidad e invariabilidad de la prima, pues igual que aquél, se encuentran ligados a la mecánica operativa del seguro2. Por otro lado, debemos indicar que las tarifas de primas no están sujetas a autorización administrativa, ni deben de ser objeto de remisión sistemática a la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP)3. Todo eso, con independencia de que este

1 Vid. J. GARRIGUES, Contrato de seguro terrestre, 2ª edición, Madrid 1983. Pág. 103. 2 Así lo entiende también A. VEIGA COPO, Tratado del Contrato de Seguro, Cizur Menor (Navarra), Aranzadi, 2009, pág. 423, al indicar que la prima al margen de esa suficiencia ha de ser además, proporcional, equitativa y, sobre todo, y al margen de las polémicas doctrinales y jurisprudenciales existentes, indivisible. 3 Así lo indica también J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago de la prima en la Ley de Contrato de Seguro, Valencia, Tirant lo Blanch, 2007, pág. 90. Puntualiza que el cálculo y la fijación de la prima estará presidido por el principio de autonomía de la voluntad de las partes (…) Dicho principio

organismo pueda requerir la presentación, siempre que lo entienda pertinente, de los modelos de pólizas, tarifas de primas y de las bases técnicas, para controlar si respetan las disposiciones técnicas y el contrato de seguro. Ante los incrementos de prima por parte de algunas aseguradoras en las renovaciones anuales de los seguros, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones ha recalcado que la prima es un elemento esencial del contrato. Por lo tanto, cualquier modificación de la misma constituye una modificación contractual conforme al art. 1203.1 CC, cuya validez requiere el concurso de la voluntad de ambos contratantes, con arreglo al art. 1262 CC. En este sentido, la DGSFP4 ha respondido a una consulta que se le ha formulado en los siguientes términos:

“....la modificación del precio del seguro, siendo éste un elemento esencial del contrato, tendrá lugar a partir del momento en que las partes estén de acuerdo en que tal modificación se produzca y la formalización por escrito en la propia póliza o en documento complementario tiene una función probatoria de tal acuerdo”

De este modo, en los casos en que la modificación no esté prevista en la póliza, el órgano de control aclara:

“en tal caso debe ser aceptada por el tomador del seguro en virtud a lo dispuesto en el art. 5 LCS. En el supuesto de que el aumento de prima se produzca para el nuevo periodo de cobertura, la entidad aseguradora deberá comunicar al tomador del seguro el incremento con dos meses de antelación a la finalización del contrato (plazo previsto en el art. 22 LCS para la prórroga del contrato). En caso de que el asegurado no acepte la subida de la prima, la entidad podrá negarse a prorrogar el contrato para el siguiente periodo de cobertura. Si no se respeta el plazo de dos meses, la subida de prima no podrá aplicarse sin el consentimiento del tomador, y por tanto la entidad deberá respetar la prima del periodo anterior. Hasta el vencimiento del periodo en curso, la compañía no podrá rescindir el contrato ante un eventual rechazo del aumento de prima no previsto en el contrato, por parte del tomador”.

Coincide en esta interpretación la SAP de Murcia (Sección 4ª) de 24 de marzo de 2011 (JUR 2011, 178164), al considerar que “la prima constituye un requisito sustancial del contrato de seguro y su incremento supondría jurídicamente una novación modificativa de un elemento esencial de dicho contrato, que no puede ser impuesto por una parte a la otra, sino que, en su caso requeriría del mutuo consentimiento”. Así mismo, la obligación del pago de la prima se encuentra regulada, con carácter general, en los arts. 14 y 15 LCS. Sin embargo, existen numerosos preceptos de la LCS que se refieren de una forma u otra a distintos aspectos de la prima. Sin duda, como veremos, el art. 15 es el más importante, pues prevé las consecuencias derivadas del impago de la prima. Además, dado el carácter general de la LCS, su aplicación a esta materia, como a las demás, es en defecto de normas específicas que regulen un ramo concreto. Por eso, habrá que ver la normativa de aquellos ramos, como ocurre con los seguros agrarios, que regulan esta cuestión. Así se establece en su art. 2, al indicar que “las distintas modalidades del contrato de seguro, en defecto de Ley que les sea aplicable, se regirán por la presente ley (...)”.

no se ve puesto en entredicho por el hecho de que la fijación efectiva del importe de la prima suele confiarse al asegurador y a sus tablas de tarifas fundamentadas en las bases técnicas debidamente elaboradas en cumplimiento de la disciplina de ordenación y supervisión de la actividad aseguradora. 4 Puede consultarse en: http://www.dgsfp.mineco.es

Sobre esta última cuestión, se ha pronunciado nuestro alto tribunal, en STS (Sala 1ª) de 16 de septiembre de 2004 (RJ 2004/5477). Entre otras cosas, en esta resolución se debatió si la normativa especial que regula el pago de la prima en los seguros agrarios debe aplicarse o, por el contrario, al no tener ésta rango de ley, se aplica la LCS directamente y no de manera supletoria, como decíamos en el párrafo anterior. El supuesto de hecho consistía en que el asegurado abonó parte de la prima durante el periodo de suscripción del seguro y el resto después del mismo y cuando ya había ocurrido el siniestro. Sin embargo, la Orden de 14 de marzo de 1995, sobre Seguros del Campo, en los dos últimos apartados del art. 7 dispone que: “la entrada en vigor del seguro, se iniciará a las veinticuatro horas del día en que se pague la prima por el tomador del seguro y siempre que previa o simultáneamente se haya formalizado la declaración de seguro. En consecuencia, carecerá de validez y no surtirá efecto alguno la declaración cuya prima no haya sido pagada por el tomador del seguro dentro de dicho plazo. Para aquellas declaraciones de seguro que se formalicen el último día del período de suscripción del seguro, se considerará como pago válido en el siguiente día hábil de la finalización de la suscripción”. El TS, después de alegar la teoría de los actos propios (pues la mercantil Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados, S.A., había aceptado el cobro fraccionado de la prima y había procedido a valorar los daños), determina, en contra de la sentencia de instancia, la asunción del siniestro por la mencionada entidad, haciendo prevalecer lo dispuesto en la LCS a otras normas de rango inferior, indicando que la aceptación fraccionada del pago de la póliza por parte de la aseguradora, constituye razonablemente signo inequívoco de la aceptación de la vigencia del contrato de seguro, al margen de cualquier norma administrativa de inferior rango a la LCS. Y ello es así, porque razonablemente no cabe pensar en acto de devolución del importe de la póliza, que se llega a abonar en su totalidad por la actora, para el supuesto de que el siniestro no se hubiera producido.

Tal vez el argumento habrá que buscarlo en que el art. 2 LCS habla de “en defecto de Ley aplicable” y no de legislación u otro término equivalente. Por eso, parece que debe interpretarse que tan sólo la regulación por ley de cualquier modalidad especial de seguros es la que prevalecerá a la LCS. Desde luego, si se hubiese aplicado la citada Orden de 14 de marzo de 1995, como hizo la sentencia de instancia, la solución hubiera sido distinta. En ella quedó acreditado que la asegurada pagó la última fracción de la prima después del periodo de suscripción y ocurrido ya el siniestro. En nuestra opinión, aunque no es el momento de extenderse sobre esta cuestión, a la luz de esta sentencia, podría sostenerse que para el TS la norma especial de rango inferior no puede prevalecer sobre la norma general superior jerárquica. ¿Significa esto, por ejemplo, que los artículos 11 y 12 del RD 1507/2008, de 12 septiembre, por el que se aprueba el Reglamento del Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor (que regulan la solicitud y propuesta de seguro de automóviles), no deben aplicarse porque, en cierta medida, van en contra de lo dispuesto en el art. 6 LCS, que también regula, con carácter general, esta materia? En efecto, el régimen vinculante de la solicitud de seguro establecido en la citada norma reglamentaria nada tiene que ver con lo dispuesto en el art. 6 LCS, dónde la solicitud de seguro no vincula a ninguna de las partes. Sin embargo, en la STS (Sala 1ª) de 12 de noviembre de 2004 (RJ 2004/7229), parece que se aparta del criterio indicado en los párrafos precedentes. Distingue la solicitud de los seguros

voluntarios, a los que se aplicaría el régimen de la LCS, de la solicitud de los seguros obligatorios, como es el de automóviles (en los que se aplicaría su régimen específico), aunque estén regulados por una norma, como es el caso, de inferior rango. De este modo, indica en el fundamento de derecho segundo, que “si bien en el seguro del automóvil, por ser obligatorio, la solicitud del futuro asegurado ya cubre durante 20 días los siniestros a que la misma se refiere, no sucede lo mismo en los ramos del seguro de naturaleza voluntaria en los que el artículo 6 de la Ley de Contrato de Seguro distingue nítidamente entre la solicitud, que se afirma no obliga al solicitante (ni tampoco al asegurador) y la proposición de seguro realizada por el asegurador que, por el contrario, vincula al proponente durante un plazo de 15 días”

II. EL IMPAGO DE LA PRIMA

II.1 Régimen Jurídico El art. 14 LCS regula la obligación primaria y principal del tomador del seguro, que consiste en el pago de la prima, mientras que el art. 15 LCS señala las consecuencias jurídicas que se derivan del impago de la misma, distinguiendo, en este caso, si estamos ante la primera prima o ante primas sucesivas. En caso de falta de pago de la primera prima, dice el art. 15.1 LCS “el asegurador tiene derecho a resolver el contrato o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base en la póliza. De no existir pacto en contrario y no habiéndose pagado la prima antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación” La regulación legal es distinta en la hipótesis de impago de una de las primas sucesivas. En tal caso, señala el art. 15.2 LCS: “la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del día de su vencimiento. Si el asegurador no reclama el pago dentro de los seis meses siguientes al vencimiento de la prima se entenderá que el contrato queda extinguido. En cualquier caso, el asegurador, cuando el contrato esté en suspenso, sólo podrá exigir el pago de la prima del período en curso” Como explica la STS (Sala 2ª) de 16 de mayo de 1991 (RJ 1991/3677), las diferencias acusables entre uno y otro supuesto, en orden a los efectos del impago de la prima, hallan su fundamento, en principio, en el diverso estadio de la relación contractual; en el primero, las consecuencias que se prevén derivan de no haberse iniciado la cobertura del asegurador, en tanto que en el incumplimiento de una sucesiva prima ya estaba en curso aquella atendibilidad. De ahí el reconocimiento de ese plazo de gracia de un mes, de prolongación en plenitud de la cobertura, quedando suspendida a partir del transcurso del mismo, y ello durante un período de cinco meses, a cuyo término si el asegurador no ha reclamado el pago de la prima se entenderá extinguido el contrato; resolución ex lege en beneficio de todas las partes implicadas, en cuanto esclarecedora en definitiva de la situación del contrato y liberadora de toda obligación de él derivada. El impago de la prima produce distintos efectos, según se trate de primera prima o primas sucesivas. En el primer caso, parece, a priori, que se condiciona la cobertura al pago de la prima. Por tanto, si se produce el siniestro y no se ha abonado la prima por culpa del tomador, no será atendible el mismo por no haber desplegado todos sus efectos el contrato de seguro, pese a su perfeccionamiento. En cambio, en el segundo supuesto, el contrato de seguro no se extingue, sino que el asegurador sigue prestando cobertura un mes después del vencimiento, en el llamado “mes de gracia” y transcurrido éste, el contrato se suspende durante cinco meses más y a partir de esta fecha, el contrato se extingue ex lege.

Aunque, en principio, parece que las cosas están bastante claras, como veremos a continuación, la realidad nos muestra que estamos ante uno de los artículos más polémicos de la LCS, debido, fundamentalmente, a la distinta interpretación que se le ha dado por parte de nuestra jurisprudencia. El problema surge cuando nos encontramos con un siniestro y no se ha producido el pago de la primera prima o de las sucesivas. Llama la atención, a primera vista, que se obligue a pagar a las aseguradoras un siniestro sin haberse pagado, por culpa del tomador, la primera prima o, en la segunda hipótesis, que el asegurador pueda cubrir, con una prima calculada para una anualidad, seis meses más, que es cuando se produce la extinción ex lege del contrato de seguro. Veremos que toda esta polémica está relacionada directamente con la acción directa establecida en el art. 76 LCS y las excepciones que, en virtud de la misma, el asegurador no puede oponer al tercero perjudicado. Otra de las diferencias entre ambas hipótesis es que mientras que en caso de impago de la primera prima, el art. 15.1 hace referencia a la no cobertura del siniestro por parte del asegurador, en el otro supuesto no se hace mención alguna a la ocurrencia del siniestro, sino a la suspensión de efectos a partir del “mes de gracia” hasta la extinción ex lege del contrato. Sin embargo, pese a esta omisión, debemos entender que al estar suspendido el contrato no despliega ningún efecto frente a las partes contratantes. No obstante, la pregunta que nos hacemos es si tampoco los despliega frente a terceros. Esta cuestión, en principio, debería estar resuelta en el mismo sentido, puesto que la suspensión de efectos equivale a la no cobertura del siniestro en ningún caso, aunque ya veremos que no es así. Sin embargo, el hecho de que el primer párrafo del art. 15 LCS haga referencia a la ocurrencia del siniestro y no así el segundo, nos puede llevar a pensar que, efectivamente, en el primer caso no hay cobertura si por culpa del tomador no se ha pagado la primera prima, siendo esta una situación objetiva del contrato que impide que nazca su eficacia, permitiendo, incluso, al asegurador poder oponerlo al tercero perjudicado, por tratarse de una excepción objetiva, al estar íntimamente ligada al contrato. En cambio, en el impago de primas sucesivas la situación es distinta, pues el contrato ya ha mantenido sus plenos efectos y lo que opera es una suspensión derivada del impago de la prima siguiente, impidiendo que el tomador, en caso de siniestro, tenga acción de reclamación frente al asegurador. Ahora bien, esta suspensión tiene una naturaleza personal y, por tanto, en los seguros de responsabilidad civil, sería inoponible al tercero perjudicado, en virtud del art. 76 LCS. En todo caso, esto que acabamos de decir no deja de ser una cuestión polémica. Pues es más que discutible que la excepción de impago de la primera prima, por muy relacionada que esté con la eficacia del contrato, sea una excepción objetiva y, por tanto, oponible al tercero. La STS (Sala 1ª) de 25 de noviembre de 2004 (RJ 2004/7558), se refiere a las excepciones objetivas, entre las que no se encuentra el impago de la prima, que son las que se pueden oponer, en los siguientes términos:

(…) ante el uso frecuente del término excepción en sentido amplio, los autores, dada la falta de precisión del propio artículo 76, afirman que en tales casos estamos ante excepciones oponibles por el asegurador, que se califican, por la doctrina más autorizada, como excepciones objetivas, calificación que se ha seguido por la doctrina jurisprudencial. Estas defensas del asegurador, o excepciones «lato sensu» podemos agruparlas en la siguiente forma: las basadas en la inexistencia del contrato o extinción de la relación jurídica, la ausencia del derecho del perjudicado al resarcimiento y el hecho de que el derecho del tercero esté fuera de la cobertura del seguro.

