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Maracay, Sábado 15 de mayo de 2010 Crónicas del Olvido Los ciegos de Saramago en el castillo de Kafka -ALBERTO HERNÁNDEZ- 1.- L a ceguera es uno de los tan- tos temas literarios esgrimi- dos por poetas y narradores. No en vano Ernesto Sábato, Jor- ge Luis Borges y Saramago han entrado a ella para estudiar y sa- ber de las recónditas miserias del humano ser. Desde los griegos hasta este punto sobre el cual in- tentamos equilibrar el mundo, la ceguera ha preocupado a escrito- res, aforistas y pensadores. Como un ejercicio que aborta la ficción, puesto que la realidad suele ser más terrible, el escritor portugués, Premio Nobel de Lite- ratura, José Saramago, escribió una novela titulada Ensayo so- bre la ceguera (1995), donde cuenta la tragedia de un país que es atacado por una inexplicable epidemia. Desde las sombras las víctimas de esta extraña even- tualidad conocen de las bondades y maldades de la gente de su mis- ma condición. En la medida en que crecía el número de ciegos, eran amonto- nados (esta es la palabra exacta) en un viejo sanatorio para enfer- mos mentales abandonado. En salones donde sufrían hombres y mujeres, entre la sombra más despiadada, una sola de las vícti- mas no estaba impedida de ver, y se mantenía en el lugar porque no quiso dejar solo a su marido, un oftalmólogo que sabía el secre- to de su esposa. Así, ella tenía la facultad de establecer dónde es- taba y qué hacer en el momento de alguna emergencia. Los peores pecados acontecen en esta historia. Y mientras los ciegos se incrementan, el mundo exterior es silencio, indolencia. Todo acontece en un edificio, como si el país de estos personajes fuese parte de una ejecución ma- cabra. Diferente fue lo que pasó con el oculista, no sólo porque estaba en casa cuando le atacó la ceguera, sino porque, siendo médico, no iba a entre- garse sin más a la desesperación, como hacen aquellos que de su cuerpo sólo saben cuando les duele. 2.- Mientras la lectura entra, la imagen de un paisaje semejan- te al castillo de Kafka se aposen- ta en la memoria. Ensayo sobre la ceguera es tan parecido a este territorio donde respiramos azo- tados por la miseria que baja de la imaginación del narrador checo. Se parece tanto, por ejemplo, vaya usted a saber, a cualquier funcionario de esos que ambulan por la angustia de K, a uno de esos ciegos de Sara- mago, que no ve lo que pasa a su alrededor. O que no quiere ver para no sentir el dolor de su so- ledad, del abandono que hoy su gente le regala por querer en- tronizarse en la estupidez. Kafka lo dejó así en boca del joven hijo del castellano: "Esta aldea es propiedad del castillo; quien en ella vive o duerme, en cierto modo vive o duerme en el castillo. Nadie puede hacerlo sin permiso del conde. Pero usted no tiene tal permiso, o por lo menos no lo ha presentado". 3.- Por supuesto, se trata de una ceguera que muestra la superfi- cialidad de una "víctima" que no se procuró la muerte de sus ojos por propia mano. La dirigencia kafkiana quiere cerrar los ojos ante los laberintos que encallan en la mirada muerta de los que salen a la calle a buscar la mane- ra de que no quedar ciegos. O de que no los maten dentro de las habitaciones del castillo, suerte de nación donde todo es difícil. Canto a la burocracia. No es la ceguera borgeana. No la ceguera del personaje de El tú- nel, de Sábato. Se trata de unos ojos opacos que se llevan todo por delante, pero aún así dicen que el camino está libre para entrar al castillo. Una clara metáfora del hombre y sus abusos, de sus pe- sares y desaciertos. Estar al cie- go, al parecer, es la condición más visible del ser humano, quien trata de atravesar muros y paredes. El castillo permanece intacto. Y la ceguera también. 4.- El tipo es un personaje de Sa- ramago. No llega a ser uno de Borges porque sería pedirle mu- cho. El laberinto de ese ser es más macondiano, más realismo má- gico, tan desprestigiado. Anda a ciegas por su castillo de Drácula, mientras los zamuros se comen las sobras de su desgracia. El cas- tillo de Kafka es la casa de gobier- no del patriarca de García Már- quez. La ceguera es mortal. No hay remedio ni colirio para esta en- fermedad, a menos que Sarama- go escriba otra novela donde la luz sea más fuerte que las som- bras. Pero por allí vamos, con los ojos bien abiertos. Al final de la obra de Sarama- go queda esta ilustración: "Quieres que te diga lo que es- toy pensando, Dime, Creo que no nos quedamos ciegos, creo que es- tamos ciegos, Ciegos que ven, Cie- gos que, viendo, no ven. La mu- jer del médico se levantó, se acer- có a la ventana. Miró hacia aba- jo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciu- dad aún estaba allí". Así anda el mundo, en medio de una novela de ciegos. Atrapa- do en un castillo sin salida.