Por último, debemos aludir al fraccionamiento de la prima, como una de las formas de pago, ya sean primeras primas o siguientes, que en la práctica se dan con bastante frecuencia. Como se sabe, la mayoría de las aseguradoras optan por esta vía para dar facilidades a sus clientes, planteándose distintos problemas relacionados con el art. 15 LCS en caso de impago de unas de

las fracciones siguientes a la primera. Sobre esta cuestión, dada su importancia, le dedicamos el apartado V de este trabajo, en el que recalcaremos el carácter único e indivisible de la prima, pese a su pago fraccionado, cuestión que tampoco es del todo pacífica.

III. EL IMPAGO DE LA PRIMERA PRIMA

III.1 Consideraciones generales El artículo 15.1 de la Ley de Contrato de Seguros dispone en su párrafo primero, que, salvo pacto en contrario, si la primera prima no ha sido pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación. En tal caso, se trata de un supuesto de ausencia de cobertura que incluso puede oponerse al tercero perjudicado. Pero eso está condicionado, en la propia norma, al hecho de que tal “impago” se produzca por culpa del tomador, lo que comporta la posibilidad de que pueda nacer la obligación de la aseguradora en supuestos en que no haya llegado a percibir la primera prima por culpa propia y no del tomador. Ya hemos indicado que el impago de la primera prima por culpa del tomador supone una suspensión de los efectos del contrato de seguro, puesto que, además de permitir al asegurador la resolución del contrato o exigir el pago, supone la no cobertura del seguro en caso de ocurrencia del siniestro. Como indica Reglero5, “el pago viene a constituir una conditio legis para el inicio de la cobertura”, por lo que hasta que no se produzca el mismo no tendrá efectos el contrato6. Es decir, una vez perfeccionado el contrato, se da al pago de la primera prima el carácter de condición suspensiva de la cobertura7. Esta tesis la expone, haciendo alusión a la última jurisprudencia del TS, con cita de sus SSTS de 14-4-1993 (RJ 1993/2879), 14-3-1994 (RJ 1994/1781), 7-4-1994 ( RJ 1994, 2730) , y sobretodo de 25-5-2005 ( RJ 2005, 6391), la SAP de Cantabria (Sección 3ª) de 5 de diciembre de 2005 (AC 2005/2383), al indicar lo siguiente:

Esta norma, válida en general para toda clase de seguros, establece las consecuencias que derivan del retraso culpable en el cumplimiento de la obligación: hasta que no se produce el pago de la prima no comienzan, por regla general, los efectos materiales del contrato para el asegurador, en el sentido de que no se inicia su cobertura y, por consiguiente, si se produce el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación. Si no se ha dicho otra cosa en la póliza, en el caso de producción del siniestro sin que se haya pagado la primera prima o la prima única por culpa del tomador del seguro, el asegurador queda libre del pago de la indemnización y el asegurado carece de derecho a reclamar la indemnización.

Esta tesis podría venir avalada por la propia dinámica del contrato de seguro, al configurarse como un contrato recíproco y sinalagmático, que origina distintas obligaciones para ambas partes8. De tal modo que, si una de ellas incumple, en virtud del art. 1124 CC, la otra podrá 5 L.F. REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación: Responsabilidad Civil y Seguro, Cizur Menor (Navarra), Aranzadi, 2004, pág. 546. 6 En el mismo sentido, se pronuncia: F. SÁNCHEZ CALERO, Comentarios a la Ley 50/1980, de 8 de octubre y a sus modificaciones, 3ª edición, Cizur Menor (Navarra), Aranzadi, junio 2005. pág. 306, al señalar que hasta que no se produce el pago de la prima, no comienzan, por lo general, los efectos materiales del contrato para el asegurador, en el sentido de que no se inicia su cobertura y, por consiguiente, si se produce el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación. 7 También se refiere a ese efecto suspensivo, J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit. pág. 28. 8 Así lo entiende también A. VEIGA COPO, Tratado…,op. cit. pág. 419, que indica que la prima “es el vínculo, la funcionalidad, la conexión entre prestaciones, en definitiva, el sinalagma del contrato, sinalagma que en la doctrina se ha adjetivado como genérico y funcional.

oponer la excepción de incumplimiento contractual, no teniendo el deber de cumplir en tanto en cuanto la otra no lo haga. No obstante, como veremos más adelante, esta cuestión no es pacífica por parte de nuestra doctrina y jurisprudencia, al menos cuando estamos en presencia de seguros de responsabilidad civil, en los que ocurre el siniestro sin haberse pagado la primera prima y reclama el perjudicado o sus herederos. La propia SAP de Cantabria (Sección 3ª) de 5 de diciembre de 2005 (AC 2005/2383), se refiere a esta hipótesis en la que las aseguradoras deben prestar cobertura frente a terceros en el supuesto de impago de la primera prima:

Modifica con ello el Tribunal Supremo su doctrina precedente (de la que es muestra la que cita la sentencia de instancia) y la doctrina mantenida por un sector de la jurisprudencia de las Audiencias Provinciales, que recordaba que el contrato de seguro, que es consensual, nace a la vida jurídica y existe con el mutuo consentimiento -pues hubo acuerdo de voluntades sobre un objeto: artículo 1261 CC ( LEG 1889, 27)- y el incumplimiento del tomador del seguro al no satisfacer la prima inicial no supone la automática resolución del contrato, sino que permite a la aseguradora resolver el contrato o exigir el pago de la prima por vía ejecutiva. En todo caso, recordaba dicha doctrina, la liberación de la obligación de la aseguradora cuando el siniestro se producía después de la concertación del contrato pero antes del pago de la prima inicial (último inciso del primer párrafo del artículo 15) se refiere a las relaciones internas entre aseguradora y asegurado, nunca al tercero, ajeno a la misma.

En todo caso, en estos supuestos, el asegurador tiene la facultad de resolver el contrato o exigir el pago de la prima debida. La aseguradora podrá optar por cualquiera de las dos alternativas, si bien, ejercitada una sin éxito, normalmente el pago de la prima, no existe ningún impedimento a que opte por la segunda9. La LCS no establece el momento en el que es exigible el pago de la primera prima, tan sólo se refiere en el art. 14 LCS al lugar en el que ha de hacerse. Por eso debemos entender que es exigible en el momento del perfeccionamiento del contrato, salvo que la póliza prevea otro distinto.

III.2 Facultades del asegurador en caso de impago de la prima

A) Resolución del contrato Como hemos señalado, la situación de mora del tomador del seguro permite al asegurador resolver el contrato. Para ello, bastará la comunicación fehaciente del asegurador al tomador del seguro, produciéndose la resolución del contrato, siempre y cuando no haya oposición por parte de éste, pues se exige su culpa para que la aseguradora pueda ejercer esa facultad. Vemos que la LCS establece un régimen singular de resolución del contrato, que se aparta del general, en el que, normalmente, se exige para ello la intervención judicial. Así lo indica Medina Crespo10: “siendo pacífico que en el régimen general suele ser necesario que, salvo acuerdo de las partes, el perjudicado tenga que acudir a la vía judicial para que se declare 9 En el mismo sentido se pronuncia J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit. págs. 212 y 213, quien señala que el mismo art. 1124.2 in fine, Cc, puede servir supletoriamente como fundamento legal para tal solución. Empero –añade-, no podrá sostenerse idéntica solución a la inversa. Elegida la vía de la resolución negocial y llegada a conocimiento del deudor, se desencadenan ipso iure los efectos propios de la ruptura del vínculo contractual, uno de cuyos corolarios es la desaparición de las obligaciones de las partes. El asegurador no podrá reclamar judicialmente lo que por propia voluntad ha eliminado. 10 M. MEDINA CRESPO, “La regulación del impago de la prima en el contrato de seguro”, Revista de Derecho de los Seguros Privados, nº 4, 1995, pág. 12.

resuelto el contrato, parece que en la disciplina especial basta con que el asegurador exprese su voluntad resolutoria, sin ser precisa la correspondiente declaración judicial. De acuerdo con esta interpretación, producido el impago de la prima, el asegurador puede dar por resuelto el contrato de seguro con la simple expresión de una declaración de voluntad en ese sentido”. De la misma opinión es Sánchez Calero11, que basa su argumentación en que “si cada vez que los tomadores del seguro incumplieran con su obligación de pago de una prima los aseguradores hubieran de acudir a los tribunales para pedir su cumplimiento o la resolución del contrato (al amparo del art. 1124 CC) la litigiosidad por su parte habría de ser constante, con los perjuicios económicos y sociales que ello comporta” En la práctica, es frecuente que las aseguradoras resuelvan los contratos por falta de pago de la primera prima y no lo comunican a los tomadores del seguro. Sirva como ejemplo, en el seguro de automóviles, las comunicaciones al Fichero Informático de Vehículos Asegurados (FIVA) de las anulaciones de las pólizas, sin hacerlo, posiblemente por el coste administrativo que conlleva, a los tomadores del seguro. La SAP de Cádiz (Sección 8ª) de 22 de diciembre de 2003 (AC 2004/28), insiste en la necesidad de comunicar la resolución del contrato al tomador del seguro para que tenga efectos:

Por tanto, impagada la primera prima, el asegurador tiene derecho a resolver el contrato o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base a la póliza. En el presente caso, la compañía de Seguros Amsyr no procedió ni a dar por resuelto el contrato, ni a exigir el pago de la prima en vía ejecutiva. La Cía. de Seguros actuó de forma totalmente unilateral, anulando la póliza, sin practicar notificación en legal forma al tomador. Con esta actuación no puede entenderse resuelto el contrato

En principio, si la aseguradora resuelve el contrato por impago culpable del tomador del seguro de la primera prima, debemos entender que el mismo ha resultado ineficaz y no ha habido cobertura alguna. Por tanto, si en el transcurso de tiempo que va desde el perfeccionamiento del contrato hasta su resolución por impago de la primera prima, se produce un siniestro, no debería estar cubierto por la aseguradora. Es más, según lo dicho, aunque la entidad aseguradora no ejercite tal facultad de resolución, la cobertura del seguro está suspendida hasta que no se pague la prima. Sin embargo, no es ésta la posición de la jurisprudencia, sobre todo la de la AAPP, que, ante las reclamaciones de perjudicados, en seguros de responsabilidad civil, condenan a las aseguradoras que no han ejercitado la facultad de resolver el contrato ante el impago culpable de la primera prima o que, haciéndolo, también las condenan desde el perfeccionamiento del contrato hasta el momento en el que lo resuelven. La SAP de Murcia (Sección 1ª) de 10 de junio de 2005 ( JUR 2005/265166)¸ reconoce el incumplimiento culpable del tomador del seguro ante el pago de la primera prima y condena a la entidad por no resolver el contrato. Si lo hubiera resuelto, por los mismos argumentos, también la hubiera condenado si el siniestro se hubiera producido antes de la resolución. También es frecuente, ante el impago de la primera prima, que se envíe una carta por la aseguradora en la que se le da al tomador un plazo para pagar, advirtiéndole que si no se realiza el pago, se extingue el contrato al finalizar el mismo. Así mismo, nos encontramos con cláusulas redactadas de un modo similar, como la que analiza la SAP de Cantabria (Sección 3ª) de 5 de diciembre de 2005 (AC 2005/2383), que dice “esta póliza no tendrá valor, a partir de los 30 días de la fecha de efecto, si no va acompañada del recibo acreditativo del pago de la prima”.

11 F. SÁNCHEZ CALERO, Comentarios a la Ley 50/1980…, op. cit., pág. 303.

En este caso, para la AP de Cantabria, esos 30 días de eficacia inter partes –y, por tanto, también frente a terceros- dan lugar a la plena eficacia del contrato, debiendo prestar cobertura a los siniestros ocurridos en ese período, se pague o no la prima convenida. En definitiva, de acuerdo con esta jurisprudencia de las AAPP, ante las reclamaciones de terceros en los seguros de responsabilidad civil, la resolución del contrato en caso de incumplimiento culpable del tomador del seguro en el pago de la primera prima, sólo tendrá efectos respecto a la cobertura del seguro, a partir del momento en el que se lleva a cabo la misma, puesto que hasta entonces, el seguro ha estado en vigor. Consideran, por tanto, el impago de la prima una excepción personal que, según el art. 76 LCS, resulta inoponible al tercero.

B) Reclamación de la prima Otra de las facultades de las aseguradoras ante el impago de la primera prima es la posibilidad de exigir su pago, incluso por vía ejecutiva12. Es más frecuente por parte de las aseguradoras, como es natural, ejercitar esta facultad que la resolución del contrato, lo que no es tan frecuente es acudir a la vía ejecutiva. En cualquier caso, el art. 15.1 LCS le da a la póliza la consideración de título ejecutivo, pudiéndose encuadrar en los indicados en el art. 517.2º.9 LEC, que se refiere a otros documentos que, por disposición de una ley, “lleven aparejada ejecución”. También podrá el asegurador utilizar el procedimiento declarativo que corresponda en función de la cuantía o el monitorio cuando la reclamación sea inferior a 30.050 €. Si el asegurador opta por exigir el pago de la prima, existe por su parte una voluntad inequívoca de que se cumpla el contrato13. Sin embargo, como indicábamos al inicio del epígrafe anterior, en principio, la cobertura del mismo estará suspendida hasta el momento en el que se haga efectivo el pago de la prima. Es decir, una cosa es pretender el cumplimiento del contrato y otra distinta es que éste tenga plenitud de efectos cuando, por culpa del tomador y salvo pacto en contrario, no se ha pagado la primera prima. Esta interpretación vendría, además, reforzada por lo dispuesto en el párrafo 3º del art. 15 que señala “la cobertura del asegurador vuelve a tener efecto a las veinticuatro horas del día en que el tomador pagó la prima”. Así las cosas, cabe plantearse si la reclamación judicial o extrajudicial del pago de la prima – y no la mera gestión de cobro- conlleva también la asunción del riesgo y, en este caso, desde cuándo, si desde el perfeccionamiento del contrato o desde que finalmente se produce el pago. La solución que da la jurisprudencia de las AAPP, al igual que en el supuesto analizado en el anterior epígrafe, pese a la dicción literal del art. 15.1 LCS de no cobertura del siniestro si no se ha pagado la primera prima, es la cobertura del seguro ante reclamaciones de terceros en los seguros de responsabilidad civil. En este caso, tal vez esté más justificada esa cobertura por la voluntad del asegurador de cumplir el contrato y porque la no cobertura podría dar lugar a un enriquecimiento injusto si, una vez pagada la prima, sus efectos se retrotraen a la fecha en la que el contrato fue perfeccionado. Este es precisamente el supuesto que analiza la STS (Sala 1ª) de 10 de diciembre de 2002 (RJ 2002/10574). En el caso resuelto por esta sentencia, la compañía “Grúas y Transportes Cabezo Cortao, S.A.” demandó a la entidad “Abeille Previsora” basándose en una póliza de responsabilidad civil,

12J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 227, sostiene que, además de la vía ejecutiva, el asegurador puede acudir a la reclamación de la cantidad mediante el juicio declarativo –ordinario o verbal, según su cuantía-, cuya utilización a veces hasta puede resultar conveniente, debido a la complejidad del debate a plantear. 13 En términos similares se pronuncia J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 227, al señalar que la Ley atribuye a la reclamación judicial la significación de una manifestación de voluntad del asegurador de la continuidad de la relación aseguradora.

derivada del accidente ocurrido el 22 de noviembre de 1988, en el que resultó lesionado D. José B.B, quién obtuvo sentencia condenatoria contra la entidad demandante. En la póliza de responsabilidad y en las condiciones particulares, que estaban firmadas por el tomador del seguro, se estableció expresamente lo siguiente: “las garantías entrarán en vigor a las cero horas del día 11 de noviembre de 1988 y, salvo pacto en contrario, después de pagar la prima total expresada en este documento”. En el apartado “siniestralidad” de las condiciones particulares, igualmente firmadas, se hizo constar que “el tomador declara que no se ha producido siniestro alguno por reclamación de responsabilidad civil en los últimos 24 meses y que no ha sido anulada la póliza sobre este mismo riesgo por otra compañía aseguradora.

La póliza se suscribió el día 5 de diciembre y el pago se efectuó el 9 de diciembre de 1988, después de producirse el siniestro cuyo importe se reclama.

Tanto en primera como en segunda instancia se desestimó la demanda. La Sentencia de la Audiencia Provincial lo hace sobre la base de dos argumentos: Uno, relativo a que la póliza suscrita el 5 de diciembre de 1988 no había desplegado efectos retroactivos hasta el 11 de noviembre de 1988, al no haberse abonado la prima, lo que se hizo el día 9 de diciembre, cuando su eficacia quedaba condicionada a este pago; y otro, atinente a la culpa grave del tomador del seguro, de conformidad con el artículo 10 de la LCS, por efecto de que al firmar la póliza no comunicó el suceso, sino que manifestó que no se había producido siniestro alguno en los últimos 24 meses, pese a que era sabedora de la existencia de un evento ocurrido el 22 de noviembre de 1988, en el que se vio implicado su empleado, el cuál era de influencia decisiva para el aseguramiento del siniestro.

El Tribunal Supremo, estima el Recurso de Casación interpuesto por la actora, condenando a la compaña aseguradora al entender que la falta de pago no es imputable al tomador del seguro, pues éste se efectuó cuando fue presentado al cobro por el agente de la demandada en Cartagena, a plena satisfacción de la aseguradora. Además, ésta aceptó el abono íntegro de la prima correspondiente, con período de validez inicial según consta en la póliza, del 11 de noviembre de 1988 al 10 de noviembre de 1999. Por lo tanto, admitió su eficacia para los siniestros que, en su caso, ocurrieran entre aquéllas fechas. En otro supuesto, la percepción sin descuento alguno no se correspondía al tiempo concertado de vigencia del seguro.

En cuanto a que el asegurado manifestó expresamente que no se había producido ningún siniestro en los últimos 24 meses, el TS entiende que, al concretarse que la iniciación de la operatividad del seguro se situaba el día 11 de noviembre de 1988, no ha faltado a la verdad en dicha manifestación, pues la referencia se entiende hecha al tiempo anterior a esa fecha Esta sentencia, al igual que muchas otras, pone de manifiesto que la jurisprudencia es partidaria de la inoponibilidad del impago de la primera prima a los terceros en el seguro de responsabilidad civil. Se interpreta que la suspensión de la cobertura a la que se refiere el art. 15.1 se produce en las reclamaciones entre asegurador y asegurado, estando liberado temporalmente el asegurador del deber indemnizatorio frente al asegurado hasta que se produzca la resolución del contrato o la consecuencia rehabilitadora que prevé el párrafo 3º del art. 15 LCS. Así lo entiende la SAP de Badajoz (Sección 3ª) de 15 de junio de 2005 (AC 2006/45935), que interpreta el art. 15.1 de la siguiente manera:

Según este precepto, el impago de la primera prima genera un efecto suspensivo inmediato, pero no un efecto extintivo del contrato. En tal supuesto, la aseguradora puede optar entre resolver el vínculo o exigir el abono de la prima, pero mientras no ejercite la facultad de resolución, el contrato subsiste (quedando obligada la aseguradora a indemnizar al tercero perjudicado, a quien no se puede oponer la excepción personal de falta de pago de la prima, sin perjuicio de la facultad de

repetición frente al asegurado por causas derivadas del contrato de seguro), y ello por cuanto la suspensión de la cobertura que establece el art. 15 LCS se produce en las relaciones entre asegurador y asegurado estando liberado temporalmente el asegurador del deber indemnizatorio frente al asegurado hasta que se produzca la resolución o extinción legal del contrato o la consecuencia rehabilitadora que prevé el párrafo último de dicho precepto; o dicho de otro modo, se estima que el contrato ha de considerarse vigente en tanto no se rescinda por la entidad aseguradora, no obstante el impago de la prima, al no comportar éste, per se, esa forma extintiva. (SSTS 16-V-1991, 14-XII-1989; SAP Cáceres 28-IV-2003, SAP Zaragoza 27-VII-2001, SAP Madrid 28-VI-2001).

No obstante lo anterior, hemos advertido en las últimas sentencias del TS un cambio respecto a lo indicado y a su propia doctrina, inclinándose por una interpretación más literal del art. 15.1, en el sentido de reforzar esa suspensión de cobertura del contrato ante el impago de la primera prima, incluso en los seguros de responsabilidad civil, permitiendo, en consecuencia, a las aseguradoras oponer al tercero el impago culpable por parte del tomador del seguro de la primera prima. Así lo ha señalado en su STS (Sala 1ª) de 25 de mayo de 2005 (RJ 2005/6391), donde permite a la aseguradora oponer al tercero la excepción personal de impago de la primera prima por parte del tomador del seguro, liberándola de prestar cobertura a un siniestro ocurrido sin que se hubiera efectuado el pago del recibo. A partir de esta resolución, ha habido una cierta tendencia en las AAPP en el sentido de considerar oponible al tercero perjudicado la excepción del impago de la primera prima, entendiendo que se trata de una excepción objetiva del contrato de seguro. La SAP de Asturias (Sección 5ª) de 14 de febrero de 2006 (JUR 2006/89188), lo hace de la siguiente manera:

Debe pues concluirse, en orden a la oponibilidad de la aseguradora al tercero perjudicado de la circunstancia del impago de la prima, pues en efecto la interpretación que debe darse a la dicción del art. 76 de la L.C.S., alusiva a que la acción directa es inmune a las excepciones que puedan corresponder al asegurador frente al asegurado, ha sido abordada por nuestra Jurisprudencia, que ha realizado una integración de dicho precepto con los arts. 1 y 73 de la mencionada LCS, pues en tales preceptos se alude a que "el asegurador se obliga a indemnizar dentro de los límites establecidos en la Ley y en el contrato, concluyéndose que serán oponibles por el asegurador al perjudicado las llamadas excepciones objetivas, como son sin duda las atinentes a circunstancias como la presente, en que se produce la carencia de cobertura por disposición legal".

Así pues, conforme a esta normativa, las consecuencias derivadas del impago serían: a) que hasta que no se produzca el pago de la prima no comienzan los efectos materiales del contrato por el asegurador y, por tanto, no nace la cobertura, y de ahí la posibilidad de oponer a terceros esta excepción, con la consecuencia de no quedar obligado si acontece el siniestro. b) que dicho asegurador tiene la facultad de resolver el contrato o exigir el pago de la prima.

En el mismo sentido, se pronuncia la SAP de Madrid (Sección 10ª) de 4 de marzo de 2009 (JUR 2009, 236682), al afirmar que: “Al respecto, la más moderna jurisprudencia ha declarado reiteradamente que, salvo pacto en contrario o falta de culpa del tomador del seguro (y aquí se ha declarado probado que el impago de la prima fue imputable al tomador), si la primera prima o la prima única no ha sido pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación, conforme establece el artículo 15 de la Ley de Contrato de Seguro , teniendo declarado la Sala del Tribunal Supremo, en aplicación del referido precepto, que en dicha situación de impago de la primera prima o de la prima única, el contrato de seguro está en suspenso y el asegurado carece de derecho a reclamar la indemnización. Sin que para ello sea necesario que el asegurador inste la resolución del contrato. Esto es, al fin y al cabo, lo que dice el art. 15.1 LCS”.

Sin embargo, la cuestión sigue sin ser pacífica, por cuanto que otras AAPP consideran que en estos casos estamos ante una excepción personal y, por tanto, inoponible al tercero perjudicado, como la SAP de Barcelona (Sección 2ª) de 11 de octubre de 2010 (JUR 2010, 384154), al indicar que “el impago de la prima es una excepción de carácter personal que solo da lugar a la suspensión de la cobertura de riesgo "inter partes" pero no frente al tercero perjudicado , sin perjuicio del derecho que le asiste de repetir contra el asegurado” o la SAP de Toledo (Sección 2ª) de 19 de mayo de 2010 (ARP 2010, 757), que expone las posiciones de las distintas AAPP, citando numerosas sentencias en ambos sentidos. Más recientemente, en el mismo sentido indicado en el párrafo anterior, se pronuncia la SAP de Valencia (Sección 8ª), de 24 de abril de 2012 (JUR 2012\265686), al considerar que frente a terceros, la acción directa establecida en el art. 76 LCS es inmune a las excepciones que el asegurador tenga contra su asegurado, siendo el impago de la primera prima de naturaleza personal.

III.3 Presupuestos para resolver el contrato o exigir el pago de la prima De no darse los presupuestos que a continuación vamos a estudiar, según el art. 15 LCS, las entidades aseguradoras no pueden ejercitar las facultades indicadas de resolución del contrato o la exigencia de su cumplimiento mediante el cobro de la prima. Estamos ante un contrato consensual, que si está perfeccionado por el acuerdo de voluntades de las partes, debe cumplirse en los términos establecidos en la Ley y según lo pactado. Para que las aseguradoras puedan ejercitar las citadas facultades, es necesario, por un lado, que acredite la culpa del tomador ante el impago de la primera prima y, por otro, que no se haya pactado cualquiera otra forma de pago.

A) Culpa del Asegurado Si la falta de pago de la primera prima no es imputable al tomador del seguro, la aseguradora no podrá resolver el contrato ni exigir su cumplimiento por esta circunstancia. Además, deberá hacerse cargo de los siniestros ocasionados desde el perfeccionamiento del contrato, momento en el que es exigible la prima, si no se ha dispuesto otra cosa. En el párrafo 1º del art. 15 LCS se establece que debe acreditarse la culpa del tomador para que se considere constituido en mora. Eso conlleva que sea la aseguradora la que tenga que llevar a cabo todo aquello que sea necesario para lograr el cobro de la prima y, en su caso, probar la culpa del tomador ante el impago de la primera prima. En el asunto analizado en la STS (Sala 1ª) de 4 de septiembre de 2008 (RJ 2008, 4642), la sentencia de instancia consideró que la falta de pago de la prima antes de haberse producido el siniestro exime en el caso enjuiciado a la aseguradora del pago de la prestación. Sin embargo, para el alto tribunal, en el caso examinado no debe entenderse aplicable esta prescripción legal, por cuanto que “La falta de pago de la prima con anterioridad al siniestro a que se refiere el artículo 15 I LCS solo puede producir el efecto de liberar de su obligación al asegurador en el caso de que la falta de pago sea imputable al tomador, pues así se infiere, en una interpretación sistemática, de la relación de este precepto con el inciso que lo precede, que alude a la culpa del tomador en el impago de la prima; y, en una interpretación lógica, de la finalidad que con él se persigue de eximir al asegurador del cumplimiento del contrato por razón del incumplimiento de la obligación principal del otro contratante. La jurisprudencia considera que el efecto de suspensión del contrato de seguro por falta de abono de la primera prima o de la prima única está vinculado a una situación de «impago» de la prima (SSTS 14 de abril de 1993, 14 de marzo de 1994 [RJ 1994, 1781], 7 de abril de 1994 [RJ 1994, 2730], 25 de mayo de 2005, rec. 4683/1998 [RJ 2005, 6391])”.

En el mismo sentido, citando la anterior sentencia, se pronuncia la STS (Sala 1ª) de 15 de julio de 2009 (RJ 2009, 4707), al indicar que “la jurisprudencia ha interpretado que la falta de pago de la prima con anterioridad al siniestro a que se refiere el artículo 15.1 LCS solo puede producir el efecto de liberar de su obligación al asegurador en el caso de que la falta de pago sea imputable al tomador. Así se infiere, en una interpretación sistemática, de la relación de este precepto con el inciso que lo precede, que alude a la culpa del tomador en el impago de la prima; y, en una interpretación lógica, de la finalidad que con él se persigue de eximir al asegurador del cumplimiento del contrato por razón del incumplimiento de la obligación principal del otro contratante (STS 4 de septiembre de 2008 (RJ 2008, 4642)”. Este requisito de la culpa no se exige en el párrafo 2º del mismo artículo para las primas sucesivas. En este caso, una vez agotado el “mes de gracia”, la suspensión de efectos parece que es automática. Sin embargo, la jurisprudencia entiende que, también en las primas sucesivas, el impago debe ser culpable por parte del tomador para que opere la suspensión de efectos del seguro a partir del “mes de gracia”. Así se desprende de la STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2002 (RJ 2002/5217), en la que el siniestro ocurre pasados incluso los seis meses del vencimiento del contrato y se condena la compañía aseguradora, porque en la póliza figuraba como lugar de cobro de la prima el domicilio del tomador, sin que cumpliera con su deber de presentación al cobro de la prima ni de resolver el contrato de seguro, en su caso. Aunque pensamos que, en estos casos, el contrato se extingue ex lege pasados los seis meses del vencimiento, sí compartimos la argumentación de la sentencia en cuanto a la exigencia de la culpa del tomador también en las primas sucesivas. Esta resolución se refiere también a otros supuestos en los que se ha pronunciado el alto tribunal sobre la acreditación de la culpa del tomador para liberar a la aseguradora de asumir el siniestro en caso de impago de primas. Como la STS (Sala 1ª) de 22 de noviembre de 1985 (RJ 1985/5631), que condenó a la aseguradora a pagar la indemnización, pese a la falta de pago de la prima, cuando esto ha sido debida a culpa de la aseguradora por no presentar el recibo para su pago a pesar de haber sido requerida para ello. En el mismo sentido, se pronuncia la STS (Sala 1ª) de 30 de junio de 1990 (RJ 1990/4949), que señala que no se trata de que sin abonar la prima se tenga que pagar el riesgo, sino que dicho pago deviene del incumplimiento de una obligación que incumbía a la aseguradora, o la STS (Sala 1ª) de 22 de junio de 1992 (RJ 1992/5463), que recoge el criterio de otra sentencia anterior, la STS (Sala 1ª) de 28 de junio de 1989 (RJ 1989/4791). Sostiene que no debía proyectarse sobre este contrato de seguro la pura exigencia de otros contratos, en la idea de que incumplida la prestación por una parte -el asegurado en cuanto al pago de la prima- tenga que automáticamente darse por resuelta o no la póliza. También indica la citada resolución que hay SSTS, como la STS (Sala 1ª) de 18 de junio de 1998 (RJ 1998/5062) y la STS (Sala 1ª) de 6 de junio de 2000 (RJ 2000/5095), en las que se libera de su obligación de pago a la compañía aseguradora, si bien se refieren a supuestos distintos en el que imputan el incumplimiento del pago de la prima a los tomadores del seguro. Del mismo modo, se pronuncian también las AAPP en cuanto al requisito de la imputabilidad al tomador del seguro sobre el impago de las primas. La SAP de Murcia (Sección 1ª) de 7 de abril de 2004 (AC 2004/1885), condena a la entidad aseguradora, pese a que no se realizó ningún pago, porque no se expidió ningún recibo por parte de la aseguradora ni tampoco se pasaron al cobro, siendo la negligencia de la aseguradora la que provocó tal situación. Aunque el art. 14 LCS establece que será el domicilio del asegurado el lugar para el pago de la prima, si no se dispone otra cosa, la realidad es que en la mayoría de las pólizas se pacta la domiciliación bancaria como forma de pago de la prima.