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Maracay, Sábado 15de mayo de 2010

Crónicas del Olvido

Los ciegos de Saramagoen el castillo de Kafka

-ALBERTO HERNÁNDEZ-

1.-

La ceguera es uno de los tan-tos temas literarios esgrimi- dos por poetas y narradores.

No en vano Ernesto Sábato, Jor-ge Luis Borges y Saramago hanentrado a ella para estudiar y sa-ber de las recónditas miserias delhumano ser. Desde los griegoshasta este punto sobre el cual in-tentamos equilibrar el mundo, laceguera ha preocupado a escrito-res, aforistas y pensadores.

Como un ejercicio que abortala ficción, puesto que la realidadsuele ser más terrible, el escritorportugués, Premio Nobel de Lite-ratura, José Saramago, escribióuna novela titulada Ensayo so-bre la ceguera (1995), dondecuenta la tragedia de un país quees atacado por una inexplicableepidemia. Desde las sombras lasvíctimas de esta extraña even-tualidad conocen de las bondadesy maldades de la gente de su mis-ma condición.

En la medida en que crecía elnúmero de ciegos, eran amonto-nados (esta es la palabra exacta)en un viejo sanatorio para enfer-mos mentales abandonado. Ensalones donde sufrían hombres ymujeres, entre la sombra másdespiadada, una sola de las vícti-mas no estaba impedida de ver,y se mantenía en el lugar porqueno quiso dejar solo a su marido,un oftalmólogo que sabía el secre-to de su esposa. Así, ella tenía lafacultad de establecer dónde es-taba y qué hacer en el momentode alguna emergencia.

Los peores pecados acontecenen esta historia. Y mientras losciegos se incrementan, el mundoexterior es silencio, indolencia.Todo acontece en un edificio,como si el país de estos personajesfuese parte de una ejecución ma-cabra.

Diferente fue lo que pasó con eloculista, no sólo porque

estaba en casa cuando le atacóla ceguera, sino porque,

siendo médico, no iba a entre-garse sin más a la desesperación,

como hacen aquellos que desu cuerpo sólo saben cuando lesd u e l e .

2.-Mientras la lectura entra, la

imagen de un paisaje semejan-te al castillo de Kafka se aposen-ta en la memoria. Ensayo sobre

la ceguera es tan parecido a esteterritorio donde respiramos azo-tados por la miseria que baja dela imaginación del narradorcheco. Se parece tanto, porejemplo, vaya usted a saber, acualquier funcionario de esosque ambulan por la angustia deK, a uno de esos ciegos de Sara-mago, que no ve lo que pasa a sualrededor. O que no quiere verpara no sentir el dolor de su so-ledad, del abandono que hoy sugente le regala por querer en-tronizarse en la estupidez.

Kafka lo dejó así en boca deljoven hijo del castellano: "Estaaldea es propiedad del castillo;quien en ella vive o duerme, encierto modo vive o duerme en elcastillo. Nadie puede hacerlo sinpermiso del conde. Pero usted notiene tal permiso, o por lo menosno lo ha presentado".

3.-Por supuesto, se trata de una

ceguera que muestra la superfi-

cialidad de una "víctima" que nose procuró la muerte de sus ojospor propia mano. La dirigenciakafkiana quiere cerrar los ojosante los laberintos que encallanen la mirada muerta de los quesalen a la calle a buscar la mane-ra de que no quedar ciegos. O deque no los maten dentro de lashabitaciones del castillo, suertede nación donde todo es difícil.Canto a la burocracia.