En estos casos, la culpabilidad o no del tomador del seguro dependerá de si el impago de la prima es debido a errores administrativos o del propio banco en la gestión del cobro, donde no podrá imputarse responsabilidad alguna al tomador, o a la inexistencia de fondos o, como indica la STS (Sala 1ª) de 9 de marzo de 1996 (RJ 1996/1938), a la realización del impago de forma consciente y voluntaria por parte del tomador, pues así se le había manifestado al agente de seguros, “lo que ha de comportar necesariamente la suspensión de dicho seguro a partir del mes siguiente al día de vencimiento de la prima...”, en los que sí se puede hablar de culpa del tomador. No obstante lo anterior, ante la devolución del recibo por falta de fondos, en algunas sentencias, se exige para poder imputar el incumplimiento al tomador, una actitud positiva por parte de las aseguradoras, en aras a lograr el cobro de la prima o procediendo a la resolución del contrato por tal motivo. Es el caso analizado en la SAP de Almería (Sección 1ª) de 2 de febrero de 2004 (AC 2004/730), en el que, con cita de distintas sentencias de Audiencias o del propio TS, defiende esta tesis. No obstante, más recientemente, en la STS (Sala 1ª del 17 de octubre de 2008 (RJ 2008, 6916), se plantea también si se suspenden los efectos de un contrato de seguro de responsabilidad civil, y consecuentemente las obligaciones de la aseguradora en caso de siniestro, en el supuesto de no haberse hecho efectiva la prima a la fecha de su vencimiento por no existir fondos en la cuenta corriente que el tomador del seguro tiene abierta en una entidad bancaria en la que domicilió dicho pago. En este caso, estando el contrato suspendido por no haberse pagado la prima sucesiva, la entidad aseguradora, con buen criterio, abonó la indemnización a los perjudicados tras producirse un siniestro, cuya responsabilidad recayó sobre el asegurado. Posteriormente, la entidad aseguradora interpuso demanda de reclamación de cantidad contra su asegurado, en virtud de los artículos 7 LRCSCVM (actual art. 10) y el art. 15.2 LCS. Tanto la sentencia de primera instancia como la de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca, de 26 de julio de 2002, desestimaron la demanda por entender que no había culpa del tomador. La ratio decidendi de la sentencia de la Audiencia es, en síntesis, la falta de culpa de la tomadora del seguro porque no consta ni que la entidad bancaria hubiera hecho saber a la Sra. María que se había rechazado el recibo por falta de saldo, ni que la compañía de seguros hubiera avisado a la ahora demandada en qué fecha iba a pasarse el recibo al cobro, ni posteriormente le hubiera comunicado que no se había abonado tal recibo. Sin embargo, para el TS, que estima la demanda de la entidad aseguradora y condena al asegurado a pagarle la cantidad reclamada, la falta de pago de la prima en el lugar y tiempo convenido supone un incumplimiento contractual que en sede de seguro está sometido a un régimen jurídico específico diferente del régimen general de los contratos con obligaciones recíprocas. La sentencia considera que: “Cuando se pacta la domiciliación bancaria, la entidad aseguradora debe probar que presentó el recibo en la misma y que le fue devuelto por falta de fondos en el tiempo en que ha de ser abonado, pero en modo alguno precisa acreditar, para que se produzca el incumplimiento del tomador con el efecto suspensivo de la cobertura, que el banco se lo comunicó al cliente, ni tiene que efectuar ningún tipo de requerimiento o comunicación, fehaciente o no, al tomador. No lo exige la Ley ni ninguna disposición reglamentaria (la OMH de 22 de octubre de 1982 [RCL 1982, 3011] está derogada), y no lo exige la jurisprudencia (SS. 18 de junio de 1998 [RJ 1998, 5062] , 6 de junio de 2000 [ RJ 2000, 5095], 17 de enero de 2001, y 8 de junio de 2006 [ RJ 2006, 2405]). En algunas Sentencias se hace referencia a la exigencia de un requerimiento o comunicación. Así la de 14 de diciembre de 1985 (RJ 1985, 6441), respecto al régimen anterior a la LCS (RCL 1980, 2295) , y la de 22 de julio de 2008 ( RJ 2008, 4491) (núm. 793) con referencia al art. 15, párrafo segundo de la LCS, pero en ambos casos había una previsión contractual específica al respecto”.

Por tanto, podemos concluir, de acuerdo con la más reciente jurisprudencia de la Sala 1ª del TS, que, salvo pacto en contrario, la devolución del recibo por falta de fondos del tomador, equivale a la “culpa del tomador” a los efectos establecidos en el art. 15 de la LCS, y, en consecuencia, la entidad aseguradora tendrá acción contra él, en el supuesto en el que suspendido el contrato entre las partes por falta de pago de la prima siguiente (devolución del recibo bancario por falta de fondos), indemnice al perjudicado por un siniestro ocurrido en ese periodo, cuya responsabilidad recaiga en el asegurado.)14.

B) Inexistencia de pacto en contrario El inciso segundo del art. 15.1 indica que “salvo pacto en contrario, si la prima no ha sido pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación”. En nuestra opinión, el pacto en contrario en cuanto al cobro de las primas, no sólo exoneraría de culpa al tomador del seguro, obligando a la entidad aseguradora a asumir el siniestro, sino que impediría también que el asegurador pudiera, por tal motivo, resolver el contrato o exigir el pago de la prima. Es habitual encontrarnos en las pólizas con cláusulas que establecen cómo debe efectuarse el pago de la primera prima o de las primas sucesivas. Si no se hiciese mención alguna al respecto, debemos entender que la prima es exigible desde el momento en el que se ha perfeccionado el contrato. Pero, cuando el siniestro ocurre en fechas próximas a tal perfección, la aseguradora habrá de hacerse cargo del mismo, porque no hay tiempo material de pasar al cobro el recibo. En la STS (Sala 1ª) de 10 de marzo de 2006 (RJ 2006/5712), se discute por la aseguradora y el tomador del seguro si el pago pactado mediante la entrega de un cheque por parte de éste tiene eficacia como tal en el momento de la entrega del cheque, que es cuando se perfecciona el contrato o en el momento de la realización de los efectos mercantiles, que se materializan una vez ocurrido el siniestro. Para el TS, lo querido por las partes fue que el pago de la prima se entendiera producido desde el momento de concertar el seguro. Así, añade que “el art. 15 LCS, bajo la expresión “salvo pacto en contrario”, claramente admite la posibilidad de que las partes pacten el tiempo de pago de la prima, sin que obste que la fecha prevista para ello sea posterior a la producción del siniestro”. También en el caso de la SAP de Salamanca (Sección 1ª) de 28 de junio de 2004 (AC 2004/1349), se entrega como forma de pago un pagaré con vencimiento un mes y medio después de la fecha de efecto del contrato. Al ocurrir el siniestro antes del citado mes y medio, la aseguradora alegó que no se había pagado la primera prima, siendo desestimada la misma por la Audiencia al considerar que había una aceptación por parte de la aseguradora de esa forma de pago. El pacto en contrario al que nos estamos refiriendo no sólo puede ser expreso, sino, como indica Reglero15, también puede ser “tácito o derivado de actos concluyentes del asegurador”, como cuando acepta parte del pago de la prima o el pago fraccionado o atiende siniestros del 14 No comparte esta opinión V. MORENO VELASCO, “Breves comentarios sobre la aplicación práctica del artículo 15 de la Ley de Contrato de Seguro”, Diario La Ley, 16 de enero de 2009, nº 7094, al entender que en la resolución de estos asuntos se deberá atender tanto a la culpa del tomador como a la buena fe de la aseguradora que una vez comprobado el impago debe notificárselo al asegurado con objeto de que éste, ante un error bancario o una falta de recepción del recibo, pueda hacer efectiva la prima. Asimismo, en el caso de que se acredite una voluntad rebelde al pago la Compañía debe notificar fehacientemente al asegurado la resolución de la póliza por impago (SAP de Almería, Sección 3.ª, núm. 50/07, de 19 de marzo de 2007 y AP de Girona, Sección 3.ª, núm. 714/2007, de 4 de diciembre) 15 L.F. REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación…,op. cit. pág. 550.

asegurado. La STS (Sala 1ª) de 23 de enero de 1996 (RJ 1996/638), entiende que el tomador no incurre en mora, puesto que las distintas coaseguradoras no se ponían de acuerdo respecto al cobro de la prima, por lo que tácitamente venían consintiendo el retraso en el abono de la misma.

IV. IMPAGO DE LAS PRIMAS SUCESIVAS

IV.1 Consideraciones generales El art. 15.2 LCS regula las consecuencias del impago de las primas siguientes por parte del tomador del seguro. Hablamos de primas siguientes, en la terminología de la LCS, primas sucesivas o de cartera a las que se devengan en los contratos que prevén su prórroga automática, salvo denuncia de cualquiera de las partes, en la segunda anualidad y siguientes. Antes de entrar a analizar este segundo párrafo del art. 15 LCS, debemos hacer dos consideraciones. La primera es que para que entren en juego las previsiones de este precepto es necesario que el contrato prevea la prórroga automática del mismo y que ninguna de las partes la haya denunciado en los términos previstos en el art. 22 LCS, que señala que las partes podrán oponerse a la prórroga mediante una notificación escrita a la otra parte, efectuada dos meses antes de la conclusión del contrato. Como se sabe, en la actualidad, la mayoría de los contratos de seguro tienen cobertura anual y en ellos se suele pactar la prórroga automática de los mismos. El otro requisito para que entre en juego este párrafo, se refiere a que el supuesto de hecho no debe tratarse de un seguro para una obra o un hecho determinado que tienen una duración concreta, (como puede ser un viaje, la realización de una obra o de un transporte puntual). En estos casos, sólo sería aplicable el art. 15.1, al no prorrogarse el contrato. Con respecto a la oposición a la prórroga a la que nos referimos, como indica la SAP de Navarra (Sección 1ª) de 1 de julio de 2004 (AC 2004/1735), no se exige que la notificación a la aseguradora sea hecha de forma fehaciente que acredite su recepción, sino que “a criterio de este Tribunal podría incluso ser relativizada, pues lo relevante es que la aseguradora conozca la voluntad de oposición a la prórroga del asegurado, siendo indistinto el modo en que ha llegado a conocimiento de la aseguradora la voluntad del asegurado”. Naturalmente, si no se denuncia la prórroga del contrato en los términos indicados, el mismo se prorroga automáticamente y la entidad aseguradora puede exigir la prima, tanto judicial como extrajudicialmente. Así lo explica la SAP de Barcelona (Sección 19ª) de 29 de enero de 2004 (JUR 2004/53982), en un supuesto en el que la entidad Mapfre reclama judicialmente la prima al entender que al no denunciar el contrato, se prorroga tácitamente. Por otro lado, aunque el art. 15.2 LCS no lo indica expresamente, entendemos que el asegurador, ante el impago por parte del tomador de las primas sucesivas, también tiene la facultad, como prevé el art. 15.1 para el caso de impago de la prima única o primera prima, de resolver el contrato, tal como ha señalado la jurisprudencia. Esta resolución, que se produciría de forma automática pasados seis meses del vencimiento sin que hubiera pagado la prima sucesiva, la podrá efectuar pasado el “mes de gracia”, pues durante éste, como veremos, el contrato mantiene su eficacia. El TS ha hecho referencia a esta posibilidad de resolver el contrato ante al impago de la prima sucesiva en la STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2006 (RJ 2006/2405), a la que nos referiremos después. También puede el asegurador, en estos casos, reclamar la prima. Esta cuestión sí se prevé en el segundo párrafo del art. 15 LCS; si bien, cuando el contrato está en suspenso, sólo podrá exigir el pago de la prima del período en curso.

Así mismo y aunque en este párrafo que estamos analizando se omite cualquier referencia a la culpa del tomador ante el impago de las primas sucesivas, cabe pensar, al igual que hemos visto ante el impago de la primera prima, que para que se produzcan los efectos suspensivos que prevé el art. 15.2, es necesario que el asegurador, (que es quien tiene la obligación de poner los medios a su alcance para lograr el cobro de las primas) acredite que ha requerido de pago al tomador del seguro y que el impago se ha producido por culpa de éste. De no ser así, el contrato mantendría sus efectos, al menos, hasta la extinción ex lege, pasados seis meses desde su vencimiento. En este sentido se pronuncia la STS (Sala 2ª) de 1 de diciembre de 1989 (RJ 1990/790), al indicar:

Como es bien sabido las consecuencias de la falta de la prima son distintas, según se trata de la primera o de las siguientes porque en el primer caso, salvo pacto en contrario, la ley permite al asegurador liberarse de su obligación, mientras en el segundo, sólo puede suspender la cobertura del asegurador un mes después del día del vencimiento de la prima quedando viva por consiguiente durante ese plazo, la obligación de cobertura, debiendo en uno y otro caso acreditarse no sólo el incumplimiento de la obligación del asegurado sino que el incumplimiento ha sido culposo (artículo 15 de la Ley de Contrato de Seguro). De nada de ello hay constancia en la sentencia impugnada.

También las AAPP mantienen este criterio, como muestra la SAP de Teruel (Sección 1ª) de 21 de mayo de 2004 (JUR 2004/174171), al decir:

En este caso -impago de primas sucesivas- el asegurador sólo puede suspender la cobertura del contrato un mes después del día del vencimiento de la prima, quedando viva durante ese plazo, la obligación de cobertura y debiendo, en todo caso acreditarse, no sólo el incumplimiento de la obligación de pago del asegurador sino que el mismo ha sido por su culpa.