No es la ceguera borgeana. Nola ceguera del personaje de El tú-nel, de Sábato. Se trata de unosojos opacos que se llevan todo pordelante, pero aún así dicen que elcamino está libre para entrar alcastillo. Una clara metáfora delhombre y sus abusos, de sus pe-sares y desaciertos. Estar al cie-go, al parecer, es la condiciónmás visible del ser humano,quien trata de atravesar murosy paredes. El castillo permaneceintacto. Y la ceguera también.

4.-El tipo es un personaje de Sa-

ramago. No llega a ser uno deBorges porque sería pedirle mu-cho. El laberinto de ese ser es másmacondiano, más realismo má-gico, tan desprestigiado. Anda aciegas por su castillo de Drácula,mientras los zamuros se comenlas sobras de su desgracia. El cas-tillo de Kafka es la casa de gobier-no del patriarca de García Már-quez.

La ceguera es mortal. No hayremedio ni colirio para esta en-fermedad, a menos que Sarama-go escriba otra novela donde laluz sea más fuerte que las som-bras. Pero por allí vamos, con losojos bien abiertos.

Al final de la obra de Sarama-go queda esta ilustración:

"Quieres que te diga lo que es-toy pensando, Dime, Creo que nonos quedamos ciegos, creo que es-tamos ciegos, Ciegos que ven, Cie-gos que, viendo, no ven. La mu-jer del médico se levantó, se acer-có a la ventana. Miró hacia aba-jo, a la calle cubierta de basura,a las personas que gritaban ycantaban. Luego alzó la cabeza alcielo y lo vio todo blanco, Ahorame toca a mí, pensó. El miedosúbito le hizo bajar los ojos. La ciu-dad aún estaba allí".

Así anda el mundo, en mediode una novela de ciegos. Atrapa-do en un castillo sin salida.

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José Ángel Adames(1)

Carlos A. López GarcésCronista de Altagracia de Oritucomunicipio José Tadeo Monagasestado Guárico

Nació en Altagracia de Ori-tuco el 31 de marzo de1897, a las 9:00 de la ma-

ñana. Hijo natural de CelestinaAdames y del general Adolfo Cha-taing. Tuvo cuatro hermanos:Eudoro, Felipe, Carmen y Petra.Estudió en el seminario de Cala-bozo con la aspiración de hacersecura, lo que no pudo lograr por-que la Iglesia Católica no ordena-ba como sacerdotes a hijos natu-rales, de padres casados con otramujer. Conservó en silencio losmotivos de su frustración sacer-dotal y afirmó alguna vez que 'élno podía enmendarle la plana aDios'; sin embargo, se mantuvocomo practicante del catolicismo.Preservó su soltería.

El Maestro José Ángel, que fueel nombre adoptado por la comu-nidad para identificar a este edu-cador orituqueño, se caracteri-zaba por ser temperamental, demediana estatura, gordo, pielblanca, cara redonda y rojiza,calvo, pelo liso, vestir pulcro,cordial, cortés, buenos modales,sin vicios (abstemio y no fuma-ba), hablar pausado, sedentarioy andar lento; portaba común-mente una vera encabuyada de-bajo del brazo; en cierta ocasiónespecial dijo de sí mismo: "Encuanto a mi persona debo confe-sar que he sido un poco excéntri-co, que nunca he solicitado nadaa nadie, temeroso de caer envuel-to en la cobarde hipocresía conque se nos trata hoy, nunca hedoblegado la frente si no anteDios, huyendo de ese abyectoservilismo que degrada los hom-bres, nunca he confiado en loselogios, porque los que por algu-na circunstancia suelen decir-nos buenos, mañana puedencambiarnos el adjetivo, decirnosmalos o como se les antoje, poreso he respetado siempre mi yointerior, y en ese nivel, y bajoesa conducta he sostenido misnobles principios".

La frustración de la carrera desacerdote del maestro José Ángelfue una especie de suerte paraAltagracia, porque pudo contarcon sus servicios al momento derequerirlos, "incluso en la hora delos discursos de efemérides y delas horas luctuosas", que fueronsus mejores piezas literarias paratales momentos, según artículofirmado por el médico y escritorgracitano Rodrigo Infante Marre-ro, en Caracas, en 1975.

Practicó el autodidactismo conpreferencia por la literatura clá-sica. Ejerció la docencia en la Es-cuela Federal Ángel Moreno deAltagracia de Orituco, donde la-boró como maestro de segundo aquinto grado en el transcurso devarios años. Su genio tempera-mental lo indujo a retirarse decargos docentes gubernamenta-les; optó por dedicarse al cultivode la tierra en el sitio El Peñón,

cerca de Altagracia. Regresó altrabajo educativo, para lo cualfundó y mantuvo una escuelaprivada de educación primariaen su pueblo natal, de donde egre-saron estudiantes que después sedistinguieron profesionalmente,como fue el caso, por ejemplo, dePedro Durant, meritorio profesorde la Universidad de los Andes yconferencista internacional de

temas ecológicos. Impartía sus co-nocimientos con metódica disci-plina e inculcaba rigurosamen-te el sentido de la responsabilidada sus alumnos, para lo cual apli-caba palmetazos cuando lo consi-deraba indispensable.

Se aferró contradictoriamentea una ideología política reacciona-ria. A pesar de su origen humilde,no compartía la tesis de aquellas

(2)Carlos A. López GarcésCronista de Altagracia de Oritucomunicipio José Tadeo Monagasestado Guárico

Colaboraba como articulista deperiódicos locales altagracianos yde otras comunidades guarique-ñas; son ejemplos de esta activi-dad los escritos "A la memoria deSoledad de D'Suze" y "Vida y obradel doctor Pedro María ArévaloCedeño", publicados en Equis,medio impreso gracitano dirigi-do por José Melchor González;además: un artículo juicioso so-bre el reputado músico oritu-quense José Calixto Morín, hechopúblico a través de El Trabajo endiciembre de 1930; uno titulado"Poniéndole el punto a la i", im-preso en Palestra en abril de1936, y otro con el título "Las le-tras viajan", editado en Caminosen mayo de 1958.

Tuvo vocación de orador; pro-nunció inspirados discursos endiversos actos organizados porrazones especiales. Entre suspiezas oratorias resaltan: la leí-da con motivo de la inaugura-ción de la Casa de la Cultura enSan Rafael de Orituco, progra-mada como una de las activida-des del reencuentro de oritu-quenses, efectuada el 3 de di-ciembre de 1967; la oración fú-nebre sobre el maestro y poetaPróspero Infante, expuesta en elCementerio General de Altagra-cia de Orituco, en 1968, en oca-sión del enterramiento de esedistinguido intelectual ipireño;las palabras dichas en el home-naje de la Junta Comunal deLezama al poeta, periodista yeducador Jesús Bandres, enmarzo de 1969. Las tres fueronpublicadas en el periódico Equis,antes mencionado.

No ocultó su afinidad por elcultivo de la poesía; ejemplos deesta actividad intelectual sonlos poemas: Versos inéditos (de-dicados al maestro y poeta Prós-pero Infante), Tras una estre-l la, La industria, A la Virgende los Dolores, A mi madre,Mujer de cabaret: mujer de lu-panar, Un l lanero, que fuerondados a conocer por el voceroEquis. Al decir del médico y es-critor gracitano Rodrigo Infan-te Marrero "…sus versos erancojos, sin el toque sutil que cali-fica; carentes de ese ingenio quealgunos llaman talento, sin esedon de husmear el futuro quees el vaticinio. Sin embargo,sus conterráneos estimulába-mos su producción l i terariaporque sabíamos que en la horadel balance, su multiplicacióngenerosa, su honestidad, su sin-ceridad y en general su hom-bría de bien, iban a dar un re-sultado francamente positivo…"

Fue autor de una breve Bio-grafía de monseñor Felipe NeriSendrea. Recibió la condecora-ción El Sol de Orituco, impuestapor el Comité Pro-vuelta a Oritu-co en la oportunidad del reen-cuentro de orituqueños, el 3 dediciembre de 1967. (Fragmento)

organizaciones que procurabanampliar la participación popularen las decisiones gubernamenta-les, fuesen éstas reformistas o re-volucionarias, pues no justificabala existencia de un partido del pue-blo. Fue adversario de Acción De-mocrática y anticomunista con-sumado. No ocultaba sus simpatíaspor Adolfo Hitler durante la Segun-da Guerra Mundial.