Una de las cuestiones que se plantean en torno a este asunto, es si puede aplicarse lo dispuesto en el art. 15.2 LCS para los casos en los que se fracciona el pago de la prima. En otras palabras, si hay una similitud entre las primas siguientes y las fraccionadas. Sin perjuicio de remitirnos al apartado 1.4.2 del comentario del art. 14 LCS, en el que se trata este tema, diremos que son conceptos distintos. El asegurador no puede beneficiarse de las previsiones del art. 15.2 para tratar el fraccionamiento de la prima. Como indicamos en el citado apartado, la prima es única e indivisibles y si se fracciona el pago de la primera prima, las siguientes fracciones seguirán siendo primera prima, mientras que las primas sucesivas a las que se refiere el art. 15.2 LCS son las correspondientes a los sucesivos períodos de cobertura, estén fraccionados o no.

IV.2 Situaciones derivadas del impago de las primas sucesivas Apoyándonos en la SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006 (JUR 2006/89896), que refleja el criterio que en general mantiene la jurisprudencia sobre esta cuestión, vamos a repasar con detenimiento las distintas situaciones que se derivan del impago de las primas sucesivas, así como las actuaciones que deben llevar a cabo las partes contratantes y las consecuencias que se producen cuando ocurre un siniestro después del vencimiento del contrato sin que se haya pagado la prima siguiente. Nos referimos al llamado “mes de gracia”, a la suspensión de efectos del contrato, que tiene lugar, una vez transcurrido el “mes de gracia”, durante cinco meses más y la extinción ex lege del contrato, que se produce a los seis meses del vencimiento sin que el asegurador haya cobrado la prima ni resuelto el contrato por impago de la misma. De una forma resumida, la STS (Sala 1ª) de 17 de octubre de 2008 (RJ 2008, 6916), establece también las consecuencias derivadas del impago de la prima sucesiva: “Este régimen, que aquí limitamos al impago de la "prima siguiente", consiste: a) la cobertura, pese al impago, continúa durante un mes desde el vencimiento contado de fecha a fecha, comprendiéndose el

último día por entero (art. 5.1 CC (LEG 1889, 27) y S. 17 de noviembre de 2.000 (RJ 2000, 9344), núm. 1.080 ); b) se suspende la cobertura a partir del mes después del día del vencimiento (art. 15, párrafo segundo, inciso primero LCS; SS. 19 de mayo de 1.990 (RJ 1990, 3741) y 9 de marzo de 1.996 (RJ 1996, 1938), entre otras; c) el asegurador, cuando el contrato está en suspenso, solo podrá exigir el pago de la prima del periodo en curso (art. 15, párrafo segundo, inciso final LCS); d) el contrato se extingue "si el asegurador no reclama el pago dentro de los seis meses siguientes al vencimiento de prima" (art. 15, párrafo segundo, inciso segundo, LCS); y, e) si el contrato no se extinguió, la cobertura vuelve a tener efecto a las veinticuatro horas del día en que el tomador pagó su prima (art. 15, párrafo tercero, LCS )".

A) Mes de gracia Dice la citada SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006 (JUR 2006/89896), que en el supuesto de falta de pago de alguna de las siguientes primas a la primera, hay que distinguir tres casos en función del período temporal en el que se produce el siniestro, refiriéndose al primero de ellos, al “mes de gracia”, en los siguientes términos:

Durante el mes siguiente al día del vencimiento de la prima impagada, la relación contractual continúa vigente y desplegando toda su eficacia igual que si la prima se hubiera pagado. De producirse el siniestro en este mes, el asegurador está obligado a indemnizar al asegurado el daño que se le ha producido (eficacia "inter partes") y a responder, en el seguro de responsabilidad civil, frente al perjudicado que ejercite contra él la acción indemnizatoria directa prevista en el artículo 76 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro, y sin que en esta última hipótesis (eficacia frente a tercero) tenga acción de repetición contra su asegurado.

El art. 15.2 en su primer inciso indica que en caso de impago de una de las primas siguientes, “la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del día de su vencimiento”, lo que se conoce como “mes de gracia”, que se concibe para que el asegurador haga las gestiones necesarias para cobrar la prima siguiente a la primera. En este mes, el contrato tiene plena eficacia, no sólo “inter partes” sino frente a terceros, no pudiendo el asegurador, como indica la citada sentencia, repetir por este motivo contra su asegurado. Por lo indicado, en caso de siniestro en este periodo, el asegurador debe hacerse cargo del mismo y pagar las correspondientes indemnizaciones16. En el supuesto examinado en la STS (Sala 1ª) de 5 de marzo de 2004 (RJ 2004/1813), en el que el siniestro ocurre al día siguiente al vencimiento, por tanto, en el denominado “mes de gracia”, la entidad aseguradora que pagó la correspondiente indemnización al tercero perjudicado pretende reclamar contra su asegurado con el pretexto de que el contrato estaba en suspenso. El TS niega esta posibilidad al no estar suspendida la cobertura por parte del asegurador:

El supuesto fáctico expresado encaja en la falta de pago de una prima sucesiva o siguiente por contrato prorrogable regulado en el párrafo segundo del art. 15 LCS (RCL 1980, 2295) y especialmente por el artículo tercero del Condicionado General de la Póliza (folio 167 de autos), de modo que, al tener lugar el evento constitutivo del riesgo dentro del denominado plazo de gracia, no estaba suspendida la cobertura de la Póliza (S. 9 marzo 1996 [RJ 1996, 1938]) y no queda liberado el asegurador de la obligación de prestar dicha cobertura, careciendo de fundamento la pretensión de la parte demandante de que el contrato quedó resuelto ex lege desde la fecha del vencimiento de la prima.

16 Es pacífico en la doctrina y jurisprudencia la cobertura de este mes de “gracia”, pese al impago de la prima sucesiva. J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 243, indica que la suspensión de la cobertura no tiene una eficacia inmediata al incumplimiento de la prima. Entra en juego al mes del día de su vencimiento. Se prevé así, (…) un lapso temporal durante el que, pese al impago, los efectos del contrato continúan tal cual, de modo que, acaecido el siniestro cubierto por el contrato durante su transcurso, el asegurador estará obligado a indemnizar.

Así lo entienden también las AAPP. como muestra la SAP de Barcelona (Sección 14ª) de 10 de marzo de 2005 (JUR 2005/116189):

Por lo dicho en cuanto a la prueba es evidente que la aseguradora debió responder frente al perjudicado y, ahora, frente al Consorcio porque al tener lugar el evento constitutivo del riesgo dentro del denominado plazo de gracia, no estaba suspendida la cobertura de la póliza (SSTS 1 de diciembre de 1989 [RJ 1990, 790] , 16 de mayo [RJ 1991, 3677] y 11 de julio [RJ 1991, 5779] de 9 de marzo de 1996 [RJ 1996, 1938] y 5 de marzo de 2004 [RJ 2004, 1813] ).

Hay que advertir que si cualquiera de las partes contratantes se opone a la prórroga del contrato, en los términos del art. 22 LCS, se produce la extinción del mismo a su vencimiento, sin que se pueda hablar en estos casos del “mes de gracia”. Por tanto, en estos supuestos no habrá cobertura alguna a partir del vencimiento, siendo oponible esta excepción, no sólo “inter partes” sino frente a terceros. Lo mismo hay que decir si el contrato no prevé prórroga alguna en su condicionado, En la SAP de Cáceres (Sección 1ª) de 26 de febrero de 2004 (AC 2004/804), pretendía Mapfre que se condenase a la aseguradora Azur, al ocurrir el siniestro en el mes siguiente al vencimiento de la póliza suscrita por esta entidad. Sin embargo, tanto en primera como en segunda instancia fue absuelta, al oponerse con dos meses de antelación a la prórroga del citado contrato. Si se concibe este “mes de gracia” como el período en el que la entidad aseguradora trata de cobrar la prima, al haberse prorrogado el contrato, nos parece que si por culpa del tomador se frustrara este cobro de la prima, no debería haber cobertura en este período o, al menos, se debería suspender la misma con los mismos efectos que se prevén para los cinco meses siguientes. De no ser así, en estos casos, con la prima calculada para una anualidad, se cubren trece meses.

B) Suspensión de efectos del contrato La primera cuestión que se plantea en torno a la suspensión de los efectos del contrato es si, como parece deducirse del art. 15.2 LCS, ésta se produce de forma automática, al mes siguiente de vencimiento, o se precisa el requerimiento previo de pago del asegurador al tomador del seguro. Dicho de otra forma, si es necesario que el impago de las primas sucesivas sea por culpa del tomador del seguro, para que se produzca la suspensión del contrato en los términos indicados. Como hemos señalado, a quien corresponde realizar las gestiones necesarias para la obtención del pago de la prima, según se deduce de los artículos 14 y 15 de la LCS, es a la entidad aseguraqdora. Por ello, será éste el que deberá acreditar que el impago de la prima ha sido por culpa del tomador, por ejemplo, por devolución del recibo por parte del banco. Así, pensamos que el presupuesto establecido al inicio del art. 15 LCS: “Si por culpa del tomador....”, debe aplicarse tanto al primer como al segundo párrafo del citado artículo. Por otro lado, si no se inician las referidas gestiones de cobro de la prima por parte del asegurador, no se produce la suspensión aludida en el art. 15.2 LCS y, por tanto, la cobertura es por toda la anualidad. La SAP de Murcia (Sección 2ª) de 9 de febrero de 2004 (JUR 2004/169744), aunque algo confusa, va más allá, al exigir, ante el impago de la prima sucesiva en el plazo establecido, una declaración expresa de voluntad de la aseguradora denunciando la demora:

El artículo 15.2 de la Ley de Contrato de Seguro establece que en caso de falta de pago de una de las primas siguientes (distinta de la primera), la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del día de su vencimiento, e interpretando tal precepto dice la jurisprudencia que el hecho de dejar impagada una prima en el plazo legalmente señalado, si no hay una expresa declaración de voluntad, no es por sí sólo

suficiente para exonerar a la entidad aseguradora de la responsabilidad que debe asumir por causa del siniestro, pues ello supondría la subsistencia de un contrato de seguro sólo en lo que favoreciera a una de las partes, puesto que sigue existiendo la obligación de pagar la cuota si la demora en el pago de la prima no ha sido denunciada por la aseguradora, resolviendo el vínculo creador de la cobertura, conservando así su derecho al cobro de la prima impagada si dicha entidad no resolvió ni denunció el contrato.

Pensamos, pues, que el llamado “mes de gracia” tiene lugar para que la aseguradora haga las gestiones necesarias para obtener el pago de la siguiente anualidad. Transcurrido este mes, si el tomador no paga la prima y, según la jurisprudencia mayoritaria, la relación contractual no ha sido resuelta por el asegurador, según el art. 1124 CC, queda suspendida la cobertura del mismo. Estando suspendido el contrato durante los cinco meses que van hasta su extinción ex lege, el asegurador puede pedir el pago de la prima o resolver el contrato. Aunque el art. 15.2 LCS no especifica esta última posibilidad, la misma ha sido reconocida con unanimidad por la jurisprudencia y la doctrina. En una STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2006 (RJ 2006/2405), el alto tribunal confirma su posición sobre la suspensión del contrato a partir del “mes de gracia” y la posibilidad de la aseguradora de exigir el pago de prima o resolver el contrato, produciéndose la resolución “es lege” del mismo a los seis meses del vencimiento en el supuesto de inactividad del asegurador. La cuestión litigiosa de esta resolución se centra principalmente en la determinación de si el contrato de seguro concertado entre el actor y la aseguradora demandada tiene la naturaleza jurídica de un seguro de accidentes o de un seguro de vida con garantías complementarias al riesgo principal de una invalidez permanente y absoluta, cuestión que defendía el asegurado. El TS, al igual que la sentencia de instancia, entiende que se trata de un seguro de vida con garantías complementarias, siendo el riesgo asegurado, en caso de accidente, la determinación de la situación de invalidez permanente y no el accidente en sí mismo. Comoquiera que el asegurado sólo pagó la prima hasta la fecha del accidente y no hasta la declaración de la situación de invalidez, que se produjo pasados dos años desde el accidente, estamos antes un supuesto, según la sentencia, de impago de primas siguientes, en el que se ha producido la resolución ex lege del contrato al haber transcurrido más de seis meses sin que se hubiese pagado la prima siguiente. Este plazo de seis meses en el que el asegurador puede pedir el pago de la prima, se interpreta que es un plazo de caducidad. Por lo tanto, transcurrido el mismo, no se puede reclamar la prima, ni judicial ni extrajudicialmente. Así lo entiende la SAP de Madrid (Sección 10ª) de 4 de mayo de 2000 (AC 2000/2357) o la SAP de Asturias (Sección 1ª) de 17 de febrero de 2003 (JUR 2003, 93881). El art. 15.2 LCS señala que “el asegurador, cuando el contrato está en suspenso, sólo puede exigir el pago de la prima del período en curso”. Al tratarse, en la mayoría de los casos, de períodos anuales, debe interpretarse que puede exigir la prima por toda la anualidad siguiente. Por lo tanto, el tomador del seguro pierde la parte de prima correspondiente al periodo en el que el contrato está suspendido. Tal vez debería preverse la posibilidad de que en estos casos el asegurador extorne la prima correspondiente al período en el que el contrato haya estado suspendido. Aunque el asegurador ejercite la acción de reclamación de la prima judicial o extrajudicialmente, el contrato sigue suspendido. En caso de siniestro no dará cobertura, al menos en las relaciones entre las partes, porque frente a terceros veremos que la cuestión es distinta. Esto se deduce del último párrafo del art. 15 LCS, que establece que la cobertura vuelve a tener efectos a las veinticuatro horas del día en que el tomador pagó la prima.

Efectivamente, los problemas que se suscitan, al igual que ocurría ante el impago de la primera prima, son derivados de la ocurrencia de un siniestro en este período en el que el contrato está en suspenso. Aunque el segundo párrafo del art. 15 LCS, tal como lo hacía el primero, no se refiere a las consecuencias derivadas de la ocurrencia del siniestro en este período, debemos entender, en principio, que son las mismas. Es decir, no estaría cubierto por la entidad aseguradora si el impago de la prima sucesiva es imputable al tomador. Ésta ha sido la solución dada por la jurisprudencia en las relaciones “inter partes”, entre el asegurador y el tomador, asegurado y beneficiario. Así, salvo raras excepciones, como la SAP de Murcia (Sección 2ª) de 9 de febrero de 2004 (JUR 2004/169744), en caso de siniestro en este período de suspensión, la entidad aseguradora no cubrirá los daños ocasionados a su asegurado. En la STS (Sala 1ª) de 28 de enero de 2005 (RJ 2005/115), en el que curiosamente es una aseguradora la que repite contra el Consorcio de Compensación de Seguros, sosteniendo que el siniestro en cuestión debió pagarlo esta entidad pública por tratarse de una inundación. El CCS se opuso por no haber cobrado el recargo legalmente establecido, alegando que el contrato estaba suspendido al ocurrir el siniestro pasado un mes del vencimiento de la póliza, cuestión que fue estimada por el alto tribunal al considerar que esta suspensión tenía efectos por imperativo legal entre las partes, en este caso, entre el asegurado y el Consorcio:

pues la aplicación directa del artículo 15 de la Ley 50/80, de 8 de octubre, conduce al resultado establecido por la sentencia de instancia ya que tratándose de la falta de pago de una de las primas siguientes a la primera, la cobertura del asegurador (en el caso, el Consorcio) estaba suspendida, transcurrido un mes (como así había sucedido), desde el día de su vencimiento), de manera, que mal podría asumirse el pago de un siniestro acontecido, producida ya la suspensión por imperativo legal, sin que quepa argüir frente a la llana interpretación del párrafo segundo del precepto citado, otra en la que se mezcla lo dispuesto en el párrafo primero sobre la opción de derechos que tiene el asegurador caso de impago de la primera prima, supuesto, además diferenciado de lo previsto, como general, en el último inciso del mencionado párrafo.