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Maracay, Sábado 15 de mayo de 2010 Contenido 31Wilfredo Carrizales

La casa que me habitathe house that inhabits me

-BRIAN CHRISTIAN-

Poeta, escritor, sinólogo, co-lumnista, fotógrafo, dibu-jante, actor de monólogos,

traductor, editor y promotor cul-tural, Wilfredo Carrizales nacióen 1951 en la ciudad de Cagua,en el norteño estado de Araguade Venezuela, donde ha pasado lamayor parte de su vida. Un estu-dioso entusiasta de la lengua, laliteratura, la historia y la cultu-ra de China, Carrizales estudió enBeijing de 1977 a 1982 y ha vi-vido allí de 2001 a 2007 comoagregado cultural en la embaja-da de Venezuela. Ahora reside enBeijing y trabaja por su cuenta.

Carrizales ha traducido variosvolúmenes de la literatura chi-na, tanto clásica como moderna,y sus obras originales incluyenIdeogramas; Calma final; Mudan-zas, el hábito; Textos de las esta-ciones; Postales; Desde el ci-nabrio; Vestigios en la arena; In-tromisiones, telegramas y radio-gramas; Merced de umbral y Lacasa que me habita, cuya edicióndigital recibió el Premio Nacionaldel Libro 2006 de Venezuela.

La casa que me habita es unaobra a la vez meditativa y diná-mica, pensativa y profundamen-te vibrante. Sus cuarenta poe-mas en prosa son filosóficos, sepodría decir fenomenológicos:investigan la relación del yo conel cuerpo y con el mundo. ComoThomas Traherne, quien escri-bió: "El mundo estaba más en míque yo en él", para Carrizales elescenario del libro es La casa queme habita, no La casa que yo ha-bito. Se plantea una paradoja fa-miliar, entonces, cuando nos en-teramos de que, al avanzar el li-bro, la casa que habita en él tam-bién contiene al poeta.

"Una casa que es tan dinámicacomo ésta permite al poeta habi-tar el universo. O, por decirlo deotra manera, el universo viene ahabitar su casa".

Gaston Bachelard, La poéticadel espacio.

El libro no es sólo filosófico, sinembargo; es en igual medida eró-tico y, se podría decir, ecológico -una celebración de un mundo enel que cada parte está animada,desde la arquitectura a la flora,por las fuerzas de la naturaleza,por el poeta mismo, y su amada.Es una declaración sobre el papely la naturaleza del yo en un cuer-po/mundo en el que está fuera denuestra conciencia o control. Al-gunos de estos acontecimientosparecen totalmente extranjeroso foráneos; a otros los considera-mos "nuestros" o incluso "noso-tros". Carrizales evita las res-puestas fáciles, y se centra másbien en la riqueza, la rareza y lacomplejidad del intercambio. Dehecho, los eventos que ofrecen

múltiples interpretaciones y querequieren un examen como tra-ductor y como lector se producencon frecuencia en el texto; múl-tiples significados se amontonande manera sorprendente:

Dueño de su sabor el gallo secuece de madrugada en una mez-cla de vinos y anuncia ebrio lahora de las caricias.

Aquí, se cuece significa "se co-cina", "hierve", o "se asa", perotambién de manera más infor-mal puede significar "se embo-rracha". Al principio, sólo el sig-nificado primario parece aplicar-se, hasta que nos enteramos deque el gallo está, de hecho, ebrio,borracho. Y esta "mezcla de vi-nos" en que hace su anuncio, ¿essimplemente una descripción delcielo del amanecer? Tal vez elgallo no está ni cocido ni intoxi-cado, sólo sorprendido por la luz:en inglés blind (ciego) y drunk(borracho) están relacionados, yuna expresión como ebrio con ale-gría podría presentarse como"blind with joy", por ejemplo.

Carrizales nos aleja de hacer no-villos con nuestras mentes, condemasiada rapidez, eligiendo ensu lugar desplegar exuberanteslas ambigüedades, en todos lossentidos de la palabra: abundan-tes, fértiles y alegres.

Uno de los retos y las emocio-nes en la traducción de Carriza-les es tratar de seguir el ritmo desu juego de palabras y aún con-servar su tono, que incluso en lospasajes más abstrusos o anudadossigue siendo fluido y conversacio-nal. A veces el juego de palabrases francamente vertiginoso:

Recurro a un recóndito valory recorro, palmo a palmo, la le-janía que ya no pretende regre-sar. Descubro (como si nuncaantes hubiese sucedido ningúndescubrimiento) un derruidorincón en un patio postergado.