Más recientemente, la Sala IV del TS ha tenido ocasión de pronunciarse sobre esta cuestión. Así, en la STS (Sala IV), de 13 de abril de 2011 (JUR 2011\184517), en la que se plantea un impago de prima sucesiva por culpa del empresario, tomador del seguro, en un contrato de seguro colectivo de accidentes, la Sala hace suya la doctrina recogida en la STS (Sala 1ª) de 17 de octubre de 2008 (RJ 2008, 6916), en el sentido de liberar al asegurador cuando el impago de la prima siguiente es imputable al tomador del seguro. La sentencia, que estima el recurso de la entidad aseguradora, considera que: “En el presente caso existen hechos probados que indican la voluntad del tomador de apartarse del contrato de seguro, porque la prima del seguro debió abonarse en octubre de 2005 (el contrato se renovaba el 4 de octubre) y en diciembre de 2005 la tomadora del seguro concertó una póliza similar con otra aseguradora, acto que revela, conforme al artículo 1282 del Código Civil (LEG 1889, 27), que si no atendió al pago de la prima fue porque pensaba rescindir el contrato y celebrar otro con diferente aseguradora, pues no es lógico asegurar dos veces el mismo riesgo, ya que ello no deparará ningún beneficio. Consecuentemente, como el siniestro ocurrió el 29 de noviembre de 1995, esto es cuando el contrato estaba suspendido por haber pasado un mes desde el día en que debió abonarse la prima de la póliza, procede liberar de responsabilidad a la aseguradora recurrente, como ha informado el Ministerio Fiscal, máxime cuando, durante los seis meses siguientes al vencimiento de la prima la aseguradora no intentó cobrarla, ni la tomadora del seguro pagarla, lo que dio lugar a la extinción del contrato de seguro, conforme al artículo 15 de la Ley citada, en fecha muy anterior a aquella en la que el riesgo se actualizó con la declaración de incapacidad permanente”. La STSJ de Castilla y León, de 11 de julio de 2012 (JUR 2012\261696), en un supuesto de impago de prima sucesiva, desestima el recurso de la aseguradora, por cuanto que la misma no había realizado una conducta activa de reclamación del abono de la prima. Para la Sala, “el impago de una prima, siguiente a la primera, no extingue por sí solo el efecto del contrato, salvo que se pruebe que la falta de pago va acompañada de una manifestación inequívoca del

tomador de querer extinguir el contrato, lo que no aparece en los hechos probados al no haberlo acreditado la entidad recurrente”. Sin embargo, frente a terceros la cuestión es distinta. Desde hace tiempo, el Tribunal Supremo ha mantenido la inoponibilidad al tercero del impago de la prima en las reclamaciones de daños derivadas de siniestros ocurridos en este período en el que el contrato está en suspenso. Se alega, en líneas generales, que la excepción por impago de la prima siguiente es de carácter personal y por tanto, según el art. 76 LCS, inoponible al tercero perjudicado. Eso, sin perjuicio del derecho de repetición del asegurador contra su asegurado. La STS (Sala 1ª de 5 de marzo de 2005 (RJ 2004/1813), se refiere a esta cuestión en los términos indicados:

El art. 76 de la Ley de Contrato de seguro (RCL 1980, 2295) establece que «la acción directa es inmune a las excepciones que puedan corresponder al asegurador contra el asegurado». En el proceso penal se ejercitó una acción directa y la excepción de impago de la prima sucesiva tiene carácter personal, no objetivo o general. Por consiguiente, el impago de la prima y la hipotética suspensión de la cobertura de la póliza quedan fuera del objeto del proceso penal al no ser oponibles frente al tercero perjudicado, tratándose de un tema que afecta exclusivamente a la relación «inter partes» entre aseguradora y tomador de seguro (y así lo tiene reconocido la propia Sala 2ª del Tribunal Supremo, entre otras, en SS. 1 diciembre de 1989 [RJ 1990, 790] , y 16 mayo [RJ 1991, 3677] y 11 julio 1991 [ RJ 1991, 5779]), ventilable en el proceso civil.

Particularmente interesante sobre esta cuestión y sobre el derecho de repetición que tiene la aseguradora contra su asegurado, en el caso de que pague el siniestro al tercero perjudicado en este periodo de suspensión, es la STS (Sala 1ª) de 17 de octubre de 2008 (RJ 2008\6916). En este caso, producido el siniestro en este periodo de suspensión de efectos del contrato por falta de pago de la prima sucesiva por culpa del tomador, la entidad aseguradora pagó a los perjudicados las indemnizaciones correspondientes. Una vez satisfecha la indemnización al perjudicado, la entidad aseguradora repitió contra su asegurado, puesto que el contrato estaba en suspenso pero no extinguido, reconociéndole la Sala ese derecho de repetición17. En esta sentencia, en contra del criterio de la sentencia de instancia, el TS considera que existe culpa del tomador en el impago de la prima sucesiva, puesto mantuvo durante un tiempo (35 días) sin fondos la cuenta en donde tenía domiciliado el seguro, y fue solo cuando se produjo el accidente cuando pagó la prima y comunicó el siniestro. Esta actuación, dice la sentencia, no puede estar amparado por la buena fe. La mayoría de las AAPP han seguido esta doctrina del TS sobre la inoponibilidad de esta excepción al tercero perjudicado. La SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006 (JUR 2006/89896), que analiza un siniestro de responsabilidad civil, distingue, por un lado, la relaciones “inter partes” en el supuesto de que el asegurado haya indemnizado al tercero y, por otro, cuando quien reclama es el tercero. También se refiere a la unanimidad de la doctrina sobre el derecho de repetición que le asiste al asegurador frente a su asegurado, pese a no recogerse expresamente tal posibilidad en el art. 76 LCS:

1. Inter partes: El asegurado, responsable civil que hubiera indemnizado al tercer perjudicado, carecerá de la acción indemnizatoria frente a su asegurador (que, en principio, se le reconoce en los arts. 1, 19 y 73 de la Ley de Contrato de Seguro), ya que la obligación indemnizatoria de éste estaba en suspenso cuando se produjo el siniestro a causa del impago de la prima por el tomador del seguro.

2. Frente al tercer perjudicado: Después de indicarse en el artículo 76 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro que el perjudicado tiene acción directa

17 Comenta esta sentencia en profundidad. A. GONZÁLEZ ESTÉVEZ, “Sobre la suspensión de cobertura ante el impago de primas sucesivas y el derecho de repetición de la entidad aseguradora”, Revista de Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro, nº 2, año 44, febrero 2008, pág. 16 y ss.

contra el asegurador para exigir el cumplimiento de la obligación de indemnizar, añade que: "La acción directa es inmune a las excepciones que puedan corresponder al asegurador contra el asegurado". De ahí que frente al ejercicio de la acción directa indemnizatoria por el tercer perjudicado, no puede el asegurador oponer la excepción de impago de la prima por el tomador del seguro, ya que la acción directa del tercer perjudicado es inmune a esta excepción que le corresponde al asegurador contra el asegurado. Y ello porque la excepción de impago de la prima por el asegurador es una excepción de carácter personal que sólo da lugar a la suspensión de la cobertura del riesgo "inter partes", es decir, frente al asegurado, pero no frente al tercer perjudicado. Si bien en este caso el asegurador tendrá la acción de repetición contra su asegurado para recobrar la cantidad que hubiere pagado al tercer perjudicado (Aunque el artículo 76 de la Ley de Contrato de Seguro sólo prevé la acción de repetición del asegurador contra su asegurado cuando el daño o el perjuicio causado al tercer perjudicado sea debido a conducta dolosa del asegurado, es opinión doctrinal unánime la procedencia de esa acción de repetición, del asegurador contra el asegurado, cuando el asegurador se haya visto obligado a pagar la indemnización al tercer perjudicado ante la imposibilidad de oponer frente a éste, que ejercita contra él la acción directa, alguna excepción que, por el contrario, sí hubiera podido oponer frente al asegurado, como sería la de impago de la prima).

En la misma línea, haciendo referencia a otras sentencias de las AAPP, se pronuncia la SAP de Cuenca (Sección 1ª) de 23 de marzo de 2005 (JUR 2005/89306), al referirse al art. 15.2 de este modo:

Este precepto, conforme repetidamente han venido proclamando las diferentes Audiencias Provinciales del Estado (por todas SAP de Córdoba de 16/05/2003 [JUR 2003, 152084] , SAP de Zaragoza 27/07/2001 [JUR 2001, 262338] , SAP de Madrid de 28/06/2001 [JUR 2001, 252864] , SAP de Sevilla 2/10/2000, SAP de Jaén 14/10/2000), debe interpretarse en el sentido de que el impago de la primera prima genera un efecto suspensivo inmediato (no así el de las primas siguientes que sólo quedan suspendidas un mes después de su vencimiento), pero no un efecto extintivo del contrato; en tal supuesto, la aseguradora puede optar entre resolver el vínculo o exigir el abono de la prima, pero mientras no ejercite la facultad de resolución (y es evidente que aquí no lo hizo la compañía aseguradora, al menos con anterioridad a la producción del siniestro), el contrato subsiste; quedando obligada la aseguradora a indemnizar al tercero perjudicado, a quien no se puede oponer la excepción personal de falta de pago de la prima, sin perjuicio de la facultad de repetición frente al asegurado por causas derivadas del contrato de seguro. Y ello por cuanto la suspensión de la cobertura que establece el artículo 15 de la Ley de Contrato de Seguro (RCL 1980, 2295) se produce en las relaciones entre asegurador y asegurado hasta que tenga lugar la resolución o extinción legal del contrato o la consecuencia rehabilitadota que prevé el párrafo último de dicho precepto.

La cuestión que ahora debemos plantearnos es si la aseguradora puede, de alguna forma, liberarse frente al tercero perjudicado cuando el contrato está suspendido por impago de prima sucesiva. Tanto la doctrina18 como la jurisprudencia han mantenido que en los casos en los que el asegurador haya resuelto el contrato mediante una comunicación a su asegurado en tal sentido, podrá oponer frente a todos que el contrato está extinguido por falta de pago de prima sucesiva desde la fecha de la comunicación19. Pensamos que, en todo caso, debe quedar acreditada la comunicación del asegurador al tomador del seguro de poner fin a la relación contractual por esta circunstancia, no bastando meros escritos reclamándole la prima y advirtiéndole de las consecuencias del impago. En este caso, al haberse resuelto el contrato, estaríamos hablando de inexistencia del mismo, siendo una excepción de carácter objetivo y no

18 L.F. REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación…, op. cit. pág. 563. 19 J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 268, sostiene que la resolución se sitúa dentro del catálogo de medidas a adoptar por el acreedor insatisfecho, justamente enfrente, en cuanto opuesta en su significado y efectos, a la reclamación judicial de la prima.

personal, que sería oponible al tercero (STS (Sala 1ª) de 25 de noviembre de 2004 (RJ 2004/7558)). Algunas de las sentencias que hemos citado se refieren a esta posibilidad de resolución del contrato y de ellas se puede deducir que, ejercitada esta facultad, el asegurador queda liberado de responder frente a cualquiera que reclame, al no existir vínculo alguno con su asegurado a partir de la comunicación de la resolución. Tal posibilidad es reconocida por la SAP de Barcelona (Sección 14ª) de 10 de marzo de 2005 (JUR 2005/116189):

En tal supuesto, el asegurador puede optar entre resolver el vínculo o exigir el abono de la prima pero mientras no ejercite la facultad de resolución, o no transcurra el plazo de seis meses desde el impago de la prima, el contrato subsiste. En tal situación el asegurador queda obligado a indemnizar al tercero perjudicado.

C) Extinción ex lege del contrato Si, como acabamos de decir, ante el impago de la prima sucesiva no se produce la resolución por parte de la aseguradora, el art. 15.2 prevé la resolución ex lege del mismo, si el asegurador no reclama el pago de la prima en los seis meses siguientes al vencimiento. La STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2006 (RJ 2006/2405), alude a esta cuestión en los siguientes términos:

(...) el artículo 15.2 menciona la facultad del asegurador de reclamar el pago de la prima dentro de los seis meses siguientes a su vencimiento y si no lo hace, se entiende que el contrato queda extinguido, lo cual supone que, cuando están suspendidos los efectos de la cobertura según dicho precepto, el asegurador tiene la opción de pedir el pago de la prima o bien de resolver el contrato, y, en su consecuencia, se produce una resolución «ex lege» en el supuesto de inactividad por parte del asegurador, como ha ocurrido en este caso.

También menciona esta posibilidad la SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006 (JUR 2006/89896), refiriéndose a la no cobertura de los siniestros ocurridos pasados los seis meses desde el vencimiento:

Transcurridos los seis meses siguientes al día del vencimiento de la prima impagada sin haber reclamado su abono el asegurador, la relación contractual queda extinguida "ipso iure" y de forma automática sin que tenga que ser resuelta por las partes contratantes. De producirse el siniestro después de transcurridos estos seis meses, no estará obligado el asegurador a indemnizar al asegurado el daño que se le ha producido (eficacia "inter partes"), ni responde, en el seguro de responsabilidad civil, frente al perjudicado que ejercite contra él la acción indemnizatoria directa prevista en el artículo 76 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro.

No faltan algunas sentencias aisladas que, posiblemente, en un exceso de protección al tercero, extienden la cobertura más allá de los seis meses desde el vencimiento sin que el asegurador haya cobrado la prima ni resuelto el contrato. Aunque, como acabamos de ver, este no parece ser el criterio del TS, la STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2002 (RJ 2002/5217), resulta particularmente interesante sobre este extremo, al extender los efectos del contrato más allá de los seis meses desde el vencimiento sin que se hubiese pagado la prima. La razón por la que lo hace es porque tal impago se ha producido por culpa de la aseguradora, que no ha pasado al cobro el recibo en el domicilio del tomador, tal como estaba previsto en la póliza. En los párrafos anteriores hemos defendido que también es necesario la culpa del tomador para que entre en juego la suspensión a la que se refiere el art. 15.2 LCS, aunque, también hemos sostenido, según la literalidad de este párrafo y la interpretación que la jurisprudencia ha hecho

del mismo, que, en todo caso, pasados seis meses desde el vencimiento, sin que la aseguradora haya reclamado la prima ni resuelto el contrato, éste se extingue automáticamente. Esta sentencia, tal vez, no sin cierta razón, señala que no hay motivo alguno para no aplicar el mismo criterio que en el párrafo 1º del art. 15 LCS. Por tanto, si el impago de la prima sucesiva no es imputable al tomador del seguro y no ha habido voluntad de las partes de oponerse a la prórroga del contrato, éste se extiende por el mismo período que la anterior anualidad y la aseguradora debe responder más allá de los seis meses. Así lo indica la citada resolución:

Por otra parte esta Sala entiende que no hay motivo alguno para establecer distinto criterio para el supuesto de que el retraso en el pago de la primas, según se refiera a la prima inicial o a las siguientes, cuando en este último caso aparezca clara la voluntad de las partes de prorrogar el contrato de seguro, manifestada generalmente por la falta de denuncia del mismo o por los hechos coetáneos o posteriores que se tuvieron en cuenta por el Tribunal de instancia para la fijación de este hecho y en atención a esta circunstancia de la pervivencia del contrato, y aunque los párrafos primero y segundo del art. 15 de la Ley de Contrato de Seguro está haciendo relación a supuestos distintos, los dos, se refieran al impago de la prima, en el supuesto de autos, como se ha establecido contractualmente, la misma ha de ser satisfecha en el domicilio del tomador es, por lo que corresponde a la aseguradora, la obligación de presentar al cobro el recibo de la misma en el lugar indicado, por lo que habiendo incumplido esa obligación no puede entender extinguido el seguro si el siniestro ocurre en plazo correspondiente al período de tiempo cubierto con esa prima. Como por otra parte se ha puesto de manifiesto por la doctrina de esta Sala en la sentencia 22-11-1985, (RJ 1985, 5631) que condenó a la aseguradora a pagar la indemnización, aun a pesar de la falta de pago de la prima, cuando esta falta ha sido debida a culpa de la aseguradora, por no presentar recibo para su pago a pesar de haber sido requerida para ello, en el mismo sentido la sentencia de 30-6-1990 (RJ 1990, 4949) que señala que no se trata de que sin abonar la prima se tenga que pagar el riesgo, sino que dicho pago deviene del incumplimiento de una obligación que incumbía a la aseguradora, o la de 22-6-1992 (RJ 1992, 5463) que recoge el criterio de otra sentencia anterior, la de 28-6-1989 (RJ 1989, 4791) y sostiene que no debía proyectarse sobre este contrato de seguro la pura exigencia de otros contratos, en la idea de que incumplida la prestación por una parte -el asegurado en cuanto al pago de la prima- tenga que automáticamente darse por resuelta o no vigente la póliza, y aunque hay sentencias como la de 18 de junio de 1998 (RJ 1998, 5062) y la de 6 de junio de 2000 (RJ 2000, 5095), en las que se libera de su obligación de pago a la Compañía aseguradora, se refieren a supuestos distintos en el que imputan el incumplimiento del pago de la prima a los tomadores del seguro.

Pensamos que, pese a la buena argumentación de la sentencia, no es éste el sentido que se le debe dar al art. 15.2 LCS. Según esta teoría, el contrato estaría en vigor siempre, y éste no parece ser el propósito de este párrafo, que más bien pretende dar por finalizada una situación en la que se ha presentado una importante irregularidad, como el impago de la prima siguiente. Una cosa es que sus efectos se puedan extender más allá de su vencimiento o que no se puedan oponer la excepción del impago de la prima al tercero en los cinco meses a los que nos hemos referido y otra es que la inactividad de las partes dé lugar a su vigencia “sine die”20. Cabría pensar que éste es el contrapunto al mes de gracia. Pues, mientras que el mes de gracia beneficia claramente al asegurado, la extinción ex lege, sobre todo cuando no haya actividad alguna por parte de la aseguradora, beneficia a ésta.

20 Para J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 263, la contundencia de la formulación legal (…) tiende a impedir la perpetuación de una situación de inseguridad jurídica que, a lo peor, únicamente genera para el tomador consecuencias perjudiciales, en cuanto el vencimiento de las primas periódicas puede sucederse inevitablemente sin obtener a cambio la cobertura de los riesgos descritos en el contrato.

V. EL FRACCIONAMIENTO DE LAS PRIMAS: CONSECUENCIAS DEL IMPAGO DE ALGUNA FRACCIÓN

Nos encontramos ante una de las cuestiones más controvertidas en la práctica aseguradora, porque resulta muy frecuente que las entidades, en aras a facilitar el pago de la prima, ofrezcan a los asegurados la posibilidad de su fraccionamiento. En no pocas ocasiones, estos, una vez pagada la primera fracción, incumplen alguna o algunas de las siguientes. En estos casos, entendemos que el asegurador debe asumir su cobertura por el tiempo convenido en el contrato, al margen de que el tomador, una vez pagada la primera fracción, incumpla las siguientes. Eso no puede dar lugar a la extinción o suspensión del contrato. Nada dice la LCS sobre este carácter único e indivisible de la prima, por lo que ha sido la doctrina y la jurisprudencia mayoritaria –pues, como veremos, hay una corriente de jurisprudencia de AAPP que no lo entienden así -, las que se han encargado de justificar estas características. La única referencia sobre el fraccionamiento del pago de la prima la encontramos en el Anteproyecto de Ley de Contrato de Seguro de 30 de junio de 2011. En el párrafo 3º de su artículo 16, que lleva por título “Consecuencia de la falta de pago de la prima”, indica: “En caso de fraccionamiento del pago de la prima, el asegurador podrá deducir de la indemnización el importe de las fracciones pendientes de pago”. Por lo tanto, además de pretender regular por primera vez esta cuestión, de esta redacción podría interpretarse que la cobertura del seguro es por el tiempo pactado y que el asegurador, en los casos de impago de alguna de las siguientes fracciones a la primera, no solo debe asumir las consecuencias de los siniestros de responsabilidad civil, sino también los siniestros de daños, en los que la relación jurídica se establece solo entre asegurador y asegurado. De ahí, en este caso, la mención a que el asegurador podrá deducir de la indemnización –suponemos que al asegurado- el importe de las fracciones pendientes de pago. Esta regulación, de mantenerse en la futura Ley de Contrato de Seguro, avalaría la tesis de la indivisibilidad de la prima, que defendemos en este trabajo. Para Garrigues21 la indivisibilidad significa que la prima se paga por entero al comienzo de cada periodo del seguro y que no puede ser reducida ni devuelta, si el riesgo ha comenzado a correr, aunque el contrato se extinga en el curso de aquel periodo. El fundamento de esta regla no está tanto en la equidad ni en la individualización del riesgo como en las exigencias técnicas de la explotación del seguro. Es decir, en el hecho de que las observaciones estadísticas de los siniestros que sirven de guía para las tarifas de las primas se refieren habitualmente a periodos anuales. Pensemos que la prima fijada por el asegurador se ha calculado con referencia a un periodo de tiempo determinado y, precisamente, a la totalidad del mismo; es decir, a la probabilidad de siniestro en cualquier momento de dicho periodo. Así lo expresaba el antiguo art. 388 Cco., al establecer que, por el cobro de la prima, pagada anticipadamente, el asegurador la hará suya, cualquiera que sea la duración del seguro. El hecho de que la LCS no haga referencia alguna a esta cuestión, no quiere decir que el texto anterior no sirva como elemento interpretativo de primer orden, en línea con lo dispuesto en el CC sobre el valor de los antecedentes históricos y legislativos cuando se trata de la aplicación y eficacia de las normas jurídicas. La SAP de Madrid (Sección 10ª) de 4 de mayo de 2000 (AC 2000/2357), explica de una forma clara este principio al que nos estamos refiriendo en los siguientes términos:

21 Vid. J. GARRIGUES, El Contrato de.., op. cit. pág. 104.

En todo contrato de seguro, dentro de la estructura derivada de relación negocial la principal obligación recayente sobre el tomador representada por el pago de la prima adquiere la cualidad de presupuesto para que se produzca la eficacia del contrato respecto de la prestación asumida por el asegurador; esto es, desde la perspectiva legal, el pago de la primera -o, en su caso, única- prima es un «prius» para que el asegurador resulte obligado a la realización de su obligación de cobertura si se produce el siniestro. A su vez, junto al requisito de su «anticipación» que acabamos de examinar, se predica asimismo su carácter indivisible, con un doble fundamento, técnico y jurídico. En la generalidad de los supuestos nos hallaremos ante primas denominadas periódicas que representan el valor actual del riesgo por períodos de tiempo renovables, cada uno de los en que se divide la duración del contrato. En ella se establece insoslayablemente la unidad de tiempo, y esto, dada la relación que existe entre el riesgo asegurado y la prima, debe corresponder a la unidad de tiempo adoptada para determinar el valor del riesgo, la cual tanto por lo general como en el caso de litis, suele coincidir con el año. La unidad temporal del riesgo es necesariamente indivisible, por ello, aunque sólo haya transcurrido una parte del mismo: como la realización del riesgo ha podido y puede sobrevenir en cualquier momento, de suerte que la prima es igualmente indivisible por el mismo período adoptado como unidad de tiempo. El principio de la unidad de tiempo e indivisibilidad del riesgo, y su consecuencia la indivisibilidad de la prima no pierde su identidad en ninguna de las modalidades que puede revestir el pago del precio o prima del seguro.

De ahí que no se opongan a este principio ni los contratos de duración plurianual, como los de duración inferior al año, pues en estos casos o bien el riesgo y la prima se periodifican anualmente o existe una reducción del riesgo perfectamente determinada, lo cual conlleva una correlativa reducción de la prima, proporcional o no a la reducción del período. Desde un punto de vista jurídico ha de repararse en que conforme al artículo 1256 del Código Civil la validez y el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio de uno de los contratantes. En consecuencia, si en el contrato se establece una prima determinada, el tomador es deudor de la prima aun cuando se haya fraccionado el pago. En efecto, la indivisibilidad jurídica de la prima no impide en absoluto que las partes, en beneficio del tomador, puedan pactar el fraccionamiento de su pago dividiendo la anualidad (coincida o no con la natural) de duración de la póliza en subperíodos inferiores, como en el caso de litis, en que se convinieron cuatro períodos trimestrales, para abonarse al inicio de la anualidad una cuarta parte del importe total de la prima única e indivisible; abonarse al comenzar el segundo trimestre otra cuarta parte, abonarse al comenzar el tercer trimestre otra cuarta parte, y desembolsar la última cuarta parte al inicio del último trimestre. Este principio de indivisibilidad de la prima22 ya se recogía por el artículo 388 del Código de Comercio al disponer que «la prima del seguro se pagará anticipadamente, y por el seguro», y el artículo 756 disponía que los aseguradores la harán suya siempre que hubiera empezado a correr el riesgo23.

22 Así lo entiende V. MORENO VELASCO, “Breves comentarios…, op. cit., sobre la base de la indivisibilidad de la prima el cómputo debe de realizarse desde el devengo de la última de las fracciones, de forma que no puede considerarse impagada la prima hasta el vencimiento del último pago fraccionado o plazo establecido, no produciéndose una segmentación del periodo anual de cobertura en relación a los pagos fraccionados pactados. 23 Lo mismo sostiene V. MAGRO SERVET, “Consecuencias civiles en el impago de la primera prima o sucesivas de la póliza de seguro en los juicios penales por accidente de tráfico. ¿tiene cobertura por la aseguradora el conductor?”, La Ley Penal, N.º 59, Abril 2009, al indicar que, establecido el pago fraccionado de la prima, ésta debe considerarse vencida al vencimiento de la última de las fracciones en que se ha dividido su pago, en este caso, al término de la anualidad, de modo que si se produce el impago de uno de los trimestres fraccionados no puede considerarse como impago de la prima.

Nuestro alto tribunal ha matizado este carácter indivisible de la prima en la mencionada STS (Sala 1ª) de 16 de septiembre de 2004 (RJ 2004/5477), en el siguiente sentido:

“La obligación del pago de la prima puede ser de una sola vez, en los supuestos de prima única, o en forma periódica, cuando la duración del contrato comprende varios períodos (artículo 22).- La prima única o periódica puede ser pagada a plazos. Esta posibilidad va en apariencia contra el principio de la indivisibilidad de la prima. Sin embargo, esto no es así, pues las partes pueden convenir en el pago a plazos de la prima que se estima única. Los términos convenidos asumen relevancia únicamente como una modalidad accesoria de la prestación, ya que no afectan a la modalidad de la obligación, sino a su cumplimiento. La prestación sigue siendo única con relación al período del seguro, aun cuando la ejecución de la misma se efectúe a plazos que se pagan por el tomador”

Más recientemente, la STS (Sala 1ª) de 22 de octubre de 2008 (RJ 2008\5785), aunque alude de forma tangencial a este problema, señala que la posibilidad de que la prima única o periódica pueda ser pagada a plazos, va en apariencia en contra de la indivisibilidad de la prima. “Sin embargo, esto no es así, pues las partes pueden convenir en el pago a plazos de la prima que se estima única. Los términos convenidos asumen relevancia únicamente como una modalidad accesoria de la prestación, ya que no afecta a la modalidad de la obligación, sino a su cumplimiento. La prestación sigue siendo única con relación al periodo del seguro, aun cuando la ejecución de la misma se efectúe a plazos que se pagan por el tomador”. Vemos que el TS proclama este carácter único e indivisible de la prima, sin perjuicio de que las partes pueden prevenir su fraccionamiento, siendo esto una modalidad accesoria a la prestación. Según esta interpretación, entendemos que si se incumple una de las fracciones siguientes a la primera, el asegurador no podría rescindir el contrato hasta que no transcurra, en su caso, la anualidad prevista en el mismo ni aplicar a este incumplimiento el régimen el impago de las primas sucesivas previsto en el art. 15.2 LCS. En base a esta hipótesis, la compañía aseguradora se obliga, en efecto, a una cobertura anual indivisible. Es decir, no susceptible de aprovechamiento separado, en períodos distintos de un año, por parte del asegurado. A cambio, el tomador del seguro se obliga a satisfacer una prima que se configura como anual, aunque sea posible que el pago de su importe se haga en plazos trimestrales. Cada uno de estos plazos no retribuye una cobertura trimestral prestada por el asegurador, sino que representa, simplemente, una facilidad de pago concedida por éste. En consecuencia, el fraccionamiento de los pagos no afecta al período del seguro, a su duración técnica, que continúa siendo anual, porque éste se presume que ha sido el período contemplado por la compañía aseguradora para efectuar las operaciones actuariales que posibilitan el cálculo de la prima. Esta forma de entender la naturaleza de las prestaciones periódicas de pago aplazado de la prima ha sido aceptada por el Tribunal Supremo en la STS (Sala 2ª) de 22 de marzo de 1991 (RJ 1991/2354), al señalar que “no pugna con la unidad del contrato en su duración el hecho de que la prima, por comodidad o facilidad de pago, se dividiera en períodos trimestrales” y que puede establecerse una clara distinción entre “prima anual, que se corresponde a la duración convenida, y pago por trimestres”. En cuanto a las consecuencias del impago de alguno de los plazos en que se ha dividido la prima anual, la anterior alternativa de interpretación implica la imposibilidad de que el asegurador pueda beneficiarse de la previsión contenida en el art. 15.2 LCS, pues si se fracciona el pago, las diferentes fracciones, seguirán siendo primera prima. Por el contrario, las primas sucesivas a las que se refiere este artículo son las correspondientes a los sucesivos periodos cubiertos, estén fraccionados o no24.