El cambio del verbo recurro ("Iresort") al verbo recorro ("I cross")es sólo una parte de una ampliafranja de sonidos repetidos e in-terconexiones, los más importan-tes son las "erres" y "de" repeti-

das: recurro, recóndito, recorro,regresar, descubro, descubri-miento, derruido, rincón. Porsupuesto, en una traducción hayun equilibrio entre permanecerfiel a la lírica de la lengua y per-manecer fiel a su significado exac-to. He tratado de negociar unequilibrio, utilizando turn to/turn over/return/torn para imi-tar recurro/recorro/regresar/de-rruido rincón y la adición de lossonidos repetidos de "or" en befo-re/torn/corner/courtyard:

I turn to a deep-down courageand turn over, palm to palm, thedistance that I can no longer hopeto return. I discover (as if nothinghad ever been discovered before)a torn down corner in a neglec-ted courtyard.

Una traducción literal en laescuela de pensamiento naboko-viano -"La traducción literal mástorpe es mil veces más útil que laparáfrasis más hermosa"- nuncaharía un pasaje como éste, cual-quiera que sea la justicia. No im-porta la indocilidad filosófica de

la definición de una "traducciónliteral" en primer lugar; una in-terpretación de este pasaje que nosugiere una conexión entre losdiferentes verbos, según lo suge-rido por sus sonidos, sería unaparáfrasis, en el mejor de los ca-sos, y sólo uno parcial, en eso.

La razón es que este tipo de co-nexiones verbales son más quesimplemente Carrizales ejercien-do su destreza como artesano dela palabra, más que la pirotecniadeslumbrante; sino que son esen-ciales para el carácter a la vez ylos objetivos del libro. El uso deCarrizales de la lengua sugiere lomismo que su tropo de la casacuyas paredes, plantas, muebles,e incluso el aire se animan: unmundo lozano y elaborado, tantoen el interior del cuerpo y haciafuera, donde todo está a la vezoperando con su propia fuerza ycomo parte de un coordinado yauto-organizado desarrollo.

Thomas Traherne, "Silence", enSelected Poems and Prose

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Contenido Maracay, Sábado 15 de mayo de 201032

La Otredad Visible

I

La hora del solticio está cercaApenas aprendí algunas frasesApenas hablabaApenas balbuceaba

SóloEstuve tendidoEn el hilo finoDe una estación pasajeraDando vueltas en la memoria

Sustanciando la frágil sombraDe mis alucinaciones

Allí divisabaTú rostro iluminadoSin sombraSin manchaA términos consustáncialesA términos innombrables

En ciertos cabos de la memoriaCuando lacera la luz nocturnaY las mariposas verdes se ocultanSólo tú rostroTú fresco rostroDespide resplandores

Intento asirloEn esta pascua oscuraSilenciosaFrágilVagabunda

En vano camino reducidoEn la camaCon boca de loboY ojos de lechuza

Y esta sábana que despide tú aromaY me envuelve como una sombra

II

Aquella luna la vi llorarSobre el manto espeso del alba

Tímida se despedíaSin acortar distanciaLúcida probó la tierraY los esplendoresDe nuestro abismo

Y soñó madrugadasEn tardes ferocesY ensenadas luminosas

Y tú sentadaEstás allíComo figura preliminarEn el valle sepiaDe nuestra dicha

¿Que flor?¿Que fortalezaDe barro y piedraHoy nos cierra la noche?

III

Hablé de tiPor breve espacioEl viento se presentó huidizoCon sus vívidos ojos brillantesMovió las hojasY tocó la piel

Las palabrasMovieron los labiosY te volví a nombrarPronuncié tú nombreDe cara al vientoHable de tiCon esta personaIntempestivaIndivisible

Y sin rostro ajeno

Conversamos serenosCerca un jolgorio verdeHacía crujir mis sentidos

La silueta desaparecióY toda la luz advinoFortuitaAlegre

El que soy ahora-El hombre ausente-Sin rostroCamina de espalda al solCruzando las márgenesDe un mundo

OscuroExtraño

Algo se transporta en la memoriaAún queda tiempo para el regresoEl camino de las hojasMe lo advierte

IV

No sé que me atrae más de tiMi pequeña paraulataSi tu inquietante vibración vitalO tú rara y muda serenidad.

V

Este domingo invernalHe preferidoQuedarme en silencioCerrar los ojos y no mirarCerrar la boca y no hablarCerrar las manos y no tocarCerrar quizás las horasQue corren lentamenteEn su espiral eternaSilencio