24 Así lo indica REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación…, op. cit. pág. 568.

Del mismo modo y desde otro punto de vista, por ese carácter único e indivisible de la prima, tampoco puede devolver el asegurador parte de la prima no consumida por cuestiones tales como cesación del riesgo, enajenación de la cosa asegurada, declaración de nulidad del seguro por mala fe del tomador o asegurado, etc. En este sentido, la STS (Sala 3ª) de 4 de marzo de 2002 (RJ 2002/2612) trata un supuesto en el que la entidad aseguradora incluía una cláusula en la póliza que preveía la posibilidad de que ésta pudiera rescindir el contrato con devolución de la prima no consumida tras la declaración de un siniestro. La Dirección General de Seguros le requirió a suprimir en el artículo 8 de la póliza «Multirriesgo del Hogar», la facultad rescisoria posterior a la declaración de siniestro. La Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJ de Madrid desestimó el recurso de la aseguradora contra la citada resolución razonando que la expresada cláusula, en los términos en que aparece redactada, vulnera normas imperativas de la LCS, colocando al asegurado en una situación de indefensión. Además, resulta abusiva, ya que causa, en detrimento del consumidor, un desequilibrio importante en los derechos y obligaciones que para las partes se derivan del contrato, al implicar para las partes una ejecución de éste significativamente diferente de aquélla que el consumidor podría legítimamente esperar. Ante el recurso de casación, el TS recalca este carácter de indivisibilidad de la prima en el fundamento de derecho octavo:

En el tercer apartado en que el motivo que examinamos se subdivide, se aduce por la recurrente la infracción del principio general de indivisibilidad de la prima. Sin embargo la mención que en la sentencia de instancia se hace en su Fundamento Jurídico Octavo a la prima como única e indivisible por su total duración (la del contrato), evidentemente no se alza en «ratio decidendi» de la sentencia, para declarar la conformidad o no a derecho de las actuaciones administrativas recurridas. La sentencia, en relación con ese extremo concreto se limita a declarar que (la cláusula de referencia) «es un instrumento que se autoconcede (el asegurador) para resolver el contrato antes de llegar al término por el que se convino y por el que se percibe la prima como única e indivisible por su total duración», y si puesto que ello es así, no sirven para fundamentar el recurso de casación, ni por consiguiente, en su caso, para casar la sentencia, los razonamientos que se aducen en el recurso en este aspecto, que ni desvirtúan la declaración de la sentencia ni esta tuvo en cuenta ese carácter único e indivisible de la prima, como determinante de la nulidad de la cláusula.

En un caso similar, en el que el tomador pretende que se le extorne parte de la prima abonada a la compañía aseguradora, la STS (Sala 1ª) de 23 de julio de 1998 (RJ 1996/5897), ha reiterado este carácter indivisible de la prima al indicar:

“por el carácter indivisible de la prima única satisfecha, que significa, que una vez pagada, el asegurador la hace suya íntegramente aunque por cualquier causa cese la cobertura del seguro y el contrato no pueda continuar produciendo sus efectos, sin necesidad por ende de devolver parte proporcional alguna, obligación ésta que tampoco impone la Ley 50/1980, de 8 octubre, de Contrato de Seguro, que sólo prevé en su artículo 13 la reducción del importe de la prima, precisamente para una vez finalizado el período en curso cubierto por la ya abonada, hablando por ello de prima futura”.

No obstante lo anterior, existe una corriente jurisprudencial que han asimilado la segunda y siguientes fracciones de la primera prima a las primas sucesivas. En consecuencia, han aplicado el régimen del art. 15.2 LCS a estos supuestos. Aunque, como he indicado al comienzo de este epígrafe, no es ésta la doctrina que podemos extraer del TS, -sobre todo tras la mencionada STS (Sala 1ª) de 16 de septiembre de 2004 (RJ 2004/5477)- lo cierto es que los defensores de esta corriente basan su argumentación, no sólo en

los criterios seguidos por ciertas Audiencias Provinciales, sino también en alguna sentencia del alto tribunal que parece que mantiene esta segunda hipótesis. Entre estas sentencias, se encuentra la STS (Sala 1ª) de 9 de marzo de 1996 (RJ 1996/1938), que aplica las consecuencias previstas en el art. 15.2 LCS ante un incumplimiento de pago de primas fraccionadas, entendiendo que, pasado el mes de gracia sin que el tomador pagase la siguiente fracción, el contrato queda en suspenso. Aunque, en nuestra opinión, esta aplicación del art. 15.2 a este supuesto está basado en que esto era lo pactado en las condiciones generales por las partes. Otra sentencia del TS que parece que también aplica este criterio, es la STS (Sala 1ª) de 13 de julio de 2002 (RJ 2002/5910), si bien, como indicaré en el siguiente apartado cuando trate el tema, entiendo que esta resolución está basada en un supuesto de primas fraccionarias, cuyos efectos, en caso de impago son distintos a los de las primas fraccionadas, pues distinta es también su naturaleza jurídica. Como decía, son las AAPP las que justifican esta segunda hipótesis a la que nos estamos refiriendo. Así, la SAP de Navarra (Secc. 1ª) de 11 de octubre de 2001 (AC 2002/485), indica:

“En definitiva, y aun no contemplado expresamente en el citado artículo el efecto del fraccionamiento del pago de las primas, estimamos que el impago de uno de los recibos correspondientes a la prima fraccionada, satisfecho el primero de ellos, hallándose ya en curso la atendibilidad y cobertura del seguro, debe ser asimilado en sus consecuencias a la regulación del impago de las primas sucesivas, y no del impago de una primera prima que hubiere determinado que la cobertura del seguro ni siquiera hubiese iniciado.

Sentado lo expuesto, y hallándonos ante el impago de una prima sucesiva, y por aplicación de lo dispuesto en el art. 15. 2 LCS, la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del día de su vencimiento, y si el asegurador no reclama el pago de la prima dentro de los seis meses siguientes al vencimiento, se entenderá en tal caso que el contrato queda extinguido”. Aplica el mismo criterio la SAP de Madrid (secc. 9ª) de 5 de abril de 2005 (JUR 2005/06793), al indicar:

“Debiendo asimilarse al supuesto de pago de sucesivas primas con el de pago de sucesivos plazos de primera prima fraccionada, con aplicación del párrafo 2 y no 1 de Art. 15 LCS (SAP Cantabria -2ª- de 8 de mayo de 2002 y SAP Madrid -11ª- de 1 de octubre de 2002). Las facilidades de la aseguradora para el pago de la prima, a plazos, no puede significar la ineficacia de la póliza por el periodo pactado”

VI. LA REFORMA DE LA LEY DE CONTRATO DE SEGURO No podemos concluir este trabajo sin aludir a la reforma de la LCS, que se está llevando a cabo en la actualidad. Desde hace unos años, tanto el Ministerio de Justicia como el Ministerio de Economía y Competitividad, éste a través de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, vienen trabajando en la modificación de la Ley de Contrato de Seguros. En síntesis, los motivos que justifican la reforma son los siguientes: reflejar la nueva realidad del mercado asegurador; garantizar los derechos del consumidor/usuario de servicios financieros, simplificar y homogeneizar términos jurídicos, haciendo más comprensible y sencillo el contenido del contrato de seguro; actualizar determinadas referencias como consecuencia de la evolución normativa; adecuar la norma a las nuevas tecnologías y aplicar tendencias en Derecho comparado.

32 años después de su vigencia, todos los agentes sociales coinciden en la necesidad de su reforma, para adaptarla a los cambios sociales y económicos que ha venido experimentado la sociedad española. Lo que no coinciden todos es si debe haber una nueva ley o bastaría con modificarla, dado que la vigente LCS es una buena ley, motivo por el que ha perdurado durante tantos años. Las últimas declaraciones de representantes de la DGSFP apuntan a una modificación. Sea como fuere, el último texto que se ha hecho público ha sido el tercer Anteproyecto de la Ley de Contrato de Seguro (ALCS), publicado el 30 de junio de 2011 y a él nos vamos a referir en lo que atañe a la regulación del pago de la prima y a las consecuencias derivadas de su incumplimiento, por ser esta cuestión el objeto de este trabajo.

VI.1 La regulación del pago de la prima en el ALCS En términos generales, no podemos decir que el ALCS haya modificado sustancialmente la actual regulación del pago y del impago de la prima del contrato de seguro. Por ello, en nuestra opinión, los problemas que se han puesto de manifiesto en este trabajo, se van a seguir produciendo, de mantenerse esta regulación y, mucho nos tememos, que la excesiva judicialización que esta materia ha provocado durante estos años, va a seguir por los mismos derroteros. En cuanto al pago de la prima, el art. 15 del ALCS mantiene una regulación muy similar al actual art. 14 LCS. No obstante, ha generado cierta preocupación en el sector asegurador que no se haya hecho mención alguna a la Ley 16/2009, de 13 de noviembre, de Servicios de Pago, por cuanto que esta Ley establece unos plazos de devolución muy amplios, que chocan con la dinámica del contrato de seguro. Se ha dicho, que debería primar la regulación de la LCS, por tratarse de una norma especial, a las previsiones de la Ley de Servicios de Pago, que es una norma general25.

A) Impago de la primera prima En lo que se refiere a las consecuencias de la falta de pago de la primera prima, también la regulación prevista en el ALCS sigue siendo parecida a la vigente LCS. En el art. 16 ALCS se hace alusión a esta cuestión, indicando que producido el impago de la primera prima por culpa del tomador, la entidad aseguradora puede resolver el contrato o exigir el pago de la prima por vía ejecutiva. El ALCS añade a la regulación actual, que la entidad aseguradora tiene que realizar cualquiera de las dos acciones indicadas, “dentro de los tres meses siguientes a su vencimiento, previa comunicación al tomador del impago y sus consecuencias”. A nuestro juicio, este plazo que añade el ALCS, lejos de resolver los problemas que hemos reseñado, los va a agravar. Así, si en estos plazos ocurre un siniestro, seguiremos sin saber si está o no cubierto. Máxime si tenemos en cuenta que el último inciso de este apartado, termina diciendo, al igual que la regulación actual, que “Si por culpa del tomador, la prima no ha sido pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación”. Nos volveremos a plantear si la excepción del impago de la primera prima por parte del tomador, es o no oponible al tercero que ejercita la acción directa contra el asegurador de responsabilidad civil.

B) Impago de primas sucesivas

25 Vid. sobre esta cuestión, FERNÁNDEZ MANZANO, L.A, “Comentario al Anteproyecto de Ley de Contrato de Seguro de junio de 2010, en Revista Española de Seguros, números 143 y 144, 2010, pág. 577 y ss.

En cuanto al impago de primas sucesivas, la regulación del ALCS, es prácticamente igual que la prevista en la actual LCS. Tan solo cambio el plazo de extinción ex lege del contrato, como consecuencia del impago de la prima sucesiva, que pasa de 6 a 3 meses: “Si el asegurador no reclama por escrito el pago dentro de los tres meses siguientes al vencimiento de la prima se entenderá que el contrato queda extinguido”- Por lo tanto, al igual que hemos dicho en el apartado anterior, el ALCS, tampoco soluciona los problemas que en la actualidad plantea el impago de primas sucesivas.

C) Fraccionamiento de primas Como hemos reseñado, el fraccionamiento de primas es una práctica habitual en el mercado asegurador, que no tiene una regulación legal, siendo la jurisprudencia la que ha ido marcando los criterios que deben seguirse. En este caso, pensamos que el ALCS sí ha recogido las aportaciones de la doctrina y de la jurisprudencia, regulando, con buen criterio, este asunto. De esta forma, el art. 16.4 ALCS, indica que: “En caso de fraccionamiento del pago de la prima, el asegurador podrá deducir de la indemnización el importe de las fracciones pendientes de pago”. Pensamos que en esta regulación subyace el carácter único e indivisible de la prima de seguro y, por tanto, en caso de impago de una de las fracciones siguientes a la primera fracción, el asegurador debe asumir la cobertura del siniestro, no sólo en los seguros de responsabilidad civil, sino también en los seguros de daños, sin perjuicio de su derecho a deducirle al asegurado la fracción no pagada o de repetir contra el mismo, en caso del pago a un tercero.

VI. Una propuesta de lege ferenda Hemos puesto de manifiesto en este trabajo, que uno de los principales problemas que plantea el impago de la prima del contrato de seguro, es la relación que se establece con el ejercicio de la acción directa del perjudicado contra la entidad aseguradora, regulada actualmente en el art. 76 LCS. Hemos dicho, por ejemplo, que, ocurrido un siniestro, en caso de impago de la primera prima, no está claro si el asegurador debe o no responder frente al perjudicado. En este sentido, hemos puesto de manifiesto que la jurisprudencia se muestra vacilante respecto a si estamos ante una excepción de carácter personal –inoponible al perjudicado que ejercita la acción directa frente al asegurador-, o, por el contrario, si se trata de una excepción objetiva –oponible al tercero-. En definitiva, los problemas que se plantean en estos casos son derivados, casi siempre, de la relación del art. 15 LCS (impago de prima) con el art. 76 LCS (acción directa), cuando ocurre un siniestro. Por ello, pensamos que, para aclarar las cosas y evitar la excesiva judicialización a la que nos hemos referido, quizá sería oportuno distinguir entre los seguros de daños y los seguros de responsabilidad civil, estableciendo un régimen jurídico distinto en cada caso. Se podría decir, por ejemplo, que en los seguros de daños, el contrato está sometido a una condición suspensiva, de modo que, perfeccionado el mismo por el consentimiento de las partes –no olvidemos que estamos ante un contrato consensual-, éste no produce sus efectos hasta que no se realiza el pago de primera prima. En este caso, sus efectos se retrotraen a la fecha en que se perfeccionó el contrato. En cambio, en los seguros de responsabilidad civil, en virtud de la protección que le otorga al perjudicado el ejercicio de la acción directa contra el asegurador, podría preverse que, una vez perfeccionado el contrato por el concurso de voluntades de las partes contratantes, éste produce

todos sus efectos frente al perjudicado, sin que el impago de la prima por parte del tomador, sea una excepción oponible al tercero. En este caso, si el asegurador resuelve el contrato por falta de pago de la primera o de la prima sucesiva, a partir de ese momento, sí sería oponible al tercero perjudicado. Por otro lado, habría que contemplar la nueva realidad en cuanto a la forma de contratación por vía telemática, ya sea por teléfono, internet, móvil, etc. Es necesario adaptar nuestra legislación a estos nuevos medios, en cuanto a la formación del consentimiento de las partes contratantes y otros aspectos contractuales. Se me ocurre, por ejemplo, qué se entiende por diligenciamiento de una solicitud en el seguro de automóviles –que de acuerdo con los artículos 11 y 12 del Reglamento del SOA (Real Decreto 1507/2008, de 12 septiembre), produce efectos durante 15 días-, cuando ésta se realiza por teléfono.